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UNIVERSIDAD CONTINENTAL DE CIENCIAS E INGENIERIA

MAESTRÍA EN CIENCIAS SOCIALES CON MENCIÓN EN


GESTIÓN AMBIENTAL Y DESARROLLO SOSTENIBLE

TEMA:

INSTRUMENTOS DE PLANIFICACIÓN AMBIENTAL Y


TERRITORIAL PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE

ALUMNA: NANCY TICSE ADAUTO

DOCENTE: DORIS RUEDA CURIMANIA

HUANCAYO – PERU
2017
INTRODUCCION

El crecimiento económico en el Perú, ha permitido que los gobiernos regionales y locales se


desarrollen socialmente y económicamente, pero este crecimiento social se ha desarrollado
de manera desordenada, sin ninguna orientación técnica, tal es así que la población ha
invadido zonas de amortiguamiento y/o zonas cerca a los cauces de los ríos, así mismo ha
cambiado zonas naturales por zonas de cultivos alternativos, todo esto se ha desarrollado
porque los gobiernos regionales y locales no cuentan con una Planificación de
Ordenamiento Territorial.

Los gobiernos regionales y locales, al no contar con un Planificación de Ordenamiento


Territorial, tienen problemas para el desarrollo sostenible, ya que no pueden regular las
actividades humanas en territorios que son vitales para la gestión racional de los recursos
naturales renovables (suelo, agua, bosque y biodiversidad).

Después de haber tenido eventos naturales como inundaciones, huaycos (año 2017); hoy el
Estado quiere dar un nuevo enfoque de la importancia de contar con una planificación de
Ordenamiento Territorial, ya que permitirá que los gobiernos regionales y locales busquen
el desarrollo sostenible y que la restauración de un pueblo no perjudique económicamente
a todo el estado peruano.

Por tal razón es importante que el Estado trabaje con de manera consensuada con los Ministerios y
los gobiernos Regionales y locales para encontrar un punto de vinculación hacia el desarrollo
Sostenible, porque hasta ahora solo se trabaja de manera individual y el que tenga apego político
es el que tiene mayor apertura económica a sus proyecto, por lo cual debe cambiar para que todos
los sectores tengan la misma prioridad.
CAPITULO I
PLANEACION AMBIENTAL
1.1. Planeación Ambiental

Los problemas de contaminación del ambiente y el desorden de crecimiento demográfico de la


población surgen la necesidad de buscar una planeación ambiental dentro del marco del
paradigma del desarrollo sustentable, el cual surgen tratados y acuerdos internacionales en base
a la conflictividad ambiental y los retos legales del derecho ambiental.

El término de desarrollo sostenible ha estado colmado de una connotación meramente


ecológica, es importante resaltar el hecho que también implica sostenibilidad económica y social.
“El desarrollo sostenible deberá ofr4ecer un sistema económicamente y social. “El desarrollo
sostenible deberá ofrecer un sistema ecológicamente sano, económicamente viable y
socialmente justo” (Rodriguez A., 1998).

En el siguiente esquema describe el triángulo del desarrollo sostenible:

Participación Sostenibilidad
social y equidad económica

Sostenibilidad
ecológica

Esquema 1. Triangulo del desarrollo sostenible

El concepto de desarrollo sostenible ha retado a la sociedad moderna a cambiar sus hábitos


destructivos y de explotación a una filosofía que promueva protección a largo plazo para el
ambiente y sus habitantes.

Según el diccionario Oxford, desarrollo es un crecimiento o avance. Acorde con el Diccionario


ilustrado de la Lengua Española VOX, desarrollo es un proceso cualitativo y duradero de la
economía de un país o empresa. Según David Munro (citado en Trzyna, 1995), el desarrollo es
cualquier actividad, actividades o procesos que incrementan la capacidad de la gente o del medio
para satisfacer las necesidades humanas o mejorar su nivel de vida. Las actividades pueden darse
con fines sociales o económicos; algunas se basan en recursos económicos, otras en recursos
intelectuales, todas asistiendo a la gente a lograr su mayor potencial y poder disfrutar de una
buena vida.
1.1.1. La naturaleza de la planeación ambiental.

La planeación ha sido entendida de distintas formas, entre ellas como una actividad humana
fundamental, como una herramienta que nos ayuda a considerar posibles resultados antes
de que nos comprometamos con un curso de acción especıfico (Catanese & Zinder, 1988) y
como un proceso que precede y preside la acción (Matus, 1992).

La planeación ambiental es un campo de estudio relativamente nuevo con raíces en la


planeación urbana y el ambientalismo. Como campo de estudio puede definirse como la
aplicación del proceso de planeación a la conservación y desarrollo de los recursos biofísicos
en el marco de la sustentabilidad (Selman, 1992; Randolph, 2004).

La planeación ambiental es vista como una modalidad de la planeación estratégica que


conlleva un proceso de toma de decisiones en donde los aspectos relacionados con la
conservación de la naturaleza son prioritarios, dan dirección al diseño de propuestas y
generan tanto políticas públicas como sistemas de evaluación para la protección del
ambiente.
La planeación ambiental comparte con la planeación estratégica los conceptos de
perspectiva, posición, patrón, plan y maniobra. Desde el punto de vista de la perspectiva, la
planeación ambiental considera la sustentabilidad como una gran visión, como una manera
fundamental de hacer las cosas. De esta manera, la sustentabilidad actúa como marco de
referencia para explicar y entender el mundo y para plantear metas durante el proceso de
planeación. En el caso de la posición, la planeación ambiental busca y defiende la
sustentabilidad como un prerrequisito para la planeación del desarrollo económico. En este
sentido, ubica a la sustentabilidad como una posición única y valiosa en la búsqueda de
nuevas alternativas de desarrollo, ya que implica atender a un conjunto diferente de
significados y actividades encaminadas a crear futuros deseados que permitan la
participación y el sentido de pertenencia de los diferentes actores sociales.

La planeación ambiental busca mantener y mejorar las estrategias ya probadas como


exitosas en la conservación del medio ambiente, as ı́ como promover la coordinación entre
ellas. Haciendo referencia al concepto de plano su equivalente, este tipo de planeación se
enfoca en el diseño de documentos base que den una dirección, que marquen una guía o
curso de acción que de énfasis a la protección del ambiente, de los recursos naturales en el
largo plazo (sustentabilidad ambiental), as ́ı como la forma de cubrir las necesidades y
aspiraciones de la presente generación y de las futuras (sustentabilidad socioeconómica).

La planeación ambiental como conjunto de maniobras, esta busca articular acciones para
lograr el desarrollo en armonía con la conservación de la naturaleza, haciendo uso de cuatro
tipos de estrategias denominadas por Ahern (1995) como: de protección (p.e. la
declaratoria de las Áreas Naturales Protegidas), defensiva (p.e. el programa de verificación
vehicular), ofensiva (p.e. el desarrollo de Unidades de Manejo Ambiental) y oportunista
(cualquiera de las anteriores dependiendo de las oportunidades de aplicación).
1.1.2. Ámbito de acción

La planeación ambiental es la construcción de propuestas que armonicen el desarrollo


económico con la conservación de la naturaleza. Es decir, el enfoque ambiental de la
planeación, busca explorar alternativas de crecimiento económico que sea socialmente y
ambientalmente sustentables.
Planear hacia la sustentabilidad, significa liberar potenciales innovadores para la
transformación social y económica en armonía con la conservación de la naturaleza.
Además, promover que la sociedad cree nuevas formas de desarrollo justo que apoyen una
mejor calidad de vida, ahora y en el futuro.

Planificadores ambientales son los encargados de salvaguardar los recursos amenazados,


mejorar los sitios degradados, crear nuevos bienes ecológicos y conservar los servicios
ambientales. Desde la perspectiva de la mediación y negociación, deben hacerse cargo de
lograr el manejo integrado de los recursos naturales (Selman, 1992).

El planificador ambiental actúa sobre el binomio conservación desarrollo en dos niveles: a


nivel estratégico, desarrollando planes y políticas integrales para anticipar y alejar amenazas
potenciales a la conservación de la naturaleza. Y a nivel de sitio, controlando el desarrollo
para proteger el hábitat de la vida silvestre y sus características físicas, apoyándose en
distintas estrategias.

Las estrategias ofensivas o de carácter propositivo, se basan en la visión de una posible


configuración del paisaje que está articulada, entendida y aceptada como meta. Esta
estrategia se apoya en una planeación completa, restauración ecológica y un financiamiento
significativo. En el caso de las estrategias oportunistas, estas implican el reconocimiento de
oportunidades especiales y su integración en cualquiera de las otras estrategias de
planeación. Dependen de la presencia de elementos espaciales en el paisaje que favorecen
las propuestas.

Se identifican de manera general tres esferas de actividad para el planificador ambiental: a)


el uso productivo de los recursos biofísicos; b) el uso de los recursos naturales como
amenidad para proteger la belleza del paisaje y la vida silvestre, y para proveer
oportunidades recreativas; y c) la conversión de suelo descubierto a uso industrial intensivo,
junto con la atención de los impactos ambientales causados por la construcción y operación
de las instalaciones del sitio (Carmona, 2001).
1.2. Importancia de la Planeación Ambiental

La importancia de la planeación ambiental se da en sus orígenes y aparición en México y su


interpretación en el contexto nacional, donde se discute su naturaleza como campo de estudio
y sus vínculos y diferencias con el proceso de planeación tradicional.

En los años 60’s y 70’s alredor del mundo habían protestas de orden ambientalista, es por esto
que emergió la planeación ambiental “como una área funcional dentro del campo m á s amplio
de la planeación, y como una actividad desarrollada por individuos y organizaciones relacionados
con problemas surgidos de la interface sociedad-naturaleza, con el fin de crear cursos de acción
para resolverlos” (Briassoulis, 1989).

En el Perú cuenta con el Instrumento de Plan Nacional de Acción Ambienta (211-2021), el cual
se formula a partir de un diagnóstico situacional ambiental y de la gestión de los recursos
naturales, así como de las potencialidades del país para el aprovechamiento y uso sostenible de
dichos recursos; del mismo modo, se basa en el marco legal e institucional del Sistema Nacional
de Gestión Ambiental.

