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EL PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN

ASPECTOS TEÓRICOS

1.-1.- Definición

Se puede inferir que el periodismo de investigación es un género informativo que tiene por
objetivo revelar hechos o sucesos que las personas o instituciones, tanto del sector público
como privado, intentan mantener ocultos. La revelación de los hechos se hace a través de
datos comprobados y contrastados provenientes de las fuentes de información, donde no
hay cabida al error. Trata asuntos controvertidos que tienen actualidad desde el momento
en que el periodista descubre y publica la información y casi siempre alguien no quiere que
dicho suceso se dé a conocer.

1.2.- Características

· Busca la verdad oculta que los ciudadanos tienen derecho a conocer.

· Se interesa lo que las fuentes de opinión oficial no dicen.

· Investiga mas allá de la simple apariencia de las cosas

· Se utilizan procedimientos de otras ciencias sociales (sociología y psicología, así como


métodos técnicos)

· Es eminentemente informativo y se sustenta en la exposición de datos comprobados.

· No tiene cabida el error, los datos se tienen que probar. (la rectificación desacredita al
periodista y al medio)

· Indaga sobre el poder

· Se basa en hechos que alguien trata de ocultar al público

· Es producto de iniciativa personal en la que no tienen cabida las informaciones remitidas


por departamentos de prensa y otros organismos oficiales
· Busca descubrir informaciones inéditas sobre temas de relevancia social

1.3.- Ámbito

Su campo temático es inmenso y abarca todas las áreas de la información, aunque los
temas principales son los políticos y administrativos. En este tipo de periodismo cualquier
tema es válido por lo que se debe evitar relacionar el periodismo de investigación con el
escándalo (Puede aparecer en cualquier sección del periódico).

Entre los ámbitos que abarca este tipo de género tenemos:

1) Comercial

2) Arte

3) Ecología

4) Económico

5) Militar

6) Espionaje

7) Institucional

8) Policial

9) Político

10) Religioso

11) Social

12) Delictivo

13) Internacional

14) Salud
15) Educativo

1.4.- Importancia

Se ha inferido que la importancia del periodismo de investigación de debe a que este ha


contribuido sustancialmente a la lucha contra la corrupción en algunos países en el mundo
durante las últimas décadas, lo que ha permitido consolidar sus sistemas democráticos, al
igual que ha permitido generar cambios en sus economía.

1.5.- Tendencias

El periodismo de investigación atraviesa el enorme desafío, de poder aprovechar las


enormes ventajas que aportan las nuevas tecnologías para desarrollar estas tareas, sin
embargo no está del todo maximizado debido a que existe poca inversión por parte de los
medios para fomentar este tipo de disciplinas y que muchas veces la información del
momento hace que se descuide la profundidad que puede aportar el periodismo de
investigación que viene a explicar el por qué ocurren las cosas. No se entiende que el
periodismo de investigación sirve para mejorar los estándares profesionales de todo el
periodismo y que le dan un valor agregado al trabajo que hacen los medios y los periodistas
en su compromiso informativo ante la ciudadanía.

En este sentido entonces se puede decir que las nuevas tendencias del periodismo
investigativo, están predestinado a la web, donde actualmente se pueden observar blogs y
medios informativos a través de este medio que realizan este tipo de periodismo, debido a
que la prensa tradicional lo están relegando debido al alto costo que este genera. Lo que
obliga al periodista de investigación a buscar nuevas alternativas, que le provista un medio
de desempeñar su profesión.

1.6.- Necesidad
Este género es imprescindible para el conocimiento profundo del mundo que nos rodea.
Debido que permite denunciar los abusos de poder político y económico que se cometen
contra la sociedad civil, procurando salvaguardar los derechos sociales de la ciudadanía en
contra de aquellos, políticos corruptos, empresarios sin escrúpulos y criminales
medioambientales, que gozan de relativa impunidad debido al desmadejamiento de las
leyes y sus conexiones con los centros políticos y financieros lo que les garantizan el
secreto de sus actos.

2.- Diferencia entre Periodismo Habitual y Periodismo de Investigación

PERIODISMO HABITUAL

1) Trabaja principalmente con personas de relevancia pública relacionadas con los cauces
o fuentes habituales

2) La iniciativa parte de fuentes oficiales, que de forma voluntaria e interesada suministra


datos

3) Espera a que los hechos sucedan para convertirse en transmisor de la noticia

4) Normalmente la información la conoce el resto de los medios, aunque a veces se


trabaja con exclusivas

5) El ritmo de trabajo viene impuesto por la planificación diaria y el horario de cierre. Cada
día completa un ciclo productivo

PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN

1) Trabaja con personas conocidas o no pero los datos son de relevancia.

2) Su punto de partida es el rechazo sistemático de las fuentes oficiales

3) Se adelanta a los hechos, generando la actualidad de lo que estaba oculto

4) La información siempre es exclusivas del medio, y no los publica de primera sino que
busca ampliar esa pista o información para seguir con la investigación
5) La actualidad no es un fin sino un medio que pueda servir de pista del mismo modo que
la rutina no determina el trabajo. El investigador trabaja sabiendo de antemano el tema
que va a trabajar

3.- El periodismo de Denuncia

“La denuncia no es lo mismo que periodismo investigativo, el cual pretende llegar hasta
las raíces de los hechos, comprobándolos mediante documentación y de fuentes vivas. La
denuncia se queda en publicar una información proporcionada por alguien, filtrada por
alguna institución, escuchada subrepticiamente, u obtenida por cualquier vía, no
comprueba los hechos y no toma en cuenta la parte aludida” (Cortés Domínguez, 1999).

