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Mantra poderoso a la Diosa Durga

Sarva Mangala Mangalye, Shive Sarvatha Sadhike


Sharanye Tryambake Gauri, Narayani Namo-Stute ||

सससस ससससस ससससससससस सससस सससससससस ससससससस


सससससस सससससससससस सससस ससससससस सससससससस ससस

¡Auspiciosa de todas las cosas auspiciosas! ¡Oh consorte de Shiva, cumplidor de todos
nuestros anhelos! Nuestro único refugio! ¡Oh Gauri de tres ojos! ¡Oh Narayani! Nuestros
saludos a usted.
La Creación del Universo en el Rig Veda

Este artículo tiene un doble propósito: examinar las ideas sobre la


creación del universo en el Rig Veda (Rigveda), el texto más antiguo de la
India, mediante el análisis de varios himnos clave y dar a conocer en
español estos mismos himnos traduciéndolos directamente del sánscrito en
un lenguaje que preserve sus no escasas cualidades literarias y que sea al
mismo tiempo fiel al original.

El Rig Veda se divide en diez partes o libros y todos (salvo el IX) se


organizan de manera parecida. Cada uno consiste en una colección de
himnos a los distintos dioses védicos que se suceden sin un orden definido.
Además, la proporción de himnos dedicados a un dios particular en cada
uno es más o menos similar siendo siempre Indra y Agni los más populares.
Esta simple estructura es consecuencia de que los himnos védicos fueron
compuestos y transmitidos oralmente durante siglos por distintos linajes o
familias de poetas conteniendo cada libro el aporte de una de ellas. No
obstante estas similitudes, el libro X del Rig Veda se diferencia de los otros
por incluir unos pocos himnos que especulan sobre el origen del universo,
de los dioses y de los hombres. El libro X es algo más tardío que otras partes
del Rig Veda y dentro de él estos himnos son los de composición más
reciente. Como es sabido, es imposible dar fechas precisas sobre la
composición del Rig Veda y no es mi intención aquí discutir asuntos de
cronología. Baste decir que dataría de los últimos siglos del segundo
milenio a.C. y que, por lo tanto, los himnos que comentaré a continuación
fueron compuestos alrededor del 1.000 a.C. pudiendo considerarse más o
menos contemporáneos.

Presento aquí en versión integral los seis himnos del Rig Veda que
contienen la visión más amplia sobre el origen y la creación del universo.
Cargados de simbolismo y de poesía, todos ellos se encuentran en el libro
X y se identifican por los números 72, 81, 90, 121, 129 y 190. Aludiré,
asimismo, a otro himno (X 82) que, en mi opinión, es algo menos
interesante por lo cual no se justifica su traducción dentro del marco de
este ensayo. El método que seguiré con cada uno de los seis himnos es el
siguiente. Primero, vertiré el mismo al español sin comentario ni notas para
que el lector pueda apreciar sus cualidades sin interferencia. Luego, en una
segunda instancia, comentaré las estrofas que lo requieran e interpretaré
su significado global. Finalmente, consideraré a todos estos himnos en su
conjunto e intentaré una síntesis.

El Himno de la Creación (X 129)

Uno de los himnos más sublimes del Rig Veda, el 129, conocido como el
“Himno de la Creación”, se remonta al período cósmico más remoto
concebible:

No había inexistencia ni existencia, entonces.

No existía la atmósfera ni el cielo que está más allá. (1a)

¿Qué estaba oculto? ¿Dónde? ¿Protegido por quién?

¿Había agua allí insondablemente profunda? (1b)

No había muerte ni inmortalidad entonces.

Ningún signo distinguía la noche del día. (2a)

Uno solo respiraba sin aliento por su propio poder.

Más allá de eso nada existía. (2b)

En el principio la oscuridad escondía la oscuridad.


Todo era agua indiferenciada. (3a)

Envuelto en el vacío, deviniendo,

ese uno surgió por el poder del calor. (3b)

El deseo descendió sobre eso en el principio,

siendo la primera semilla del pensamiento. (4a)

Los sabios, buscando con inteligencia en el corazón,

encontraron el nexo entre existencia e inexistencia. (4b)

Su cuerda se extendió a través.

¿Había un abajo? ¿Había un arriba? (5a)

Había procreadores, había potencias.

Energía abajo, impulso arriba. (5b)

¿Quién sabe realmente? ¿Quién puede proclamar aquí

de dónde procede, de dónde es esta creación? (6a)

Los dioses vinieron después.

¿Quién sabe, entonces, de dónde surgió? (6b)


¿Esta creación de dónde surgió?

