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el uso de4 concepto de

modo dé producción en
américa latina: algunos
problemas teóricos

agustín cueva
La discusión sobre los modos de producción en América Latina adquie-
re relevancia a mediados de la década pasada, cuando a partir de cier-
tos textos de André Gunder Frank y Luis Vitale' se entabla una
apasionada polémica sobre el carácter feudal o capitalista de América
Latina? Saturadas de intenciones mesiánicas y coronadas, por eso mis-
mo, de una vasta difusión y aceptación entre los intelectuales del Conti-
nente, las tesis de esos dos autores conllevan sin embargo, una serie de
paradojas cuya sola enunciación contribuye a despejar el ámbito de
esta discusión.
En primer lugar, la tesis del pancapitalisrno latinoamericano, esto
es. de la existencia del solo y único modo de producción capitalista en
América Latina desde la conquista ibérica hasta nuestros días, se p-

De A.G. Ftank cf. sobretodo Qápitalismoy su 'desar'ullo en Anrérka Latina,


Ed. Signos, Buenos Aire,, 1970 y, de Vitalo, su articulo América tatl,w.' ¿Fas-
dci o capituiis:.2 y su libro ¡nres'pretrción mw-zinc de k hinotia de Chile, t.
H. t3 colonia y la revolución do 1810". 1-4, Prensa Latinoa,ncrk,na, S.A..
antiago de Cbile, 1969.
Antes, el problema había sido abordado, aunque en términos distintos, por el
profesor Sergio bagó; tun, el hecho mismo de que sus tesis. que cts acallad
datan de 1949, sólo hayan sido "rcdc,cubicrtas" tres lustros tuis tarde - de-
cir. con un retraso similar tU que sufrió la edición en castellano de la discusión
cutre Sweezy, DoM', Ibiton, Lcfevre. Hill y Takahashl demuestra cómo sólo
¡ mediados de los 60 la ,ituadón había "madurado' lo suficiente como para
que dicha conhioVema pudiera adquirir ¡dualidad en América Latina. CL Ser-
gio Qagii. Economía de k sociedad colonial, Ed. Ateneo, Buenos Aires. 1949 y
Ennictw'a social de la colonia, misma editorial, 1952. As'uuisruo: Sweny et al.,
La g,ansfrir$n deifeudalls.mo ci capitalismo. id. Ciencia Nueva, Madrid, 19157.
28 EL USO DEL CONCEPTO AGUSTIN CUEVA 29

sentó a sí misma como la premisa indispensable pan una correcta marxista, sólo podía sostenerse y cfectivaflflttioiiovoSohreCierta$
línea política, consistente en la aplicación inmediata de la lucha arma- bases teóricas proporcionadas por la ciencia social que defi-
da destinada a implantar, de manera igualmente inmediata, el socialis- ne al capitalismo como una economía 3bttf 0 por la simple
mo en nuestros paises. Y es a este título,es decir, en calidad de única existencia de moneda y comercio; es decir, ce4adkiendo de plano
postura teórica capaz de producir aquellos efectos políticos, que tal toda la obra de Marx y los otros clásicos darsk%, que revolu-
tesis fue convirtiéndose en dirección hegemónica del pensamiento cionaron precisamente aquella concepción- COI a este punto
de una intelectualidad que, fascinada por el torbellino de sus elucubra- no cabo siquiera reabrir la discusión en el monttual: nadie que
ciones ideológicas, fue incapaz de percibir esta primen paradoja que haya leído con seriedad las obras do Marx (aul1cutjese el folleto
es menester señalar: todos los movimientos que en ese momento es- Daba/o asaknado .r 50 arriesgaría hC9 z gsir la; tesis de
taban luchando armas en la mano por la implantación del socialismo Frank, sobre las que existen además escl*recokre i nxudios críticos
lo hacían convencidos de la existencia de un sector todavía feudal en como el de Ernesto Laclau.3
América Latina Más aún, y como pan acentuar esta ironía histórica, En fin —iast bid not ¡cnt— en este flt0&!tao sólo se com-
tal convicción era quizá el único punto en que no podía registrarse batía en nombre del marxismo con armas ' niarxistas, sino
mayor diferencia entre comunistas, maoístas y castristas. La revisión que además se embestía contra supuestas jntes tuoncs marxistas de
teórica que ciertos intelectuales realizaban por su lado, poco tenía América latina que con frecuencia eran puro5zs.de viento. las
Pues que ver con las prácticas revolucionarias que por otro lado venían tesis de un José Carlos Mariátegui, por ejefl*ets la interpreta-
efectuándose. clon de su país descubrió una articulación CCtfl4e por lo menos
En segundo lugar tenemos un hecho que, visto ya con cierta pera- cuatro modos de producción .comunidad PItdfeudalisTno, ele-
pectiva histórica, no deja de llamar la atención: ¿qué necesidad había, ¡tientos esclavistas y capitalismo—, en Un ma2s y semicolo-
en efecto, de insistir en que América Latina nunca fue total o parcial- nial que tampoco dejó de percibir y analiW, n'astfe ensqos so-
mente feudal, en un momento en que era mucho más fácil demostrar bre todo, dista mucho de ser la caricatura "duta'çteounder Frank
que las formaciones sociales que la componen eran ya predominante- y otros se empeñarán después en rebatir- 4
mente capitalistas y que los elementos feudales de su estructura habían Revisando con detenimiento esta 1 e de uno descu-
pasado a ocupar un plano totalmente secundario en la inmensa mayoría bre pues que la discusión sobre los modos depebjón en América
de aquellas formaciones? Es evidente que en este punto primó el inte- Latina nace y se desarrolla enredada en una rr 1 ideológica que
lectualismo abstracto de cierta tendencia política, afanosa, por lo algún día habrá que desentrañar con mayor d&s*,to, pero sobre
demás, de pescar en las aguas por entonces revueltas del movimiento la cual se puede señalar desde ahora su falta tikorsistencia teó-
marxista internacional. nca, y aun política, al menos desde un puntodnjt marxista. Ves
En tercer lugar e$ Importante observar cómo toda esta polémica se que, en rigor, aquellas nuevas tesis pertenecen ikinis de una ideo-
llevó a cabo sin que en ningún momento se aportaran nuevos datos en logia parasnanista, antes que al desarrollo &bIZU marxista pro-
apoyo de la reciente Interpretación del carácter de América Latina piamente tal.
desde sus orígenes. Esta interpretación fue por lo tanto producto de Ahorabien, lo grave está en que este mot*i discusión, que
simples disquisiciones teóricas a partir de datos u observaciones de actualmente parece superado al menos a nlM4k4 textos teóricos
historiadores casi siempre burgueses, y no el resultado de una investiga-
ción a fondo de nuestra realidad. Hecho que debe tenerse muy ea
cuenta en la evaluación de esta discusión.
En el ánimo de los sustentadores de la nueva interpretación se tra- "veuiaiinno y apitabmo en América LatiDa". e ¼sn et al, ,Vovjo:
taba, desde luego, de un impotante trabajo teórico de renovación del de produccøn en ,4m1,*a Latina, Cuadernos de **ihocntt, núm. 40.
Buenos Mies, 1973. Cf. También Eugenio GePoE&ttd y c.zpltalismo.
marxismo "dogmátic<" y "tradicional", mas es aquí, justamente, 'id. Asid, garceloni, l9lLpp. 102 y si-
donde surge la cuarta paradoja, que tal vez sea la más significativa desde Lactau obstan. con rareo, que aflrmw el c9tUCWk.14* las reja ctner de
todo punto de vista: la tesis del pancapitalismo en América Latina, producción en el s,ector agrario no bnplica necea'1c,vungenc una tesis
ásaflslo. El dualismo Implica que no existen COstSStmte el
sector 'mu-
que se presentaba como la más revolucionaria y auténticamente dnno' 9 'progresivo' y el 'cerrado' o'tdic4on*i "- itttj3l.
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30 EL USO DEL CONCEPTO AGUSTÍN CIJEV% --,-- - —

