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Estrés, Vulnerabilidad y Resiliencia

Estrés
La Teoría del Estrés y de los Sistemas de Alostasis constituye un fundamental
referente epistemológico para comprender los procesos de salud y enfermedad. La
Teoría del estrés expuesta por Hans Selye ha sido enriquecida con el concepto de
alostasis, mecanismos que se ponen en funcionamiento para recuperar el
equilibrio perturbado, conceptos desarrollados por Sterling y Eyer desde la
Universidad de Pennsylvania y Mc Ewen desde la Universidad Rockefeller.

Estos investigadores complementaron la Teoría del Estrés profundizando acerca


de los Sistemas de Alostasis, sistemas que posibilitan al ser humano la
autorregulación y se ponen en funcionamiento para recuperar su homeostasis.

El abuso de estos sistemas y de las respuestas de estrés, produce lo que Hans Selye
llamó “fase de agotamiento” y desde esta nueva concepción “carga alostática“
dando lugar a fallas en los mecanismos de autorregulación.

3 Fases del estrés: ALARMA, RESISTENCIA Y AGOTAMIENTO.

Nueva conceptualización del Estrés: los Sistemas de Alostasis


Mc Ewen (Universidad Rockefeller) Eyer y Sterling (Universidad de Pennsylvania)

Procesos de Alostasis: ante el equilibrio interno amenazado se producen


mecanismos de respuesta para mantener el equilibrio amenazado.

Concepto de Carga alostática: por un abuso de los sistemas de alostasis se llega a


un estado semejante a la fase de agotamiento mencionada por Hans Selye.
Las Respuestas de estrés: Los estímulos sensoriales son captados por el SNC en
red. Toda vivencia produce modificaciones bioquímicas y moleculares. La
estructura bioquímica de los centros de respuesta estará condicionada por
factores genéticos y de maduración. Las experiencias previas operarán como
circuitos facilitadores de respuestas que serán diferentes en cada sujeto.
Ante un evento estresor (causas inespecíficas) que por sus características:
cualidad, intensidad, cronicidad exceda el umbral o los recursos adaptativos de un
sujeto, sistema social o sistema orgánico tendrá lugar un patrón de respuestas
(específico) con la activación de dos ejes fundamentales

Se activa el eje Neurovegetativo (SNV) en su rama simpática: con liberación de


catecolaminas produciéndose a su vez una inhibición inmunológica desde esta
vía.

Se activa también el eje Hipotálamo-Hipófiso-Adrenal (HHA): con liberación


de la Hormona CRH desde el Hipotálamo, que activará la liberación de ACTH: desde
la Hipófisis y esta a su vez disparará la liberación de Cortisol desde la Corteza
adrenal, con la consiguiente inhibición del sistema inmune.

Se ven también afectados: el eje tiroideo, gonadal, se producen alteraciones a


nivel de la secreción de Hormona de Crecimiento (GH) y la Prolactina, se eleva
el nivel de glucosa en sangre, entre otras muchas alteraciones, el estrés repercute
en todo el organismo.

Las respuestas PNIE modificarán la recepción de los estímulos. La evaluación


cognitivo emocional que cada persona realice de un determinado factor o estímulo,
llevará a que implemente determinados mecanismos de afrontamiento y defensas
según lo considere amenazante o no de su integridad.

No existen certezas pronosticas de las respuestas del sujeto ante un estímulo, ya


que depende de multiplicidad de factores.

En ellos, se debe tener en cuenta la intensidad, duración y cualidad del estímulo,


así como las circunstancias témporo-espaciales.
Con respecto al sujeto, se debe tener en cuenta sus recursos y vulnerabilidades en
las distintas dimensiones, que pueden ser genéticas, adquiridas, evolutivas, de las
circunstancias actuales o incluso de expectativas futuras. A su vez, inciden la
personalidad, los modelos de afrontamiento, el sostén vincular y social, los factores
conscientes e inconscientes, entre otros.

En los estados de ansiedad, tristeza-depresión y de ira se prolongan en el tiempo.

La respuesta de activación fisiológica se cronifica y se favorecen procesos de


enfermedad.

Esto afecta todas las dimensiones, teniendo en cuenta la intermodulación


sistémica, y la convergencia temporal.

FASES DEL ESTRÉS: Síndrome General de adaptación


1- Fase de alerta o alarma

(Ansiedad, estrés agudo)

Si la situación no cesa se pasa a estado de estrés crónico:

2- Fase de resistencia (desgaste)

3- Fase de agotamiento

(Depresión, enfermedad)

VULNERABILIDAD Condición potencial Y Multidimensional


RESPUESTA INDIVIDUAL

Como se mencionó anteriormente, pueden existir vulnerabilidades tanto genéticas


como aprendidas, o derivadas de la circunstancia actual o expectativas futuras, que
faciliten vivencias de estrés. Estas vulnerabilidades pueden aparecer en cualquiera
de las dimensiones.
Sin embargo, también es necesario rescatar que existen factores de protección que
se pueden presentar en las cinco dimensiones, (Biológica Cognitiva Psicoemocional
vincular Socioecológica Espiritual ) que potencian la salud y generan una mayor
inmunidad en el individuo. Existen recursos por ejemplo económicos, materiales,
psicofísicos, sociales, entre otros. Para potenciar la resiliencia, no es necesario
atender los factores que generan vulnerabilidad, sino también potenciar aquellos
que generan fortaleza.

EMPATÍA

Durante la infancia existe una dependencia importante entre el niño y el adulto, ya que el
niño no puede satisfacer sus necesidades si el cuidado del adulto. Este cuidado incidirá de
forma importante en la conformación del psiquismo.

