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Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de Filosofía
Profesor: Nicolás Alvarado
Cesar Felipe Vargas Villabona
Seminario: Alain Badiou- Teoría del Sujeto
08/02/2018

El lugar de lo subjetivo, parte 1: Estructura, Fuerza y Contradicción

La turbulenta situación política europea de finales de la década de los 60 hasta


principios de los años 80, marco decisivamente el panorama intelectual de muchos filósofos
comprometidos con algún tipo de militancia de izquierda, sobre todo en Francia.
Comenzaba a haber un cuestionamiento drástico dentro de los Partidos Comunistas
respecto de lo que habían sido las políticas de Stalin, sobre todo luego de que en 1970 se
publicara Archipialago Gulag de Aleksandr Solzhenitsyn, un retrato sobre los campos de
trabajo de la URSS durante el régimen estalinista; sin embargo, no solo esto influía. A
principios de los años 60 una forma alternativa del marxismo-leninismo se erigía fuera de
los países occidentales, abanderada por la Revolución Cultural China de Mao Tsétung,
perspectiva que en su momento fue bastante atractiva para los estudiantes franceses que
participarían en los levantamientos de Mayo del 68. Dicha alternativa ponía en el centro de
la discusión militante, cómo reconectar la dinámica de partido con la masa proletaria;
pregunta fundamental en medio la política de “coexistencia pacífica” que empezaba a
propugnar el PC soviético con respecto a las políticas liberales, en detrimento de su
compromiso revolucionario, lo que en su tiempo fue denominado peyorativamente como
Revisionismo1.
Enmarcado en este ambiente de crisis del marxismo ortodoxo, el filósofo francés
Alain Badiou propone superar el revisionismo de corte socialdemócrata, y en su lugar
volver a discutir las bases teóricas del marxismo. “Lo que hay de inquietante – dice Badiou
–, de fundamentalmente desviacionista en las declaraciones de los partidos comunistas
“occidentales” (…), se deja definir por la eficacia permanente de un silencio teórico”,
rellenado con discursos condenatorios al maoísmo y al estalinismo (1970: 251). No
obstante, este silencio teórico fue combatido por Badiou de dos formas según la coyuntura
político-intelectual en la que se encontraba.
Tanto Badiou, como sus contemporáneos Jacques Rancière y Etienne Balibar,
fueron fuertemente influenciados por los postulados de Louis Althusser (1918 – 1990), al
menos en el primer periodo de sus carreras político-filosóficas. Se puede decir que en el
caso de Badiou, la figura de Althusser ha estado presente en sus reflexiones teóricas de
forma transversal, ya sea para apoyarse en él como para criticarlo fuertemente. De esta

1 “Bernstein, como principal revisionista, no rechazaba los términos del debate; más bien negaba la validez de
la teoría de Marx como análisis del capitalismo y por tanto demandaba su revisión, y, nuevamente bajo la
influencia del positivismo, suplementar las leyes “puramente de hechos” del materialismo histórico con los
juicios de valor de una ética socialista.” (Callinicos, 1978: 17)

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manera se podría plantear una periodización del pensamiento de Badiou, con respecto a su
posición frente a su antiguo mentor, en cuatro etapas: 1) Un periodo propiamente
athusseeriano, que se ubica entre mediados de los 60, pero que se suspende abruptamente
debido a los sucesos de Mayo del 68; 2) caracterizado por un cambio “subjetivo y práctico”
(Badiou, 2008: 9) en la década de los 70, que represento para él un posicionamiento crítico
frente a Althusser desde posturas maoístas; 3) Una oposición de frente al althusserianismo
en la década de los 80; y por último, 4) momento que comienza en los 90 hasta la
actualidad, donde Badiou propicia un rescate del pensamiento de Althusser (Starcenbaum,
2012: 12).
Este texto se concentrara en las formas en que Badiou respondió a este silencio
teórico del marxismo de su época, en los dos primeros periodos de su trayectoria. Para ello
se revisara un ensayo de su época althusseriana escrito en 1967: “El (re)comienzo del
materialismo dialectico”, donde Badiou vuelve sobre un vacío teórico que Althusser no
llega a resolver acerca del estatuto teórico del materialismo dialectico en su relación con
la ciencia de la historia fundada por Marx: el materialismo histórico. En un segundo
momento se reconstruirá los principales argumentos de las primeras tres lecciones del
seminario Teoría del Sujeto, el cual Badiou dicto en los años 70, donde el filósofo propugna
que al marxismo le hace falta un reflexión sensata sobre el papel del sujeto más allá de la
causalidad estructural althusseriana, para poder entender las nuevas dinámicas de la lucha
de clases post-68. En estas tres primeras lecciones, se hará una revisión del papel del Uno
escindido en la dialéctica hegeliana (introduciéndose los conceptos de Esplace y Horlieu),
y su reformulación desde la perspectiva maoísta.
En un tercer y último momento se establecerán los puntos de divergencia conexión
entre estas dos etapas y se plan

