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Biblical Christian

Translators Association
www.bctassociation.org

Convirtiéndose en Ester
(Becoming Ester)
Por Charo y Paul Washer
Tomado de la revista HeartCry Society, Febrero-Marzo de 2003.
Un artículo publicado originalmente en la revista HeartCry, Volumen 3, Enero de 1998.

Fuente: http://www.heartcrymissionary.com/download.php?file=BecomingEster_by_CharoWasher.pdf
Publicado por: HeartCry Missionary Society
Proporcionado: http://www.heartcrymissionary.com
Traducción: The Biblical Christian Translators Association
Traducción: Ana Lucía Franco León
Proofreading: David Franco
Copyright / Creative Commons v3.0
Licencia de la http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/3.0/
Traducción:
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adicionales: HeartCry Missionary Society: http://www.heartcrymissionary.com
Website de BCTA: www.bctassociation.org

La mujer devota
“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?...”.

Convirtiéndose en Ester
Por Charo y Paul Washer

Tomado de la revista HeartCry Society, Febrero-Marzo de 2003

“Pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”.
1 Samuel 16:7

“Y cuando llegaba el tiempo de cada una de las doncellas para venir al rey Asuero, después
de haber estado doce meses conforme a la ley acerca de las mujeres, pues así se cumplía el
tiempo de sus atavíos, esto es, seis meses con óleo de mirra y seis meses con perfumes
aromáticos y afeites de mujeres, entonces la doncella venía así al rey. Todo lo que ella pedía
se le daba, para venir ataviada con ello desde la casa de las mujeres hasta la casa del rey”.
Ester 2:12-13

Siempre me ha maravillado el tipo de preparación que la futura reina Ester tuvo que
atravesar antes de poder ir ante el rey Asuero.

¿Alguna de nosotras querría atravesar doce meses de tratamientos de belleza antes de


conocer al hombre de nuestros sueños? Probablemente no, pero aún así, imagina las
posibilidades. Un año apartada para un solo propósito: convertirte en todo lo que puedes ser
para la persona que más amas. Un tiempo precioso para cultivar la belleza, para hacer una
inversión en educación y etiqueta, para fortalecer la virtud y construir el carácter.

La preparación de Ester me recuerda ese precioso tiempo entre el despertar del deseo en el
corazón de una mujer joven de compartir su vida con un compañero y el momento en el que
camina rumbo al altar. Para muchos, este tiempo de preparación aparenta ser nada más que
un tiempo de espera. Las mujeres solteras a menudo se ven a sí mismas como esperando
en el anaquel mientras la vida pasa frente a ellas; como si estuvieran solamente calentando
la banca. Ellas no se dan cuenta de que están desperdiciando el momento más importante
de sus vidas, están negándose a sí mismas un enorme gozo y recompensa, están negándole
a su futuro esposo una mujer más virtuosa y están negándole a Dios una sierva a través de
la cual Él desea hacer grandes cosas.

Así como Ester tuvo que ser preparada antes de poder ser la reina de un reino entero, la
mujer debe de ser preparada antes de poder embarcarse en uno de los más importantes y
difíciles llamados en la vida: el matrimonio y la maternidad. Ester tuvo que aprender las
costumbres del reino al que ella pertenecía, tuvo que aprender las costumbres de la vida en
la corte, los desafíos intelectuales, emocionales y espirituales de tan elevada posición. Para
decirlo más claro: Ester tuvo que ser transformada de una jovencita a una reina antes de
poderse acreditar el título y jugar el rol. De esa misma manera, la cristiana soltera debe
aprender las costumbres del Reino de los Cielos antes de unirse con aquel que Dios está
preparando para ella. Ella debe de estar preparada intelectual, emocional y espiritualmente
no por sirvientes de la corte en algún templo pagano, sino por Dios mismo, Su Palabra y por
otras mujeres devotas que han sido preparadas antes de ella.

