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L4rminda Aberastury

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rElniñoy
sus Juegos

11111
418
11


Arminda Aberastury brinda ell El niño y sus juegos su aguda
comprensión y sus descubrimientos originales acerca de la vida psíquirn
del ni110. Lo hace evitando el vocabulario técnico, para que este libro
pueda beneji'ciar no sólo a los psicoanalistas, psicólogos y pediatras,
sino también a los maestros y a los padres en general.

Hl valor didáctico de esta obra está enriquecido por una galería de notas
_/(Jtográjtcas obtenidas por Anc{v Goldstein.

Por todo ello, éste es 1111 libro excepcional para la comprensión del h(io y
del al11 m 110. Padres y maestros obtienen re~puesta a preguntas como las
s(r.;uientes: ¿"es normal este juego de este niño?, ¿'Corre.\ponde estejuef.{o a la
edad crmwlóf.{ica de este niiio?, ¿'CJUéjuguete es el adecuado para rewilarle
a un 11i110 de esta edad?, ¿'por qué este niiio no quiere jugar con este
juguete? ''Al responder traté-dice la autora- de resumir veintiséis mzos
de e.\1Jerie11cia sobre un tema al que he dedicado la mayor pm1e de
111is horas de trabajo."

ISBN 950-12-2499-6
26012

9 789501 224993 1

11.Paidós Educador
PAIDÓS EDUCADOR
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11,·, 1\1 1'11111, 11 h I• 11111p.) l.,, 1·d11nwiií11 en ciencias: ideas para mejorar su
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Arminda Aberastury

El niño y sus juegos

Ilustración fotográfica: Andy Goldstein

Diagramación: Joaquín Pichon Riviere

~,,~
PAIDÓS
Buenos Aires
Barcelona
México
155.7 Aberastury, Arminda
ABE El niño y sus juegos.- 2' ed. 1ª relmp.- Buenos
Aires : Paidós, 2002.
96 p. ; 20x14 cm.- (Educador)

ISBN 950-12-2499-6

l. Título - 1. Psicología Evolutiva

Cubierta de Gustavo Macri

1ª edición, 1968
2ª edición, 1998
1" reimpresión, 2002

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las
sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o
procedimiento, comprendidos la reprograffa y el tratamiento informático, y la distribución de ejempla-
res de ella mediante alquiler o préstamo públicos.

© 1968 de todas las ediciones


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Cl11t•cl11 lwcho ol clop6,;ito que previene la Ley 11.723


lmproHo 011 In Argontina - Printed in Argentina

Impreso on Gráfica MPS


Santiago del Estero 338, Lanús, en junio de 2002
Tirada: 1500 ejemplares

ISBN 950-12-2499-6
A mis hijos
Enrique, Joaquín y Marcelo


1
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ............................................................................................ 11
El niño trae al nacer .............................................................................. 19
A partir de la concepción ........................................................................ 20
Cuando el bebé nace ............................................................................... 21
Desde su nacimiento .............................................................................. 22
Es imprescindible ................................................................................... 23
Entre el tercero y cuarto mes ............................................................... 24
Alrededor de los cuatro meses ............................................................... 25
Jugar ....................................................................................................... 26
De su cuerpo salen sonidos .................................................................... 28
El niño experimenta ............................................................................... 30
Entre los cuatro y seis meses ................................................................ 31
La pérdida del vínculo ........................................................................... 32
El niño ha descubierto ........................................................................... 33
En la segunda mitad del primer año .................................................... 34
Luego ....................................................................................................... 36
Entre los ocho y doce meses .................................................................. 38
Las heces y orina .................................................................................... 40
El tambor ................................................................................................ 42
Al finalizar el primer año ...................................................................... 44
Además de las muñecas ......................................................................... 4 7
Tazas, platos ........................................................................................... 48
Desde muy pequeño ............................................................................... 50
Niñas y varones ...................................................................................... 51
Varones y niñas ...................................................................................... 52
El niño que juega investiga ................................................................... 56
Alrededor de los tres años ..................................................................... 57
Ya a esta edad ......................................................................................... 61
Su vida mental está poblada de imágenes ........................................... 62
Después de los tres años ........................................................................ 64
Los deseos genitales ............................................................................... 65
Después de los cinco años ...................................................................... 66
La entrada en el colegio ......................................................................... 70
El niño realiza ........................................................................................ 71
El ludo ..................................................................................................... 72
La lotería ................................................................................................. 73
Todos los niños juegan ........................................................................... 74
En el estanciero se inicia el juego con un azar ..................................... 76
En las damas y el ajedrez ...................................................................... 78
En esta edad ........................................................................................... 79
Hay juegos que revelan su significado genital ..................................... 80
Los adultos .............................................................................................. 84
A partir de los siete u ocho años ........................................................... 86
Si en el comienzo .................................................................................... 87
Desprenderse de los juguetes ................................................................ 88
El adolescente ......................................................................................... 89
El niño al nacer ...................................................................................... 90
INTRODUCCIÓN

Uno de mis hijos, Marcelo Pichon Riviere, me preguntó un


día qué podría leer sobre actividad de juego y desarrollo. Necesi-
taba algo que no fuese muy técnico; debía preparar un programa
de televisión sobre el significado del juego en cada edad y le pa-
recía interesante transmitir a los padres experiencias cotidianas
o algo que les resultara útil para comprender a sus hijos. ¿Era
normal un determinado juego a los cuatro años? ¿Respondía a su
edad cronológica? ¿Qué era adecuado regalarle a un bebé de ocho
meses? ¿Era posible, para evitar celos, hacer el mismo regalo a
un hijo de dos años que al de cuatro? ¿Por qué no juegan algunos
niños? ¿Por qué sólo pueden jugar con un juguete determinado y
a un solo juego con una monotonía que entristece? ¿Por qué hay
otros niños cuya actividad es puramente motriz, que se mueven
durante todo el día pero cuyo movimiento no es un verdadero
juego?
¿A qué edad aparece el primer juego -me preguntó- y en qué
consiste?
Pensé entonces que era muy poco lo que se había escrito so-
bre el tema, y que aun esas pocas obras eran muy especializadas,
y decidí dialogar con él y transmitirle mi experiencia. Pero com-
prendí que para explicarle por qué a una determinada edad, en
un niño normal, siempre aparecía el mismo juego -el de las es-
condidas, por ejemplo-, que era idéntico en todas partes del
mundo y que se iniciaba entre los cuatro y cinco meses, también
era necesario decirle algo más sobre el desarrollo del mismo.
Seguimos así hasta llegar a los juegos en la preadolescencia.
El tomaba notas, hacía reflexiones y a veces me planteaba inte-
rrogantes. "Me parece escuchar mi autobiografía lúdica", me di-
jo al terminar. Al día siguiente me trajo una guía de lo que ha-