más señas, ha dejado profundas huellas en ci pensamiento social todo), así como por las complejas repercusiones del proceso de dcci
latinoamericano. De hecho la teoría de la dependencia, corriente talinización. Próceso, este último, que si bien liberé a la investigación
hegemónica durante más de un lustro y que aún sigue ejerciendo cierta marxista del cerco dogmático que ciertamente la venia limitando.
influencia, hizo suyas las tesis de Frank o por lo menos procedió como también diopábulo a algunas revisiones inuytudosas, ya no debs
si ellas fueran ciertas, abandonando por completo el análisis de la rigideces teóri4as de Stalin, sino del rnarxisznoleninismo a seeflEa
articulación y evolución de los distintos modos de producción en Am&rica Latina esto ocurrió de manera bastante acentuada por tres
América Latina. Aun los pocos investigadores que se dedicaron a estu- razones principales:
diar a fondo el desarrollo histórico de nuestras sociedades sufrieron las Primero, en virtud de que la intelectualidad "neomarxista" deb
inevitables vacilaciones de quien nada evidentemente contra la corrien- década pasada surgió y se desarrollé con una total desvinculación o
te o es arrastrado en mayor o menor grado por ella. nica del movinjiento obrero, salvo muy contadas excepciones.
Al respecto, y en virtud de la misma seriedad con que es llevada a Segundo, porque una fuerte tradición nacionalista y popt&a
cabo su investigación, tal vez uno de los ejemplos más elocuentes sea había inculcado en el grueso de la intelectualidad del Contineafth
el del historiador guatemalteco Severo Martínez Peláez, quien, luego convicción de1 que nuestra historia es tan original, que mal cabe
de constatar el carácter feudal de su país en la época colonial y aclarar "encajarla" dentro de conceptos y teorías ("moldes") "foránc',
con sobrada razón que "no es necesario que haya feudos con castillos venidas de Europa en particular.` Se trataba, naturalmente, de la
feudales para que haya feudalismo", llega a conclusiones tan literal- justificación ideológica de ciertas vías políticas asimismo "originés'.
mente incomprensibles como ésta de que "puede darse un régimen Tercero, porque una buena parte de los intelectuales latinoan*-
que no sea típicamente feudal y que ofrezca, sin embargo, un marcado ricanos partían de una formación de base (nos referimos a su
carácter feudal, como fue el caso de Guatemala durante la colonia". formación académica) muy poco marxista y menos todavía lenSi.
O este otro ejemplo, de Edelberto Torres, quien recurre a una ex- Desestalinización del pensamiento marxista significó entonces pti
traña mezcla de Marx y Max Weber a fin de "resolver" el problema: ellos Ja posibilidad de leer a Marx con lentes weberianos, estructural-
"Las categorías teóricas no aparecen con claridad ajando en el aná- funcionatistas o cepalinos.
lisis histórico concreto se utiliza la noción de 'servidumbre', ya que de La discusión sobre los modos de prodúcción en América l2tá
ese reconocimiento a la calificación de 'feudal' sólo hay un paso-, el pasó a ubicarse en este contexto, del que no tardaron en brotaren
contenido de la relación establecida con el peón (o mozo colono) cuantos modos de producción "inéditos", que la historia habría e
dentro de la hacienda era por cierto más patrimonial que capitalista, gendrado por vez primera en América Latina. Todo ello, tic base
en el sentido que la propiedad de Ja tierra es sólo la condición de ciertas premisas teóricas que interesa examinar aquí.
relación entre la peonada desposeída y el propietario que 4 disponer Se cuestionó, pata comenzar, el esquema supuestamente liad'
de la fuerza de trabajo dispone de la persona misma, verificándose de de la evolución de la sociedad humana, siendo tildadas de "eurcia.
esta manen una cierta e irresistible 'privatización' del poder. Esto tricas" las indicaciones que al respecto dejara el propio Marx. Ciro
último no obstaculiza la persistencia de rasgos de paternalismo Cardoso, por ejemplo, escribió que: "Desde el punto de vista teórx,
entendido a la manera weberiana que también están presentes en la se trata de renunciar a la importación de esquemas explicativos dio.
hacienda."6 rados a partir de otros procesos de evolución, y de reconocerla esp.
[a discusión que acabamos de evocar se situó desde luego en un cificidad de los modos de producción coloniales en América. Perón,
horizonte político muy complejo, marcado, entre otras cosas, por la pecificidad en serio, en el sentido fuerte de la palabra: ellos existiene
crisis del marxismo a nivel mundial (pugna chino-soviética, sobre como estructuras dependientes (es decir, la dependencia constituyeut

