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Esta ciencia se divide generalmente en dos grandes campos: la antropología física, que trata de la
evolución biológica y la adaptación fisiológica de los seres humanos, y la antropología social o
cultural, que se ocupa de las formas en que las personas viven en sociedad, es decir, las formas de
evolución de su lengua, cultura y costumbres.
La antropología es fundamentalmente multicultural. Los primeros estudios antropológicos
analizaban pueblos y culturas no occidentales, pero su labor actual se centra, en gran medida, en
las modernas culturas occidentales (las aglomeraciones urbanas y la sociedad industrial). Los
antropólogos consideran primordial realizar trabajos de campo y dan especial importancia a las
experiencias de primera mano, por lo que participan en las actividades, costumbres y tradiciones
de la sociedad.
La antropología surgió como campo diferenciado de estudio a mediados del siglo XIX. En
Estados Unidos el fundador de dicha disciplina fue Lewis Henry Morgan, que investigó en
profundidad la organización social de la confederación iroquesa. En Europa, su fundador fue Sir
Edward Burnett Tylor, quien construyó una teoría sobre la hominización que prestaba especial
atención a los orígenes de la religión. Tylor, Morgan y sus contemporáneos resaltaron la
racionalidad de las culturas humanas y argumentaron que, en todas partes, la cultura humana
evoluciona hacia formas más complejas y desarrolladas. Bronislaw Kasper Malinowski, fundador
de la escuela funcionalista de antropología, afirmaba que las organizaciones humanas debían ser
examinadas en el contexto de su cultura.
Antropología física
La antropología física se ocupa principalmente de la hominización, la biología humana y el
estudio de otros primates, aplicando métodos de trabajo utilizados en las ciencias naturales.
En el campo de la hominización destacan los trabajos de los paleoantropólogos Louis Seymour
Bazett Leakey, su esposa Mary Douglas Leakey y su hijo Richard Erskine Leakey, quienes
descubrieron fósiles, utensilios de piedra y huesos de los primeros homínidos.
Otra de las ramas importantes de la antropología física la constituye el estudio de los pueblos
contemporáneos y de sus diferentes rasgos biológicos y genéticos, en relación con el entorno
cultural y social.
El estudio de los primates, su comportamiento, hábitos y costumbres, constituye una dimensión
comparativa esencial de la antropología para conocer a los antepasados del ser humano. La
antropóloga británica Jane Goodall dedicó años a la observación de los chimpancés en un parque
nacional de Tanzania, descubriendo pautas de comportamiento y habilidades sorprendentes.
Antropología social y cultural
Gran parte de la investigación antropológica se basa en trabajos de campo llevados a cabo en las
diferentes culturas. Entre 1900 y 1950, aproximadamente, estos estudios estaban orientados a
registrar cada uno de los diferentes estilos de vida antes de que determinadas culturas primitivas
experimentaran la influencia de los procesos de modernización y europeización. Esos trabajos de
campo que describen la producción de alimentos, las organizaciones sociales, la religión, la
vestimenta, la cultura material, el lenguaje y demás aspectos de las diversas culturas, es lo que se
conoce por etnografía. El análisis comparativo de estas descripciones etnográficas, que persigue
generalizaciones más amplias de los esquemas culturales, las dinámicas y los principios
universales, es el objeto de estudio de la etnología. En el campo de la antropología social y
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cultural son importantes las aportaciones de Margaret Mead, Franz Boas, Alfred Louis Kroeber y
Claude Lévi-Strauss.
Métodos y aplicaciones
Existen tantos métodos en la investigación como temas de estudio. En arqueología, la técnica del
carbono radiactivo es quizá la más utilizada. En antropología social y cultural, los estudios se
basan en los métodos de observación participante dentro de una comunidad o sistema social. Sin
embargo, hoy la investigación exige otras herramientas metodológicas como las entrevistas
estructuradas y las pruebas psicológicas.
