Sei sulla pagina 1di 16

Espacios Públicos

ISSN: 1665-8140
revista.espacios.publicos@gmail.com
Universidad Autónoma del Estado de México
México

Rivas Nieto, Pedro; Rey García, Pablo


Bipolaridad y Guerra Fría en Iberoamérica. La Doctrina de Seguridad Nacional en el mundo de
bloques
Espacios Públicos, vol. 12, núm. 24, abril, 2009, pp. 161-175
Universidad Autónoma del Estado de México
Toluca, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=67611167010

Cómo citar el artículo


Número completo
Sistema de Información Científica
Más información del artículo Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal
Página de la revista en redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
Arun Kumar Acharya

Bipolaridad y Guerra Fría en Iberoamérica.


La Doctrina de Seguridad Nacional en el
mundo de bloques

Fecha de recepción: 17 de julio de 2008


Fecha de aprobación: 3 de septiembre de 2008

Pedro Rivas Nieto*


Pablo Rey García**

RESUMEN

El artículo estudia el desarrollo de la idea de bipolaridad y de Guerra Fría


en el pensamiento y en la práctica de la Doctrina de Seguridad Nacional y
de los regímenes militares que se pusieron a su servicio en América Latina.

PALABRAS CLAVE: Guerra Fría, bipolaridad, seguridad nacional, régimen


político, geopolítica.

ABSTRACT

This article studies the idea of bipolarity and Cold War in the Doctrine of
National Security and the military regimes in Latin America.

KEY WORDS: Cold War, bipolarity, national security, political regime, geopolitics.

INTRODUCCIÓN

Lo que intenta este artículo es descifrar cómo entendían el concepto de


bipolaridad y Guerra Fría los defensores de la Doctrina de Seguridad
Nacional, que reinó en América del Sur durante buena parte de los años

*
Doctor en Ciencias de la Información y Magíster en Relaciones Internacionales. Profesor en Relaciones
Internacionales en la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca.
**
Doctor en Ciencias de la Información. Profesor en Documentación Periodística en la Facultad de
Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca.

161
Bipolaridad y Guerra Fría en Iberoamérica. La Doctrina
de Seguridad Nacional en el mundo de bloques

sesenta, setenta y ochenta del siglo XX. El tamiento chino-soviético o los cambios de rum-
monolitismo ideológico y la praxis semejante bo de la Unión de Repúblicas Socialistas So-
de los regímenes de Seguridad Nacional es viéticas (URSS) tras la llegada de secretarios
un axioma indiscutible del cual partir en este generales del Partido Comunista de la Unión
trabajo y que, posiblemente, pueda ayudar a Soviética (PCUS) más o menos afectos a la or-
comprender los conceptos antes men- todoxia marxista– porque se entendía que no
cionados. No en vano los regímenes militares modificaban la bipolaridad. Es más, los cam-
de Chile, la Argentina, el Brasil o Paraguay, bios se interpretaban como tácticas del comu-
por citar sólo a unos cuantos, tenían una nismo para lograr el dominio mundial. Los
cosmovisión común en virtud del ideario dos polos vivían en permanente enfrenta-
compartido. Y, al fin y al cabo, la gran tesis miento e Iberoamérica se integraba en Occi-
geopolítica relacionada con la Doctrina de dente tanto por pertenecer geográficamente
Seguridad Nacional fue la división del mun- a él como por vocación, en una especie de
do en dos bloques antagónicos –lo mismo, destino manifiesto a la sudamericana.
en principio, que ocurría en donde no había
Doctrina de Seguridad Nacional– y la inte-
gración inevitable de América Latina en uno BIPOLARIDAD Y DESTINO
de ellos. Es más, tal y como decían algunos
de los creadores de la doctrina, Ibero- Actores e imperativos políticos
américa formó parte del Occidente por ne-
cesidad científicamente fundamentada Los doctrinarios de la seguridad nacional
(Moro, 1976: 4-21). quisieron hacer de la geopolítica la base ra-
cional privilegiada del Estado y a aquélla
Hay que recordar que para los doctrinarios unieron la bipolaridad. Quizá el efecto más
de la seguridad nacional el Occidente había claro y directo de esta última es que rompía
sido atacado por Oriente desde tiempos la clásica doctrina del equilibrio de poder
inmemoriales y la agresión en aquellos tiem- deseada por los realistas políticos –a quie-
pos la representaba el comunismo. Occiden- nes admiraban los defensores de la Doctri-
te era la base geográfica constituida de los na de Seguridad Nacional y cuyo mensaje
centros de poder –Estados Unidos, el resto probablemente malinterpretaron–1 y por los
de América, Europa Occidental, Australia, viejos estadistas británicos y príncipes
parte de África–, así como de la encarnación austriacos –especialmente por Metternich–
de la civilización y de la cultura occidental, del que les precedieron en la belicosa Europa.
régimen democrático, del capitalismo y Aquellos lograron estabilizar con un míni-
del cristianismo. Para ellos Occidente era un mo empleo de la fuerza el orden internacio-
ideal, un propósito, y un programa, y era pre- nal y equilibrarlo con la justicia.2
ciso occidentalizar el mundo entero (Martins,
1986: 20). Esta rigidez llevó a que no se tu- Huelga decir, aunque a priori parezca con-
vieran en cuenta las transformaciones habi- tradictorio, que en el sistema bipolar hay
das en el campo socialista –como el enfren- tres tipos de actores, a saber: los jefes de

