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Figuras de dicción: según el DRAE, las figuras de dicción son “cada una de
las varias alteraciones que experimentan los vocablos en su estructura
habitual, bien por aumento, bien por supresión, bien por transposición de
letras, bien por contracción de dos de ellos”.
Por tanto, en un sentido más amplio, se podrían definir como aquellas figuras
que se basan en la especial colocación de los sonidos o de las palabras en el
verso o en el enunciado. Aunque este tipo de figuras afectan primordialmente
a la forma de las palabras, en algunos casos también inciden en el significado.
Figuras de repetición:
(Garcilaso de la Vega)
(Garcilaso de la Vega)
del crepúsculo,
(Vicente Aleixandre)
– Antanaclasis[1]: consiste en la colocación próxima de dos palabras de
significante idéntico pero distintas por su significado.
(Luis de Góngora)
(Antonio Machado)
(Romancero)
(Valle- Inclán)
¿Acababa en dónde?
(Pedro Salinas)
(Lope de Vega)
(Gracián)
(Miguel Hernández)
(Luis Cernuda)
Figuras de pensamiento: son aquellas que sirven para presentar una idea
o concepto, afectando, pues, al plano semántico de la lengua; de ahí que
sean figuras que se originan, según la antigua Retórica, en la inventio, frente
a las figuras de dicción, relacionadas con la elocutio. Algunas de estas figuras
son:
(Garcilaso de la Vega)
(Garcilaso de la Vega)
(Luis de Góngora)
(Garcilaso de la Vega)
– Hipérbole: figura o recurso que consiste en exagerar la realidad,
haciéndola prácticamente inverosímil.
(Francisco de Quevedo)
(Luis de Góngora)
(Antonio Machado)
A caballo va el poeta,
(Garcilaso de la Vega)
Pueden ser:
La granada es corazón[3]
(Garcilaso de la Vega)
– Metonimia: es el tropo que designa una palabra por otra con la que tiene
relaciones de contigüidad, como por ejemplo, de causalidad (la causa por el
efecto o viceversa); de procedencia; el autor por la obra; el signo por el
significante o cosa significada; etc.
¿A dónde, di te engolfas?
(Unamuno)
[5] En este fragmento del poema de Lope de Vega las imágenes que se
suceden son metáforas continuadas que describen el alma del poeta. De este
modo, la barquilla representa la vida; los peñascos, son las dificultades con
las que el poeta se encuentra a lo largo de la misma; y, al igual que
una barquilla sin velas está desvelada entre las olas, la vida
está indefensa ante los peligros. La correspondencia entre los términos
reales (plano denotativo) y los evocados o figurados (plano connotativo) es
uniforme en todos, creando así una “realidad poética” abstracta y, en
consecuencia, alegórica.