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3. “el contrato existe desde que una o varias personas, consienten en obligarse… a dar alguna
cosa o prestar algún servicio“.
4. “el que por acción u omisión causa daño a otro, interviniendo culpa o negligencia, está
obligado a reparar el daño causado“.
En los dos últimos ejemplos la obligación tiene carácter patrimonial, se puede traducir en un
valor económico objetivo. En los dos primeros ejemplos la obligación no es susceptible de
valoración económica, aunque su incumplimiento puede dar lugar a una sanción pecuniaria o
multa.
La tradición jurídica del Derecho privado, sobre todo la jurisprudencia y la doctrina
especializada, reserva el nombre de obligación a las conductas con carácter patrimonial y habla
de deber en el otro ejemplo, cuando no es susceptible de valoración económica. De este modo,
la obligación se convierte en una subespecie de deber jurídico caracterizado por la posible
valoración patrimonial de la conducta del obligado, es decir, “deber jurídico patrimonializado”.
4º LA OBLIGACIÓN NATURAL COMO DEBER MORAL ( 2 VECES ).
Ambos requisitos parecen, en efecto, venir exigidos por la propia naturaleza de la figura, pues
de lo contrario estaríamos frente a un precontrato o ante una oferta de contrato.
Más discutible resulta fijar el carácter revocable o irrevocable de la promesa pública de
recompensa, pues si se opta por la revocabilidad la eficacia vinculante de aquélla quedaría en
agua de borrajas, mientras que considerar indefinidamente vinculado al promitente (como
ocurriría en el supuesto de irrevocabilidad) carece de sentido práctico alguno en los casos
generales. En realidad, el equilibrio de los posibles intereses en juego no requiere buscar
soluciones extremas, siempre rechazables en Derecho: la revocabilidad debe admitirse
siempre que alcance la misma publicidad o divulgación que la propia promesa o se haya
alcanzado ya el resultado o la actividad perseguida por el promitente.
Aunque los clásicos pensaban que se refería solo a la norma jurídica escrita, en la actualidad se
tiende a pensar en “ley” como concepto amplio, existiendo un paralelismo entre “fuentes de
obligaciones” y “fuentes del derecho”. De este modo, cualquier norma jurídica puede originar
obligaciones ex lege, tanto las leyes, como las costumbres como los principios generales del
derecho.
Como argumento a favor de esta idea se utiliza el Art. 1258 del Código Civil (Artículo 1258
CC: Los contratos se perfeccionan por el mero consentimiento, y desde entonces obligan, no
sólo al cumplimiento de lo expresamente pactado, sino también a todas las consecuencias que,
según su naturaleza, sean conformes a la buena fe, al uso y a la ley), que parece dejar claro que
también la costumbre, el uso y los principios generales del derecho generan obligaciones.
En cambio, como argumento en contra, el artículo 1090 dice de forma rotunda que sólo generan
obligaciones las leyes escritas. Además el artículo 1258 es engañoso, ya que lo que establece es
que el uso y la buena fe generan obligaciones contractuales, aunque no hubieran sido previstas
por las partes, pero no hace referencia a obligaciones legales.
El problema en este sentido radica en que sí se restringe las obligaciones a las leyes escritas no
se podría justificar la aplicación de la prohibición del enriquecimiento injusto, que parte de un
principio general del derecho (norma no escrita), que está aceptado de forma unánime por
doctrina y por jurisprudencia. Este es uno de los argumentos para que las obligaciones no se
limiten a la existencia de una norma escrita.
Estos dos supuestos, obligan a distinguir entre ambas formas de organizar la obligación, y
llevan a la idea de las obligaciones mancomunadas y solidarias.
Existe solidaridad impropia entre los sujetos a quienes alcanza la responsabilidad por ilícito
culposo, con pluralidad de agentes y concurrencia de causa única. Esta responsabilidad nace con
la sentencia de condena. Se trata de una responsabilidad de carácter solidario (proteger la
seguridad e interés social) para su aplicación se exige que no sea posible individualizar los
respectivos comportamientos ni establecer las distintas responsabilidades. La interrupción de la
prescripción de las obligaciones nacidas de solidaridad impropia no perjudica a todos, sino solo
a aquel a quien afecte directamente esto. Destacándose la salvedad siguiente: sin perjuicio de
aquellos casos en los que por razones de conexidad o dependencia, pueda presumir el
conocimiento previo del hecho de la interrupción, siempre que el sujeto en cuestión haya sido
también demandado. Si la solidaridad no nace sino de la sentencia (solidaridad impropia), la
interrupción de la prescripción respecto a uno de los deudores no alcanza al otro (no era deudor
solidario) solo es deudor desde que la sentencia lo declaró (pero no antes).
B. El Art. 1.137 CC ha sufrido varias interpretaciones mitigadoras de su drástica y rigurosa
normativa, la solidaridad también existe cuando las características del contrato permitan deducir
la voluntad de los
interesados de crear un vínculo de dicha clase, obligándoles con carácter solidario o bien que
sirve como garantía de los acreedores. Debemos tener claro que aunque no se exija pacto
expreso de solidaridad para que esta exista no significa que la regla general sea la solidaridad y
no la mancomunidad
Esta última norma, dirigida a regular la relación interna entre los codeudores solidarios una vez
que el acreedor ha sido satisfecho, demuestra que la responsabilidad del deudor solidario se
limita, en principio, a la cuota parte que le corresponda, pero que puede ampliarse en caso de
que cualquiera de los codeudores sea insolvente. Demuestra igualmente que las cuotas partes de
las personas interesadas en las obligaciones solidarias no tienen por qué ser iguales, ya que
habla de “a prorrata de la deuda de cada uno”, si fueran iguales el artículo diría que el reparto se
haría prorrateando la cuota del insolvente entre los restantes deudores solidarios.
De otra parte, el problema que plantea la aplicación del precepto viene representado por la
delimitación del concepto de insolvencia. ¿Resulta necesario que el deudor haya sido declarado
insolvente o basta que se encuentre en una situación patrimonial que le impida atender a sus
compromisos? No parece exigible acreditar dicha insolvencia mediante declaración judicial de
la misma, bastará con la falta de atención del pago de la cuota-parte de cualquier deudor
solidario para que el solvens pueda exigir el prorrateo a los demás deudores, incluyéndose él en
el cómputo. La concreción del prorrateo dependerá de la participación respectiva de los
deudores solidarios en la obligación:
Si las cuotas son iguales, el prorrateo es igual para todos
Deudor Porcentaje Cuota inicial Porcentaje final Cuota final
inicial
A 33,33% 1000 50% 1500
B 33,33% 1000 50% 1500
C 33,33% 1000 Insolvente
La regla general se establece en el art. 1.138 Código Civil según el cual, si el texto de las
obligaciones con pluralidad de sujetos no establece otra cosa, “el crédito o la deuda se
presumirán divididos en tantas partes iguales como acreedores o deudores haya, reputándose
créditos o deudas distintos unos de otros”. Ejemplo: 4 hermanos venden 1 finca que acaban de
heredar (mancomunidad activa), varios dentistas adquieren un piso para instalar una clínica
(mancomunidad pasiva).
La calificación legal de mancomunidad (pasiva o activa) no trae consigo la idea de una
obligación conjunta, sino todo lo contrario: una fragmentación y diversificación de los créditos
y deudas existentes, en función del número de acreedores y/o de deudores.
SOLIDARIDAD ACTIVA
En caso de que uno de los acreedores haya cobrado es evidente que, seguidamente, debe hacer
partícipes de dicho cobro a los restantes acreedores, ya que si no éstos verían burlados sus
legítimos intereses.
El art 1.143.2 CC, en su parte final (in fine), dispone “el que cobre la deuda responderá a los
demás de la parte que les corresponde en la obligación”. Según el precepto, lo que corresponde
a los demás acreedores en la relación obligatoria es una parte del crédito, que por el mecanismo
de la solidaridad, ha sido íntegramente cobrado por uno de ellos, al que se denomina accipiens
(acreedor que cobra). Este debe reembolsar a cada uno de los demás acreedores, la cuota parte
del crédito que les corresponde. Dicha cuota dependerá de la relación subyacente entre los
coacreedores, pues la igualdad de cuotas es una regla supletoria.
