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LA EPISTEMOLOGÍA, NATURALIZADA

La teoría del origen trófico del conocimiento, que propone que el conocimiento es un hecho biológico y orgánico y es tan
natural como el sudor, ya propuesta desde Aristóteles, permite una depuración cartesiana a los conocimientos de la
biología contemporánea.

El ser orgánico, no nace morfológicamente terminado, sino que tiene un desarrollo de sus proporciones que le conlleva a
su crecimiento y posterior disipación. El ser orgánico nace, se alimenta, se desarrolla, se reproduce y muere. Como
individuo, la nutrición es la parte más importante. La materia necesita, en tanto que viviente, reponerse de su desgaste
(catabolismo, es decir, desgaste), para poder poner al cuerpo en acción (anabolismo, es decir, reposición). En cuanto a
especie, es la reproducción lo más importante, ya que permite preservar la vida de la misma.

Percibe que hay dos formas de nutrirse y a partir de ello clasifica los seres:

-Vegetativos: estacionarios; encuentran su alimento allí donde se encuentren y por tanto no necesitan desplazarse para
alimentarse. Los contemporáneos los llamamos autótrofos, es decir, que mediante la asimilación de materiales
inorgánicos medioambientales (agua, nitrógeno, CO2 atmósfera) tienen la capacidad estológica de, con el auxilio de la luz
y el calor, transformarlos en proteínas vivientes y eso les hace ser autónomos, causa por la cual no necesitan trasladarse
para obtener alimento e impide que se desarrolle su actividad cognoscitiva.

-Sensomotores: que hoy llamaríamos seres heterótrofos, son incapaces de sintetizar sustancias macromoleculares a
través de elementos inorgánicos y necesitan ingerir proteínas. Los alimentos se encuentran a distancia de su cuerpo y
eso provoca que se dé un movimiento traslaticio a la par que orientar su propio cuerpo hacia el alimento y, es en este
movimiento, donde lugar la actividad cognoscitiva, orientada a guiar el movimiento del cuerpo. El conocimiento surge
porque los seres sensomotores o heterótrofos deben trasladarse para encontrar el alimento y esta actividad conlleva una
intencionalidad.

Los seres sensomotores se mueven o avanzan, en mayor o menor medida, en su mundo entorno mediante acciones
circulares. Por ello, toda acción es una acción circular que cierra siempre relativamente y está dada siempre en
distancias, en movimientos traslaticios y este es el principio de discernimiento radical de la vida. Estos organismos
pueden sortear distancias, es decir, eludir una posible trayectoria para sustituirla por otra y en eso consiste precisamente
vivir, en que los organismos pueden concertarse, intersustituirse y variar la trayectoria.
Toda morfología orgánica se explica en función de su acción: una acción siempre circular a su mundo entorno, un marco
de acción a la altura de su morfología.
Alma es un modo de actuar de la materia natural que implica el sorteo de distancias y esta se da tanto a la escala
fisiológica como a la escala conductual.
En el caso de las conductuales el sorteo de las distancias se da con la capacidad de poder evacuar o abstraer esta
continuidad espacial sin perjuicio de que ésta siga continuamente dándose y se realiza con un fin, para alcanzar un logro
mediante una acción transformadora del medio, cognoscitivamente presente, y que está apetecido y querido en el curso
mismo de la acción. Existe, por lo tanto, una teleología, una finalidad, una intención (intención en la que ya había caído
en la cuenta Brentano, para quien la intención suponía una “apertura a”: la conciencia es siempre conciencia de algo)
intención que se forja en la acción consiste en elegir, de entre una pluralidad, una alternativa.. Los fines se forjan y se
renuevan mediante la propia acción.

Resumen:

Todo organismo sensorial y motor es un centro activo de apertura a sus alrededores, a su mundo entorno. Esta apertura
es activa, variante y siempre potencialmente novedosa, es un “welt”, un mundo entorno que afecta a sus cuerpos. Todo
organismo viviente es centro activo de apertura cognoscitiva, apetitiva, volitiva, desiderativa a sus mundos entorno.
Centro activo “de” (mediante la acción) y por eso “a”. Es activo porque abre márgenes a su mundo entorno por lo cual es
una actividad circunscrita y circular a su mundo entorno, pero nunca cerrada. (ejemplo de la rana de la obra ¿Qué es
ciencia? de G. Bueno: “no podéis imaginaros qué es el mundo; con deciros que termina en los márgenes del huerto del
cura…”). Todo ser viviente no está enclaustrado sino circunscrito y si modifica esta circunscripción es para desarrollarla
de alguna manera. Hay en esto una diferencia del ser humano respecto de los demás seres, pues la apertura del ser
humano consiste en la apertura de la totalidad universal de lo real.

Las tres teorías evolutivas de la historia son un esfuerzo para intentar dar una explicación a la transformación de los
seres.

Jean Baptiste Lamarck, cuyas dos bases se asientan en:

1. La ley del uso y el desuso (el uso desarrolla, el desuso atrofia). Esta ley viene a explicar cómo la formación de las
morfologías orgánicas son el resultado del uso activo y esforzado de la estructura orgánica. La vida es una pujanza
transformable y plástica de la estructura del propio organismo.

