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ESCENA 1

El héroe Odiseo después de la destrucción de Troya, aspira con vehemencia volver a su


patria y recuperar la vida que tenía al lado de su esposa e hijo, para lograrlo combatió por
salvar su vida y la de sus compañeros de viaje, él era el único que no lo había conseguido
ya que todos los que no murieron en la guerra retornaron a sus hogares. Mayor fue su
frustración cuando intentando llegar a Ítaca se encontró privado en la isla de Calipso,
donde habitaba la ninfa, una preciosa diosa de rasgos perfectos, hija de Atlante, quien
insistía en casarse con Odiseo y para conseguirlo trataba de disuadirlo, utilizando sus
encantos y entendimiento.
ESCENA 2
Entre tanto los dioses festejaron en la mansión de Zeus un consejo con la ausencia de
Poseidón, Zeus tomo la palabra diciendo.
ZEUS: -Como lamento los agravios y las muertes que los hombres causan a los
inmortales.
ATENEA: -soberano Zeus, esas muertes han sido justas y ojala acaben así todos los que
cometan crímenes similares.
ZEUS: -¿Que estas diciendo hija mía?
ATENEA: -lo que acabas de oír, por que mi corazón se aflige pensando en el cauteloso e
infeliz Odiseo, que hace mucho tiempo sufre lejos de los amigos obligado a estar en una
isla. ¡Esto no te conmueve Zeus! ¿No te eran gratos los sacrificios que el te ofrecía en el
país Troyano?
ZEUS: -Como olvidaría al divino Odiseo, superior a todos los humanos por la inteligencia
y por sus numerosos sacrificios a los inmortales. Sabemos que Poseidón lo odia con todo
su ser, por eso lo hace andar errante lejos de la patria.
ATENEA: -Padre nuestro, si los dioses están conformes en que el héroe retorne al hogar,
déjame marchar a Ítaca para hacer que su hijo Telémaco despida a los pretendientes de
su madre, lo enviare a Esparta y a Pilos para que indague noticias sobre la vuelta de su
padre y gane así renombre.
Dicho esto Atenea tomo su jabalina y se dirigió a Ítaca.

ESCENA 3
Más tarde en el palacio aguardaban en la desesperanza el regreso del héroe su esposa
Penélope, una hermosa y valerosa mujer, y su hijo Telémaco, un joven justo y sereno.
Aun mas como era de esperarse el palacio se llenó de pretendientes desconsiderados
con el fiel propósito de obtener la mano de Penélope, pues afirmaban que ya era viuda, y
como no querer ser esposo de la viuda del valiente y bien ponderado Odiseo.
TELÉMACO: -¿Madre, crees que mi padre, podría llegar en cualquier momento para
ahuyentar a tus pretendientes?
PENÉLOPE: -hijo mío, siento tanto verte así… yo mas que nadie añoro que eso pase, y
estoy segura de que así será, conozco también a tu padre que se que para el no habrá
obstáculo alguno, y antes de lo que esperemos volverá a nosotros.
TELÉMACO: -ojala así sea, ya me lo imagino recobrando sus derechos de amo y señor
y… (Pausa larga), bueno, aunque tú me has dicho como es mi padre, realmente no me
imagino como será físicamente.
PENÉLOPE: -no te afanes a imaginarte nada, ya llegara el momento de aclarar tus dudas.

ESCENA 4

Atenea disfrazada del rey Mentes llega a Ítaca, lanzándose desde las cumbres del Olimpo
se detiene ante el atrio de Odiseo. Allí encuentra a algunos pretendientes sentados en la
puerta del palacio. Telémaco vio la presencia de un nuevo huésped parado en la puerta y
de inmediato sintió que era alguien especial, y se apresuró a recibirlo.
TELÉMACO: -bienvenido huésped, acompáñanos a comer, después nos dirás lo que
deseas.
ATENEA: -(sin hablar hizo caso omiso a Telémaco y lo siguió hasta donde él quiso).
TELÉMACO: -siéntate aquí por favor.
ATENEA: - que amable eres. Muchas gracias.
TELÉMACO: - (Se acerca al oído de Atenea) querido huésped, ves cómo se entretienen
esas gentes con lo que no les pertenece, esto es diversión fácil para ellos, pues comen de
los bienes de un héroe, ¡ay! Si lo vieran volver preferirían la velocidad de los pies a las
riquezas en oro. Pero ahora cuéntame ¿quién eres?, ¿de dónde vienes?
ATENEA: -me llamo mentes, soy hija de Anquialos y llegue en una nave de padre para
buscar bronce en temesa, adonde llevaba un cargamento de hierro.
TELÉMACO: -¿Y por qué estás aquí?
ATENEA: -He venido creyendo que tu padre estaba en el país, pues los dioses dificultan
su regreso, pues no ha muerto y vive aislado en poder de enemigos que lo retienen contra
su voluntad.
TELÉMACO: -¿Cómo puedes afirmar lo que me acabas de decir?
ATENEA: -Estoy inspirado por los dioses, tu padre ya no estará mucho tiempo lejos de su
querida patria, pues no le falta ingenio para lograrlo. ¿Debes sufrir mucho por la ausencia
de tu padre?
TELÉMACO: -Y como no sufrir si además de soportar su ausencia, debo soportar a los
pretendientes de mi madre.
ATENEA: -Te aconsejo que actúes como un hombre, intimidando a los pretendientes para
que se vayan, presenta tu caso a la asamblea y finalmente ve en busca de tu padre, pero
que si oye que su padre ha muerto, vuelva a Ítaca y busca un esposo a tu madre y tome
el mando de todo.
TELÉMACO: -no olvidare los afectuosos consejos que acabas de darme, como haría un
padre con su hijo, pero no te vayas tan pronto si no tienes prisa.
ATENEA: -No me retengas, debo irme, ya me darás en otra ocasión el regalo que quieras
ofrecerme.
ESCENA 5

Telémaco de inmediato puso en práctica sus consejos, lo primero que hizo fue reafirmarse
a sí mismo y tomo la palabra.
TELÉMACO: -pretendientes de mi madre disfruten y lleven la fiesta con calma, que al
amanecer les comunicare mi decisión de retirarlos de la casa definitivamente.
Los aspirantes admiraron la propiedad con la que se expresó Telémaco, el ya sentía que
tenía el mando de la casa. Uno de los sorprendidos pretendientes replicó diciendo.
ANTINOO: - tal vez los dioses te han movido a hablar con lo has hecho, pero no es un
placer estar en el trono de Ítaca.
TELÉMACO: -Si Zeus me confía este reino, me agradaría, no creo que sea el peor
destino para un hombre, pues el favorecido se ve rodeado de honores.
Los huéspedes sorprendidos ante tanto seguridad y voz de mando de Telémaco no
tuvieron más que replicar y Telémaco finalizo diciendo.
TELÉMACO: -sigan disfrutando de los placeres del festín, sin gritar, pero cuando
amanezca reunámonos para comunicarles mi decisión de que dejen esta casa.
Luego de que Telémaco expuso sus ideas, los pretendientes continuaron con su festejo,
se entretuvieron hasta altas horas de la noche, luego ya cansados se retiraron, cada uno
se fue para su casa. Ya sin visitantes en el palacio Telémaco fue a su habitación y
mientras que una sirvienta lo atendía pensaba en lo que le esperaba al salir el sol del
siguiente día, aquel viaje que decidió embestir por consejo de la diosa Atenea, finalmente
se acostó en su lecho y siguió pensando en el viaje, esos pensamientos lo llevaron a no
dormir en toda la noche, recordando cada una de las palabras del misterioso visitante.

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