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Biblioteca: Grandes Obras del Psicoanálisis
VOLUMEN
18
Presentación de la edición castellana .. .. .. .. ., .. " .. .. 7
Prefacio .. .. .. .. ., .. .. .. .. .. .. .. II
PARTE PRIMERA
CAPÍTULO I
(órgano corporal) .. .. .. .. .. .. .. ., .. .. 27
CAPÍTULO 11
Introducción .. .. .. .. .. .. ,. ., .. .. " .. .. .. 41
4 ÍNDICE DE MATERIAS
CAPÍTULO 111
.La represión y el retorno de los objetos malos .. .. .. 69
Con especial referencia a las "neurosis de guerra" (1943) 69
1. La importancia de las relaciones de objeto 69
2. La naturaleza de lo reprimido .. " .. .. 70
3. Los objetos reprimidos .. .. .. .. .. .. 72
4. La defensa moral contra los objetos malos 74
5. La dinámica de la influencia de los objetos malos .. 76
6. La culpa como defensa contra la liberación de los objetos
malos .. " , .. .. .. .. .. .. .. .. 77
7. Un pacto con el diablo .. .. .. .. .. .. .. ., " .. 79
8.- Las catexis libidinosas de los objetos malos como fuente
de resistencia .. .. " .. " .. .. .. ., .. .. 80
9. Disolución de la catexis del objeto malo ... , .. .. .. 82
10. El retorno psicopatológieo de los objetos malos .. .. .. 83
11. La liberación traumática de los objetos malos con espe
cial referencia a los casos militares .. .. .. .. .. 84
12. Nota sobre la compulsión a la repetición " ., .. 86
13. Nota sobre los instintos de muerte .. 86
14. Las psiconeurosis y psicosis de guerra .. .. .. 87
CAPÍTULO IV
Las estructuras endopsiquicas consideradas en términos de re
laciones de objeto .. .. .. .. " .. " .. .. .. .. .. .. 91
La psicología de las relaciones de objeto como principio ex
plicativo de la internalización de los objetos .. .. .. 91
La psicología del impulso y sus limitaciones .. .. .. .. ., 93
La psicología de la estructura y la represión de las estruc
turas .. .. .. " .. .. .. .. 9(j
La posición esquizoide .. .. 9a
"De vuelta a la histeria" .. 99
Una multiplicidad de yos .. 101
Las relaciones de objeto del yo central y de los yos sub
sidiarios .. .. .. .. .. .. " .. " .. .. .. .. .. 101
La situación endopsíquica básica y revisión de la teoría de
la estructura mental así establecida .. .. .. .. .. .. 11]
La disociación del yo y la represión consideradas como as
pectos de un idéntico proceso de actuación en los esta
dos 'esquizoides e histéricos .. .. .. .. .. .. " .. 1U
El origen de la situación endopsíquica básica y de la mul
tiplicidad de yos .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .... 114
La técnica de "Divide et impera" para la distribución de la
libido y de la agresión.. .. .. .. .. .. .. .. .... lIt
ÍNDICE DE MATERIAS 5
general •. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. 127
cativo .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. 129
CAPÍTULO V
CAPÍTULO VI
CAPÍTuLO VII
PARTE SEGUNDA
ARTÍCULOS CÚNICOS
CAPÍTULO I
CAPÍTULO II
CAPÍTULO III
6 ÍNDICE DE Mll.iERIAS
PARTE TERCERA
MISCELÁNEA DE ARTÍCULOS
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO III
CAPÍTULO IV
namica provee --en opinión del autor- una base mejor para la como
prensión de los fenómenos de Grupo que cualquiera otra psicología.
Aunque compartimos el valor de algunos de estos conceptos en el estu
dio de la Psicología de Grupos, creemos que, infortunadamente, esta últi
ma e importante afirmación de Fairbairn no es avalada por material
demostrativo.
La parte segunda, "Artículos clínicos", no requiere, en opinión de
su autor, ningún comentario especial, salvo "Aspectos del análisis de una
paciente con una anormalidad física genital", escrito en 1931 y consi
derado por el mismo Fairbairn como preanunció de algunas de sus más
recientes ideas contenidas en la parte primera. Aunque el artículo parezca
no ofrecer motivos para especiales comentarios, entendemos que las refe
rencias finales a los casos de personalidad múltiple, a la constitución
del SUPERYÓ y a la estructura del aparato mental, como asimismo algunas
hipótesis sobre la génesis de la envidia femenina y sobre la manía en su
relación con el Yo y el ELLO, merecen detenida atención.
En la parte tercera, "Miscelánea de artículos", que comprende una
serie de temas de diferente valor, Fairbairn, sobre la base de los previos
estudios de Freud en el orden sociológico, incursiona en los fenómenos
grupales y en los problemas político-ideológicos. "La significación so
ciológica del comunismo considerada a la luz del psicoanálisis" es un
ejemplo en tal sentido. Aunque en el estudio de tales temas complej os
podamos pensar en la necesidad de la concurrencia de varias disciplinas
científicas, entendemos que se trata, sin duda, de un propósito valioso
de Fairbairn ya que ningún intento de explicación de tales fenómenos
puede ser considerado seriamente si no incluye el estudio de las moti
vaciones de la conducta humana, descubiertas a través de la investigación
psícoanalítica.
"La psicología como tema prescripto y proscripto" constituye una
aportación al estudio de las resistencias humanas a la comprensión de
8US propias motivaciones. Asimismo, destaca la manera como el grupo
social, al limitar la libre indagación, busca proteger su integridad cul
tural, en la medida que ella se ha erigido como defensa contra "las
fuerzas oscuras y peligrosas que yacen escondidas en las profundidades
de la naturaleza humana". Este artículo, escrito en el año 1939, bajo
circunstancias, por tanto, muy especiales, tiene con todo el gran valor de
mostrar cómo, pese a ciertas aparentes modificaciones, el fondo del pro
blema, la posibilidad de cambio, continúa siendo un complejo tema de
muy difícil solución.
No cuesta ver que este libro de Fairbairn no es cosa de todos los
días. Es imposible no llegar a la conclusión que el pensamiento y la
creación de Fairbairn -tal como señala Jones en el prefacio de esta
obra- son decididamente originales.
Los artículos de Fairbairn han promovido discusiones, sin duda
debidas, en gran parte, a la complejidad y por momentos a una no muy
10 w. RONALD D. FAIRBAIRN
clara expOSlClon del tema, a la inmediata reacción afectiva que las ideas
nuevas pueden provocar y a la magnitud emocional de las personas
cuyos conceptos revisiona. Pero más allá de esto podemos estar ciertos que
muchas de sus investigaciones ampliaron y abrieron cauces nuevos en el
pensamiento analítico. Y en no pocas oportunidades resultaron precur
soras de conceptos hoy día fecundos en la teoría y en la práctica psico
analítica.
PREFACIO
11
PREFACIO
,
11
INTRODUCCIÓN
DE LA PERSONALIDAD
CAPÍTULO 1
FACTORES ESQUIZOIDES
EN LA PERSONAUDAD (1940) 1
] Una versión abreviada de este artículo fue leída ante la Filial Escocesa de la
Sociedad Psicológica Británica el 9 de noviembre de 1940.
19
20 W. RONALD D. FAIRBAlRN
profunda del yo que representa sus niveles inferiores y que incluye los
elementos que están más altamente dotados de libido y que por eso son
la fuente del afecto. Para el enfoque psicoanalítico dinámico, esta disocia
ción sólo puede ser explicada en función de la represión; y sobre esta
suposición, sólo podemos deducir que la parte más profunda y más libio
dinal del yo es reprimida por la parte más superficial del yo, en la que
los procesos de pensamiento están más desarrollados.
En el caso de individuos en los que los rasgos esquizoides están pre·
sentes en menor grado, el divorcio entre pensamiento y sentimiento es por
supuesto menos marcado. Sin embargo, hay una tendencia característica
no sólo a sustituir los valores emocionales por los intelectuales, sino tamo
bién a una alta libidinización de los procesos de pensamiento. Estos
individuos están a menudo más inclinados a construir sístemas intelectuales
de tipo elaborado que a desarrollar relaciones emocionales con los otros
sobre una base humana. Hay además una tendencia de su parte a con
vertir en obj etos libidinosos a los sistemas que han creado. "Estar enamo
rado del amor" parece un fenómeno de esta naturaleza; y los enamora
mientos esquizoides a menudo tienen un elemento de este tipo. Los
enamoramientos de esta clase pueden conducir a consecuencias bastante
displacenteras para el objeto de amor ostensible; pero cuando encontramos
una personalidad realmente esquizoide enamorada de alguna filosofía polí
tica extremista, las consecuencias se hacen más graves, porque entonces
la tasa de víctimas puede sumar millones. Una personalidad de este tipo,
cuando está enamorada de un sistema intelectual que interpreta con rigidez
y universalmente, tiene toda la estructura del fanático, que en verdad es
lo que realmente es. Cuando además tal fanático tiene a su vez la incli
nación y la capacidad para dar un paso e imponer despiadamente su
sistema a los otros, la situación puede tornarse catastrófica, aunque a veces
puede reconocerse que es potente tanto para el bien como para el mal. Sin
embargo, no todos los que están enamorados de un sistema intelectual
tienen el deseo o la capacidad de imponer de este modo su sistema en el
mundo externo. En realidad es mucho más frecuente que se mantengan
aparte, por lo menos en cierta medida, de la vida del mundo cotidiano,
y que miren desde sus refugios intelectuales a la humanidad común con
una actitud de superioridad (la actitud adoptada, por ejemplo, por miem
bros de las clases altas hacia la burguesía).
En este punto es conveniente llamar la atención hacia el hecho de
que, en lo que respecta a sujetos con una tendencia esquizoide, está
siempre presente en algún grado, la sensación interna de superioridad, in
cluso cuando, como es frecuente, sea ampliamente inconsciente. Es bastante
común que haya que superar considerables resistencias antes de que en
el curso del tratamiento analítico se revele su presencia, y una resistencia
aún más formidable se encuentra cuando se hacen esfuerzos para analizar
las fuentes de las que brotan. Cuando se descubren sus fuentes, empero, se
encuentra que esta sensación de superioridad está basada en: 1) una se·
36 w. RONALD D. FAIRBAIRN
que luego de traerme algunas frutas como regalo, empezó la sesión del
día siguiente con la pregunta: "¿Ha sido usted envenenado?"
Estamos ahora en situación de apreciar que el individuo con una
tendencia esquizoide tiene otro motivo para guardar su amor dentro de
sí, además del que surge de la sensación de que es demasiado precioso
como para separarse de él. También mantiene encerrado su amor porque
siente que es demasiado peligroso como para descargarlo en sus objetos.
Así no sólo guarda su amor en una caja fuerte, sino que hasta lo guarda
en una prisión. Pero la cuestión no termina ahí. Como siente que su
propio amor es malo, está dispuesto a interpretar el amor de los otros
en términos similares. Esta interpretación no implica necesariamente pro
yección por su parte, pero por supuesto está siempre predispuesto a recu
rrir a esta técnica defensiva. Queda ilustrada, por ejemplo, en el cuento
de Caperucita Roja, al que ya nos hemos referido, porque aunque, como
hemos visto, el lobo representa su propio amor incorporativo oral, la
historia nos dice también que el lobo toma el lugar de la abuela en
la cama, lo que significa, por supuesto, que atribuye su propia actitud
incorporativa a su objeto libidinoso, que parece entonces convertirse en
un lobo devorador. Así resulta que el individuo con características esqui
zoides está predispuesto a sentirse impulsado a erigir defensas, no sólo
contra su amor por los otros, sino también contra el amor de ellos hacia
él, y fue a causa de esto que una joven bastante esquizoide, paciente mía,
solía decirme a veces: "Haga usted lo que hiciere, nunca debe quererme".
Cuando, acorde con esto, el individuo con tendencia esquizoide renuncia
a contactos sociales, es ante todo porque siente que no debe amar ni ser
amado. Pero no siempre se contenta con un mero distanciamiento pasi
vo. Por el contrario, a menudo toma medidas activas para alej ar de él a
sus obj etos. Para este propósito tiene a mano un instrumento dentro de
él mismo en la forma de su propia agresión diferenciada. Moviliza los
recursos de su odio, y dirige su agresión contra los otros, y particular
mente contra sus objetos libidinosos. Así, puede pelearse con la gente,
ser censurable, rudo. Al hacerlo, no sólo sustituye amor por odio en sus
relaciones con sus objetos, sino también que los induce a odiarlo en vez
de amarlo; y hace todo esto para mantener a distancia a sus objetos
libidinosos. Como los trovadores (y quizás también los dictadores) sólo
puede permitirse amar y ser amado desde lejos. Esta es la segunda gran
tragedia a la que están expuestos los individuos con tendencia esquizoide.
La primera es, como hemos visto, que siente que su amor es destructivo
para los que ama. La segunda surge cuando está sujeto a una cornpul
sión a odiar y ser odiado, en tanto que todo el tiempo anhela, muy en
lo profundo, amar y ser amado.
Pero hay dos motivos más por los que el individuo con tendencia
esquizoide puede ser impulsado a sustituir amor por odio; es curioso que
uno sea un motivo inmoral y el otro moral y, entre paréntesis, éstos
parecerían ser motivos especialmente poderosos en el caso del revolucio
40 W. RüNALD D. FAIRBAIRN
REVISIÓN DE LA PSICOPATOLOGÍA
INTRODUCCIÓN
41
42 W. RONALD D. FAIRBAIRN
disociación del yo, y lo común es que un análisis profundo: revele iaa di
sociación, no sólo en individuos que padecen condiciones francamente
psicopatológicas, sino también en aquellos que recurren a~ análisis por
perturbaciones a las que no han sido- atribuidos definidos rasgos psicopa
tológicos. El significado de disociación del yo puede apreciarse en su
totalidad sólo cuando se lo enfoca desde el. punto de vista del desarrollo.
(Tal como lo ha descrito Edward Glover [1932, J. Ment. Sci<? 73. 819
842], el yo se establece gradualmente en el curso del desarrollo, a raíz
de un número de primitivos núcleos del yo, y debemos suponer que éstos
constituyen el resultado de un proceso de integración, La formación de
los núcleos componentes puede concebirse como un proceso de cristali
zación psíquica. localizada, que tiene lugar no sólo dentro de la esfera
de las zonas erógenas, sino también en varios otros terrenos funóoEales.
De este modo, surgirán dentro de la psique no sólo núcleos orales, anales
y genitales, sino también núcleos masculinos y femeninos, activos y pasi
vos, de amor y de odio, de dar y de tomar, como también núcleos de
perseguidores y jueces internos [núcleo del superyó]. Por tanto. podemos
aun establecer, que la superación y combinación de estos varios núcleos
y clases de núcleos, que forman la base de ese particular proceso de
integración que da lugar a la formación de los estados esquizoides del yo,
se llevan a cabo en forma característica en individuos en los qu.e este
proceso de integración nunca ha sido satisfactoriamente realizado y en
aquellos en los que ha tenido lugar una desintegración regresiva del yo.]
Existe una obvia relación entre el desarrollo del yo, tan brevemente
descrito, y la primaria formulación freudiana de la teoría de la libido.
Por supuesto, lo que hemos dicho sobre la formación de los núcleos del
yo, cae dentro de la concepción de Freud, de que la libido es original
mente distribuida sobre un número de zonas corporales, algunas de las
cuales son de gran importancia y erógenas de por sí. Existe también un
elemento común entre el concepto de que el desarrollo exitoso del yo
depende de una adecuada integración de los núcleos del yo, y el concepto
de Freud, de que un exitoso desarrollo libidinoso depende de la integra
ción de las varias distribuciones libidinosas, bajo la supremacía del im
pulso genital. Sin embargo, como ya veremos, la teoría de la libido con
tiene una limitación intrínseca, lo que hace desear que la misma sea
reformada de manera tal, que esté más de acuerdo con el modelo del
desarrollo del yo que hemos esbozado. Empero, la limitación intrínseca
de la teoría de la libido se aprecia mej or si la enfocamos de acuerdo a
como surge de la revisión hecha por Abraham. POi' supuesto, Abraham
adjudicó a cada una de las zonas libidinosas más importantes un lugar
especial en el desarrollo psicogenético, )' estableció una serie de fases del
ESTUDIO PSICOANALÍTICO DE LA PERSONALIDAD 43
3 Sin embargo, debe reconocerse que existen defensas más o menos específicas
asociadas con los estados esquizoide y depresivo que actúan en función del estado en
sí mismo más que por los conflictos subyacentes. Por ejemplo en lo que se. refiere
al estado depresivo, la defensa maníaca. Estas defensas específicas parecen empezar a
actuar cuando las técnicas no específicas mencionadas (paranoide, obsesiva, histérica
y fóbi.ca) fracasan en su finalidad de defender al yo contra el comienzo de un estado
esquizoide o depresivo. Sin embargo, las defensas específicas deben ser diferenciadas
de los estados esquizoide y depresivo básicos que las motivan.
44 W. RONALD D. FAIRBAIRN
fálica como representante de una fase libidinosa, sino como una técnica,
debiendo prevalecer la misma idea con respecto a las actitudes anales.