Los acreedores que no hayan participado en el cobro, pueden ejercitar su derecho de regreso
contra el accipiens, desde el momento en que éste haya cobrado y habrán de hacerlo cada uno en
su propio nombre y derecho por la cuota parte que le corresponda. Esto significa que el crédito
solidario, una vez satisfecho, dejar de ser solidario, y a partir de ese instante, las relaciones
internas entre los coacreedores se basan en las reglas de la mancomunidad y no en las de la
solidaridad.
Asimismo, la existencia de solidaridad comporta que cualquier actuación de cualquiera de los
acreedores solidarios sea determinante en la relación con el deudor y con la subsistencia o
extinción de la relación obligatoria de que se trate. El art. 1.143.1 CC establece que la
novación, compensación, confusión o remisión de la deuda, hechas por cualquiera de los
acreedores solidarios o con cualquiera de los deudores de la misma clase, extinguen la
obligación, para remachar seguidamente que el acreedor que haya ejecutado cualquiera de estos
actos (así como el que cobre la deuda), responderá a los demás de la parte que les corresponde
en la obligación.
La responsabilidad por reembolso del accipiens solidario se mantiene incluso en el caso de
que la extinción de la obligación tenga lugar por una causa diferente al pago o
cumplimiento propiamente dicho: novación, compensación, confusión o remisión de la deuda.
Quede claro que el acreedor solidario que mediante su acción individual haya dado origen a la
extinción de la obligación y, por tanto, a la liberación del deudor, ha de responder frente a sus
copartícipes de la parte correspondiente a cada uno de ellos.
Tales requisitos no se incorporaron al Código Civil de forma expresa al regular las obligaciones,
sino que quedaron referido en exclusiva al objeto de los contratos (art. 1271-1273), por lo que
tienen que ser trasladados al campo de las obligaciones.
4. El Art. 1.528 “la venta o cesión de un crédito comprende la de todos los derechos accesorios
como la fianza, hipoteca, prenda o privilegio”.
Son obligaciones principales las que poseen una autonomía o independencia propias, ya que su
existencia no depende de otra obligación preexistente
Serían obligaciones accesorias las que nacen como añadidos o complementos de otra relación
obligatoria respecto de la que tiene subordinación funcional y que desaparecerán en caso de que
la obligación principal despliegue por si misma los efectos que le son propios, o por el contrario
se extinga o sea declarada nula.
Suelen desempeñar una función de garantía del cumplimiento de la obligación principal o un
aseguramiento del derecho de crédito. También hay algunas que delimitan el alcance de la
obligación principal: art 1.097 “la obligación de dar cosa determinada comprende la de entregar
todos sus accesorios, aunque no hayan sido mencionados”.
En la práctica es sumamente raro constituir convencionalmente relaciones obligatorias que
tengan por exclusivo objeto una obligación de no hacer, sino que se integra en una relación
obligatoria constituyendo una obligación accesoria o subordinada de otra prestación a la que
llamamos obligación principal.
En la mayoría de supuestos la obligación de no hacer tiene carácter subordinado de la pretensión
principal. Por ejemplo, la venta exclusiva de un producto.
La categoría de obligaciones accesorias o subordinadas tiene carácter general y puede darse en
cualquier relación obligatoria, sea positiva o negativa.
Los derechos reales de garantía representan siempre obligaciones accesorias respecto de la
relación obligatoria cuyo crédito garantizan.
Es más propio hablar de obligaciones con cláusula facultativa, pues la facultad de desistimiento
es una addenda (un añadido) a una obligación simple. Dado que realmente existe una sola
prestación en la relación obligatoria, en caso de resultar imposible su cumplimiento por causas
no imputables al deudor, la obligación se extingue y por tanto también la prestación facultativa
en cuando accesoria de aquélla.
La obligación simple no presenta problemas, la conducta del deudor debe estar dirigida a
realizar la prestación contemplada en el título constitutivo de la obligación. En cambio la
compleja puede estructurarse de dos formas: previniendo que el deudor ha de llevar a cabo todas
y cada una de las prestaciones objeto de la obligación o, contemplando la multiplicidad de
prestaciones de forma alternativa.
3.1. OBLIGACIONES CUMULATIVAS
Cuando la relación obligatoria tenga un contenido múltiple y las diversas prestaciones sean
todas ellas exigibles se habla de obligación cumulativa.
El deudor no se considerará liberado mientras no ejecute todas las prestaciones previstas. La
obligación cumulativa puede combinar prestaciones de dar, hacer o no hacer, o diversas
prestaciones de un mismo tipo.
3.2. OBLIGACIONES ALTERNATIVAS
A veces la multiplicidad de prestaciones puede responder a una previsión, más que a una
acumulación de prestaciones, pero que son igualmente exigibles de forma cumulativa (por
ejemplo, cena con varios menús alternativos). “El obligado alternativamente a diversas
prestaciones debe cumplir por completo una de ellas” Art. 1131. Por lo general, en la práctica le
corresponde al deudor la elección entre prestaciones alternativas, art. 1132.1 “la elección
corresponde al deudor, a menos que expresamente se hubiese concedido al acreedor”. A la
elección se le denomina técnicamente concentración.
La elección en las obligaciones alternativas es muy importante: una vez realizada, la obligación
deja de ser alternativa
“Cuando la elección hubiera sido expresamente atribuida al acreedor, la obligación cesará de ser
alternativa desde el día en que aquella hubiese sido notificada al deudor”. Art. 1136.1 CC, según
la doctrina sería simple, y estando concentrada, el deudor quedará liberado de la obligación si
por causas que no le sean imputables, resulta imposible el cumplimiento de la prestación
seleccionada.
Al contrario, mientras no tenga lugar la concentración, la imposibilidad de realizar alguna de las
prestaciones es intrascendente para la liberación del deudor, debiendo realizar alguna de las
posibles, según reglas de los art. 1134 a 1136 que pasamos a comentar:
“Concentración automática” o “pérdida del derecho de elección atribuido al deudor”,
cuando todas salvo una de las prestaciones devengan irrealizables. En el caso de que todas las
prestaciones hayan perecido por culpa del deudor, éste no queda liberado del cumplimiento,
debe responder ante el acreedor, con independencia de la facultad de elección.
Es más propio hablar de obligaciones con cláusula facultativa, pues la facultad de desistimiento
es una addenda (un añadido) a una obligación simple. Dado que realmente existe una sola
prestación en la relación obligatoria, en caso de resultar imposible su cumplimiento por causas
no imputables al deudor, la obligación se extingue y por tanto también la prestación facultativa
en cuando accesoria de aquélla.
Obligación de hacer: puede referirse a lo que hay que hacer o a quien lo tiene que hacer, en el último
caso se trata de una obligación personalísima (sólo la podría hacer esa persona concreta)
Obligación de no hacer: sólo se incumpliría la obligación si se realiza la prestación detallada, cualquier
otra prestación realizada no supone incumplimiento
Por tanto, cualquier relación obligatoria exige ser interpretada y en su caso, integrada para saber
cuál ha sido la voluntad de las partes en este aspecto.
Sin embargo, su aplicación es dificultosa en las obligaciones que no tienen origen convencional,
por ejemplo la responsabilidad extracontractual. En relación con estas, el TS ha concluido que el
lugar de cumplimiento debe coincidir con el lugar en que se ocasionó el daño. Para Lasarte esto
es desacertado, ya que genera una situación injusta, la reparación del daño debería hacerse a
favor de la víctima, por lo que el lugar debería ser el elegido por la víctima o su domicilio
habitual.
En la práctica, las obligaciones pecuniarias se cumplen a través de la Banca, y según
jurisprudencia TS respecto de las transferencias o giros, se entiende hecho el pago en el lugar
donde las cantidades se reciben.
