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ANDINAS
INTRODUCCIÓN
Los investigadores alemanes Wilhelm Reiss y Alphons Stübel no sólo fueron conocidos
como geólogos destacados, no obstante haber sido dentro de su campo de actividades
especialmente exitosos en los Andes. Más que eso, las excavaciones arqueológicas a
gran escala realizadas en 1875 en el Cementerio de Ancón en Perú demuestran la gran
capacidad de observación y el talento analítico de los dos científicos habitual en la
tradición científica del siglo XIX, como ya la había puesto de presente uno de los
investigadores más conocidos y polifacéticos de su tiempo, Alexander von Humboldt,
en sus viajes por México, América Central y Suramérica, así como la amplitud de sus
ricas colecciones de material y estudios.
Las excavaciones de los dos geólogos alemanes en la necrópolis de Ancón eran de una
importancia capital también desde el punto de vista metodológico, a pesar de no
conocer todavía la estratigrafía, es decir la observación de los estratos, imprescindible
en las excavaciones contemporáneas, introducida sólo más tarde por el arqueólogo y
experto museísta Max Uhle. Richard Haas (1986: 7) señala insistentemente que antes de
las investigaciones de Reiss y Stübel no se habían realizado excavaciones de esta
envergadura en Suramérica. Aunque los trabajos de excavación en sí n0 respondían
todavía a las exigencias de hoy, los dibujos realizados y la cartografía del terreno sobre
todo, demuestran la mirada experta y la determinación de los geo-investigadores de que
para la documentación del lugar de excavación es imprescindible el retrato del entorno
y de su marco fisionómico y ecológico.
Todas las colecciones están clasificadas según sean recipientes y Figuras cerámicas,
textiles, herramientas para trabajar los textiles y otros objetos elaborados de conchas,
madera, huesos y metal, por lo general plata o cobre. Sin embargo, la colección
contiene también restos de cerámica y tela, cráneos de momias, momias animales,
plantas y frutos, es decir, objetos sin valor pecuniario, pero de tanto mayor valor
científico.
El mayor logro de Reiss y Stübel es, según Richard Haas (1986: 71), haber completado
el dispendioso trabajo de integración de la documentación en tres tomos, compuesta de
numerosas Láminas de dibujos coloreados; realizada tras finalizar los trabajos de
excavación y que se difundió internacionalmente con una resonancia capital para la
exploración del Perú antiguo. Con la venta de la colección completa al Museo Real de
Etnología de Berlín (hoy: Museos Estatales Patrimonio Cultural Prusiano-Museo de
Etnología, Berlín-Dahlem) se pudo asegurar la financiación de la obra El cementerio de
Ancón en Perú. Un aporte para el conocimiento de la cultura e industria del imperio
incaico, según los resultados de excavaciones propias de W. Reiss y A. Stübel. Con la
ayuda de la administración general de los Museos Reales de Berlín (tres tomos, Berlín,
1880-1887).
CULTURAS PRECERÁMICAS
A las culturas desarrolladas en las épocas incaica y preincaica las antecedió un largo
período, en el que grupos de cazadores y recolectores recorrían las zonas costeras y las
estepas de montaña. Aunque numerosas investigaciones de los estratos geológicos y
culturales en cuevas y techos formados de roca han probado la presencia episódica de
los llamados cazadores paleoindios sobre todo por los hallazgos de restos óseos de caza
y utensilios de piedra, y a veces también de madera y hueso, una fijación exacta de la
fecha del comienzo de la población de los Andes sigue siendo una tarea ardua. Así, las
indicaciones temporales oscilan entre los todavía no probados definitivamente 22.000
años a. C. (hallazgos en cuevas cercanas a Ayacucho en Perú) y los 12.000 años a. C.,
fechados con más precisión por las mejoradas mediciones radiocarboníferas (cuevas en
Venezuela, el norte de Chile y los Andes centrales). Estos períodos de tiempo se pueden
asignar geológicamente a la Glaciación Wisconsin (Pleistoceno superior), que equivale
aproximadamente a la Glaciación Vístula en Europa (70.000 - 10.000 años a. C.). Para
los grupos de cazadores que llegaron en dirección sur hasta la Tierra del Fuego fueron
decisivos, fenómeno parecido al sucedido en Europa, los llamados interestadiales, es
decir episódicos períodos calurosos, en los que pudieron formarse áreas libres de hielo
que podrían haber servido como zonas de pastaje para los animales de caza.
