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Los principios procesales son directivas o ideas básicas sobre las cuales se estructura un
ordenamiento jurídico procesal. En efecto para que el proceso se desarrolle con éxito y
logre su finalidad es necesario organizarlo adecuadamente y estructurarlo sobre ideas básicas
que llamamos "Principios Procesales”.
El Derecho a la Tutela Judicial Efectiva (Art. 8 CPC) se puede enfocar desde tres
estadios del proceso:
1º.- La libertad de acceso a la justicia, eliminado los obstáculos que pudieran impedirlo (antes
del proceso);
2º.- Obtención de una sentencia de fondo, es decir motivada y fundada, en tiempo
razonable (dentro del proceso) y;
3º.- Que esta sentencia se cumpla, es decir sea ejecutoriada el fallo (después del
proceso).
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PRINCIPIOS JURÍDICOS DEL PROCESO CIVIL
Principio de Igualdad: Las partes son iguales en el proceso, gozando de las mismas
obligaciones, cargas y oportunidades, en función de la posición procesal que ocupen.
El juez está obligado a preservar la igualdad de las partes en el proceso y a evitar toda
discriminación contra o entre ellas por razones de sexo, raza, religión, idioma, o condición
social, política, económica o de otra índole.
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Artículo 11 - Principio de Publicidad (Proceso Público): La publicidad en el proceso
conlleva la posibilidad de que cualquier ciudadano pueda presenciar la audiencia, escuchar y
observar la prueba para formarse su propio juicio, podemos afirmar que la publicidad es una
garantía de transparencia. Por ello, se hace necesario que en el sistema exista una estructura
adecuada de comunicación y de notificación internas de las actuaciones judiciales, medios que
hagan posible esa comunicación y notificación de los actos procesales. De igual modo, como
es bien sabido, la publicidad impone un mecanismo procesal estructurado en forma tal que sus
actos principales puedan ser conocidos por la generalidad de la ciudadanía; la publicidad
externa de los actos de prueba, de las conclusiones, del pronunciamiento de la sentencia
imponen un sistema que haga posible los testimonios y las certificaciones, incluso un sistema
de realización de los actos procesales dentro de un espacio físico determinado que haga
posible el conocimiento por todos de los actos procesales.
Las partes, los profesionales del derecho que les asistan y representen procesalmente y, en
general, todos los partícipes en el proceso, adecuarán su conducta a la veracidad, probidad,
lealtad y buena fe procesales.
El juez hará uso de su poder para prevenir o sancionar cualquier acción u omisión
contrarias al orden o a los principios del proceso.
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Rechazará cualquier solicitud, petición o acto que implique una dilación manifiesta o
ineficaz del litigio, o cuando cualquiera de las partes o ambas se sirvan del proceso para
realizar un acto simulado o para perseguir un fin contrario a la ley.
En el proceso civil moderno el juez no puede conservar una actitud pasiva que tuvo en
el proceso de otros tiempos. Es un principio del derecho público moderno que el estado
hallase interesado en el proceso civil; no ciertamente en el objetivo de cada pleito, sino en
que la justicia de todos los pleitos se realice lo más rápidamente y lo mejor posible (...) El
juez, por tanto, debe estar provisto también en el proceso civil de una autoridad que careció
en otros tiempos (Chiovenda, 1992, Pág. 136)
Artículo 16 - Principio de Oralidad: Esta es una de las principales novedades del CPC,
pues constituye un cambio radical en todo lo que concierne al proceso civil, desapareciendo
el tradicional procedimiento escrito, siendo sustituido por audiencias en presencia judicial.
El principio de oralidad significa que, en primer lugar, que en los actos procesales
predomina lo hablado sobre lo escrito, como modo de expresión y comunicación entre los
diferentes sujetos que intervienen en el proceso.