36º LA EJECUCIÓN DE LA PRESTACIÓN DEBIDA POR UN EXTRAÑO A LA
RELACIÓN OBLIGATORIA : EL PAGO DEL TERCERO.
LA EJECUCIÓN DE LA PRESTACIÓN DEBIDA POR UN EXTRAÑO: LA ADMISIBILIDAD DEL PAGO
HECHO POR TERCEROS
Aunque parezca extraño, el Código Civil es partidario de que el cumplimiento de la obligación
pueda efectuarlo cualquier persona (art. 1.158); salvo en los casos de obligaciones
personalísimas (art. 1.161CC, intuitu personae en que “la calidad y circunstancia de la persona
del deudor se hubiesen tenido en cuenta al establecer la obligación”. Es decir, la persona fue
elegida teniendo en cuenta su profesión, arte u oficio.
Excluidas las obligaciones de hacer personalísimas, la regla es que cualquier persona pueda
llevar a cabo la ejecución de la prestación, con independencia de la posición en que, frente a
dicho intervención ajena, se encuentre el deudor. Estas posiciones del deudor son:
Que la ignore (Art. 1.158.1 CC)
Que conociéndola la apruebe (Art. 1.158.1 CC)
Que conociéndola, se oponga a ella (Art. 1.158.2)
misma ilícita en el caso enjuiciado. La doctrina científica sí contempla, entre las muchas
hipótesis que caben en el art. 1.158 CC, la de un acreedor ordinario que pague a otro preferente
para liberar un bien del deudor y promover ejecución sobre el mismo
✓La utilidad a que se refiere el párrafo último de dicho artículo debe entenderse, en sentido
objetivo, esto es, analizando si mediante el pago se ha producido un aumento del patrimonio del
deudor mediante la disminución de su pasivo, lo cual sucedió en el presente caso.
Con la crisis de los primeros años del siglo XXI, han proliferado los procedimientos concursales
y la aparición de terceros como solvens, con el consiguiente incremento de sentencias en este
sentido.
38º LA RECEPCIÓN DE LA PRESTACIÓN: EL PAGO AL ACREEDOR APARENTE
Y AL TERCERO ( 2 VECES) .
LA RECEPCIÓN DE LA PRESTACIÓN: EL PAGO AL ACREEDOR APARENTE Y AL TERCERO
Por antonomasia, el accipiens del cumplimiento será el propio acreedor, “la persona en cuyo
favor estuviese constituida la obligación” (art. 1162CC). No obstante, es obvio que el acreedor
podrá designar a un representante, o sin llegar a elevarlo a dicha categoría, habilitar a cualquier
persona para recibir el pago. Se suele hablar de adiectus solutionis causa, o persona designada
con ocasión del cumplimiento (secretaria, banco).
Cabe incluso que el cumplimiento se lleve a cabo a favor de una persona que, aparentemente
cuenta con la legitimación para cobrar, aunque realmente no la tenga. En tales casos se habla de
pago al acreedor aparente.
Pago al acreedor aparente: Se contempla en el 1164 CC, “el pago hecho de buna fe al que
estuviere en posesión del crédito, liberará al deudor”. Por ejemplo, al pagar a la persona que está
detrás de la barra, aunque luego resulte no ser el camarero. Para que se produzca tal efecto:
- Buena fe del deudor
- Objetivamente que el acreedor aparente actúe como verdadero acreedor (bien porque se
encuentre en posesión del título de crédito, ya porque se encuentre en una situación que, de
forma usual corresponde al acreedor o a la persona legitimada).
En la práctica nueva prestación consiste en dar, no obstante, cabe pensar en prestaciones de otra
naturaleza, por ejemplo de hacer, o más raramente de no hacer.
En caso de que la dación consista en la entrega de una cosa, serán de aplicación las reglas sobre
saneamiento por evicción que el Código Civil regula para la compraventa, según destaca en
muchos casos la jurisprudencia. ¿Puede la dación ser equiparada a la compraventa? La respuesta
es afirmativa para la doctrina y la jurisprudencia, y tampoco es extraña al Código Civil al
referirse alternativamente a la “compra o dación en pago…” (Art. 1521 CC)
Pero LASARTE estima que dicha asimilación solo puede ser instrumental, y en realidad se
aplican ciertas reglas del contrato de compraventa cuando resultan acordes con el esquema
propio de la dación en pago. La doctrina y jurisprudencia contemporáneas prefieren subrayar el
carácter extintivo (causa solvendi) del acuerdo de dación, que si bien tiene carácter negocial, no
llega a alcanzar la calificación de contrato propiamente dicho.
En la actualidad con la situación de crisis actual ha llevado a solicitar que la dación del
inmueble hipotecado, extinga tanto la responsabilidad hipotecaria como la responsabilidad
personal que conforme a las reglas tradicionales pesa o recae sobre el deudor hipotecario.
Esto ha dado lugar a que la nueva Ley 1/2013 de 14 de Mayo de medidas para reforzar la
protección de los deudores hipotecarios, haya acabado por incorporar como medida sustitutiva
de la enajenación hipotecaria, la posibilidad para el deudor de solicitar la dación en pago de su
vivienda habitual, lo que supondría la cancelación total de la deuda garantizada con hipoteca y
de las responsabilidades personales del deudor y de los terceros frente a la entidad por razón de
la misma deuda.
La LEC 2000 establece que "dentro de los 5 días siguientes a aquel en que se celebre la vista, el
tribunal dictará [...] la resolución que estime justa, fijando la cantidad que deba abonarse al
acreedor como daños y perjuicios " (art. 716). Da por hecho que es una suma de dinero,
determinada de una manera convencional o por vía judicial.
8.2. LA INDEMNIZACIÓN DE DAÑOS Y PERJUICIOS Y LA RESPONSABILIDAD
EXTRACONTRACTUAL
Opera de forma autónoma o independiente en un gran número de supuesto de responsabilidad
extracontractual. Esto se debe, no al incumplimiento, sino al daño inferido a un tercero.
Como se verá la obligación extracontractual puede dar lugar a:
- Una reparación específica
- Una reparación pecuniaria
- Ambas conjuntas y cumulativamente.
Ambos aspectos se encuentra recogidos en el art. 1106 del CC "la indemnización de daños y
perjuicios comprende no solo el valor de la pérdida que haya sufrido, sino también el de la
ganancia que haya dejado de obtener el acreedor", precepto que coloca en paralelo los binomios:
daño, y subsiguiente pérdida; perjuicio con privación de ganancia.
46º EL CASO FORTUITO Y LA FUERZA MAYOR COMO EXONERACION PARA EL
DEUDOR ( 2 VECES) .
EL CASO FORTUITO Y LA FUERZA MAYOR COMO CAUSAS DE EXONERACIÓN
PARA EL DEUDOR.
3.1. NOCIÓN GENERAL DE CASO FORTUITO Y FUERZA MAYOR
Conforme al art. 1.105 "nadie responderá de aquellos sucesos que no hubieran podido preverse,
o que, previstos fueran inevitables", refiriéndose a los casos fortuitos o supuesto de fuerza
mayor. Pero el problema se plantea en saber qué entiende el Código Civil por estos conceptos y
si son sinónimos o son análogos.
Históricamente, el deslinde entre caso fortuito y fuerza ha sido problemático, siendo criterios
distintivos el origen del evento y la previsibilidad o evitabilidad del mismo:
Según el origen del evento:
Los hechos de la naturaleza serían casos fortuitos como terremotos, maremotos, etc.
Los nacidos de acción humana - guerras, robos, incendios- serían fuerza mayor.
Atendiendo a la imprevisibilidad:
Los sucesos imprevisibles deberían considerarse casos fortuitos
Los sucesos inevitables deberían ser calificados como supuestos de fuerza mayor.
No confundir este segundo supuesto con casos de término esencial; la "época determinante" no
excluye el incumplimiento tardío, sino que señala la época a partir de la cual el cumplimiento
(tardío pero útil para el acreedor) deberá verse acompañado de la correspondiente
indemnización. En la práctica es difícil deslindarlos.
