0 valutazioniIl 0% ha trovato utile questo documento (0 voti)
139 visualizzazioni8 pagine
El Padre Álvaro Calderón refuta algunas afirmaciones de Mons. Fellay sobre la validez y legitimidad de los sacramentos reformados por Pablo VI. El Padre Calderón sostiene que el nuevo rito de consagración episcopal es ilegítimo pero probablemente válido, mientras que Mons. Fellay reconoce la validez de todos los sacramentos reformados siempre que se celebren con la intención debida, lo que contradice la postura tradicional de la FSSPX.
El Padre Álvaro Calderón refuta algunas afirmaciones de Mons. Fellay sobre la validez y legitimidad de los sacramentos reformados por Pablo VI. El Padre Calderón sostiene que el nuevo rito de consagración episcopal es ilegítimo pero probablemente válido, mientras que Mons. Fellay reconoce la validez de todos los sacramentos reformados siempre que se celebren con la intención debida, lo que contradice la postura tradicional de la FSSPX.
El Padre Álvaro Calderón refuta algunas afirmaciones de Mons. Fellay sobre la validez y legitimidad de los sacramentos reformados por Pablo VI. El Padre Calderón sostiene que el nuevo rito de consagración episcopal es ilegítimo pero probablemente válido, mientras que Mons. Fellay reconoce la validez de todos los sacramentos reformados siempre que se celebren con la intención debida, lo que contradice la postura tradicional de la FSSPX.
El P. Álvaro Calderón, profesor de Filosofía y Teología Dogmática en el
seminario de Buenos Aires de la FSSPX, y autor de diversos textos de extraordinaria calidad, como“La Lámpara Bajo el Celemín” y “Prometeo, la Religión del Hombre”; ha publicado en la revista “Sí Sí No No” n° 267, de noviembre de 2014, un estudio titulado “Si las consagraciones episcopales reformadas por Pablo VI son válidas”. Aunque el objeto principal del artículo es responder a las objeciones que los sectores sedevacantistas oponen a la validez del nuevo rito de consagración episcopal, en este estudio del P. Calderón quedan refutadas algunas afirmaciones gravemente erróneas desde el punto de vista de la teología sacramental, hechas por Mons, Fellay en su nunca retractada “Declaración Doctrinal” de abril de 2012.
Dice Mons. Fellay en el N° 7 de esa Declaración Doctrinal: “Nosotros
declaramos reconocer la validez del sacrificio de la Misa y de los Sacramentos celebrados con la intención de hacer lo que hace la Iglesia según los ritos indicados en las ediciones típicas del Misal romano y de los Rituales de los Sacramentos legítimamente promulgados por los papas Paulo VI y Juan Pablo II.”
En consecuencia, el Superior General:
a) Reconoce la validez de todos los sacramentos reformados por los modernistas, siempre que sean celebrados con la intención debida. Los elementos a considerar para juzgar la validez de los Sacramentos son tres: materia, forma e intención del ministro verdadero. Mons. Fellay no objeta nada ni en cuanto a la materia, ni en cuanto a la forma en los Sacramentos Novus Ordo, refiriéndose sólo al requisito de la intención debida del celebrante. Sin embargo, en los seminarios de la FSSPX siempre se enseñó que hay dudas graves acerca de la validez de varios sacramentos reformados, debido a los cambios introducidos por los modernistas en cuanto a la materia, a la forma o a la intención. Por ello también siempre existió en la Fraternidad la sana costumbre de confirmar bajo condición a los confirmados en el Novus Ordo y de ordenar bajo condición a los Sacerdotes ordenados según los ritos de Pablo VI. La Extremaunción se consideró siempre como muy probablemente inválida, etc.
b) Declara que esos Sacramentos fueron legítimamente promulgados,
expresión ambigua (¿dice que son los Sacramentos los legítimos o dice que lo legítimo es sólo el acto de promulgación de éstos?) que ha sido interpretada por la generalidad de los católicos como una aceptación, sin más, de la legitimidad de los Sacramentos del Novus Ordo. Sobre el concepto de “legitimidad”, ver acá.
Pues bien, el P. Calderón dice lo contrario: el rito de consagración
episcopal (que es Sacramento) es “ciertamente ilegítimo” y “probablemente válido” (recalcando que "no hay certeza de su validez").
He aquí las citas de lo esencial (negrita y cursiva como en el original):
“El nuevo rito es ciertamente ilegítimo.
