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10 poemas
famosos
del Siglo de Oro
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La selección y la lectura de los textos son de Pablo Boullosa.

Al fondo de esta página encontrarás su video "Cómo leer


poesía".

(http://www.pabloboullosa.net/libros.html)

1. Ojos claros, serenos...


Gutierre de Cetina (http://es.wikipedia.org/wiki/Gutierre_de_Cetina) murió en Puebla, bajo la ventana de su amante, en un lance de pasión
y celos. Pero lo recordamos sobre todo por estas pocas líneas, que han perdurado durante siglos.

No harías nada mal en memorizarlas.

Ojos claros, serenos,


si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.

00:00 00:34
2. Tres cosas...
Baltasar del Alcázar (http://es.wikipedia.org/wiki/Baltasar_de_Alc%C3%A1zar)no está entre los cinco poetas más famosos del siglo de oro.
Pero sólo porque el nivel de competencia en aquellos siglos era altísimo. He aquí algunas de sus redondillas más graciosas.*

Tres cosas me tienen preso


de amores el corazón:
la bella Inés, el jamón
y berenjenas con queso.

Esta Inés, amantes, es


quien tuvo en mí tal poder,
que me hizo aborrecer
todo lo que no era Inés.

Trájome un año sin seso,


hasta que en una ocasión
me dio a merendar jamón
y berenjenas con queso.

En gusto, medida y peso


no les hallo distinción:
ya quiero Inés, ya jamón,
ya berenjenas con queso.

00:00 00:40

¿Existen platillos que te gusten tanto como la persona que más te gustan? ¿Crees que es solo una broma? ¿Te gusta cómo suenan los
octosílabos? (Gran parte de la poesía popular, como por ejemplo los corridos, está escrita en octosílabos.) Si te interesa un análisis formal
de este poema, puedes encontrarlo aquí (http://users.ipfw.edu/jehle/poesia/trescosa.htm).

3. La más bella niña...


Luis de Góngora y Argote (http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_de_G%C3%B3ngora) tiene la reputación, justamente ganada, de ser uno de los
poetas más complicados del siglo de oro y de todas las épocas. Su intrincada sintaxis, sus constantes alusiones mitológicas e históricas,
sus excesos, no son fáciles de digerir. Pero es capaz, también, de escribir con encanto y sencillez. Prueba de ello es la siguiente letrilla.*
La más bella niña
De nuestro lugar,
Hoy viuda y sola
Y ayer por casar,
Viendo que sus ojos
A la guerra van,
A su madre dice,
Que escucha su mal:

Dejadme llorar
Orillas del mar.

Pues me distes, madre,


En tan tierna edad
Tan corto el placer,
Tan largo el pesar,
Y me cautivastes
De quien hoy se va
Y lleva las llaves
De mi libertad,

Dejadme llorar
Orillas del mar.

En llorar conviertan
Mis ojos, de hoy más,
El sabroso oficio
Del dulce mirar,
Pues que no se pueden
Mejor ocupar,
Yéndose a la guerra
Quien era mi paz,

Dejadme llorar
Orillas del mar.

Váyanse las noches,


Pues ido se han
Los ojos que hacían
Los míos velar;
Váyanse, y no vean
Tanta soledad,
Después que en mi lecho
Sobra la mitad.

Dejadme llorar
Orillas del mar.

00:00 01:08

4. Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba...


Uno de los muchos sonetos famosos de Sor Juana Inés de la Cruz (http://es.wikipedia.org/wiki/Sor_Juana_In%C3%A9s_de_la_Cruz).
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y en tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba.

Y Amor, que mis intentos ayudaba,


venció lo que imposible parecía,
pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.

Baste ya de rigores, mi bien, baste,


no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste

con sombras necias, con indicios vanos,


pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.

00:00 00:48

Si te interesa la vida de Sor Juana Inés de la Cruz, te recomiendo la novela de Mónica Lavín (http://www.monicalavin.com/index.php?
option=com_content&view=article&id=20%3Adiez-reimpresiones&catid=14%3Apublicaciones&Itemid=10&lang=mx) y la película de María
Luisa Bemberg (http://www.youtube.com/watch?v=PTI7H1ohD2M).