Los depósitos de huesos animales de las cuevas habitadas dan una imagen precisa de las
piezas cazadas y con ello del cariz económico de los cazadores de la época glacial y
posglacial. Se han encontrado, por ejemplo, restos de una extinguida especie grande del
perezoso (Megatherium), que alcanzaba casi el tamaño de los elefantes de hoy en día.
También el armadillo gigante (Glyptodon), la especie de elefante "mastodon" que al
parecer no fue tan importante como pieza de caza, así como el machairodus
(Homotheriurn), el más grande animal carnívoro de la antigüedad, y finalmente el
caballo menor (Equus sp.) desaparecieron poco a poco al final de la época glacial. En
cambio, se extendieron especies animales como el ciervo real blanco (Odocoileus
virginianus), el ciervo andino (Hippocamelus antisensis) y camélidos menores como el
guanaco (Lama guanicoe) y la vicuña (Lama vicugna), así como mamíferos menores,
como el roedor vizcacha (Lagidium peruanum). Ganó en importancia, sobre todo, la
caza de camélidos, de los que nacieron después las especies domesticadas de la llama y
la alpaca. Esto lo confirman sobre todo pinturas rupestres repartidas por toda la zona
andina, que representan, sin lugar a dudas, escenas de caza de manadas de camellos
menores.
Por desgracia, la colección de Reiss, Stübel y Koppel sólo contiene una modesta
selección de utensilios de piedra, de los cuales algunos tienen una forma arcaica, pero
que no obstante sólo pueden ordenarse cronológicamente con reservas, ya que tampoco
está registrado el lugar exacto del hallazgo.
El instrumento de caza más importante de la época paleoindia fue la lanza, hasta que
mucho más tarde se impusieron la flecha y el arco, de mucha mayor precisión. En las
lanzas difundidas por los Andes se trata por lo general de una vara en forma de barra
con un macho en la parte posterior, que sirve de arbotante. Este tipo de proyectil "[ ...]
funciona aprovechando la función de palanca que hace las veces de un brazo
prolongado y que debe conseguir una mayor amplitud del lanzamiento y una mayor
eficacia de penetración" (Hirschberg,1988: 422 y sigs.).
Está demostrado que a partir del año 8.000 a.C. aumentó la porción vegetal en la gama
alimenticia de los pueblos andinos. Probablemente a partir del cuarto milenio a. C. se
puede hablar de una domesticación de ciertos vegetales como las habas, la quinua
(conocidos como "cereales incas"), algunas especies de calabazas o la pimienta chili. En
la zona costera se produjo el algodón a partir del 3.500 a. C., en los altos valles de los
Andes el maíz a partir del 3.000 a. C. y diversas clases de papas desde el año 2.500 a.
C., es decir vegetales que alcanzaron importancia mundial como alimentos base o
materias primas industriales a través del camino a Europa por intermedio de los
conquistadores españoles. En las zonas costeras áridas de Suramérica se han producido
textiles de algodón desde el "arcaico superior'; como abrigos, mantas, bolsos y redes de
pescar anudadas, cuyas muestras minuciosamente trabajadas pueden servir como
indicios del insuperado arte textil de las épocas precolombinas más próximas en los
Andes centrales y en la costa pacífica.
PERÍODO INICIAL
Alrededor del año 1.800 a. C. según otros autores ya incluso en el 2.100 a. C. (Prem,
1989) comenzó el llamado Período inicial o Período formativo1. A partir de entonces la
alfarería se convirtió en una rama importante de la actividad artesanal, como lo prueban
impresionantemente los ricos hallazgos de cerámica en las poblaciones indias. En
Valdivia, un lugar de pescadores en la costa suroccidental de Ecuador, se encontraron
probablemente los más viejos objetos de arcilla cocida. Las mediciones con
radiocarbono (C-14) arrojaron una edad de 3.100 y 2.700 años a. C. (Hartmann,1982:
294). La ubicación de los hallazgos de Valdivia llamó la atención sobre todo por la
cantidad de estatuillas femeninas de pocos centímetros de altura. La fuerte acentuación
de los pechos y la vulva caracteriza las Figuras de modo parecido a las Figuras de las
glaciaciones en el Viejo Mundo como utensilios de sacrificio o tumbas, y en especial
como ídolos de fertilidad relacionados con cultos agrarios hasta ahora desconocidos.