4.- Diferencias y Semejanzas con el Género del Reportaje

La diferencia entre el reportaje de investigación de los otros reportajes es que el primero


da a conocer información que algún agente del poder intenta evitar que salga a la luz
pública, y para ello emplea una metodología de investigación específica, actividad que no
se lleva a cabo para hacer un reportaje convencional

El periodismo de investigación se asemeja al género del reportaje debido a que cumple


con la estructura básica del reportaje convencional como lo es una entrada, un cuerpo y
un cierre
Publicado por Angela Molina en 9:16
Las enseñanzas del caso
Watergate al periodismo de
investigación

El 9 de agosto se cumplen 40 años del escándalo Watergate. Hace unas semanas,

además, se anunció que el estacionamiento en donde tomaron contacto el periodista


Bob Woodward y su fuente, 'Garganta Profunda', será demolido para construir un

proyecto inmobiliario. Orazio Potestá, periodista de investigación y docente del


Departamento de Comunicaciones nos cuenta qué significó este caso para el

periodismo de investigación.

Para Orazio Potestá, Watergate fue emblemático porque por primera vez, después de 200 años

de vida republicana, caía un presidente en Estados Unidos con las manos en la masa. Se destapó

una gran red de espionaje político dirigida por Richard Nixon hacia la oposición. El caso terminó

con su mandato e hizo que Bob Woodward y Carl Bernstein (periodistas del caso) ganaran el

Premio Pulitzer. El periodismo norteamericano revolucionó de tal manera que se profesionalizó la

carrera y las facultades de comunicaciones se potenciaron. Hacia la década de 1990 hubo casos

notables de investigación. Sin embargo, en América Latina y en el Perú, Watergate pasó

desapercibido, sobre todo porque en esa misma época el país afrontaba la dictadura militar de

Juan Velasco y los medios ya no informaban lo que debían.


Lo cierto es que en Estados Unidos cayó un presidente porque la realidad no era tan opresiva

como la nuestra y porque las instituciones sí funcionaban. “En el Perú, no cae un presidente

porque las instituciones no funcionan, son corruptas y hay secretismo de Estado”, comenta

Potestá.

Asimismo, agrega que en los la década del 90, el periodismo de investigación afloró por una

decisión empresarial de investigar al expresidente Alberto Fujimori. Se formaron unidades de

investigación para eso porque la mafia había complicado negocios de los propietarios de medios.

“Ahora los tres últimos presidentes han pasado desapercibidos porque están aplicando el mismo

modelo neoliberal que les conviene. Lamentablemente, la investigación periodística en el Perú

depende de la decisión empresarial”, afirma Potestá.

El caso Watergate hizo creer que los periodistas de investigación eran uno en cien y que tenían

las características de un investigador en los genes. Ahora se ha desmitificado esa creencia. “Lo

principal para un periodista de investigación es que deber ser picón, aguerrido. No le debe

gustar que le mientan”, agrega Potestá.


Sin embargo, “tal vez sea simbólico pensar que en EE.UU. -donde el periodismo de investigación

no hizo su chamba en Irak o en Afganistán, que no investigó las relaciones de George Bush con

las petroleras- el símbolo de Watergate sea destruido porque el periodismo de investigación, tal

vez, también esté destruido”, finaliza Potestá.


Elementos del caso Watergate que sirvieron y servirán para las
investigaciones futuras
Orazio Potestá nos señala, además, cuatro elementos sobre este caso que influyeron en el

periodismo de investigación:

1. Desmifiticación de las figuras políticas: el caso Watergate hizo que el periodista


norteamericano aprenda a perderle miedo a la figura del presidente. Existían mandatarios que

eran semidioses en EE.UU. Sin embargo, llegaron a confrontar la información con la más alta
autoridad.

2. Búsqueda de información: los periodistas conseguían documentos en la biblioteca, se pasaban

horas leyendo papelitos, buscando fuentes, chequeando una lista inmensa. Llamaban a sus

fuentes a las 11 de la noche y no les daba vergüenza. Llamaban a la Casa Blanca a cualquier

hora e insistían para que les brinden información.

3. Manejo de la fuente anónima: nunca hubo una fuente visible respecto a las acusaciones, todo

era en función a lo que decía ‘Garganta Profunda’. Sin embargo, hubo cruce de información y

contraste de fuentes.

4. No hay apuro: uno no tiene motivo para apurarse en publicar. La continuidad del caso

Watergate muestra que hubo épocas en las que no se publicó nada en cuatro meses. Y nadie se

murió. Se debe dejar que la información madure, para que uno descanse, vuelva a repensar la
investigación y para que el caso vaya avanzando solo.

