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¿Criollos, Nativos o Americanos?

2º FASCICULO DE LA SUBCOMISION DE
HISTORIA

COMISION DE EDUCACION
DEL BICENTENARIO

1
Índice:

Introducción

Glosario

Política

Contexto Latinoamericano

Los Personajes

Los Originarios

La Pared

2
INTRODUCCION

Reforma y crisis del orden colonial español


Por: Maximiliano A. Molocznik (Historiador y Docente)

No hace falta más que mirar algún antiguo mapa americano para corroborar que
nuestra historia se ha desenvuelto en un territorio que alguna vez formó parte de una
unidad mayor. Frente a esa constatación surgen, inevitablemente, algunos interrogantes:
¿Qué pasó con esa unidad? ¿Quiénes y cómo instalaron las fronteras artificiales que
dividen hoy las naciones hermanas de América del Sur? ¿Esa división es sólo resultado
del infortunio o lo es también de la derrota nacional y la actitud balcanizadora de los
distintos imperialismos?
La primera respuesta surge casi de una obviedad: somos argentinos porque
fracasamos en el intento de ser americanos.
El espíritu de nuestros grandes hombres (Bolívar y San Martín) era el de una
emancipación continental, sus ejércitos lucharon juntos contra la reacción absolutista
antes de dividirse en argentinos, chilenos, colombianos, venezolanos, etc. Hasta 1810 lo
que hoy conocemos como Argentina formaba parte de la América hispana.
Entender qué pasó con ella, responder a la pregunta ¿por qué América latina no
es un país? y -a la luz de la presente celebración del bicentenario- reflexionar sobre
aquel pasado, sus luchas emancipatorias y sus legados para las contiendas políticas del
presente, serán los grandes desafíos, aunque esta tarea sea boicoteada por filósofos
posmodernos, historiadores mitristas, sociólogos del coloniaje, periodistas cipayos o
economistas predicadores del neoliberalismo. Ellos son el discurso del poder y ese
discurso es el que nosotros debemos cuestionar.
Para ello tendremos que visualizar con claridad los proyectos en pugna, es decir,
debemos conocer a los actores que representaron el drama histórico de aspirar a la
“patria chica” por oposición a aquellos que dieron sus ideas y sus vidas para forjar una
conciencia nacional latinoamericana.
En el presente artículo sólo abordaremos la “previa” de la Revolución de Mayo.
Para comenzar, examinaremos brevemente la situación del Imperio Español a fines del
siglo XVIII. España era un país atrasado que -a diferencia de las otras potencias
europeas- tenía una débil burguesía, siempre derrotada en los pocos intentos de
arrebatarle el poder a los feudales (Comuneros de Castilla-Hermandades de Valencia).
El núcleo duro del poder era la unión entre la monarquía, la Iglesia y la nobleza
parasitaria. Toda la vida económica de la nación se sustentaba en los galeones cargados
de metales que cruzaban el Atlántico.
El absolutismo monárquico tuvo su máxima expresión en el rey borbón Carlos
III. Generador de leyes y reformas que apuntaban a la modernización de España, debió
luchar contra las grandes fuerzas feudales en una puja y un compromiso permanente que
se logró a costa de mantener en cero el desarrollo industrial. El monarca intentó
contagiar a España del espíritu de modernidad que soplaba desde la Francia
revolucionaria.
El despotismo ilustrado español de Carlos III, rodeado de brillantes ministros
(Conde de Aranda, Floridablanca, Campomanes, Jovellanos) intentó modernizar el país
“desde arriba”, utilizando la formula “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.
Sus principales medidas fueron: comercio libre con todos los puertos libres de
España y América y la expulsión de los jesuitas. Esta orden era vista como el enemigo
papal ya que conformaba un verdadero estado dentro del estado. Sus acciones estaban
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en franca oposición al regalismo borbónico que rápidamente se convenció de que no
podría controlarlos y de la necesidad de capturar el cuantioso patrimonio económico de
la orden en América.
Carlos III realizó también reformas políticas creando nuevos virreinatos que se
sumaron a los antiguos de Nueva España y del Perú. Creó las capitanías generales de
Venezuela (1761) y Cuba (1764). A partir de 1782 los virreinatos se dividen en
Intendencias. Al intentar suprimir la venta de cargos, el rey trató de recuperar la
influencia perdida en manos de las elites de las antiguas ciudades coloniales que
lograban hacer hereditario el cargo de cabildante. Los Borbones intentan profesionalizar
el ejército y fortalecer la marina. Para ello, crean nuevas bases navales (Montevideo,
San Juan de Puerto Rico y Talcahuano).
En el marco de esas reformas se crea el Virreinato del Río de la Plata. Hasta
1776, el actual territorio argentino había formado parte del Virreinato del Perú. Buenos
Aires será la capital de la nueva entidad política. A su vez, se lo subdivide en ocho
intendencias: La Paz, Cochabamba, Charcas, Potosí, Asunción del Paraguay, Salta del
Tucumán, Córdoba del Tucumán, y Bs. As. y cuatro gobernaciones político-militares
(Montevideo, Misiones, Moxos y Chiquitos). Entre 1778 y 1794 se crean la Aduana, la
Audiencia y el Consulado de Comercio.
El Río de la Plata es un claro ejemplo de cómo las reformas borbónicas intentan
aunar objetivos políticos y administrativos. Desde lo político, por el lugar estratégico
que representa para el comercio la desembocadura del Río de la Plata En el plano
administrativo, se busca facilitar el control y la fiscalización de la vida política y
económica.
Es en ese marco en el que demos ubicar las invasiones inglesas. Gran Bretaña,
en pleno proceso de desarrollo industrial, necesitaba nuevos mercados para sus
manufacturas. Esta situación se profundiza en 1806 frente al bloqueo continental que
Napoleón impone cerrando los puertos para evitar el ingreso de esas manufacturas y así
debilitar a su enemigo británico.
Los ingleses invaden el Río de la Plata en junio de 1806 con mil quinientos
soldados al mando de Sir Home Popham. Las tropas estaban comandadas por el General
William Beresford quien ocupó la ciudad mientras el virrey Sobremonte huía hacia
Córdoba. Los principales focos de resistencia fueron organizados por Pueyrredón y
Santiago de Liniers quien cruzó hacia la Banda Oriental buscando reunir una fuerza
militar capaz de derrotar a los británicos.
El 12 de agosto de 1806 con las tropas al mando de Liniers se inician combates
intensos en la zona de Retiro, obligando a los británicos a refugiarse en el fuerte y a su
posterior rendición el 14 de agosto. Luego de la derrota los vecinos de Buenos Aires,
reunidos en un Cabildo Abierto, deciden deponer a Sobremonte y nombrar virrey a
Liniers.
Un año más tarde se producirá una nueva invasión. El 28 de junio de 1807 el
general John Whitelocke al mando de ocho mil soldados desembarca en Ensenada
arrollando a las fuerzas que le presenta Liniers en combate en la zona del Riachuelo y
Corrales de Miserere. El 5 de julio los británicos entran en la ciudad siendo hostilizados
por la población y dando origen a la resistencia urbana conducida por Martín de Álzaga.
Esta resistencia popular obligó, nuevamente, a los británicos a rendirse.
Las invasiones inglesas serán, entonces, la primera manifestación de guerra
nacional en el Río de la Plata. Allí, en el origen de las milicias y el consecuente proceso
de militarización, debemos buscar no sólo la génesis del ejército sino también el
sentimiento de nación que se robustece combatiendo a las tropas británicas. Serán estos
hombres (terratenientes, tenderos e intelectuales), que aprenden a manejar las armas

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combatiendo contra una fuerza que habla una lengua extraña, los que abren el camino a
los sucesos de Mayo.
En España, la muerte de Carlos III y la llegada al trono Carlos IV y el preferido
de su esposa, Godoy, vuelven a enfrentar a las dos tendencias en pugna en el gobierno
español: el liberalismo borbónico y la reacción feudal.
Este hecho es fundamental para comprender el desarrollo ulterior de los
acontecimientos: En Bs. As se encontraban presentes, antes de 1810, ambas tendencias.
Por un lado la burocracia virreynal íntimamente ligada a los comerciantes
monopolistas a su vez relacionados con los reaccionarios de la metrópoli (España
negra). Por otro, la pequeña burguesía liberal, discípulos de los ministros de Carlos III
y de tendencia modernizadora primero y revolucionaria después (Belgrano) junto a una
incipiente pequeña burguesía jacobina (Moreno-Castelli)
En su lucha contra Inglaterra, Napoleón Bonaparte invade España en 1808 y
lleva a la península los vientos de los nuevos tiempos: capitalismo, código civil y
relaciones burguesas de producción. Todo el edificio dinástico se cayó como un castillo
de naipes generándose -vía Godoy- un apoyo del sector ilustrado de la nobleza liberal
española, “los afrancesados”, a Bonaparte. Estos comulgaban con las ideas económicas
de la burguesía, pero no así con la idea de la soberanía popular.
Es en este cuadro de descomposición del poder dinástico español -que hará eclosión el 2
de mayo de 1808, cuando el pueblo español inicia su revolución nacional-democrática-
en el que debemos ubicarnos para entender la Revolución de Mayo. Esta -como decía el
viejo Alberdi- no es más que un momento de la revolución democrática española que, a
su vez, constituye un episodio más de la Revolución Francesa.