Severo Martines Pelácz, ¿a Patria del criollo: ensayo de interpretación de k De las provenientes de los Fstadcs Unidos se habla, por razones obvias. LISa
reaiQadcukniciguagcrndseca Ea. Universitaria, Cutteinab, 1970. p. 621. incito,. Cabe aclarar, además, que ci mito de la originalidad irreductible da A
6 Edctberto Torres.Rnras.
hocrzn y ecn,ewras en una so&ded dependiente,
rica Latina dita por lo menos de principios de siglo, con la teoría del "mtsliz
Ediciones Prensa LatinoamerIcana, SA.. Chile, 1969, p. 66. je": Se consolida luego con las "soluciones" populistas y pos fis, cree hr1
fundamento "cientiflco" con la teoría de la dependencia.
AGUSTINCtJEVA 33
32 EL USO DEL CONCIPTO
niveles teóricos del análisis, hace de lapcicularidad un sinónimo de
elemento esencial de su definición y de su modelo), pero irreductibles singularidad absoluta, "irreductible".
a los esquemas eurocéntricos'
Personalmente me terno que la siewiflción que Ciro Caíd~
Y es que, para este autor: "Tal sucesión de etapas, lejos de poder hace del nanismo esté más cerca de una perspe4ti'va weberiana que
aplicarse a la historia de cada pueblo y cada región, se refiere especi- de una tradición realmente marxiststa. Weber creía, en efecto,
fkamente ala evolución del área mediterráneo-europea tomada en 24 que era gratuito y esterlizante ence ría realidad en conceptos "ge-
conjunto. Se trata de una vía de evolución entre muchas, pero que en néricos abstrctós" y que de lo qu,uataba era más bien de "arti-
el pensamiento de Marx presentaba un carácter de 'vía típica de evo- cularla en conexiones genéticas CoreW, de matiz siempre e inevi-
lución', en la medida que condujo —por primera vez— a una historia
tablemente individual": 50 y sin duda pejssaba. también él, que laevo-
verdaderamente mundial, al capitalismo ya la posibilidad de la supera- lución del área europea occidental en -.nayía de evolución entre mu-
ción histórica de las sociedades de clases. Por otra parte, la región me-
chas" (teoría de la contingencia histórjza sin la cual el resto del zazo-
diterr*neo-europea aparece en esa evolución como el epicentro de un
namiento y las investigaciones webeÑas carecerían de sentido); vía a
proceso mucho más vasto, que interesa a partes cada vez más extensas
la que sólo una ¿tica especial pud o condirrirle determinado sentido,
del mundo. La unidad de la historia mundial no es pues un dato que
que sin la incidencia de esa "variabl e " bien habría podido, ser otro
siempre estuvo presente, como una evidencia 'natural', sino que es el
producto IStóSo de uno entre muchos caminos de evolución, cada totalmente distinto.
Otra me çarece ser, en cambio, U pencctiva marxista, que parte
uno de ellos complejo y no lineal, conociendo no solamente progre- de la idea de que existe una detern.jónentre las fuerzas producti-
sos, sino también Involuciones y estancamientos. En algunas circuns-
vas y las relaciones sociales de projión, que hace que las primeras
tancias históricamente determinadas, la vía de evolución mediterrá-
fijen ciertos limites estructurales a l a j2dde de las segundas, que por
neo-europea pudo desembocar en el desarrollo, por primen vez, de un
mercado mundial, primer paso hacia la universalización de la historia su parte y en lo esencld no pueden dam en número infinito ya que
representan una relación entre peces dementeS: 21 medios de pro-
humana. Querer encontrar en Africa. Asia o América procesos evolu- ducción, productores directos y, en el cm de los modos de produc-
tivos comprendiendo obligatoriamente las mitas fases de la historia ción clasistas, no productores quest~n del excedente. Matriz
mediterráneo-europea constituye, pues, un ejercicio intelectual gratuito
de la que se desprenden, además, las rdacfle 5 fttndamentdes de cla-
y esterilizante, reflejo de un eurocentrismo hoy día desenmasca- se, que tampoco pueden ser, por lo tanto, radicalmente distintas y
rado?`
siempre inéditas, según la historia 'wubar" de cada pueblo, hacien-
¿Eurocentrisxno de quién, cabe preguntar? ¿De Lcnin,anoduadaxlo
da, aldea o región.
puesto que en todo momento luchó contra los populistas propugna-
Y, de hecho, me parece difícil e nc ontrar en la América poscolom-
dores de una "originalidad" rusa irreductible a los conceptos "euro-
peo-occidentales", cosa que no le impidió analizar a fondo la ewe- bina otras relaciones básicas de proñ,xión que no sean las de escla-
vitud, servidumbre y trabajo asáazj' 'con las consiguientes situa-
cifkidod de su sociedad y transformada? ¿O de Mao, quien utilizando
conceptos y esquemas "europeos" ha logrado también algunos resul-
10 Max Weber la ¿rica protestante Y ,j ,jñw del cnpltaksrno. 54 Península.
tados no despreciables en los campos teórico y práctico? La cuestión
no puede pues ser despachada con demasiada ligereza y el mismo con- Barcelona, 1969, P. 42. Véase ci Inque ~tubo que Webn hace de estas
cepto de especificidad. que es pertinente para el Caso de cualquier tesis en las pinas iniciales del capítulo n,hdo 't]espíritu ddcapitalismo".
* "Cualesquiera que sean las forrisas yj4cs de la producción sus factores
formación social, tiene que ser entendido en sentido marxista y no a son siempre dos: los medios de prodacj las obreros. Pero tanto unos como
la manera delaciencia social burguesa que, confundiendo Id distintos 0*105 son solamente, asientas se haba ww dY. factores potenciales de pro-
ducción. Para producir en reabd.d, lecoaittarsc. Sus distintas co'nb4
nack'nes dúthiguen ka diversas ¿poas & k cg,uctum social "57 CapItal, Fon-
de Cultura Económica. vol. II, p- 31.s8y4o nuestro*.
Pablo González Casanova tiene eaM s ¡dalai a éstas corno las. (lisias
rulaclones bits de producción em e, de este continente, en buscas
Caro 1-lamarion Santana Caldoso. "Severo Martínez Peláez y el carácter del la especificidad de nuestras formsdoatuh b combinación asimismo específica
régimen colonial", en Modo; de producción en América Lctlna.ed. tít., p. 102. de tales relaciones, dentro de un SI5ttrr cSlal que es precisamente el que las
EJ. cii. p. lOO.
EL 1)50 DEL CONCEPTO AGUSTtN CUEvA 35
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clones mixtas y transicionaks que tampoco Son privativas de este circunstancias empíricas, condiciones naturales, factores étnicos, bi-
continente, y todas las particularidades y hasta singularidades propias f?uascs históricas que actúan desde el exterior, etcétera, variaciones
& cualquier formación social, y más todavía de las formaciones y graderionei que sólo pueden comprenderse mediante el análisis de
dependientes, coloniales o neocoloniales. estas cfrcrsnsáncias empíricas dadas. " 4
Observaciones válidas, claro está, a condición de no caer en un Texto que' a ernás nos ayuda a precisar otro problema. La "defi-
empirismo puro y simple, cuino el que ha llevado a autores como nición demasiado extrecha de un modo de producción sólo - o prin-
Fernando lienzique Cardoso, por ejemplo, a ver en los "coroneles", cipalmente— en función de las relaciones de producción", que autores
"hacendados del até", "estancieros", "ganaderos", "indios", "liber- corno Ciro c4rdoso engloban entre las "concepciones dogmáticas",' $
tos", "agregados", etcétera, seres extraños cuya naturaleza social es la del propio Marx, a quien pertenece también la afirmación de que
escapa y tiene necesariamente que escapar a cualquier intento "tradi- "lo único que distingue unos de otros los tipos económicos de socie-
cional" (marxista) de conceptualización} dad, por ejempio la sociedad de la esclavitud de la del trabajo asalariado,
Actitud teórica que se sitúa exactamente en las antípodas de la de es la fojrrrn en que este trabajo excedente le es arrancado al productor
Marx, quien, sin desconocer la existencia de esa marafka empírica en inmediato, al obrero" y, por supuesto, el descubrimiento básico del
que muchas investigaciones se pierden, pensaba que había que partir marxismo, de qüe el capitalismo o, si se prefiere, el capital, g una
en busca de una relación econónSosocial básica, reveladora del "se- relación social. (Casi huelga aclarar que esta definicón del ¡nodo de
creto más recóndito" de todo el edificio social. Me excuso de citar producción apanir de las relaciones sociales de producción no deja
¿st extenso un texto que, por lo demás, se supone bastante conocido: de lado el eleineñto fuerzas productivas, puesto que Estas son el fun-