Ocho lecciones de periodismo del


caso Watergate

Carl Bernstein y Bob Woodward, los periodistas que investigaron el escándalo Watergate, en el

Washington Post. (Foto: washingtonpost.com)


El libro Todos los hombres del presidente, que explica el caso Watergate y cómo
lo siguieron los periodistas que descubrieron el caso, Bob Woodward y Carl
Bernstein, se lee como un reportaje, como una novela policíaca y como un manual
de periodismo.
El 17 de junio de 1972 inició el mayor escándalo político del siglo XX en Estados
Unidos, con el espionaje al partido Demócrata por parte del Gobierno del
republicano Richard Nixon, y terminó dos años después, el 9 de agosto de 1974,
con la renuncia del presidente.

Veamos las enseñanzas que dejó esa investigación para el periodismo y que se
pueden leer en el libro Todos los hombres del presidente:
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1. El manejo de fuentes: calidad y cantidad
– Una fuente desde adentro: La fuente informativa principal de Woodward y
Bernstein era “Garganta Profunda”, pero no la única. Un trabajo así necesita
mucho trabajo y fueron muchas las personas que permitieron descubrir la serie de
actos de corrupción política en los que estaba involucrado el propio presidente
Richard Nixon.
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– Mucha, muchísima gente: Los dos periodistas “llegaron a tener una lista con
varios centenares de números de teléfonos de fuentes a los que llamaban al menos
dos veces por semana” (enlace).
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– No todas las fuentes son útiles: Woodward y Bernstein habían conocido mucha
gente “que estaba deseosa de ayudarles pero que no tenían información de
importancia, solo conocían rumores de aquí y allá, de tercera o cuarta mano”
(enlace).
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2. La protección de las fuentes
En un caso tan delicado, que incluía corrupción, delitos y políticos muy poderosos,
corrían riesgos personales los periodistas y sus fuentes. Por eso, la protección de
quienes les daban información fue fundamental.

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– La “conversación subterránea”: Woodward había prometido a “Garganta
Profunda” que “jamás daría su nombre ni su posición a nadie en absoluto. Además
se había comprometido a no mencionarlo nunca, ni siquiera en calidad de fuente
anónima”. Era, lo que se llama, una “conversación subterránea” (enlace).
33 años después, a la edad de 91 años, fue el mismo Mark Felt quien admitió que
fue el informante del caso.
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– Una fuente en riesgo puede decidir las condiciones: Para proteger a una fuente
(Hugh W. Sloan, tesorero del Comité para la Reelección del Presidente -CRP-), se
le concedió la posibilidad de “recibir copias de los reportajes antes de su
publicación y borrar de ellas todo lo que su abogado creyera que iba a ocasionarle
problemas legales, en tanto que la eliminación no falseara los hechos”.
A Sloan se le garantizó el anonimato para que pueda dar los datos que él tenía.

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3. Rigor periodístico en todo
Hasta el mínimo detalle, no solamente en el trabajo de reportería, de recopilación
de datos, de confirmación, de contrastación, sino en la redacción de los textos, los
periodistas se impusieron el rigor que necesitaba un caso tan delicado. Woodward
y Bernstein fueron estableciendo algunas “reglas no escritas” para que su trabajo
sea riguroso.

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– En la redacción: Tanto era el rigor que a veces “se peleaban por el uso de una
palabra” (enlace).
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– En la cofirmación de datos: Una de las reglas no escritas fue que, “salvo en el
caso de que hubiera dos fuentes distintas que confirmasen una acusación
relacionada a una actividad que pudiera ser considerada criminal, esa sospecha
específica no se publicaría en el periódico”. En algunos casos, se exigió tener tres
o cuatro fuentes.
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– En caso de duda, no lo publiques: Y “si uno de los dos (periodistas) objetaba
algo contra un reportaje, este no se publicaría”.
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4. Resiste a las presiones de los poderosos
¿Qué publicar y qué no? En al menos dos ocasiones, luego de obtener información
mediante llamadas telefónicas, recibieron presiones para que no se publiquen cosas
que habían dicho.

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– Los funcionarios no deciden qué se publica: Uno de quienes ejercieron
presiones fue Henry Kissinger, ayudante del presidente Nixon, quien admitió a
Woodward que “casi nunca” (lo que era interpretado como “algunas veces”) había
sido él, Kissinger, quien personalmente había autorizado la toma de grabaciones
clandestinas de algunos de sus colaboradores.
“Yo le he estado diciendo estas cosas solamente para que le sirvan como fondo a
su información”, le dijo Kissinger cuando se dio cuenta de que iba a ser
mencionado en un reportaje. Woodward le respondió que no habían llegado a tal
acuerdo y que iba a publicarlo.
La reacción de Kissinger era porque “muchos de los reporteros que hablaban
regularmente con Kissinger dejaban a ‘Henry’ que dijera al terminar la
conversación lo que debía citarse y lo que debía dejar de fondo”.

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En otro caso, un miembro del CRP pidió que no se publique una declaración del
fiscal general (ministro de Justicia), John Mitchell, debido a que le despertaron
cerca de la medianoche para hacerle la consulta y lo habían “cogido con la guardia
baja”.