La empatía es la capacidad de captar y decodificar los signos del bebé a través de la


palabra o los gestos. Esto permite una comunicación eficaz, habilitando la satisfacción de
necesidades de una forma “suficientemente buena” a palabras de Winnicott, y generando
una barrera de paraexcitación, protegiendo al infante de los estímulos que puedan ser
dañinos.

Si el cuidado se realiza de forma empática, se amortiguará del impacto del estrés


vivenciado, y por lo tanto, se conformará un psiquismo más sano. Se estimulará una
sensación de seguridad afectiva que conformará la “Confianza básica” a palabras de
Erickson, que será la base para un buen desarrollo psicosocial.

A su vez, a lo largo del desarrollo, el cuidado empático logrará generar en el infante un


proceso de individuación. Esto permitirá que el desarrollo de la propia individualidad sea
lo más saludable posible, generando una identidad propia sin generar dependencias o
conflictos de mayor importancia.

Para desenvolverse de forma saludable, es imprescindible cierta tolerancia a la


frustración, ya que el desarrollo se encuentra supeditado a momentos de frustración. En la
vida cotidiana se frustran los propios deseos y necesidades, y se debe ser capaz de
manejar dicha frustración de forma eficaz. Los momentos en los que más se aprende son
los que surgen luego de una frustración, ya que son las situaciones en las que se puede
obtener una experiencia correctiva, nueva.
La frustración, para no generar un desborde emocional, tendría que ser gradual, y suceder
debido a experiencias naturales, esperables y compartibles. Es más saludable si la
frustración sucede por desafíos acordes a la madurez psicobiológica, de lo contrario se
corre el riesgo de frustrarse sin sentido, sin posibilidad de aprendizaje.

Una de las primeras frustraciones de mayor relevancia que vive el infante, es darse cuenta
y convivir con un otro que posee sus propias necesidades que satisfacer. Si este vínculo es
integrador, se podrá manejar dicha frustración de la forma más saludable posible.

Los efectos del cuidado empático han sido estudiados, no solo en animales, sino también
en niños.

En ratas, se encontró que si se separaban a las ratas por 10 días de su madre, luego de
haber nacidas, aumentaba el nivel de CRH y ACTH, y persistía este aumento a lo largo del
tiempo.

Sin embargo, las ratas que recibían más caricias, experimentaron un crecimiento en las
células hipocámpicas y un menor nivel de ACTH y cortisol. Lo contrario sucedió con las
ratas con menor cantidad de caricias recibidas.

En niños, se vio que las vivencias de estrés por situaciones traumáticas aumentaron los
niveles de actividad del CRH, generando vulnerabilidad a experiencias de estrés, ansiedad
y depresión.

POLOS DE KOHUT

Kohut plantea tres polos en los cuales se agruparían las necesidades afectivas básicas del
niño.

Polo protección: considera la necesidad del niño de ser protegido, tanto biológicamente
(de enfermedades, agresiones, accidentes, etc.), como psicoafectivamente (de emociones
negativas desmedidas, humillación, inadecuación, etc.). Tenemos en cuenta dicho polo a la
hora de investigar en la clínica, evaluando las vivencias de protección y desprotección del
paciente.

Polo gemelar: considera la necesidad del niño de vivenciar vínculos fraternos, con los
cuales puede crear un sentido de pertenencia, compartiendo experiencias propias de su
edad, y generando vínculos de amistad que potencien su bienestar. Este polo se hace más
evidente en la edad escolar.
Polo especular: considera la necesidad de sentirse valorado y querible. El niño, al sentir
que es amado, genera un nivel de autoestima saludable, y posibilita conductas de auto y
heterocuidado, primordiales para generar la capacidad de amar.

Si estos polos no están cubiertos de forma adecuada, y no existen recursos


compensatorios, aparece la patología. Ésta aparece si existe el maltrato, la carencia, la
demasía o la inadecuación, con respecto a las necesidades de los niños.

Si existen graves fallas empáticas, al ser la infancia un período de alta vulnerabilidad, se


pueden generar vivencias de desintegración y conformar mecanismos de escisión,
propiciando patologías severas, como las de tipo psicótico.

Si las fallas empáticas no son tan graves, entonces las repercusiones serán menores, como
la perturbación del SNV y el eje HHA, alteraciones en la conducta social, en la alimentación,
sueño, y demás conductas basales. Aparecerán también con probabilidad síntomas
corporales que acompañarán el malestar psicoafectivo.

Como se ha mencionado, esto genera una metaplasticidad, facilitando posteriores


respuestas del mismo tipo.

Ante respuestas de ansiedad y miedo intensas o repetidas, se hiperexcita el circuito


amigdalino, generando facilitación a la hora del desencadenamiento de respuestas de
ansiedad, propiciando un estado de vigilancia y percepción de estímulos del entorno como
amenazantes. La activación de la ansiedad y miedo se vuelve autónoma, dejando de
depender de un estímulo real que la desencadene, y escapando del control consciente del
individuo. Se crea un circuito de retroalimentación negativo, que genera síntomas de
forma recurrente.

Sin embargo, se puede modificar a través de experiencias correctivas que, apoyándose en


la pnieplasticidad, generen nuevas vivencias y posibilidades de respuestas.

Así como se puede modificar la significación del pasado, incrementar la Biopsicoeducación


de los factores de riesgo y protección con respecto a la Salud, y los modelos de
afrontamiento y creencias en el presente, también se puede trabajar sobre las memorias
del futuro o expectativas. Es importante recordar que cada vivencia (ya sea recuerdo,
percepción o imaginación) tiene su correlato en todas las dimensiones del individuo,
generando así repercusiones en todo el organismo, facilitando futuras respuestas del
mismo tipo.

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