La exclusión convencional de la necesidad de interpelación es muy frecuente en la práctica
contractual. Normalmente se realiza mediante una cláusula penal prevista en los contratos.
La exclusión legal de la interpelación es excepcional en el Código Civil (vid. 1.744,
comodatario), pero es la regla en las obligaciones mercantiles "en los contratos que tuvieren días
señalado para su cumplimiento" (art. 61.1 C Com) aunque no tenga carácter esencial.
En todos los supuestos descritos hasta ahora, la doctrina habla de mora automática.
En el caso de obligaciones bilaterales, el art. 1.100.3 CC dice que "En las obligaciones
recíprocas ninguno de los obligados incurre en mora si el otro no cumple o no se allana a
cumplir debidamente lo que le incumbe. Desde que uno de los obligados cumple su obligación,
empieza la mora para el otro". El cumplimiento por una de las partes sitúa a la otra parte
inmediatamente en mora. Esto es válido siempre y cuando las obligaciones, además de
recíprocas, sean instantáneas.
El profesor Albadalejo es contrario a la tesis generalmente aceptada de mora automática,
alegando que no parece lógico pues es posible que una de las partes desconozca haberse
producido el cumplimiento; a su juicio sería necesaria la interpelación. La jurisprudencia no es
absolutamente uniforme, pero se pronuncia a favor de la mora automática, entendiendo que el
art. 1.100.3 excluye la necesidad de interpelación.
La ejecución forzosa constituye el último paso a dar por el acreedor para ver satisfecho su
interés de cobrar, de no existir esta posibilidad la mayor parte de las sentencias se convertirían
en papel mojado. La potestad de juzgar y ejecutar lo juzgado corresponde al Juez y los
Tribunales (117. 3 CE).
La ejecución forzosa podrá tener lugar de dos maneras:
En forma específica, o mediante el denominado cumplimiento in natura y
En forma genérica o mediante cumplimiento por equivalente pecuniario.
52º LA CONFUSIÓN ( 5 VECES) .
LA CONFUSIÓN
4.1. NOCIÓN GENERAL Y SUPUESTOS
Se dará la extinción de la obligación a causa " de confusión de los derechos" cuando " se reúnan
en una misma persona los conceptos de acreedor y deudor" (Art. 1192 CC). El Código Civil
declara, ipso iure o automáticamente, extinguida la obligación, herencia de nuestro derecho
histórico y del Derecho romano de la imposibilidad de coexistencia en una misma persona de
cualidades opuestas. Circunstancias:
Inter vivos: Ejemplo de sociedad que compra una fábrica con la que tenía relaciones
comerciales.
Mortis causa: frecuentes casos por deber los herederos al causante y viceversa
"por derecho propio" (art. 1195 CC) o "principalmente" (art. 1196 CC). Se excluye la
compensación en caso de deudores subsidiarios (art. 1197 CC) o en supuestos de
representación.
2. "Que ambas deudas consistan en una cantidad de dinero, o, siendo fungibles las cosas
debidas, sean de la misma especie y también de la misma calidad, si ésta se hubiese designado".
Se define como requisito de homogeneidad de las prestaciones y es consecuencia del carácter
automático de la compensación.
3. "Que las dos deudas estén vencidas"
4. "Que sean líquidas y exigibles".
5. "Que sobre ninguna de ellas haya retención o contienda promovida por terceras personas y
notificada oportunamente al deudor". Estos tres últimos preceptos requieren exigibilidad y
liquidez, el apartado 3 es repetitivo, porque para que las deudas sean exigibles, tiene que estar
vencidas.
La compensación opera bien en el campo de las obligaciones pecuniarias y mal en el resto. Cabe
incluso la compensación en el caso de que "las deudas sean pagaderas en diferentes lugares",
pero en atención a los gastos complementarios que pueda generar dispone el art. 1199 CC que
será necesario indemnizar "los gastos de transporte o cambio al lugar de pago" establecido en la
relación obligatoria.
Como excepción, el Código Civil prohíbe la compensación en dos supuestos (art. 1200 CC):
"Cuando alguna de las deudas proviniere de depósito o de las obligaciones del depositario o
comodatario“
En el caso de la obligación de alimentos a título gratuito.
A lo largo del Código Civil hay otros supuestos en los que se prevé la subrogación legal de una
persona. Así por ejemplo, en relación con la imposibilidad sobrevenida de la prestación, el art.
1186 CC dice que “extinguida la obligación por la pérdida de la cosa, corresponderán al
acreedor todas las acciones que el deudor tuviere contra tercero por razón de ésta”. El acreedor
se subroga ope legis en la posición del deudor frente a cualquier tercero, en el caso de
perecimiento de la cosa asegurada (ejemplo compañía aseguradora).
Basándose en el encabezamiento del art. 1210 CC entiende el profesor Diez Picazo, que dicho
artículo contienen meras presunciones iuris tantum de subrogación y una inversión de la carga
de la prueba, pero no un efecto subrogatorio ex lege.
A juicio de Lasarte debe preponderar esta última tesis: los supuestos contemplados en el art.
1210 CC son supuestos de subrogación legal, auque no tiene carácter imperativo. La ley
presume la subrogación, y es necesario para que no se produzca, que expresamente se haya
pactado así. Esta tesis, defendida por la mayoría de la doctrina, ha sido avalada por el TS
recientemente. Es decir, cabe pacto en contrario, pero si no es así la ley impone el efecto
subrogatorio.
A.- Pago al acreedor preferente: debe preconizarse un entendimiento amplio de “acreedor
preferente”, que será cualquier acreedor, en relación con el acreedor –solvens, que tenga
derecho a anteponerse en el cobro. Tiene clara extracción hipotecaria, y está pensado para
supuestos en el que el 2º acreedor hipotecario satisface el crédito al titular, en evitación de la
ejecución de ésta. Por tanto, este último persigue el designio práctico de eliminar dicha
anteposición o preferencia, colocándose en el lugar anteriormente ocupado por el acreedor-
accipiens.
B.- Pago del tercero con aprobación del deudor: el art. 1210.2 CC caracteriza al solvente
como “un tercero, no interesado en la obligación”, esto es, como un extraño en la relación
obligada que interviene solo en el momento solutorio. El efecto subrogatorio es consecuencia
del requisito de “aprobación expresa o tácita del deudor”. No aclara el mero conocimiento del
pago por el deudor sin que éste manifieste su aprobación o rechazo (arts 1258-59 CC).
C.- Pago del “interesado” en el cumplimiento: Supone estar implicado en el cumplimiento
aun siendo una persona distinta al deudor. “Salvo los efectos de la confusión...” reenvía al
supuesto de deudores solidarios. Esta norma supone otorgar subrogación a quien siendo
codeudor o fiador del deudor principal lleva a cabo el cumplimiento de la obligación.
Esta tesis no tiene dificultad en el caso de fianza subsidiaria. Sin embargo, en caso de fianza
solidaria y en el caso de codeudores solidarios, la cuestión se complica, pues el régimen propio
de las obligaciones solidarias excluye una verdadera subrogación en el crédito atendido por uno
de los codeudores. De ahí el inciso final, pues el deudor solidario que asume la posición del
solvente no puede subrogarse en el crédito pagado íntegramente, sino solo en parte, pues será
necesario deducir su cuota parte.
58º RESPONSABILIDAD DEL CEDENTE FRENTE AL CESIONARIO.
LA RESPONSABILIDAD DEL CEDENTE FRENTE AL CESIONARIO
En la cesión de carácter oneroso se aplica los art. 1529 y 1530 CC, que habla de “el
vendedor…”, pero insiste que solo es aplicable a la cesión de carácter oneroso.
En la cesión gratuita se aplica el art. 638 CC, el donante-cedente (o cedente a título gratuito),
no incurre en responsabilidad aun cuando el crédito no fuera susceptible de cobro, pues el
donante no tienen que garantizar la “bondad del crédito” ni la solvencia del deudor (bonita
nominis), ni siquiera la veritas nominis (esto es, la existencia y validez del crédito).