El director del Washington, Benjamin Bradlee hizo tres preguntas a Bernstein,


que fue quien hizo la entrevista: ¿Se había identificado adecuadamente, sin lugar
a dudas, diciendo quién era? ¿Se había dado cuenta Mitchell de que estaba
hablando a un reportero? ¿Y Bernstein había tomado nota de la conversación?
La respuesta afirmativa a las tres preguntas fue suficiente para dar el visto bueno
a la publicación.
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5. El respaldo de editores y directivos es útil
¿Cómo deben ser los editores, directores y dueños de un medio que destapa un acto
de corrupción tan grande? En el libro se cuentan algunas cosas como las siguientes:

Carl Bernstein, Katharine Graham y Bob Woodward, en el Washington Post.


(Foto: washingtonpost.com)
– El dueño del medio debe comprometerse: Cuando la investigación periodística
del caso Watergate estaba avanzada, llegó una citación judicial para entregar las
notas de los periodistas. Como una jugada del periódico para evitarlo, Katharine
Graham, propietaria del Washington Post, iba a custodiar las notas más
importantes.
El director, Benjamin Bradlee, en esa ocasión, dijo a sus dos periodistas: “Vamos
a luchar hasta el fin, siguiendo esta estrategia, y así, si el juez quiere enviar a
alguien a la cárcel por desacato, tendrá que ser la señora Graham. Y, ¡Dios mío!,
la señora está dispuesta a dejarse encerrar”.

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– El director debe respaldar a su gente: Ben Bradlee, en un año, se vio “en la
necesidad de hacer dos declaraciones… y ambas sobre el caso Watergate…”. En
una ocasión, se cuenta en el libro, acabó por pensar: “¡Que se vayan todos al
cuerno! Yo debo estar al lado de mis muchachos”.
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6. Respeta a todas las personas
– El periodismo no es cacería de brujas: Cuando Nixon estaba acorralado, los
periodistas buscaron una entrevista, no para hacer leña del árbol caído, ni para
convertirse en entrevistadores estrellas. Dijeron a quien les podía conseguir la cita
que, “si el presidente accedía a la entrevista, las preguntas se le darían por
adelantado. No existía el menor interés en saltar de improviso sobre él”. Hasta
Nixon merecía un trato decente.
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7. No creas todo, te pueden engañar
En toda la investigación siempre flotó en el ambiente la posibilidad de ser
engañados para que los culpables en el caso Watergate tengan un pretexto para
desvirtuar la información. Por eso fue necesario tomar precauciones y ser
prudentes.

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– Duda: “¿Y si la Casa Blanca había visto una oportunidad para acabar con el
Washington Post, preparando ella misma el terreno para una campaña que después
se había de mostrar falsa y calumniosa?”, se preguntó Bernstein en un momento
de la investigación.
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– Los documentos pueden ser falsos: Cuando habían pasado meses desde la
primera publicación, se mantenían las dudas. “Se nos había dicho que nuestra
redacción estaba siendo sometida a vigilancia y escucha electrónica clandestina,
que nuestras vidas podían estar en peligro. Alguien que estaba dispuesto a ir tan
lejos, tampoco vacilaría en tendernos la trampa de darnos informes falsos para
hacernos publicar un reportaje comprometedor que nos hundiera a todos. Había
que tener cuidado con resbalar”.
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8. Comportamiento ético, siempre
Las enseñanzas más importantes del libro son las referentes a la ética periodística.

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– No pagar por información: Cuando el abogado de uno de los testigos pidió
dinero a cambio de una entrevista, Woodward le respondió que “el ‘Post’ jamás
pagaba por las noticias”.

Benjamin Bradlee, director del “Post” en la época del caso Watergate.

Cuando se lo contó al director del diario, Benjamin Bradlee, todo un personaje,


este le dijo: “ofrécele esto”, y mostró el dedo del medio de la mano derecha.
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Woodward y Bernstein admiten en el libro que cometieron hechos incorrectos,
poco profesionales y hasta algunos que rayaban en la ilegalidad. Esos errores
sirven también como enseñanza:
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– Identificarse como periodistas: El Post mantenía con firmeza la política de que
los reporteros jamás encubrieran su identidad. Pero en una ocasión, Bernstein no
le dijo a la madre de uno de los implicados en el caso (Donald Segretti) que
trabajaba para el Washington Post. Al final, esto no le facilitó obtener ningún dato.
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– No hacerse pasar por otra persona: Bernstein, indica el libro, “estaba
dispuesto a romper las reglas de conducta establecidas por el ‘Post’”. Así que, en
una ocasión llamó a Gordon Liddy (consejero de finanzas del CRP) para hacerse
pasar por Donald Segretti con el fin de obtener “un destello de reconocimiento” de
la relación entre ambos. Otra vez, no logró resultados.
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– A las fuentes no se les descubre: En una ocasión tomaron una decisión poco
profesional, como reconocieron los periodistas después: “iban a descubrir a una de
sus fuentes confidenciales”. Se trataba de un agente del FBI. Los periodistas creían
que él les había engañado dándoles una información errónea que luego publicaron
y, por esa razón, se lo dijeron al superior del oficial.
Cuando se lo contaron a Ben Bradlee, él impidió que se revelara el nombre de la
fuente en el periódico, a pesar de que ellos creían que les dio información falsa de
manera intencionada. “Muchachos, nosotros jamás mencionamos a nuestros
informantes y no vamos a empezar a hacerlo ahora”, les dijo y así se frenó ese
intento.