El concepto de las zonas erógenas fundamentales, es una base insa
tisfactoria para cualquier teoría del desarrollo de la libido, debido a que
parte del error de no reconocer que el placer libidinoso es, fundamental.
mente, sólo un jalón para la obtención del objeto. De acuerdo con el
concepto de las zonas erógenas, el objeto es considerado como un jalón
para la obtención del placer libidinoso, lo que significa poner el coche de
lante de los caballos. Tal inversión de la posición real debe atribuirse
al hecho de que en las primeras épocas del pensamiento analítico no se
comprendió suficientemente la importancia capital de la relación de ob
jeto. Nos enfrentamos así, con un malentendido que surge por el hecho
de confundir una técnica con una manifestación libidinosa primaria. En
toda situación existe un' ejemplo crítico, y en ésta, lo constituye la succión
del pulgar. -¿Por qué un lactante succiona su pulgar? En esta simple
pregunta yace todo el destino del concepto de las zonas erógenas y la
forma de la teoría de la libido en él basada. La contestación de que el
lactante succiona su pulgar porque su boca es una zona erógena y que
el succionar le proporciona placer erótico, es conveniente, pero en rea
lidad, nos aparta del tema. Para enfocar el problema nos debemos pre
guntar: "¿Por qué su pulgar?", y la respuesta será: "Porque no tiene
un pecho para succionar". Hasta el lactante necesita un objeto libidinoso,
y si se lo priva de su objeto natural (el pecho), se busca un objeto él
solo. La succión del pulgar representa, pues, una técnica para enfrentar
una relación de objeto insatisfactoria, pudiéndose decir lo mismo con
respecto a la masturbación. Sin duda, se les ocurrirá que la succión del
pulgar y la masturbación debieran ser descritas, no simplemente como
actividades "eróticas", sino más específicamente como actividades "auto
eróticas", lo que en realidad es cierto. Empero, también es cierto que
el concepto de zonas erógenas está basado en el fenómeno del autoerotis
mo, lo que es debido en gran parte a una interpretación errónea del
verdadero significado de este fenómeno. El autoerotismo es esencialmente
una técnica por medio de la cual el individuo busca no sólo proveerse lo
que no puede obtener del objeto, sino proveerse un objeto que no puede
obtener. '. Las "fases anales" y la "fase fálica" representan meramente
actitudes basadas en esta técnica, la que se origina en un contenido oral,
conservando siempre las señales de su origen oral. Por tanto, está inti
mamente relacionada con la incorporación del objeto, que, después de
todo, es sólo otro aspecto del proceso por medio del cual el individuo
intenta hacer frente a las frustraciones de las relaciones orales. De acuer
do con esta estrecha relación, vemos que en el comienzo, la succión del
pulgar, como actividad autoerótica (o erótica), adquiere el significado
de una relación con un objeto internalizado. No es exagerado afirmar
que todo el curso del desarrollo libidinoso depende de hasta que punto
ESTUDIO PSICOANALÍTICO DE LA PERSONAUDAD 47
son incorporados los objetos y de la naturaleza de las técnicas que se
emplean para tratar a los objetos incorporados. Estas técnicas son las que
discutiremos. Por el momento basta señalar que la importancia de las
actitudes anal y fálica radica en el hecho de que representan los aspectos
libidinosos de las técnicas utilizadas para tratar a los objetos que han
sido incorporados, Sin embargo, debe tenerse siempre en cuenta que la
actitud libidinosa no es lo que determina la relación de objeto, sino que
la relación de objeto es la que determina la actitud libidinosa.
9 Este cuadro intenta representar la norma del desarrollo libidinal, tanto como
puede ser observado; pero es importante tener en cuenta la diferencia entre esta
norma y el proceso real de desarrollo revelado por el análisis de un caso psico
patológico. Debe explícitamente reconocerse por lo tanto, que el objeto real durante
la primera fase oral sigue siendo el pecho real de la madre más allá de cualquier
proceso mediante el cual el pecho es incorporado mentalmente y se convierte en
objeto interno. También que durante esta fase el individuo depende física y emo
cionalmente del pecho como objeto externo más allá de cualquier dependencia emo
cional de un pecho internalizado. También debe reconocerse que el pecho puede
persistir como objeto interno en fases libidinales posteriores en las que el objeto
real es otro que el pecho.
10 Un aspecto importante de la diferencia entre dependencia infantil y depen
dencia madura es que mientras la primera es un estado que aún no ha sido aban
donado la última es un estado que ya ha sido logrado.
54 W. RONALD D. FAIRBAIRN
suele ser comúnmente un resultado de la pérdida real del objeto (ya sea
por muerte de una persona amada o por cualquier otra forma), ésta debe
ser considerada como el trauma esencial que da origen al estado de
presivo.
A primera vista puede parecer que lo expuesto deja sin explicar el
hecho de que una reacción depresiva sigue tan comúnmente a las injurias
físicas o a las enfermedades. Evidentemente, las injurias físicas y las
enfermedades representan una pérdida. Sin embargo, lo que se pierde en
realidad no es el objeto, sino una parte del individuo mismo. Decir que
tal pérdida, por ejemplo, de un ojo o una pierna, representa una cas
tración simbólica, no nos adelanta en nada, ya que aun queda por ex
plicar por qué una reacción que es característicamente provocada por la
pérdida del objeto, puede también ser provocada por la pérdida de una
parte del cuerpo. La verdadera explicación radica en el hecho de que el
individuo depresivo permanece aun en gran parte en un estado de iden
tificación infantil con su objeto. Por tanto, para él la pérdida corporal
equivale funcionalmente a la pérdida del objeto, y esta equivalencia está
reforzada por la presencia de un objeto internalizado que, por así decir.
inunda el cuerpo del individuo y le confiere un valor narcisístico.
Queda aún por explicar el fenómeno de la melancolía involutiva. Por
supuesto, existen muchos psiquiatras que tienden a considerar la etiología
de este estado como por completo distinta a la de la "depresión reacti
va". Sin embargo, ambos estados, desde un punto de vista clínico, tienen
lo suficiente en común como para justificar el que invoquemos el prin
cipio de entia non sunt multiplicanda praeter necesitatem, y en realidad,
no es difícil explicarlos bajo principios similares. La melancolía involu
tiva está, por definición, estrechamente relacionada con el climaterio, y
éste parecería ser evidencia de una definida disminución de apremios li
bidinosos. Sin embargo, no puede decirse que haya una disminución
equivalente de la agresión. El equilibrio entre los apremios libidinosos y
los agresivos, es así perturbado, y lo que es más, en el mismo sentido
en que el odio de un sujeto ambivalente es activado por la pérdida del
objeto. Por tanto, en un individuo de tipo depresivo, el climaterio tiene
el efecto de establecer la misma situación que, en lo que se refiere a las
relaciones de objeto, provoca la pérdida real del mismo, y el resultado
es una reacción depresiva. No es difícil explicar que la perspectiva del
mejoramiento en la melancolía involutiva, es menos esperanzada que en
la depresión reactiva, porque mientras en el último caso la libido es aún
aprovechable para una restauración del equilibrio, en el primero no lo
es. La melancolía involutiva parece así ajustarse a la configuración ge·
neral del estado depresivo y no nos impone la necesidad de modificar la
conclusión ya encarada, de que en éste la pérdida del objeto constituye
el trauma básico subyacente. Al igual que en el estado esquizoide, no
constituye una defensa. Por el contrario, es un estado contra el que el
ESTUDIO PSICOANALÍTICO DE LA PERSONALIDAD 6S
OBJETOS MALOS
(1943)
dirige el impulso. Para expresarme con mayor claridad, diré que ha lle
gado el momento de que se establezca una psicología de las relaciones de
objeto. La obra de Melanie Klein ya ha preparado el terreno para tal
evolución del pensamiento, y por cierto que sólo a la luz de su concepto
de objetos internalizados, se puede esperar que el estudio de las rela
ciones de objeto dé origen a importantes resultados para la psicopatología.
Desde mi punto de vista, puede decirse que la psicología comprende el
estudio de las relaciones del individuo con sus objetos, mientras que, en
términos similares, puede decirse que la psicopatología comprende, en for
ma más específica, el estudio de las relaciones del yo con sus objetos
internalizados. He expuesto mis ideas por primera vez, en un artículo ti
tulado "Revisión de la psicopatología de las psicosis y psiconeurosis", pu
blicado recientemente en The Internacional [ournol o/ Psycho-Analysis.
(Capítulo 11).
Dos de las conclusiones más importantes formuladas en este artículo,
son las siguientes: 19 , que en comparación con las relaciones de objeto,
las actitudes libidinosas son relativamente de poca importancia, y 2 9 , que
el propósito final de la pulsión libidinosa lo constituye el objeto y no la
gratificación. Estas conclusiones implican una reforma completa de la clá
sica teoría de la libido, tarea que he intentado realizar en el artículo men
cionado. En el presente trabajo trataré de establecer cuáles son las reper
cusiones que tiene sobre la clásica teoría de la represión, el punto de vista
de que la libido es esencialmente dirigida hacia los objetos. Sería difícil
exagerar la importancia de tal empresa, ya que aún hoyes exacto lo que
dijo Freud en 1914: "La doctrina de la represión es la piedra funda
mental sobre la que descansa toda la estructura del psicoanálisis" 2. (Pre
feriría substituir la palabra "doctrina" por "teoría",')
2. LA NATURALEZA DE LO REPRIMIDO
Es de notar, que cuando en las primeras épocas Freud dirigió su
atención en forma particular a los problemas relacionados con la natu
raleza y el destino del impulso, estaba esencialmente interesado por lo
reprimido. Por otra parte, cuando en El yo yel ello se ocupó de los
problemas relacionados con la naturaleza y el desarrollo del yo, trans
firió su interés, en forma deliberada, de ]0 reprimido al trabajo de la
represión. Empero, si es cierto que la libido (y el impulso en general),
es esencialmente dirigida hacia los obj etos (y no hacia la gratificación),
éste es el momento oportuno para volcar nuestra atención, una vez más,
hacia lo reprimido; porque si en 1923, Freud tuvo razón al decir que:
"La investigación patológica ha centralizado nuestro interés, en forma
demasiado exclusiva sobre lo reprimido" 3, en la actualidad nos asiste la
72 w. RONALD D. FAlRBAlRN
Si bien es cierto que el niño delincuente rehúsa admitir que sus pa
dres son objetos malos, no sucede lo mismo cuando se trata de aceptar
que él mismo lo es. Por lo tanto, es evidente que el niño preferirá ser
malo él, a tener objetos malos, y de esta manera nos asiste razón al
suponer que uno de los motivos que lo llevan a ser malo, es el deseo de
tornar "buenos" a sus objetos. Al hacerse malo, carga con el peso de la
maldad que parecen tener sus objetos. En esta forma, busca despojarlos
de su maldad, y en la medida en que lo consigue, es recompensado con
el sentimiento de seguridad que confiere en forma tan característica, un
ambiente de objetos buenos. Por supuesto, decir que el niño carga con
el peso de la maldad que tienen sus objetos, equivale a decir que ínter
naliza sus objetos malos. Pero, el sentimiento de seguridad exterior. a
que da origen este proceso de internalización, está sujeto a ser seria
mente comprometido por la resultante existencia dentro de él, de objetos
malos internalizados. La seguridad exterior se obtiene así, a costa de la
inseguridad interior y de esta manera su yo queda a merced de una
banda de quintacolumnistas o perseguidores internos, contra los que pri
mero deben erigirse defensas en forma aceleradas, que luego son laborio
samente consolidadas.
La forma más precoz de defensa a la que recurre el yo en desarrollo
en su esfuerzo desesperado para enfrentar a los objetos malos interna
cabo una Misa Santa, en la cripta tiene lugar una Misa Negra. Es entonces
evidente que el psicoterapeuta constituye un verdadero suceeor del exoro
cista. Su misión no es perdonar los pecados, sino desaloj ar los demonios.
zonas erógenas queda reducida al hecho de que pasan a ser posibles cana
les, por medio de los cuales la libido busca al objeto. Asimismo, las
barreras erigidas contra la expresión libidinosa, no se resolverán en inhi
biciones contra una forma dada de propósito libidinoso, sino en inhibicio
nes contra la búsqueda de objeto. De esta manera, cuando el objeto ha
sido internalizado y reprimido, se plantea una situación peculiar, ya que
en tales circunstancias nos enfrentamos con el caso de que la libido busca
un objeto reprimido. No es necesario señalar la repercusión que tiene este
hecho sobre el concepto del narcisismo. El fenómeno sobre el cual quiero
llamar la atención, es que en las circunstancias mencionadas, la libido, en
lo que se refiere a propósitos prácticos, actúa en el mismo sentido que
la represión. Es seducida por el objeto reprimido, y en virtud a la ten
tación que éste ejerce, es reprimida por el mismo ímpetu de su propia
búsqueda de objeto. De esta forma, cuando el objeto es un objeto repri
mido, la catexis de objeto actúa como una resistencia, y la resistencia que
se presenta en la terapia analítica, se mantiene, no sólo por medio de la
represión, sino también por las cualidades dinámicas de la misma libido.
Este último concepto está en franco desacuerdo con la afirmación de
Freud de que: "Lo inconsciente, es decir, el material «reprimido», no ofre
ce resistencia alguna a la labor curativa; no tiende por sí mismo a otra
cosa que a abrirse paso hasta la conciencia o a hallar un exutorio por
medio del acto real venciendo la coerción a que se halla sometido" 14.
Sin embargo, nuestro último concepto surge como corolario forzoso del
punto de vista de que el propósito de la libido, es el objeto, y posee la
ventaja especial de explicar satisfactoriamente la reacción terapéutica ne
gativa. De esta manera, el significado de la reacción terapéutica negativa
debe buscarse en el hecho de que en tanto el objeto sea un objeto repri
mido, el propósito libidinoso está en conflicto directo con el propósito
terapéutico. En una palabra, la reacción terapéutica negativa se debe, en
última instancia, a un rechazo por parte de la libido a renunciar a sus
objetos reprimidos, y, aun en ausencia de una reacción terapéutica nega
tiva, la explicación de la extrema terquedad de la resistencia debe buscarse
en el mismo sentido. Sólo a través de la creciente intensidad de la trans
ferencia (es decir, a través del desplazamiento gradual de la libido de un
objeto internalizado reprimido a un objeto exterior), se puede eliminar la
fuente principal de la resistencia. Por otra parte, en la difícil labor del
analista, la superación real de la represión parece ser menos complicada
que la superación del culto del enfermo por sus objetos reprimidos, cul
to que es dificilísimo de superar, debido a que estos objetos son malos y
el enfermo teme liberarlos de su inconsciente. Podemos entonces abreviar
diciendo que el tratamiento analítico del pobre Cristóbal hubiera sido una
empresa terrible en un consultorio del siglo xx. Con seguridad que no
hubiera sido tarea fácil disolver su pacto con el Diablo, y no es difícil
14 Obras Completas. Más allá del principio del placer. Tomo Il, pág. 292, 1922.
82 W. RONALD D. FAIRBAIRN
en caso de que se liberen los objetos reprimidos éstas serán innecesarias, ya que, en
tales circunstancias, el odio del enfermo se hace evidente. La tarea del analista será
entonces señalarle al enfermo, el amor que yace escondido detrás de su odio.
17 Este hecho es nítido en un sueño de una de mis enfermas. En él veía a un
amigo de su padre cavando un terreno de turba. Al mirar una de Ias superficies
cortadas, le llamó la atención la naturaleza floja y fibrosa del terreno. Luego, al
mirar más de cerca, se horrorizó al ver escurrirse a una multitud de ratas por los
intersticios existentes entre las raíces y las fibras. Aparte de todo lo demás que
pueda significar este sueño, representaba, por cierto, los efectos del tratamiento analí
tico. El hombre del sueño era yo cavando en su inconsciente, y las ratas eran los
objetos malos reprimidos (por supuesto, penes) que yo había liberado con mi actitud
de cavar.
84 W. RONALD D. FAIRBAlRN
Lo que hemos expuesto con respecto al papel que desempeñan las si
tuaciones traumáticas en el desencadenamiento de las condiciones psico
patológicas de los soldados, recuerda naturalmente lo que Freud estableció
con respecto a las neurosis traumáticas en Más allá del principio del pla
cero Empero, si los puntos de vista expresados en el presente artículo están
bien fundamentados, no necesitamos ir "más allá del principio del placer"
y postular una "compulsión a la repetición" para explicar la persisten
cia de escenas traumáticas en la vida mental de aquellos que las han vi
vido. Si es cierto que el fin de la libido no es la gratificación, sino el
objeto, no existe, pues, principio del placer al que sobrepasar. Sin em
bargo, independientemente de esto no se requiere ninguna compulsión a
la repetición para explicar el restablecimiento de las situaciones traumá
ticas. Por el contrario, si el efecto de una situación traumática es liberar
a los objetos malos del inconsciente" lo difícil será ver cómo el enfermo
,puede huir de estos objetos malos 19. La verdad es que éstos lo persi
guen y dado que son estructurados por el suceso traumático, éste también
pasa a perseguirlo. En ausencia de una psicoterapia efectiva de orden
exorcista, sólo puede liberarse de esta persecución si sus objetos malos
son confinados otra vez al inconsciente por medio de un aumento de la
represión. La actitud de aquellos soldados en quienes los recuerdos trau
máticos han desaparecido de la vida de vigilia, si es que no también de
la vida de los sueños, revela que ésta es la forma en que se suelen ins
talar los fantasmas. Es muy típica la observación que hizo uno de ellos
al ser interrogado: "No deseo hablar de estas cosas. Quiero irme a casa
y olvidar todo".
el Diablo). Más aún, hemos visto que la libido puede estar ligada a ob
jetos malos que han sido internalizados y reprimidos. De manera que
una relación con un objeto malo, puede difícilmente escapar a la alternativa
de ser, o bien de naturaleza sádica o masoquística. Lo que Freud des
cribe como "instintos de muerte" son, en su mayor parte, relaciones maso
quísticas con objetos malos internalizados. Una relación sádica con un
objeto malo internalizado, presentará también el aspecto de un instinto de
muerte. En realidad, tales relaciones suelen ser de naturaleza sadomaso
quística, con predisposición al masoquismo, pero, de cualquier manera,
son manifestaciones esencialmente libidinosas. Esta situación fue muy ní
tida en una de mis enfermas, la que acudió al análisis porque se sentía
perseguida por objetos malos que se manifestaban bajo la forma de penes.
Con el correr del tiempo, los pechos comenzaron a rivalizar con los pe
nes en el papel de objetos malos perseguidores. Luego los objetos malos
adquirieron la forma de figuras grotescas que eran, sin ninguna duda,
personificaciones de pechos y de penes. Más adelante, las figuras grotes
cas fueron reemplazadas por formas diabólicas, las que a su vez fueron
sucedidas por numerosas figuras de carácter parental, reemplazadas luego
por reconocidas imágenes de sus padres. "Ellos", tal como solía expre
sarse la enferma, parecían prohibirle, bajo pena de muerte, expresar sus
sentimientos, y decía con frecuencia: "Me matarán si manifiesto mis sen
timientos". La situación de transferencia era intensa, pero estaba en cons
tante competición con los requerimientos directos, por parte de los padres
como objetos malos intemalizados. Es interesante observar que a medi
da que comenzó a resolverse el ligamen libidinoso con sus objetos malos,
empezó a pedirme que la matara. "Si usted me apreciara, me mataría",
gritaba, añadiendo, "si no me quiere matar, es porque no le importo".
Esto indicaba que su relación con los objetos malos estaba siendo aban
donada en favor de la transferencia; pero el hecho de que me pidiera
que la matara, no se debía a la actuación del instinto de muerte sino a la
transferencia de la libido, a pesar de que ésta conservaba aún el carácter
masoquístico de las relaciones con sus objetos primarios (malos).
No nos sería posible concluir este trabajo sin una nota final sobre
las psiconeurosis y psicosis de guerra. Mi experiencia con respecto a los
casos militares, no me deja ningún lugar a dudas de que el principal fac
tor que predispone a la determinación del colapso nervioso de un soldado
(ya sea marinero o aviador), lo constituye la dependencia infantil de sus
objetos 20. Además me he convencido de que el rasgo más característico
al individuo una defensa contra los objetos malos, realiza otras funciones.