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Glosario

Nación, Constitución y Estado


Por: Profesor Alejandro Falcón

El racionalismo moderno creó la idea del ciudadano, el individuo que reconoce al


Estado como su ámbito legal. Para desarrollar este concepto, podemos decir que es una
nación jurídicamente organizada. Bajo esta idea, el Estado es el continente ya que puede
albergar a varias naciones en su espacio territorial; y la nación el contenido, conformada
por un grupo o grupos humanos identificados por características culturales. Un estado
puede albergar a varias naciones en su espacio territorial y una nación puede estar
dispersa a través de varios estados.
La palabra nación, etimológicamente deriva de la voz latina natio, que se origina a su
vez del verbo nascor, natus, que significa nacer. El nacional, es el natural de una
nación, el nacido en la misma y cuyo vínculo común impone la tendencia de vivir bajo
las mismas leyes para realizar un destino histórico. La nación se forma de los siguientes
elementos: el pueblo, el alma nacional, esto es, un fondo común de creencias,
sentimientos, de aspiraciones, de costumbres, de idioma. La nación por lo común, nace
y se forma sobre la base de un territorio, pero este elemento no es indispensable,
tenemos por ejemplo a la nación judía que ha subsistido como un pueblo errabundo,
durante siglos, hasta lograr, hacia mediados del siglo XX organizarse políticamente bajo
la forma del llamado estado de Israel, en Palestina.
Nación, en sentido estricto, tiene dos acepciones: la nación política, en el ámbito
jurídico-político, es un sujeto político en el que reside la soberanía constituyente de un
Estado; la nación cultural, concepto socio-ideológico, que se puede definir a grandes
rasgos, como una comunidad humana con ciertas características culturales comunes, a
las que dota de un sentido ético-político.
La palabra Constitución o carta magna etimológicamente deriva del latín cum (con) y
statuere (establecer). Es la ley fundamental de la nación, o la nación hecha ley, la
constitución es suprema sobre todas las demás leyes que existen en la república, escrita
o no, de un Estado soberano, establecida o aceptada para regirlo. La constitución fija los
límites y define las relaciones entre los poderes del Estado (poderes que, en los países
que adoptan el sistema democrático de gobierno, se definen como poder legislativo,
ejecutivo y judicial) y de éstos con sus ciudadanos, estableciendo así las bases para su
gobierno y organización de las instituciones en que tales poderes se asientan. También
garantiza al pueblo derechos y libertades.
Hans Kelsen, entiende que, en su sentido lógico-jurídico, es la norma fundamental que
no es creada conforme a un procedimiento jurídico y por lo cual no es una norma
positiva debido a que nadie la ha regulado y a que no es producto de una estructura
jurídica; a partir de ésta se va a conformar el orden jurídico, cuyo contenido está
subordinado a la norma fundamental, sobre la cual radica la validez de las normas que
constituyen el sistema jurídico.
Ferdinand Lassalle, define la Constitución como el resultado de la suma de los factores
reales de poder. Para Lassalle si la Constitución no refleja la realidad política de un
Estado no se puede considerar como Constitución.
El Estado según la propuesta de Max Weber es una institución de gobierno centralizada
y jerárquica que mantiene un monopolio sobre el uso de la violencia legítima. Esa
definición es aceptada por casi todas las escuelas de pensamiento político incluyendo el
anarquismo.
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Jellinek, estudia al Estado desde dos enfoques: el jurídico y el sociológico.
Desde el enfoque sociológico el Estado es la unidad de asociación dotada
originariamente de poder de mando y formada por hombres que viven permanentemente
en un territorio.
Desde el punto de vista jurídico el Estado es una corporación o sujeto de derechos y
obligaciones, formada por un pueblo, dotada de poder de mando originario y asentada
en un territorio determinado.
Marx, define al Estado como una máquina de represión que permite que las clases
dominantes aseguren su dominación sobre la clase trabajadora para someterla al sistema
de extorsión de la plusvalía. Los clásicos del marxismo lo han llamado aparato del
Estado, que se divide en los A.R.E (Aparatos Represivos del Estado), gobierno,
administración, ejército, policía, tribunales, prisiones, etc. y los A.I.E (Aparatos
Ideológicos del Estado), religiosos, escolares, familiares, jurídicos, políticos, sindicales,
de información y culturales. Para los marxistas, cualquier Estado es básicamente una
dictadura de una clase sobre las demás clases. Así, cuando desaparezca la diferenciación
de clases, el Estado también lo hará.
Maquiavelo, es partidario del Estado republicano, aunque en situaciones difíciles
entiende que es necesario acudir a un príncipe que mantenga el orden. La anarquía es el
peor de los males, y un príncipe es preferible a la anarquía. Existe un ciclo inevitable en
las formas que adopta el Estado: monarquía, tiranía, aristocracia, oligarquía, democracia
y anarquía, esta última fase ha de ser evitada con el recurso a un príncipe fuerte, con lo
que se vuelve a la monarquía.

La nación Argentina hecha Estado


Después de un largo y cruento proceso histórico, iniciado en 1810, el país logro con la
sanción de la constitución de 1853 y la reincorporación, en 1860, de la provincia de
Buenos Aires, la ansiada unión nacional a la que se refiere el preámbulo. Hasta entonces
la nación estaba inconstituída porque los sucesivos intentos, a través de reglamentos,
estatutos, pactos, etc., que el país se había dictado, fracasaron porque no respondían a
las necesidades reales del país, ni a la idiosincrasia de nuestra nacionalidad.
El primer argentino que intentó adulterar la intención de los sucesos de 1810, fue Juan
Manuel de Rosas, quien, no supo o no quiso organizar al país, so pretexto de que él
representaba el orden dentro de la disolución y la anarquía. Hacia el 3 de febrero de
1852 cayó el orden dictatorial de Rosas, en Caseros, para levantar sobre sus ruinas, las
bases permanentes de la unidad nacional y de la Constitución.
La unión de los argentinos, se fundó bajo los principios de libertad y de igualdad, que
no significa la uniformidad de opiniones, excluyente de la libertad de pensamiento. Pero
aun hoy queda pendiente fomentar la tolerancia, como la más preciosa de las virtudes
humanas y alimentar la rebeldía contra el autoritarismo, que no tolera la discrepancia de
pareceres ni la libertad de conciencia en la vida política. La libertad es el bien supremo
de los pueblos, pero para que ella sea efectiva, no basta sólo mencionarla en las
constituciones políticas, es preciso vivirla intensamente y hacerse digno de ella,
conquistándola y defendiéndola día a día.

Bibliografía utilizada
-Romera Vera, Angela y Buonocore, Domingo; Educación democrática, ed. Kapelusz, Bs.As., 1970.
-Althusser, Louis; La filosofía como arma de la revolución, ed. Pasado y presente, Mexico, 1974.
-Quiroga Lavié, Humberto; Visita guiada a la constitución nacional, ed. Zavalía, Bs.As., 1995.
-Wikipedia

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POLÍTICA 1853-1883

Las Presidencias Constitucionales Liberales (1853/1883)


Por Profesor Gustavo Bassin

Etapa esta llamada por la historiografía liberal "De la organización nacional",


por sus logros en materia política como la Constitución Nacional, o económicos como
el ingreso al comercio mundial como proveedores de materias primas, libre comercio,
ferrocarriles, o educativos por la creación de escuelas, liceos, periódicos, etc., no merece
en la voz de muchos historiadores enconados elogios. Quienes adscribimos a la línea
nacional y popular, latinoamericanista y federal, heredera del revisionismo histórico, no
consideramos a este periodo como inmaculado. Un repaso historiográfico se impone
frente a tanto libro academicista que ofrecen las bibliotecas de nuestras escuelas
secundarias.
Sobrados ejemplos tiene nuestra historia de las coincidencias del liberalismo y el
socialismo -en tantas corrientes políticas y por ende historiográficas- a la hora de
interpretar e historiar nuestro pasado. El periodo seleccionado no constituye la
excepción. Al partir ambas de una conceptualización internacionalista, general y
abstracta, modifican la realidad sobre la que actúan -en tanto políticos- y justifican su
accionar al teorizar la misma, en tanto que historiadores.
Dice Diana Quatrocchi Woisson que "toda memoria, en tanto conjunto de lo que
se cree haber vivido, visto u oído, es memoria de alguien: de un individuo o de una
colectividad, de una persona física o moral. De ahí que sea incurablemente subjetiva,
inclusive egocéntrica... y aún cuando no comporten juicios de valor explícitos, siempre
son tributarios de una perspectiva que da prioridad en los acontecimientos a sus efectos,
reales o virtuales, para la persona que habla o en nombre de la cual se habla; por
consiguiente los hechos son calificados, explícita o tácitamente, como buenos o malos,
favorables o nefastos". Continúa la académica: "El episodio rosista dejó en la Argentina
dos memorias, la de los vencedores y la de los vencidos... la primera vez en Rosas
exclusivamente un dictador sanguinario que, apoyado en caudillos salvajes, mantuvo al
país en la barbarie. La segunda lo presenta como el único continuador de la obra
libertadora de San Martín, y realizador de una política que quería hacer de la Argentina
un gran Estado plenamente soberano y lo bastante fuerte como para tratar en pie de
igualdad con las potencias europeas... La primera es la doctrina del Estado, porque el
poder lo detentan los vencedores de Rosas, que son también escritores e historiadores
memorialistas. La segunda es familiar. Lo que equivale a decir que si la primera es
oficial, la segunda se mantiene largo tiempo subterránea... ". Nada más verdadero, lo
que sigue constituye, para mí, una certera definición de la Historia Oficial “... esta
historia estatizada... es una historia unívoca y maniquea que retoma todos los temas de
los vencedores de Rosas para hacer de ellos otros tantos artículos del credo nacional". El
propósito de la Historia Universitaria debe ser, siguiendo a la autora mencionada,
"aspirar a la validez intersubjetiva y a la neutralidad política" por lo que la aparición de
la contrahistoria revisionista de los años treinta y cuarenta, y posteriores, con su
profesionalización e institucionalización, equilibró la disputa. O tal vez, la volvieron
"una mezcla inestable y repugnante de hagiografía y demonología", porque, "los
revisionistas están muy cerca de sus enemigos liberales: también ellos hacen de la
historia la disciplina pedagógica por excelencia". Esta verdad indiscutible nos lleva al
núcleo del problema porque "cada época del pasado es un campo de batalla donde los
presentes sucesivos mandan a enfrentarse sus ideologías, sus filosofías, sus estéticas", lo
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que significa que "tras las imágenes controvertidas del pasado argentino no hay sino
proyectos políticos que se enfrentan" (1). Problemática que considero en extremo difícil
de superar -por no decir imposible- ya que siguiendo a Ortega y Gasset, somos seres
esencialmente históricos, que estudiamos a otros hombres que también lo fueron, razón
por la cual, siempre estará en nosotros -implícita o explícitamente- ese karma o carga
ideológica que nos limita, para bien o para mal. En términos foucoltianos, estamos
atravesados por los dispositivos de poder que nos hacen ser lo que somos.
Así, la "historia oficial" liberal- que según el Félix Luna de "Los Caudillos"- "no
es otra cosa que la superestructura. intelectual del programa de gobierno instaurado en
el país después de Pavón" (2), ha sido la versión de las clases dominantes. Esa historia
"es liberal porque interpreta y valora los acontecimientos históricos desde un enfoque
ideológico liberal-conservador. Un liberalismo que hace eje en lo económico con el
libre juego del mercado y la apertura al exterior, pero que se vacía de contenido
democrático... y se impregna de una concepción elitista y antipopular. En lo cultural es
europeísta y antilatinoamericana... donde los grandes hombres habrían hecho la historia
argentina. Fueron artífices de una Argentina blanca, europeizada, desvinculada del resto
de América latina, construida a través de un proceso resistido por las masas bárbaras y
sus caudillos, quienes no comprendieron la necesidad del progreso y la civilización que
permitiría asemejamos a los grandes países del mundo... De esta forma, el pueblo, los
caudillos, las chusmas resultan el antiprogreso, lo irracional, lo ignorante, lo
reaccionario, lo antidemocrático" (3). Apoyada en la iconografía nacional y continuada
por los medios de difusión masiva "que le sirven de guardaespaldas" según la
calificación de Homero Manzi, estima que "sus prohombres son los gestores de la
nacionalidad, estos héroes ideales serían B. Rivadavia, M. Moreno, J. Lavalle, D.
Sarmiento y B. Mitre, otros son M. Belgrano y J. de San Martín previo vaciamiento de
sus auténticos contenidos' (4). Los historiadores pertenecientes a esta escuela son el
propio B. Mitre, Vicente F. López, J. M. Estrada -aunque con un catolicismo militante-,
P. Groussac, J.M. Ramos Mejía y otros. Luego, adherirán también a esta corriente
aunque con una visión más nacionalista, Adolfo Saldías, D. Peña, E. Quesada, R. Rojas,
entre otros, siendo Ricardo Levene y Alfredo Grosso sus principales divulgadores a
nivel escolar. J. Astolfi y J. Ibáñez con sus manuales continuaron la tarea.
La izquierda no varía en lo sustancial de lo expuesto, el punto de partida de
ambas escuelas historiográficas lo explica. Compartiendo el panteón de próceres del
liberalismo solo agregan vocabulario marxista al esquema "Civilización y Barbarie"
sarmientino. Los discursos de Juan B. Justo son una clara demostración de lo expuesto,
ya que desconocedores de la "cuestión nacional" elogian las consecuencias del
imperialismo británico en nuestro país, del yanqui en México y Centroamérica, y del
europeo sobre África, legitimando que "europeos y yanquis civilicen a los bárbaros
latinoamericanos" (5). Adhieren a esta escuela, "mitromarxista", en la clasificación de
Arturo Jauretche, José Ingenieros y Alfredo Palacios, entre otros. José Luis Romero y
sus "Ideas políticas en Argentina", autodenominado "socialista democrático", está
claramente adscrito a esta corriente.
En los años treinta, tras la dictadura uriburista y el retorno conservador, se alza
la reacción al liberalismo y a la izquierda, es la llamada "escuela revisionista". Si bien
no se circunscribe exclusivamente al periodo rosista, es allí adonde apuntan sus dardos,
aunque -como todos- con la clara intención de justificar -privilegiar o criticar- su
presente desde el pasado, hecho común a todos los historiadores- según las
coincidentes- reflexiones de la Dra. Quattrocchi y el Historiador Galasso, que comparto
plenamente. El nacionalismo elitista, autoritario y católico se hace evidente en las obras
de sus adeptos, tales son: C. Ibarguren, T. Anzoátegui, los hermanos Irazusta y su

