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Blanco: significa pureza, inocencia, optimismo, frescura, limpieza y simplicidad.

En algunas culturas
orientales o asiática el blanco significa muerte.

Rojo: es fortaleza, pasión, determinación, deseo, amor, fuerza, valor e impulsividad.

Azul: significa libertad, verdad, armonía, fidelidad, progreso, seriedad y lealtad. Es un color
elegante y corporativo, uno de los más usados por las empresas.

Uno de los escenarios más complejos que vamos a tener para la


campaña, es el clientelismo político.

Por un lado, tendremos candidatos que están en el gobierno y usan


discrecionalmente todos los recursos públicos en su favor.

Recursos que a veces son muchos y muy poderosos.

Y por otro lado nosotros la oposición escasa de recursos y que


peleamos en una posición desventajosa.

Parece la lucha de David contra Goliat.


¿Parece?
Más que parecer...lo es.

Debo decirlo con franqueza y con realismo.

La ventaja es siempre para el poderoso. Y en la mayor cantidad de


elecciones es ese poderoso quien gana.

Pero...
Sí.
¿Hay un, pero?

El asunto es que cuando el pequeño logra derribar al gigante,


generalmente es de modo definitivo. O sea: quien domina a través del
clientelismo político es muy duro de derrotar, pero el día que cae le
resulta extraordinariamente difícil levantarse.

Ya sabes: cuanto más grande seas más dura será la caída.

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