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La complejidad del
concepto de cultura
INTRODUCCIÓ A L’ANTROPOLOGIA GRUP C1
GLORIA BARRIO AGUILAR
Contenido
Introducción:..................................................................................................................... 2
Naturaleza humana........................................................................................................2
Identidad........................................................................................................................2
Relativismo cultural....................................................................................................... 3
La importancia de la naturaleza humana en el concepto de cultura................................ 3
Errores o críticas hacia algunas definiciones de cultura, qué no es cultura......................5
Crítica radical al concepto de cultura................................................................................ 7
Influencias en el concepto de cultura e identidad, el gran papel de la política y las élites.
...........................................................................................................................................9
El gran papel de la identidad en el concepto de cultura............................................. 10
El papel de la declaración de los derechos humanos en el entendimiento de las culturas
y las identidades..............................................................................................................11
Algunas soluciones a los problemas de definir el concepto de cultura.......................... 12
Conclusión....................................................................................................................... 12
Bibliografía.......................................................................................................................13
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Introducción:
Hay que huir de lo simple. Las ciencias sociales y el estudio del ser humano no
buscan simplificar los complejos, sino desgranarlos, entenderlos y ordenarlos.
En este ensayo se va a tratar, a partir de diferentes textos y autores
especializados en el tema, esclarecer dudas y acercarnos al concepto de
cultura de una forma precisa, teniendo en cuenta la inmensidad de conceptos
que engloban la cultura y también poniendo sobre la mesa las diferentes
críticas y dificultades que surgen en el momento de indagar sobre la cultura y
sus definiciones.
Para ello es conveniente hablar de conceptos que aparecen a lo largo del
ensayo de una forma un poco genérica, para así no explicarlos a medida que
surjan en el escrito y desviar el tema que se trate. En concreto, hay tres
elementos que se repetirán a lo largo del texto y seguidamente se intentará
poner un poco de luz sobre ellos.
Naturaleza humana.
Este es un elemento estrechamente ligado a la cultura. La naturaleza humana
está directamente relacionada con los diferentes procesos de socialización. La
genética no es el único agente que nos construye como humanos, nada más
lejos de la realidad. Compone una parte de nuestra naturaleza, claro está, pero
para entender el comportamiento y el desarrollo de la humanidad, la genética
no nos ayuda. Sin embargo, entender las culturas, relacionar los hechos
humanos con su socialización, nos ayuda a entender mucho mejor nuestra
“identidad” o naturaleza.
Aunque pueda sonar dispar y contrapuesto, la naturaleza humana es social. El
ser humano es un ser sociable y socializado. La etapa infantil de nuestra
especie es exageradamente más larga que la de cualquier otro animal. No es
extraño concluir, que en esta etapa no aprendemos a alimentarnos y
reproducirnos, aprendemos mucho más. Este mucho más es la cultura, es
aprender a vivir en sociedad, es aprender los valores, los comportamientos y
las normas con las que podemos vivir en sociedad. Y eso es lo que nos
construye como humanos. El hecho de ser seres construidos socialmente no es
antinatural, sino que es la propia naturaleza humana la que nos prepara para
convivir en sociedad para sobrevivir al medio.
Identidad.
Este es otro elemento estrechamente relacionado con la cultura aunque, como
veremos más adelante, puede no ser indispensable. Para empezar habría que
destacar la diferencia entre identidad individual e identidad colectiva.
La identidad personal o individual es una mera negociación del individuo con el
resto, por lo tanto, cada individuo muestra la identidad que quiere que sea
mostrada. En definitiva, no hay ningún aspecto natural que defina la identidad
del individuo, los aspectos sociales pueden modificar o encaminar la identidad
que el individuo muestra, pero esta no tiene esencia. La identidad individual
puede variar y acostumbra a hacerlo dependiendo quién o qué tenga ante él.
