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economía
Aclaremos –para los no familiarizados– que la técnica de producción de gas y petróleo
denominada fracking o de fracturación hidráulica permite la extracción mediante la
inyección a presión de materiales químicos, arena y con agua en fracturas de las rocas (de
reservorios que no son geológicamente convencionales) para romperlas y facilitar el
acceso de perforaciones para su extracción.
Para que se informe el candidato presidencial –y todos los que se oponen al fracking sin
argumentos– el propio ex secretario de Energía de Estados Unidos del gobierno de Obama
que no era pro fracking, Ernest Moniz, indicó que el proceso de extracción de gas natural
denominado fracking es seguro y debe utilizarse con la respectiva regulación. Agregó que
aún no vio evidencia concreta de que el fracking, per se, contamine el agua.
Se debe subrayar para aquellos que piensan que el Estado puede dedicarse al fracking
están muy equivocados. Solo Estados financieramente poderosos como Emiratos Árabes,
Arabia Saudita (que explota petróleo convencional y no necesita fracking) o Qatar
podrían asumir costos de producción de gas/petróleo vía técnica fracking, se necesita alto
capital privado. Por ello es que son las compañías privadas en Estados Unidos las que
asumieron el riesgo y costos y hoy tienen los frutos dulces de un exitoso modelo de
negocios de producción de gas/petróleo vía fracking, sin subvenciones ni apoyos
significativos del estado norteamericano.
Por ello es que cuando en Bolivia las autoridades anuncian que en Bolivia hay reservas
“astronómicas” de gas natural a ser explotado vía fracking me alegra, pero al mismo
tiempo la gente se da cuenta de que es una obviedad que el Estado boliviano no tiene la
capacidad financiera de asumir tal empresa que requiere inversión a escala. Debe permitir
el acceso a capitales privados, y para ello reformar toda la estructura legal de
hidrocarburos.
Datos que no se pueden subestimar: por primera vez desde 1970 Estados Unidos superó
la barrera simbólica de producción de 10 millones de barriles diarios producidos (informe
de la Agencia Internacional de Energía), siguiendo el impulso de la política del presidente
Donald Trump para ser independientes energéticamente.
Estados Unidos compite con Rusia, que produjo 10,5 mbd en 2016, y Arabia Saudita, que
ese mismo año extrajo 10,4 mbd. Obviamente Arabia está produciendo por debajo de su
capacidad total, dados acuerdos que tiene con el cártel de productores OPEP para tener
precios estabilizados del barril/petróleo. En gas natural el fracking ayudó a Estados
Unidos bastante: exportaciones (2016) que superan 550 MMpcd (millón pie cúbico/día)
vía LNG (gas natural licuificado transportado en barcos metaneros y vendidos a mercados
spot).
Con un precio promedio del barril Brent a aproximadamente 65 dólares y del WTI a 65
dólares la industria fracking creció prósperamente. El gobierno de Trump, contrariamente
a Obama, generó nuevas regulaciones en Estados Unidos que permitieron el florecimiento
de la industria. ¡Punto alto para los republicanos!
Indicó que el fracking es buena opción porque en una zona colombiana denominada
Magdalena Medio puede haber entre 2.000 y 7.000 millones de barriles de reservas. Lo
que dijo el candidato Petro, entonces, es poco menos que un contrasentido y un ataque al
crecimiento y desarrollo de Colombia, país al que quiero muchísimo porque mi padre
tuvo formación posprofesional en ese bello país.
Las energías renovables (solar y eólica) no quedan fuera de juego: son parte de un mix
que va a dominar el escenario económico energético por muchos años.
Denostar la industria petrolera y gasífera del fracking es una moda que se supera con
datos. Nuevos modelos de pensamiento se impusieron: el mix entre fósiles y gas y
renovables es el paradigma de los próximos años