Esto deja ver que la agricultura se convirtió muy pronto en el centro de la vida
económica de los pueblos indígenas. Precisamente las difíciles condiciones ecológicas
ambientales del costado occidental de Suramérica, como las áridas zonas costeras o los
lugares elevados con su amenaza de heladas, han exigido siempre a los agricultores
indígenas los máximos esfuerzos técnicos, que han podido cumplir y cumplen todavía
con instrumentos muy simples. También es cierto que los ríos, que siguen la empinada
pendiente occidental de los Andes con su declive correspondiente, ofrecían condiciones
ideales para la creación de superficies de riego artificial y, a la vista de una población en
rápido crecimiento, la posibilidad de ampliaciones considerables del área cultivable
también en espacios secos.
HORIZONTE TEMPRANO
Con el comienzo del Horizonte temprano se extendió en grandes zonas de Perú un estilo
artístico, que tuvo su origen en la zona de Chavín de Huantar, una pequeña ciudad
situada en la montaña andina del norte a 3.000 metros de altura. Como motivo central
aparece en las cerámicas o losas de piedra entre otras cosas un "ser humano-animal" en
diversas variantes, una Figura que, dotada de atributos de gato montés y garras de
águila, se interpreta como una deidad (Willey, 1974). Entre los ejemplos más conocidos
de la iconografía del Horizonte temprano se encuentran la Estela Raimondi descubierta
en 1840 en Chavín y denominada según el historiador italiano, una losa de 1.98 m de
altura de granito claro con el bajorrelieve de la citada deidad en forma de barra, así
como el obelisco designado según el arqueólogo peruano Tello. En el Obelisco Tello la
Figura central está representada en forma de reptil, en contraste con la Figura central
antropomórfica de la Estela Raimondi. Otros componentes importantes del estilo
artístico Chavín son representaciones altamente estilizadas de félidos, monos, serpientes
y otros reptiles, así como de seres tipo murciélago, complementados frecuentemente
con flores, árboles u otros modelos de vegetación.
También por las tumbas dotadas de distintos objetos se puede reconstruir claramente el
cambio sucedido entre las sociedades pueblerinas, simples y bastante homogéneas, y los
asentamientos de población urbanos culturalmente diferenciados, con una élite
aristocrática a la cabeza y una amplia base campesina.
Alrededor del año 500 a. C. se ubica posiblemente por influencia bélica la desaparición
de la cultura Chavín, y el abandono de los grandes centros religiosos. Pero esto no
significaba en absoluto el declive de los procesos culturales o económicos en las zonas
influidas por Chavín, sobre todo si se observan las florecientes culturas regionales del
Período intermedio temprano (aproximadamente 100 años a. C. -600 d. C., véase la
tabla cronológica, Ilustración núm. 51), cuando se fabricaron productos de alfarería,
textiles y trabajos de metal: de oro, plata y cobre, de la mayor perfección técnica y
artística. Solamente las vasijas cerámicas de la cultura Moche, cuya zona de
asentamiento comprendía la franja costera del norte de Perú en una extensión de
aproximadamente 250 x 50 kilómetros, forman parte del legado más impresionante de
los pueblos precolombinos de la América antigua, y de los objetos de exposición más
valiosos de muchos museos etnológicos. Artesanos especializados crearon vasos con
Figuras y retratos, así como vasijas pintadas con escenas ejecutadas en la técnica de
molde o de aplicación dominada magistralmente.
