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Golfo de México.- Los olmecas, que comprenden el sur de Veracruz, norte de Tabasco
y los totonacas en la región central de Veracruz.
Maya.- Los mayas, que se establecieron en los actuales Estados de: Chiapas, Quintana
Roo, Campeche, Yucatán y en los países de: Guatemala, Belice, Honduras y El
Salvador.
1
Arqueología Mexicana, Atlas del México Prehispánico, No. 4, Bimestral, Raíces, México, 1999.
pp. 13-19.
6
Los horizontes culturales se clasifican de la siguiente manera:
En este período se da una etapa agrícola, llevando una vida sedentaria, donde las áreas
fértiles eran las óptimas para desarrollar aldeas agrícolas, donde cultivarían: maíz,
calabaza, frijol y chile.
El desarrollo de las artesanías serían unas de las actividades más relevantes como
aportación en cuanto al diseño y acabado, aquí se destacan: la alfarería, cerámica y
modelado de figuras.
2
Bolaños Martínez Raúl, Historia Patria. México, Kapelusz Mexicana, 1974. pp. 20-21.
7
Los olmecas (1200 a 600 d,C)
Los olmecas, como cultura representativa del período preclásico desempeñaron un papel
importantísimo en el progreso de la cultura mesoamericana, por ello se le denomina la
cultura madre en el México precolombino. Uno de estos sustentos como en todas las
demás culturas es el fomento y desarrollo de la agricultura; mejoraron el cultivo del
maíz, así como de otras plantas, tales como: el frijol, el chile y el algodón. Importantes
también fueron sus adelantos en la arquitectura, como son la construcción de casas y
centros ceremoniales; como muestra de esto están las ciudades: La Venta, Tres Zapotes
y San Lorenzo; que serían los centros más destacados.
A pesar de haberse establecido en la zona del Golfo de México, los olmecas tuvieron la
facilidad de extender sus conocimientos y creencias hacia otras regiones, es así que
queda asentada la huella de los olmecas en la zona del altiplano central y en la Costa
del Oceáno Pacífico, con lo que se observa dicho florecimiento cultural-regional.3
Este horizonte tendría como sustento un régimen teocrático, y por lo tanto una clase
sacerdotal que ostentaría el poder político así como el desenvolvimiento de las
manifestaciones sociales y culturales.
Cabe mencionar, que aún existiendo la base teocrática, existía una división social
conformada por jefes militares, nobles y comerciantes enriquecidos, donde tendrían ya
una posición importante los militares, que se vería reflejada en el período siguiente; no
obstante, éstos fungían un papel fundamental para recabar los tributos y vigilar las
fronteras de los pueblos, es importante el perfeccionamiento de su escritura que se
vuelve jeroglífica y teniendo un sistema de numeración vigesimal en forma de barras y
de puntos. En este horizonte, sobresaldrían las culturas: teotihucana, maya y zapoteca y
sus ciudades, como Teotihuacan, Montealbán, Palenque y Tikal respectivamente; se
reacomodarían en otros lugares de Mesoamérica como parte de esa expansión cultural.4
3
Arqueología Mexicana, Atlas del México Prehispánico, No. 4, Bimestral, Raíces, México, 1999.
pp. 20-25
4
Ibidem, pp. 30-31.
8
Los teotihuacanos (300 a 600 d. C.)
Los teotihuacanos conforman la cultura más representativa del período clásico, ya que
tendría una influencia regional en base a la agricultura, comercio, arquitectura,
artesanía, textiles y cerámica. Este esplendor artístico se observó en los palacios
sacerdotales y de gobierno.
Es así, que los teotihuacanos fueron un pueblo culto y que realizaron importantes
aportaciones. Tenían la fama de ser nobles, respetuosos, cultos en su trato personal, y
hacia sus semejantes.
Tanto por sus virtudes como por su organización, el pueblo teotihuacano es uno de los
más interesantes del México antiguo.
5
León Portilla Miguel, Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares. México, FCE, 1961.
pp. 25-26.
9
Los Mayas (320 a 987 d.C.)
El pueblo maya resulta una mezcla de los olmecas, con pueblos venidos del este. Este
pueblo primero habitó en las comarcas del istmo de Tehuantepec para emigrar a la
península de Yucatán, e inició su desarrollo cultural aproximadamente hacia 2000 años
a.C.
Esta cultura es bellísima por forjar adelantos en cuanto al arte, mostrando su gran
ingenio arquitectónico abocado siempre a las ceremonias cívicas y religiosas y a lo
urbanístico; esto permitió tener toda una estructura de estados independientes bien
organizados.
Como parte de sus conocimientos en cuanto a la ciencia, desarrollaron todo una serie de
conocimientos matemáticos y astronómicos, muestra de ello, es su sistema calendárico;
dentro del área maya, que se distingue en tres principales zonas: la zona norte, (que
comprende los estados de Yucatán, Campeche y Quintana Roo) y que consiste en una
planicie calcaria, de suelos semi-áridos y boscosos y una vegetación de chaparral; la
zona central (que comprende la Laguna de Tupilco en Tabasco hasta el Río Ulúa en
Honduras y algunas zonas de Tabasco, Chiapas, sur de Campeche y Quintana Roo,
Belice, Guatemala) y que consiste en una vegetación tropical, sabana, zonas pantanosas
y superficies costeras; y la zona sur, (que comprende algunas zonas de Chiapas,
Guatemala y la porción occidental del Salvador) comprende una vegetación cálida y
fértil presentando cordilleras y bosques de coníferas, lo que permite obtener materiales e
insumos agrícolas.6
Los territorios que habitaron los mayas están sembrados de soberbios monumentos que
forman verdaderas ciudades, prueba de ello son: Palenque, Yaxchilánn Bonampak,
Uaxactún, Piedras Negras, Tikal, Quiriguá (Guatemala) y Copan (Honduras).
Cada una de estas ciudades conservaba sus leyes, su monarca y sus demás clases nobles
y militares que resolvían en común los problemas generales de cada región viviendo
unidos en un solo estado fuerte y progresivo.7
6
G. Morley Sylvanus, La civilización maya. México, FCE, 1961. pp. 23,53.
7
Ibidem, pp. 157-165.
10
No solo Montealbán sería el centro principal religioso, sino político, económico y
administrativo ya que las actividades productivas tendrían su relevancia como fueron:
las artesanías, comercio, caza y pesca; favoreciendo así toda una serie de logros
productivos en las comunidades de la región.
Otro de los avances en que sobresalieron los mixtecos-zapotecas fueron los logros
técnicos y científicos; teniendo una astronomía certera en cuanto a las épocas de cada
año y el uso de la numeración, la geometría, la escritura jeroglífica y la medicina
herbolaria.
Aquí se dan toda una serie de estados sacerdotales y militaristas, provocando una lucha
y pugna de grupos por el poder en lo político, social y económico que al final de
cuentas, quedaría un régimen bélico-religioso con grupos sociales distintivos en los que
encabezarían los sacerdotes, militares, nobles, comerciantes y los macehuales (gente del
pueblo), el gobernante era el jefe supremo ya que tenía la máxima autoridad política,
militar y religiosa.
Una de las características de este período, sería el pago de tributos que consistía en
conquistar a los pueblos vecinos para consolidar el poder y dominio territorial y obligar
a los vencidos a rendir contribuciones en especie, así como a capturar prisioneros para
el sacrificio a los dioses, para lo que se realizaban las guerras floridas.9
8
Séjourné Laurette, Pensamiento y Religión en el México Antiguo. México, FCE, 1957.
pp. 17-18.
8
Ibidem, pp. 25-26.
11
Los toltecas (850 a 1168 d.C.)
Los toltecas florecieron por producto de migraciones de otro gran centro ceremonial que
fue Teotihuacan, asentándose primero en Tollantzinco (Tulancingo, Hidalgo); para
después pasar a Xicocotitlán, donde se llamaría Tollan (Tula).
La capital Tula, se convierte así en el principal centro urbano de mayor importancia del
altiplano central, a través de la conquista de diversos territorios, transformándose en un
extenso imperio.
Llevaría a cabo toda una serie de actividades económicas entre las que destacaron: la
agricultura, la artesanía, la escultura en relieve, la arquitectura, entre otras actividades,
con lo que demostrarían lo que se llamaría tlayoltehuiani, es decir, poner su corazón
endiosado en sus obras.10
Plasmaron los primeros registros y crónicas, los cuales originan las primeras
genealogías de soberanos, caciques y héroes culturales.
Basta mencionar las representaciones de las figuras colosales de los atlantes de Tula,
que representan figuras de guerreros ricamente ataviados.
10
Séjourné Laurette, op.cit. pp. 28-30.
11
Ibidem. p. 31.
12
El simbolismo y la fuerza emanada de su dios Huitzilopochtli, dios de la guerra, que les
hizo tener esa férrea convicción de establecerse de forma permanente, tal como lo
describe el Dr. Miguel de León Portilla:
Llegaron entonces
allá donde se yergue el nopal.
Cerca de las piedras vieron con alegría
cómo se erguía un águila sobre aquel nopal.
Allí estaba comiendo algo,
lo desgarraba al comer.
Cuando el águila vio a los aztecas,
inclinó su cabeza.
De lejos estuvieron mirando al águila,
su nido de variadas plumas preciosas.
Plumas de pájaro azul, plumas de pájaro rojo,
todas plumas preciosas,
también estaban esparcidas allí
cabezas de diversos pájaros,
garras y huesos de pájaros.12
12
León Portilla Miguel, op. cit., p. 42.
13
Cielo), que se apoyaría con la legendaria figura de Tlacaellel; reorganizó el
ejército convirtiéndolo en el más poderoso aparato ofensivo y comandado por el
prestigiado general que emprendió campañas militares hacia diversas regiones
de mesoamérica conquistando la región de Hidalgo y consolidando la
dominación sobre Morelos y Guerrero, para así emprender nuevas campañas con
la intención de enfrentar a los pueblos de Chalco y Amequemecan, que los
sometería en el año de 1465. El imperio mexica se cimentó con su fuerza bélica
y con el sustento de un gobierno y sociedad firmemente organizada.13
La propiedad de la tierra era exclusiva del grupo en el poder, las demás tierras
pertenecían a cada familia para cultivarla. Los principales cultivos eran: el maíz, el
frijol, el chile y el maguey.
