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LA COSA JUZGA.

La cosa juzgada:

Concepto

La función jurisdiccional se resuelve en la actuación del derecho objetivo en el caso

concreto, lo que se hace además de modo irrevocable. Esta característica, que diferencia

a la Jurisdicción de la Administración, lleva a cuestionarnos a lo que es la cosa juzgada,

expresión con la que tradicionalmente se ha denominado los efectos del proceso de

declaración.

Los puntos de partida para comprender lo que sea la cosa juzgada exigen atender a que:

1.) cuando una persona acude a un órgano jurisdiccional impetrado su tutela efectiva lo

hace normalmente por que ha surgido una situación de incertidumbre respecto de la

existencia y/o contenido exacto de una relación jurídica material, esto es porque se ha

planteado un conflicto de intereses que debe resolverse de modo que la incertidumbre

sea sustituida por la seguridad, después de realizar toda la actividad jurisdiccional tiene

que llegar un momento en que se declare con certeza si la relación existe y cuál es su

contenido. Se ha de pasar de la incertidumbre a la seguridad.

2.) estamos aquí, una vez más, ante la pugna del valor justicia con el valor seguridad

jurídica. Al primero podría convenirle que en cualquier momento pudiere someterse de

nuevo al conocimiento judicial el tema ya resuelto en un proceso anterior, con la

esperanza de alcanzar un mayor nivel de educación a la legalidad, pero esa posibilidad

se significaría que las relaciones jurídicos materiales estarían siempre sujetas a

discusión, sin alcanzar nunca estabilidad. La seguridad jurídica impone que la discusión
tenga un momento final, alcanzando el cual el resultado obtenido se convierta en

irrevocables.

En este sentido debe entenderse el art. 211 de la constitución cuando dispone que

ningún tribunal ni autoridad puede conocer de procesos fenecidos. La excepción a que

alude esta disposición (salvo los casos formas de revisión que determinen la ley) no

pueden referirse al proceso civil pues en este no se ha regulado un medio de

impugnación, para revisar las resoluciones de los procesos fenecidos.

El fundamento de la cosa juzgada es, pues, la seguridad jurídica, y que aquella es la

fuerza que el ordenamiento jurídico concede al resultado del proceso es decir, a la

sentencia que se dicta al final del mismo. Esa fuerza atiende a un efecto del proceso,

efecto que se resuelve en irrevocabilidad de la decisión judicial, esta irrevocabilidad no

corresponde a las decisiones de todos los órganos del estado, sino que se atribuye

únicamente a las decisiones que provienen de los órganos jurisdiccionales.

Solo estos deciden con cosa juzgada.

La cosa juzgada puede considerarse de un modo estatico y de una manera dinámica.

a) el primer sentido se toma en cuenta un estado jurídico en sí mismo, sin atender a nada

fuera de él, y así se dice que respecto de una determinada cuestión exige cosa juzgada.

b) en el segundo sentido, el dinámico, la cosa juzgada se refiere al efecto que produce

una resolución judicial sobre un proceso que se inicia con posterioridad, lo que comparta

la comparación entre los objetos de dos procesos diferentes, aquel en que se formó la

cosa juzgada y aquel otro en el que debe incidir; en este segundo sentido el efecto de la

cosa juzgada suele referirse a la sentencia final.


Partiendo de lo anterior procede evidente que la cosa juzgada referirse únicamente a las

sentencias que resuelven la cuestión de fondo planteado en el proceso por la pretensión

pues es en ella donde se contiene las decisiones jurisdiccionales. Sin embargo, por la

consideración de que la cosa juzgada signifique intocabilidad, tradicionalmente se viene

distinguiendo entre cosa juzgada formal y cosa juzgada material.

La inatacabilidad se refiere, primero, al mismo proceso en que se dicte la resolución,

convirtiéndola en inimpugnable y a ello se le denomina cosa juzgada formal. Cuando la

inacatabilidad se refiere a un proceso distinto, impidiendo que el tema se someta de

nuevo a discusión, se habla de cosa juzgada material.

La distinción parte de un error de base, pero la tradición nos obliga plantearnos en primer

lugar el tema de la denominada cosa juzgada formal.

23.2. Firmeza (o cosa juzgada formal

Tradicionalmente viene referida la cosa juzgada formal a la calidad de impugnable que

alcanza una resolución judicial dentro del proceso en que se dicta, si bien a esa calidad

debe denominarse más propiamente firmeza, palabra mucha más expresiva y menos

llamada a equívocos. En nuestro derecho se trata de las sentencias y autos ejecutorios,

pero es preferible hablar de firmeza y dejar la expresión cosa juzgada para referirse solo

a la material, pues se trata de dos fenómenos diferentes, entre los que existen pocos

elementos comunes.

