Sei sulla pagina 1di 10

LA MASCARA Y LA SOMBRA

SOMBRA
Con este término, ROJAS-BERMÚDEZ designa las huellas

imborrables que dejan las primeras relaciones del niño con lo que

fueron sus posesiones y aclara que el término recuerda las

sombras humanas dejadas en Hiroshima al estallar la bomba

atómica. Los cuerpos fundidos por las altas temperaturas

desaparecieron totalmente; en su lugar quedaron las sombras

impresas en la piedra.

Desde el punto de vista evolutivo

Las sombras se constituyen como tales, aproximadamente a los

dos años, momento en el que aparece el yo y con él una relación

diferente: la del yo con los roles sociales. Hasta ese momento el

tipo de relación que tiene el niño con el ambiente es de tipo

natural, y este medio con el cual se relaciona se denomina sí

mismo psicológico sincrético.

Este sí mismo psicológico sincrético es todo a lo cual el niño está

unido por vínculos emocionales intensos, él vive como propio este

entorno que le protege y ante el cual reacciona globalmente, in-

volucrándose todo él; es una relación del tipo individuo-medio.


Dentro de este sí mismo psicológico sincrético se encuentran los

adultos significativos que caracterizan y favorecen el desarrollo

de este medio psicológico para que el niño lleve a cabo su

adquisición de actos. Es el momento en que se cimenta el modo

característico de articularse con el ambiente.

Un concepto clave, dentro de este período anterior a los dos años,

es el de posesión: con este término se designa a las sensaciones

que tiene el niño respecto a las cosas que le rodean; las vive como

parte de sí, están dentro de su territorio, son lo mío.

La posesión en tanto está presente, desencadenará en el infante

una respuesta de modo tal que parece ser actuado por el estímulo.

Aún no ha aparecido el yo y por lo tanto no le es posible

diferenciarse del medio y postergar, controlar, sus respuestas.

A medida que el organismo madura, aparece la habilidad de

controlar los esfínteres que le da al niño el modelo fisiológico en el

cual se basa la génesis del yo. Aquí no sólo aprenderá a controlar

los contenidos fisiológicos, sino que también comenzará a hacerlo

con sus contenidos psicológicos (las huellas mnémicas) y con sus

propios actos. No sólo se opone a sus contenidos corporales

(heces, orina) sino que también lo hace hacia el medio (comida).

Aprende a decir que no y que sí.


Los estímulos ya no desencadenarán una respuesta inmediata, se

diferencia de ellos y la relación sincrética con los objetos y

personas queda reemplazada en el devenir temporal por la

comunicación a distancia. Las posesiones se transforman en

personas autónomas y cosas que no le pertenecen a medida en

que él se va diferenciando y tomando conciencia de sí.

Ahora la relación con el otro se hará a través de los roles sociales,

que le permiten objetivar el vínculo con la distancia necesaria

para ello. Relación parcial y objetivable, diferente a la modalidad

explicada anteriormente.

La posesión se transforma en persona, pero deja una huella: la

sombra. Adviene el tipo de relación social y es en este paso donde

el sí mismo psicológico sincrético se transforma en sí mismo

psicológico: espacio psicológico heredero del espacio concreto y

donde las posesiones dejan sombras.

LAS SOMBRAS SON LA PRESENCIA PSICOLÓGICA DE TODO

AQUELLO A LO CUAL ESTUVO LIGADO EL NIÑO

EMOCIONALMENTE Y EN ESPECIAL LA DE LOS ADULTOS

SIGNIFICATIVOS.
Desde el punto de vista estructural:

A las sombras se las sitúa en el sí mismo psicológico y

corresponden a la huella mnémica de la interacción del núcleo del

yo y las posesiones del sí mismo psicológico sincrético, huellas

que se estructuran durante el período de la adquisición de actos.

