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Buenos Aires, febrero 27 de 1997.- Vistos: los autos: Cía. Swift de La Plata c.
Estado Nacional Argentino (P.E.N.) s/daños y perjuicios.
13) Que, por otra parte, debe advertirse que la ley 18.832 no establece que la
administración estatal de las empresas en quiebra que ella autoriza deba
limitarse a un plazo determinado. Tampoco se considera que haya resultado
irrazonablemente extenso el período por el cual se mantuvo esa
administración en el caso de autos, máxime si se considera que en ese lapso
no medió ninguna solicitud de la actora por la cual haya exigido la liquidación
de los bienes. Como se señaló en el consid. 7º, la licitación judicial y posterior
venta de la empresa se realizó como consecuencia de que la cámara del fuero
comercial hizo lugar al pedido formulado por un acreedor. Además, la
señalada omisión en que incurrió la actora hace que su conducta no satisfaga
el mínimo de diligencia que es dable exigir para que los agravios vinculados
con ese aspecto de la conducta del Estado pueden prosperar (confr. Fallos:
305:651).
Por lo tanto, no resulta posible desvincular en el sub examine los daños cuya
reparación se pretende de la propia conducta de quien reclama tal
resarcimiento.
20) Que no puede considerarse que las sociedades que son declaradas en
quiebra tengan un derecho sustentado en la previsiones de los arts. 14 y 17 de
la Consitucion Nacional, que determine que su situación económica al
momento de ser desapoderada de sus bienes como consecuencia de la falencia
no deba sufrir detrimento alguno al concluir la administración realizada por
las personas designadas por la autoridad estatal con competencia para ello.
Obviamente, distinta sería la conclusión en el caso de que la administración se
hubiese efectuado en forma irregular, mas en ese supuestoque no es el de
autos la reparación obedecería a principios distintos a los que rigen la
responsabilidad del Estado por su accionar lícito. En definitiva, el criterio
precedentemente expuesto es análogo al que ha seguido esta Corte respecto de
la responsabilidad que cabe atribuir al Estado en los supuestos de
intervenciones cautelares de entidades financieras (confr. doctrina de Fallos:
310: 2239).
22) Que las razones que anteceden conducen a desestimar, en su totalidad, los
agravios formulados por la Compañía Swift.
24) Que la mencionada firma, al expresar sus agravios contra la sentencia del
a quo, manifiesta que en virtud de la naturaleza jurídica de la acción iniciada
por su parte, nada tenía que probar respecto de la licitud o ilicitud del obrar
del Estado, ni tampoco tenía la obligación de probar su ineficiencia o
ilegitimidad. Asimismo expresó que nunca hemos imputado negligencia en la
administración de los bienes incautados (fs. 930 vta.).
25) Que, según se deduce de lo precedentemente relatado, la pretensión de
Deltec se funda, en lo esencial, en atribuir responsabilidad al Estado Nacional
por hechos análogos a los que sustentan la demanda que ha formulado la
Compañía Swift de La Plata S.A. Ello sin perjuicio de los distintos rubros
indemnizatorios perseguidos por una y otra sociedad, en función de los daños
aducidos por cada una de ellas.
29) Que en lo referente a los recursos deducidos por los peritos Alcíbar,
Verrier y Amigo, cabe señalar que el a quo, a efectos de regular sus
honorarios, consideró que el perito de oficio puede perseguir el cobro de sus
honorarios de cualquiera de las partes sin mengua del derecho de quien los
abone para obtener el reintegro del obligado al pago. Ponderó asimismo que
las demandantes han sido declaradas en quiebra con lo cual el derecho de
reintegro que asiste a la demandada en la hipótesis de que tenga que solventar
los emolumentos de los peritos aparece como de improbable realización
(confr. fs. 822/822 vta.). Con sustento en tales consideraciones, y a fin de
evitar una situación que consideró de manifiesta iniquidad reguló los
honorarios sobre dos bases distintas: una la aplicó para el supuesto de que los
emolumentos sean cobrados a las actorasen cuyo caso tomó en cuenta los
montos demandados por ellasy la otra para el caso de que fuesen cobrados a la
demandada, pues entendió que con relación a ésta el juicio era de monto
indeterminado. De tal manera, fijó la retribución de César Verrier en las
cantidades de A ... para el primer supuesto a A ... para el segundo; la de Juan
Carlos Amigo en las sumas de A ... y A ..., y la de Jorge Alcíbar en A ... y A
...; en todos los casos a los fines ya expresados.