11
bíamos hablado, en la que resumió lo más importante de nues-
tro diálogo. El programa se realizó sobre esa base y él me sugi-
rió la necesidad de escribir un libro sobre el tema.
Los dos pensamos que debía ser corto, accesible y evitar todo
tecnicismo. Por eso traté de resumir en estas pocas páginas vein-
tiséis años de experiencia sobre un tema al que he dedicado la
mayor parte de mis horas de trabajo.
Me había preguntado muchas veces por qué aparece este jue-
go y no otro a una edad determinada, por qué hay niños en los cua-
les no aparece, y éstos siempre presentan trastornos. Por qué no
jugar en el momento adecuado al juego correspondiente al desa-
rrollo acarrea perturbaciones. Por qué puede ser un índice de mal
desarrollo el solo hecho de que no aparezca un determinado juego.
Recordé así, vertiginosamente, muchísimos casos. Padres que
me consultaban porque su bebé de ocho o nueve meses no dor-
mía, o había tenido una convulsión, o sufría de anginas de repe-
tición, y cómo los cambios en la rutina diaria, la organización de
su vida, pero sobre todo la orientación de la actividad de juego,
habían motivado no sólo la desaparición de los síntomas sino
una modificación profunda de la estructura del niño.
Por supuesto, esto sólo ocurría en niños en el primer año de
vida, pero también recordé muchos otros casos en los cuales el
único síntoma de neurosis grave era una inhibición de juego: ni-
ños normales en apariencia, niños modelo, que no jugaban ni lo
habían hecho nunca.
Mientras recordaba todo esto aparecían con frecuencia más
imágenes que palabras. Pensamos entonces que sería convenien-
te enriquecer el texto con fotografías, y Jaime Bernstein me pu-
so en contacto con Andy Goldstein. La sugerencia resultó un éxi-
to; creo que nadie podría haber interpretado mejor que él lo que
yo necesitaba. No fue necesario explicarnos; él me mostró algu-
nas fotos de niños y yo le di mi texto.
Trabajamos juntos durante muchos horas y nos apasionamos
por los mismos hallazgos. Lo vi esperar la aparición de un juego
y emocionarse cuando éste se cumplía con exactitud casi mate-
mática.
Hubiera sido muy sencillo poner en las manos de un bebé de
cinco meses la sabanita, luego descubrir el ojo y fotografiarlo. Pe-
ro no fue así; esperó muchas horas, el bebé hizo todo tipo de jue-
go menos ése, hasta que de pronto apareció la sábana y apareció
el ojo.

12
Y se los captó allí, en el momento mismo de la creación. Creo
que esto se advierte en las fotografías.
Hasta aquí la anécdota de cómo la idea de escribir este libro,
pero ahora quisiera interesarlos en el significado del juego, en la
teoría psicoanalítica del juego, en el por qué quiero transmitirla
en esta forma tan sencilla y hacia qué público me dirijo.
Los textos son deliberadamente cortos, casi los compararía
un poco con los sueños: al recordarlos su contenido manifiesto es
breve, a veces imágenes y algunas palabras. Pero para que se
produzca un sueño es necesario una larga historia previa; tam-
bién es preciso que un hecho del día -"resto diurno"- ponga en
movimiento toda esa historia del pasado y tenga así la fuerza su-
ficiente para llegar a la creación.
Así, en cierto modo, se hizo este libro. El resto diurno fue
nuestro diálogo; la historia, mis veintiséis años de trabajo con ni-
ños. Como en los sueños, trabajábamos con imágenes, pero era
necesario que éstas se expresasen con palabras para que pudie-
sen llegar a la conciencia.
No podría decir que aquí la imagen aclare el texto ni que el
texto se ilustre con la imagen: constituyen una unidad expresiva
cuyo mensaje debe llegar tanto al padre común como al investi-
gador del desarrollo del niño, que puede redescubrir hechos ob-
servados, muchos de los cuales no se han explicado aún.
Freud sostuvo que un niño juega no sólo para repetir situa-
ciones placenteras sino también para elaborar las que le resulta-
ron dolorosas o traumáticas. Que las situaciones traumáticas
aparecen en el juego del niño, lo comprobaba en mi labor diaria,
pero también me interesaba ver qué relaciones entre la madura-
ción y el desarrollo motivaban la aparición o desaparición de un
juego a una edad determinada.
También me apasionaba la evolución de un niño al que se le
impulsaba a jugar un juego específico, o, más bien, al que se le
creaban las condiciones necesarias para que pudiese jugar libre-
mente al juego que le era necesario a su edad.
Mis primeras experiencias fueron empíricas: indicaba una ac-
tividad lúdica y observaba los resultados. Luego trataba de pro-
fundizar en las relaciones de desarrollo y la maduración, y de es-
te modo se fueron aclarando muchos misterios, sobre todo en un
período temprano del desarrollo, la segunda mitad del primer año.
Para mí, el descubrimiento fundamental en este aspecto fue
comprobar que todo bebé pasaba, entre los siete y doce meses, por

