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TIEMPO LIBRE
El problema del tiempo libre: de qué sirve a los hombres qué chances ofrece el desarrollo, no ha
de plantearse con universalidad abstracta. La expresión de origen reciente por lo demás – antes se
decía ocio y este designaba el privilegio de una vida desahogada, y por lo tanto, algo
cualitativamente distinto y mucho más grato, aun desde el punto de vista del contenido –
En una época de integración social sin precedentes resulta difícil establecer en general qué
cambios determinan en los hombres las funciones que desempeñan. Este hecho gravita
pesadamente sobre el problema del tiempo libre.
En entrevistas y encuestas nunca falta la pregunta: ¿Cuál es su Hobby? Cuando las revistas
ilustradas informan acerca de alguno de esos figurones de la industria de la cultura – ocupación
favorita de esa industria – pocas veces dejan escapar un detalle más o menos doméstico sobre
hobbies de tales personajes.
Desde luego, soy consciente de que hablo como privilegiado, con la cuota de contingencia y de
culpa que esconde ese término: como persona que tuvo la rara posibilidad de escoger y organizar
su trabajo, en lo esencial, según sus propias intenciones. A ello se debe en buena parte que mi
actividad ajena al tiempo de trabajo no se halle, por ese solo hecho en estricta oposición con este
Un hecho de todo conocido, pero no por eso menos verdadero, es que fenómenos específicos del
tiempo libre como el turismo y el camping se ponen en marcha y organizan con fines de lucro. Al
mismo tiempo se marca a fuego en la conciencia e inconciencia de los hombres la norma de que
tiempo libre y trabajo son dos cosas distintas. Como según la moral del trabajo vigente, el tiempo
libre tiene por función restaurar la fuerza de
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trabajo, precisamente porque se lo convierte en mero apéndice del trabajo en separado de este
con minuciosidad puritana.
La ideología de hobby lo ilustra. La espontaneidad de la pregunta: ¿Qué hobby tienes? Implica que
debes tener alguno y proclamarlo; y hasta puedes hacer una selección entre tus hobbies, siempre
que coincidan, eso sí, con la oferta del negocio del tiempo libre. Libertad organizada es libertad
obligatoria. Tal coacción de ningún modo es solamente exterior. Brota de las necesidades
subjetivas de los hombres en un sistema funcional.
El fetichismo que prospera en el tiempo libre está sujeto a controles sociales suplementarios. Que
la industria de los cosméticos, con su avasalladora e insoslayable propaganda, contribuya a
crearlos, es comprensible de suyo; pero también lo es que los complacientes seres humanos
procuren eliminarlos.
En el estado de aletargamiento culmina un momento decisivo del tiempo libre bajo las condiciones
actuales: el hastió.
El tiempo libre, sin embargo, no solo se contrapone al trabajo. En un sistema donde la ocupación
constante constituye por sí el ideal, el tiempo libre es también una proyección directa del trabajo.
Aún nos falta una sociología que estudie a fondo el deporte, y, sobre todo, el espectador.
El crítico de la ideología que se ocupe de la industria de la cultura se inclinará a pensar, puesto que
nos standars de esta son los mismos – congelados – de los viejos pasatiempos y del arte menor,
que ella domina y controla de hecho y totalmente la conciencia e inconciencia de aquellos a
quienes se dirige y de cuyo gusto, desde la era liberal procede. De todos modos, podemos suponer
con fundamento que la producción regula el consumo tanto en el proceso de la vida material
cuanto en el de la vida espiritual, sobre todo allí donde se ha acercado tanto a lo material como en
la industria de la cultura y los consumidores se adecuan entre sí.
Es evidente que aún no se ha cumplido plenamente la integración de conciencia y tiempo libre. Los
intereses reales del individuo conservan todavía el suficiente poder de resistir dentro de ciertos
límites, a su total cautiverio.