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Juan Facundo Quiroga

Caudillo y militar, fue uno de los máximos exponentes del


federalismo argentino, nació en San Antonio de los Llanos (La Rioja)
en 1788.

Sus padres fueron José Prudencio Quiroga (sanjuanino) y Juana Rosa


de Argañaraz (riojana), criollos de ilustre abolengo hispano, siendo
descendiente por los Quiroga de los reyes visigodos Reciario II y
Recaredo I “el Católico” y de varios guerreros que participaron en la
conquista del Nuevo Mundo.

Por línea materna descendía de los Argañaraz, familia de alta estirpe establecida en La Rioja,
descendiente del conquistador Francisco de Argañaraz y Murguía quien fundó San Salvador de
Jujuy en 1593 y que fue también antepasado del general Martín Miguel de Güemes.

A los 20 años, Facundo es encargado por su padre de la administración y conducción de sus arrias
de ganado, viajando por Mendoza, San Luis, Córdoba y otras provincias. En 1812 pierde el ganado
de su padre en el juego y para lavar esta afrenta decide enrolarse en el ejército junto al coronel
Corvalán, quien reclutaba soldados para el Ejército Grande del general San Martín en Buenos Aires.

Facundo ya alistado en la compañía de infantería que estaba al mando del capitán Juan Bautista
Morón, permaneció un mes recibiendo instrucción militar, hasta que el comandante Corvalán
consigue que se le dé la baja por pedido de Prudencio Quiroga, quien perdona a su hijo de ese
error de juventud.

En 1814 se casa con María de los Dolores Fernández y Sánchez, señorita de la sociedad riojana,
pero sigue viviendo en casa de sus padres en San Antonio.
Los generales Belgrano y San Martín reciben grandes colaboraciones de Quiroga, quien le remite
ganado e insumos destinados a la guerra emancipadora, obteniendo el riojano el título de
“Benemérito de la Patria”.

El 31 de enero de 1818 es nombrado Comandante Militar de los Llanos, reemplazando a Fulgencio


Peñaloza. Por esos tiempos el prestigio de Quiroga es inmenso en toda la región. A él acuden todos
los paisanos que necesitan algo de cualquier especie que sea: ayuda pecuniaria, protección contra
una injusticia, recomendación para el gobierno, certificación de hombría de bien.
En el mes de diciembre de 1818, recibe orden del gobierno riojano de marchar a Córdoba por
asuntos de su cargo militar y también por sus negocios de hacendado.

A fines de enero de 1819, regresa a La Rioja cruzando la provincia de San Luis. Cuando llega a esta
ciudad, es detenido por el gobernador Dupuy por causa de desconfianza y recelos hacia su persona.
Allí permanece alojado en el cuartel. Mientras dura su detención, el 8 de febrero se produce la
sublevación de los prisioneros realistas presos en San Luis. Son todos oficiales y altos jefes del
ejército hispano vencidos en Salta, Chacabuco y Maipú. Facundo ayuda a reprimir este movimiento
y se lo manda poner en libertad.
En esos tiempos es felicitado por Tomás Godoy Cruz por su participación en la lucha contra la
banda de los Carrera.
En 1823 es elegido gobernador de su provincia y extendió su influencia a las provincias vecinas.
Con la llegada de Bernardino Rivadavia a la Presidencia en 1826, se establece un sistema unitario
que viola las autonomías provinciales. Con empresarios londinenses ha creado varias entidades
comerciales, industriales y de fomento. Una de ellas es la “River Plate Agricultural Association” y la
otra es la “River Plate Mining Association”. La primera tendrá a cargo la explotación agrícola de las
feraces tierras de la provincia de Buenos Aires, que por la ley de enfiteusis se cederán
gratuitamente a la “River Plate Agricultural Association” para colonos ingleses. Mientras que la
segunda se apoderará, también gratuitamente de las minas de plata de la Rioja, explotada por los
riojanos con bastante éxito.