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el mayor contacto personal con los elementos subjetivos y objetivos que conforman el
proceso. Por ello, esencial que el juez que debe pronunciar la sentencia haya asistido a la
práctica de las pruebas de que extrae su convencimiento, y haya entrado, por lo
tanto, en relación directa con las partes, con los testigos, con los peritos y con los objetos
del juicio, de forma que pueda apreciar las declaraciones de tales personas y las
condiciones de los sitios y cosas litigiosas, fundándose en la impresión inmediata recibida de
ellos y no en referencias ajenas. Lo anterior constituye una atribución exclusiva a la
autoridad judicial de la capacidad de dirección directa, efectiva o inmediata del proceso y del
debate procesal con criterios de legalidad e imparcialidad, es por ello que la oralidad es el
mejor medio para alcanzar la inmediación, de manera más eficiente que la escritura, pues la
comparación y el análisis se facilitan bastante más cuando los elementos de prueba son
recibidos por todos los sujetos del proceso, de manera concentrada y continua, como se
realizara en el juicio oral.
El primero supone que los actos procesales se desarrollen en una sola audiencia, y si ello
no es posible, en varias próximas temporalmente entre sí, de modo que el juez, en el
momento de dictar sentencia, conserve en su memoria las manifestaciones realizadas por
las partes y el resultado de las pruebas prácticas.
El segundo se refiere la concentración a las cuestiones prejudiciales, previas e
incidentales, evitando, en la medida de lo posible, su tratamiento separado y las
impugnaciones con efecto suspensivo. Se intenta de este modo no paralizar o diferir
el negocio principal, dotando al proceso de mayor utilidad y eficacia.
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La preclusión ha sido definida como el efecto de un estadio del proceso que al abrirse
clausura, definitivamente, el anterior, exigiendo que se establezcan una serie de lapsos
de tiempo para que cada parte lleve el correspondiente escrito y este se comunique a la
parte contraria, ocurriendo algo muy similar con las resoluciones del juez, Es necesario, por
tanto, dividir el proceso en fases o períodos que sólo se desarrollan ordenadamente
mediante el criterio de la preclusión. Esto es que el procedimiento se cumple por etapas que
van cerrando la anterior.
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Disposiciones Preliminares y Principios
d) El carácter supletorio del Código para aquellas materias que no cuenten total
o parcialmente con una normativa procesal especial.
Con el fin de hacer efectivas las garantías judiciales, se han establecido con rango de
principios que han de regir al proceso civil, unos de naturaleza constitucional y otros
de carácter procesal; siendo los primeros el debido proceso, el acceso a los juzgados
y tribunales, la tutela judicial efectiva, el Juez predeterminado por la Ley,
contradicción, defensa e imparcialidad, publicidad y dispositivo y los de carácter
procesal como los de aportación de parte, buena fe y lealtad procesal, dirección del
proceso, oralidad, inmediación,
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concentración procesal, celeridad y convalidación procesal.
El Código contiene quince principios que constituyen líneas directrices fundamentales, tendientes a
orientar la actuación de las partes y de los tribunales en el proceso.
Entre los principios de naturaleza constitucional, tenemos el PRINCIPIO DEL DEBIDO PROCESO,
comprende todas las garantías constitucionales consignadas en los Artículos del 25 al 38 de la
Constitución Política de Nicaragua y en los artículos 1 al 20 de la Ley Orgánica del Poder Judicial,
los Códigos modernos han preferido incorporarlos en su contenido, criterio que asume esta
Comisión, para que el funcionario judicial los tenga presente cuando tramite y resuelva una causa,
a fin de asegurar la efectiva vigencia de los derechos individuales reconocidos por la Constitución
Política tales como el derecho a recurrir a la justicia, el derecho a obtener la tutela judicial efectiva,
el derecho a un procedimiento legal previamente instituido, la oportunidad de ser oído, el derecho a
la defensa, el derecho a producir pruebas, el derecho a obtener sentencia fundada dentro de un
término prudencial, la exigencia de legalidad del proceso y a la publicidad del proceso reconocido
asimismo en el articulo 34 Cn.
El libre acceso a los juzgados y tribunales, principio que adquiere la condición de derecho
subjetivo, reconocido así en nuestra Constitución Política, como una exigencia inherente a la idea
de Estado de Derecho y la condición necesaria que tiene una persona para ejercer el derecho de
acción y obtener la tutela judicial efectiva, la que solo es posible en virtud de la imparcialidad del
juez en el conocimiento del caso, por cuanto únicamente debe someterse al imperio de la
Constitución y las leyes y juzgar conforme lo alegado y probado por las partes dentro del proceso.