El nuevo rito, que Pablo VI pretendió promulgar por su constitución apostólica Pontificalis Romani, es ciertamente ilegítimo, por la acumulación de dos motivos: primero, porque ningún Papa tiene autoridad como para abrogar la tradición litúrgica romana y, menos todavía, inventar un rito en ruptura con toda la tradición católica; segundo, porque el contagio con las doctrinas modernistas lo hacen nocivo a la fe y no puede tener valor de ley una determinación contraria al bien común de la Iglesia. (…) Por todo esto, aún cuando el rito, considerado en sí mismo, fuera totalmente ortodoxo y mejor en la expresión de la doctrina del episcopado, no sería legítimo, porque ningún Papa tiene autoridad para romper con la tradición litúrgica de la Iglesia. La invención de un nuevo rito es un acto ciertamente ilegítimo, por más que sea un Papa o un ángel del cielo quien pretenda establecerlo. (…) (…) así como la Fraternidad se ha visto obligada a declarar la ilegitimidad del Novus Ordo Missae, por causa de las doctrinas del Misterio Pascual que lo animan (…), así también hay que reconocer que el novus ordo de consagración episcopal es ciertamente ilegítimo.
El nuevo rito es probablemente válido.
Un rito sacramental puede ser ciertamente ilegítimo, pero no por eso es necesariamente inválido. (…) Si consideramos la materia, forma e intención del nuevo rito de consagración episcopal en el contexto del rito y en las circunstancias de su institución, nos parece que es muy probablemente válido (…) Pero creemos también que no hay certeza de su validez (…) (…) Ahora bien, en un asunto de máxima importancia para la vida de la Iglesia, como lo es la validez del episcopado, se hace necesario tener absoluta certeza. Por lo tanto, para poder aceptar con tranquilidad de conciencia este rito, sería necesario no contar solamente con la sentencia de teólogos, sino con la sentencia infalible del Magisterio. En cuanto a la actitud práctica a sostener frente a las nuevas consagraciones episcopales, nos parece justificada la que hasta ahora había sostenido la Fraternidad: (nótese este pretérito: “había sostenido”. Nota del blog) (...) (…) los defectos positivos y objetivos que sufre este rito, que impiden se tenga certeza de su validez, nos parece que (…) justifican y hacen necesario la reordenación bajo condición de los sacerdotes consagrados por obispos nuevos y, llegado el caso, la reconsagración bajo condición de estos obispos. No se puede sufrir tales incertidumbres en la raíz misma de los sacramentos.”
DE LA LEGITIMIDAD DE LA NUEVA MISA EN EL
PREÁMBULO DEL 15 DE ABRIL DE 2012 Nuestro buen sentido católico, ese sensus fidei que guía a las almas hacia lo Bello, lo Verdadero, hacia el Bien, nos muestra de manera natural que esta declaración es un texto ambiguo, complicado, que se aleja de la simplicidad que animaba a un San Pío X, a un Monseñor Lefebvre, o al padre Calmel. Sus textos eran siempre comprensibles hasta para el más simple, el más ignorante de los fieles. Ellos iluminaban la inteligencia, destilaban sanamente la luz de la doctrina que penetraba muy profundamente en las almas.
¿Podemos tener este mismo juicio concerniente a esta declaración
doctrinal? De la misma confesión del padre Thouvenot, no, porque habrá que explicársela a los sacerdotes en el próximo Cor Unum. ¿Pero no es lo propio de un texto modernista y liberal el ser ambiguo, que al leerse puede ser interpretado de diferentes maneras, y que debe ser explicado para que todo el mundo concuerde en la buena interpretación, buena interpretación que podrá cambiar en función de las circunstancias?
No voy a tratar de explicar todas las ambigüedades y los errores
contenidos en este texto, le dejo esta tarea a los teólogos y a los sacerdotes mejor calificados. Sin embargo, haré algunas observaciones concernientes a los nuevos sacramentos y particularmente a la nueva misa que un simple fiel tiene el derecho de hacer porque se trata de su alma, y no tenemos más que una, una solamente, que debemos salvar.
Primera observación : en este preámbulo doctrinal del 15 de abril de
2013, se afirma :
Nosotros declaramos reconocer la validez del sacrificio de la Misa y
de los Sacramentos celebrados con la intención de hacer lo que hace la Iglesia según los ritos indicados en las ediciones típicas del Misal romano y de los Rituales de los Sacramentos legítimamente promulgados por los papas Paulo VI y Juan Pablo II.