Para determinar la responsabilidad del cedente a título oneroso, distingue el art. 1529 CC
entre vendedor de buena y mala fe (difícil de concretar).
El cedente de mala fe responderá siempre del pago de todos los gastos que haya realizado el
cesionario y de los daños y perjuicios que la falta de cumplimiento del deudor (incluida su
insolvencia) le haya ocasionado (1529.3).
Por el contrario, el cedente de buena fe solo responderá de la existencia y legitimidad del
crédito al tiempo de la venta o cesión, pero no de la solvencia del deudor (1.529.1). No obstante,
pude verse:
Atenuada, cuando cede el crédito como dudoso (o de dudoso cobro). En tal caso, no habrá de
responder ni siquiera de la existencia y legitimidad del crédito.
Agravada: respondiendo incluso de la solvencia del deudor cuando:
Tal agravación se haya pactado expresamente (durante un plazo que, tendencialmente durará un
año, contado desde la cesión del crédito, si estaba ya vencido el plazo, o partir del vencimiento
en otro caso: art. 1530 CC)
La insolvencia del deudor fuese anterior a la cesión del crédito y pública.
Pese a la agravación, en estos casos, su respuesta quedará limitada al precio recibido y a los
gastos realizados por el cesionario (art. 1529.2 y 1518 CC) sin tener que responder en todo caso
de los daños y perjuicios sufridos por el cesionario, como ha de hacer el cedente de buena fe.
EL DERECHO DE RETENCIÓN
2.1. EL DERECHO DE RETENCIÓN COMO MEDIO COMPULSORIO DEL CUMPLIMIENTO
Mecanismo coactivo que trata de introducir al deudor al cumplimiento de la obligación a favor
del acreedor. Pese a llamarse “derecho de retención”, no es un derecho subjetivo autónomo, sino
una facultad que legalmente se atribuye, en ciertos casos, al acreedor para conservar bajo su
poder y posesión una cosa que está obligado a restituir a quien se la entregó, mientras que éste
no cumpla con su deuda, facultad que es inseparable del derecho de crédito cuya existencia y
cumplimiento garantiza, pero al mismo tiempo inescindible, en consecuencia, el derecho de
retención no puede transmitirse ni enajenarse aisladamente del crédito que asegura (no podrán
ser retirados los coches arreglados sin abonar íntegramente su reparación)
Este derecho no garantiza una especial responsabilidad del deudor en caso de incumplimiento
sino que consiste fundamentalmente en una medida disuasoria del posible o eventual impago
(mecanismo preventivo del acreedor, llamado así retentor) derecho a mantenerse en posesión de
la cosa.
Aunque a veces se dice que constituye una garantía primaria o primitiva, propia de sistemas
jurídicos poco elaborados, su eficacia disuasoria es innegable y su aplicación práctica,
innegable. No comparte Lasarte la opinión doctrinal de que se trate de una “garantía poco
vigorosa” por carecer el retentor de facultad alguna de realización de los bienes (ius distrahendi)
ya que su utilidad práctica está constatada.
LOS SUPUESTOS LEGALES DE DERECHO DE RETENCIÓN
El derecho de retención es una facultad atribuida solo en ciertos casos. El Código Civil lo trata
de forma casuística. Ejemplos fundamentales.
1. Retención de la cosa mueble o inmueble por el poseedor de buena fe, en tanto no le sean
abonados los gastos necesarios (art. 453.1 CC), el precio de adquisición (art. 464.2 CC) o la
cantidad prestada al transmitente de la posesión (art. 464.3 CC)
2. Retención de la cosa usufructuada (mueble o inmueble) a favor del usufructuario cuando éste
haya atendido a la realización de reparaciones extraordinarias (que en principio son a cargo del
nudo propietario art. 502 y 522 CC).
3. Derecho de retención otorgado a quien haya ejecutado una obra en cosa mueble mientras no
le sea abonada (Art. 1600 CC)
4. Facultad de retener (“retener en prenda” dice el Código Civil de forma imprecisa)
correspondiente a mandatarios y depositarios en tanto no se les abone cuanto se les deba a causa
del mandato o depósito (art. 1730 y 1780 CC).
5. Derecho de retención otorgado al acreedor pignoraticio, extensible a la hipótesis de que el
deudor contraiga una segunda deuda antes de haber pagado la primera (pignus gordianum art.
1866).
Estos son los supuestos más claros, pero no los únicos. En tales casos el derecho de retención es
atribuido legalmente por remisión a un bloque normativo en el que dicho derecho se reconoce
de forma indiscutible. Cuestión diferente es proponer su aplicación analógica, pues dada la
inexistencia de una regulación “general” del derecho y su mera previsión para casos concretos,
el sistema de nuestro Código Civil excluye tanto la analogía legis como con mayor razón la
analogía iuris.
61º LAS CLASES DE ARRAS.
ARRAS CONFIRMATORIAS
Es la entrega de una cantidad de dinero a modo de señal o parte del precio, realizada por uno de
los contratantes y dirigida a reforzar de algún modo la existencia del contrato. Se habla de arras
confirmatorias para poner de manifiesto que su entrega desempeña un papel probatorio de la
celebración de un determinado contrato.
El Código Civil no se ocupa de ellas, porque previamente habían sido incluidas en el Código de
Comercio, aunque usando el nombre de señal, en el art. 343 CCom “Las cantidades que, por vía
de señal, se entreguen en las ventas mercantiles, se reputarán siempre dadas a cuenta del precio
y en prueba de la ratificación del contrato, salvo pacto contrario”.
La mera función probatoria de tales arras y la circunstancia de que, la celebración del contrato
en los sistemas jurídicos actuales dependan en exclusiva de la voluntad de las partes y no de
entrega dineraria alguna, hace a algunos autores pongan en duda su calificación como arras.
Pero conforme al CCom lo son.
La existencia de arras no altera la dinámica natural de las relaciones contractuales:
✓Caso de cumplimiento, actúan como cantidad a cuenta del precio
La jurisprudencia más reciente parece dar por hecho que la fijación por anticipado del
resarcimiento por incumplimiento constituye una referencia cuantitativa precisa (compatible con
reclamar cumplimiento obligatorio)
62º LA CLAUSULA PENAL O PENA CONVENCIONAL : CONCEPTO Y CLASES ( 2
VECES)
CLÁUSULA PENAL O PENA CONVENCIONAL
3.1. INTRODUCCIÓN
Una de las dificultades cuando se incumple una obligación es determinar (probar) los daños y
perjuicios que han de ser indemnizados. Para ahorrarse la determinación de los daños y
perjuicios que han de ser indemnizados, los contratantes establecen una cláusula que les libere
de dicha prueba, por ejemplo, descontar 10000 euros del precio por cada día de retraso de la
constructora.
A supuestos de este tipo se refiere el Código Civil en su art. 1.152 CC y siguientes con el
nombre de “obligaciones con cláusula penal”, estableciendo una regulación más compleja de lo
que aparenta, pues la denominada cláusula penal puede desempeñar varias funciones (STS
1969): triple función:
1. Función liquidatoria, sustitutiva de indemnización de daños y perjuicios en el art. 1152.1 CC
2. Función liberatoria, párrafo 1º art. 1153 CC, multa penitencialis
3. Función verdaderamente “penal” o pena cumulativa.
La exclusión de la prueba de daños y perjuicio, lo daba ya por sentado una STS del año 1906.
El tenor literal del art. 1152 CC (“si otra cosa no se hubiera pactado”), y su confrontación con el
1.153 manifiestan que, para el legislador, la pena sustitutiva es la regla dispositiva general en la
materia, salvo pacto (y prueba del mismo) en contrario, es decir, se habla de presunción del
carácter sustitutivo de la cláusula penal, que cede ante prueba en contrario”
3.3. LA PRUEBA CUMULATIVA
La cláusula penal no es la única de naturaleza sustitutiva, aunque si la más común. El art.
