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PALEOINDIO

Extinción de la Megafauna

La supervivencia de los grupos se basaba en la caza de grandes herbívoros como el mastodonte y


el caballo americano, y a más baja escala especies menores como venados, roedores como ratón,
curí, conejo y armadillos, zorros y perros de monte, por ello se habla de "Cazadores de la
megafauna" y "Cazadores-recolectores".

La megafauna terrestre había sufrido un golpe mortal.

Todos estos animales se extinguieron, por motivos aún desconocidos, hace unos 12 milenios.

Algunos estudiosos han pensado que se extinguieron después de la glaciación y del consiguiente
cambio climático global, pero otros investigadores creen que su desaparición fue causada por el
hombre.

La extinción de la edad glaciar se caracteriza por la extinción de muchos grandes animales que
pesaban más de 40 kg. En América del Norte, 33 géneros de grandes mamíferos de 45
(aproximadamente) se extinguieron;

La extinción en América del Sur refleja el impacto del gran Intercambio Americano de poblaciones
animales. Sólo en América del Sur y Australia tuvo lugar la extinción a nivel taxonómico de familias
o superior.

Cuatro hipótesis principales relativas a esta extinción:

Los animales murieron a causa de cambio climático: la disminución de la capa de hielo glaciar.

Los animales fueron exterminados por los humanos: "la hipótesis del exterminio prehistórico"
(Martin, 1967).

Una teoría alternativa de la responsabilidad humana es la teoría del hipotético meteorito Tolimán,
una controvertida teoría que dice que el Holoceno comenzó con un extinción masiva causada por
impactos de meteoritos.

La aparición de enfermedades.

Desaparecieron a medida que la vegetación cambiaba como consecuencia de la variaciones


climática.

De la flora se conoce que existió gran variedad de vegetación en el continente, esto dio paso a
distintos tipo de paisajes y a que estos habitantes se establecieran en ellos de forma definitiva.

En América del Norte predominó la caceria de grandes manmiferos.


si consideramos al Sapiens sapiens- el modo de producción básico de la humanidad se basó en la
caza, la pesca y la recolección.

https://books.google.com.co/books?id=4DWBNjs8iwEC&pg=PA11&lpg=PA11&dq=fauna+y+flora+
en+el+paleoindio&source=bl&ots=wsIvin5r7S&sig=YDt5cUi9hGvy3shnZVmothKPE_4&hl=es&sa=X
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El arcaico americano

El descubrimiento de la agricultura fue una de las revoluciones más importantes de la historia de


la humanidad. Su descubrimiento no fue el simple producto de la genialidad de la mente humana
sino el resultado de una crisis global que obligó a los cazadores recolectores a buscar nuevas
fuentes alimenticias. En general, las mismas condiciones que orientaron a los pueblos de oriente
medio a dar el gran salto fueron las que obligaron a los pueblos mesoamericanos a domesticar el
teosinte. El final de la última glaciación (hace unos doce mil años) tuvo un impacto significativo a
nivel global que repercutió en las formas de vida de los pueblos cazadores recolectores, abre el
periodo de la prehistoria americana que se conoce como periodo arcaico (conocido como
mesolítico a nivel global). Se trata de un periodo de crisis que prepara la revolución neolítica
(domesticación de plantas y animales). El cambio climático ocasiona la extinción masiva de la
megafauna pleistocena (mamuts, renos gigantes, etc) y el cambio de las estrategias alimenticias de
los pueblos del mesolítico hacia recursos fluviales y boscosos, la recolección y la caza de pequeñas
presas (alimentación de amplio espectro). Estas condiciones determinaron que los pueblos del
mesolítico tendieran a establecerse cerca de los cursos fluviales y las zonas boscosas y
establecieran una relación más estrecha con los ancestros silvestres de las primeras plantas y
animales domesticados. En el caso del viejo mundo, por ejemplo, no es casualidad que los pueblos
mesolíticos del creciente fértil, en Oriente Medio, que recolectaron los ancestros silvestres del
trigo y la cebada (de los cuales se alimentaba a su vez los ancestros salvajes del cerdo y los
rumiantes como la cabra y el buey) fueran los primeros en el mundo en experimentar la revolución
neolítica. Los habitantes del viejo mundo tuvieron el privilegio de tener las condiciones ecológicas
ideales para la domesticación casi simultánea de plantes y animales (especialmente los ancestros
de los animales de tiro productores de leche). Los habitantes del llamado nuevo mundo no
tuvieron tanta suerte, la extinción masiva del periodo arcaico, favorecida probablemente por el
exceso de caza de los pueblos Clovis, abarcó a todos los animales domesticables que pudieran
servir como animales de tiro y que fueran grandes productores de leche y carne (la única
excepción fue la llama en Sudamérica pero por sus características nunca sirvió como animal de
tiro). Los animales domesticados en Mesoamérica son pequeñas gallináceas y el famoso
tepescuincle. Ésta es probablemente un de las explicaciones de porque fue el viejo mundo el que
conquistó al nuevo y no a la inversa: la falta de animales de tiro que profundizaran las
repercusiones de la revolución neolítica condicionó, muy probablemente, el relativo retraso en el
desarrollo histórico de los pueblos mesoamericanos, a pesar de haber domesticado de manera
absolutamente independiente y por sus propios medios plantas como el maíz y la calabaza casi al
mismo tiempo (la domesticación del maíz puede datarse en un periodo tan antiguo como hace
unos 9 mil años) que los primeros agricultores del viejo mundo hicieran lo mismo con el trigo, los
pueblos del periodo arcaico siguieron siendo parcialmente nómadas varios miles de años después
de la domesticación porque no contaron con los grandes herbívoros domesticables que pudieran
satisfacer sus necesidades alimenticias.