Tendencias actuales
La antropología moderna se está convirtiendo poco a poco en una ciencia aplicada, ya que los
investigadores se están concentrando en aspectos sociales como la sanidad, la educación,
protección del entorno y el desarrollo urbano. Son muchos los antropólogos contratados por
organismos públicos, empresas de investigación, grupos independientes de presión,
organizaciones indigenistas y agencias sanitarias para realizar trabajos de campo en entornos
culturales, ya sean proyectos educativos, sanitarios o programas de desarrollo agrícola en regiones
rurales.
El desplazamiento hacia el estudio de sistemas más heterogéneos y diversificados, así como el
auge de los métodos cuantitativos de investigación, hoy necesitan del apoyo de diferentes
profesionales, incluidos los asesores estadísticos, biólogos, sociólogos y demás colaboradores. 1
Etnología, una de las cuatro subdivisiones de la antropología. Existen dos grandes corrientes para
delimitar el campo de esta disciplina, la estadounidense y la europea continental. En la primera se
conoce con el nombre de antropología cultural histórica y, junto con la prehistoria y la
antropología lingüística, forma una de las ramas de la antropología cultural general. En la Europa
continental la etnología cubre, por un lado, la antropología física y, por otro, la prehistoria y la
lingüística o etnología lingüística. La etnología que practican los antropólogos se ocupa del
estudio de las culturas en cuanto a sus formas tradicionales, y de su adaptación a las condiciones
cambiantes en el mundo moderno.2
Antropología y modernidad
Introducción
Hubo una época, que pocos entre nosotros recordamos por experiencia personal, en que
el concepto de 'modernidad' tenía un único significado, el de pertenecer a lo que
actualmente denominamos civilización occidental (cualquiera pueda ser su significado) y
que, en tiempos remotos, estuvo estrechamente relacionada con objetos como los barcos
de vapor, los sombreros tropicales, las constituciones, la publicación de la obra maestra
de Darwin, Sobre el origen de las especies (1859), y la Exposición Universal. Fue también
una época en que nació la antropología definida como 'ciencia del hombre y sus actos '.
La 'modernidad' es, de hecho, un territorio sin límites difícil de reconocer. Hace mucho
tiempo que se suceden los debates en torno a ello, debates que han dado lugar al
concepto de 'posmodernidad'. Esto es para decirnos que, de alguna manera, la
modernidad ya se ha realizado, y que lo que viene 'después' no puede ser, desde luego,
más moderno que la propia modernidad. Era muy 'moderno' ser posmodernista, o incluso
deconstructivista, y construir su propia modernidad.
Resulta paradójico que la disciplina que ayudó a definir el concepto de sociedad moderna
se encontrara, más tarde, marginada en el seno de esa sociedad. Por fortuna, la
antropología también es capaz de estudiar las condiciones de su propia existencia.
En cuanto a los temas estudiados, resulta difícil ofrecer una descripción exhaustiva. En la
antropología, posiblemente más que en cualquier otra disciplina, el cuadro es sumamente
complejo debido a las opciones personales, y porque los intereses y temas han cambiado
muchas veces en poco tiempo. Es estimulante observar, si bien se distorsiona aún más el
cuadro, que algunos antropólogos han reaccionado con rapidez a lo que está sucediendo
más allá de los marcos académicos. Aún no se perfilan como una corriente poderosa,
pero están adquiriendo fuerza y cuestionando la relevancia del quehacer 'clásico' de la
antropología. Por otro lado, sus detractores atacan esta tendencia como si fuera una
especie de no antropología, una actividad menos académica y más orientada hacia la
práctica. Esto crea una tensión positiva que propicia un mejor entendimiento entre las
distintas partes y estimula a la antropología a ser a la vez académica y estar orientada
hacia la práctica.
¿Qué es la modernidad?
Según esta visión, el concepto de modernidad es una construcción creada por el tipo de
mentalidad que dio a luz a los conceptos de 'evolución', 'desarrollo', 'progreso',
'revolución', y a sus contrarios, por ejemplo, el 'atraso'. Todo esto se debe, entre otras
cosas, a nuestra fe en telos, en un sentido fundamental del mundo y sus cambios. A
diferencia de muchas de las culturas estudiadas por los antropólogos, nuestro mundo
busca el cambio permanente con el fin de ser un mejor lugar donde vivir, si bien algunos
de nuestros contemporáneos intentan reproducir su propio mundo en su forma actual
porque, en su opinión, es el mejor de los mundos. Por alguna razón, no se les considera
'modernos', aunque ya no se les encasilla como 'atrasados'.