La soltería no es ni una pérdida de tiempo ni una espera con los brazos cruzados, sino que
es un tiempo que Dios ha reservado especialmente para la mujer para convertirla en lo que
Él quiere que sea y usarla en maneras que quizá sean imposibles después del matrimonio.
La soltería es un tiempo en el que una mujer debe cultivar las virtudes que son parte de ser
una mujer de Dios, para que ella pueda ofrecer a su futuro esposo y al mundo algo más que
solo una cara bonita.

Recuerda a lo largo de tu soltería que no eres la única que está soltera, también tu futuro
esposo está pasando por la misma etapa que tú. ¿No sería algo terrible conocer finalmente
al hombre que se convertirá en tu esposo solo para darte cuenta de que él ha usado su
soltería para servir a Dios y para prepararse a sí mismo para ser un mejor esposo para ti

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mientras que tú no usaste la libertad de tu soltería para servir al Señor, ni aprovechaste la
capacitación que Dios te ofrecía? ¿No sería algo terrible también darte cuenta de que tu
esposo pasó sus días como hombre soltero orando por tus necesidades y por la obra de Dios
en tu vida, mientras que tú ni oraste por él ni respondiste a la gracia de Dios que te fue
otorgada como resultado de sus oraciones?

Es algo maravilloso cuando Dios bendice a una mujer con un esposo. Ese alguien especial
quien es perfecto para ella puesto que ha sido cuidadosamente diseñado por Dios para ser
uno solo con ella. Es un verdadero gozo para la mujer mirar hacia atrás y recordar como
Dios le permitió esperar en Él y que Él fue fiel para bendecirla. Es incluso un gozo mayor
para ella saber que su tiempo como mujer soltera fue también un tiempo de buscar a Dios y
de serle fiel a Él y a Su propósito. Que ella en ningún momento quiso huir de ese estado sino
que deseaba confiar solamente en Dios y esperar en su soberanía y gracia.

De ninguna manera es una tragedia ser una mujer Cristiana soltera sin embargo, las
costumbres del mundo se han infiltrado nuevamente en la Cristiandad con la falsa idea de
que lo es. Una de las mentiras más grandes es que si tú no tienes a alguien o no estás
activamente buscándolo, algo malo sucede contigo. Otra mentira es que la mujer soltera
debe salir con hombres como si buscar esposo fuera igual que ir a comprar en una plaza
comercial. Pero una mentira incluso más grande es que la mujer soltera debe entregar su
cariño y afecto indiscriminadamente para que pueda ser más experimentada y saber que
hacer cuando finalmente encuentre al hombre de su elección. Mi querida cristiana, es una
mentira y una afrenta a Dios decir que la experiencia es la mejor maestra cuando de hecho,
es Dios quien es el mejor maestro y aunque el lema del mundo sea “vive y aprende”, el
consejo de la Biblia es “aprende y vive”. No necesitas ser una experta, solo necesitas ser
conocedora de lo que Dios ha dicho y ser obediente a ello. No deberías estar buscando al
hombre de tu elección sino que deberías estar esperando al hombre elegido por Dios. Y
cuando el venga, no serán las experiencias pasadas las que harán funcionar tu matrimonio,
sino la castidad, pureza y santidad pasadas. Deberíamos apartar nuestros rostros de las
costumbres y experiencias de este mundo de maldad y buscar solo las cosas que Dios ha
puesto en el camino que Él ha preparado para nosotras.

Dios sabe exactamente lo que necesitas y Él incluso conoce mejor que tú los deseos de tu
corazón. A Dios le encantan las sorpresas. El no quiere que tu andes buscando a tu esposo,
Él quiere traértelo a ti y probablemente en el momento en que menos lo esperes. Si
desobedeces este consejo, al igual que muchas otras mujeres antes que tú, y te das a la
tarea de buscar por ti misma un compañero, quizá encontrarás a alguien, pero existe la
posibilidad de que ese alguien no sea el indicado.