La oligarquía porteña apoya al nuevo gobernante y se mandan expediciones a reprimir a las


provincias federales. En La Rioja el presbítero Castro Barros denuncia en la Sala de Representantes
al gobierno de Rivadavia y a la persona misma del Presidente por su persecución a la Iglesia
Católica. La Sala riojana resuelve no reconocer en esa provincia a Rivadavia como Presidente de la
República, ni ley alguna emanada del Congreso General Constituyente, “hasta la sanción general de
la Nación”, y declarar la guerra a toda provincia e individuo que atentase contra la religión católica.

El Congreso General era solamente “Constituyente”, y por lo mismo no podía tener la facultad
ejecutiva de nombrar Presidente de la República. Además, de acuerdo con lo resuelto por el mismo
Congreso, la Constitución debía ser previamente aprobada por las provincias, y ésta que se hacía
regir había sido rechazada.

La Constitución unitaria de 1826 era centralista y establecía: “La Nación Argentina adopta para su
gobierno la forma representativa republicana, consolidada en unidad de régimen” (art. 7°); “en
cada provincia habrá un gobernador que la rija, bajo la inmediata dependencia del Presidente de la
República” (art. 130); “el Presidente nombra los gobernadores de las provincias” (art. 132).

Fue por indicación de Castro Barros, que éste levantó su pendón con la inscripción de “Religión o
Muerte”, que por otra parte se avenía perfectamente con el sentimiento del riojano, que era muy
religioso y que diariamente leía los evangelios al extremo de saberlos de memoria.

Rivadavia envió a Tucumán al coronel Gregorio Aráoz de La Madrid para que organizara un
contingente con el fin de reforzar el ejército que luchaba en la guerra que se había iniciado con el
Brasil. La Madrid depuso al gobernador tucumano y se unió a los gobernadores de Salta y
Catamarca, Arenales y Gutiérrez, formando una alianza contra el resto de las provincias que
enfrentaban a Buenos Aires. Quiroga marchó contra La Madrid y lo venció el 27 de octubre de 1826
en la batalla de El Tala.

Ocupó después Tucumán y volcó la situación en el Noroeste argentino y Cuyo, controlando las
provincias de Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza. Fue en esa batalla cuando Facundo
enarboló por primera vez su bandera, respondiendo a un contexto que había llegado a identificar a
los unitarios con la irreligión.

El 5 de julio de 1827 se produce la batalla del Rincón de Valladares entre las tropas riojanas y
santiagueñas al mando de Quiroga contra los unitarios mandados por La Madrid y sus aliados
mercenarios colombianos de pésimos antecedentes. Tomadas por el anca, las caballerías de
La Madrid se desarticulan, se atropellan, se enmarañan. Las lanzas riojanas y santiagueñas hacen
un estrago espantoso. Una hora después el ejército federal, que parecía vencido, es dueño del
campo, mientras no queda, de las fuerzas tucumanas, ninguna otra formación que un resto del
escuadrón de colombianos al mando del célebre coronel Matute. Facundo, usando de una misma
táctica, ha vencido nuevamente a La Madrid.
Celoso de su victoria, ordena al comandante Ángel “Chacho” Peñaloza que persiga a La Madrid con
los que huyen en dirección al norte. Dispone la asistencia a los heridos y la entrega de los cadáveres
a sus deudos.
La Madrid escapa a Bolivia y pide asilo al general Sucre. Los caudillos y gobernadores de provincia,
al ver alejado del gobierno a Rivadavia, se aprestaron a reconciliarse con Buenos Aires y a
contribuir a la guerra contra el Brasil.

Tras el interinato de Vicente López en la presidencia, el 13 de agosto de 1827 asume como


gobernador el coronel Manuel Dorrego, figura popular del partido federal.
Dorrego se apresuró a restablecer la concordia de la familia argentina; abrió comunicaciones con
los caudillos Facundo Quiroga, Juan Bautista Bustos, Juan Felipe Ibarra y Estanislao López.
Propuso a los caudillos un tratado, mediante el cual se daría al país, por el órgano de un Congreso,
una Constitución Nacional.

