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Pido misericordia… no muerte

Jun 21, 2017


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By: Jorge Ostos
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In: Ética
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Antes de comenzar a desarrollar lo que diré a continuación, quiero dedicar este
artículo a George Stinney, un joven de 14 años ejecutado después de un juicio de
menos de 3 horas, 10 minutos de deliberación del jurado, sin testigos, sin una
buena defensa. Y que, debido a su corta estatura, no podía ser electrocutado, y
colocaron una Biblia debajo de él para que quedara correctamente ajustado a la silla
eléctrica.
Siempre he creído que debemos repensar algunas de nuestras perspectivas y
cosmovisiones. Entre varias cosas que creo deben ser repensadas por los cristianos,
está esa práctica de dar muerte a ciudadanos: la pena de muerte o pena capital.
En varios países alrededor del mundo la pena de muerte es aún una práctica normal
y parte del sistema de justicia, pero creo que la pena de muerte es una de esas cosas
contra la cual los cristianos deberían oponerse.
Durante cierto tiempo apoyé la pena de muerte por muchas razones. Incluso pude
tener varias conversaciones en las cuales respondí varios argumentos.
No obstante, en los últimos años –a medida que he estudiado, meditado y amado
más al Jesús de la Biblia– he sido forzado a abandonar mi apoyo a la pena de
muerte, y cualquier apoyo a la violencia en general.

La Pena de Muerte y el Antiguo


Testamento
La mayoría de los intentos de hacer un caso bíblico para el apoyo de la pena capital
son argumentos basados principalmente en la ley del Antiguo Testamento, y creo,
eso es una mala manera de hacer teología cristiana.
Puede llegar a ser fustrante cuando alguien te ataca desde el Antiguo Testamento en
temas como comer mariscos (Levítico 11), o vestir una combinación de algodón y
poliéster (Levítico 19). El uso de estos versos requiere mucho cuidado.
Generalmente, los que están a favor de la pena de muerte comienzan desde el
Antiguo Testamento. Basan sus argumentos, por ejemplo, en Génesis 9:6, donde a
Noé se le dice que alguien culpable de asesinato intencional debe ser ejecutado.
Pero traer a mención algunas de las leyes de Moisés, ignorando la gran mayoría del
resto es inconsistente. Sigamos…
Este y otros argumentos similares, hacen aquellos a favor de la pena de muerte
enraizándose en la enseñanza del Antiguo Testamento. En ocasiones, refuerzan su
forma de pensar con una referencia algo oscura a la capacidad del gobierno de
“llevar la espada” para “castigar al malhechor” por parte del apóstol Pablo. Llegan a
una conclusión tan absurda, que se podría resumir en: “nosotros no podemos
aprobar la muerte de alguien, pero el gobierno sí, así que lo haga el gobierno,
porque el gobierno es instituido por Dios y lo puede hacer”. Y no, no estoy haciendo
un hombre de paja.
Rara vez, alguien citará las enseñanzas de Jesús.
Tales argumentos y modo de pensar necesita una selección arbitraria de textos
bíblicos. Claro, y no lo niego, el Antiguo Testamento prescribe la muerte para
cualquiera que cometa un asesinato premeditado por ejemplo. Pero no todo
termina allí. Las Escrituras también prescriben la pena de muerte por secuestro
(Éxodo 21:16), bestialidad (Éxodo 22:12), violación (Deuteronomio 22:24), hacer
un sacrificio a un dios falso (Éxodo 22:20), adulterio (Levítico) 20:10),
comportamiento homosexual (Levítico 20:13), sexo premarital (Deuteronomio
22:13-21).
Para más ejemplos, un sacerdote recibió instrucciones de quemar a su hija viva si
ella era culpable de prostitución (Levítico 21: 9). Y si un hijo o hija, o esposa, o
amigo atraían a alguien a practicar una religión falsa, se les instruyó a no
mostrarles piedad y apedrearlos hasta la muerte (Deuteronomio 13:6-10).
Podemos preguntar, ¿Tienes hijos rebeldes (Deuteronomio 21:18-21) o niños que te
golpearon o maldijeron (Éxodo 21:15-17)?; ¿Has trabajado en el día de reposo
(Éxodo 35:2)?; ¿Eres un prestamista que presta dinero con una tasa de interés alta
para obtener un beneficio (Ezequiel 18:13)?
La mayoría de quienes utilizan esta táctica hacen caso omiso de toda la enseñanza
del Antiguo Testamento, olvidando convenientemente que, por otros lado, la pena
capital no puede aplicarse sin dos testigos oculares (Deuteronomio 17:6).
Aún más preocupante es la forma en que los cristianos que apoyan la pena de
muerte casi nunca consideran las palabras y el testimonio de Jesús como ya dije
arriba. Por ejemplo, ¿que alguien me diga cuántas referencias a “Jesús” o “Cristo”
hay en esta defensa. En mi opinión, esta no es la mejor manera de hacer teología,
todo lo contrario es una muy mala manera de hacerla.
Los cristianos deben ser seguidores del Nuevo Testamento de Jesús, no miembros
de una antigua tribu judía. Como tal, nuestro pensamiento debe estar basado en
Jesús. Él es el máximo estándar para lo que Dios desea de su pueblo en esta era, y
Él es la Palabra de Dios máxima a través de la cual todas las otras palabras deben
ser vistas.
Pienso que aquellos cristianos que apoyan la pena de muerte deberían mirar más
las enseñanzas de Cristo, en lugar de elegir centrarse en los pasajes del Antiguo
Testamento.
Pero si alguien insiste en construir un caso para apoyar las ejecuciones a partir del
Antiguo Testamento, encontramos una verdad incómoda en las enseñanzas de
Jesús.