Otra garantía constitucional constituye el Juez predeterminado por la ley, cuyo contenido esencial
es la prohibición de establecer "Tribunales de excepción" para el conocimiento de un
determinado asunto por lo que una ley anterior debe crear no solamente el órgano sino además
atribuir la jurisdicción y competencia y establecer los requisitos mínimos que garanticen su
autonomía e independencia.
Por el derecho de defensa se exige tener que llamar al proceso a toda persona legitimada para
ello, a fin de tenerla como parte en todo el procedimiento, sin que pueda dictarse una resolución
sin haberla oído, salvo en el caso que, llamada una persona al proceso, no
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comparezca voluntariamente. Congruente con el derecho de defensa se regula el beneficio de
asistencia jurídica gratuita, que establece la obligación de la Dirección de la Defensoría Pública, de
proveer de un defensor público a las personas que no tengan la capacidad económica previamente
comprobada, para sufragar los gastos de un abogado particular.
El PRINCIPIO DE IMPARCIALIDAD obliga a los Jueces y Magistrados dictar sus resoluciones con
sujeción a la ley y a intervenir con absoluta imparcialidad en todo proceso sometido a su
conocimiento, en consecuencia tienen el deber de abstenerse sin esperar a que se les
recuse si concurre en ellos alguna de las causas de abstención o recusación determinadas en
el Código. Este principio es la manifestación de una administración de justicia transparente,
pues el Juez debe carecer de todo interés subjetivo, inmediato o mediato en la solución del litigio.
Entre los principios procesales tenemos el DE PUBLICIDAD, que comprende tanto la publicidad
para las partes como la publicidad general. La primera referida al principio de contradicción o
audiencia, en virtud del cual se garantiza a las partes el derecho de defensa; y la segunda, referida
a la publicidad hacia el público, al que le está permitido entrar en el local de la audiencia para
presenciar la realización del acto procesal, salvo cuando la ley disponga lo contrario, o el juzgado
o tribunal así lo decida, por razones de seguridad, de moral, o de protección de la personalidad de
alguna de las partes en casos muy especiales y bajo su estricta responsabilidad (honra o intimidad
de una persona). Entendido así este principio, posibilita la fiscalización popular del funcionamiento
de la justicia, tornándola transparente.
El PRINCIPIO DISPOSITIVO, reconoce que solo las partes pueden iniciar y poner fin al proceso
antes de que se dicte sentencia en cualquiera de las instancias, o en casación, ya que a
nadie se le puede obligar a solicitar la tutela jurisdiccional o a ejercitar su defensa ante los
Tribunales. En virtud de este principio las partes pueden disponer de las pretensiones promovidas
en el proceso sobre el cual recaería la decisión judicial.
El principio dispositivo mantiene su vigor, pues continúa siendo la máxima procesal fundamental
que guía el nuevo proceso civil que se propone, se aplica a la proposición y aportación de la
prueba y junto al de aportación de parte constituye el principio básico de la autonomía de la
voluntad.
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conducta de las partes si se comportan de manera irrespetuosa, o quebrantan los deberes de
lealtad, probidad y buena fe procesal; y en el segundo caso, cuando se dicte sentencia
desestimatoria solicitando el resarcimiento por los daños y perjuicios que haya sufrido.
Se incluye como novedad el concepto de fraude procesal y la facultad que se otorga al juez para
tomar todas las medidas necesarias que resulten de la ley o de sus poderes de dirección,
para prevenir o sancionar cualquier acción u omisión contrarias al orden o a los principios del
proceso.
Por el PRINCIPIO DE DIRECCIÓN DEL PROCESO, los Jueces y Magistrados tienen el deber de
dirigir y controlar formalmente el proceso, e impulsar las actuaciones procesales de mero trámite
hasta su conclusión, a menos que la causa esté en suspenso por algún motivo legal, y sin perjuicio
de la facultades que se otorga a las partes respecto al poder de disposición sobre la pretensión o
el procedimiento. El principio cobra importancia porque la parte demandante inicia el proceso y
después de admitir la demanda, el juez se convierte en el director del proceso.