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De este modo muestra la identidad que quiere que los otros conozcan. En este
aspecto, es fácil entrar en el conflicto de: “Los seres humanos no somos nadie,
no tenemos identidad personal”. En cambio, la falta de una identidad personal
única significa todo el contrario de ser nadie, se refiere a la posibilidad de ser
cualquiera.
La identidad colectiva es un estado de consciencia implícitamente compartido
por unos individuos que reconocen y expresan su pertenencia a una categoría
de personas y a una comunidad que les acoge. El máximo requisito para tener
una identidad colectiva es el mero deseo de tenerla. Las identidades colectivas
se construyen en un deseo de identificarse como un “nosotros” por oposición a
un “ellos” también colectivo. Más adelante veremos cómo esta oposición ha
sido cuna de malas interpretaciones y faltas de respeto hacia la diferencia. Las
identidades colectivas pueden ser diversas, género, orientación sexual,
profesión, clase social, religión, ideología… pueden convivir e interrelacionarse
unas con otras dentro de una sola persona y es el contexto el que regula la
intensidad de las mismas, intensidad que por tanto, es cambiante.
Relativismo cultural.
Es una actitud filosófica según la cual el conocimiento humano es incapaz de
asumir verdades absolutas i universalmente válidas, ya que toda afirmación
depende de condiciones y contextos de la persona o grupo que la afirma.
Es una de las bases teóricas de la antropología desde sus inicios y se
entiende, desde la antropología, que las culturas no deben ser estudiadas o
entendidas desde la propia perspectiva o en relación a otras culturas. Para
entender un elemento cultural se tiene que estudiar en su contexto y solo
compararlo con otros elementos de su cultura.
Muy malinterpretado, el relativismo cultural se basa en no juzgar a las culturas,
simplemente estudiarlas e intentar entenderlas. Este hecho polémico ha dado
lugar a malinterpretaciones, acusando a la antropología de justificar bajo el
respeto a las culturas, atrocidades como violaciones en grupo u otras prácticas.
Nada más lejos de la realidad, la antropología defiende que su deber es
entender y no juzgar, y además, entender que las atrocidades no sólo se llevan
a cabo por el seguimiento a una cultura y, como se explicará más adelante,
eliminar la cuestión política y económica de ellas es erróneo y peligroso.
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posibilidad fue lo que condujo al nacimiento del concepto de cultura y a la
concepción del hombre como ser uniforme Geertz (1996). La búsqueda de la
naturaleza humana de a conocer el concepto de cultura. Dos conceptos que en
efecto están relacionados y así lo expresan muchos autores de ciencias
sociales, tanto es así que se afirma rotundamente desde el estudio del hombre
y la naturaleza humana, que el ser humano sin costumbres o cambios
provocados por la cultura y el entorno no es realmente ser humano, solo ser.
Aquí nos encontramos con el problema de base, es complejo definir dónde
están los límites entre la naturaleza humana como universal y los aspectos más
locales y exclusivos de los humanos particulares. Aunque según Geertz (1996),
intentar trazar ese límite seria falsear la situación humana ya que partimos de
la idea que la naturaleza humana es variada en esencia y como consecuencia,
también en sus expresiones.
Hablando de naturaleza humana, que es necesario definir para hablar de
cultura, aparece el concepto del Consensus Gentium. Este concepto es la idea
que todos los humanos tienen unos valores universales donde estarán de
acuerdo en una serie de cosas correctas, justas, atractivas, reales y por tanto,
ese consenso universal hace a esas cosas efectivamente correctas, justas,
reales o atractivas. Este es un concepto que muchos estudiosos han soñado
con poder corroborar, ya que solucionaría y pondría fin a muchos debates y
complicaciones sin resolver sobre el concepto de naturaleza humana. No
obstante, ya afirma Geertz que este concepto fracasa, y en lugar de acercarse
a la comprensión de la naturaleza humana, se aleja de sus elementos
esenciales.