Como mujeres, nuestra naturaleza desea la compañía y camaradería de un hombre. Esto


viene de Dios y por lo tanto es bueno. Pero al mismo tiempo estamos equivocadas al pensar
que si no llenamos esta necesidad, moriremos. Tener a alguien como compañero no es
como la necesidad de respirar. Eso quiere decir que puedes sobrevivir sin un compañero, al
menos hasta que Dios haya hecho su obra perfecta en ti. Recuerda las Escrituras: “pero fiel
es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir…”. (1 Corintios 10:13)

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He descubierto que hay dos razones principales por las cuales una persona necesita
“desesperadamente” de alguien más. Primero que nada, es porque no conocen a Dios como
deberían. ¿Acaso no es Dios el Dios de toda consolación? ¿Acaso no es Cristo el Señor que
lo llena todo? ¿Entonces por qué nos quejamos sobre lo solas y vacías que nos sentimos?
¿Podría ser que Dios extiende nuestro tiempo de soltería para que podamos encontrar
nuestra vida en Él y para aprender a estar completas en Él? Si buscamos casarnos porque
sentimos que un esposo llenará nuestras vidas o porque de alguna manera nos hará
completas, terminaremos lastimosamente decepcionadas en nuestro matrimonio. Ningún
hombre, no importa que tan parecido a Cristo sea, podrá jamás tomar el lugar de Dios en
nuestras vidas; pensar que eso es posible es idolatría pura. Si no estamos llenas de Dios
ahora y completas en Cristo en el presente, entonces ni siquiera un matrimonio de “ensueño”
será capaz de eliminar esa sensación de vacío.

La segunda razón para desesperadamente necesitar a alguien en nuestras vidas es el


egoísmo. Cuando necesitamos a alguien para sentirnos amadas o cuando necesitamos a
alguien para que nuestros sentimientos de vacío se disipen, entonces estamos deseando un
matrimonio por las razones incorrectas. El matrimonio no debe de buscarse como una
oportunidad de satisfacer nuestras necesidades, sino como una oportunidad de satisfacer las
necesidades de otro. Si no hemos aprendido a llevarle a Dios nuestras propias necesidades,
entonces probablemente vamos a abrumar a nuestro esposo con nuestras necesidades sin
estar al tanto de las suyas. Yo he conocido a mujeres Cristianas que pasan sus días
consumidas por sus propias necesidades y constantemente lamentándose de que Dios no ha
traído a alguien a sus vidas. ¿Pero por qué Dios debería confiarle un hombre devoto a una
mujer que esta absorta en si misma y en sus propias necesidades y que no hace uso de su
libertad como soltera para servir a Dios y preparase a sí misma para Sus propósitos? ¡Una
mujer así tendría muy poco que ofrecer a un esposo devoto!

My querida amiga, estar soltera así como estar casada debe de ser considerado un tiempo
muy especial y de gozo en la providencia de Dios. No debería ser considerado una mera
circunstancia o una maldición de la cual uno debería huir desesperadamente. Estar soltera
es un tiempo para aprender de Dios y de nosotras mismas, un tiempo para descubrir quienes
somos en Cristo y para conformarnos más a Él. Es un tiempo para ser fervientes en las
buenas obras y para involucrarse en la ministración a otros. Estar soltera tiene un encanto
propio que debe ser disfrutado en su tiempo porque una vez que pasa, no hay vuelta atrás.
Casi no hay nada más triste que una mujer ya casada que se lamenta por lo que pudo haber
sido y hecho durante su soltería. Todo se perdió por haberse apresurado a casarse sin tener
en consideración la obra o el plan de Dios.

Cada época en la vida tiene una belleza y una maravilla propias. Mi oración por todas las
mujeres Cristianas es que puedan disfrutar su tiempo a pesar de las mentiras del mundo.
Que puedan ser exigentes y no conformarse con menos que la perfecta voluntad de Dios.
Que puedan esperar pacientemente en Dios quien es el dador de todo don bueno y perfecto.
Que puedan ser como Ester, usando el tiempo que Dios considere necesario para hacerlas
bellas por dentro y por fuera.

Un artículo publicado originalmente en la revista HeartCry, Volumen 3, Enero de 1998.

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