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¿Qué enseña la Biblia sobre el Bautismo? por J.

I Packer

El Bautismo es primariamente manifiesta nuestra Unión con Cristo.

[Los editores de Teología para Vivir somos Bautistas, por lo cual creemos en el Bautismo de
adultos que han profesado de manera creíble regeneración del Espíritu Santo. Sin embargo, el
siguiente articulo aunque escrito desde un punto de vista Presbiteriano Paidobautista (bautismo
de infantes), presenta de manera de manera justa ambas posturas).

“¿O no saben ustedes que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido
bautizados en Su muerte? Por tanto, hemos sido sepultados con El por medio del bautismo para
muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos en novedad de vida.” Romanos 6:3–4

El bautismo cristiano, que tiene la forma de una purificación ceremonial (como el bautismo
precristiano de Juan), es un símbolo que viene de Dios para simbolizar la purificación interna y la
remisión de los pecados (Hechos 22:16; 1 Corintios 6:11; Efesios 5:25–27), la regeneración que
obra el Espíritu y la nueva vida (Tito 3:5) y la presencia permanente del Espíritu Santo como el
sello de Dios que testifica y garantiza que la persona va a estar guardada y segura en Cristo para
siempre (1 Corintios 12:13; Efesios 1:13–14). El bautismo contiene estos significados porque
primera y fundamentalmente, simboliza la unión con Cristo en su muerte, sepultura y resurrección
(Romanos 6:3–7; Colosenses 2:11–12), y esta unión con Cristo es la fuente de todo otro elemento
de nuestra salvación (1 Juan 5:11–12). La recepción de esta señal de fe les da a las personas
bautizadas la seguridad de que el don divino de la vida nueva en Cristo les ha sido dado de manera
gratuita. Al mismo tiempo, las compromete a vivir desde ese momento de una forma nueva como
discípulos consagrados de Jesús. El bautismo marca una línea divisoria en la vida del ser humano,
porque simboliza un injerto como nueva criatura en la vida resucitada de Cristo.

¿Por qué realizamos el Bautismo?

Cristo les ordenó a sus discípulos que bautizaran en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
(Mateo 28:19). Esto significa que la relación de pacto que confiere formalmente el bautismo es de
aceptación por parte de las tres Personas de la Trinidad divina, comunión con todas ellas y
consagración a todas ellas. Cuando Pablo dice que los israelitas “en Moisés fueron bautizados” (1
Corintios 10:2), esto significa que fueron puestos bajo el dominio y la dirección de éste. De igual
forma, el bautismo en el nombre del Dios uno y trino significa dominio y dirección por parte de
Dios mismo.

¿Somos salvos por haber sido Bautizados?

La señal externa no trae consigo de manera automática ni mágica las bendiciones internas que
simboliza, y la profesión de fe de los candidatos no siempre es genuina. Pedro le tuvo que decir a
Simón el mago poco después de haber sido bautizado éste, que aún su corazón no había sido
renovado (Hechos 8:13–24).

Como señal de un acontecimiento único, el bautismo sólo se le debería administrar en una ocasión
a cada persona. El bautismo es real y válido si se usan el agua y el nombre uno y trino, aunque se
trate de un adulto cuya profesión resulte hipócrita. Simón el mago recibió el bautismo una vez, y si
llegó más tarde a la fe verdadera, habría sido incorrecto bautizarlo de nuevo. No es posible hallar
en el Nuevo Testamento mandato alguno sobre un tipo de bautismo en particular. Se puede
cumplir el mandato de bautizar utilizando la inmersión, mojando la cabeza o simplemente
rodándola; las tres formas satisfacen el significado del verbo griego baptídzo y la exigencia
simbólica de pasar bajo el agua purificadora y surgir de ella.

¿Cuáles son las diferencias entre Bautistas y Presbiterianos en relación al Bautismo?

Bautizar a los hijos pequeños de los creyentes, en la creencia de que esto está de acuerdo con la
voluntad revelada de Dios, ha constituido la práctica histórica en la mayoría de las iglesias. Sin
embargo, la comunidad bautista mundial, en la que están incluidos diversos pensadores
reformados distinguidos, rebate esto.