13
un período en el que la genitalidad era muy importante y tenía sus
formas de descarga adecuadas. Entre ellas, una de las más signifi-
cativas era el juego, pero no un juego cualquiera, sino uno muy es-
pecífico: meter y sacar cosas, introducir en agujeros objetos pene-
trantes, llenar contenidos con pequeños objetos, explorar agujeros.
De acuerdo con los hallazgos de Freud, pensábamos que du-
rante todo el primer año de vida los intereses de un niño se cen-
traban en los alimentos y en los placeres y exigencias derivados
de la zona oral: chupar, morder, besar, lamer, explorar los obje-
tos con la boca. La experiencia me demostró que eso era así, in-
tensamente, hasta la aparición de los dientes, para dar paso lue-
go a nuevos intereses. Aparecía, por ejemplo, una necesidad im-
periosa de explorar el cuerpo, el propio y el de los demás, y esto
lo conducía a descubrir, en el suyo, los genitales. De esta zona ge-
nital surgían exigencias que buscaban ser satisfechas. Compro-
bé que el niño no sólo conocía la diferencia de sexos sino que tam-
bién tenía su modo de expresar formas de buscar satisfacerlo, lo
que significaba conocer sus funciones. Estas excitaciones y exi-
gencias necesitaban descarga, la cual, de acuerdo con la madu-
ración y el desarrollo, era específica para esa edad.
U na parte de las necesidades genitales se satisface en la mas-
turbación, y en mostrar su propio cuerpo y curiosear el de los
otros. Otras se satisfacen mediante la identificación proyectiva
con la pareja de los padres unidos y, por último, en la actividad
lúdica a través de la cual logra la unión simbólica de los sexos.
Al mismo tiempo, en ese momento, surgía el aprendizaje del
movimiento y la necesidad de desplazarse en el espacio, lo que
traía también una nueva serie de exigencias: moverse, ejercitar
la fuerza, manipular objetos, a veces con violencia.
Al aparecer estas nuevas necesidades era necesario atender-
las para que el desarrollo siguiese su curso normal, y si se las
descuidaba el niño comenzaba a manifestar trastornos.
La experiencia me mostró que el juego ofrecía al bebé una lar-
ga serie de experiencias que respondían a estas necesidades es-
pecíficas de la etapa del desarrollo a la que me he referido, y en
todas las posteriores.
El juguete posee muchas de las características de los objetos
reales, pero por su tamaño, por su condición de juguete, por el
hecho de que el niño ejerce dominio sobre él porque el adulto se
lo otorga como algo propio y permitido, se transforma en el ins-
trumento para el dominio de situaciones penosas, difíciles y

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traumáticas que se le crean en la relación con los objetos reales.
Por otra parte, es reemplazable y le permite repetir a voluntad
situaciones que le resultaron placenteras o dolorosas pero que no
puede reproducir por sí solo en el mundo real.
Freud fue el primero en describir este mecanismo psicológico
del jugar cuando interpretó el juego de un niño de 18 meses. El
pequeño hacía aparecer y desaparecer un carretel, tratando así
de dominar su angustia frente a la aparición y desaparición de
su madre, simbolizada por el carretel, y al mismo tiempo echar-
la sin peligro de perderla, puesto que el carretel volvía cuando él
lo deseaba. Este juego le permitía descargar fantasías agresivas
y de amor frente a su madre sin riesgo alguno, ya que era dueño
absoluto de la situación. Además, elaboraba así sus angustias
ante cada despedida de su madre.
Al jugar, el niño desplaza al exterior sus miedos, angustias y
problemas internos, dominándolos mediante la acción. Repite en
el juego todas las situaciones excesivas para su yo débil y esto le
permite, por su dominio sobre objetos externos y a su alcance,
hacer activo lo que sufrió pasivamente, cambiar un final que le
fue penoso, tolerar papeles y situaciones que en la vida real le se-
rían prohibidos desde dentro y desde fuera, y también repetir a
voluntad situaciones placenteras.
La de Freud sigue siendo aún hoy un modelo de observación
de juego, pero yo descubrí que lo que él había descrito para los
dieciocho meses, el juego de las escondidas, surgía mucho más
temprano en el desarrollo. El juego de esconderse, aparecer y de-
saparecer, o el de hacer aparecer y desaparecer objetos, como el
de la sabanita, que se ilustra en el libro, aparece entre los 4 y 6
meses y responde a motivos psicológicos profundos. En ese mo-
mento del desarrollo el bebé atraviesa por una etapa que se de-
nomina "posición depresiva", en la cual trata de elaborar la ne-
cesidad de desprenderse de la relación única con la madre para
poder pasar luego hacia la relación con el padre; de este modo se
establece la tríada madre-padre-hijo, que es la base de las futu-
ras relaciones del individuo con el mundo.
Desprenderse de la relación única con la madre y orientarse
hacia el padre abre al niño el camino de múltiples intereses en el
mundo exterior y lo conecta con personas y objetos cada vez más
variados y numerosos. Estas nuevas relaciones y todas las situa-
ciones de cambio que mencionáramos le despiertan ansiedad, y el
juego le ofrece por varios caminos la posibilidad de elaborarlas.

15
Se ha producido una situación traumática. El la puede imagi-
nar, la puede pensar, puede quitarle el sueño, provocarle pavores,
aun es posible que desarrolle una fobia, pero no puede condicio-
nar esa nueva situación en el mundo externo. Puede, sí, repetir
muchas veces esa experiencia, puesto que el psiquismo dispone
de una capacidad denominada "compulsión de repetición" que im-
pulsa al sujeto a reiterar las situaciones no elaboradas y tiende a
que pueda llevarlas cada vez más a la conciencia. Por ejemplo, los
celos que se despiertan por el nacimiento de un hermano pueden
ser jugados con juguetes, porque estos personifican los objetos
reales y la acción sobre ellos puede realizarse sin la angustia y la
culpa que sobrevendría si la descarga de sentimientos agresivos
y celosos recayese sobre los objetos reales. No olvidemos que el ni-
ño no sólo rechaza a su hermano, a su madre y a su padre sino
que también los ama, los necesita y quiere conservarlos.
La derivación de afectos y conflictos en objetos que él domina y
que son reemplazables cumple la necesidad de descarga y de ela-
boración sin hacer peligrar la relación con sus objetos originarios.
En la medida en que va creciendo surgen nuevos intereses,
nuevas situaciones de cambio, y los juegos se modifican. Esto es
lo que he querido transmitir a través de este libro.
La sustitución del objeto originario, cuya pérdida se teme y
lamenta, por otros más numerosos y reemplazables, la distribu-
ción de sentimientos en múltiples objetos y la elaboración de sen-
timientos de pérdida a través de la experiencia de pérdida y re-
cuperación, tal como lo vio Freud al analizar el juego del carre-
tel, son las bases de la actividad lúdica y de la capacidad de
transferir afectos en el mundo externo.
Frente a los objetos, por el mecanismo de identificación pro-
yectiva, los niños hacen transferencias positivas y negativas, se-
gún Psi.os ohjt'l.m, cxcitPn o alivien sn ansiedad, y este mecanis-
mo <•:-;f.:i <·n l:1 has<' d<· l.od:1 s11 n•laci{m con los objetos originarios.
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biar d objnLo, con gran rapidez, d<1 btH\llo a malo, de aliado a ene-
migo; por eso los juegos del niüo, cuando es normal, progresan
constantemente hacia identificaciones cada vez más aproxima-
das a la realidad.
Pienso que al leer este libro, un padre, un observador común,
1111 profoRional, podrán ir descubriendo las relaciones entre los
pmc•p:-111,,; de• 11wd11ración y crecimiento y la aparición de nuevos
ob.i1•l11:1 d,· 111<•1:11, .v l:1111bi{•n qnc al observar el juego de un hijo o

