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Coordinadores:
Francisca Fariña
Ramón Arce
Mercedes Novo
ASEMIP
Asociación Española Multidisciplinar Dolores Seijo
de Investigación sobre Interferencias Parentales
Separación y Divorcio:
interferencias parentales
Coordinadores:
Francisca Fariña
Ramón Arce
Mercedes Novo
Dolores Seijo
Esta publicación ha sido financiada por el proyecto “Consolidación e Estructuración do
Sistema Galego I+D+I” (INCITE09ENA211041ES)”
ISBN: 978-84-693-2020-4.
Depósito Legal: C 1477-2010.
Imprime: NINO-Centro de Impresión Dixital.
Prólogo
Los medios de comunicación se han ocupado reiteradamente del tema de las interferencias
parentales que dificultan, en el mejor de los casos, o impiden, en el peor, las relaciones de
los hijos e hijas con alguno de sus progenitores tras las separaciones o divorcios. Los repor-
tajes, con mayor o peor fortuna, nos acercan a unas situaciones complejas, que adquieren
rasgos dramáticos en muchos casos, y en los que es la felicidad de muchos niños, y la des-
dicha de muchos adultos lo que está en juego.
Una mirada sosegada a esta problemática es un acto de responsabilidad para muchos profe-
sionales que trabajan en el ámbito de las crisis de pareja. En este sentido, un foro en el que
participan pediatras, psiquiatras, abogados, jueces, educadores sociales y mediadores fami-
liares, es una luz que nos permite abrir campo a la esperanza.
Desde los juzgados de familia se ha venido realizando un importante esfuerzo en que los
procesos de familia no sirvan para que alentar la batalla entre los progenitores, en perjuicio
de los hijos. De esta forma puede extraerse de la jurisprudencia que el término custodia
hace referencia a convivencia, no implicando más derechos y, consecuentemente, no supo-
ne un status privilegiado de un progenitor frente al otro. Se insiste en que ambos progeni-
tores deben mantener el ejercicio conjunto de la patria potestad, de acuerdo con lo dispues-
to en los arts. 154 y 156 del código civil y que, por lo tanto, deben comunicarse todas las
decisiones que con respecto a los hijos adopten en el futuro, así como todo aquello que
conforme al interés prioritario de los mismos deban conocer ambos padres.
Cualquiera que sea el régimen de custodia, ambos padres deben participar en las decisiones
importantes, siendo de especial relevancia las que vayan a adoptar en relación a la residencia
del menor o las que afecten al ámbito escolar, o al sanitario. Para este fin se potencia el
régimen de decisión conjunta, siempre que sea posible, para cualquier tipo de intervención
quirúrgica o de tratamiento médico no banal y la intervención y decisión de ambos padres
en las celebraciones religiosas, tanto en lo relativo a la realización del acto religioso mismo
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como al modo de llevarlo a cabo sin que al respecto tenga prioridad ni preferencia alguna el
progenitor a quien corresponda el fin de semana correspondiente al día en que vaya a tener
lugar los actos.
En cuanto al derecho a ser informado, se ha superado la doctrina que atribuía este derecho
a quien tenía la custodia. Los dos padres deben ser informados por terceros de todos aque-
llos aspectos que afecten a su hijo y concretamente tienen derecho a que se les facilite a los
dos toda la información académica y los boletines de evaluación escolar, e igualmente tie-
nen derecho a obtener información a través de las reuniones habituales con los tutores o
servicios de orientación del centro escolar tanto si acuden los dos como si lo hacen por
separado. De igual manera tienen derecho a obtener información médica de sus hijos y a
que se les faciliten los informes que cualquiera de los dos soliciten.
La atribución a uno solo de la custodia, con el apartamiento del otro de los derechos y res-
ponsabilidades, es una cuestión cultural que incluso se vio reflejada en la legislación. El
artículo 103 del código civil hablaba del “cónyuge apartado de los hijos”, como sinónimo
de persona separada, y únicamente se le ha reconocido hasta la reforma de la Ley 15/2005
el derecho a visitarlo. La reforma legal no hizo más que recoger las orientaciones de la ju-
risprudencia y la práctica forense, aun cuando la misma quedó incluso rezagada respecto a
un porcentaje importante de convenios reguladores y de sentencias, que ya vienen reco-
giendo desde hace más de diez años fórmulas de responsabilidad parental compartida.
No obstante, los problemas que muchas parejas tienen para gestionar sus procesos de sepa-
ración generan múltiples comportamientos nocivos para el equilibrio psíquico de los hijos
de padres divorciados, que utilizan a los niños en los conflictos de la pareja, con un negati-
vo impacto en los mismos, hasta el punto de que puede hablarse en estos casos de un por-
centaje superior al 25 % de deterioro irreversible de las relaciones de los menores con uno
de sus dos progenitores.
La realidad incuestionable de la lacra que padece nuestro país, como consecuencia de una
ancestral concepción del papel de la mujer y de la supremacía del hombre, ha hecho nece-
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saria una legislación especial para el tratamiento integral de las manifestaciones de violencia
física, psíquica y cultural. El efecto producido respecto de las interferencias parentales en
las relaciones paterno y materno filiales es enorme, por cuanto la presencia del fenómeno
de la violencia distorsiona todo el sistema familiar. Desde la jurisdicción se ha dejado abso-
lutamente claro que en ningún caso el maltratador puede resultar beneficiado por su acción
con un régimen de tolerancia que minimice su responsabilidad y la pretenda aislar del con-
junto de relaciones familiares. No obstante también se ha de procurar dimensionar adecua-
damente la naturaleza de la violencia ejercida, por cuanto la expansión del concepto a de-
terminadas manifestaciones de violencia psíquica que pueden catalogarse como leves, no
pueden servir de acicate para que, por un efecto colateral, haya niños que queden separados
de sus padres absolutamente. Aquí no se pueden establecer pautas generales, sino que en
cada caso se habrán de ponderar todas las circunstancias, garantizando en cualquier caso el
interés del menor.
PASCUAL ORTUÑO
Magistrado
Director de la escuela Judicial española
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Índice:
10. Protocolo de fariña, seijo, arce y novo (2002) para las evaluaciones de
guarda y custodia en procesos de separación y divorcio.
Andrea Sotelo Fernández, Mercedes Novo Pérez y Manuel Vilariño Vázquez ................181
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11. Mediación familiar e interferencias parentales. Aproximación a la cuestión
desde la normativa española.
Inmaculada García Presas.................................................................................................191
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ACTUACIÓN JUDICIAL ANTE LA DETECCIÓN DE INTERFE-
RENCIAS PARENTALES POR UNO U OTRO PROGENITOR
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quienes a su vez designan a los altos cargos de la Administración de Justicia,
comenzando por los Magistrados del Tribunal Supremo, un diseño que con-
tamina todo el sistema judicial, politizándolo y polarizando su naturaleza neu-
tral e independiente. El resultado es una pérdida de confianza social en la
Administración de Justicia. Peor si cabe es el panorama y el grado de descon-
fianza en la actuación del propio Tribunal Constitucional, Órgano crucial ga-
rante de velar por la esencia, aplicación y no transgresión de nuestra Norma
Fundamental, y precisamente por adolecer de un vicio estructural en el nom-
bramiento de sus Magistrados por el Poder Político.
Con todo, hasta recientemente los integrantes del Poder Judicial, los Juz-
gados y Tribunales que imparten Justicia desde la trinchera y no en los despa-
chos de Poder, hemos gozado de esa independencia, presumiendo de impar-
cialidad y objetividad a la hora de juzgar y dictar resoluciones. Y digo hasta
ahora, porque al menos en materia de Derecho de familia, y ante las imposi-
ciones que viene marcando la que denomino Dictadura de Género, se está
socavando la propia libertad de criterio y enjuiciamiento, quedando sojuzgada
por una férrea cadena de pensamiento único, un dogmatismo y ortodoxia que
no admite réplica ni contradicción en sus planteamientos. No cabría de esa
manera hacer análisis ponderados de prueba para llegar a una convicción no
predeterminada, no cabría practicar una prueba pericial psicológica rigurosa y
ajustada a metodología científica, pues el resultado ya vendría preconfigurado.
La preconvicción ideológica, de esa forma, le ganaría el terreno a la evidencia
empírica. Sería volver a dogmatismos característicos de la Inquisición: “
Agarrémonos a la santa tradición que la iglesia católica ha preservado sin mancha durante
siglos. Hagámoslo como hijos sumisos y obedientes, convencidos de que si yo veo que ahora es
de día, pero la santa Iglesia me dice que es de noche, sin duda es que ya se puso el sol y yo
soy el equivocado (Grandes Procesos de la Inquisición, seis relatos prohibidos, César Vidal,
Editorial Planeta).
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En materia de interferencias parentales, esa intromisión e intento de
adoctrinamiento del Poder Judicial desde la órbita de lo considerado política-
mente correcto, se hace especialmente visible, pues se parte del dogma, caren-
te de toda base científica de que esas interferencias, especialmente en el caso
de alienación parental son un invento de los padres maltratadores. Se obvia,
de entrada que las interferencias pueden ser provocadas por padres, madres e
incluso por otras personas dentro del entorno familiar, como hermanos, abue-
los y nuevos compañeros o compañeras sentimentales. Los jueces, por tanto,
desde esa doctrina de `pensamiento único excluyente, hemos de partir de una
preconvicción, siempre cargada de una nociva y perniciosa carga de intuición y
prejuicio, sin que se pueda tener libertad de enjuiciamiento, examen y análisis
de las causas que generan que un niño pueda rechazar a un progenitor, y mu-
chas veces al resto de su entorno y familia extensa. Se parte del convencimien-
to de que los niños no son manipulables e influenciables y se niega que exista
el denominado Síndrome de Alienación Parental por no estar reconocido en el
DSM-IV. Sinceramente, considero que ese planteamiento no puede estar más
huérfano de fundamento, después de haber constatado a nivel profesional y
de forma personal, casos flagrantes de niños alienados, pues a nivel científico
internacional nadie niega la existencia en hijos que han vivido situaciones de
ruptura traumática, de una sintomatología característica de alienación, lo que
se discute es si esa sintomatología reúne los requisitos para ser calificada como
un característico cuadro de trastorno mental, y que ese cuadro pueda alcanzar
la categoría de síndrome. Absurdo planteamiento que incluso haría negar la
existencia del propio síndrome de mujer maltratada, ante la diversa y difusa
manifestación y sintomatología traumática que sufren las mujeres que padecen
esa lacra y consiguiente deterioro físico y psicológico.
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Entre los síntomas del niño alienado, son de apreciar, y no sólo porque
los definiera Gardner sino porque los apreciamos en la práctica los profesio-
nales que trabajamos con objetividad en Derecho de Familia, los siguientes:
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- Presencia de argumentos y frases repetidas, a menudo tomadas
de progenitor alienador: Mi padre o mi madre siempre nos han engañado, nun-
ca me podía esperar algo así de él o ella.
- Extensión del odio a la familia extensa y entorno social del pro-
genitor rechazado: Mis abuelos, primos, tíos tampoco me han querido nunca.
Por consiguiente, se ha de partir de la necesidad de que los jueces cuen-
ten con elementos de juicio suficientes, para lo que resulta importante la in-
formación objetiva que puedan aportar los Equipos Psicosociales, peritos ex-
ternos siempre que las pericias reúnan los requisitos metodológicos y deon-
tológicos exigibles, Puntos de Encuentro Familiar, para detectar situaciones de
SAP, pudiendo valorar y diferenciarlo de otras en las que el distanciamiento y
rechazo del menor a la figura de uno de sus progenitores puede ser conse-
cuencia y responsabilidad de la actitud o negligencia de éste: abandono, negli-
gencia, carencia de habilidades paternofiliales, maltrato en el ámbito domésti-
co. Se ha de insistir en la necesidad de no partir de posicionamientos apriorís-
ticos y de prejuicios de contenido claramente ideológico.
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Esa actuación judicial se ha de graduar, procurando la solución menos
traumática para el menor, de la siguiente manera:
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Sentencia 16 de Julio de 2008:
“En el presente caso, lo cierto es que la madre ha evidenciado esa inidoneidad, cau-
sando un perjuicio y victimización a su hija a quien de manera reiterada e injustificada,
haciendo oídos sordos de los requerimientos y advertencias judiciales, ha venido privando de
su derecho de contacto y relación con su padre y hermanas mayores. Claramente se aprecia
que la Sra. XXXXX ha sufrido una situación emocional de frustración no superada y
despecho hacia el padre de su hija, un odio visceral que ha reconducido a través de la propia
niña, confundiendo maltrato psicológico con su propia sintomatología ansioso-depresiva com-
patible con un diagnóstico de reacción adaptativa mixta, tal y como consta en el informe de
la Dra. XXXXXX (Equipo de Salud Mental Oriente ) de 27 de Mayo de 2008.
Más lo cierto, es que, ante los antecedentes ( falsas denuncias, por las que ahora se la
enjuicia, condenas por desobediencias, persistencia contumaz a no cumplir los requerimientos
judiciales) ha quedado más que de manifiesto, su predisposición a no permitir y poner todo
tipo de trabas a que su hija pueda tener una sana y saludable relación con su padre y her-
manos. La niña se encontraba en plena fase de elaboración de un SAP, que, si no se ha
consumado, ha sido por la intervención judicial que, en cumplimiento del apercibimiento
desatendido, como medida cautelar ya adoptó la medida terapéutica del cambio de guarda y
custodia”.
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Este tipo de medidas se avala incluso por el Tribunal Constitucional,
siempre que se motive adecuadamente su adopción en aras a garantizar el in-
terés del menor, centrado en esos supuestos en su derecho a conservar el
vínculo de apego con el progenitor del que se le ha apartado injustificadamen-
te:
“Pues bien nos encontramos por tanto ante una resolución judicial en primera instan-
cia que se basa en la constatación de ciertos hechos y en la ineficacia de las medidas judiciales
acordadas como consecuencia de ellos, y que valora estas circunstancias como justificativas de
un cambio del régimen de custodia en beneficio del mantenimiento del trato del menor con su
padre y sus hermanos, que conviven con éste. Por el contrario la Audiencia Provincial, al
resolver el recurso de apelación interpuesto frente a tal resolución, tras reconocer las facultades
del Juez para acordar lo mejor para el menor sin sujeción al principio dispositivo, se limita a
razonar que "no concurren razones que justifiquen una modificación del régimen de custodia
en su momento acordado, ya que no han sobrevenido nuevas circunstancias que justifiquen
una modificación de una medida de tanta trascendencia para la vida del menor, sino la
adopción por el juzgado a quo de cuantas medidas sean necesarias para garantizar su ejecu-
ción, de acuerdo con las previsiones establecidas en la LEC”
No resulta constitucionalmente admisible que, una vez que el Juez de Primera Instan-
cia explicita ciertos hechos ya señalados con anterioridad (sucesivos incumplimientos del
régimen de visitas, culpabilización del menor en cuanto a la subsistencia de su madre, buena
relación con el padre y los hermanos negada por la madre, etc.), éstos sean simplemente igno-
rados por la Audiencia Provincial al afirmar lisa y llanamente que no han sobrevenido cir-
cunstancias que justifiquen la variación del régimen de custodia del menor, sin que ello venga
precedido de una diferente apreciación de tales circunstancias o de la valoración jurídica que
merezcan al Tribunal. La afirmación de que no se han producido circunstancias nuevas, o
la de que, habiéndose producido, no reviste entidad justificativa de un cambio del régimen de
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custodia, no pueden constituirse en un juicio apodíctico, sino en la conclusión de un razona-
miento que desmonte la argumentación del órgano judicial cuya motivada resolución se ape-
laba. Así lo exige el derecho a la tutela judicial efectiva del demandante de amparo, quien
había obtenido ya una resolución judicial favorable a sus pretensiones que le es revocada sin
que se expresen las razones que conducen a tal decisión”.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL DEL TRIBUNAL EUROPEO DE
DERECHOS HUMANOS SOBRE INTERFERENCIAS
PARENTALES TRAS LA RUPTURA DE PAREJA
Esa complejidad, con los problemas humanos y jurídicos que le son in-
herentes, se agudiza, lógicamente, con ocasión de la crisis de la pareja, casada
o no, cuya separación o disolución tiene a su vez causas igualmente no racio-
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nales con gran repercusión en varios sentidos y las conocidas interferencias.