2. Herencia de las variaciones morfológicas funcionalmente adquiridas por el uso y el desuso de las estructuras orgánica
(a esta característica llama Lamarck “circunstancias de habitación”).

Carl Darwin

Afirma la variación al azar: a medida de los años se van produciendo diferencias alternativas a las que los organismos
deben adaptarse. Darwin da con la teoría de la herencia adecuada pero es insuficiente porque reduce la eficacia
adaptativa a la eficacia reproductora dejando de lado la idea de transformación mediante la acción: omitiendo la
intención, la conducta y la selección activa, creando una mera teoría tautológica que no llega a comprender lo que ocurre
entre medias: la ontogenia.

¿Cómo incorporamos la idea transformación mediante la acción de Lamarck a la Teoría de la Herencia Darwin?

Mediante Baldwin (filósofo, psicólogo y biólogo) y la Teoría de la selección orgánica: Baldwin afirma que no hay
organismo sin margen de selección mediante su acción, de las condiciones ambientales a las que están expuestos (lo
que llama “acomodación”), recuperando el sentido último que quería salvar Lamarck con la Teoría de la herencia de
Darwin.

La apertura del ser humano, consiste en la apertura de la totalidad universal de lo real. Esa apertura, a la vez de ser una
apertura “a”, debe ser una apertura “de”, es decir, una apertura constructivista y operatoria que haga cambiar también la
morfología del propio cuerpo para poder llegar a ella. En lenguaje aristotélico sería ese alma la que es capaz de lograr
esa apertura a la totalidad universal de lo real pero no sin tener un cuerpo que está a la altura de la apertura, rompiendo
en este punto con toda la metafísica que solo piensa posible esa apertura de una manera ontológica dejando ajeno al
cuerpo.

Los organismos conductuales que además fabrican objetos, soportan un tipo de relaciones sociales que se aguantan
mediante la estructura triposicional. La estructura triposicional consiste en el acto de dos individuos que están
copresentes en el espacio, cuentan con las operaciones de un tercero que no está presente en el acto para poder
continuar con las operaciones. Los dos individuos copresentes conocen la existencia del tercero ausente porque ambos
han recorrido geográficamente la tercera posición, y solo se puede contar con ella representándola mediante el lenguaje:
estos organismos deben estar equipados con una estructura fonológica y sintáctica y los tres compuestos de esta sintaxis
residen en los tres pronombres personales: yo, tú, él y en la manera de explicar las formas geográficas: aquí, ahí, allí.
Esta presencia de un tercero puede ser representada por cualquier cuerpo y conlleva se convierta en una figura
continuamente recurrente.

-Mis apuntes

El alma son funciones.

El conocimiento es un hecho biológico característico de los organismos heterótrofos.


El origen del conocimiento es trófico, la forma de alimentación de determinados seres vivos (heterótrofos) es la que crea
el conocimiento. El conocimiento es un hecho biológico, funcional; es una función viviente de algunos organismos.

Aristóteles cambia la manera de pensar el alma, de una noción religiosa/metafísica a un contexto orgánico, dependiente
de los seres físicos. Aristóteles permite una depuración cartesiana a los propios conocimientos de la biología de nuestros
días.

Aristóteles percibe que hay dos formas distintas de nutrirse, y en virtud de ellas se clasifican los dos grandes tipos de
seres vivientes: autótrofos (vegetativos) y heterótrofos (sensorio-motores). Estos últimos deben servirse del conocimiento
para alimentarse.

Las distancias existen porque la comida deja de encontrarse en el propio organismo y se encuentra en otro lugar. Esa es
la distancia física, que luego abstraerán los fenomenólogos.

“Todo ser que posee alma debe poseer alma nutritiva”. Un ser producido por generación tiene necesariamente desarrollo,
crecimiento y corrupción.

Metabolismo: restauración de los productos bioquímicos que pierden las células al desarrollar funciones.

Los organismos autótrofos son autónomos, porque solo con tener contacto con elementos inorgánicos, tienen la
capacidad histológica de transformar esos elementos inorgánicos en elementos orgánicos.

Los heterótrofos no son capaces de esta conversión, no sintetizamos proteínas, sino que necesitamos ingerir las
sustancias orgánicas, es decir, meternos por un agujero organismos a su vez vivos. De esto se puede deducir que si no
hubiera distancia, la depredación no daría tiempo a la reproducción: el equilibrio ecológico solo se mantiene si en la
cadena trófica existen distancias. Todo organismo heterótrofo necesita dos morfologías esenciales: órganos de
movimiento y sistemas digestivos. No hay animal que no tenga ninguna de estas dos morfología esenciales. Los órganos
se forman en función de su función.

Surgirá el conocimiento allá donde las funciones morfofisionómicas de los organismos lo hagan necesario. Allí donde
haya una proporción crítica entre la lejanía y el tamaño del objeto a ingerir o la geografía obstaculice el acceso a los
productos alimenticios, será necesario un conocimiento del entorno. El conocimiento es encarnado.

Se conoce en cuanto que se hace y según lo que se hace, la raíz del conocimiento es la acción y nunca podrá
desprenderse de ella. Tanto en su génesis como es un estructura, la acción es la condición del conocimiento, también en
el caso humano, aunque con mayor complejidad.

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