Los libros y artículos que emplean la palabra 'modernidad' en sus títulos abundan en
cuestiones de antropología y otras ciencias sociales y humanas, si bien no existe un
consenso en torno a los contenidos, límites, forma, duración, etc. de la modernidad (ver,
por ej., Ardener, 1985). Resulta sorprendente que cuando revisamos los índices de los
libros y las entradas en las enciclopedias, encontrar fácilmente temas como 'teoría de la
modernización', o 'posmodernismo', pero no 'modernidad' (ver, por ej., Kuper y Kuper,
1985; Ingold, 1994; sobre la relación del concepto de lo 'moderno' con la antropología, ver,
Comaroff y Comaroff, 1992). Ni siquiera son muy útiles los libros de texto más recientes.
Por otro lado, existe un acuerdo, tácito pero claramente discernible, según el cual quienes
viven en la sociedad moderna son los autores y sus lectores. La modernidad es el mundo
(léase, el discurso) en que vivimos, el mundo del posrenacimiento, de la posilustración, el
mundo 'occidental' de la ciencia, la tecnología y el 'sentido común'. Prácticamente todo
aquel que se encuentra en 'nuestro' contexto científico e intelectual parece tener una
opinión sobre qué es la modernidad, sin revelar el secreto de lo que podría significar más
allá de un objetivo último de modernización.
Con esto queremos decir que la modernidad es un concepto dinámico 'occidental' muy
estrechamente relacionado con la idea de progreso, entendido como cambio y
perfeccionamiento. No sería tarea demasiado ardua encontrar ejemplos de ello en
numerosas ideologías teleológicas, desde la mitología antigua hasta las doctrinas
religiosas y políticas actuales, incluyendo el marxismo leninismo (cf. Fukuyama, 1992). La
Etnología", Enciclopedia Microsoft® Encarta® 2002 Edición Básica © 1993-
2001Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.
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modernidad, así como aquellos que se creen sus abanderados, parecen romper con el
pasado y con aquello que lo define, incluida la llamada tradición. Lo importante es el
hecho de que el hombre moderno definido de esta manera no es sólo temporal sino
también un valor positivo. Los acontecimientos y las instituciones reconocidas como
modernas son consideradas diferentes, en cuanto a la calidad, de las tradicionales y, por
lo tanto, no modernas, de modo que se agudiza la sensación de ruptura entre moderno y
no moderno. En el contexto de la civilización industrial occidental, lo moderno está
relacionado con lo urbano, y lo tradicional con lo rural, creando así una de las dicotomías
fundamentales de nuestra sociedad y uno de los principales objetos del análisis
antropológico.
No es obra del azar que durante los últimos años se haya puesto tanto énfasis en la ética
de la investigación y la sensibilidad para con el objeto de ésta y sus resultados. Cuando
hablamos de antropología, tiene mucho que ver con los desarrollos internos de la
disciplina y su relación con el 'mundo exterior' de los no antropólogos. Esto se debe a que
los antropólogos no viven aislados en un vacío. El 'mundo exterior' es una condición
externa de nuestra propia existencia como antropólogos. Nuestro trabajo sólo tiene
sentido en el contexto de este 'mundo exterior'. No vivimos y trabajamos en torres de
marfil, aunque a veces lo parezca.
La antropología no tuvo necesidad de defenderse hasta los años '60. Como disciplina
académica muy valorada, no tenía necesidad de justificar su importancia ni su autoridad.
Las guerras y la violencia padecida por los más débiles a manos de los más fuertes, algo
que todavía era justificable hasta los años '30 y '40, se había vuelto políticamente
intolerable hacia los años '70. Con la generación nacida durante y poco después de la
Segunda Guerra, surgió un nuevo tipo de conciencia política en el mundo académico.