I. Materialismo Dialectico: ¿Ciencia y Causalidad estructural?

A Althusser se le suele identificar como un filósofo estructuralista, corriente de


pensamiento que, a grandes rasgos, busca explicar el todo social a través de la
identificación de las estructuras continuas que le subyacen y lo sostienen. En el caso de
Althusser, este interés por las estructuras se desarrolla a partir de la lectura sintomática que
hace de las epistemologías empiristas y de ciertas tendencias del marxismo que se sostienen
por una complicidad transparente entre sujeto-objeto, donde “la estructura del objeto de
conocimiento es de tal forma que hace posible la penetración de la mirada del sujeto a
través de lo contingente hasta lo real” (Callinicos, 1978: 32). Sin embargo, eso “real” no es
tan claro y tan cercano al sujeto como se podría pensar, y lo que interesa a Althusser es
precisamente cómo la ciencia se acerca a su objeto de conocimiento, el cual se diferencia
del “objeto real”; en otras palabras, para Althusser, lo importante es “distinguir
definitivamente entre la realidad y el proceso por el cual llegamos a conocer la realidad”
(Callinicos, 1978: 33. Cursivas mías). Una lectura sintomática de los textos (científicos)

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busca encontrar las estructuras objetivas que determinan la problemática subyacente que
determina los objetos de conocimiento de una teoría.
Otro de los rasgos que podría ubicar a Althusser dentro de las teorías estructuralistas
es en efecto, el énfasis que pone en la relación base-superestructura, relación que el
marxismo ortodoxo no se había detenido a analizar, pero que intelectuales militantes como
Antonio Gramsci, habían señalado en su momento. Con base en esto, Althussser propone
otro campo de análisis en referencia a la importancia de la ideología para la compresión
adecuada de la sociedad, en el marco científico del materialismo histórico y dialectico, pues
la ideología se presenta como el elemento sintomático que señala las determinaciones
estructurales tanto de una teoría como de una formación social determinada. Esto se
desarrollara más adelante.

**
En “El (re)comienzo del materialismo dialectico” Badiou introduce una de las
principales críticas que hace Althusser a algunas perspectivas del marxismo, ligadas de
alguna forma al revisionismo imperante, pues dichas perspectivas tienden a igualar o a
homogenizar Ciencia e Ideología. Retomando el análisis que hizo Marx del paso
epistemológico de la economía clásica a la economía vulgar, Althusser catalogo tres
deformaciones del marxismo: 1) un marxismo fundamental, muy influenciado por la recién
publicación de los Manuscritos Económicos/Filosóficos de 1844 del primer Marx, donde se
“propone una antropología general basada sobre la noción multívoca de trabajo” y en la
cual se entiende al comunismo como la superación de la alienación del hombre a través de
una “mediación expresiva entre base y superestructura”. 2) El marxismo totalitario,
influenciado por la reflexiones de Engels en Dialéctica de la naturaleza (1785); este
marxismo es fuertemente cientificista, en el cual se aplican leyes dialécticas abstractas a
una totalidad histórico-natural no definida, generando una causalidad lineal entre base y
superestructura. 3) Por último, Badiou presenta un marxismo analógico o de la identidad,
que se apoya en El Capital, pero suprime la organización de los conceptos marxista en
cuanto a su determinación, provocando un isomorfismo respecto al análisis de la base y la
superestructura, donde se presenta la misma organización formal de los conceptos
marxistas pero en escalas diferentes, no habiendo un proceso de conocimiento, sino de
reconocimiento (Badiou, 1970: 252-253).
Althussser señala que lo que une a estas tres perspectivas es su silencio respecto a la
marcada diferencia entre Marx y Hegel, reduciendo a la ciencia marxista a un
“hegelianismo de cabeza”. Precisamente Althusser, y eso es lo que interesa a Badiou en esta
época, señala que en 1850 Marx generó una ruptura epistemológica con respecto a la
dialéctica idealista hegeliana, caracterizada por su proceso dialectico circular de auto-
reconocimiento en su teleología de la Idea Absoluta, estado en el cual pensamiento y
mundo son idénticos, aboliéndose las determinaciones que constituían su diferencia. En
contraposición, la dialéctica marxista
afirma tanto la materialidad del mundo, lo especifico de las entidades que lo
constituyen y al mismo tiempo, en el caso de la formaciones sociales, como su