La firmeza tiene que ser un efecto propio de todas las resoluciones judiciales, y no solo

de las sentencias, en cuanto todas pueden convertirse en firmes, esto es, en cuanto
contra ellas puede no caber ni remedio ni recurso alguno, ni ordinario ni extraordinario,

ya sea por su propia naturaleza ya por haber sido “consentidas” por las partes.

En nuestro proceso civil, en general, se parte del principio de que todas las resoluciones

pueden y deben adquirir firmeza, único medio para que el proceso avance, por lo tato

todas las resoluciones están llamadas a adquirir firmeza, aunque a veces pudiera parecer

más acorde con la economía procesal que el juez tuviere la facultad de modificarlas de

oficio en cualquier instante o bien que las partes pudieren impugnarlas en cualquier

momento, en principio es más conveniente para el proceso, para su normal desarrollo,

la producción de firmeza a la invariabilidad de las resoluciones.

Asimismo la firmeza de una resolución es un efecto interno en cuando se produce solo

con relación al proceso en el que se dicta la resolución al proceso en el que se dicta la

resolución misma, y afecta únicamente a las partes, la firmeza debe distinguirse de la

invariabilidad de las resoluciones, que afectan a los jueces y tribunales que las dictan.

Todas las resoluciones, salvo los derechos (art. 598 del CPCYM) se convierten en

invariables para los tribunales desde el momento de la firma no pudiendo modificarlas de

oficio. La modificación puede producirse únicamente atravesó de la interposición de los

medios de impugnación por las partes. La aclaración y ampliación de sentencias y autos

(arts 596 y 597) no suponen modificación (capitulo XIX) y cosas completamente distintos

son los de la enmienda del procedimiento (art. 67 de la LOJ) y del remedio de nulidad

(arts. 613 a 618 CPCYM).

La firmeza de una resolución puede producir atendiendo a dos órdenes de causa, a las

que se refiere al art. 153 de la LOJ al establecer las sentencias y los autos ejecutorios:
a) cuando por la naturaleza de la resolución no quepa contra ella recurso algún: estos

los supuestos enumerados en las letras d) f) y g) es decir:

1) las sentencias y los autos de segunda instancia en asuntos que no admitan el recurso

de casación

2) las sentencias de casación (aunque la norma dice no pendientes de aclaración o

ampliación, debe tenerse en cuenta que no se trata de verdaderos medios de

impugnación)

3) las demás sentencias y autos que se declaren irrevocables por mandato de ley y las

que no admiten más recurso que el de responsabilidad (que tampoco es un medio de

impugnación).

b) cuando la ley establece algún remedio o recurso pero el mismo o no ha sido

interpuesto o ha sido inadmitido o desestimado: esto es lo que ocurre en las letras a), b),

c) y e) es decir:

1) las sentencias y los autos consentidos expresamente por las partes

2) las sentencias y los autos contra los cuales no se interponga recurso en el plazo

señalado por la ley.

Estas disposiciones pueden dar la impresión de que la firmeza, cuando la ley concede

depende de la voluntad de las partes, pues llega a hablarse de “consentida” la resolución

se trata de una impresión errónea, la firmeza va unida al hecho objetivo del transcurso

de los plazos y por ello no se precisa de “declaración expresa” pero sobre todo la firmeza

proviene de la naturaleza de la resolución como acto jurisdiccional.


3) las sentencias y los autos de los que se ha interpuesto recurso pero ha sido declarado

improcedente o cuando se produzca caducidad o abandono.

4) la sentencia y autos de segunda instancia, cuando el recurso de casación fuere

desestimado o declarado improcedente.

Cuando la firmeza se refiere a la sentencia sobre el fondo hay que destacar dos aspectos

concretos:

a) normalmente la sentencia ejecutoriada abre el camino para la ejecución, pero no

deben confundirse firmeza y ejecutabilidad, existen sentencias no firmes que son

ejecutables provisionalmente, que es el caso de las sentencias de segunda instancia

estando pendiente el recurso de casación (art. 342).

b) la firmeza es paso previo y condición para que la sentencia sobre el fondo produzca

cosa juzgada material.

Mientras no se haya alcanzado sentencia firme, si se inicia un proceso posterior entre

las mismas partes y con el mismo objeto, en este no podrá alegarse la excepción de cosa

juzgada, sino la litispendencia (arts. 116, inciso 2º y 120) (de donde resulta, una vez más

que entre litispendencia y cosa juzgada, como excepción, existe únicamente una

diferencia temporal.

23.3 Cosa Juzgada Material

La cosa juzgada material, la verdadera cosa juzgada, no la producen todas las

resoluciones jurisdiccionales, sino que en principio únicamente las sentencias sobre el

fondo, la cosa juzgada parte de la irrevocabilidad que ostenta la decisión contenida en la


sentencia y supone la vinculación, en otro proceso, al contenido de lo decidido en la

sentencia, es decir a la declaración de la existencia o inexistencia del efecto jurídico

pretendido. Los efectos de la cosa juzgada, pues no tiene carácter interno, sino externo;

no se reflejan en el proceso en que se produce la cosa juzgada sino que en otro posterior.