Quizás fue producida o quizás no. (7a)

El que la vigila desde el cielo más alto,

él sólo lo sabe. O quizás no lo sabe. (7b)

En el verso inicial (1a) se afirma que en el principio todo era


indiferenciado, que nada existía ni siquiera la inexistencia. Pero en el
segundo verso de esta primera estrofa (1b) se plantean dudas respecto a ese
momento fuera del tiempo y del espacio, una incertidumbre que
acompañará al poeta hasta el final. Se pregunta allí si quizás no había algo
oculto, un primer algo. En las estrofas 2-3 continúa y se amplifica esta
oposición entre la nada y algo que surge (primer verso de cada estrofa
negativo, segundo verso afirmativo). Poco a poco, se precisa un ente
primordial el cual del estado latente (“respiraba sin aliento por su propio
poder”) pasa a un estado más activo mediante el poder del calor (3b).
Luego, surge en él el pensamiento inspirado por el deseo (4a) completando
el proceso de su devenir.

El resto de la estrofa 4 y la 5 son de interpretación más difícil pues,


aparentemente, se intenta precisar la transición de la inexistencia a la
existencia. Aquí, el himno es deliberadamente impreciso y oscuro pues el
conocimiento de ese instante está velado por el misterio. Solamente
los kavis buscando dentro de sí pueden acceder a él. La palabra kavi no tiene
equivalente exacto en español (aquí a falta de otra mejor se la traduce como
sabio) pues evoca a un pensador, a una persona de gran poder espiritual
del pasado, a veces más mítico que real, a un visionario, a un profeta;
también significa poeta, un término que puede aplicarse a los mismos
autores de los himnos védicos. Los kavis contribuyen a delimitar el ámbito
de lo existente con una cuerda, una imagen recurrente en el Rig Veda para
simbolizar un acto creador, como alguien delimita un terreno para
construir una casa (a menudo los autores de los himnos piensan en
conceptos domésticos de la vida cotidiana). Más que de un verdadero acto
creativo se trataría de una recreación mental de ese instante trascendente
lograda por los kavis en un tiempo posterior gracias a su perfección
espiritual. El último verso de la estrofa cinco (5b) marca un nuevo paso
evolutivo: la aparición de poderes masculinos y femeninos que suceden a
ese primer algo cuyo género era neutro (el sánscrito distingue los tres
géneros y la traducción reproduce fielmente el género y número de las
palabras del verso original). Así, se contrastan los poderes masculinos con
las potencias femeninas en una primera instancia, contraste que se repite,
a continuación, con la energía femenina y el impulso masculino. Queda
implícito que los principios sexuales desencadenan la evolución posterior
del universo, pero sobre esto no sabemos nada más salvo que los dioses
nacieron después (6b).

En el resto del himno (6a y 7) retorna y se agiganta la sensación de


incertidumbre. Nadie sabe exactamente como ocurrió la creación. Quizás
ni siquiera tuvo lugar y el universo haya existido por siempre (7a) por lo
cual incluso lo relatado por el mismo himno es dudoso y provisional. Los
dioses por haber aparecido después no lo saben. Solamente uno puede
saberlo, el ser supremo que vigila el universo. Pero él no parece ser el ente
neutro del comienzo ya que su género es masculino. Quizás tampoco existía
entonces y tampoco sabemos si sabe.

El Calor Primordial (X 190)

Un breve himno, el 190, proporciona una visión más sucinta y más


afirmativa de la creación aunque en este el calor juegue, también, un rol
primordial:

El orden y la verdad nacieron del calor encendido. (1a)


De allí nació la noche, de allí el encrespado océano. (1b)

Del encrespado océano nació el año, (2a)

el ordenador de los días y las noches, el regidor de todo lo que


parpadea. (2b)

El creador hizo uno después de otro al sol y a la luna (3a)

al cielo y a la tierra y a la atmósfera y también a la luz. (3b)

El calor inicia el proceso generativo, como en el himno precedente, pero


aquí (1a) nos encontramos con la novedad de dos principios abstractos, el
orden (rita) y la verdad (satya), que otorgan al universo su fundamento
ético. El primer término es rico en significados ya que rita comprende tanto
el orden cósmico como el del sacrificio, el orden social como el moral
incluyendo, también, los conceptos de verdad, fe y ley sagrada.

Con el tiempo, rita tiende a ser reemplazado por otro término


polivalente, dharma, cuyo significado se superpone en parte al del anterior
aunque la noción de orden, si bien está presente en ambos, es más amplia
y más fuerte en rita. El segundo principio mencionado al comienzo del
himno (satya), en tanto significa verdad, puede considerarse como un
aspecto de rita, el subrayado de una de sus facetas, pero un significado
adicional del término es realidad, anticipando el surgimiento del universo
concreto que comienza en el verso siguiente (1b) con el nacimiento de la
noche y del océano.