30) Que cabe considerar que, en la especie, el a quo reguló los honorarios de
los profesionales en el monto que consideró adecuado conforme a la entidad
económica del juicio y pautas aplicables, y estableció, además, una reducción
de ese monto para el caso de que sea el Estado quien deba afrontar el pago.
Tal reducción no halla sustento en el ordenamiento legal, por lo que
corresponde dejarla sin efecto y, teniendo en cuenta la labor desarrollada, que
tales honorarios no fueron apelados por el Estado Nacional, y de conformidad
con lo dispuesto por el art. 3º del decretoley 16.638/57, confirmar los
honorarios regulados.
29) Que en lo referente a los recursos deducidos por los peritos Alcíbar,
Verrier y Amigo, cabe señalar que el a quo, a efectos de regular sus
honorarios, consideró que el perito de oficio puede perseguir el cobro de sus
honorarios de cualquiera de las partes sin mengua del derecho de quien los
abone para obtener el reintegro del obligado al pago. Ponderó asimismo que
demandantes han sido declaradas en quiebra con lo cual el derecho de
reintegro que asiste a la demandada en la hipótesis de que tenga que solventar
los emolumentos de los peritos aparece como de improbable realización
(confr. fs. 822/822 vta.). Con sustento en tales consideraciones, y a fin de
evitar una situación que consideró de manifiesta iniquidad, reguló los
honorarios sobre dos bases distintas; una la aplicó para el supuesto de que los
emolumentos cobrados a las actoras -en cuyo caso tomó en cuenta los montos
demandados por ellas y la otra para el caso de que fuesen cobrados a la
demandada, pues entendió que con relación a ésta el juicio era de monto
indeterminado. De tal manera, fijó la retribución de César Verrier en las
cantidades de A ... para el primer supuesto y A ... para el segundo; la de Juan
Carlos Amigo en las sumas de A ... y A ..., y la de Jorge Alcibar en A ... y A
...; en todos los casos a los fines ya expresados.
30) Que la distinción efectuada por el tribunal a quo para regular los
honorarios de los nombrados peritos descalifica ese aspecto del
pronunciamiento apelado como acto judicial válido -con arreglo a conocida
jurisprudencia de esta Corte pues el criterio que la cámara empleó a tal efecto
no constituye una derivación razonada del derecho vigente con aplicación a
las circunstancias de la causa.
31) Que debe advertirse que la consecuencia de tal conclusión no puede
consistir sino en dejar sin efecto, en su totalidad, la regulación de los
honorarios de los peritos efectuada por el a quo. En efecto, al fundarse el
argumento central de los agravios expuestos ante esta Corte por los peritos
Verrier, Alcíbar y Amigo en la descalificación de la distinción a la que antes
se hizo referencia, su admisión implica la nulidad de las regulaciones que el a
quo efectuó sobre dicha base. Ello es así pues -además de lo señalado
precedentemente los términos del fallo apelado impiden establecer cuáles han
sido para la cámara los honorarios que verdaderamente corresponden a las
tareas cumplidas por los mencionados profesionales, razón por la cual deberá
expedirse nuevamente sobre el punto, sin que el presente pronunciamiento
importe un juicio acerca de los parámetros aplicables al respecto.
3º Que la demanda promovida por Swift tuvo por objeto que se condene al
Estado Nacional a pagarle una indemnización por los daños y perjuicios que le
habrían sido ocasionados por la intervención y administración estatal de su
complejo industrial y comercial, que se extendió desde el 10 de noviembre de
1971 hasta el 6 de agosto de 1977.