Esto es debido a que los Bautistas afirman que sólo pueden ser miembros de las congregaciones
locales aquéllos que hayan profesado su fe personal en público, insistencia apoyada a menudo con
la afirmación de que Cristo instituyó el bautismo sobre todo como profesión pública de fe, y que
esta profesión forma parte de la definición del bautismo, de manera que el bautismo de infantes
no tiene en realidad nada de bautismo. Por este motivo, las iglesias bautistas suelen rebautizar
como creyentes a las personas bautizadas en su infancia que han llegado a la fe; desde el punto de
vista bautista, aún no han sido bautizadas. La teología reformada niega la idea de que el bautismo
de los creyentes sea el único tipo de bautismo, y rechaza la negativa bautista a darles un lugar a
los hijos de creyentes dentro del cuerpo de Cristo en virtud de su relación con sus padres, y por
tanto, desde el nacimiento. Estas diferencias sobre la Iglesia visible forman el fondo de todas las
discusiones sobre el bautismo de niños como tal.

¿Existe alguna base escritural para el Bautismo de infantes en las Escrituras? – Defensa de la
Postura Presbiteriana.

La defensa para el bautismo de los hijos de creyentes (práctica que el Nuevo Testamento no
ilustra, ordena ni prohíbe) se basa en la afirmación de que la transición entre la forma “antigua” y
la “nueva” del pacto con Dios que fue producida por la venida de Cristo no afectó el principio de
solidaridad familiar en la comunidad del pacto (esto es, la Iglesia, como es llamada ahora). Por
tanto, se debe bautizar a los niños como antes se había circuncidado a los niños varones judíos, no
para darles una posición dentro del pacto, sino para dar testimonio de la posición que ya les había
dado en el pacto su parentesco por soberana disposición de Dios.

En 1 Corintios 7:14, Pablo resuelve la cuestión de si Dios acepta un matrimonio en el cual sólo uno
de los cónyuges se ha hecho cristiano, invocando la certeza de que los niños de un matrimonio así
son “santos” por relación y por pacto, esto es, son consagrados a Dios y aceptados por Él en la
compañía de su padre cristiano. Por consiguiente, el principio de solidaridad entre padre e hijo
sigue en pie, como lo indicó también Pedro en su sermón del día de Pentecostés (Hechos 2:39).
Ahora bien, si los niños comparten la categoría de pertenecer al pacto con su padre o madre, es
adecuado, si todas las demás cosas también son iguales, concederles la señal de esa categoría y de
su lugar dentro de la comunidad del pacto, y sería incorrecto que la Iglesia se la negara. El que sea
adecuado dárselo queda demostrado por el hecho de que, cuando la circuncisión era la señal de
pertenencia al pacto y de inclusión en la comunidad, Dios lo ordenaba de manera explícita
(Génesis 17:9–14).
¿Cuál es la postura Bautista sobre el Bautismo?

A diferencia de esto, los Bautistas afirman que:

 La circuncisión era sobre todo una señal de identidad étnica judía, de manera que el
supuesto paralelo entre ella y el bautismo cristiano es un error.

 Bajo el nuevo pacto, la exigencia de una fe personal antes del bautismo es absoluta.

 Las prácticas que las Escrituras no reconocen ni aprueban de manera explícita no deben
ser introducidas en la vida de la Iglesia.

Es cierto que todos los miembros adultos deberían profesar su fe ante la Iglesia de una manera
personal, y las comunidades que bautizan a los niños proporcionan la oportunidad de hacerlo en
un rito de confirmación, u otra circunstancia equivalente. La formación cristiana de los niños
bautistas y de los bautizados de pequeños es similar: dedicados a Dios en su infancia, ya sea por el
bautismo o por un rito de dedicación (que algunos consideran como un bautismo en seco),
entonces son criados de manera que vivan para el Señor y llevados al punto de confesar en público
su fe por su propia cuenta, en la confirmación o el bautismo (que algunos consideran como una
confirmación mojada). Después de esto, disfrutan plena categoría de comunicantes, a menos, por
supuesto, que sean sometidos a disciplina por alguna caída. El debate que aún perdura no se
refiere a la forma de criar a los niños, sino a la forma en que Dios define a la Iglesia.[1]

Conclusión.[2]

(Añadida por el editor de Semper Reformanda- Daniel Caballero)

Personalmente me identifico con la postura Bautista, como la mayoría de creyentes en


Latinoamérica. Sin embargo, es cierto también que la mayoría de teólogos en la historia de la
Iglesia han tomado una postura diferente a la Bautista en este sentido. Podemos aprender mucho
en muchos temas incluso con aquellos en los cuales no estaríamos completamente de acuerdo en
todas las áreas. Que Dios nos ayude a profundizar en el estudio de Su Palabra.

Por J.I. Packer.

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