23.3.1 Efectos

Estos son efectos externos pueden contemplarse desde un doble aspecto:

a) Negativo o Excluyente

Aludido por toda la doctrina supone la exclusión de toda decisión jurisdiccional futura

entre las mismas partes y sobre el mismo objeto, es decir sobre la misma pretensión, es

el tradicional principio del non bis in ídem

Teóricamente es efecto negativo impedirá la iniciación de una nuevo proceso sobre la

misma pretensión, pero ello evidentemente es imposible de modo practico, por el que el

efecto se limita a impedir que se dicte decisión sobre el fondo del asunto en el proceso

posterior. La excepción de cosa juzgada no puede impedir la iniciación de un nuevo

pleito, pues la fuerza dela misma no puede determinarse a priori, pero si se opone a que

se dicte un nuevo fallo sobre el fondo, y por eso la excepción se admite como previo (en

el art. 116, inciso 10º) y como mixta (art. 120)

b) positivo o prejudicial

Este aspecto es consecuencia del anterior e implica el deber de ajustarse de lo juzgado

cuando haya de decidirse sobre una relación de la que la sentencia anterior es


condicionante o prejudicial. Aquí la cosa juzgada no opera como excluyente de una

decisión sobre el fondo en un proceso posterior, sino que le sirve de apoyo.

Si un proceso se ha declarado que no exista una servidumbre de paso en otro posterior

en que el dueño del predio no sirviente demande al dueño del predio no dominante por

los daños y perjuicios derivados del paso se ha de partir necesariamente de la no

existencia de la servidumbre del paso, se ha de partir necesariamente de la no existencia

de la servidumbre; podrá discutirse ahora si existen o no los daños, pero el hecho de la

existencia de la servidumbre es indudable y operara como prejudicial respecto de la falta

de derecho a seguir utilizando el camino, senda o cañada.

23.3.2. Trámite procesal

Si la cosa juzgada es uno de los elementos esenciales de la jurisdicción y si la vinculación

que nace de ella se refiere fundamentalmente a los órganos jurisdiccionales, pues es a

estos a los que afecta el principio de non bis in ídem y su consecuencia al aspecto

prejudicial, la conclusión lógica es que los efectos de la cosa juzgada deberían ser tratado

como un verdadero presupuesto procesal.

No es esta, sin embargo, la solución es nuestro Derecho, en el que la cosa juzgada opera

solo como excepción en sentido estricto, en el sentido lo que ha de ser opuesto por la

parte demandada, nuestra solución general no solo es errónea sino que conduce al

absurdo, si la cosa juzgada ha de ser necesariamente alegada por las partes, la

consecuencia inevitable de ello es que uno de los elementos fundamentales de la

jurisdicción está sujeto a la disposición de las partes. La decisión judicial será irrevocable

cuando las partes así lo decidan, pues sino oponen la excepción en el segundo proceso,
el juzgado entrara en el fondo del asunto y puede resolver en contradicción con la cosa

juzgada.

A pesar de que normalmente corresponderá al interés de una de las partes la afirmación

del hecho de una sentencia firme anterior y la alegación de la fuerza vinculante de la

cosa juzgada no es imposible que lleguen a existir entre las mismas partes dos

sentencias firmes con eficacia de cosa juzgada y que entre estas últimas exista completa

contradicción.

Ante la existencia de dos sentencias firmes, con plenos efectos de cosa juzgada las dos.

Pero contradictorias entre sí, solo cabe acudir a un tercer proceso ordinario en que el

juzgador tendrá que optar entre:

1) hacer prevalecer la sentencia firme, y su cosa juzgada, dictada en segundo lugar en

el tiempo. El argumento para utilizar seria aquí que si el autor, a pesar de la cosa juzgada

inicio un segundo proceso es porque renuncio a la cosa juzgada, si le era favorable y si

el demandado no opuso la excepción de cosa juzgada es porque renuncio a ella, en el

caso que le fuera favorable.

2) dar prevalecía a la sentencia firme dictada primero en el tiempo con argumentación

relativa a que el segundo proceso la cosa juzgada debió apreciarse de oficio por el juez.

Como puede apreciarse la solución depende de que considere que la cosa juzgada

puede o no apreciarse de oficio por los tribunales, sino puede estimarse su existencia de

oficio, precisando de excepción del demandado debe estimarse de oficio la prevalente

será la primera sentencia pues el segundo proceso el juez incumplió su deber de

estimación de oficio.
23.4 Naturaleza jurídica

Hemos visto que las cosas juzgadas suponen una vinculación a la decisión jurisdiccional

en cualquier otro proceso posterior en el que concurran determinadas identidades, pero

es preciso explicar el porqué de esa vinculación, fundamentalmente se han ofrecido tres

explicaciones

a) presunción de verdad

Esta concepción es la tradicional en el derecho civil en el que se ha sostenido con

reiteración que la cosa juzgada es una presunción legal de verdad. Esta presunción iuris

et de iure es un residuo histórico de carácter netamente medieval (se llegaba a decir que

res iudicata facit de albo nigrum, la cosa juzgada hace lo blanco negro), que hoy no

podemos admitir.