1152.1 CC indica que puede pactarse otra cosa, y el 1.153 evidencia que “el acreedor podrá
exigir conjuntamente el cumplimiento de la obligación y la satisfacción de la pena” siempre que
“esta facultad le haya sido claramente otorgada”. Es decir, el acreedor puede, en este caso,
reclamar simultáneamente la pena y además el cumplimiento de la obligación. Se habla
entonces de pena cumulativa.
El Código Civil requiere que la naturaleza cumulativa “haya sido claramente otorgada”. Pero no
es necesario contemplación expresa en el contrato o en su clausulado, sino que podrá deducirse
de la propia obligación principal. Significa que la voluntad de los contratantes sobre el
particular consta de una manera inequívoca, según se desprende de la numerosa jurisprudencia.
De no ser así, existiendo duda al respecto, primará el carácter sustitutivo de la cláusula penal.
Un subtipo particular de pena cumulativa de especial interés es la pena moratoria, muy
frecuente, sobre todo en los contratos de obra. Suele consistir en la fijación de un tanto alzado
por períodos temporales de demora que se fija como valoración anticipada de los daños
ocasionados por el retraso y que es exigible, por principio, junto con el cumplimiento de la
obligación.
LA PRUEBA CUMULATIVA
La cláusula penal no es la única de naturaleza sustitutiva, aunque si la más común. El art.
1152.1 CC indica que puede pactarse otra cosa, y el 1.153 evidencia que “el acreedor podrá
exigir conjuntamente el cumplimiento de la obligación y la satisfacción de la pena” siempre que
“esta facultad le haya sido claramente otorgada”. Es decir, el acreedor puede, en este caso,
reclamar simultáneamente la pena y además el cumplimiento de la obligación. Se habla
entonces de pena cumulativa.
El Código Civil requiere que la naturaleza cumulativa “haya sido claramente otorgada”. Pero no
es necesario contemplación expresa en el contrato o en su clausulado, sino que podrá deducirse
de la propia obligación principal. Significa que la voluntad de los contratantes sobre el
particular consta de una manera inequívoca, según se desprende de la numerosa jurisprudencia.
De no ser así, existiendo duda al respecto, primará el carácter sustitutivo de la cláusula penal.
Un subtipo particular de pena cumulativa de especial interés es la pena moratoria, muy
frecuente, sobre todo en los contratos de obra. Suele consistir en la fijación de un tanto alzado
por períodos temporales de demora que se fija como valoración anticipada de los daños
ocasionados por el retraso y que es exigible, por principio, junto con el cumplimiento de la
obligación.
La exclusión de la prueba de daños y perjuicio, lo daba ya por sentado una STS del año 1906.
El tenor literal del art. 1152 CC (“si otra cosa no se hubiera pactado”), y su confrontación con el
1.153 manifiestan que, para el legislador, la pena sustitutiva es la regla dispositiva general en la
materia, salvo pacto (y prueba del mismo) en contrario, es decir, se habla de presunción del
carácter sustitutivo de la cláusula penal, que cede ante prueba en contrario”
67º LAS ARRAS O SEÑAL ( 3 VECES) .
LAS ARRAS O SEÑAL
En la celebración de ciertos contratos se suele acompañar de una cantidad de dinero conocido
como arras y más reciente, señal. Las arras o señal tienen diferente funciones y las hay de
distintos tipos.
4.1. ARRAS CONFIRMATORIAS
Es la entrega de una cantidad de dinero a modo de señal o parte del precio, realizada por uno de
los contratantes y dirigida a reforzar de algún modo la existencia del contrato. Se habla de arras
confirmatorias para poner de manifiesto que su entrega desempeña un papel probatorio de la
celebración de un determinado contrato.
El Código Civil no se ocupa de ellas, porque previamente habían sido incluidas en el Código de
Comercio, aunque usando el nombre de señal, en el art. 343 CCom “Las cantidades que, por vía
de señal, se entreguen en las ventas mercantiles, se reputarán siempre dadas a cuenta del precio
y en prueba de la ratificación del contrato, salvo pacto contrario”.
La mera función probatoria de tales arras y la circunstancia de que, la celebración del contrato
en los sistemas jurídicos actuales dependan en exclusiva de la voluntad de las partes y no de
entrega dineraria alguna, hace a algunos autores pongan en duda su calificación como arras.
Pero conforme al CCom lo son.
La existencia de arras no altera la dinámica natural de las relaciones contractuales:
✓Caso de cumplimiento, actúan como cantidad a cuenta del precio
✓Caso incumplimiento, las arras no excluyen el ejercicio de la acción de cumplimiento o la
resolución del contrato, y seguirán desempeñando cantidad a cuenta en el precio del
contrato/indemnización de daños y perjuicios.
A diferencia de la cláusula penal, la existencia de arras no implica que se haya fijado una
indemnización, por lo que está quedará pendiente y el dinero de las arras constituye un anticipo.
68º LA CLAUSULA PENAL COMO OBLIGACION ACCESORIA O SUBSIDIARIA.
LA CLÁUSULA PENAL COMO OBLIGACIÓN ACCESORIA Y SUBSIDIARIA
La cláusula penal solo tiene sentido en cuanto garantía complementaria del cumplimiento de la
obligación principal. Su característica fundamental es la de ser una obligación accesoria, cuya
dinámica depende de la principal. Por tanto:
1. ”La nulidad de la obligación principal lleva consigo la de la cláusula penal” (y no al revés,
art. 1155 CC).
2. La extinción de la obligación principal o su imposibilidad de cumplimiento por causas no
imputables al deudor comporta la extinción de la cláusula penal.
3. La cláusula penal seguirá la suerte del crédito o de la deuda propio de la obligación en casi de
novación meramente modificativa.
De otro lado, la jurisprudencia del TS se muestra cada vez más proclive a superar visiones
restrictivas y a estimar las pretensiones revocatorias fundadas en actuaciones realmente
fraudulentas, facilitando la estimación de las demandas revocatorias.
Cuando concurren estos elementos, el deudor queda obligado a reparar el perjuicio provocado,
que puede ser reparado de diferentes maneras. Una de ellas es mediante cumplimiento coactivo
de la prestación debida, mediante la ejecución forzosa específica. Si el acreedor la usa,
mantiene el derecho a la reparación de los daños.
La obligación de reparar puede ser:
Sustituyendo a la obligación de cumplir lo inicialmente debido
Adicional o sumada para reparar los daños por la inexactitud o parcialidad del cumplimiento
Además, el acreedor puede querer que la reparación sea in natura, es decir, no cifrada en una
suma de dinero, sino reparando los daños; todavía se encuentra potencialmente operativa la vía
de la responsabilidad patrimonial universal.
La responsabilidad patrimonial universal se hará efectiva cuando no se ha escogido la ejecución
específica, o, escogida, deviene inoperante. En ese momento, los acreedores podrán ir contra
cualquier elemento patrimonial (con las salvedades y en el orden establecidos) para ejecutarlo a
través de la vía de apremio, convirtiéndolo en dinero con el que cobrar su indemnización.
71º LA GESTIÓN DE NEGOCIOS AJENOS : PRESUPUESTOS O REQUISITOS
REQUISITOS O PRESUPUESTOS DE LA GESTIÓN DE NEGOCIOS AJENOS
Las notas más características de la gestión de negocios ajenos son:
1. Actuación voluntaria del gestor: Actúa por iniciativa propia pensando que su intervención
está justificada por la situación fáctica existente.
2. Actuación espontánea del gestor: El gestor actúa sin estar obligado ni autorizado por el dueño
(dominus). Actúa sin mandato. La figura del mandato es la que corresponde con el encargo de
actividades sustitutorias o de interposición gestora, aunque la representación no tiene por qué
basarse sólo en la figura del mandato. El Código no hace referencia a la oposición del dominus,
ya que la mayor parte de gestión de negocios ajenos se hace sin conocimiento del dueño, con lo
cual no puede oponerse a algo que desconoce. Tampoco se habla de gestión de negocios ajenos
cuando se requiera la actuación personal del dominus debido a la naturaleza del negocio.