162
Pedro Rivas Nieto
Pablo Rey García

las coaliciones, los Estados obligados a tomar de la humanidad y luchar con las mismas
partido y a adherirse a uno de los bandos, y armas de otras razas en la misma arena; no
los Estados que desean permanecer al mar- podía seguir ilusionándose con eludir las
gen del conflicto, porque pueden hacerlo leyes de la naturaleza y los instintos de la
(Aron, 1985: 183). Este sistema no es más vida (1904: 289). Estas ideas, escritas más
propenso a la guerra ni más inestable que el de medio siglo antes del tiempo que ocupa
pluripolar, pero sí está más amenazado por a este trabajo, advertían que es imposible
una guerra general que, en caso de que esta- negar el propio tiempo y los avatares que a
lle, hace casi inevitable que se vuelva ideoló- los hombres les toca vivir. Esto permite en-
gica. “La paz será belicosa y la guerra fría tender el periodo de la bipolaridad. La divi-
cuando esta prohibición –la de reclutar clien- sión del mundo en dos campos, el Occidente
telas partidistas en el interior de los Estados– y el Comunismo, permitía que la disposición
no exista, aun antes de que se desencadene natural de quienes defendían la Doctrina de
la lucha a muerte”, escribió Aron (1985: la Seguridad Nacional fuera la de adherirse
187). Tucídides lo había dicho ya dos mil años al primero. Y aquél, en el tiempo perverso
antes en la Historia de la guerra del Pelopo- de la posguerra dilatada, estaba represen-
neso. El sistema de las ciudades griegas era tado y capitaneado por los Estados Unidos
bipolar y el de la segunda mitad del siglo XX de América. A quienes se adherían incondi-
también, pero un sistema que afectaba al pla- cionalmente al bloque occidental les parecía
neta entero difería en su naturaleza del de la evidente hacerlo de esta manera porque la
antigüedad o del sistema de estados euro- seguridad nacional formaba parte del pos-
peos, porque los medios de destrucción de la tulado de la bipolaridad y no trataban de
URSS y de los EE.UU. cambiaban la esencia justificarla geopolíticamente. Era un impe-
de la competencia diplomática y estratégi- rativo, un “fatum”. Así, los países se em-
ca. “Las diferencias cuantitativas –decía barcaban en ella.
Aron (1985: 196)– provocan revoluciones
cualitativas”. Las tres modalidades de la Los teóricos y los prácticos de la seguridad
estrategia diplomática y militar de la Gue- nacional invocaban razones morales o his-
rra Fría se resumían en los conceptos de tóricas o incluso usaban el argumento de la
disuasión, persuasión y subversión. subversión para adherirse a Occidente. Esta
era una tesis sencilla, pues postulaban que
El poeta Walt Whitman, jubiloso defensor todos los movimientos guerrilleros, todos
de la fe democrática, percibía un oscuro y los grupos terroristas o todos los partidos
amenazador futuro ya en el siglo XIX. No de izquierda –o los grupos que no lo eran,
había una providencia especial para los pero que, en su opinión, podrían llegar a
estadounidenses, porque estaban embar- serlo– estaban dirigidos desde Moscú. Era
cados en la misma historia que el resto de lógico este razonamiento si el comunismo,
los hombres. El filósofo Henry Adams creía para estas personas, era un movimiento de
que América había llegado a la convicción conspiración mundial para conquistar el
de que debía soportar las cargas comunes poder y monopolizarlo en la época de deca-

163
Bipolaridad y Guerra Fría en Iberoamérica. La Doctrina
de Seguridad Nacional en el mundo de bloques

dencia capitalista. El marxismo –decían– se en la geopolítica clásica, las armas atómicas


apoyaba políticamente en el terror y en el habían transformado el axioma y daban a
engaño de la gente, económicamente era la URSS fuerza renovada. El “señor de los
colectivista y, socialmente, totalitario. Cuando mares” lo era EE.UU., pero el “señor de la
se aducía que estos términos podían apli- tierra” lo era la Unión Soviética. Los Esta-
carse también al fascismo, la respuesta lógi- dos Unidos habían heredado el poderío na-
ca, fue que ambos eran variantes de una val británico y todo su imperio, pero la Unión
misma tendencia político-social. Sus objeti- Soviética podía ser dueña de toda la tierra
vos y sus métodos eran idénticos. En una desde Europa Central hasta Vladivostok, en
divertida metáfora, Burnham afirmaba que la costa del Pacífico. De ahí que fuera creí-
ambos sólo eran rivales “en el mismo senti- ble un imperio mundial comunista. Para
do que lo son dos candidatos al campeonato quienes lo anhelaban, el comunismo era la
de boxeo de pesos pesados” (1951: 95). El anticipación del mundo perfecto, como lo
comunismo oficial defendía el terror como había sido la Revolución Francesa o la Revo-
una forma legítima de defensa, necesaria lución Americana, con el advenimiento de
de forma temporal, contra los enemigos de una nueva república. Con el nacimiento de la
clase. Además, disponía de la mayor orga- libertad encarnada en el Nuevo Mundo,
nización propagandística que jamás hubie- América era el soporte de la esperanza y el
ra existido y no era en absoluto remiso a sueño mesiánico, la preferida por la Divina
pactar con el enemigo –los países occi- Providencia, pues Dios había elegido a toda
dentales–, tal y como Stalin –el realista po- una nación para enviar grano seleccionado
lítico supremo, según Kissinger, “paciente, al desierto, como dijo el puritano William
astuto e implacable, el Richelieu de su épo- Stoughton en 1668. Todo mesianismo es una
ca” (1996: 350)– había demostrado, con- expresión corrompida de la preocupación
vencido de la victoria final (Leites, 1953: humana por lo primario dentro de las vicisi-
501).3 Tanto el combate como la discusión tudes y azares del tiempo (Niebuhr, 1958:
y la relación entre ambas partes estaban a 156), pero el mesianismo soviético agranda-
la orden del día. ba esta idea porque culminaba de forma des-
medida el sueño mesiánico estadounidense
y todos los demás (Berdaiev, 1962). ¿Con-
Mesianismo y paradojas tradicción? ¿Locura del materialismo cientí-
fico y dialéctico, que intentaban trascender
Al margen de estos razonamientos, era cierto la Historia de ese modo tan singular? Daba
que la URSS también hacía geopolítica y el igual. Las paradojas soviéticas no acababan
temor de Occidente era que lograra exten- ahí. Era casi más extraño que el comunismo,
der su control directo al Atlántico y ensan- supuesto defensor de un verdadero movi-
chara su posición en el Pacífico, puesto que de miento revolucionario, que admitía claramen-
lograrlo sus posibilidades de victoria aumen- te su intención de acabar mediante la violencia
tarían considerablemente. Si el “Heartland” con los valores –falsos– del pasado, preten-
de Mackinder era inviolable por definición diera salvar el ideal democrático, valor

164
Pedro Rivas Nieto
Pablo Rey García

burgués y capitalista por excelencia. Kelsen paneslavismo ruso unido al mesianismo


explicaba este sacrificium intellectus adu- leninista se enfrentaron con Occidente al aca-
ciendo que ni siquiera la más revolucionaria bar la Segunda Guerra Mundial para do-
filosofía de la vida podía soslayar el deseo minarlo (Neumann, 1967). En realidad, la
indestructible del hombre de vivir en liber- rivalidad Este-Oeste era un hecho gigantesco
tad (1957: 340). que acababa imponiéndose por sí solo.

