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EL VALOR DE UNA PERSONA

Isa 43:1-4 Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No
temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú.
Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando
pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.
Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu
rescate, a Etiopía y a Seba por ti.
Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres
por ti, y naciones por tu vida.

El Valor de una persona está en el conocimiento más la Habilidad


multiplicado por la Actitud. Nos valoramos por lo que somos. No títulos, no
posición sino por lo que somos.
V=(C+H) * A
Somos personas y tenemos una dignidad que nace de nuestra imagen y
semejanza con Dios, y que Jesús vino para mostrar la sublimidad de nuestra
vocación. Esta realidad que por un lado, no llena de alegría y hasta de orgullo,
también nos asombra porque valemos para Dios mucho más de lo que nuestra
mente puede comprender. Si Dios –Omnipotencia, infinitud de gozo en el Amor
inmenso- se hace hombre, es que ¡vale la pena ser hombre!
Dice San Agustín que lo más bello que existe en este mundo es: Verbum caro
factum est (El verbo se hizo carne). Si al Verbo le vale la pena compartir la vida
del hombre, ¿qué pena no valdrá al hombre compartir la vida del Verbo? En Él
se halla la compensación de todas las penas, porque «Queridos, ahora somos
hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando
se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es» (1Jn 3,2).
Por eso, la persona vale por lo que es, hijo de Dios, no por lo que tiene. “La
gloria de Dios es el hombre”.
Dios al sellar en el corazón del hombre el deseo de estar junto Él, nos manifiesta
que la felicidad plena del hombre es vivir junto a Él. Es en esta búsqueda de
encontrar la felicidad, la inteligencia se encamina a encontrar la verdad y la
voluntad a buscar el bien. Por eso tiene ese deseo innato de buscar a Dios. En
este camino de buscar la verdad y el bien para ser feliz, que es donde el hombre
comienza a darle valor a las cosas y a sus actos. Y es de acuerdo ellos como se
relaciona con Dios, con uno mismo, con los demás y con la creación.

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