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Colectivo de dos

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Una conversación
En una entrevista en televisión, Carmen Martín Gaite decía que escribir era un sucedáneo
de la conversación: «si siempre pudiéramos hablar bien con toda la gente, tal como
queremos y tuviéramos un tiempo, un plazo narrativo, una pausa, para hablar y ser
escuchados y escuchar, quizás no escribiríamos. Es un sucedáneo, en vista de que no
encuentras ese interlocutor, te pones a escribir. (...) Lo que motiva todas las neurosis del
ser humano es lo mal que habla con sus semejantes.»

Una especie de conversación, un espacio de dos personas hablando, es lo que Belén


Gopegui nos presenta en Quédate este día y esta noche conmigo. Aquí dos personajes
envían un currículum vitae a Google, currículum que constituye la historia de la novela. A
la extrañeza de convertir un currículum en una novela se añade algo no menos extraño:
una voz plural.

No es la primera vez que Belén Gopegui intenta algo parecido, ya en El padre de


Blancanieves había hecho hablar a un colectivo, la asamblea. La peculiaridad de Quédate
este día y esta noche conmigo está en que el cuerpo de la novela toma la forma de una
solicitud de trabajo que se escribe entre dos, pero no a dos manos, como sería razonable
pensar, sino como si Mateo y Olga (sus protagonistas) constituyeran un sujeto diferente,
un colectivo de dos; dicho de otro modo: se trata de la posibilidad de que de la unión de
dos personas surjan entes nuevos, algo que no es solo un asunto que concierne a la
ficción sino que se da también, según la autora, en la vida real.

Tanto Mateo como Olga saben que Google tiende a preguntar las cosas que ya sabe. Lo
que ellos se proponen desautoriza la autoridad del contrato del currículum vitae estándar
para ser ellos mismos quienes elijan cómo confeccionar un modelo propio mediante
palabras con el cual poder llegar a entrar en los sueños de Google. Cualquier otra cosa
sería repetición. De este modo, la propia escritura del currículum se rebela revelando la
dignidad que está en lo que Google ignora, pues la propuesta de Mateo y Olga no es dar a
Google lo que pide sino lo que ellos necesitan.

problemas políticoS
En la presentación del libro que tuvo lugar en La Térmica, en Málaga, el pasado viernes 3
de noviembre, ante una pregunta sobre el riesgo que conllevaba la escritura de la novela,
la autora indicó que más que riesgo es un deber de quien escribe el probar cosas nuevas
para encontrar caminos y salidas, más en momentos complejos como el actual y que la
escritura de Lo real había marcado un antes y un después en su trayectoria literaria.
Curiosamente, a pesar de que en la cultura de empresa arriesgarse está bien valorado, en
literatura no es así, señaló.

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Dos de las principales preocupaciones de Mateo y Olga a lo largo de sus conversaciones
son la libertad y la meritocracia. En la novela nos queda claro que la igualdad no es un
punto de partida sino algo que hay que cultivar. Según la autora, lo que hay que denunciar
es el mito de la igualdad de oportunidades, pues no hay nada más utópico. Todo cuanto se
usa para conseguir la igualdad de oportunidades acaba sirviendo para reforzar la
desigualdad y la desigualdad no se corrige con becas sino con un cambio de condiciones.

Otra de las cuestiones clave es ver qué cosas dependen de nuestra voluntad y cuáles no.
Según Belén Gopegui son pocas las cosas que dependen de nuestra voluntad. El
verdadero problema es cómo nos organizamos para vivir dignamente, es decir, no es tanto
un problema de mérito como una cuestión de cómo se trata a las personas. Pero aunque
sea poco lo que podemos elegir, esto no significa que no haya que luchar.

Una de las cosas que habría que intentar hacer, según ella, es incluir a la ciencia en todos
los pequeños espacios de militancia y a las personas que trabajan en esos ámbitos. Su
ausencia se hace evidente en la redacción de los manifiestos, pues suele pedirse la firma
solo a directores, actores o escritores, pero no a la gente que trabaja en un laboratorio
farmacéutico, un centro de inteligencia artificial o una fábrica de componentes electrónicos
y sería interesante que ellos estuviesen ahí, piensa la autora.

Por otro lado, en la cuestión del I+D, no se trataría únicamente de reclamar mayor
presupuesto en I+D sino de saber de qué I+D se trata; saber, por ejemplo, por qué las
patentes de las universidades pasan directamente a una empresa privada o por qué los
correos de todas las universidades españolas son gestionados por una compañía
estadounidense como Gmail. Que los datos de la investigación de un país y las
conversaciones de sus profesores estén en un servidor de Estados Unidos es un problema
político (en realidad, una nueva forma de imperialismo).

NO TODO SEGUIRÁ IGUAL


En un momento de la novela Olga reconoce que la probabilidad de que su solicitud llame
la atención de los reclutadores es baja, pero será mayor que el envío de una solicitud
normal. Más allá del éxito o el fracaso de la solicitud, el acto de escritura de ese currículum
propio tiene repercusiones en ellos, así que «aquí no todo seguirá igual.»Algo parecido
sucede en la literatura a la que nos acostumbra Gopegui, también tras la lectura de sus
libros algunas cosas dejan de ser como parecían, nosotras dejamos de ser quienes
éramos.

En Quédate este día y esta noche conmigo se crean las condiciones para un espacio
donde dos personas pueden hablar y nos recuerdan que sigue existiendo un sitio, la
literatura, en donde es posible prolongar una conversación e incluso hablar mejor con
nuestros iguales.

Solo en el mejor de los mundos posibles no sería deseable algo semejante.

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