5. Vivo sin vivir en mí


El misticismo religioso español nos dejó varias obras poéticas acaso inmortales. Santa Teresa de Jesús
(http://es.wikipedia.org/wiki/Santa_Teresa_de_Jes%C3%BAs), o simplemente Teresa de Ávila, fue una importante reformadora dentro de
la Iglesia católica. Fundó la orden de las carmelitas descalzas, y mantuvo amistad con otro santo y poeta, no menos notable que ella: San
Juan de la Cruz (http://es.wikipedia.org/wiki/San_Juan_de_la_Cruz).*
Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puse en él este letrero:
que muero porque no muero.

Esta divina prisión


del amor con que yo vivo
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!


¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué vida tan amarga


do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga.
Quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.

Sólo con la confianza


vivo de que he de morir,
porque muriendo, el vivir
me asegura mi esperanza.
Muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte,


vida, no me seas molesta;
mira que sólo te resta,
para ganarte, perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero,
que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba


es la vida verdadera;
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva.
Muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.
Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios, que vive en mí,
si no es el perderte a ti
para mejor a Él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.

00:00 02:23

6. Cántico espiritual
Juan de Yepes, San Juan de la Cruz (http://es.wikipedia.org/wiki/San_Juan_de_la_Cruz), fue nombrado en 1952 patrono de los poetas en
lengua española. Como dijimos arriba, mantuvo amistad con Santa Teresa y al igual que ella intentó reformar a los carmelistas y fundó la
orden de los carmelistas descalzos. Tuvo numerosos problemas con las autoridades eclesiásticas y con los poderosos de su época. Sufrió
la cárcel, y allí compuso su poema más famoso, El Cántico espiritual, que, a falta de papel y lápiz en la prisión, escribió verbalmente
mientras iba memorizándolo. Al igual que en el Cantar de los Cantares, el gran poema erótico incluido en la Biblia, en el Cántico espiritual
se establece un diálogo poético entre el Alma y el Esposo.*
Cántico espiritual*

Esposa:

¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.

Pastores, los que fuerdes


allá por las majadas al otero,
si por ventura vierdes
aquél que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.

Buscando mis amores,


iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.

Pregunta a las criaturas:

¡Oh bosques y espesuras,


plantadas por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado!,
decid si por vosotros ha pasado.

Respuesta de las criaturas:

Mil gracias derramando


pasó por estos sotos con presura,
y, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de fermosura.

Esposa:

¡Ay!, ¿quién podrá sanarme?


Acaba de entregarte ya de vero;
no quieras emviarme
de hoy más ya mensajero
que no saben decirme lo que quiero.

Y todos cuantos vagan


de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjame muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo.

Mas, ¿cómo perseveras,


¡oh, vida!, no viviendo donde vives,
y haciendo porque mueras
las flechas que recibes
de lo que del Amado en ti concibes?
¿Por qué, pues has llagado
aqueste corazón, no le sanaste?
Y pues me le has robado,
¿por qué así le dejaste,
y no tomas el robo que robaste?

Apaga mis enojos,


pues que ninguno basta a deshacellos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre dellos,
y sólo para ti quiero tenellos.

Descubre tu presencia,
y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.

¡Oh cristalina fuente,


si en esos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!

¡Apártalos, Amado,
que voy de vuelo!

Esposo:

Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma
al aire de tu vuelo, y fresco toma.

Esposa:

Mi Amado, las montañas,


los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos,

la noche sosegada
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.

...

Allí me dio su pecho,


allí me enseñó ciencia muy sabrosa,
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa;
allí le prometí de ser su esposa.

Mi alma se ha empleado,
y todo mi caudal, en su servicio;
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya solo en amar es mi ejercicio.
...

De flores y esmeraldas,
en las frescas mañanas escogidas,
haremos las guirnaldas,
en tu amor florecidas,
y en un cabello mío entretejidas.

En solo aquel cabello


que en mi cuello volar consideraste,
mirástele en mi cuello
y en él preso quedaste,
y en uno de mis ojos te llagaste.

...

Esposo:

Entrado se ha la esposa
en el ameno huerto deseado,
y a su sabor reposa,
el cuello reclinado
sobre los dulces brazos del Amado.