Quiero decir: los problemas propios de esa crisis se ven potenciados por aque-
llos componentes metajurídicos, cuando el sentimiento se convierte en resen-
timiento, el amor en odio, la atracción personal en repulsión. Sus consecuen-
cias –he de referirme aquí sólo a las jurídicas, porque junto a ellas hay otras no
menos valiosas de las que debo prescindir hasta donde sea posible- desbordan
también a los protagonistas de la ruptura, y alcanzan, entre otros, a los hijos,
que es en quienes voy a centrar mi atención.
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Dada la amplitud de esa cuestión, con diversas proyecciones individua-
les y familiares (familias residuales, familias reconstituidas, etc.), donde los
conflictos se multiplican más que se suman, y por ser inabarcable aquí toda su
problemática, limitaré mi atención sólo a algunos aspectos: las relaciones per-
sonales de los hijos con sus progenitores y sus particulares interferencias, y su
protección jurídica, tan necesitada ésta por vulnerables aquéllas, y cómo esa
defensa y protección ha traspasado las fronteras nacionales y ha dado lugar a
una interesante doctrina jurisprudencial del Tribunal Europeo de Derechos
Humanos (en adelante T.E.D.H.), que parecen ignorar, porque no aplican las
más de las veces, nuestros tribunales y abogados.
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sona que le es muy próxima humana y afectivamente, aunque un pleito y unas
disensiones le separen de aquella persona.
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Mas es un derecho con notables particularidades. Dado que el derecho de
visita puede ser denegado “conforme a lo dispuesto en resolución judicial” (art.
160-1º, in fine), y que el interés del hijo es el dato fundamental de su concesión y
de su contenido, resulta ser una especie de derecho “de geometría variable”, en
el que tanto su efectividad actual (si ha lugar en una situación y momento dado)
como su contenido y alcance (tipo de relaciones, frecuencia, etc.) dependen del
interés del menor, de que haya una “causa justa” para concederlo o denegarlo, y
aún para modificar o suspender unas relaciones concretas según convenga al
menor (parámetro sociojurídico de valoración).
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desarrollo de su personalidad. Aunque la calificación pueda ser discutible, por
razón del abierto y difícil concepto de "derechos de la personalidad" (cuántos,
cuáles, caracteres esenciales?), creo que cabe incluirlo en ese ámbito. En una
acepción amplia de tales derechos, pienso que el que nos ocupa alcanza
ciertamente esa categoría.
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de 26 diciembre 2002), y para los hijos, un derecho sutil y al más alto nivel (el del
art. 39. C.E.).
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con la persona con quien no convive, o el encuentro entre el niño y esa persona;
b) todas las formas de comunicación entre el niño y esa persona; y c) toda
comunicación de información relativa al menor, a esa persona, o a la inversa”. Y
se refiere a las relaciones entre un hijo y sus padres (art. 4: “1. El niño y sus
padres tienen el derecho de obtener y mantener contacto y relación recíproca de
forma regular.- 2. Tal relación puede ser restringida o excluida sólo cuando sea
necesario de acuerdo con el mejor interés del hijo”). El T.E.D.H. se ha referido
en alguna ocasión al contenido del derecho de visita, que ha considerado de
forma amplia, incluyendo no sólo la relación directa con presencia recíproca,
sino cualquier forma de comunicación (epistolar, telefónica, correo electrónico)
[Cfr. S. TEDH 25 febrero 1992 (caso Anderson vs. Suecia), sobre comunicación
escrita o telefónica entre madre e hijo, y S. 19 noviembre 2000 (caso Glaser vs.
Reino Unido), sobre correo electrónico como medio de comunicación. Para el
Derecho español, véase S. T.S. 28 junio 2004].
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o suspensión de las relaciones de referencia) [El BGB recoge en el $ 1684.2 la
“cláusula de buen comportamiento”]..
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decayendo en frecuencia o en intensidad y naturalidad de la relación personal
por culpa de una labor de zapa, negativa; etc.
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causas, sobre todo en razón de la complejidad de la relación jurídico-familiar,
que con sus acusadas componentes metajurídicas (afectivas, psicológicas,
personales, sociales) desborda los esquemas jurídicos formales habituales.
Sin embargo, las relaciones personales de los hijos menores con cada uno
de sus progenitores, e incluso con otras personas cualificadas (abuelos,
hermanos, otros parientes o “allegados”: cfr. art. 160 C.c.), son de notable
importancia tanto para el padre o madre como para el hijo, que va más allá de la
propia de un abstracto derecho o deber jurídico, precisamente por la carga
humana que acompaña siempre a todas las relaciones familiares, que son
vivencia personal más y antes que categoría jurídica. En particular, a) para el
progenitor, por la propia relación de filiación y de afecto que les une, y en la
recíproca necesidad personal y vital del padre o la madre y del hijo; amén del
deber de cuidar y velar por los hijos menores, que se funda en normas éticas y de
naturaleza humana que trascienden la pura legalidad; y b) para el hijo, por las
necesidades personales y afectivas de éste –que tiene, en principio, derecho a
seguir compartiendo vida y vivencias con ambos progenitores- y las específicas
de esa etapa vital para el desarrollo, equilibrado y sin influencias unilaterales, de
su personalidad, requerimiento éste particularmente grave en situaciones
personales y familiares marginales.
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la Convention on Contact concerning Children, de 15 mayo 2003, del Consejo de
Europa-, que invoca en su Preámbulo la necesidad de “preservar las relaciones
personales entre los niños y sus padres, y con otras personas que tengan lazos
familiares con los niños, de acuerdo con la protección asegurada por el art. 8 de
la Convención sobre la protección de los Derechos del Hombre y de las
Libertades Fundamentales”.
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Pero ello, no obstante, parece claro que una vez establecido jurídicamente que
un padre o madre tiene derecho a comunicarse y mantener relaciones personales
con su hijo, y determinado formalmente el régimen concreto de esas relaciones,
aquel derecho debe ser protegido y cumplido a toda costa mientras no se disponga
otra cosa, y estas relaciones efectivamente gozadas, máxime cuando está por el
medio el interés preminente del menor.
Todo lo que no sea eso -y mientras no haya una causa nueva y poderosa
que justifique in concreto la no realización de las relaciones acordadas- supone un
fracaso del Derecho como instrumento de organización social y de justicia. No
puede olvidarse que es principio constitucional el que todas las personas tienen
derecho a obtener la tutela judicial efectiva en el ejercicio de sus derechos e
intereses legítimos (art. 24.1 C.E.), y que es obligado cumplir las sentencias y
demás resoluciones judiciales firmes, así como prestar la colaboración requerida
por los jueces y tribunales en ejecución de lo resuelto (art. 118 C.E.). Aunque no
son absolutos tales mandatos constitucionales, ni siempre se puede garantizar
con el mismo rigor su cumplimiento puntual, éste debe constituir el principio
rector, y el cumplimiento de un régimen de visitas acordado por un Juez en
resolución firme debe tener a su disposición todos los instrumentos jurídicos
posibles en un ordenamiento para hacerse efectivo, pues el derecho de visita, en
el que se hallan implicados bienes jurídicos del menor y valores tipificados y
protegidos en los arts. 10 y 39.2 C.E., es institución de ius cogens necesitada de
especial protección. El incumplimiento de ese régimen de relaciones personales
supone en alguna medida el fracaso del sistema jurídico que lo regula y protege.
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veces difícil o imposible la coerción o imposición del deber ser jurídico, no creo
que sea incoercible el derecho-deber de visita; al menos, no siempre. Sólo el
cumplimiento específico del deber del obligado (“gravado”) puede impedir que
se consoliden situaciones de hecho y conductas irregulares, y satisfacer no sólo
el interés de los afectados sino el fin esencial que con tales relaciones se persigue,
y justifica su concesión. Por ello, los medios e instrumentos habituales y
consecuencias alternativas al cumplimiento específico de la obligación de hacer
(indemnizaciones, sanciones), son desmedrados remedios que si pueden dar una
satisfacción subsidiaria a uno de los perjudicados, dejan insatisfecho el interés
primordial y el fin esencial a que atienden estas relaciones.
En atención a todo eso, creo que deben agotarse (subrayo el término) los
caminos y medios jurídicos para lograr el efectivo cumplimiento y goce de
aquellas relaciones –sólo así queda realmente protegido-, con respeto del
principio de proporcionalidad. Ante el fracaso o inviabilidad de los medios
directos, difíciles aquí, habrá que recurrir a medios indirectos, tanto de coerción
(incluida la penal) como de "cumplimiento por equivalencia" o indemnización
(cfr. art. 709 ss. LEC), de forma que, además de otros fines y funciones (castigar
la conducta ilícita, reparar los perjuicios producidos) esos medios indirectos
desincentiven el incumplimiento o contribuyan a mover la voluntad de la parte
renuente o negadora e inclinarla al cumplimiento –lo que sólo se logrará cuando
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las consecuencias de esos medios indirectos sean para ella menos deseables que
el cumplir lo que debe-.
Son, sustancialmente, las que sugiere el art. 158 C.c., y las previstas por la
Ley de Enjuiciamiento Civil para los casos de condena de hacer personalísimo
(art. 709), incluidas las multas coercitivas (art. 711), de las que debiera hacerse un
uso más frecuente. Son específicas, a nuestros efectos, las medidas que
contempla el art. 776 LEC, su regla 3ª: el incumplimiento reiterado de las
obligaciones derivadas del régimen de visitas por una u otra parte podrá dar
lugar a la modificación del régimen de guarda y visitas. En efecto: aunque debe
hacerse un uso prudente y razonable, en no pocos casos puede ser aconsejable
modificar el régimen de guarda del hijo (su organización es considerada
modificable siempre en interés del menor), y confiarlo al otro progenitor o, si
esto no es posible, a persona distinta de aquella que impide las relaciones de quo,
si se estimara que este impedimento perjudica al menor más que el cambio de la
guarda; ello comportará el del régimen de visita y relaciones personales con el
que ha dejado de ser guardador. Esta medida (modificación de la guarda,
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inversión de las relaciones de guarda y de visita), introducida por la LEC, será en
la práctica judicial, aún demasiado infrecuente, una de las más eficaces ante la
actitud injustificada y resistente del guardador.
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juez acuerda la guarda a favor de la madre y se opone a ello el padre, que retiene
a los hijos en su domicilio: ¿cómo se cumple esa decisión judicial sino a la
fuerza, con ayuda de la policía, si es necesario?
̱͵̱
induzca a su hijo menor a infringir el régimen de custodia establecido por la
autoridad judicial o administrativa”: comprende la conducta del padre o madre
titular de un derecho de visita que induce al hijo a abandonar el domicilio familiar
(de su guardador) en contra del régimen de custodia acordado judicialmente, y la
del guardador que induce al menor a incumplir el régimen de visitas legalmente
establecido. c) El art. 225 bis (redacción L.O. 9/2002) tipifica “la sustracción” y
“la retención de un menor incumpliendo gravemente el deber establecido por
resolución judicial o administrativa” (núm. 2-b) –que alcanza también a los
abuelos (nº 5)-: el “deber establecido por resolución judicial” sería el de permitir
las relaciones personales y cumplirlas correctamente; y deja de ser punible
cuando el autor de esa retención o sustracción tenga “causa justificada”. d) La
falta del art. 622: infracción leve del “régimen de custodia” establecido por la
autoridad judicial.
B) Por otro lado, cabe pensar en el delito de desobediencia grave (art. 556 C.P.:
“[…] los que resistieren a la autoridad o sus agentes, o los desobedecieren gravemente,
en el ejercicio de sus funciones”). La actual tipificación (1995) de este delito requiere
que haya un mandato concreto y personalmente dirigido al sujeto (cfr. Ss. T.S.,
Sala 2ª, de 21 mayo 1983 y 5 junio 2003) –aquí, al guardador del menor,
“gravado” con un régimen de visitas-. La jurisprudencia y la doctrina dicen que
es necesario que se requiera al destinatario a que cumpla el mandato. La
desobediencia puede consistir en acción u omisión, exigiendo la jurisprudencia
una voluntad o un acto de oposición persistente y reiterada; y debe ser grave,
dato éste eminentemente valorativo, centrado en la contumacia en la
desobediencia (Ss. Sala 2ª de 5 junio 1989 y 29 junio 1992) o en la importancia
de la materia. No se requiere dolo específico (de ofender a la autoridad).
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anterior al vigente C.P. de 1995, por mor de una jurisprudencia un tanto
restrictiva): sólo tengo noticia de la S. Sala 2ª T.S. de 27 octubre 1962 (44).
A los efectos que aquí interesan, el Tribunal maneja una idea muy amplia
de vida familiar. Ha ido, incluso, ampliándola en el curso de su producción
jurisprudencial. No es ajeno a ello la propia evolución social y jurídica del
concepto de familia –noción autónoma, influida por ideas socio-culturales y
convicciones ideológicas y religiosas- en el ámbito cultural y jurídico al que
llegan las sentencias del Tribunal.
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aludido vínculo subyacente; es decir, si es protegible un derecho de visita entre
personas que nunca han mantenido antes una convivencia o relación efectiva,
real.
̱ͶͲ̱
ese marco por el Convenio de forma tópica, al encontrarse con asuntos que se le
han planteado y resolver el problema correspondiente. En principio, desde una
consideración teleológica, quedarán incluidas en aquella expresión (vida familiar)
todas las relaciones vivenciales e interpersonales entre sus miembros en su
proyección o dimensión privada (no pública), cuya lesión en su goce o legítima
vivencia afecte negativamente a alguno de sus protagonistas o a la protección de
los derechos individuales implícitos.
Las relaciones personales entre miembros de una familia sobre las que
se ha pronunciado más veces el Tribunal europeo afectan a los siguientes
ámbitos: a) La guarda de menores, disputada entre sus padres o entre alguno
de éstos y la autoridad administrativa a la que se haya confiado; casi
inseparable de esa cuestión es la de la relación residual entre el menor y sus
progenitores y su alcance. b) La asunción de la tutela de un menor por las
autoridades administrativas, y restricción por las mismas de los derechos y las
relaciones de los padres respecto de los hijos, así como las garantías destinadas
a la protección efectiva de esos derechos y relaciones (cfr. Johansen vs. Noruega,
S. de 7 agosto 1996). c) El regreso o retorno de los hijos con sus padres
biológicos tras la estancia de los primeros en acogida por otra familia o una
autoridad administrativa (reagrupamiento familiar), y la adopción y ejecución
de las medidas apropiadas (asuntos Rieme vs. Suecia, S. 22 abril 1992; y Olsson II
vs. Suecia, S. 27 noviembre 1992). d) El ejercicio de la patria potestad, incluida
la facultad de guarda y custodia por los padres (a veces, por terceros), con los
particulares problemas de su suspensión o privación. e) Las relaciones
personales (derecho de visita, como expresión más común) de los hijos con
uno de sus progenitores tras la separación de éstos, en particular tras la crisis
de la pareja, casada o no; y las de menores con personas distintas de los padres
(abuelos, hermanos y otras personas próximas). g) La recuperación por un
progenitor de la guarda de su hijo, sustraído o llevado por el otro fuera del
̱Ͷͳ̱
alcance (casi siempre en otro país, o en lugar desconocido) del guardador legal
(asunto Iglesias Gil vs. España, S. de 29 abril 2003).
̱Ͷʹ̱
arsenal jurídico adecuado para asegurar el respeto de las obligaciones positivas
que le incumben de acuerdo con el artículo 8 del Convenio (caso Maire contra
Portugal, $ 76). El Estado debe poseer, paralelamente, una panoplia de
sanciones adecuadas, eficaces y capaces de asegurar los derechos legítimos de
los interesados, así como el respeto de las decisiones judiciales que los
disciplinen y protejan.
̱Ͷ͵̱
8.2. Protección de Derecho material. Medidas que adoptar.
̱ͶͶ̱
deberán ser tomados en consideración en todo cuanto concierne a éste
(Hokkanen vs. Finlandia).