9
discípulo local, el Dr. E. Díaz Araujo. Otras voces, aunque dentro de esta escuela, se
alzan con un contenido más caudillista y democrático, son E. Palacio y V. Sierra. Sobre
el periodo que nos convoca, dice E. Palacio refiriéndose a Mitre: "había dado comienzo
con gran impulso a su programa civilizador, que se tradujo desde luego en numerosas
reformas de carácter administrativo, en el aumento en algunos kilómetros de líneas
férreas (inglesas), y en otras mejoras en materia de inmigración y colonización. Que no
era más que la exigencia ineludible de los tiempos nuevos... que no era una gloria
especial para ningún gobierno. La nación crecía y se desarrollaba por impulso propio y
realmente ese progreso... no era cosa de la Argentina, ni de su régimen, sino del siglo.
Como Buenos Aires, crecían las ciudades europeas y caían en éxtasis ante los nuevos
hallazgos de la técnica, ferrocarril, telégrafo ,iluminación a gas sin que pensaran
atribuirlo ni Francia a su Emperador ni Roma a su Papa, El sofisma nacional que
atribuye al auge del liberalismo después de Caseros el progreso del país, es el conocido
sofisma (post hoc, ergo propter hoc) que atribuye causalidad a la mera coincidencia ... la
verdad es que ese tipo de desarrollo es indiferente a los regímenes y se da
históricamente en todos" (6). Sobre la unificación nacional y la actuación del ejército de
línea, opina Vicente Sierra: "No era éste un lenguaje principista. Era la ley de la selva
en las luchas políticas, de la que fueron pioneros indiscutibles los hombres cultos de
Buenos Aires" (7). Me viene a la memoria Ghandi "temed la dureza de corazón de los
hombres cultos".
Como heredera y sucesora de los anteriores exponentes, se alza la historiografía
revisionista nacional y popular, la "forjista", la que cree que la "nación" no es una
entelequia, sino que es la "comunión de los que vivieron, los que viven y los que
vendrán". Esta escuela asume, que una nación es una "realidad cultural que expresa los
datos, las creencias, las costumbres y los valores que identifican a un pueblo entre los
pueblos" (8), por lo tanto, su presente debe ser construido desde lo nacional, particular y
concreto, igual que su Historia, y, con participación del pueblo.
La reflexión de Juan B. Alberdi -ya maduro, no el joven afrancesado
culturalmente y anglófilo en lo económico- de que: "Entre el pasado y el presente hay
una filiación tan estrecha que juzgar el pasado no es otra cosa que ocuparse del
presente... Falsificad el sentido de la Historia, y pervertís por el hecho toda la política.
La falsa historia es origen de la falsa política" (9) resume el compromiso que se asume
desde este paradigma historiográfico. Corriente antiimperialista y democrática.
Pertenecen a ella las obras de Scalabrini Ortiz, H. Manzi, Gabriel del Mazo y Arturo
Jauretche. Este último, dedicó varias obras al periodo 1853-1880, en una de ellas, luego
de citar la arenga de Mitre durante la guerra del Paraguay que reza: "Cuando nuestros
guerreros vuelvan de su larga y gloriosa campaña a recibir la merecida ovación que le
pueblo les consagre, podrá el comercio ver inscriptas en sus banderas los grandes
principios que los apóstoles del libre cambio han proclamado para mayor felicidad de
los hombres", sostiene: "El resultado es que Brasil cosecha triunfos, tierras y posición y
la Argentina triunfos del partido liberal... Toda la clave de nuestra historia está en este
hecho, permanentemente nuestra lucha no ha sido otra cosa que nuestra resistencia a
subordinamos a la política inglesa de comprador y vendedor; nuestros ideólogos
liberales, cualesquiera hayan sido sus fines íntimos y sus ilusiones patrióticas, todos han
sido agentes de comercio de aquella nación" (10). José María Rosa, que ha
evolucionado hacia posiciones más democráticas tras su apoyo a Uriburu, opina del
episodio referido como sigue: "Urquiza indignado o aparentando indignarse por el
cobarde atentado (el de la "agresión preparada”) se ofreció a Mitre escribiéndole sin
ironía: Ha llegado el momento en que las palabras deben hacer lugar a los hechos. Nos
toca combatir de nuevo bajo la bandera (la brasileña) que reunió en Caseros a todos los

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argentinos" (11). No menos lapidario será al referirse a la sucesión de Mitre ante su
testamento político: "yo que fui libre, unánimemente elegido y que de ese origen
popular he sacado mi fuerza para gobernar", sosteniendo: "No son mentiras a sabiendas,
sino retórica que en Mitre reemplaza el análisis objetivo. Piensa en frases y se embriaga
con ellas. Y sinceramente las cree". (12) Tampoco Sarmiento escapa a su pluma
francotiradora cuando reproduce el mensaje de asunción del sanjuanino a la presidencia:
“Dios no nos ha de pedir cuentas de la sangre derramada en la más legítima de las
defensas. La historia no ha de echar de menos, tampoco, la cadena que quería detener el
progreso humano en las bocas del río Paraguay... la guerra del Paraguay completa la de
la independencia" (13). Continuadores de esta línea de pensamiento revisionista, que
creo haber esbozado sucintamente, serán Fermín Chavez, R. Ortega Peña y E. Duhalde,
entre otros tantos, claro. Victor Mariano Sonego con su obra "Las dos Argentinas",
pertenece a esta corriente de interpretación histórica.
A lo largo de la segunda mitad del siglo XX, una pléyade de escritores,
poIiticólogos, periodistas e historiadores han abordado el estudio del segmento epocal
en cuestión. Provenientes de diversas extracciones ideológicas, filosóficas y estéticas,
propias de los tiempos que les tocó vivir, han aportado problemáticas y/o establecido
posiciones dándole contemporaneidad al estudio de la ciencia histórica, propósito
siempre bienvenido. Respetando cronológicamente la aparición de sus libros, un
esquemático muestreo de ellos, es lo que sigue: un confeso Iiberal, José Luis Busaniche
elogia a Mitre y su proyecto del modo siguiente: "Hombre de claro entendimiento,
percibió con sagacidad el significado de aquella mutación casi teatral (tras Pavón). Por
eso adoptó una postura muy personal que mantuvo en lo posible con dignidad y
orientación patriótica. No pudo más tarde cumplir integralmente su plan, pero sí echar
las bases esenciales de una política nacional y honrada en sus fundamentos.
Despreciador de los caudillos y un tanto ideólogo también, faltole el imperio del
caudillo para imponer hasta el fin su programa y desbaratar intrigas y mezquindades. Su
plan se basaba sobre un axioma de realismo político simple y verdadero que se concretó
así: "Debemos tomar a la república tal como la han hecho Dios y los hombres". Y se
propuso no abusar de la perspectiva favorable que le había deparado la fortuna, así
como no derramar más sangre inútilmente por motivos políticos” (14). A no muy
diferentes conclusiones arriba el constitucionalista José R. López Rosas cuando afirma:
"Sin entrar en detalles que escapan a la índole de esta obra, en diez meses de campañas
militares, Bartolomé Mitre logra cambiar la situación en trece provincias argentinas que
le prestaron su apoyo y reafirman la política liberal. Solo una: Entre Ríos será respetada
permaneciendo federal y a su frente el Gral. Urquiza. La palabra de Mitre se habla
cumplido (15)
Desde otra óptica, explícitamente latinoamericanista, Eduardo Galeano se refiere
del modo que sigue al caudillo riojano Ángel Vicente Peñaloza: "En La Rioja, el
Chacho Peñaloza, general de los llanos... era uno de los últimos reductos de la rebelión
contra el puerto, y Buenos Aires consideró que había llegado el momento de terminar
con él. Le cortaron la cabeza y la clavaron, en exhibición en el centro de la plaza de
Olta. El ferrocarril y los caminos culminaron con la ruina de La Rioja... el librecambio
habla provocado la crisis de sus artesanías y había acentuado la crónica pobreza de la
región". Bajo la misma lógica, sobre la Guerra de la Triple Alianza, condena: "Los
paraguayos sufren la herencia de una guerra de exterminio que se incorporó a la historia
de América latina, como su capítulo más infame; Brasil, Argentina y Uruguay tuvieron
a su cargo el genocidio; No dejaron piedra sobre piedra ni habitantes varones sobre los
escombros. Aunque Inglaterra no participó directamente en la horrorosa hazaña, fueron
sus mercaderes, sus banqueros y sus industriales quienes resultaron beneficiados con el

11
crimen de Paraguay. La invasión fue financiada, de principio a fin, por el Banco de
Londres, la casa Baring Brothers y la banca Rothschild, en empréstitos con intereses
leoninos que hipotecaron la suerte de los países vencedores" (16).
El prolífico Félix Luna, desde otro de sus libros, refiriéndose al creador de "La Nación"
desliza: "Pero Mitre tenía que ser coherente consigo mismo... no podía incurrir en los
actos que había criticado... entonces optó por la vía indirecta: instó a las provincias que
iban cayendo. en manos de sus expediciones pacificadoras a que le confirieran, por
leyes especiales, el encargo de los poderes nacionales. Obedientemente o las provincias
fueron autorizando al Gobernador de Buenos Aires a ejercer las relaciones exteriores de
la Nación... Asumió el Ejecutivo Nacional y auto limitó su gestión al mando de las
fuerzas militares, la gestión de las relaciones exteriores y la percepción de las rentas
nacionales...Fue el triunfo de la realidad... y de la imaginación política". (17).

