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SECTOR PÚBLICO
LAS DIRECTIVAS EUROPEAS EN MATERIA DE CO NTRATACIÓN PÚBLICA:
La Ley 9/2017 de Contratos del Sector Público, en lo sucesivo, Ley de Contratos, supone la trasposición
al ordenamiento jurídico español de la Directiva 2014/23/UE del Parlamento Europeo y del Consejo,
relativa a la adjudicación de contratos de concesión, y de la Directiva 2014/24/UE del Parlamento
Europeo y del Consejo, sobre contratación pública y por la que se deroga la Directiva 2004/18/CE, si
bien con un retraso de un año y medio sobre la fecha límite para esta transposición, fijada en abril de
2016.
Así, el art. 1 de la Ley de Contratos precisa que la misma tiene por objeto regular la contratación del
sector público, a fin de garantizar que la misma se ajusta a una serie de principios, por ejemplo, el
principio de publicidad y transparencia de los procedimientos, así como asegurar la eficiente utilización
de los fondos destinados a la realización de obras, la adquisición de bienes y la contratación de servicios,
a través de, entre otros, la salvaguarda de la libre competencia, o la selección de la oferta
económicamente más ventajosa. Es igualmente objeto de esta Ley la regulación del régimen jurídico
aplicable a los efectos, cumplimiento y extinción de los contratos administrativos.
En cuanto a su ámbito de aplicación, el art. 2 señala que son contratos del sector público los contratos
onerosos, cualquiera que sea su naturaleza jurídica, que celebren los entes, organismos y entidades del
art. 3. Se entiende que un contrato es oneroso cuando el contratista obtiene algún tipo de beneficio
económico, ya sea de forma directa o indirecta. Están también sujetos los contratos subvencionados por
los poderes adjudicadores que celebren otras personas físicas o jurídicas en los supuestos previstos en
el artículo 23.
La aplicación de esta Ley a los contratos que celebren las Comunidades Autónomas y las entidades que
integran la Administración Local, o los organismos dependientes de las mismas, así como a los contratos
subvencionados por cualquiera de estas entidades, se efectuará en los términos previstos en la
Disposición Final Primera.
En el art. 3 se determina el ámbito de aplicación subjetivo de la Ley, distinguiendo entre entes del sector
público, Administraciones Públicas y Poderes Adjudicadores. Por otra parte, en los arts. 4 y siguientes
se regulan una serie de negocios y contratos excluidos de la aplicación de esta Ley, entre los que podemos
destacar la relación de servicios de funcionarios públicos, o los acuerdos que celebre el Estado con otros
Estados o con entidades de derecho internacional público.
Además, cabe destacar que son contratos menores aquellos de valor estimado inferior a 40.000 euros,
cuando se trate de contratos de obras, o a 15.000 euros, cuando se trate de contratos de suministro o
de servicios. Los contratos menores no podrán tener una duración superior a un año, y no pueden ser
objeto de prórroga. De acuerdo al art. 131, estos contratos podrán adjudicarse directamente a cualquier
empresario con capacidad de obrar y que cuente con la habilitación profesional necesaria para realizar
la prestación.
En el expediente se justificará que no se está alterando el objeto del contrato para evitar la aplicación
de las reglas generales de contratación, y que el contratista no ha suscrito más contratos menores que
individual o conjuntamente superen las referidas cifras, correspondiendo al órgano de contratación
comprobar el cumplimiento de esta regla.
Por otra parte, en el apartado segundo se determinan ciertos contratos que, independientemente de su
valor estimado, no están sujetos a regulación armonizada, entre los que podemos destacar incluidos
dentro del ámbito definido por el artículo 346 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea que
se concluyan en el sector de la defensa.
- Los que celebren las Administraciones Públicas cuyo objeto sea distinto del de los contratos
típicos o administrativos especiales, así como los contratos de servicios que tengan por objeto
servicios financieros, la creación e interpretación artística y literaria, los de espectáculos y los
contratos de suscripción a revistas, publicaciones periódicas y bases de datos.
- Los celebrados por entidades del sector público que siendo poder adjudicador no reúnan la
condición de Administraciones Públicas.
- Y los celebrados por entidades del sector público que no reúnan la condición de poder
adjudicador.
El apartado segundo precisa el régimen jurídico de los contratos privados según el sujeto que los celebre.
Centrándonos en los celebrados por las Administraciones Públicas, éstos se regirán, en cuanto a su
preparación y adjudicación, en defecto de normas específicas, por los arts. 115 a 187 de la Ley de
Contratos con carácter general, y por sus disposiciones de desarrollo, aplicándose supletoriamente las
restantes normas de derecho administrativo o, en su caso, las normas de derecho privado, según
corresponda por razón del sujeto o entidad contratante. En lo que respecta a su efectos, modificación y
extinción, estos contratos se regirán por el derecho privado.
Así, conforme a la doctrina de los actos separables, los actos de preparación y de adjudicación de los
contratos privados son susceptibles de impugnación ante la jurisdicción contencioso-administrativa.
Así, la duración de los contratos del sector público deberá establecerse teniendo en cuenta la naturaleza
de las prestaciones, las características de su financiación y la necesidad de someter periódicamente a
concurrencia la realización de las mismas.
El principio de libertad de pactos, supone que en los contratos públicos podrán incluirse cualesquiera
pactos, cláusulas y condiciones, siempre que no sean contrarios al interés público, al ordenamiento
jurídico y a los principios de buena administración.
Por otra parte, en cuanto al contenido mínimo de los contratos públicos, regulado en el art. 35, podemos
destacar la identificación de las partes, la definición del objeto y tipo del contrato, o las condiciones de
pago.
En cuanto a la perfección de los contratos, los que celebren los poderes adjudicadores, salvo, entre otros,
los contratos menores, se perfeccionan con su formalización, y, salvo que se indique otra cosa en el
clausulado, se entenderán celebrados en el lugar donde se encuentre la sede del órgano de contratación.
Respecto a su forma, se prohíbe expresamente la contratación verbal, salvo en los contratos que tengan
el carácter de emergencia. En todo caso, los contratos deberán formalizarse en documento
administrativo, constituyendo el mismo título suficiente para acceder a cualquier registro público.
Por su parte, son causas de anulabilidad de derecho administrativo, las demás infracciones del
ordenamiento jurídico, y en especial de las reglas contenidas en la Ley de Contratos.
En cuanto a la invalidez por causas de derecho civil, ésta se sujetará a los requisitos y plazos de ejercicio
de las acciones establecidos en el ordenamiento civil, si bien el procedimiento para hacerlas valer se
someterá a lo previsto para los actos y contratos administrativos anulables.
De acuerdo al apartado segundo, podrán ser objeto de recurso una serie de actuaciones, por ejemplo, los
anuncios de licitación, los pliegos y los documentos contractuales que establezcan las condiciones que
deban regir la contratación.
En el ámbito de las Entidades Locales, la competencia para resolver este recurso será establecida por las
normas de las Comunidades Autónomas, y, en defecto de previsión expresa, corresponderá al mismo
órgano al que la respectiva Comunidad Autónoma haya atribuido la competencia para resolver los
recursos de su ámbito.