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– Precisión y confirmación de datos: La publicación del nombre de uno de los
implicados en el caso Watergate significó uno de los conflictos más grandes de
toda la investigación periodística. Una fuente desmintió que hubiera mencionado
el nombre de esa persona (H. R. Haldeman, ayudante del presidente Nixon) ante
el gran jurado que analizaba el caso, aunque se mantenía la sospecha de que
Haldeman tenía responsabilidad en el caso (luego pasó 18 meses en prisión por
este caso).
Al final, los periodistas reconocen que, en este dato, “se habían precipitado”
“persuadidos por sus fuentes y por sus propias deducciones de que Haldeman se
encontraba detrás del caso Watergate”.

A la fuente que dio el dato “no le habían pedido que repitiera sus palabras para
asegurarse de que se habían comprendido perfectamente”.
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– Prudencia y serenidad: Con otra fuente, “las preguntas de Bernstein habían sido
incisivas y tendenciosas. Tenían que haber intentado que fuera el propio agente
quien mencionara el nombre por sí mismo”.
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– Ser claros al obtener información: En la confirmación de un dato, uno de los
periodistas dio instrucciones demasiado complicadas (que el entrevistado asiente
el teléfono antes de contar hasta 10 si estaba incorrecto el dato), las que el
consultado había entendido al revés. El resultado fue la publicación de un error.
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– No violar la ley: Woodward y Bernstein llegaron también al límite de la
legalidad cuando algunos miembros de un gran jurado que investigaba el caso
fueron consultados para buscar información. El juez del caso consideró al hecho
como “extremadamente serio”, pues las deliberaciones eran “sagradas y secretas”.
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Estas son algunas de las enseñanzas para el periodismo del caso Watergate,
producido hace ya 40, que siguen vigentes. Una vez más: las herramientas han
cambiado, pero las reglas básicas del periodismo se mantienen.

Relación de la literatura con el periodismo


El periodismo puede ser encuadrado dentro de los aspectos básicos de la
comunicación, pero también, desde un enfoque sistémico, se lo puede estudiar
para establecer un acercamiento entre periodismo y literatura.

El periodista utiliza el término “literatura” como sinónimo de bibliografía. También, por regla general,
establece que podría encuadrarse dentro de un aspecto mucho más amplio: la opinión,
contraponiéndolo al concepto de objetividad.

Pero lejos de esta sutil interpretación, lo literario tiene bases mucho más profundas y significativas:

1) Desde un aspecto comunicacional, es posible hallar una ubicación del periodismo con relación a la
literatura.

2) Mediante un análisis exhaustivo de los géneros, un orden donde se ubica el periodismo literario y la
literatura periodística en torno a la noticia y la información, como modos de enunciación y discurso.

3) La historia, por su parte, refleja la discusión de los escritores ante la Real Academia Española, con el
surgimiento del periodismo vinculado con la literatura.

4) Otro aspecto a considerar es la existencia de un periodista escritor y un escritor periodista.

5) En el estudio lingüístico, diversos autores establecen factores comunes entre literatura y periodismo,
con un esquema de la problemática.

6) Otro aspecto sería interpretar la ambigüedad de géneros, principalmente, en el reportaje novelado.

7) Como último punto, se ofrece un punto de vista interesante en cuanto a la “búsqueda de una
verdad”, tanto en el periodismo como en la literatura.

Aspecto comunicacional

Si se quiere diseñar un símbolo que represente la ubicación del periodismo entre la literatura y la
comunicación, se elegiría a un árbol: las raíces, la comunicación (oral y escrita), el tronco, la literatura; y
las ramas, el periodismo. Esta idea surge de las palabras de José Acosta Montoro, quien afirma que el
periodismo y la literatura “son como la rama y el tronco, que no pueden vivir por separado” (Acosta
Montoro, 1973:51). Tanto la literatura como el periodismo se alimentan a su vez de la comunicación,
ya que desde este punto de vista, toda creación (periodística o literaria) puede ser considerada como
una palabra global, que el lector llena de sentido, según su conocimiento de la lengua y su experiencia
personal.

Desde sus orígenes, la literatura siempre alimentó al periodismo, puesto que las noticias constituían un
pequeño centro de la información que ofrecían los periódicos.

Se pueden separar ambos lenguajes, en donde no es fácil encuadrar satisfactoriamente a la literatura o


lo que se entiende por ella, o bien, al periodismo propiamente dicho. Aunque parezcan disímiles,
tienen muchos puntos en común.

Acerca del periodismo

Si bien se puede incluir al periodismo dentro de los cánones básicos de la comunicación, entendido
únicamente como el acto de “comunicar información”, sería minimizar su función, trascendencia e
importancia.

Por periodismo se entiende la función social de recopilar, procesar y difundir por cualquier medio de
comunicación (mass media) una noticia de interés público, con la finalidad de informar y formar, así
como también la de persuadir y entretener. El mensaje periodístico, aparte de ser un hecho
comunicable en el más amplio sentido, cumple con la función formativa por los juicios de valor que se
emiten. Otra finalidad es la recreación, abarcando diversos géneros: humorismo, costumbres, viajes,
ensayos, etcétera. “Así, pues, el periodismo incluye comunicación por esencia, información por
necesidad; formación por deseo de orientar; entretenimiento por naturaleza; y todo ello dentro de una
área envolvente que incluye estilo, técnica y representación adecuada” (Acosta Montoro, 1973:54).
Los matices presentados demuestran que el periodismo ha surgido como una necesidad
comunicacional, y su trascendencia, hoy día, hace que no se pueda concebir una historia futura sin
periodismo.