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Las ventajas de la oralidad en el proceso, y en concreto en el desarrollo de la
actividad probatoria, se manifiestan en los siguientes aspectos: Garantiza la publicidad
del proceso y el control crítico de la actividad jurisdiccional; se adapta mejor que la
escritura al ejercicio de la función jurisdiccional en su misma esencia, pues obligará a
una mayor actividad del juez que, dirigiendo personalmente la audiencia, tomará
contacto directo con las partes, y estará en mejores condiciones de obtener una
convicción derivada de su apreciación directa de los medios de prueba y posibilita la
concentración efectiva de las actuaciones del proceso.
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PRINCIPIOS:
Artículo 8. Tutela Judicial Efectiva: Toda persona tiene derecho a obtener de los
juzgados y tribunales civiles, siempre que concurran todos los presupuestos procesales
establecidos en este Código, una sentencia debidamente razonada, motivada y
fundamentada, en la que se resuelvan las pretensiones que han sido objeto de
debate entre las partes y al efectivo cumplimiento de lo resuelto.
Artículo 9. Juez Predeterminado por la Ley: Los juzgados y tribunales civiles tendrán
competencia en cada caso, cuando el conocimiento de la causa les esté atribuido
por normas con rango de ley y anteriores a la iniciación de las actuaciones de que
se trate. Nadie puede ser separado de su Juez competente.
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voluntariamente se coloquen en situación de rebeldía, o que sea contraria la
audiencia a la propia finalidad del acto, lo que deberá estar expresamente previsto.
4. Los juzgados y tribunales civiles dictarán sus resoluciones con absoluta sujeción al
principio de imparcialidad.
6. Principio de Publicidad.
Artículo 11. Publicidad: Las comparecencias y las audiencias del proceso serán
públicas, salvo que expresamente la ley disponga lo contrario o el juzgado o tribunal así
lo decida, por razones de seguridad, de moral, o de protección de la personalidad de
alguna de las partes en casos muy especiales y bajo su estricta responsabilidad. En
ningún caso se impedirá a las partes el acceso al expediente, ni a las actuaciones
orales del proceso.
7. Principio Dispositivo.
Artículo 12. Dispositivo: Las partes pueden iniciar y poner fin al proceso antes de que
se dicte sentencia en cualquiera de las instancias o en casación, en las formas previstas
en este Código, sin perjuicio de lo que éste disponga para aquellos procesos especiales
en los que se tutelen derechos o intereses públicos.
1. Los hechos que conforman las pretensiones y en los que se debe fundar la
resolución judicial de fondo, han de ser alegados por las partes en los momentos
fijados por este Código.
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3. Al Juez o Magistrado le queda prohibida la aportación al proceso de hechos o
medios de prueba.
1. Las partes, sus representantes y todos los partícipes del proceso, ajustarán su
conducta a la dignidad de la justicia, al respeto que se deben los litigantes y a la
lealtad y buena fe. El juzgado o tribunal deberá tomar, a petición de parte o de
oficio, todas las medidas necesarias que resulten de la ley o de sus poderes de
dirección, para prevenir o sancionar cualquier acción u omisión contraria al
orden o a los principios del proceso, impidiendo el fraude procesal, la colusión o el
abuso del derecho y cualquier otra conducta ilícita o dilatoria.
Artículo 15. Dirección del Proceso: Los Jueces y Magistrados tienen el deber de
dirigir y controlar formalmente el proceso e impulsar las actuaciones procesales de mero
trámite hasta su conclusión, de acuerdo a las disposiciones generales de este Código, a
menos que la causa esté en suspenso por algún motivo legal, y sin perjuicio de la
facultades que este Código otorga a las partes respecto al poder de disposición sobre la
pretensión o el procedimiento.
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2. Sólo deben constar por escrito aquellas actuaciones autorizadas expresamente por
este Código y las que por su naturaleza así lo exijan. En caso de duda entre la
aplicación de la oralidad y la escritura, el Juez o Magistrado escogerá siempre la
oralidad.
Artículo 17. Inmediación: Los Jueces y Magistrados que conocen del proceso
presidirán las audiencias, la práctica de la prueba y demás actuaciones procesales
orales, no pudiendo delegarlas bajo sanción de nulidad absoluta, salvo cuando la
diligencia deba celebrarse en territorio distinto al de su competencia.
Artículo 19. Celeridad: Los actos procesales deben realizarse sin demora, evitando
toda dilación y prolongación indebida en el desarrollo de la actividad procesal,
abreviando los plazos cuando este Código faculte para ello.
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