Estas incoherencias marcaban el mundo de


la bipolaridad, en donde la popularidad LA GUERRA FRÍA Y SUS EFECTOS EN
de un Grande –decía Aron con cínica resigna- IBEROAMÉRICA (I)
ción– estaba en relación inversa a su proxi-
midad (1985: 683). En los años setenta la Orígenes y naturaleza esencial
bipolaridad se invocaba en Iberoamérica por
los partidarios de la Doctrina de Seguridad Schlesinger escribe que la controversia
Nacional con más frecuencia que en los años sobre el origen de la Guerra Fría había cau-
más duros de la Guerra Fría. La visión del sado una pequeña guerra fría entre los
mundo fundada en la geopolítica mostraba historiadores. La escuela de las Puertas
la rivalidad de las naciones, que no eran Abiertas argüía que el imperialismo estado-
más que voluntades de potencia y de poder. unidense causó dicha guerra y la escuela
Las naciones se agrupaban en dos alianzas geopolítica sostenía que dicha guerra fue la
opuestas que representaban el bien y el mal, responsable de que se fortaleciera el impe-
y encontraban su salvación en el alineamien- rialismo de los Estados Unidos (1988: 179).
to en uno de los dos bloques. Iberoamérica Para la teoría de las Puertas Abiertas, el im-
formaba parte de Occidente y su misión era perialismo es siempre un vicio del capitalis-
seguir a la gran potencia que capitaneaba el mo, por tanto la URSS era inmune a él. Sin
anticomunismo para llevar a cabo su proyecto embargo, tiempo atrás el viejo Jefferson, siem-
fundamental. La visión estadounidense orto- pre preocupado por el equilibrio de poder,
doxa respecto a este fenómeno, tal como fue creía que cuando el poder de Europa estaba
expuesta por el gobierno del país, afirmaba en unas solas manos los Estados Unidos esta-
que la Guerra Fría era la respuesta valiente ban en peligro. Y esto era, gustara o no, una
de muchos hombres a la agresión comunista. cuestión geopolítica. El equilibrio de poder
Los geopolíticos partidarios de esta tesis la moldeó el pensamiento de Roosevelt en polí-
justificaban remontándose a las ambiciones tica exterior y por eso intentó integrar a la
de los zares que llevaron a la Guerra de URSS en un nuevo orden político internacional
Crimea; a la intromisión rusa en los Balcanes, (Gaddis, 1982: 13). A efectos prácticos no
Oriente Próximo y Medio; y a las presiones importaba quién fuera el culpable, pues la
sobre las zonas cercanas a las posesiones bri- Guerra Fría era un hecho consumado, la situa-
tánicas en la India. Los ideólogos lo achaca- ción en la que se encontraba el mundo. No
ban al Manifiesto Comunista; y otros estudio- obstante, para los teóricos de la Doctrina de
sos y hombres de Estado concluían que el la Seguridad Nacional, la guerra contempo-

165
Bipolaridad y Guerra Fría en Iberoamérica. La Doctrina
de Seguridad Nacional en el mundo de bloques

ránea se presentaba bajo la forma de la Gue- la República Federal Alemana (RFA) en


rra Fría y, aunque hubiera cambiado sus 1963 se definía como la forma procedente
formas, había que responder de la manera del agresivo comunismo mundial del enfren-
adecuada. La Guerra Fría era una pugna tamiento político-espiritual y psicológico-
permanente que se libraba en todos los propagandístico con el mundo no comunis-
planos –militares, políticos, económicos, ta. El comunismo quería dominar la
psicológicos– y evitaba el enfrentamiento conciencia de las masas y deseaba que su
militar directo. La Doctrina de la Seguridad influencia penetrara en todos los ámbitos vi-
Nacional era, precisamente, una respuesta tales de la sociedad de los estados que no
a ese tipo de guerra. eran comunistas. La meta suprema de la
Guerra Fría era el dominio completo del
El origen del término “Guerra Fría” surgió mundo y, para ello, intentaría utilizar medios
tras la Segunda Guerra Mundial. Si bien fue no militares, aunque no renunciara a emplear
un invento periodístico 4 que popularizó a los ejércitos ocasionalmente. Por si fuera
Walter Lippman mediante una serie de ar- poco, los éxitos comunistas en la Guerra Fría
tículos aparecidos en The New York Herald podían también conducir a situaciones revolu-
Tribune,5 su contenido lo enunciaron los au- cionarias (Pereira, 1997: 13). Si ésta era
tores que formularon la Doctrina Truman la visión que existía en algunos sectores de las
en 1947, especialmente George Kennan, fuerzas armadas y de los gobernantes de
Hans Morgenthau y Strausz-Hupé. La inven- la República Federal Alemana, en pleno cora-
ción del vocablo se atribuyó a Richard zón de Europa, no es raro que los partidarios
Baruch pero en realidad lo acuñó el perio- de la Doctrina de Seguridad Nacional razo-
dista Herbert Bayard Swope, autor de una naran tal y como lo hacían en América,
interesante serie de reportajes sobre la Gran temerosos de la revolución silente. Dos
Guerra, que en 1946 era colaborador del ideologías con pretensión universal, encarna-
gobierno de los Estados Unidos en la ONU.6 das cada una de ellas en una superpotencia,
El punto de partida fue la interpretación que estaban condenadas a enfrentarse.
se dio de la política soviética, en la que se
aseguraba que el comunismo era una repe- Los soviéticos también tenían su propia vi-
tición del nacionalsocialismo –ambos eran sión de la Guerra Fría, pues la integraron
expansionistas– y que la actuación soviética era en la teoría marxista y la consideraron una
una política de guerra que perseguía la con- particularidad de la lucha de clases a escala
quista del mundo. Todos los actos de la URSS internacional. Los países capitalistas habían
debían interpretarse como una guerra “fría” iniciado una ofensiva total contra el mundo
de carácter político, económico y psicológi- socialista, que reaccionó con contundencia
co. Si su voluntad de guerra no se expresa- y con inteligencia al plantear una alternati-
ba mediante acciones militares era porque va, la denominada coexistencia pacífica.
se trataba de un nuevo tipo de guerra.7 Los Kruschev lanzó esta política de acercamiento
occidentales la entendían como la respuesta de los bloques que no significaba el fin de la
a una URSS hostil, agresiva y peligrosa. En lucha de clases, sino su transformación en

