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La conciencia moral es esa voz interior que nos obliga a actuar de una forma y también nos
dice si son correctas o no nuestras acciones. Es la capacidad de juzgar no solo nuestras
acciones, sino también las de los demás, como buenas o malas.
Solo el ser humano es sujeto de actos morales o inmorales; por lo tanto, podemos decir que
la CONCIENCIA MORAL ES UNA FUNCIÓN DE LA PERSONA. LA CONCIENCIA MORAL
ES LA QUE ORIENTA LA CONDUCTA EN LA DIRECCIÓN QUE LA PERSONA, DE
ACUERDO A SUS PRINCIPIOS, CONSIDERA CORRECTA.
El ser humano es un ser de una enorme grandeza como muestra el núcleo personal. Una de
las notas características de lo humano es la intimidad. Es decir, la capacidad de reflexión que
tiene todo ser humano sobre aquello que es correcto en relación con el obrar. La conciencia
moral muestra la rectitud ética del ser humano que a través del juicio racional es capaz de
discernir aquella acción buena de aquella que no lo es.
Así como existen acciones que pueden ser un medio en la consecución de un fin, por el
contrario, la realización del bien es un fin en sí mismo puesto que hacer buenas acciones
aporta bienestar a quien se siente tranquilo y satisfecho por su modo de obrar. Desde el punto
de vista social, la conciencia moral muestra la importancia del respeto al otro ser humano.
La realización del bien
Dicha conciencia moral también queda determinada por unas normas de actuación, leyes
generales y universales que ayudan al individuo a interiorizar el concepto de deber moral.
Uno de los principales criterios de la conciencia moral es la justificia. El ser humano tiene la
capacidad de reflexionar sobre sus propias acciones con el objetivo de poder valorar posibles
errores.
La sociedad también tiene una función muy importante en la construcción de la ética social
puesto que la educación es uno de los medios más importantes para formar a las personas.
El conocimiento es un horizonte de libertad y también, de reflexión moral. El ser humano tiene
el don de la libertad.
Es decir, tiene la capacidad de realizar una buena acción pero también, puede realizar una
mala praxis. Lo importante es que desde el punto de vista ético, el ser humano sea virtuoso
para actuar haciéndose responsable de las consecuencias de sus actos y pueda reparar el
daño cometido en caso de cometer un fallo determinado.
Para juzgar y dirigir las acciones la conciencia se sirve de principios, es decir, de la moral con
la que cada persona rige su vida. Estos principios que forman la moral son los que trajo de su
hogar, y los que fueron adquiriendo e imponiéndose racional y libremente.
Sabemos que algunas personas tienen una conducta moral y que otras no; por lo tanto,
podemos decir que la misma persona es el sujeto de la conducta moral, porque la conciencia
moral es la que capacita al ser humano para captar y vivir los valores morales. Su desarrollo
y perfección dependen de la personalidad de cada uno, pero una vez que esto se logra, la
conciencia moral es indeleble; es decir, sabe distinguir entre el bien y el mal.
La conciencia juzga el hecho antes y después del acto moral. Los juicios previos establecen
los principios; por ejemplo, sabemos que hay que hacer el bien y evitar el mal; es decir se
juzga que, si un acto es bueno, debe ser realizado; si es malo, debe ser evitado. Después del
acto, la conciencia acepta el hecho si fue bueno, pero si fue malo, lo rechaza; juzga también
si el acto fue digno de recompensa o de castigo. Si fue malo sabe que tiene la obligación de
reparar los males causados.
Acto de voluntad
El ser humano elige hacer el bien o el mal; es decir, su voluntad depende de su conciencia.
Por ejemplo, dos personas observan que un bombero entra a un edificio en llamas para salvar
la vida de un niño. Una de ellas valora el riesgo y la bondad del bombero, cuyo objetivo en
este caso es arriesgar su propia vida por el prójimo. La otra persona juzga que es una locura
exponerse al gran peligro de perder la vida para salvar la de otro. Cada uno juzgó de acuerdo
con sus principios. Eso es conciencia moral.