16
de un niño cualquiera pueden orientarse sobre la marcha de su
desarrollo.
El primer paso en la aplicación de los conceptos que hemos
expuesto sobre el significado del juego fue la aplicación de la ac-
tividad lúdica a la terapia. Freud proporcionó las bases de la téc-
nica del juego, luego la desarrollaron Melanie Klein y, en nues-
tro medio, un grupo nuerosos de psicoanalistas de niños, que
aplicaron, siguiendo mis directivas, la técnica de Melanie Klein
con algunas modificaciones.
A través de la actividad lúdica el niño manifiesta sus conflic-
tos y de este modo podeos reconstruir su pasado, así como en el
adulto lo hacemos a través de las palabras. Esta es una prueba
convincente de cómo el juego es una de las formas de expresar
los conflictos pasados y presentes.
Un paso muy importante fue el utilizar la observación de ho-
ras de juego para el diagnóstico de las enfermedades, y así llega-
mos a la conclusión de que en la primera hora de juego un niño
nos muestra no sólo la fantasía inconsciente de cuál es su enfer-
medad sino, en muchos de los casos, cuál es la fantasía incons-
ciente de curación; ésta es otra evidencia de las relaciones entre
el desarrollo emocional, la normalidad del desarrollo y la activi-
dad lúdica.
Pero en este libro he querido, voluntariamente, referirme só-
lo al juego del niño normal. Hasta ahora, todo lo que se ha escri-
to desde el punto de vista psicoanalítico acerca del juego se rela-
ciona con niños que padecen conflictos o tienen serias enferme-
dades. He tratado de mostrar a qué juega un niño en la medida
en que se desarrolla.
Si he hecho hincapié sobre todo en la iniciación del juego, en
esos dos juegos básicos del primer año de vida, es porque creo
que en ese primer año y en esos dos juegos fundamentales que
aparecen en la primera y segunda mitad de ese año están los
fundamentos de todos los desarrollos posteriores de la actividad
lúdica y de toda actividad sublimatoria.
Dice Huizinga en su libro sobre el juego que éste se halla en
la base de la cultura. Yo agregaría que el juego del primer año de
vida da las bases del juego y las sublimaciones de la infancia, y
no sólo eso, sino que conduce al juego de amor tal como lo esbo-
zo en las últimas páginas de mi libro.

17
El niño
trae al nacer

la expectativa de qué tipo de madre


la vendrá al encuentro. Si se combinan ese hijo
que necesita madre con una madre
dispuesta a entregarse, se da la gozosa experiencia
de una maternidad feliz.
Lo mismo ocurre con la paternidad, porque con la misma
intensidad con que el niño necesita una madre al nacer,
precisará del padre, cuando, aproximadamente
en el cuarto mes de vida, se va separando
de la madre y en especial de la relación única con ella.
Encontrar al padre no sólo significará
poderse separar bien de la madre sino también hallar
una fuente de identificación masculina
imprescindible tanto para la niña como para el varón,
porque la condición bisexual del hombre
hace necesaria la pareja padre
y madre para que se logre un desarrollo armónico
de la personalidad.
Una maternidad y paternidad buenas permiten
al niño superar gran parte
de las dificultades inherentes al desarrollo.

19
A partir de
la concepción

del niño la situación de la pareja


frente al hijo es diferente. La madre siente
que se enriquece
con algo que está creciendo
dentro de su cuerpo y en cambio el padre se siente,
de algún modo, excluido.
El hijo rompe la relación única de la pareja
y a partir de ese día es necesario aceptar
la inclusión del tercero,
lo que no siempre resulta fácil.

20
Cuando el bebé nace

necesita adaptarse a un mundo nuevo,


al cual deberá conocer y comprender. Sus capacidades
perceptivas van forjando una
noción de ese mundo, pero su incapacidad motriz
limita su posibilidad de exploración.
Muchos de sus intentos de explorar se hallarán en la base
de su futura actividad de juego.

21
Desde su nacimiento

hasta el segundo tercio de su primer año de vida,


el interés del niño se centra
casi de modo exclusivo en su madre.
A los pocos días de vida es capaz de reconocerla
por la voz y por el olfato.
Ya al nacer sabe mucho sobre ella: puede reconocer
entre muchos otros el ritmo de su corazón,
al que se habituó durante
los nueve meses en que vivió dentro de ella.
La vista se desarrolla desde el primer
momento; puede fijar los ojos en un objeto
y distinguir la luz de la sombra.
Su capacidad de gustar y reconocer los sabores es muy
notable ya desde las primeras horas
de vida, y todas estas experiencias
van configurando
en su mente la imagen de la madre.

'}')
Es imprescindible

que la piel de la madre esté en contacto


con la piel del bebé
desde los primeros momentos; esto
prepara al niño para un buen desarrollo.
La pérdida de la experiencia de estar dentro del vientre
materno se mitiga con un buen contacto físico,
el cual, justamente,
le permite elaborar la pérdida. Esta
relación física es totalmente necesaria
luego del nacimiento, y sólo de manera gradual podrá
ser reemplazada por otras formas de contacto.
La carencia de esta relación
satisfactoria trae como resultado trastornos
en el contacto con la realidad
y lo predispone a enfermedades de la piel.

23
Entre el tercero
y cuarto mes

se producen cambios fundamentales


en su mente y en su cuerpo;
ya conoce a su madre, la ama y la rechaza,
se siente amado y rechazado por ella,
la toca y comienza a jugar con su cuerpo.
El objeto de su amor
y de su odio es la misma persona.
Esa revelación de totalidad inicia un proceso
de desprendimiento que lo conducirá
a la búsqueda del padre y del mundo circundante.

24
Alrededor de los cuatro meses

comienza su actividad lúdica. Ha ocurrido


algo fundamental en la vida mental
del niño: los objetos funcionan como símbolos
y al mismo tiempo se producen
en su cuerpo cambios que le facilitan su examen del mundo.
Empieza a ser capaz de controlar sus movimientos,
coordina el movimiento con la vista y ya puede,
con bastante certeza, acercar la mano al objeto que
previamente ha focalizado con sus ojos,
siempre que éste se encuentre cerca.
Cuando, entre los cuatro y seis meses, un niño es capaz
de sentarse, cambia su relación
con los objetos que lo rodean. Con habilidad
cada vez mayor puede apoderarse de lo
que necesita, siempre que esté cerca, tocarlo, llevarlo
a la boca y abandonarlo a voluntad.
Ese trozo de sábana que lleva a su boca y tras del cual
se esconde representa a la madre;
el sonajero que sacude, chupa y muerde, su dedo,
el barrote de la cama, cada objeto cerca y lejos de él cobra
vida y lo estimula a nuevas experiencias.