166
Pedro Rivas Nieto
Pablo Rey García

una competencia pacífica con el capitalis- para organizar la defensa del mundo que
mo. Tunkin, sin incurrir ni por asomo en la no era comunista. Los conceptos tradicio-
heterodoxia, aseguraba que la política de nales del poder se habían venido abajo, pues
paz de los estados proletarios era conse- si normalmente la Historia mostraba que
cuencia de la naturaleza del régimen socia- dentro de un Estado que aspiraba a ser po-
lista y el derecho internacional debería de tencia existían niveles semejantes de fuerza
garantizar la coexistencia pacífica de esta- militar, política y económica, en la Guerra
dos con sistemas opuestos. No en vano los Fría la URSS era una superpotencia militar y
principios de la política exterior de un Esta- un enano económico (Kissinger, 1996: 15-
do determinan siempre su posición en el 19). El Kremlin pensaba en las clásicas es-
derecho internacional (Remiro, 1982: 57- feras de interés y en proteger sus fronteras,
60). Así que la Guerra Fría era, en resumi- especialmente la occidental, pues la Madre
das cuentas, la política agresiva del imperia- Rusia fue atacada cuatro veces en poco más
lismo estadounidense de los primeros años de un siglo.8 Probablemente sus objetivos
posbélicos. En la Gran Enciclopedia Sovié- iniciales no eran tanto la conquista del mun-
tica se definía como “un rumbo político agre- do como la seguridad rusa, habida cuenta
sivo que tomaron los círculos reaccionarios de las obsesiones estalinistas en construir un
de las potencias imperialistas, bajo la direc- glacis protector a lo largo de la frontera oc-
ción de los EE.UU. e Inglaterra, a raíz de la cidental rusa. Pero su economía era desas-
Segunda Guerra Mundial. […] Está orienta- trosa. En certeras palabras decía Schlesinger
da […] a agudizar la tensión internacional, y que “Stalin no era el prisionero indefenso
a crear las condiciones para el desencadena- de la ideología. Se consideraba menos el dis-
miento de una nueva guerra mundial. […] En cípulo de Marx y Lenin que su colega profe-
la práctica […] se ha hecho patente […] en los ta. Ya había corregido la historia rusa, y
intentos de sustituir por la violencia y la tenía el poder de corregir la doctrina comu-
dictadura las normas generalmente recono- nista. En verdad, sólo Stalin podía revisar la
cidas de las relaciones diplomáticas entre doctrina, y la doctrina no revisada condenó
Estados” (Pereira, 1997: 16). a la Unión Soviética y a Estados Unidos a
una enemistad permanente” (1988: 215).

Reglas del juego y claves La estrategia de la contención –o “contain-


interpretativas ment policy”– definía los objetivos de los
Estados Unidos para la Guerra Fría, que se
Las dos grandes potencias que se enfren- resumían en la idea de impedir todo avance
taban en el mundo jugaban conforme a re- del comunismo –al cual se identificaba con
glas alejadas por completo del tradicional la URSS–. Aunque posteriormente algunos
sistema de equilibrio de poder que había revisionistas hayan intentado desmontar es-
mantenido segura a Europa durante casi dos tas ideas, es innegable que la Unión Sovié-
siglos. En el profundo conflicto ideológico, tica era un Estado totalitario, de inflexible
sólo los Estados Unidos tenían los medios ideología exaltadora de la infalibilidad del

167
Bipolaridad y Guerra Fría en Iberoamérica. La Doctrina
de Seguridad Nacional en el mundo de bloques

gobierno y del partido,9 de carácter mesiá- deraciones geopolíticas las que unieron a las
nico,10 que identificaba diferencia ideológi- democracias occidentales y no la voluntad de
ca con traición. Y mientras la URSS siguiese expandir el capitalismo y la libre empresa
siendo un Estado mesiánico, la ideología, la para aumentar los mercados –como dice la
obligaba a una expansión constante del po- doctrina de las Puertas Abiertas–.
der comunista. La ya mencionada Doctrina
Truman de marzo de 1947 fue la que afir- En virtud de este ideario, los Estados Uni-
mó que la política de los EE.UU. debía con- dos entraron en la guerra de Vietnam. Era
sistir en apoyar a los pueblos libres que se una guerra contra el comunismo exigida por
resistieran a todos los intentos de dominar- la famosa “teoría del dominó”. Se jugaba
los, ya fuera por medio de minorías arma- en ella el crédito de los Estados Unidos por-
das o por medio de presiones exteriores. Y que si se cedía en el Vietnam nadie creería
fue tranquilizadora para Occidente, aunque en su determinación de defender a sus alia-
los británicos dudaban de que pudiese dar dos contra el comunismo. Los Estados Uni-
algo más que ayuda económica, pues creían dos, que tras la Segunda Guerra Mundial
que no se comprometería en serio en la de- habían ayudado a construir un nuevo orden
fensa de Europa occidental (Rothwell, 1982: internacional, ayudado a rehabilitar Euro-
259).11 No era absurdo este razonamiento pa y Japón, frenado la expansión soviética
porque EE.UU. no intentó que los soviéticos en Grecia, Turquía, Berlín y Corea, y firma-
se replegaran a sus fronteras tradicionales, do sus primeras alianzas permanentes en
sino que reconoció la inevitabilidad del do- tiempos de paz, se embarcaron en una com-
minio soviético de Europa Oriental. plicada aventura en Indochina. Los Estados
Unidos entraron en esa guerra porque, se-
Lo peor de esto es que la Guerra Fría y la gún sus cálculos, Vietnam del Norte, con-
Doctrina Truman proporcionaban una clave trolado por China y ésta a su vez por el
para interpretar todo lo que pudiera suce- Kremlin, atacaba el equilibrio internacional.
der en el mundo. Cada vez que en cualquier Indochina era además la piedra angular de
lugar del mundo se cuestionara el statu quo, la seguridad estadounidense en el Pacífico.
se criticara agriamente al gobierno de los Pero hasta los realistas políticos más conoci-
Estados Unidos o pudiera llegarse a hacerlo dos, como Morgenthau, criticaron no la forma
había que ver la sombra de la Guerra Fría de hacer la guerra,13 sino la guerra misma
y, por ende, la mano de Moscú. La reacción (Podhoretz, 1982: 105). Laos era la base
en el tiempo de la Guerra Fría era interpre- de la “teoría del dominó” y se temía que si
tarlo todo como si fuera una amenaza para llegaba a manos del comunismo podían des-
la seguridad de los Estados Unidos. De esta pués caer en rápida sucesión sus vecinos aún
manera, la Guerra Fría era una realidad libres, Camboya, Vietnam del Sur, Tailandia
presente en todas partes y en todos los mo- y Birmania, y después todo el sudeste de
mentos, además de servir para explicar de Asia. Al final de la guerra los EE.UU. falla-
forma simple todos los acontecimientos ron en su tarea de contener al comunismo y
mundiales.12 No obstante, fueron las consi- la URSS intentó extenderse por África y Asia,