Es sobre todo por medio de la autoridad del superyó que se forjan y con
servan los lazos que unen a los individuos de un grupo. Al mismo tiempo
debemos insistir en que el superyó se origina como un medio de defensa
contra los objetos malos. Hemos señalado que el desarrollo de los sin
tomas psicopatológicos está determinado por el retorno de los objetos
malos que han sido reprimidos, y hemos demostrado que este hecho puede
observarse con especial preponderancia entre los enfermos militares. De
esta manera, el retorno de los objetos malos implica en forma evidente
un fracaso de la defensa de represión, como también de la defensa moral
y un derrumbamiento de la autoridad del superyó, El soldado que sufre
un colapso nervioso durante épocas de guerra se caracteriza, no sólo por
la angustia de separación sino también por un estado en el que la actua
ción del superyó que le ordena servir a su patria bajo armas, es reempla
zada por la gran angustia que provoca la liberación de los objetos malos.
Del mismo modo, ]0 que sucede desde un punto de vista práctico, es que
el ejército deja de realizar la función de superyó y retrocede a la condi
ción de un objeto malo. Esta es la razón de por qué el soldado psiconeu
rótico o psicótico no puede soportar que el sargento mayor le grite ni
la comida del ejército. Cada orden equivale a un ataque del padre malo,
y cada cucharada de estofado "grasiento" es una gota de veneno del pecho
de la madre mala. j No es raro, pues, que las "neurosis de guerra" sean
tan recalcitrantes! Y quizá tampoco sea raro que después de haber adqui
rido experiencia sobre los soldados psiconeuróticos y psicóticos en masse,
haya señalado que "lo que estos seres precisan no es un psicoterapeuta
sino un evangelista", porque desde un punto de vista nacional, las "neu
rosis de guerra" no constituyen en realidad un problema de psicoterapia,
sino de moral colectiva.
CAPÍTULO IV
DE OBJETO (1944) 1
2 El malestar en la cultura.
s Independientemente de esta sugestión, no hay incompatibilidad entre el punto
de vista de que la libido busca primariamente al objeto y el concepto de que la
'libido carga al yo, ya que existe siempre la posibilidad de que una parte de la es
tructura del yo trate a otro como a un objeto, posibilidad que, en base a lo que
expondremos con respecto a la disociación del yo, no puede ser ignorada.
4 Más allá del principio del placer.
ESTUDIO PSICOANALÍTICO DE LA PERSONALIDAD 93
contra una actitud genital por el hecho de que una actitud oral implica
un grado menor de compromiso con el objeto, al mismo tiempo que
confiere un mayor poder sobre él. Con frecuencia la enferma decía du
rante una sesión: "Deseo ir al baño". A primera vista esto tiene un
significado bastante literal, pero, en el curso del análisis, pasó a significar
que experimentaba el deseo de expresar sentimientos libidinosos movili
zados por la situación de transferencia. Una vez más, el principal signi
ficado del fenómeno no radicaba en la naturaleza del "impulso" consi
derado en términos de fases (en este caso urinaria y anal). Yacía en la
cualidad de la comprendida relación de objeto. El "ir al baño" al igual
que el "sentirse nauseabunda", significaban, sin ninguna duda, el rechazo
del objeto libidinoso considerado como contenidos. No obstante, compa
rado con el "sentirse nauseabunda" era una medida menor de rechazo,
porque si bien en ambos casos estaba incluida una descarga catártica
de tensión libidinosa, la descarga de contenidos representada por "ir al
baño", siendo una descarga de contenidos asimilados, manifestaba un
mayor deseo de expresar sentimientos libidinosos frente a un objeto ex
terior, a pesar de ser deficiente la descarga directa de sentimientos hacia.
un objeto, que caracteriza a la actitud genital.
Por supuesto que el valor científico de una teoría psicológica no
puede señalarse sólo en términos de éxitos o fracasos psicoterapéuticos,
ya que la importancia científica de los resultados terapéuticos puede ser
juzgada sólo cuando se sabe con exactitud cómo han sido obtenidos. La
psicología del impulso no constituye una excepción a esta regla, pero es
significativo que, en lo que se refiere al psicoanálisis, en la actualidad
se reconozca generalmente que los resultados terapéuticos están íntima
mente relacionados con el fenómeno de la transferencia, es decir, con el
establecimiento por parte del enfermo, de un tipo especial de relación
de objeto con el analista. Por otra parte, es un punto aceptado de la
técnica psicoanalítica que el analista sea desuaadamente neutral. Sabemos
que, por su parte, tiene buenas razones que lo llevan a adoptar tal actitud,
pero desde el punto de vista del enfermo tiene inevitablemente el efecto
de tornar subjetiva la relación de objeto entre éste y el analista, contribu
yendo así a la resistencia. Por supuesto que es inherente a la situación
analítica una cierta parcialidad en la relación entre enfermo y analista,
pero parecería que cuando la actitud neutral del analista está combinada
con un tipo de interpretación basada en la psicología del impulso, se im
pone una considerable tensión sobre la capacidad del enfermo de establecer
una relación de objeto satisfactoria (capacidad que ya debe ser considerada
comprometida en virtud del hecho de que el enfermo, es un enfermo). Por
otra parte, se lo tienta a adoptar, entre otras defensas, aquélla a la que ya
nos hemos referido, es decir, la técnica de describir escenas que se repre
sentan en el escenario de la realidad interior sin que el yo central tenga
participación significativa, ya sea en las escenas o en una relación de
objeto efectiva con el analista. Uno de mis enfermos que fue maestro en
96 W. RONALD D. FAIRBAIRN
DE LAS ESTRUCTURAS 5
LA POSICIÓN ESQUIZOIDE
al yo del niño de los objetos malos que ya han sido internalizados, siendo el
superyó un "objeto bueno" de esta naturaleza.
¡02 W IWi'nLD D. FAIRBAIHN
sentida por su agresion. Sin embargo, durante la sesion en que fue rela
tado el sueño no me pareció una interpretación exhaustiva, ni aún en un
nivel superficial.
Es evidente que la situación representada en el sueno se prestaba a
una interpretación más profunda que la que he referido. La he descrito
como una situación en la que la soñante, en una capacidad sin especificar,
descargaba su agresión directamente contra ella misma en una capacidad
libidinosa, mientras, al mismo tiempo, descargaba su agresión indirecta
mente contra el esposo como objeto libidinoso. Por supuesto que esta
descripción es incompleta dado que dej a sin especificar la capacidad en la
que expresaba su agresión; y cuando pasamos a considerar la naturaleza
de esta capacidad inespecificada, el si~llificado profundo del sueño se con
vierte en el problema del momento. De acuerdo con el contenido mani
fiesto del sueño, realizaba el ataque en calidad de actriz, y ya hemos visto
lo bien que se adaptaba la figura de una actriz para representar un aspecto
de su hostilidad contra las relaciones libidinosas. Empero, el abundante
material que emergió durante el análisis reveló que la figura de una ac
triz se ajustaba también para representar a la madre de la sofiante, mujer
artificial que no manifestó ningún afecto natural y espontáneo hacia sus
hijos ni recibió con agrado ninguna de tales manifestaciones por parte
de éstos hacia ella, y a quien el mundo elegante proporcionó un escena
rio en el cual pasó su vida desempeñando papeles. Fue fácil ver que en
la capacidad de actriz, la soñante estaba íntimamente identificada con
su madre como figura represora. La introducción de su madre en el
drama aparentemente como una imagen del "superyó", plantea el proble
ma de si la interpretación más profunda del sueño no debiera realizarse
en términos de la situación edipica, y es natural que preguntemos si el
padre no está también representado. Éste había muerto en servicio activo
durante la guerra de 1914-18 cuando la enferma tenía seis años de edad.
El análisis reveló la existencia de un considerable resentimiento con él
como objeto libidinoso que la había excitado y rechazado. (Este resen
timiento se concentraba, en particular, en torno al recuerdo de una pre
coz escena desarrollada en un camarín.) Por tanto, si buscamos en el
sueño una representación del padre, nuestra elección está evidentemente
limitada a una sola figura: el hombre que alternaba con la figura de la
soñante como objeto del ataque. Hemos visto que esta figura representaba
al esposo, pero el análisis reveló lo íntimamente que éste estaba identifi
cado, por transferencia, con el padre. Por esta razón, como también por
otras que no es necesario detallar, pudo deducirse que el hombre involu
crado en el ataque, representaba, en un nivel de interpretación más pro
fundo, al padre. En este nivel, el sueño podría ser interpretado como una
fantasía en la que ella y el padre eran representados como muertos por
la madre debido a una relación incestuosa culpable. También podía ser
interpretado en términos de estructura psíquica como representando la re
presión de su libido, realizada a instancias de un superyó modelado de
ESTUDIO PSICOANALÍTICO DE U. PERSOl\"ALIDAD 105
acuerdo con su madre, debido al ligamen incestuoso con el padre. Empe
ro, ninguna de estas interpretaciones me pareció hacer justicia al mate
rial, si bien la interpretación estructural era la que proporcionaba el ca
mino más fructífero.
A esta altura del trabajo creo necesario hacer algunas observaciones
sobre el desarrollo de mis propios puntos de vista con respecto a la Ian
tasía en general y a los sueños en particular. Hace muchos años tuve opor.
tunidad de analizar a una mujer muy poco común, quien, retrospecti
vamente, reconozco como una personalidad esquizoide y que era una
soñadora de lo más fecunda 'jo Entre sus sueños, muchos desafiaron todos
los esfuerzos tendientes a hacerlos estar de acuerdo con la teoría de la
"realización de deseos", y ella misma los describió espontáneamente como
sueños de "estado de cosas", intentando significar con ello que represen
taban realmente situaciones endopsíquicas presentes. Por supuesto que
esto me impresionó. De todos modos, mucho más tarde, después de ha
berse hecho conocida la teoría de Freud sobre la estructura psíquica,
después que Melanie Klein elaboró los conceptos de realidad psíquica y
de objetos internos y después que yo mismo me hube impresionado por
la prevalencia e importancia de los fenómenos esquizoides, tenté formular
el punto de vista de que todas las figuras que aparecen en los sueño" re
presentaban partes de la propia personalidad del soñante (concebida en
términos de yo, superyó y ello) o identificaciones por parte del yo. Un
desarrollo posterior de este punto de vista trajo como consecuencia el
concepto de que los sueños no son realizaciones de deseos, sino, esencial
mente, instantáneas o más bien shorts (en la 'acención cinematográfica)
de situaciones existentes en la realidad interior. Con respecto al punto de
vista de que los sueños son esencialmente shorts de situaciones existentes
en la realidad interior, me adhiero aún a la línea general de pensamiento
seguido en este artículo; pero, en lo que se refiere a las figuras que en
ellos aparecen he modificado mi punto de vista en el sentido de que éstas
representan o partes del "yo", u objetos internalizados. Por tanto, de
acuerdo con mi concepto actual, las situaciones reflejadas en los sueños
representan relaciones existentes entre las estructuras endopsíquicas, pu
diéndose decir lo mismo de las situaciones reflejadas en las fantasías diur
nas. Esta conclusión constituye el resultado natural de la unión de mi
teoría de las relaciones de objeto con una verificación del hecho indudable
de que en caso que se les atribuya algún significado teórico, los objetos
internalizados deben considerarse como estructuras endopsíquicas.
Retornemos al sueño específico que estamos considerando, con el fin
de dar cuenta de las conclusiones a las que he llegado subsecuentemente
cada uno de estos tres yos en cuestión se presta, naturalmente, a ser apa
reado con un obj do especial. El obj eto especial del yo central era el
esposo de la soíiante y es conveniente que comencemos a considerar la
naturaleza de la actitud adoptada hacia él por el yo central de la misma.
Dado que el yo central era el "yo" observador del sueño. percibido como
continuado por pi "yo" despierto por medio del cual el sueño fue luego
relatado, es exacto deducir que este yo es en gran parte preconsciente,
lo que de cualquier manera es de esperar de un yo que merece el título
de "central", Esta deducción es confirmada por el heccho de que el reposo
de la soñante era un objeto de gran importancia en la realidad exterior
y que en la víspera del sueño ocupó los pensamientos conscientes de la
enferma. Si bien la figura que lo representaba debe considerarse como
un objeto internalizado, este objeto debe evidentemente ocupar en la
psique una posición mucho más superficial que los otros objetos repre
sentados (obj etos parentales internalizados en la infancia) y debe corres
ponder íntimamente al objeto pertinente de la realidad exterior. De manera
que la actitud de la soñante con respecto a su esposo como objeto externo
adquiere gran importancia en nuestros propósitos actuales. Esta actitud
era esencialmente ambivalente, en especial en lo que se refería a las rela
ciones maritales. Sin emhargo, no existían manifestaciones activas de su
hostilidad hacia él. Del mismo modo, su ligamen lihidinoso con el esposo
estaba fuertemente reprimido y en las asociaciones del sueño se reprochó
su falta de sentimientos profundos hacia él y de su fracaso en abandonarse
a él, si bien su capacidad consciente para remediar estas deficiencias esta
ba restringida al desempeño del papel de una "buena esposa". Se plantea
entonces el problema de si dado que su oculta agresión hacia él y su
oculta necesidad libidinosa de él no se manifestaron directamente en el
sueño, no pudieron haberse manifestado de alguna manera indirecta. No
bien surge este problema recordamos la metamorfosis sufrida por la figu
ra del yo libidinoso después de haber sido atacado por la figura del sabo
teador interno. El yo libidinoso se transformó y comenzó a alternar con
un hombre, que si bien en un nivel profundo representaba al padre de
la soñante estaba sin embargo íntimamente relacionado con su esposo. Es
entonces obvio que en vez de ser dirigida contra su esposo como objeto
externo, un gran montante de agresión fue absorbido en un ataque diri
gido, no simplemente contra el ) o libidinoso. sino también contra un
objeto interno íntimamente relacionado con el yo libidinoso. También
es nítido que este caudal de agresión pasó a estar a disposicón, no del
yo central, sino del saboteador interno. ¿ Qué sucedió entonces con el
componente agresivo de su ambivalcncia ? Como hemos visto. su actitud
libidinosa hacia el marido exhibió un considerable empobrecimiento a
pesar de las buenas intenciones que tenia en un plano consciente. De esta
manera está sobreentendido que lo expuesto con respe.to a su agresión es
también exacto con respecto a su libido. Una considerable proporción
dej ó de estar a disposición dd yo ce-ntral. Ya no puede duda rse de cuál
ESTUDIO PSICOANALÍTICO DE LA PERSONALIDAD 109
comprobar que, dado que la actriz del sueño era una figura compuesta
que representaba a la madre de la soñante y a ella misma, el sabotedor
interno está estrechamente identificado con su objeto y, por tanto, debe
considerárselo unido a éste por medio de un fuerte ligamen libidinoso.
Con propósitos de descripción debemos darle un nombre y propongo que
lo llamemos "objeto (interno) rechazante". He elegido este término por
una razón que luego se hará evidente, pero, mientras tanto, me justificaré
diciendo que la madre de la sofiante, que fue la que me proporcionó el
modelo original de este objeto internalizado, era en esencia, una figura
rechazante y que, por así decir, es en nombre de este objeto que la agre
sión del saboteador interno es dirigida contra el yo libidinoso. Con res
pecto a la relación del yo central con los otros yos nuestra pista más
importante, en cuanto a su naturaleza, radica en el hecho de que mien
tras debe considerarse que el yo central comprende elementos preconscientes
y conscientes, como también inconscientes, los otros yos deben considerarse
esencialmente inconscientes. Podemos entonces deducir que el yo libidi
noso y el saboteador interno son rechazados por el yo central, deducción
que es confirmada por el hecho de que, como ya hemos visto, el consi
derable monto de libido y de agresión que ha cesado de estar a disposición
del yo central, pasa a estar a disposición de los yos subsidiarios. Presu
miendo entonces que los yos subsidiarios son rechazados por el yo central,
se plantea el problema de la dinámica de este rechazo. Evidentemente la
dinámica del rechazo no puede ser la libido. De manera que no queda
otra alternativa que considerar que sea la agresión. Por tanto, la agre
sión debe ser considerada como el determinante característico de la acti
tud del yo central hacia los yos subsidarios.
He completado la descripción de mi intento de reconstruir, en tér
minos de estructura dinámica, la situación endopsíquica representada en
el sueño de una enferma. La descripción ha sido hecha en forma de
sistema explicativo por lo que debiera servir para indicar qué es lo que
implica mi concepto de que los sueños son esencialmente shorts de la rea
lidad interior (más que realizaciones de deseos). Sin embargo, no he
discurrido tanto sobre un mismo sueño con el propósito de verificar mis
puntos de vista sobre los sueños en general. Por el contrario, se ha debido
a que el sueño en cuestión me parece representar una situación endopsí
quisa clásica y de carácter básico que lo autoriza a ser considerado como
un paradigma de todas las situaciones endopsíquicas. Por creerlo conve
niente ilustraremos los rasgos generales de esta situación en el siguiente
diagrama:
ESTUDIO PSICOANALÍTICO DE LA PERSONALIDAD 111
Con.
••••••••
Pes•
• • ••
lnc,
REFERENCIAS
Y LA REPRESIÓN INDIRECTA
Y LA REPRESIóN INDIRECTA
actitud del superyo hacia los impulsos del ello, coincide exactamente con
la inflexible actitud agresiva adoptada por el saboteador interno hacia el
yo libidinoso. En forma similar, la observación de Freud de que los
autorreproches del melancólico son en última instancia reproches dirigi
dos contra el objeto amado, corre parejas COIl la actitud agresiva que el
saboteador interno adopta hacia el objeto necesitado.
No es necesario repetir las objeciones hechas a los conceptos de
Freud sobre el superyó y el erío y sobre todo lo que éstos implican. Em
pero, es necesario llamar la atención sobre el hecho de que al referirse a
la represión, Freud no consideró todo lo que está implícito en el fenóme
no que he considerado como el ligamen del yo libidinoso con el objeto
necesitado. Como hemos visto, este ligamen absorbe una considerable
cantidad de libido. Más aún, el montante de libido está dirigido hacia un
objeto interno y reprimido y de acuerdo con este hecho está inevitable
mente desviado de la realidad exterior, De esta manera, la búsqueda de
objeto del yo libidinoso actúa como una resistencia que refuerza podero
samente a aquella que proviene directamente de la represión, y al igual
que ésta, se encuentra en conflicto con los propósitos terapéuticos. Este
tema mutatis mutandi ya lo he desarrollado (943). Incluyo aquí el re
quisito de mutatis mutandi porque en la época en que escribí el referido
artículo no había formulado aún mis puntos de vista actuales con res
pecto a las estructuras endopsíquicas, pero el efecto de estos puntos de
vista posteriores es darle mayor relieve al tema original. Éste está en
conflicto directo con la afirmación de Freud de que (1920) 10. "El in
consciente, es decir, el material 'reprimido' no opone ninguna resistencia
a los esfuerzos curativos." Sin embargo, este tema surge naturalmente
del concepto de que primariamente la libido busca el objeto, después de
haber pasado a considerar lo que sucede cuando el objeto buscado es un
objeto interno reprimido; y de acuerdo con mis puntos de vista actuales
no hay duda de que el ligamen obstinado del yo libidinoso con el objeto
necesitado y su reluctancia a renunciar a éste, constituye una fuente par·
ticularmente importante de resistencia y que desempeña un papel igual.
mente importante en la determinación de la reacción terapéutica negativa.