Desde entonces, no ha bastado con tomar una posición en ciertos debates muy políticos,
como el racismo (como hizo F. Boas en el periodo de la preguerra) o como el denominado
modelo asiático de producción y sus implicaciones para la teoría marxista (como hicieron
algunos teóricos en Europa del Este, Alemania y Francia en los años '60). Quedó claro
que la ciencia no era una actividad intelectual privilegiada que se reproducía fuera de los
acontecimientos que afectaban a la sociedad. Muy al contrario, el desarrollo moderno de
las ciencias sociales y humanas parece inseparable de su contenido político y económico.
en que ve la luz. Si el autor tiene suerte, puede que sea relevante durante más tiempo.
Algunas empresas tienen una 'vida' más larga que otras y son capaces de iniciar debates,
abrir una nueva vía u ofrecer una nueva interpretación. Pero es inevitable que incluso
éstas envejezcan y sean sustituidas por otra cosa. En este sentido, lo 'moderno' no
significa necesariamente lo 'nuevo', si bien tiene que estar presente el sentido de la
novedad. Para que la acepten los profesionales, la novedad debe percibirse como
innovadora y refrescante, formulando preguntas de una manera nueva, o encontrando
respuestas originales (o formuladas de modo original). Lo contrario se considera pasado
de moda y anticuado. Estos conceptos llevan una carga ideológica, y es casi imposible
evitar las implicaciones políticas. La 'modernidad' se ha entendido de manera muy
diferente en aquellas sociedades o tradiciones científicas que se pueden jactar de una
continuidad en su desarrollo, y ahí donde a la turbulencia de las revoluciones siguieron
años de adoctrinamiento ideológico y de privación de contacto con colegas en otros
lugares. Conviene tomarse muy en serio la realidad de que los mismos conceptos son
interpretados de forma muy diferente según los países. Para mencionar un ejemplo, los
antropólogos norteamericanos y de Europa Occidental se preocupan mucho de los
problemas éticos relacionados con su trabajo. Se han publicado docenas de artículos, y
en el marco de las asociaciones nacionales e internacionales se han creado o se están
creando comisiones éticas. En 1992, se celebró en Praga la segunda conferencia de la
Asociación Europea de Antropólogos Sociales (EASA), y en uno de los seminarios surgió
el debate sobre el enfoque ético del antropólogo frente a los pueblos estudiados. Se
observó, con cierta decepción, que ninguno de los europeos del este participó en la
discusión, y que cuando las actas fueron publicadas en checo (Scheffel, 1992),
prácticamente nadie prestó atención a este tema. Lo que en Canadá y en otros países era
un asunto candente no suscitó reacción alguna en la comunidad de antropólogos checos,
que estaban preocupados de problemas muy diferentes.
que uno de los eslabones importantes en la sucesión de revoluciones del periodo 1989-90
no era sólo la lucha por la libertad política sino también la visión de unas puertas abiertas
a las riquezas de 'allá afuera', en el mundo de la tecnología moderna. Creo que sería
interesante para los antropólogos intentar analizar muchos acontecimientos de aquel
entonces en los denominados países poscomunistas explorando el concepto de culto a la
mercancía.
Bajo los regímenes totalitarios, era costumbre que los dirigentes políticos lo decidieran
todo y que intervinieran con frecuencia en el discurso académico. Aparecieron
investigaciones sobre la aldea socialista, sobre los trabajadores en las grandes ciudades
(muy diferente de lo que habían hecho nuestros colegas escandinavos), la etnicidad, etc.
Todo esto era sumamente volátil, debido a los continuos cambios de gustos e intereses
del Comité Central. No era nada raro, por lo tanto, verse expuesto a aburridas ponencias
de escaso valor intelectual sobre, por ejemplo, la 'etnografía de la contemporaneidad'.
Aquello no era más que una manera mediocre de hacer economía política e ideología
comunista contaminada con el estudio de 'pervivencias' de la época burguesa y de sus
cambios a lo largo del tiempo hasta la 'histórica victoria de la clase trabajadora'.
