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·​ ​Técnica y oficio (Hacia lo bello) -----à ​Son sinónimos en la concepción anacrónicamente artesanal

del arte
·​ ​El arte es algo agradable, bonito, idílico, en cambio, en la era industrial, las expresiones
aceptadas debían ser ofensivas, es decir, que contuviera crítica social hacia la realidad de la
época.
·​ ​El arte puede tomar influencias industriales para su realización, pero en la composición de la
obra, el arte no debe manifestar la influencia industrial, ya que es un arte autónomo que está en
función de la belleza.
·​ ​La difusión (reproductibilidad) masiva (la cual es industrial) no se ha convertido en una regla
inherente al arte.
·​ ​La tendencia del arte a industrializarse totalmente, colisiona con la faceta del arte que se opone a
la integración.
La resistencia en la apariencia estética de la obra de arte de incluir los avances de la industrialización
le confiere a la obra una impresión de estar vieja o ser arcaica, lo cual la afecta.
Los medios buscan manipular las posibilidades del artista de proyectar su obra como desee, con el
objetivo de mejorar la creación artística según tienen concebido como lo que debe hacerse. Estos
buscan despojar al arte de lo superfluo de los procedimientos artesanales, lo inoportuno, tratando
de no entregarlo a la racionalidad instrumental de la producción masiva.
Todo se resume a la pregunta sobre el arte en la era técnica. ¿Cómo es el arte en la era técnica?
Para Adorno el fin de la técnica de una obra de arte se limita al placer estético, en tanto que no busca
la aprobación de nadie ni el convencimiento de la gente de un mensaje en específico.
Simplemente busca la belleza en la composición de la forma.
Toda expresión artística , cuya producción se adapte completamente a la industria, estará condenada
a perder su propósito estético, en tanto que las fuerzas productivas artísticas se encaminarán
meramente al comercio y a los requerimientos industriales, perdiendo su carácter de arte puro.
Kant: Tecnificación -------> Formas finales (En obras de arte)
La tecnificación de las obras de arte, entra en contradicción con el propósito del arte, ya que las
obras de arte carecen de fin.
En las artes aplicadas, los productos son ajustados a fines(utilidad), a diferencia de las obras de arte,
ya que su único propósito es el placer estético.
La racionalidad (industrial) no mata a la esencia del arte, ya que la técnica ha hecho que el arte sea
capaz de mantener su esencia sin la necesidad de someterse totalmente a lo industrial.
Una obra de arte puramente racional, se adapta en contra de su esencia estética al proceso
industrial, perdiendo esa esencia y transformándose en mercancía.
La racionalidad instrumental, solo puede captar en las obras perfectas (o puramente estéticas) que
no tienen fin, y esto desmiente su planteamiento.
Cuando cualquier agente externo que trate de darle al arte una finalidad más allá de su propio
ámbito, provoca que el arte deje de serlo.
La técnica en el arte es necesaria, aunque en un punto intermedio, ya que la carencia de técnica
hace al arte poco consecuente y su exceso, provoca la pérdida de su esencia (y por lo tanto su
fracaso)
La fuerza productiva no debe ser tratada con devoción en ningún ámbito, menos en el arte, ya que de
ser así, se convertiría el arte en cómplice de esa forma de dominio (​ tecnocracia enmascarada
bajo la apariencia de racionalidad)
Las fuerzas productivas no tienen valor por sí mismas, sino que necesitan de algo más grande para
adquirir valor y sentido. En el caso del arte, precisan de la composición estética de la obra para
adquirir valor
La finalidad de las fuerzas productivas (medios) no es acorde al propósito puro estético del arte. Esta
finalidad se oculta en la tecnología, sin que ella manifieste tener ese fin.
El entrelazamiento de fin y medios en el arte exige que el fin y los medios sean distinguidos y que su
aplicación en el arte sea moderada.
Adorno se hace la pregunta: ¿La adaptación de la técnica industrial (por fuera del arte) de una
manera mesurada en el arte puede ocasionar un progreso artístico ?
No, porque esta tecnificación puede tener efectos dañinos sobre la obra. Entonces la obra de arte
tecnológica no es más coherente a priori, que la obra de arte que se resiste a la industrialización.
Lo correcto en la concepción de arte en la era técnica(industrializada) no es un desarrollo técnico de
la obra, sino el cambiar de las experiencias al aceptar que es un nuevo momento de la sociedad
donde las expresiones son distintas.
El arte es la forma, a través de la cual el artista creador plasma su concepción de la realidad, la cual
es el resultado del devenir histórico, realidad en la que se entrecruzan las relaciones humanas.
Así, el artista, crea una obra que no depende de la inmediatez en relación al movimiento artístico
vigente, sino que debido a su autenticidad crea un modo de experiencia que no se aferra a la
inmediatez del movimiento.
Adorno, introduce a la poesía de la naturaleza, como una muestra de que el arte no está obligado a
imitar fielmente a la realidad, sino que es libre de realizar planteamientos propios alejados del
mundo tangible, con tal de cumplir su función estética y de introducir novedad.
El arte, ejecutando su planteamiento estético puro, puede suscitar a la interpretación del hombre que
contempla la obra, y este efecto puede tener una repercusión en los aspectos de la realidad, sin
mostrar explícitamente su intención.
El artista no puede separarse de la técnica del arte, incluso si sus concepciones se vuelcan a un
irracionalismo, ya que la técnica es necesaria para la producción de la obra de arte y, se crea un
anatema entre el irracionalismo estético y la técnica artística.
La tensión entre la técnica artística y la esencia mimética (que tiende a imitar de la realidad), es
conciliada por el esfuerzo de salvar lo fugaz, lo perecedero. Este esfuerzo siempre lo ha tenido el
arte.
En los tiempos de la industrialización, la técnica artística busca forzar los límites hasta el momento
establecidos, con tal de crear algo que se salga de todo límite impuesto.
La justicia suprema que tiende a hacérsele al impulso mimético del arte, se convierte en injusta,
cuando se le categoriza de ser permanente y objetivo. Esto es algo presente en la idea
conceptual del arte, más no en su presunta decadencia.
Adorno, Theodor W. General y Particular: El arte en la era industrial. En: Teoría Estética. Ediciones
Akal, Madrid, 2004, página 357-360