Por supuesto, el ligamen en cuestión, de carácter libidinoso, no puede ser
considerado como un fenómeno represivo, sino que como es producto de la
represión ejercida por el yo central, actúa también como poderosa ayuda
de este proceso de represión. Naturalmente, el ataque del saboteador in.
terno contra el objeto del yo libidinoso (el objeto necesitado) sirve para
perpetuar el ligamen del yo libidinoso con su objeto, debido a que éste
está constantemente amenazado. Vislumbramos aquí el lobo bajo la piel
del cordero, es decir, la original situación ambivalente que persiste bajo
todos sus disfraces porque, lo que en realidad representa el ligamen obsti
nado del yo libidinoso con el objeto necesitado y la igualmente obstinada
CIENTíFICA GENERAL
SISTEMA EXPLICATIVO
una gran vision al elegir los fenómenos histéricos como material a partir
del cual construyó los fundamentos de la teoría psicoanalítica.
Sobre la base de las consideraciones expuestas, se comprenderá, por su
puesto, que si bien la situación endopsíquica básica es la que yace en los esta
dos histéricos, es asimismo producto de una disociación del yo original y
constituye por tanto un fenómeno esquizoide. De esta manera, si bien los
síntomas psicopatológicos más tempranos son histéricos, el proceso psico
patológico más temprano es esquizoide. La represión misma es un proceso
esquizoide y la disociación del yo es un fenómeno universal, si bien, por
supuesto, el grado de tal disociación varía en los diferentes individuos.
Empero, no hay que deducir que los francos estados esquizoides sean los
estados psicopatológicos que se desarrollan más tempranamente. Por el
contrario, los más tempranos son de naturaleza histérica. Un verdadero
estado esquizoide es un desarrollo mucho más tardío y que sólo se mate
rializa cuando el proceso esquizoide es apreciado hasta un punto en el
cual tiene lugar una violenta represión del afecto, impidiéndose hasta una
expresión histérica del mismo. De esta manera, sólo cuando tiene lugar
una tal represión en masa, el individuo se desconecta de la realidad y
experimenta un- profundo sentimiento de futilidad. Pero, en la presente
ocasión, no puede exponerse en mayor detalle lo que involucra el desarro
llo de los estados esquizoides.
DINÁMICA 1
(1946)
justicia a las relaciones objetales del individuo, sin tener en cuenta sus
relaciones con obj etos internos, y adjudicarles la debida importancia. Es
sólo cuando se hace esto que es posible reconocer la verdadera significa.
ción de los fenómenos que Abraham interpretó en función de fases, pero
que a mi entender, deben ser en gran medida interpretados en función
de técnicas.
Desde el punto de vista de la psicología de relaciones objetales, es
axiomático que ningún esquema del desarrollo libidinoso puede ser satis
factorio a menos que esté basado en la consideración de los objetos natu
rales y biológicos del individuo en desarrollo, en los diversos estadios. No
puede discutirse, por supuesto, sobre el hecho de que en el primer estadio
el objeto natural del niño es la madre, y más específicamente su pecho,
aunque a medida que prosigue el desarrollo, el foco libidinoso se altera
de tal modo que el interés en un principio predominantemente dirigido al
pecho, se vuelve cada vez más diri~ido hacia la madre como un todo.
Puede haber igualmente poca discusión de que, en la otra punta de la
escala del desarrollo, los órganos genitales de un objeto heterosexual que
no sea un pariente, deben ocupar un lugar en el interés libidinoso co
rrespondiente al que ocupó al principio el pecho de la madre, aunque
algo anda muy mal si el interés está tan predominantemente concentrado
en el órgano corporal en el último estadio como lo estuvo en el primero.
Aquí tenemos entonces dos estadios reconocibles (uno en el punto más
bajo de la escala, el otro en el más alto) que pueden ser fácilmente
distinguidos en términos del objeto biológico adecuado. Surge entonces la
cuestión de los pasos que el individuo atraviesa de un estadio al otro.
Ahora bien, es imposible encontrar un objeto biológico adecuado que jue
gue un rol intermedio en el proceso evolutivo entre los objetos de los
estadios inicial y final. Se convierte entonces en cuestión de un proceso
de transición entre un estadio y el otro. Este proceso de transición es,
sin embargo, tan prolongado y complicado que debemos considerarlo como
representando un estadio intermediario especial entre los otros dos estadios.
llegamos así a una teoría del desarrollo libidinoso en la que se da cabida a
tres estadios: 1) un estadio en el que el obj eto biológico adecuado es el
pecho; 2) un estadio de transición y 3) un estad io en el que los órganos
genitales heterosexuales constituyen el objeto biológico adecuado. A tra
vés de esta secuencia hay una expansión y desarrollo gradual de las rela
ciones personales con objetos, empezando con una relación casi exclusiva
y muy dependiente con la madre, y madurando hacia un sistema muy corn
plej o de relaciones sociales en todos los grados de intimidad. Estas rela
ciones personales están profundamente influidas por, pero no dependen
exclusivamente de, las relaciones establecidas con los objetos biológicos
adecuados, aunque cuanto más joven sea el niño, mayor será la influencia
de los objetos sobre las relaciones. Naturalmente, desde el punto de vista
social, las relaciones personales son de importancia suprema, y por consi
guiente deben ser tomadas en cuenta al sopesar la significación de los
146 W. RONALD D. FAIRBAIRN
justicia a las relaciones obj etales del individuo, sin tener en cuenta sus
relaciones con objetos internos, y adjudicarles la debida importancia. Es
sólo cuando se hace esto que es posible reconocer la verdadera significa
ción de los fenómenos que Abraham interpretó en función de fases, pero
que a mi entender, deben ser en gran medida interpretados en función
de técnicas.
Desde el punto de vista de la psicología de relaciones objetales, es
axiomático que ningún esquema del desarrollo libidinoso puede ser satis
factorio a menos que esté basado en la consideración de los objetos natu
rales y biológicos del individuo en desarrollo, en los diversos estadios. No
puede discutirse, por supuesto, sobre el hecho de que en el primer estadio
el objeto natural del niño es la madre, y más específicamente su pecho,
aunque a medida que prosigue el desarrollo, el foco libidinoso se altera
de tal modo que el interés en un principio predominantemente dirigido al
pecho, se vuelve cada vez más dir iaido hacia la madre como un todo.
Puede haber igualmente poca discusión de que, en la otra punta de la
escala del desarrollo, los órganos genitales de un objeto heterosexual que
no sea un pariente, deben ocupar un lugar en el interés libidinoso co
rrespondiente al que ocupó al principio el pecho de la madre, aunque
algo anda muy mal si el interés está tan predominantemente concentrado
en el órgano corporal en el último estadio como lo estuvo en el primero.
Aquí tenemos entonces dos estadios reconocibles (uno en el punto más
bajo de la escala, el otro en el más alto) que pueden ser fácilmente
distinguidos en términos del objeto biológico adecuado. Surge entonces la
cuestión de los pasos que el individuo atraviesa de un estadio al otro.
Ahora bien, es imposible encontrar un objeto biológico adecuado que jue
gue un rol intermedio en el proceso evolutivo entre los objetos de los
estadios inicial y final. Se convierte entonces en cuestión de un proceso
de transición entre un estadio y el otro. Este proceso de transición es,
sin embargo, tan prolongado y complicado que debemos considerarlo como
representando un estadio intermediario especial entre los otros dos estadios.
IJegamos así a una teoría del desarrollo libidinoso en la que se da cabida a
tres estadios: 1) un estadio en el que el objeto biológico adecuado es el
pecho; 2) un estadio de transición y 3) un estadio en el que los órganos
genitales heterosexuales constituyen el obj eto biológico adecuado. A tra
vés de esta secuencia hay una expansión y desarrollo gradual de las rela
ciones personales con objetos, empezando con una relación casi exclusiva
y muy dependiente eon la madre, y madurando hacia un sistema muy com
plej o de relaciones sociales en todos los grados de intimidad. Estas rela
ciones personales están profundamente influidas por, pero no dependen
exclusivamente de, las relaciones establecidas con los objetos biológicos
adecuados, aunque cuanto más joven sea el niño, mayor será la influencia
de los objetos sobre las relaciones. Naturalmente. desde el punto de vista
social, las relaciones personales son de importancia suprema, y por consi
guiente deben ser tomadas en cuenta al sopesar la significación de los
ESTUDIO PSICOANALÍTICO DE LA PERSONALIDAD 147
(949)
noso. Esta teoría, basada como está en la teoría de Freud de las zonas
erógenas, postula una serie evolutiva de fases libidinales, caracterizada
cada una por la predominancia de una zona específica. Sería injusto para
con Abraham decir que él es indiferente a las relaciones objetales; ya que
cada una de sus fases tiene el objetivo de representar no sólo un estadio
de la organización libidinosa, sino también un estadio en el desarrollo
del amor objetal. Sin embargo, sus fases son descritas no en función de
objetos adecuados, sino en función de zonas erógenas. Así, en vez de ha
blar de una fase del "pecho", habla de una fase "oral". Otro rasgo de
la teoría de Abraham es, por supuesto, que atribuye cada una de las
psicosis y psiconeurosis clásicas a la fijación a una fase específica. Estos
dos rasgos fueron criticados por mí en el artículo a que me he referido.
Al tiempo me aventuré a presentar otras ideas. En lugar de la teoría de
Abraham del desarrollo libidinoso, formulé una teoría basada sobre la
naturaleza de la dependencia de los objetos; y esbocé un proceso de
desarrollo en función del cual un estado original de dependencia infantil
da lugar a un estado final de dependencia madura, durante el curso de un
estadio intermedio de transición. También formulé la idea de que, con las
dos excepciones de la esquizofrenia y la depresión, los diversos estados
psicopatológicos clásicos representaban, no fij aciones a fases libidinales
específicas, sino técnicas específicas para regular las relaciones con obj e·
tos internos; y describí estas técnicas como originándose durante el esta
dio evolutivo de transición desde la dependencia infantil a la dependencia
adulta, para el propósito de defender la personalidad en crecimiento con
tra los efectos de los conflictos involucrados en las primeras relaciones
objetales. Por otra parte, interpreté la esquizofrenia y la represión como
representando la emergencia de estados psicológicos que estas técnicas te
nían el propósito de evitar, y cuyo origen etiológico adjudiqué al estadio
primario de dependencia infantil.
La psicología instintiva que Freud adoptó originalmente y que nun
ca abandonó, constituye otro rasgo de pensamiento psicoanalítico persis
tente que Melanie Klein ha permitido permanecer sin cuestionarlo, pero
que yo he llegado a considerar un anacronismo a la luz de sus investiga.
ciones. Mirando retrospectivamente es fácil ver que el primer paso en mi
renunciamiento a la psicología de impulsos fue tomado cuando reformu
lé la teoría de la libido en términos de búsqueda de obj etos, pero tomé
un paso más evidente en esta dirección cuando, en un artículo publicado
en 1943 3 , proseguí considerando las implicaciones de esta revisión de
la teoría de la libido sobre la teoría clásica de la represión. Al hacerlo,
tomé como texto el enunciado de Freud: "El superyó es, sin embargo, no
meramente un depósito dejado por las primeras elecciones de objeto del
ello, sino que representa también una enérgica formación reactiva contra
estas elecciones". Ahora bien, en tanto que al describir al superyó como
DE LA PERSONALIDAD
(1951)
pañan, representan una orientación hacia los objetos internos malos. Los
fenómenos de la histeria son igualmente incapaces de ser satisfactoriamente
explicados en un nivel exclusivamente superyoico. La teoria de Freud de
la represión implica otra anomalía, la de que, en tanto que describe como
estructuras tanto al agente como al instigador de la represión (o sea el yo
y el superyó) describe lo reprimido como constituido por impulsos. La
extensión de esta anomalía se aprecia mejor a la luz del hecho de que el
superyó es concebido por Freud como en gran parte inconsciente, hecho
que suscita la cuestión de si el superyó mismo no está reprimido. Freud
mismo se daba bastante cuenta de este problema, como para concebir la
posibilidad de que el superyó estuviera sujeto a cierto grado de represión
(por ejemplo en la histeria), implicando así el reconocimiento del princi
pio de que una estructura endopsíquica puede estar reprimida. A la luz de
consideraciones ya presentadas, es necesario concluir que lo que está repri
mido es invariable e intrínsecamente estructural En este punto es oportuno
registrar ciertas conclusiones previas mías, no publicadas antes, sobre la
naturaleza de los sueños. Estas conclusiones resultaron de una cadena de
pensamientos iniciada durante el tratamiento de UD8 paciente, cuyos sue
ños incluían muchos que no podían concordar con el principio de realiza
ción de deseos, y que fueron descritos por ella espontáneamente como sueños
de "estado de cosas". El resultado de esta cadena de pensamientos fue que,
bajo la influencia de las concepciones de Melanie Klein sobre la realidad
psíquica y los objetos internos, llegué a considerar a los 8UOO08,y en ese
aspecto, también a las fantasías diurnas, esencialmente como dramatizacio
nes de situaciones endopsiquicas que implican tanto a) relaciones entre es
tructuras yoicas y obj etos internaIizados, como b) interrelaciones entre
las estructuras yoicas mismas. Posteriormente otro paciente tuvo un sueño
que implicaba problemas de interpretación, que me dieron oportunidad de
formular el concepto de una situación. endopsíquictJ básica, que involucra
tales relaciones, y cristalizar mis ideas sobre las estructuras endopsiquicas
básicas involucradas. La teoría resultante gira sobre la concepción de una
disociación en el objeto malo intemalizado. La idea de que la Intemaliea
ción de obj etos libidinosos malos es una defensa primaria fue registrada
en 1943; pero ahora se toma importante reconocer que esos objetos tienen
dos aspectos: un aspecto excitante y un aspecto repelente. Esta dualidad de
aspectos forma la base de una disociación del objeto tWIlo internalizado en
a) un objeto excitante, y b) un objeto repelente. Cbndo la defensa de
represión entra en acción, estos dos aspectos son reprimidos por el yo origi
nal, pero ya que este yo original está ligado a ambos objetos por una cate
xia libidinosa que implica un alto grado de identificación, su represión
involucra una disociación y represión de partes del yo que permanecen estre
chamente vinculadas entre sí. La represión del objeto excitante es así acorn
pañada por la represión de una porción del yo que describo como el yo
libidinoso por parte de la porción central del yo; y la represión del objeto
repelente se acompaña de una represión similar de otra parte del yo que
ESTUDIO PSICOANAÚTICO DE LA PERSONALIDAD 171
describo como el saboteador interno. Se verá que la diferenciación resul
tante de la estructura yoica se corresponde groseramente con la descripción
de Freud del aparato mental, correspondiendo el yo central al "yo" de
Freud, el yo libidinoso al "ello" de Freud, y el saboteador interno al "super
yó" de Freud, Pero integra también mi concepción el que las tres estructu
ras descritas son estructuras yoicas completamente dinámicas, que asumen
una pauta dinámica en relación mutua, en tanto que el "ello" de Freud es
concebido como una fuente de energía sin estructura, y su "yo" y "super
yó" como estructuras sin energía, excepto la que extraen del "ello", siendo
sólo el "yo" una verdadera estructura yoica, ya que el "superyó" es con
cebido en gran medida como un objeto internalizado. Es también parte
integrante de mi concepción que esta pauta dinámica de estructuras yoicas
subyace al nivel en el que el superyó, tal como lo concibo, se establece como
un objeto internalizado catectizado por un yo central, y es en este nivel
subyacente donde, en mi opinión, debe buscarse el origen último de todos
los estados psicopatológicos. Otros aspectos de mi concepción son 1) que
la diferenciación de la estructura yoica que yo concibo es el resultado de la
represión originalmente dirigida contra objetos malos internalizados, y 2)
que la dinámica de la represión es agresión dirigida por el yo central no
solo contra objetos malos internalizados, sino también contra los yos sub
sidiarios por quienes estos objetos están catectizados, o sea el yo libidinoso
y el saboteador interno. Pero la agresión no permanece exclusivamente a
disposición del yo central. Juega un papel en la actitud adoptada por los
yos subsidiarios no sólo hacia el yo central, sino también entre sí, y juega
un papel de particular importancia en lo que respecta a la actitud del sabo
teador interno para con el yo libidinoso. La intransigente actitud agresiva
del saboteador interno hacia el yo libidinoso está basada en la catectización
de este último del objeto excitante y en su propia catectización del objeto
repelente; y es entonces un reflejo de la ambivalencia original del individuo
hacia sus objetos libidinosos. A mi modo de ver, la ambivalencia no es en
sí misma un estado primario, sino que surge como reacción a la privación
y frustración. De este modo, no considero que en ausencia de frustración
el bebé dirigiría agresión directa espontáneamente hacia su objeto libidi
noso. De acuerdo con esto, en tanto que considero la agresión como un
factor dinámico primario porque no parece capaz de resolverse en libido, la
considero también como subordinada en última instancia a la libido y re
presentando esencialmente una reacción por parte del bebé a la frustración
y privación en sus relaciones libidinosas, y especialmente al trauma de sepa
ración de la madre. Es entonces la experiencia de privación y frustración li
bidinosa lo que originalmente provoca la agresión del niño hacia su objeto
libidinoso, y da lugar así a la ambivalencia. En este punto se vuelve im
portante el aspecto subjetivo de la ambivalencia; ya que para el bebé ambi
valente la situación se presenta como una situación en la que su madre fun
ciona como un objeto ambivalente. Para mejorar esta situación intolerable,
disocia la figura de su madre en dos objetos: un objeto satisfactorio ("bue
172 W. RONALD D. FAIRBAIRN
que, según mi última concepción, estos dos objetos son ambos rechazados
por el yo central. De acuerdo con esto, el término "objetos rechazados"
(en plural) requerirá ser sustituido por el de "objeto rechazado' en sin
guIar) en mi exposición de las técnicas "transitorias". Este término pare·
cería justificado, ya que la reflexión sugiere que tanto los objetos "ex
citante" como "repelente" son tratados en forma similar por el yo central
en el caso de cada técnica transitoria. Así, por ejemplo, parecería que son
ambos tratados como externos en las técnicas paranoide y fóbica, y ambos
tratados como internos en las técnicas obsesiva e histérica. En contraste,
"el objeto aceptado" es tratado como externo en las técnicas fóbica e histé
rica, y como interno en las técnicas paranoide y obsesiva.