Desde el punto de vista dinámico:

Las sombras se hacen presentes (son vivenciadas por la persona)

cuando el yo no puede ejercer sus funciones, al producirse una

desconexión de la estructura en la cual se halla engarzado, ya sea

una ruptura aguda o crónica.

En estos casos es la expansión del sí mismo psicológico la que

provoca esta ruptura, tomando una importancia tal que el

individuo queda aislado y ensimismado. Su relación con el medio

se deteriora, y de producirse ha de ser por intermedio de sí mismo

psicológico.

Los estímulos no son bien diferenciados, al no operar el filtro

psicológico (función yoica), hay un compromiso mayor en sus

respuestas que no son lo suficientemente distantes, objetivables y

parciales como cuando lo hace el yo por medio de los roles

sociales.
En tal circunstancia hay un mayor grado de disponibilidad para

que las sombras se activen. Esto implica dos cosas: primero, un

mayor compromiso neurovegetativo en la respuesta; y segundo,

poca distancia con el otro que no es percibido como persona

autónoma, sino que es vivenciado como perteneciente al sí mismo

psicológico y ensombrecido por los contenidos de éste.

Desde el punto de vista psicopatológico:

La sombra es una posesión de la cual el individuo no se ha podido

diferenciar. Se ve alterada en tanto es una huella mnémica

carenciada, es decir, que los adultos significativos y los objetos no

complementaron desde el ambiente las expectativas del niño

durante el período perteneciente a la adquisición de actos (desde

los ocho meses a los dos años).

El sí mismo psicológico sincrético se verá empobrecido y la

ansiedad resultante es de miedo, el espacio con que el niño se

articula por medio de su actividad motora se ve restringido y

puede quedar reducido, si la carencia es muy grave, a los límites

de su propio cuerpo. El aprendizaje se detiene, faltan los puntos de

referencia que dan los padres y la familia; las interacciones

producidas van a estar llenas de temor y desconfianza.


Cuando se activa una sombra patológica aparecen estas

ansiedades no resueltas por el yo. LA LABOR TERAPÉUTICA

CONSISTE EN AYUDAR AL PROTAGONISTA A REPARAR

SIMBÓLICAMENTE EL OBJETO QUE NO ESTUVO DEL TODO

PRESENTE Y DEL CUAL HA RESULTADO UNA HUELLA

INCOMPLETA.

MASCARA
Se ha visto que las máscaras son de gran utilidad en psicodrama.

El protagonista se siente menos expuesto a la mirada de los

demás y por ello se desenvuelve con más facilidad en el

escenario. Cumple una función protectora y reforzadora del yo.

Hay un gesto muy común que consiste en taparse la cara con las

manos: con este gesto se ve el medio al cual acude

espontáneamente una persona cuando se ve inmersa en una

situación ansiógena, para no ver y para no mostrar lo que le pasa.

Además, la máscara es un facilitador de la comunicación cuando

ésta se encuentra bloqueada por motivos diversos. Facilita los

movimientos corporales y los mensajes verbales.

En psicodrama, a la máscara también se le da otro uso: es que no

sólo va a ocultar al protagonista de la mirada de los demás, sino


que también le permitirá revelar y hacer aparecer contenidos que,

conflictivos o no, no son del todo manejables para él.

«La máscara, en términos generales y pasando por alto

determinaciones concretas según cultura, lugares y funciones

sociales, denota básicamente lo que angustia, lo que amenaza

desde la región de lo indeterminado y que podría presentarse

como lo inconsciente».

En este segundo sentido, como reveladora, se presta para mostrar

y hacer aparecer todos aquellos contenidos psicológicos que en el

momento de la sesión no logran configurarse dentro de un rol, ya

que la dilatación del sí mismo psicológico lo impide.