25
Jugar

26
i 1

1 _\.:......=
a las escondidas es su primera actividad
lúdica y en ella elabora
la angustia del desprendimiento,
el duelo por un objeto
que debe perder. A los cuatro meses
el niño juega con su cuerpo
y con los objetos; desaparece tras
la sábana y vuelve a aparecer;
de este modo el mundo
se oculta momentáneamente y vuelve
a recuperarlo cuando sus ojos
se liberan del objeto tras del cual estaba
escondido. También juega
con sus ojos: al cerrarlos y abrirlos
tiene el mundo o lo pierde.

27
De su cuerpo
salen sonidos,

y ahora es capaz de repetirlos


una y otra uez; los escucha y su
expresión camhia. Esos sonidos
llamados laleos son su primer
intento de expresiún verbal.
Corno la palabra, comienzan
por ser un olúeto concreto
para su mente, y también con
él puede jugar. Su repetición
es un juego verbal, puede
hacer con los sonidos lo que ya
experimentó con los objetos.

El primer juguete que se ofrece


al niño, el sonajero,
es el heredero del primer
instrumento musical: la sonaja.
La sonaja de calabaza es hueca
corno el sonajero y lleva dentro
pequeños guijarros o trozos
de madera casi siempre
con un valor mágico,
que al chocar contra las paredes
producen un sonido. Los niños
africanos, los japoneses,
los españoles, los finlandeses,
los niños de todos los tiempos,
han jugado con un sonajero.
También con él algo aparece
y desaparece: los sonidos.

28
El niño experimenta

también mediante movimientos.


Descubre que al golpear un objeto tambien puede
producir sonidos. Sabe que un cuerpo
que cae, una puerta que se cierra de golpe,
producen sonidos;
todos le interesan y muchos de ellos
lo sobresaltan. Trata de reproducirlos
para vencer el miedo y el sonajero le sirve para
repetir estas experiencias. Es algo
fuera de su cuerpo, que simboliza
a su madre y que él maneja con su mano.
Como su padre y como él mismo,
el sonajero tiene algo
dentro que se mueve y produce sonidos.
Lo chupa, lo explora, lo muerde,
y va reproduciendo
experiencias que lo tranquilizan.
Lo golpea contra los barrotes de su cuna,
lo tira contra el suelo,
lo muerde, lo abolla, lo manipula.
Cuando arroja los juguetes al suelo, espera y exige
que se los devuelvan.
No actúa por maldad
ni para controlar ni eclavizar al adulto.
Este juego es molesto pero necesario;
el niño experimenta
así que puede perder y recuperar lo que ama.

JO
Entre los cuatro y seis meses

el niño entra en posesión de diversos modos


de elaborar la angustia de pérdida. A través de sus juegos
intuye, experimenta y elabora que las personas o los objetos
tanto pueden aparecer como desaparecer.
Expresa esto en su mundo lúdico. Es capaz de pasar
bastante tiempo en reconocer objetos y apartarlos y atraerlos
hacia sí. Emite sonidos y juega con ellos. De manera
paradójica, al encontrar la forma de elaborar sus angustias
de pérdida, reclama con urgencia incontrolable la presencia
de sus verdaderos objetos: los padres. Llora y se llena de rabia
si no lo consigue, si no se lo comprende; no es necesariamente
alimento lo que reclama: su madre
es ya para él algo más que lo que calma el hambre,
es una voz, un contacto, una sonrisa,
el ritmo de sus pasos; la necesita simplemente
para saber que no ha desaparecido,
que puede tenerla y cuenta con ella; el temor a su pérdida
es la angustia más intensa a esa edad; toda su vida
emocional está marcada por ella:
es el motor del juego y de todas las actividades
que describimos. Ha empezado el doloroso proceso
ele abandonar la relación única con su madre y aceptar
,·n forma definitiva la presencia del padre. En este
período sufre verdaderas depresiones.
Sus tendencias destructivas
s,• incrementan cuando aparece el diente, instrumento
,¡ue puede usarse para morder y desgarrar.
( ;on la aparición de los dientes, el desprendimiento,
hasta entonces fruto de la fantasía, se convierte en realidad.

31
La pérdida del vínculo

único con la madre y la necesidad de un tercero


determinan una nueva primacía de necesidades en la vida
del niño: ya no le basta su madre
para el desarrollo, necesita un padre. Pero no
es suficiente la presencia del padre
para el niño, también es necesario que aquél encuentre
una forma de comunicación con él
que responda a las necesidades de paternidad
del pequeño, que, si bien se
parecen a las de maternidad, tienen matices diferentes.
Un padre que puede bañar al hijo,
darle alimento, jugar con él, salir con él, es importante. Lo es
más aún el rol que cumple reforzando
su unión con la madre y ofreciendo
al hijo la pareja como fuente de identificación.
Si el hombre o la mujer no pueden superar
su rivalidad frente al hijo, y sienten que al dar afecto
al niño están impidiendo
que el otro lo exprese, pueden inhibirse en sus funciones.
Las consecuencias de la carencia paterna son tan graves
como las de la materna, pero
aún no fueron objeto de un estudio profundo.

32
El niño ha descubierto

que hay partes de su cuerpo que señalan


la diferencia entre los sexos,
y también la revelación de que esos órganos
pueden llevarlo a la unión.
La angustia de pérdida, que motivó sus primeros juegos,
continúa elaborándose en este período,
en cuyo transcurso los objetos se juntan y se separan
en un continuo repetir de encuentros y desencuentros.
Así como los fundamentos de su vida mental
se construyen en el primer año de vida, también su mundo
lúdico se origina en esos primeros juegos de pérdida
y recuperación, de encuentro y separación.