No que no se puedan hacer generalizaciones sobre el hombre, salvo que éste
es un animal sumamente variado […] Lo que quiero decir es que ellas no
habrán de descubrirse mediante la búsqueda baconiana de universales
culturales […] además que el intento de hacerlo conduce precisamente al
género de relativismo que toda esta posición se había propuesto exactamente
evitar. (Geertz, 1996)
Después de definir el ser humano como un conjunto de capas superpuestas
donde cultura, sociedad, psicología y biología (en este orden), formaran un
todo, Clifford Geertz explica porque esta distribución no es válida o adecuada
para definir al ser humano. Conviene más eliminar la noción de capas
superpuestas e intentar entender al ser humano como una interrelación de
estos cuatro pilares y poder generar teorías de definición de naturaleza
humana donde estén integrados todos los campos.
Se pueden aplicar dos supuestos para comprender mejor todo lo relacionado
con la naturaleza humana, no comprender la cultura como esquemas
complejos de comportamiento, sino como una serie de mecanismos de control
[…] que gobiernan la conducta. Así nos acercamos a la realidad humana, el ser
humano es el animal más influido por aspectos externos al organismo biológico
en su conducta. Esto también se podría entender como que la naturaleza
humana nos dispone para vivir miles de vidas diferentes, y son los factores
culturales y sociales en mayor medida los que definen la vida que vivimos entre
esos miles de posibilidades.
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Así la cultura se puede entender como una serie de mecanismos de control y la
conducta humana particular viene del pensamiento, que no es particular, sino
público y social. Ya que es un conjunto de símbolos e ideas que en gran
medida no son una creación particular, sino unas ideas ya dadas el individuo
por la cultura. La particularidad viene en cómo el individuo usa esos símbolos e
ideas dados, pero es la cultura la que los da. Esta simbología e ideario es
totalmente necesaria para el ser humano, nos permite tomar decisiones en la
vida, que para otros animales están definidas por la genética.
Para seguir con la idea que el ser humano está definido por la cultura también
se puede mirar a la propia evolución. El primer escalón en crear y trasmitir
cultura fueron los australopitecos. El físico humano, desde entonces, no ha
evolucionado demasiado. En cambio, el cerebro humano, desde que los
australopitecos empezaron a trasmitir cultura hasta el homo sapiens de
nuestros días ha evolucionado enormemente. Se puede concluir que lo que
creó al homo sapiens fue la cultura y por tanto, no existe la naturaleza humana
independientemente de la cultura.
En referencia a lo que se ha escrito antes, para descubrir qué es el ser humano
se tiene que mirar qué son los seres humanos y el mayor rasgo característico
de estos es la diversidad. La naturaleza humana es variable y diversa y, por
tanto, también lo es la cultura. ¿Cómo definimos un concepto que en esencia
es cambiante y variable sin ser ambiguos? Es aquí donde otros autores
analizan y proponen soluciones a este problema.
Nos hablan del concepto de cultura Christoph Brumann y Lila Abu-Lughod.
Pretenden tirar por suelo todo lo relacionado con el concepto de cultura en sí,
argumentan cómo ha supuesto muchas experiencias negativas las diferentes
definiciones de este concepto y hasta piden que caiga en desuso.
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Respecto a los daños causados por malas interpretaciones o definiciones
ambiguas del concepto de cultura, cabe añadir que el relativismo cultural, cada
vez más, ha abogado por dejar atrás los juicios y valores sobre una
diferenciación u objeto de estudio y rechazar la jerarquización de las
diferencias. Aunque aquí aparece otro problema, parecido al de intentar
cambiar el concepto de cultura en general. El imaginario social tiene tan
arraigada la unión entre jerarquía y diferencias, que difícilmente se podría crear
una nueva idea colectiva donde las diferencias no implicaran ningún tipo de
relación de poder unas sobre otras o de estigma o jerarquía. Otra solución sin
embargo tampoco es la eliminación de dichas diferencias, igualmente poco
probable en el imaginario colectivo. Eliminar, por ejemplo, la concepción de
“Oriente” y “Occidente” como propone Said no significa que borre todas las
diferencias, sino que reconoce más, así como las complejas formas que se
interceptan (Abu-Loghod, 2012).