3
unidad en las relaciones necesarias de subordinación y dominio características
de una estructura dominante. La unidad del todo no suprime la distinción de las
determinaciones que la constituyen (…) (Callinicos, 1978: 45. Cursivas mias)

Esta ruptura epistemológica funda la nueva ciencia de la historia: el Materialismo


Histórico (MH); y a su vez funda una nueva filosofía: el Materialismo Dialectico (MD). La
diferencia entre estas dos instancias del pensamiento marxista es la que los marxismos
vulgares, caracterizados más arriba, pretenden silenciar. Según Badiou, el MD serviría
como garante del carácter científico del MH, marcando una diferencia con la epistemología,
la cual es la “teoría de la historia de lo teórico”, es decir la disciplina que reglamentaria
como se debe entender la aparición histórica de las ciencias; en cambio el MD seria la
“teoría de la historia de la producción de conocimiento”, su función es entonces analizar las
estructuras que hacen posible que una ciencia sea entendida como tal en relación con el
objeto de conocimiento que produce, señalando que la ciencia es ante todo una práctica. Sin
embargo, Badiou señala que, como toda división es impura, debe haber un desbalance en la
relación MH-MD, y es por ello que es importante establecer cuál es el estatuto teórico del
MD, analizando la teoría althusseriana bajo los mismos conceptos que ella produce.
Badiou pasa entonces a revisar dos aspectos característicos de la obra de Althusser:
la diferencia entre Ciencia e Ideología, y el problema de la Causalidad Estructural.
El objeto del MD es diferenciar la práctica científica de la ideología, pero no para
establecer un antagonismo entre ellas, pues se caería en el error maniqueo de caracterizar a
la una como la verdad y la otra como error, sino para verlas en su relación. La ciencia se
caracteriza como una práctica que produce un efecto de conocimiento, donde se marca una
diferencia entre el objeto real como dato empírico, del objeto de conocimiento, que es
precisamente la trasformación de esa materia prima en conocimiento nuevo; así, la ciencia
siempre produce su objeto de conocimiento. La ideología, por otro lado, es un sistema de
representaciones que auto-designa un conjunto de nociones2, las cuales producen un efecto
de reconocimiento, es decir, reflejan “el modo” en el que los individuos viven en relación
con sus condiciones de existencia, la forma en como experimentan esa relación, mas no su
relación real con dichas condiciones3. La ideología imbrica “lo imaginario con lo real en
una forma específica de necesidad” que genera un efecto de sujeto, lo cual asegura que el
individuo ocupe una determinada posición social en el modo de producción que lo enmarca
(Badiou, 1979: 261).

2 “´Sujeto´ no es el nombre de un concepto sino de una noción, es decir el indicador de una inexistencia.”
(Badiou en Esperanza, 2013: 148-149). Aquí Badiou establece una clara diferenciación entre noción y
concepto, afirmando que para Althusser una teoría solo puede tener conceptos, pero en cambio las nociones
son pre-teóricas. Esto será clave para entender por qué en Althusser no puede haber una teoría del sujeto, pues
dicha noción es un epifenómeno de la ideología.
3 Un ejemplo paradigmático de esto, podría ser la relación de padrinazgo entre el jornalero y el latifundista a
finales del siglo XIX en Colombia, donde el patrón hace regalos al campesino y se ofrece a ser el padrino de
sus hijos, haciendo que la experiencia de explotación sea subsumida por el lazo afectivo entre los dos.
Situación retratada por Orlando Fals Borda en Historia de la cuestión agraria en Colombia (1975).