33
En la segunda surge un nuevo
interés en sus juegos:
mitad del ha descubierto que
primer año algo hueco puede contener
objetos, que algo
penetrante puede entrar en
un hueco. Juega
incesantemente a eso.
Este gran descubrimiento
es el anuncio
de la forma adulta de expresar

34
amor: entrar en alguien,
recibir a alguien
dentro de sí, unirse
y separarse. Pasa así
a explorar cuanto
sea penetrable
y a usar todo lo que puede
servir para penetrar;
los ojos, los oídos,
las bocas de las personas
que están cerca,
le permiten hacer sus primeras
experiencias
de exploración. Sus objetos
preferidos son pequeños:
son herederos
de sus dedos exploradores.

35
Luego de realizar estos juegos
con su cuerpo
y con los de las personas
que lo rodean,
pasa a jugar con cosas
inanimadas: el agujero de

36
la bañera, caños, de sus juegos.
desagües, la tacita Un palo, un lápiz, anteojos,
de juguete, sus dedos, todo sirve
una rotura en la pared, para poner y sacar,
l'l agujero de una unir y separar.
<"erradura, todo es objeto

37
Entre los ocho y doce meses

las diferencias anatómicas


de los sexos se manifiestan
en los juegos. La niña prefiere depositar objetos en un hueco,
y sus juegos repetirán esta experiencia;
en cambio el varón elige aquellos juguetes con los que pueda
penetrar. Sin embargo, este interés
no es exclusivo: su condición bisexual les permite
disfrutar también del juego del otro sexo,
pero, si el niño es normal, su elección se hace
ya sumamente clara en este período.

38
Entre los ocho y doce meses
el niño se desplaza en el espacio
circundante gateando. Su campo de acción
se amplía y comienza una
concienzuda y paciente exploración de los objetos.
Ya al final del primer año,
ponerse de pie y caminar le permitirán alejarse
voluntariamente de los objetos y reencontrarlos.
En el aprendizaje de la marcha
no han andador que reemplace a los brazos
de la madre.

39
los sólidos, susceptibles
de originar formas,
Las heces se transforman en el símbolo
y orina de su capacidad
creadora. El niño ama
y teme las sustancias
que salen de su
que elabora su cuerpo cuerpo, pero ya que éstas
le van dando modelos están condenadas
fantaseados de lo que a desaparecer
es la concepción. Entran debido a las prohibiciones
alimentos por su boca, del adulto, el niño
pasan a través busca en el agua,
la tierra y la arena los
del cuerpo y salen
transformados;

40
sustitutos permitidos sustancia, la plastilina, con
de las heces y la orina. la que podrá
De este modo, modelar objetos.
el agua, la tierra y la arena Su vientre fecundo y el de
pasarán del estado la madre irán tomando el
puro de sustancias para primer plano.
adquirir aspecto La fecundidad, consecuencia
de objetos. Serán niños, de la unión,
castillos, animales comienza a interesarle.
salvajes, mangueras para Aparecen los tambores,
apagar incendios, los globos y las pelotas
líquidos con poderes mágicos. como juguetes predilectos,
Más tarde, el adulto que simbolizan el vientre
le ofrecerá una fecundo.
El tambor

junto con el sonajero,


fue uno de los primeros
instrumentos musicales.
En épocas primitivas
era una cavidad hecha
en la tierra
que se cubría con un trozo
de corteza; sólo
lo tocaban las mujeres y muy posteriormente
y se usaba en los rituales se utilizó para ceremonias
de fecundidad. de guerra y de muerte.
La mano era el instrumento Cada niño repite,
de percusión, con su tambor,
que luego se reemplazó este desarrollo histórico.
por el palillo cuando Es uno de sus primeros
el hombre comenzó juguetes y le interesa sobre
a participar en el ritual; todo a partir del final
después fue un medio del primer año, porque para
de transmitir él simboliza el vientre
mensajes a larga distancia fecundo de la madre,
luego se hace un medio de
comunicación
y por último un objeto
para la descarga
de sus tendencias agresivas.
Una olla de aluminio
y una cuchara de madera
son para el niño
el mejor tambor. Entre
los once y dieciocho
meses sirve
a sus necesidades
de descarga motriz y el hecho
de ser irrompible
facilita esta descarga,
ya que al demostrarle
la realidad que
no se destruye disminuye
en el niño el temor
a sus tendencias destructivas
y, en consecuencia,
también la culpa.

43
Al finalizar
el primer año,
el globo y luego
la pelota constituirán
el centro de su interés.
Las fantasías de unión
van dando paso
al fuerte deseo de tener un
hijo. El cuerpo de su madre
y también el suyo propio
se simbolizan
en las formas esféricas.
La niña y el varón
se identifican con la madre,
quieren un hijo dentro
de su cuerpo, lo fantasean
y juegan con ese deseo.
Ese hijo es el que después
se hará palabra,
ya que la palabra
es para el niño un objeto
concreto capaz
de reemplazar mágicamente
al objeto real externo.
Cuando dice "mamá"
posee a su madre;
cuando dice "nene" es
como si tuviera un hijo.
El globo y la pelota
son el vientre fecundo
de su madre,
y también el propio;
persistirán como juguete a
través de los años.

44
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Además de
las muñecas,

los animales predilectos


corporizarán a los
hijos fantaseados: serán
objeto de amor y de malos tratos.
Todas sus experiencias
biológicas se traducirán en
juegos con muñecas
y animales. De este modo
ha comenzado
el aprendizaje de la maternidad
y la paternidad.

47
r

Tazas, platos, ollas, sartenes, cubiertos,


sirven para recibir
y dar alimentos o someter
a privaciones
a sus hijos. Esta experiencia
de alimentar y ser
alimentado condensa
también experiencias de
pérdida y recuperación.

48
A los dos años espera y necesita
aproximadamente, comienzan la enseñanza del control
a interesarle de esfínteres, es decir,
los recipientes, que utiliza adquirir la capacidad
para trasvasar sustancias de entregar a voluntad
de un lugar a otro. los contenidos del cuerpo.
Esta actividad lúdica
puede tomarse
como un indicio de que

49

L
Desde muy pequeño,

la imagen que aparece y desaparece


ha ocupado su vida mental. El hecho de que la imagen
-tanto la externa como la propia-
sea fugitiva, lo angustia. Pero alrededor de los dos
o tres años descubre cómo recrearla y retenerla
mediante dibujos, y de este modo disminuye la angustia.
Comienza el niño por explorar su cuerpo,
para interesarse luego en los objetos inanimados;
también cuando dibuja, es el cuerpo su primer interés.
La casa, que lo simboliza, será luego
el objeto central de sus paisajes.

