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Extinción de la Megafauna
Todos estos animales se extinguieron, por motivos aún desconocidos, hace unos 12 milenios.
Algunos estudiosos han pensado que se extinguieron después de la glaciación y del consiguiente
cambio climático global, pero otros investigadores creen que su desaparición fue causada por el
hombre.
La extinción de la edad glaciar se caracteriza por la extinción de muchos grandes animales que
pesaban más de 40 kg. En América del Norte, 33 géneros de grandes mamíferos de 45
(aproximadamente) se extinguieron;
La extinción en América del Sur refleja el impacto del gran Intercambio Americano de poblaciones
animales. Sólo en América del Sur y Australia tuvo lugar la extinción a nivel taxonómico de familias
o superior.
Los animales murieron a causa de cambio climático: la disminución de la capa de hielo glaciar.
Los animales fueron exterminados por los humanos: "la hipótesis del exterminio prehistórico"
(Martin, 1967).
Una teoría alternativa de la responsabilidad humana es la teoría del hipotético meteorito Tolimán,
una controvertida teoría que dice que el Holoceno comenzó con un extinción masiva causada por
impactos de meteoritos.
La aparición de enfermedades.
De la flora se conoce que existió gran variedad de vegetación en el continente, esto dio paso a
distintos tipo de paisajes y a que estos habitantes se establecieran en ellos de forma definitiva.
https://books.google.com.co/books?id=4DWBNjs8iwEC&pg=PA11&lpg=PA11&dq=fauna+y+flora+
en+el+paleoindio&source=bl&ots=wsIvin5r7S&sig=YDt5cUi9hGvy3shnZVmothKPE_4&hl=es&sa=X
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El arcaico americano
Desde Alaska hasta el cono meridional de la América del Sur, miles de lugares han dado lugar al
descubrimiento de vestigios paleoindios.
Los discretos artefactos que integran este material están elaborados principalmente de piedra,
pero también de hueso, de marfil, y muy raramente de madera; en cuanto a las huellas de arreglos
residenciales, se limitan a menudo a simples hogares y hoyos de postes. Las ocupaciones
paleoindias más antiguas conocidas hasta el día de hoy (y cuya antigüedad es aceptada sin
demasiadas reservas por la comunidad científica) tienen entre 15,000 y 16,000 años de edad, y
fueron evidenciadas en Estados Unidos.
Basándonos en datos proporcionados no solamente por la arqueología, sino que también por la
genética, la antropología física y la lingüística, podemos razonablemente considerar que los
primeros colonizadores del ‘Nuevo Mundo’ vinieron de Siberia, aprovechándose del istmo que la
última gran glaciación había creado entre Asia y Norteamérica, al hacer bajar d rásticamente el
nivel de los mares.
El asombroso ejemplo de estos aventureros de la Era de Hielo, que no fueron detenidos por las
condiciones climáticas extremas que afectaban en ese entonces las regiones del Pacífico Norte,
acredita la tesis expresada por el doctor Clawbonny, en las Aventuras del Capitán Hatteras, de
Jules Verne (1867): ‘No creo en las comarcas inhabitables…’. Otro aspecto asombroso del
poblamiento inicial de las Américas es su rapidez: en aproximadamente un milenio, al parecer, el
hombre alcanzó el sur de la América del Sur, cuando le tomó cerca de 30,000 años para atravesar
Siberia.
Esta formidable expansión, en una tierra nueva y llena de promesas, fue probablemente
favorecida por la práctica de la navegación costera.
Mientras que la cultura de Clovis floreció desde el sur de Canadá hasta Venezuela, entre 13,300 y
12,800 años atrás, la tradición definida por las puntas ‘Cola de Pescado’ se esparció por la América
del Sur y Central, en la misma época.
Fuera de los casos de hallazgos aislados, los artefactos paleoindios fueron recolectados en sitios
que se interpretaron como campamentos, lugares de matanzas de presas, canteras, talleres,
escondites y sepulturas.
Estos contextos reflejan un modo de vida nómada y una organización social de tipo familiar, tribal
o clánico.