Las metas que se han definido como prioritarias responden a la magnitud de los problemas
ambientales y de gestión de los recursos naturales identificados en el país; reflejan los cambios
esperados al 2021 en materia de: agua, residuos sólidos, aire, bosques y cambio climático,
diversidad biológica, minería y energía, y gobernanza ambiental; que por su repercusión en la
calidad de vida y el desarrollo del país, resultan de vital importancia. Cada una de estas metas se
podrá alcanzar mediante acciones estratégicas y actividades que ejecutarán las entidades
responsables y la sociedad en su conjunto en los tres niveles de gobierno, las cuales serán
evaluadas mediante indicadores de gestión e indicadores ambientales, bajo la supervisión del
MINAM.

La Política Nacional del Ambiente es de cumplimiento obligatorio para las entidades que
conforman el Sistema Nacional de Gestión Ambiental (SNGA), estando las autoridades del
Gobierno en sus tres niveles, nacional, regional y local, obligadas a establecer metas concretas e
indicadores de desempeño en sus propios planes ambientales, los mismos que deben ser
concordantes con sus programas multianuales, sus estrategias de inversión y gasto social
asociados, así como con las metas prioritarias y acciones estratégicas contenidas en el Plan
Nacional de Acción Ambiental - PLANAA Perú: 2011-2021.
CAPITULO II
PLANIFICACION TERRITORIAL

2.1. Usos del suelo y Sostenibilidad Territorial: Entre el cambio global y la gobernanza
local

2.1.1. La ocupación del territorio ante el cambio global

El conjunto de los impactos de los procesos humanos sobre el planeta, con una velocidad,
magnitud que no tienen precedentes, finalmente, dan lugar a la modificación de los sistemas
biofísicos que afectan a la sostenibilidad local, regional y mundial. Se configuran, así, las
dimensiones humanas del Cambio Global, dando paso a la nueva era del Antropoceno. El
denominado cambio global es un fenómeno complejo que presenta una dimensión ambiental
y otra social claramente interrelacionadas. En tanto que la dimensión ambiental se relaciona
con alteraciones acumulativas en los sistemas naturales que afectan al conjunto del Sistema
Tierra, la dimensión social se vincula al reciente proceso expansivo del sistema
socioeconómico y los avances técnicos, impulsado por el crecimiento poblacional y la
urbanización en un contexto de globalización económica y tecnológica (Jiménez Herrero,
2008)
Los cambios de usos del suelo forman parte de los llamados cambios acumulativos que
adquieren alcance global por la adición e interacción de fenómenos semejantes en diferentes
partes del mundo. Como señala Vitousek, “El cambio de usos del suelo no es la única fuerza
motriz del cambio en la biodiversidad, pero si es el más importante e interacciona con la
mayoría de los demás elementos del cambio global” (Vitousek, et al, 1997).

Figura 1. Componentes del cambio ambiental global relacionados con el tamaño de la


población y la actividad humana
Las grandes fuerzas motrices que provocan este cambio se identifican más concretamente
con la dinámica sociodemográfica, la expansión económica y tecnológica, que se aúnan
como una “macro fuerza” globalizadora del actual “turbo capitalismo”. Más
concretamente, el impacto derivado de las transformaciones territoriales en la cobertura y
usos del suelo se relaciona con la creación de infraestructuras, los desarrollos urbanos, la
modificación de los ciclos hidrológicos, la deforestación, la fragmentación del territorio, la
desertización, la perdida de la diversidad biológica y de los servicios eco sistémicos, que
son acordes al aumento de los sistemas de movilidad y de los modernos estilos de vida.
(Jiménez Herrero, 2000-2008).

Las causas y consecuencias humanas de los cambios de usos y cubierta del suelo se
concretan en una serie de actividades que afectan a las características ecológicas de los
territories Turner (1995). La transformación de usos de suelo por la acción humana estaría
generando una pérdida de riqueza ecológica, medida en términos de servicios del capital
natural, que repercute y amplifica típico de este tipo de planteamientos se presenta en la
tabla 1.

Tabla 1. Tipo de planeamientos


Las dimensiones ambientales del territorio necesitan una profunda cohesión para
integrarse con más fuerza como parte de las estrategias de desarrollo sostenible y de las
políticas clave a escala local/regional, donde la agricultura, la energía, el transporte y,
especialmente las políticas para la mitigación y la adaptación al cambio climático, cobran
un creciente protagonismo.

2.1.2. Marcos de referencia y sistemas de indicadores para la sostenibilidad y la cohesión


territorial

La necesidad de centrar la atención tanto en las magnitudes físicas ligadas a los flujos de
materia, energía e información que afectan la funcionalidad de ecosistemas, como en las
opciones de estilos de vida sostenibles, el progreso económico y el bienestar social. Y es por
ello, que resulta de especial importancia que los análisis y las comparaciones se basen
principalmente en medidas centradas en la magnitud de los cambios a lo largo del tiempo y
en la determinación de tendencias y direcciones, en lugar de concentrarse en medidas
adsolutas de un conjunto de variables, por significativas que estas sean.
Por otra parte, siendo conscientes de que tampoco existen “verdades absolutas” en materia
de sostenibilidad. Seguramente, solo se puede hablar de sostenibilidades relativas, ya que
cada entorno tiene sus propias condiciones de partida y características estructurales.
Incluso, es sabido que existen distintas visiones, que van desde posiciones de “sostenibilidad
débil”, que no asume dicha sustituibilidad por otro tipo de capital, lo cual implica distintos
enfoques metodológicos y planteamientos operativos diferenciados en el uso de sistemas
de medición y en el diseño de los propios indicadores (Jiménez Herrero, 1996-2001;2002)

En este sentido la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA, 2010), señala cinco elementos:
 Desarrollo armonioso y sostenible. Poner el desarrollo sostenible en el centro de diseño
de políticas.
 Características inherentes de los territorios. Haciendo el mejor uso de los activ0os
territoriales, protegerlos para las generaciones futuras, y mantener y mejorar el capital
natural.
 Concentración. Abordar las diferencias en la densidad y otras características naturales
para garantizar un desarrollo territorial sostenible y la cohesión social, con ello
reconocimiento de los servicios ambientales de ecosistemas.
 Conectividad de los territorios. Fortalecimiento de cone3xiones naturales e
interacciones positivas entre territorios.
 Cooperación. Abordar los problemas ambientales transfronterizos y requieren
esquemas de gobernanza para garantizar la cohesión territorial.
Sin duda, los datos espaciales son una fuente de información muy útil para la formulación
de políticas en el ámbito local y regional. Pero, para que los datos sean relevantes, la
información tiene que ser comparable con base en las normas acordadas dentro de un
marco coherente.
Los recientes avances tecnológicos, especialmente en cartografía digital, teledetección e
imágenes, teléfonos móviles y aplicaciones, están proporcionando elementos de cambio
para que los mejores datos espaciales aporten herramientas operativas a las políticas de
sostenibilidad y cohesión territorial.
Los análisis de los procesos de sostenibilidad territorial, a la grupos convencionales de
indicadores ambientales, socioeconómicos e institucionales, se van incorporando nuevas
generaciones de indicadores georreferenciados que se desarrollan por medio de las TIC, las
Tecnologías de información Geográfica (TIF), la teledetección y las infraestructuras de Datos
Espaciales (IDE), que tienen una especial relevancia para gestionar sosteniblemente el
capital territorial y los recursos naturales. También es evidente que necesitamos contar con
“territorio inteligentes” (Vergara, 2009).
Por lo que tenemos que buscar el dialogo estratégico entre el campo y la ciudad, poniendo
en evidencia la enorme deuda ambiental de los “urbanistas” frente a los “ruralistas”. De
aquí que sea preciso establecer mecanismos de comp3nsacion para mejorar la cohesión
territorial como el “pago por servicios ambientales”, para compensar a los conservadores
del patrimonio natural y propietarios del capital cultural, o las recientes iniciativas
orientadas a la “custodia del territorio”, todo ello es importante para un planeamiento
estratégico de la sostenibilidad territorial, manteniendo la reserva de capital cultural como
base para la gestión sostenible del conocimiento local.

2.2. Ordenamiento territorial para el Desarrollo Sostenible

2.2.1. Principios para el ordenamiento territorial

 La sostenibilidad del aprovechamiento y la ocupación ordenada del territorio, en armonía


con las condiciones del ambiente y de seguridad física, a través de un proceso gradual de
corto, mediano y largo plazo, enmarcados en una visión de logro nacional.
 La integralidad y flexibilidad teniendo en cuenta todos sus componentes físicos, biológicos,
económicos, sociales, culturales, ambientales, políticos y administrativos, con perspectiva
de largo plazo.
 La complementariedad en todos los niveles territoriales propiciando articulación y sinergias
de las políticas nacionales, sectoriales, regionales y locales.
 La gobernabilidad democrática orientada a armonizar políticas, planes, programas,
procesos, instrumentos integrando mecanismos de participación, consulta e información.
 La subsidiariedad como un proceso descentralizado con responsabilidades definidas en
cada uno de los niveles: nacional, regional y local.
 La equidad orientada a generar condiciones para asegurar y mejorar la correlación de la
diversidad territorial en los procesos de toma de decisiones, acceso a recursos productivos,
financieros y no financieros; de tal forma que se garanticen las oportunidades, bienes y
servicios en todo el país.
 El respeto a la diversidad cultural, los conocimientos colectivos, y las formas de uso y
manejo tradicionales del territorio y los recursos naturales, en concordancia con lo
establecido en el artículo 89º de la Constitución Política del Perú.
 La competitividad orientada a su incremento y a maximizar potencialidades del territorio.

2.3. Etapas del procesos del plan de Ordenamiento Territorial

2.3.1. Etapa preparatoria

 Identificación de la demanda social y política.