La industrialización: Un mal necesario para el arte

Theodor Adorno, filósofo alemán del Siglo XX, escribe este libro para expresar entre
muchos propósitos relacionados a la estética,la defensa de los valores que hacen al arte
algo estético y bello, en contra de la percepción industrial y capitalista que pone a todo lo
existente como una mercancía con una función comercial, un producto. Entonces,
Adorno empieza este capítulo, hablando de que la técnica y el oficio en el arte deben
estar dirigidas a un mismo propósito, que es la estética, por lo tanto, deben ser
sinónimos. Posterior a esto, el autor define al arte como algo agradable e idílico, contrario
a lo concebido en la era industrial en donde las expresiones debían ser ofensivas, aludir
a un sector de la sociedad o hacer un cuestionamiento explícito de la realidad; sin
embargo, el autor no excluye el proceso industrial, ya que se pueden tomar influencias de
los avances técnicos para la realización del arte, pero en cuanto a su composición, debe
estar totalmente apartado, ya que el arte es autónomo, en función de su planteamiento
estético. Para el autor, el arte se resiste a la reproductibilidad masiva, ya que entregarse
a esta, supondría que perdería su unicidad y por lo tanto su encanto auténtico, ya que
pasaría a ser algo superfluo.

Luego Adorno, establece que en toda obra de arte colisionan dos facetas del arte, la
faceta técnica que quiera entregarse al proceso industrial, y la faceta que resiste a esta
industrialización. Entonces el arte, debe encontrar un punto medio entre estas dos
facetas, ya que si rechaza totalmente la influencia industrial, se volvería arcaico y
perdería vigencia, pero si acepta totalmente esta influencia, perdería su esencia y se
transformaría en un producto de mercado, con una simple finalidad de enriquecimiento.
El autor, posteriormente pasa a explicar que los medios se han convertido en una fuerza
manipuladora de la voluntad artística, que busca encaminar al arte, fuera de lo superfluo
de lo artesanal y lejos de la reproducción masiva.Todo se resume a la pregunta ¿Cómo
es el arte en la era técnica? Para Adorno el fin de la técnica de una obra de arte se limita
al placer estético, en tanto que no busca la aprobación de nadie ni el convencimiento de
la gente de un mensaje en específico. Simplemente busca la belleza en la composición
de la forma. Según el autor, el intento de tecnificar las obras de arte, es contradictorio
con la esencia del arte, ya que se busca encontrarle finalidad a algo que no la tiene, ya
que su única finalidad está en la realización estética. Sin embargo, Adorno aclara una
excepción, en la que único el arte con una finalidad son las artes aplicadas, las cuales
producen objetos que tienen una función y finalidad necesarias, fuera de sí mismos. A
pesar de la posición en contra de la racionalización industrial del arte que expresa el
autor, este advierte que la tecnificación no ha acabado con la esencia del arte, porque la
técnica ha hecho que el arte sea capaz de mantener su esencia sin someterse totalmente
a lo industrial. Posteriormente, Adorno propone que la técnica en el arte es necesaria,
aunque en un punto intermedio, ya que la carencia de técnica hace al arte poco
consecuente y su exceso, provoca la pérdida de su esencia y por lo tanto su fracaso.

Siguiendo su crítica a la tendencia productiva, el autor manifiesta que la fuerza productiva