El principio del interés superior del menor no es, sin embargo, absoluto
en la jurisprudencia del T.E.D.H., sino claramente preponderante. A veces ha
debido ceder ante otros intereses valiosos, en lo que han influido
circunstancias concretas (justicia del caso): sobre todo en interés de los padres,
que ha sido tomado en consideración (caso B c/. Reino Unido, S. 8 julio
1987). En su justificación ha invocado el Tribunal el principio de proporcionalidad,
sobre todo en cuanto a la valoración de los límites y restricciones que los
tribunales y autoridades nacionales pueden poner a las relaciones familiares, y del
justo equilibrio entre los intereses individuales y generales.
̱Ͷͷ̱
su puesta en práctica para la efectividad de las mismas. Los procedimientos
relativos a la patria potestad y relaciones padres-hijos, incluida la ejecución de
la decisión adoptada, exigen con frecuencia un tratamiento urgente, ya que el
paso del tiempo puede tener consecuencias irremediables en las relaciones
entre los hijos y el progenitor que no vive con ellos (Ignaccolo vs. Rumanía, $
102).En no pocas ocasiones el Tribunal europeo ha juzgado críticamente que
las autoridades nacionales dejaron que se consolidara una situación de facto
contraria a las relaciones personales ignorando las decisiones judiciales,
además de que el simple paso del tiempo estaba teniendo consecuencias cada
vez más graves para el demandante, privado del contacto con su hija menor.
̱Ͷ̱
9. Reiterado recurso de los ciudadanos al T.E.D.H. para la protección del
derecho a la visita.
̱Ͷ̱
con la madre y régimen de visita y relaciones con el padre. La madre obstaculizó
con excusas, meses después, que el padre viera al hijo. Nuevo proceso sobre
patria potestad, sustracción del hijo por el padre; actuaciones penales,
requerimiento de devolución del niño, limitación de la patria potestad y de las
relaciones padre/hijo; devolución de éste a la madre, actuación del Defensor del
Pueblo, investigaciones policiales, marcha de la madre al extranjero, más
actuaciones judiciales en diferentes instancias, etc. Desde el principio de 2001 el
padre dejó de tener noticia del hijo y su paradero; las restricciones para verlo
eran anteriores (1998).
̱Ͷͺ̱
dificultada por las tensas relaciones existentes entre los progenitores; mas eso
no les exime de sus obligaciones positivas: el art. 8 de la Convención les
impone la obligación de adoptar medidas que reconcilien los intereses en
conflicto de las partes, teniendo siempre presente la necesidad de proteger
sobre todo los intereses del menor; hacer todo lo posible para facilitar la
cooperación y el entendimiento de todos los implicados, y que cualquier
obligación de aplicar la coerción en este aspecto debe limitarse, ya que deben
tenerse en cuenta los intereses y derechos de todas las partes, y más en
concreto el mejor interés del menor (con cita de los casos Hokkanen, $ 58, y
Olsson II, $ 90). Estima el Tribunal que las autoridades nacionales no
adoptaron medidas prácticas que alentaran a las partes a cooperar en la
ejecución del acuerdo sobre visitas, y concluye que fracasaron en el
cumplimiento de sus obligaciones positivas de proporcionar al demandante la
ayuda necesaria que le hubiera permitido gozar de forma efectiva sus derechos
de visita y patria potestad; y que, en consecuencia, hubo violación del art. 8 del
Convenio, por lo que condena al Estado demandado.
Entre los varios que se han presentado en los últimos años, me parecen
más interesantes los siguientes:
̱Ͷͻ̱
El reclamante, Sr. Koudelka, separado de la madre de su hija, demandó
a un tribunal checo su derecho de visita respecto de la hija, cuya guarda había
sido conferida a la madre, alegando que ésta le impedía verla. La madre soli-
citó que se privara a aquél de la patria potestad, lo que fue rechazado. El tri-
bunal acordó un derecho de visita mediatizado (encuentros padre-hija en un
centro de prevención social y con la asistencia de un especialista). Koudelka
fue denunciado por la hija anterior y mayor de la señora por abusos sexuales,
denuncia que no prosperó. Hubo numerosos incidentes con acusaciones recí-
procas de incumplimiento, con nombramiento de tutor para la hija, y nuevas
incumplimientos, quejas y demás a lo largo de más de diez años, los tres últi-
mos sin resolución judicial.
̱ͷͲ̱
Y concluyó condenando al Estado demandado.
̱ͷͳ̱
acordando más tarde un derecho de visita a favor de la madre, decisión
confirmada por el tribunal superior. A partir de esta decisión se produjeron
nuevas incidencias, complejas y parecidas a las de casos anteriores, que no
merecen ser reproducidas.
De los varios argumentos del T.E.D.H. para apreciar que hubo infracción
del art. 8 de la Convención (y condenar al Estado demandado), quiero destacar
éste: “[…] dado que en materia de ejecución de los derechos de guarda y de
visita los tribunales checos debían actuar sin retrasos inútiles e incluso sin que las
partes lo pidieran, se plantea la cuestión de saber por qué los tribunales no han
adoptado al menos una nueva medida provisional para decidir las modalidades
del derecho de visita de la demandante. En opinión del Tribunal [E.D.H.], eso
habría permitido clarificar la situación y responder a las objeciones de la
reclamante quejándose de que el ejercicio de su derecho de visita había quedado
a discreción del padre y del psicólogo elegido por éste último. No parece que las
autoridades (checas) hayan visto, habida cuenta de las dificultades de ponerse de
acuerdo los padres sobre la elección de psicólogo, que éstos se vieran obligados
a seguir una terapia familiar o que los encuentros se desarrollen en el seno de
una estructura especializada”.
11. Conclusión.
̱ͷʹ̱
ordinaria, contemplados y resueltos ante nuestros tribunales según los
parámetros jurídicos habituales para tales derechos y relaciones. Ha adquirido en
los últimos años la categoría y calificación de derecho humano, de relevancia
próxima a la de nuestros derechos fundamentales, en cuanto protegido por la
Convención Europea de Derechos Humanos y dada la interpretación del
T.E.D.H., lo que no podía por menos de trascender a nuestro Derecho interno
desde el momento que dicha Convención fue ratificada por España y publicada
en el B.O.E. (art. 96.1 C.E., y 1.5 C.c.), y que nuestro país reconoce la
jurisdicción de dicho Alto Tribunal.
̱ͷ͵̱
No solo y no tanto para evitar una condena de esta clase, que es cosa
seria en el orden jurídico internacional, sino por coherencia jurídica y por
hacer justicia especialmente a los niños (y también a sus padres) y a ese dere-
cho –en cuya importancia creo-, habrán de protegerlo más y mejor nuestros
tribunales. Concienciarnos de la seriedad del problema, sensibilizar a la socie-
dad y llamar la atención de estos tribunales, es responsabilidad de todos los
que nos hemos acercado con calor e interés al derecho de visita como institu-
ción jurídica y problema social.
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̱ͷͷ̱
ADAPTACIÓN PSICOLÓGICA DE LOS HIJOS AL DIVORCIO DE
LOS PADRES
1. Introducción.
̱ͷ̱
que las variables de los procesos familiares (por ejemplo, relaciones padres-
hijos, conflictos entre los padres) explican más que el divorcio en sí o que el
hecho de vivir en un hogar monoparental (Boney, 2003).
Los hijos de divorciados, comparados con los que viven con ambos
progenitores, es más probable que presenten problemas de adaptación. Los
efectos del divorcio más importantes y consistentes implican síntomas exter-
nalizantes (agresión, desobediencia, desórdenes de conducta, conducta antiso-
̱ͷͺ̱
cial, problemas con los padres y consumo de drogas). Es más probable que
practiquen el absentismo escolar, tengan un menor rendimiento académico,
menor motivación de logro, menos aspiraciones educativas y consecuciones
académicas y económicas. La relación no es tan grande ni se ha encontrado de
modo tan consistente con los problemas internalizantes (depresión, ansiedad,
retraimiento social y autoestima) (Hetherington, 2003; Kelly, 2003). También
se produce el inicio de las actividades sexuales a una edad más temprana y tie-
nen más probabilidad de convertirse en madres adolescentes (McLanahan,
1999).
̱ͷͻ̱
Ante la gran variabilidad de las reacciones de los niños al divorcio de
sus padres, los estudios recientes investigan las variables que permiten dife-
renciar entre los hijos de divorciados bien y mal adaptados. Es lo que se cono-
ce como el análisis de los procesos en el que se trata de identificar aquellas
variables del niño, de los procesos familiares y del contexto ecológico (dispu-
tas relativas al divorcio y al sistema legal) que pueden explicar la relación entre
el divorcio y la adaptación de los hijos.
̱Ͳ̱
Por otra parte, se han demostrado unos efectos diferenciales de la au-
sencia del padre (Mott, Kowaleski-Jones y Menaghan, 1997). La ausencia re-
ciente del padre influye en más problemas externos de los niños varones, con
independencia de las variables familiares y de la madre. La ausencia prolonga-
da tiene un modesto efecto sobre niños y niñas, explicándose sus problemas
más por características de la madre y familiares asociadas a la ruptura. Cuando
la madre tiene la custodia exclusiva se pueden producir unas interacciones
madre-hijo coercitivas, especialmente intensas en el caso de los varones, no
solo por la mayor tendencia agresiva de éstos y por el deterioro de las prácti-
cas de crianza, sino por la ausencia del padre que suele ser el que asume las
funciones disciplinarias y que además suele pasar más tiempo con los hijos
que con las hijas (Kelly y Emery, 2003).
̱ͳ̱
Cuando el niño tiene un temperamento difícil tiene una menor capacidad
de adaptación. Los niños con un temperamento difícil o con problemas de
conducta pueden provocar respuestas negativas por parte de unos padres ya
suficientemente estresados por el afrontamiento de divorcio. Estos niños
también pueden estar menos capacitados para adaptarse a la negatividad de
sus padres y para hacerse con el apoyo de las personas que los rodean. Por el
contrario, cuando tiene un temperamento fácil, es inteligente, maduro social-
mente, responsable y con menos problemas de conducta está en mejores con-
diciones para afrontar las transiciones familiares de sus padres. Los niños que
son competentes, adaptables, con habilidades sociales y con un temperamento
fácil es más probable que obtengan respuestas positivas, de apoyo y que hagan
un mejor uso de sus recursos para afrontar las experiencias estresantes por las
que atraviesan (Cantón y Justicia, 2007).
̱ʹ̱
toinculpación) a partir de los diez años hacen que experimenten más depre-
sión y ansiedad y presenten una menor autoestima y más problemas de con-
ducta. Por el contrario, los niños con errores positivos (excesiva autovalora-
ción, ilusión de control y visión optimista) tienen menos conductas agresivas y
un nivel inferior de depresión (Mazur, Wolchik, Virdin, Sandler y West, 1999).
̱͵̱
4. Papel de los procesos familiares en la adaptación de los hijos.
Una de las causas de que el período inicial resulte tan estresante para
muchos niños y adolescentes es la falta de explicaciones o la información inadecuada
que reciben sobre la separación (Cantón, Cortés y Justicia, 2007b). En la ma-
yoría de los casos los padres no les informan adecuadamente a los hijos sobre
la separación y el divorcio. Esa falta de explicaciones les provoca un gran
estrés emocional y confusión cognitiva (Chen y George, 2005). La primera
cuestión, por tanto, a la que tienen que hacer frente las parejas que se van a
divorciar es la de la comunicación de la ruptura y la forma en que se va a llevar
a cabo (Kelly y Emery, 2003).
̱Ͷ̱
La vinculación del padre divorciado con sus hijos se ve afectada por pro-
cesos psicológicos que le permiten separar su rol e identidad de esposo del de pa-
dre (Baum, 2004). Los padres caracterizados por los conflictos con su ex-
cónyuge o desimplicados se diferencian de los cooperativos por una incapaci-
dad para separar los roles de esposo y de padre, aunque hay pruebas de que
hombres y mujeres viven este proceso de forma diferente (Hilton y Kopera-
Frye, 2006): suele comenzar después en los hombres, se lamentan más de la
pérdida de los hijos y de su vida familiar que de la propia relación matrimonial
y lo expresan indirectamente a través de acciones socialmente aceptadas en
vez de llorando o verbalmente.
Tanto los hombres como las mujeres corren, en general, un mayor ries-
go de depresión al tener que afrontar las numerosas pérdidas asociadas al divor-
cio (la pérdida de compañía y de relaciones íntimas, papel de cónyuge, parte
del entramado social e ingresos económicos) (Boss y Couden, 2002). El pro-
genitor con la custodia corre un mayor riesgo de depresión cuando también
pierde el contacto y la compañía de los amigos. Además, las divorciadas tienen
más dificultades en sus relaciones sociales que los divorciados, sufriendo más
crisis y problemas con las personas de su entorno, siendo precisamente los
problemas en las relaciones interpersonales los que mejor predicen, tanto en
hombres como en mujeres, la depresión. A su vez, los síntomas depresivos de
las divorciadas se relacionan con una mayor probabilidad de problemas de
conducta de los hijos (Whiteside y Becker, 2000).
̱ͷ̱
crianza de los hijos y originarles problemas de adaptación (Hetherington,
2003; Kelly, 2003).
̱̱
men de visitas y la manutención. Los conflictos que guardan relación con el
niño, los que le hacen sentirse amenazado físicamente o involucrado, los que
implican violencia o los que quedan sin resolver son los que más perjudican su
desarrollo (Cantón, Cortés y Justicia, 2007b). Los conflictos pueden influir
directamente en la adaptación de los hijos o bien indirectamente a través de
sus efectos en la cantidad y calidad de relaciones padres-hijos y en la consis-
tencia y calidad de las prácticas de crianza que, a su vez, pueden interferir, por
ejemplo, en el apego y llevar al niño a experimentar sentimientos de inseguri-
dad emocional (Cantón y Cortés, 2007).
̱̱
bien situadas económicamente, la pérdida de ingresos provocada por la sepa-
ración suele ser del 50% aproximadamente (McLanahan, 1999). El impago,
total o parcial, de las manutenciones es uno de los aspectos más importantes
de los problemas económicos de estas familias. Poco más de la mitad de los
padres sin la custodia y menos de la mitad de las madres en su misma situa-
ción paga la manutención asignada, aunque se haya fijado de manera propor-
cional a los ingresos (Hetherington y Stanley-Hagan, 1999).
̱ͺ̱
escasez de medios. La tasa de movilidad involuntaria entre las familias mono-
parentales es el doble (34%) que la de los hogares intactos (McLanahan, 1999).
A los padres divorciados les resulta difícil prestar a sus hijos la atención
y el apoyo que necesitan, de manera que amigos, vecinos y profesores pueden
constituir una importante fuente de apoyo (Chen y George, 2005). Las perso-
nas de confianza que más apoyo prestan a la madre son mujeres en casi el
70% de los casos y principalmente amigos (47%), familiares (24%) o nuevo
compañero sentimental (29%). Sin embargo, comparados con amigos o pa-
rientes, los compañeros sentimentales suelen mostrarse más negativos y apo-
yarlas menos (DeGarmo y Forgatch, 1997). La disponibilidad de apoyo social
puede repercutir positivamente sobre la calidad de las prácticas de crianza. Las
conductas de apoyo (ayuda en los problemas personales y en la crianza de los
hijos) contribuyen a una mayor habilidad de resolución de problemas y mejo-
res estrategias de disciplina de la madre que, a su vez, se relacionan con menos
conductas antisociales de los hijos (DeGarmo y Forgatch, 1999).
̱ͻ̱
contencioso en el que el juez adoptará las medidas oportunas. En nuestro
país, como en los de nuestro entorno, la residencia de la mayoría de los meno-
res sigue otorgándose en exclusiva a un solo progenitor, habitualmente la ma-
dre, mientras que se comunican con el progenitor no residente de forma pe-
riódica bajo sistemas rígidamente estructurados, al menos en los casos de rup-
turas conflictivas o contenciosas.
Sin embargo, frente a la custodia exclusiva cada vez son más numero-
sos los partidarios de la custodia compartida. Ésta se basa en el concepto de
coparentalidad, es decir, igual implicación de ambos progenitores en la crianza
de los hijos. Independientemente de que residan en hogares intactos o mono-
parentales los hijos se encuentran mejor adaptados cuando disfrutan de unas
relaciones afectuosas con los dos padres activamente implicados. Por otra par-
te, la bibliografía actual demuestra los efectos nocivos de entorpecer las rela-
ciones padre-hijos, así como la contribución positiva que el padre puede hacer
al desarrollo del niño (por ejemplo, Lamb, 2002).