Sin perjuicio de que alguna ocasión la doctrina más antigua y la práctica forense más

reacia a los cambios sigan haciendo, alusión a la presunción iuris et de iure o a la

santidad de la cosa juzgada esta teoría es hoy claramente inadmisible porque:

1) las decisiones judiciales no son declaraciones de verdad sino de voluntad; la sentencia

no vinculada por sus razonamientos, sino en tanto en que contiene la voluntad del estado.

2) Como ficción de verdad la cosa juzgada no podría limitarse subjetivamente a las

partes, sino que habría de referirse erga omnes pues de lo contrario se incurriría en el

absurdo de que unos hechos serian verdaderos para unas personas pero no para otras.

Hoy no puede ya encontrarse de alguna solvencia que sostenga esta antigualla, que solo

pueda encontrarse en los museos de historia del Derecho.


b) Teoría material

desechada la concepción anterior, los civilistas del siglo XIX, principalmente la

pandectistica alemana, estimaron que la cosa juzgada justifica su fuerza vinculante por

la sentencia establece en cada caso cual es el derecho entre las partes; el juez de

proceso posterior queda vinculado a la cosa juzgada por que las relaciones jurídicas son

como las sentencias las declara, la cosa juzgada produce efectos novatorios en el ámbito

de las relaciones jurídicas materiales, estas quedan constituidas en la realidad segunda

lo decidido en las sentencias el efecto es particularmente intenso cuando la sentencia,

por no corresponderse con la situación jurídica preexistente, e injusta, pues en este caso

la sentencia crea la relación jurídica. En realidad para esta teoría no existen sentencias

injustas o erróneas, pues no existen dos relaciones jurídicas que se pueden comparar la

realmente existente entre las partes y la establecida por la sentencia sino sola una, la de

la sentencia.

Esta teoría no es conciliable con el propio derecho material. Si la relación jurídico material

se inicia con la sentencia, en cuanto esta la crea o constituye, la declaración judicial de

que entre dos personas existen un contrato de préstamo valdría a partir de la fecha de la

sentencia, pero tendría efectos sobre el tiempo anterior, además en qué lugar se dice

que la sentencia crea relaciones jurídicas privadas (salvo los supuestos de sentencias

constitutivas).

Pero aquí nos importan especialmente las consecuencias procesales de esta teoría.
1) todas las sentencias serian constituidas o, dicho de otra forma, todas las pretensiones

procesos y sentencias serian constitutivas, desapareciendo las declaraciones puras y las

de condena.

2) subjetivamente la cosa juzgada carecería de límites, teniendo efectos erga omnes;

esta consecuencia es negada por los defensores de la teoría, poniendo de manifiesto

una evidente contradicción.

En el fondo esta teoría no nos explica por qué la relación constituida por la sentencia

debe permanecer invariable.

c) Teoría procesal

Parte de la distancia entre lo material y lo procesal y de razones de conveniencia política,

la cosa juzgada es un vínculo de naturaleza jurídico publica que obliga a los jueces a no

juzgar de nuevo lo ya decidido. La seguridad jurídica exige que los litigios tengan un final;

cuando se han agotado los medios que el ordenamiento pone a disposición de las partes

para que estas hagan valer en juicio sus derechos, la decisión independientemente del

cuerpo legal que la regule.

Partiendo de la naturaleza procesal de la cosa juzgada se comprende mejor el absurdo

que significa que en nuestro derecho no puede ser tenida en cuanto de oficio por el

juzgador, choca con la lógica que un vínculo para los jueces que les impide juzgar sobre

lo ya decidido haya de ser alegado por las partes para que pueda ser tenido en cuenta.

Por el contrario la teoría justifica claramente la existencia de varias clases de

pretensiones y sentencias (especialmente las constitutivas y su eficacia erga omnes) y


sobre todo, el que la cosa juzgada se limite subjetivamente a las partes, pues la

declaración de voluntad de la sentencia se limita a estas.

De esta naturaleza procesa de la cosa juzgada hay que partir para resolver los problemas

relativos al ámbito de vigencia territorial y temporal de las normas que la regulan.

23.5. Resoluciones susceptibles de cosa juzgada

Mientras la firmeza se produce en todo tipo de resolución, la cosa juzgada es, en principio

exclusiva de las sentencias. En efecto la cosa juzgada solo puede referirse a aquellas

resoluciones en que el órgano jurisdiccional responde directamente a la tutela pedida en

la pretensión y en la oposición o resistencia, a aquellas en que se contiene la declaración

de voluntad del Estado.