Las vasijas permiten forjarse una idea de las formas de vida y del imaginario religioso
de las personas de entonces, gracias a las detalladas escenas: una breve selección de los
temas representados abarca: engendramiento, nacimiento, muerte, cura de enfermos,
lucha, toma de prisioneros, caza, agricultura, embriaguez por consumo de coca,
representaciones de demonios animales y deidades. De importancia especial parecen
haber sido las "vasijas cabeza"; fabricadas con la ayuda de moldes. Probablemente se
trataba de la representación de personajes de alto rango, tal vez de jefes tribales o
sacerdotes. La mayoría de las vasijas de retrato muestran facciones idealizadas, sobre
todo de personas y por ello puede considerárselas como una "línea genealógica"
conFigurada en arcilla.
El arte cerámico de la época nazca se caracteriza sobre todo por su pintura de pared fina
y polícroma. Una sola vasija puede tener hasta once colores diferentes, entre los cuales
predominan los tonos rojos brillantes. La interpretación iconográfica de las pinturas de
las vasijas con temas de culto religioso sigue siendo contradictoria. Como motivo
principal de la pintura aparece una Figura personificada con los atributos de un félido,
que se denomina "dios o demonio gatuno" y es interpretado frecuentemente como
deidad del tiempo. No pocas veces se encuentran entre los atributos los "trofeos cabeza"
y la maza, indicios probablemente de los rasgos bélicos y amenazantes de esta Figura
de culto. Sobre todo en la época temprana nazca (100 a. C.-200 d. C.) se representa al
demonio gatuno como doble ser "Félido y serpiente serrada", lo que subraya una
interpretación de esta Figura como guía del crecimiento y la fertilidad.
En la época nazca tardía aparece otra Figura mítica, denominada según Eduard Seler
(1849-1922) "demonio de vara serrada" Uno de los atributos más llamativos, pero de
difícil interpretación es una barra varias veces angulada, adornada con pares de dientes.
Motivo acompañante vuelven a ser trofeos de cabezas enteras o por lo menos de parte
con mechones de cabello.
HORIZONTE MEDIO
A partir del año 600 d. C. se vislumbra el comienzo del Horizonte medio. Una gran
parte de las regiones centrales andinas, además de zonas del norte de Chile y el
noroccidente de Argentina fueron influidas por una nueva corriente, de manera similar a
la época chavín. El centro fue sin duda Tiahuanaco (en la grafía boliviana: Tiwanaku),
uno de los lugares político-religiosos más grandes de Suramérica. El complejo de ruinas
se encuentra aproximadamente a 20 kilómetros al sur del lago Titicaca en territorio
boliviano.
El extenso lugar de culto con sus numerosos monumentos megalíticos había despertado
muy pronto el interés de los investigadores. También Alphons Stübel le dedicó un
amplio estudio, provisto de dibujos minuciosos, de planos y mapas, bajo el título: El
lugar de ruinas de Tiahuanaco en el altiplano del Perú antiguo - Un estudio de historia
cultural basado en tornas propias (Breslau, 1892).
La plaza de culto, hoy completamente restaurada, está rodeada por una muralla de
piedra arenisca, a la que se encuentran integradas varias esculturas de cabezas. El centro
de la plaza lo ocupa una Figura monumental excavada en 1932 por Wedell C. Bennett y
conocida por su nombre: la estela de 2.50 metros de altura representa posiblemente a
una de las deidades desconocidas de la cultura Tiahuanaco, como lo insinúan
aplicaciones de gatos monteses y serpientes en el cuerpo de la Figura.
Max Uhle fue el primero en señalar la difusión de algunos elementos típicos del estilo
clásico de Tiahuanaco en las zonas de la costa central de Perú. En sus excavaciones en
los campos de ruinas de Pachacamac (al sur de Lima), uno de los centros de culto más
importantes del Horizonte medio, Uhle encontró motivos correspondientes sobre todo
en cerámicas y textiles.
"El vaso es cilíndrico y se agranda con una ligera ampliación de sus paredes hacia
arriba. Un tono trabajado con cuidado y aplicado finamente le proporciona un vivo
color rojo.
"La cara sobresale en forma de cuadrado, con la nariz, la barbilla, la boca y los ojos más
que con las demás partes. La nariz tiene forma de vara y está en sentido perpendicular
con respecto a la superficie de la cara.