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El MD encuentra que la diferencia entre ciencia e ideología es un proceso que se
implica recíprocamente. Para la ciencia, la ideología es indicativa pues en su espacio señala
a los objetos como reales dentro de la totalidad unificante del mundo experimentado, esos
objetos que la ciencia transformara en objetos de conocimiento. En palabras de Althusser, la
ciencia aparece siempre “como transformación de una generalidad ideológica en
generalidad científica” (Badiou, 1979: 263). Así mismo, la ideología es siempre ideología
para una ciencia, pues la totalidad normativa de la ideología solo se revela porque una
ciencia así lo designa. Tal fue el caso cuando Marx reveló el estatuto ideológico de la
economía vulgar por medio del MH. Badiou entonces concluye que el MD puede ser
definido como la teoría formal de las rupturas entre ciencia e ideología. No obstante, un
problema persiste y es el hecho de cómo aplicar esta teoría formal al análisis concreto de
una formación social; y además de ello, Badiou plantea la pregunta fundamental: ¿Es el
MD una ciencia o una ideología, en relación con el MH?
El otro punto problemático que toca Badiou es el de Causalidad Estructural,
concepto althusseriano que está íntimamente ligado al de Sobredeterminación. El MD se
presenta como la teoría general que ordena y jerarquiza los conceptos del MH, es decir
como una teoría de los efectos de conocimiento que tematiza el desfase que puede haber
entre las leyes de combinación de los conceptos del MH, respecto al orden discursivo en el
que se presentan. Entonces el MD, como garante de la cientificidad del MH, procede a
desplegar los conceptos fundamentales que subyacen a esta nueva ciencia de la historia. El
primer concepto fundamental que se despliega es el de Práctica, que Badiou define como el
proceso de transformación de una materia prima determinada en producto, efectuado por la
acción humana, y cuyas nociones elementales son: 1) fuerza de trabajo, 2)instrumentos de
trabajo y 3) formas de aplicación de fuerza a dichos instrumentos. La práctica se efectúa
por la combinación de dichos elementos dentro de una estructura de producción
determinada. Pero en el marco de MH, en una formación social no hay una práctica
generalizada, sino prácticas (económicas, políticas, teóricas, ideológicas) que la
constituyen.
Estas prácticas se articulan en diferentes Instancias, que en cada caso, tienen una
práctica dominante que organiza a las demás jerárquicamente y que definen a la instancia
en particular (instancia política, económica, etc.). A su vez, hay una instancia privilegiada
que define a una Coyuntura específica de la cual hace parte. Por coyuntura se puede
entender la jerarquía móvil de las eficacias de un conjunto de instancias, donde se fija la
determinación, esto es la dirección de una instancia dominante, la cual organiza y hace
inteligible al resto de instancias dentro del todo social. En este punto se comienza a perfilar
el concepto althusseriano de Sobredeterminación, pues este permite entender al todo social
como una configuración compleja y contradictoria de instancias relativamente autónomas
con diferentes modos de desarrollo que se presentan como una coyuntura especifica en cada
caso (Callinicos, 1978: 45- 46). Pero ¿qué es lo que permite que esta relación compleja
conforme una unidad estructurada en la formación social?

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Es necesario establecer un Determinación que esté por encima de la
sobredeterminación, una ley invariante dentro de un complejo de coyunturas que marque el
sentido o la dirección del desplazamiento de la instancia dominante. Esta determinación no
se encuentra representada por una instancia, advierte Badiou, pues de ser así se caería en un
reduccionismo economicista o de cualquier tipo que deformaría al MH como ciencia. Sin
embargo, hay una práctica que sí es determínate, es una práctica que es estructurada y
estructurante a la vez, pues “se ubica en el sistema de posiciones que ella misma determina”
y por lo tanto solo aparece es su representación de instancia, pero es invisible como
determinación específica, pues es inmanente a toda la estructura. Dicha determinación es la
practica económica (“mejor aún: la practica cuyos límites son la naturaleza y los bienes de
uso”4 (Badiou, 1970: 269. Cursivas mías)), la cual es la Causalidad Estructurante que
determina el sentido de los efectos estructurales (dominancias) en las diversas instancias,
que se ven reflejados en determinadas coyunturas, las cuales ocultan a su vez la
determinación de la practica económica. Valga decir que si bien la economía es
determínate, eso no quiere decir que sus efectos tengan una teleología demarcada por ella,
como pasaría con la dialéctica hegeliana y su Idea Absoluta, es por esto que “la causalidad
de la práctica económica es la causalidad de una ausencia sobre un todo ya estructurado en
la que ella está representada por una instancia” (Badiou, 1970: 270). La causalidad
estructural no subsume las dominancias, las posibilita.
No obstante, Badiou señala que existen aún vacíos importantes en la teoría de
Althusser, pues el concepto de Causalidad Estructural no permite la producción de un
concepto colectivizante de las instancias que permita saber qué le da forma efectiva a las
estructuras. Para ello debería existir una disciplina formal previa que establezca los
protocolos de existencia de multiplicidades puras sobre las que se construyen las estructuras
(Badiou, 1970: 274), que el filósofo francés llama teoría de los conjuntos históricos
representables, la cual se debe dar en el seno del MD. Pero esto solo se podrá dar cuando
se logre definir el estatuto teórico del MD, pues este corre el riesgo de ser la ideología que
el MH “necesita” (Badiou, 1970: 273), dado que produce la forma de la representación
discursiva del MH, a la vez que produce la teoría de su propia inteligibilidad,
emparentándola con la circular autorrealización dialéctica del hegelianismo. “El llamado
final de Badiou es, con Althusser pero también más allá de él, por una liquidación total y
definitiva de la tiranía hegeliana” (Starcenbaum, 2012: 12).