Del océano nace el tiempo (2a) que gobierna la vida de todos los seres
vivientes (2b) a quienes se refiere con una imagen habitual en el Rig Veda
(“los que parpadean”). Finalmente, aparecen el sol y la luna y las tres
divisiones tradicionales del universo: el cielo, el espacio intermedio o
atmósfera y la tierra (3), pero ninguno de ellos brota espontánea o
mecánicamente sino que son el producto de un agente, de un creador. El
nombre de este último (dhatri) se confunde con el de su función pues el
vocablo puede ser tanto un nombre común como un nombre propio
significando: el que establece, el que crea, el que sostiene, el que dispone,
el que ordena. Nos encontramos aquí con un fenómeno no poco frecuente
en la literatura védica consistente en la personificación de determinados
atributos o capacidades. Así, Dhatri es una suerte de dios-agente abstracto
que, mencionado unas pocas veces en el Rig Veda (todas salvo una en el
libro X), fue asimilado luego a otras divinidades creadoras.

El Embrión Dorado (X 121)

El himno 121 invoca, en cambio, a otro demiurgo, llamado Embrión


Dorado:

En el principio surgió el Embrión Dorado.

Habiendo nacido fue el único señor de la creación (1a)

manteniendo en su lugar a la tierra y al cielo.

¿Qué dios debemos honrar con la oblación? (1b)

Es el que da el aliento, el que da la energía,

aquel cuyas órdenes obedecen todos los dioses, (2a)

cuya sombra es la inmortalidad y la muerte.


¿Qué dios debemos honrar con la oblación? (2b)

Es el que por su grandeza devino el único rey

del mundo que respira y parpadea. (3a)

El que gobierna a bípedos y a cuadrúpedos.

¿Qué dios debemos honrar con la oblación? (3b)

Por su poder son suyas estas montañas nevadas,

llaman suyo al océano y a Rasá, el río celeste, (4a)

suyas son las direcciones del espacio, suyos estos dos brazos.

¿Qué dios debemos honrar con la oblación? (4b)

Por él el cielo es fuerte y firme la tierra,

por él son sostenidos el sol y la bóveda del cielo, (5a)

él es quien midió el espacio intermedio de la atmósfera.

¿Qué dios debemos honrar con la oblación? (5b)

A él los ejércitos enfrentados del cielo y de la tierra,


con sus corazones temblando, miran en busca de apoyo, (6a)

allí donde el sol elevándose brilla sobre ellos.

¿Qué dios debemos honrar con la oblación? (6b)

Cuando vinieron las aguas poderosas

portando el embrión que es todo y produciendo fuego, (7a)

de allí surgió el aliento único de los dioses.

¿Qué dios debemos honrar con la oblación? (7b)

Es el que con su majestad observó a las aguas

portando a Daksha y produciendo el sacrificio, (8a)

aquel que era el único dios sobre todos los dioses.

¿Qué dios debemos honrar con la oblación? (8b)

Que no nos dañe aquel que engendró la tierra

y creó el cielo, aquel cuyas leyes son verdaderas, (9a)

aquel que creó las poderosas aguas brillantes.


¿Qué dios debemos honrar con la oblación? (9b)

Oh Prajapati, Señor de las Criaturas,

que ningún otro excepto tú abarca, (10a)

concédenos los deseos que te imploramos.

Permítenos ser dueños de riquezas. (10b)

Este himno es bastante directo y, en parte, más simple conceptualmente


que los dos precedentes pues afirma desde el principio la existencia de un
ser supremo sin indagar sobre posibles precursores metafísicos
dedicándose a exaltarlo estrofa tras estrofa. A pesar de su carácter
celebratorio, la identidad del creador es poco clara pues el nombre que se
le otorga al principio (1a), Embrión Dorado (hyranya-garbha), no figura en
ningún otro himno del Rig Veda. Es un dios ignoto como indica el estribillo
al final de cada estrofa preguntando quien debe ser el receptor del
sacrificio. Sólo al final del himno se develará, quizás, el misterio.