50
Niñas y varones

manifiestan cierto rechazo por los juguetes de cuerda;


los padres y amigos los regalan como algo
muy valioso, pero diría que nunca un juguete de cuerda
se transforma en predilecto del niño.
Cuando es pequeño y su manejo le resulta dificil,
no le causa placer y además le incrementa
una profunda frustración y dolor por la impotencia
y por la incapacidad de usarlo.
Le cuesta manejarlo o se le rompe con mucha facilidad,
lo cual es motivo de angustia.
Todos aquellos juguetes que por su sencillez facilitan
la proyección de fantasías son los que tendrán
más posibilidades de ayudarlo en la función específica
del juego, que es la de elaborar
las situaciones traumáticas.

51
Varones y niñas

juegan, indistintamente, a alimentar,


alimentarse, evacuar, retener.
Sólos los adultos,
proyectando sus prejuicios sobre la diferencia de sexos,
rechazan este juego en los varones
y lo permiten en las niñas.
Olvidan que también
ellos jugaron a tener hijos y a cuidarlos.

52
El niño que juega investiga

y necesita cumplir una experiencia total


que debe respetarse. Su mundo es rico, cambiante, e incluye ti
interjuegos permanentes de fantasía y realidad.
Si el adulto interfiere e irrumpe en su actividad lúdica
puede perturbar el desarrollo de la experiencia
decisiva que el niño realiza al jugar.
No son muchos los juguetes que necesita
para esta actividad; por el contrario, si son demasiados
pueden trabarlo y confundirlo en sus experiencias.
Tampoco precisa grandes espacios,
pero sí un ámbito propio del que se sienta dueño.

56
Alrededor de
los tres años,

la pasión de un varón
son los autos y las locomotoras,
pasión que comparten las niñas.
La organización genital
se ha ido desarrollando; la nena
y el varón se sienten
empujados a experiencias genitales
y las subliman
a través del juego. Jugando
representan sus fantasías
de la vida amorosa de sus padres
y de ellos mismos,
el nacimiento del hijo,
las actividades de masturbación.
El pequeño garaje de juguetes
se usa para juegos
de penetración,
íntimamente ligados con la
alimentación y la reparación;
lo mismo ocurre con los puentes
que utilizan con los trenes.
El juego con muñecas
y animales satisface sus necesidades
de paternidad y maternidad.

57
Ya a esta edad,

niñas y varones La simbología de la vida


empiezan a valorar un cajón, genital es muy rica
un ropero, un pequeño entre los tres
mueble donde puedan y cinco años. El juego
guardar sus juguetes. del niño se amplía
La destrucción y el desorden y se complica en esta época;
les producen angustia la intensidad del mismo
y empiezan a interesarles y la riqueza
la limpieza de su fantasía nos permiten
y el orden. Necesitan evaluar su armonía
ver que algunas mental. El niño
cosas pueden reponerse, que juega bien, tranquilo,
y en ese período con imaginación,
resulta más placentero nos da una garantía
para un niño de salud mental,
volver a ver un juguete aunque tenga muchos
que ha sido arreglado que pequeños síntomas que
recibir uno nuevo. angustien a los padres.
La lucha contra las tendencias
destructivas ha comenzado
a hacerse activa.

61
Su vida mental
está poblada de imágenes

que le apaciguan y de otras que lo inquietan;


a ambas teme perderlas, necesita conservarlas,
recuperarlas, revivirlas, rehacer
la angustia que le provocan, y de este modo abundan
en detalles los objetos reales y fantásticos que recrean
todos sus dibujos. La imagen es fugitiva
y el dibujo la retiene y la inmoviliza; esta capacidad
de recrear objetos en imágenes inmóviles
es una nueva forma de luchar contra la angustia de pérdida.
La imagen entra también por otro camino en el mundo
de sus juguetes: aparece con el libro,
y la monotonía con que pide que le repitan
sus pequeñas historias y le muestren sus dibujos
es también una forma de elaborar esta angustia de pérdida.
Hay niños cuyos juguetes son sólo las imágenes de sus libros.
La vida moderna le ofrece al niño pequeño la posibilidad
de hacer aparecer y desaparecer la imagen a voluntad.

t
63
Después de los tres años,

cuando un niño dibuja


su cuerpo o el de los padres, hermanos o abuelos,
logra ya una imagen total del cuerpo, y esto
lo tranquiliza. Está tan interesado en reconocer su cuerpo
como el de los niños de otro sexo,
el de su padre como el de su madre; por eso, mirando
sus dibujos es difícil reconocer
a qué sexo pertenece el dibujante.
Sólo al entrar en la pubertad esta diferencia
se hace muy llamativa. La niña
dibuja mujeres con formas marcadas y por lo general
cargadas de adornos. El varón, en cambio, dibuja personajes
cargados de revólveres, espadas y ametralladoras.

64
Los deseos genitales

adquieren pujanza entre los tres y cinco años


y se expresan en todo tipo de actividades,
de modo que sólo una parte de ellos queda libre
para la relación edípica con los padres. Los juegos sexuales
entre niños son la norma, y no sólo no son negativos
sino que contribuyen al buen desarrollo.
Los deseos genitales pueden canalizarse en el juego
a la mamá y el papá, al doctor, a la enfermera,
a los novios, a los casados, a la sirvienta,
y en ellos satisfacen sus necesidades de tocar,
de mostrarse, de ser vistos y ver.

65
Después de los
cinco años

el varón se deleita
con juegos de conquista,
de misterio, de acción.
Pistolas, revólveres, escopetas,
ropa de cowboys,
Batman, disfraces de pistoleros
pueblan sus juegos.
La niña, en cambio,
prefiere un juego más tranquilo;
se entretiene con sus muñecas,
prepara comida, sirve el té,
finge relaciones sociales,
entra en un aprendizaje
de los rasgos femeninos
con los que busca identificarse
con sus madre.
Suele pedir a ésta ropa,
y disfrazarse.

66
La entrada en el colegio

cambia profundamente el mundo de los juegos.


Las letras y los números se convierten
en juguetes para los niños. La curiosidad por el conocimiento
es la continuación de la curiosidad que sintieran
por el mundo circundante hasta los cinco o seis años.
Con el aprendizaje escolar
aparecen nuevos juegos en los que se combinan
las capacidades intelectuales con el azar.

70
El niño realiza

el aprendizae de la competencia y de compartir


los roles en su grupo mediante múltiples juegos
que van desde el azar hasta la pericia.
El ludo, las carreritas, la lotería, el dominó, el estanciero,
le abren un mundo nuevo. En este mundo,
competir significa al principio aniquilar. Se triunfa
sobre alguien, pero no con alguien.
Será necesario un largo aprendizaje hasta llegar
a una nueva forma de competencia,
en la que se incluye y admite
el posible triunfo de dos con iguales valores.