PARTE SEGUNDA
ARTÍCULOS CLÍNICOS
CAPÍTULO 1
DE UNA PACIENTE 1
(1927 )
Cuando la vi por primera vez, dio una historia de una serie de derrum
bes nerviosos que se extendían sobre un período de 10 años. Estos derrumbes
nerviosos se caracterizaban principalmente por postración nerviosa, in
somnio, sueños perturbadores e incapacidad para enfrentar las exigencias
de la vida. Atribuía retrospectivamente estos síntomas a dificultades que se
centraban alrededor de cuestiones de sexo; pero afirmó que en la época de
su primer derrumbe nervioso era completamente inocente de todo conoci
miento sexual, aunque frecuentemente experimentaba claros deseos de aten
ción masculina. Fue sólo dos años después, que el médico que la atendía,
percatándose de los peligros de su ignorancia, le dio cierto esclarecimiento.
Poco después empezó a permitirse la masturbación. El comienzo de esta
práctica parece datar de un examen médico realizado por un doctor que no
conocía, en una súbita enfermedad que tuvo en un lugar de veraneo. Sus
hábitos masturbatorios, una vez adquiridos, empezaron a provocarle consi
derable inquietud mental, y eventualmente llegó a considerarlos como el
factor principal en la agravación de su estado nervioso. A esta fuente
adjudicaba, sin duda correctamente, la exacerbación de una sensación de
conflicto entre el espíritu y el cuerpo, que ya durante cierto tiempo la ha
bía perturbado por las noches. A lo largo de esto su estado estaba com
plicado por el hecho de que tenía visiones y fantasías de carácter absorbente.
Estas visiones, que ella misma generalmente describía como "imágenes",
eran casi invariablemente perturbadoras, y a veces de tal carácter que la
llenaban de repugnancia. Frecuentemente asumían una forma fálica, a pesar
de su falta de conocimientos sexuales conscientes; pero cuando esto sucedía
los genitales envisionados parecen haber sido infantiles. Había sido moles
tada por tales imágenes antes de su derrumbe nervioso, e incluso en la
infancia. En lo que respecta a sus fantasías, algunas eran penosas mientras
que otras eran de carácter beatífico. Entre las diversas "imágenes" y fan
tasías que ella describió había muchas que tenían un matiz religioso, y es
hacia este grupo al que deseo dirigir la atención. Entre las primeras de las
"imágenes" o visiones religiosas que recordaba haber visto, había una que
apareció cuando tenía 7 años. Estaba convaleciente luego de una enfer
medad, y una noche le pareció ver al diablo parado al pie de su cama.
La aparición la aterrorizó, y sintió que había venido a llevársela. Se dio
cuenta de que la aparición era inmaterial; pero se explicó esto a sí misma
sobre la base de que el visitante venía del mundo espiritual. Puede notarse
aquí que, en su infancia, su mente estaba frecuentemente ocupada con pen
samientos sobre Dios y Cristo, y sobre el Bien y el Mal. Estos pensamientos
se acompañaban con considerabde aprensión de su parte, y expresó que las
ideas sobre Cristo siempre le habían provocado angustia y depresión en
su infancia. Parece que la idea de Dios que se le había impartido era la
de un Jehová estricto, más que Ía de un Padre amante. Esta concepción
estaba muy influida por la instrucción religiosa que había recibido a los
4 años de un maestro evangelista de Escuela Dominical, cuyo ardor sobre
pasaba su discreción, y cuyas descripciones espeluznantes de la resurrección
ESTUDIO PSICOANALÍTICO DE LA PERSONALIDAD 183
(1931)
1 Una versión abreviada de este artículo fue leída ante la Sociedad Psicoana
lítica Británica el 21 de enero de 1931.
193
194 W. RONALD D. FAIRBAIRN
examen ginecológico especial que tuvo lugar bastante después del co
mienzo de su análisis. Este examen fue llevado a cabo por un distinguido
ginecólogo muy versado también en genética, y que informó lo siguiente:
"El desarrollo general es fuertemente masculino, él pecho es muy
ancho pero el desarrollo mamario es, si es que es algo, sugestivo de tipo
femenino porque el tej ido es suave y ligeramente colgante. El vello pu
biano es normal en su distribución para la mujer, y los órganos externos
más superficiales son definidamente femeninos, es decir, los labios, el
introito, el clítoris, el vestíbulo y la uretra. El himen está completamente
cerrado, y está representado por una serie de pequeñas bandas que cruzan
el sitio de la depresión normal. El examen rectal no fue fácil, pero pude
determinar bastante definidamente que la pelvis varía de la pelvis feme
nina común en que no se reconoció cerviz o cuerpo uterino. Éstas, bajo
circunstancias comunes, son generalmente descubiertas con perfecta facili
dad por esta vía. Al mismo tiempo el examen no fue lo bastante completo
como para excluir la presencia de un órgano imperfectamente desarrolla
do. La impresión genera! que me he formado es que estamos tratando
con una condición de masculinidad esencial, con la presencia de gonadas
masculinas acompañadas por caracteres secundarios de tipo femenino, o
sea lo que generalmente se denominan «pseudo-hermafroditismo mascu
lino»."
En la opinión del ginecólogo, entonces, la paciente tenía gónadas
masculinas y era esencialmente varón, aunque poseía genitales externos
que eran típicamente femeninos. Aparecieron después dudas sobre esta
opinión cuando se examinó una muestra de la orina de la paciente para
su contenido de estrógeno y de gonadotrofinas, por un geneticista pro
fesional que informó lo siguiente:
"Con referencia a la muestra de orina... los hallazgos son los si
guientes: estrógenos, por lo menos 20 unidades ratón por 24 horas. Hor
monas gonadotrópicas, menos de 100 unidades ratón de hormona de
maduración folicular por 24 horas. Estos resultados en la excreción son
similares a los que se obtienen generalmente en un sujeto femenino nor
mal, y la excreción de estrógenos es más alta que la que se esperaría de
un hombre. El resultado sugiere la presencia de gonadas secretorias fe
meninas."
Los veredictos de los expertos estaban así en conflicto; pero el ve
redicto del geneticista profesional debe ser considerado como de mayor
peso, X-4l que estaba basado en datos objetivos revelados en tests de la
boratofío, y no era sólo una cuestión de opinión como el veredicto del
ginecólogo. En estas circunstancias la presunción original de que la pa
ciente era realmente de sexo femenino debe quedar así, y nunca pareció
prudente impartirle cualquier información que pudiera hacer tambalear
su propia convicción de esto 2.
2 Los datos que contenían los informes de los especialistas no estaban disponi
ESTUDIO PSICOANALÍTICO DE LA PERSONALIDAD 195
vencida. Solía entonces retirarse a la cama y yacer por varios días pen
sando, leyendo y durmiendo. Mientras estaba en este estado regresivo, no
permitía que nadie entrara en su habitación, excepto su madre, a cuyo
control se abandonaba en esos momentos sin reservas, y que cumplía
todos sus deseos. El superyó había vencido, pero, al someterse a su vic
toria, ella lograba un ingreso temporario al paraíso que había buscado
en vano en escuelas remotas. Al someterse incondicionalmente a su madre
recuperaba el estado de inocencia primaria que había perdido en la in
fancia con su primera desobediencia. Volvía a entrar como un visitante
de paso a aquel paraíso perdido donde, en premio por obedecer comple
tamente, podía satisfacer todo deseo infantil.
El procedimiento analítico pronto reveló la importancia de la si
tuación edípica en el desarrollo del estado que sufría la paciente. Su
padre real resultó, empero, una figura comparativamente insignificante
en el drama. No -tenía una personalidad fuerte, y representaba un mo
desto papel en el círculo familiar. La figura dominante en el hogar era
la madre, una mujer enérgica y eficiente, para quien el bienestar de su
familia estaba por encima de todo. Pertenecía al tipo de madre buena
demasiado propensa a instigar la formación de un superyó exigente en
sus hijos. De cualquier modo, en el caso de la paciente representó un
papel importante en la formación de un superyó tiránico. La fuerza del
superyó de la paciente parecería haber aumentado en vez de disminuir,
por el hecho de que el rol de la figura paterna fue en gran parte repre
sentado por su abuelo paterno. Este hecho par~ haber acentuado su
rivalidad con su madre y reforzado poderosamente su culpa inconscien
te. Su abuelo se había muerto hacía algunos años cuando llegó al trata
miento, pero en su inconsciente vivía con todos los atributos de una
deidad benevolente. Era su primer nieta, y siempre había seguido siendo
su preferida. Su preferencia sé expresaba en innumerables regalos, que
debían haberle parecido lujosos ante la relativa economía a que los padres
consideraban necesario sujetarse durante su infancia. Su benevolencia le
hizo ganar así fácilmente en su imaginación el status de un dios-padre
maravilloso. Aparte del afecto y la preferencia que le dedicaba, abrió
para ella las puertas de un paraíso infantil en el que transcurrieron los
momentos más felices de la vida de la niña. Las obligaciones profesio
nales del abuelo lo conectaban con la administración de una finca vecina,
y gracias a él ella pudo entrar en él como en un magnífico campo de
juego. El juego era para ella una perfecta pasión, y el lugar le propor
cionaba oportunidades sin par para dedicarse a esta pasión. Las restric
ciones que le imponía naturalmente el propietario le parecían sólo pálidos
reflejos de las que le imponía su madre en el hogar; pero en la medida
en que la fastidiaban, parece que se habían asociado en su mente con la
esposa del propietario, que frecuentemente aparecía en sus sueños como
una figura materna desaprobadora, y que representaba el papel de ogro
en el mágico jardín.
200 W. RONALD D. FAIRBAIRN
difícil determinar. Así, por ejemplo, a menudo decía que los hombres que
pasaban por su compartimiento mientras el tren estaba ante una platafor
ma, se volvían y entraban al mismo compartimiento. Esto puede haber sido
cierto por lo menos en parte, porque en este período ciertamente exhalaba
libido. Sin embargo, cuando la encontramos sacando la conclusión de que
la liberación de su yo infantil la había dotado de la capacidad de "afectar"
a otros e incluso a animales, se torna evidente que había dejado el campo
de los hechos sólidos por el mundo fantaseado de la omnipotencia infantil.
Era demasiado racional como para creer en la magia, pero empezó a imagi
narse a sí misma dueña de nuevos poderes, que la ciencia hasta entonces no
había podido desentrañar, poderes que, según sentía, eran capaces de ser
empleados para el beneficio de la humanidad entera. Es evidente. por consi
guiente, que ahora se había vuelto sujeta a delirios de grandeza con un
matiz mesiánico. El hecho de que esta exaltación del pensamiento estuviera
acompañada por ferviente actividad y felicidad radiante, no dejaba dudas
de que estaba pasando por una fase maníaca.
Esta fase maníaca, que se desarrolló con cierta rapidez en el primer
estadio de su tratamiento, desapareció gradualmente luego de alcanzar un
clímax. En total puede decirse que duró alrededor de tres meses. Después
siguió un período de relativo equilibrio, en el que la paciente cosechó los
beneficios de la liberación de su libido. Las aventuras en el tren continuaron
y sensaciones sexuales estaban constantemente propensas a introducirse; pero
no se presentaron ideas extravagantes. El "yo infantil" y sus manifesta
ciones llegaron a ser aceptados por la paciente como una parte legítima
de su psique, a la que hasta entonces se le había negado expresión y que
ahora había llegado a su propio ser. Durante este período sus asociacio
nes analíticas se ocupaban principalmente con detalles de la situación edí
pica, que involucraba su fijación al abuelo materno. su resentimiento de
la autoridad de la madre y su rivalidad con ella por el afecto del abuelo.
Empezaron también a acumularse pruebas de marcada envidia del pene.
La situación hasta aqui descrita pertenece al primero de los tres
estadios que pueden distinguirse en el análisis, hasta el momento en que
escribo. Durante el primer estadio. el análisis no penetró en ninguna ex
tensión apreciable bajo el nivel genital. En el segundo estadio, empero.
se hicieron sentir los niveles más profundos del inconscienLe. Es sin duda
debido a este hecho que la paciente empezó otra vez a experimentar pe
ríodos de depresión. La presencia de una fuerte fijación anal se infirió
desde el principio en vista de su extrema prolijidad, su odio a la suciedad
y su pasión por la higiene. Su historia de constipación espasmódica y la
sospecha de que sus hemorragias rectales durante la adolescencia repre
sentaban una menstruación vicariante aumentaron la expectativa formada.
Pero durante el segundo estadio, los elementos anales empezaron a mani
festarse más abiertamente. Empezó a soñar con lavatorios, corredores
tortuosos y edificios caracterizados por desorden y suciedad. Aparecie
ron también fantasías de nacimiento por el ano. y empezó a sentir sensa
202 W. RONALD D. FAIRBAIRN
fue llevado a la casa del padre; y uno bien puede imaginarse su cadáver
produciendo en ella la impresión de un cuerpo maltratado por un animal
carnívoro, lo que conmovió su sadismo oral hasta lo más profundo. De
cualquier modo, su reacción a la muerte de su hermano fue particular
mente significativa. El resto de la familia se comportó en forma habitual.
El carácter súbito y espantoso de la tragedia los postró de aflicción. Pero
fue distinto en el caso de la paciente. En vista de sus anteriores postra
ciones nerviosas, los otros temían que el shock resultara demasiado para
ella. Pero resultó ser el único miembro de la familia que mantuvo la
calma. Todos se maravillaron por la forma en que "se puso a tono con
la situación". Mientras los otros permanecían impotentes con su dolor.
ella se hizo completo cargo de los asuntos e hizo todos los arreglos neceo
sarios requeridos por las circunstancias, con una eficiencia que provocó
admiración general. Al enfrentar así las exigencias de la situación expe
rimentó una sensación de poder triunfal, que se mantenía en fuerte con
traste con la sensación de impotencia que oprimía a los otros. Para la
mente psicoanalítica esta reacción, que parecía tan heroica para el no in ¡.
ciado, debe parecer necesariamente sospechosa en vista del sueño que prc
cedió tan poco a la fatalidad. En el sueño. el sadismo oral de la paciente
tenía que permanecer contentado con una satisfacción tan ilusoria como
la que podía extraer de la imagen del pene mordido de su hermano, pero la
contemplación del cadáver mutilado del hermano proporcionó una satis
facción sádico-oral en la realidad que excedía en mucho los sueños de
avidez oral. La gratificación así procurada dio lugar a una sensación de
omnipotencia que le dio a través de la crisis un completo dominio de la
situación. En tanto que los otros sucumbieron a la depresión, ella pasó
de este modo a una fase de elación. Pero, cuando a su debido tiempo, la
depresión de los otros empezó a desaparecer, lo mismo sucedió con su
elación, y por la época en que ellos habían recuperado la calma, ella ha
bía pasado a una fase de depresión. La influencia del superyó se había
impuesto, y ella empezaba ahora a pagar el precio de su culpable triunfo
sádico-ora],
La liberación de tendencias sádicas reprimidas, pertenecientes prin
cipalmente a un nivel oral, fue el rasgo distintivo del segundo estadio
del análisis de esta paciente. DuranLe este estadio continuaron las aven
turas en el tren; pero su actitud hacia los hombres relacionados con ellas
se convirtió en más y más desapegada. Le daba una sensación de poder
jugar con sus sentimientos durante un tiempo, para luego dej arIos de
ado con aire de indiferencia, a veces al llegar a destino, otras veces antes.
En esta actitud podemos advertir la actuación de un "motivo de ven
ganza" sádico, dirigido a los hombres como poseedores del pene envidia
do. La significación real de este motivo de venganza se manifestó más
claramente cuando empezó a sentir que había "afectado" a ciertos hom
bres casados en el vecindario de su hogar, de la misma manera en que
había "afectado" a hombres ocasionales en el tren, aunque en el caso de
204 W. RONALD D. FAIRBAIRN
como si, al igual que un cazador de cuero cabelludo, caminara con un cin
turón de trofeos alrededor de la cintura. Su autoconciencia era en parte una
reacción de culpa ante su exhibicionismo inconsciente, pero un factor mucho
más importante fue la codicia de su mirada. Miraba a todo hombre para
codiciar su pene con toda la codicia de su sadismo oral. Así toda mirada
que dirigía a un hombre era una mirada culpable, y sus ojos se avergonza
ban cuando le devolvían la mirada. Su culpa, a medida que emergía, se
extendió en círculos cada vez más amplios. Así empezó a sentirse incómoda
cuando la atendía un vendedor en una tienda, cuando miraba al sacerdote
en la iglesia, o cuando veía a un hombre acercándosele por un camino en
el campo. A su debido tiempo surgió que los únicos lugares en que se
sentía relativamente segura eran el consultorio y su propia casa. Incluso
en el círculo familiar, empero, su paz mental estaba expuesta a perturbacio
nes, ya que la visita de un cuñado siempre propendía a precipitarle angus
tia, y a veces se sentía incómoda por la sensación de haber "afectado" a
su padre. Otra fuente de angustia surgió del hecho de que, luego de la
muerte de su hermano, su esposa y su hija vinieron a vivir a su casa. La
niña era algo revoltosa, y así fácilmente se convirtió no sólo en el símbolo
de los impulsos sádicos de la propia paciente, sino también en el objeto de
toda la furia de su superyó. La furia del superyó era fácilmente provocada
cuando, como sucedía a veces, la niña trastornaba el orden del jardín, que
estaba a su cuidado, y sobre el que ejercía un poder no discutido. Nunca
nada le provocaba tanta indignación como cuando su sobrina destruía flo
res que ella había plantado. En tales ocasiones experimentaba un torrente
de verdaderos impulsos asesinos; y era sólo con un esfuerzo supremo de
autocontrol que evitaba infligir daños físicos a la niña. Esas reacciones
violentas por parte de su superyó estaban complicadas por el hecho de que
su sobrina simbolizaba para ella no sólo sus propias tendencias sádicas sino
también el pene de su hermano. Su violenta reacción representaba así una
expresión directa de su sadismo reprimido y una expresión de su sádico
superyó.
La actitud de la paciente hacia su traviesa sobrina durante el curso del
análisis esclarece considerablemente los síntomas que originalmente la tra
jeron al tratamiento analítico. Como su sobrina, los niños a los que ense
ñaba durante su carrera docente adquirían en su mente la significación
simbólica de sus propias tendencias reprimidas. De este modo su exigente
superyó la llevaba a exigir de los niños obediencia absoluta, completa aten
ción y perfecta dedicación. En la medida en que fallaba en asegurarse todo
esto, hahía fallado en someter sus propias tendencias desobedientes. Como
su sobrina, también los alumnos tenían para su inconsciente una doble sig
nificación. Simbolizaban no sólo sus propias tendencias sádicas, sino tam
bién el pene envidiado y odiado. Su actitud hacia los niños representaba
un compromiso entre su sadismo reprimido y las exigencias de su sádico
superyó. La omnipotencia por la que luchaba era la omnipotencia por la
que podría satisfacer sus tendencias sádicas con la aprobación del superyó.