Es evidente que los decretos, en tanto que determinaciones de trámite, no produce cosa

juzgada pero el problema consisten aclarar si esta es producida por algunos autos y por

todas las sentencias, mas en concreto los problemas se refieren a:

a) Autos que deciden excepciones previas o mixtas materiales

Debemos recordad que el estudiar en el capítulo IX las excepciones previas y mixtas

dijimos que algunas de ellas tenían naturaleza material en concreto las de:

1) falta de cumplimiento del plazo de la condición a que estuviere sujeta la obligación o

el derecho que se haga valer

2) Caducidad

3) Prescripción

4) Transacción
Si el demandado pone algunas de estas excepciones y si es estimada por el auto que

decide sobre ellas, esa decisión se ha pronunciado sobre la existencia de la relación

jurídica material y la misma, aunque se ha producido por auto, no puede dejar de producir

cosa juzgada, con razón se ha dicho, en este sentido, que alguna de las excepciones

previas o mixta, las que se refieren al fondo del asunto, tienen naturaleza de excepciones

perentorias, aunque puedan oponerse de modo previo o en cualquier momento del

proceso

b) sentencias constitutivas.

Se ha negado en ocasiones que estas sentencias produzcan cosa juzgada estimando

que no la necesitan, porque la propia sentencia crea o constituye una nueva situación

jurídica que no puede ser desconocida. Ahora bien, esta opinión tiene dos graves

inconvenientes que obligan a mantener la conclusión contraria.

En primer lugar esta opinión puede referirse únicamente a las sentencias que estimaron

la pretensión constitutiva, no a las que la desestimaron pues las segundas no producen

cambio en la situación jurídica con lo que la producción o no de la cosa juzgada

dependería del contenido de la resolución.

En segundo lugar, y sobre todo, si las sentencias constitutivas no tuvieren valor de cosa

juzgada no podría excluirse un proceso posterior con el mismo objeto, con lo que la

situación creada podría ser modificada en otro proceso; es decir, el aspecto positivo o

prejudicial de la cosa juzgada puede no ser necesario en virtud del cambio producido por

la propia sentencia, pero el aspecto negativo o excluyente no existiría sin cosa juzgada.

c) Resoluciones cautelares
No hablemos aquí de sentencia por que las decisiones que se adoptan en este tipo de

proceso no suelen adoptarse a esta forma, sino la de autos.

En principio pudieron parecer que mero echo justificaría teniendo en cuenta lo que hemos

dicho anteriormente la no producción de cosa juzgada. No podemos mantener esta

conclusión, el proceso cautelar solo en los últimos años está adquiriendo sustantividad

como tertium genus entre los procesos declarativo y de ejecución y de ahí que las

pretensiones cautelares no se resuelvan por sentencia sino normalmente por auto.

El problema se presenta por que las resoluciones cautelares son variables según se

modifiquen sus presupuestos, lo que ha conducido a negar que produzca cosa juzgada.

El proceso cautelar es instrumental con relación a otro proceso, del que tiene a garantizar

sus resultados y por tanto las medidas que en aquel se adoptan deben acomodarse a

las circunstancias (con arreglo al principio rebus sic stantibus) en el Capítulo siguiente

veremos los caracteres del proceso cautelar y, entre ellos, la instrumentalizad y la

variabilidad.

Ahora bien, si las circunstancias existentes en el momento de adoptar la medida

permanecen, la resolución es inalterable, si los hechos permanecen a la presentación de

modificación, supresión o adaptación de medidas cautelares ejercitada, puede oponerse

la excepción de cosa juzgada; si los hechos no son los mismos por haber cambiado el

periculum in mora base del proceso cautelar, no podrá alegarse o mejor, no podrá

estimarse la excepción por la presentación no es la misma el haber cambiado su causa

petendia cuando el art. 534 del CPCYM permita revocar y modificar la medida adoptada

tiene que ser porque se han modificado los presupuestos.


d) sentencias de los juicios sumarios

Esta clase de proceso se caracteriza por sus limitaciones; se limitan las alegaciones de

las partes, los medios de prueba y, en todo caso, el objeto de la misma, y con ello

naturalmente la cognición judicial, resulta así la posibilidad de un proceso plenario

posterior en el que las partes podrán, sin limitaciones, plantear el conflicto que las separa

(Capitulo VII)

En este proceso la posibilidad de un proceso plenario posterior no impide una cierta cosa

juzgada, si bien hay que tener en cuenta.

1) después de un interdicto no puede la parte volver a interponer otro interdicto, en el

que se ejercite la misma pretensión y contra la misma persona, porque la sentencia

dictada si produce el efecto de cosa juzgada de impedir la existencia de otro proceso de

la misma naturales

2) por el contrario, se corresponde con la esencia de lo que son los procesos sumarios,

en su sentido en que su sentido verdadero, el que después de los mismos es posible

acudir a un proceso plenario que es lo que dispone el art. 250 del CPCYM.