Antes de llegar allí, es interesante revisar rápidamente que es lo que se dice


sobre él. Sostiene en su lugar a la tierra y al cielo (1b y 5a) abarcando,
también, la atmósfera (5b) o espacio intermedio entre ellos (con ese fin
“midió” a esta última, una metáfora análoga a la de los sabios del Himno de
la Creación que extienden una cuerda para delimitar la existencia). La
estrofa 6 reitera mediante una imagen poética la misma idea: las masas del
cielo y de la tierra imploran su apoyo para que las sostenga. Está implícito
que el Embrión Dorado (continuemos usando provisionalmente este
nombre) es, asimismo, el creador del cielo y de la tierra lo que se declara
explícitamente en la novena estrofa (9a). Todos los dioses están sujetos a él
al igual que las criaturas a quienes da la vida (2 y 3). Su dominio sobre los
elementos y sobre los hombres se confirma en la cuarta estrofa (Rasá es un
río mítico que fluye entre la tierra y el cielo, los dos brazos son
probablemente los del autor del himno aunque algunos estudiosos dan una
interpretación diferente).

Las estrofas 7 y 8 son más problemáticas pues intentan revelar algo del
misterio de este dios ignoto. El embrión yace en las aguas que producen el
fuego (7a) las mismas que, luego, portan a Daksha y producen el sacrificio
(7b). Las aguas son el agente de la acción, pero son los poderes
fecundadores del embrión y de Daksha los que permiten la generación del
fuego y del sacrificio, respectivamente. El fuego es aquí tanto el elemento
como el dios del fuego (Agni), pero lo importante es que se trata del fuego
sacrificial. Igualmente, Daksha es tanto la habilidad en el ritual sacrificial,
la capacidad de realizar el mismo, como la personificación del rito. Como
vimos anteriormente con Dhatri, a veces es muy difícil (e incluso
innecesario) distinguir entre una cualidad y su personificación y lo mismo
podría decirse respecto a los cuatro elementos tradicionales (aire, agua,
tierra y fuego). En resumen, el embrión y Daksha dan origen al sacrificio,
uno aportando el fuego necesario para el mismo y el otro el también
imprescindible ritual. Con la aparición del sacrificio culmina
apropiadamente este himno pues el sacrificio no sólo era el centro de la
religión védica sino, a menudo, una parte esencial de su cosmogonía. Las
dos estrofas restantes tienen un tono muy diferente pues son un pedido de
protección y de riquezas por y para los invocadores como es
consuetudinario en los himnos védicos. Lo novedoso es que en la última se
devela inequívocamente el nombre del demiurgo y desaparece, por
consiguiente, la pregunta-estribillo. Se trata de Praja-pati, el Señor de las
Criaturas, cuyo rol de divinidad suprema será reconocido, sobre todo, en la
literatura védica posterior. Embrión Dorado no era más que un nombre de
él, una hipóstasis de su poder creador mientras que Daksha, un ente más
autónomo aunque algo vago termina, también, por asimilarse, a Praja-pati.

Daksha y Aditi: Los Progenitores de los Dioses (X 72)

Daksha se muestra como indiscutible protagonista en un único himno, el


72, junto a su consorte Aditi:
Proclamemos nosotros con asombro

los nacimientos de los dioses (1a)

para que al oír estos himnos

alguien pueda verlos en una edad futura. (1b)

Brahamanaspati, el señor de la palabra sagrada, (2a)

como un herrero, los forjó juntos.

En la primera edad de los dioses

la existencia surgió de la no existencia. (2b)

En la primera edad de los dioses

la existencia surgió de la no existencia. (3a)

Luego los cuadrantes del cielo nacieron

de aquella con las piernas extendidas. (3b)

La tierra nació de aquella con las piernas extendidas


y de la tierra los cuadrantes del cielo. (4a)

De Aditi nació Daksha

y de Daksha nació Aditi. (4b)

Oh Daksha, así nació Aditi

como una hija tuya (5a)

y tras ella nacieron los benditos dioses,

los amigos de la inmortalidad. (5b)

Oh Dioses, cuando estabais en el agua

unidos por las manos, (6a)

surgió de vosotros, como de danzantes,

un remolino de rocío. (6b)

Oh Dioses, cuando como Yatis

distendisteis los mundos, (7a)

hicisteis aparecer el sol

que se ocultaba en el océano. (7b)


Hubo ocho hijos de Aditi,

nacidos de su cuerpo. (8a)

Con siete dio comienzo a los dioses,

pero a Martanda lo apartó. (8b)

Con siete hijos Aditi

dio comienzo a la primera edad, (9a)

pero concibió a uno, Martanda,

para el nacimiento y la muerte. (9b)