ESTUDIO PSICOANALÍTICO DE LA PERSONALIDAD 207
sarse tan obviamente como para ser advertidos por otros. ya que había
sido tan autocentrada en el pasado que todo menos las formas más crudas
de expresión de emociones de los otros había escapado siempre a su aten
ción. Consecuentemente, llegó a la conclusión de que noscia algún poder
malevoiente para "afectar' a los hombres. que la ciencia aún no había lo
grado elucidar. Resentía la posesión de este puder a causa de las molestias
que ocasionaba, pero era incapaz de reconocer el origen de esa molest ia en
la culpa vinculada a su omnívoro sadismo.
Que la técnica de proyección fue adoptada también como defensa SE'
hizo evidente por la aparición de sueños de persecución. En uno de e-os
sueños ella era acusada ante un tr ihunal de robar pillas de un bosque que
pertenecía a un noble. Se suponía que se usaban estas piñas para la pro
pagación de una clase especial de árboL v er an considerarlas corno posec
doras de tremendo valor. Ella admitía libremente haber entrado en el hos
que y haber j uzado inocentemente con la" piñas. pero protestaba que había
jugado con esas piñas toda su vida. y que no tenía intenciones de hacn
daño. Negaba también con indignación la acusación de que se hnb ia llevncl»
algunas. Se sentía dolida por la injusticia de la acusación. pf'ro sentía que
sus protestas de inocencia eran inútiles ante un tribunal que ella sabía mm
parcial e implacable en extremo. Las pifias. por supuesto. reprcscnt ahan
pene.s. el bosque le recordó la finca con que su abuelo hahía estado coner
tado , y en el que jugaba cuando niña. y el noble la hizo pensar en Sil abue
lo mismo. El tribunal representaba su superyó, que estaba proyectado corno
defensa contra la culpa interna.
Otro sueño perteneciente a este período, pero que ocurrió después,
puede citarse como ilustración de su utilización de la proyección. En este
sueño la paciente estaba visitando él una compañera de colegio en la pri
sión. La amiga estaba esperando el juicio por una acusación no esperi fi
cada que implicaba tanto a ella como a su hermano. y estaba sentada en la
celda de la prisión en una especie de pedestal: una figura heroica. calma y
de actitud majestuosa. Una pequeiía ventana que había detrús de ella esta]¡¡l
colocada de tal modo que la luz que entraba a la celda parecía espa rci r un
halo alrededor de su cabeza. La impresión que esta figura hízu a la so
ñante fue que había sido puesta en pr isión por autoridades puritanas a
causa de algún acto osado, pero no antinatural. comet ido en unión C(1[1 su
hermano. Para la soriante parecía ser una mártir a punto de sufrir por su
osadía al desafiar convenciones rígidas y anticuadas considf'radas sa~rada"
en un comunidad empapada f¡f~ estrecha superstición. Había también una
sugerencia de que su martirologio iha a tener amplios efectos sobre la hu
manidad. El análisis mostró quc la amiga cid colegio representaba a ía
paciente misma. y que ia acusación era una proyección de su propia culpa
sádico-oral en relación con su propio hermano. El tema era así similar al
dd sueño anterior. pero en este case pI na rcisism: de la paciente !ograi>a
una expresión más grandiosa. El matiz mes iánico 11(' su fantasía indicaba
un intento de lograr- ia omnipotencia del St't:'HJdc tipo. o sea una ornnipo
ESTUDIO PSICOANALÍTICO DE LA PERSONALIDAD 209
tencia por la que. tanto sus deseos sádicos reprimidos como las exigencias
de su ideal del yo lograran satisfacción simultánea. El obstáculo a esta rea
lización yacía por supuesto en la intensidad de su culpa inconsciente, y como
en el caso del sueño anterior, la técnica de proyección fue utilizada para
manejar este ohstáculo. Pero en el segundo sueño, un delirio de grandeza
había suplantado ampliamente al delirio de persecución manifestado en el
sueño anterior. La historia de la paciente durante este estadio del análisis
provee de este modo una notable ilustración de la evolución de un estado
paranoide.
En la época en que escribo, la fase paranoide parece haber desapa
recido. La aparición del sueño mencionado en último término, registró una
crisis en la que la paciente se vio ohligada a darse cuenta de que había
adoptado ideas delirantes como defensa contra la culpa. Su reconocimien
to de la presencia de elementos delirantes en su actitud mental sólo fue con
seguido con tremendas resistencias, que la técnica de la racionalización se
movilizó para fortificar; pero que se ha logrado considerable insight pare
cería demostrarlo el hecho de que su incomodidad ante los hombres ha casi
desaparecido. No faltan signos de que el locus de su culpa inconsciente está
siendo transferido al consultorio, donde, puede esperarse, se la podrá tratar
más ahiertamente.
Antes de concluir el presente relato, parece importante llamar la aten
ción sobre otro rasgo importante de este caso, o sea la tendencia de la pa
ciente a personificar diversos aspectos de su psiquismo. Esta tendencia se
manifestó primero en los sueños, pero llegó a ser adoptada bastante cons
cientemente durante el análisis. Las más llamativas y persistentes de estas
personificaciones eran dos figuras que describió, respectivamente, como "el
niño travieso" y "el crítico". La primera figura (que aparecía constante
mente en sus sueños) era un muchacho preadolescente, completamente irres
ponsable y que siempre estaba haciendo jugarretas y bromeando. Este niño
estaba frecuentemente representado como molestando a la soñante con sus
trucos, o como siendo perseguido por figuras más serias, de las que se
burlaba mientras escapaba. Con él estaban identificadas ciertas otras Ii
guras similares, usualmente de carácter gracioso, como payasos y come
diantes de music-hall. La paciente consideraha "el niño travieso" como re
presentante de su propio yo infantil, y el juego sin fin parecía constituir el
único objeto de su vida, como era realmente la situación en su propio caso
durante la infancia. La selección de un varón para representar su yo
infantil dependía sin duda de la posesión por parte del varón de un pene
como talismán mágico que podía, a sus ojos, ahrir todas las puertas de la
risa y convertir la vida en un jolgorio sin fin. La conducta de esta figura
era altamente sugestiva de la conducta de un sujeto ligeramente maníaco, y
la paciente reconoció retrospectivamente que su comportamiento durante el
período inicial de elación estaba determinado por la actividad del "niño
travieso" dentro de sí misma.
210 W. RüNALD D. F AIRBAIRN
yó mismo está sujeto a represión por parte del yo, y que en ciertos casos
puede estar sujeto a mayor grado de represión que los componentes libidi
nosos que comúnmente se describen como "lo reprimido".
6. El análisis de este caso reveló en forma notable la extensión en que
la estructura del superyó se construye en capas pertenecientes a estadios
del desarrollo libidinosos. Reveló también que el núcleo del superyó es de
origen pregenital, que pertenece al nivel oral y debe por consiguiente insta
larse durante el estadio oral.
7. El caso proporcionó datos que indican la existencia de dos clases de
omnipotencia: a) la omnipotencia de fines libidinosos primitivos, y b) la
omnipotencia lograda a través de "actividades sublimadas" que proveen
satisfacción simultánea tanto de fines libidinosos primitivos como de los
fines del superyó.
8. La reacción de la paciente a la muerte de su hermano, durante el
curso del análisis, fue particularmente significativa en vista del sueño sádi
co que precedió tan poco al suceso. Su interés especial yac~ en el hecho
de que provee prueba experimental en apoyo de deducciones basadas en
consideraciones puramente psicoanalíticas.
9. La aparición de personificaciones estables en los sueños de la pa
ciente parece indicar la forma en que se originan los fenómenos de múlti
ple personalidad. Sugiere que estos fenómenos resultan de la invasión en el
campo consciente de constelaciones estructurales funcionantes que se dife
rencian en el inconsciente bajo la presión de una necesidad económica. Su
giere también que la división tripartita de Freud de la mente debe ser con
siderada como una descripción de constelaciones estructurales típicas de
naturaleza similar antes que un análisis de la mente en entidades como
ponentes.
CAPÍTULO III
PACIENTES EN ANÁliSIS 1
(1936)
su madre no había sido destruida por su sadismo oral. Por otra parte, su
angustia cardíaca se reducía a la angustia de que su madre internalizada,
sobre la que había proyectado una carga considerable de sadismo oral, lo
mataría royendo su corazón. Esto estaba bien ilustrado por un sueño en el
que veía su corazón sobre un plato ~ a su madre en el acto de levantarlo
con una cuchara. Durante el curso de los cuatro meses de análisis anterio
res a la muerte del Rey, sus síntomas se mitigaron mucho Pero cuando
empezaron a publicarse los inquietantes boletines sobre el estado del co
razón del Rey, hubo una marcada exacerbación de sus síntomas. Siempre
que alguien ponía la radio, lo apresaba el pánico; su sueño se perturbó,
y empezó a llamarme por teléfono a toda hora con la esperanza de obtener
reaseguramiento. El paciente supo la muerte del Rey a la mañana siguiente
de su ocurrencia, y durante la noche siguiente soñó que había matado a
un hombre que representaba a su padre. El sueño lo mostraba en una habi
tación con su madre, a la que explicaba que su razón para matar al hom
bre no era desagrado, sino miedo por su propia vida. También explicaba
que al quitarle la vida también se había quitado la suya propia, y que espe
raba que lo mandaran a la prisión por seis años. Después aparecía una
mujer joven, y entonces sintió que esta mujer era la persona que él había
matado. La madre dej ó entonces la habitación, y cuando se iba, él oía
gritos de una pieza adyacente. Estos gritos parecían provenir de la per
sona que él había matado, pero esta "persona" parecía ser ahora su herma
no (cuya muerte real había sido un peso para su conciencia durante seis
años; el término del "encarcelamiento" que esperaba en el sueño) como
que la "mujer joven" resultó simbolizar a su madre como objeto sexual,
el sueño representaba una destrucción de la familia entera; y el hecho de
que este sueño fuera seguido por otro, en que la madre le advertía que
no comiera j alea al pie de una escalera sobre la que ella misma estaba
parada, muestra que el acto de destrucción era realmente un acto de incor
poración sádico-oral, un acto, además, que implicaba peligro mortal para
el paciente mismo. Los síntomas de angustia precipitados por la muerte
del rey parecían así haberse debido principalmente a las cualidades peli
grosas con que las que el paciente había dotado al objeto internalizado.
El segundo paciente era un hombre soltero de treinta y un años, que
había estado en análisis por más de dos años y medio cuando ocurrió la
muerte del Rey. El síntoma que lo llevó a buscar ayuda analítica fue en
primer lugar un deseo incesante de orinar, que era tan apremiante como
para monopolizar toda su vida diurna. Había vivido, sin embargo, una
existencia semi-inválida desde los cinco años, cuando casi murió de un em
piema. Hasta la aparición de sus síntomas urinarios, su vida había estado
dominada por la angustia sobre su pecho. Esta angustia se repitió durante
el curso del análisis luego de que disminuyeron sus síntomas urinarios.
Como estaba también sujeto al miedo de ser envenenado por la comida, no
fue sorprendente encontrar que, a medida que proseguía el análisis, se ma
nifestó un intenso sadismo oral. La emergencia de este sadismo oral estaba
ESTUDIO PSICOANALÍTICO DE LA PERSONALIDAD 217
2 Este artículo está incluido en el presente volumen con el título "Aspectos del
análisis de una paciente con una anormalidad física genital".
ESTUDIO PSICOANALÍTICO DE LA PERSONALIDAD 219
MISCELÁNEA DE ARTÍCULOS
CAPÍTULO 1
(1935)
grupo dentro del cual los vínculos libidinosos se establecen por primera
vez. Es a esto a lo que atribuye la necesidad de un líder, que es un rasgo
tan llamativo en todo grupo estable. La significación del líder yace en el
hecho de que representa un ideal del yo común a los individuos -que com
ponen el grupo; y el origen del ideal del yo puede ser rastreado a la intro
yección por el niño de las figuras de los padres durante la temprana
infancia. Se hace entonces evidente que la situación edípica debe ej ercer
una profunda influencia en todo desarrollo sociológico. Estas considera
ciones parecerían tener relación con el antagonismo del comunismo al grupo
familiar. Parecerían justificarnos en buscar una interpretación de este ano
tagonismo en función de la psicología del individuo, y dentro de este campo
parecerían también justificarnos en buscar una clave en la situación edípica.
Siendo así, parece legítimo conjeturar que el ataque (implícito, cuando no
explícito) del comunismo al sistema familiar, implica un intento drástico
(aunque inconsciente) de enfrentarse con el conflicto edípico aboliendo la
situación edípica, de la que surge este conflicto. Ya que la situación edípica
es inherente al sistema familiar, el único medio de extirpar el conflicto edí
pico de la mente individual yace en la eliminación de la familia como grupo
social. La atracción del comunismo para el individuo puede ser conside
rada entonces como dependiendo en no pequeña medida del hecho de que
la consecución de su meta extraería la raisoti d etre de esos tabús sobre el
incesto y el parricidio que mantienen el conflicto edípico en estado de
represión en el inconsciente, y que imponen restricciones tan extensas a la
libre disposición de la libido del individuo.
La tesis presente está completada ahora; pero será quizá disculpable
suscitar una cuestión más, cuestión que, desde el punto de vista práctico, es
quizá la más vital, aunque hablando estrictamente, yace afuera del campo
del psicólogo. Lo que sigue se justifica sólo con la suposición de que el
psicólogo es también un ser humano con una inclinación por la profecía y
una curiosidad natural sobre lo que reserva el futuro. Sobre esta suposición,
y además sobre la suposición de que la interpretación presentada del comu
nismo como un fenómeno en la evolución de los grupos sociales sea co
rrecta, es interesante especular sobre hasta dónde es probable que el comu
nismo tenga éxito en la eliminación de la nación y la familia como grupos
. 1es, y en esta b
SOCIa ecerlaSI
' su "b ravo nuevo mun d o" .
En lo que respecta al conflicto entre el comunista y los sistema nacio
nales, no es fácil predecir el resultado; pero puede asumirse con seguridad
que si el ideal comunista de un estado mundial universal llega a realizarse
no será sin una tremenda lucha. En relación 'con esto es significativo que
el establecimiento de un régimen comunista en Rusia ha sido acompañado
por una ola de nacionalismo en una serie de otros países: el Nazismo en
Alemania y el Fascismo en Italia proporcionan ejemplos sobresalientes y
extremos. Pero, sea cual fuere el resultado final del conflicto, parece impro
bable que el sistema nacional sobreviva indefinidamente en su forma actual.
Al mismo tiempo, parece igualmente improbable que el ideal comunista de
232 w. RüNALD D. FAIRBAIRN
abolida del inconsciente del individuo. Después de todo, hasta el bebé del
futuro necesitará ser criado por otros, y los que cumplan las funciones pa.
ternas inevitablemente adquirirán la significación de figuras paternas para
la mente del niño. Puede objetarse que bajo tal régimen todas las figuras
paternas ejercerán una función a grandes rasgos análoga a la de la madre
en las condiciones actuales, y en consecuencia la situación edípica triangu
lar dej ará de ser un aspecto del ambiente del niño. Pero las cosas no son
tan simples, ya que los psicoanalistas encuentran que el conflicto edípico
se desarrolla incluso en niños criados por un solo progenitor, o sea por
ejemplo la madre (ya que si se deja al padre con el niño, siempre es intro
ducida una figura materna en el círculo familiar). El autor ha tenido opor
tunidad de analizar a varios individuos (de ambos sexos) que nunca habían
visto a sus padres; y en cada caso la intensidad del conflicto edípico era
tan extrema que llegaba a ser altamente patógena. La probabilidad de un
régimen que se arregle por completo sin la paternidad tal como hoy la en
tendemos, es, sin embargo, demasiado remota como para merecer nuestra
sería consíderación. Un estudio de las tendencias contemporáneas sugiere
ciertamente que la influencia de la familia como institución social dismi
nuirá más aún bajo la presión de organizaciones más altamente evoluciona
das. Pero la profunda base biológica de la familia parecería descartar su
extinción final. Parece más que probable. por consiguiente. que incluso si
el comunismo tiene éxito en su campaña contra la nación, el estado comu
nista se verá obligado (como le pasó a la nación 1 a entrar en acuerdo con
la familia y a incorporarla a su propia organización más amplia. Puede
predecirse que cualquier intento por parte del comunismo de llevar a su
conclusión lógica su intromisión en el ¡rrupo familiar tendría inevitable
mente el efecto de comprometer el éxito del movimiento comunista. Pode
mos también esperar que, mientras el hombre exista sobre la tierra, el con
flicto edípico seguirá jugando un papel importante no sólo como influencia
en el desarrollo psicológico del individuo, sino también para determinar el
carácter de las instituciones sociales y fij ar el camino de la cultura humana.
POSTCRIPTU~1 (19Sl)
2 Esto fue escrito al principio de 1939, en una época en que, aunque se habían
fabricado máscaras antigás para la población en Gran Bretaña, la Segunda Cuern
Mundial era aún sólo una amenaza y los horrores de la agresión totalitaria no se
habían revelado aún; pero es aún más oportuno en el momento presente fl951)
cuando la amenaza de la bomba atómica es una realidad inesca pable y f'~ quizá silo
la precursora de mayores amenazas por venir.
238 w. RONALD D. FAffiBAIRN
sidades intentan cumplir en parte las tres funicones, mientras evitan cum
plir exclusivamente cualquiera de ellas.
Debe reconocerse, empero, que cada una de estas funciones representa
un fin diferente, y que los fines en cuestión no son fácilmente reconcilia
bies. En particular, es difícil ver cómo se puede esperar que una institución,
que aún mantiene su papel histórico como guardiana de una cultura tradi
cional definida, funcione simultáneamente como lugar de indagación cien
tífica libre y sin restricciones, ya que el estudio de la historia no permite
dudas razonables sobre que todo adelanto significativo en el conocimiento
científico ha tenido un efecto desintegrador sobre la cultura prevaleciente.