Si en el interdicto puede resolverse solo sobre la posesión, que podemos llamar

provisional, la cosa juzgada se produce solo sobre esa cuestión pero no sobre la

posesión definitiva ni sobre la propiedad, porque sobre estas otras cuestiones no se

resolvió.

23.6 Limites de la cosa juzgada


La vinculación en que se resuelve la cosa juzgada formada en un proceso con relación

a otro proceso posterior es obvio que ha de requerir una serie de identidades entre los

dos, la cosa juzgada solo podrá oponerse en el segundo proceso cuando la pretensión

ejercitada en este sea la misma que se resolvió en el primero, estamos así diciendo que

los límites de la cosa juzgada han de referirse a la pretensión y a sus elementos

identificadores.

Cabría así efectuar una remisión a los elementos identificadores de la pretensión, esto

es, a sus elementos subjetivos (las partes) y a sus elementos subjetivos (causa de pedir

y petición), y con ellos el capítulo IV, de modo que restaría únicamente referirse aquí a

los límites temporales, a pesar de ello, vamos a indicar ahora en algunos problemas

específicos partiendo de que el art 155 de la LOJ dice que hay cosa juzgada cuando la

sentencia es ejecutoriada, siempre que haya identidad de personas, cosas, pretensión

causa o razón de pedir.

23.6.1. Subjetivos

La regla general de la que debe partirse es que la cosa juzgada se limita a las partes del

proceso, con la que la misma no beneficia ni perjudica a quien no fue parte, entendida

esta en el concepto procesal que en su momento dimos (en el capítulo II) la regla es una

mara consecuencia del derecho de defensa o el principio de contradicción y por ello el

art. 152 de la LOJ dispone que la sentencia dictada contra una parte, no perjudica a

tercero que no haya tenido oportunidad de ser oído y de defenderse en el proceso.

a) Identidad subjetiva
Cuando el art. 155 de la LOJ habla de “identidad de personas” hay que entender que se

está refiriendo a la calidad de parte, esto es, a la identidad jurídica, no a la física. Esto

supone que:

1) la calidad no se refiere a la posición ocupada en el proceso, es decir no entiende a la

condición de autor o de demanda, sino al haber figurado como parte en el proceso.

2) al importar la identificación jurídica lo que se está diciendo es que, aun tratándose de

distintas personas físicas, lo cosa juzgada despliega sus defectos

i) cuando en el primer juicio comparece el representante legal o voluntario de la parte y

en el segundo lo hace la propia parte; por ejemplo, si en el primer juicio comparece el

padre del menor y en el segundo actúa este, después de adquirir la mayoría de edad y

ii) cuando en el primer juicio actúa el sustituto procesal y en el segundo el sustituido.

3) en otros casos, aun tratándose de las mismas personas físicas no existe cosa juzgada:

i) cuando en el primer caso se actúa como representante y en el segundo nombre propio;

este es por ejemplo, el caso de la persona que una vez actúa como representante de

una menor o como órgano de una sociedad anónima, y luego por sí mismo y

ii) cuando en el primero proceso se litigo como sustituto procesal y en el segundo en

nombre y por un derecho propio.

Cuando puede comprobarse la experiencia del art. 155 de la LOJ “identidad de personas”

requiere una cuidadosa interpretación, debiendo evitarse en ella al entender solo a la

persona física concreta que ha actuado en los dos procesos.

b) Extensión a determinados terceros


La regla general que hemos enunciado antes, y contenida en el art. 152 de la LOJ, sufre

algunas excepciones que se refiere a terceros determinados que si se ven afectados por

la cosa juzgada, aunque no haya sido parte en el primer proceso, hay que distinguir.

1.o) Causahabientes de las partes

El sucesor a titulo universal o singular de algunas de las partes queda afectado por la

cosa juzgada formada respecto de su causante, siempre que el título de adquisición sea

posterior a la constitución de la litispendencia; si la transmisión se ha producido antes de

la litispendencia y el causante litigo sobe el derecho transmitido, por carecer de

legitimación, la sentencia será ineficaz para el causahabiente.

El caso más claro de persona que no fue parte en el proceso y que sin embargo a de

quedar afectada por la cosa juzgada formada en él, es en el del heredero, si el causante

sostuvo un proceso sobre la propiedad de un bien concreto y su pretensión fue

desestimada, una vez muerto aquel su heredero quedo comprendido en la cosa juzgada

y si interpone la misma pretensión sobre el mismo bien el demandado podrá oponerle la

excepción.

2.o) Solidaridad

La solución es aquí mucho más compleja, pero deben tenerse en cuenta algunas

disposiciones del Código Civil, aunque las mismas deban interpretarse desde la regla

general del art. 152 de la LOJ

1) según el art. 1357, párrafo 2.o del Código Civil reclamación entablada por un acreedor

contra un deudor solidario no es obstáculo para que el primero se dirija posteriormente


contra los demás deudores solidarios, mientras las obligaciones no estuvieren totalmente

satisfecha.