Utilizándola de este modo hemos llegado a las siguientes

conclusiones teóricas:

a) La máscara cumple funciones de elemento mediador entre dos

modalidades de relación: la Natural y la Social. En este sentido

tiene que ver con el Yo.

b) Por sus contenidos, expresa experiencias registradas en el

período sincrético previo a la triangulación.

c) Gracias a la máscara, se concreta, se objetiva y de algún modo

se controlan todos aquellos elementos que el Yo del sujeto no

puede elaborar a través de formas sociales o psicológicas.


d) Cuando la máscara es atemorizadora, oculta algo familiar y

conocido para el protagonista pero no decodificado por el Yo,

puesto que la huella mnémica de la Posesión Sincrética (Sombra)

incluye una situación confusa para él mismo.

e) De acuerdo a los casos tratados, vemos que frecuentemente se

actualiza una relación sincrética con algún adulto significativo de

la época del aprendizaje de actos o una relación radiada que no

llegó al modo de relación triangular. (En este último caso el

protagonista suele encontrar con relativa facilidad a quien

pertenece dicha máscara o de qué relación se trata.

LOS PASOS DE LA TECNICA

El protagonista y el yo-auxiliar están sentados frente a frente con

las puntas de los pies juntas, el yo-auxiliar sostiene un espejo

liviano y más o menos grande. Esta forma de ubicarse y de utilizar

el espacio tiene la finalidad de concretizar en el escenario un

espacio psicológico común.

Debido a la ilusión de simetría producida por el espejo en cuanto a

distancia se refiere, la cara del yo-auxiliar estaría, para la

apercepción que se da en ese momento en el protagonista, a la

misma distancia que la propia reflejada. Esto toma sentido una vez

que finaliza de pintar la máscara y ya no mediando el espejo. El yo-

auxiliar se coloca la máscara pintada por el protagonista. Para el


protagonista, el yo-auxiliar está en el mismo lugar en que él se

veía y con su máscara.

Al ver la máscara puesta en el yo-auxiliar, hay una reacción de

sorpresa, porque por primera vez la ve sobre otra persona y a la

misma distancia.

Luego se continúa con el pasaje de la máscara del yo-auxiliar al

protagonista y a la inversa. Se repite la situación de cambio de

lugar de la máscara hasta que emerge el rol personaje, el yo-

auxiliar deberá poner atención a los rasgos de la misma y a las

verbalizaciones del protagonista, como así también a la conducta

no verbal.

Este jugar a la simetría y al espejo es también jugar a la sombra;

el yo-auxiliar, durante el tiempo que transcurre el pasaje de la

máscara, repite con pocas variaciones las conductas del

protagonista, de tal modo que, para el observador que ve la

escena desde fuera, le es fácil confundirse en tanto se ven dos

personas que no establecen un vínculo con roles diferenciados y

que en este juego de máscara y espejos se comienza a perfilar un

personaje que no sabe a quién pertenece. La máscara está entre

ambos y ambos la determinan. Es lo ambiguo de la situación lo que

moviliza en el protagonista el contenido del sí mismo psicológico y

el emerger de una sombra conflictiva.


Una vez descubierto el rol de manera incipiente, se lo sigue

elaborando a través de la técnica de inversión de roles que nos

permite terminar de dibujado e insertado en la situación que lo

determina. De aquí en adelante se continúa dramatizando con o

sin máscara a criterio del director.

El último paso es introducir un tercer personaje y así el

protagonista accede a la triangulación. Este tercer personaje

jugará el rol de la sombra con la máscara puesta.

ROJAS-BERMÚDEZ nos dice respecto a esto último: «El proceso de

triangulación marca el pasaje de lo natural a lo social. Su

importancia radica en que su aparición señala la toma de

conciencia del individuo con respecto a sí mismo y al medio que lo

rodea. Esto significa que el individuo se ha recortado de su medio

y ha sido capaz de reflexionar, de tomarse a sí mismo como objeto

de conocimiento» y MORENO: «La quinta etapa consiste en que el

niño representa el rol de la otra parte respecto a otra persona,

quien a su vez hace su propio rol».

Potrebbero piacerti anche