En vista de los rápidos progresos de la ciencia moderna, entonces nues
tras universidades están ahora en una posición en la que se verán pronto
forzadas a elegir funciones. Si se decide que la universidad debe quedar
sobre todo como guardiana de la cultura, esperaremos encontrar la lista
académica de materias prescriptas acompañada por una lista académica de
materias proscriptas; y, por supuesto, muy bien puede ser que haya ciertos
temas y ciertas teorías científicas que es mejor que los jóvenes en general
no estudien. Por otra parte, si se decide que una universidad debe fun
cionar, ante todo, como una institución para promover la verdad científica,
sería inconsistente mantener una censura académica sobre temas científicos
o teorías científicas; y en una universidad de este tipo uno esperaría encon
trar que la teoria psicoanalítica ocupe una posición muy prominente en el
temario del estudiante de psicología. En este último caso, quizá el resultado
no sea después de todo tan desastroso para la cultura, ya que es hora de
que recordemos que si el conocimiento puede ser usado destructivamente,
también puede ser usado constructivamente. Así los mismos conocimientos
químicos que permiten a los hombres manufacturar gases letales para usar
los en la guerra, les permiten idear medios de protección no sólo contra esos
instrumentos de destrucción hechos por el hombre, sino también contra
los ataques de enemigos bacteriales, En forma semejante, si el psicoaná
lisis puede parecer peligroso tanto porque desenmascara las fuerzas des
tructivas ocultas de la naturaleza humana y porque escudriña científica
mente el carácter de las defensas erigidas para controlar estas fuerzas, sin
embargo, al mismo tiempo nos provee de un conocimiento de las condi
ciones baj o las cuales se estimulan los elementos destructivos, y de las con
diciones bajo las cuales es más probable que se reduzca su influencia.
Sería difícil exagerar la importancia de tales conocimientos, ya que el cono
cimiento de las condiciones bajo las cuales ocurren los fenómenos es el
primer paso para la dominación de los problemas creados por los fenó
menos en cuestión, y para la influencia efectiva sobre los fenómenos mis
mos. Después de todo, el psicoanálisis se originó como una forma de psi
coterapia, y si la teoría psicoanalítica moderna es capaz de ser aplicada
clínicamente para mejorar en el caso de trastornos psicológicos, es tam
bién capaz de ser aplicada clínicamente para mejorar en caso de tras
242 W. RO"'ALD D. FAIRBAIRN
EL FACTOR TRAUMÁTICO
dora esperanza de escape (el bote) no era más que una amenaza adicional
para su vida, ser perseguido por petróleo ardiente mientras nadaba, y final
mente enfrentar el riesgo de ahogarse. Aparentemente parecería que cual
quiera de estas situaciones podría por sí misma haber servido para cons
tituir una experiencia traumática, pero en el caso de este soldado ninguna
de ellas lo fue. Debe agregarse ahora que, justo cuando sentía que estaba
adelantándose algo en su carrera contra las llamas que lo perseguían, se
sintió cogido y tirado hacia abajo por un chino que se estaba ahogando, y
que era miembro de la tripulación del barco. En un esfuerzo desesperado
de autoconservación dio al chino un golpe en la cabeza y lo vio hundirse
de nuevo e~ una sepultura de agua; y fue esta situación bastante específica
la que constituyó para él la experiencia traumática. Funcionó como expe
riencia traumática porque, como reveló la investigación, trajo a primer
plano en un acto de "asesinato" el intenso y antiguo odio por su padre,
que en el pasado había estado profundamente reprimido debido a la an
siedad y culpa asociadas a él. La experiencia adquirió así para él toda la
significación emocional del parricidio, y precipitó toda la angustia y culpa
latentes vinculadas con su odio reprimido hacia el padre, tanto como movi
lizó diversas defensas psicopatológicas que ya habían sido preparadas en su
mente para manej ar las contingencias parricidas.
2 Las diversas consideraciones sobre las que se basa esta conclusión ya han sido
registradas en mi artículo "Revisión de la Psicopatología de las Psicosis y Psiconeu
rosis" (incluido en el presente volumen).
ESTUDIO PSICOANALÍTICO DE LA PERSONALIDAD 247
con esta concepción, todo síntoma psiconeurótico y psicótico debe ser in
terpretado como 1) efecto de, o 2) defensas contra los conflictos vincu
lados con un estado persistente de dependencia infantil.
En el momento en que estalló la guerra en 1939 yo ya estaba llegando
al punto de vista que acabo de indicar; y estaba en camino de formular
mis conclusiones cuando llegó a ser una de mis tareas investigar casos de
"psiconeurosis" entre personal militar, en escala considerable. Se me pre
sentó muy convenientemente de este modo, en el momento adecuado, una
oportunidad única para probar la validez de las ideas que surgían en mí.
Mis ideas se basaban originalmente en el estudio intensivo de un número
comparativamente pequeño de pacientes que vivían en su ambiente normal;
pero estaba ahora en situación de confrontar estas ideas por medio de un
amplio examen de gran número de pacientes que habían sido súbitamente
sacados de su ambiente normal, separados de sus objetos de amor y aislados
de los habituales sostenes y apoyos sobre los que una persona dependiente
por lo común descansa. Era casi como si gratuitamente se me hubiera pro
porcionado un experimento de laboratorio bajo condiciones controladas
para probar mis conclusiones. El resultado de este experimento fue con
firmar esas conclusiones en forma notable, como puede quizá ilustrarlo
convenientemente la descripción de un caso en la que la dependencia asu
mió proporciones tan exageradas como para no dej ar lugar a dudas sobre
su significación etiológica.
Caso 2. - Artillero A. M.; R. A., veinticuatro años, casado desde hace
dieciocho meses.
Este soldado tenía un pequeño negocio en la vida civil, y su citación
al ejército fue diferida por tres meses a causa del negocio. Cuando al
final de este período se presentó para cumplir con su deber, insistió para
que su esposa lo acompañara al cuartel, que estaba situado alrededor de
250 millas de su hogar. Insistió también en que ella permaneciera en el
pueblo en que estaba situado el cuartel, hasta que al final de seis semanas
las circunstancias obligaron a la mujer a volver al hogar. La pers
pectiva de su partida lo alarmaba tanto que pidió un permiso de fin de
semana para acompañarla. Tuvo éxito en su pedido y pudo así postergar
el momento de la separación por varios días. Durante su licencia nunca
dej ó la casa, y fue con gran dificultad que se separó de su esposa cuando
terminó. Luego de su retorno al deber hizo frenéticos esfuerzos para man
tenerse en comunicación con ella por teléfono, llamándola a menos que las
circunstancias lo hicieran completamente imposible. Resulta muy intere
sante que estuviera tan ocupado en pensar en ella, que era incapaz de mo
vilizar suficiente capacidad de concentración para escribirle cartas. La in
capacidad para concentrarse hizo también que fuera el único que no pasó
el test prescripto al final de un curso de instrucción en artillería; y por
este fracaso, combinado con el temor a las armas de fuego que manifes
taba, fue ubicado en tareas telefónicas de rutina. Durante el día su mente
248 W. RONALD D. FAIRBAIRN
ANGUSTIA DE SEPARACION
PSEUDO-INDEPENDENCIA
gran parte porque su abuelo y uno de sus tíos le tenían particular estima y
siempre hablaban de Francia cuando él era niño. Luego. que empezó el ata
que alemán en la primavera de 1940, siguió con buen estado de ánimo, y
se sintió "perfectamente en orden" durante la retirada de Dunquerque. Du
rante el pasaje de Dunquerque a Dóver, sin embargo, empezó a sentir "una
sensación de fracaso aparte del asunto de Dunquerque". Encontró que "ver
marineros que iban a recoger soldados" era mucho más impresionante que
"operaciones militares", y el viejo llamado del mar se reimpuso con fuerza.
Esto, como él mismo llegó a sentir retrospectivamente, tenía mucho que
ver con las circunstancias que lo llevaron después a dar parte de enfermo,
circunstancias que se acompañaron de una marcada exacerbación de. su
enuresis nocturna. Esta exacerbación le causó considerable inquietud cuan
do estaba acuartelado en la misma pieza que varios otros, y la situación
se desarrolló en tal forma que luego de una tormentosa escena con el
N. C. O. encargado de su dormitorio, dio parte de enfermo por iniciativa
propia para evitar que el N. C. O. informara que mojaba la cama. Entre
tanto, desde su regreso de Francia, se había vuelto definidamente "nostál
gico del mar", y había sufrido de un "fracaso y depresión general" que eme
peoraron progresivamente hasta que dio parte de enfermo. Luego de su
admisión al hospital, adoptó una actitud extremadamente reservada hacia
los médicos, pero en los momentos en que más o menos superaba esta re
serva, admitió que tenía una definida tendencia a considerar a los otros
como hostiles, que fomentaba inquina, que a menudo sentía que era un
enemigo de la sociedad, y que a veces sentía una intensa tentación de co
meter crímenes. En un momento de involuntaria franqueza reveló también
el secreto cuidadosamente guardado de que a los trece años había escrito
una historia en primera persona sobre un niño de su misma edad, que
perdía a sus padres y se escapaba al mar. Habiendo hecho esta revela
ción, inmediatamente expresó que "ésta era una idea cruel" (refiriéndose
a que había presentado al muchacho perdiendo ambos padres) y admitió
que él mismo había tenido, durante la niñez, deseos de que murieran sus
padres.
Hij o único, había sido muy infeliz en su vida temprana, que se ca
racterizó por una atmósfera de gran inseguridad. Su padre bebía, su madre
era nerviosa, y había constantes peleas entre ellos. A la edad de cuatro
años había visto a su padre pegarle a su madre, con el resultado de que
ella cayó con la cabeza sobre la reja; y recordaba muchos incidentes si
guientes de carácter similar; incidentes que parecen haber sido seguidos
siempre por enuresis nocturna. Se llamaba constantemente a la policía para
sofocar las perturbaciones domésticas; y a causa de la violencia del padre,
la madre se lo llevaba a menudo fuera de la casa alrededor de medianoche,
para pasar el resto de la noche con ella en un hotel. La familia nunca per
manecía mucho tiempo en una misma casa; y donde fueran siempre había
trifulcas con los vecinos. Eventualmente el padre dejó el hogar para no
regresar nunca más, y a su propio regreso de su primer viaje supo que su
ESTUDIO PSICOANAÚTICO DE LA PERSONALIDAD 255
oscila de aquí para allá entre dos figuras maternas, en ninguna de las cuales
puede confiar y de ninguna de las cuales puede prescindir. El caso de esta
personalidad psicopática sirve para ilustrar el grado en que puede verse
una actitud profunda de dependencia infantil subyacente a una actitud su
perficial de pseudo.independencia, que, en su misma exageración, se revela
como nada más que una defensa contra la dependencia infantil subyacente.
traba gran consuelo para la soledad que a menudo sentía, en hacer planes
para la edad dorada de su vida de hogar, que anhelaba con creciente expec
tativa, particularmente luego de saber que su esposa había tenido un niño,
y a medida que se acortaba el término de su servicio, hacía más y más pro
yectos para su eximición del servicio regular. Sin embargo, estos proyec
tos estaban destinados a marchitarse justo cuando parecían a punto de rea
lizarse, ya que debido a la crisis internacional de setiembre de 1938, fue
súbitamente cancelada la partida de la tropa, en que debía retornar a In
glaterra para su licencia. Fue la resultante postergación de esta licencia
y la consecuente interferencia con sus planes cuidadosamente elaborados
lo que precipitó la primera aparición de síntomas reconocibles. Sintió que
se había quedado sin ningún apoyo, y estaba constantemente hundido en
un estado de extrema desesperación, para explicar lo cual observó: "Ya no
aguantaba más estar separado de mi esposa". En conformidad con esta afir
mación, experimentaba intensa angustia de separación, que se acompañaba
de una serie de otros síntomas (por ejemplo, jaqueca, pérdida de apetito e
impulsos suicidas), los que indicaban claramente que estaba sufriendo de
un ataque de depresión aguda. Cuando pasó esta crisis y disminuyó la
perspectiva de guerra, empezó a disiparse la nube que había caído sobre sus
esperanz~s de licencia, y a medida que la nube se disipaba, su depresión
se disipaba con ella. Cuando obtuvo su licencia (en realidad, la transferen
cia a la Reserva) en abril de 1939, pareció que había pasado a un estado
hipomaníaco, ya que luego de haberse reunido con su esposa y obtenido un
puesto en el Correo de su pueblo natal de Z, se sentía "en la cima del mun
do" y "le iba magníficamente" en su trabajo. Pero su felicidad reciente
mente lograda resultó de corta duración, ya que no había estado muchas
semanas en su casa cuando recibió, como reservista. instrucciones de la
Oficina de Guerra de presentarse en la sección que le correspondía el 15 de
junio de 1939, para trabajar en la instrucción de reclutas. Cuando recibió
estas instrucciones empezó inmediatamente a pensar en la inminente sepa
ración, y otra vez empezó a sufrir de angustia de separación, acompañada
por pérdida de apetito y fuertes jaquecas. Pero habiendo recibido la se
guridad de que se necesitarían sus servicios sólo durante dos meses, se re
concilió con la situación y a su debido tiempo se presentó a su sección. Aquí
su angustia se alivió más aún por el hecho de que se le permitía regresar
a su casa cada fin de semana (hecho, entre paréntesis, que no lo eximió
de escribir a su esposa dos veces por día durante la semana); y fue un
intenso alivio para él que se prescindiera de sus servicios el 26 de agosto
de 1939. Pero en esta ocasión su alivio tuvo menor duración incluso que la
vez anterior, puesto que el país estaba ya en vísperas de la guerra y el 27
de agosto de 1939 supo por un anuncio -radiofónico que, como reservista,
tenía que presentarse en su sección sin demora. Hizo esto al día siguiente,
pero no sin desmayarse en el vestíbulo cuando estaba por salir. Cuando
volvió a la sección fue inmediatamente empleado como instructor, pero el
hecho de que esto redujera al mínimo sus perspectivas de ser enviado al
258 w. RONALD D. FAIRBAIRN
extranjero hizo poco por prevenir que se sintiera una vez más presa de
intensa angustia de separación. Habiendo aprovechado entretanto cual
quier oportunidad de breve licencia que pudiera obtener, le fue otorgado
permiso en diciembre de 1939, para estar presente en el momento en que su
esposa diera a luz.. El parto resultó dificultoso, y obtuvo una extensión de
dos días del permiso a causa de la enfermedad de su esposa, pero a pesar
de esto se quedó más tiempo y por primera vez en su historia militar come
tió una .infracción disciplinaria a causa de su angustia de separación. La
infracción fue perdonada en vista de su buena conducta anterior, pero sus
síntomas se intensificaron en forma tal que comprometían su eficiencia. Lo
que especialmente lo perturbaba era la falta de concentración a consecuencia
de la cual a menudo era incapaz de recordar de qué estaba hablando míen
tras instruía 8 un pelotón. Lo único que lo obsesionaba constantemente era
su necesidad de su esposa. Nada más le importaba; y su actitud entera se
resume en su observación "Guerra o lo que fuera, yo sólo quería estar junto
a mi esposa". En marzo e.e 1940 recibió una carta de su esposa en la que
ella le comunicaba que su bebé estaba por ser operado de hernia, y obtuvo
permiso para permitirle estar en su casa en el momento de la operación.
Resultó que la operación fue postergada. No pudiendo obtener una exten
sión del permiso hasta después de que esta operación hubiera tenido lugar,
emprendió el regreso al cuartel, pero el imán del hogar resultó demasiado
para él durante el viaje. En consecuencia regresó y se quedó en su casa
hasta que la operación hubiera transcurrido. Entonces emprendió otra vez
viaje al cuartel, pero otra vez ¡egresó. Esta vez, empero, cuando llegó a la
estación del pueblo no fue directamente a su casa sino que fue a la farma
cia, compró una botella de lisol, regresó a la estación y bebió el contenido
de la botella. El conflicto entre su sentido del deber y su compulsión a regre
sar al hogar había resultado demasiado para él, y buscó lo que le parecía
la única solución. Su intento de suicidio fracasó, y en vez de encontrar su
camino hacia la muerte, encontró su camino al hospital.
Su vida temprana había sido infeliz, y retenía muchos recuerdos do
lorosos de peleas entre sus padres, particularmente de una pelea que llevó
a su madre a dejar el hogar por cuatro días. La partida de ella lo dejó
desolado. No tenía esperanzas de que volviera alguna vez, y sentía "que
la luz. se había ido de la vida" para él. Estaba muy apegado a su madre
y dependía mucho de ella, y a menudo se sentaba a hablarle durante horas.
Ella murió cuando él tenía dieciséis años, y al saber su muerte, estuvo sin
poder hablar durante veinte minutos y sin trabajar durante siete días. Esta
ba empleado en una carnicería en esa época, y se imaginaba a sí mismo
bajo la sierra circular de la tienda. Luego de la muerte de la madre, el
padre deshizo el hogar, y él se fue a vivir con una tía. Pero extrañaba tanto
a la madre, que se sentía muy desgraciado en casa de la tía, y fue bajo la
influencia de esta desesperación que se alistó bajo el impulso del momento.
EST17DlO PSICOANALÍTICO DE LA l'ERSOI\ALlDAD 259
IDENTIFICACIÓN EMOCIONAl
que puede establecer con cierto grado de estabilidad son las relaciones que
fácilmente asumen para él, por un proceso de transferencia, toda o gran
parte de la significación de su relación original. Tal es entonces el estado
del individuo que desarrolla una neurosis de guerra. Es un individuo que
ha retenido un grado indebido de dependencia infantil de su hogar y sus
seres queridos; y está demasiado identificado con ellos como para poder so
portar larga separación de ellos. Aun tienden a constituir para él, como
sucedía en su niñez, no sólo su mundo emocional, sino incluso en cierto sen
tido, a él mismo. Tiende a sentir que es parte de ellos, e igualmente que
ellos son parte de él. En su ausencia su personalidad misma tiende a que
dar disminuida, y en casos extremos incluso su sentido de identidad per
sonal puede estar comprometido. Siendo así, no es difícil entender por qué
la compulsión a regresar al hogar deba ser un rasgo tan universal y carac
terístico de las neurosis de guerra; rasgo no menos universal y caracterís
tico que el síntoma de angustia de separación, con el que está tan estrecha
mente asociado. La explicación de esta compulsión yace en el proceso de
identificación tal como se lo encuentra funcionando en un individuo que
no llega a emerger adecuadamente del estado de dependencia infantil. A
diferencia del soldado emocionalmente maduro, ese individuo, cuando se lo
coloca bajo condiciones militares, encuentra demasiado difícil establecerse
como personalidad separada dentro del marco de la organización militar,
subordinarse a los propósitos del grupo militar sin renunciar a la inde
pendencia, y mantener vínculos afectivos estables con el grupo, en tanto que
permanece diferenciado de él. Por otra parte, el individuo dependiente ge
neralmente encuentra gran dificultad sea en establecer o en mantener cual
quier relación segura con el grupo militar sobre una base de identificación.
Esto se debe, naturalmente, al hecho de que su identificación con su hogar
y sus seres queridos no admite fácilmente un competidor; y es sobre todo
la fuerza de esta identificación a quien debe atribuirse el desarrollo de una
neurosis de guerra.