II. El efecto de Sujeto

Dante se queda atónito al encontrarse de improvisto con su amada en secreto


Beatriz, quien es acompañada por una amiga y su sirvienta, en el puente Santa Trinidad. Así

4 Esta especificación que hace Badiou es muy pertinente, pues quita el lastre semántico del que está cargada
la economía, entendida como una disciplina. Al entenderla como pura práctica, se comprende que la economía
posibilita nuestras formas materiales de vida, desde las cuales se desarrollan el resto de prácticas y se dan las
instancias de las formaciones sociales.

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mismo, Badiou se encuentra con los sucesos de mayo del 68, los cuales generaron una gran
conmoción en su pensamiento teórico y práctico, hecho que lo llevo a plantear un seminario
sobre la Teoría del Sujeto desde 1975. “La filosofía está hoy desierta” afirma en el prefacio
del libro, pues hace falta una apuesta universal real que le haga frente al contexto latente de
la guerra fría, apuesta de la cual los intelectuales franceses de la época no se hacían
responsables, concentrados en escupir sobre el marxismo y avalar lo múltiple y lo
espontaneo. Hay una carencia subjetiva que hace que el pueblo no se conozca a sí mismo
en su potencialidad política, pues el intelectual ha fallado cuando el pueblo pedía un jefe
realista: se hace necesario entonces un remodelamiento radical de la relación entre
intelectuales y obreros “pues aquello de lo que se trata es el advenimiento, entre ellos, de un
modo increíble de vecindad, de una topología política anteriormente impensable.” (Badiou,
2008: 19). De lo que se trata es de reconectar a las masas con la teoría revolucionaria.

**
En la primera lección del seminario Teoría del Sujeto, Badiou vuelve a Hegel para
replantearlo y ver como se constituyen los sujetos respecto de sus contradicciones en la
formación social que los envuelve.
Badiou afirma que hay dos matrices dialécticas en Hegel. Pero antes de señalarlas,
el filósofo francés deja en claro con Lenin que “Hegel es un materialista”, y que no tiene
sentido oponer un núcleo dialectico rescatable de su envoltorio idealista supuestamente
desechable, como lo llego a plantear Althusser en su momento, del cual Badiou de entrada,
en esta etapa, se distancia. “La dialéctica, en la medida en que es la ley del ser, es
necesariamente materialista” (Badiou, 2008: 25). Hegel entonces tiene dos matrices que se
desprenden de la escisión originaria de su núcleo teórico: 1) Una matriz dialéctica regida
por el concepto de alienación donde un elemento ‘A’ deviene otro de sí mismo ‘Ao’, que
finalmente vuelve a sí mismo como concepto consumado, A-Ao= A. 2) Una matriz
dialéctica regida por la escisión, donde de un ‘A’ se desprende un ‘Ao’, pero no hay una
consumación final de identidad, A− Ao ≠ A ; esto quiere decir que “no existe
unidad sino escindida” (Badiou, 2008: 26), es desde esta matriz donde Badiou se para para
hacer su posterior reflexión.
Hegel plantea la pregunta de cómo de lo Uno puede salir lo Múltiple, que en otros
términos tiene que ver con el salto de lo cuantitativo a lo cualitativo, salto que, para Badiou
incluye un efecto de sujeto. Para explicar que quiere decir con esto, Badiou afirma que a
pesar de que Hegel este atrapado por la circularidad dialéctica idealista, este que siempre un
Uno que de entrada esta escindido: es el Dos quien da su concepto a lo Uno, y esta es la
condición dialéctica básica, el sí mismo que se afirma dos veces como otro: ‘A y Ao’ en un
constante devenir. Esta relación del Uno y su Otro no es contradictoria per se, sino de
emplazamiento, es decir de cambio de posición o de plaza donde lo Uno afirmado por
segunda vez está determinado por el espacio de emplazamiento: se puede afirmar entonces
que el contradictor del Uno (A) no es su doble emplazado (Ap), sino precisamente el
espacio estructurado de emplazamiento que lo determina (P). “La dialéctica divide A a