Este himno se propone contar el nacimiento de los dioses para que las
generaciones futuras puedan visualizarlos, puedan recrear mentalmente
ese momento trascendente (1). Si bien la pareja Aditi-Daksha desempeña
un rol primordial en el proceso y en la creación del universo, se dice,
también, que Brahamanas-pati (llamado también Brihas-pati) fue el padre
de los dioses a los que forjó juntos, como un herrero soplando en la fragua
(2a). En la religión védica Brahamanas-pati es el sacerdote de los dioses, y
por ser el que recita las plegarias se lo califica aquí como “señor de la
palabra sagrada”. Su paternidad parece contradecir a la de Aditi y Daksha
a lo cual se suman algunas otras contradicciones aparentes o reales. No
debemos olvidar que estamos frente a una poesía religiosa que utiliza un
lenguaje conciso y, a menudo, ambiguo cuya intención no es la claridad sino
maravillar e inducir reverencia, revelar, pero también ocultar. Aditi es una
figura maternal y la aparición de la tierra y del espacio es concebida como
un parto (3b y 4a). Aditi es, también, madre de Daksha y, a la vez, hija suya
(4b y 5a) siendo esta generación mutua de principios masculinos y
femeninos un recurso casi obligatorio cuando se los concibe de manera
antropomórfica como en este caso.

La segunda mitad del himno tiene dos vertientes: por un lado retorna al
tema del origen de los dioses y por otro cuenta la participación de estos en
el proceso creativo. Se dice (5b) que los dioses vinieron después de Aditi
aunque no se precisa cómo. Sólo más tarde sabremos que Aditi tuvo ocho
hijos, inaugurando con siete de ellos la edad de los dioses (8 y 9a). El
octavo, Martanda, es diferente pues fue concebido para el nacimiento y
para la muerte (9b). Su nombre nos proporciona una clave para develar su
identidad. Significa, literalmente, “nacido de un huevo (aparentemente)
muerto”, es decir es un ave y metafóricamente el sol imaginado como un
pájaro de fuego. Por ser el sol que sale y se pone todos los días está
destinado al “nacimiento y a la muerte”. El sol es, además, a través de
Manu, el ancestro de los hombres por lo cual el verso alude también a la
mortalidad de estos últimos. ¿Quiénes son, entonces, los otros hijos de
Aditi o Adityas? Si bien se mencionan a varios de ellos en el Rig Veda no
hay unanimidad en cuanto a su identidad ni a su número. Suelen ser seis,
destacando entre ellos el propio Daksha, Varuna y Mitra mientras que los
tres restantes son secundarios. A ellos, se añade con frecuencia Surya, una
forma del sol desprovista de la transitoriedad de Martanda. Obviamente,
los Adityas no comprenden a todos los dioses sino a un grupo de ellos por
lo cual no son equivalentes a los mencionados en el resto del himno. La
posible supremacía de los Adityas sobre otros dioses es insinuada en un
verso bastante oscuro (8b). Su traducción más plausible, me parece, sería:
“Aditi dio comienzo a los dioses”, es decir sus hijos serían los primeros de
entre ellos, pero otros traducen “Aditi presentó sus hijos a los dioses”, es
decir los integró al panteón. Sea cual fuere la interpretación de este verso,
está claro que los dioses de las estrofas 6-7 contribuyen a la formación del
universo generando un rocío, neblina o vapor y extendiendo o hinchando
a los mundos (se los compara a Yatis, unos ascetas de los que hay poca
información aunque debemos suponer dotados de poderes
sobrenaturales). Finalmente, extraen el sol del océano (7b) lo cual se
contradice con el rol solar de Martanda, una muestra más de las tensiones,
incertidumbres y enigmas respecto al origen y rol de los dioses en la
creación del universo.
Visvakarman, el Hacedor de Todo (X 81)

Más unívoco es el himno 81 dedicado a Visva-karman, cuyo nombre


significa literalmente el “hacedor de todo”:

El sabio, nuestro padre, oficiando como sacerdote,

ofreció todos estos mundos en oblación. (1a)

Él, deseando riqueza, con la plegaria

ocultó a los primeros y entró en los más nuevos. (1b)

¿Qué era entonces la base? ¿Cuál el material?

¿Cómo fue, entonces, cuando Visvakarman, (2a)

el hacedor de todo, viéndolo todo,

creando la tierra reveló la gloria del cielo? (2b)

Con ojos por todos lados, con bocas por todos lados,

con brazos por todos lados, con pies por todos lados, (3a)

el dios único creó al cielo y a la tierra


forjándolos con sus dos brazos y con alas. (3b)

¿Cuál era el bosque y cual el árbol

del cual tallaron el cielo y la tierra? (4a)

Oh inteligentes, pregúntense con el corazón

sobre que estaba de pie el que sostenía a los mundos. (4b)

Oh Visvakarman, hacedor de todo,

tus formas altas, medias y bajas (5a)

enseña a tus amigos en la oblación.

