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Los museos son radicales

Por Olafur Eliasson

Tiempo

Desde comienzo de los tiempos, el ser humano ha tenido que negociar las condiciones
básicas de temperatura, humedad y sensación climática. El clima ha sido tan importante
para dar forma a nuestra sociedad que uno puede argumentar que cada aspecto de la
vida – económico, político, técnico, cultural y emocional- esta vinculado o deriva de éste.
A través de los siglos, el defendernos del clima ha sido más importante que el
defendernos entre nosotros en forma de guerra o violencia. Si uno no puede comprender
el clima, no puede sobrevivir.

Para poder protegernos del clima, creamos ámbitos amigables en forma de edificios,
usando todo tipo de energía para poder calentar o enfriar nuestros alrededores
inmediatos. Nuestra confianza en estos interiores protegidos, controlados
climáticamente, regulados termostáticamente ha elevado cuestiones vinculadas a la
energía en los últimos cuarenta años. Estamos lentamente aceptando y dándonos cuenta
que las ideologías energénicas postguerra han resultado en el daño de aquello que se
supone nos tenían que proteger: el clima. Estamos ocupados en redefinir métodos de
acomodarnos correctamente a nosotros y nuestros alrededores correctamente con
relación al clima local y nuestros recursos energéticos.

Mas que cualquier otro elemento en la historia de la consideración espacial, el clima y


tiempo ha sido central para decidir la localización de ciudades, el desarrollo de
estrategias urbanas y las formas y estructuras habitacionales. El clima es parte de la
ciudad y viceversa. Todas las ciudades son construidas técnica y logísticamente a partir
de condiciones del clima; un inesperado de tormentas, luz de sol, viento, etc y cualquier
cambio insignificante, como puede ser un período inusual de clima, generan un stress
enorme y colapso eventual de la infraestructura de una ciudad. Un dia de frío, normal en
cualquier ciudad, puede ser fatal en otro. El clima es naturaleza en la ciudad y es uno de
los aspectos centrales en crear su aspecto y forma de vida. Así observando y estudio el
clima podemos aprender mucho sobre una ciudad.

Cada ciudad media con su propio clima. Como habitantes podemos acostumbrarnos a
cierto clima a traves de la ciudad y a través de la experiencia espacial de ésta.
Experimentamos el clima a través de la ciudad-filtro, como también al revés. Cuando
mediamos nuestra conciencia sobre el clima de la ciudad entran varios aspectos en
consideración en diferentes niveles colectivos y en todos los aspectos de la vida de la
ciudad. Este rango que va desde la experiencia hiper-mediada (o representacional) como
el servicio meteorológico en la televisión, a otras formas más directas y tangibles como el
mojarse al caminar por una calle durante una lluvia. Un nivel entre ambos extremos se
podría dar en la situación de observar la lluvia o el sol desde adentro de una habitación.
La ventana, como una interfase entre nosotros y el contacto con el exterior, media la
experiencia de uno mismo con el clima exterior.

Orientándonos entre estas diferentes formas de mediación nos permite pensar sobre el
clima. Podemos hablar del mismo entre nosotros y de pensar las posibles consecuencias
que tiene sobre todos. Como seres humanos, con el don de poder reflejar, podemos
hablar de lo que es hablar sobre el clima. Una de las razones por las que tenemos
preocupaciones importantes sobre el clima y por las cuales continuamos mediando con
diferentes niveles sociales sobre el mismo, es porque el mismo está fuertemente
relacionado con el tiempo. El vínculo entre ambos es notable principalmente en las
regiones no-ecuatorianos como el norte de Europa, donde el clima es extremo y diverso,
genera variaciones día a día u hora a hora, que se convierten en la prueba inconfundible
de que el tiempo pasa. Hemos aprendido a relacionarnos y usar el clima a partir del
modo del tiempo. El clima nos ayuda a pensar de manera abstracta la noción del tiempo,
haciendolo más tangible. En la modernidad el tiempo ha sido compartimentado en
conceptos, sistemas predecibles, números y calendarios, objetivizando su aspecto de
continuidad. Pero con el clima, siempre existe el riegos de ser visto. Porque el clima
nunca a perdido su característica central: la duración. El elemento de la duración y de lo
impredecible que deriva de éste, la idea de movimiento constante o flujo es una de las
razones básicas de nuestra preocupación obsesiva sobre el clima.