no debe ser tratada con devoción en ningún ámbito, menos en el arte, ya que de ser así,
se convertiría el arte en cómplice de esa forma de dominio. Las fuerzas productivas no
tienen valor por sí mismas, sino que precisan de algo más grande para adquirir valor y
sentido, es decir que son inferiores al todo que las contiene, es decir la composición
estética del arte. Sin embargo, a pesar de estar contenidas, las fuerzas productivas no
coinciden en su finalidad con el propósito del arte, y se mantienen ocultas en la
tecnología que hace parte de la técnica del arte. Siguiendo su planteamiento, Adorno se
plantea otra pregunta: ¿​ ​La adaptación de la técnica industrial (por fuera del arte) de una
manera mesurada en el arte puede ocasionar un progreso artístico? Poniendo como
ejemplos a las experiencias de los compositores Berlioz y Beethoven, quienes intentaron
mejorar su obra, incluyendo mejoras técnicas; concluye que no, porque esta tecnificación
puede tener efectos dañinos sobre la obra. Entonces la obra de arte tecnológica no es
más coherente a priori, que la obra de arte que se resiste a la industrialización. Tomando
posición, Adorno menciona que lo correcto en la concepción del arte en la era técnica, no
es el mejoramiento técnico de la obra, sino su capacidad de adaptación a los nuevos
momentos de la sociedad que contienen los cambios de las expresiones. Siguiendo esto,
establece que el arte es la forma, a través de la cual el artista creador plasma su
concepción de la realidad, la cual es el resultado del devenir histórico, realidad en la que
se entrecruzan las relaciones humanas. Si el artista consigue la suficiente genialidad y
originalidad en su creación, no deberá aferrarse a la inmediatez en relación al
movimiento artístico vigente, ya que creará un modo de experiencia propio.
Consecuentemente, Adorno pone como ejemplo a la poesía de la naturaleza, para
mostrar que además, el arte (sobre todo en la época contemporánea) no necesita
mimetizar fielmente a la realidad, sino que es libre de realizar planteamientos propios que
contribuyan a la función estética del arte. Esta libertad conlleva a que se suscite un
irracionalismo estético, que rompe las normas establecidas, el cual es contrario a la
técnica artística, la cual se caracteriza por su racionalidad. Aun así, el artista no puede
separarse de la técnica, ya que esta es un elemento constitutivo de la obra de arte. Para
concluir su planteamiento, Adorno, dice que la técnica artística y la esencia mimética del
arte, deben conciliarse para rescatar lo perecedero, lo fugaz de la realidad, lo cual
siempre ha caracterizado al arte.
En síntesis, Adorno aborda la tendencia de ciertos sectores del arte, a someterse a tener
una finalidad tal como lo dicta la industrialización, por lo que propone una mediación,
entre esta y el propósito estético puro del arte, para que este sea consecuente y no se
convierta en un producto de mercado. Tal como él mismo menciona: “Pero la obra de
arte elaborada de una manera puramente racional anuló en virtud de su autonomía
absoluta la diferencia respecto de la existencia empírica; se ajustó, sin imitarlo, a su
adversario, a las mercancías”(Adorno, Theodor, Teoría Estética, El arte en la era
industrial, página 358)
Puede decirse, que en un sentido general, Adorno propone un cambio radical en la forma
como se ejecutan los proyectos humanos, ya que, critica el filtro utilitarista del
materialismo, con el que se valoran las obras artísticas y cualquier expresión humana en
general. Este filósofo busca que la esencia de todo proyecto, con especial énfasis en las
obras artísticas, sea valorada por encima de los ingresos que esta pueda generar, o la
utilidad práctica que pueda tener. Esto se demuestra en que el ser humano tiene