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partir de la contradicción entre A y P, entre existente y su lugar. Es esta contradicción, (…)
la que, introyectada en A, funda su ser efectivo como escisión” (Badiou, 2008: 29).
Esta exposción esquemática sirve a Badiou para hacer un paralelo con la posición
que ocupa la clase obrera en el contexto de la época. El obrero (A) no se opone realmente a
la burguesía o al obrero cooptado por la burguesía (Ap), sino al mundo burgués (P); es en
este sentido que el proletariado como sujeto marca la fuerza de contradicción en el mundo
burgués. La torsión del todo del obrero no se realiza agrediendo directamente al burgués,
sino en la realización de su proyecto político: el comunismo, entendido como “la abolición
de todo lugar donde pueda disponerse algo [así] como un proletariado”, es decir, un mundo
donde no exista diferencias de clase (Badiou, 2008: 29). Superando el binarismo
aparentemente antagónico entre proletariado/burguesía, es donde el marxismo se hace
efectivo.
El algoritmo A = (AAp) señala la escisión originaria, pero velada en Hegel, de lo
Uno siempre según el efecto determinante de una plaza sobre A, señalando la unidad de los
opuestos según un P. En el caso de la clase obrera, esta se encuentra internamente escindida
entre proletariado revolucionario y el revisionismo del PCF y los sindicatos, los cuales se
mantienen unidos por la determinación que ejerce el mundo burgués con respeto a esta
relación contradictoria. Así la acción dialéctica del proletariado se encuentra determinada
por la relación de depuración que ella hace de los obreros revisionistas, Ap (A), a la vez que
se señala la unión intrínseca entre el revisionismo y el mundo burgués, así: Ap (Ap)= P.
Badiou afirma entonces que la determinación existente escindido es distributiva, siendo Ap
(Ap)= P un ramal muerto del proceso dialectico pues es la afirmación del otro emplazado
íntimamente ligado con el lugar de emplazamiento.
Badiou entonces establece de lo anterior, cuatro conceptos dialecticos de alcance
ontológico general: 1) La diferencia de sí a sí, donde la relación AAp es ordenada por la
contradicción entre la fuerza A y el espacio P, 2) La escisión como única forma de exitencia
de algo general: A= (AAp); 3) La determinación como unidad de escisión solamente
pensable a partir del termino emplazado: Ap (AAp); y 4) la escisión misma de la
determinación según lo que ésta determina: Ap (A) determinación de lo nuevo, y Ap (Ap) =
P como punto muerto de la dialéctica, o recaída (Badiou, 2008: 32). En este punto y a
propósito de la contradicción fundamental entre la Fuerza (subjetiva del proletariado) y la
Plaza (del mundo burgués). Badiou categorizara formalmente a la primera como Horlieu (la
fuerza como fuera de lugar de la plaza) y al segundo como Esplace (la acción de la
estructura como espacio de emplazamiento), y así la dialéctica se caracterizaría entonces
por la contradicción entre estos dos términos.
Desde la perspectiva de estructuralismo, explica Badiou, toda acción de la estructura
llevaría a una recaída perpetua, es decir a una autoafirmación de sí misma. Sin embargo, la
novedad que imprime la determinación antagónica del horlieu en la estructura, ejemplifica
en la emergencia del proletariado en el 68 francés o en el 67 chino, hace de la fuerza una
determinación de la determinación, A (Ap (A)). Esto se explicita cuando, en la Revolución
Cultural, “es el pueblo rebelado el que designa la nueva burguesía burocrática, en cuanto

