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2 Timoteo 4: 1-5 ´´Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a
los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y
fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá
tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán
maestros conforme a sus propias concupiscencias. Y apartarán de la verdad el oído y se volverán a
las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu
ministerio.´´
Cuando Pablo le escribió esas palabras a Timoteo, agregó su advertencia profética: “Porque
vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se
amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el
oído…” (V.3-4).
En realidad, este mandato no traería aprobación del mundo para Timoteo. ¡Pablo advirtió al
pastor joven del sufrimiento y las penas!
Pablo no le ayudó a ser “exitoso”. Lo estaba alentando a seguir el principio divino. No le estaba
aconsejando a buscar la prosperidad, el poder, la preeminencia, popularidad, o cualquiera de las
otras nociones de éxito en el mundo. Él le urgió al pastor joven a ser bíblico—no importaba cuales
fueran las consecuencias.
Predicar la Palabra no siempre es fácil. El mensaje que somos requeridos a proclamar puede ser
ofensivo. Jesús mismo es una piedra de tropiezo y roca de escándalo, (Romanos 9:33; 1 Pedro 2:8).
El mensaje de la cruz es piedra de tropiezo para algunos (1 Corintios 1:23; Gálatas 5:11) y nada
más que necedad para otros (1 Corintios 1:23).
Pero nunca hemos sido autorizados a acortar el mensaje, o a adaptarlo para que quede conforme
a lo que la gente prefiere.
Pablo se lo hizo muy claro a Timoteo a finales del capítulo 3: “Toda la Escritura es inspirada por
Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16,
énfasis agregado). Esta es la Palabra que debe ser predicada: todo el consejo de Dios (Hechos
20:27).
En Colosenses uno, el apóstol Pablo describió su propia filosofía del ministerio diciendo: “de la cual
fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que
anuncie cumplidamente la palabra de Dios” (v. 25, énfasis agregado).
Pablo destaca la urgencia de sus exhortaciones a Timoteo. La palabra griega traducida como te
encarezco también se usa en conexión con un testimonio solemne y enfático ante un tribunal.
´´LA PALABRA´´… Toda la Palabra de Dios que abarca la verdad revelada tal como está contenida
en la Biblia (2 Timoteo 3:15-16; Hechos 20:27).
En el capítulo uno, Pablo le había dicho a Timoteo, “Retén la forma de las sanas palabras que de mí
oíste” (v. 13). Él se refería a cada palabra revelada en la Escritura. Le urgió a Timoteo que
“Guarde…el tesoro que te ha sido encomendado.”
Después en el capítulo dos le dijo que estudiara la Palabra y que la manejara con precisión (2:15).
Ahora le estaba diciendo que la proclamara. Así que la fiel tarea del ministro gira alrededor de la
Palabra de Dios—guardándola, estudiándola, y proclamándola.
Primera de Corintios lo lleva un paso más allá: “Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para
anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me
propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (1 Cor. 2:2).
En otras palabras, su meta como predicador no fue entretener a la gente con su estilo retórico, o
divertirlos con su inteligencia, su humor, nuevas ideas, o metodología sofisticada— él
simplemente predicó a Cristo crucificado.
´´QUE INSTES´´… del término efistemi (ἐφίστημι, G2186) La palabra griega tiene un rango amplio
de significados como estar listo para algo repentino (Lucas 2:9; Hechos 12:7) o insistir en algo de
manera enérgica (Lucas 20:1; Hechos 4:1; Hechos 6:12; Hechos 23:27).
Aquí la forma del verbo sugiere las ideas complementarias de urgencia, preparación y presteza. Se
empleaba para alistar a un soldado y enseñarlo a mantenerse preparado para ir a la batalla en
cualquier momento, así como para un guardia que debía estar alerta todo el tiempo para cualquier
ataque sorpresivo.
Estas son actitudes imperativas para un predicador fiel (Jeremías 20:9; Hechos 21:11-13; Efesios
5:15-16; 1 Pedro 3:15)
El predicador fiel debe proclamar la Palabra cuando sea popular o conveniente y también si no lo
es en absoluto. Debe hacerlo si parece la opción más adecuada y también en caso contrario.
Los dictados de la cultura popular, la tradición, la reputación, la aceptación o el aprecio de la
comunidad (o de la iglesia) nunca deben alterar el compromiso del predicador para proclamar en
todo tiempo la Palabra de Dios.
´´REPRENDE´´ epitimao (ἐπιτιμάω, G2008) que significa poner honor sobre, luego juzgar.
Pablo también dio instrucciones sobre el tono de su predicación. Él usa dos palabras que tienen
una connotación negativa, y otra que tiene connotación positiva: redarguye, reprende, y exhorta.
Todo el ministerio valioso debe tener un balance positivo y negativo. El predicador que no
redarguye ni reprende no está cumpliendo con su comisión.
El redargüir, reprender, y exhortar es lo mismo que predicar la Palabra, porque estos son los
mismos ministerios que realizan las Escrituras. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para
enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16).
Note el mismo balance del tono positivo y negativo. Reprender y corregir es negativo; enseñar e
instruir es positivo
´´EXHORTA DOCTRINA´´ parakaleo (παρακαλέω, G3870) orar, presentar, rogar, alentar, amonestar,
animar.
En 1 Tesalonicenses 2:11, Pablo dijo, “como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos”.
Muchas veces esto requiere mucha paciencia e instrucción. Pero el ministro excelente no puede
omitir estos aspectos de su llamado.
Pablo NO está sugiriendo que la manera para alcanzar a una sociedad es ablandar el mensaje para
que las personas se sientan cómodas. Sino, todo lo opuesto. Este tipo de cosquilleo de oídos es
deplorable. Pablo le urge a Timoteo a estar dispuesto a sufrir por el amor de la verdad, y que
continúe predicando la Palabra fielmente.
Nadie puede predicar con poder si no está predicando la Palabra. Y ningún predicador fiel diluye ni
abandona el consejo entero de Dios. Proclamar la Palabra—en su totalidad—es el llamado del
pastor.
Fuente:
John MacArthur responde a la pregunta ¿Cuál fue la razón de su compromiso a predicar la Palabra
de Dios?
Diccionario Vine NT
Diccionario Strong