168
Pedro Rivas Nieto
Pablo Rey García

pero también fracasó su deseo de dominio dos instrumentos adoptados por la comu-
permanente. Quizá perjudicó a los prime- nidad interamericana en 1947 y 1948: el
ros como no habían podido imaginar. “En Tratado Interamericano de Asistencia Recí-
el crisol de Vietnam –dice Kissinger–, el proca (TIAR) y la Organización de los Esta-
excepcionalismo norteamericano se volvió dos Americanos (OEA). Los Estados Unidos
contra sí mismo. La sociedad norteamerica- posiblemente los veían como parte de su en-
na no discutió, como lo han hecho otras, tramado anticomunista; si la Organización
los errores prácticos de su política, sino el del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) los
derecho de los Estados Unidos a aspirar a unía a Europa contra los soviéticos, el TIAR
cualquier función internacional. Fue este podía hacer lo mismo en América (Boersner,
aspecto del debate sobre Vietnam el que 1982: 255). Desde 1948 se colocó la segu-
causó las heridas que han resultado muy ridad militar y policial por encima de otros
dolorosas y difíciles de restañar” (1996: 664). aspectos en Iberoamérica que, presumible-
mente, hicieron posible el derrocamiento de los
gobiernos de Perú y de Venezuela en ese
CONTRADICCIONES mismo año y el de Cuba en 1952. El influjo
del macartismo se hizo notar en todo el con-
La historia de la Guerra Fría era la historia tinente. Y si hasta 1953 los Estados Unidos
de las contradicciones entre la teoría y la toleraban rebeliones reformistas, el endu-
práctica. Además, tuvo graves efectos deses- recimiento de la Guerra Fría14 les animó
tabilizadores en América Latina porque sacó a respaldar denodadamente el antiizquier-
a relucir el enfrentamiento social abierto en dismo, incluso el de carácter autoritario.
los peores años de la crisis económica inter-
nacional habida durante los primeros años En Iberoamérica el concepto de Guerra Fría
treinta. Desde el siglo XIX los Estados Uni- llegó a ser una ley, pues según la Doctrina
dos habían intentado que Latinoamérica fue- de la Seguridad Nacional se estaba en gue-
ra un área pacífica que diera seguridad al rra contra el comunismo internacional. La
flanco sur del país (Jordan y Taylor, 1981: “distensión”, que desde la época de
436), pero en el periodo que atañe a este Kissinger al frente de la Secretaría de Esta-
trabajo, la derecha más dura se adhirió sin do era la doctrina oficial en la política exte-
fisuras a la línea estadounidense, caracteri- rior de los Estados Unidos, no se tomó en
zada por su furibundo anticomunismo, mien- serio en el Cono Sur. En 1973 el general
tras que la izquierda –parte de ella antes Breno Borges Fortes decía en Montevideo
afiliada a un panamericanismo partidario de que tenía la convicción de que “en lo que
la democracia social– se vio sin apoyo por concierne a la seguridad de las Américas
parte de los Estados Unidos (Veiga et al., no ha habido cambios fundamentales en
1997: 165) especialmente en la transición cuanto a designar al enemigo común. Nuestro
de los tiempos de Truman a los de enemigo es siempre el movimiento comu-
Eisenhower. La política conservadora de los nista internacional que, en algunos casos, ha
Estados Unidos en Iberoamérica se valió de cambiado sólo su estrategia de acción, pero

169
Bipolaridad y Guerra Fría en Iberoamérica. La Doctrina
de Seguridad Nacional en el mundo de bloques

sin renunciar a su objetivo final: la conquis- dional y oriental de Sudamé-rica, hacia el