Las culturas paleoindias no dejaron pirámides, ni estelas, ni murales, ni tampoco objetos de


cerámica, jade u oro. Revelan sin embargo un innegable poder de fascinación, para quien toma el
tiempo de interesarse por ellas, liberándose de los burdos prejuicios que a menudo rodean a
nuestros ancestros de la Prehistoria.

Desde Alaska hasta el cono meridional de la América del Sur, miles de lugares han dado lugar al
descubrimiento de vestigios paleoindios.

Los discretos artefactos que integran este material están elaborados principalmente de piedra,
pero también de hueso, de marfil, y muy raramente de madera; en cuanto a las huellas de arreglos
residenciales, se limitan a menudo a simples hogares y hoyos de postes. Las ocupaciones
paleoindias más antiguas conocidas hasta el día de hoy (y cuya antigüedad es aceptada sin
demasiadas reservas por la comunidad científica) tienen entre 15,000 y 16,000 años de edad, y
fueron evidenciadas en Estados Unidos.

Basándonos en datos proporcionados no solamente por la arqueología, sino que también por la
genética, la antropología física y la lingüística, podemos razonablemente considerar que los
primeros colonizadores del ‘Nuevo Mundo’ vinieron de Siberia, aprovechándose del istmo que la
última gran glaciación había creado entre Asia y Norteamérica, al hacer bajar d rásticamente el
nivel de los mares.
El asombroso ejemplo de estos aventureros de la Era de Hielo, que no fueron detenidos por las
condiciones climáticas extremas que afectaban en ese entonces las regiones del Pacífico Norte,
acredita la tesis expresada por el doctor Clawbonny, en las Aventuras del Capitán Hatteras, de
Jules Verne (1867): ‘No creo en las comarcas inhabitables…’. Otro aspecto asombroso del
poblamiento inicial de las Américas es su rapidez: en aproximadamente un milenio, al parecer, el
hombre alcanzó el sur de la América del Sur, cuando le tomó cerca de 30,000 años para atravesar
Siberia.

Esta formidable expansión, en una tierra nueva y llena de promesas, fue probablemente
favorecida por la práctica de la navegación costera.

A partir de su bagaje asiático, los primeros americanos no tardaron en desarrollar tradiciones


propias, de las cuales las más difundidas son las que se designan bajo los nombres de ‘Clovis’ y
‘Cola de Pescado’ . Las mismas produjeron puntas de proyectil muy características y
admirablemente trabajadas.

Mientras que la cultura de Clovis floreció desde el sur de Canadá hasta Venezuela, entre 13,300 y
12,800 años atrás, la tradición definida por las puntas ‘Cola de Pescado’ se esparció por la América
del Sur y Central, en la misma época.

Fuera de los casos de hallazgos aislados, los artefactos paleoindios fueron recolectados en sitios
que se interpretaron como campamentos, lugares de matanzas de presas, canteras, talleres,
escondites y sepulturas.

Estos contextos reflejan un modo de vida nómada y una organización social de tipo familiar, tribal
o clánico.

Su estudio muestra además que las poblaciones del período Paleoindio poseían un agudo sentido
de la orientación, y que adquirieron un profundo conocimiento de su entorno, permitiendo una
eficiente explotación de los recursos naturales, tanto vegetales como animales (más allá de la
cacería de los grandes mamíferos herbívoros que vivían en aquella época en el continente
americano).