Llegados los noventa, con todo lo que eso implica, los abogados Carlos A. Floria
y Cesar A. García Belsunce, tras asumir en su obra "un compromiso ineludíble" dicen
en la introducción de sus tomos:" Esta obra no es una historia ideológica, no nos
sentimos comprometidos con las escuelas históricas llamadas liberal o revisionistas.
Tampoco participamos de una suerte de teoría conspiracional, según la cual lo que pasa
en la sociedad, sobre todo lo que disgusta que suceda o haya sucedido, es el resultado
deliberado de un plan de algunos hombres o grupos que, además, lo habrían llevado a
cabo con extraño éxito… Esta posición asume las características de un verdadero
compromiso con la pluralidad de ideas, con la seriedad científica y con una nueva visión
acorde con los tiempos actuales"(18). En dicha obra se lee sobre Mitre y su imposición
del liberalismo: "El hombre era capaz de hacerlo, como lo fue de sortear múltiples
obstáculos en una de Ias carreras políticas más largas que conoció la república; pues su
actuación se prolongó hasta el fin mismo del siglo... Como militar cultivó el arma más
técnica y moderna –la artillería- lo que es un indicio de su modalidad… político viejo de
nuevo cuño. Sensible como hombre, como político era frío y sereno. Aferrado a sus
principios, pero con una alta dosis de realismo que le daba una notable flexibilidad
política. Mitre había resumido su programa en el lema "Nacionalidad, Constitución y
Libertad": una nación unida, eminentemente superior a sus partes; una constitución
federal, garantía de los derechos de esas mismas partes; libertad política y civil. ¿Qué
libertad? La concebida por el liberalismo de entonces: libre juego de las instituciones,
libertad de crítica, eliminación del caudillaje autocrático que impedía a los pueblos
expresarse libremente, libertad que nacía de la civilización y que imponía combatir la
barbarie ... no quedaba otro recurso que provocar el cambio por la acción directa o
indirecta de las fuerzas militares, puestas al servicio de los principios... mientras
sostenían el principio de la libertad de los pueblos se disponían a derribar regímenes
qua gozaban del consenso de las poblaciones para imponerles otros, creados desde
afuera y apoyados en minorías más o menos exiguas aquellos pueblos hablan sido
sumidos en una suerte de minoridad que les impedía elegir libremente ... debían ser
libertados, darles acceso a la cultura política, para que luego pudiesen elegir
conscientemente el sistema de su predilecciónff (19) Luego de elogiar el pragmatismo
en la posición proeuropea y antilatinoamericana de Mitre, los autores analizan la Guerra
del Paraguay en los siguientes términos: "El propósito confesado de la Alianza es hacer
desaparecer el gobierno de López, respetando la soberanía, independencia e integridad
territorial del Paraguay... En realidad los argentinos no sabían hasta donde iban sus
derechos territoriales y optaron por la reclamación más amplia... En el Tratado, Mitre
cometió un error: se declara, en una frase elocuente y política, que la guerra es contra el
gobierno de López y no contra el pueblo paraguayo... Cuatro años después en la célebre

12
polémica con Juan Carlos Gómez, Mitre debió rectificarse: los argentinos no habían ido
al Paraguay a derribar un tirano sino a vengar una ofensa gratuita, a reconquistar sus
fronteras de hecho y de derecho, a asegurar su paz interior y exterior, y habría obrado
igual si el invasor hubiese sido un gobierno liberal y civilizado. Era la verdad tardía
pero también era cierto que se había ido a la guerra con menos escrúpulos contra un
régimen bárbaro…. El tratado es un triunfo de la diplomacia argentina". Concluyen
estos investigadores: "El movimiento revisionista ha sido particularmente virulento en
esta crítica y el país ha velado con el silencio el centenario de la guerra. La critica a Los
acontecimientos políticos que llevan a la guerra y se desarrollan paralelamente a ella
puede ser justa según cuáles sean sus términos y argumentos. En todo caso es lícita.
Pero parece haber olvidado, a la vez que alaba el heroísmo paraguayo, el de los propios
argentinos, que escribieron con su sacrificio la penúltima página de nuestro pasado!'
(20).

Encaramadas en el siglo XXI, las obras referidas a nuestro pasado no dejan de


aparecer, al contrario, parecen convertirse en los temas de moda, de hecho, varias son
best sellers. Oriundos de universos ideológicos e intelectuales diferentes, distantes
generacionalmente entre sí, cada uno a su modo, los que siguen, revisan el proceso
histórico del tercer cuarto del siglo XIX. Juan José Sebreli, politicólogo y ensayista,
adscribe la creencia de que la "nación" es una entelequia, un producto histórico creado,
un "artefacto", una contingencia, desde aquí, dice respecto del periodo: "Sus adversarios
nacionalistas y populistas acusan a Sarmiento y a la generación del '80 de extranjerismo,
de eurocentrismo. Sarmiento no se hubiera sentido agraviado ya que formaba parte de
una corriente de intelectuales y políticos del siglo XIX -extendida hasta comienzos del
XX- en América latina, Europa oriental, la Rusia zarista, y aún la China imperial, para
quienes el cosmopolitismo, el europeísmo, o mejor el occidentalismo, no fueron
frivolidad y esnobismo sino un modo de luchar contra las tradiciones retrógradas, de
superar el atraso cultural y también social y económico, de integrarse al mundo
avanzado y estar a la altura de los tiempos anhelo paradójicamente patriótico. La cultura
europea no era, para estas estas elítes marginales, la expresión de un espacio geográfico
ajeno sino la forma histórica clásica y universal del mundo moderno de la que se sentían
sus legítimos herederos” (21). En el siglo XX un continuador de esta línea de
pensamiento –sarmientino- será Jorge Luis Borges, nada menos.
El periodista Jorge Lanata, a través de un interminable desfile de historiadores
universitarios, emite juicios que rezan del modo que sigue, en este caso a través de
Ferns: "la llegada de Mitre al gobierno constituyó un punto de inflexión en las
relaciones entre Argentina y Gran Bretaña, En 1875 los préstamos ingleses
representaban la mitad de la inversión de ese origen en la Argentina; Una proporción
que se acercaba al 80% de las inversiones hechas por capitalistas británicos o a través
del mercado financiero de Londres, dependía, directa o indirectamente en esta fase
primera, de la capacidad y voluntad que tuvieran las autoridades argentinas de recaudar
impuestos con una mano y transferir con la otra una proporción apropiada de las rentas
públicas a inversores privados... los intereses británicos en Argentina en 1875
controlaban un capital distribuido en la siguiente forma: préstamos gubernamentales,
Bancos de Londres y Mercantil, Ferrocarriles, compañías de tranvías, compañía de
telégrafos; gas mutual de Bs. As., Fábrica de carne Líebíg y Bolicua, Minas de San
Juan, Inversiones directas, mil granjas de ovejas irlandesas, cien granjas de ovejas
escocesas, cien firmas comerciales... La Ley del 5 de setiembre de 1862 fue el colmo
del capital de riesgo: garantizó a todos aquellos que invirtieran dinero en la construcción
del ferrocarril de Rosario a Córdoba un dividendo del 7 por ciento sobre un capital de

13
6.400 libras esterlinas por milla. Además la ley de Mitre contempló que se suministrara
la tierra necesaria para la construcción de las líneas, estaciones, depósitos, etc.; acordó
exenciones de impuestos y garantizó el no congelamiento de precios" (22).
El mediático profesor Felipe Pigna, crítico del liberalismo mitrista, expone a
través de Milcíades Peña, la carta de Sarmiento a Oro desnudando el liberalismo
político de la época: "Nuestra base de operaciones ha consistido en la audacia y el terror
que, empleados hábilmente han dado este resultado admirable e inesperado.
Establecimos en varios puntos depósitos de armas y encarcelamos como unos veinte
extranjeros complicados en una supuesta conspiración; algunas bandas de soldados
armados recorrían de noche las calles de la ciudad, acuchillando y persiguiendo a los
mazorqueros; en fin, fue tal el terror que sembramos entre toda esta gente con estos y
otros medios, que el día 29 triunfamos sin oposición" (23).
Como se observará la disputa historiográfica continúa. Tal como expresara Paulo
Freire en "El grito-manso”, la lucha no se acaba, se reinventa.

Dos Argentinas y dos Historias, una, la liberal -en sus bifurcaciones de


izquierda y derecha, y otra, la revisionista nacional y popular igualmente, a diestra y
siniestra, se expresan en antinomias. que han signado nuestro pasado, y perviven en
nuestro presente, ellas son entre otras: "Buenos- Aires y el interior; unitarios y
federales; intelectuales y caudillos; Europa (representada por la cultura francesa y la
economía inglesa y América (con sus raíces aborigen-hispánicas); Civilización y
barbarie; Progreso y atraso; Facundo y Martín Fierro; lo económico o lo social;
librecambio y proteccionismo; iluminismo (positivista) y romanticismo; laicos y
religiosos;·inmigrantes frente a gauchos y aborígenes". Podrían mencionarse otras
nacidas al calor del siglo XX, pero exceden el marco del presente trabajo.
Ante ellas, una cita de Jauretche define la posición de quien esto escribe: "La
idea no fue desarrollar América según América, incorporando los elementos de la
civilización moderna; enriquecer la cultura propia con el aporte externo asimilado,
como quien abona el terreno donde crece el árbol. Se intentó crear Europa en América
trasplantando el árbol y destruyendo lo indígena que podía ser un obstáculo al mismo...
La incomprensión de lo nuestro preexistente como hecho cultural, o mejor dicho, el
entenderlo como hecho anticultural, llevó al inevitable dilema: Todo hecho propio por
serlo era bárbaro y todo hecho ajeno, importado, por serlo era civilizado: Civilizar pues,
consistió en desnacionalizar... "(24)
Por lo expuesto, y/o a pesar de ello, el objetivo de la tarea educativa debería ser
el propósito de que a través del conocimiento y análisis crítico de nuestras raíces de
nuestro pasado, encaremos la ciclópea tarea de superar esas disputas y desde allí,
construyamos el presente, todo, en pos de encarar el futuro con mayores certezas, desde
nuestra identidad, sino, ¿Para qué sirve la Historia?
Concluyendo, para la comprensión de una etapa histórica problemática, no
automática, en tanto que realidad social construida, luego teorizada, es necesario
abordarla desde los variados enfoques que las ciencias sociales ofrecen, por un lado, y
por otro, involucrando en el análisis y haciendo partícipes de la misma a todos los
actores sociales que la misma incluye. Todo en pos de la construcción de la identidad
para la emancipación. Si no, las ciencias sociales no merecen el nombre de tales, ni los
docentes estamos cumpliendo el rol que nos asignamos.