La autoridad edil, conjuntamente con su consejo municipal y otros líderes locales toman
la iniciativa, y con el apoyo del MINAM o alguna institución especializada, se programa y
organiza la realización de un taller de capacitación y motivación sobre la importancia de
implementar el proceso de ZEE y OT: y, cómo éste puede contribuir al desarrollo
territorial sostenible de la provincia o distrito.
 Formalización del proceso de Ordenamiento Territorial
La autoridad edil, conjuntamente con su consejo municipal y otros líderes locales toman
la iniciativa, y con el apoyo del MINAM o alguna institución especializada, se programa y
organiza la realización de un taller de capacitación y motivación sobre la importancia de
implementar el proceso de ZEE y OT: y, cómo éste puede contribuir al desarrollo
territorial sostenible de la provincia o distrito.
 Comisión Técnica Local para la ZEE y el OT
La Comisión Técnica Local para la ZEE y OT tiene como funciones: a) proponer, opinar,
acompañar y coordinar la ejecución del proceso de ZEE y OT; b) proponer los mecanismos
de consulta, participación ciudadana y procesos de difusión y capacitación; c) participar
en la elaboración del proyecto de inversión pública de desarrollo de capacidades para el
OT sobre la base de la ZEE; y d) supervisar y coordinar el proceso de control social del
plan de ordenamiento territorial - POT.
 Base legal para la formalización.
Aspectos relevantes que debe contener la Ordenanza Municipal-Norma con carácter de
Ley – que declara de Interés y Necesidad Local la Zonificación Ecológica Económica y el
Ordenamiento Territorial, así como la conformación de la Comisión Técnica Local
respectiva.
 Evaluación de la disponibilidad de recursos financieros y generación de Alianzas Estraté-
gicas para el desarrollo del proceso de ZEE y OT.
El proceso de ZEE y OT a nivel local debe ser considerado como un proyecto de inversión
pública, que requiere de asignación presupuestal por parte del gobierno local y puede
recibir contrapartida del gobierno regional. Asimismo, dicho proceso es sin duda de
interés para diversos actores involucrados en el territorio, de los cuales se puede
obtener, mediante el establecimiento de alianzas estratégicas, compromisos de apoyo
con recursos financieros, logísticos y humanos adicionales.
 Elaboración, Priorización y Viabilización de Proyecto de Inversión Pública de ZEE y OT.
Para la inscripción del proyecto de inversión pública de ZEE y OT en el Banco de Proyectos
del Sistema Nacional de Inversión Pública – SNIP.

2.3.2. Etapa de diagnóstico integral del territorio y del entorno

 Zonificación Ecológica Económica


En el Perú, el marco legal correspondiente establece que la Zonificación Ecológica
Económica se constituye en la base para el diagnóstico territorial por excelencia, a fin
de abordar adecuadamente el proceso de Ordenamiento Territorial. A continuación
presentamos de manera resumida cuáles son las etapas que involucra el desarrollo de
la ZEE.
Para mayores detalles se puede consultar el DCD 010-2006-CONAM/CD “Metodología
para la Zonificación Ecológica Económica” y la “Guía de ZEE para Gobiernos Locales”.

 Modelo actual del territorio


El modelo actual de ocupación del territorio y el uso de los recursos naturales es la
expresión en el espacio de las diversas políticas, explícitas o implícitas, que se han
implementado o que se vienen implementando a nivel nacional y que tienen incidencia
en el territorio.

2.3.3. Etapa de pronóstico territorial

Consiste en la proyección de la situación actual a una situación futura, teniendo en cuenta


las tendencias de evolución de las diferentes variables que están relacionadas con el
desarrollo social, económico y ambiental. Así como los aspectos relevantes que comprende
el ordenamiento territorial, precisado en el ítem 1.2. A través del proceso participativo se
identificarán los escenarios a futuro, considerando la evolución del uso y la ocupación del
territorio.
Luego se analizará y evaluará los siguientes escenarios:
• Escenario tendencial.
• Escenarios alternativos.
• Escenario deseado o de consenso (imagen objetivo).

A partir del análisis de escenarios y, con participación de los diversos actores sociales, se
seleccionará el escenario posible a partir del contraste entre el escenario deseable y un
escenario probable (análisis de tendencias positivas y negativas), para alcanzar la visión de
desarrollo deseado en el horizonte planificado. Se constituye en la expresión espacial del
Modelo Territorial Futuro Posible o deseado.

2.3.4. Etapa de formulación

 Visión de desarrollo territorial concertado


La visión es el anhelo o la aspiración a futuro. Por lo tanto, el tipo de visión a construir debe
ser orientadora, centrándose en el ¿cómo podemos, queremos y debemos SER? El SER se
constituye en lo primordial, por encima de lo que debemos HACER y TENER. Imagen objetivo
Diseño de políticas y objetivos estratégicos Plan de uso y ocupación del territorio
Instrumentación.
 Imagen objetivo
Es la síntesis de la situación ideal o deseable, se logra a partir del contraste con un
escenario probable, resultando un escenario posible de ser alcanzado en el horizonte de
planeamiento (generalmente de largo plazo) de cara a la visión de desarrollo.

 Diseño de políticas y objetivos estratégicos


Las políticas de uso y de ocupación del territorio serán diseñadas de acuerdo a la imagen
objetivo, compatibilizadas con las políticas de desarrollo regional y políticas sectoriales.

 Plan de uso y ocupación del territorio


Después de formular la imagen objetivo, una de las estrategias para alcanzar los objetivos
estratégicos definidos es elaborar un conjunto de acciones y proyectos organizados en los
planes de usos y ocupación del territorio.

 Instrumentación

 Plan de uso del territorio


Es un instrumento de carácter técnico normativo que determina los usos del
territorio. Elaborado sobre la base de la zonificación ecológica y económica y de los
otros instrumentos de ordenamiento territorial vigentes, se asignará el uso de cada
espacio en concordancia con el modelo territorial futuro que ha sido seleccionado.

 Plan de ocupación del territorio

El diseño de un sistema adecuado de asentamientos humanos, indicando el rol y


funciones, así como el nivel de equipamiento y servicios que deben brindar en su
área de influencia.

La localización de las principales actividades económicas que deben sustentar la


economía de la provincia, definiendo los ejes de desarrollo.

El sistema vial, energético y de comunicaciones de cara a una mejor articulación y


estructuración del territorio, de las actividades económicas y acceso a los servicios
de la población.
Áreas de interés para la conservación de la diversidad biológica, incluyendo áreas
naturales protegidas y corredores biológicos.
Áreas para la protección ecológica y zonas de alta vulnerabilidad, incluyendo la
gestión de riesgos.

Orientaciones para solucionar problemas de demarcación territorial, problemas


ambientales y conflictos sobre el uso de la tierra, entre otras cosas.

2.3.5. Etapa de implementación

Comprende la aprobación y la aplicación del Plan de Ordenamiento Territorial - POT.


La aprobación formal del POT está a cargo del Consejo Municipal y se hace a través de la
Ordenanza Municipal respectiva. De esta manera se asegura que la aplicación de dicho
instrumento se realice de manera obligatoria y vinculante con los diversos procesos de
planeamiento concertado e institucional que se dan en el ámbito local y regional. A
continuación se indican los pasos a seguir para la aprobación del POT:

 Solicitar y obtener la opinión favorable del Gobierno Provincial (en el caso de


distritos).
 Solicitar y obtener la opinión favorable del Gobierno Regional (en el caso de
las provincias).
 Acuerdo de Consejo aprobando por Ordenanza Municipal el Plan de
Ordenamiento Territorial del distrito o provincia.
 Hacer de conocimiento del MINAM.

2.3.6. Fase de monitoreo, evaluación y actualización del POT

El monitoreo y la evaluación son procesos que permitirán verificar la utilidad del


Ordenamiento Territorial. El propósito de ambos es determinar la pertinencia y el logro de
los objetivos así como su eficiencia, efectividad, impacto y sostenibilidad del Plan de
Ordenamiento Territorial. En ese sentido, el monitoreo y evaluación del POT debe
proporcionar información que sea creíble y útil y que permita influenciar en la toma de
decisiones.
Es el proceso por el cual se diseña la sostenibilidad de los procesos de ZEE y OT;
básicamente, se constituye en un trabajo de diseño de indicadores e índices que medirán el
avance logrado en la implementación de las actividades priorizadas por el POT.

2.4. Difusión, capacitación, participación y concertación.

La difusión y la capacitación en el marco del ordenamiento territorial se constituyen en


procesos continuos de educación colectiva, que producen aprendizajes y desarrollan
capacidades humanas para fortalecer la institucionalidad local y potenciar la dinámica
planificadora y la gestión del desarrollo territorial sostenible. Asimismo, conocer y entender
sobre las potencialidades y limitaciones (ZEE) del territorio local, mediante dichos procesos de
difusión y capacitación, va generando identidad territorial, visiones, agendas comunes y
principios colectivos, lo cual permite la formación de un sentido de pertenencia y orgullo
territorial como resultado del conocimiento mutuo y valoración del territorio.

2.5. Cualidades y desafíos de la política de Ordenamiento territorial.

De acuerdo con MASSIRIS (1993), básicamente son cinco las cualidades que deben caracterizar
a las políticas latinoamericanas de Ordenamiento Territorial:

– El carácter integral de la política de ordenamiento,


– El carácter planificado y coordinado de la gestión,
– El reconocimiento de la diversidad del territorio en la formulación de los planes,
– El carácter prospectivo-estratégico del modelo territorial a alcanzar y
– El carácter democrático del proceso.

Carácter integral
Se concreta en la búsqueda de una coyuntura entre las actuaciones sectoriales (económicas,
sociales y ambientales) y las actuaciones territoriales.

En América Latina, esta coyuntura se ha dado de dos maneras a las que se puede denominar
integración operativa e integración orgánica.

Integración operativa

Es la dominante, consiste en que se mantiene la separación de las políticas de desarrollo


económico, social y ambiental y las de ordenamiento territorial pero bajo unas relaciones de
interdependencia, de modo que el Ordenamiento Territorial establece un marco de referencia
territorial para los planes sectoriales, coordina y armoniza la incidencia territorial de éstos, pero
a su vez deberá tomar en cuenta las previsiones de los planes sectoriales y procurará insertarlas
dentro de una concepción territorial de carácter globalizador y armonizador.

Integración orgánica

Se sustenta en el concepto de planificación integrada, en la que los planes socioeconómicos se


conjugan con los planes sectoriales para conformar un solo plan o programa. Tiene la virtud de
promover estrategias y actuaciones planificadoras muy próximas a la complejidad de los
problemas territoriales.