ta del poder” (Comblin, 1979: 39). Esos retroceso represivo” (1982: 333). Con la lle-
años coinciden con cierto retroceso en Amé- gada de Carter al poder en los EE.UU. en
rica. A partir de 1973 se fortaleció el apoyo 1977 y hasta su salida en 1981, la defensa
a los regímenes autoritarios. En Uruguay, de los derechos humanos pareció marcar la
en junio de 1973, Bordaberry dio un política exterior del país, debilitados a par-
autogolpe en unión de los militares, disolvió tir de comienzos de los años ochenta de
el parlamento, los sindicatos, los partidos nuevo en el continente. Recuérdese que
políticos de izquierda, purgó las universida- durante los años ochenta los Estados Uni-
des de elementos marxistas y extendió el dos promovieron la paz y la seguridad en
terror. La suspensión de garantías constitu- el continente favoreciendo a la vez –por
cionales y la gobernación mediante decre- ejemplo– la estabilidad de El Salvador y la
tos de emergencia de los meses anteriores inestabilidad de la vecina Nicaragua
al golpe de Estado, pensados para acabar (Schoultz, 1987: 36).15
con la violencia de los Tupamaros, acaba-
ron siendo permanentes. En Brasil, desde
el golpe militar de 1964, los dictadores mi- LA GUERRA FRÍA Y SUS EFECTOS
litares, aliados con Nixon y su asesor EN IBEROAMÉRICA (II)
Kissinger, fueron férreos defensores del
occidentalismo, pues según la desarrollada Para los defensores de la Doctrina de Segu-
geopolítica brasileña, las fronteras ya no eran ridad Nacional, de la Guerra Fría se obte-
territoriales, sino ideológicas y esto justifi- nía la idea de una guerra omnipresente en
caba la contrainfiltración para golpear al donde todo conflicto debía interpretarse
enemigo infiltrado en un país vecino. Nixon como actividad de guerra del enemigo –el
decía que el Brasil podía ser un modelo para comunismo internacional–. Además la ideo-
el resto de Iberoamérica. Algo parecido logía del sistema era una respuesta a la in-
ocurrió con los regímenes de Chile y de la consciencia de los pueblos iberoamericanos,
Argentina. En fin, todo un sistema de de- pues parecía que desde los tiempos de la
gradación democrática se instaló en el con- independencia de la metrópoli habían esta-
tinente, aunque algunos países se esforza- do en guerra permanente, en constante re-
ran por mantener, más o menos, su carácter volución, y el ejemplo más claro y peligroso
democrático, como México, Colombia, Ve- de aquella tendencia era el triunfo de la re-
nezuela o Ecuador. “El ámbito de las demo- volución cubana en 1959. El triunfo de los
cracias, semidemocracias y «dictablandas» barbudos, que se habían alzado en armas
de Latinoamérica septentrional y del Cari- contra el régimen de Batista en pos de una
be –dice Boersner–, no obstante sus con- verdadera democracia (Meneses, 1995:
tradicciones y divergencias internas [...] 63),16 había acabado en 1961 con la pro-
mantuvo pues, entre 1973 y 1976, una in- clamación de una república socialista. Esta
dudable coherencia fundamental, haciendo tendencia se había extendido a velocidad
contrapeso a la tendencia de la parte meri- de vértigo por el Continente. Los partida-

170
Pedro Rivas Nieto
Pablo Rey García

rios de la Doctrina de Seguridad Nacional la Doctrina de Seguridad Nacional. En octu-


querían mostrar a los iberoamericanos el bre de 1975 el jefe del Estado Mayor del
estado de guerra que define la condición Ejército de Tierra del Brasil, general Fritz
humana y prepararlos para actuar en con- de Azevedo Manso, aseguraba que el mun-
secuencia. En agosto de 1976, el aún coro- do estaba en guerra y que era total, la que
nel chileno Bacigalupo de la Academia los regímenes militares invocaban como ra-
Superior de Seguridad Nacional, afirmaba zón de ser y norma última de su política era
que para muchos resultaba difícil admitir que la guerra total. Era, además, una guerra no
el mundo estaba viviendo en una situación deseada por los regímenes, sino impuesta
de guerra permanente (1976: 37). por el comunismo. Su naturaleza expansio-
nista, tal y como había asegurado Kennan,
En el discurso que el general Pinochet dio obligaba a frenarlo allá en donde la libertad
el 11 de septiembre de 1973, día del golpe estuviera amenazada en una suerte de con-
de Estado en Chile, toda su argumentación tención permanente. La URSS, que había
se basaba en la guerra abierta entre Chile y heredado la lógica expansionista de los
el comunismo. La década de los setenta era zares, no podía más que crecer. Al fin y al
difícil en Hispanoamérica debido a la apari- cabo el Estado ruso –luego soviético– se
ción de grupos insurgentes y contrainsur- había desarrollado mediante una fórmula
gentes en todo el continente, y aún iba a de círculos concéntricos desde los ducados de
serlo más, sobre todo tras el triunfo de la Kiev, Moscovia y Novgorod. No conoció la
revolución sandinista en Nicaragua en 1979 Reforma, la Ilustración ni la división de po-
y la aparición de la segunda ola guerrillera. deres al mismo tiempo que el resto de Eu-
En noviembre de 1976 un oficial encarga- ropa. Stalin había dicho, cuando la Segunda
do del servicio de comunicaciones sociales Guerra Mundial estaba a punto de llegar a
del Gobierno chileno enviaba una circular a su fin, que aquella guerra demostraría que
todas las instituciones nacionales para recor- comunistas y capitalistas tenían sistemas
dar a la nación que “el mundo actual está en opuestos obligados a enfrentarse y que du-
guerra. El imperialismo soviético extiende rante las operaciones militares había que
cada vez más su dominación mediante una ocupar tanto espacio como fuera posible.
guerra de conquista que usa todas las for- “Esta guerra no es como otras pasadas; el
mas conocidas de agresión moral, espiritual que ocupa un territorio también impone su
y física” (Morales: 1976). Y era tan peligro- propio sistema social. Todo el mundo impo-
so porque su Dios –la dialéctica histórica– ne su propio sistema hasta allí donde su ejér-
era santificado e identificado con los fines cito le permite llegar. No puede ser de otro
últimos de la vida (Niebuhr, 1958: 298-299). modo”, era el conocido aforismo de Stalin
Era un enemigo con el que por vez primera (Judt, 2006: 201). Las repúblicas popula-
en la historia no había nada en común. res de posguerra rusificaron un espacio que
había estado sometido pocos años antes
Opiniones similares se mostraban en Ibe- al Imperio Austro-Húngaro y al Imperio
roamérica en todos los países que aplicaban Otomano, y se hicieron ciertas las palabras

