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Sandra del Olmo Miranda

Madrid (España), 2018

¿Cuál es el futuro de la televisión?

Para acertar a establecer cuál es el futuro de la televisión es necesario comprender cuál es la


situación actual de ésta y los procesos por los que ha ido pasando en los últimos años. Desde 1990,
el creciente proceso de digitalización ha provocado la aparición de nuevas oportunidades de
innovación en los servicios televisivos, así como la fragmentación de los modelos de negocio
(Evens & Donders, 2016).

Por otro lado, la propuesta de la Agenda Digital Europea para la segunda década del siglo XXI, fue
la de apostar por redes de banda ancha para múltiples servicios digitales de televisión, telefonía y
conexión a internet, lo que conforma un nuevo perfil de operadores de comunicación y contenidos
convergentes que suponen una competencia a la televisión tradicional (Campos-Freire, 2013). Esta
competencia basada en la convergencia se ha visto materializada en las plataformas de distribución
que, de acuerdo a Evens y Donders, siguen una estrategia de juego cuádruple (televisión, internet,
telefonía y móvil) en la que controlan el acceso y ofrecen al consumidor paquetes de programación,
haciendo surgir una estructura de servicios en streaming que ha puesto en cuestión la estructura
industrial tradicional de la televisión a nivel mundial (2016).

Derivado de esto, el consumo tradicional también ha cambiado. Según un estudio del IAB, el 27%
de los usuarios españoles ha dicho haber dejado de ver la televisión tradicional en favor de los
contenidos de la smart tv (2015) y, de acuerdo a Nielsen, casi la mitad de los espectadores españoles
ven la televisión a la carta (2016). De esta manera, el consumo está virando hacia un visionado no
lineal donde no sólo hay que tener en cuenta la pérdida de audiencia televisiva en beneficio de los
servicios a la carta, sino también la pérdida de audiencia en directo que, sin embargo, sí hace un
consumo de esa misma televisión tradicional, pero ahora en diferido e, incluso, superando a la
audiencia de la emisión en directo (Gallardo-Camacho & Sierra, 2016). También Bailey señala el
declive del visionado en Reino Unido, habiendo una pérdida de once minutos por persona y día en
el consumo televisivo tradicional. Sin embargo, lo más curioso es que este descenso se debe sobre
todo a los niños, quiénes ven 17 minutos menos la televisión al día (en favor de los smartphones y
tablets), mientras que el descenso de consumo por parte de las personas mayores de 65 años tan sólo
representa un minuto al día (Bailey, 2016).

Así, las nuevas formas de consumo, la convergencia digital, la fragmentación de oferta y demanda,
los nuevos modelos de negocio y la competencia de plataformas de distribución y accesibilidad
directa y global, suponen las características fundamentales de la televisión en la actualidad.
Partiendo de este análisis del ahora, las posturas acerca del futuro de la televisión son variadas.
Por un lado, Campos-Freire apuesta por la idea de un futuro en el que todos los operadores de
televisión estén presentes en todas las plataformas, donde el modelo sea convergente y donde haya
conexión e interactividad (2013). El autor señala:

“Las tendencias apuntan al futuro del IPTV y al desplazamiento de las redes hertzianas
terrestres, tradicionalmente garantes de la difusión universal y gratuita, hacia las
comunicaciones telefónicas de movilidad (dividendo digital) en detrimento de la propia
televisión” (2013: 113).

No obstante, la idea del autor que más aporta para comprender cómo será el futuro de la televisión
es sin duda el progresivo camino hacia una televisión de pago que va a poner en jaque a las
televisiones públicas. De esta manera, Campos-Freire menciona la pérdida estructural y de
oportunidades a la que se enfrentará la televisión pública debido a que ya no es necesaria, puesto
que los canales privados pueden cumplir el mismo servicio que ésta. Así, la falta de financiación
que permita su viabilidad en el nuevo panorama, al igual que el hecho de que en algunos países
están sujetas a las políticas del gobierno, hacen que la televisión pública se presente como
innecesaria para un futuro temprano (Campos-Freire, 2013).

No comparten la misma opinión Enli y Syvertsen, quiénes señalan:

“Television’s future is not just determined by technological and economic developments,


but also by local and contextual factors: history, structure, regulation, user patterns, as well
as the position and strategic response of specific institutions in each national
context.” (2016: 142)

Dentro de este posicionamiento en el que entienden la televisión no sólo cómo una tecnología, sino
también como un resultado político y cultural; defienden que en Europa, a pesar de que las
televisiones públicas han perdido audiencia y contenido en todas las épocas de transición (no siendo
esta la primera), siempre han conseguido mantenerse porque son base de la sociedad. Por ello hacen
referencia a la legislación europea que busca proteger el servicio público permitiendo su
digitalización y su entrada en las plataformas online, puesto que la UE defiende una mirada de
pluralismo, integración, accesibilidad universal y diversidad nacional. Teniendo en cuenta esto, es
normal que las políticas de la Unión Europea tenderán hacia el impulso de las cadenas públicas,
dado que el actual mercado digital de Europa está basado en un 54% en servicios online
procedentes de Estados Unidos, algo que no concuerda con el ideal de diversidad europeo (Enli &
Syvertsen, 2016).