Visto así, la integración orgánica va más allá de las relaciones de complementariedad entre los
planes sectoriales y territoriales, para plantear la integración funcional de éstos, bajo criterios
estratégicos y formas distintas en función de la escala.

De este modo, en las escalas locales el eje será la política de usos del suelo en tanto que en las
escalas regional y nacional, el eje serán las políticas sectoriales, pero concebidas desde su origen
en su expresión ambiental y espacial.

Carácter planificado y coordinado de la gestión

El Ordenamiento Territorial es un proceso planificado y como tal se expresa mediante planes, los
cuales constituyen su principal instrumento.

El carácter planificado hace del ordenamiento territorial un proceso sujeto a los procedimientos
de la planeación que involucran a muchas instituciones y actores sociales.

Esto, más el carácter integral antes expuesto, hace necesario contar con una organización
institucional que haga viable su ejecución y garantice la fluidez interinstitucional de información,
la complementación de acciones y la coordinación estrecha en la elaboración de estudios
diagnósticos y prospectivos y en la formulación y ejecución de planes y proyectos.

Dicha organización incluye distintas acciones de organismos públicos del territorio a ordenar y
de organismos de jerarquía superior e inferior, lo cual plantea una necesaria coordinación
vertical y horizontal.
Reconocimiento de la diversidad del territorio en la formulación del plan

Todos los espacios geográficos o entidades territoriales de una Nación presentan diferencias en
sus cualidades naturales y culturales; diferentes potencialidades, limitaciones y problemas.

Generalmente, concurren espacios geográficos altamente contrastados en cuanto a su momento


de desarrollo: Unos estrechamente ligados a formas avanzadas del modo de producción
capitalista, otros en los que se presentan aún formas productivas y de comportamiento social
con características feudales o semifeudales.

Del mismo modo, se presentan espacios sociales y culturales diversos: territorios indígenas,
espacios de empresas mineras, pesqueras, espacios de minifundios, zonas de colonos, etc.

También se presenta diversidad desde el punto de vista de las condiciones naturales del
territorio: unos con alta diversidad biológica y riquezas naturales, otros con serios procesos de
degradación y fuertes limitaciones de recursos naturales y entre ellos una gama de unidades
territoriales diversas.

Cada uno de estos espacios plantea condiciones particulares en su organización y


funcionamiento, en su posición en el sistema económico, en la visión del mundo de sus gentes,
en sus potencialidades, limitaciones y problemas y, en consecuencia, se les debe dar un manejo
ajustado a sus particularidades, buscando aprovechar al máximo las potencialidades, superar las
limitaciones o resolver los problemas.

Las políticas y planes del Ordenamiento Territorial, a diferencia de lo que ha ocurrido con las
políticas sectoriales, no pueden ignorar esta diversidad.

En esto radica una de las diferencias esenciales entre la visión sectorial y la territorial del
desarrollo.

El Ordenamiento Territorial al dar un marco territorial a los planes sectoriales indicará a éstos las
estrategias y proyectos más apropiados para cada unidad territorial particular.

Ello plantea la necesidad de que realice o adopte una zonificación del territorio que le permita a
las políticas de vivienda, de servicios públicos domiciliarios, de servicios sociales, de
infraestructura de transporte, así como las políticas de manejo ambiental, saber que usos dar al
territorio, donde localizar los equipamientos, cuáles son los problemas más críticos y prioritarios,
así como la naturaleza y dimensiones de la infraestructura.

No podrá, en este sentido, plantearse una política de vivienda popular o de interés social, por
ejemplo, con viviendas de iguales características físicas, ignorando si se trata de un espacio
urbano o rural, indígenas o de colonos, minero o de campesinos minifundistas, cada uno con una
historia, una experiencia, unas expectativas y un concepto de bienestar generalmente distintos
a los que los planificadores de las ciudades piensan.

Carácter prospectivo-estratégico del modelo territorial a alcanzar


Esta cualidad se deja ver en la importancia de largo plazo y caracteriza a los planes y en la
importancia de actuar en tiempo presente con adición de que los hechos del futuro no deben ser
sorpresivos, sino que deberán ser el resultado de una construcción colectiva y consciente.

Esto implica un esfuerzo por elaborar los escenarios futuros deseados y prepararlos desde este
presente.

Para desarrollar esta cualidad los procesos de Ordenamiento Territorial deben utilizar a cortes
conceptuales y metodológicos de la perspectiva territorial estratégica. Principalmente las
visiones alternativas de un futuro deseado, escenarios alternativos de futuros posibles y
métodos que permitan convertir las expectativas en imágenes objetivo que servirán de guía para
las actuaciones.

Lo anterior, derivado de que el futuro es múltiple y también incierto. El enfoque perspectivo


pretende que las decisiones de Ordenamiento Territorial sean proactivas, y no reactivas.

Los procesos de Ordenamiento Territorial deban estar soportados en propuestas concertadas de


futuro, una imagen objetivo de largo plazo y un proyecto político de nación que indique el rumbo.

La elaboración de dicha imagen objetiva debe resultar de una reflexión prospectiva que involucre
a todas las regiones.

Una reflexión debe partir de tres cuestionamientos clave:

– ¿Para qué se va a ordenar el territorio?;

– ¿Cuáles son los caminos posibles?;

– ¿Qué escenario de desarrollo territorial futuro se elige?

Una reflexión prospectiva también implica ubicar al territorio en estudio dentro de los procesos
globales que lo afecta (aprovechando fortalezas y oportunidades o superando las debilidades y
desventajas y formular objetivos y proyectos estratégicos mediante los cuales se dirijan hacia la
situación deseada).

Carácter democrático

Esta cualidad existe en las políticas de Ordenamiento Territorial en la mayor parte de los países.

En Europa, la participación social es un proceso muy extenso e incluye a gran parte de la


población como principalmente en los planes de carácter urbano y también en los locales en
Latinoamérica la participación de la sociedad en la elaboración de los planes se da en grado y
formas diferentes.

Cabe decir que en la mayoría de los países latinoamericanos la participación social es de carácter
consultivo, por lo que no incide de manera significativa en las decisiones finales; por lo que es
necesario que en las política de Ordenamiento Territorial se conviertan a la participación social
en la formulación de los planes en un proceso de negociación democrática del poder sobre el
espacio.

Así, al regular el uso y ocupación del espacio de manera concertada implica el conjunto de
intereses económicos, políticos, sociales y ambientales defendidos por distintas fuerzas sociales.

La legitimidad social de un plan de Ordenamiento Territorial va a depender del logro de un plan


socialmente concertado.

CAPITULO III
RESPONSABILIDAD AMBIENTAL DE LA SOCIEDAD

El tema de la responsabilidad civil y más aún, la responsabilidad del Estado en materia ambiental se
encuentra en plena evolución y la razón es muy clara: con viejos esquemas no podemos solucionar
nuevos y trascendentales problemas vitales para la supervivencia del planeta y sus especies.
Tradicionalmente se ha examinado el tema desde un punto de vista ético y no jurídico, señalándose
con frecuencia que todos somos responsables:

"La preservación y conservación del ambiente, es una responsabilidad que compromete la acción
conjunta del Estado y de los particulares. El desarrollo de una labor productiva, así como la libre
iniciativa privada, dentro de un marco de legalidad, no pueden considerarse en términos absolutos,
pues visto está que la preservación del ambiente sano, además de ser un deber inalterable e
incondicional, es perenne, pues recae sobre algo necesario: la dignidad de la vida humana". (Corte
Constitucional, Sentencia SU 67/93)
Esta tendencia que podríamos denominar de "responsabilidad conjunta", no puede eludir la otra
visión del problema: la definición exacta de responsabilidades jurídicas para efectos de prevención
y reparación de los daños ambientales.

3.3.1. Retos de la Responsabilidad Ambiental

El nuevo régimen de la responsabilidad ambiental se enmarca básicamente en cinco principios


de enorme trascendencia en materia ambiental, válidos igualmente en materia de
responsabilidad del Estado o de los particulares:

a. Principio de precaución.

La importancia del principio de precaución, establecido en la Declaración de Río de 1992 y


recogido en nuestra normatividad ambiental por la Ley 99 de 1993, exige un replanteamiento de
la actividad del Estado y de la sociedad civil frente a los problemas ambientales.
Ya no se trata de esperar que los daños ocurran, o que las autoridades (jueces, funcionarios del
sector ambiental, alcaldes, etc., se sienten en sus escritorios a exigir que se les pruebe científica
y técnicamente un daño para imponer una medida precautelativa o iniciar una acción preventiva.
El espíritu del principio de prevención o precaución exige actuar antes de que el daño ocurra,
tomar todas las medidas posibles, ante la más mínima evidencia de un daño a la salud, al
ambiente o a la vida de las personas o de los seres vivos que se tiene la misión institucional y
ética de proteger.
"En materia de responsabilidad civil, tenemos que pasar de la categoría de derecho a la
reparación de daño y estructurar un derecho de riesgos. ...En materia penal no podemos
contentarnos con figuras penales de resultado. Las figuras penales del derecho moderno son
figuras de peligro abstracto; con esto se anticipa el momento consumativo del crimen y no es
necesario que ocurra un resultado concreto". (Benjamin Antonio, 1996)
En materia de responsabilidad del Estado, la situación es de una mayor exigencia en su tarea
preventiva y la derivación de responsabilidad por omisión (en el cumplimiento de este principio)
o por desconocimiento del mismo. Un ejemplo claro puede observarse en los procesos de
otorgamiento de licencias ambientales cuando se pasan por alto normas y exigencias de control
que la Constitución y las leyes establecen y que pueden generar daños irreparables al ambiente.
La nueva ley de acciones populares está iluminada por el principio de precaución, como puede
observarse cuando en el artículo 5 establece la obligación de impulso oficioso de la acción por
parte del Juez y la obligación de adoptar las medidas conducentes para darle viabilidad a la acción
y disponer con prontitud las medidas cautelares.

