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MOTIVACIONES ECÓNOMICAS
DE LA
CONQUISTA DE MEXICO:
LA BÚSQUEDA DEL ORO
Tema de Informe
elaborado por el alumno
David Tkalecz
para cumplimentar los requisitos de la cátedra
de Historia Americana y Argentina,
siglos XVI al XVIII
BAHÍA BLANCA
2000
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INTRODUCCIÓN
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Cfr. Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España.
1982, C.E.A., Buenos Aires, pág.XXII. De aquí en adelante citaremos esta obra de la siguiente
manera (H.C.N.E.,pág.)
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PRIMERA PARTE:
SITUACIÓN ECONÓMICA DE LOS CONQUISTADORES:
Los capitanes:
Era el cargo más importante para la conquista no solo por sus atribuciones
militares sino también por las de justicia, su palabra era ley a la hora de repartir el oro
americano y como lo demostrara Bernal, el capitán y sus amigos serán siempre los más
beneficiados.
En el caso particular de Mejico resulto ser un encomendero (Cortés) el capitán
pero no faltaron candidatos para el cargo y además cuando se pensó que este se había
extraviado “[...]Ya había entre nosotros bandos y medios chirinolas entre quien seria
capitán hasta saber de Cortés [...] Y cuando llego, todos los demás caballeros y los
demás soldados nos alegramos con su llegada salvo algunos que pretendían ser
capitanes y cesaron las chirinolas” (H.C.N.E.,25)
Este deseo de ser capitán era muy entendible puesto que el cargo se pagaba muy
bien y así quedo demostrado cuando se le pidió a Cortés, que fuera Capitán General
“[...] y fue con condición que le hiciésemos justicia mayor [...] y lo peor de todo que le
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diésemos el quinto del oro.” (H.C.N.E.,63), aunque esto fue con el interés de que se
repartieran tierras.
Los soldados:
Con respecto a los soldados es el mismo Bernal que hace como al pasar una
mencion de un soldado que podría ser tomado como el arquetipo de la hueste “[...] un
soldado que se llamaba fulano de cardenas [...] aquel soldado era piloto y hombre de la
mar, natural de Triana [...] y el pobre tenía en su tierra mujer e hijos, y, a como a
muchos nos acontece, debería estar pobre, y vino a buscar la vida para volverse a su
mujer e hijos, y como haba visto tanta riqueza en oro, en planchas y en granos de las
minas, y tejuelos, y barras fundidas, y al repartir de ello vió que no le daban sino cien
pesos, cayo malo de pensamiento y tristeza” (H.C.N.E.,209)
A mi entender no es un recuerdo casual de Bernal, mas bien parece puesto a
proposito, en el mismo capitulo en el que se relata la repartición del oro; queda otro dato
interesante del mismo capitulo, y es que a ese soldado el mismo Cortés le entrega
trescientos pesos para él y su familia quizás de esta manera Bernal expone
indirectamente una solucion al problema de la reparticion del oro; puesto que quedaba
claro que todos querían recibir mas de lo que se les entregaba.
SEGUNDA PARTE:
MOMENTOS DE LA CONQUISTA EN EL RELATO
DE BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO:
Primer Momento
Según nos revela la fuente, la conquista era una empresa donde se debía hacer una
gran inversión "[...]compramos puercos que costaban a tres pesos [...] y compramos
cuentas y otras cosas de rescates de poca valía, y buscamos tres pilotos, que el más
principal y el que regía nuestra armada se decía Antón de Alaminos, natural de Palos, y
el otro se decía camacho de Triana, y el piloto se llama Juan Alvarez, el Manquillo,
natural de Huelva; y asimismo recogimos los marineros que habíamos menester y el
mejor aparejo que pudimos haber, así de cables y maromas y guindalezas y achas, y
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pipas para llevar agua, y todas otras maneras de cosas convenientes para seguir nuestro
viaje, y esto todo a nuestra costa y mención” (H.C.N.E.,15)
No sólo alimentos tuvieron que comprar sino tambien caballos, que fueron el
arma estrategica que lograba poner una distancia estrategica entre los guerreros de a pie
de las tribus mejicanas y las huestes españolas de a caballo; tanta importancia tiene que
son rememorados por Bernal, en una larga lista “Quiero poner aquí por memoria todos
los caballos y yeguas que pasaron: Capitán Cortés, un caballo castaño zaino, que luego
se le murió en San Juan de Ulúa. Pedro de Alvarado y Hernan Lopez de Avila, una
yegua alazana y después que llegamos a la Nueva España el Pedro de Alvarado le
compró la mitad de la yegua o se la tomó por fuerza. Alonso Lopez de Puerto Carrero,
una yegua rucia [...] que le compró a Cortés por una lazada de oro” (H.C.N.E.,27)
La cita completa nombra diez dueños de caballos y sus origenes y al terminar
menciona un caso especial que demuestra la gran cantidad de dinero que se necesitaba
para ir bien equipado a la conquista “[...]Este Juan Sedeño paso por ser el mas rico
soldado que hubo en toda la armada, porque trajo navio suyo, y la yegua y un negro y
cazabe y tocino, porque en aquella sazón no se podía hallar caballos si no era en peso de
oro” (H.C.N.E.,28).
Para concluir con el tema de los caballos cabe señalar que a la hora de repartir el
oro de la conquista mejicana, los soldados no recibian tanto oro como los
“[...]caballeros dobladas partes” (H.C.N.E.,208) ademas los caballos muertos se
consideraban gastos de guerra y se cobraban del oro que tendria que ser repartido entre
los soldados, estas fueron parte de las “sacaliñas” (sic) de Cortez, que motivaron un
gran descontento entre la hueste.