"La forma económica específica en que se arranca al productor di- damento de aquéllas.)
recto el trabajo sobrante no retribuido determina la relación de seuo- Cuando SCj olvida esta cuestión, esencial pan entender la historia,
río y servidumbre tal como brota directamente de la producción y que desde la disolución de la comunidad prinitiva hasta nuestros días
repácute, ata vez, de un nodo determinante sobre ella. Y esto sirve es la historia ae la lucha de clases (concepción que en última instancia
Juego de base a toda la estructura de la comunidad económica, deriva- marca la fmr(cra entre el marxismo y la ciencia social burguesa), se
di a su vez de las relaciones de producción y con ello, al inisnio tietn- cae naturalmente en afirmaciones tan alejadas del marxismo como ésta
poi , su forma política específica. La relación directa existente entre los de André Gunder Frank: "tina fuente de confusión más significativa
propietarios de las condiciones de producción y los productores di- concierne la verdadera naturaleza del sistema feudal y, Id que es más
rectos —relación cuya forma corresponde siempre de un modo natural importante, del sistema capitalista. Cualesquiera que sean los tipos
* una determinada tase de desarrollo del tipo de trabajo y, por tanto, de relaciones personales que existan en un sistema feudal, lo determi-
a su capacidad productiva social— es la que nos revela el secreto más nante en él, para nuestro propósito, es que se trata do un sistema
recóndito, la base oculta de toda la construcción social y también, por cenaio o débimente ligado al mundo exterior,"'
consiguiente, de la forma política de la relación de soberanía y depen- O se llega a aseverar, como Luis Vitale, que "la relación catre las
dencia, en una palabra, de cada forma específka de Estado. Lo citd no clases a veces no coincide del todo con el modo general de produc-
impide que la mivna base eco'' a-la misma, nr cuanto a sss con- ción de una sociedad",'t ¡cosa que habría ocurrido en América
diciones flindamentuies— pueda mostrar en m modo de manifestone Latina durante por lo menos cuatro siglos de capitalismo sin bur-
brrmizas vwixbnes y gradaciones debidas a distintas e Innumerables guesía sffictu :sensu ni proletariado!
No insistamos más en este punto y pasemos más bien a abordar
articula, pero sin llegar a presentar excluycntcs o competitivos la conceptos
"colonial" y "dependiente" de una parte y "esclavista". "feudal" y "apltds-
b de otra. Los reproches que al respecto le hace Uro Cardoso me parecen
desprovistos; de fundanienta. a González Casanova, Sodologk de ¡a explota- ti Capital. et cit.. vol III. P. 733. Subrayado nuestro
ción. Et Siglo XXI, 1973, p. 231 y ss.;' Uro Cardoso, Ed.ck., P. 101 y as. 15 &fcitp98.
Cf. Las ciases sociales y 4, cmb política de Ambica Latina, mimeografia- El capita4 it cit., vol 1, p. 164.
do. Instituto de Investigaciones Sociales de la Unlersidad Nacional Autónoma 17 5t cit., p. 234.
de México. Oaxaca de ¡diez, junio 11123 de 1973. ' 5Mtesprer.ch&ámaxktadekhbrortdeChile, cd. ck,t. 14 p. 17.
EL USO DEL CONCEPTO
36
AGLJSTTNCUI.VA 37
otro tema sobre el que t ambién parece haberse producido una confu-
sión bastante grande en algunas expresiones del pensamiento social Qm Cardoso tiene razón al recordamos que 'no hay, en los textos
latinoamericano: se trata de la relación entre el concepto de modo de de Marx, una verdadera teoría de los modos de producción colonia.
producción y las situaciones colonial y de dependencia. les",2 ' pero a mi juicio yerra al suponer que%llo se debe a que Marx
A este respecto conviene citar una vez mal a Oro Cardoso pan no alcanzó a desarrollar tal teoría: es decir, al atribuir tal "laguna" a
quien "las formaciones sociales de América colonial se caracterizan una situación de hecho y no de derecho. Personalmente creo que no
por estructuras irreductibles a los modos de producción elaborados hay tal teoría en Marx porque, desde su perspectiva, los dos Concep.
por Maix", puesto que "la dependencia -que tiene corno uno de sus tos, modo de Producción y colonial, se sitúan en niveles distintos de
corolarios la transferencia de una parte del excedente económico a abstracción, correspondtndoles, por lo tanto, distintos rangos teó-
las regiones metropolitanas-, por circunstancias propias del proce- ricos. Por eso Marx puede escribir, en los Grund,isse, por ejemplo, lo
so genético evolutivo de las sociedades en cuestión, es un dato maepa- siguiente: "En cuanto a las conquistas hay tres posibilidades. El pueblo
tibie del concepto y de las estructuras de dicho modo de produc- conquistador impone al conquistado su propio ¡nodo de producción
ción".'' (lo que los ingleses hicieron en Irlanda en nuestra época, y en un grado
Observación a partir de la cual el autor va muy lejos, ya que no menor en la India); o bien deja subsistir el antiguo modo de produc-
sólo cree que ello nos obliga a investigar qué modos de producción ción y se contenta con extraer un tributo (a la manera de los turcos
inéditos se engendraron por eso en América Latina, sino que además y de tos romanos); o bien se establece una interacción que da lugar
nos sugiere elaborar un nuevo concepto de modo de producción para
a una forma nueva, una síntesis (lo cual realizaron las conquistas ger-
estas áreas: "Me parece que los diversos sentidos del concepto de mo- mánicas en algunos países)." 22
do de producción mencionado más arriba (los que se encuentran en
Ni en éste ni en ningún otro tato Marx ha jamás concebido si-
Marx, según Cardoso, AC), no contienen al análisis de tos modos quiera la Idea de que las situaciones coloniales, semicoloniales o de
de producción coloniales en América. Para llegar a construir su teoría
dependencia engendraran, por principio, modos de producción cualita-
y comprender su carácter esencial. creo que es necesario proponer ci
tivamente distintas de los de las áreas metropolitanas y requiriesen,
concepto, mejor dicho, la hipótesis de otra categoría: la de modos de
por su sola "dependencia", una nueva conceptualización. Y casi huel-
producción Independientes. " 0
ga aclarar que tal Idea nunca afloró tampoco en la mente de Lenin,
Paso por encarna el hecho, llaméznoslo "formal", de que si defini-
Mao o Mariitegui. Cuando en los textos de Marx y Engels el modo de
mos el concepto modo de producción a nuestra manera ya no estar(a-
producción de los pueblos conquistados difiere del de sus conquista-
mos hablando de tos modos de producción en o de América Latina, dores, ello no obedece a la relación de dependencia, sino siempre a una
sino de otra con a la que hemos decidido llamarla así. Y voy a lo
determinación en última instancia de las fuerzas productivas sobre las
esencial. No se trata de negar que tanto la situación colonial ¿orno la
relaciones sociales de producción y la "forma" toda de la comunidad:
de dependencia son situaciones cuya particularidad histórica tiene que
"En última instancia -escriben Marx y Engels en La ¡cfeulogia ale.
ser rigurosamente analizada, con los conceptos pertinentes: de lo que se
mana-, la toma de posesión tiene un final rápido en cualquier parte y,
trata es de saber si tales situaciones engendran necesariamente modos
cuando no queda ya nada que tomar, no hay más que ponerse a
de producción originales -Irreductibles"- y por qué razón; de
demostrar que el concepto clásico de modo de producción incluye producir. La necesidad de producir que se manifiesta enseguida, moti-
como elemento constitutivo el rasgo no-dependencia; y de averiguar, va ci que la forma de comunidad adoptada por los conquistadores ocu-
en fa,, si los conceptos ¡nodo de producción, de una parte, y situación pantes corresponda al grado de desarrollo de las fuerzas productivas
colonial y situación de dependencia, de otra, se ubican en el mismo encontrada y si esto no ocurre de principio, la forma de comunidad
plano teórico. tiene que irse transformando en función de las fuerza productivas.""
Por lo demás, y criterios de autoridad aparte, uno puede ver el pro-
Sobre br modos de produccaín cobnwles en América Latina. e4 cit, P.
.142. 22
20 Ed. cit., P. 135.
¿oc. cit. 22
da
Fbp,menw: de ¡a crítica de ¡a ccomía
no política, Instituto dci libro, La
Wb .na. 1970,:. L P. 35.
EL de Çidtura Popular, México, 1972, p. 111.
AGUSTIN CUEVA 39
EL USO DEL CONO PTO