̱Ͳ̱
adaptación por tener que adaptarse a dos hogares o de sentirse atrapados entre
los padres. Por el contrario, los hijos en esta situación se encuentran mejor
adaptados que los de custodia exclusiva y no se diferencian de los de hogares
intactos (conducta, ajuste emocional, autoestima, relaciones familiares, logro
académico y actitudes hacia el divorcio de los padres), con independencia de
quién sea la fuente de información sobre la adaptación (los niños, las madres,
los padres, los profesores) y de la edad de los niños.
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̱ͷ̱
LA TEORÍA DEL APEGO COMO MARCO PARA EL ANÁLISIS DE
LA DINÁMICA DEL DIVORCIO Y REFERENCIA DE
INTERVENCIÓN
1. Introducción.
Hazan y Shaver (1987; ver Yárnoz, 1989) fueron los primeros que
conceptualizaron las relaciones amorosas en el marco de un proceso de
apego. Tradujeron los modelos de apego encontrados por Ainsworth, Ble-
har, Waters y Wall (1978) en los niños a la dinámica de las relaciones amo-
rosas entre adultos y crearon un instrumento que evaluaba a las personas
según su manera de relacionarse con la pareja. Para ello, describieron las
características de cada uno de los modelos encontrados por Ainsworth en
̱̱
sus investigaciones (seguro, evitante y ansioso-ambivalente) y pidieron a las
personas que participaron en su investigación que eligieran el modelo que
mejor describiera su forma de sentir y comportarse en una relación de pa-
reja. Encontraron que el mismo estilo de apego que se había formado en la
infancia seguía caracterizando la manera de relacionarse a lo largo de todo
el ciclo vital.
̱ͺ̱
a su manera, comparten un deseo insatisfecho de implicarse afectivamente
con los otros y una susceptibilidad a la depresión proveniente de relaciones
interpersonales no gratificantes, miedo al rechazo y poca confianza. Los
desvalorizadores niegan la importancia de la intimidad, y de esta forma creen
que no necesitan a los demás. Las personas temerosas no se relacionan con
los demás para evitar el distrés y el miedo que asocian con la relación, pero
la falta de intimidad social y la idea de su vulnerabilidad asociada con la
falta de relaciones interpersonales les provocan ansiedad. Como conse-
cuencia, tienen problemas con la autonomía y la intimidad.
̱ͻ̱
te dato apunta a que, efectivamente, en una muestra de personas divorcia-
das el tipo de apego seguro se encuentra infrarrepresentado.
̱ͺͲ̱
3. Soledad.
̱ͺͳ̱
distintos colectivos (solteros, población “familiar” -casados o en pareja- y
divorciados), presenta conclusiones similares.
4. Divorcio y perdón.
̱ͺʹ̱
Para algunos autores, el conflicto es la esencia misma del divorcio,
de tal forma que, incluso un buen divorcio es conflictivo (Ahrons, 1981).
En un divorcio son habituales desacuerdos sobre las propiedades, la cus-
todia de los niños, el cumplimiento de las órdenes del juzgado… Pero
también existen conflictos más profundos, que tienen su origen en un sen-
timiento de haber sido herido, humillado o avergonzado por el divorcio y
su valor simbólico (Hopper, 2001). Para este autor, el valor profundo que
nuestra sociedad concede al matrimonio, engendra un importante proble-
ma de significado cuando las parejas se divorcian. Por ejemplo, hay perso-
nas que se casan con la idea de que el matrimonio es para siempre, y de que
es sagrado por naturaleza, al menos dentro de la cultura católica. En cual-
quier caso, ante un divorcio siempre existe, más o menos consciente, una
idea de fracaso, de no haber sido capaces de preservar la pareja, o de haber
sido decepcionados por la otra persona. Culparnos a nosotros mismos, o
más simplemente, culpar a los demás por ese fracaso, no deja de ser una
tentación. Como decía una mujer de nuestro grupo: “perdonar, ¿qué tengo
que perdonarle? ¿tal vez que haya destrozado mis sueños?”.
̱ͺ͵̱
Nuestra intervención con progenitores divorciados enfocada desde
la Teoría del Apego tenía como objetivo general conseguir, a través del dis-
curso compartido con los iguales y la figura de apego –en este caso, el tera-
peuta- una elaboración de las representaciones, de los hechos, del sí mismo
y del otro -en este caso, el ex esposo o ex esposa- que facilitara la acepta-
ción y la adecuada adaptación a la situación de divorcio. Dos terapeutas
(psicoanalista experimentado uno de ellos, orientada en el enfoque del ape-
go la otra) trabajaron con el grupo de forma complementaria y alternativa
durante un curso escolar.
̱ͺͶ̱
La intervención que aquí presentamos duró 8 meses (un curso esco-
lar). Las reuniones tenían una frecuencia semanal y una duración aproxi-
mada de dos horas cada una. La participación en ella fue totalmente volun-
taria. Utilizamos un diseño de medidas repetidas pre-test post-test con grupo de con-
trol para evaluar los resultados de nuestra intervención. Nuestro trabajo se
basó en las siguientes predicciones o hipótesis:
̱ͺͷ̱
con el ruego de que los completaran y nos los enviaran, utilizando para ello
un sobre libre de franqueo que se adjuntaba. De los 50 cuestionarios en-
viados, siete fueron devueltos debidamente cumplimentados(es decir, el
14%). Por lo tanto, en este estudio participaron finalmente 14 personas
divorciadas, ocho de las cuales eran mujeres y seis hombres, con edades
comprendidas entre los 42 y 60 años.
a. Cuestiones demográficas.
̱ͺ̱
b. Iniciativa y actitudes hacia el divorcio.
d. Soledad.
̱ͺ̱
La escala consta de 15 preguntas con las que se muestra el acuerdo o
desacuerdo según una escala de 7 puntos. La adaptación al castellano de la
escala tiene adecuadas propiedades psicométricas (Yárnoz, 2008).
̱ͺͺ̱
La respuesta es en formato libre, codificable en emociones negativas,
emociones neutras y emociones positivas.
h. Cuestionario de perdón.
̱ͺͻ̱
cuentra representada en ninguna de las alternativas, lo diga con sus propias
palabras.
̱ͻͲ̱
sión de la medida le resta significación. La soledad romántica es significati-
vamente más elevada en el grupo de intervención que en el de control. No
hemos encontrado diferencias en cuanto a los estilos de apego (ni utilizan-
do medidas continuas ni dimensionales) entre los dos grupos, ni tampoco
en las actitudes que ambos grupos mantienen hacia el divorcio. El grupo de
intervención echaba de menos a su pareja más que el grupo control, y tam-
bién presentaba niveles más altos de perdón, aunque con una gran disper-
sión de la medida.
̱ͻͳ̱
obtenidas en la dimensión de evitación, mientras que no hay ningún cambio
en la dimensión de ansiedad. Las medias y desviaciones estándar pre-test y
post-test así como sus niveles de significación utilizando el test de Wil-
coxon se presentan en la tabla 2 (ver anexo).
b. Perdón.
̱ͻʹ̱
vel de perdón era más elevado, un 57% de los respondientes perdona co-
mo contribución al amor humano y un 43% por expectativa social (ha pa-
sado el tiempo). Este aumento en el nivel de perdón puede ser interpretado
como una mejora debida a la intervención, que no solo se mantuvo, sino
que se incrementó con el paso del tiempo.
c. Evaluación Subjetiva.
̱ͻ͵̱
rreo un cuestionario donde se les solicitaba que marcaran los cambios que
habían ocurrido a lo largo del último año, en el mismo formato utilizado en
la evaluación post-intervención. Un análisis de las respuestas (100% de los
cuestionarios enviados) nos permitió ver que el patrón de respuesta post-
intervención se mantenía, o incluso mejoraba.
7. Conclusiones.
̱ͻͶ̱
Queremos expresar nuestro agradecimiento a AGIPASE por las facili-
dades que nos dio para la realización de esta intervención, y a todos y cada
uno de los participantes en el grupo (cuyos nombres no reproducimos por
razones de confidencialidad), por su fidelidad y entusiasmo. También a la
Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea por financiar a
nuestro grupo de investigación Harremanak, en el marco de la subvención ge-
neral para grupos de investigación ( código GIU07/61).
Referencias Bibliográficas.
Ainsworth, M., Blehar, M., Waters, E., y Wall, S. (1978). Patterns of Attachment.
Hillsdale, N.J: Erlbaum.
Banse, R. (2004). Adult attachment and marital satisfaction: Evidence for dyadic
configuration effects. Journal of Social and Personal Relationships, 21(2), 273–
282.
̱ͻͷ̱
Bonach, K., y Sales, E. (2002). Forgiveness as a mediator between post divorce
cognitive processes and coparenting quality. Journal of Divorce y Remarriage,
38, 17-38.
Feeney, J. A., y Noller, P. (1992). Attachment style and romantic love: Relation-
ship dissolution. Australian Journal of Psychology, 44, 67-74.
̱ͻ̱
Fraley, R. C., Davis, K. E. y Shaver, P. R. (1998). Dismissing-avoidance and the
defensive organization of emotion, cognition, and behavior. In J. A.
Simpson y W. S. Rholes (Eds.), Attachment theory and close relationships (pp.
249-279). New York: Guilford.
Kitson, G. C. (1982). Attachment to the spouse in divorce: A scale and its ap-
plication. Journal of marriage and the family, 44, 379-393.
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Plazaola, M. (2005). Autoinforme para la evaluación de los cambios ocurridos como conse-
cuencia de una intervención con personas divorciadas. Manuscrito no publicado.
UPV-EHU.
Rye, M. S., Folck, C. D., Heim, T. A., Olszewski, B. T., y Traina, E. (2004).
Forgiveness of an ex-spouse: How does it relate to mental health follow-
ing a divorce? Journal of Divorce y Remarriage, 41, 31-51.
̱ͻͺ̱
West, D. A., Kellner, R., y Moore-West, M. (1986). The effects of loneliness: a
review of the literature. Comprehensive Psychiatry, 27, 351-363.
Yárnoz Yaben, S. (en prensa). Attachment Style and adjustment to Divorce. The
Spanish Journal of Psychology.
Yárnoz Yaben, S., Guerra, J., Plazaola a, M., Biurrun, J., y Comino, P. (2008).
Características Demográficas, Actitudes y Dependencia en la Adaptación
al Divorcio. Ansiedad y Estrés, 14, 43-53.
̱ͻͻ̱
ANEXO
̱ͳͲͲ̱
Tabla 2: Diferencias pre-post intervención. Prueba de Wicoxon
M DT M DT p
Afectividad Positiva 20.14 4.74 22.71 5.71 .34
Ajuste Afectividad Negativa 16.86 5.67 12.57 2.57 .04*
Social 13.71 5.08 12.57 6.55 .41
Soledad Familiar 12.43 4.86 13.42 5.88 .16
Romántica 29.00 4.80 27.00 8.32 .58
Seguro 4.57 2.23 5.71 1.50 .06+
Estilo Relacional Desvalorizador 4.43 1.51 6.00 .816 .07+
(RQ) Preocupado 4.43 2.15 3.86 1.95 .57
Temeroso 4.00 2.00 4.14 1.57 .78
Estilo Relacional Ansiedad 8.43 3.78 8.00 3.05 .75
(Dimensiones RQ) Evitación 9.00 3.05 11.71 1.60 .02*
siente hacia ex 2.43 .79 2.14 .38 .31
Sentimientos hacia la sentía proceso sep 1.00 .00 1.14 .38 .31
ex pareja echar de menos a ex 1.57 .54 1.43 .54 .31
le gustaría rehacer rel. 2.86 .378 2.43 .79 .18
Perdón 4.86 2.04 5.14 1.86 .58
̱ͳͲͳ̱
PROCESOS DISFUNCIONALES EN PROCEDIMIENTOS DE
SEPARACIÓN Y DIVORCIO1
Mª del Pilar Bonasa Jiménez, Judit López Novella, Conxita Cartil Ferrer,
Vanessa Punset Decoppet, Mª Carmen Espada Sánchez, Raquel Cortés López,
María Checa Casado, Pilar Adán Chavarría, yMila Arch Marín
Colegio Oficial de Psicólogos de Catalunya
1. Introducción.
NOTA:
Todos los autores de este capítulo pertenecen al Grupo de Investigación en Periciales de
Familia del COPC y son miembro del Turno de Intervención Profesional del COPC.
̱ͳͲ͵̱
que la aceptación de dicha situación conlleva y con la posible aparición de
conflictividad que puede traducirse en procesos disfuncionales.
̱ͳͲͶ̱
pectiva sistémica como la planteada por Linares (1996) con el fenómeno de la
triangulación manipulativa, entre otros.
̱ͳͲͷ̱
11. Falsificación de documentación referente al menor.
̱ͳͲ̱
en identificar como artífice al progenitor custodio, al no custodio o si no hac-
ían referencia a ninguno de los dos.
̱ͳͲ̱
4. Parentificación (P), (Musetto, 1978; Johnston, 1990), en cuanto a una
inversión de roles en la que los hijos asumen el papel del padre no convivien-
te, realizando actividades que no corresponden a su edad pudiendo confundir-
se con madurez psicológica. Dentro de ésta se establecen dos tipos: instru-
mental (cuidado de hermanos, tareas domésticas, etc.) y emocional (prestar
apoyo emocional, sobreprotección del otro cónyuge, ser confidente, etc.)
̱ͳͲͺ̱
tos específicos más allá de la propia definición, que establece que, a partir de
un sistema de doble parentalidad, el niño recibe mensajes contradictorios que
le generan desconcierto y angustia.
̱ͳͲͻ̱
Tabla 2. Comparativa entre los síntomas contemplados y los diferentes síndromes
Madre
Conflicto Münchausen
Sínt. Parentificación Medea SAP SAID Mali-
Lealtades Poderes
ciosa
1 X X X X X X X
2 X X X X X
3 X X X X
4 X X X
5 X X X X X
6 X X X X X
7 X X
8 X X
9 X X X X
10 X X
11 X X
12 X X
13 X X
14 X X X
15 X X X X X
16 X X X X
17 X
18 X X X X X
19 X
20 X
21 X X X
22 X X X
̱ͳͳͲ̱
Parentificación y Medea), el ejercer el papel de víctima frente al menor de cara
a ganar su lealtad en contra del otro progenitor (menos en Medea y SAP) y la
descalificación del otro progenitor en presencia del menor (a excepción de
SAID y Madre Maliciosa).
Por otra parte, los fenómenos de menor aparición, esto es, síntomas
específicos que aparecerían en uno o dos síndromes como máximo serían: la
falta de información sobre aspectos básicos de los menores: educación, salud,
etc. y la negación de cualquier tipo de participación del progenitor en las acti-
vidades importantes para el menor (propias del SAP y Madre Maliciosa). El
proporcionar información de forma sesgada al menor sobre el procedimiento
y la sentencia judicial, y la participación del entorno en forma de denuncias
(que aparecería en Conflicto de Lealtades y Madre Maliciosa). La falsificación
de documentación referente al menor (relacionada con Münchausen y Madre
Maliciosa). El sometimiento del menor a exploraciones físicas y psicológicas
innecesarias (propias de Münchausen y SAID). El provocar en el menor pato-
logías de carácter físico (exclusiva de Münchausen). Y la utilización del menor
para la transmisión de información entre las partes de forma inadecuada com-
binado con entregas y recogidas conflictivas donde el menor llega a presenciar
insultos o agresiones entre sus progenitores o personas cercanas a los mismos
(específica del Conflicto de Lealtades).
3. Discusión.
̱ͳͳͳ̱
Diversos autores a lo largo de diferentes períodos de tiempo han habla-
do de comportamientos que podrían ser catalogados de disfuncionales dentro
de las familias aparentemente unidas y las familias en proceso de separación y
divorcio.
Por todo ello consideramos que, más allá de toda polémica o contro-
versia sobre el nombre concreto que debe asignarse a los fenómenos, de cara
a la práctica efectiva deberíamos centrar o focalizar nuestra atención profesio-
nal en la detección de aquellos comportamientos disfuncionales concretos que
se han demostrado existentes y que tanta influencia pueden tener sobre los
agentes de la propia separación, específicamente en los menores, los más vul-
nerables e indefensos.