b. Principio de la seguridad jurídica

Ante los avances de la ciencia y la tecnología, el hombre contemporáneo y los sistemas jurídicos
que han evolucionado, se resisten a soportar las catástrofes y calamidades sin reparación. Se
convierte en una necesidad, no sólo jurídica sino social, la búsqueda, no solamente de los
culpables de los daños, sino de quienes con su comportamiento han puesto en riesgo a las
comunidades, a sus integrantes o a la naturaleza.
"Por otro lado, ha habido un cambio profundo en la mentalidad del hombre. Hoy en día hay una
tendencia de los espíritus a exigir la seguridad. Por ello, ante cualquier daño se busca un
responsable a quien cargarle la obligación de repararlo. Allí donde antaño se soportaba el daño
causado inclinándose ante el azar nefasto, se intenta hoy encontrar al autor del daño".
En cuanto a la determinación de los responsables, nuestra nueva ley de acciones populares tiene
avances interesantes. El artículo 14 señala que "en caso de existir la vulneración o amenaza y se
desconozcan los responsables, corresponderá al Juez determinarlos". Se permite de esta forma
una labor judicial más amplia y protectora del ambiente y se eliminan los límites para el actor en
el sentido de que no tiene que estar necesariamente identificado el responsable, sino el daño al
medio ambiente o a los derechos colectivos.
Es evidente que la potencialidad del daño ambiental es cada vez mayor. Esto exige tomar
medidas claras y eficaces para señalar las responsabilidades que atañen, no sólo a quienes
desarrollan o ejecutan los proyectos, sino, a las autoridades ambientales o estatales que otorgan
las licencias para su realización.
c. Principios de la reparación plena del daño y de la protección de las víctimas
El paradigma de la responsabilidad civil y ambiental contemporánea es la reparación plena del
daño. Para que este supuesto se cumpla, surgen nuevas exigencias, antes impensables desde el
derecho tradicional. Uno de estos avances, es la consideración de la obligación de reparación por
actos lícitos. Se estima que no solamente existen daños injustamente causados, sino,
injustamente sufridos.

"Ni siquiera la ilicitud es aquí un temperamento, ya que al menos en relación con los particulares
perjudicados, como sienta la jurisprudencia intercontinental, no puede ser invocado para la
exoneración de responsabilidades el cumplimiento con las condiciones establecidas. Incluso para
la autoridad creadora de la situación puede ser indiferente la alegación del respeto del
clausulado inicial, si no se aplica la mejor tecnología posteriormente posible". (De Miguel Perales
Carlos, 2003)

Es muy interesante este avance, porque, en materia ambiental, nos permite entender por
ejemplo, dentro de un nuevo contexto los denominados impactos sociales, económicos y
culturales de los proyectos. Aspectos que se desdeñan, en muchas ocasiones, por quienes
elaboran los Estudios de Impacto Ambiental, y que exigen una mirada muy profunda sobre las
implicaciones que para una comunidad o para una región tiene la realización de un proyecto.
Examinemos un solo ejemplo: la construcción de la Hidroeléctrica de Urra en el departamento
de Córdoba. Frente a unos intereses políticos y económicos de construir dicha represa,
aduciendo que se constituiría en la salvación energética para la Costa Atlántica, se señalaron
reiteradamente por las comunidades y las organizaciones sociales, étnicas y ambientales de la
región y del país, los enormes perjuicios que traería. Las autoridades han permanecido sordas
ante los graves impactos en las culturas indígenas (Emberá y Zenú), en las comunidades de
pescadores del río Sinú, en los ecosistemas marinos especialmente los manglares, en las especies
en vía de extinción que se perderían por la inundación de gran parte del Parque del Paramillo,
en las especies del río, pues el tradicional bocachico no puede atravesar los diques que establece
el proyecto y muere en el intento de llegar a las zonas de desove.
Hoy la región atraviesa una enorme crisis: las víctimas no sólo son los indígenas, sino los
pescadores, los campesinos y en general la naturaleza que espera (con gran desesperanza) una
reparación, una solución que tal vez pueda ofrecer el derecho.
La visión de la responsabilidad debe pasar del autor del daño (visión tradicional) a la víctima del
perjuicio (nueva visión). Con esta transformación se humaniza el derecho y más aún se amplía a
esferas antes impensables como la de considerar a la naturaleza una víctima que igualmente
requiere reparación.
"Así, el derecho reacciona ante todo daño injustamente sufrido, mira a la víctima y desde su
ángulo juzga la justicia o injusticia del perjuicio. No busca un responsable a quien hacer un juicio
de reproche, busca un daño para indemnizar". (Vásquez Roberto, 1993)

d. Rompimiento del clásico axioma de la culpabilidad

En la tradicional visión de la responsabilidad, la culpa era una coraza infranqueable, construida


para proteger a los que causan daños, liberándolos de la obligación de responder. En este
esquema la víctima es abandonada a su suerte.
Para el nuevo derecho, el axioma que afirmaba que "no hay responsabilidad sin culpa", debe
cambiarse para decir que "no hay responsabilidad sin daño".
"El derecho de la reparación de daños se convierte así más en un derecho de indemnización que
en un derecho de sanción de culpas, llegando en una cierta medida a una despersonalización de
la responsabilidad del lado del responsable". (Sousse Marcel, 1994)
Los modernos autores coinciden entonces en la necesidad de superar este clásico concepto de
la culpabilidad en materia ambiental. "La volatilización de la idea de la culpa cuando se trata de
determinar la obligación del resarcimiento y su sustitución por el riesgo, es una consecuencia ya
asimilada de la expansión de la civilización industrial". (Martin Ramon, 1997)
En el campo penal ambiental se empiezan a vislumbrar avances interesantes, aunque
enormemente difíciles ante la rigidez de los esquemas penales clásicos. En Europa la elaboración
doctrinal y normativa se dirige hacia la responsabilidad penal de las personas jurídicas (campo
tradicionalmente limitado por esta rama del derecho), y hacia la responsabilidad penal objetiva.
Igualmente se empieza a construir una teoría que extiende la responsabilidad penal a las
autoridades del Estado que intervienen en la toma de decisiones ambientales y que por omisión
o corrupción propician o permiten la ejecución de obras con impactos graves para el ambiente y
las comunidades.

En reciente jurisprudencia que analizaba las objeciones de inconstitucionalidad al Proyecto de


Ley 235 de 1996 Senado - 154 de 1996 Cámara "Por el cual se establece el seguro ecológico, se
modifica el Código Penal y se dictan otras disposiciones" parcialmente objetado por el Presidente
de la República, la Corte Constitucional se adhiere a este necesario paso que debe darse en
nuestro país: "La imputación de responsabilidad penal a la persona jurídica en relación con los
delitos a que se ha hecho mención, no viola la Constitución Política. De otra parte, tratándose de
personas jurídicas y sociedades de hecho, la presunción de responsabilidad, apoyada en la
prueba sobre la realización clandestina del hecho punible o sin haber obtenido el
correspondiente permiso, tampoco comporta quebranto de la Constitución Política. Las
actividades peligrosas que subyacen a los tipos penales descritos, autorizan plenamente al
legislador a calificar la responsabilidad de un sujeto con base en determinados hechos". (Corte
Constitucional)

e. Inversión en la carga de la prueba

El principio consagrado en el Código Civil (Art. 1757) y en el Código de Procedimiento Civil,


artículo 177 conforme al cual "incumbe a las partes probar el supuesto de hecho de las normas
que consagran el efecto jurídico que ellas persiguen" es necesario invertirlo y reformularlo en
materia ambiental.
El esquema que se impone, (Bermúdez Muñoz, 1997) como de cargas probatorias dinámicas y
según él "es el juez quien en cada caso concreto, debe determinar cuál de las partes debe correr
con las consecuencias de la falta de prueba de determinado hecho, en virtud de que a ésta le
resulta más fácil suministrarla".
Existen antecedentes en la jurisprudencia colombiana, en especial referidos al tema de la
responsabilidad médica de entidades oficiales, en los cuales el Consejo de Estado ha invertido la
regla tradicional y ha impuesto a los demandados la obligación de probar su diligencia.

3.3.2. Participación ambiental y de las organizaciones y comunidades para exigir la


responsabilidad ambiental

Se constata en América Latina una apertura de espacios de participación ciudadana ambiental,


un proceso de constitucionalización de estas garantías que busca hacer efectivos los derechos
de la ciudadanía proclamados en las normas. Esta apertura de espacios de participación
constituye una tendencia en la mayoría de los países de la región y en el mundo entero.
Los derechos colectivos, entre los cuales se encuentra el derecho al medio ambiente, constituyen
la más novedosa categoría de protección de los derechos humanos. En ellos se trasciende de la
individualidad, para defender a la comunidad, para defender los géneros a los cuales
pertenecemos y en los cuales participamos, pero que carecen de dolientes.

Las nuevas formas de participación social, marcan el abandono de una ideología liberal clásica
cuya piedra angular era el interés directo e individual. Se abandona también la dicotomía
«interés público - interés privado» y surgen los llamados intereses colectivos o difusos,
pertenecientes a una pluralidad indeterminada de sujetos que en potencia pueden ser todos los
que integran una comunidad.

La participación se considera un mecanismo potenciador de la población como sujeto histórico.


Ella es a la vez una finalidad y un derecho a la intervención ciudadana en la definición de
prioridades, en la búsqueda de opciones y en la toma de decisiones. Son principios que «desde
lo político equiparan participación con democracia, puesto que el ejercicio de ésta presupone
una práctica de participación, consciente y libre, en las decisiones fundamentales de la sociedad.
En las modernas democracias las tendencias de participación se canalizan preferentemente a
través de asociaciones y organizaciones cuyo objetivo es la defensa del interés público y los
derechos colectivos. No debemos olvidar que el fundamento ético de estos nuevos derechos es
el principio de solidaridad, y que la participación de la comunidad fortalece siempre las
posibilidades de éxito en procesos y actuaciones que, si se realizan de forma individual, no
tendrían ninguna resonancia en la opinión general a más de que los obstáculos serían enormes.
En países como el nuestro, donde existen enormes riesgos para las personas que promueven o
defienden los derechos humanos y el medio ambiente, la participación es además una garantía
de sobrevivencia no sólo de las ideas y luchas sino de las personas que trabajan por el
reconocimiento y protección de la vida en todas sus formas.