3. Actuación lícita: es necesario que la actuación del gestor consista en actos de indiscutible
licitud (Art. 1887: define los cuasicontratos como “hechos lícitos”).
4. Actuación útil: La gestión debe ser útil y ha de considerarse beneficiosa para el dominus de
forma general.
5. Actuación desinteresada: En la gestión de negocios ajenos se presupone el carácter altruista y
sin ánimo de lucro por parte del gestor. Este no puede actuar pensando en un beneficio propio.
Esto no supone que el gestor tenga que soportar los gastos o pérdidas que la gestión pueda
generarle. El Art. 1893.1 explica que: “aunque no hubiese ratificado expresamente la gestión
ajena, el dueño de bienes o negocios que aproveche las ventajas de la misma será responsable de
las obligaciones contraídas en su interés, e indemnizará al gestor los gastos necesarios y útiles
que hubiese hecho y los perjuicios que hubiese sufrido en el desempeño de su cargo”.
A.- El enriquecimiento.
Se entiende como acto o hecho que genera un aumento del valor del patrimonio sea por
posesión de una cosa fructífera, disminución de una deuda, adquisición o generación de un
derecho de crédito…
La Jurisprudencia utiliza los giros lucrum emergens y dammumm cessans para poner de
manifiesto la amplitud de la noción de enriquecimiento, en simetría con las nociones en relación
con la indemnización por daños y perjuicios: dammum emergens y lucrum cessans.
B.- La inexistencia de causa.
Se trata de que no exista hecho, acto o situación alguna que justifique el desplazamiento
patrimonial; es decir, una razón de ser que, además de ser lícita, lo justifique.
C.- El empobrecimiento.
Es la contrafigura al enriquecimiento. Se trata de que el enriquecimiento injusto se produzca a
costa del patrimonio del desfavorecido, bien porque disminuye o bien porque no aumenta lo que
debiera aumentar.
D.- La relación de causalidad.
El enriquecimiento de una parte y el empobrecimiento de la otra deben estar estrechamente
interconectados o ser interdependientes.
73º EL ENRIQUECIMIENTO INJUSTO : PRESUPUESTOS Y EFECTOS.
PRESUPUESTOS
Una verdadera legión de sentencias reitera que el enriquecimiento injusto necesita la
concurrencia de tres requisitos:
Un enriquecimiento patrimonial (incremento o evitación de disminución)
Que carezca de toda razón jurídica.
Que en correlación con el enriquecimiento se produzca un paralelo empobrecimiento de otra
persona.
A.- El enriquecimiento.
Se entiende como acto o hecho que genera un aumento del valor del patrimonio sea por
posesión de una cosa fructífera, disminución de una deuda, adquisición o generación de un
derecho de crédito…
La Jurisprudencia utiliza los giros lucrum emergens y dammumm cessans para poner de
manifiesto la amplitud de la noción de enriquecimiento, en simetría con las nociones en relación
con la indemnización por daños y perjuicios: dammum emergens y lucrum cessans.
B.- La inexistencia de causa.
Se trata de que no exista hecho, acto o situación alguna que justifique el desplazamiento
patrimonial; es decir, una razón de ser que, además de ser lícita, lo justifique.
C.- El empobrecimiento.
Es la contrafigura al enriquecimiento. Se trata de que el enriquecimiento injusto se produzca a
costa del patrimonio del desfavorecido, bien porque disminuye o bien porque no aumenta lo que
debiera aumentar.
D.- La relación de causalidad.
El enriquecimiento de una parte y el empobrecimiento de la otra deben estar estrechamente
interconectados o ser interdependientes.
5.4. EFECTOS DEL ENRIQUECIMIENTO INJUSTO
Las consecuencias propias de las situaciones de enriquecimiento injusto radican en procurar el
reequilibrio patrimonial de los sujetos afectados por las situaciones de enriquecimiento sin
causa.
El empobrecido demandante reclamará al enriquecido bien los bienes que se hayan podido
incorporar a su patrimonio, bien una cifra dineraria o pecuniaria.
Cabe extraer de la jurisprudencia que el ejercicio de la acción de enriquecimiento injusto tiene
por objeto reclamar el beneficio conseguido por el enriquecido que, al propio tiempo guarde
relación con el empobrecimiento del demandante.
La condena no podría superar la menos elevada de ambas sumas, porque el empobrecimiento no
puede exigir más que la reconstitución de su patrimonio y al patrimonio enriquecido no se le
puede imponer más que ser reconducido a su nivel inicial. Es decir, la obligación de restituir no
puede exceder la medida del enriquecimiento.
La obligación de restituir en caso de varios deudores ha de configurarse como solidaria
conforme con la línea jurisprudencial.
74º LA GESTIÓN DE NEGOCIOS SIN MANDATOS ( 2 VECES)
LA GESTIÓN DE NEGOCIOS SIN MANDATO
3.1. NOCIÓN GENERAL Y FUNDAMENTO
Las normativas jurídicas con base romanista regularon la gestión de negocios ajenos sin
autorización ni mandato. En cambio los ordenamientos sajones solucionan este problema con
las normas generales de responsabilidad, sin acudir a esta figura. Aun así, las soluciones son
similares en ambos sistemas.
Nuestro Código Civil (art. 1888 y siguientes) regula la gestión de negocios ajenos “cuando uno
se encarga voluntariamente de la agencia o administración de los negocios de otro, sin
mandato de este”. Por tanto, la gestión de negocios ajenos se dará en aquellos casos en que una
persona (gestor), voluntariamente y sin autorización del interesado (dueño de los bienes o
negocios o dominus) asume decisiones respecto de los asuntos de otro.
3.2. REQUISITOS O PRESUPUESTOS DE LA GESTIÓN DE NEGOCIOS AJENOS
Las notas más características de la gestión de negocios ajenos son:
1. Actuación voluntaria del gestor: Actúa por iniciativa propia pensando que su intervención
está justificada por la situación fáctica existente.
2. Actuación espontánea del gestor: El gestor actúa sin estar obligado ni autorizado por el dueño
(dominus). Actúa sin mandato. La figura del mandato es la que corresponde con el encargo de
actividades sustitutorias o de interposición gestora, aunque la representación no tiene por qué
basarse sólo en la figura del mandato. El Código no hace referencia a la oposición del dominus,
ya que la mayor parte de gestión de negocios ajenos se hace sin conocimiento del dueño, con lo
cual no puede oponerse a algo que desconoce. Tampoco se habla de gestión de negocios ajenos
cuando se requiera la actuación personal del dominus debido a la naturaleza del negocio.
3. Actuación lícita: es necesario que la actuación del gestor consista en actos de indiscutible
licitud (Art. 1887: define los cuasicontratos como “hechos lícitos”).
4. Actuación útil: La gestión debe ser útil y ha de considerarse beneficiosa para el dominus de
forma general.
5. Actuación desinteresada: En la gestión de negocios ajenos se presupone el carácter altruista y
sin ánimo de lucro por parte del gestor. Este no puede actuar pensando en un beneficio propio.
Esto no supone que el gestor tenga que soportar los gastos o pérdidas que la gestión pueda
generarle. El Art. 1893.1 explica que: “aunque no hubiese ratificado expresamente la gestión
ajena, el dueño de bienes o negocios que aproveche las ventajas de la misma será responsable de
las obligaciones contraídas en su interés, e indemnizará al gestor los gastos necesarios y útiles
que hubiese hecho y los perjuicios que hubiese sufrido en el desempeño de su cargo”.
Cuando el gestor lleve a cabo operaciones arriesgadas que el dueño no tuviese costumbre de
hacer.
Cuando el gestor posponga el interés del dominus al lucro o provecho propio.
La responsabilidad por delegación: art. 1890 contempla la posibilidad de que el gestor
delegue en otra persona la ejecución de todos o de algunos de los deberes a su cargo. Cabe la
derogación total o parcial y también la derogación y la colaboración. En todos los casos, el art.