̱ͳͳʹ̱
así como también de cara a la intervención sobre ellos cuando estos se den.
Estaríamos hablando por tanto de intervenciones de carácter primario y se-
cundario más allá del protagonismo de la taxonomía actual en forma de siste-
mas categoriales, y a favor de una clasificación de carácter dimensional que
facilitaría su intervención específica en función de las características y necesi-
dades de cada caso concreto.
Referencias bibliográficas.
Blush, G.J. y Ross, K.L. (1987). Sexual allegations in Divorce: The SAID syn-
drome, Conciliation Courts Review, 25(1), 1-11.
Lidz, T., Correlison, A. R., Fleck, S., y Terry, D. (1957). The intrafamilial envi-
ronment of schizophrenic patients: II. Marital schism and marital skew.
The American journal of psychiatry, 114, 241-248.
̱ͳͳ͵̱
Meadow R. (1993). False allegations of abuse and Munchausen syndrome by
proxy. Archives of Disease in Childhood, 68(4), 444-447.
̱ͳͳͶ̱
INTERFERENCIAS PARENTALES VERSUS OTRAS
PROBLEMÁTICAS: LA IMPORTANCIA DEL DIAGNÓSTICO
DIFERENCIAL
1. Introducción.
̱ͳͳͷ̱
constatación de que el contacto continuado con ambos progenitores, a pesar
del divorcio, supone un garante del mejor interés del menor, no es una con-
cepción en absoluto novedosa, de hecho, en el entorno anglosajón – de donde
derivan mayoritariamente las investigaciones disponibles-, este criterio ha sido
sobradamente enfatizado. Baste señalar la importancia que le otorgan nume-
rosos estudios (Chasin y Grunebaum, 1981; Maccoby y Mnookin, 1992; Mu-
setto, 1981), que bajo la denominación del “progenitor más benevolen-
te/generoso”, asumen la capacidad de favorecer estas relaciones, como crite-
rio de primer orden en la determinación de la custodia. Así es recogido tam-
bién en algunas regulaciones jurídicas norteamericanas (e.g.: Pennsylvania o
Nevada). En nuestro país, concretamente en Cataluña, el borrador del proyec-
to de Ley del libro II del Código Civil, recoge textualmente este criterio al in-
dicar la importancia de la actitud de cada uno de los progenitores para coope-
rar con el otro a fin de asegurar la máxima estabilidad a los hijos, en especial,
para garantizar adecuadamente las relaciones de éstos con los dos progenito-
res.
̱ͳͳ̱
lación del niño con uno de los progenitores no se vea minada por el otro, sino
que pueda desarrollarse de forma adecuada, flexible y gratificante para el niño.
Cabe señalar que la denigración de un progenitor por el otro es uno de los
efectos más dañinos para el menor que puede conllevar el divorcio (Gardner,
1985; Hayden, 1984)
El SAP fue descrito por primera vez como tal por Richard Gardner en
1985, sin embargo, la problemática no es en absoluto nueva. Otros autores
habían recogido con anterioridad el concepto básico que implica bajo otras
denominaciones más o menos afines como: “Síndrome de Medea”(Wallerstein
y Blakeslee, 1989), “Síndrome de la Madre maliciosa” (Turkat, 1994) o “Pro-
gramación Parental en el Divorcio” (Clawar y Rivlin, 1991), entre otros. Bási-
camente, la problemática se caracterizaría por la presencia en niños y adoles-
centes de emociones, actitudes y comportamientos de rechazo hacia uno de
los padres y/o su familia extensa con origen en un proceso de mediatización
por parte del otro progenitor y/o la familia extensa de esa relación.
̱ͳͳ̱
A pesar de que en un principio, el autor del término, situaba la ocurren-
cia del desorden en el marco de procesos de divorcio con alta judicalización,
lo cierto es que tal y como han hecho notar otros autores (p.e. Baker, 2005,
2006) el fenómeno puede producirse en separaciones no judicalizadas e inclu-
so en familias intactas. Sin embargo, cuando se produce en el marco de un
divorcio extremadamente contencioso es cuando crecen los riesgos asociados
a un mal abordaje de la problemática y, por ello, cuando entendemos más evi-
dente la necesaria colaboración interdisciplinar.
̱ͳͳͺ̱
Un abordaje adecuado debe contemplar un adecuado diagnóstico diferencial
de otras problemáticas que pueden propiciar la aparición de éstas conductas y
actitudes del menor, ya que el abordaje terapéutico adecuado solo puede es-
tructurarse a partir de la identificación adecuada de la problemática que sufre
el niño.
̱ͳͳͻ̱
Referencias bibliográficas.
Clawar, S.S., y Rivlin, B.V., (1991). Children held hostage: Dealing with pro-
grammed and brainwashed children. Chicago: American Bar Association.
̱ͳʹͲ̱
child development (pp. 233-288). Hillsdale, NJ: Lawrence Earlbaum
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Maccoby, E. E., y Mnookin, R. H. (1992). Dividing the child social and legal di-
lemmas of custody. Cambridge, Mass.: Harvard University Press.
Wallerstein, J. y Kelly, J. (1980). Surviving the break-up: How children and par-
ents COPE with divorce. New York: Basic Books.
̱ͳʹͳ̱
ORIENTACIÓN PSICO-JURÍDICA AL SÍNDROME DE
ALIENACIÓN PARENTAL. BUSCANDO SOLUCIONES.
1. Introducción.
̱ͳʹ͵̱
los hijos con el otro progenitor o progenitores que obstaculizan de una ma-
nera injustificada el desempeño del rol parental del otro. Cuando un niño re-
chaza fanáticamente la presencia de uno de sus padres, con argumentaciones
tan vehementes, existe cierta resistencia por parte de algunos profesionales
de la justicia o de la psicología a creer que un padre o una madre realmente
bueno/a pudiera ser rechazado injustificadamente por sus hijos, especial-
mente si éstos son adolescentes, cercanos a la mayoría de edad, y según algu-
nos letrados o jueces “maduros” para expresar sus opiniones. Nuestra expe-
riencia nos debería alertar cuando los menores presentan discursos tan rígi-
dos y cargados de odio. Pienso que dudando de la existencia de esta pertur-
bación podemos alimentar lo que algunos autores llaman la doble victimiza-
ción que sufre el progenitor alienado, que conlleva por un lado la tristeza y la
frustración en relación con la pérdida de los hijos y por otro lado la vergüen-
za asociada al estigma social de ser señalado como culpable de dicho recha-
zo. Ciertamente, pienso que este fenómeno o síndrome o como se quiera de-
signar parece ser un hecho universal, que ocurre de la misma manera, en paí-
ses occidentales muy alejados como U.S.A, España, Alemania o Venezuela ,
de manera que quedo sorprendida al leer casos ocurridos en otros países que
son idénticos, con expresiones de los niños semejantes a casos estudiados en
el Juzgado de Familia de Alicante. Efectivamente, en los foros de Internet de
padres y madres separados abundan relatos de experiencias que podrían eti-
quetarse de SAP, pudiendo argumentar que cada una de estas historias es la
prueba de que a alguien más le ocurre algo muy parecido. Esto es, al obser-
var a familias que tras la ruptura han adoptado un desarrollo totalmente dis-
funcional de las relaciones, se observan características en el comportamiento
de los padres y de los hijos que casi invariablemente se repiten. De esta ma-
nera, se podría decir que el SAP es un trastorno muy específico. Siguiendo la
argumentación de Gardner (1985, 1999, 2001, 2002, 2003, 2006) un síndro-
̱ͳʹͶ̱
me, por definición médica, es un conjunto de síntomas, que ocurren juntos, y
que caracterizan a una enfermedad específica. Los síntomas, aunque son apa-
rentemente dispares, ocurren juntos debido a una etiología común o causa
subyacente básica. El SAP se caracteriza por una constelación de síntomas
que por lo general aparecen juntos en el niño, sobre todo en los tipos mode-
rados y severos. Como sabemos éstos incluyen: la campaña de denigración,
racionalizaciones débiles, absurdas, o frívolas para la crítica, carencia de am-
bivalencia, el fenómeno "de pensador independiente", apoyo reflexivo al
progenitor alienador en el conflicto paternal, ausencia de culpa sobre cruel-
dad a y/o explotación del progenitor alienado, la presencia de guiones toma-
dos prestados, y la extensión de la animosidad a los amigos y/o familia am-
pliada del progenitor alienado.
̱ͳʹͷ̱
dería a permanecer estacionario o a ir agravándose en el futuro, especialmen-
te de cara a la adolescencia, donde las soluciones son más difíciles”.
̱ͳʹ̱
les como instrumento terapéutico para invertir la evolución del síndrome.
Buscando con estas soluciones aumentar el tiempo de permanencia de los
hijos al lado del progenitor alienado de cualquier manera posible. Se han va-
lorado en estas propuestas variables significativas como la gravedad y estadio
del SAP, la adecuación e idoneidad como posible custodio del progenitor
víctima de la alienación y las características psicoevolutivas de los menores.
Estas propuestas psicojurídicas han requerido el trabajo conjunto del equipo
técnico, del juez, de los profesionales de los Servicios de Punto de Encuen-
tro Familiar y la colaboración en ocasiones de los servicios de salud de la
comunidad. Las diferentes medidas legales adoptadas han sido: modificación
de la guarda y custodia con cambio de guarda y custodia, custodia comparti-
da, custodia partida, modificación del sistema de visitas paterno-filial. Con-
juntamente se han adoptado otras medidas terapéuticas como mediación fa-
miliar, terapia familiar e intervención del Sistema de Punto de Encuentro
Familiar. Estas medidas se han podido combinar con sanciones económicas,
como multas por incumplimiento de las visitas cada fin de semana, sin nece-
sidad de que una de las partes lo demande en ejecución, y/o pago de la tera-
pia por parte del progenitor alienador. En estas medidas recomendadas se ha
utilizado el tiempo como estrategia terapéutica para detener el avance del
SAP, utilizando la convivencia como la principal arma sanadora de los víncu-
los dañados. Y algo muy clásico en psicología: que el comportamiento per-
turbador tenga consecuencias judiciales claramente negativas, de forma in-
mediata en el tiempo, sin dilaciones. Con estas medidas se posibilita a los
menores que contrasten las expresiones denigrantes vertidas sobre el otro
progenitor, se les obliga de alguna manera a “convivir con el monstruo para
amar al monstruo”, a la par que se debilita la fuerza del otro progenitor alie-
nador con el escarmiento judicial y también público, porque no olvidemos
que normalmente el progenitor alienador se encuentra acompañado de una
̱ͳʹ̱
red de apoyo importante, no sólo de la familia extensa, sino de terapeutas y
abogados que también participan y refuerzan la alienación. El estadio psicoe-
volutivo de los menores implicados es un factor efectivamente importante,
no sólo desde el punto de vista legal, por la relevancia que se da a las declara-
ciones de los niños mayores de doce años, en forma de exploraciones judi-
ciales, sino por su capacidad de reacción ante una medida impuesta en contra
de “su voluntad”. El diagnóstico debe hacerse desde una perspectiva evoluti-
va, apoyados en los conocimientos de psicología evolutiva, así como de los
ambientes y circunstancias concretas en las que al niño le toca vivir. Si tene-
mos indicadores para pensar que el problema en cuestión no tiene probabili-
dad de remitir, hemos de recordar que en el niño, un estancamiento significa
una regresión y que debe, por tanto, recomendarse fehacientemente la pronta
y adecuada intervención. En los niños adolescentes la intervención es más
dificultosa por el riesgo de huída, y el poder físico de rechazo, buscando
otras soluciones que permitan la convivencia con el otro progenitor, como la
custodia partida. En niños más pequeños el cambio de custodia es posible.
2. Conclusiones.
̱ͳʹͺ̱
En el artículo mencionado, se hace referencia a Judith Simon, escritora y
editora de literatura académica de Ciencias de la Salud, quien explicita los
antecedentes y la trayectoria profesional de Gardner, y refiere el modo en
que este médico se fue inventando a sí mismo e inventando el supuesto
sustento científico de éste, su constructo teórico: el síndrome de alienación
parental, señalando que a través de su propia editorial, “Creative Therapeu-
tics”, publicó más de treinta libros por medio de los cuales logró consolidar-
se como una fuente confiable para suscribir peritajes e informes en la justi-
cia. Añaden que el APA a través de la Comisión Especial sobre Violencia y
Familia, concluyó que el personal judicial debe no sólo ser advertido que el
SAP no está reconocido como un síndrome médico por la AAM y la APA,
sino que el empleo de este dudoso síndrome como un instrumento, adapta-
do para quitar la tenencia a las madres, no puede consentirse. Detallan que
el trabajo de Richard Gardner jamás ha sido revisado ni reexaminado y que
logró posicionar este tema a través de la publicación de sus propios trabajos
en su propia editorial, fue él su propio editor de los treinta libros que pu-
blicó desde entonces, incluyendo “Parental Alienation Syndrome”. Este mismo
razonamiento es el que utilizan los letrados en sus argumentaciones legales
para invalidar los informes periciales y socavar la credibilidad del síndrome.
Si bien, creo que en la práctica los profesionales que están en contacto con
familias en conflicto en un contexto de divorcio, como son jueces, psicólo-
gos, personal de los servicios de Punto de Encuentro Familiar y otros, han
observado la existencia de estas relaciones disfuncionales, que siempre im-
pactan por lo aberrantes e incompresibles que son.
̱ͳʹͻ̱
to que hasta ahora, no hay ninguna medida fiable y válida del SAP, ni tampo-
co de los comportamientos o estrategias que utilizan los padres que alienan a
fin de volver al niño en contra del otro progenitor, si bien comienzan a apa-
recer investigaciones originales e innovadoras que aportan más luz sobre las
estrategias y comportamientos del progenitor alienador.
̱ͳ͵Ͳ̱
Referencias bibliográficas.
Gardner, R.A. (2003). The Parental Alienation Syndrome: Past, Present, and
Future. En Von Boch-Gallhau, U. Kodjoe, W Andritsky, P. Koep-
pel (Eds.). The Parental Alienation Syndrome: An Interdisciplinary Chal-
lenge for Professionals Involved in Divorce, (pp. 89-125), Berlin, Ger-
many: VWB-Verlag für Wissenshaft and Bildung.
̱ͳ͵ͳ̱
Vaccaro, S.(2008). Observatorio Violencia (Documento WWW). Extraído a
fecha 1/11/2008 de la página web oficial del Observatorio de Violen-
cia.
̱ͳ͵ʹ̱
INTERVENCIÓN EN CASOS DE ALIENACIÓN PARENTAL
1. Introducción.
Pero también podemos encontrarnos con conflictos que surgen por las
crisis dentro de una pareja y que pueden ser legales aunque en muchos casos
los problemas son de relaciones interpersonales y por lo tanto para
̱ͳ͵͵̱
solucionarlos deben buscar la forma de reestructurar su vida y la de sus hijos.
Uno de los problemas que aparecen con más frecuencia en estos casos
conflictivos son las interferencias en las visitas por parte de un progenitor,
encontrándonos en algunos casos con interferencias continuas y en otros con
una ausencia total de visitas.
2. Planteamiento de problema.
̱ͳ͵Ͷ̱
comportamientos alienadores, explicando éstos y sus efectos. De esta forma el
caso no será tachado negativamente por la terminología utilizada si el juez está
en contra del mismo.
̱ͳ͵ͷ̱
directamente sobre sus sentimientos e interpretar de forma indirecta
expresiones a través del dibujo o el juego. Los tratamientos que se dirigen a la
comunicación directa y activa son más efectivos para conseguir estas
estrategias que acercamientos indirectos como el juego terapéutico, aunque no
cabe duda de su interés como método de acercamiento a los menores.
̱ͳ͵̱
comportamiento de un niño también puede diferir marcadamente
dependiendo del progenitor que lleva al niño al perito y de las circunstancias
que preceden a la sesión, aspectos que debemos tener en cuenta en todo
momento.
̱ͳ͵̱
Alcance y objetivo de la intervención: el terapeuta necesita flexibilidad para
establecer la estructura y condiciones del tratamiento. Los objetivos de los
tratamientos pueden ser establecidos marcando las pautas de intervención,
entre las cuales podemos citar: mejorar la relación parental con los hijos,
ayudar a los niños a resolver los problemas emocionales o de
comportamiento, reducir el conflicto respecto a la custodia o visitas, ayudar a
los progenitores a mejorar sus habilidades parentales o señalando los
problemas de comportamiento específicos identificados en la evaluación por
la custodia.