Esto supone que el deudor solidario no podrá oponer el acreedor la excepción de cosa

juzgada basada en que ha existido un proceso anterior dirigido contra otro de los

deudores solidarios, por lo menos si la sentencia ha sido condenatoria, por lo mismo la

sentencia dicta contra un deudor solidario no puede ejecutarse contra otro deudor

solidario.

Una cosa es que la extinción de la obligación por uno de los deudores solidarios si afecte

a todos los demás y otra muy distinta que la cosa juzgada se extienda a todos, es

evidente que condenado uno de los deudores al pago en la sentencia esto no puede

ejecutarse contra los demás y tampoco a ellos se extiende la cosa juzgada, por el

principio de contradicción o por la prohibición de la indefensión.

2) según el mismo art. 1363 del Código Civil la sentencia condenatoria obtenida por uno

de los acreedores solidarios contra el deudor común, aprovecha a los otros, esto es,

quedan beneficiados por la cosa juzgada favorable.

Adviértase que la norma lo que está permitiendo es la extensión de la casa juzgada, en

lo favorable no en lo perjudicial por lo que se respeta el principio de contradicción y el

derecho de defensa.

3) Según el mismo art. 1363 la sentencia absolutoria del deudor aprovecha a este contra

todos los acreedores solidarios, a menos de que haya sido fundada en una causa

personal del acreedor demandado.


Esta disposición no parece que puede hacer compatible con el art 152 de la LOJ, pues

en ella se está admitiendo la extinción de los efectos de cosa juzgada en el perjudicial

para los acreedores.

3.o) Litisconsorcio necesaria

Cuando existe una situación de litisconsorcio pasivo necesario en la relación jurídica

material y a pesar de ello no han sido demandados todos los litisconsortes las dos

soluciones teóricamente posibles carecen de sentido.

1) La sentencia es eficaz y produce cosa juzgada contra todos los Litisconsortes; esto

habrán sido condenados sin hacer oídos ni vencidos en juicio, lo que es contrario al art.

152 de la LOJ y, por tanto no admisible como interpretación.

2) La sentencia es ineficaz pero produce cosa juzgada frente a todos los litisconsortes,

la solución es absurda.

La única solución lógica es que la sentencia ni es eficaz ni produce cosa juzgada frente

a los litisconsortes que no hubiesen sido parte los cuales podrán desconocer su

existencia, y no podrán hacer ejecutados con ese título.

c) Extensión “erga omnes”

En muchos ordenamientos existen algunos supuestos en los que la cosa juzgada se

extiende a todas las personas, porque así es necesario para el correcto funcionamiento

de la justicia y por razones de seguridad jurídica. Se trata de los procesos relativos al

estado civil de las personas.


En este caso si puede producirse la extensión de la cosa juzgada y no simplemente el

de los efectos constitutivos de la sentencia. Este efecto constitutivo llevara a que una

persona sea capaz o incapaz frente a todos incluidos los no legitimados para interponer

la pretensión de incapacitación, pero la cosa juzgada supone además que si una persona

es declarada capaz el efecto vinculante de las sentencias comprende a todos los

legitimados para pedir la declaración de incapacidad, a los cuales podrá oponerse la

excepción aunque no haya sido parte en el proceso anterior.

Si entre dos personas se han obtenido una sentencia declarado el divorcio, el mismo ha

de ser oponible frente a cualquier pues el matrimonio no es algo que puede existir para

unos y no existir para otro. Se es casado o no se es casado; no caben situaciones

intermedias.

23.6.2. Objetivos

Legalmente estos límites vienen referidos en el art. 155 de la LOJ a que entre el caso

resuelto por la sentencia y aquel en que la cosa juzgada sea invocada concurra, identidad

entre las “cosa” la “pretensión” “causa o razón de pedir”. Doctrinalmente el equivalente

de “cosa” es bien jurídico de la vida, petición, petitum; y el de la “causa” fundamentación

causa de pedir, causa petendi con ellos estamos diciendo que cabe de entrada una

remisión al capítulo IV, sin perjuicio de que a continuación tengamos que realizar algunas

matizaciones derivadas de tener en cuenta que objeto del proceso no es lo mismo que

objeto de la cosa juzgada en la integridad de esta.

La tesis común en la doctrina es que la cosa juzgada no se extiende a toda la sentencia,

sino solamente a la parte dispositiva de la misma es decir, al fallo, con lo que se está
diciendo que la cosa juzgada no comprende ni las fundamentaciones fáctica y jurídica de

la sentencia, ni las excepciones alegadas por el demandado, esta tesis si común como

decimos, no se ajusta plenamente a la realidad, la sentencia se absolutoria o

condenatoria, se basa en unas causas determinadas, y estas tienen que quedar incluidas

en la cosa juzgada; esta debe comprender lo juzgado aquello sobre lo que existe decisión

jurisdiccional.