13) Que, por otra parte, debe advertirse que la ley 18.832 no establece que la
administración estatal de las empresas en quiebra que ella autoriza debe
limitarse a un plazo determinado. Tampoco se considera que haya resultado
irrazonablemente extenso el período por el cual se mantuvo esa
administración en el caso de autos, máxime si se considera que en ese lapso
no medió ninguna solicitud de la actora por la cual haya exigido la liquidación
de los bienes. Como se señaló en el consid. 7º, la licitación judicial y posterior
venta de la empresa se realizó como consecuencia de que la cámara del fuero
comercial hizo lugar al pedido formulado por un acreedor. Además, la
señalada omisión en que incurrió la actora hace que su conducta no satisfaga
el mínimo de diligencia que es dable exigir para que los agravios vinculados
con ese aspecto de la conducta del Estado puedan prosperar (confr. Fallos:
304:651).
17) Que la mencionada firma, al expresar sus agravios contra la sentencia del
a quo, manifiesta que en virtud de la naturaleza jurídica de la acción iniciada
por su parte, nada tenía que probar respecto de la licitud o ilicitud del obrar
del Estado, ni tampoco tenía la obligación de probar su ineficiencia o
ilegitimidad. Asimis mo expresó que nunca hemos imputado negligencia en la
administración de los bienes incautados (fs. 930 vta).
22) Que en lo referente a los recursos deducidos por los peritos Alcíbar,
Verrier y Amigo, cabe señalar que el a quo, a efectos de regular sus
honorarios, consideró que el perito de oficio puede perseguir el cobro de sus
honorarios de cualquiera de las partes sin mengua del derecho de quien los
abone para obtener el reintegro del obligado al pago. Ponderó asimismo que
las demandantes han sido declaradas en quiebra con lo cual el derecho de
reintegro que asiste a la demandada en la hipótesis de que tenga que solventar
los emolumentos de los peritos aparece como de improbable realización
(confr. fs. 822/822 vta.). Con sustento en tales consideraciones, y a fin de
evitar una situación que consideró de manifiesta iniquidad, reguló los
honorarios sobre dos bases distintas: una la aplicó para el supuesto de que los
emolumentos sean cobrados a las actoras -en cuyo caso tomó en cuenta los
montos demandados por ellas y la otra para el caso de que fuesen cobrados a
la demandada, pues entendió que con relación a ésta el juicio era de monto
indeterminado. De tal manera, fijó la retribución de César Verrier en las
cantidades de A ... para el primer supuesto y A ... para el segundo; la de Juan
Carlos Amigo en las sumas de A ... y A ..., y la de Jorge Alcíbar en A ... y
A...; en todos los casos a los fines ya expresados.
23) Que la distinción efectuada por el tribunal a quo para regular los
honorarios de los nombrados peritos descalifica ese aspecto del
pronunciamiento apelado como acto judicial válido -con arreglo a conocida
jurisprudencia de esta Corte pues el criterio que la Cámara empleó a tal efecto
no constituye una derivación razonada del derecho vigente con aplicación a
las circunstancias de la causa.
24) Que debe advertirse que la consecuencia de tal conclusión no puede sino
dejar sin efecto, en su totalidad, la regulación de los honorarios de los peritos
efectuada por el a quo. En efecto, al fundarse el argumento central de los
agravios expuestos ante esta Corte por los peritos Verrier, Alcíbar y Amigo en
la descalificación de la distinción a la que antes se hizo referencia, su
admisión implica la nulidad de las regulaciones que el a quo efectuó sobre
dicha base. Ello es así pues -además de lo señalado precedentemente los
términos del fallo apelado impiden establecer cuáles han sido para la cámara
los honorarios que verdaderamente corresponden a las tareas cumplidas por
los mencionados profesionales, razón por la cual deberá expedirse
nuevamente sobre el punto, sin que el presente pronunciamiento importe un
juicio acerca de los parámetros aplicables al respecto.