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determinación global del antagonismo revolucionario mismo” (Badiou, 2008: 33). A esto
Badiou lo llama proceso de torsión. No obstante, dicha torsión puede generar una simple
reafirmación de identidad de A: A (A), generando una repetición ilusoria de su cierre sobre
sí misma sin afectar en nada la recaída Ap (Ap) = P, es decir sin haber realmente un
antagonismo de la determinación estructural. Badiou señala que esto sucedería si el
proletariado luchara en nombre de una pureza identitaria perdida, al solo depurar la facción
revisionista, ignorando la novedad interna del fenómeno burgués, lo que en realidad
término siendo Mayo del 68. Para el filósofo francés, es la acción limitativa sobre el
esplace burgués lo que hace efectiva la torsión del proletariado: A (Ap). Es por eso que
Badiou afirma que el totalitarismo no tiene realidad historia, pues todo lo que pertenece a
un todo, puede obstaculizar dicha totalidad. Los verdaderos términos de toda vida histórica
son más bien Ap (A), la determinación, y A (Ap), el límite, términos por los cuales el Todo
se afirma sin cerrarse, y el elemento se incluye sin abolirse (Badiou, 2008: 35).
En su segunda lección del seminario, Badiou cerca del final, afirma que toda la
dialéctica de Hegel que ha revisado hasta ahora debe replantearse, así como sus rezagos es
la teoría marxista con su enfoque periodizante, pues señala no solo su circularidad
teleológica, crítica que rescata de Althusser, sino que esta dialéctica tiene como fundamento
general la primacía del esplace, haciendo del horlieu su epifenómeno, despojando de toda
efectividad la acción política del sujeto proletario representado en el partido, que termina
siendo una afirmación del mundo burgués o de la estructura determinante. Esto se soporta
por la disimetría estructural de la contradicción entre A y P, donde P incluye a A en su
estructura. Sin embargo señala que toda escisión se da a causa de la acción del horlieu y es
por eso que hace hincapié en que la morada del sujeto es la acción. Pero el enfoque
periodizaste materialista siempre busca emplazar la acción de horlieu, subsumiéndolo en
secuencias progresivas, donde la función del horlieu se reduce a hacer balance de la
contradicción que le precede: Los bolcheviques periodizando la comuna de Paris de 1871,
pero esto no marcha muy bien, dice Badiou, “ya que en todo eso, se produjo un solo
término de la nueva secuencia: el que <<detenta>> el balance del precedente. Y, así,
aislado, es el absoluto hegeliano, ya no siendo el horlieu de un esplace, sino, sin lugar a
dudas, el lugar de las plazas” y no el fuera-de-lugar (Badiou, 2008: 44). Badiou pone el
acento entonces en el papel del horlieu como tal para pensar la periodización de las
rupturas del esplace, pues es de allí que advendrá el sujeto como categoría de análisis
marxista.
En su tercera lección, Badiou retoma la escisión la escisión del dos dialectico, en
contraposición a la metafísica de lo Uno y a la metafísica de lo Múltiple, que para él es el
colmo de lo uno (postura representada por Deleuze y a la cual también está emparentado
Althusser, por sus fuentes en Spinoza). El reto es entonces responder al impase del retorno
a sí de la periodización circular expuesta más arriba. En este punto, Badiou trae al escenario
el concepto de lo Real lacaniano, entendido como el impase de la formalización, es decir
aquello que escapa a la formalización. Esto con el objetivo de señalar que hace falta una
“teoría del pase de lo real”, una teoría que ayude a tematizar la superación del envite