Lo que siempre y hasta hace poco escuché decir, es que la nueva
misa es ilegítima. En su último editorial a los Amigos y benefactores, nuestro superior de Distrito no escribe :
« La nueva misa no puede agradar a Dios porque es engañosa,
nociva y equívoca:“Ella no puede ser el objeto de una ley obligatoria como toda la de la Iglesia. En efecto, la ley litúrgica tiene por objeto de proponer con autoridad el bien común de la Iglesia y todo lo que se requiere. La nueva misa de Paulo VI, representando la privación de este bien, no puede ser objeto de una lei: ella no solamente es mala sino que también es ilegítima, a pesar de todas las apariencias de legalidad de que la pudieron rodear y que todavía la rodea”(Padre Jean-Michel Gleize: “Vaticano II en debate”, página 63). http://www.laportelatine.org/district/france/bo/lab80_130103/lab 80_130103.php
Entonces ¿ a quién debemos creer ahora: Al Superior general que
tiene rango de obispo, al padre de Cacqueray, que es superior de Distrito de Francia, o el teólogo calificado que es el padre Gleize? Esta cuestión de la legitimidad o no de la nueva misa es una cuestión crucial del combate de la Tradición para preservar la doctrina y la Fe de siempre y para que nuestra pertenencia a la Tradición no se reduzca solamente a una cuestión de sensibilidad. Segunda observación : Desde junio, se nos dijo que Monseñor Fellay no pudo firmar el día 13 de junio el acuerdo basado sobre este Preámbulo doctrinal porque Roma le pidió reconocer el concilio Vaticano II y la licitud de la nueva misa. Este término de licitud no había sido empleado antes en nuestro medios. Intrigado, verifiqué las definiciones en diferentes diccionarios y pude constatar que legitimidad y licitud quieren decir, en un matiz muy sutil, la misma cosa.
Licitud :
En teología : cualidad de lo que es objetivamente bueno.
Derecho canónico: carácter de un acto permitido por la ley. “Todas las condiciones son observadas para que el sacramento sea administrado de conformidad a las exigencias de la mora y del derecho canónico (…) la licitud y la validez plantean condiciones en el ministro, la materia y el sacramento (Teol. Cat. 14, 11939, pág. 635)”
Legitimidad:
Cualidad, estado de lo que es legítimo, conforme al derecho, a la ley.
Conformidad de alguna cosa, de un estado, de un acto, con la equidad, el derecho natural, la moral.
Legítimo:
Que es conforme al derecho positivo.
Que es conforme a la equidad, que está fundado en el derecho natural, la moral, la ley divina. Que está dictado, justificado explicado por el buen derecho, el buen sentido, la razón.
Concluyo que ahora en la Fraternidad algunos pasaron:
- del sólo reconocimiento de la validez de estos nuevos sacramentos,
siempre y cuando sean "celebrados con la intención de hacer lo que hace la Iglesia” (que era la opinión de Monseñor Lefebvre [supuesto el cumplimiento de los requisitos tocantes a la materia, a la forma y a la condición del ministro. "Para la validez de una misa existen condiciones esenciales: la materia, la forma, la intención y el sacerdote válidamente ordenado. Si se cumplen estas condiciones no se ve cómo se podría llegar a la conclusión de la invalidez." (Mons. Lefebvre, "Carta Abierta a los católicos Perplejos", cap IV. Nota del Blog])
- a reconocer igualmente su legitimidad, es decir, de su conformidad
a la ley divina según la definición mencionada arriba (legitimidad que Monseñor Lefebvre siempre impugnó).
- pero ellos niegan todavía la licitud de estos nuevos sacramentos, es
decir que sean objetivamente buenos.
Si alguna cosa es legítima porque es conforme a la ley divina, esta ley
divina no puede ser mas que buena, porque viene de Dios, por lo tanto esta cosa tiene obligatoriamente la cualidad de lo que es objetivamente bueno. Por consecuencia, si los nuevos sacramentos son legítimos, entonces son conformes a la ley divina objetivamente buena, por lo que adquieren este carácter objetivamente bueno que hace su licitud. En conclusión, ya nada formal se opone a que asistamos o recibamos esos nuevos sacramentos, solamente nuestra sensibilidad podría evitarlo.
Para concluir, si algunos en la Fraternidad admiten la legitimidad de
la nueva misa, admiten implícitamente su licitud. O ellos no tienen la misma definición de los términos. O no les importa una contradicción más. Lo que ya hemos mencionado. Para nosotros los fieles, lo más conforme a la ley divina y lo mas sabio por el bien de nuestras almas, es atenerse a la opinión de Monseñor Lefebvre:
“…esta unión querida por los católicos liberales entre la Iglesia y la
Revolución, ¡es una unión adúltera! De esta unión adúltera no pueden venir más que bastardos. ¿Y quiénes son los bastardos? Son los ritos. El rito de la nueva misa es un rito bastardo. Los sacramentos son sacramentos bastardos. Ya no sabemos si son sacramentos que nos dan la gracia o no lo hacen. No sabemos si esta misa nos da el Cuerpo y Sangra de Nuestro Señor Jesucristo o si no lo hace.”(Sermón de Monseñor Lefebvre en Lille, el 29 de agosto de 1976) Um Fiel. LA SAPINIÈRE