Jesús volcó la violencia retributiva


Hay una frase bíblica muy conocida y que increíblemente aún se repite: “ojo por
ojo”.
Este principio de “ojo por ojo” –que muchos estudiosos creen que en su momento
fue diseñado para reducir la violencia limitándola a una respuesta proporcional– se
le llama la “Ley del talión”. Lo que me parece más peculiar con este argumento, es
que nunca se recuerda o remarca que Jesús explícitamente mandó a sus seguidores
a no obedecerlo:

“Ustedes han oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pero yo les
digo: No resistan al que les haga mal. Si alguien te da una bofetada en la
mejilla derecha, vuélvele también la otra. Si alguien te pone pleito para
quitarte la capa, déjale también la camisa. Si alguien te obliga a llevarle la
carga un kilómetro, llévasela dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar
de ti prestado, no le vuelvas la espalda.” Mateo 5:38-42
Así que sí, es cierto que el Antiguo Testamento permitió en un sentido la pena
capital y la violencia retributiva (Génesis 9:6, según argumenta el teólogo R.C.
Sproul en su libro “¡Qué Buena Pregunta!”). Sin embargo, Jesús se colocó en
desacuerdo con este principio o, como mínimo, instruyendo que ya no debe ser
observado.
Por lo tanto, creo que no es posible argumentar un caso cristiano en apoyo de la
pena de muerte citando pasajes de las escrituras hebreas de este tipo, ya que esto
pondrá a uno en conflicto con el mismo Jesús.