Hacia mediados de los años '80, la mayoría de los académicos soviéticos refutaron las
ideas de Morgan y Engels... Desde luego, las críticas actuales a la herencia totalitaria de
la antropología rusa representan otro punto de interés. Los intentos de desafiar los
vestigios de la etnología soviética se producen de una manera típicamente rusa, con sus
tradicionales extremos. Por ejemplo, el actual Director del Instituto Etnológico de Moscú
afirma que la antropología rusa debería ser radicalmente modificada según los conceptos
occidentales (¿Alemania, Estados Unidos?). Hoy, la antropología rusa, antes llamada
'etnografía', se ha cambiado el nombre, y ahora se llama 'etnología' (Znamenski, 1995: 186).
guardianes del marxismo 'verdadero' como herejía muy peligrosa, actualmente sea
considerada inaceptable, sobre todo por parte de la generación de edad mediana.
Algunos antropólogos creen que es necesario 'arrojar luz' sobre ciertos temas
distorsionados en el pasado por interpretaciones ancladas en la ideología. Desde luego, a
esto se le considera modernización, aunque a los colegas de otros países les parezca
sólo divertido. El escenario es casi siempre el mismo en todas partes, ya sea en la
República Checa, en Eslovaquia, Rusia, Croacia, Polonia o Hungría. En Alemania, la
evolución ha sido diferente en muchos sentidos, porque el profesorado 'antiguo' de las
universidades y otras instituciones académicas de la antigua RDA fue rápidamente
sustituido, en gran parte por ciudadanos que provenían de la hasta entonces 'Alemania
occidental'.
Llegado a este punto, conviene plantear una pregunta importante. ¿Para qué sirve la
antropología social/cultural en general y en los países postotalitarios en particular? Un
antropólogo y filósofo rumano ha señalado que: 'pareciera que la antropología cultural es
capaz de cumplir, en el campo más amplio de las ciencias sociales, la función
paradigmática que la física tiene en las ciencias naturales' (Geana 1992: 313). Yo lo
llamaría un enfoque orientado hacia la ciencia, pero hay otras opciones. Como ya se ha
señalado, el discurso no antropológico parece estar mal informado acerca de la
antropología. Si esto sucede en países con una disciplina institucionalmente bien
establecida, ¿qué podemos esperar de otros países? En los debates recientes sobre
temas políticos en los países postotalitarios está prácticamente ausente la dimensión
antropológica. Los temas que la antropología ha debatido durante más de un siglo (por ej.,
los conceptos de civilización y cultura) o durante los últimos decenios (por ej., la ética)
surgen difícilmente en los debates de las élites postotalitarias, incluyendo a las que se
puede considerar producto de una buena formación. Esto se debe en parte al hecho de
que la antropología, como una de las 'ciencias pseudoburguesas' del hombre, fue
prohibida durante mucho tiempo en numerosos países y, por lo tanto, no era fácilmente
accesible. La antropología tiene que encontrar su 'lugar bajo el sol', pero si no aborda los
temas importantes del mundo actual, tiene muy escasas posibilidades de ser reconocida y
respetada.
No sólo está en juego el 'contenido científico' sino también la identidad cultural y
psicológica: 'La etnología en Croacia escribe hoy su propia historia como emancipación de
las redes hegemónicas e ideológicas' (Prica, 1995: 11). Es evidente que nuestras
clasificaciones son profundamente relativas . Lo que el autor describe es un objetivo,
mientras que en otras tradiciones nacionales representa un punto de partida al
relacionarse con Occidente. Por otro lado, ha habido personas en Occidente que creían
que lo moderno estaba en el Este. A los del Este les costaba entender esta actitud, que se
percibía como absolutamente 'no moderna'. Actualmente, la realidad de los países del
Este a veces se considera 'posmoderna' en el sentido de la disolución de sistemas
ideológicos claramente definidos, y por ello la posmodernidad se convierte en un concepto
ideológico.
Para que la antropología sea capaz de sobrevivir en un mundo moderno, tiene que volver
a la función, desempeñada en el pasado, de formular preguntas que interesen no sólo a
los antropólogos. Es por esto que la antropología, siempre y cuando sea una ciencia
humanista y social en lugar de una especie de botánica, ha tenido siempre, en sus
mejores expresiones, la tendencia a ir más allá de los límites establecidos por otras
disciplinas, desarrollando una sólida relación interdisciplinaria con la historia, la sociología
y la filosofía. Esto es un hecho positivo para la antropología, y creo que también lo es para
otras disciplinas que se pueden beneficiar de este vínculo.