Debajo del manzano,


allí conmigo fuiste desposada,
allí te di la mano,
y fuiste reparada
donde tu madre fuera vïolada.

...

Esposa:

Escóndete, Carillo,
y mira con tu haz a las montañas,
y no quieras decillo;
mas mira las compañas
de la que va por ínsulas extrañas.

...

Gocémonos, Amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte y al collado,
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.

Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y luego me darías
allí tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día.

7. Miré los muros de la patria mía...


La época del siglo de oro fue estupenda para la literatura, pero para el Imperio Español fue el inicio de una larga decadencia política, social
y militar. Mientras que el resto de Europa, gracias al desarrollo de su técnica, su comercio y su educación, avanzaba a pasos agigantados
y lograría dominar el mundo, España fue encerrándose en sí misma, haciéndose cada vez más pobre, más fanática y más frágil. Francisco
de Quevedo (http://es.wikipedia.org/wiki/Quevedo) dejó constancia del sentimiento de decadencia en el siguiente soneto.

Miré los muros de la patria mía,


si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.

Salíme al campo; vi que el sol bebía


los arroyos del yelo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi casa; vi que, amancillada,


de anciana habitación era despojos;
mi báculo, más corvo y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada,


y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

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8. La vida es sueño
Algunos de los mejores versos de la lengua castellana no nacieron como poemas, sino como diálogos incluidos en obras de teatro. Tal es
el caso de los siguientes versos de Calderón de la Barca (http://es.wikipedia.org/wiki/Pedro_Calder%C3%B3n_de_la_Barca), que forman
parte de lo que es, según el crítico Menéndez y Pelayo, "un drama filosófico", más que una tragedia o una tragicomedia: La vida es sueño
(http://es.wikipedia.org/wiki/La_vida_es_sue%C3%B1o). Reproducimos aquí algunos versos de los monólogos más famosos del siglo de
oro, los que tiene Segismundo en dicha obra.*
¡Ay mísero de mí, ¡ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratais así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo.
Aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido;
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.

Sólo quisiera saber


para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito del nacer),
¿qué más os pude ofender,
para castigarme más?
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
que no yo gocé jamás?

Nace el ave, y con las galas


que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma,
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corre con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma;
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?

***

Sueña el rey que es rey, y vive


con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?

Sueña el rico en su riqueza,


que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí


destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me ví.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son

9. ¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?


Lope de Vega (http://es.wikipedia.org/wiki/Lope_de_vega#Biograf.C3.ADa) llevó una vida llena de contradicciones y extremos. Mantuvo
relaciones ilícitas extramaritales, pero también se ordenó sacerdote. Vivió el favor y el rechazo de la corte; conoció la fama y también la
infamia. Lo mismo escribía un soneto manifestando envidia ante la pulga que había picado el pecho de cierta dama, que comedias que
hacían reír y sufrir a miles de espectadores, que poemas de inclinación claramente religiosa, como el siguiente.

¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?


¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno obscuras?

¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,


pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de mis plantas puras!

Cuántas veces el ángel me decía:


«Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía!»

¡Y cuánta hermosura soberana:


"mañana le abriremos" respondía
para lo mismo responder mañana!

10. A unas piernas


Francisco de Terrazas (http://www.biografiasyvidas.com/biografia/t/terrazas.htm), poeta novohispano, nos dejó uno de los sonetos eróticos
más célebres del siglo de oro. Esta dedicado "A unas piernas", por eso lo de las "columnas" que dan "del bien supremo, claro indicio".
¡Ay basas de marfil, vivo edificio
obrado del artífice del cielo,
columnas de alabastro que en el suelo
nos dais del bien supremo claro indicio!

¡Hermosos capiteles y artificio


del arco que aun de mí me pone celo!
¡Altar donde el tirano dios mozuelo
hiciera de sí mismo sacrificio!

¡Ay puerta de la gloria de Cupido


y guarda de la flor más estimada
de cuantas en el mundo son ni han sido!

Sepamos hasta cuándo estáis cerrada


y el cristalino cielo es defendido
a quien jamás gustó fruta vedada.

* Versiones editadas por PB, para facilitar la lectura.


Que todas las personas que deseen aprender puedan hacerlo.

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