Las industrias del vestido y de la construcción eran importantes; prueba de ello, era el
comercio donde su centro principal era la Gran Tenochtitlan; había mercados
permanentes y temporales, además de que los comerciantes aztecas estaban muy bien
organizados formando grandes carabanas con centenares de tamemes (mozos) y
empleados, así como, dentro de esta misma actividad comercial existían los oficios que
eran múltiples, como: carpinteros, pintores, tintoreros, armeros, tejedores, joyeros,
bordadores, alfareros.
Una característica principal sería la educación, esta partiría desde el seno de la familia
donde se enseñaba a los hijos la religión y costumbres; así como el propio oficio que
debían seguir fomentándoles los hábitos de obediencia y respeto. Una de las escuelas se
llamaba calmécac y solo entraban en ella los nobles, y la otra Tepochcalli; que era para
los jóvenes de la clase media y se encontraba una en cada calpulli.15
Los tarascos se establecieron en la región de occidente, que actualmente son los estados
de Michoacán, Nayarit, Jalisco, Guerrero, Guanajuato, Colima y Sinaloa.
Los tarascos de origen nahóa que provenían del norte, llegaron a las orillas del lago de
Pátzcuaro y edificaron poblados con el propósito de vivir del cultivo de sus campos,
aunque sin perder el espíritu y bravura de su raza, ya que eran pueblos aguerridos.
13
Bolaños Martínez Raúl, op. cit pp. 137-142.
14
Vaillant George, La civilización azteca. México, FCE, 1960. pp. 100-102.
15
Vaillant George, op. cit. pp. 97-98.
14
El cultivo del maíz, el chile, el frijol y la pesca; serían las ocupaciones que les
proporcionaban sus medios de vida.
Siendo un pueblo muy unido, el poder recaía en la monarquía, el rey llevaba el título de
caltzontzi esta monarquía era hereditaria apoyada por los nobles. Teniendo un ejército
fuerte e impetuoso llegaron a tener un dominio en toda esta región y fue consolidado
con las constantes guerras que sostenían con los mexicas.
Es así como se contempla el desarrollo histórico de los pueblos que dieron origen a
nuestra cultura y costumbres. Gracias a los legados de información que nos heredaron a
través de los códices que describen los ritos y costumbres, tenemos acceso a conocer
sobre el pasado de las culturas prehispánicas.
15
1.2 LOS CÓDICES: SUSTENTO DE RITOS Y COSTUMBRES DE LAS
CULTURAS PREHISPÁNICAS
Las culturas del México Antiguo, tenían que dejar asentado los testimonios de sus
diversas actividades cotidianas; partiendo desde su génesis hasta el desenvolvimiento de
su historia, a través de costumbres y tradiciones, ya que estas reflejan parte de la
estructura socio-económica y religiosa, junto con un elemento distintivo como el arte,
produciría la respuesta y dejar un legado a las generaciones subsiguientes.
Puesto que los códices como tal designan imágenes o hechos de una manera específica,
por ejemplo: la conquista de una ciudad situada cerca de un lago, se pintaba el lago con
una serie de animales acuáticos, un guerrero y sus compañeros que lo atraviesan. Es por
ende que para dar una mejor explicación tendría que ser por medio de la transmisión
oral prescindida por los sacerdotes.
“No eran libros para todos, constituía una especie de manual para uso exclusivo del
sacerdote, de quien se exigía que mediante la interpretación de los signos figurativos
supiera dar instrucción y directrices en todas las decisivas cuestiones de la vida, tanto en
las religiosas como en las políticas y sociales”.16
Así mismo, en relación al obispo Diego de Landa que dejó sin evidencias documentales
la región maya en Maní, al sur de Mérida:
“Los sacerdotes sacaban los libros y tendíanlos sobre las frescuras que para ellos tenían
entre tanto desleían en un vaso un poco de cardenillo, con agua virgen, que ellos decían
traída del monte, donde no llegase mujer y untaban con ella las tablas de los libros y el
más docto de los sacerdotes abría un libro y miraba los pronósticos de aquel año y
declarábalos a los presentes”.17
1.2.1 Origen
16
Sten María, Las extraordinarias historias de los códices mexicanos. México, Joaquín Mortiz, 1975.
pp. 14-15.
17
Sten María, op. cit., p.25.
16
El itoloca se conjuga con el xiuhamatl que corresponde a: “anales o códices de años”,
esta dicotomía entre transmisión oral (itoloca) e historia (xuihamatl) tendría su
precedente en los antiguos y talentosos toltecas, artífices y poseedores de la tinta negra
y roja, maestros de los colores al aplicarlos, sombrearlos y dibujar las pictografías.
Lo más esencial era perdurar y formar los símbolos y dibujos para explicar de
generación en generación. Los códices eran elaborados a mano por diestros pintores o
escribanos llamados: tlacuiloque o tlacuilo que consignaban los trazos y coloreaban los
papeles del amate o piedras preparadas.18
Apoyados los tlacuilos, por los tlamatinime que serían: “los sabios” en las diversas
formas de conocimiento como lo eran: astronomía, religión, con fines augurales e
históricos, genealógicos, geográficos.
1.2.2 Concepto
Los códices son manuscritos en forma de biombo hechos en papel de amate o piel de
venado en donde se dibujaban con caracteres ideográficos, historias de los pueblos y de
los linajes, delimitaciones de tierras, tributos, ceremonias y escenas de simbolismo
religioso o cosmogónico además de los almanaques adivinatorios (tonalpohualli) que
se describen como “cuentas del destino o de los días”.
Los códices fueron elaborados antes de la conquista, son los llamados prehispánicos y
a los que se hicieron después de la conquista, se les conoce como poshispánicos.
Los estereotipos pictográficos tenían que ser precisos e identificables para determinar
las características de las acciones que se llevarían a cabo, por ejemplo: los reyes de
México usaban diadema, nariguera y manto azul, o bien; una figura humana con color
amarillo representaba el sexo femenino.
18
León Portilla Miguel, Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares. México, FCE, 1961.
pp. 48-50.
19
Galarza Joaquín, Códices Prehispánicos en Arqueología Mexicana, No. 23, Bimestral, Raíces, México,
2002, pp. 7-9.
17
1.2.3 Proceso de elaboración del soporte
Aún en la época colonial se seguían utilizando este tipo de tintes o colores aplicados en
la acuarela y sin utilizar alguna grasa.
Son escasas las fuentes para la elaboración del papel o soporte, aún así queda una
referencia en el año de 1570 por el doctor naturalista Francisco Hernández que dice:
“Se ve hervir una multitud de artesanos que interrumpen la tranquilidad de aquel lugar
fabricando un papel no muy a propósito para escribir o trazar líneas, aunque no deja
pasar la tinta a su a través, pero adecuado para envolturas y muy propio y útil entre estos
indios occidentales para celebrar a sus dioses en su fiestas sagradas, confeccionar
vestuario y adornos funerarios…cortan solo las ramas gruesas, dejando los renuevos; se
ablandan en agua y se dejan remojar durante la noche en los arroyos o corrientes de
agua…al día siguiente se les arranca la corteza y después limpiarla de la cutícula
superior, se extiende a golpes con una piedra plana pero surcada de estrías y que se
sujeta con una vara de sauce doblada en círculo a manera de mango…vuélvese flexible
aquel material se corta luego en pequeños trozos que, golpeados de nuevo por diferentes
lados con otra piedra más plana, se unen fácilmente entre sí; por último se alisan en
hojas de papel de dos *dodrantes (44.36 cm de largo y sesquidodrante 33.27 cm
aproximadamente) aproximadamente de ancho, que imita nuestro papel más grueso y
corriente pero son más compactas y blancas, aunque muy inferiores a nuestro papel más
terso”.20
20
Lenz Hans, El papel indígena mexicano. México, Sepsetentas, 1973. pp. 76-77.
18
El procedimiento buscaba reblandecer en cierto tiempo las cortezas desprendidas de los
árboles para después golpearlas con los mazos de madera o batidores de piedra estriados
dejando las fibras solamente, a estas se les añadiría una goma que se obtenía del
amatzauhtli (amatl, papel y tzauhtli, gluten) formando las fibras sobre una tabla para
golpearlas nuevamente hasta obtener el grueso y textura adecuados acabando con el
alisamiento con otras piedras o pulidores.
Una vez obtenido el papel deseado, se procedía a aplicar una capa blanca de goma para
dar un pulimento con el fin de obtener una superficie tersa y homogénea; esta capa tenía
otra característica peculiar, ya que cuando el pintor o tlacuilo se equivocaba en un trazo
se le imprimía el color blanco encima de este, para obtener de nuevo el papel limpio.
Con la aplicación de estas técnicas los diestros pintores o tlacuilos, se dieron a la tarea
de plasmar sus ideas y costumbres a través de los códices, reflejando en ellos la historia
de los pueblos prehispánicos. Estos testimonios han permitido a la humanidad conocer
la ideología, la división geográfica, los ritos y costumbres religiosos que ejercieron
dichos pueblos.
21
Enciclopedia de México. Tomo 10, México, Editora Mexicana, 1978. p.130.
19
1.3 VALOR PATRIMONIAL DE LOS CÓDICES EN MÉXICO Y EN EL
EXTERIOR
Los códices reflejan la vida cultural, política, religiosa y social de los pueblos
mesoamericanos manifestándose por medio de ellos sus costumbres y ritos, permitiendo
así la plenitud de estos factores sociales.
Todo el despliegue de las imágenes que interpretan y cada una de estas con su valor
simbólico único y representativo junto con la variedad cromática, manifiesta una
apreciable belleza estética incomparable con otros textos antiguos de la historia de la
humanidad.
Al observar detenidamente las figuras expresadas en los códices se dará uno cuenta de
la delicadeza, sutileza y precisión de lo trazos y los colores que muestran una magnífica
ornamentación en ellos. El valor de los códices empezaría después de la conquista, con
el afán de averiguar y entender las prácticas de los pueblos indígenas, así mismo para
conocer y administrar las tierras conquistadas se permitió seguir elaborando estos
soportes; prueba de ello serían la empresa que iniciarían las órdenes religiosas que
buscaron un acercamiento y entendimiento entre ellos y las costumbres indígenas,
plasmando así las connotadas averiguaciones y relaciones que harían Fray Toribio de
Benavente “Motilinia” con su “Historia de los Indios de la Nueva España”, Fray
Bernardino de Sahagún con la “Historia General de las Cosas de la Nueva España”,
Fray Jerónimo de Mendieta con la “Historia Eclesiástica Indiana” y Fray Juan de
Torquemada y con su “Monarquía Indiana”.22
Estos frailes franciscanos utilizaron los códices para realizar sus obras, permitiendo la
costumbre de hacer y registrar hechos por medio de pictografías plasmando el
testimonio y la memoria indígena hasta nuestros días.