Volviendo al tema de la compra de viveres, como era una inversion importante,
motivaba la necesidad de un rapido resarcimiento por aquellos que habían invertido en
la empresa. El mismo se hacía a costa de las tribus aborígenes que se encontraban en el
camino; a este respecto, según lo que relata Bernal, Cortez trataba de evitar a toda costa
que se molestaran a las tribus que deberian de servir de contacto entre ellos y los
mexicas.“ [...] vió el pueblo sin gente y supo como Pedro de
Alvarado había ido al otro pueblo y les había tomado las gallinas y paramentos y otras
cosillas de poco valor de los idolos, y el oro medio cobre [...] y le dijo que no se habían
de apaciguar las tierras de aquella manera, tomando a los naturales su hacienda”
(H.C.N.E.,30)
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Segundo Momento
La recompensa:
Como se ha visto en el capitulo anterior ya, desde el principio, existio una gran
diferencia en el repartimiento del oro. Lo primero que se apartaba era el “[...] quinto
real, y luego Cortés dijo que le sacasen a él el otro quinto como a Su Majestad, pues se
lo prometimos en el Arenal cuando le alzamos como capitan general y justicia mayor
[...]” (H.C.N.E.,208) a continuación la fuente describe como del oro, que entrego
Moctezuma, se sacaron lo que se consideraba gastos de guerra, como señalé
anteriormente.
La segunda gran reparticion del oro se dio cuando fue conquistada la ciudad de
Mejico, pero esta vez la excusa del magro botin fue “[...] que lo había echado Guatemuz
en la laguna cuatro días antes que le prendiesemos, y que además de esto, que lo habían
robado los tlaxcaltetas y los de Tezcuco y Guaxochingo y Cholula, y todos los demás y
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nuestros amigos que estaban en la guerra, y que los teules que andaban en los
bergantines robaron sus partes [...]”(H.C.N.E.,355)
No solamente había poco oro para repartir entre los soldados, tambien habia poco
oro para dar al emperador situación que los tesoreros reales no dejarían pasar por alto
“[...] y el tesorero Julian de Alderete, tenía sospecha que por quedarse con el oro Cortés
no quería que prendiesen a Guatemuz, ni le prendiesen sus capitanes, ni diesen
tormentos, y porque no le echasen algo a Cortés sobre ello, y no lo pudo excusar, le
atormentaron, en que le quemaron los pies conb aceite” (H.C.N.E.,355)
Cabe señalar que pese a lo magro del resultado, este se debía especificamente al
oro y no a las riquezas de otro tipo como las que se podrian extraer de la tierra, con
trabajo, como lo señalare mas adelante. Pese a lo magro del resultado hubo una actitud
humanitaria puesto que “[...] el fraile de la Merced y Pedro de Alvarado y Cristobal de
Olid y otros capitanes dijeron a Cortés que pues que había poco oro, que lo que cabía de
parte a todos que se lo diesen y repartiesen a los que quedaban mancos y cojos y cojos y
ciegos y tuertos y sordos” (H.C.N.E.,356)
Pero luego de este acto de buena voluntad llegaron las malas noticias cuando se
supo que en realidad la parte que le tocaba a cada soldado era muy inferior a lo que se
había logrado con el botin de Moctezuma, tanto es así que el hasta entonces conforme
Bernal (que pone en boca de otro soldado la queja del magro botin) se suma a la crítica
general cuando dice “[...] Entonces murmuramos de Cortés” (H.C.N.E.,357)
La disconformidad debió ser mucho mayor cuando los orgullosos soldados
debieron rematar sus pertenencias para pagar las deudas de armamentos y de curaciones
echas por “[...] un cirujano, que se llamaba maestre Juan, que curaba algunas malas
heridas y se igualaba por la cura a excesivos precios, y tambien a un medio matasanos,
que se decia Murcia, que era boticario y barbero, que tambien curaba” (H.C.N.E.,358)
Para paliar las deudas de los soldados Cortés decreto que las mismas se
postergaran por dos años para ser cobradas y “[...] que todo el oro que se fundio echaren
tres quilates mas de lo que tenía de ley, porque ayudasen a la pagas, y tambien en aquel
tiempo habían venido mercaderes y navios a la Villa Rica [...] y no nos ayudo en cosa
alguna, antes bien fue nuestro perjuicio, porque los mercaderes, viendo que para los tres
quilates saliese a la cabal de su ganancias, cargaban en la mercadería y cosas que
vendían a cinco quilates más” (H.C.N.E.,359) es decir que se creaba un sistema
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inflacionario que seguia perjudicando a los soldados; por lo que el rey mando quitar ese
oro de circulación que fue absorbido por el almojarifazgo y las penas de camara.
El último movimiento inteligente de Cortés para sacudirse la presión de los
soldados que le reclamaban más oro fue enviar a poblar las zonas conquistadas fuera de
Mejico, cosa que no parecía descabellada puesto que de las provincias provenía todo el
oro que recogía Moctezuma, o por lo menos se creía que en “[...] los pueblos de a la
redonda de mejico no teían oro, ni minas, ni algodón, sino mucho maiz y magueyales,
de donde sacaban el vino, a esta causa le teniamos por tierra pobre, y nos fuimos a otras
provincias a poblar, y todos fuimos muy engañados” (H.C.N.E.,361)
CONCLUSIONES:
BIBLIOGRAFÍA: