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Antes de comenzar a desarrollar lo que diré a continuación, quiero dedicar este
artículo a George Stinney, un joven de 14 años ejecutado después de un juicio de
menos de 3 horas, 10 minutos de deliberación del jurado, sin testigos, sin una
buena defensa. Y que, debido a su corta estatura, no podía ser electrocutado, y
colocaron una Biblia debajo de él para que quedara correctamente ajustado a la silla
eléctrica.
Siempre he creído que debemos repensar algunas de nuestras perspectivas y
cosmovisiones. Entre varias cosas que creo deben ser repensadas por los cristianos,
está esa práctica de dar muerte a ciudadanos: la pena de muerte o pena capital.
En varios países alrededor del mundo la pena de muerte es aún una práctica normal
y parte del sistema de justicia, pero creo que la pena de muerte es una de esas cosas
contra la cual los cristianos deberían oponerse.
Durante cierto tiempo apoyé la pena de muerte por muchas razones. Incluso pude
tener varias conversaciones en las cuales respondí varios argumentos.
No obstante, en los últimos años –a medida que he estudiado, meditado y amado
más al Jesús de la Biblia– he sido forzado a abandonar mi apoyo a la pena de
muerte, y cualquier apoyo a la violencia en general.
“Ustedes han oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pero yo les
digo: No resistan al que les haga mal. Si alguien te da una bofetada en la
mejilla derecha, vuélvele también la otra. Si alguien te pone pleito para
quitarte la capa, déjale también la camisa. Si alguien te obliga a llevarle la
carga un kilómetro, llévasela dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar
de ti prestado, no le vuelvas la espalda.” Mateo 5:38-42
Así que sí, es cierto que el Antiguo Testamento permitió en un sentido la pena
capital y la violencia retributiva (Génesis 9:6, según argumenta el teólogo R.C.
Sproul en su libro “¡Qué Buena Pregunta!”). Sin embargo, Jesús se colocó en
desacuerdo con este principio o, como mínimo, instruyendo que ya no debe ser
observado.
Por lo tanto, creo que no es posible argumentar un caso cristiano en apoyo de la
pena de muerte citando pasajes de las escrituras hebreas de este tipo, ya que esto
pondrá a uno en conflicto con el mismo Jesús.
“Si ustedes supieran lo que significa: ‘Lo que pido de ustedes es misericordia
y no sacrificios’, no condenarían a los que no son culpables.” Mateo 12:7
En otra ocasión, Jesús usa esta misma cita cuando lo criticaban por tener amigos
poco dignos, diciendo: vayan y aprendan lo que significa pido misericordia, no
sacrificio.
En varias circunstancias, vemos que Dios valora la misericordia y la compasión por
encima de todo, lo que significa que debemos ser personas que valoran la
misericordia por encima de todo. Después de todo, la misericordia parece ser el
lenguaje del amor de Dios.
Jesús interrumpió la escena de la mujer adúltera ya mencionada con gracia. No nos
atrevemos a olvidar la historia de un Dios que tanto amó al mundo que Jesús fue
enviado, no para condenar al mundo sino para salvarlo.
Cuando leo los Evangelios, veo la vida de Jesús basada en el perdón.El Señor era un
reconciliador y sanador. Mi fe me llama a trabajar por la justicia restaurativa, poner
fin al uso de la violencia para resolver problemas y para promover la dignidad de
toda vida hecha a la imagen de Dios.
A medida que mi fe ha venido madurando, me he dado cuenta de la
incompatibilidad entre amar a mi prójimo como a mí mismo y amar a mis
enemigos, y una sentencia de pena de muerte contra ese mismo prójimo y
enemigos.
El ministerio de Jesús fue y sigue siendo la restauración y sanación. Él nunca
condenó a nadie a muerte. ¿Por qué deberíamos nosotros?
Aplicación injusta
Colin Campbell Ross, Weiqing An, Teng Xingshan, Nie Shubin, Qoγsiletu, Harry
Gleeson, Jiang Guoqing, John Perry, Timothy Evans, George Kelly, Mahmood
Hussein Mattan, Derek Bentley, Chipita Rodriguez, Thomas y Meeks Griffin, Joe
Arridy, Carlos DeLuna, George Stinney…
La lista de personas inocentes que fueron ejecutadas puede continuar.
Es común el uso de este argumento que yo mismo estoy usando contra la pena de
muerte, mientras que los que la apoyan sugieren que el mismo se refiere a la
credibilidad del sistema de justicia en su conjunto, y no menoscaba exclusivamente
el uso de la pena de muerte. Y aunque esto es cierto en cierto sentido, no minimiza
–para el cristiano- los puntos anteriores como este en sí mismo.
Otras consideraciones
“Todo el mundo dice que el perdón es una idea encantadora hasta que tienen
algo que perdonar” C.S. Lewis
Lewis no estaba equivocado del todo. El perdón puede ser difícil, y por lo general es
mucho menos satisfactorio que la venganza. Nos gustaría mucho más ver a la gente
pagar por sus crímenes, especialmente cuando esos delitos son particularmente
atroces. Por ejemplo, la reciente sentencia de muerte de Dzhokhar Tsarnaev la cual
fue recibida con aprobación casi universal.
Entonces, ¿dónde trazamos la línea entre la justicia y la misericordia? Si estamos
llamados a perdonar, ¿podemos realmente defender la ejecución?
Yo creo que los cristianos no deberían estar tan ansiosos de apoyar la pena de
muerte, sobre todo los que se consideran pro-vida. La gran mayoría de los
defensores de la vida en la Iglesia son partidarios de la pena capital.
Yo, sin embargo, de acuerdo con N.T. Wright creo que es difícil reconciliar ser pro-
vida en cuanto al aborto y pro-muerte en la pena de muerte.
Definitivamente algo está mal cuando nos dicen seguir a un hombre que fue
ejecutado (Juan 8:1-11) y ejecutado injustamente por el estado, pero aún preferimos
la justicia retributiva por encima de la misericordia.
Posiblemente, algunos de ustedes pensarán que el aborto y la pena de muerte son
dos cosas completamente diferentes, que un niño no nacido es inocente y un
asesino convicto merece su destino. Todo esto es cierto, pero una vez más nos
encontramos con la puerta del perdón.
Si ningún ser humano es libre de pecado, y si los cristianos están llamados a
perdonar, ¿cómo se justifica poner alguien a muerte? Esta pregunta se hace cada
vez más difícil si tenemos en cuenta la parábola del siervo despiadado en Mateo
18:21-35.
Para finalizar
Como cristianos, yo personalmente pienso que no deberíamos simplemente abrazar
un sistema y una práctica que significa literalmente matar a personas (y muchas
veces inocentes), y en ocasiones a los débiles que no tienen buenos recursos para
defenderse.
Necesitamos repensar esto, porque el corazón de la comunidad cristiana es
la compasión, los derechos humanos y la dignidad invisible de cada ser humano
hecho a la imagen de Dios.
Honestamente, sé que este tema es complejo, y hay muchos otros argumentos a
tomar en cuenta. Si bien esto puede ser un debate complejo si se habla sólo en
términos generales como ciudadanos, no debería ser complejo para los cristianos.
Creo que no es posible seguir simultáneamente al que prohibió la violencia al
mismo tiempo que participamos, la justificamos, o la apoyamos en sus diferentes
formas.
La fe cristiana, es una fe que me enseña que la violencia no resuelve nuestros
problemas y que nosotros, que seguimos a Jesús, estamos llamados a otra forma de
vida. “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. De nuevo, creo que
estas palabras de Jesús a una multitud preparada para ejecutar a una mujer
sorprendida en un acto criminal, son un recordatorio de que la pena de muerte dice
más sobre nosotros y sobre cómo elegimos responder a la delincuencia, que sobre
aquellos que en realidad cometieron el crimen.
Jesús no condenó a esta mujer culpable de muerte. ¿Quién soy yo para hacerlo?
Aunque muchas personas están despertando con respecto al tema, y muchos
cristianos están reaccionando ante estos debates, hay, no obstante, algunos grupos
que se están moviendo en la dirección opuesta.
Es momento de enseñar a la gente que seguir a Jesús significa una vida de no
violencia. Y no sólo eso, recordemos que Jesús fue víctima de un juicio injusto y fue
ejecutado injustamente.
Puedes unirte a mí y a muchos para hablar en contra de la utilización de la pena de
muerte e invitar a la gente a seguir el Jesús.
Nosotros, los que seguimos al Cristo ejecutado y resucitado, debemos ser las
personas que están constantemente en pro de la vida, de la gracia, y contra la
muerte.
El derecho a la vida es el derecho más fundamental, y un sistema que quite éste
derecho de las personas es injusto.