1890.1 afirma que el gestor responderá de los actos del delegado o colaborador, sin perjuicio de
la obligación directa de este para con el propietario del negocio. Por tanto, el gestor no queda
exonerado de responsabilidad; tampoco el delegado, pues el CC otorga al dominus acción
directa contra él.
Por este motivo, surge la obligación por parte del accipiens de devolverlo, la obligación de
restitución. Esto constituye una obligación en sentido técnico, no sólo porque lo diga el art.
1.895 sino porque realmente reúne todos los requisitos propios de las obligaciones.
La regla de la restitución propia del pago de lo indebido tiene excepciones, respecto a las
obligaciones aplazadas, donde la obligación no es exigible hasta el término del plazo, el pago
indebido por cumplimiento anticipado excluye la acción de restitución con carácter general.
También hay que tener en cuenta que las obligaciones prescritas no representan un supuesto de
indebitum ex re ya que la obligación prescrita puede ser reclamada por el acreedor y sólo tiene
operatividad si es alegada por el beneficiado por ella.
2. En los supuestos de indebitum ex persona la obligación existe pero quien recibe no es
acreedor con lo que tiene la obligación de restituir lo recibido ya que el deudor no se libera de la
obligación que sobre él pesa.
Si quien recibe el pago es el verdadero acreedor, pero quien lo realiza no es el deudor, el solvens
(el que pago) podrá exigir la restitución al accipiens, salvo que se haya extinguido la obligación
del verdadero deudor, en cuyo caso se prima el interés del acreedor. Si es este caso, el que pago
por error deberá reclamar al solvens beneficiado ejerciendo la acción de enriquecimiento.
La cuestión teórico-práctica que hoy se plantea es determinar si daño moral y daño material
debe englobarse bajo un mismo concepto (daño) o son dos conceptos diferentes. Según la
doctrina más autorizada es preferible este último: pues mientras que los daños materiales son
resarcibles, los daños morales, no patrimoniales, son compensables. En dicha línea se pronuncia
la jurisprudencia del TS, considerando ser una compensación por los sufrimientos del
perjudicado (pretium doloris).
Respecto de la cuantía, debe estarse al prudente criterio del juzgador, de ahí, que la LOHIP
hable sencillamente de indemnización de daños y perjuicios, atendiendo a las características del
caso y a la gravedad de la lesión.
81º LA RESPONSABILIDAD DE PADRES O TUTORES.
3.1. INTRODUCCIÓN
Tradicionalmente, se ha considerado que los padres o tutores de los menores o de los
incapacitados deberían ser considerados responsables civiles de los daños ocasionados por las
personas de las que son guardadores legales.
El Código Civil regula la responsabilidad por hecho ajeno en el entendido de que los padres o
tutores son responsables por culpa in vigilando, in custodiando, o in educando.
Art. 1903.2 CC: “los padres son responsables de los daños causados por los hijos que se
encuentren bajo su guarda”.
Art. 1903.3 CC: “los tutores lo son de los perjuicios causados por los menores o incapacitados
que están bajo su autoridad y habitan en su compañía”.
Podemos refundir los dos artículos en el siguiente fundamento: el guardador legal del incapaz
de obrar debe afrontar las responsabilidades dimanantes de los actos dañosos de éste.
Hay que destacar que la Ley 11/1981 fue la que introdujo lo de “los padres”, pues antes la
redacción era “el padre, y por incapacidad o muerte de éste, la madre…”.
CAÍDA DE ARBOLES
Según el Art. 1908.3 CC “responderán los propietarios de los daños causados (…) por la caída
de árboles colocados en sitios de tránsito, cuando no sea ocasionada por fuerza mayor”. Debe
ponerse en relación con el art. 390 CC que establece la obligación para el “dueño del árbol” de
adoptar las medidas oportunas “cuando algún árbol corpulento amenazare caerse de modo que
pueda causar perjuicios a una finca ajena a los transeúntes por una vía pública o particular”.
Existe escasa jurisprudencia sobre el particular, en especial inter privatos, hay que resaltar dos
aspectos:
1. Aunque el artículo 390 CC se refiere a arboles corpulentos, el art. 1908 CC no hace
distinciones, por lo que puede ser cualquier árbol (corpulento o no) cuya caída total o parcial (es
decir cualquiera de sus ramas) provoque daños a las personas o a los bienes de un tercero.
2. Supuestos de tránsito por viales o caminos cercanos al árbol, aunque no se requiere que sea
vía pública
Las normas que lo regulan tienen un valor muy relativo comparado con el sistema de
responsabilidad subjetiva. Pero sirve para poner de manifiesto que en el CC no desconoce la
existencia de responsabilidad objetiva o sin culpa.
Por su parte el art. 112 CC especifica que "la reparación de daño podrá consistir en obligaciones
de dar, de hacer o de no hacer que el Juez o el Tribunal establecerá atendiendo a la naturaleza de
aquél (del daño) y a las condiciones personales y patrimoniales del culpable, determinando si
han de ser cumplidas por él mismo o pueden ser ejecutadas a su costa".
Con este conjunto de leyes se evidencia que cualquier disposición normativa con rango de ley
podrá establecer el plazo de prescripción que tenga por conveniente. Tampoco es extraño que el
plazo de un año sea el parámetro natural de referencia en la materia, incluso estableciéndose en
disposiciones legislativas particulares.
No obstante lo dicho, el TS viene entendiendo que el plazo general de un año no es aplicable a
los supuestos de responsabilidad civil derivada de un delito, respecto de la cual el art..117 CP
declara que "se extinguirá de igual modo que las demás obligaciones, con sujeción a las reglas
del derecho civil". Según este artículo se debería aplicar el plazo de prescripción anual, pero de
forma reiterada el TS ha consagrado la aplicación del plazo general de 15 años establecido en el
art. 1964 CC
Con esta tesis el alto tribunal busca ampliar las expectativas de reparación de la víctima y evitar
un plazo de prescripción tan corto.
4.2. ¿PRESCRIPCIÓN O CADUCIDAD? CÓMPUTO DEL PLAZO
La regla general respecto del cómputo del plazo se establece en el art. 1968.2 CC con la frase
"desde que lo supo el agraviado". Por tanto una vez el daño sea real y efectivo, con
conocimiento de la víctima, comienza a correr el plazo anual fijado (o, en su caso, el
específicamente establecido).
Dicho plazo requiere que el daño de la víctima pueda darse por concluido, sin nuevas
derivaciones dañosas para la víctima. Por ello en casos de “daños continuados” y, en
particular, en el caso de lesiones corporales, de difícil determinación médica y
cuantificación pecuniaria inmediata, el plazo de prescripción no comenzará a
computarse hasta no poder determinar, con certidumbre, el alcance de la indemnización. En
este sentido, el plazo prescriptivo se inicia en el momento que se conozcan de modo definitivo
las consecuencias del quebranto sufrido, según el alta médica.
El plazo referido es sin duda de prescripción. Igualmente ocurre en la mayoría de las
disposiciones legislativas específicas. Entonces el plazo puede ser interrumpido conforme a las
reglas generales.
No obstante, el plazo para ejercitar la acción por responsabilidad civil se convierte en plazo de
caducidad en supuestos específicos, para evitar la continua reviviscencia del posible ejercicio
de la acción. Ejemplos de plazos de caducidad sería:
El ya referido art. 9.5 LO 1/1982 sobre protección civil del derecho al honor, a la intimidad y a
la imagen, establece un plazo de caducidad de cuatro años para el ejercicio de la acción.
LOPJ al establecer el plazo de tres meses para interponer demanda de responsabilidad por error
judicial, opta por la caducidad.
En el caso de que la responsabilidad extracontractual recaiga sobre dos o más personas en virtud
de un mismo acto ilícito, existe la duda de si el perjudicado debe reclamar la reparación del
daño:
✓Simultánea o sucesivamente a cada uno de los responsables, prorrateando entre ellos la
reparación convenida o judicialmente determinada,
✓Cualquiera de ellos por entero, según convenga al perjudicado, en el entendido de que
después los responsables ajustarán cuentas.