14
Citas Bibliográficas
1- Quattrocchi Woisson D. "Los Males de la Memoria" Historia v Política en la Argentina. Bs. As.,
Emecé editores, 1995. Pp. 13~23; 323~331.
2- Luna Félix. "Los Caudillos". Bs. As., Peña Lillo editor, 1966 1°ed.10°ed. 1984. Pp. 15.
3- Galasso Norberto. "De la Historia Oficial al revisionismo rosista".
Corrientes historiográficas en la Argentina. Bs. As., Centro Cultural E. S. Discépolo, 2005. 6° reimp. Pp.6
y ss.
4~ ídem. Pp. 9 Y ss.
5- Idem. Pp. 13 Y ss.
6- Palacio Ernesto. "Historia de la Argentina". Ss. As., Abeled~Perrot, 1979 11°ed. Pp. 504-505.
7- Sierra Vicente. "Historia de la Argentina". Bs. As., Ed. científica argentina, 1978. Tomo X (1852-
1862) Pp. 7-
8- Sonego Víctor M. "Las dos Argentinas". Bs. As., Ed. Don Bosco, 1994 4°ed. Pp. 7/8. Pp.7-8.
9- ídem. Pp. 18.
10- Jauretche Arturo. "Ejército y Política". La patria grande y la patria chica.
Bs. As., Peña y Lillo, 1976. Pp. 80-81.
11- Rosa José María. "La guerra del Paraguay y las montoneras argentinas".
Es. As., Hyspamérica, 1986. Pp. 180-181.
12-Rosa José María. "Historia Argentina". Bs. As., Oriente SA., 1981. Tomo VII '"La Oligarquía" (1862-
1878). Pp. 223-224.
13-ídem. Pp. 275.
14- Busaniche José L. "Historia Argentina". Ss. As., Ed. Solar, 19826" OO. Pp. 706.
15-López Rosas José R. "Historia constitucional Argentina". Bs. As., Astrea, 19985°00. Pp. 552.
16-Galiano Eduardo. "Las venas abiertas de América Latina". Bs As., Catálogos, 2002 21°reimp. Pp. 307-
310.
17- Luna Félix. "Conflictos V Armonías en la Historia Argentina". s.f. As., Edith. De Belgrano, 199& Pp.
96--97.
18-Floria C. A. y García Belsunce C. A. "Historia * los argentinos". Bs. As., Larousse, 1992. Pp. 8.
19- Idem. Pp. 576-577.
20- Idem. Pp. 602/603. 609
21- Sebreli Juan J. “Crítica de las ideas políticas argentinas". Bs. As., Sudamericana, 2003 50 ed. Pp. 31.
22-Lanata Jorge. “Argentinos". Bs. As., Ed. B grupo Z, 2002. 16 ed. Tomo I Pp. 299-300.
23-Pígna Felipe. "Los mitos de la historia argentina 3". Bs. As., Planeta, 2006. Pp. 21. 24-Jauretche
Arturo. "Manual de Zonceras Argentinas". Bs. As., Peña Lillo editor, 1968. 1° ed. 1980 8° ed. Pp. 25.
25- Pelai Pagés. "Introducción a la Historia". Epistemología. Teoría y problemas de método en los
estudios históricos. Barcelona, Barcanova, 1989. Pp. 210-211.-

15
Contexto Latioamericano
Por Profesor Armando López

Durante la segunda década del siglo XIX, las colonias hispanoamericanas fueron
perfilando y concretando el fin de sus luchas independentistas y revolucionarias.
Algunas regiones antes, otras después, en general, se liberaron del yugo monárquico
español.
En 1824, en la batalla de Ayacucho, se selló prácticamente, la contienda bélica, a nivel
continental, en favor de los revolucionarios. Allí, el mariscal Sucre, en el actual Perú,
derrotó a los últimos ejércitos realistas.
A partir de este hecho, la denominada Hispanoamérica, comenzará un zigzagueante
camino de marchas y contramarchas en su devenir político independiente. Al respecto,
es menester recordar que el proceso revolucionario que atravesó nuestro continente tuvo
sus contradicciones.
Ciertamente, Gran Bretaña, dueña de los mares y el comercio mundial, apoyó en sus
comienzos, directamente o forma simulada, a los revolucionarios americanos. Esto
respondía a un conveniencia de tipo económica-mercantil; liberadas las colonias de
España, se rompería el monopolio comercial español. Consecuentemente, Gran Bretaña
podría ingresar sus productos (en gran cantidad, debido a sus fábricas. revolución
industrial)," libremente" a este nuevo y gigantesco mercado. Asimismo, podría comprar
materias primas esenciales para sus industrias ese fue el plan, y tuvo éxito.
Paralelamente, existía un segmento comercial en las colonias que se verían favorecidos
por la independencia, sobre todo el grupo de los criollos exportadores.
Sin embargo, la historia tiene contradicciones; Gran Bretaña deseaba la liberación de
estas tierras (no por intenciones filantrópicas, por cierto), pero a su vez no le convenía la
unidad política y económica de las surgentes repúblicas. Es que debido a su gran
extensión y riquezas naturales de todo tipo, la América libre y unida, podría constituirse
en un formidable competidor para la potencia europea.
Fue así, que una vez terminada la contienda contra España, la diplomacia británica,
sagaz y pragmática como pocas comenzó en forma abierta o solapada, su política de
división. La llamada "balcanización" de Latinoamérica. Es decir, desmembrar las
nuevas repúblicas en la mayor cantidad de porciones posibles.
En realidad, esta es una vieja receta imperial romana, " dividir para reinar". De esta
manera, luego de la independencia, la ex América española, inició un proceso de luchas
fratricidas, que desembocó en una gran división territorial y política, hoy vigente.
Cada caso, país o región, tiene la marca indeleble de la diplomacia balcanizadora
británica. Tales prácticas, serán heredadas luego por los EE.UU.
Cabe señalar que estas políticas fueron, muchas veces, acompañadas y apoyadas por
sectores sociales dominantes, oligarquías vernáculas, quienes priorizaron sus intereses
económicos, en lugar de la unidad. Así por ejemplo, los ganaderos exportadores de Bs.
As., tuvieron su parte de responsabilidad en la pérdida de la banda oriental, o la
oligarquía comercial caraqueña en la división de la gran Colombia.
Estos sectores comerciales se beneficiaban con el libre mercado, SOBRE TODO
EXPORTANDO MATERIAS PRIMAS; su principal comprador era, obvio, Gran
BRETAÑA, quien además exportaba sus manufacturas.
De cierta forma, América Latina, en el transcurso del siglo XIX se liberó políticamente
de España, pero SE TRANSFORMÓ en una gran y dividida colonia comercial de los
británicos; con raras excepciones, como el Paraguay de Solano LÓPEZ, HASTA 1870.
En el caso del ex Virreinato del río de la Plata, es proverbial y famosa, la pérdida de la
provincia de la Banda Oriental (hoy Uruguay. Allí, en 1828 la "mediación " británica en

16
la guerra con el Brasil, más los intereses de los ganaderos porteños, posibilitaron la
creación artificial de un estado, Uruguay. Según el historiador Abelardo Ramos, la
independencia del Uruguay, es una aberración política, jurídica e histórica. Esta jugada
maestra británica, le impidió a la Argentina controlar los dos puertos de entrada al río de
la plata (Montevideo y Bs. As.).
En 1830, en el noroeste de Suramérica, la Gran Colombia (Venezuela, Colombia,
Panamá y Ecuador), también se desintegraba, pese a los esfuerzos titánicos de Simón
Bolívar. Este había convocado a un Congreso Panamericano en 1826, en Panamá, para
la conformación de la América unida. Fue boicoteado por sus enemigos internos, más
Gran BRETAÑA Y EEUU; EL congreso fracasó.
Sin embargo, el caso más diáfano de balcanización se produjo en Centroamérica. Allí la
república de Centroamérica se escindió en cinco estados; Guatemala, Honduras, El
Salvador, Nicaragua y Costa Rica. Todo esto, pese a los esfuerzos de Francisco
Morazán, héroe de la unificación.
Otros países fueron directamente mutialiados, como MÉJICO, QUE PERDIÓ El 51%
de su territorio a manos de EE.UU., en la guerra de Texas, en 1848. Algunas regiones
quedaron en poder español, como Cuba, que comenzará su proceso independentista en
el ocaso del siglo XIX.
PARALELEMENTE se produjeron guerras entre países americanos, como la que tuvo
Chile, Perú Y Bolivia como protagonistas (Guerra del Pacífico. 1879-1883), lo cual
ahondó más las diferencias y la división entre nuestros pueblos.
En fin, Hubo más episodio similares en toda la región. Esta fue la tónica del siglo XIX.
En contraste, si vemos y "leemos" el mapa de nuestro continente actual; observamos dos
grandes estados en el norte, EE.UU. y Canadá. Compactos y homogéneos, es la llamada
América anglosajona.
Si miramos desde Méjico hacia el sur, percibiremos una cantidad de estados divididos;
paradójicamente, con una religión, idioma y tradición histórica cultural, medianamente
homogénea. Es la llamada América latina.
Concluyendo, el sueño y el objetivo de los grandes revolucionarios, Bolívar, San
Martín, Artigas; era crear una nación libre y soberana, pero unida e integrada. La gran
América.
A 200 años del inicio de la Revolución, este es el desafío aún pendiente.

