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TEMA 2: CLASIFICACIÓN DE LOS CONCEPTOS

En sus orígenes el concepto de Constitución se aplica más a criterios políticos


que jurídicos, nace estrechamente relacionado a una concepción de libertad,
consecuencia de fenómenos sociales que llevan a un gran cambio en las
estructuras sociales existentes, cuando se pretendía formalizar los derechos de
los ciudadanos y poner un freno y unos límites al actuar de los gobernantes.
Grosso modo, se distinguen dos clases de constitución: la escrita y la no escrita
o consuetudinaria, después aparecen otras clasificaciones, como: constitución
en sentido material y en sentido formal; originarias y derivadas, rígidas y
flexibles; y otorgadas; impuestas o pactadas.
Inicialmente las cartas constitucionales fueron consuetudinarias (expresión del
latín consuetudo que significa costumbre), las constituciones escritas se
imponen sólo hasta el siglo XVIII después del resurgimiento del Estado, aunque
el primer referente de un manuscrito constitucional es la Carta Magna del año
1215, documento inglés donde se establecieron limites al poder de los
monarcas, especialmente al rey Juan Sin Tierra, impidiendo así el ejercicio del
poder absoluto. Fue producto de los desencuentros entre el rey, la iglesia y los
nobles ingleses sobre las prerrogativas del soberano. De acuerdo a los
términos de la Carta Magna, Juan debía renunciar a ciertos derechos y
respetar determinados procedimientos, reconociendo que la voluntad del rey
estaría sujeta a la ley, a partir de allí y ante la ausencia de Estados, con base
en la costumbre se formaban sociedades políticas, que se regulaban
normativamente por la misma costumbre, que obedecía a tradiciones
aceptadas o se imponía mediante el empleo de la fuerza.
Cientos de años transcurren antes de que se consolide un ordenamiento
constitucional escrito, se resalta el gran aporte inglés a esa consolidación con
la petición de derechos (1629) y la carta de derechos (Bill of Rights 1688) que
contrasta con el hecho de que esa nación no tenga una Constitución escrita,
también se desataca el papel de las ordenanzas que regulaban importantes
aspectos de la actividad estatal en Francia. Las primeras constituciones de
épocas modernas son las de las colonias norteamericanas de 1776, la de la
confederación de 1781 y la de Filadelfia de 1787 que desde ese entonces rige
en los Estados Unidos y se constituye en la más antigua de las constituciones
hoy en día vigentes, aunque, claro está, se le han introducido enmiendas.
La teoría política destaca el valor de la costumbre constitucional por su
surgimiento espontáneo, como producto de la vida social, lo que hace de ellas
verdaderas manifestaciones de la voluntad y realidad popular; pero lo cierto es
que cada vez ganan más terreno las constituciones escritas, se ha pretendido
hacer de ellas instrumentos de solución de conflictos y consagración y
manifestación de pactos sociales que redundan en nuevos paradigmas de
organización y desarrollo. Así ocurrió con la Constitución colombiana de 1991,
que cristalizó un nuevo pacto social después de un difícil periodo de violencia
donde la institucionalidad se vio impotente para hacerle frente; de su redacción
se encargó una asamblea constituyente elegida popularmente, con una
composición pluriétnica y multipartidista, donde estuvieron representados la
mayoría de los estamentos de la sociedad.
Las constituciones se ven influidas por fenómenos tanto jurídicos como
sociales, por una parte, en buena medida recogen el avance normativo previo a
su expedición, como también los precedentes judiciales, y, por otra, deben
ajustarse a sucesos que se han ido presentado en el acontecer social, esto las
hace oportunas, viables y aceptables, quedando así dotadas de legitimidad.
El término constitución en sentido material hace alusión al conjunto de normas
que establecen los principios rectores del Estado, puede decirse que todas las
naciones organizadas tienen una Constitución en sentido material, aunque
esas normas no estén plasmadas en documento escrito. En sentido formal se
refiere a un texto especial emanado de un órgano competente y que se impone
a las demás normas del Estado, es un criterio restringido que se ocupa
solamente del documento solemne que se impone a las demás normas
estatales.
En países como Inglaterra los principios fundamentales del Estado no se
encuentran contenidos en documentos o normas constitucionales
especialmente delimitadas, definidas y expedidas conforme a un
procedimiento estipulado; éstas se extraen de la costumbre, la tradición política
y el precedente judicial, lo que lleva a que el parlamento adquiera una esfera
de acción demasiado amplia, pudiendo en determinado momento, modificar por
completo la estructura estatal, pues no existen cláusulas que limiten sus
actuaciones, aunque de cualquier manera la costumbre es muy respetada.
Desde el punto de vista formal no todos los países tienen una Constitución
aunque materialmente si la tengan.
Las Constituciones son originarias cuando incluyen principios nuevos,
originales, producto de las circunstancias propias del pueblo al que deben regir,
mientras las derivadas siguen modelos bien sea nacionales preexistentes o
extranjeros, adecuando sus postulados a las necesidades y requerimientos del
momento.
Quizás en la actualidad sea poco probable encontrar una Constitución original
en su totalidad, todos los ordenamientos constitucionales se han adaptado a
modelos preexistentes, basándose principalmente en el norteamericano y el
francés, en lo que respecta a la forma de ejercer el control constitucional se
han seguido los esquemas norteamericano impuesto después de caso Marbury
Vs Madison en 1803 y el control concentrado en cabeza de un único tribunal,
evidenciado en la Constitución austriaca de 1920. Una línea social destacada
en las constituciones alemana de 1919 y española de 1931 que propende por
la protección de los sectores más débiles de la sociedad, irradió la producción
constitucional en América Latina, teniendo gran incidencia en la reforma
colombiana de 1936. Igualmente, base para los Estados que adoptaron un
modelo marxista-leninisita, fue la Constitución rusa de Stalin (1936).
El gran inconveniente de las Constituciones puramente derivadas es que se
convierten en cartas más bien idealistas, muchas veces lejanas a la realidad,
suelen ser poco eficaces para resolver los problemas sociales, se limitan a
respaldar una filosofía o modo de pensar y se constituyen en mecanismos que
acentúan el ejercicio del poder, en la mayoría de los casos no perduran.
Se habla de constituciones ideológicas que son las que plasman un programa
ideológico, son la manifestación de una ideología, suelen ser muy románticas,
en contraposición surgen las utilitarias que son un documento proficiente que
piensa más en el momento y en ofrecer reglas de regulación y soluciones
aparentemente lógicas que en defender ideales, pretende organizar a la
sociedad destinataria ubicándose en su contexto, sin inmiscuirse en
intenciones ideológicas. Aunque no es fácil encontrar una carta constitucional
desprovista en su totalidad de bases ideológicas.
Existen constituciones normativas, nominales, semánticas y programáticas, de
acuerdo al grado de concordancia entre lo que se halla formalmente positivado
en la carta y lo que realmente ocurre en el acontecer de la sociedad a la que se
dirige y a su aplicabilidad y eficacia, la normativa es una Constitución realmente
vivida por el pueblo, acorde a la realidad de gobernantes y gobernados,
además de su validez jurídica debe estar integrada en la sociedad, debe ser
aplicada directa o indirectamente. La nominal es un Constitución que lleva a
una interacción e integración entre la situación económica, cultural, social y los
postulados constitucionales. Por el contrario, en el caso de las semánticas no
ocurre otra cosa que la formalización de una situación de dominio de los
gobernantes sobre los gobernados, encontrándose exentos de cualquier tipo de
control, su aplicación no limita el ejercicio del poder, es sólo formal, pero la
situación política del Estado se mantiene con o sin ella. La Constitución
programática organiza solamente aspectos esenciales, fija las directrices que
debe seguir la sociedad política, marcan las bases que tendrán un pleno
desarrollo únicamente a través de la función legislativa.
Según su facilidad o posibilidad de reforma las constituciones se clasifican en
rígidas y flexibles. Las rígidas requieren de un procedimiento especial, solemne
y complejo para su reforma; es decir, los procedimientos para la creación,
reforma o adición de las normas constitucionales son distintos y más complejos
que los trámites y procedimientos exigidos para la aprobación o modificación
de las leyes. Los procedimientos solemnes consisten en que el trámite
reformatorio sea adelantado por una asamblea constituyente, por el pueblo
mediante referendo o plebiscito o por el Congreso, pero con un sistema
especial de debates, mayorías, quórum y votaciones. La Constitución
colombiana es rígida pues sólo puede ser reformada por el pueblo mediante
referendo, por una asamblea constituyente o por el congreso a través de acto
legislativo el cual requiere de ocho debates (cuatro en cada cámara) debe ser
discutido y aprobado en dos periodos ordinarios y consecutivos y por la
mayoría absoluta de los miembros de una y otra cámara. Las constituciones
flexibles por excelencia son las consuetudinarias, pues se modifica al vaivén de
los diferentes usos y costumbres. Según su origen se puede hablar de
otorgadas que son las que regularmente rigen las monarquías, en las cuales el
monarca en su calidad de soberano las otorga al pueblo, en la monarquías
constitucionales donde opera un sistema parlamentario, cuando el parlamento
en representación de la sociedad impone un estatuto constitucional, existen
unas constituciones pactadas que constituyen la consumación del pacto social,
son producto de un consenso, es la materialización de la voluntad popular.

En las constituciones pactadas la idea es el consenso. Nadie las otorga en


forma unilateral, ni tampoco las impone debido a que si son impuestas y no se
pactan carecerían de un marco de legitimidad. Estas constituciones son
multilaterales, ya que todo lo que se pacte implica la voluntad de varias partes;
por lo tanto, son contractuales, en ellas se refleja un pacto social.
Las constituciones pactadas o contractuales implican una mayor evolución
política que en aquellas que son impuestas u otorgadas; además de que son la
manifestación de un pacto social; ese pacto es producto del consenso que se
da entre diversas fuerzas que interactúan en el Estado. En ese orden de ideas
los gobernados dejan de ser súbditos, el documento constitucional halla su
origen directamente en la sociedad, la Constitución surge de la fuerza social.

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