"Los ojos están pintados de negro y rodeados de un círculo amarillo, los labios son
amarillos y rodeados de negro. Una raya amarilla enmarca la cara por tres lados
indicando tal vez el cabello. Dos rayas amarillas horizontales adornan la barbilla. Un
pequeño aro amarillo en las mejillas, unido por una línea con el aro que rodea el ojo,
viene a ser un adorno análogo a los que decoran los ojos de las Figuras del relieve en el
portal de Ak-kapana (Nota del autor: Stübel y Uhle se refieren a los "demonios" de la
Puerta del Sol).
"El tocado se compone de un manojo de cabellos que cubre la frente y de lazos que
caen por los lados de la cara. El manojo insinúa en el centro sobre la frente, en negro y
amarillo, un penacho de tres piezas, como aparece frecuentemente, por ejemplo, en la
corona de rayos de la Figura principal de la puerta. Hacia los lados éste se oculta bajo
los lazos pendientes, ricamente adornados. El dibujo de los dos lazos se compone de
tres campos rectangulares, ordenados verticalmente uno encima del otro, completados
con una cabeza de cóndor, de manera que el fondo negro de los lazos sirve
prácticamente sólo para formar las líneas de contorno para las cabezas rojas de los
cóndores. El ojo tiene la forma de un círculo negro, delineado de amarillo, pintado hasta
la mitad de negro. Las mitades del pico las divide una línea amarilla: y otra igual,
quebrada dos veces en forma de rodilla, rodea la frente muy saliente sobre el pico, un
cuadrado amarillo insinúa la oreja, una línea arqueada un adorno en el cuello. La parte
más céntrica está conformada por un cuadrado amarillo. Un signo parecido a una rueda,
pintado de negro, y con cuatro rayos, se encuentra encima del penacho cerca del borde
de la vasija.
"La vasija está rodeada un poco por debajo del borde por una elevación abombada,
plana, pero ancha, que el artesano ha conseguido presionando con los dedos las paredes
hacia fuera. Esta ornamentación, que cumpliría seguramente también una función
práctica, se encuentra imitada también en los vasos de las estatuas de piedra descritas en
la Lámina 31: Figuras 1 y 2" (Stübel/Uhle, 1892, Primera parte: texto de su Lámina 41).
Los vasos llamados "kero" (otra grafía: keru) con sus paredes señalando hacia fuera y la
pintura polícroma pertenecen a las dos formas primarias de la cerámica de Tiahuanaco.
La forma cónica básica del cuerpo de la vasija sólo varía poco. Pero en cambio la
superficie del soporte puede ser muy reducida en relación a la boca de la vasija. Como
adorno se han modelado abombamientos en punta o semirredondos en el centro de la
vasija. La forma kero no sólo sobrevivió a la cultura de Tiahuanaco, desaparecida
alrededor del año 1.000 d. C., y al imperio Inca, nacido mucho después, sino que llegó a
ser incluso en la época colonial española una vasija muy popular como vaso de madera
pintada. Hasta el presente todavía son habituales en algunas zonas andinas ceremonias
agrarias con un vaso parecido al kero (Boetzkes/Gockel/Hohl, 1986: 64).
También la vasija de la Ilustración 56 muestra la forma básica de kero pero está dotada
además de una cabeza de puma con chapa de adorno, una pieza de rabo y una asa. La
vasija se sitúa temporalmente en la llamada época decadente de la cultura de
Tiahuanaco, aproximadamente año 1000 d. C. (véase Eisleb/Strelow, 1980). El estilo
artístico geométrico de Tiahuanaco, pronunciadamente rígido y a veces en extremo
abstracto, se extendió también a Huari, un segundo centro importante del Horizonte
medio en el valle del río Vinaque cerca de la ciudad peruana de Ayacucho. Esta cultura
se desarrolló, bajo la influencia de las ideas religiosas de Tiahuanaco y de los
instrumentos propios de poder bélico militar, hacia un imperio expansivo, que abarcaba
las montañas del sur y centrales, además de todo el litoral peruano. El imperio pudo
apoyarse en una excelente red de caminos, comparable a la existente en la posterior
época Inca, así como en centros administrativos y religiosos como Pachacamac, al sur
de Lima.