Bibliografía:
Toro Jiménez, Fermín, 2004: "Surgimiento y desaparición de la Gran Colombia, una visión alternativa.
1821-1830"

17
LOS PERSONAJES

José de San Martín y La Revolución Nacional


Por Profesor Fabricio Barrera

18
Generalmente, cuando pensamos en José de San Martín, no lo asociamos al
movimiento revolucionario de mayo de 1810, como tampoco consideramos sus
campañas libertadoras como continuadoras de ese movimiento. Este texto intentará
aclarar o encadenar el papel histórico de este General Libertador con los sucesos de
1810, para también (dentro de las posibilidades de quien escribe) entender cómo es que
este soldado español vino a América en 1812 a enfrentarse contra su propio ejército, el
que lo formó como militar; él por qué de su enfrentamiento con Rivadavia; cómo es que
la historia oficial lo consideró dentro de su pabellón de bronces y, por último, por qué se
“retira” de la lucha en América para volver al viejo continente. Para dar respuesta a
estos interrogantes no se analizarán sus campañas militares (muy dignas de ser
respetadas y analizadas), vistas hasta el hartazgo por todas las corrientes
historiográficas, de la izquierda a la derecha, sino que trataremos de encontrar al
hombre que respira, sufre y espera bajo el bronce mitrista.
Los hechos históricos ocurren en un tiempo y espacio determinados, pero no se
debe caer en el error de interpretarlos aisladamente (aunque a muchos les resulte
rentable) de sus respectivos contextos temporales y espaciales. La Revolución de 1810
ocurrida en el Río de la Plata tiene sus antecedentes en las revoluciones burguesas de
Norteamérica y Europa y en la Revolución “Negra” de Haití. Aunque también se deben
tomar como antecedentes los levantamientos de nuestros pueblos originarios ocurridos
al finalizar el siglo XVIII. De hecho, son las revoluciones europeas las que más
influencia darán a nuestro movimiento soberano, teniendo en cuenta en primer lugar a la
Revolución Francesa que llevaba adelante los ideales de Libertad, Igualdad y
Fraternidad. En segundo lugar, debemos tener en cuenta la Revolución Española de
1808 que se levanta frente a la imperialista Francia (rumbo extraño para una revolución
que empezó arengando la igualdad de derechos para todos los hombres. Antes de
continuar debemos preguntarnos cuál era el objetivo de estas revoluciones: librarse del
absolutismo monárquico y de los privilegios de los nobles y la iglesia que ahogaban las
libertades de las mayorías populares.
Para el año 1808, los ejércitos franceses han entrado en España y capturado a su
rey Fernando VII. La sociedad española, en su mayoría, condena esta acción y se alza
en una revolución para repeler al enemigo. El General San Martín ya había tenido
contacto con ese mundo del liberalismo del ’89 y se acopló al movimiento
revolucionario español. Ya contaba con 19 años de servicio en ese ejército y poseía el
grado de Capitán.
Lo primero que tenemos que entender es por qué este soldado español,
repentinamente en 1812 decide abandonar la península para luchar en América por las
revoluciones populares. Desde el punto de vista de la historiografía mitrista se atribuye
su regreso a que sintió que sus servicios ya no eran necesarios, porque España ya
contaba con los servicios de las milicias británicas.1La anglofilia del fundador de “La
Nación” se trasluce en esta conclusión, que hace creer que la ayuda británica será mejor
que el aporte de los soldados hispanos o hispanoamericanos. Existen otras explicaciones
que realmente no son muy serias al momento de entender él por qué del viaje del
General. Carlos Salas sostiene que “se encendieron en su espíritu las fuerzas
telúricas…haciéndole añorar a su América lejana y ansiar el regreso”2
Como el mismo Norberto Galasso sostiene, es improbable que un hombre que ha
pasado sus últimos veintiocho años en España, viviendo y sintiendo como español,
tenga alguna “añoranza” por una tierra de la que, seguramente, guardaba algún lejano

1
Mitre, Bartolomé, “Historia de San Martín”. Buenos Aires, “Suelo Argentino”, 1950, en Galasso,
Norberto, “Seamos libres…”, Buenos Aires, Colihue, 2007.
2
Salas, Carlos, artículo en “La Nación”, 14/8/1977 en Galasso, Norberto, Op. Cit.

19
recuerdo de sus juegos cuando niño. Para no agotar este texto en explicaciones sin
sentido, vamos a pasar directamente a la que nos brinda Galsso y a la que adhiero
(dejando esto explícito para desmitificar lo de la objetividad histórica, la cual no existe
en tanto se analizan ideologías, aunque puede valer para analizar una tabla de variación
demográfica). Este autor nos dice que, adhiriendo al juicio de un autor español, Augusto
Barcia y Trelles, lo que hace regresar al General a tierras americanas es el sentimiento
de continuar la Revolución Liberal (liberalismo de la Revolución Francesa, los del
liberalismo económico son otros) en este lado del Imperio Español, entendiendo a la
América hispana y a España como la misma nación en armas contra el absolutismo.
También siguiendo al historiador José Pettenghi en el libro “Vida española del General
San Martín”, se puede sostener que la lucha en España ya se había agotado y, para no
perder esperanzas, esta se traslada a la América española.
Es importante difundir esto para poder desmitificar el carácter separatista que se
le ha dado a la Revolución de mayo de 1810. Porque esta revolución, y San Martín lo
sabía, tenía como primer objetivo deshacerse de los privilegios monárquicos. Por eso
mismo las Juntas Populares que se forman en América, juran en nombre del rey
Fernando VII (que seguía cautivo) esperanzados en que él se convertiría en el
Reformador de la Nueva España. Los que alentaban el separatismo eran los
comerciantes portuarios, agobiados por el monopolio comercial con España, que
ansiaban incorporarse al librecambio inglés, alentado por la Isla del Norte. También hay
que tener en cuenta que el objetivo del General, una vez llegado a América, fue derrotar
la reacción realista en el continente, cuyo foco principal se encontraba en Lima. Para
esto preparó un ejército en Cuyo para ayudar a los revolucionarios chilenos y luego a
los peruanos. Si la revolución hubiera sido separatista ¿era necesario luchar contra los
ejércitos realistas en otros puntos del continente? La hermandad americana era en San
Martín un ideal. Esto se verifica en una carta enviada a Tomás Guido en 1845 donde le
dice: “Usted sabe que yo no pertenezco a ningún partido, me equivoco, soy del partido
americano”.
Este americanismo de San Martín lo lleva a enfrentarse con el “más grande
hombre civil” de la historia (según Mitre, por supuesto). Estas “diferencias” entre el
General y Rivadavia son mencionadas por muchos historiadores, pero no se le da la
importancia necesaria, ya que muchos no responden por qué realmente se produce el
enfrentamiento. Y la respuesta no es complicada, sólo que compromete un poco la
“grandiosa civilidad” de Rivadavia: es que don Bernardino representaba los intereses de
los comerciantes (ingleses) del puerto de Buenos Aires y, para cuidar su trabajo, varias
veces obstruyó los planes del General. Cuando San Martín ya había llegado al Perú,
necesitaba dinero y tropas desde Buenos Aires, pero el secretario de Gobierno le negó
esta petición ya que no se querían desprender de una buena parte de las tropas para
liberar América porque necesitaban “librarse” de los artiguistas que “amenazaban”
desde la Banda Oriental. Posteriormente, el Gobierno de Buenos Aires resuelve que el
Alto Perú quede separado de las Provincias Unidas. Como decía Arturo Jauretche
“¡Patria Grande y Patria Chica!”
Pero la historia oficial se encargó de minimizar este problema, ya que utilizó la
figura del General San Martín, para justificar sus políticas. ¿Cómo es que la historia
oficial ha utilizado la figura de este americanista, para justificar sus políticas centralistas
y librecambistas? Es que desfigurando un poco el pasado, diciendo que la revolución de
mayo y el accionar de San Martín fueron anti-hispanistas, se podía actuar a favor de una
política de achicamiento (económico, dirigido a la economía de la pampa húmeda.
Mitre, que fue el iniciador de esta falsificación de la historia, fue el fundador del diario

20
“La Nación”. Es interesante ver cómo este diario respeta la tradición de desfigurar,
pasado o presente, da igual.
Volviendo al tema. Una vez ignorado, el General San Martín no tiene mucho que
hacer. Además, debe renunciar a su cargo de Protector del Perú porque era difamado.
Según él mismo en carta a O’Higgins: “Ya estoy cansado de que me llamen tirano, que
en todas partes quiero ser rey, emperador y hasta demonio”3 Sin dinero, sin hombres
para su ejército, difamado, pasa el mando de su ejército al otro General Libertador,
Simón Bolívar, por lo que no hay ningún misterio en Guayaquil. Nuevamente Patria
chica y Patria grande. Se aleja al fin de su, ahora sí, querida América. Pero no abandona
la lucha, como algunos han querido atribuirle. Desde Francia sigue alentando por la
unión americana. Por ejemplo, varias veces ofrece sus servicios militares a Rosas en lo
Bloqueos sufridos en el Río de la Plata por les potencias extranjeras, hasta llega a
heredarle su sable al “Tirano”.
José de San Martín, además de ser un militar exitoso, fue un gran político, de
amplio pensamiento. Arriesgó su vida y carrera militar desobedeciendo a un Directorio
miope. Luchó siempre por la dignidad de las mayorías, sin dudar que quienes más
tenían, estaban moralmente obligados a hacer lo mismo. Sabía que los porteños no lo
querían, porque luchaba por una América integrada. Por su condición de humano, no
soportó el desprecio de Buenos Aires y la difamación en Perú, por eso supuso que su
presencia ya no ayudaba a los objetivos perseguidos. No bajó los brazos y desde el
exilio siguió luchando por sus ideales. Tanto es así que dijo: “…yo no aprobaré jamás el
que ningún hijo del país se una a una nación extranjera para humillar a su patria”4 Hay
muchos de nuestros políticos que debería reflexionar sobre esta frase, ya que se rasgan
las vestiduras defendiendo la libertad de expresión, aunque se deban poner del lado de
empresas extranjeras, monopolios de información que les gusta difamar, como lo hacían
con el General en Perú ¿Coincidencia? No. Cambios y continuidades.

3
Luna, Félix, “Historia integral de la Argentina”, Buenos Aires, Planeta, 1995
4
Pigna, Felipe, “Los mitos de la historia argentina 2”, Buenos Aires, Planeta, 2007

21
Pueblos Originarios
Por Profesora Susana Valle Rocha

En la Cultura Mapuche: La Mujer


Mapuche: (mapu: tierra; che: gente) pueblo de la Patagonia que a partir de siglo XVII
dominó. A los Pampa y Puelches del actual territorio argentino.
La Patagonia se incorporó a la Nación argentina, definitivamente entre 1879 y 1885,
después de las expediciones mandadas por el gobierno nacional.

Las Mujeres en el Mundo Mapuche


Las mujeres de los pueblos originarios, antiguos dueños de la tierra se
mencionaban sólo en los partes militares como integrantes de la chusma, aun cuando
hayan sido princesas, mujeres de caciques, machis o cacicas.
La profesora Norma Sosa5 lo expresa de la siguiente manera:
“... (...)...El mundo femenino aborigen... (...) ha llegado a nuestros días
a través de dos poderosos filtros: uno sexual, porque los testimonios son

5
SOSA, Norma. Mujeres indígenas de la Pampa y la Patagonia. Buenos Aires, EMECÉ
editores, (2001)

22
masculinos, y el otro porque la mayoría de ellos fueron extranjeros
...(...)...no hubo en el pasado testimonios directos de las mujeres.”