europeo que efectivamente han existido en la América Col onial —24


blema con bastante claridad en la América Latina actual. Los países
6. Una mentalidad, es decir, una ideología "señorial" predomi-
que la conforman, con excepción de Cuba, son sin duda paises depen-
nante.
dientes; sin embargo, sería absurdo decir que por ese hecho están re-
gidos por un ¡nodo de producción irreductible al concepto "europeo" 7. Incluso "un régimen de economía natur, es decir, un régimen
modo de producción capitalista, o pretender elaborar toda una teoría en que las condiciones económicas se crean totalmente o en una parte
de la "forma de producción mercantil simple dependiente", por ejem- grandísima dentro de la misma explotación y pueden reponerse y re-
plo. La misma expresión "modo de producción capitalista dependien- producirse a base del producto bruto obtenido de la misma"."'
te", que alguna vez se deslizó en ciertos textos, no es ahora más que Si pese a la presencia conjunta de todos estos elementos (y cito un
eso: un desliz, en el cual los propios autores se cuidan mucho de insis- caso histórico concreto donde esto se dio: el del Ecuador, cuya tUs-
toña conozco más de cerca por razones de nacionalidad): si pese a esa
tir.
Por lo demás. resulta interesante reflexionar en el caso de Puerto presencia conjunta, decía, todavía no es legitimo hablar de la existen-
Rico, que es sin duda un país colonial, y preguntarse qué sucede allí: cia de un modo de producción feudal en sentido marxista, creo sinee-
¿estamos ante un nuevo modo de producción colonial, irreductible raniente que ya no estamos ante un problema de mema definición de
a los conceptos europeos. o, pura y simplemente, frente al modo de lo que es un modo de producción, ni de lo que es tal o cual modo en
producción capitalista? De ser verdad esto último ¿habrá que admitir particular, sino ante un problema de reeLiboración de todo el marxis-
que el modo o los modos de producción coloniales prexistentes fue- mo o, pan ser más precisos, de la construcción de una nueva teoría
ron desapareciendo desde que esta aventurada nación pasó a ser colo- que ya no se parecerá, como no sea de muy lejos, a la marxistaieninis-
nia yanqui, operándose así, en el fondo, un real proceso de descojo- ta. (jaro que entonces si podrá argüirse con legitimidad que el modo
niración? de producción al que acabamos de referirnos no es feudal ya que fue
Ejemplo con el cual podemos acercamos ya al meollo de la cues- engendrado de manera distinta que el feudalismo del área mediterrá-
tión y decir que el error no está en investigar las modalidades especí- neo-europea o porque una parte del excedente que el señor extrae al
ficas de funcionamiento de cada modo de producción en las situa- siervo fluye, en este caso, a la metrópoli. Razones a las cuales se
ciones coloniales, .sernicoloniales y de dependencia -problema que podría apelar también para mostrar que en el momento actual no
debe estudiarse a fondo—, sino en confundir los niveles de análisis existe un modo de producción capitalista en América Latina, sino algo
(el más abstracto de modo de producción y el más concreto y deter- totalmente distinto.
minado de formación racial), abriendo con ello problemas falsos que A lo que quisiera añadir solamente la constatación de que el re-
en última instancia no hacen más que destruir la propia teoría que se curso a ciertos argumentos ideológicos (combate al "estalinismo",
pretende desarrollar, el marxismo, en este caso. Punto en el que era lucha contra los conceptos "europeos", etcétera) no garantiza por sí
necesario insistir en un momento en que hay quienes niegan, por ejem- sólo el progreso teórico. Lo que hay que examinar entonces es silo que
plo, la existencia de un modo de producción feudal aun en aquellas se propone a cambio de 'lo superado" es realmente una superación
áreas de la América Latina colonial donde cualquier investigación o no: en última instancia, preguntarse si la nueva conceptualización
seria puede constatar la presencia de los siguientes elementos: propuesta explica o no de manera más sitisfactoria el objeto que se
busca aprehender teóricamente. En este sentido, yo no encuentro
escandaloso, por ejemplo, el que se pretenda remplazar el concepto
1. Predominio de una relación básica de producción (senil) entre
de modo de producción feudal por el de "modo de producción basado
terratenientes y campesinos.
en la explotación de la fuerza del trabajo de los indos":"' sólo que
2. Neta separación, co el tiempo como en el espacio, entre trabajo
me gustaría saber qué ganamos con ello y que se me precisen algunos
necesario y trabajo excedente.
3. Expropiación de ese excedente por medio de coacciones extrae-
conómicas.
4. Predominio de técnicas "campesinas" a nivel de toda la pro- 24
y no hu ms que citar. Ciro Cardase, ed cit., p. 153.
ducción. 25
Dcflnbóntomadade Marx, Etccpiza& aL ca, vol. 111, p- 736,
S. "Ciertos elementos de la superestructura del feudalismo 26
Conccpto sugerido por Cito Cardo,,, al. cit., p. 553.
40 EL USO DEL CUNCLflU AGUSTINCUEVA 41