̱ͳ͵ͺ̱
Identificar la presencia del SAP: el primer paso del terapeuta es determinar
si el SAP es la causa de los sentimientos extraños o negativos de los niños
hacia un progenitor.
Los aspectos que hay que trabajar con los niños son:
̱ͳ͵ͻ̱
¾ Trabajo del sistema familiar: el SAP representa un sistema
disfuncional de familia, lo que puede ser dirigido trabajando con
varios subsistemas en la familia (el niño con el progenitor alienado, el
niño con el progenitor alienador, etc…). Se deben confirmar las ideas
y sentimientos del niño, permitiéndole explorar sus dudas y expresar
sus necesidades y deseos. Esto no significa que el terapeuta no deba
cuestionar el sistema de creencias del niño (por ejemplo, siendo todo
bueno en el alienador y todo malo en el alienado).
La terapia con niños que han sufrido un SAP debe explorar también el
tipo de abuso emocional que ha podido sufrir para determinar la experiencia
de su infancia. En estos casos nos encontramos con los efectos que este
̱ͳͶͲ̱
proceso ha tenido a muy largo plazo y que puede seguir una doble vertiente:
pueden convertirse en alienadores al haber aprendido que se puede vivir sin
un progenitor o pueden mostrar desarreglos emocionales y sentimientos de
pérdida.
̱ͳͶͳ̱
• Puede interesar una confrontación con el alienador sobre la
experiencia del SAP. Muchos alienadores presentan una alta
defensividad y falta de habilidad para tolerar las críticas, por lo
que la confrontación dependerá de las intenciones del cliente.
̱ͳͶʹ̱
los alienadores provocan al otro progenitor con aspectos que saben
conflictivos delante de los niños.
̱ͳͶ͵̱
Ayudar a los progenitores alienadores a vivir su vida. El dolor por la
pérdida de un hijo a causa del SAP puede ser insoportable y eclipsar otros
aspectos de la vida del progenitor alienado. Por ello, una tarea para el
terapeuta será ayudarle a crear una vida con significado y que experimente
algún placer a pesar de haber sido alienado de sus hijos.
Hay que ayudarles a tener una vida con significado luchando contra
la pena, la culpa y la pérdida debido al SAP.
̱ͳͶͶ̱
tratamiento no debe centrarse únicamente en el pasado, debe considerar las
esperanzas del alienador. La intención del terapeuta será cambiar
simultáneamente la actitud y el comportamiento del alienador.
̱ͳͶͷ̱
10. Conclusiones.
̱ͳͶ̱
Referencias bibliográficas.
̱ͳͶ̱
PROGRAMA “RUPTURA DE PAREJA, NO DE FAMILIA”:
ADAPTACIÓN A UN CONTEXTO INTERCULTURAL
Laila Mohamed-Mohand
Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación
Universidad de Granada
1. Introducción.
̱ͳͶͻ̱
manejo de una serie de acontecimientos para los que no están preparados;
por lo que, de no prevenirse esta contingencia se pone en riesgo su bienes-
tar y su equilibrio psicoemocional (Fariña, Seijo, Arce y Novo, 2002; Zhou,
Sandler, Millsap, Wolchik y Dawson-McClure, 2008).
̱ͳͷͲ̱
cional de Derechos Civiles y Políticos los mismos derechos para hombres y
mujeres, tanto en el matrimonio como en la disolución del mismo. En lo
que se refiere a la relación de pareja, y más concretamente, a la participa-
ción de las tareas del hogar, en la Declaración de Beijing se expone, entre
otros, el reparto igualitario de las responsabilidades respecto de la familia.
Este reconocimiento legal de la igualdad ha ido produciendo, en estas últi-
mas décadas, un cambio social en la asunción de la responsabilidad paren-
tal, adoptando actitudes más paritarias. Sin embargo, este cambio no ha si-
do asumido por algunas culturas (por ejemplo, las de origen islámico). En
éstas los principios que rigen las relaciones interparentales denotan un
marcado sesgo patriarcal: 1) el varón debe cubrir las necesidades económi-
cas de la mujer en la vida conyugal; 2) la mujer debe someterse a la volun-
tad de su cónyuge; 3) la mujer que inicia la separación pierde todos los de-
rechos de la vida conyugal y familiar, en tanto que se queda sin domicilio
familiar, sin hijos, sin estabilidad económica y sin apoyo familiar; 4) los
hijos culpabilizan a la madre de la separación, produciéndose, en algunos
casos, rechazo hacia la figura materna; 5) la mujer puede ser repudiada por
la familia de origen y la adquirida. Ante prácticas como las mentadas,
Adorno ya nos advertía, en 1965, que ciertos modos de crianza conducen
al desarrollo de personalidades patológicas, que predisponen al perjuicio. A
pesar de lo referido, no se dispone, en la actualidad, de estudios que anali-
cen los efectos que producen tales interferencias culturales en la adaptación
de los hijos al proceso de separación. La aplicación del programa “Ruptura
de pareja, no de familia” al contexto intercultural de la Ciudad Autónoma
de Melilla podrá ofrecernos la oportunidad de efectuarlo. Los resultados
obtenidos pretenden suscitar una reflexión sobre qué modelos de interven-
ción son más eficaces para qué tipo de familia y de problemas, y además
̱ͳͷͳ̱
generar un precedente en la investigación sobre la incidencia de la familia
en el ajuste de los menores que han vivido la separación conyugal.
̱ͳͷʹ̱
2. Descripción del proceso de adaptación del programa para me-
nores “Ruptura de pareja, no de familia”.
̱ͳͷ͵̱
a. Fases de implementación.
̱ͳͷͶ̱
más, las investigaciones nos advierten que los niños que aprenden prácticas
discriminatorias y comportamientos desestructurados en la familia tienden
a transferirlas a otros entornos (Palacios y Moreno, 1994; Patró y Limiña-
na, 2005).
̱ͳͷͷ̱
sultado eficaz hemos de constatar diferencias significativas sobre la adapta-
ción a la separación en las medidas pre y postintervención. Aún así, se ha
de verificar si la adaptación se debe a la intervención o bien a la propia
evolución natural de los menores.
̱ͳͷ̱
res personales y los procesos familiares y sociales, que pueden influir nega-
tivamente en la adaptación de los hijos al nuevo modelo familiar, con el
objeto de detectar cualquier indicio de problemas de conducta (p.e., agresi-
vidad, conductas disruptivas, conductas repetitivas, conductas regresivas,
entre otras).
̱ͳͷ̱
situación familiar. A continuación, abordamos las distintas tareas que se
desarrollan a lo largo de este proceso:
̱ͳͷͺ̱
más estrés. Más aún, Fariña, Seijo, Arce y Novo (2002) advierten que la
percepción que los hijos tienen del progenitor no custodio influye en el
ajuste de éstos. En definitiva, la literatura informa que la calidad de las rela-
ciones paterno y materno filial se ha asociado, de manera consistente, con
la adaptación de los hijos. Según Orgilés, Espada, Méndez y García-
Fernández (2008) las reacciones negativas de los hijos ante la nueva situa-
ción familiar podrían disminuir si los padres minimizan los cambios brus-
cos y mantienen una relación positiva con sus hijos. A tenor de lo menta-
do, se estima necesario conocer qué percepción tienen los hijos de sus pa-
dres y de la relación que mantienen con ellos. Algunas preguntas que se
pueden formular al respecto son: ¿Cómo es tu padre/madre? ¿Cómo te gustaría
que fuese tu padre/madre? ¿Cuánto te quiere papá/mamá? ¿Sueles obedecer a
papá/mamá? ¿Con quién sueles hablar cuando estás triste o preocupado?
̱ͳͷͻ̱
separados? ¿Se lo has contado a tus amigos? ¿Te consideras diferente a los otros niños?
¿Qué es lo que más te gusta de tu familia actual?
̱ͳͲ̱
d) Existencia de otras personas significativas que convivan en el
hogar. Los hijos de padres separados tienen que afrontar una serie de cam-
bios en su rutina diaria y en sus relaciones familiares. Dichos cambios vita-
les influirán en algunos casos en su comportamiento pudiendo experimen-
tar problemas de conducta, baja autoestima y dificultades académicas (i.e.,
Conger y Chao, 1996; Forenhand, Thomas, Wierson, Brody y Fauber,
1990). Es más, si éstos son negativos y particularmente estresantes, los me-
nores tienden a incrementar el sentimiento de inestabilidad en su vida (p.e.,
Sandler, Tein y West, 1994). Sin duda, el experimentar sucesos adversos en
la infancia, como la pérdida del padre, pueden afectar al desarrollo emo-
cional y psicológico, así como a las habilidades de autorregulación del indi-
viduo con consecuencias significativas para la vulnerabilidad de la salud
física y psicológica (Luecken, Kraft, Appelhams y Enders, 2009). En razón
de estos datos, se estima oportuno delimitar las personas con las que el
menor convive y mantiene un vínculo de apego, dado que el apoyo del pa-
dre y de la madre contribuyen, de forma diferencial, al ajuste de los hijos
(Martínez-Ferrer, Murgui, Musito y Monreal, 2008). Si bien la figura de la
madre desempeña un papel muy relevante en el ajuste del adolescente
(Berg-Nielson, Vika y Dahl, 2003; Rey, 1995), la del padre constituye,
igualmente, un recurso significativo en la prevención de problemas de con-
ducta (Estévez, Musitu y Herrero, 2005; Rohner y Veneziano, 2001); de
hecho, se presenta como un factor de protección de la conducta delictiva y
violenta en adolescentes (Musitu, Martínez-Ferrer y Murgui, 2006). Tam-
bién, resulta particularmente notoria la figura de los abuelos, en tanto éstos
son identificados como un recurso potencial y un moderador de la influen-
cia negativa de la separación parental y los múltiples cambios de la familia
(véase, Attar-Schwartz, Tan, Buchanan, Flouri y Griggs, 2009; Cherlin,
̱ͳͳ̱
Chase-Lansdale y Mckae, 1998; Hetherington, Bridges y Insabella, 1998;
Ruiz y Silverstein, 2007).
̱ͳʹ̱
evidencia pautas comportamentales desadaptadas como consecuencia de su
rechazo. A este respecto se pueden formular preguntas tales cómo: ¿Cómo
es tu familia? ¿Te gusta la nueva familia de tu padre/madre? ¿Qué cambiarías de tu
familia actual? ¿Te gustaría tener nuevos hermanos?
̱ͳ͵̱
adolescentes de padres separados informan de un nivel medio de depre-
sión, mientras que aquellos que pertenecían a familias intactas con alto ni-
vel de satisfacción evidenciaban un bajo nivel de depresión. Recientemente,
Orgilés, Espada, Méndez y García-Fernández (2008) constataron que los
niños que habían vivido una ruptura conyugal presentaban puntuaciones
ligeramente superiores en miedos escolares, en comparación con los niños
de familias intactas.
̱ͳͶ̱
Multifactorial de Adaptación Infantil (TAMAI) de Hernández (2002) para de-
limitar si existe inadaptación personal, escolar y social.
̱ͳͷ̱
va realidad familiar. En base a lo anterior, estimamos apropiado comprobar
el tipo de atribución causal que utilizan los menores para relacionar su pro-
pio comportamiento con las consecuencias. En este caso, se utiliza La Es-
cala de Locus de Control de Rotter (1966), que permite clasificar al individuo
en el polo interno o externo.
̱ͳ̱
metaconocimiento que las personas tienen sobre sus habilidades emociona-
les midiendo su capacidad de atención, claridad y reparación intrapersonal.
̱ͳ̱
hacer frente al estrés y las habilidades de planificación. Asimismo, para
medir la autopercepción que los menores poseen sobre su conducta social
empleamos la Batería de Socialización BAS-3 de Silva y Martorell (1989). Por
último, y como se ha señalado en otros apartados, se ha de verificar me-
diante prueba documental (ad exemplum, expedientes disciplinarios, regis-
tro de sanciones, informes de incidencias del tutor y las actas de califica-
ción, entre otros) la existencia de problemas conductuales y de rendimiento
en el ámbito escolar.
̱ͳͺ̱
corregirlos sino para promover los recursos y competencias que faciliten el
bienestar y la resistencia ante situaciones de riesgo (véase, Seligman y
Csikszentmihalyi, 2000; Snyder y López, 2002). En este caso, administra-
mos la Escala de Afrontamiento para Adolescentes/ACS (Frydenberg y Lewis,
2000)
̱ͳͻ̱
parental” que evalúa la percepción de los hijos sobre la autoridad parental de
la madre y del padre, así como sus cogniciones respecto al género y las
relaciones de pareja.
5. Conclusiones.
̱ͳͲ̱
nuestro entender, de un nuevo objeto de estudio sobre la institución fami-
liar, puesto que la convivencia interétnica trae consigo diversas creencias y
valores en cuanto a la asunción de la responsabilidad parental. Así pues,
aprovechando la diversidad cultural de Melilla realizaremos un estudio que
esperamos suscite, al menos entre la comunidad científica, alguna reflexión
sobre cómo influye la cultura en la configuración de los roles parentales y,
más concretamente, en la adaptación al proceso de separación y divorcio.
Asimismo, estimamos que los resultados obtenidos pueden ayudar, en un
futuro no muy lejano, a responder a las necesidades de otras Comunidades
de España, donde la convivencia interétnica ya es una realidad inmediata.
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̱ͳͺͲ̱
PROTOCOLO DE FARIÑA, SEIJO, ARCE Y NOVO (2002) PARA
LAS EVALUACIONES DE GUARDA Y CUSTODIA EN PROCESOS
DE SEPARACIÓN Y DIVORCIO
1. Introducción.
̱ͳͺͳ̱
riña, Arce y Seijo, 2005), esto es, procurando el menor daño posible y evitan-
do la aparición de problemas derivados de la práctica de la prueba pericial.
Asimismo, asume las directrices éticas y procedimentales de la APA (1994) y
de la EFPA (2001), específicas para la evaluación de custodias. Este protocolo
ha sido concebido como investigación –acción contando con la casuista pro-
pia y la aportación de otros expertos.
̱ͳͺʹ̱
jo forense EFPA (2001). Con estas premisas, los autores plantean los siguien-
tes pasos:
̱ͳͺ͵̱
• Las posibles consecuencias que se pueden derivar de un
proceso de separación o divorcio judicializado, tanto en
ellos mismos como en sus hijos. Se trata de concienciar a
los progenitores y sensibilizarlos para que encaucen el
proceso de ruptura de la forma adecuada, minimizando el
conflicto. Cuando no exista ninguna circunstancia que
impida una custodia compartida, se les informa sobre sus
beneficios en el bienestar de los menores. Además, se les
plantea la posibilidad de derivar el caso a un servicio de
mediación.
¾ Comienzo de la entrevista.
̱ͳͺͶ̱
trevistas con los menores, o cualquier otro paso de la eva-
luación.
̱ͳͺͷ̱
MMPI-II el TONI-2 y el 16-PF-5, aunque indican que pueden utilizarse otros
en función del caso. No obstante, señalan que mediante la utilización del 16-
PF-5 y del MMPI-II puede realizarse un análisis de la fiabilidad y validez de
los datos, al contar ambos con escalas de validez que permiten detectar disi-
mulación, esto es, la tendencia a presentarse de forma favorable y/o a ocultar
sintomatología clínica.
̱ͳͺ̱
h. Interacción materno/paterno filial. Ésta debe ser grabada y no siem-
pre el evaluador está presente. En el caso de que sean varios menores, se reali-
za una con cada hijo por separado y una conjunta con todos los hijos. Para
realizar las interacciones se utilizan juegos y tareas adaptados a la edad de los
menores. A través de la grabación, se analizan las habilidades y estilos de cada
progenitor para interaccionar con sus hijos y el nivel de apego existente entre
ellos.
i. Visitas domiciliarias. Para Fariña y cols. (2002), estas visitas son fun-
damentales. Aportan información relevante para establecer si las condicio-
nes de vida y los hábitos que fueron descritos por los progenitores coinci-
den con la realidad. Para ello las visitas no deben ser concertadas con ante-
lación.