Por otro lado y como parte de la evangelización y enseñanza educativa los frailes
impartieron las materias de artes y oficios en las escuelas dando como consecuencia que
aprendieran el arte europeo de aquel tiempo; de tal forma que el arte de la pintura de los
códices durante el siglo XVI tuviera pictografías con estilo europeo mezclado con el
estilo prehispánico demostrando otra forma más del sincretismo cultural de estas
culturas.
A este tipo de expresión artística se le conoce como “arte tequitqui”, que es la
manifestación artística europea elaborada con mano indígena; esto es el arte europeo a
la manera indígena.
22
Escalante Gonzalbo Pablo, Los Códices. México, CONACULTA, 1997. p. 26.
20
Los códices son un medio prominente en el ámbito cultural entiéndase por su arte y su
valor histórico, que florecen como un testimonio legítimo de las culturas prehispánicas,
respetados y considerados como un soporte vital dentro de la descripción y continuidad
de la Historia Universal y de una herencia patrimonial para futuras generaciones.23
1.3.1 Difusión
Los medios con los cuales se puede consultar el contenido de los códices es
principalmente por medio de la publicaciones que hacen las casas editoriales o
instituciones de investigación cultural y científica como es el caso de National
Geographic, Time Life, o por las instituciones que los custodian utilizando una
reproducción fidedigna de las imágenes por medios digitales que utilizan guías en
cuanto a los colores y trazos para una mejor reproducción. En el caso de México la
revista Arqueología Mexicana cuya editorial es Raíces se ha encargado de publicar en
sus ediciones especiales “La Matrícula de Tributos” y el códice “Fejérvary Mayer “que
también tiene el título de La Ruta de los Pochtecas.24
23
Escalante Gonzalbo Pablo, op.cit. p.29.
24
León Portilla Miguel, “El Tonalamtl de los Potchtecas” en Arqueología Mexicana, 2005 No. 18,
Bimestral Raíces, México, Mayo 2005, pp. 8-10.
21
Otra editorial destacada que ha mantenido la intención de divulgar el tema de los
códices ha sido el Fondo de Cultura Económica, todas las obras publicadas han sido
revisadas bajo la dirección de connotados expertos en el tema como son: el Dr. Miguel
León Portilla, Alfonso Caso, Román Piña Chan, Eduardo Matos Moctezuma, entre otros
destacados especialistas, que participan incesantemente en nuevos trabajos de la
Historia Antigua de México.
22
Códice Borgia
23
CAPÍTULO 2
UBICACIÓN, CONDICIONES DE CONSERVACIÓN Y
CARACTERÍSTICAS DE LOS CÓDICES
Actualmente los libros mesoamericanos o códices que existen, no llegan a ser más de
veinte y se localizan dispersos; no obstante se encuentran conservados sobre todo en
bibliotecas y museos del Vaticano, Italia, Austria, Alemania, Francia, Inglaterra y en
parte mínima México; la mayoría son conocidos por nombres de ciudades europeas y
apellidos europeos.25
25
Ojeda Díaz Ma. de los Angeles, Códices Prehispánicos en Arqueología Mexicana, No. 23, Bimestral,
Raíces, México, 2002. p. 54.
26
Ibidem, p.13.
24
• Códice Colombino.- Su nombre se originó por una dedicación a Cristóbal
Colón. Está clasificado con el número 3.530 en la colección de la Biblioteca del
Instituto Nacional de Antropología e Historia, de México.
CÓDICES MAYAS
CÓDICES MEXICAS
27
Jansen Maarten, Códices Prehispánicos en Arqueología Mexicana, No. 23, Bimestral,
Raíces, México, 2002. pp. 14, 45.
28
Ibidem, pp. 14-15.
29
Betancourt Mohar Luz Matía, Códices Prehispánicos en Arqueología Mexicana, No. 23, Bimestral,
Raíces, México, 2002. pp. 60-63.
25
Desde la llegada de los españoles, se empiezan a dispersar los manuscritos indígenas
tradicionales. Los que se salvaron de las destrucciones o saqueos se consideraron como
presentes valiosos así como los que fueron regalos se mandaron a Europa para agradar
al emperador y a los nobles protectores de los conquistadores. Es así que en la época
colonial adquiere un valor lucrativo, ya que se empiezan a ver como objetos de
curiosidad. Por el interés económico, son sustraídos de los repositorios regionales y
centrales y vendidos como si fueran propiedad privada, por ende, los coleccionistas
europeos fomentaron e incrementaron la búsqueda de las “pinturas” y “libros de
caracteres” indígenas para comprarlos.30
En los siglos XVII y XIX creció la demanda de objetos valiosos y exóticos y tuvo lugar
el éxodo de los documentos indígenas desde los pueblos autóctonos y los archivos
virreinales hacia países europeos como España, Italia, Austria, Inglaterra, Alemania y
Francia.
30
Galarza Joaquín, Códices Prehispánicos en Arqueología Mexicana, No. 23, Bimestral, Raíces, México,
2002. p.12.
31
Galarza Joaquín, op cit. p. 12.
26
2.2 CONDICIONES DE CONSERVACIÓN
Aún con este afán, los códices, al pasar por largas travesías y ser poseídos por
coleccionistas, investigadores y hasta usurpadores, terminaron en manos de
instituciones culturales en su mayoría europeas para ser definitivamente custodiados y
preservados en ellas.
Es así que las universidades y bibliotecas en este caso y sobre todo en las europeas, se
han dado a la tarea de publicar toda una serie de catálogos provistos con información
fidedigna y en forma oportuna para la investigación, de este tipo de soporte
mesoamericano.
Para tener las condiciones de conservación óptimas son plausibles estos sistemas de
reproducción, ya que en primera instancia cumplen el objetivo de no dañar más el
soporte original, considerando que los códices en su mayoría tienen más de cuatro o
cinco siglos de existencia y su contenido puede aún más deteriorarse por los trazos o
colores plasmados en el papel.
Otra medida u opción ha sido el contar con los medios de preservación idóneos; como
es en el caso de contar con una estabilización que permita una limpieza superficial, una
confección y colocación de guarda o el empleo de cajas y además de un tratamiento que
a través de un análisis, busque el deterioro del soporte y sus causas, teniendo así una
posible restauración. Así mismo los códices se encuentran en áreas de almacenamiento
con condiciones de temperatura y humedad constantes y adecuadas para la estancia del
hombre y del soporte mismo.
32
Escalante Gonzalbo Pablo, Los Códices. México, CONACULTA, 1997. p. 27.
27
Chalchiutlicue, la diosa del agua viva, Códice Borbónico
El registro del tiempo en las culturas prehispánicas era primordial para el desarrollo de
sus actividades religiosas, económicas, sociales y en general de la vida prehispánica.
Los códices eran un importante apoyo para los sacerdotes, magos, sociedad y la
nobleza, pues en ellos plasmaban los registros de tiempo, lo que les servía para indicar a
la población los mejores momentos para la agricultura, la guerra, el comercio o incluso
sus actividades cotidianas.
28
En la concepción nahua existen esencialmente dos calendarios que permitían el control
del tiempo:
El primero, que es el llamado xiupohualli o xuhuitl que significa “cuenta de los años o
año solar” este estaba dividido en 18 meses que tenían 20 días, que haciendo la
multiplicación resulta: 20 x 18 = 360 días, de los cuales se agregarían un período extra
de 5 días llamados nemontemi que eran considerados como días tristes o de desgracias.
Cada mes tendría su valor propio para cada celebración de un dios determinado con sus
distintos y peculiares ritos que duraban los 20 días del mes.33
Este calendario por lo mismo poseía veinte glifos característicos que se combinarían
con los 13 numerales que son los siguientes: Cipactli-lagarto, Ehécatl-viento, Calli-
casa, Cuetzpallin-lagartija, Cóatl-serpiente, Mázatl-venado, Tochtli-conejo, Atl-agua,
Itzcuintli-perro, Ozomatli-mono, Malinalli-hierba, Ácatl-caña, Océlot-tigre, Cuautli-
águila, Cozcacuahtli-zopilote, Ollin-movimiento, Técpatl-pedernal, Quiáhuitl-lluvia,
Xóchitl-flor.35
Cabe destacar que 4 de los 20 signos ya mencionados se usaban para representar los
años del ciclo básico de 52 años llamado, xuihmopilli que significa “atadura de años”
que permitía una renovación de los años; estos eran: Acatl-caña, Técpatl-pedernal,
Calli-casa y Tochtli-conejo. Es decir, que el conjunto de los 13 numerales o días por
estos 4 signos, da el resultado de 52 años (13 x 4 = 52) es así que cada 52 años volvían a
empezar lo 2 calendarios tanto el Xiuhpohualli (año solar) como el Tonalpohualli
(cuenta de los destinos o días).
33
León Portilla Miguel, “El Tonalamtl de los Potchtecas” en Arqueología Mexicana, 2005 No. 18,
Bimestral Raíces, México, Mayo 2005, p. 11.
34
León Portilla Miguel, Códices los antiguos libros del Nuevo Mundo. México, Aguilar, 2003. pp. 76-77.
35
Ibidem, p. 65-67.