Jesús abolió públicamente una


ejecución
Seamos honestos, si dijeras “el que esté libre de pecado puede tirar la primera
piedra”, incluso el ateo más ardiente sabría de lo que estás hablando. Es un hecho
de que Jesús detuvo una ejecución.
Muchos romperán con la literalidad de este pasaje y argumentarán que no significa
lo que parece. Pero ¿por qué no tomar las enseñanzas de Jesús en su sentido real y
literal?
Los fariseos trajeron a Jesús a una mujer que habían atrapado en el acto de
adulterio (Juan 8:3-4). Su motivo, por supuesto, era atrapar a Jesús (v. 6). La ley
ordenaba explícitamente que los adúlteros fueran apedreados hasta morir (Levítico
20:20; Deuteronomio 22:22). Si Jesús estaba de acuerdo con esto y la habría
lapidado, probablemente lo metiera en problemas con las autoridades romanas, ya
que solo ellos tenían el derecho de intentar llevar a cabo este castigo. Sin embargo,
si Jesús no estaba de acuerdo con esto, lo pondrían en oposición explícita con la
Torá y esto justificaría que la corte judía lo juzgara como un falso maestro.
El hecho de que Jesús detuvo la ejecución completamente en la misma línea de
todas sus otras prohibiciones contra el uso de la violencia. Cuando Jesús dijo: “el
que esté libre de pecado puede tirar la primera piedra”, estaba enseñando que, si
bien la muerte puede parecer justa, e incluso a veces puede ser justa, no hay nadie
que sea digno de atar el nudo alrededor del cuello o encender la electricidad de la
silla.
De acuerdo con la Torá, Jesús afirmó que los pecadores como esta mujer merecen
ser ejecutados. Sin embargo, agregó, solo una persona sin pecado estaría justificada
para llevar a cabo esta sentencia. Como ninguno de los acusadores de la mujer
estaba libre de pecado, terminaron dejando caer sus piedras y alejándose.
Como todas las personas son pecadoras, me parece que las enseñanzas de Jesús en
este episodio se aplican no solo a esta pecadora acusada en particular y a este grupo
de acusadores pecadores, sino a todos los pecadores acusados y a todos los
pecadores acusadores.
El comando en sí mismo puede ser justo, pero a menos que estés sin pecado, no
estás justificado poniéndolo en práctica.
Aún si del lado de la razón la muerte es un castigo justo en algunos casos, llegamos
a la difícil verdad de que –según Jesús– ni tu ni yo somos lo suficientemente
perfectos y dignos como para tomar el papel de verdugos.

Mejor es mostrar misericordia y


compasión
Jesús siempre estaba en problemas con los religiosos más conservadores. Uno de
los problemas más comunes y consecuentes era cuando Jesús violaba la ley en
contra de obrar el sábado, según los fariseos. Durante una de esas ocasiones, Jesús
y sus discípulos estaban arrancando espigos porque tenían hambre. Cuando son
confrontados por violar la ley, Jesús respondió:

“Si ustedes supieran lo que significa: ‘Lo que pido de ustedes es misericordia
y no sacrificios’, no condenarían a los que no son culpables.” Mateo 12:7
En otra ocasión, Jesús usa esta misma cita cuando lo criticaban por tener amigos
poco dignos, diciendo: vayan y aprendan lo que significa pido misericordia, no
sacrificio.
En varias circunstancias, vemos que Dios valora la misericordia y la compasión por
encima de todo, lo que significa que debemos ser personas que valoran la
misericordia por encima de todo. Después de todo, la misericordia parece ser el
lenguaje del amor de Dios.
Jesús interrumpió la escena de la mujer adúltera ya mencionada con gracia. No nos
atrevemos a olvidar la historia de un Dios que tanto amó al mundo que Jesús fue
enviado, no para condenar al mundo sino para salvarlo.
Cuando leo los Evangelios, veo la vida de Jesús basada en el perdón.El Señor era un
reconciliador y sanador. Mi fe me llama a trabajar por la justicia restaurativa, poner
fin al uso de la violencia para resolver problemas y para promover la dignidad de
toda vida hecha a la imagen de Dios.
A medida que mi fe ha venido madurando, me he dado cuenta de la
incompatibilidad entre amar a mi prójimo como a mí mismo y amar a mis
enemigos, y una sentencia de pena de muerte contra ese mismo prójimo y
enemigos.
El ministerio de Jesús fue y sigue siendo la restauración y sanación. Él nunca
condenó a nadie a muerte. ¿Por qué deberíamos nosotros?

Aplicación injusta
Colin Campbell Ross, Weiqing An, Teng Xingshan, Nie Shubin, Qoγsiletu, Harry
Gleeson, Jiang Guoqing, John Perry, Timothy Evans, George Kelly, Mahmood
Hussein Mattan, Derek Bentley, Chipita Rodriguez, Thomas y Meeks Griffin, Joe
Arridy, Carlos DeLuna, George Stinney…
La lista de personas inocentes que fueron ejecutadas puede continuar.
Es común el uso de este argumento que yo mismo estoy usando contra la pena de
muerte, mientras que los que la apoyan sugieren que el mismo se refiere a la
credibilidad del sistema de justicia en su conjunto, y no menoscaba exclusivamente
el uso de la pena de muerte. Y aunque esto es cierto en cierto sentido, no minimiza
–para el cristiano- los puntos anteriores como este en sí mismo.