puntos: ¿Cómo se arrancaba en este caso el trabajo excedente al pro- a menudo con ligereza. Me parece incluso —para citar un ejemplo—
ductor directo? ¿Cuáles eran las relaciones fundamentales de clase que que una obra tan importante corno la historia dd capitdivno en ,1é-
este modo de producción generaba? ¿De qué "indios" se trata exac- xko, de Enrique Semo," aunque citada en una línea muy distinta de
tair.ente: de los eslavos que la Corona autorizó tomar en la Arauca- las que aquí hemos criticado, sería btconcebibÑ sin el antecedente
rda a partir de 1608, de los siervos o comuneros de la sierra peruana de toda aquella discusión. Y no sóloesto: trabajos corno el del propio
o boliviana, de las tribus jíbaras o qué? En fin, ¿qué sucede teórica- Gro Cardoso sobre El modo de producción esclavista colonial en
mente cuando al lado de las áreas de servidumbre indígenas encontra- a
América 2 constituyen un valioso aporte para el mejor conocimiento
mos áreas de siervos blancos, como ocurre al pasar del centro al sur de del funcionamiento concreto del modo de producción esclavista en
la siena ecuatoriana, por ejemplo? ¿El "cambio de piel" implica en América, con todo lo cuestionables que puedan ser las conclusiones
este caso un cambio automático en el modo de producción? teóricas que de ello extrae el autor. En fin, la recuperación de una
Me he extendido adrede en este punto para que se vea cómo cier- categoría marxista antes relegada del análisis: la de forma (o modo)
tas proposiciones no muy bien fundadas embrollan los problemas de producción mercantil simple, parece revelarse muy fructífera, so-
en vez de resolverlos. Aquí por ejemplo, lo que se ha hecho al decir bre todo para la explicación de nuestras estructras agrarias, tal como
"modo de producción basado en la explotación de la fuerza del loa recientes trabajos de Roger Entra, por ejemplo, lo stra 29
trabajo de los indios" es tornar un elemento (el "indio") constituido Con-ro es natural, quedan todavía enormes campos aún inexplora-
por determinado modo o modos de producción y convertirlo en ele- dos y un abanico bastante grande de problemas teóricos y rnctodoló-
mento wntituyenze, lo cual nos coloca Inevitablemente en un callejón Øcos que ameritan estudio y discusión, algunos de los cuides quisiera
sin salida. El concepto de "indio", recordémoslo, es un concepto señalar aquí, aunque de manen asistemática.
ideológico, perteneciente por lo tanto a la superestructura, es decir, a 1. En lo que al estudio del periodo colonial concierne, me pare-
la representación (racista en este caso) con que la clase dominante ce necesario llamar la atención sobre un problema metodológico un-
encubre a la vez que refleja disrorsionadwnente y además solidifica portante y que, como toda cuestión metodológica, remite al plano
las relaciones sociales reales de producción. Por eso es posible explicar teórico. Y es que, para ver con claridad la estructura del modo o.
el problema indígena a partir del predominio de cieno modo de pro- modos de producción entonces vigentes, urgen superar todo el forma-
ducción en vastas áreas de América Latina, sobredeterminado por la lismo de la historiografía burguesa, que ciertos autores recuperaron
situación coloninl, pero resulta Imposible seguir un canino inverso, durante La década pasada a nombre del marxismo, con el fin de
esto es, definir un modo de producción específico a partir del concepto demostrar el carácter "capitalista" de la América Latina colonial.
de "indio". (Más adelante haremos unas reflexiones complementarias Hemos heredado, por esta razón, un conjunto de "conclusiones" sobre
sobre este problema.) la encomienda o el "salario" colonial, por ejemplo, que son más bien
El esclarecimiento de todos estos aspectos teóricos, al que acor- comentarios a la letra de las leyes, antes que análisis de las relaciones
damos particular importancia dada la manera en que ha venido des. redes de propiedad y producción. Punto que debe tenerse muy en
arrollándose la discusión entre nosotros, no significa, sin embargo, una cuenta sobre todo tratándose de una época en que la aguda lucha en
"resolución" anticipada de los múltiples problemas que plantea el el interior de la clase dominante determinó que, frente a la ley de la
estudio de los modos de producción en América Latina; así como la fracción "metropolitana" se desarrollara también una contranorma
correcta conceptualización de los modos de producción básicos, practicada por la fracción "indiana" que, según su propio decir, aca-
que han servido de puntos modales de nuestra estructuración taba las leyes pero no las cumplía"
social, tampoco equivale a una fórmula mágica de la que se pudiera 2. En lo que se refiere al funcionamiento específico del modo de
"deducir" esa estructura y su desarrollo histórico. producción (nidal en la América colonial me parece que a veces se
Es más: creemos que pese a todas sus extravagancias, la discusión
sobre el 'carácter de América Latina y sus modos de producción al !1&orár dei capUakvno en Méxica Los orjeenes: 1521-1763. [4. Esa, Mé-
ha producido algunos frutos positivos, aunque sólo fuese en el sentido
co, 1973.
de hacemos descubrir muchas complejidades del problema y reflexio- Induido en Modos de pro4ucck$n ea Atnérk. Latina.ed cli, p. 193 y rs.
nar sobre cuestiones que hasta la década de los 50 fueron despachadas "a. Roger Bastn, Ewvctvn apwt y dcx: xictk: en México, Ed. En.
%iéxico,1974.
42 EL USO DEL CONCEPTO AGIJSTINCUE A 43

tiende a confundir la relación fundamental de clase, que era una afirmación que su ~ one que la extracción de tributos no constituye, en
!