Actividades
5. Expreso de qué depende la voluntad del ser humano de hacer el bien o el mal.
Tres son las normas más generales que debe seguir siempre la conciencia:
2) La llamada Regla de oro: «Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo
también vosotros a ellos» (Mt 7, 12).
Conciencia moral Para determinar la noción de la conciencia moral, acudiremos una vez más
a nuestra propia experiencia.
b) La experiencia nos enseña que ciertas personas observan una determinada conducta
moral y que otras se conducen de forma inmoral. En consecuencia "la conciencia moral no es
algo añadido a la persona, sino que es la misma persona, el sujeto de la conducta moral". "La
conciencia moral es una realidad dinámica que capacita al hombre para captar y vivir los
valores morales". Su desarrollo y perfección dependen del desarrollo y de la perfección de la
personalidad de cada hombre.
a) Elementos racionales que concurren a la formación de los juicios Los juicios son formulados
antes y después del acto moral. Los juicios previos al acto moral establecen los principios.
Por ejemplo: Hay que hacer el bien y evitar el mal. En otras palabras, se juzga que, si tal acto
es bueno, debe ser realizado; si es malo, debe ser evitado. Los juicios después del acto. Una
vez realizado el acto, la conciencia lo acepta si fue bueno y lo rechaza en el caso de que haya
sido malo. La conciencia juzga también si el acto fue digno de recompensa o de castigo. Si
fue malo se pronuncia sobre la obligación de reparar los males causados.
b) Los sentimientos morales antes del acto. El hombre naturalmente tiene la tendencia de
hacer el bien y evitar el mal. Experimenta, a la vez, respeto al deber, y por ende, aprecia la
conducta buena y menosprecia la conducta mala. Los sentimientos morales después del acto.
El deber cumplido produce en el hombre alegría. Al no cumplir con su deber, el hombre suele
llenarse de tristeza y, a veces, de vergüenza o remordimiento por el mal causado.
c) Los elementos activos. Son actos de la voluntad. Una vez que la inteligencia ha concebido
el objetivo, la voluntad elige los medios necesarios para alcanzarlo y, finalmente, busca su
ejecución.
Conciencia Psicológica
Unidad: En el hombre hay cierta unidad entre la conciencia psicológica y la conciencia moral.
En efecto, la conciencia moral presupone la conciencia psicológica y, a su vez, la conciencia
moral complementa y enriquece la conciencia psicológica.
Lo habitual es que ciertas profesiones cuenten con un código deontológico, que es una
especie de manual que recopila las obligaciones morales que tienen que respetar aquéllos
que ejercen un trabajo.
Se define como parte de la filosofía que comprende al estudio de la moral y de las obligaciones
del hombre. Por su parte el adjetivo profesional, gramaticalmente alude a lo perteneciente a
una profesión"
, también "La ética de una profesión es el conjunto de normas, en términos de los cuales
definimos como buenas o malas, una práctica y relaciones profesionales. El bien se refiere
aquí, a que la profesión constituye una comunidad dirigida al logro de una cierta finalidad: la
prestación de un servicio".
La ética profesional pretende regular las actividades que se realizan en el marco de una
profesión. En este sentido, se trata de una disciplina que está incluida dentro de la ética
aplicada ya que hace referencia a una parte específica de la realidad. Cabe destacar que la
ética, a nivel general, no es coactiva (no impone sanciones legales o normativas). Sin
embargo, la ética profesional puede estar, en cierta forma, en los códigos deontológicos que
regulan una actividad profesional. La deontología forma parte de lo que se conoce como ética
normativa y presenta una serie de principios y reglas de cumplimiento obligatorio.
La ética profesional deriva de un concepto que se conoce como ética empresarial que
establece las condiciones en las que el ser humano debe relacionarse con su entorno. Ambas
formas de trabajo se encuentran interrelacionadas ya que es tan importante ofrecer un
servicio justo y realizar una labor responsable, como preservar el hábitat en el que lo
desarrollamos.