Oh bendito, prosperando, hónrate tú mismo. (5b)

Oh Visvakarman, hacedor de todo, prosperando con la oblación,

honra tú mismo a la tierra y al cielo. (6a)

Que se confundan por completo otros hombres.

Que tengamos nosotros aquí un generoso patrón. (6b)

Invoquemos hoy a Visvakarman, al hacedor de todo, al señor de las


palabras,
rápido como el pensamiento, para que nos ayude en la lucha. (7a)

Que él, que actúa correctamente y es benéfico para todos,

disfrute de todos los sacrificios y nos ayude. (7b)

Para sugerir la infinitud de Visva-karman se lo imagina con


innumerables ojos, bocas, brazos y pies (3a), una imagen tomada en
préstamo por las Upanishads, varios siglos después, para caracterizar a
Brahman, otro ente universal (al cual retornaré en el fin del artículo). El
atribuir órganos humanos a una divinidad es una muestra de
antropomorfismo la cual se acentúa cuando se dice que Visva-karman
utiliza sus dos brazos para forjar al cielo y a la tierra (3b) (las alas
mencionadas aquí, probablemente, se refieran a abanicos empleados para
avivar el fuego). En la estrofa siguiente (4a) la creación del cielo y de la
tierra es visualizada de manera diferente pues se dice que estos son tallados
en madera. Esta sería una creación subsidiaria que completa a la primera
pues sus agentes son plurales e innominados reafirmándose
inmediatamente después el predominio absoluto de Visva-karman. Así, los
poetas del Rig Veda recurren, con frecuencia, a experiencias de su vida
cotidiana concibiendo al mundo como el fruto de una actividad doméstica
o como un producto fabricado por artesanos. La imagen del carpintero es
especialmente popular pues la madera era el material predominante en los
simples edificios védicos habitados por quienes eran todavía pastores
seminómades (en otros himnos se dice que el cielo y la tierra eran
sostenidos por postes).

Otro tema recurrente en la generación del universo es el sacrificio, la


piedra angular de la religión védica. En el himno del Embrión Dorado, su
creación concluía con el sacrificio y en el himno del Hombre (comentado a
continuación) el sacrificio es su motor exclusivo. Aquí, también es
importante aunque envuelto en el misterio. Visva-karman en el principio,
oficiando como un sacerdote védico, sacrificó ritualmente a los mundos
(1a). No está claro cuales eran estos mundos ni por qué “ocultó a unos y
entró en otros”, pero debemos suponer que el acto mismo del sacrificio
provee la fuerza espiritual necesaria para la creación de este, nuestro propio
mundo. Un epíteto aplicado a Visva-karman en la última estrofa (7a)
confirma su rol como sacerdote pues allí se lo califica como “señor de las
palabras”, expresión generalmente aplicada a Brahmanas-pati quien es el
indiscutido dios de los sacerdotes (ver el precedente himno X72, verso 2a).
Visva-karman no es sólo el agente del sacrificio sino también su objeto pues
el autor de este himno lo invoca para que descienda al mismo y se honre a
sí mismo (5). Es decir, que participe en el sacrificio realizado en su honor
contribuyendo a oficiarlo y al mismo tiempo recibiendo las ofrendas. El
himno concluye con la habitual solicitud de beneficios para los invocadores.

Sólo otro himno está dedicado a Visva-karman en el Rig Veda (X 82). En


él se confirma su supremacía sobre dioses y antidioses y se explayan sus
actos creadores. Se dice que formó al cielo y a la tierra como si fueran
manteca recurriéndose a una nueva metáfora para describir este proceso
pues en el himno anterior se decía que estos habían sido forjados o tallados
en madera. El batido de la leche a escala cósmica, simbolizando la agitación
de la materia primordial para obtener productos, anticipa el conocido mito
del hinduismo en el que los dioses baten un océano lácteo para obtener la
ambrosía que confiere la inmortalidad y otros productos maravillosos. En
este himno, a diferencia del precedente, la formación del cielo y de la tierra
es apenas la primera muestra de los actos creadores de Visva-karman Así,
se dice luego que creó todas las formas y dio nombre a los dioses.
Interesantes, también, son los versos que afirman que Visva-karman fue el
“primer embrión que recibieron las aguas” conectándolo con el Embrión
Dorado, tema central del himno 121 comentado anteriormente. A medida
que analizamos este grupo de himnos védicos se hace más evidente que a
pesar de la manera peculiar en que cada uno concibe el origen del universo,
hay puentes entre ellos, raíces comunes, similitudes tan o más importantes
que sus diferencias.