“El periodismo es la historia del presente y la literatura es el periodismo del pasado. Es lógico que,
dentro del campo de la comunicación histórica, antes de investigar lo que hicieron los antepasados,
interesen al hombre saber lo que hacen sus contemporáneos. El tiempo convierte en historia lo que en
otrora fue periodismo” (Acosta Montoro, 1973:73).

Acerca de la literatura

En literatura, por regla general, se descuenta lo obvio: un poema, un cuento, una novela o una pieza
teatral escrita; pero, ¿qué clasificación tendría un ensayo, una columna o un chimento de la farándula?

En las tradicionales definiciones de literatura: “compromiso”, (Sartre, 1962) “búsqueda de la


subjetividad”, (Eliot, 1959) “de la imitación de la realidad-mimesis”, (Aristóteles, 1982) se sumaría la
propuesta de Graciela Montes: un acercamiento entre la realidad y la fantasía. La literatura es una
búsqueda nueva, ni un sueñismo de fantasía divagante, ni el realismo mentiroso. Más bien exploración
de la palabra, que es exploración del mundo y que incluye en un solo abrazo lo que suele llamarse
realidad y lo que suele llamarse fantasía, ya que no sólo el mundo del escritor estará lleno de sutilezas
y belleza, sino que mediante la “exploración de la palabra” puede fomentar en los lectores nuevas
búsquedas internas (Montes, 1990:25).
La magnitud del trabajo artístico del escritor estará dado por la sola circunstancia de recrear la fantasía
dentro de lo literario para que el lector pueda disfrutar de un goce estético, renovado en cada lectura.

Periodismo y literatura

Tanto el periodismo como la literatura comparten aspectos en común. Se ha rescatado a la fantasía


como elemento principal de la literatura, comprobando de esta manera lo expresado por Martín
Vivaldi: “El literato, el artista creador, puede deformar la realidad exagerándola (en toda creación hay
hipérbole)”. El lector “puede pasar de la realidad a la fantasía, yéndose más allá o quedándose más acá
del mundo circundante...” En cuanto a la creación periodística se establece como regla general, que lo
que mueve a la sociedad de hoy es la necesidad de transmitir un conocimiento integral, formativo, y a
veces de entretenimiento. El periodismo, aún el más profundo y revelador, tiene que someterse a la
realidad con la mayor honradez y objetividad. “La literatura, la creación literaria, es un lujo, el
periodismo es una necesidad” (Martín Vivaldi, 1986:249).

En gran medida, sería impreciso hablar de que el periodismo pueda aparecer como el hermano menor
de la literatura, porque el periodismo es también literatura. Este nuevo género nacido de las crónicas,
reportajes, artículos, entrevistas, semblanzas, etcétera, tiene matices especiales: todo escrito puede
estar presentado con calidad y si es posible con belleza, ya que “el periodista escritor o el escritor
periodista, presta dignidad literaria a cuanto informe toca con su pluma” (Martín Vivaldi, 1986:248).

En casi todos los casos, la literatura puede acercarse al periodismo o alejarse en un doble movimiento
para marcar distancias o aprovechar coincidencias. La función de la literatura es distinta a la del
periodismo, pero el lector puede ser el mismo, incluso el autor. Cabe afirmar, que tanto el periodismo y
la literatura se presentan como aliados inseparables.

Periodismo literario y literatura periodística

Por el momento, se ha incursionado en cada género por separado, pero se pueden fusionar tal como
aparecen en la realidad.

Se habla de un periodismo literario, cuando el género predominante es el periodístico secundado por la


literatura, o bien, si se toma a la inversa, lo literario predomina ante lo periodístico. Un cuento o un
poema puede ser publicado en un diario; un artículo o una crónica puede tener su lugar en un libro. En
esta materia no existen reglas fijas, lo mismo que para la fusión entre ambos géneros.

Para analizar esquemáticamente una clasificación de géneros periodísticos, Amando de Miguel (1982)
presenta como propuesta la integración entre periodismo y literatura. El periodismo informativo puede
abarcar la noticia, su análisis e investigación; el periodismo literario puede ser clasificado como un
género ambiguo, ya que puede presentarse a la información en primera persona (reportaje, entrevista,
crónica) o muchas formas de opinión como ser: editorial, columna, colaboraciones espontáneas y la
crítica, según sea el caso. En cuanto a la literatura periodística, el propósito principal es deleitar,
entretener, y por qué no persuadir y divulgar el conocimiento científico, y la creación literaria.
Corresponden en este caso, las formas de ensayo, humor, costumbrismo, narrativa, tiras cómicas,
etcétera.

Una discusión histórica


En el siglo XIV, ante la Real Academia Española, los folletinistas formularon una polémica en torno al rol
del periodista y su vinculación con la literatura.