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circular de la dialéctica hegeliana, y reconstituya la importancia del horlieu en el devenir
histórico. Tomando como punto de partida la definición de contradicción que da Mao,
Badiou sostiene que en la escisión de Dos, hay dos formas de diferencia que relacionan
cada parte: 1) una débil, relativa a las plazas, donde un mismo elemento se emplaza en
lugares distintos; y 2) una fuerte o antagónica, donde uno de los elementos destruye en su
totalidad al otro, destruyéndose a sí mismo, por ejemplo el proletariado, que destruye a la
burguesía dentro del núcleo de un pueblo, deja de existir como proletariado pues ya no
existe su contraparte definitoria. De esta distinción surge entonces una diferencia clara entre
contradicción de clases (débil) y lucha de clases (fuerte); la una hace parte permanente de
la estructura de una formación social, la otra es un “proceso de condiciones particulares” y
de esencia fundamentalmente política.
Badiou señala de nuevo, que una contradicción es disimétrica pues siempre un
elemento estará dominado por otro. Con esta caracterización de la contradicción clara, el
filósofo francés, propone junto con Mao y su teoría del aspecto principal de la
contradicción, enfocar el análisis en las transformaciones de las relaciones de dominancia y
no en la lógica de inclusión del horlieu por el esplace. En una referencia clara a Althusser y
su teoría de la causa estructural, Badiou no busca la invariancia determinante que unifique
la totalidad social, sino más bien se interesa por las inversiones de posición que rompen con
ese todo estructural incluyente. Así, la contradicción tiene tres componentes que la
conforman: la diferencia, la correlación y la posición; además de ello hay en ella una
relación dialéctica entre su manifestación débil (estructural) y su manifestación fuerte
(histórica). De esta manera Badiou afirma que “todo proceso dialectico real intrinca una
contradicción estructural y una contradicción histórica, afectando los mismo términos. La
segunda se basa sobre la primera. Esta base (…) es el nudo de la cuestión del Sujeto.”
(Badiou, 2008: 49)
Es el nudo, porque el Sujeto, que para Badiou siempre es político, es decir la clase
obrera, anuda las dos contradicciones fundamentales del capitalismo: 1) la contradicción
fundamental entre trabajo y capital que se manifiesta en la privatización de los medios de
producción (lo que el marxismo clásico llama Base) y 2) la contradicción principal entre la
clase obrera y la burguesía (el motor). Es en el concepto de clase en donde se anudan estas
dos contradicciones, pues esta se entiende como “la acción política partidaria basada sobre
la historicidad productiva de masa”, es decir que la lucha de la clase obrera como sujeto
político tiene en cuenta en su lucha tanto su posición estructural dentro del sistema de
producción, como su propia historicidad dentro de la sociedad; ninguna de estas dos
contradicciones puede ser aislada de la otra en cuanto fundamento de la acción política, so
pena de que se caiga en meras reivindicaciones reformistas propias del sindicalismo o en
acciones insurreccionales contra individuos específicos. Es mirando al Sujeto político,
desde donde Badiou propone un análisis teórico/practico de las formaciones sociales
capitalistas. Sin embargo el filósofo lanza una sentencia al final de su seminario, que da
cuenta del panorama lúgubre en el que se encuentran las luchas obreras de su época: “Todo
sujeto es político. Es por eso que hay pocos sujetos y poca política” (Badiou, 2008: 51).

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***
Es inevitable establecer paralelismos entre estos dos periodos intelectuales del
pensamiento de Badiou, sobre todo en cuanto a su relación con Althusser se refiere. Aun en
Teoría del Sujeto persisten ciertas inquietudes que el pensamiento althusseriano clásico le
planteo al marxismo, sobre todo en la relación entre base y superestructura y sobre la
preocupación teórica que debía tener el marxismo para reestablecerse de su crisis. Se puede
pensar que el intento de Badiou para combatir el silencio teórico en 1967 se renueva con
fuerza en el 1975. No obstante, una de las grades rupturas que Badiou establece con
Althusser en estas dos épocas, es respecto a la teoría de la historia como proceso sin sujeto.
Es evidente que desde el mismo título del seminario Badiou pretende responder a dicho
postulado, pues en el pensamiento althusseriano jamás podría haber una teorización del
sujeto, precisamente porque para Althusser el sujeto es una noción, más no un concepto. Y
es una noción ideológica que asigna posiciones a los individuos dentro de un todo social
estructurado el cual experimentan como propio y transparente, “dándoles la ilusión de que
la historia fue hecha para ellos” (Callinicos, 1978: 67); la noción de sujeto sirve para que la
relación real que tiene un individuo con los medios de producción sea distinta al modo en
como el individuo experimenta esta experiencia.
Por el contrario, Badiou ve en el Sujeto la potencia teórica y práctica que
precisamente le hará frente a los vacíos que la teoría althusseriana dejo en cuanto al estatuto
del MD se refiere. Es a través del concepto de sujeto que se romperá la circularidad
ideológica hegeliana que tanto aquejo a Althusser en su momento, pero no solo eso, sino
que romperá con “los resabios ideológicos de la teoría de Althusser, cuya principal
manifestación sería la oposición entre cierto kantismo de lo múltiple en su epistemología
regional [con el concepto de sobredeterminación] y cierto spinozismo de la causalidad en
su epistemología general” (Starcenbaum, 2012: 14).

Bibliografía:
 Badiou. A (1970). “El (re)comienzo del materialismo dialectico” (1967) en Lectura de
Althusser Comp. Saul Karsz. Buenos aires: Ed. Galena.
 ------------. (2008) Teoria del Sujeto. Tr. Juan Manuel Spinelli. Buenos Aires: Prometeo Libros
 Esperanza, J.E. (2013) “De Althusser a Badiou. el sujeto, el objeto y la política. Un debate
entre el estructuralismo y el posestructuralismo” en Filosofía UIS, Volumen 12, Número 2.
Julio - diciembre de 2013 pp. 143- 172. Bucaramanga: Ed. UIS.
 Starcenbaum, M. (2012). “Entre el revisionismo y el panteón: Alain Badiou lector de
Althusser” en

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