29
Calendario Tonalpohualli, Cuenta de los Destinos
30
Los 20 signos de los días de los Aztecas
31
2.3.2 LA REPRESENTACIÓN DE NÚMEROS
La civilización azteca, el estudio de los números en los códices representa una idea
precisa con lo cual su base para contar sería el 20 como lo menciona el doctor León
Portilla: “Al que designaban en náhuatl cempoalli que significa una cuenta, tratándose
pues de un sistema vigesimal, resultan de fundamental importancia los siguientes
números del 1 al 19, el 20 y las varias veintenas; el 400, que es producto de 20 x 20; y
el 8000, que viene a ser producto de 20 x 20 x 20”.38
Para señalar esta base vigesimal se tendrían que aplicar signos específicos como es el
caso de la numeración náhuatl: “Su sistema numérico era vigesimal. Los aztecas
contaban por veintenas como nosotros contamos por decenas...los aztecas usaban una
pantli que significa bandera para indicar 20, repitiéndola para representar cantidades
hasta 400 que era llegar al infinito; en tanto que un signo representado por un abeto que
significaba “numeroso como el cabello” expresaba 400 (20 x 20); la siguiente unidad
8000 (20 x 20 x 20) se indicaba por un xiquipilli que significa costal, en razón del
contenido casi incontable de granos de cacao que pueden caber en un saco.”39
Así mismo de este sistema numérico cabe mencionar que para abreviar o bien para
demostrar fracciones de las cantidades se sombreaban los glifos para designar, una
cuarta parte, la mitad o tres cuartas partes. Así por ejemplo, la bandera que equivale a
una veintena si estaba sombreada u oscura a la mitad refería la mitad de la cantidad o en
el caso de la bolsa o costal, que equivalía a 8000 para representar 2000, 4000, 6000 se
sombreaba únicamente un cuarto, un medio o tres cuartas partes.
36
G. Morley Sylvanus, La civilización maya. México, FCE, 1961. pp. 290-291.
37
Ibidem, pp. 309-311.
38
León Portilla Miguel, Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares. México, FCE, 1961.
p. 54.
39
Vaillant George, La civilización azteca. México, FCE, 1960. pp. 193-194.
32
Para cerrar este apartado, vale la pena citar al importante investigador Manuel Orozco y
Berra con respecto al sistema numérico:
“Indudablemente menos perfectos que las cifras arábigas, no ceden su lugar distinguido
ante otros caracteres de los pueblos antiguos. Su combinación, para nosotros, resulta
más clara y científica que la de los números romanos”.40
40
León Portilla Miguel, op. cit. p. 55.
33
Sistema numeral de los Aztecas
34
2.3.3 LA REPRESENTACIÓN PICTOGRÁFICA E IDEOGRÁFICA
La clase pictográfica e ideográfica, van de la mano ya que las dos están sustentadas y
plasmadas por objetos que a su vez sugerían otros objetos y por las imágenes que son
las más generalizadas y las más formales, dentro de los códices.
Tal como lo dice el doctor Morley: “La escritura pictórica o representativa, en la cual se
necesita trazar un dibujo de la idea que se trata de expresar. Por ejemplo una cacería de
venado se representa pintando un ciervo y un hombre que le arroja una lanza. En este
sistema no entra para nada la imaginación y el dibujo dice cuanto hay que decir. Es lo
que se ha llamado escritura pictográfica”41
Por ejemplo, los glifos que producían los pintores (tlacuilos), los realizaban con una
agilidad y pericia estos eran las canchas del juego de pelota (tlactli), de las casas (calli),
los montes (tepetl), la silla real en la que estaban sentados los señores reales (icpalli)
una piedra (tetl), entre otros; con ello facilitaban y apoyaban a la identificación de lo
mensajes en los códices.
“Los nahuas poseían ideogramas para representar conceptos metafísicos, tales como el
dios (téotl) simbolizado por el sol, el movimiento (ollín), la vida (yoliliztli), etc. Tenían
así mismo símbolos para indicar la noche, el día, el cielo, la estrella que era
representada por un ojo; una fila de huellas, de pies significa un camino. También los
colores tenían un significado simbólico, el negro era la noche y la muerte, y algunos de
los dioses, representados en los códices como Tezcatlipoca (espejo humeante) o
Mictlantecutli (señor de los muertos), así como los sacerdotes estaban pintados de
negro.
41
G. Morley Sylvanus, op. cit. p. 290.
42
Sten María, op. cit. pp. 21-22.
35
“Los tlacuilos (pintores-escribanos) desglosaban o integraban glifos de acuerdo a sus
propios conceptos gráficos es por ello la diversidad interpretativa en cuanto a trazos y
colorido en las imágenes.
En las imágenes de dioses, aparecen conjuntos de glifos combinados que no solo sirven
para identificar a una o más entidades divinas; los atributos o emblemas representan
palabras clave que se utilizaban o daban pie para la elaboración de un texto que
recitaban los tonalpouhque (especialistas) de acuerdo con su tradición.
43
Reyes García Luis, Códices Prehispánicos en Arqueología Mexicana, No. 23, Bimestral, Raíces,
México, 2002, p. 33.
36
Xochiquetzal, la diosa de la belleza y amor, Códice Borgia
37
2.3.4 LA REPRESENTACIÓN FONÉTICA
“La escritura fonética, en que los caracteres empleados han perdido toda relación de
semejanza o asociación mental con los objetos que representan y únicamente denotan
sonidos. Los signos usados en este sistema ya no representan imágenes, ni siquiera
ideas; son enteramente ajenos a cualquier intento de representación real; representan
sonidos y cuando se les usa en combinación entre sí denotan solamente combinaciones
de sonidos. Puede dividirse, además, la escritura fonética, en escritura silábica y en
escritura alfabética.
En la primera, los caracteres representan sílabas, o sean sonidos compuestos, más bien
que sonidos simples mientras que en la segunda los caracteres, o letras, representan cada
uno un sonido simple”.44
Así mismo, el doctor León Portilla menciona algunos principios generales sobre este
modo de escritura:
La escritura fonética náhuatl llegó a poseer plenamente caracterizados con unos cuantos
rasgos: a) glifos silábicos en general; b) glifos monosilábicos que representaban prefijos
o sufijos, te- (referencia a alguien o a algunos), -tlan (locativo), -pan (encima de...); c)
glifos que representaban letras, concretamente, la a como resultado de la estilización del
glifo pictográfico de a-tl (agua); la e del glifo de e-tl (frijol) y la o del de o-tli
(camino)”.45
Considerando todas las formas de escritura junto con sus glifos pictográficos,
ideográficos y numéricos, dejarían asentado para la memoria todos sus acontecimientos
de la vida mesoamericana.
Los códices y los valores que contienen a través de sus elementos representativos o
glifos, tuvieron una función social de gran preponderancia en cuanto a su temática
principal.
44
G. Morley Sylvanus, op. cit. p. 291.
45
León Portilla Miguel, op. cit. pp. 60-61.
38
Prueba de ello era el apego a su calendario religioso o tonalpohualli el cual señalaba las
fiestas de sus dioses acompañados de los ritos que encubrían a estos; así mismo servía
de vaticinio para determinar el futuro de un recién nacido, señalar las fechas propicias
de las ceremonias religiosas y el emprender actividades cotidianas tan importantes como
la agricultura y el comercio favorablemente.
Estos libros sagrados contribuían a tener un cálculo exacto y colectivo a través de sus
registros de numeración, lo que permitía determinar la propiedad colectiva y el
aprovechamiento familiar, agrícola como también el usufructo comercial.
Es por ello, que asentando sus trazos y glifos se convierten hoy en día en fuentes
históricas primordiales, estableciendo así la visión indígena unificando la belleza y
sutileza artística con la ciencia y técnica que nos hace saber, apreciar y reconocer
nuestras más intrínsecas y tradicionales raíces.
39
La representación fonética
40
CAPÍTULO 3
DESCRIPCIÓN DE TIPOS DE CÓDICES
En este capítulo se presenta una tipología de códices prehispánicos clasificados en
cuatro grupos, los cuales han sido estudiados por célebres investigadores, quiénes
describen sus características y contenido.
En el primer grupo se ubican los códices del grupo Borgia, que muestran los rituales y
misticismo religioso del mundo prehispánico; el segundo grupo se refiere a los códices
del grupo Mixteco o Nutall que narran la información histórica donde se hace mención
de las genealogías y acontecimientos sociales más relevantes con el fin de plasmar su
legado y destacando nacimientos, guerras, matrimonios y conquistas; por mencionar
algunos aspectos de la cultura mixteca.
En el tercer grupo se ubican los códices mayas, que describen la visión que tenían en
torno a sus deidades y que hacen mención del uso de la astronomía, rituales y sistema
calendárico, para que con esto pudieran obtener augurios y profecías benignas o
malignas.
Finalmente, en el último grupo se hace mención, del grupo de códices nahuas o mexicas
que describen su origen, la vida económica, política; acompañados de su concepción
religiosa en la cual se hace mención de sus rituales y el uso del calendario para los
presagios.
Los códices como testimonios de la vida mesoamericana tienen en cada una de sus
imágenes una refinación y expresividad de índole sagrada ritual y religiosa, como es el
caso de los denominados códices del grupo Borgia: Códice Borgia, Códice Vaticano B,
Códice Cospi o Bolonia, Códice Fejérvary- Mayer y Códice Laud.
46
Gutiérrez Solana Nelly, Códices de México. México, Panorama, 1998. pp. 25-26.
47
Ibidem, p. 27.
41
Su trabajo es considerado meticuloso y siendo él un experto en lingüística y
Arqueología, comenzó adquiriendo la información de las fuentes primordiales, en este
caso de los conquistadores españoles y los trabajos documentales realizados después de
la Conquista.
Seler menciona: “Son libros de vaticinio, libros de suerte y ventura que tratan de los
diferentes periodos del tiempo y sus divisiones sobre todo del Tonalpohualli y sus
secciones, según su significación mitológica o religiosa, y según las deidades que los
regían. Eran instrumentos del adivino que le permitían conocer la influencia de
determinado día o de otro espacio de tiempo con respecto a determinada acción
proyectada”.48
Otro investigador que contribuyó a los estudios sobre el grupo Borgia, fue el alemán
Kart Antón Nowotny; este realizó una obra bajo el título: “Pintura, manuscritos
mexicanos con imágenes, estilo y contenido” (1961), lo más relevante de este trabajo es
el haber tenido como fuente documental a Fray Juan de Córdova quién había publicado:
“El arte del idioma zapoteco” en 1578, por ende, Nowotny retoma dicha obra y deja ver
los elementos calendáricos que son: Dioses, seres humanos, animales y plantas; del
Tonalpohualli que son los que transmiten y se conjugan entre sí para expresar las
concordancias de los rituales, ciclos astronómicos y pronósticos de acontecimientos
divinos y/o humanos de las culturas prehispánicas.49
Las características que permiten una homogeneidad del grupo, es que son de origen
prehispánico, presentan formato de biombo y fueron elaborados en piel curtida de
animal, seguramente de venado, con una fina capa de estuco alisado y pulido a manera
de revestimiento con el fin de corregir las irregularidades del material. Sobre esa capa se
aplicaron con finos pinceles, las imágenes fueron iluminadas con colores de origen
vegetal, mineral y animal disueltos en agua.