Pero no podemos confinar nuestra aproximación de los grupos paleoindios a los aspectos
prácticos o sociales.

Cuando ingresó a América, la especie humana ya estaba dotada de un profuso legado simbólico.

No es sorprendente, entonces, que las primeras culturas del continente hayan dejado testimonios
artísticos.

Estos aparecen bajo la forma de piedras y huesos grabados o pintados, y excepcionalmente, de


petroglifos.

El uso del ocre rojo, para colorear objetos u osamentas colocados en espacios funerarios, debía
tener un propósito ritual; esta costumbre era ampliamente difundida entre las sociedades del
Paleolítico Superior (40,000 - 9,000 a. C. ), a través del mundo. Pero resulta muy difícil hacerse una
idea, aunque sea muy aproximada, de las creencias religiosas paleoindias, a partir de los indicios
de posibles rituales.

En América del Norte y del Sur, el estudio del período Paleoindio se ha convertido en un eje
importante de la in vestigación arqueológica.

Por contraste, en Centroamérica, los proyectos enfocados específicamente a ese remoto pasado
han permanecido muy escasos. Eso explica por qué, a la fecha, el número de sitios paleoindios
confirmados en el istmo centroamericano (entre Chiapas, México, y Panamá) llega con dificultad a
unos 40 —15 estando ubicados en Panamá—.

En este reducido corpus no se encuentran objetos de hueso, marfil o madera, ni manifestaciones


de arte gráfico, ni evidencias de actividades ceremoniales. Sumado a ello, la cronología de los
vestigios está pobremente documentada, y los fechamientos por radiocarbono disponibles en este
campo apenas alcanzan una antigüedad de 13,300 o quizá 13,400 años. A pesar de eso, el
patrimonio Paleoindio de Centroamérica no carece de relevancia.

Uno de sus aspectos que más intrigan a los investigadores, es la cohabitación de las puntas de
proyectil Clovis y Cola de Pescado.

A sí, Centroamérica aparece como una región clave para entender las relaciones entre dos grandes
tradiciones paleoindias; pero ofrece igualmente pistas para definir tendencias particulares. Se
pueden acariciar grandes esperanzas, al pensar en todos los secretos que podría revelar sobre la
epopeya de los primeros americanos esta tierra donde la civilización experimentó tan prolífico
destino

El Periodo Arcaico corresponde a la etapa denominada Holoceno, cuyas etapas tienen tres
estadios: Anatermal (8000/7000 al 5000 AC), Altitermal (5000 al 2000 AC) y Mesotermal .
Su inicio coincide con el fin de las glaciaciones, fenómeno que generó modificaciones
climáticas y por ende, de flora y fauna. Los cambios fundamentales experimentados fueron el
derretimiento de los hielos, por lo tanto, subida en escala del nivel del mar, alteración en las
lluvias, esto es, disminución y como consecuencia, alteraciones en la flora y la fauna que
derivó en la extinción de ciertas especies como el mamut, el mastodonte, ciertos felinos y
otros.

Casi todos los países contemporáneos de América tienen evidencias de actividad agrícola y
se puede saber que los productos de mayor cultivos fueron maíz, calabaza y patatas entre
muchos otros que en la actualidad son productos contemporáneos y originarios del continente.
Animales domésticos y otros han sido encontrados en Mesoamérica y Suramérica con
dataciones de hasta hace 10 mil años y en el continente se dio a la par con el resto del
planeta, es decir, durante el neolítico. El siguiente cuadro comparativo muestra el surgimiento
de la domesticación tanto de animales como de plantas en diferente partes del mundo y puede
verse la mención a lugares americanos:
Los antiguos hábitats visitados por los grandes herbívoros desaparecen y son desplazados por
bosques de hoja caduca. Los animales, ante la falta generalizada de pastizales, se retiran a áreas
de refugio hasta que se extinguen: mamut, mastodonte, smilodon, tapir, équidos, cérvidos,
camélidos, felinos y un largo etcétera hasta un total de 200 géneros de animales, desaparecen del
registro faunístico americano. El cambio ambiental produce un complicado calidoscopio
microambiental cuyos efectos se traducen en multitud de adaptaciones culturales particulares,
iniciándose una etapa más plural, menos especializada que el Paleolítico Superior; ésta ha sido
denominada Arcaico y abarca entre el 7.500 y el 2.500 a.C. La dieta del hombre durante este
período se orienta poco a poco hacia la recolección y la experimentación agrícola, siendo la caza
de tipo meno

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