71
El ludo

le permite al niño
simbolizar un encierro inicial en el que la apertura
hacia el mundo surge del azar: el dado.
Una vez que ha salido de su casilla,
recorre un camino salvando obstáculos o recibiendo ventajas.
Este camino es el símbolo del que recorrerá
en la vida real hasta llegar al éxito o al fracaso.
Sólo podrá decidir si sacará sus cuatro
fichas desde el principio o economizará alguna
para una posible estrategia final.
De este modo simboliza el manejo de sus fuerzas
en esta lucha de adaptación y conquista del mundo.

72
La lotería

también sitúa al jugador en un engarce


de habilidad y suerte. La atención y concentración
con las que juegue decidirán muchas veces el éxito.
El juego con barajas ofrece asimismo
una amplia gama de posibles
combinaciones entre habilidad y azar.
En todos ellos debe afrontar la lucha contra un adversario,
entregarse o triunfar. Pueden ayudarlo
algunos golpes de suerte pero su pericia decidirá
también el manejo de esa suerte.
Estos juegos, placenteros para la niña
y el varón, se alternan con otros en los que
se acentúa la diferencia de sexos.

73
Todos los y han jugado al tatetí.
Cada jugador dispone
niños juegan de tres fichas,
y gana aquel que evita
que su competidor
las ordene en la misma línea
y en cambio consigue
esto para sí. La disposición

74
de las líneas no interesa, hasta llegar a establecer
sólo es importante una buena situación edípica.
interponerse entre Los competidores
dos que quieren ser tres, son los hermanos, y se lucha
o llegar a ser tres. por conseguir
Este juego es el símbolo la relación ideal con
de las vicisitudes los padres, a igual distancia
que la vida impone del uno que del otro.

75
En el estanciero,
se inicia el juego con un azar,

símbolo del equipo con el cual cada uno de nosotros


iniciamos nuestro enfrentamiento
con el mundo. En el juego,
lo determina el número que señalan los dados.
Una vez iniciado, hay diversas posibilidades de invertir
el capital. Pueden hacerse buenas o malas inversiones.
Si comparáramos los niveles de comprensión
del manejo y significado del dinero

76
í '.,<,,,§

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en el mundo actual con el que se ejercita


en ese juego, difícilmente encontraríamos mucha diferencia.
Los actos de generosidad y avaricia,
de derroche y ahorro, se ejercitan,
revelando mucho de la personalidad del jugador
y de su forma de relación con el dinero.
Para el hombre actual, el dinero
y el manejo del dinero configuran una situación traumática
muy intensa; en nuestra sociedad,
tal como está organizada,
acarrea una serie de angustias y culpabilidades.
La creación de este juego, el jugarlo, son intentos
de elaboración de esas angustias.

77
En las damas
y el ajedrez

el motor inconsciente
del juego es la necesidad de enfrentar a los padres,
entrar en su mundo de adultos y competir con ellos.
Ya no se parte del azar, sino
que el éxito depende de la habilidad
para lograrlo mediante el conocimiento de las reglas
y el manejo
adecuado de sus capacidades.

78
En esta edad

una niña juega con preferencia a la pelota al cesto


mientras el varón prefiere el fútbol.
En uno y otro juego cada niño elige su puesto en el equipo
de acuerdo con sus modalidades y con las capacidades
de lucha y de conquista frente al mundo.

79
Hay juegos
que revelan su significado genital

de un modo muy poco encubierto: las bolitas, el balero,


el fútbol. En cambio, hay otros que lo encubren
cuidadosamente, que lo llevan,
digamos, a un plano casi de abstracción.
¿Qué significa la rayuela?
Se entra y se sale, el que se detiene pierde,
hay dificultades y ventajas,
cielos e infiernos. Lo juegan niñas y varones.

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-
Los adultos

fabrican los juguetes


de los niños;
algunos permanecen
sin modificaciones,
a lo largo de los años,
como el sonajero y la pelota.
Otros son copia
de situaciones nuevas,
y van respondiendo
a la necesidad del adulto
de elaborar la inclusión
de nuevas situaciones
de peligro. Ejemplo de ello
es la invasión de platos
voladores y elementos de
guerra atómica que hicieron
su aparición en el mundo
de los juguetes
y en la imágenes
de las historietas para
niños de esta edad.

84
A partir de los
siete u ocho años,

y hasta llegar a la pubertad, el cuerpo


vuelve a tener un rol fundamental.
Se intensifica el gusto por la lucha, por las carreras,
por el fútbol; se acentúa el placer por el juego
de la mancha y las escondidas, por los juegos de manos.
La culminación de estos juegos
es el cuarto oscuro, donde la exploración
y la búsqueda ya tienen contenidos genitales muy evidentes.
La oscuridad, como condición necesaria
••
en ese juego, nace en la medida en que se van definiendo •
más las capacidades genitales, y se hace posible
la utilización de los órganos.

86
Si en el comienzo

de su vida el niño pasó del juego con el cuerpo


al juego con objetos, ahora irá abandonando
estos objetos para orientarse nuevamente
y de un modo definitivo
hacia su cuerpo y el de su pareja.

87
Desprenderse de
los juguetes

1.
,
,r
.

exige del niño una larga labor de duelo.


Vemos adolescentes que guardan algunos juguetes
de su infancia cuando ya hace mucho
que no los utilizan para jugar.
A partir de los diez u once años la niña
y el varón buscan agruparse. Los varones se rodean de varones
y las niñas de niñas, porque necesitan conocerse
y aprender las funciones de cada sexo.
Abandonan paulatinamente el mundo
de los juguetes y en la pubertad, cuando los dos grupos
se unen, las experiencias amorosas sustituirán
a sus juegos con juguetes.

88
El adolescente

no sólo se despide de los juguetes,


y de su mundo lúdico, sino que también se desprende
para siempre de su cuerpo de niño.
Su condición de adulto es el resultado de sucesivas
pérdidas de la identidad infantil y adolescente,
pérdidas que lo preparan para un nueva
experiencia: la del hijo.

89
El niño al nacer

trajo la expectativa del tipo


de padres que vendrían a su encuentro.
La totalidad de sus experiencias con ellos y con el mundo
determinarán ahora su forma de
anhelar y recibir un hijo.

90

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