relación entre terratenientes y campesinos siervos, con el efecto sí misma, un modo de producción? ¿El diezmo que la Iglesia recaudé
de una contradicjón secundaria a nivel de la estructura de la propiedad en Francia, por ejemplo, hasta el momento de la revolución, significó
se&)riaL La contradicción entre las fracciones de la clase dominante lo mismo que según Serno significó en América* esto es, una relación
señaladas en el numeral anterior determiné, en efecto,que la propiedad despótico-tributaria? En fin: ¿el tributo que todos los indios pagaban
de esta clase estuviese dividida de hecho entre la Corona y los enco- e
a la Corona nstituia realmente una relación de clase distinta de la
menderos, en grados y con modalidades que se explican justamente relación sclor-sicrvo, o era simplemente la expresión de un mecanismo
por el desarrollo histórico de este nivel de la lucha de clases. hecho de distribuciónde la renta feudal entre fracciones de la clase dominante?
que desde luego tuyo consecuencias importantísimas en la evolución S. Sea de esto lo que fuere, hay un punto que quisiera destacar
de nuestra sociedad colonial, pero que tal vez no autorice a concep- aquí y en el que coincido plenamente con el análisis de Semo. Es la
tualizar la relación entre la Corona y los indios como un modo des- constatación de que el problema de la comunidad indigená -cual-
pótko-tñburwio de producción. Al menos creo que esto no seria quiera sea el estatuto teórico que uno acuerde finalmente a ésta— no
válido para el caso de los indígenas vinculados twnbkn al sistema puede ser entendido al margen de una lucha de clases concreta, que
hacendario laico o eclesiástico. (A las comunidades que guardaron se manifestó lor lo menos en dos niveles: como contradicción en
autonomía con respecto a las haciendas me referirá en el mimeS 4.) el seno de la clase dominante, contradición sin la cual toda la "pro-
3. Mc parece también que a veces se busca en la propiedad feudal tección" de la Corona a las comunidades indígenas, que permitió la
del periodo colonial las mismas características de la propiedad burgue- subsistencia de éstas, sería inexplicable; y como lucha entre explota-
sa y luego, al descubrir en aquélla rasgos comunitarios o estatales que dores y explotados, a través de la cual se afirmó la cohesión interna y
ésta no presenta (al menos en determinada fase de su desarrollo), se la conciencia histórica de tales comunidades. Esto me parece lo subs-
toma como rasgos incompatibles con la propiedad feudal. Por eso tancial. i
es pertinente recordar la observación de Marx- y Engels en el sen- 6. En cuanto al periodo colonial subsisten algunos problemas más,
tido de que la propiedad privada tal como -hoy la concebirnos sólo se concernientes a la articulación de los distintos modos de producción,
desarrolla con el advenimiento del "capital moderno, condicionado al carácter de cada formación regional en virtud del predominio de
por la gran industria y la competencia mundial, que representa a la alguno de esos modos, y a la lógica interna que consiguientemente
propiedad privada en s u estado pum. dcspqsda de toda apariencia de regía -en detenninado nivel en contradicción o no con el sistema
comunidad y habiendo excluido cualquier acción del Estado sobre el colonial en su conjunto-- a esas incipientes formaciones. Creo que
desarrollo de la propiedad"? <> sólo con la investigación a fondo de este problema lograremos su-
4. En el caso de las comunidades indígenas que conservaron una as- perar los esquemas dependentistas o cepalinos según los cuales nuestro
tononjía real frente al sistema hacendaricy subsiste la duda de saber si desarrollo no es más que el reflejo pasivo de lo que sucede en la me-
su modo de producción fue simplemente el comunitario (tesis de Ma. trópoli o el resultado de una conexión mecánica entre zonas mineras
riátegui) o si se trata en verdad de un modo de producción despóti- destinadas a enviar metales a Espafla, zonas agrarias destinadas a ali-
co-tributario, como lo sostiene Enrique Semo, por ejemplo.1 La mentar a las zonas mineras y Zonas de autoconsumo destinadas a re-
tesis de Semo me parece muy sugestiva, pero creo que plantea algunos producir la mano de obra para las dos anteriores. Esquemas de los que
problemas que ameritan una discusión. Por ejemplo, ¿Desde qué mo- está ausente toda la trama compleja de contradicciones internasyexter -
mento yen qué condiciones la imposición de un tributo pasa acona- nas —es decir, la dialéctica real del proceso-, expresada en una lucha
tituir un verdadero ¡nodo de producción? ¿Cuándo, en cambio, puede de clases asimismo compleja, que a lo largo de todo el periodo colo-
afirmarse, como Marx, que el conquistador no establece un nuevo nial se manifestó a través de loslevantamientos indígenasolasrebclio-
modo de producción, sino que "se contenta" con imponer un tributo, ne.s de los esclavos negros, las insurrecciones de los encomenderos y
los alzamientos de la "plebe" urbana, hasta desembocar en la inde-
pendencia.
30
32
LC WéogAt alemana, <d ek, pp. 505-106. 7. Creo que la precisión de estos puntos nos ayudarán además a re-
Yuso npedabnatte el cap U: E1 despotismo Dibujare", e4 di., pç 60
y solver otro problema, como es el de la gestación problemática de las
AGUSTIN CUEVA 4$
44 EL U9) »a CONCEPTO
la de toda la siena ecuatoriana y hasta de todo un país como Guate-
formaciones sociales latinaomericanas. Pues es un hecho que no puede mala (al menos según los estudios de Cados Guzman Bóckler y Jean-
considerane a América Latina entera como una sola formación social Loup Heibert)' 2 no cabe olvidar que tal situación se origina en una
en aquel momento, ni asumir que hacia fines de la Colonia, por articulación estructural concreta, corrcspondien$e a la vigencia de mo-
eemplo, hubo tantas formaciones sociales como repúblicas se dos precapitalistas de producción o de fragmentos de éstos en la ma-
constituyeron después. Lo que hay que hacer es analizar el desarrollo triz social geneyal,Por eso, el avance del modo de producción capita-
y la articulación de los distintos modos de producción en su histori- lista en Anttida Latina va "resolviendo" a su manera dicho problema;
cidad ya concreta, acordando la debida importancia al papel de la es decir, hacididd palatinamente del tanto indígena un asunto del
instancia política e institucional y a los factores ideológico-culturales. proletariado a ates, como) en las minas de Bolivia o las plantaciones
Sólo así haremos, además, un poco de claridad sobre el famoso capitalistas de ?a tosta ecuatoriana, o un asunto del subproletariado
periodo de "anarquía" que siguió a la Independencia y respecto del sin mía calificativo, como en los cinturones de miseria de las grandes
cual parece seguir primando la interpretación colonialista que no ve en ciudades. Tendencia que por supuesto no excluye la existencia de una
él más lógica que la de una "barbarie" salpicada de elementos problemática propia de la fase de transición, ya que, como albina
pintorescos. Severo Martínez Peláez, "el salario, por si solo, no es suficiente pan
8. El mismo análisis del desarrollo del capitalismo en América Lati- modificar a corto plazo el género de vida de los antiguos siervos
na depende de una correcta comprensión de la articulación de éste con - ¡que precisamente por serlo reciben los salarios más bos!—";" y
los modos de producción precapitalistas. Pues es obvio que el capitalis- que no excluye, tampoco, la presencia de un problema cultural especi-
mo no se desarrolló aquí sobre un vacío social, y que, por ejemplo, su co, ea la medida en que la cultura indígena es una cultura oprimida,
fase inicial, la de la llamada "expansión hacia afuera", fue también y expresión necesaria del nivel de subordinación de sus portadores. Por
necesariamente la etapa de un desarrollo "hacia adentro", en el oye el todo lo cual me parece necesario reconocer la existencia de un espacio
proceso de acumulación originaria marcó la patita fundamental de rela- propio del análisis para las relaciones interétuicas e interculturales
ción entre los distintos modos de producción. Lo cual no fue más que que poseen cierto grado de autonomía relativa - y hasta se se las
el Inicio del largo proceso de implantación del capitalismo en nuestras denomine, si se quiere relaciones de "colonialismo interno",TU, a
sociedades, con fases y modalidades de transición hasta ahora Insufi- condición de ubicar el problema en el lugar teórico que le correspon-
cientemente estudiadas, sea porque la tesis del pancapitalismolo dio por de, esto es, como una sobredetcrminación de la estructura de clases
implantado desde el siglo XVI, o sea porque la teoisa de la dependen- por efecto de la articulación de determinados modos de producción,
cia —no desvinculada de la tesis anterior— no vio en todo este proceso y no como sustituto de tal estructura o como un sistema especial que
más que el reflejo mecánico de una determinación externa. El proceso permitiría que todas las clases "blancas" o 'ladinas" exploten a todas
Y las vías de desarrollo 48 capitalismo en el campo, por ejemplo, pro- las clases "indígenas" (en este sentido, me parecen muy controvertibles
ceso aún no terminado en muchas áreas del continente; o el de la las tesis desarrolladas por Guzmán Bóckler y Herbert, por ejemplo)- 35
constitución del Estado verdaderamente capitalista luego de la fases 10. En fin, y a manera de conclusión de estas reflexiones, quisiera
"anárquica" y "oligárquica", de transición; para no hablar de toda la insistir en un tema ya tocado en varios puntos anteriores y que es el de
evolución de la instancia ideológico-cultural de nuestras sociedades; la relación entre modos de producción y lucha de clases. Los marxistas
son aspectos que ameritan estudios sistemáticos y son fundamentos
más solidos de los que hasta ahora han guiado ciertos análisis.
9. El mismo problema indígena, tal como se ha desarrollado histó- 32 Cf. Guatemala: una interpretación hbtórko-rcW4 Siglo XXI, M6zico,
ricamente en áreas como la de Bolivia, Perú y Ecuador o en Guatemala
y vastas regiones de México, resulta dificil de analizar si no «¡partir
'ro-Ed ct, p. $70.
El término ha sido utilizado principalmente por Pablo Goudlez Casanova,
de una articulación específica de modos de producción, puesto que la Rodolfo Stavenhagcn y Carlos Guzmán B*ckler, aunque con alcances y conno-
evolución de aquel tinto no ca otra con que el resaltado complejo distintos en cada rmo de Sin
(complejo por su infinidad de desfasarnientos, asimetrías y diacronías) 54. cit..' véase sobre todo ci capitulo V: "las clases sociales en Guatemala",
de La evolución de dicha articulación. De ahí que, aunque ci problema escrito por Hetbtxt.
indígena parezca Impregnar todavía estructuras sociales enteras, como
46 EL 1350 DEL CONCEPTO