Orden Jerárquico entre las Mujeres Mapuches


Conocieron españoles, loberos y náufragos americanos, exploradores y
predicadores ingleses que les dejaron entre los brazos, junto con las chucherías, hijos de
cabellos rubios.
Trataremos de establecer un orden jerárquico entre las mujeres mapuche:

CAICA

MACHI

LENGUARAZAS

ESPOSA DE CACIQUE

PRINCESA

SIMPLEMENTE MUJERES

En General se cree que ellas eran en esta sociedad encabezada por un LONCO (Jefe),
sumisas y hasta ignoradas. Fue muy diferente y se hallan allí en nuestro pasado
esperando que se eche luz en nuestro pasado.

Simplemente Mujeres
Ellas llevaron una vida común, dedicadas a las tareas del hogar, atención del
esposo y a la crianza de sus hijos, a devanar lana, a teñirla y a tejerla.
Elegimos a Juana Sosa. Su historia familiar comenzó con Mercedes Toledo,
oriunda de Azul que era de sangre ahonikénk6. De la unión de Mercedes con Juan
Irineo Sosa, quechua de Santiago del Estero nació la niña Juana Sosa en 1875. Tras el
fallecimiento de su padre comenzó a trabajar en tareas domésticas en la casa de una
familia del pueblo de Lobos, donde conoció al joven Mario Tomás Perón, con quien
tuvo dos hijos: en 1891 a Avelino Mario y otro varón el 7 de octubre de 1893: Juan
Domingo. Doña Dominga Duley de Perón apremio a su hijo para que se casase. El
matrimonio se celebró en 1901 y en el último párrafo del acta, los hijos fueron
reconocidos.

Princesas
Estas jóvenes tuvieron vidas acomodadas y el reconocimiento social, reflejo del
poder paterno. Sus padres solían llevarlas a Carmen de Patagones de compras, allí la
platería, las buenas mantas tejidas, les permitieron una vida más plena y refinada.
Cuando el cacique Manuel Namuncurá eligió el nombre para una de sus hijas lo
hijo bajo la admiración por la hija de Don Juan Manuel de Rosas que era el símbolo del
amor filial: la princesa Manuelita Rosas Namuncurá. La primera noticia sobre ella nos
6
Tehuelche de Santa Cruz. Diccionario Mapuche-español. Buenos Aires, editorial Guadal,
2003

23
la da el sacerdote Jorge Salvaire en 1875, la retrató como una joven refinada y de gran
elegancia. El toldo en donde vivía era limpio y ordenado. En 1879, después de la derrota
de la Confederación Indígena por el Coronel Levalle. Los Curá empezaron a deambular,
en los primeros días del mes de diciembre de 1882 una partida al mando del Mayor
Daza capturó a tres mujeres, que llevaban una custodia, una de ellas era Manuelita. Su
vida cambió cuando su padre se entregó al General Roca, porque aseguró la educación
de sus hijos. El desarraigo transformó a Manuelita, según cuenta el Coronel Daza, que
mientras paseaba por la avenida de Mayo se le acercó una joven vestida a la moda
parisina, allí le contó que su hermano Ceferino estaba en Roma para ordenarse de
sacerdote y luego se perdió en la noche de los tiempos.

Esposas de Cacique: Las Mujeres de Catriel


Era muy importante ser la esposa del cacique Catriel en Azul, porque poseían
crédito ilimitado y fueron reconocidas: Lorenza, Toribio, Eufemia y Rafaela Burgos.
Cipriano Catriel dormía con sábanas de seda, vestía el uniforme del Ejército, usaba
carruaje y tenía una cuenta en el Banco de Azul. Nunca dejó la poligamia aunque sus
hijos fueron bautizados en la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario en Azul.
En 1874 cuando la formula Avellaneda-Acosta fue electa, el General Bartolomé
Mitre se rebeló ante este resultado y Cipriano Catriel se vio envuelto en el conflicto. La
derrota significó para Cipriano una captura humillante, fue dejado en libertad y
desarmado, para que los suyos hiciesen con él lo que quisieran. Sus hermanos lo
ejecutaron por traidor, pero en los momentos anteriores a su muerte les propinó una
maldición:
“... (...)...yo les anuncio que dentro de dos veranos ustedes invadirán,
saquearán y harán cautivos. Y luego serán derrotados, les quitarán el arreo y serán
fusilados. Todo sucederá aquí mismo en Olavarría, donde de noche andará mi alma en
pena. ...(...)...”
Los blancos los corrieron de todos sus asentamientos y en diciembre de 1876 se
lanzaron en malón, fueron vencidos y finalmente fusilados. Después de la muerte del
Lonco, nada más se supo de sus esposas.

Lenguarazas
Por el año 1753, naufragó un bergantín que iba por sal, el contacto con los
aonikén fue bueno y al despedirse una de las mujeres dijo: “Adiós paisano”. La
explicación es que hubo un contacto con los españoles desde 1520, cuando la
expedición de Elcano-Magallanes pasó el invierno allí.
Las mujeres fueron las que con mayor facilidad retuvieron las palabras que oían
y al cabo de un tiempo, hablaron con claridad algunos idiomas.
Las lenguarazas fueron emisarias de jerarquía para las propuestas de paz, canje
de cautivos. Carmen fue la elegida del Coronel Lucio V. Mansilla, cuando era jefe de la
Frontera de Córdoba la conoció, cuando ella integraba la comisión de paz que llegó a
Río Cuarto, para realizar un tratado que fue aceptado por el presidente Sarmiento.

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Machi
Machi es la condición de curandero de una persona, puede ser varón o mujer,
pero lo más frecuente era que fuesen mujeres. Era un estatus en que junto con la magia
se mezclaba la ciencia, la religión y el arte.
Cuenta una leyenda que los caciques mapuche solían reunirse en Loncopué, al
oeste de Neuquén y desde allí peregrinaban hasta Copahue, para aprovechar el poder
reconstituyente de sus aguas termales. Unos Lonco se confabularon y mataron a uno de
los jefes. Hubo sangre y azufre entre los vapores del volcán. Los asesinos falsearon lo
sucedido, pero nadie les creyó. La Machi de la comunidad del cacique muerto lanzó una
profecía:
“... (...)... Loncopué estará condenado a permanecer sin avances.”7

Loncopué es un pueblo cuya calle principal es la ruta y a pesar de ello parece


estar suspendido en el tiempo.

Caciaca: Bibiana García


En 1889, resonó por los valles, mesetas, montes ríos y por todo el desierto
pampipatagónico, una voz de mujer, montada en su brioso pingo, yendo de toldería en
toldería, invitando a la indiada a unir esfuerzos para solicitar al gobierno nacional que
les cediese campos a quienes se sometiesen a la ley, para fundar de esta manera sus
hogares, cultivar la tierra y criar ganado. Ella era la Machi de Azul, Bibiana García, que
acababa de enviudar. Su prédica fue escuchada y el discurso hizo que su gente la
siguiera y la aclamara como su Cacica General, iniciando sus gestiones ante la
presidencia de la República y el Congreso.
Cuando todo parecía perdido, la Machi Bibiana viajó a Buenos Aires para luchar
por la reivindicación de los derechos de los suyos. Finalmente el 19 de junio de 1899, el
presidente Julio Argentino Roca, firmó un Decreto refrendado por el Ministro de
Agricultura Ingeniero Emilio Frers por el cual se entregaba a cada familia 625 hectáreas
con la obligación de construir una vivienda, residir allí. Entre los años 1900 y 1902 se
radicaron en los campos llamados “El Medianito” y “Los Barrialitos”.
Falleció en 1919, fue inhumada frente al sol naciente, con los viejos ritos
mapuche, entre otros el entierro de su caballo favorito y sus riquezas, en el cerro
Tra.ima.

7
BENEDETTI, Héctor Ángel. La tierra de los caciques. Buenos Aires, CS ediciones, 1999

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APÉNDICE DOCUMENTAL
Decreto del 19 de Junio de 1899

“CONSIDERANDO:
1. Que existe en los territorios de Río Negro y de La Pampa un número bastante
considerable.

2. De familias indígenas, restos de las tribus que los poblaban, cuyos principales
miembros han manifestado que desean establecerse definitivamente en el punto
que el Gobierno Nacional les designe.

3. Que por Decreto de fecha 4 de Diciembre de 1889, el P. E. Dispuso la fundación


de una colonia agrícola en los campos fiscales conocidos por el Valcheta en el
territorio de Río Negro, destinada expresamente a la radicación de los indígenas
de aquella región, sin que se haya llevado a cabo la mensura correspondiente.

4. Que la situación de aquel punto, alejado todavía de las vías de comunicación


necesarias para el transporte de los productos de labranza, lo hace más adecuado
por ahora a la explotación ganadera.

5. Que su extensión no es suficiente, sin embargo para el establecimiento de todos


los indígenas de los Territorios mencionados y que, además es conveniente
propenderse se mezclen con ellos los colonos de raza europea.

6. Que la ley del 2 de Octubre de 1884, provee el establecimiento de ciudadanos


argentinos en las colonias pastoriles cuya fundación autoriza mediante la
concesión gratuita de lotes de seiscientas veinticinco (625) hectáreas a todo
aquel que lo solicite bajo las condiciones de población y cultivo que estipula.
Atento los informes de la Dirección de Tierras y Colonias y de la Gobernación
del Río Negro, en el expediente iniciado ante el Ministerio de Agricultura por
Bibiana García, a nombre de numerosos indígenas.

El Presidente de la República Decreta:

Art. 1ª) Fúndanse dos colonias pastoriles en el Territorio de Río Negro, de


acuerdo con la Ley del 2 de Octubre de 1884 y Decreto reglamentario de 7 de Marzo de
1885 la una en las nacientes del río Valcheta, en el departamento General Roca, en los
lotes: Nª1,2,3,8,10,11,12,13,18,19,20, y la parte Norte de los 21,22,23 todos e la
fracción “A” de la Sección XXV;

Art. 2ª) La primera de estas colonias se denominará “Valcheta y tendrá ciento


veinticinco mil (125.000) hectáreas de superficie y la segunda llevará el nombre de
“Catriel” y ocupará la misma extensión;

Art. 3ª) El Ministerio de Agricultura dispondrá la mesura, subdivisión y entrega


de la tierra, previa la reserva de cinco mil (5.000) hectáreas, en cada colonia, en el punto
más adecuado para las necesidades futuras de la colonización agrícola y la formación de
centros urbanos;

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Art. 4ª) Los indígenas que actualmente habitan los territorios de la Pampa y Río
Negro, serán preferidos al efectuarse la adjudicación de los lotes, siempre que se
encuentren en las condiciones que exige la ley del 2 de Octubre de 1884;

Art. 5ª) Derógase el Decreto del 4 de Diciembre de 1889;

Art. 6ª) Comuníquese y dése al Registro Nacional.”