Tengo la impresión (que podría revelarse falsa) que cuanto más amplia la comunidad
antropológica y cuanto más abierta esté a la discusión en su propio seno (que en gran
medida es posible gracias al lenguaje común de sus miembros), más beneficioso será
para la disciplina y su futuro. Pienso en la American Anthropological Association
(denominada simplemente 'AAA') con su abundante cantidad de miembros y sus
importantes reuniones.
Al parecer, la EASA, que es muy diferente y fue creada hace sólo siete años, está
llegando a un punto similar. Uno de sus miembros más eminentes, Fredrik Barth, en su
discurso inaugural de la Cuarta Conferencia de la EASA, celebrada en Barcelona entre el
12 y el 15 de julio de 1996), reivindicó la necesidad de llevar a cabo 'actividades
orientadas a la práctica' y actualizadas con el fin de que la antropología pueda dirigirse al
mundo y hacerse respetar más por legos y especialistas de otras disciplinas. Lo
interesante no fue sólo esta reacción del orador sino la una reacción positiva, del público,
en general,
Se puede decir que algo por el estilo ya existe. La antropología aplicada, los estudios
sobre desarrollo, la investigación sobre el conflicto, la informática, la drogadicción, la
ecología cultural, el estudio de organizaciones y otras subdisciplinas. También hay
antropólogos que trabajan en instituciones como el Banco Mundial. Pero aquellos que no
pertenecen a la especialidad no lo reconocen como antropología. Desde luego, no
practicamos nuestra disciplina para complacer a los no especialistas, pero ¿acaso no es
ése uno de nuestros principales errores? No sería una tarea muy ardua demostrar que
aún se nos considera generalmente como un curioso atado de lunáticos que coleccionan
objetos para los museos y estudian las extrañas costumbres de los habitantes de la selva.
Sabemos que esto no es así (al menos no en un 100%) pero aunque resulte triste
reconocerlo, esa antropología, a pesar de sus bellos atributos, tiene poca cosa que decir
acerca de lo que sucede en nuestro entorno. Resulta paradójico, pero de hecho es una
especie de pervivencia (y merece la pena estudiarla como cualquier otra pervivencia
cultural) de tiempos pretéritos.
Conclusiones
salta de un tema a otro, en una especie de 'ciclo de conferencias', con el fin de tratar un
tema moderno y de candente actualidad.
Hay una cosa que puede hacer perdurar a la antropología como parte indispensable del
mundo moderno: formular preguntas y respuestas acerca de la sociedad moderna. En mi
opinión, la antropología se vuelve realmente significativa cuando no es una 'ciencia
compleja del hombre y la sociedad', sino cuando se convierte en un modo filosófico de
pensar los seres humanos y la cultura.
Una vez descartadas en aquellos sistemas que merecen ser considerados democráticos
las limitaciones históricas al derecho de sufragio pasivo de quienes pertenecían a
determinadas razas, etnias o grupos culturales, subsisten, sin embrago, casos en los que
se reserva a aquellos determinados puestos.
Se trata de acciones positivas dirigidas a asegurar la representación de grupos
minoritarios, de los que son ejemplo las previsiones en las constituciones de la India y
algunos de los estados que forman parte de la Federación India ver Reserva de Escaños
para Minorías en la India ; la del Canadá ver Comunidades de Interés en Canadá, o la de
un cierto número de estados Iberoamericanos.
Para valorar estas reservas, hay que partir de una distinción entre las que pretenden
asegurar efectivamente la representación de grupos específicos de las que reflejan, en
realidad, una discriminación negativa repudiable. Un ejemplo de esto último fue el régimen
de apartheid sudafricano, en el que se incorporaron sendas cámaras especiales para
ciudadanos de origen indio y para otras etnias, pero excluyendo en todo caso a los
negros.
de esta manera a comunidades definidas que podrían correr en otro caso un riesgo
evidente de marginalidad política. Una forma usual de sortear esta posibilidad consiste en
limitar la discriminación positiva a un plazo en el que debe haber quedado superada la
causa que la justificaba