En el estilo típico Huari, que se puede reconocer fácilmente sobre todo en la cerámica
policroma, están fundidos varios estilos del arte regional de la costa sur, como por
ejemplo el de la época nazca tardía. También las excavaciones de Reiss v Stübel en el
cementerio de Ancón han proporcionado cerámicas que se pueden asignar, según Haas
(1986), al Horizonte medio y al mismo tiempo y la influencia estilística de Huari.
La vasija de arcilla arriba a la izquierda en la Lámina 14, puede servir como ejemplar
para ilustrar lo anterior: se trata de una vasija del siglo VIII d.C., quebrada, de forma
abombada, cónica en la parte inferior y de pintura polícroma. Disponía originalmente de
dos bocas y una asa plana que las unía. El rasgo más importante que permite señalar su
procedencia temporal y estilística son los adornos geométricos y figurativos, que
ocupan toda la vasija. De un lado presenta un rostro humano cuadrado, provisto de
extremidades, probablemente piernas; del otro muestra un ser gatuno. Dos serpientes
aparecen como elemento unificador frente a las dos "Figuras principales"
PERÍODO INTERMEDIO TARDÍO
Con el Período intermedio tardío (años 900-1476 d. C.) se creó un desarrollo cultural
como el vislumbrado hacia el final de la época chavín. Alrededor del año 850 d.C. se
hundió el imperio Huari, y se crearon las condiciones para la aparición de espacios
culturales de índole regional.
En el período más antiguo de la época Chancay los alfareros utilizaban los colores
negro, blanco, y amarillo rojizo; en el período más reciente, sólo el negro sobre fondos
claros. Pero llama la atención en general la despreocupación artesano-técnica de los
trabajos de cerámica. La decoración se aplicó con el pincel grueso sobre una superficie
áspera y no pulida. También las Figuras y esculturas de las vasijas, realizadas con la
ayuda de moldes, tienen un aspecto rudimentario, situación que contrasta radicalmente
con los extraordinarios trabajos textiles de la época chancay, de los cuales Reiss y
Stübel pudieron rescatar una cantidad considerable de piezas de las tumbas de Ancón.
" [...] Figura 1. Tumba de seis metros de profundidad a cuyo fondo conduce un pozo
que se estrecha en forma de embudo. La planta representa casi un círculo, con dos
pasillos laterales salientes de él, que se juntan en ángulo recto, en los que estaban
colocadas las momias en nichos de poca profundidad, bajo el techo protector de una
capa más resistente de guija. Uno de los pasillos laterales está representado aquí de
perfil longitudinal, y una momia, rodeada de vasijas de arcilla, losas de tumbas y cestos
de trabajo, se encuentra frente al visitante. La segunda de las momias visibles se
encuentra, en el perfil dibujado, en la pared lateral del otro pasillo, que transcurre en
dirección al observador, y en cuyo fondo se puede observar la parte superior de una
tercera momia. El dibujo está basado en las circunstancias de la tumba, de la cual
proviene la momia representada en las Láminas 11, 12 y 13.
"2. Dos tumbas colocadas muy juntas, de desigual profundidad, de las cuales una está
representada vaciada de la arena rellenante, mientras que la otra está todavía llena de
arena. En la pared trasera de la primera está sentada la momia representada en la
Lámina 16, rodeada de diversos objetos.
"3-3b. Visión en perspectiva, junto al perfil y plano de una tumba que contiene dieciséis
momias (núm. 11 del plano). Trece de las momias, provistas sólo en parte de cabezas
falsas, están sentadas en el fondo de la tumba, apoyadas en la pared, mientras que las
otras tres, entre ellas la de un niño, fueron sepultadas en posición horizontal en un nivel
superior de la tumba, ya rellenada hasta la mitad de arena. Vasijas de arcilla, losas de
tumba (Láminas 32 y 33) e insignias de honor en forma de estandarte (Lámina 31)
acompañan abundantemente a los muertos.
"4. Tumba muy profunda cuya parte inferior la ocupan dos momias con los
complementos respectivos, sobre las cuales se ha fijado un techo ligero de cañas y
esteras. En la arena colocada encima del techo protector se halló una momia provista
con sencillez, y en un nivel algo más elevado el cadáver bien envuelto de un niño. Un
objeto acompañante poco frecuente es el que se observa en la larga vara, colocada sobre
la arena, con una vasija de arcilla sobrepuesta (Lámina 31).