Fuera de la discusión acerca del servicio público, el mismo artículo ahonda en el impacto de los
intermediarios digitales cuyos servicios varían en los procesos de producción y distribución
(distribuir en Youtube es gratis y no requiere de profesionalidad, mientras que Netflix sí lo requiere
y apuesta también por la televisión no-lineal, algo que no hace HBO). Aún así, estos intermediarios
digitales aumentan la fragmentación de la audiencia y generan un visionado individualizado y
basado en decisiones personales que no dependen de una programación cerrada. Así pues, esta
forma de televisión comienza a funcionar más bien como una librería y, por tanto, resulta más difícil
generar una esfera compartida por una audiencia amplia. Por ello, si se da el caso de buscar
compañía, el público tenderá hacia una televisión lineal.

Por otro lado, si bien es verdad que las autoras afirman que tanto los cambios tecnológicos y de
mercado, como la emergencia de nuevos servicios con nuevos modelos de negocio, han provocado
una amenaza al mercado de la televisión y han revolucionado el concepto de consumo televisivo;
Enli y Syvertsen también se muestran escépticas a la hora de hacer frente a declaraciones como la
de Reed Hastings, quién dijo que en un máximo de veinte años la televisión lineal de programación
cerrada estaría muerta. De hecho, las académicas alaban la resistencia que parece estar teniendo la
televisión y consideran que la opinión generalizada de que la televisión tradicional va muriendo
poco a poco, se debe a una idea construida por los propios actores del video on demand, que buscan
crear una imagen anticuada de la televisión al igual que ocurrió en los noventa con la llegada de
internet (2016). De esta forma, concluyen haciendo referencia a lo publicado por Küng y proponen
un futuro menos predecible para la televisión y, por tanto, un futuro en el que será más difícil
invertir en perspectivas a largo plazo (2015) pero en el que, a a pesar de eso, la televisión continuará
siendo una industria de beneficios, aunque menores que en épocas pasadas; señalando además que
sería necesario hacer una revisión del modelo de publicidad, puesto que este es muy dependiente de
la televisión lineal (Enli y Syvertsen, 2016)

A modo conclusivo, el futuro de la televisión no es su muerte, sino su reestructuración en pro de la


presencia en todas las plataformas disponibles y la asunción de estrategias de marketing fuertes y
comparables a las de los intermediarios digitales. Las cadenas de televisión tradicional deberán
adaptarse de tal manera que puedan ofrecer su contenido tanto de manera lineal como no lineal, lo
que conllevará que todas ellas dispongan de suficiente nivel económico para llevarlo a cabo y, por
tanto, que la televisión quede únicamente en manos de los más grandes. Debido a ello, las cadenas
públicas dependerán de las políticas de sus respectivos gobiernos: aquellos que apuesten por invertir
en estos nuevos modelos de negocio tienen posibilidades de proliferar, mientras que los que no lo
hagan correrán un riesgo muy alto de desaparición. Así, la televisión está en una fase de
privatización e hibridación progresiva que provocará un replanteamiento de su modelo de negocio,
puesto que la caída de la televisión lineal -aunque no definitiva- hará que la publicidad deba tomar
otro rumbo. De igual manera, aunque el servicio a la carta será el dominante, corresponderá más a
una práctica individualizada; mientras que el consumo familiar aún estará en manos de la televisión
tradicional, la cuál, deberá invertir en mayor calidad de sus productos para así poder competir con el
contenido ofrecido por plataformas que funcionan como productores y difusores al mismo tiempo.
Referencias

Bailey, M. (2016). Back to the Future: The Uses of Television in the Digital Age.

Campos-Freire, Francisco (2013), “El futuro de la TV europea es híbrido, convergente y cada vez
menos público”, Revista Latina de Comunicación Social. Recuperado de: http://www.redalyc.org/
articulo.oa?id=819287850004

Enli, G., & Syvertsen, T. (2016), “The End of Television? Again!”, Media and Communication, vol.
4, pp. 142-153.

Evens, T. & Donders. K. (2016), “Television distribution: economic dimensions, emerging


policies”, Telematics and Informatics, 33 (2), pp. 661-664.

Gallardo-Camacho, J., & Sierra Sánchez, J. (2017), “La importancia de la audiencia en diferido en
el reparto del poder entre las cadenas generalistas y temáticas en España”, Prisma Social, 18.

IAB (2015). III Estudio Anual IAB Spain. TV Conectada y Video Online 2015. Recuperado de:
http://iabspain.es/wp-content/uploads/Estudio-TVC-y-Video_Online_2015_Abierta.pdf

Küng, L. (2015). Innovators in digital news . Londres: IB Tauris.

Nielsen (2009). A2/M2 Three screen report. Recuperado de: http://www.nielsen.com/content/dam/


corporate/us/en/newswire/uploads/2008/11/nielsen_three_screen_report_3q08.pdf

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