Códice Borgia
48
Gutiérrez Solana Nelly op. cit. p. 27.
49
León Portilla Miguel, Códices Prehispánicos en Arqueología Mexicana, No. 23, Bimestral, Raíces,
México, 2002. pp. 20-21.
50
Sten María, Las extraordinarias historias de los códices mexicanos. México, Joaquín Mortiz, 1975.
pp. 81-82.
42
Este códice cuenta con 39 hojas, de las cuales 38 están pintadas en ambos lados, y sus
medida son de: 27 x 26.5cm y de largo total mide 1.027 a 1.034 cm. aproximadamente;
se encuentra plegado a manera de biombo. El contenido de este códice está abocado al
calendario adivinatorio de los 260 días, es decir el Tonalpohualli y su referencia al
nacimiento de los dioses, en especial a los dioses Quetzalcóatl, el dios bueno y su
hermano Xólotl el dios malo, dejando de manifiesto la dualidad entre el bien y el mal y
al dios Tezcatlipoca que está representado en la totalidad del códice.51
Desde el año 1596 este códice está custodiado en la Biblioteca Vaticana de Roma
desconociendo la historia de cómo llegó a Europa. El estudio de este códice ha pasado
por tres notables investigadores, el primero de ellos fue el Barón Alexander von
Humboldt quién dio una difusión de este códice en el año de 1810. Por otra parte otros
dos estudios se deben a los ya citados Eduard Seler, quién dio un estudio de este códice
en 1902 y Nowotny en 1961, da una interpretación del códice Vaticano B.54
Son 28 las secciones que conforman el contenido de este códice, todas ellas
relacionadas al calendario de los augurios o destinos Tonalpohualli. Aborda las 20
trecenas como parte del calendario, así como las deidades asociadas a ellas; también
aparecen varias series de dioses en su participación a las direcciones del mundo, o bien
a los cuatro puntos cardinales.
51
Ojeda Díaz Ma. de los Angeles, Códices Prehispánicos en Arqueología Mexicana, No. 23, Bimestral,
Raíces, México, 2002. pp. 52-53.
52
Escalante Gonzalbo Pablo, Los Códices. México, CONACULTA, 1997. pp. 46-47.
53
Galarza Joaquín, Códices Prehispánicos en Arqueología Mexicana, No. 23, Bimestral, Raíces, México,
2002. pp. 14-15.
54
Gutiérrez Solana Nelly, Códices de México. México, Panorama, 1998. pp. 45-47.
43
Códice Cospi o Bolonia
El códice Cospi, como en los demás códices del grupo Borgia, su contenido versa sobre
el tema calendárico-ritual, ya que contiene el Tonalpohualli que permite los presagios
de los días; las imágenes plasmadas en el códice tienen una precisión en los trazos y los
colores. En este manuscrito los dioses tienen un papel preponderante, ya que los dioses
son los reguladores del origen del cosmos y de los días buenos y malos; así se pueden
observar al dios Tlahuizcalpantecuhtli, que es la diosa Venus o bien, una de las
advocaciones de Quetzalcóatl, que es la regidora de los ciclos augurales, y ligada a los
ritos que hacían los antiguos mexicanos para su retribución por los favores que recibían
estos. Otros dioses que son reconocibles en este manuscrito y que tienen una mayor
trascendencia, son: Chalchiuhtlicue, la diosa del agua, Centeotl, la diosa del maíz,
Tonatiuh, el dios solar, Tezcatlipoca, el dios humeante que se distingue por tener una
perforación en una de sus orejas portando un hueso, Mictlantecuhtli, el dios de la
muerte que siempre aparece en forma calavérica, Tláloc, el dios de las aguas y de las
lluvias y Tlazoltéotl, diosa del amor.
Todos estos dioses tienen una interacción para la creación del cosmos y los pilares para
el mantenimiento de los ciclos temporales y los movimientos de los astros, así como
también de la creación de los cuatro puntos cardinales; una de sus principales
connotaciones era el de distinguir y saber los caminos que ofrecían los dioses a la
sociedad mesoamericana.
Recibe este nombre por quiénes fueron sus primeros poseedores, en primera instancia
fue: Gabriel Fejérvary quién era un coleccionista húngaro, y al morir dejó sus bienes a
su sobrino Franz Pulszky, este se llevó la colección a Inglaterra y por falta de dinero fue
vendiendo la colección, hasta que el inglés Joseph Mayer compró el manuscrito que
después lo donaría al museo de Liverpool (Inglaterra) en 1867.56
55
Gutiérrez Solana Nelly op. cit. pp. 73-76.
56
León Portilla Miguel, “El Tonalamtl de los Potchtecas” en Arqueología Mexicana, 2005 No. 18,
Bimestral, Raíces, México, Mayo 2005, pp. 8-9.
44
El códice muestra una gran sutileza por los trazos y armonía en los colores, por lo cual
las imágenes son de gran apreciación estética, este manuscrito constituye un manual en
que se registran diversas formas de cómputos asociados al calendario sagrado
astrológico de 260 días, es decir el Tonalpohualli y sus interrelaciones con el universo
de los dioses y los rumbos del mundo con sus señalaciones de rituales y ofrendas que
debían llevarse a cabo.57
El códice Máyer, era consultado en aquellos tiempos por los pochtecas o mercaderes,
este les servía para sus rituales y para a su vez escoger los días que eran propicios para
sus viajes, aperturas de mercados, retornos y banquetes.
Las deidades que aparecen y ocupan un lugar especial, son: Tezcatlipoca, el dios
humeante, Mictlantecuhtli, el dios de la muerte, Xuihtecuhtli, señor del año o señor
precioso, Ehécatl-Quetzalcóatl, dios del viento, Chalchiuhtlicue, la diosa del agua,
Xochipilli, dios de las flores, Xochiquétzal, diosa de la belleza y del amor, Cinteotl, el
dios del maíz, Tlazoltéotl, diosa del amor, Mayáhuel, diosa del maguey y Cihuacóat,
diosa madre mexica.58
Códice Laud
El códice Laud tiene notable similitud con los códices Borgia y Fejérvari Máyer por el
contenido religioso y ritual, contiene 24 páginas pintadas por los 2 costados de las
cuales 2 páginas están adheridas a las cubiertas que son de piel; el tamaño de sus hojas
son pequeñas pues miden 15.7 x 16.5 cm. teniendo una extensión de 398.4 cm. y se
encuentra a manera de biombo.
La historia de este códice refiere que probablemente fue llevado a Inglaterra por el
príncipe de Gales, cuando se trasladó a España en 1623 para conocer a la que iba a ser
su prometida, y el códice que fue un obsequio real al príncipe, quien a su vez, lo
obsequió al arzobispo de Canterbury, William Laud (1573-1645) y en aquella época se
pensó que el manuscrito era de la cultura egipcia y se le imprimió la nota sobre el
códice: Liber Hieroglyphicorum Egiptiorum.59
El manejo de este manuscrito, debió ser utilizado exclusivamente por los sacerdotes
conocedores de la antigua religión, que reconocían y manejaban las imágenes plasmadas
en el manuscrito; el códice alude a la fortuna de los signos del Tonalpohualli y sus
combinaciones como parte de los presagios que tendrían una acción relevante para el
desarrollo de las actividades, religiosas y de los rituales que con ellos cumplían las
culturas mesoamericanas.
57
León Portilla Miguel, Códices los antiguos libros del Nuevo Mundo. México, Aguilar, 2003. pp. 135-
136.
58
Ibidem, p. 70.
59
Sten María, Las extraordinarias historias de los códices mexicanos. México, Joaquín Mortiz, 1975.
pp. 89-90.
45
contraparte del señor de los muertos y quién será el portador de la esperanza y la
abundancia, Tlazoltéotl, diosa del amor, y que aquí tiene una participación en torno a la
fecundidad de la tierra y a la vez tiene elementos simbólicos referentes al sacrificio y a
la guerra en unión con Mictlantecuhtli, señor de los muertos. Las interpretaciones de
estas imágenes permitían acordar sobre la fortuna de los matrimonios según los signos
calendáricos de los contrayentes.60
Los códices mixtecos describen la historia de los señoríos mixtecos, y en estos se puede
percibir los nacimientos, casamientos, muertes, guerras y conquistas. El eminente
arqueólogo Alfonso Caso menciona al respecto: “Los indígenas de México y de toda
Mesoamérica, poseían una verdadera vocación histórica y relataban y escribían historia.
Llamaban los mixtecos Naandeye a sus códices, que escribían para memoria de lo
pasado; deseaban, como nosotros, saber los antecedentes de lo que sucedía entonces; se
interesaban por conservar por escrito sus peregrinaciones, sus conquistas, los nombres y
hazañas de sus caudillos y las genealogías de sus reyes, en suma escribían historia”.61
Dentro de los señoríos mixtecos, se pensaba que descendían de los dioses, es por ello,
que en los códices mixtecos hacen referencia al origen de los primeros gobernantes de
las dinastías reinantes de la mixteca. Es así, que en las imágenes de estos códices se
perciben la descendencia del cielo, de los árboles, y otros que emergen de la tierra; esto
lo corroboran los escritos de frailes españoles como: Gregorio García, Francisco de
Burgoa y Antonio de los Reyes, que mencionan los mitos que corresponden a lo
plasmado en los códices.62
Cabe señalar, que la información histórica que resguardan estos manuscritos se deben a
la meticulosa investigación e interpretación que han manifestado los estudiosos del
tema; para ello mencionaré a dos destacados investigadores; uno es Zelia Nutall como
60
Escalante Gonzalbo Pablo, Los Códices. México, CONACULTA, 1997. pp. 48-49
61
Gutiérrez Solana Nelly, Códices de México. México, Panorama, 1998. pp. 81-82.
62
Ibidem, pp. 83-84.
46
precursora del estudio de este grupo y Alfonso Caso como prolífico estudioso de los
códices prehispánicos.