El Sacrificio del Gigante Cósmico (X 90)

Como había anticipado el motivo del sacrificio es dominante en el famoso


Himno del Hombre (Purusha):
El Hombre tiene mil cabezas,

mil ojos y mil pies. (1a)

Cubre a la Tierra por todos lados

y la excede por diez dedos. (1b)

El Hombre es todo el universo,

lo que fue y lo que será. (2a)

Es el señor de lo inmortal

que mediante la comida crece y sobrepasa. (2b)

Tal es su grandeza,

pero aún superior es el Hombre. (3a)

Todas las criaturas son un cuarto de él

y lo inmortal en el cielo tres cuartos. (3b)

Tres cuartos del Hombre ascendieron al zenit,


pero un cuarto permaneció aquí. (4a)

Entonces, todas sus partes fueron divididas

entre lo que come y lo que no come. (4b)

De él nació Viraj

y de Viraj surgió el Hombre. (5a)

Al nacer superó a la Tierra

por delante y por detrás. (5b)

Cuando los dioses ejecutaron el sacrificio,

usando al Hombre como ofrenda, (6a)

la primavera fue la manteca clarificada,

el verano el combustible, el otoño la oblación. (6b)

Asperjaron al Hombre, nacido en el principio,

sobre la hierba sagrada (7a)

y lo sacrificaron dioses,

seres celestiales y sabios. (7b)


De ese sacrificio en que todo fue ofrecido,

recolectando la grasa fundida, (8a)

él formó los animales del aire,

del bosque y de las aldeas. (8b)

De ese sacrificio en que todo fue ofrecido

los himnos y los cantos nacieron, (9a)

los metros nacieron

y las fórmulas nacieron. (9b)

De él nacieron caballos

y los otros con dos hileras de incisivos; (10a)

las vacas nacieron de él

y de él nacieron cabras y ovejas. (10b)

¿Cuando dividieron al Hombre,

en cuántas partes lo repartieron? (11a)


¿Cómo llaman a su boca, cómo a sus brazos,

cómo a sus muslos y pies? (11b)

Su boca fue el brahmán,

con sus brazos se hizo al guerrero, (12a)

con sus muslos al campesino,

de sus pies nació el sirviente. (12b)

La luna nació de su mente

y de su ojo el sol nació, (13a)

de su boca Indra y Agni

y de su aliento nació el viento. (13b)

De su ombligo se formó la atmósfera

y de su cabeza surgió el cielo, (14a)

de sus pies la tierra y los puntos cardinales de su oreja.

Así ordenaron el mundo. (14b)


Había tres veces siete maderos secos

circundados por siete maderos verdes (15a)

cuando los dioses extendiendo el sacrificio

ataron al Hombre como un animal. (15b)

Los dioses sacrificaron al sacrificio con el sacrificio

y fueron las primeras leyes. (16a)

Esos poderes alcanzaron el firmamento

donde habitan los antiguos dioses. (16b)

Este himno postula aún otro ente creador al que llama Purusha, nombre
que puede traducirse como hombre, persona o espíritu. Se trata, en
realidad, de una suerte de gigante cósmico cuyo desmembramiento da
origen a dioses, astros y seres animados. Aunque habíamos dicho que no
íbamos a hacer distinciones cronológicas entre los himnos tratados en este
artículo por falta de datos, con este vamos a hacer una excepción pues hay
un par de indicios bien claros de que es uno de los más tardíos del Rig Veda.
Veamos, brevemente, cuales son antes de adentrarnos en él. En la novena
estrofa, se enuncia que del sacrificio de Purusha nacieron himnos, cantos y
fórmulas, es decir la materia del Rig Veda, Samaveda y Yajurveda,
respectivamente, lo cual indica que cuando este himno fue compuesto se
conocían ya los tres Vedas (el cuarto Veda, el Atharva, no mencionado aquí
es posterior a los otros, pero su ausencia carece de valor para fechar pues
no tenía el mismo prestigio que ellos y, por lo tanto, no siempre era
mencionado junto a los mismos). Sabemos que el Samaveda y Yajurveda
datan, muy probablemente, de comienzos del primer milenio a.C. por lo
cual el himno de Purusha debe ser un par de siglos más tardío que los otros
himnos que he comentado. Un segundo indicio de la composición
relativamente reciente del mismo es la referencia, única en el Rig Veda, a
la división de la sociedad india en cuatro grandes clases (12). Otro indicio
es, quizás, su menor ambigüedad y relativa transparencia comparado con
otros himnos de su tipo.