"5. Tumba tapiada cuidadosamente con piedras de rocalla. El suelo está cubierto de
arena desprendida e introducida por el viento, por lo que no se puede observar la
profundidad de la tumba. Al lado, el perfil de una tumba intacta perteneciente al parecer
a una persona pobre, cubierta con esteras.
"6. Tumba de las colinas centrales, que contienen dos conjuntos de momias presionadas
fuertemente entre sí, de los cuales el más grande está representado en la Lámina 26,
Figura 2.
"8. Tumba pequeña en cuyo fondo se encuentra una momia bajo un techo de protección,
parecido a la Figura 4" (Reiss/Stübel, 1880-1887: texto para la Lámina 10).
Las momias excavadas en Ancón se habían conservado de modo natural, como explica
Haas (1986: 42) por disecación en la arena salitrosa. No así los muertos del cementerio
de Paracas: luego de extraerles los intestinos, fueron momificados artificialmente,
asando los cadáveres sobre fuegos disecantes y rellenándolos después con arena
caliente. Después de su preparación se ataban con cuerdas de algodón, para conseguir la
posición sedente, que era una "posición de vida". contraria a la "posición de sueño" de
los enterrados boca abajo o de espaldas. Siguió la envoltura de los muertos con
"algodón, pieles animales 0 esteras" (Reiss/Stübel, 1880-1887: texto de su Lámina 19),
y después con un trapo de algodón sencillo, pero largo. La cabeza puede estar cubierta
además "con un trapo grande, de rayas coloreadas" (Reiss/Stübel, 1880-1887: texto de
su Lámina 19).
Otro rasgo común de algunos conjuntos de momias son las cabezas artificiales: "Todas
las cabezas consisten de un cojín cuadrado, de tela áspera de algodón, cosido en forma
de saco, y lleno de hojas o crin vegetal. La parte delantera, la cara, está pintada de rojo:
las narices talladas en madera están atravesadas por el centro y sujetadas con pocos
puntos; los ojos consisten en cáscaras o conchas diseñadas en forma de rombo, 0 de
trozos de una corteza blanca de árbol, o en menor grado de metal (plata); las pupilas de
una gota negra de resina. La boca está dibujada con unas pocas puntadas de gruesas
hebras de algodón; el pelo estaba simulado por lo general por fibras de áloe teñidas de
negro, pero se llegaron incluso a utilizar pelucas de cabello humano real, de trenzas
largas [...]. Un adorno frecuente en las cabezas artificiales consistía en palillos de
madera afilados unidos por un trozo de caña transversal. En cada palillo se encontraba
originalmente un grano de maíz; sólo se conservan algunas de las conchas" (Reiss/
Stübel, 1880-1887: texto de la Lámina 21).
Algunas de las cabezas artificiales (Lámina 9) están adornadas con uno o varios
"retículos": Son palitos de caña sencillos o cruzados con envolturas de hilo de colores,
que tienen al parecer un significado mágico como "ojos de los dioses" Una función
semejante debían tener en las descripciones de las losas de tumbas de Reiss y Stübel,
aquellos trozos de tela rectangulares y decorados de colores, cosidos a un palo de
madera, que se colocaban en el suelo de la tumba o se apoyaban en el conjunto de
momias.
La colección del cementerio de Ancón contiene una vasija de asa (Lámina 13: izquierda
abajo), ennegrecida por cocción reducida y pulida posteriormente, que pertenece al
estilo de cerámica chimú, repartido por toda la zona de la costa norte y en parte de la
costa central peruana. El centro de la cultura Chimú, sucesora de la cultura Moche, fue
Chanchán cerca de la ciudad portuaria de Trujillo, en el norte de Perú. La extensión
total de la capital chimú fue, según las últimas estimaciones, de aproximadamente 20
kilómetros cuadrados, y pertenece con sus instalaciones de palacios, templos y
viviendas de adobe y tapias de barro, así como con sus jardines de riego, a los
patrimonios más destacados de las culturas prehispánicas. Chanchán es al mismo
tiempo el testimonio arqueológico más importante de una cultura de desierto altamente
desarrollada, cuya base económica era un cultivo de riego complejo pero estrictamente
organizado. Los productos agrícolas, que probablemente eran de posesión estatal, se
conservahan en almacenes de la capital, construidos expresamente para ello, y se
repartían según las necesidades de la población. Más de 20.000 espacios documentados
arqueológicamente dentro de la ciudad de Chanchán no se consideran ahora, como
antes, parte de los edificios de viviendas, sino más bien talleres de artesanos. Su tarea
principal era cubrir la gran demanda de bienes de lujo por parte de la aristocracia
urbana, en especial de los mandatarios chimú. Así se calculó, según las últimas
hipótesis, un número aproximado de entre 25.000 y 30.000 habitantes, sólo una décima
parte de la cifra estimada anteriormente.