En el caso de Alfonso Caso, sus investigaciones sobre los códices mixtecos datan de los
años cuarenta y continuarían hasta poco antes de su muerte en 1970, apoyándose de la
relación de Teozacualco, documento que se hizo a petición de Felipe II en el año de
1579, para conocer sus territorios. Así, en esta relación geográfica y sobre todo en el
mapa que la acompañaba, Alfonso Caso empezaría el desciframiento de los códices
mixtecos, ya que en este mapa hay imágenes con glifos y explicaciones escritas en
castellano que favorecieron para ubicar en tiempo y espacio los sucesos que registran
los códices mixtecos. Con este apoyo estudió los códices Vindobonense en 1951,
Bodley en 1960, el Selden en 1965 y el Colombino en 1965.64
Los comentarios de Caso abordan el universo de los mixtecos, a través del extenso
colorido de sus pinturas y glifos; la historia de la nación mixteca registrada con fechas
precisas, que están identificadas con glifos calendáricos, así como los nacimientos y
muertes, matrimonios, fiestas y guerras. Su obra póstuma: Reyes y reinos de la mixteca
escrita en 1979, ofrece la visión en conjunto de la historia mixteca desde el siglo VIII
d.C. hasta los años después de la Conquista.65
La obra de Alfonso Caso ha sido y será uno de los valuartes históricos, que contienen
aportaciones científicas y humanas del México prehispánico, que estaban ocultas y
gracia a el se ofrece la visión del mundo antiguo.
Códice Nutall
El códice Nutall tiene un contenido histórico que consta de 47 hojas pintadas en ambos
lados con una gruesa capa de impresión blanca pintada por ambas caras y doblada en
forma de biombo cuyas dimensiones son de 19 x 25.5 cm. y extendido mide 1122 cm.
La historia de este códice se remonta a su poseedor Sir Robert Curzon, catorceavo barón
de Zouche, poseía en su biblioteca dicho manuscrito, y que había sido guardado en uno
de los estantes de esta colección, cuando finalmente en 1898, Zelia Nutall lo tuvo en sus
63
Sten María, op. cit., pp.83-84.
64
León Portilla Miguel, Códices los antiguos libros del Nuevo Mundo. México, Aguilar, 2003. pp. 147-
148.
65
Ibidem, p.149.
47
manos y se dedicó a estudiarlo con detenimiento para finalmente publicarlo en año de
1901 y en 1917 fue comprado por el museo británico.66
La investigación de Alfonso Caso demostró que el códice Nutall se refiere a los sucesos
históricos que involucraban a las dinastías de la mixteca alta. Este códice, en cuanto a su
composición está dividido por líneas verticales rojas, en tres o cuatro secciones
rectangulares, lo que facilita la lectura del mismo, y como es común en los códices
prehispánicos se lee de izquierda a derecha y de abajo hacia arriba o viceversa. Las
imágenes son claras y se evita que la imagen se sobreponga a la otra; es así que las
figuras humanas casi siempre aparecen de perfil y se distribuyen uniformemente, y los
glifos de los templos, las canchas de los juegos de pelota, las montañas, los toponímicos
que son los glifos que indican los diversos lugares están bien establecidos de tal manera
que se evitan los huecos con espacio blanco, además de contener una línea negra trazada
con tal destreza, que limita las formas representadas mostrando también colores
aplicados con toda precisión y colorido, lo que hace pensar en la pericia que tenía el
tlacuilo para representar una composición bien equilibrada.67
Dentro del códice Viena, hay láminas que resultan de gran interés y están enfocadas a
tres plantas que tenían relevancia en la cultura indígena: el maíz, el maguey y los
hongos; ya que en el caso del maíz, se observan sus diferentes etapas de crecimiento, en
el caso del pulque se observa un ritual que puede representar el establecimiento divino
en tiempos primordiales, que junto con los hongos se consideraban sagrados además de
tornarse en deidades femeninas como sucede con la dios del maguey, Mayahuel. Estos
rituales se realizaban al Apoala.
66
Sten María, Las extraordinarias historias de los códices mexicanos. México, Joaquín Mortiz, 1975.
p. 85.
67
Gutiérrez Solana Nelly, Códices de México. México, Panorama, 1998. pp. 87-89.
68
Escalante Gonzalbo Pablo, Los Códices. México, CONACULTA, 1997. pp. 42-43.
48
Las memorias de este códice, empiezan cuando el códice Vindobonense y Nutall fueron
probablemente enviados por el conquistador Hernán Cortés, como regalo al rey Carlos
V; estos obsequios pudieron llegar a Sevilla en Noviembre 1519.
Este mito lo corrobora fray Antonio de los Reyes en su Arte en lengua mixteca,
publicado en 1583 que dice así: “vulgar opinión fue entre los naturales mixtecos, que el
origen y principio de sus falsos dioses y señores había sido el Apoala, pueblo de esta
mixteca, que es río donde salieron los señores, porque decían haber sido desgajados de
unos árboles que salieron de aquel río de los linajes, y es el más propio nombre, y el que
más les quadra”.70
Códice Colombino
69
Sten María, Las extraordinarias historias de los códices mexicanos. México, Joaquín Mortiz, 1975.
pp. 86-88.
70
Gutiérrez Solana Nelly, Códices de México. México, Panorama, 1998. pp. 97-98.
71
León Portilla Miguel, Códices los antiguos libros del Nuevo Mundo. México, Aguilar, 2003. p, 174.
49
que se formó para conmemorar los cuatro siglos del descubrimiento de América, de ahí
que llevara este nombre.
A raíz de esto, 8 venado consigue tener una hegemonía sobre los pueblos conquistados
y consolidarse como emperador de Tututepec y engrandecer su reino; haciendo mención
también de una alianza con el señor 4 jaguar, que en este caso hace referencia a que el
señor jaguar era sacerdote y conquistador y que dirigía a los toltecas en el año 7 casa
(1097 d.C.) donde su morada sería Tollan que es Cholula Puebla.72
Códice Bodley
El códice Bodley esta hecho de 23 hojas de las cuales 20 están pintadas por ambos
lados, y las medidas que tiene son de 26 x 29 cm. y su longitud es de 665 cm. la historia
de este libro “pintado” empieza con Robert Devereux, segundo conde de Essex,
Inglaterra y fue más célebre por ser amante de la reina Isabel I; partió a Portugal de
donde extrajo el códice de la biblioteca del obispo Faro, don Jerónimo Osorio, que fue a
parar a manos de Sir Thomas Bodley quién lo recibió como obsequio del conde
Devereux, de ahí el nombre del códice.73
Los aconteceres de este manuscrito datan del año 692 d.C. y terminan en 1521. La
composición del códice, muestra glifos más compactos y pequeños en torno a las
figuras humanas, de hecho, están representadas casi siempre sentadas en piedras y
bancos sin mostrar gran actividad; así mismo hay líneas horizontales de color rojo que
guían el orden de la lectura y se lee de izquierda a derecha.
Por último, y como en los demás códices mencionados, se relata la vida del señor 8
venado – garra de jaguar, donde se describe su gobierno, las batallas y sometimientos
que hizo sobre otros señoríos a la autoridad de Tilantongo y su muerte en el año 12 caña
(1063), a causa de una batalla en la cual es hecho prisionero para después ser
sacrificado.75
72
Jansen Maarten, Códices Prehispánicos en Arqueología Mexicana, No. 23, Bimestral,
Raíces, México, 2002. pp. 45-46.
73
Sten María, Las extraordinarias historias de los códices mexicanos. México, Joaquín Mortiz, 1975.
pp. 69-70.
74
Escalante Gonzalbo Pablo, Los Códices. México, CONACULTA, 1997. pp. 44-45.
75
Gutiérrez Solana Nelly, Códices de México. México, Panorama, 1998. pp. 106-107.
50
No cabe duda que estos manuscritos fueron fiel testimonio de la gran jerarquía de este
emperador, como ningún otro gobernante de la mixteca.
Es así como los códices a través de sus registros y memorias, junto con la tradición oral,
proporcionan y expresan la vida y usanzas del México prehispánico.
Códice Selden II
El códice Selden II tiene 20 láminas pintadas en un solo lado y sus medidas son: 27.5 x
27.5 cm. de largo, este procede del oeste de Oaxaca y está plegado en forma de biombo,
los dos códices Selden pertenecieron al inglés John Selden, nacido en Susex en 1584,
que fue un distinguido coleccionista de manuscritos raros y conocedor de lenguas
orientales reuniendo así una gran biblioteca que donó a la Biblioteca Bodleyana.78
Narra la historia de una región mixteca cuya localización aún no es exacta, sin embargo
en los glifos se le conoce como montaña que escupe entre 1556 y 1560 y su descripción
es vertical al igual que el códice Bodley tienen tamaño similar las figuras así como el
76
León Portilla Miguel, Códices los antiguos libros del Nuevo Mundo. México, Aguilar, 2003. pp. 272-
273.
77
Gutiérrez Solana Nelly, Códices de México. México, Panorama, 1998. p. 117.
78
Sten María, Las extraordinarias historias de los códices mexicanos. México, Joaquín Mortiz, 1975.
p. 71.
51
origen divino de las dinastías en donde aparece un dios solar y el dios 1 movimiento que
representa al planeta Venus.
Si bien es cierto que los códices mixtecos narran la historia de las genealogías mixtecas
también ofrecen los ritos del pueblo mixteco, como es el caso del códice Selden II, el
cual a través de sus láminas se observa la participación constante y primordial para
hacer ofrendas y tributos en torno a los dioses, y en cierta manera pedirles favores; de
hecho, el códice Selden II describe a unos sacerdotes llevando bultos sagrados que entre
los mexicas se llamaban teoquimilli y eran de gran importancia religiosa, así como
también describe la participación de los gobernantes llevando diversos objetos para
presentar sus ofrendas a los dioses, como es el caso del emperador 10 caña, quién fue el
primer rey del sitio llamado montaña que escupe.79
Las demás láminas narran las hazañas de las dinastías que viven en montaña que
escupe, entre ellas nacimientos, muertes y conquistas consignando así la vida cotidiana
de este señorío en la región llamada la montaña que escupe.
Códice Becker I y II
Por otra parte, el códice Becker II también de origen mixteco, fue realizado después de
la Conquista en la mitad del siglo XVI; también se encuentra doblado a manera de
biombo y tiene una extensión de 115 cm.