Otra crítica al concepto de cultura de Abu-Lughod es la enaltación de la
coherencia en el momento de definir. Y esto recuerda a la pregunta que se
repite una y otra vez y a la que añadimos dudas. ¿Cómo definimos
coherentemente algo tan heterogéneo, variable como la cultura?
Aquí es donde Abu-Lughod propone la crítica radical a la que antes se ha
hecho mención: Si la “cultura” opacada por la coherencia, la intemporalidad y la
diferenciación es la principal herramienta antropológica para hacer al “otro” y a
las diferencias, […] suele ser una relación de poder, entonces quizá los
antropólogos deberían considerar estrategias para escribir contra la cultura.
A esta propuesta, Abu-Lughod añade tres estrategias que es importante
mencionar para poder entender parte de la crítica al concepto de cultura y,
también, para poder acercar una realidad más tangible a esa búsqueda de la
definición que englobe tan amplio campo de elementos y contradicciones.
Con el discurso el concepto de cultura se puede refutar, ya que la discusión
teórica es espacio de interacción antropológica. El discurso tiene más cabida
en la antropología y sirve también para diferenciar elementos de la práctica.
Estos dos elementos diferenciados pueden ayudar a definir la heterogeneidad y
la finitud o intemporalidad de la cultura, ya que por sí mismos son recursos que
rehúyen la infinitud.
La segunda estrategia que propone Abu-Lughod se basa en reorientar los
problemas o temas que los antropólogos abordan. De esta forma, se podría
ayudar a definir esa frontera entre culturas e identidades que tanto las definen y
que definiciones más tradicionales de cultura han obviado. Además el estudio
en profundidad de los hechos históricos (eliminando aquí el antiguo valor
inmutable de la cultura) es importante para poder definir la cultura, cómo la
historia cambia las identidades personales o colectivas es un punto clave para
entenderla.
La tercera estrategia se relaciona con el primer autor del que hemos hablado,
Clifford Geertz. Al igual que Geertz, Abu-Loghod hace énfasis en los problemas
que genera la oposición al otro en el momento de escribir. Vuelve a surgir la
duda sobre si es posible hacer o escribir sobre la diferenciación (entre el yo y el
otro, entre una cultura y otra, definiendo la identidad individual, definiendo
identidades colectivas…) sin poner a un elemento por encima del otro. Para
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ello, Abu-Lughod propone hacer etnografías de lo particular para establecerse
en contraposición a las generalizaciones y los resultados incompletos o
erróneos en que desembocan. Así que gracias a esta última reflexión podemos
despejar una X en la ecuación cada vez más compleja que supone preguntar
por el concepto de cultura. Si con Geertz i Brumann (página 5) nos
preguntábamos como definir algo cambiante y heterogéneo sin caer en las ya
usadas ambigüedades, gracias a Lila podemos despejar la X de la
heterogeneidad. No en el concepto de cultura, pero si en la práctica,
incorporando las etnografías de lo particular para luchar contra las
generalizaciones.
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por similitudes con el interior y diferencias con el exterior y que estos dos
supuestos permiten crear un mapa con delimitaciones de culturas claras y esto
ya anteriormente se ha rechazado, poniendo sobre la mesa con Brumann la
importancia de estudiar la difusión y variabilidad de los límites que con Grimson
se pone en común. Estos supuestos teóricos básicos niegan las desigualdades,
hasta ahí llega el nivel de incoherencia. Sin aceptar la difusión y variabilidad de
los limites culturales se acepta la cultura como un ente inamovible e invariable,
cuando la realidad de las culturas es que sus elementos son reinventados en
función de los contextos, históricos, ideológicos o políticos y además las
interrelaciones entre culturas o grupos de diferentes culturas son una realidad
que también queda pisoteada por esos supuestos de limitación cultural.