Las personas y las organizaciones a través de la participación, reconocen los problemas que
existen en la vida cotidiana y aprenden a comprenderlos más profundamente para buscar
soluciones. Consideramos que la participación no es sólo un ejercicio de nuestros derechos
políticos sino una experiencia pedagógica de enorme valor para las nuevas sociedades.
Frente al deterioro ambiental y los desastres que ocurren día a día, el ciudadano tiene la
exigencia ética y el deber de contribuir en la búsqueda de soluciones. Existirán múltiples
respuestas y propuestas individuales que puestas en común, sobre espacios de diálogo y
construcción como deben ser las audiencias públicas ambientales y las consultas, permitirán la
construcción colectiva de alternativas.
La participación permite asegurar el cumplimiento de las leyes y las regulaciones ambientales,
no sólo con intervención mediante mecanismos informativos o evaluativos, sino, con la
interposición de acciones en defensa del derecho al ambiente sano, que permiten determinar
responsabilidades concretas en su protección.
El requisito necesario para que operen los mecanismos de participación, entre los cuales
debemos considerarlos instrumentos judiciales, es fortalecer las oportunidades de capacitación
a las comunidades. La utilidad de estas nuevas herramientas que nos otorgan la Constitución y
las leyes sólo se entenderá cuando sean conocidas por el público.
Los procesos de educación ambiental deben enmarcarse en los nuevos procesos de formación
ciudadana democrática que se reclaman con urgencia en nuestros países. Los contenidos,
normas y procedimientos del derecho ambiental deben formar parte de los currículos de
nuestro sistema educativo y ser igualmente objeto de difusión a través de la educación no
formal.
Otra prioridad para el derecho ambiental es el diseño y desarrollo de instrumentos que
permitan el fortalecimiento de las organizaciones ambientales, comunitarias, étnicas y sociales,
para realizar tareas de protección del medio ambiente y ejercicio de los derechos colectivos.
Esta tarea exige, además de una labor directa de reconocimiento de su carácter de sujetos
actuantes en la realidad ambiental, formación concreta en los instrumentos jurídicos,
ambientales y sociales para defender tales derechos.

CAPITULO IV
POLITICA Y DERECHO AMBIENTAL

Luego de la Declaración de Estocolmo en 1972 diferentes países comenzaron a incluir en sus


Constituciones el derecho a un medio ambiente sano y equilibrado, uno de estos países fue España,
que en 1978 incluye este derecho. A la par que fueron creciendo los instrumentos jurídicos
internacionales (tratados y convenios bilaterales y multilaterales), números países se incorporaron
y establecieron normas ambientales hacia el interior de sus legislaciones, generando una explosión
normativa centrada en las preocupaciones ecológicas.

El problema ambiental se proyecta a la esfera jurídica del ciudadano, bien de manera colectiva o
bien de manera individual, afectando así el derecho a disfrutar de los parámetros de la biosfera en
condiciones adecuadas para el desarrollo de la persona. De allí que, ante el deterioro del medio
ambiente, se justifica la valoración jurídica de los parámetros de la biosfera. (Vid. Loperena Rota)
Esta valoración repercutirá en la respuesta jurídica al problema ambiental que, como en otros
campos del conocimiento, se basó en la información suministrada, especialmente, por la historia, la
biología, la botánica y la ecología. En todo caso, el interés de la cultura jurídica por los problemas
ambientales fue creando, progresivamente, las condiciones para el advenimiento del Derecho
Ambiental dentro de los respectivos ordenamientos jurídicos, siendo el derecho a disfrutar de los
parámetros de la biosfera en condiciones adecuada su institución emblemática. (López Ramón F.).

El derecho a disfrutar de los parámetros de la biosfera permite la incorporación del paradigma


ambiental al patrimonio cultural de las ciencias jurídicas. De allí que el derecho al medio ambiente
se proyecte sobre la biosfera; particularmente, sobre los parámetros de sus elementos físicos
fundamentales: el aire, el agua y el suelo, la flora y fauna. Este núcleo ambiental da cuenta, sin duda
alguna, de la importancia que significa revisar la dinámica ecológica y su repercusión en la
sensibilidad de nuestra percepción, lo cual profundiza la valoración del bien “medio ambiente”
como objeto de atención jurídica. (Fernandez Rodriguez, 2001).

4.4.1. El ecosistema como objeto de atención jurídica

La Ecología es la ciencia que estudia los ecosistemas, es decir, las relaciones de los individuos
entre sí dentro de su respectivo entorno físico, o la ciencia que estudia las interacciones de los
seres vivos entre sí y su entorno. Actualmente “La Ecología puede definirse como el estudio de
las relaciones entre los organismos y el medio ambiente”.

La organización del ecosistema en el espacio está relacionada con el desarrollo de un entramado


alimenticio, cuya dinámica representa su vitalidad. Aquí están los productores primarios o
autótrofos, que representan el primer nivel trófico315, como es el caso de las plantas verdes que
usan energía solar para producir substancias químicas ricas en energía, y así sucesivamente hasta
llegar al cuarto nivel de la cadena alimenticia316. Conocer este complejo sistema es, sin duda
alguna, de gran importancia para mejorar los mecanismos de protección de la biosfera.

El Derecho es un instrumento que ha demostrado su utilidad para la protección del medio


ambiente. De allí que haya tenido que conocer y valorar la dinámica de los ecosistemas. Según
(Von Weizsacker E., 2002) “El ecosistema, como objeto de atención jurídica, reporta
consecuencias importantes, porque introduce como objeto de interés todo el entramado de
relaciones ecológicas que se extienden a escala planetaria, con una trascendental ampliación de
las expectativas jurídicas de cada individuo, derivadas de la amplitud que adquiere la proyección
de su interés.

4.4.2. La biodiversidad como objeto de atención jurídica

La biodiversidad o riqueza actual de la vida de la Tierra es el producto de muchos de años de


evolución histórica. Muchos lugares que ahora parecen "naturales" llevan la marca de milenios
de intervención humana. La biodiversidad fue modelada, de alguna manera, por la
domesticación e hibridación de variedades locales de cultivos y animales de cría. En esta tarea,
la agricultura contribuyó a diseñar la biodiversidad.

El interés por la conservación de la diversidad biológica está expresado en algunos instrumentos


internacionales, como la Declaración de Estocolmo de 1972, en la Carta Mundial para la
Naturaleza, proclamada en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1982, y en el
Convenio sobre Diversidad Biológica, suscrito en la Conferencia de las Naciones Unidas para el
Medio Ambiente y Desarrollo en 1992 (artículo 1°). Este interés da cuenta de la existencia de un
problema ambiental que debe resolverse. La respuesta del Derecho Internacional ante el
deterioro de la biodiversidad, ha sido clave para los grandes compromisos ambientales. En la
Conferencia de Río se logró el compromiso internacional para mantener la diversidad biológica.

La importancia del Convenio sobre la Biodiversidad estriba en su carácter de instrumento jurídico


que, a diferencia de sus antecedentes, comprende y abarca los diferentes aspectos de la
biodiversidad como un todo, cuyo contenido está fundamentalmente orientado a la promoción
del desarrollo sustentable de las naciones (Alli Aranguren, 2006). En este sentido, sugiere la
incorporación de los criterios de la biodiversidad en las políticas nacionales, estudios de impacto
ambiental y desarrollo de un sistema de áreas protegidas.

La valoración del medio ambiente es una percepción dirigida a incrementar el bienestar físico y
emocional del ciudadano, traduciéndose en una mejor calidad de vida. Las sociedades actuales
tienden a considerar que el mayor nivel de vida, es directamente proporcional a la importancia
otorgada a su medio ambiente333, el cual desempeña un papel fundamental en la optimización
de las relaciones entre el hombre y su medio natural. (Vid. Aragones J . y Amerigo) “Hombre y
naturaleza son compañeros de viaje que comparten suerte y destino” (Cfr:Garcia Gomez, 1997).
De allí, la pertinencia de un antropocentrismo sabio o inteligente, que oriente la relación del
hombre con el medio ambiente.

4.4.3. Medio ambiente como objeto de atención jurídica

El núcleo de los parámetros de la biosfera está representado por los bienes ambientales, como
el agua, suelo, bosque y fauna. El grado de intervención del hombre sobre dichos elementos,
define la humanización del medio natural. En este sentido, el grado de alteración del medio
ambiente por los niveles de intervención humana, determina su nivel de adecuación a las
expectativas del Derecho (Martin Mateo R., 1998). De esta manera, el problema ambiental se
convirtió en un hecho relevante y la sociedad le exigió al Derecho su intervención y regulación.

El entorno o espacio donde confluyen sus elementos componenciales nucleares (agua, suelo
bosque y fauna), con diferentes niveles de intervención humana; mientras que el ecosistema es
una categoría de la ecología. Esta es una disciplina científica, cuya matriz epistemológica es la
biología. Sin embargo, la ecología puede ser objeto de interés de las Ciencias Sociales, cuando se
pone de manifiesto que la actuación humana puede alterar los mecanismos de autorregulación
de los ecosistemas (Ramirez P. y Gonzzalez).

Deslindar la noción de medio ambiente de la noción de ecosistema y ecología, permite perfilar y


delimitar el bien jurídico “medio ambiente” como objeto especificador del ordenamiento
jurídico. De allí que la disciplina jurídica se denomine Derecho Ambiental o Medioambiental; mas
no Derecho Ecológico. “La ecología responde a condiciones evolutivas; mientras que el derecho
responde a criterios fijos y categorías que distinguen segmentos de la realidad. La primera está
vinculada a ciclos naturales muy largos, mientras que el segundo impone el ritmo corto de las
previsiones humanas” (Cft. Huerta R. y Huerta C., 2000).

La influencia de la ecología en el derecho puede provocar algunos efectos, como el uso


indiscriminado de conceptos técnicos (hipertecnicidad) y, en consecuencia, la falta de efectividad
de las normas. “Sin embargo, es necesaria la traducción del lenguaje científico de la ecología en
el lenguaje normativo de los juristas, para establecer límites entre lo permitido y lo prohibido,
para establecer responsabilidades e identificar los titulares de derecho, para determinar campos
de aplicación de reglas en el tiempo y en el espacio, el derecho acostumbra emplear definiciones
de contornos claros, criterios estables y fronteras tangibles” (Cft. Huerta R. y Huerta C., 2000).
Aunque en los predios del Derecho no se habla de ecosistema, sino de medio ambiente: “el
medio circundante de la vida o las características esenciales de la biosfera o esfera de la tierra
donde habitan los seres vivos” (Cfr. Martin Mateo R.)