En 1845, Joaquín Rodríguez Pacheco lleva su discurso ante la Real Academia Española, defendiendo los
derechos literarios del nuevo género: el periodismo.

Cincuenta años después, Eugenio Sellés leía su discurso de ingreso a la Academia y se refería al
periodismo como un género literario comparándolo con la historia, la novela, la crítica y la dramática.
Decía: “Es género literario la oratoria que prende los espíritus con la palabra y remueve los pueblos con
la voz; es género literario la poesía, que aloja la lengua de los ángeles en la boca de los hombres; es
género literario la historia, enemiga triunfante de la destrucción y del tiempo, porque hace volver lo
que pasó y resucita el alma de las edades muertas; es género literario la novela, que narra lo que nadie
ha visto, de suerte que a todos nos parece verlo; es género literario la crítica, que pesa y mide la
belleza, y tasa el valor y contrasta la verdad y las mentiras artísticas; es género literario la dramática,
que crea de la nada hombres mejores que los vivos y hechos más verosímiles que los reales; no ha de
serlo el periodismo, que lo es todo en una pieza: arenga escrita, historia que va haciéndose, efemérides
instantáneas, crítica de lo actual y, por turno pacífico, poesía idílica cuando se escribe en la abastada
mesa del poder y novela espantable cuando se escribe en la mesa vacía de la oposición” (Acosta
Montoro, 1973:82).

Tres años después, Juan Valera no veía tan claro el planteo. Afirmaba: “Ser periodista es, si duda,
profesión u oficio, como ser ingeniero, abogado o médico. Es evidente, asimismo, que el periodista
debe ser literato, un literato de cierta y determinada clase. Pero se infiere aquí, que haya un género de
literatura, distinto de los otros, que pueda y deba ser llamado género periodístico? Sobre esto es lo que
no estoy muy seguro, aunque si me inclino a algo es a negar que haya tal género. Lo que distingue al
periodista de cualquier otro escritor, poco o nada tiene que ver con la literatura” (Acosta Montoro,
1973:83).

En 1898, Isidoro Fernández Flores (Fernanflor), contestando al discurso de recepción en la Academia,


argumentaba: “Se llama periodista al literato que escribe con frecuencia o casi a diario en un pliego o
grande hoja volante, que se estampa periódicamente y se difunde entre el público, a veces por
centenares de miles de ejemplares. Cuando se logra que estos centenares de miles de ejemplares sean
comprados y leídos, el periodista que dispone de ellos y escribe, dicta o inspira su contenido, no puede
negarse que posee un instrumento poderosísimo para influir en la opinión, para modificarla. El libro es
un medio de publicidad y el periódico es otro. De ambos medios se vale o puede valerse el escritor,
pero hay, en realidad, diferencia literaria entre ambos medios”.
Genial precursor de esta polémica fue Mariano José de Larra, quien en su conocido artículo: Ya soy
redactor, escribiera: “El hecho es que me acosté una noche autor de folletos y de comedias ajenas y
amanecí periodista; míreme de alto a bajo, sorteando un espejo que a la sazón tenía, no tan grande
como mi persona, que es hacer elogio de su pequeñez, y vine a escudriñar detenidamente si alguna
alteración notable se habría verificado en mí físico; pero por fortuna eché de ver que como no fuese en
la parte moral lo que es en la exterior y palpable tan persona es un periodista como el autor de
folletos” (Acosta Montoro, 1973:88).

En definitiva, la Academia se pronunció ante la polémica cuando permitió el ingreso del periodista
Mariano de Cavia.
El escritor periodista y el periodista escritor

La imagen del periodista se lo confunde con la del escritor; ambas pueden tener puntos encontrados,
ya que participan de un mismo medio. También, al periodista se lo confunde con el articulista, el
ensayista, el reportero, el cronista y, en muchos casos, estos términos son utilizados como sinónimos.

Pero, ¿qué es ser periodista?

Gonzalo Martín Vivaldi, por su parte, define al periodista como un escritor que habitualmente escribe
en un periódico, diario, seminario o revista. Para ser periodista, desde un punto de vista psicológico o
caracterológico, se necesitan especiales condiciones, entre las que se destacan la vocación y una sólida
preparación cultural básica, con especialización posterior en cualquiera de las actividades
fundamentales del periodismo moderno. Según Verpraet, el periodista debe poseer un triple sentido:
sentido del tiempo, de la actualidad y del público. Y según la fórmula clásica de Rivarol, todo el oficio
del periodista se resume en la siguiente afirmación: ver y saber, hacer ver y saber hacer. Para Ortego
Costales ser periodista no es escribir en los periódicos. Aquí -escribe- como en el manicomio, no son
todos los que están ni están todos los que son. Y afirma: Son periodistas los que traban directa y
racionalmente la noticia, quienes la buscan, escriben, seleccionan o titulan, pero no quienes se reducen
a una simple manipulación de la misma: el taquígrafo que la recibe por teléfono, el que la envía y/o
repite por teletipo, el linotipista que la compone, el corrector de pruebas (Martín Vivaldi, 1986:87).

En primer término se puede afirmar, que el periodista es ante todo un escritor. Este aspecto se ha visto
en el análisis presentado por los articulistas ante la Real Academia Española, en donde se señalaba
fundamentalmente la visión futura del periodista, no siendo ajena su tarea a la de cualquier escritor.