mayores capacidades, que la simple obtención de beneficio material, ya que es capaz de
admirar la belleza y de mejorar su vida a través de sus sensaciones subjetivas. “El
momento racional imprescindible del arte, que se reúne en su técnica, trabaja contra él.
No es que la racionalidad mate a lo inconsciente, a la sustancia o a cualquier otra cosa;
la técnica ha hecho capaz al arte de recibir lo inconsciente” (Adorno, Theodor, Teoría
Estética, El Arte en la era industrial, página 358) Con esto, Adorno hace un llamado a la
moderación, ya que considera a los avances técnicos como positivos desde que sean
adoptados para lograr los propósitos individuales como un medio y no como un fin, tanto
en el arte como en los proyectos humanos.
Adorno en el texto hace una crítica al arte que se adapta a la industria “La preferencia
fanática de generaciones de jóvenes por el jazz (...) y proclama al mismo tiempo la
contradicción porque la producción que se ha adaptado a la industria” (Adorno, Theodor,
Teoría Estética, El Arte en la era industrial, página 357) Aquí se puede ver como las
obras adaptadas a la ​industrialización pierden su esencia al convertirse en un producto.
el cual solo genera ganancias por el placer estético que se consiga. Este ejemplo se
podría comparar hoy en día con la música comercial (materialista), como lo es el
reggaetón, pop y muchos vallenatos de la actualidad, por su temática y ritmos repetitivas.
Esto se debe a que hoy en día muchas canciones de los géneros mencionados pierden
su esencia artística, ya que las canciones se vuelven mercancía para el consumidor. Es
decir el objetivo central de estas “obras” es darle al público lo que desea mas no deleitar
o sorprender a la audiencia con una obra maestra, como lo haría el arte puro. El dinero
se vuelve primordial para el compositor, quien deja atrás su vocación como músico de
gusto por el arte refinado.
Otra posición que implementa Adorno, es el concepto de la tecnocracia, donde la asocia
con una forma de dominio que, como bien lo expresa el autor ​“(...)se convierte en un
reflejo de esa tecnocracia que socialmente es una forma de dominio enmascarada bajo la
apariencia de racionalidad” (Adorno, Theodor, Teoría Estética, El Arte en la era
industrial,página 358). Bajo esta posición, hace una crítica muy certera a la situación que
se da en la época en la que se plantea el texto, la industrialización, que se está
apoderando del hombre bajo pilares falsos basados en la razón, es decir, que se
convierte en una manera de desviación de lo que es la esencia pura del arte,
convirtiéndolo en un racionalismo utilitario que sitúa a la obra como un producto de venta.
La técnica no lo es todo en el arte, sino que también necesita de la composición estética,
que confiere belleza a la obra artística. De esta forma, no sólo se libera la obra de arte de
la sujeción al mercado laboral que el racionalismo la quiere someter, sino que se libera al
artista de ser un fabricante de productos, tal como la sociedad burguesa lo requiere, para
que retorne a su primer estado de genio creador.

Para finalizar, la lectura de no solo este libro, sino cualquier libro de Theodor Adorno,
requiere de una lectura y análisis minucioso, un conocimiento amplio de vocabulario
filosófico y un interés por el tema que se esté leyendo. Esto último, porque se requiere
paciencia para lograr comprender el mensaje general que quiere dar el autor. Por lo
tanto, el público al que podría estar destinada esta obra es muy específico, quizás
académicos interesados en filosofía o gente muy ilustrada en estos temas, pero
definitivamente, no sería conveniente recomendar el presente texto a un público general.

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