Hay realmente cierta proporción de soldados que logran establecer
relación con el grupo militar sobre una hase de identificación. Sigue sien
do cierto, empero, que encuentran difícil mantener tal relación, especial.
mente ante la frustración o tensión, y como la frustración y la tensión son
rasgos tan típicos de lo que le toca sentir al soldado, es muy pequeño el
porcentaje de los que resultan capaces de mantener tal relación indefinida
mente. Un rasgo significativo de este grupo de soldados es una tendencia
de su parte a establecer una identificación fuerte con el grupo militar, en
ellos servir como soldados asume realmente una cualidad tan compulsiva
omo sucede con el deseo de regresar al hogar en individuos dependientes
..¡ue no llegan a hacer esta identificación. Estos soldados pueden dar la
impresión de ser rrruy devotos, pero de ningún modo se sigue que sean sol
dados confiables. Por el contrario, generalmente están tan consumidos por
el celo militar que arden de impaciencia por estar en el frente, son intole
rables con las demoras involucradas en el entrenamiento, se irritan por las
262 W. RONALD D. FAIRBAIRN
EL FACTOR DE LA MORAL
aparecer incluso cuando los vínculos que unen al grupo como un todo
permanecen intactos. Esto significa, por supuesto, que los vínculos emocio
nales que unen al soldado neurótico con el grupo militar son indebidamente
débiles y precarios. Cómo llega esto a ser así ya ha sido considerado con
cierta extensión. En una palabra, llega a ser así porque el soldado neuróti
co ha retenido de su niñez un grado excesivo de dependencia infantil y ha
permanecido en cualquier caso, en los niveles mentales más profundos, tan
estrechamente identificado con sus objetos de amor originales dentro del
grupo familiar, que es incapaz de establecer cualquier relación emocional
estable con el grupo militar, o de participar adecuadamente en el espíritu
de grupo que es tan indispensable para la eficiencia militar, y que cons
tituye la esencia de la "moral". Debe agregarse que, en el caso de ese sol
dado, la angustia que se desarrolla por la separación de aquellos de quie
nes depende en el ambiente hogareño, se acompaña de angustia por los
impulsos agresivos que llega a sentir hacia el grupo militar, y que tienen
un efecto desintegrador sobre la moral que posee.
Estamos ahora en posición de apreciar que la cuestión de las neurosis
de guerra y la moral están inseparablemente ligadas. El hecho de que, como
hemos visto, incluso el soldado "normal" puede desarrollar una neurosis
de guerra, aunque sea transitoria, en circunstancias en que la moral se
perturba, no puede dej amos ninguna duda sobre la estrecha conexión de
ambas cuestiones. Este fenómeno sirve también para mostrar que cierto
grado de dependencia infantil puede revelarse en el caso del individuo más
"normal". La verdad es que la madurez emocional nunca es absoluta, sino
que es siempre una cuestión de grado. La dependencia infantil es igualmente
una cuestión de grado, no estando nunca enteramente ausente, sino sujeta
a infinito grado de variación de individuo a individuo, y, por supuesto, los
individuos varían igualmente en el grado de tensión que pueden soportar
sin experimentar angustia, bajo condiciones de separación de sus seres
queridos. A la luz de lo que sucede cuando el ejército se desbarata en el
campo de batalla, estamos además autorizados para extraer la conclusión de
que, en tanto que cualquier alto grado de dependencia infantil es en sí
mismo hostil a la moral, la existencia de un alto estado de moral dentro del
grupo puede ejercer una profunda influencia para contrarrestar los malos
efectos de la dependencia infantil entre sus miembros. En conformidad con
esto, la opinión militar bien informada ha sostenido que durante la guerra
de 1914-18, la incidencia de neurosis de guerra variaba en las unidades en
proporción inversa a la moral de la unidad en cuestión, y esta opinión pa
recería capaz de verificación estadística, incluso cuando se considera la
idiosincrasia de los oficiales médicos del regimiento.
Siempre ha sido la tendencia de la mentalidad militar, por supuesto,
interpretar una neurosis de guerra como prueba de cobardía, o despacharla
como mero caso de simulación. En lo que respecta a la cobardía, debe ad
mitirse que el soldado que sufre de neurosis de guerra generalmente, aunque
de ninguna manera invariablemente, tiende a comportarse como un cobarde
ESTUDIO PSICOANALÍTICO DE LA PERSONALIDAD 265
grado por los dictadores antes del estallido de la guerra en 1939, ya que
"la degeneración de las democracias" había sido durante mucho tiempo
uno de sus slogans favoritos. En realidad la estimación de la moral demo
crática involucrada en este slogan les proporcionó uno de sus incentivos
principales para precipitar la lucha que estalló en 1939.
Al hablar de "la degeneración de las democracias" los dictadores
parecen haber tenido en la mente cierta falta de espíritu popular que se
deslizó insidiosamente sobre Gran Bretaña y otras naciones similarmente
constituidas en respuesta a la desilusión de expectativas, que siguió al Ar
misticio de 1918. En lo que respecta a Gran Bretaña, esta falta de espíritu
popular se reflejó en una marcada indecisión e ineficacia de la política in
ternacional. Se manifestó también en un evidente desgano por parte del
individuo para hacer sacrificios personales en interés del grupo nacional,
y en una preocupación muy "burguesa" por estrechos intereses personales.
locales y familiares. Debe considerarse que este desarrollo registra una
definida deterioración de la moral nacional desde 1918; y a la luz de lo que
antecede, puede apreciarse ahora que esta deterioración de la moral "se
acompañó de un resurgimiento regresivo de la dependencia infantil en toda
la comunidad. Ese es entonces el trasfondo general del esfuerzo de guerra
nacional y del reclutamiento del Ejército Británico, consecutivo al estalli
do de la guerra en 1939. No puede negarse, naturalmente, que el impacto
de la guerra tuvo el efecto inmediato de revivir en cierta medida el
declinante espíritu de grupo, y que esta reviviscencia se intensificó nota
blemente luego de la evacuación de Dunquerque. Pero si vamos a ser
francos, debernos preguntarnos seriamente si en el momento en que es
cribo (1942) ha desaparecido todo el abatimiento. Me aventuro a suge
rir que cualquier intento de enfrentar radicalmente el problema de las
neurosis de guerra debe involucrar no sólo la resolución del abatimiento sino
un verdadero intento de avance dentro del campo de la moral.
Si es difícil extraer una comparación válida entre la moral del Ejér
cito Británico en la Segunda Guerra \1 undial y su moral en el estadio
correspondiente de la Primera Guerra Mundial, también es difícil hacer una
apreciación comparativa del estado de moral prevaleciente en los ejércitos
de las diversas fuerzas combatientes. Debe reconocerse, empero, que el
cultivo de la moral fue una política sobresaliente en los estados totalita
ristas durante muchos años antes del estallido de la guerra en 1939. Que
esta política tuvo considerable éxito tanto en Alemania como en Rusia es
evidente de la medida en que la población dc esos países resultó en
general dispuesta a sacrificar intereses personales y familiares a los inte
reses del grupo nacional; y puede haber pocas dudas de que, incluso
después del estallido de la guerra de 1939. se mostraron capaces de sacri
ficios que excedían en mucho a lo!'; exigidos a la población de Gran
Bretaña. El resultado es que el "Rifles en vez de manteca" de Goering
se volvió. mucho menos gracioso de lo que había parecido en el optimismo
de los días de abundancia dp. la pre¡:ruerra.
ESTUDIO PSICOANALÍTICO DE LA PERSONALIDAD 267
TRATAMIENTO Y REHABILITACIÓN
DE DELINCUENTES SEXUALES 1
(1946)
Ióbica, 56
aparente destructividad del, 38, 60
histérica, 55-6
"parcial", 44
obsesiva, 56
sustitución del amor por odio, 39-40
paranoide, 56
Anaclítica, elección, 54
Actitud anal
erotismo, 52
Actividad
fase. Ver Fase anal
anal, 140
sadismo, 218-19
excretoria, 29
Angustia, 108, 111, 246·7
obsesiva, 55
cardíaca, 216
oral, 29
conversión de la libido en, 127
urinaria, 140
de agredir, 59-60, ll7, 264
Afecto
de ataques violentos, 62
241, 263-4
de pérdida de la libido, 117
174, 177
Animismo, 133
281
Atomismo, 141
Commonwea1th británico. 232
Autoerotismo, 46·7
estado mundial comunista, 228, 230, 232,
166
Boca
equivalencia de contenidos corporales y
140, 144
objeto tratado como. 53
166
de transición
262
Capitalismo, 228
xuales. 274
Carmichael, H. T., 20
ausencia de culpa en los soldados neu
Castración
róticos. 267·9
simbólica, 64
maldad del objeto, 157
133
en la histeria. 101
176
generada por el superyó, 77·9, 101, 112
172·3
157
160·1
reprimida más drástíeamente que 108
22
Científicas, bases
Claustrofobia, 54
transacción histérica entre tomar Y. SO
como dádiva, 48
posición, 38, 98-9, .1I2, 147·8, 159, 169
como eliminación, 29
rasgos, 267
infantil, 251
Deprivación, 26, 37, 46, 51·2, 59-60, 1I5·
culturales, 238-40
16, 163, 171-2
de no participación, 93-4, 95
Desafectivízación de la relación objetal,
específicas, 43
Despersonalización. 21
maníacas, 43
Diferenciación del objeto, 47·8, 54-5, 57·8,
169
y dependencia madura, 54, 164
no específicas, 43, 75
Diferente, sentirse, 36, 247
psíconeuróticas, 272
176
Delirios
Directa, represión. Ver Represión directa
de persecución, 209
158-9, 160, 163. Ver también 21I·13,
Esquizofrenia
e incorporación, 25-6
Democracia, 88
en la histeria, 99, 159-60
Demonio
. en los sueños, 23-4
54, 164
35, 97-8, 1I3, 116, 118, 1I9-20, 121,
54, 164
173
dura
Driberg, J. H., 234
tipo de, 52
Dual, personalidad, 21
Melancolía
Edípica, situación, 48-50, 72, 77, 92, 99
aguda, 257
4, 186-9, 199, 201, 204, 225-6. 227,
Depresivo (s)
231, '232·3
59-60, 65-6
Eduardo VIII. Rey, 219
Enamoramientos, 35, 54
estado, 20, 27, 43, 65, 85, 118, 132, 251
175
incorporación oral y actitud, 25-6
Energía psíquica
naturaleza esquízoíde de la represión,
instintiva, 143·4
:n4, 159
Escritura, 181
preocupación por la realidad interna, 22
7, 159-60, 1M
rasgos esquizoides el! C1I8OS psiconeu
ataques catatónícos en la, 34
réticos, 20
en los, 34
tipos depresivos y, 66-7, 165
Esquizoide (s)
tragedias, 38·9 .
164, 172·3
neuróticos, 20, 41, 43, 98-9, 215·16
dades intelectuales, 22
2N
99, 160
anal, 147
carácter, 20, 24
autoerótica, 44
jeto, 58
de dependencia infantil, 47-8, 51, 53,
condiciones, 19, 42
de dependencia madura, 47-8, 51, 53,
conflicto, 59-63
146, 1M
y, 59·60, 65-6
8, 51, 53·6, 146-7, 156, 164
genital, 45
síntomas fóbicos con base esquizoide,
narcisista, 44
20, 43
177-8
140, ]'48-9, 153-61, 163, 165-71, 173-4,
Exhibicionismo, 52
175-6, 210-13, 214, 215, 225, 230, 263,
inconsciente, 205
272
Exhibicionista
Frigidez, 102-3, 112
angustia, 31
Frustración, 142, 163
técnica, 31·2
emocional, 32, 51-2
Exogamia, 226
libidinosa, 114-18, 123-4, 144, 171-2
Experiencia
oral, 32
Expulsión
Fusión de los objetos internos, 125, 174
y retención, 55-6
Futilidad, afecto esquizoide de, 61, 98-9,
y separación, 54-5
117, 132, 164, 172-3
Fálica
les, 94
actitud, 46
Genital, defecto, 193·5, 213, 217-18
técnica, 46
como canales libidinosos, 45, 144
266
44, 145
Fantasía
como objetos simbólicos (fálicos), 52
104-5, 170
identificados con el pecho, 46, SO, 53
Fantasías
identificados con la boca, 46, 53
eróticas, 188-9
rechazo histérico de los, 50
religiosas, 181-91
Goering, H., 266
Fase (s)
Grupo, psicología de, 88, 129, ¡'75, 230.
anal, 202
ausencia de culpa en las, 267-9
en el abuelo, 201
angustia de la separación en las, 88,
en el pecho; 94
167-8, 251-2, 259·6], 263-4, 267
en la madre, 37
capacidad para las relaciones objetales
Fóbicot a) [s )
compulsión a regresar al hogar en las.
angustia, 54·5
54, 25Í-2, 256-8, 260-], 267
conflicto, 55, 56
dependencia infantil y, 87·8, 167, 246-7,
masoquismo, 55
experiencias traumáticas y, 84-5, 86,
271. 276
del yo con objetos internos. 23-4, 32,
Hamlet, 126
secundaria, 46-8, 1'46
181
inseparable de la estructura, 93·4, 96.
en la, 101
Impulso, psicología del, 69. 158, 159
Histérico (a)
culpa, 199, 204, 207, 209, 213
escritura, 181
fantasía, 200
gritos, 131
torís, 202·3, 213
llanto, 176
psicopatológicos, 132
Introyección
2, 176
46·7
masculina, 52
Incorporado. objeto, %·7, 50, 52, 54, 63,
ideal del yo
Instintos. 150. 158, 211
no, 61
yo ic«. 92
In telectualización
fusión del, 125, 174
como resistencia, 34
identificación del objeto externo con
Interna, r~alidad
identificación del yo con el, 23-4, 32,
corporación e Introyección
de la libido, 60
176-7
166-7, 172·3
Introversión, 60
172, 176-7
do, objeto (s l
Jung, C. G., 23, 41, 66-7, 114
177
en individuos esquizoides, 25-6
177
incorporativa, 25-7, 29
172-3
indiferente, 28, 37
Libidinoso, desarrollo
intemalizada, 216
e incorporación de objetos, 47
Madura, dependencia. Ver Dependencia
163-4
defensa, 43
178
197, 214, 217·r8
Libido, la
Masoquismo, 52, 87
230·1
también Depresión
208
Mental, aparato
210·11, 214
80
como eliminación, 29
Libido, teoría de la
Moral militar, 89, 167·8, 262, 26~9, 271,
91, 163
el superyó como fuente de la, 89, 167·8
163, 225
Muerte, instintos de, 86·7, 93, 167
211·13, 214
Madre, la
116·17, 171-2
Narcisismo, 60, 92, 196·7, 209
Náuseas, 50, 94
división del. Ver División del objeto
1, 166
el placer como jalón hacia el, 46
Nostalgia
objeto (interno)
el objeto interno, 61
133, 176
identificación del yo con el. Ver Iden
Objetal Ies}, relación Les], 32, 44, 57, 58,
tificación
262, 271
interno o internalizado. Ver Interno
o internalizado, objeto
desafectivización de la, 29
to Is )
en la situación transferencial, 95
libidinoso, 27
insatisfactoria, 46
malo, 32, 48, 72-89, 93, lOO, 1'15-16,
madurez de la, 45
166-7, 171, 177
condicionalmente malo, 75
vaciamiento del, 37
dencia madura
defensa, 101
despersonalización del, 29
estado, 43, 55, 207
Omnipotencia
PersoDÜicaciones
Oral
en 106 sueños, 209-12
en contraste con anal y genital, aeñtu Perversión, 52, 125, 174, 271-4
Padre, el
Paranoide (s)
Psicoanálisis, 70, 95, 101, ISO, 176, 235-41
Pasividad
223-4, 235·9, 241
en el estado fóbico, 55
tratamiento, 19, 36, 93-4, 95. 166-7, 193,
Pecado
como estudio de laa relaciones del in
el, 82
de la religión, 185-6
Pecho
llOCial. JIer Social, psicología 1 Grupo,
como objeto parcial natural, 44, 46, 52 Psicopática, personalidad, 20, 121, 252,
Pene
con los objetos internalizados, 70
como pecho, 53
Pérdida
Psicoterapia. 77-9, 93, 95, 27().1, 274-7
Persecución
167-8
entre las estructuras yoieas y los ob
Y zonas erégenes, 141-3
jetos íntemalísados, 168, 170
Realidad. sentido de
entre los padres, 124, 174
perturbaciones del. 21
entre partes del yo, 92, 94, 161, 170
Recuerdos
establecimiento de, 1'47
85. 199·200
"por falta", 52
traumáticos, 72. 86
renunciamiento a las. 147
como defensa, 72
fóbico. 56-7
126
de las estructuras yoicas, 97-8, 113, 116.
Rehabilitación
del afecto, 30, 34-5, 132
273, 275·7
de objetos malos intemalizados, 72·3,
87
98, 101. 154, 157. 159, 168
165, 168
la agresión como dinámica de la, 113,
lizado, 71-2
principio de la, 122, 173
lizado, 72
de la. 120
Reprimida, libido
Situación endopsíquica básica. Ill-19, 123,
manifestaciones de la, 80
en la histeria, 131-2, 161, 176
Reprimidos, recuerdos
actitud de los perversos sexuales hacia
social, 238-9
Sublimación, 98, 1'68, 185, 207, 214
como una, 78
Succión del pulgar, 46
Retención
criterios del autor acerca de los, 23-4,
expulsión y, 55~
de enseñar, 196
Rol, representar un
disociación del yo en los, 23-4
Sadismo, 52, 87
Superioridad esquizoide, 36, 60·1
anal, 218
Superyó, 196, 198, 199, 203, 204, 206-7,
de técnica obsesiva, 55
208, 210
urinario, 218
166, 169
Satisfacciones sustitutivas, 52
corno fuente de moral militar, 89, lt>7
Sensación de irrealidad, 21
160, 178, 223, 268·9
267
como objeto internalizado, 71, 75, 91,
Simbólico, objeto
166, 171
tales, 154
147, 164, 176, 178
210-13
fóbica, 43, 50, 51, 55, 56·7, 66, 75, 137,
169-70, 210·13
101, t37, 147, 164, 178, 251
169, 171
83-4, 137, 147, 164, 167, 178, 207-8,
171, 178
teoría de J ung, 66-7
anal, 46, 54
neurosis de, 78-9, 83, 166
autoerótica, 46-7
proceso de la, 84, 167, 261
cuadro de transiciones, 57
situación de, 78-9, 82, 83, 87, 95, 167
de la intelectualización, 34·7
experiencias traumáticas y su especifi
de la internalización de objetos buenos.
cidad, 244-6
de no participación, 93, 95
de racionalización, 209
de representar roles, 31
Universidad, funciones de una, 240-2
Vagina
partes del, 92, 93, 161, 170
Wilde, O., 38
en los sueños, 23, 105, 170
Wordsworth, W., 38
naturaleza dinámica de las, 96, 161, 167,
176
Erik. H. Erikson