Principio masculino, Purusha surge como otros creadores védicos por la


fecundación mutua con un principio femenino (5a) y no difiere
substancialmente de ellos salvo por el extraordinario expediente de ser
sacrificado para generar el cosmos. El sacrificio de Purusha es un verdadero
sacrificio védico, descripto de manera realista: se ejecuta sobre hierba
sagrada y la víctima es atada y asperjada para luego ser muerta y trozada.
Después de otras oblaciones (manteca clarificada, etc.), sus partes son
ofrendadas a un fuego alimentado por maderos secos y delimitado por
ramas verdes. Los sacrificadores son los dioses, pero paradójicamente el
sacrificio origina a los propios dioses y, también paradójicamente, la
víctima es identificada con el sacrificio (16a). Si bien el himno es tardío, la
ideas en las que se basa son muy antiguas pues tiene paralelismos en otras
mitologías indoeuropeas siendo el caso más evidente la germánica donde
el gigante primordial Ymir es muerto por Odín formando la tierra con su
carne, los mares con su sangre, las montañas con sus huesos, piedras con
sus dientes, el cielo con su cráneo y las nubes con su cerebro. En nuestro
himno la inmolación de Purusha no sólo genera a los dioses y al universo
material sino también a dos imponderables: los Vedas y el dharma, que
encarnan al conocimiento sagrado y a la ley en su sentido más amplio,
respectivamente.

Conclusiones

Sin pretender ser exhaustivo, algunas conclusiones que se desprenden


del análisis de estos himnos son:
1. El origen del universo es en el Rig Veda un proceso misterioso que sólo
puede ser parcialmente intuido y comunicado a los hombres por los poetas
visionarios que compusieron los himnos.

2. El Creador es concebido como un ser único y supremo cuya identidad es


oscura y cambiante. A veces es ignoto, pero otras veces recibe diversos
nombres: Embrión Dorado, Praja-pati, Daksha, Aditi, Visva-karman,
Purusha. La mayoría de estos nombres figura raramente en otros himnos
del Rig Veda y con el tiempo estos creadores desaparecen o se subordinan
a otro, pero el problema de la identidad del demiurgo nunca se resolvió del
todo. En textos védicos posteriores, como en los Brahmanas, Praja-pati
emerge como el ente creador indiscutido, pero en las Upanishads tiende a
ser reemplazado por Brahman quien aúna las funciones demiúrgicas de
Praja-pati a la sacralidad del mantra pronunciado en el sacrificio. Más
tarde, con la eclosión del hinduismo, el mismo Brahman es absorbido por
el antropomórfico Brahmá y la divinidad suprema es compartida con Siva,
Vishnu y Devi.

3. El Creador puede ser eterno o, en cambio, haber sido generado. En este


último caso, el problema metafísico planteado se resuelve por el
mecanismo de la creación mutua. Los dioses engendran al Creador y este a
su vez los engendra o en otros casos es un principio femenino el que da
nacimiento al Creador y es a su vez procreado por él.

4. La voluntad del Creador no es suficiente para fundar el mundo. Actúa en


conjunción con varias fuerzas elementales. Una de ellas es el poder del calor
que permite al creador ignoto del himno 129 pasar del estado latente al
estado activo y que es el primer motor del universo en el 190. Otras fuerzas
fecundadoras son más morales que físicas tales como el orden y la verdad.
Una muy poderosa es el sacrificio donde lo moral, lo religioso y lo práctico
se confunden.
5. La generación del mundo material es concebida, a menudo, en términos
domésticos y artesanales: como un parto, como la obra de un herrero o de
un carpintero, como el producto del batido de la leche o de la elaboración
de manteca.

http://libros.casalamm.edu.mx/php/simple_document.php?subfolder=historiadelarte/art
eindiaasia/&doc=La%20civilizaci%C3%B3n%20de%20la%20India%20antigua.pdf

http://www.elportaldelaindia.com/El_Portal_de_la_India_Antigua/Presentacion.html

http://www.sacred-texts.com/hin/sbe30/sbe30003.htm

https://books.google.com.mx/books?id=HeGa-hCMWGAC&pg=PA3&lpg=PA3&dq=Grihya-
s%C3%BBtra+of+Gobhila&source=bl&ots=jLvG4Axd2k&sig=UrjjFZ9zLrZ2VBgD4-
2PfNp1KLA&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwiCkPXG1Z7ZAhUm94MKHTzbCYkQ6AEIMjAB#v=o
nepage&q=Grihya-s%C3%BBtra%20of%20Gobhila&f=true

https://es.slideshare.net/adithyansokaapahaarthapuram/adivan-satakopan

http://www.ahobilamutt.org/us/home/welcome.asp

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