Lo anterior tiene que llevar a concluir que:

1) Las declaraciones contenidas en la sentencia relativas a la existencia o inexistencia

de la relación jurídicas o de situaciones jurídicas que son la base de la condena o de la

absolución, no puede quedar fuera de la cosa juzgada, esas declaraciones son un

conjunto factico y jurídico que no solo sirven para motivar el fallo, sino que determinan

sobre lo que se ha juzgado.

Si en una sentencia se desestima la pretensión de nulidad de matrimonio, no cabe referir

la cosa juzgada únicamente el fallo porque entonces se estarán incluyendo en la cosa

juzgada todas las causas de nulidad cuando el demandante podría haber alegado solo

el motivo 1.o del art. 145 del código civil, la fundamentación de la sentencia servirá aquí

para establecer que la cosa juzgada comprende solo esa causa, por lo que sería posible

un proceso posterior en el que el demandante alegara cualquier otra causa o motivo del

art. 145 no se trata pues, de que la fundamentación de la sentencia sirva para interpretar

o integrar el fallo, sino que forma parte de la cosa juzgada.


Las afirmaciones de existencia o inexistencia de hechos en sentido estricto, que se

contengan en la sentencia en cuanto no integren un conjunto fatico y jurídico, no puede

quedar cubierta por la cosa juzgada.

Estas afirmaciones de hechos son resultados de las admisiones expresas o presuntas,

que realicen las partes, de la prueba legal de confesión, de la confesión ficta, de los

concretos medios probatorios utilizados y aun de la valoración realizada por el juzgador,

es decir, son el resultado de una determinada actividad procesal y, por ello, no podrá

concluirse que la misma fija de modo irrevocable los hechos para un proceso posterior

en el que la actividad procesal podría ser distinta.

3) las excepciones perentorias alegados por el demandado, y aun las que pueden alegar

y no alego, también quedan cubiertas por la cosa juzgada.

Esta conclusión es indudable respecto de las excepciones alegadas, porque sobre ellas

existió contradicción y decisión judicial pero también debe serlo sobre las que pudieren

alegarse y no se alegaron, arriesgo de la cosa juzgada y con ella la posibilidad de

perpetuar el conflicto de modo indefinido, A firma en la sentencia la existencia de una

relación jurídica no podrá alegarse en un proceso posterior, como hechos constitutivos

de la pretensión, los hechos que en el proceso anterior pudieron alegarse como hechos

extintivos, impeditivos o excluyentes.

4) problemas de gran complejidad presentan las pretensiones relativas a pretensiones

periódicas y aquellos en que se reclama solo parte de la deuda sin renunciar al exceso.

Es evidente que si la pretensión se refiere a que se declare la existencia del título

obligacional general y que se condene a pagar el importe de las prestaciones periódicas


vencidas, la cosa juzgada se extiende a la existencia de toda la obligación, pero ¿sería

posible una sentencia que condene a pagar la prestación de un año, para lo que, aun sin

declaración expresa tiene que partir de la existencia de la obligación general, y otra

sentencia posterior en que se absuelva de la prestación correspondiente al año siguiente

partiendo de que la obligación general no existe? Teóricamente la respuesta es

afirmativa.

23.6.3. Temporales

Estos límites deben relacionarse con la causa de pedir y con el momento en que precluye

la posibilidad de realizar alegaciones en el proceso, la sentencia se dicta en

consideración al estado de hechos existen en el momento en que procluyen las

posibilidades de alegación, para lo que debe estarse a cada juicio en concreto, todos los

hechos que ocurrieron hasta ese momento, se alegaron o no por las partes quedan

cubiertos por la cosa juzgada, con ellos hemos determinado lo que podríamos llamar el

día inicial.

Respecto del día final puede afirmase que la cosa juzgada se prolonga indefinidamente

en el tiempo, ello tiene valor en la práctica no con relación a los derechos de crédito de

prestación única que se agotan con su ejecución o están sujetos a la prescripción

extintiva, pero si respecto de los derechos absolutos. Hemos visto así casos en el

derecho comparado en los que se alegó en la actualidad la cosa juzgada formada en un

proceso realizado en el siglo XIX con relación a la propiedad de una abadía

(evidentemente no con las mismas personas, sino con los causahabientes).


La cosa juzgada, pues no desaparece, sino que se mantiene siempre, con todo hay que

tener en cuenta que la relación jurídica sobre la que aquella opera no se mantiene

estática, sino que está sujeta a los nuevos acontecimientos que puedan producirse, los

cuales significara la aparición de una causa petendi nueva y con ella la posibilidad de un

nuevo proceso entre las mismas partes y con la misma petición, no se trata con ello de

que desaparezca la cosa juzgada, sino que en el nuevo proceso no se darán las

identidades necesarias.

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