(Martín Mateo, 1981), uno de pioneros del Derecho Ambiental español, ha mantenido una
posición distante de las definiciones excesivamente amplias sobre el medio ambiente,
reduciendo el concepto a “los elementos naturales de titularidad común y características
dinámicas: en definitiva, el agua y el aire, vehículos básicos de transmisión, soporte y factores
esenciales para la existencia del hombre sobre la tierra”. Pero excluye a la tierra, porque
considera que bien puede reducirse al concepto de ordenación del territorio o incorporarse al
ciclo del aire y del agua358. Sin embargo, tanto las constituciones como las leyes, suelen incluir
en la rúbrica del ambiente, tanto el suelo como las más variadas realidades.

En términos generales, “Por medio ambiente se suele entender el conjunto de las condiciones
que permiten la existencia y la reproducción de la vida en el planeta tierra”. Concretamente, el
medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona entraña la idea de vivir dignamente,
lo que implica una nueva lectura del derecho a la vida. En este sentido, el medio ambiente se
vincula con la idea de salud, vida, integridad, bienestar y orden público. Desde esta la
perspectiva, el medio ambiente es objeto de un derecho y un deber de todos los ciudadanos
(Ruiz Rico G., 2000).

La “protección del ambiente” responde a un concepto funcional. Es decir, la protección será el


conjunto de acciones llevadas a cabo sobre el concepto material de ambiente para conservarlo,
mejorarlo y poder disfrutarlo. Las acciones pueden ser, tanto preventivas como represivas, cuya
protección será determinada por los instrumentos previstos por el ordenamiento jurídico en
cada caso. El principio de protección del medio ambiente se fundamenta, tanto en España como
en Venezuela, en preceptos constitucionales que autorizan a los poderes públicos a desarrollar
políticas que articulen la actividad económica y el medio ambiente. En este contexto, aparece el
reconocimiento jurídico al desarrollo sostenible o sustentable en ambos ordenamientos
jurídicos. Aunque los particulares también están autorizados para proteger el derecho al medio
ambiente adecuado (Artículo 127 CRBV).

La protección del medio ambiente es responsabilidad del sistema jurídico en general, no


solamente del Derecho Público. Solamente así es posible que el Derecho pueda dar respuestas
eficaces a los problemas ambientales. Actualmente el Derecho Civil, el Derecho Penal, el Derecho
Tributario y el Derecho Mercantil, se han incorporado a la protección del medio ambiente
iniciada por el Derecho Internacional, el Derecho Administrativo y el Derecho Constitucional.
Estos Derechos tradicionales, de alguna manera, complementan la acción del moderno Derecho
Ambiental (Lasagabaster Herrarte I., 2001)

4.4.4. Derecho Ambiental


La naturaleza cuenta con reglas propias basadas en un dinámico equilibrio, cuyos elementos se
repone constantemente en virtud de la capacidad homeostática de los ecosistemas. Pero la
acción de adaptación del hombre a este medio natural, sin duda alguna, ha ido configurando un
medio ambiente significativamente humanizado, cuya tendencia es a alterar los parámetros de
la biosfera. Ante este hecho relevante, el Derecho sintió el imperativo social de reaccionar y
participar en su debida protección y recuperación.

El Derecho es un instrumento social dentro del actual Estado de Derecho. El Derecho Ambiental
es un medio privilegiado para toda política protectora del medio ambiente adecuado. En este
sentido, esta disciplina jurídica tiene como objetivo final garantizar un medio ambiente adecuado
para el desarrollo de la persona. A partir de esta premisa, comienza a configurarse y estructurase
el actual Derecho Ambiental, cuya expresión dogmática está representada, tanto por los aportes
de la cultura jurídica clásica, como por los conceptos y principios que, de alguna manera, han ido
conformando el actual acervo doctrinario jurídico ambiental, tanto internacional como nacional
(Declaración de Limoges, 1990).

La Cumbre de Río de Janeiro (1992) adoptó la Agenda 21, el Convenio sobre Diversidad Biológica
y el Convenio Marco sobre el Cambio Climático. En este contexto, se logró comprometer a casi
todos los países con el principio del desarrollo sustentable o sostenible, sentándose así las bases
que el Estado Social de Derecho no sólo tomara en cuenta los aspectos cuantitativos, sino
también los cualitativos. A partir de allí, el medio ambiente se incorpora como un objetivo
estructural de la política general de los Estados nacionales, proliferando así los instrumentos
jurídicos ambientales que, sin duda alguna, han fortalecido al Derecho Ambiental como disciplina
jurídica.

El Derecho, como expresión histórica de la justicia, no puede permanecer indiferente ante la


demanda social de protección del medio ambiente, sino que tiene el imperativo de ofrecer una
respuesta jurídica a los problemas ambientales. En este sentido, la norma ambiental debe
garantizar la preservación del medio ambiente en condiciones adecuadas para posibilitar la vida,
presente y futura del hombre sobre la tierra. En todo caso, sus conceptos jurídicos están al
servicio de este fin último (Cfr. Loperena Rota D., 1996).

Lo característico del Derecho Ambiental reposa, justamente, en su tendencia hacia el equilibrio


de intereses encontrados. Sin embargo, tratar de equilibrar intereses contrapuestos e, incluso,
contradictorios, corresponde a la esencia misma del derecho. Hasta aquí no hay diferencia con
otras ramas del derecho. La diferencia estaría en la necesidad de prevenir el daño ambiental, el
cual puede representar un problema ambiental más allá de las fronteras nacionales. En este
contexto, predomina el principio de “precaución” y “pensar globalmente, pero actuar
localmente”. Actualmente estos principios caracterizan el ordenamiento jurídico ambiental
dentro del Estado Social de Derecho (Cfr. Fernandez T., 2000).

El interés por el medio ambiente se apoya en la sensibilidad experimentada por la sociedad, ante
la capacidad del hombre de someter y modificar el medio natural en función de sus necesidades
e intereses existenciales, como lo ilustra la evolución de la agricultura y la dinámica de la vida
moderna industrializada. De allí que la ciencia jurídica haya decidido participar, desde las
distintas perspectivas o disciplinas, en la solución del problema ambiental. En este sentido, tanto
el Derecho Internacional como el Derecho Comunitario, han cumplido un papel de primera línea
(Cfr. Alvarez Alvarez L. 1978).
(Jonás H. 1995), el principio de responsabilidad ambiental que ha comprometido, tanto al
Derecho como a otras disciplinas, es el resultado del grado de sensibilidad despertado por
acciones promovidas por distintas organizaciones, tanto sociales como estatales. En todo caso,
el Derecho ha sido receptivo al efecto de sentido que ha provocado la dimensión ambiental. A
partir de allí, la nueva disciplina jurídica tiende a estructurarse en torno al derecho al medio
ambiente adecuado.

El Derecho Ambiental se presenta como un nuevo campo del ordenamiento jurídico, referido a
la protección del sistema ambiental: vinculado con la contaminación o con cualquier forma de
deterioro del ambiente, así como con la alteración del equilibrio biológico; en la medida en que
los componentes y los recursos de la naturaleza son objeto de la actividad productiva de los
hombres. De allí que la cultura jurídica deba conocer, tanto el complejo funcionamiento de los
ecosistemas como su fragilidad ante la acción del hombre, ya que esta información contribuye a
valorar el medio ambiente.

El Derecho Ambiental, concebido como el Derecho protector del medio ambiente430, conduce
inexorablemente al estudio de los instrumentos jurídicos de la política ambiental. Sin embargo,
atendiendo a la manera como se vertebran todos los ordenamientos jurídicos, el Derecho
Ambiental debe construirse en torno a la persona titular del derecho gozar y disfrutar de los
parámetros de la biosfera en condiciones adecuada. Este Derecho humano es la piedra angular
sobre la que debe construirse el edificio doctrinal del Derecho Ambiental.

El Derecho Ambiental es una disciplina que contiene normas jurídicas reordenadoras de


conductas humanas que, de alguna manera, puedan alterar las condiciones de los sistemas
naturales y, en consecuencia, generen impactos negativos sobre los ecosistemas. Esas
alteraciones podrían afectar también la esfera jurídica de los ciudadanos que, dependiendo del
grado de agresión, podrían configurar una violación del derecho constitucional al medio
ambiente adecuado.

4.4.5. Principios de la política ambiental

Los principios generales del Derecho Ambiental son: Igualdad, Sostenibilidad, El que contamina
paga, Publicidad, Accionabilidad y legitimidad procesal, Restaurabilidad y Extraterritorialidad.
 La igualdad y el derecho a la vida son principios claves del constitucionalismo español. De
allí que tanto el derecho al medio ambiente adecuado, como su correspondiente
protección, estén atravesados por el principio de igualdad. En este sentido, todas las
personas tienen igual derecho a gozar del medio ambiente adecuado.

 La sostenibilidad es un principio ambiental reconocido universalmente. La racionalidad en


uso de los bienes ambientales prevista por Constitución española es, sin duda alguna,
equivalente al principio de sostenibilidad, el cual ahora forma parte estructural de la política
de la Unión Europea. Este principio integra los megaprincipios sugeridos por Martín Mateo.

 El que contamina paga (y repara) es un principio equivalente a la responsabilidad civil


extracontractual (objetiva), aunque el principio comprende tanto el pago como la
reparación del daño. La responsabilidad abarca la restaurabilidad o reparación del daño
ambiental. El agente contaminador es la persona natural o jurídica, de derecho público o
privado que directa o indirectamente deteriora o lesiona el medio ambiente o los bienes
ambientales.

 La publicidad es un principio clave para ejercer los derechos de los ciudadanos. Cualquier
dato sobre actividades que afecten el medio ambiente, constituye una información
importante para que los ciudadanos puedan tener una opinión razonada que oriente sus
decisiones y concrete su derecho de participación.