Su contenido aborda a una serie de parejas que están divididas por franjas horizontales y
que están unidas entre sí por los glifos que aparecen en formas de pisadas y que hacen
mención de la vida y costumbres de la mixteca.81
En estos dos códices se aprecia la precisión de los trazos en torno a los glifos, así como
los colores aplicados a las imágenes como lo demuestran los demás códices de la región
mixteca, donde el punto más relevante es el narrar los acontecimientos de los pueblos y
señores mixtecos englobados por la mitología y la épica que tenían en aquellos tiempos
antiguos.
79
Gutiérrez Solana Nelly, Códices de México. México, Panorama, 1998. pp. 108-113.
80
Jansen Maarten, Códices Prehispánicos en Arqueología Mexicana, No. 23, Bimestral,
Raíces, México, 2002. pp. 14-15.
81
Gutiérrez Solana Nelly, Códices de México. México, Panorama, 1998. pp. 124-126.
52
3.3 CÓDICES MAYAS
Sólo existen tres códices de la región maya que se salvaron de la destrucción del tiempo
y de las manos de los conquistadores, la región maya se distinguió por el arraigo de la
escritura indígena asentada por los mayas. Los códices mayas que describen la historia,
cronología, astronomía, rituales, augurios, profecías y religiosidad son uno de los
baluartes de la literatura maya como lo menciona fray Diego de Landa: “Usaban
también esta gente de ciertos caracteres o letras, con las cuales escribían en sus libros
sus cosas antiguas y sus ciencias; y con ellas, y figuras y algunas señales en las figuras,
entendían sus cosas y las daban a entender y enseñaban. Hallámosles grande número de
libros de estas sus letras; y porque no tenían cosa en que no hubiese superstición y
falsedades del demonio, se los quemamos todos, lo cual a maravilla sentían y les daba
pena”.82
Por esta razón solo existen tres códices, que son: el códice Dresde, el códice Peresiano o
París y el códice Tro-cortesiano o Madrid; estos manuscritos fueron hechos de la
corteza de un árbol llamado en maya copo (Ficus cotinifolia) que son las higueras que
se dan en la península de Yucatán y que mediante una especie de goma natural la
usaban como sustancia conglutinante, los tres códices están doblados a manera de
biombo en donde se les agregaba una capa fina de cal blanca, para que la superficie
fuese suave y tersa y así pintar en columnas las imágenes o glifos en donde resaltan los
colores rojo oscuro, rojo claro, azul, amarillo, verde y negro.83
Su composición cuenta con líneas rojas que pueden ser de dos a cuatro secciones
horizontales, ya que permite tener el orden de la lectura y separar cada representación
de su significado, estos se leían de izquierda a derecha con la misma dirección
horizontal. El contenido de estos códices aborda temas proféticos, rituales y
astronómicos aplicando sus conocimientos tan estudiados e importantes para los mayas
como lo eran el cómputo del tiempo, la astronomía y las matemáticas.84
Es por ello que el códice Dresde, muestra los rituales acompañado de los ciclos
astronómicos para dejar en claro que es un manuscrito dedicado al arte de la astronomía.
Por su parte, el códice Tro-cortesiano, dedicado a los temas de la adivinación y que era
consultado por los sacerdotes para pronosticar los días buenos y malos que eran de gran
importancia en la vida indígena. Por último, el códice Peresiano que contiene los
rituales y la participación de los dioses en las ceremonias religiosas. Dejando ver que el
contenido es dedicado principalmente a los aspectos adivinatorios y augurales sin que
mencione información histórica de la cultura maya.
Códice Dresde
El códice Dresde contiene 39 hojas pintadas de ambos lados, de las cuales 4 están en
blanco, sus medidas son: 9 x 20.5 cm. y su longitud total es de 356 cm. está plegado a
manera de biombo.
Fue encontrado en la biblioteca del rey de Sajonia Agusto II; en aquel entonces el
director del establecimiento Johann Cristian Gotéese quién lo había comprado a un
82
G. Morley Sylvanus, La civilización maya. México, FCE, 1961. pp. 327-328.
83
Gutiérrez Solana Nelly, Códices de México. México, Panorama, 1998. pp. 124-126.
84
G. Morley Sylvanus, op. cit. 329-330.
53
desconocido, con un sentido del orden lo guardó por ser un objeto valioso y en el año de
1740 ya formaba parte del inventario de la biblioteca, misma que lo dio a conocer en el
año de 1774 al publicar: Las peculiaridades de la biblioteca de Dresde, y
posteriormente en 1810, Alejandro de Humbolt hace mención de él como parte de los
estudios que realizó sobre el continente americano; sin embargo el códice pasó por una
serie de vicisitudes puesto que en la segunda guerra mundial estuvo a punto de
quemarse por los bombardeos, ya salvado del fuego, quedó bajo el agua que se filtraba
por los agujeros hechos por las bombas.85
Según J. Eric Thompson, tres son los temas principales en este manuscrito: los
almanaques usados para el culto y la adivinación que ocupan la mayor parte del códice;
después tenemos las tablas de los eclipses y las relacionadas con el movimiento del
planeta Venus, que pueden incluirse dentro del tema astronómico y astrológico, y por
último las profecías para los diversos años y para los katunes, que eran los periodos
cronológicos del calendario maya.86
El códice Peresiano, que recibe este nombre porque en una de las esquinas, tiene la
anotación “Pérez”, es el más pequeño de los tres códices mayas ya que consta de 11
láminas y cada una mide de 20 a 25 x 12.5 cm y su extensión oscila entre 137 y 145 cm.
y plegado a manera de biombo.
El códice fue realizado entre los siglos XIII y XV procedente de la costa este de la
península de Yucatán probablemente en Mayapán; este describe las ceremonias
religiosas que se les hacían a los dioses como regidores de los días y también a 11
periodos cronológicos o katunes consecutivos, que van del katún 4 ahau al katún 10
ahau, es decir, de 1224 a 1441.88
85
Sten María, Las extraordinarias historias de los códices mexicanos. México, Joaquín Mortiz, 1975.
pp. 74-77.
86
Gutiérrez Solana Nelly, Códices de México. México, Panorama, 1998. p. 130.
87
Sten María, Las extraordinarias historias de los códices mexicanos. México, Joaquín Mortiz, 1975.
pp. 72-73.
88
G. Morley Sylvanus, op. cit. 329-330.
54
Por otra parte, el distinguido arqueólogo y dedicado al desciframiento de la cultura
maya J. Eric Thompson menciona: “Existen en el manuscrito vestigios de almanaque
adivinatorio, de ceremonias de año nuevo, lo que podría ser una especie de zodiaco
maya”.89
El códice Tro-cortesiano está conformado por 56 láminas pintadas por ambos lados y
sus medidas son: 22.6 x 12.2 cm. con una extensión de 662 cm. este códice fue dividido
en dos secciones, por un lado, la primera parte, es decir la sección llamada “Tro” ya que
pertenecía a Juan Tro y Hortelano, que descendía de Hernán Cortés y la otra parte
llamada Cortesiano, cuyo propietario fue Juan Palacios; y este en el año de 1867 lo
ofrecía a la Biblioteca Real de París y después al Museo Británico, hasta que finalmente
fue adquirido por un coleccionista llamado don José Ignacio Miró y fue comprado por
el Museo de América de Madrid en 1872, hasta que León Rosny (el mismo que rescató
el códice París) pudo conjuntarlos, estudiarlos y a la postre demostrar que eran un solo
códice.90
Es claro que este códice deja ver nuevamente el empleo de glifos y figuras, de animales
y de personajes, que en su mayoría representan dioses para utilizarlos en los asuntos
calendáricos que señalaban tanto ceremonias, como pronósticos enfocados a los temas
como: años nuevos, la agricultura, la cacería, la época de lluvias, celebraciones y días
festivos para los dioses.
Los sacerdotes lo consultaban para predecir el futuro y fijaban qué días eran los óptimos
para realizar las actividades cotidianas del pueblo maya, era así un almanaque destinado
a aconsejar y a orientar a los sacerdotes, como también a los pueblos mayas respecto al
desarrollo del tiempo.91
Los códices nahuas no estuvieron excentos del aniquilamiento por parte de los
conquistadores españoles, que en su afán de desterrar todo su patrimonio y vestigio
cultural y religioso dejaron sin testimonio y sobre todo atentaron contra los libros
sagrados o códices mesoamericanos.
No obstante, gracias al interés de algunas autoridades y frailes ibéricos por saber la vida
de las culturas del valle de México; se pudo rescatar la información cultural, política,
religiosa y económica de los nahuas que se habían desarrollado a lo largo de 300 años.
Aunado al interés de los indígenas que conservaron la tradición oral (itoloca) se pudo
continuar con la preservación de la visión indígena náhuatl.
89
Gutiérrez Solana Nelly, Códices de México. México, Panorama, 1998. p. 134-135
90
Sotelo Santos Laura Elena, Códices Prehispánicos en Arqueología Mexicana, No. 23, Bimestral, Raíces,
México, 2002. p. 39.
91
Ibidem, pp. 40-43.
55
Los códices de esta región, tienen la característica de haber sido realizados sobre papel
indígena o amate, los cuales se leen de derecha a izquierda y a su vez fueron realizados
antes, y poco tiempo después de la Conquista entre los periodos de 1510 y 1530. El
contenido de los códices tiene fines proféticos y acerca de los rituales que realizaban en
honor a sus dioses, acompañados de las fiestas sagradas relacionadas con el
Tonalpohualli (cuenta de los destinos), y de las celebraciones del Xiuhpohualli (cuenta
de los años) o Xiuhmopilli (cuenta de atadura de años), que simbolizan la renovación de
los años y de la vida indígena náhuatl, como los códices Borbónico y Aubin.92
Códice Borbónico
El códice Borbónico solo está pintado por uno de sus lados, siendo una tira de papel
amate, contiene 36 láminas y cada una mide: 39 x 39.5 cm., en el se destaca la tinta
negra para el contorno de las figuras, como el colorido de las imágenes que aplicaron
con pericia los pintores o tlacuilos mexicanos y que se encuentran en formato biombo.