Es difícil o casi imposible encerrar en una definición la misión del periodista o por la que se entiende
como tal. Al exponer los distintos puntos de vista se puede presumir que, más allá de los mitos y
prejuicios, el periodista es esencialmente un profesional que investiga y divulga acontecimientos de
trascendencia social y de actualidad ante los medios de comunicación.

A diferencia con el escritor (literato), al periodista le urge el tiempo, ya que la noticia hoy, debe ser
publicada, porque mañana perderá su vigencia y será simplemente una información. En cambio, el
escritor puede disponer de todo su tiempo para escribir una obra.

El creador literario goza de absoluta libertad y hasta puede permitirse el lujo de escribir para él mismo,
para su propia y única satisfacción. El periodista trabaja contra reloj para que el mensaje interese a
todos, llegue a todos y sea lo más útil, fácil, directo y comprensible para todos, como aplicación
práctica de unas técnicas profesionales separadoras de la prehistoria de su oficio (Aguilera, 1992:25).

José Luis Martínez Albertos, por su parte, hace una clara diferenciación entre un escritor y un
periodista, expresando:

Siempre debe existir una relación, porque escritores y periodistas comparten un mismo instrumento de
trabajo, que es el lenguaje, aunque sea con las profundas diferencias y los distintos objetivos que
hemos visto en líneas generales.

Dentro de los complementos del periodismo (estilo ameno); cabrían siempre los escritores.
Muchos escritores tendrán que hacer sus primeras armas en los medios de comunicación social, en el
periodismo, como una escuela de estilo y de los gustos de hoy, sobre todo, en el terreno lingüístico.
Según Alberto Moravia “todo escritor contemporáneo debe pasar por el periodismo” (Citado por
Aguilera, 1992: 20).

Amando de Miguel, por su parte, refleja en la postura psicológica que tiene un escritor, en el siguiente
enunciado: “La primera condición para escribir bien es leer bien. Los que mejores han escrito eran ante
todo omnívoros lectores. Hay algo de caníbal en el oficio de escribir. Si no se deglute letra impresa no
se vomita letra impresa. Claro que el proceso digestivo produce también excrementos” (De Miguel,
1982:39). Por ello, para hablar del escritor será necesario referirse en términos de lector.

Carácter lingüístico

Desde el punto de vista lingüístico, el periodismo se interrelaciona con la literatura. La historia de


ambos se encuentran plagadas de ejemplos. Periodistas que dejaron o alteraron su oficio por el de
literatos y novelistas.

Hay periodistas que utilizan a la literatura para revivir y transformar en arte los hechos que testifican la
realidad. Por otro lado, se busca un sentido a la realidad y un acercamiento hacia la literatura. Por ello,
algunos novelistas incursionan en el campo de la información para orientar con sus ideas y
observaciones acerca de los sucesos de actualidad. Ernest Hemingway es un claro ejemplo, porque
siempre reconoció que la técnica periodística le puede ayudar a un literato joven a mejorar su estilo.

Gabriel García Márquez, en su obra Crónica de una muerte anunciada, trata de ser objetivo en lo
literario, porque está relatada como una novela que parodia un suceso real. Gabriel García Márquez
comenta que la historia de esta ficción parte de un hecho real. “Cuando ocurrieron los hechos, en
1951, no me interesaron como material de novela sino como reportaje. Pero aquel era un género poco
desarrollado en Colombia en una época, y yo era un periodista de provincia en un periódico local, que
tal vez no le hubiera interesado el asunto. Empecé a pensar el caso en términos literarios varios años
después, pero siempre tuve en cuenta la contrariedad que le causaba a mi madre la sola idea de ver a
tanta gente amiga, e inclusive a algunos parientes, metidos en un libro escrito por un hijo suyo. Sin
embargo, la verdad de fondo es que el tema no me arrastró de veras sino cuando descubrí, después de
pensarlo muchos años, lo que me pareció el elemento esencial, que los dos homicidas no querían
cometer el crimen y habían hecho todo lo posible para que alguien se lo impidiera y no lo consiguieron.
Es eso, en última instancia, lo único real en América Latina. Una causa posterior de la demora fue de
carácter estructural. En realidad, la historia termina casi veinticinco años después del crimen, cuando el
esposo regresa con la esposa repudiada, pero para mí fue siempre evidente que el final del libro tenía
que ser la descripción minuciosa del crimen. La solución fue introducir un narrador, que por primera
vez soy yo mismo, que tuviera en condiciones de pasearse a su gusto al derecho y al revés en el tiempo
estructural de la novela.

Prosigo mi aprendizaje

- Selecciono obras literarias nacionales de género periodístico, analizo la obra y elaboro un informe
sobre el mismo.
Bibliografía

Acosta Monto José (1973), Periodismo y literatura, Guaderrama, Madrid, T. 1.

Aguilera Octavio (1992), La literatura en el periodismo y otros estudios en torno a la libertad y el


mensaje informativo, Madrid, Paraninfo.

Atorresi Ana (1996), Los géneros periodísticos (Antología), Buenos Aires, Colihue, 1ª Reimp.
Bond Fazer (1969), Introducción al periodismo, Buenos Aires, Agora.

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