 El principio de la accionabilidad y la legitimación procesal tiene que ver con la eficacia de los
derechos ambientales: todos somos titulares del derecho al medio ambiente adecuado y
del derecho a su protección. La eficacia de dichos derechos demanda una tutela judicial
menos restringida. Este principio, según Loperena Rota, debe ser la regla. “La razón es
simple: una actuación contra el medio ambiente es una agresión con implicaciones
generales para la sociedad, aunque no haya afectado de forma inmediata a la salud pública,
supuesto ante el que nadie duda reconocer el acceso a los tribunales”.

 El principio de la extraterritorialidad deriva de la naturaleza integral y unitaria de la biosfera.


Actualmente este principio ha hecho variar el concepto clásico de soberanía. Tanto el
Derecho Ambiental Internacional, como el Derecho Ambiental de la Unión Europea, son
ejemplos concretos de ello. El primero es pionero en el desarrollo de las normas
ambientales, que después han sido incorporadas a los respectivos ordenamientos jurídicos
nacionales. Mientras que el segundo ha tenido un desarrollo progresivo que, sin duda
alguna, ha presionado la estructura jurídica interna de sus países miembros.

 El principio de ubicuidad significa la superación de las estrategias sectoriales y verticales por


las estrategias generales y horizontales. Este fue el caso de la Comunidad Europea que como
no tenía una norma ambiental expresa, se apoyó en cláusulas generales, como la que
autorizaba al Consejo a adoptar por unanimidad Directivas para la aproximación de las
disposiciones de los Estados miembros, que incidan en el funcionamiento del mercado
común. Después el Acta Única (1986) estableció que “Las exigencias de la protección del
medio ambiente serán un componente de las demás políticas de la Comunidad” (artículo
130.R.2). A partir de ahí, prevalece la comprensión amplia y ubicua de la protección
ambiental.

 El principio de la sostenibilidad es una base programática que, en la medida de lo posible,


pretende hacer viable el desarrollo económico necesario para que nuestros congéneres y
sus descendientes puedan vivir dignamente. Este es un principio general del Derecho
Ambiental, cuyas pretensiones paradigmáticas se han incorporado al actual Estado Social
de Derecho. Tanto el informe Brundtlan (1987) como la Cumbre de Río (1992),
contribuyeron con la fortuna atesorada por el concepto de desarrollo sostenible, el cual
pretende satisfacer las necesidades presentes, sin impedir que las generaciones futuras
satisfacer las suyas.

 El principio de globalidad atiende a la idea de la constatación de la unicidad de los sistemas


planetarios y la necesidad de no alterar los mecanismos que hacen posible la existencia de
la vida en la biosfera, específicamente el mantenimiento de nuestra propia especie. De allí
que era necesario promover soluciones globales. En este contexto, las respuestas
constitucionales deben conectarse con las respuestas supranacionales, incorporando los
grandes principios rectores necesarios, a partir de los cuales se establezcan políticas y
programas para los respectivos países.

 La horizontalidad de la dimensión ambiental significa que su capacidad expansiva puede


penetrar todo el ordenamiento jurídico y todas las actividades productivas. En el caso de la
de la Unión Europea, este principio se evidencia en la tendencia de que todas las actividades
están observadas a la luz de criterios sustentables y, por consiguiente, ambientales. Tanto
en España (artículo 45 CE) como en Venezuela (artículos 127,128 y 129 CRBV), el principio
rector de la política ambiental es el punto de partida del principio de la horizontalidad del
medio ambiente.

 El principio de subsidiariedad463 significa “pensar globalmente, actuar localmente”, y que


las medidas pertinentes deberán adoptarse “preferentemente en la fuente misma”; es
decir, “cada ente local adoptará las medidas apropiadas para asegurar la recepción, el
tratamiento y la gestión de sus propios residuos. En consecuencia, éstos deberán
gestionarse lo más cerca posible del lugar de producción” (Tribunal de Justicia Europeo,
Sentencia 9/1992).

 La calidad de vida se considera como uno paradigma dentro del actual Estado Social, cuya
dimensión ambiental la define el derecho a la medio ambiente adecuado y su protección
jurídica466. En todo caso, el medio ambiente y calidad de vida constituyen claves
orientadoras de la gestión política de este siglo467. Es decir, la calidad de vida es un
parámetro a considerar por las políticas ambientales.

 El principio de solidaridad podría también tener su antecedente en la Declaración de la


Naciones Unidas sobre Medio Ambiente (Estocolmo, 1972), que estableció un derecho
fundamental del hombre a “condiciones de vida satisfactorias en un ambiente cuya calidad
le permita vivir con dignidad y bienestar”, como también enunciaba un deber solemne de
mejorar y proteger el medio ambiente para las generaciones presentes y futuras476. Este
contenido conecta con la Carta o Estatuto de Derechos y obligaciones Ambientales del
individuo, colectivos y organizacionales (Ginebra, 1991), cuando establece que “Todos los
seres humanos tienen el derecho fundamental de un medio ambiente adecuado para su
salud y bienestar, así como la obligación de proteger el ambiente para el beneficio de
presentes y futuras generaciones.”

 El principio de prevención477 es columna vertebral del derecho ambiental478. Desde la


Declaración de Estocolmo (1972), la orientación preventiva ha inspirado todas las
actuaciones protectoras del medio ambiente. Esta fue una Declaración altamente
preventiva, como se desprende del segundo Principio: “Los recursos naturales de la tierra,
incluido el aire, el agua, la tierra, la flora y la fauna y especialmente las muestras
representativas de los ecosistemas naturales, deben preservarse en beneficio de las
generaciones presentes y futuras mediante una cuidadosa planificación u ordenación,
según convenga”.

 El principio de precaución o tutela precautelativa484 “es una regla para tomar decisiones
ante determinados supuestos de hecho. En concreto, el presupuesto de hecho del principio
de precaución […] es la existencia de una incertidumbre científica sobre la relación de
causalidad, en sentido amplio, entre un fenómeno y un daño representa una nueva técnica
de protección del medio ambiente que se fundamentan en una visión global y horizontal”.
Estas medidas de precaución están orientadas a conseguir, en la medida de lo posible, el
anhelado desarrollo sustentable. Esta perspectiva articula, tanto las Declaraciones
internacionales, como las regulaciones comunitarias en materia ambiental. En este
contexto, cobra relevancia el derecho constitucional al medio ambiente adecuado para el
desarrollo como personas integrantes de un colectivo.

 La Evaluación del Impacto Ambiental es la técnica utilizada para advertir los impactos
negativos que puedan desencadenar ciertas actividades, aportando las previsiones
necesarias para aminorar los efectos y señalar las medidas pertinentes para compensar la
degradación ambiental del caso concreto. Pero también el estudio puede indicar que, en
virtud de consideraciones técnicas, el proyecto es inviable486.

 El principio de la realidad significa que la eficacia de las normas ambientales depende de las
consideraciones que se han realizado de la realidad ambiental en el nivel local, regional,
nacional e internacional. Según Jaquenod de Zsögön487, la conexión de este principio es
directa con los criterios técnico meta jurídico, ya que la aplicación de la normativa ambiental
debe permitir observar la situación concreta a la luz de aquellos límites y umbrales
señalados por los técnicos y especialistas, los cuales establecen las condiciones pertinentes
en que deben realizarse ciertas actividades.

 El principio de responsabilidad compartida por alteraciones causadas al medio ambiente


por la actividad realizada por personas físicas o colectivas. Esto significa que, en el ámbito
internacional, el Estado denunciante pone abiertamente en juego la responsabilidad
internacional de otro Estado, como consecuencia de la violación de un principio de
naturaleza general, como por ejemplo, el respeto a los derechos humanos. En este caso, por
lo general el Estado causante del daño ambiental indemniza al otro por los efectos negativos
causados a su medio ambiente.

 El principio de Unidad de Gestión está relacionado directamente con la cualidad sistémica


que caracteriza el medio ambiente y, al mismo tiempo, con los distintos modelos de gestión
ambiental, cuya articulación se concreta en la unidad de gestión ambiental488. “Una
gestión ecosistémica del ambiente exige buscar un grado eficaz de correspondencia entre
el aspecto organizativo y el legislativo ambiental, siendo esta correlación básicamente
simultánea. Por tanto, la tendencia a la unidad de gestión en la administración del medio,
debería cimentarse dentro de una dinámica sistémica del ambiente”489. Es decir, la
conexión, la comunicación y la unidad en general en la estructura administrativa, son
requisitos fundamentales para mantener el equilibrio y una eficaz gestión ambiental.

Los principios jurídicos comunes a las normas ambientales permiten, sin duda alguna, reconocer
la existencia de un Derecho Ambiental objetivo que establece y tutela el derecho de todas la
personas, bien de manera individual o bien de manera colectiva, a disfrutar o gozar de los
parámetros de la biosfera en condiciones adecuada. En este contexto, los principios ambientales
gravitan sobre el núcleo duro de la biosfera (bienes ambientales), controlando las acciones y
omisiones de los agentes contaminantes.
El Derecho Ambiental actualmente es un sistema de normas determinadas por la expectativa y
presión social hacia un ambiente adecuado que, actualmente, tiende a girar en torno al derecho
al medio ambiente adecuado. Esta disciplina jurídica, si bien es cierto que está comprendida
dentro de la esfera del Derecho público, también es cierto que, actualmente, es cada vez más
tenue el límite que separa a éste del ámbito del Derecho privado561. En todo caso, el medio
ambiente es una dimensión que penetra todas las ramas del Derecho.

CONCLUSIONES

Todos los instrumentos interrelacionados permitirán que se tengan un panorama real de lo que
sucede con las problemáticas ambientales, ya que en el Perú no se trabaja de esa manera hay mucha
burocracia de parte de los ejecutivos, que se quedan estancados muchas problemáticas si soluciones
hasta ahora.

Las normativas Ambientales deben estar de acorde a la realidad de un sector y no solo ser copias de
normativas internacionales, por lo que deben dar más realce a los centros de investigación, para
que estos LMP y los ECAS cumplan su rol legislador y controlar la calidad Ambiental.
Los Ministerios no se deberían politizar para que todos los procesos y/o proyectos de mejora
continúen y no venga otro gobierno donde tenga que cambiar todo para volver a comenzar desde
un inicio todo, lo cual nunca se va a llegar a tener una mejora continua.

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