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Pediatria
PRÀCTIQUES
CLÍNIQUES
HOSPITALÀRIES II
CICLE REFLEXIVO
Inês Damasceno
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Reflexionar sobre nuestra práctica profesional, está de alguna forma inherente a la
profesión de enfermería. Sin una reflexión sistemática sobre nuestro trabajo, no conseguimos
"ver" en lo que no estamos tan bien y podemos mejorar.
Conseguir siempre un desempeño excelente en mis cuidados como enfermera, fue una
meta que siempre he querido alcanzar, y para acercarse a ella, la frecuencia de las prácticas de
pediatría es primordial, pues permitirá la profundización de mis conocimientos y la adquisición
de competencias que implicarán una mejor prestación de atención a los pacientes en el grupo
de edad de 0 a 16 años. Con esta reflexión, voy a describir una experiencia, utilizando el Ciclo de
Gibbs: describir la situación, explicitando lo que sucedió, los pensamientos y sentimientos que
se derivan, evaluar esa experiencia, en sus puntos débiles y fuertes, realizando su análisis crítico,
y terminando con la conclusión de lo que hice y lo intentaré hacer mejor en una próxima ocasión.
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En el marco de la etapa de Pediatría, realizado en el HTVC, tuve la oportunidad de
acompañar a un niño en edad preescolar, que llegó a la compañía de la madre y que recurrió al
hospital por primera vez. Fue un día que tuve la oportunidad de estar en las urgencias
pediátricas.
Según la historia relatada por la madre, el "Afonso" estaba acostado en la cama de los
padres jugando y cayó al suelo. De esta caída resultó un traumatismo cráneoencefálico (TCE) sin
pérdida de conocimiento. Del TCE resultó un hematoma frontoparietal derecho. El niño se
encontraba tranquilo, consciente, obedecía a órdenes y por la evaluación de la Escala de
Glasgow, presentaba Score 15. La madre refirió que no presentó vómitos. Los TCE constituyen
uno de los mayores problemas de salud pública en los Estados Unidos, Europa y otros países
desarrollados. Antes de los 15 años, la mitad de las muertes debidas a trauma, son provocadas
por lesiones en el cráneo. La incidencia de niños y adolescentes con traumatismos aumentó, y
las lesiones en la cabeza se convirtieron en la mayor causa de muerte antes de los 35 años. Entre
los niños que no mueren, existe un porcentaje significativo que presenta dificultades de
comportamiento y de aprendizaje (Faria, 2006).
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La madre describía la historia rápidamente, presentando alguna tartamudez y temblor
en el habla. "Lo siento señora enfermera, pero estoy muy estresada y me siento culpable por
esto! Se tranquilizó a la madre, refiriendo que se iba a proceder a la evaluación de la situación.
El estrés consiste en el conjunto de reacciones fisiológicas, cognitivas y comportamentales, que
resultan de una relación continua, dinámica y bidireccional, entre la persona y el medio, en que
el medio exige, según la percepción del individuo, recursos adaptativos personales, para los
cuales el individuo no tiene una sólida respuesta (Guerra, 2006).
Se dio el refuerzo positivo por la madre haber traído al niño al hospital y refiriendo que
a pesar de ser necesario vigilancia, las caídas son frecuentes y características del estadio de
desarrollo del niño. Este diálogo se estableció para intentar que la madre se sintiera menos
culpable, sin embargo advirtiendo que no se puede descuidar la vigilancia y promoviendo la
adopción de "estrategias de coping y adaptación" (Ordem dos Enfermeiros, 2010). El coping es
el "conjunto de los esfuerzos cognitivos y conductuales del individuo, que constituyen un proceso
para manejar o gestionar solicitudes específicas o excesivas, independientemente de su eficacia"
(Oliveira, 1998, p. 290). Se hace indispensable el establecimiento de una relación de confianza
entre el niño / padres / enfermero, para satisfacer dudas, inquietudes y miedos, reforzando la
calidad e individualidad de los cuidados prestados y disminuyendo el grado de estrés vivido por
el niño / familia (Guerra, 2006).
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identificación de focos de inestabilidad y respuesta adecuada (Ordem dos Enfermeiros, 2010).
Según Coyne (1995), la participación parental reduce la ansiedad del niño y de los padres en
diversas situaciones del hospital, siendo un área que merece una atención especial por parte de
los enfermeros.
La administración del analgésico al "Afonso", tuvo como objetivo la gestión del dolor,
promoción de su confort y minimización de la ansiedad. El control del dolor es un derecho de
las personas y un deber de los profesionales de la salud. Por esta razón, la Dirección General de
Salud instituye el dolor como quinto signo vital, determinando como norma de buena práctica
que la presencia de dolor y su intensidad sean sistemáticamente valoradas, diagnosticadas,
evaluadas y registradas. El éxito de la estrategia terapéutica depende de la monitorización
regular del dolor en todas sus vertientes (Guia Orientador de Boa Prática da Dor, Ordem dos
Enfermeiros, 2008). Geri las medidas farmacológicas de combate al dolor, aplicando así esta
competencia de un enfermero de salud infantil y pediatría.
Fue observado por la Pediatra, que dio indicación para la realización de una radiografía
al cráneo. Después de salir del gabinete, el niño fue a realizar el examen, acompañado por la
madre. A la llegada al SU había prescrito té azucarado, que bebió lentamente con agrado y
toleró. La madre ya estaba más tranquila, consiguiendo tener una conversación fluida, sin
cambios en el habla y esbozando siempre una sonrisa.