Uno de los aspectos más ambiciosos del ser humano ha sido poder ver el futuro – no en
la forma de la bola de cristal- sino en la forma de la industria internacional del servicio
meteorológico. Con éste podemos ver el clima que vendría, organizando nuestras
expectativas. Uno podría decir que incluso estiramos nuestro concepto del hoy al futuro
tratando de evitar lo que no puede ser predecible. Al predecir lo que el clima puede
traernos mañana a través del estudio de ayer, nuestra sociedad, con su obsesión de
controlar todo, ha extendido nuestro sentido del hoy al un espacio común y masivo
constantemente negociando con el clima. La fuerte relación del clima con el tiempo
aumenta nuestra conciencia de los niveles de mediación, para que haya un menor nivel
de representación y mayor nivel de realidad. En otras palabras, el clima puede ser
experimentado o comunicado como una abstracción, pero debido a sus aspectos
impredecibles y de duración, nos permite entender el nivel de esa abstracción en una
mayor extensión.

Mediación

Desde que la idea de cómo situaciones y cosas pueden ser mediadas o representadas se
ha convertido en una parte crucial de cómo trabajo en mi práctica artística, quisiera
elaborar brevemente a qué me refiero con mediación. Básicamente, me refiero al grado
de representación en la experiencia de una situación. El grado o nivel de representación
es un constante estado de flujo, variando de acuerdo a diferentes factores en una
situación.

Les ofrezco un par de ejemplos. Si uno observa dos personas teniendo una discusión, uno
experimenta un nivel de representación, si bien está en la parte más baja de la escala,
definido por un lenguaje particular y por los códigos culturales y de comportamiento al
que este evento está sujeto. Si uno mira una película de una discusión, uno experimenta
un nivel superior de esta escala representacional. Significativamente, el film puede ser
reproducido una y otra vez, y la discusión así toma lugar en su propio tiempo. Entre
ambos extremos hay diferentes niveles de representación. Por ejemplo, si una de las
personas en la discusión sabe que está siendo filmada y actúa distinto como resultado de
esto, esta persona imaginándose la discusión desde la perspectiva de la cámara, ha
alterado nuestra recepción de esta situación. En otras palabras, para uno (y la persona en
cuestión) la situación se vuelve más mediada. Otro ejemplo sería estudiar un mapa antes
de ir a una ciudad. Esto tiene un impacto de cómo uno experimenta y se orienta dentro
de la misma. El mapa media la ciudad y los conocimientos y expectativas que uno tendrá
sobre ésta.
Ver una película sobre la misma ciudad también lo media pero de otro manera, mientras
que una publicidad de la ciudad también afectará nuestra experiencia de otra manera
distinta. Al caminar por la ciudad, la misma continuamente se media a sí misma, por
ejemplo cuando un lugar se parece alguno que ya conocemos, al amenazarnos o al
sentirnos bienvenidos en éste, al estar restaurado arquictectónicamente en una estilo
determinado, o al estar rodeado de restos de distintas arquitecturas. Y uno puede
también generar un gran impacto en esa mediación. Uno puede caminar por una calle
con un walkman sustituyendo los sonidos urbanos por un sountrack distinto, incluso una
pieza musical usada en una película que transcurre en una calle parecida. Podemos usar
lentes de colores, alterando el rango de color visto; o zapatos blandos o duros generando
ciertas impresiones de la superficie donde se camina. Incluso nuestro perfume tambien
media nuestra experiencia olfatoria. Mediamos nuestros alrededores así como tambien
estos median en nosotros.

No tengo nada en particular en contra de la mediación per se. Puede ser fundamental
para desarrollar nuestra habilidad para dar un paso atrás y elevar un juicio crítico sobre
determinada situación. Usamos la mediación o representación en nuestros alrededores
para gobernar a éstos, para evocar ideologías morales, sociales y éticas en que creemos.
Sin embargo, somos conscientes de que la mediación puede ser, y muchas veces es
siempre, inflijida a nosotros por nuestros alrededores. Si la la mediación a través de un
tercero puede desviarnos de nuestras intenciones sociales, morales y éticas. Esto sucede
cuando en nuestra negociación con el espacio, estamos llevados a creer que algo está
menos mediado de lo que en realidad está, o sea cuando hay discrepancias entre los
niveles de mediación experimentados por nuestra conciencia y nuestro cuerpo físico.
Consecuentemente, uno puede argumentar que lo que sucede es un desplazamiento de
nuestra conciencia, un desplazamiento en el tiempo o mejor dicho fuera de tiempo.

El problema con la mediación, o sea nuestra experiencia representacional de nuestros


alrededores, sucede cuando uno no reconoce que la situación en la que uno está
involucrado, ha sido mediada por un tercero que lo está haciendo. Uno puede dar una
situación por sentada o por estado natural de las cosas y no estar consciente de los
niveles de construcción detrás de esa situación. El desafío de orientarnos a nosotros
mismos en esa mediación yace en mirar a través y saber en qué punto y por quién esta
situación ha sido mediada; ser conscientes de la relación de esta situación con el tiempo.