̱ͳͺ̱
Además de los pasos a seguir y de las áreas a evaluar, los autores especi-
fican dos recomendaciones generales. La primera, hace referencia a la utiliza-
ción de grabaciones en vídeo, previa autorización de las partes, de todas las
entrevistas y las interacciones. La segunda, puntualiza la conveniencia de que
sean dos peritos los que lleven a cabo la evaluación.
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̱ͳͺͻ̱
MEDIACIÓN FAMILIAR E INTERFERENCIAS PARENTALES.
APROXIMACIÓN A LA CUESTIÓN DESDE LA NORMATIVA
ESPAÑOLA
*
Trabajo realizado en el marco del Proyecto I+D SEJ 2007-67096. “Políticas jurídicas sobre el menor”.
̱ͳͻͳ̱
estudio comparativo como plantea Sánchez (2005), a la espera de una Ley de
las Cortes Generales, pendiente de concreción y que es recopilado, entre
otros, por Prats (2003).
̱ͳͻʹ̱
Por otra parte la Ley 18/2006, de 22 de noviembre, de Mediación Fa-
miliar de las Islas Baleares -BOIB, núm. 170, 30 de noviembre de 2006, pp. 32
y ss.- , la Ley 1/2007, de 21 de Febrero, de Mediación Familiar de la Comuni-
dad de Madrid -BOCM, núm. 54, 5 de marzo de 2007, pp. 3 y ss.-, y la Ley
3/2007, de 23 de marzo, de Mediación Familiar del Principado de Asturias -
BOPA, núm. 81, 9 de abril de 2007, pp. 6270 y ss.- continúan ese camino de
construcción de una identidad legislativa en el ámbito que nos ocupa, a nivel
de España.
̱ͳͻ͵̱
2. Principios rectores y garantías.
̱ͳͻͶ̱
malismo, inmediatez y carácter personalísimo, confidencialidad y secreto pro-
fesional, imparcialidad y neutralidad, reserva de las partes (Can 2, art. 4).
̱ͳͻͷ̱
También el País Vasco entiende como principios rectores la voluntarie-
dad, la confidencialidad, la transparencia, el Respeto al Derecho, la Imparciali-
dad, la Neutralidad, la Flexibilidad, el Principio de debate contradictorio, la
Inmediatez y la Buena fe (art. 8).
Vistos los principios que se proponen por parte de las diferentes Co-
munidades Autónomas, cabe reseñar que algunos son ciertamente comunes a
la práctica generalidad de las leyes; otros, en cambio, se repiten pocas veces; y
una serie de ellos se señalan únicamente en alguna de las leyes en cuestión.
̱ͳͻ̱
sente, de algún modo, en otra parte de dicha Ley – ya en el preámbulo, en un
artículo o en una disposición final cualquiera-.
3. La persona mediadora.
̱ͳͻ̱
Se puede pues señalar, atendiendo a una valoración global de los debe-
res del mediador, que, en primer lugar, su labor ha de ser consecuente con los
principios de la mediación familiar que se tratan con más o menos amplitud
en las diferentes leyes. Una larga enumeración -como la que ofrece, en este
sentido, la Ley de Castilla y León, la del País Vasco, la de Andalucía- aporta un
horizonte sobre lo que debe tenerse en cuenta como auténtico punto de parti-
da para delimitar tanto los deberes de la persona mediadora como los de las
partes porque, en buena medida, dichas normas básicas afectan, en general, a
todos aquellos que, de una u otra forma, participan en la mediación.
̱ͳͻͺ̱
ser contemplada la cuestión en el ámbito de los principios informadores este
deber tiene, si cabe, una mayor consideración por parte del legislador.
̱ͳͻͻ̱
La Ley de la Comunidad de Madrid recoge en un solo deber lo que, en
cuatro leyes anteriormente citadas, eran dos ya que establece que la persona
mediadora ha de “Facilitar la comunicación y la consecución de acuerdos y
compromisos entre las partes” (art. 14 a).
̱ʹͲͲ̱
4. Las partes y sus derechos.
̱ʹͲͳ̱
ya que se brinda la posibilidad de que cualquier conflicto familiar pueda ser
llevado a un procedimiento de mediación si así es posible prevenir, simplificar
o poner fin a un litigio judicial, siempre que las personas implicadas en el con-
flicto tengan capacidad de obrar y exista entre ellas cualquier relación de pa-
rentesco (art.3, D).
̱ʹͲʹ̱
igual que la de Cataluña y la de Castilla y León incluyen entre los legitimados a
las personas unidas por vínculo matrimonial o unión de hecho y a los progeni-
tores con su descendencia. En la Ley de Andalucía, en tanto, se legitima, entre
otras, para promover la mediación familiar a las personas unidas por vínculo
de parentesco hasta el tercer grado de consanguinidad o afinidad ( art. 3 d).
-Castilla y León, Comunidad de Madrid, País Vasco, Andalucía- las que seña-
lan expresamente cuáles son los derechos de las partes.
̱ʹͲ͵̱
rantizado el derecho al secreto profesional y a la confidencialidad en los
términos establecidos legalmente.
En cualquier caso, los derechos de las partes no pueden ser ajenos a los
derechos del menor. Más bien cabe apuntar que ésta es la parte fundamental
en una mediación, tenga o no tenga presencia física en el procedimiento de
mediación propiamente dicho.
̱ʹͲͶ̱
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̱ʹͲ̱
LA MEDIACIÓN FAMILIAR, UN DERECHO Y UNA NECESIDAD
1. Introducción.
̱ʹͲ̱
una pareja, ya sea de hecho o mediante matrimonio, involucra también a la
familia de éstos, física y psicológicamente; por ello, cuando rompe, todos lo
viven como un fracaso (Seijo, Fariña y Novo, 2000; Fariña, Seijo, Arce y No-
vo, 2002).
̱ʹͲͺ̱
en Estados Unidos, en al menos en 38, de los 50 estados, que conforman el
país, los juzgados envían a mediación a las parejas cuando se encuentra en
disputa la custodia o el régimen de visitas (Tondo, Coronel y Drucker, 2001).
Y, en el Viejo Continente, el consejo de Ministros de la Unión Europea, en su
Recomendación Nº R(98)1, insta a los países miembros que promuevan la
mediación.
̱ʹͲͻ̱
c) La solución y decisión final sobre el conflicto recae en el juez, es
decir, una tercera persona ajena a los litigantes.
De este modo, como señalan Arce y Fariña (2007), las rupturas conyu-
gales resueltas por la vía judicial facilitan el mantenimiento e incremento del
desequilibrio emocional de toda la familia, minimizando la capacidad de sus
miembros para desarrollar y aplicar estrategias cognitivo-conductuales que les
posibiliten superar la situación, instaurando en la pareja un funcionamiento
patológico, que no permite resolver el conflicto de forma satisfactoria.
̱ʹͳͲ̱
menores, pero además, este procedimiento favorece el distanciamiento de la
pareja en su labor parental, pudiendo perjudicar seriamente el desarrollo sano
y estable de los hijos. Por el contrario, estas limitaciones e inconvenientes rea-
lizadas al proceso de negociación no son aplicables a la mediación familiar.
3. La mediación familiar.
̱ʹͳͳ̱
ción y de las experiencias constituidos en este tema en distintos países, que
evidencian que recurrir a la mediación familiar puede, si llega el caso:
̱ʹͳʹ̱
ha de prescindir, en todo momento, de plantear alternativas que se ajusten a
su propia escala de valores y que ignoren o contradigan la de las partes. Pero,
también señala que ser un mediador neutral no significa ser un profesional
pasivo, muy por el contrario, ha de mantener una actitud activa en la procura
de tres objetivos: “que las partes encuentren en el entorno o ámbito de la me-
diación un espacio en el que estén seguros y un clima en el que se sientan
cómodos; que se garantice una igualdad real y sólida para afrontar la negocia-
ción, puesto que los desequilibrios de estructura, especialmente las posiciones
de poder de una de las partes respecto a la otra imposibilitan la mediación, al
igual que las posiciones de minusvalor que adopte una de las partes como
consecuencia de procesos de pérdida de autoestima o de naturaleza depresiva;
y por último, que se impugna desde el principio una dinámica sana de respeto
de una parte hacia la otra” (Ortuño, 2005, p.5). Además, desde el mismo posi-
cionamiento, les ayuda a minimizar los malos entendidos, desahogar las emo-
ciones, clarificar prioridades, encontrar puntos de acuerdo, explorar nuevas
áreas de compromiso y negociar el convenio regulador (Pearson y Thoennes,
1984). Para ello se sirve de la comunicación abierta y directa, el reforzamiento
de los vínculos positivos y la evitación de los reproches y culpabilidades. La
eficacia de la mediación familiar radica, fundamentalmente, en que el media-
dor facilite la comunicación entre los usuarios y reduzca los malos entendidos
entre ellos, que sea hábil en la utilización de factores o información, que dis-
minuya los niveles de discusión pasional y que sepa estimular un tipo de pen-
samiento productivo que contribuya a generar ideas y soluciones (Duffi y Olc-
zak, 1999; Pruitt, 1998). Muy acertadamente, Bernal (2000) señala que además
la mediación tiene como objetivo enseñar a las parejas a separarse, así como a
mantener su responsabilidad como padres, posibilitando que los hijos se rela-
cionen con los dos de manera idónea.
̱ʹͳ͵̱
Todos los autores coinciden en afirmar que el objetivo final del media-
dor es alcanzar un acuerdo entre las partes, pero las discrepancias surgen en el
momento de establecer las funciones de éste, donde existen dos posiciona-
mientos diferenciados (Moore, 1998). Por un lado, se propone que el media-
dor se centre en el proceso de negociación, obviando el contenido de lo que
se negocia, puesto que esto es dominio de las partes. Desde esta versión de la
mediación familiar se argumenta que los padres no necesitan de especialistas
para que les sugieran lo que deben realizar, debido a que éstos saben lo que es
mejor para ellos y para sus hijos (Moore, 1998); añadiendo además que la neu-
tralidad y la imparcialidad les obliga a no opinar y a no hacer recomendacio-
nes. Desde otra óptica, se defiende que el mediador ha de trabajar con las par-
tes sobre las cuestiones esenciales, para conseguir una decisión imparcial y
justa en la determinación de la toma de decisiones sobre la reestructuración de
sus vidas y la de sus hijos, sin renunciar a la imparcialidad o la neutralidad del
mediador y al papel activo de ambos progenitores. En nuestra opinión, coin-
cidiendo con Saposnek (1983) y Moore (1998), los mediadores familiares
cuando existen menores implicados deberán seguir esta segunda propuesta.
En estos casos, el mediador debe defender los intereses de los niños, si sus
padres no lo hacen, velando para que el acuerdo satisfaga, de la mejor manera
posible, todas sus necesidades, actuales y futuras. Así, La Recomendación Nº
R(98)1, recoge “el mediador debe tener especialmente en cuenta el bienestar y
el interés superior del niño debiendo alentar a los padres a concentrarse sobre
las necesidades del menor y debiendo apelar a la responsabilidad básica de los
padres en el bienestar de sus hijos y la necesidad que tienen de informarles y
consultarles”. En este sentido, Martín (1995) afirma que “en el proceso de
mediación familiar deben tenerse en cuenta las necesidades de todos los
miembros del grupo familiar y, fundamentalmente, la de los niños” (p. 118).
Algunas legislaciones, como la que regula la mediación del Estado de Wiscon-
̱ʹͳͶ̱
sin, requiere que el mediador certifique si los acuerdos alcanzados respetan el
mejor interés del menor (Milne, Folberg y Salem, 2004); en Reino Unido, no
se garantiza la confidencialidad cuando la pareja tiene hijos menores, teniendo
que avisar el mediador a la policía o los servicios sociales cuando se encuentra
en juego la protección del niño (Soto, 2009). De forma concordante, ya Coger,
en 1978, proponía que el mediador debería ponerse en contacto con el juez o
tribunal, cuando considerará que lo acordado por los padres no resultará be-
neficioso para los hijos. En nuestro país se podría también acudir a la fiscalía,
cuyo cometido es velar por el mejor interés del menor, pese a lo cual en los
procedimientos de familia no suelen mantener un papel excesivamente activo,
salvo casos especiales, en los que medien abusos o malos tratos, o se solicite la
custodia compartida.
̱ʹͳͷ̱
rios, lo que impide una relación positiva entre ellos mientras se encuentre
abierta la causa y, en la mayoría de los procesos, también después. Por el con-
trario, la mediación familiar “constituye una forma de resolver las disputas en
consonancia con la conceptualización del divorcio como proceso de reorgani-
zación del sistema familiar” (Justicia, Cantón y Cortés, 2007, p. 234), permi-
tiendo mantener la cordialidad entre los cónyuges; cuando la pareja tiene hijos
les ayuda a centrarse en las necesidades de éstos, y que pese a la ruptura como
pareja, ambos sigan actuando como padres (Fariña, Egido y Seijo, 2004;
Martín, 1995). Es ésta, a nuestro entender, la ventaja más importante, cuando
existe descendencia, puesto que facilita que la familia no se rompa, aún cuan-
do lo haya hecho la pareja. Además, la mediación se puede utilizar para con-
cienciar a los padres sobre las repercusiones negativas que tiene en los hijos
una separación conflictiva y litigiosa, e igualmente posibilita ofrecerles pautas
de comportamiento que redunden en un logro más rápido de la superación del
trauma, que siempre implica para ellos la ruptura familiar (Fariña y Arce,
2005). Todo lo cual favorece el mantenimiento de una relación fluida y de alta
calidad con los hijos (Bernal, 2000).
̱ʹͳ̱
judicial, acaban poniendo la demanda. Si bien, una vez iniciada la vía judicial el
proceso se puede reconducir a una mediación por mandato del juez o deseo
de las partes, cuando esto sucede se paraliza temporalmente el proceso legal.
La mediación incluso es factible tras el proceso legal de separación o divorcio.
̱ʹͳ̱
glaterra, como ya se ha señalado, la obligación y el derecho a la confidenciali-
dad quedan anulados cuando se deba proteger a un menor. En Estados Uni-
dos existe una enorme disparidad de criterios dependiendo del Estado. Así, en
algunos el mediador puede garantizar plena privacidad y confidencialidad so-
bre lo tratado en las sesiones, y en otros el tribunal puede obligarle a declarar
en un proceso judicial incluso aunque la mediación se haya realizado en un
estado que la Ley garantiza la confidencialidad de la mediación (Soto, 2009),
creando de esta manera confusión y desconfianza, cuando no inseguridad
jurídica en la ciudadanía.
4. Comentarios finales.
̱ʹͳͺ̱
como ocurre en Estados Unidos, las familias deberían contar con programas
educativos para ayudar a enfrentar y superar el proceso sin dañar a los hijos,
permitiéndoles mantener todos los vínculos familiares de un modo psicológi-
camente sano, potenciado por la colaboración parental, ajena a interferencias y
presiones nocivas. Como señalan Pedro-Carroll, Sandler y Wolchik (2005), las
familias que experimentan un proceso de separación/divorcio deberían dispo-
ner de recursos educativos, legales y terapéuticos ajustados a sus necesidades.
De esta forma se favorecería la intervención temprana, logrando reducir las
consecuencias de la separación conyugal en los hijos, así como su incidencia
(Donoso, 2002), e incluso incrementar su resiliencia.
̱ʹͳͻ̱
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̱ʹʹͶ̱
LITIGIO E INTERFERENCIAS PARENTALES: LECTURAS DE
JUECES EN CASOS DE GUARDA Y CUSTODIA
1. Introducción.
̱ʹʹͷ̱
Comparando los procesos de guarda y custodia concluidos en los tribu-
nales por sentencia homologatoria (acuerdo) y por sentencia reguladora (deci-
sión judicial), entre el año de 1995 y el año 2000, vemos que estos últimos re-
presentan un 28,1% de las decisiones (N=45313) (cf. GPLPMJ, 2008). Como
la ley que entonces estaba en vigor (Código Civil Portugués, 2005; art. 1906º)
imponía la decisión judicial (por sentencia reguladora) de la guarda y custodia
cuando los padres no lograsen entrar en acuerdo en cuanto a la misma, pode-
mos suponer que este porcentaje (28,1%) traduzca, aunque de modo aproxi-
mado, el porcentaje de casos de litigio parental en los juzgados portugueses.