Una técnica bastante impresionante engañó a los españoles que saqueaban los tesoros
indígenas respecto al contenido real de oro de algunos objetos, que se fundieron en su
mayoría. En la técnica conocida como "Mise en Couleur" se aplicaban savias vegetales
a la superficie de las obras de tumbaga que causaban una reacción química concreta.
Después de pulir se podía crear un brillo limpio de oro.
HORIZONTE TARDÍO
"A principios del siglo XVI, eran dos los estados civilizados en Suramérica que habían
alcanzado su plenitud. Ambos tenían su origen y ubicación en las montañas de la
cordillera que se extiende a lo largo de todo el continente; ambos se habían desarrollado
en el clima templado casi frío de las regiones montañosas más altas: el imperio de los
chibchas en el norte, el imperio de los incas en el sur. Las dos civilizaciones ya se
distinguían por su extensión territorial, pues mientras que en el norte, en la Colombia de
ahora, la civilización quedó reducida a un territorio relativamente pequeño, los
altiplanos y altos valles de Bogotá y Tunja, el imperio inca se extendió enormemente;
incluía el Perú de ahora, Ecuador, Bolivia y una parte considerable del norte de Chile;
desplegó su poder por un extremo hasta el litoral yermo en el océano Pacífico y por el
otro hasta la región de la selva cálida en la pendiente oriental de los Andes.
Podrá parecer todavía extraño que un imperio del tamaño del incaico, tan perfectamente
organizado y superior militarmente, haya podido ser conquistado por unos pocos
españoles. Pero esto sólo pudo suceder, como lo señalan todos los expertos en
concordancia, porque las "tribus indias se habían puesto en seguida de su lado [el de los
españoles, el autor]" (Oberem, 1982: 488). Es cierto que el dominio colonial de los
españoles, comenzado a partir del siglo XVI, sustituyó las estructuras de dominio de los
incas, destruyó el complejo tejido social y administrativo, y expropió a los pueblos
indios de una gran parte de sus valiosas extensiones agrarias. Los monumentos
religiosos y profanos también fueron víctima del ímpetu destructivo de los europeos. A
pesar de ello, una parte considerable de la cultura material y espiritual del tiempo
precolonial ha sobrevivido, sobre todo en los estados con un alto porcentaje de
población india como Perú, Bolivia y Ecuador. Sigue existiendo el quechua como
idioma del imperio inca, y también el aymará, que se habla sobre todo en la zona del
lago Titicaca. La forma imperante de producción agraria se asimila a la de los
campesinos de montaña de la época incaica e incluso algunos instrumentos de cultivo
agrario tradicionalmente prehispánicos, como por ejemplo la "tacha" (pala cuadrada
para cavar), se siguen utilizando. La arquitectura de adobe, piedra y paja de las
viviendas de patio de la población campesina se ha podido mantener hasta el presente.
También los elementos de la indumentaria tejida, abundante de símbolos, están basados
en modelos prehispánicos. Y lo mismo se puede afirmar en lo referente a las fiestas
religiosas y los cultos agrarios, que no han perdido su importancia original pese a la
cristianización impulsada por los nuevos gobernantes.
NOTA
1
La división cronológica se refiere a estilos artísticos particulares, sobre todo de la cerámica. Para los territorios de antiguas
civilizaciones desarrolladas, limitando al sur y al norte, en la zona actual del norte de :hile, noroccidente de
Argentina, Ecuador y Colombia, se han creado esquemas propios de las sucesiones de culturas.
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