Recibe este nombre porque se conservó en la biblioteca del Palacio Borbón, a partir de
1826, fue comprado por 1300 francos por la Cámara de Diputados de Francia. Antes de
llegar al palacio de los borbones, tuvo una serie de peregrinaciones; anteriormente
formaba parte del acervo de la Biblioteca Laurenziana de el escorial en España y al
invadir Napoleón Bonaparte en 1808 a España se diseminaron los libros de esta
biblioteca, causando así su extravío, robo y destrucción hasta que los que se salvaron
llegaron nuevamente a la biblioteca del Escorial una vez concluida la guerra.94
Por otra parte, señala las fiestas y ceremonias en torno al año nuevo o fuego nuevo,
como lo marcaba su calendario que era Xiunpohualli o cuenta de los años, y que esta
también acompañado por la galería de los dioses mexicas. Según el estudioso George
Vaillant señala que se trata de un códice original y propiamente mexica en cuanto a la
descripción de sus rituales y eventos calendáricos.96
92
León Portilla Miguel, Códices los antiguos libros del Nuevo Mundo. México, Aguilar, 2003. pp. 240-
243.
93
Mohar Betancourt Luz María, Códices Prehispánicos en Arqueología Mexicana, No. 23, Bimestral,
Raíces, México, 2002. pp. 60-63.
94
Sten María, Las extraordinarias historias de los códices mexicanos. México, Joaquín Mortiz, 1975.
pp. 88-89.
95
Mohar Betancourt Luz María, op. cit. pp. 57-60.
96
Vaillant George, La civilización azteca. México, FCE, 1960. pp. 176-180.
56
El códice Borbónico, es una clara representación de que la concepción del mundo
indígena estaba supeditada al tiempo y a la integración primordial de costumbres y
ceremonias de tipo religioso y profético que les asignaban a los indígenas para su
desarrollo.
Matrícula de Tributos
La Matrícula de Tributos está conformada por 16 láminas que miden 42 x 29 cm. y que
se encuentran empastadas a manera de libro, el contenido de este códice básicamente
son los topónimos, o nombres de lugar, de los pueblos sometidos a los mexicas y los
tributos en especie que debían entregar.
Aún cuando fue realizado en las postrimerías de la Conquista, los indígenas mexicas
dejaban así la grandeza de su imperio, como lo menciona Miguel León Portilla: “Los
escribanos señalaron glíficamente los lugares que tributaban a los mexicas. Frente al
correspondiente glifo toponímico aparecen, con pinturas y caracteres, los objetos que
tributaban y por medio de numerales al estilo indígena, la cantidad de ellos. Vemos así
cuáles eran los principales bienes de uso y consumo constante en los tiempos
prehispánicos. Hay trajes y atavios, penachos de plumas, escudos, mantas de diversos
colores y tamaños, camisas para mujer, faldas, armas de variados géneros, bultos y
trojes de maíz, bledos, frijoles, chía, cacao, copal y otros productos de la tierra, pieles y
animales vivos. Hay así mismo objetos trabajados en oro, plata y cobre, así como
piedras preciosas”.98
Este códice, como los anteriormente descritos, nos permite apreciar a la Gran México-
Tenochtitlan con todo el esplendor que existía en la metrópoli, mostrando su hegemonía
sobre los señoríos que fueron conquistados por los mexicas, y la riqueza de sus
productos, esto les permitió desarrollar actividades primordiales como: la agricultura, el
comercio y la producción de insumos, la riqueza de sus construcciones y sus obras
públicas.
El Códice Boturini o Tira de la Peregrinación, cuenta con 21 láminas que miden 19.8 x
549 cm. formando una tira extensa, aunque esta doblado a manera de biombo. Se
encuentra pintado de un solo lado, solo utilizaron la tinta negra aplicada a los glifos e
imágenes.
97
Mohar Betancourt Luz María, Códices Prehispánicos en Arqueología Mexicana, No. 23, Bimestral,
Raíces, México, 2002. p. 63.
98
León Portilla Miguel, Códices los antiguos libros del Nuevo Mundo. México, Aguilar, 2003. pp. 97-100
57
colección la llamó su Museo Indiano, con la intención en primera instancia de hacer una
historia sobre la virgen de Guadalupe, desgraciadamente esto le acarreó una serie de
problemas con el Real Consejo de Indias; lo que provocó su encarcelamiento y
extradición a Europa. Causándole también el infortunio a su valiosa colección ya que se
dispersó por Europa y América, aunque el códice se pudo conservar en México.99
Así, la peregrinación continúa y pasan por toda una serie de lugares, entre los que
destacan: Atlitalaquia, Tlemalco, Atotonilco, Apazco, Tzompanco, Xaltoncan,
Acalhuacan, Ecatepec, Tulpetlac, Coatitlan, Pantitlán; en los cuales celebraban el inicio
de un ciclo nuevo de 52 años. También describe el sometimiento al que estuvieron por
el señor Tezozómoc, señor de Azcapotzalco y posteriormente muestra cuando llegaron a
Chapultepec lo que está representado por un cerro con un chapulín en la cúspide,
adonde permanecieron de 1280 a 1299; en este lugar celebraron nuevamente el final e
inicio de un ciclo de 52 años: Xiuhpohualli (año solar).100
El códice Aubin tiene 18 hojas pintadas en uno de sus lados, una de ellas contiene un
título en español faltándole dos hojas para completar el Tonalámatl, que era el libro en
donde se registraba la cuenta del Tonalpohualli, o cuenta de los días o del destino, el
cual se encuentra plegado a manera de biombo.
Recibe este nombre por el profesor Joseph Marius Alexis Aubin, que llegó de Francia a
México para hacer ciertas investigaciones astronómicas, durante su estancia se interesó
en el estudio del idioma náhuatl y de los códices, adquiriendo los documentos antiguos,
entre ellos parte de la colección del famoso coleccionista: Lorenzo Boturini para
llevárselos a París, esta colección pudo haber sido desconocida de no ser por don José
Fernando Ramírez, distinguido miembro de la sociedad y cultura mexicana de la época;
quien en un viaje a París en 1855, convenció al señor Aubin para que diera a conocer su
colección de documentos.101
99
Sten María, Las extraordinarias historias de los códices mexicanos. México, Joaquín Mortiz, 1975.
pp. 61-65.
100
Gutiérrez Solana Nelly, Códices de México. México, Panorama, 1998. p. 160-163.
101
Sten María, op.cit. pp. 57-59.
58
con banderolas, que representan las órdenes militares que eran los caballeros águilas y
tigres. Este calendario también refleja las actividades religiosas y los rituales que se
realizaban con el fin de conocer los presagios.102
Códice Badiano
Es el más antiguo códice medicinal, cuyas dimensiones, son: 15.2 x 20.3 cm. que
aborda la aplicación de las hierbas o plantas que existían en Mesoamérica.
Fue escrito por Martín de la Cruz quién fue maestro de medicina y terapeuta nahua. El
códice contiene 184 ilustraciones que describen la flora mexica y sus aplicaciones
curativas o farmacológicas; también menciona los mitos, creencias y poderes de ciertas
piedras y animales que les otorgaban los aztecas. Con este contenido, Martín de la
Cruz lo dedicó a don Francisco Mendoza, hijo del virrey Antonio de Mendoza, y en año
1552 se otorgó a la Biblioteca Vaticana.104
Una vez descrita esta serie de cuatro grupos, nos deja en claro dos puntos primordiales:
uno es, que las culturas precolombinas desarrollaron una vida prolífica enmarcada por
su colectividad social y está sostenida por las actividades económicas, políticas y
religiosas.
El segundo punto, que a través de esa colectividad social se dejó asentado en templos,
estelas, cerámicas y por supuesto en los códices la visión de los indígenas que poblaron
el altiplano central y que lo desarrollaron de una forma única e inigualable en el
continente americano, y que esta visión ha perdurado a lo largo de los siglos en el país,
102
León Portilla Miguel, Códices los antiguos libros del Nuevo Mundo. México, Aguilar, 2003. pp. 66-
70.
103
Sten María, Las extraordinarias historias de los códices mexicanos. México, Joaquín Mortiz, 1975.
p. 31.
104
León Portilla Miguel, op. cit. p. 104.
59
y valorada en el exterior como fiel testimonio de las culturas mesoamericanas antes de
la conquista realizada por los españoles.
El hecho de que existan los códices y que estos se hayan dispersado por distintos
lugares y que hasta hoy se encuentran conservados en bibliotecas y museos de Europa y
de México, permite tener una idea clara de que toda la vida cultural de una sociedad
tiene que estar también reflejada en documentos, para que así quede establecido entre el
acontecer diario y que esté reflejado en un soporte para dejar así un valor evidencial e
informativo que a la postre servirá para entender el desarrollo de una sociedad.
60
CONCLUSIÓN
La conclusión de este trabajo en sí no puede ser definitiva, puesto que las indagaciones,
descubrimientos y explicaciones en los códices mesoamericanos seguirán
manifestándose, la información que está contenida en ellos es un fiel testimonio del
patrimonio cultural de México y de la humanidad, con lo que, englobada por las
civilizaciones mesoamericanas da cabida a seguir estudiando lo que fueron sus ritos,
fiestas, creencias, cómputos calendáricos, augurios astronómicos y astrológicos,
economía y la historia de estos pueblos en una tierra generosa y fértil para que así
demostraran sus virtudes humanas.
Si bien los códices, son fuentes documentales de gran relevancia, que dejan ver la
noción indígena artística, plástica, llena de colorido, destreza, creatividad e imaginación
como el haber utilizado un sistema de escritura único, en el que las figuras o imágenes
además de tener varias connotaciones, una de las principales características de este
sistema de escritura fuera un complemento importante para la memoria indígena y la
tradición oral; con lo que desarrollarían sus raíces, su filosofía y concepción de la vida
cotidiana de Mesoamérica.
Por lo tanto, el mantener valorada y preservada la información que tienen estos soportes
llevará a un mayor reconocimiento y acercamiento en el campo de la documentación, en
el cual el archivista no debe estar ajeno al testimonio documental que tienen estos
soportes de origen prehispánico; y tenga una participación notable en el estudio y fusión
de la Historia de México, puesto que permite una mayor identificación y valorización de
la información cultural que tiene México.
61
BIBLIOGRAFÍA
CASO, Alfonso. El pueblo del sol. 2ª ed. México: Fondo de Cultura Económica.1962.
140 138 p.
LENZ, Hanz. El papel indígena mexicano. México: Sep Setentas, 1973. 186 186 p.
LEON PORTILLA, Miguel. Códices los antiguos libros del Nuevo Mundo. México,
Aguilar, 2003. 335 p.
ISBN 968-19-1183-0
62
STEN, María. Las extraordinarias historias de los códices mexicanos. 3ª ed. México:
Joaquín Mortiz, 1975. 140 p.
63