̱ʹʹ̱
Así que, desde el 2007, hemos formado en la Universidade do Minho un
grupo de investigación sobre guarda y custodia que ya ha producido estudios
sobre la práctica pericial y su impacto en las decisiones judiciales (Correia,
2008; Machado, 2008). Un ejemplo es el estudio que ahora presentamos.
Los objetivos del presente estudio con jueces pasan por conocer sus
percepciones y experiencias ante el litigio en casos de guarda y custodia y, con
eso, profundizar en el conocimiento existente sobre el fenómeno y llevar a
cabo aportaciones prácticas (ej. ámbito judicial, forense, mediación familiar).
Orientamos la investigación en torno de algunas cuestiones de partida: ¿cómo
y cuándo empieza el litigio en la guarda y custodia y cuál es su evolución más
típica? ¿qué dinámicas encierra? ¿cuáles sus interventores directos e indirectos?
¿qué consecuencias e impacto produce? ¿qué dificultades y dilemas enfrenta el
juez en su rol decisivo? ¿qué percepciones tienen en cuanto al rol de la psico-
logía forense en este ámbito?
2. Método.
2.1. Participantes.
̱ʹʹ̱
tados a integrar este estudio jueces que habían solicitado periciales a la Unidad
de Psicología de la Justicia de la Universidad de Minho, en procesos litigiosos
de guarda y custodia.
̱ʹʹͺ̱
fundidad que deben caracterizar una entrevista cualitativa (Fielding, 1993;
Fontana y Frei, 1996, cit. Machado, 2004).
3. Resultados.
̱ʹʹͻ̱
Impacto, integra las lecturas de los jueces sobre las consecuencias e impacto del
litigio para los padres, los hijos y también para sí mismos. Finalmente, el tema
Prácticas Judiciales está relacionado con las medidas tomadas en casos de litigio,
es decir, cómo actúa la Justicia y los jueces ante estos procesos contenciosos y
sus actores. En esta temática se incluyen también las reflexiones de los jueces
sobre las implicaciones del litigio para el sistema judicial.
̱ʹ͵Ͳ̱
también categorías más idiosincrásicas (que aún no cumplan esta sugerencia –
estar presentes en más de la mitad de los discursos – por ser relevantes en la
discusión sobre interferencias parentales).
Las familias en litigio son percibidas como familias cultural, económica y so-
cialmente transversales (n=11). Los participantes plantean que no hay mas litigio
en familias ricas o pobres, con o sin instrucción. De hecho, “hablamos de perso-
nas con situaciones económicas y culturales completamente diferentes”.
̱ʹ͵ͳ̱
ria o no, del progenitor no custodio surge en los discursos de los jueces como
un trazo que define la familia en litigio: “El contacto, en la práctica, es quebrado
muchas veces y después ocurre una separación, un alejamiento, entre el niño y el padre no
custodio”.
̱ʹ͵ʹ̱
procesos que casi no tienen fin, como nosotros solemos decir”; “…mientras tanto prosiguen
los autos de guarda y custodia con sus diligencias de prueba inevitablemente más demora-
das”; “Hay procesos con 1500 páginas, portando 7 u 8 volúmenes”.
̱ʹ͵͵̱
Finalmente, otra característica de los procesos litigiosos según dos los
jueces, es la repercusión a terceros (n=9), como los abuelos u otros elementos
de la familia extensa. En este ejemplo, el juez comentaba que, en uno de sus
casos más litigiosos, se estaba intentando un régimen de visitas en el colegio,
que estaba siendo dificultado por terceros: “… cuando se va al colegio hay siempre
alguien que avisó a alguno de los padres o algún familiar que aparece para complicar”.
̱ʹ͵Ͷ̱
En cuanto al impacto del litigio en sí mismo, los participantes describie-
ron un impacto de nivel más profesional: dudas al largo del proceso (n=12),
dudas en las decisiones (n=10) y la angustia de no lograr que éstas se cumplan
-impotencia, dificultad en hacer cumplir decisiones (n=9) (ej.: “Nosotros tene-
mos, obviamente, que cuestionar si, de hecho, aquello que decidimos es lo mejor para los ni-
ños”; “Resulta muy complicado establecer cualquier régimen porque ellos no obedecen a cual-
quier determinación del tribunal. Ellos hacen lo que les apetece”).
Nos queda una mirada breve en torno de las prácticas judiciales hacia el
litigio parental en casos de guarda y custodia aludidas por los participantes,
aunque, en esta fase del estudio, estas categorías fuesen poco robustas, es de-
cir, no estuvieron presentes en más de la mitad de los participantes.
̱ʹ͵ͷ̱
3.7. Implicaciones para el sistema judicial.
4. Discusión.
̱ʹ͵̱
mismo sentido, que las interferencias de los padres implican prejuicio para la
propia justicia (ej.: morosidad, irresolución).
Por otro lado, aunque los jueces reconocen la existencia del rechazo al
progenitor no custodio, de los conflictos de lealtad y las alianzas, tan solo un
juez planteó de un modo explícito la alienación parental. No obstante estos
son aspectos ampliamente descritos en la literatura sobre la alienación (ej.:
Gardner, 2002; Tejedor, 2006). Esto puede deberse al hecho de que, en Por-
tugal, el debate en torno a la alienación parental todavía está empezando aun-
que existan obras dedicadas a este tema (ej.: Ribeiro, 2007).
̱ʹ͵̱
todia compartida) como regla, y no como excepción como en la anterior re-
dacción del código civil (Gomes, 2009). Se cree que esta nueva legislación, con
sus nuevos instrumentos –por ejemplo, la criminalización del incumplimiento
repetido e injustificado del régimen de visitas (alteración del art. 249º del
Código Penal, “Substracción de menor”)- venga a tener efectos reductores de
las interferencias parentales.
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̱ʹͶͲ̱
ESTUDIO DE SENTENCIAS DE VIOLENCIA DE GÉNERO CON
MENORES IMPLICADOS: CARGA DE LA PRUEBA Y
DECISIONES SOBRE LOS MENORES
Ramón Arce Fernández, Miguel Ángel Alonso Fernández y Mercedes Novo Pérez
Departamento de Psicología Social, Básica y Metodología
Universidad de Santiago de Compostela
1. Introducción.
̱ʹͶͳ̱
Cuando el conflicto parental alcanza un alto grado, la separación puede
provocar en los menores procesos negativos como la sobrecarga, la parentifi-
cación, la judicialización de la relación coparental, o, en casos más graves, el
Síndrome de Alienación Parental (Fariña, Seijo, Arce y Novo, 2002). Los pro-
cesos de separación y divorcio son, por lo tanto, un caldo de cultivo para las
interferencias parentales, que podrían ser definidas como la obstaculización de
la relaciones de los hijos con alguno de sus dos progenitores sin que exista una
causa que lo justifique.
̱ʹͶʹ̱
2. Método.
2.1. Protocolos.
̱ʹͶ͵̱
podrían implicar a menores. Además, se codificaba también si había tomado
parte en el proceso como testigo, dentro de la categoría “testimonios de la
familia”.
Por otra parte, las pruebas que se utilizaron para valorar la culpabilidad
o inocencia del acusado fueron las siguientes:
1- Testimonio de la víctima.
4- Testigos ajenos.
5- Testigos policiales.
7- Informe médico-forense.
̱ʹͶͶ̱
En todas ellas se codificó la presencia o ausencia de las mismas en la
redacción de la propia sentencia.
̱ʹͶͷ̱
- que no existieran pruebas objetivas con las que condenar al
acusado.
1- Testimonio de la víctima
2- Pruebas documentales
4- Testigos
3. Resultados.
̱ʹͶ̱
principalmente en estos últimos casos, ya que nos permitirán conocer mejor
las implicaciones de estos procesos penales para la defensa del mejor interés
del menor y eso es de lo que trata nuestro estudio.
̱ʹͶ̱
Tabla 1. Criterios de condena.
̱ʹͶͺ̱
2- Asunción propia de un rol protector del padre, por lo que el menor
se negaría a incriminarlo con su testimonio. Aquí podríamos encon-
trar procesos como la parentificación, la sobrecarga, la ilusión de re-
conciliación…
̱ʹͶͻ̱
4. Conclusiones.
Si bien los resultados que hemos obtenido son parte de un estudio pre-
liminar, sí nos permiten indicar que en el proceso penal los hijos menores
pueden ser objeto de:
̱ʹͷͲ̱
Por todo ello, tenemos que tener en cuenta todos estos datos, y trans-
mitírselos a los jueces. Con ello podemos evitar mayores problemas a los me-
nores, que ya sufren de por sí las consecuencias negativas de la separación de
sus padres.
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Hillsdale, N.J.: LEA.
̱ʹͷʹ̱
ESTUDIO DE OPINIÓN DE LOS UNIVERSITARIOS ESPAÑOLES
SOBRE IGUALDAD DE GÉNERO Y CUSTODIA COMPARTIDA
1. Introducción.
En los últimos años hemos asistido a un importante avance legislativo
en cuestiones que tratan de favorecer la igualdad efectiva entre hombres y mu-
jeres. Cómo no, debemos destacar la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciem-
bre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Otro
texto legal a destacar es la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la
Igualdad Efectiva entre Mujeres y Hombres, cuyo objetivo primordial es hacer
efectivo el derecho de igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y
hombres, y de forma particular mediante la eliminación de la discriminación
de la mujer en cualquiera de los ámbitos de la vida (político, civil, laboral,
̱ʹͷ͵̱
económico, social y cultural) para conseguir, de esta manera, alcanzar una so-
ciedad más democrática, más justa y más solidaria. Junto a esta iniciativa, en
nuestra comunidad autónoma (Galicia) se han promulgado textos similares, a
saber, Ley 7/2004, del 16 de Julio, Ley Gallega para la Igualdad de Mujeres y
Hombres o la Ley 2/2007, del 28 de Marzo, del Trabajo en Igualdad de las
Mujeres de Galicia. En este sentido, algunos autores han destacado que el re-
conocimiento legal de la igualdad de género ha impulsado un cambio social, o
incluso el mayor compromiso con las responsabilidades parentales por parte
de los varones (Alberdi y Escario, 2007).
Por otro lado, también la Ley 15/2005, de 8 de julio, por la que se mo-
difican el Código Civil y la Ley de Enjuiciamiento Civil en materia de separa-
ción y divorcio, lleva implícitos cambios en pro de la igualdad de género. En-
tre otras cuestiones la defensa de la tan polémica “custodia compartida” como
una modalidad de custodia ideal, bajo ciertas condiciones, en aquellos casos de
ruptura familiar.
Con el objetivo de analizar diversos componentes actitudinales hacia la
igualdad de género, y más concretamente hacia la responsabilidad parental en
situaciones de separación y divorcio y la custodia compartida hemos elabora-
do un cuestionario ad hoc, que ha sido aplicado a una muestra de 2061 estu-
diantes universitarios españoles, de diferentes titulaciones y universidades. Se
presentan los resultados obtenidos y se plantea la necesidad de un mayor co-
nocimiento y sensibilización por parte de los jóvenes, en cuanto a la expresión
concreta del derecho a la igualdad y su relación con la coparentalidad en situa-
ciones de ruptura de pareja.
̱ʹͷͶ̱
2. Método.
2.1. Participantes.
Contamos con un total de 2061 participantes. Todos ellos estudiantes
provenientes de diferentes Universidades españolas (Vigo, Santiago de Com-
postela, Jaén, Granada). De ellos, 578 (28%) son hombres y 1483 (72%) muje-
res. El rango de edad oscila entre 17 y 52 años, siendo la media 20.89 años
(Sx=3,979).
3. Resultados.
Presentamos los resultados en función de los bloques que hemos descrito
anteriormente.
a. Conocimiento de la legislación.
Los datos indican que el 23.6% de los participantes conocen la existen-
cia de la Ley 3/2007 para la igualdad efectiva de hombres y mujeres, frente a un
̱ʹͷͷ̱
75.3% que sí la conocen. Si atendemos al género, podemos observar que el
porcentaje de conocimiento es similar entre hombres y mujeres (ver tabla 1).
̱ʹͷ̱
nocerla y el 64.4% no hacerlo. Observamos un porcentaje ligeramente supe-
rior de mujeres que manifiestan conocer la Convención (36.7%) que de hom-
bres (29.2%).
̱ʹͷ̱
c. Igualdad en situaciones de ruptura familiar.
Para el 91.4% la madre se ocupa de los hijos tras la separación (tabla 5),
con respecto al padre, este porcentaje se ve reducido al 52.8% (tabla 7). Sin
embargo, cuando se formula como un deber el 67% piensa que es un deber de
la madre, un 85.5% piensa que es un deber del padre. Por géneros, las mujeres
se ven a sí mismas en mayor medida como un deber de madre (72.6% de las
mujeres), sin embargo los hombres sólo estiman que es deber de la madre en
un 52.9% (tabla 6). Por su parte, con respecto al deber de padre (tabla 8) los
hombres se ven a sí mismos menos “obligados” (el 79.2% de los varones),
frente al 89% de las mujeres).
̱ʹͷͺ̱
Tabla 7. Descriptivos sobre si el padre se ocupa de los hijos tras la ruptura de
pareja.
SI NO NS/NC Total
Varones 326 239 13 578
(56.4%) (41.4%) (2.2%)
Mujeres 763 679 41 1483
(51.4%) (45.8%) (2.8%)
Total 1089 918 54 2061
(52.8%) (44.5%) (2.7%)
Tabla 8. Descriptivos sobre si es deber del padre ocuparse de los hijos tras la
ruptura de pareja.
SI NO NS/NC Total
Varones 454 119 5 578
(78.5%) (20.6%) (0.9%)
Mujeres 1309 161 13 1483
(88.3%) (10.8%) (0.9%)
Total 1763 280 18 2061
(85.5%) (13.6%) (0.9%)
Respecto a la custodia compartida, los datos indican que el 97% de los encues-
tados se muestran de acuerdo con esta modalidad de guarda y custodia. Por
géneros observamos que el 95.3% de los varones, frente al 97.4% de las muje-
res (tabla 9) se muestran de acuerdo con ella.
̱ʹͷͻ̱
de los progenitores e hijos, seguido de un 15.1% de los progenitores y un
6.5% del hijo (tabla 10).
̱ʹͲ̱
las mujeres), y el 0.7% que deberían fomentar la custodia en solitario para el
padre (1.4% de varones, y 0.4% de mujeres).
Tabla 12. Descriptivos en cuanto a qué deberían defender los grupos feminis-
tas.
Los grupos Los grupos fe- Los grupos femi-
feministas de- ministas deber- nistas deberían
ben propiciar la ían propiciar la propiciar la custo-
custodia com- custodia en soli- dia en solitario NS/NC Total
partida tario de la madre para el padre
Varones 526 23 8 21 578
(91%) (4%) (1.4%) (3.6%)
Mujeres 1399 41 6 37 1483
(94.4%) (2.8%) (0.4%) (2.4%)
Total 1925 64 14 58 2061
(93.4%) (3.1%) (0.7%) (2.8%)
̱ʹͳ̱
4. Conclusiones.
Los datos obtenidos en este trabajo permiten destacar las siguientes con-
clusiones:
a. El nivel de conocimiento (en cuanto a la existencia) de las leyes especí-
ficas que se relacionan con la igualdad de derechos entre hombres y
mujeres podemos considerarlo como bajo. En este estudio se encuentra
que en torno a un tercio de los participantes tienen conocimiento sobre
la existencia de estas leyes.
b. La mayoría de los participantes (96%) consideran que hombres y muje-
res tienen iguales derechos en los diferentes ámbitos de la vida.
c. Una amplia mayoría de los participantes se muestran a favor de la guar-
da y custodia compartida como una buena manera de resolver las situa-
ciones de ruptura de pareja, indicando que los principales beneficiaros
serían los hijos.
̱ʹʹ̱
En la misma dirección, el estudio llevado a cabo por el CIS (2007) conclu-
ye la existencia de un mayor conocimiento y sensibilización por parte de los
jóvenes actuales en cuanto a la expresión concreta del derecho a la igualdad y
su relación con la coparentalidad en situaciones de ruptura de pareja
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̱ʹ͵̱