Museos

Los elementos (usualmente motivados culturalmente) de la sociedad, como museos, que


se han hecho responsables de participar en ésta de alguna manera reflejándola, han
entendido que la reconstrucción del pasado, de acuerdo al modelo antiguo de mirar, es
por definición imposible. El consenso general es que, más allá de cuál sea el tiempo en
que está situada esta institución, solo puede ser vista desde el punto de nuestro porpio
tiempo. Esta nueva idea es también un modelo, una construcción. Y no podemos
simplemente reemplazar el viejo modelo con uno nuevo, como aspiraba el modernismo.

La responsabilidad de la institución descansa en la idea de exponer la ideología de la


exposición como una parte integral de la exposición, así generando la mediación como
una parte de la exposición. El desafío está en aceptar la premisa de nuestro compromiso
singular con esta situación así como la experiencia en una institución artística. También
yace en entender los niveles de mediación de una exposición y de su poder manipulativo
al punto de que podemos hacer el modelo de exposición transparente; permitiendo que
el visitante entienda que la ideología institucional y la exposición es en sí misma son una
construcción y no un estado superior de verdad.

Cuando podemos ver a través de la mediación de una situación, cuando es transparente,


podemos experimentar un nivel de toma de conciencia desde el potencial de la
autoevaluación que se da en una situación como ésta. Nunca podremos tener una no-
mediación, ya que nuestra memoria y expectativas nos generan el primer nivel de
mediación. Siempre hay un nivel de representación del cual no se escapa, excepto quizás
en el momento en que nacemos y morimos. Mas allá de estos dos básicos eventos de la
vida, la realidad como la conocemos es relativa. Al permitir la transparencia y el tiempo
como una experiencia mediada, uno se vuelve más responsable de dar mayor conciencia
a una situación que es parte de un sistema mayor de causalidades, y no un elemento
autónomo. Es una construcción.

En la sociedad, el uso de la mediación para permitir la evaluaciuón, crítica y reflexión ha


sido el nervio central en la práctica cultural en general y la práctica artística y
representacional en particular. Mientras tengamos historia del arte, tendremos la
discusión sobre si el arte debe referirse a su sistema representacional (reflejando la
sociedad como un espejo) o si es parte integral de la sociedad misma. Considerando el
arte como una de las trayectorias de la sociedad, estas preguntas no son menos
diferentes a preguntarnos si el clima es separable de la ciudad. Por supuesto que la
institución artística es una parte integral de la vida de una ciudad. Las instituciones
culturales son uno de los muchos sistemas inmunes del autoreflejo de la sociedad.
Cuando un virus como el acomodamiento de nuestros sentidos nos ataca y el desarrollo
de la identidad de la ciudad está desafiado, el sistema inmune es activado para restaurar
un dialogo pausible vinculado a un sentido de resistencia. Es importante notar que dudo
si el arte tiene el poder de cambiar las cosas directamente; considero el campo de
experimentación artística mas como un laboratorio, donde la investigación en múltiples
disciplinas es constantemente conducida. Y es de particular interés para mi –como para
otros campos científicos- que la práctica artística ha hecho un esfuerzo por negociar su
relación con la sociedad, a tal punto que su método está ahora más integrado en su
forma, y su forma no está mas acomodada a un paradigma ideal. Lo que da al arte su
influencia única, es su obsesivo deseo de definir y redefinir su posición (o falta de ella)
con relación a la sociedad, y esto provee un recurso magnífico para desafiar nuestra
propia relación (o falta de ella) con la sociedad.

Al trabajar en proyectos en diferentes instituciones artísticas, sin embargo, he sido


desafiado por el problema general de que el museo continúa definiéndose desde el punto
de vista moderno, asumiendo que es posible pararse ‘cerca de’ o ‘fuera de’ la sociedad y
de alguna manera reflejarla desde ahí. Este punto de vista es como asumir que el clima
puede ser separado de la ciudad, que lo experimentado puede ser separado de la
interpretación, que la forma puede ser separada del contenido, o el tiempo del espacio.
Significa que la institución no está tomando conciencia de su responsabilidad con la
sociedad en general y el valor de una experiencia singular en particular. Cuando la
ideología de una exposición no está considerada como parte de una exposición, el
potencial sociabilizador de ésta es sacrificado en favor de valores formales. Para evitar
esta situación, cualquier estrategia ideológica elegida, cualquier opción de marketing,
cualquier detalle arquitectónico, no sólo debe ser considerado como una condición y
parte de un proyecto, sino que también debe ser revelado al visitante. Creo que para
conseguir un compromiso desafiante con el arte que evita la manipulación del
espectador, cada parte de la construcción detrás de la presentación de arte debe ser una
parte transparente de esa presentación. Así el arte puede finalmente alcanzar su función
social y hacer visible la relación con el tiempo con el que está comprometido: estar fuera
de tiempo más que en el tiempo. Una exhibición no puede ser presentada fuera de su
contexto social, y tenemos una responsabilidad de entender que somos parte de lo que
estamos evaluando así como también el resultado de esto. Los museos pueden ser
radicales.

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