deberíamos tener claro este asunto, más, en el momento que ciertas li- ¿modos de producción*
neas estructuralistas y economicistas parecen estar en boga, no parece
ocioso recordar que el desarrolo histórico de nuestras suciedades es articulados o lucha
abscil.stamente incomprensible si se prescinde del análisis de la lucha
de clases. Esta se desarrolla, ciertamente, en el marco de determinados de clases?
modos de producción, sin cuyo conocimiento teórico la misma es.
tructura de clases se torna incomprensible; es cierto, igualmente, que
un modo de producción no puede existir como no sea sobre la base de
determinado grado de desarrollo de las fuerzas productivas: mas todo pierre beaucage
esto no debe hacernos olvidar que, dentro de aquellos limites estruc-
turales, es la lucha de clases el motor de la historia. La comunidad
.4!-
indígena, ya lo vimos, no apareció y subsistió "espontáneamente",
por efecto de las simples fuerzas productivas: la encomienda y sus
complicados avantares tampoco fue un efecto mecánico de tales fuer-
zas. En fin, las vías y modalidades de implantación del capitalismo, la
propia configuración de nuestras actuales formaciones sociales, así co- Introducción
mo la existencia de vascas áreas de pequeña producción campesina en
y¡ México o Bolivia, por ejemplo, y por supuesto la instauración de un El final del pe&dodd "culto a Ja personalidad" asMa para el mate-
modo de producción socialista en Cuba, son indudablemente el pro- rialismo histórico una fase do intensa actividad teórica. Muy particu-
ducto histórico del desarrollo de estructuras complejas y contradicio- larmente en Francia, aunque no en forma exlcusiva, aparecen una serie
Ss, pero que se expresan, articulan y transforman a través de la lucha de trabajos que definen una nueva etapa en el desarrollo del pensamien
de clases. lo marxista, poniendo en duda un cierto número de concepciones que
venían siendo utilizadas por los investigadores en forma acrítica. Entre
esos conceptos, el de modo de producción ocupa un lugar central ea la
producción teórica de esos últimos años. Largo tiempo confundido, en
una perspectiva mecanicista, no dialéctica, con las muy célebres "eta-
pas de desarrollo de la humanidad", a partir de entonces fue cuidadosa-
mente diferenciado, en tanto que concepto fundamental, explicativo,
del concepto de formación social, que únicamente pretende una
adecuación empftica con la historia concreta. t
Sin embargo, el marxismo nos enseña que la producción científica
no se sitúa, ella misma, fuera de la historia. Se inserta en una forma
doble: en tanto que resultado de una práctica social particular, el desa-

• Este trabajo csbi basado en una investigación subvencionada por ci Consejo


de Artes de Cenad:! A pesar de que los puntos de vista aquí expresados compro-
meten 4nlcamente al auto:. ci estudio es principalmente ci fruto de un esfuerzo
colectivo, tanto en le que concierne a la parte ernpídca corno a la elaboración
teórica. (Publicamos aquí solo las dos primeras partes del texto de Beaucsgc,
que incluye una tercera parte sobre Li lucha de clases en la sierra norte de Fue-
ia. Traducido del frands por Guillermina Krat*c. Ed.)
Etienne Satibar, 'ALa conctpts fonda,nentaux da matérialisme historique"
al: Lb-e le C.pircl (Akhussn y Balibar), Petite Coliection Maspero, París,
1968, 1:pp- 79-226.

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