Su estudio muestra además que las poblaciones del período Paleoindio poseían un agudo sentido
de la orientación, y que adquirieron un profundo conocimiento de su entorno, permitiendo una
eficiente explotación de los recursos naturales, tanto vegetales como animales (más allá de la
cacería de los grandes mamíferos herbívoros que vivían en aquella época en el continente
americano).
Pero no podemos confinar nuestra aproximación de los grupos paleoindios a los aspectos
prácticos o sociales.
Cuando ingresó a América, la especie humana ya estaba dotada de un profuso legado simbólico.
No es sorprendente, entonces, que las primeras culturas del continente hayan dejado testimonios
artísticos.
El uso del ocre rojo, para colorear objetos u osamentas colocados en espacios funerarios, debía
tener un propósito ritual; esta costumbre era ampliamente difundida entre las sociedades del
Paleolítico Superior (40,000 - 9,000 a. C. ), a través del mundo. Pero resulta muy difícil hacerse una
idea, aunque sea muy aproximada, de las creencias religiosas paleoindias, a partir de los indicios
de posibles rituales.
En América del Norte y del Sur, el estudio del período Paleoindio se ha convertido en un eje
importante de la in vestigación arqueológica.
Por contraste, en Centroamérica, los proyectos enfocados específicamente a ese remoto pasado
han permanecido muy escasos. Eso explica por qué, a la fecha, el número de sitios paleoindios
confirmados en el istmo centroamericano (entre Chiapas, México, y Panamá) llega con dificultad a
unos 40 —15 estando ubicados en Panamá—.
Uno de sus aspectos que más intrigan a los investigadores, es la cohabitación de las puntas de
proyectil Clovis y Cola de Pescado.
A sí, Centroamérica aparece como una región clave para entender las relaciones entre dos grandes
tradiciones paleoindias; pero ofrece igualmente pistas para definir tendencias particulares. Se
pueden acariciar grandes esperanzas, al pensar en todos los secretos que podría revelar sobre la
epopeya de los primeros americanos esta tierra donde la civilización experimentó tan prolífico
destino
El Periodo Arcaico corresponde a la etapa denominada Holoceno, cuyas etapas tienen tres
estadios: Anatermal (8000/7000 al 5000 AC), Altitermal (5000 al 2000 AC) y Mesotermal .
Su inicio coincide con el fin de las glaciaciones, fenómeno que generó modificaciones
climáticas y por ende, de flora y fauna. Los cambios fundamentales experimentados fueron el
derretimiento de los hielos, por lo tanto, subida en escala del nivel del mar, alteración en las
lluvias, esto es, disminución y como consecuencia, alteraciones en la flora y la fauna que
derivó en la extinción de ciertas especies como el mamut, el mastodonte, ciertos felinos y
otros.
Casi todos los países contemporáneos de América tienen evidencias de actividad agrícola y
se puede saber que los productos de mayor cultivos fueron maíz, calabaza y patatas entre
muchos otros que en la actualidad son productos contemporáneos y originarios del continente.
Animales domésticos y otros han sido encontrados en Mesoamérica y Suramérica con
dataciones de hasta hace 10 mil años y en el continente se dio a la par con el resto del
planeta, es decir, durante el neolítico. El siguiente cuadro comparativo muestra el surgimiento
de la domesticación tanto de animales como de plantas en diferente partes del mundo y puede
verse la mención a lugares americanos:
Los antiguos hábitats visitados por los grandes herbívoros desaparecen y son desplazados por
bosques de hoja caduca. Los animales, ante la falta generalizada de pastizales, se retiran a áreas
de refugio hasta que se extinguen: mamut, mastodonte, smilodon, tapir, équidos, cérvidos,
camélidos, felinos y un largo etcétera hasta un total de 200 géneros de animales, desaparecen del
registro faunístico americano. El cambio ambiental produce un complicado calidoscopio
microambiental cuyos efectos se traducen en multitud de adaptaciones culturales particulares,
iniciándose una etapa más plural, menos especializada que el Paleolítico Superior; ésta ha sido
denominada Arcaico y abarca entre el 7.500 y el 2.500 a.C. La dieta del hombre durante este
período se orienta poco a poco hacia la recolección y la experimentación agrícola, siendo la caza
de tipo meno