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incluir en esa declaración a personas que por diferente cultura o identidad no
se pueden llegar a sentir conformes.
Dejando de lado la obviedad de lo inútil que es la declaración, que hasta para
los gobernantes con afinidad cultural a ella se la saltan cuando les conviene, es
importante destacar los motivos por los que está incompleta o mal formulada,
para así poder entender mejor todo este complejo de culturas e identidades.
Los valores principales con los que se ha hecho la declaración son valores
occidentales, y me atrevería a decir cristianamente europeo-norteamericanos.
Hay culturas alrededor del mundo que no comparten esta escala de valores y
por tanto habría que basar la política internacional teniendo en cuenta todos los
imaginarios colectivos, no solo el europeo-norteamericano.
Cada cultura tiene un universo de sentido propio, con unos topoi concretos. Los
topoi son las ideas comunes de mayor alcance en una cultura. Este es un
punto importante para entender la cultura y la diversidad cultural, ya que sólo
desde ese universo con unos topoi concretos se puede entender una cultura
que no es la propia. Y a su vez, es la única forma de encontrar un consenso
universal, si es que es posible, para hacer una declaración de los derechos
humanos que pueda incluir a toda la humanidad. Si bien es cierto que con
Geertz nos alejamos de los universales culturales, aquí no nos referimos a este
tipo de universales, más bien a consensos o puntos comunes entre topoi
diferentes. A lo que se llama hermenéutica diatópica (De Sousa Santos, 2001).
Por otro lado, Sally Engle Merry señala como esta supuesta universalidad de la
cultura occidental que se refleja en el texto de los Derechos Humanos, ha
servido como excusa en contra del relativismo cultural mal entendido. Por
ejemplo, se señala que el principal creador de desigualdad para las mujeres es
la cultura y por tanto, los Derechos Humanos son una herramienta facilitadora
para la igualdad. No obstante es una manera de interpretar la subordinación de
las mujeres en los términos de las prácticas culturales que los reprimen en
lugar de las prácticas económicas o políticas (Merry, 2003).
Culpar a la cultura de las desigualdades y dejar a la política o la economía lejos
de responsabilidad es una estrategia ruin e hipócrita que ayuda aún más a que
las élites ejerzan control sobre las identidades colectivas e incluso individuales.
Y además parece ser una excusa para formar una humanidad culturalmente
homogénea, para ser quizá más controlada. No obstante, la diversidad cultural
sigue siendo inmensa, aunque hayan argumentos alarmistas poniendo el grito
en el cielo por una supuesta homogeneización cultural fruto de la globalización,
nada más lejos de la realidad, el mundo sigue con un numero casi incalculable
de culturas diferentes.
Conclusión
Al final de esta reflexión no se ha conseguido resolver la pregunta que hemos
ido repitiendo, ¿cómo definir la cultura con todo lo que implica? Pero si se han
podido esclarecer algunos puntos, y más en concreto, se pueden definir los
elementos principales que conforman el concepto de cultura.
Para definir el concepto de cultura hay unos puntos importantes
interrelacionados que hay que tener en cuenta. Estos puntos son la naturaleza
humana, la identidad, los límites y la oposición al otro, la heterogeneidad, la
irrelevancia de la variación interindividual y la reproducción social de la cultura.
Y todos ellos han podido ser resueltos y bien definidos a lo largo del texto.
En base a estos puntos y a todo lo que se ha ido desarrollando en el texto, no
veo conveniente definir el concepto de cultura de forma universal, pero si, en
contra de Abu-Lughod, y más en consonancia con Carola Lentz, me parece
importante que la antropología siga teniendo como pilar la cultura y el ser
humano, aunque el concepto requiera una reformulación constante.
Bibliografía
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