Otras consideraciones
“Todo el mundo dice que el perdón es una idea encantadora hasta que tienen
algo que perdonar” C.S. Lewis
Lewis no estaba equivocado del todo. El perdón puede ser difícil, y por lo general es
mucho menos satisfactorio que la venganza. Nos gustaría mucho más ver a la gente
pagar por sus crímenes, especialmente cuando esos delitos son particularmente
atroces. Por ejemplo, la reciente sentencia de muerte de Dzhokhar Tsarnaev la cual
fue recibida con aprobación casi universal.
Entonces, ¿dónde trazamos la línea entre la justicia y la misericordia? Si estamos
llamados a perdonar, ¿podemos realmente defender la ejecución?
Yo creo que los cristianos no deberían estar tan ansiosos de apoyar la pena de
muerte, sobre todo los que se consideran pro-vida. La gran mayoría de los
defensores de la vida en la Iglesia son partidarios de la pena capital.
Yo, sin embargo, de acuerdo con N.T. Wright creo que es difícil reconciliar ser pro-
vida en cuanto al aborto y pro-muerte en la pena de muerte.
Definitivamente algo está mal cuando nos dicen seguir a un hombre que fue
ejecutado (Juan 8:1-11) y ejecutado injustamente por el estado, pero aún preferimos
la justicia retributiva por encima de la misericordia.
Posiblemente, algunos de ustedes pensarán que el aborto y la pena de muerte son
dos cosas completamente diferentes, que un niño no nacido es inocente y un
asesino convicto merece su destino. Todo esto es cierto, pero una vez más nos
encontramos con la puerta del perdón.
Si ningún ser humano es libre de pecado, y si los cristianos están llamados a
perdonar, ¿cómo se justifica poner alguien a muerte? Esta pregunta se hace cada
vez más difícil si tenemos en cuenta la parábola del siervo despiadado en Mateo
18:21-35.

Para finalizar
Como cristianos, yo personalmente pienso que no deberíamos simplemente abrazar
un sistema y una práctica que significa literalmente matar a personas (y muchas
veces inocentes), y en ocasiones a los débiles que no tienen buenos recursos para
defenderse.
Necesitamos repensar esto, porque el corazón de la comunidad cristiana es
la compasión, los derechos humanos y la dignidad invisible de cada ser humano
hecho a la imagen de Dios.
Honestamente, sé que este tema es complejo, y hay muchos otros argumentos a
tomar en cuenta. Si bien esto puede ser un debate complejo si se habla sólo en
términos generales como ciudadanos, no debería ser complejo para los cristianos.
Creo que no es posible seguir simultáneamente al que prohibió la violencia al
mismo tiempo que participamos, la justificamos, o la apoyamos en sus diferentes
formas.
La fe cristiana, es una fe que me enseña que la violencia no resuelve nuestros
problemas y que nosotros, que seguimos a Jesús, estamos llamados a otra forma de
vida. “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. De nuevo, creo que
estas palabras de Jesús a una multitud preparada para ejecutar a una mujer
sorprendida en un acto criminal, son un recordatorio de que la pena de muerte dice
más sobre nosotros y sobre cómo elegimos responder a la delincuencia, que sobre
aquellos que en realidad cometieron el crimen.
Jesús no condenó a esta mujer culpable de muerte. ¿Quién soy yo para hacerlo?
Aunque muchas personas están despertando con respecto al tema, y muchos
cristianos están reaccionando ante estos debates, hay, no obstante, algunos grupos
que se están moviendo en la dirección opuesta.
Es momento de enseñar a la gente que seguir a Jesús significa una vida de no
violencia. Y no sólo eso, recordemos que Jesús fue víctima de un juicio injusto y fue
ejecutado injustamente.
Puedes unirte a mí y a muchos para hablar en contra de la utilización de la pena de
muerte e invitar a la gente a seguir el Jesús.
Nosotros, los que seguimos al Cristo ejecutado y resucitado, debemos ser las
personas que están constantemente en pro de la vida, de la gracia, y contra la
muerte.
El derecho a la vida es el derecho más fundamental, y un sistema que quite éste
derecho de las personas es injusto.

¿Qué sobre ti? ¿Apoyas la pena de muerte?, y


si es así, ¿por qué?
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