Es importante no confundir deontología profesional con ética profesional. Cabe distinguir que
la ética profesional es la disciplina que estudia los contenidos normativos de un colectivo
profesional, es decir, su objeto de estudio es la deontología profesional, mientras que, tal
como se apuntaba al comienzo del artículo, la deontología profesional es el conjunto de
normas vinculantes para un colectivo profesional.
Estos dos términos suelen usarse como sinónimos, pero no lo son. Es importante destacar
las principales diferencias entre ellos:
Una de las diferencias cuando hablamos de "ética" y "deontología" es que la primera hace
directamente referencia a la conciencia personal, mientras que la segunda adopta una función
de modelo de actuación en el área de una colectividad. Por ello, con la concreción y diseño
de códigos deontológicos, además de autorregular esta profesión, se invita al seguimiento de
un camino muy concreto y a la formación ética de los comunicadores.
De forma teórica, podríamos diferenciar dos grandes grupos: la ética social y la ética
individual. Dentro de la ética individual se diferencia, también, una ética interpersonal que es
la que rige el comportamiento que tenemos en relación a otros individuos. Aquí se puede
situar la ética profesional ya que rige el comportamiento del profesional en su actividad laboral.
Los principios que rigen la profesión se obtienen a través de métodos similares a los de la
ética general: dialógico, inductivo y deductivo. Para conocer el fundamento ético y moral de
un código ético, se requiere el estudio de la actividad profesional en sí misma y no es
suficiente la labor de un filósofo que desconozca la profesión.
Los principios se distinguen de las normas por ser más genéricos que éstas. Los principios
ponen ante los ojos los grandes temas y valores del vivir y del actuar. Las normas aplican los
principios a situaciones más o menos concretas, más o menos genéricas. Las normas suelen
hacer referencia a algún tipo de circunstancia, aunque sea en términos genéricos. Pero
también los principios se hacen inteligibles cuando adquieren concreción normativa y hacen
referencia a las situaciones en las que se invocan y se aplican. En términos generales un
principio enuncia un valor o meta valiosa. Las normas, en cambio, intentando realizar el
principio bajo el que se subsumen, dicen cómo debe aplicarse un principio en determinadas
situaciones.
Tanto las normas como los principios son universales aun cuando el ámbito de aplicación de
los principios sea más amplio y general que las normas específicas que caen bajo dicho
principio.
Desde la perspectiva de la ética profesional, el primer criterio para juzgar las actuaciones
profesionales será si se logra y cómo se logra realizar esos bienes y proporcionar esos
servicios (principio de beneficencia). Como toda actuación profesional tiene como destinatario
a otras personas, tratar a las personas como tales personas, respetando su dignidad,
autonomía y derechos sería el segundo criterio (principio de autonomía). Las actuaciones
profesionales se llevan a cabo en un ámbito social con demandas múltiples que hay que
jerarquizar y recursos más o menos limitados que hay que administrar con criterios de justicia
(principio de justicia). Y, en todo caso, habrá que evitar causar daño, no perjudicar a nadie
que pueda quedar implicado o afectado por una actuación profesional (principio de no
maleficencia).
La conciencia profesional
3) Nivel de madurez y equilibrio psíquico. Para que la conciencia profesional pueda funcionar
hay que gozar de un grado de madurez mínimo.
Una profesión cualquiera debe tener un periodo de aprendizaje, una preparación previa
especializada y casi siempre formal, que se debe completar con una formación permanente
que se completa con el paso del tiempo y la vivencia de distintas situaciones en la vida
profesional a las que enfrentarse.
La costumbre son normas que crean una sociedad y que le dan un hecho jurídico palpable.
Tienen al igual que ocurre con las leyes, consecuencias cuando son violadas. El profesional
debe regirse por su código de ética propio, pero también tiene que tener en cuenta un marco
de costumbre.
Una profesión cualquiera debe tener un periodo de aprendizaje, una preparación previa
especializada y casi siempre formal, que se debe completar con una formación permanente
que se completa con el paso del tiempo y la vivencia de distintas situacíones en la vida
profesional a las que enfrentarse.
CONCLUSIONES