171
Bipolaridad y Guerra Fría en Iberoamérica. La Doctrina
de Seguridad Nacional en el mundo de bloques

de Karel Havlicock que aseguraban en Es más, el estado de guerra definía la con-


1844 que los rusos querían llamar a todo lo dición humana en la concepción antropo-
ruso, eslavo, para poder llamar a todo lo eslavo, lógica de los doctrinarios de la Seguridad
ruso (Lozano, 1994: 103). Lo que diferen- Nacional. Y, según ellos, el mundo de la épo-
ciaba a Stalin de otros edificadores de impe- ca estaba en guerra permanente por culpa
rios e incluso de los denostados zares, era del comunismo. La idea de guerra total se
que él reproducía en los territorios some- había desarrollado sobre conceptos de ca-
tidos a su control, las formas de gobierno y rácter estrictamente político y militar, como
de sociedad idénticas a las de la URSS (Judt, los de guerra generalizada, Guerra Fría y
2006: 254). Era una fórmula infalible para guerra revolucionaria, parte todos ellos del
el éxito. concepto mayor de “guerra”, que marcaba
la historia humana. Al fin y al cabo, como
decía Hálevy, todas las grandes convulsiones
CONCLUSIONES en la historia del mundo siempre han sido,
al mismo tiempo, guerras y revoluciones
La guerra siempre es el más espectacular (1930: 7). Por eso, todo debía estar al servi-
de los problemas sociales; concibió la His- cio de la guerra y lo que no lo estuviera de-
toria y es la más notable de todas las for- bía suprimirse eliminando toda disidencia
interna. Este pensamiento, trasladado a la
mas de transición social. De hecho, es una
realidad de América Latina, obligaba a que
forma de transición acelerada. Pues bien,
todos los ciudadanos tuvieran la obligación
la bipolaridad, que enlaza con aquélla,
de adherirse a los valores y principios de la
ahondaba en la idea de que América Lati-
nación, ya que toda ella debía involucrarse
na debía integrarse en el bloque capitalis-
en la guerra contra el comunismo. Lo que
ta por razones morales de explicación su-
estaba en juego era la vida o la muerte.
perflua –por obvia– y por la necesidad de
enfrentarse a la subversión comunista. Era Todo esto ocurría en plena Guerra Fría, que
la manera de enfrentarse a la perversidad era el nuevo rostro de la guerra total, en la
marxista. Iberoamérica debía seguir la sen- que se luchaba en todos los frentes posibles.
da marcada por el capitán del Occidente y Era el enfrentamiento entre el bien y el mal,
del anticomunismo: los Estados Unidos. Y sin paliativos. Se pensaba que el comunismo,
por comunismo se entendía lo que pusiera al igual que lo había sido el nacionalsocia-
en entredicho cualquier aspecto del mun- lismo, era expansionista y aspiraba al domi-
do occidental, cualquier oposición. La pa- nio del mundo. Por eso, gracias a la Guerra
ranoia anticomunista y el temor extremo Fría, podía interpretarse todo hecho que ocu-
eran los elementos fundamentales que uni- rriera en cualquier lugar del mundo de for-
ficaban la Doctrina de Seguridad Nacional ma simple y directa. La mano de Moscú
y respondían a la nueva situación que orga- estaba detrás de cualquier asunto que afecta-
nizó el mundo en dos bloques tras la Segun- ra, siquiera de refilón, a Occidente y, por ende,
da Guerra Mundial. a América Latina, cuyas contradicciones

172
Pedro Rivas Nieto
Pablo Rey García

eran resultado de ladinas manipulaciones. 5


Los recopiló en un libro publicado origi-
En realidad fue la Doctrina de Seguridad nariamente en 1947 titulado The Cold War:
Nacional –más que el comunismo– la que, A Study in US Foreign Policy, New York &
quizá sin prever sus consecuencias, dañó a London, Harper and Brothers.
un puñado de países iberoamericanos. 6
No obstante, es posible que su origen sea más
antiguo. Y además, español. Se habla de
NOTAS “guerra fría” en el Libro de los estados de
Don Juan Manuel, del siglo XIV. Ver Juan
1
Los devotos de la Doctrina de Seguridad Manuel, Infante de Castilla (1991), Libro de
Nacional amaban la bipolaridad. Los realistas los estados, Madrid, Castalia.
políticos añoraban el sistema de equilibrio
de poder. Por tanto, aquellos no podían ser,
7
Pero era indiscutible, en opinión de los teó-
en puridad, herederos de estos. ricos nombrados, que era una guerra. La in-
tervención soviética en Europa oriental, la
2
“Por irónico que parezca, Metternich se ade- cuestión berlinesa, el rechazo del Plan
lantó a Wilson en el sentido de que creyó Marshall o la actividad guerrillera en Grecia,
que un concepto compartido de la justicia por citar algunos ejemplos, formaban parte
era un requisito para mantener el orden in- de un plan de conquista mundial.
ternacional, aunque su idea de la justicia fuese
diametralmente opuesta de la que Wilson trató
8
Recuérdese la invasión napoleónica, la Gue-
de institucionalizar en el siglo XX”. Estas rra de Crimea, la Gran Guerra y la Segunda
palabras de Kissinger, reconocido realista, Guerra Mundial.
no son en absoluto compasivas con el prín-
cipe austriaco, sino clarividentes (Kissinger,
9
En la constitución leninista de 1918, la esta-
1996: 78). linista de 1936 y la brezneviana de 1978, el
PCUS era el único partido por exigencias del
3
Stalin era partidario de diferir la guerra final sistema comunista. La unidad y la unicidad
con los capitalistas hasta después de que es- del partido eran necesarias para cumplir en
tos se enfrentaran entre sí. Ver discurso de el más breve plazo de tiempo la doctrina
Stalin pronunciado ante el XV Congreso del marxista. Si al fin de la Historia se iba a lo-
PCUS, 3-XII-1927, (citado en Leites, 1953). grar indefectiblemente la toma del poder, la
dictadura del proletariado, la desaparición del
4
Fue un producto casual de la prensa política Estado y, finalmente, una suerte de Paraíso
y no un término inequívoco del lenguaje diplo- en la Tierra, había que acelerar el proceso.
mático ni del Derecho Internacional. De De ahí la cuestión lógica del materialismo
ahí que no tenga una definición académica histórico y dialéctico; uno ayudaba al otro a
única y que Truman dijera en sus memorias alcanzar el fin inevitable. Lo contrario era
que era un concepto inexacto e incorrecto un crimen de lesa humanidad porque perju-
–ver Truman, Harry S. (1965), Memoirs, dicaba a los seres humanos.
New York, New American Library–.
Eisenhower la definía como la paz incómo- 10
Los escritores rusos más afamados, como
da; Foster Dulles como todo lo que no fuera Tolstoi, han desarrollado esta idea, que vie-
guerra caliente. ne desde el tiempo de los zares.