ROCA-FRERS

Bibliografía:
AVENDAÑO, Santiago. Usos y costumbres de los indios de La Pampa. Segunda parte de las memorias
del ex cautivo Santiago Avendaño. Buenos Aires, Editorial Elefante Blanco, 2000.
BENEDETTI, Héctor A. La tierra de los Caciques. Buenos Aires, C S Ediciones, 1999.
CANALS FRAU, Salvador. Las poblaciones indígenas de la Argentina. Buenos Aires, Sudamericana,
1953.
CUADRADO HERNANDEZ, G. Bibiana García, una Cacica con agallas, en Todo es Historia Nª 164,
(Capital Federal), (Alemannn S.R.L.), Enero 1981.
CHUMBITA, Hugo. Los ancestros indios del lider Justicialista. Perón ¿mestizo? (Capital Federal),
(Alemann S. R. L.), Octubre 2004.
ERIZE, Esteban. Mapuche. Buenos Aires, Editorial Yepún, 1967.
FALKNER, Tomás. Descripción de la Patagonia y de las partes contiguas de la América del Sur. 2 ed.
Buenos Aires, Librería Hachette, 1974.
FERNANDEZ, Cesar (Compilación e introducción) Relatos y romances mapuche. Buenos Aires,
Ediciones del Sol, 1969.
GALVEZ, Lucía. Mujeres de la conquista. Buenos Aires, Planeta, 1991

27
Pueblos Originarios
Por Profesora Paloma Jiménez

Para comenzar con el proceso de reconocernos en el otro lo primero que deberíamos


tener en cuenta es que hay una manera de pensar, de actuar, de comunicarse diferente y
también hay otro tipo de estética en los humanos tan valorizada en estos tiempos que
nos hacen diferentes.
El respeto por la diversidad cultural atraviesa todos estos aspectos culturales que son
importantes en la vida de cualquier ser humano, pero suelen resaltar en estos momentos
los nativos de América.
Respetar esta diversidad verla como cotidiana es un gran paso que daremos con el
tiempo como pueblo.
Hay un largo camino que recorrer para que la diversidad no sea solo un dicho una frase,
lograremos respetar al otro sin tabúes cuando en nuestro pensamiento incorporemos las
palabras multiculturalidad, diversidad, solidaridad pero fundamentalmente humanidad.
Gabriela Mistral una de las mujeres admiradas por intelectuales, reconocida en el
mundo y querida por el pueblo se destaca porque tanto en su prosa, como en su poesía
habla de temas profundos como estos, por eso ocupa este espacio con su escrito Hombre
indio americano.

Gabriela Mistral
Prosa

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El Tipo del Indio Americano
La vergüenza del mestizo

Una de las razones que dictan la repugnancia criolla a confesar el indio en nuestra
sangre, uno de los orígenes de nuestro miedo de decirnos lealmente mestizos, es la
llamada "fealdad del indio". Se la tiene como verdad sin vuelta, se la ha aceptado como
tres y dos son cinco. Corre parejas con las otras frases en plomada. "El indio es
perezoso" y "el indio es malo".

Cuando los profesores de ciencias naturales enseñan los órdenes o las familias, y
cuando los de dibujo hacen copiar las bestiecitas a los niños, parten del concepto
racional de la diferencia, que viene a ser el mismo aplicable a las razas humanas: el
molusco no tiene la manera de belleza del pez; el pez luce una sacada de otros
elementos que el reptil-y el reptil señorea una hermosura radicalmente opuesta a la del
ave, etc., etc.

Debía haberse enseñado a los niños nuestros la belleza diferenciada y también la


opuesta de las razas. El ojo largo y estrecho consigue ser bello en el mongol, en tanto
que en el caucásico envilece un poco el rostro; el color amarillento, que va de la paja a
la badana, acentúa la delicadeza de la cara china, mientras que en la europea dice no
más que cierta miseria sanguínea; el cabello crespo que en el caucásico es una especie
de corona gloriosa de la cabeza, en el mestizo se hace sospechoso de mulataje y le
preferimos la mecha aplastada del indio.

En vez de educarle de esta manera al niño nuestro el mirar y el interpretar, nuestros


maestros renegados les han enseñado un tipo único de belleza, el caucásico, fuera del
cual no hay apelación, una belleza fijada para los siglos por la raza griega a través de
Fidias.

En cada atributo de la hermosura que los maestros nos enseñan, nos dan exactamente el
repudio de un rasgo nuestro; en cada sumando de la gracia que nos hacen alabar nos
sugieren la vergüenza de una condición de nuestros huesos o de nuestra piel. Así se
forman hombres y mujeres con asco de su propia envoltura corporal; así se suministra la
sensación de inferioridad de la cual se envenena invisiblemente nuestra raza, y así se
vuelve viles a nuestras gentes sugiriéndoles que la huida hacia el otro tipo es la única
salvación.

29
La belleza del indio

El indio es feo dentro de su tipo en la misma relación en que lo es el europeo común


dentro del suyo.

Imaginemos una Venus maya, o mejor imaginemos el tipo de caballero Aguila del
Museo de México como el de un Apolo tolteca, que eso es. Pongamos ahora mejilla
contra mejilla con él a los hombres de la meseta de Anahuac. Cumplamos prueba
idéntica con el Apolo del Belbedere del Louvre y alleguémosles a los franceses actuales
que se creen sus herederos legítimos. Las cifras de los sub-Apolos y las de los sub-
caballeros águilas serán iguales; tan poco frecuente en la belleza cabal en cualquier raza.

Alguno alegará que la comparación está viciada porque el punto de arranque son dos
rostros sin paridad; uno redondamente perfecto y otro de discutible perfección. No hay
tal; ambos enseñorean en el mismo filo absoluto de la belleza viril. Se dirá que a pesar
de esta prueba un poco estadística las dos razas producen una impresión de conjunto
bastante diversa: la francesa regala el ojo y la azteca lo disgusta.

La ilusión de ventaja la pone solamente el color; oscurézcase un poco en la imaginación


ese blanco sonrosado y entonces se verá la verdad de las dos cabezas, que aquí como en
muchas cosas, la línea domina la coloración.
Me leía yo sonriendo una geografía francesa en el capítulo sobre las razas. La
descripción de la blanca correspondía a una especie de dictado que hubiese hecho el
mismo Fidias sobre su Júpiter: nariz que baja recta de la frente a su remate, ojos
noblemente espaciosos, boca mediana y de labios delicados, cabello en rizos grandes:
Júpiter, padre de los dioses. Yo me acordaba de la naricilla remangada, tantas veces
japonesa, que me encuentro todos los días, de las bocas grandes y vulgares, de los
cabellos flojos que hacen gastar tanta electricidad para su ondulación y de la talla
mediocre del francés común.

30
El falso tipo de Fidias

Se sabe cómo trabajaba Fidias: cogió unos cuantos rasgos, los mejores éxitos de la carne
griega -aquí una frente ejemplar, allá un mentón sólido y fino, más allá un aire noble,
atribuible al dios- unió estas líneas realistas con líneas enteramente intelectuales, y
como lo inventado fue más que lo copiado de veras, el llamado tipo griego que
aceptamos fue en su origen una especie de modelo del género humano, de súper-Adán
posible dentro de la raza caucásica, pero en ningún caso realizado ni por griego ni por
romano.

El procedimiento puede llamarse magistral. El hombre de Fidias, puro intento de


escultura de los dioses y proyecto de la configuración del rostro humano futuro, pasaría
a ser, por la vanidad de la raza blanca, el verídico hombre europeo.

Pienso en el resultado probable del método si aplicásemos la magna receta a nuestras


razas aborígenes. El escultor de buena voluntad, reuniendo no más de cien ejemplares
indios podría sacar las facciones y las cualidades que se van a enumerar "groso modo".

El indio piel roja nos prestaría su gran talla, su cuerpo magníficamente lanzado de rey
cazador o de rey soldado sin ningún atolladero de grasa en vientre ni espaldas,
musculado dentro de una gran esbeltez del pie a la frente. Los mayas proporcionarían su
cráneo extraño, no hallado en otra parte, que es ancho contenedor de una frente desatada
en una banda pálida y casi blanca que va de la sien a la sien; entregarían unos maxilares
fortísimos y sin brutalidad que lo mismo pudiesen ser los de Mussolini -"quijadas de
mascador de hierro"-. El indio quechua ofrecería para templar la acometividad del
cráneo sus ojos dulces por excelencia, salidos de una raza cuya historia de mil años da
más regusto de leche que de sangre. Esos ojos miran a través de una especie de óleo
negro, de espejo embetunado con siete óleos de bondad y de paciencia humana, y
muestran unas timideces conmovidas y conmovedoras de venado criollo, advirtiendo
que la dulzura de este ojo negro no es banal como la del ojo azul de caucásico, sino
profunda, como cavada del seno a la cuenca. Corre de la nariz a la sien este ojo
quechua, parecido a una gruesa gota vertida en lámina inclinada, y lo festonea una ceja
bella como la árabe, más larga aún y que engaña aumentando mañosamente la longitud
de la pupila.

Yo me sé muy bien que la nariz cuesta hallarla en un orden de fineza, porque


generalmente bolivianos y colombianos la llevan de aletas gruesas y anchas; pero hay la
otra, la del aguileño maya, muy sensible, según la raza sensual que gusta de los
perfumes. La boca también anda demasiado espesa en algunos grupos inferiores de los
bajíos, donde el cuerpo se aplasta con las atmósferas o se hincha en los barriales
genésicos; pero al igual que la nariz prima de la árabe, se la encuentra de labios
delgados como la hoja del maíz, de una delgadez cortada y cortadora que es de las más
expresivas para la gracia maliciosa y los rictus del dolor. Suele caer hacia los lados esta
boca india con el desdén que ven esas razas que se saben dignas como cualquiera otra
por talentos y virtudes y que han sido "humilladas y ofendidas" infinitamente; caen los
extremos de esas bocas con más melancolía que amargura, y se levantan bruscamente en
la risa burlona, dando una sorpresa a los que creen al indio tumbado en una animalidad
triste.

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He querido proporcionar a los maestros de nuestros niños estos detalles rápidos para que
intenten y para que logren arrancarles a éstos la vergüenza de su tipo mestizo, que
consciente o inconsciente le han dado. Pero este alegato por el cuerpo indio va a
continuar otro día, porque es cosa larga de decir y asunto de más interés del que le
damos.

Nápoles, junio 1932


En: Recados para América. Textos de Gabriela Mistral. Mario Céspedes, comp. Santiago de Chile:
Revista Pluma y Pincel/Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz., 1978.

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