El 1° de diciembre de 1828 se sublevó, en la madrugada, la primera división del ejército a las


órdenes del general Juan Lavalle. Pocos días después, el 13 de diciembre, Dorrego es fusilado en
Navarro sin tener juicio previo y en forma contraria al derecho de gentes.
La noticia del fusilamiento consternó a la opinión pública. Los pueblos del interior se indignaron y
los gobiernos hicieron oír sus protestas ante crimen tan alevoso. El general José María Paz toma
Córdoba y entabla negociaciones con Facundo, pero éste apresta su ejército, con auxiliares de otras
provincias, y se dispone a desalojar a Paz de Córdoba. Y nuevamente, labradores, gauchos llaneros,
viñateros, carreteros, indígenas y morenos todos, vuelven a dejar sus herramientas de trabajo y
formar el ejército de La Rioja a las órdenes de su caudillo, para enfrentar al ejército que atacaba las
autonomías provinciales.

Los montoneros de Facundo son derrotados en la Tablada, el 23 de junio de 1829, conociendo la


amargura de la derrota. Numerosos prisioneros riojanos son fusilados, entre ellos oficiales de alta
graduación.

Paz derrota nuevamente a Quiroga en la batalla de Oncativo, el 25 de febrero de 1830. En esta


batalla cae prisionero el general Félix Aldao, quien sufre humillaciones por parte del coronel
unitario Hilarión Plaza quien lo hace montar en un burro y lo obliga a entrar así a la ciudad de
Córdoba.

Facundo se establece en Buenos Aires y pide ayuda al gobernador Juan Manuel de Rosas, quien le
facilita tropas. A comienzos de 1831 vence al coronel Pringles en Río Cuarto y a La Madrid en la
Ciudadela, el 4 de noviembre. Con esta última victoria se pacifica todo el norte argentino y en
diciembre del mismo año envía una circular a todos los gobernadores pidiéndoles apoyo en la
guerra contra los salvajes, la que se llevó a cabo en 1833 con la Campaña al Desierto.

En la Expedición al Desierto, Quiroga se hizo cargo de las divisiones del Centro y del Oeste, que
confió a los generales Ruiz Huidobro y Aldao, combinada con la del general Rosas, ganando
territorios para la soberanía nacional y rescatando numerosos cautivos.

En 1834 se instaló con su familia en Buenos Aires y frecuenta la sociedad porteña, trabando una
gran amistad con Encarnación Ezcurra.

El 18 de diciembre de 1835, el gobierno porteño le encomienda una misión diplomática ante los
caudillos de Salta y Tucumán, viajando hacia el norte. Rosas lo acompañó hasta la Hacienda de
Figueroa (San Antonio de Areco), enviándole una carta con sus ideas sobre la organización nacional
y le ofreció una escolta, pues había versiones de un plan para asesinar al caudillo riojano por parte
de los hermanos Reinafé, que gobernaban Córdoba.

El 16 de febrero de 1835 Facundo fue asesinado en Barranca Yaco (Córdoba) junto al doctor José
Santos Ortiz (ex gobernador de San Luis y figura
prestigiosa del federalismo) y otros miembros de su
comitiva, por una partida de sicarios al mando del
capitán de milicias Santos Pérez. La galera en que viaja
Quiroga es internada en el monte; se borran con tierra
las huellas de sangre y se saquea a los muertos.
Cuando ya la tarde declina, la partida abandona el
lugar del crimen. Durante la noche se desencadena
una tormenta que borra todas las huellas. Por todo el
país corre la noticia del asesinato del general Quiroga.

La viuda del general Quiroga, reclama, el 8 de enero de 1836 el cadáver de su esposo. Rosas
dispone que su edecán, el coronel Ramón Rodríguez vaya a Córdoba en busca de los restos
mortales del caudillo riojano. Rodríguez marcha acompañado de una nutrida escolta y de una
carroza, lo más suntuosa que fue posible construir, y toda pintada de rojo.

El 7 de febrero los restos mortales de Quiroga son depositados en la iglesia de San José de Flores,
dictando el gobierno el consiguiente decreto por el cual se le rinden al difunto general honores
apoteósicos. El 19 de febrero de 1836 su cadáver recibió un homenaje en la iglesia de San Francisco
y fue trasladado al cementerio de la Recoleta.

Integrantes:

 Michlig, Daniela Elizabeth


 Morell, Ángel Agustin
 Quintana, David

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