173
Bipolaridad y Guerra Fría en Iberoamérica. La Doctrina
de Seguridad Nacional en el mundo de bloques

11
Bevin le comentaba a Bidault, ministro francés 16
Los principios del Movimiento 26 de Julio
de Asuntos Exteriores, que se debía persua- eran democráticos y el mismo Fidel Castro
dir a los EE.UU. de que todos eran aliados en abominaba del marxismo. En 1958, en una
la causa de salvar la civilización occidental. entrevista con León Ramírez, senador envia-
do por Batista a la Sierra Maestra para nego-
12
En estas condiciones la guerra de los france- ciar con Castro, éste insistía en que no quería
ses en Indochina se consideraba una guerra tratar con comunistas para no hipotecar el
contra el comunismo y no una guerra colonial. futuro de la isla porque representaban “un
La guerra de Argelia y todas las de libera- imperialismo peor que el imperialismo yan-
ción nacional se entendían de la misma qui y tan extraño a nuestra fe y a nuestras
forma. La Conferencia de Bandung se inter- costumbres como este último”. Batista tenía
pretaba no como la oposición de buen núme- interés en presentar a Castro como una avan-
ro de países al colonialismo, sino como la zada del marxismo en Iberoamérica porque
infiltración comunista en el Tercer Mundo. sabía que había estadounidenses dispuestos
Y la invasión de Corea del Sur, sin ir más a ayudar con dinero y armas a quien se opu-
lejos, era la manifestación de la voluntad de siese a la penetración del comunismo en el
expansión mundial del comunismo. Sin em- continente. Castro se hizo marxista tarde.
bargo, junto a lo dicho, exagerado e ideologi- Hasta el primero de mayo de 1961 Cuba no
zado convenientemente, era cierto que en se definió como República Socialista de Cuba.
todos estos conflictos había voluntad de con-
trol por parte del comunismo internacional. BIBLIOGRAFÍA
13
Los EE.UU. aplicaron su forma habitual de
Adams, Henry (1904), History of the United
hacer la guerra en Vietnam, el desgaste basado
States during the administration of Thomas
en la potencia de fuego, la mecanización y la
Jefferson and James Madison, New York,
movilidad. En estos conceptos adiestraron al
Mont-Saint-Michel and Chartres.
ejército sudvietnamita. Este sistema fue in-
eficaz en Vietnam porque funciona si el ene-
Aron, Raymond (1985), Paz y Guerra entre las
migo ha de defender un lugar vital para su naciones, Madrid, Alianza Editorial.
supervivencia. Pero en la guerra de guerri-
llas, los combatientes no suelen tener Bacigalupo, Enrique (1976), “El Estado y la
necesidad de defender un sitio concreto. Seguridad Nacional”, en Seguridad Nacional,
t. I, Núm. 1.
14
A priori puede resultar chocante esta idea,
pues fue en 1953 cuando murió Stalin y Berdiaev, Nicolas (1962), The Russian Idea,
ascendió a la Secretaría General del PCUS Boston, Beacon Press.
Nikita Kruschev, el iniciador de la coexisten-
cia pacífica. No obstante, la política de co- Boersner, Demetrio (1982), Relaciones Interna-
existencia no se notó en todo el mundo, y en cionales de América Latina, Caracas-San José,
Iberoamérica, tan cercana a los Estados Uni- Editorial Nueva Sociedad.
dos, los efectos fueron distintos.
Burnham, James (1951), La lucha por el impe-
15
Huelga decir que en la idea de “estabilidad” rio mundial, Madrid, Ediciones Pegaso.
no hay valor intrínseco, pues para los países
la estabilidad y la inestabilidad pueden ser Seguridad Nacional (circular firmada por Mo-
igualmente ventajosas según sea el momento rales R. G., oficial de Estado Mayor, s/f, en-
y el lugar. viada en 1976.

174
Pedro Rivas Nieto
Pablo Rey García

Comblin, José (1979), La Doctrina de la Seguri- Meneses, Enrique (1995), Castro: comienza la
dad Nacional, Santiago de Chile, Arzobispa- revolución, Madrid, Espasa-Calpe.
do de Santiago-Vicaría de la Solidaridad.
Moro, R. (1976), “Historia de un expansionismo
Gaddis, John Lewis (1982), Strategies of geopolítico”, en Geopolítica, Núm. 3/4 marzo-
containment: A critical appraisal of postwar junio, pp. 27-41.
American National Security, New York,
Oxford University Press. Morales, R. (1976), 7“Seguridad Nacional”, cir-
cular de oficial de Estado Mayor, sin fecha.
Halévy, Elie (1930), The World Crisis, 1914-1918:
An Interpretation, Oxford, Clarendon. Neumann, W. L. (1967), After Victory: Churchill,
Roosevelt, Stalin and the Making of the Peace,
Jordan, Amos A. y William J. Taylor (1981), New York, Evanston.
American National Security: Policy and
Process, Baltimore, The John Hopkins Niebuhr, Reinhold (1958), La ironía en la his-
University Press. toria americana, Madrid, Instituto de Estu-
dios Políticos.
Juan Manuel, Infante de Castilla (1991), Libro
de los estados, Madrid, Castalia. Pereira, Juan Carlos (1997), Los orígenes de la
Guerra Fría, Madrid, Arco Libros.
Judt, Tony (2006), Postguerra. Una historia de
Europa desde 1945, Madrid, Taurus. Podhoretz, Norman (1982), Why we were in Viet-
nam, New York, Simon and Schuster.
Kelsen, Hans (1957), Teoría comunista del de-
recho y del Estado, Buenos Aires, Emecé. Remiro, Antonio (1982), Derecho Interna-
cional Público I. Principios Fundamentales,
Kissinger, Henry (1996), Diplomacia, Barcelona, Madrid, Tecnos.
Ediciones B.
Rothwell, Victor (1982), Britain and the Cold
Leites, Nathan (1953), A Study of Bolchevism, War, 1941-1947, London, Cape.
Glencoe (Illinois), Free Press of Glencoe.
Schlesinger, Arthur (1988), Los ciclos de la his-
Lippmann, Walter (1947), The Cold War: A study toria americana, Madrid, Alianza Editorial.
in US Foreign Policy, New York & London,
Harper and Brothers. Schoultz, Lars (1987), National Security and
United Status Policy toward Latin America,
Lozano, Pedro (1994), Relaciones Internacio- New Jersey, Princeton University Press.
nales. El gran consulado: de la Segunda
Guerra Mundial a la coexistencia (1939-1975), Truman, Harry S., (1965), Memoirs, New York,
Vol. I, Pamplona, EUNSA. New American Library.

Martins, Ricardo (1986), A Segurança Nacio- Veiga, Francisco et al. (1997), La paz simulada,
nal, Sao Paulo, Editora Brasiliense. Madrid, Alianza Universidad.

175

Potrebbero piacerti anche