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IDEE/FB

Instituto de Economía Energética


(de Fundación Bariloche)

ELEMENTOS DE TEORÍA ECONÓMICA DE LA


REGULACIÓN. Aplicación a las industrias
energéticas

Héctor Pistonesi

San Carlos de Bariloche, Septiembre de 2012


ÍNDICE
Página
I. INTRODUCCIÓN ................................................................................................................................. 1
II. NATURALEZA DE LA REGULACIÓN: LOS ASPECTOS ECONÓMICOS...................................... 7
II.1. Naturaleza de las funciones regulatorias .................................................................................. 7
II.2. La regulación y las transacciones de mercado ......................................................................... 9
II.3. Las barreras a la entrada ........................................................................................................10
II.4. Las externalidades ..................................................................................................................13
III. FUNCIONES DE COSTO Y REGULACIÓN DE PRECIOS ............................................................16
III.1. Las características de las funciones de costo........................................................................16
III.1.1. Funciones de costo en las industrias uniproducto........................................................16
III.1.2. Las funciones de costo en las industrias multiproducto ...............................................21
III.1.3. Las características de las funciones de costos y la estructura de una industria..........26
III.2. Regulación de precios con criterios de costo.........................................................................28
III.2.2. Criterios de distribución de costos comunes ................................................................29
III.2.3. La regulación de precios en presencia de monopolio natural ......................................31
Anexo al Capítulo III: Los Costos Económicos en las Industrias Energéticas...............................41
Apéndice al ANEXO del Capítulo III: Determinación del costo de agotamiento de un recurso no
renovable ........................................................................................................................................66
IV. MERCADOS DISPUTABLES Y REGULACIÓN ............................................................................73
IV.1. La disputabilidad de los mercados.........................................................................................73
IV.1.1. Condiciones para la disputabilidad de los mercados ...................................................74
IV.1.2. Sustentabilidad del Monopolio Natural.........................................................................75
IV.1.3. Disputabilidad y regulación...........................................................................................76
IV.2. Consistencia teórica y relevancia empírica de la Teoría de los Mercados Disputables........77
IV.2.1. Análisis crítico de la Teoría de los Mercados Disputables...........................................78
IV.2.2. Aporte de la TMD para la reforma regulatoria de las actividades de servicio público .79
IV.3. Disputabilidad de los mercados energéticos. Organización productiva e institucional y
regulación .......................................................................................................................................80
IV.3.1. Disputabilidad de los mercados de petróleo y derivados .............................................80
IV.3.2. Competencia y disputabilidad en los mercados eléctricos...........................................82
IV.3.3. Disputabilidad en la cadena productiva del gas natural ...............................................87
IV.3.4. Barreras a la entrada en las industrias energéticas. Algunas tendencias recientes...89
ANEXO al Capítulo IV: Los modelos de reforma y la competencia en los mercados eléctricos ...90
V. MODALIDADES DE REGULACIÓN DE LOS MONOPOLIOS NATURALES. LAS
ARTICULACIONES EMPRESARIAS ................................................................................................110
V.1. Modalidades de regulación por incentivos............................................................................110
V.1.1. Regulación de precios por la fórmula RPI-X ...............................................................111
V.1.2. El uso de los costos estándar como patrón de referencia ..........................................112
V.1.3. El uso de topes máximos ............................................................................................114
V.2. Las revisiones tarifarias y la estimación de los Costos Propios de Distribución: El caso de la
industria eléctrica..........................................................................................................................114
V.2.1. Consideraciones preliminares .....................................................................................114
V.2.1.1. Los procesos productivos en el ámbito de los mercados de distribución de
electricidad...................................................................................................................114
V.2.1.2. Tipo de rendimientos y eficiencia productiva en la expansión de los mercados
de distribución..............................................................................................................115
V.2.2. Lineamientos metodológicos para el cálculo del CPD ................................................117
V.2.2.1. Cálculo de los costos de inversión vinculados con la capacidad de las redes
de distribución..............................................................................................................117
V.2.2.2. Estimación de los costos de operación y mantenimiento ..............................119
V.2.2.3. Cálculo de los costos de capacidad y su apropiación ...................................120
V.2.2.4. Estimación de los costos de comercialización...............................................121
V.2.2.5. Costos indirectos de administración y estructura general .............................123
V.2.2.6. Cálculo del valor unitario del CPD .................................................................124
V.2.3. Costos Propios de Distribución y Cuadro Tarifario .....................................................124
V.3. Las articulaciones empresarias.............................................................................................125
ANEXO I A LA SECCIÓN V.2: ALTERNATIVAS AL USO DEL CRITERIO DEL VNR....................127
ANEXO II A LA SECCIÓN V.2: LA TASA DE DESCUENTO EMPLEADA EN EL ÁMBITO DE LOS
SERVICIOS PÚBLICOS REGULADOS Y LAS METODOLOGÍAS PARA DETERMINAR EL COSTO
DE CAPITAL.......................................................................................................................................131
ANEXO III A LA SECCIÓN V.2: APLICACIÓN DEL PRINCIPIO DEL COSTO MARGINAL A LA
TARIFICACIÓN ELÉCTRICA.............................................................................................................138
I. INTRODUCCIÓN

Las experiencias de regulación en ciertas actividades productivas y/o en el funcionamiento


de los correspondientes mercados tienen una ya larga trayectoria en los países del Norte,
especialmente en aquellos de tradición anglosajona. En términos generales, las acciones
regulatorias se vincularon con la prevención de comportamientos monopólicos (leyes
antitrust) o con situaciones donde se presentaran de modo muy marcado las llamadas
“fallas de mercado”.

Uno de los tipos más destacados de entre tales situaciones se relacionaba con ciertas
actividades de servicios públicos (transporte, telecomunicaciones, electricidad, gas natural,
etc.) donde la presencia de rendimientos crecientes a escala daban lugar a “monopolios
naturales”. En tales casos la acción regulatoria estaba dirigida a dos finalidades principales:
por una parte se pretendía controlar el acceso a la actividad, procurando así evitar una
entrada excesiva que diera lugar a costos de abastecimiento más elevados, y por otra a
lograr la transferencia de las cuasirentas de monopolio a los consumidores, mediante el
control de los precios de oferta en el correspondiente mercado.

Otro tipo relevante de “fallas de mercado” se ha vinculado tradicionalmente con aquellas


actividades que dan lugar a la existencia de externalidades de carácter negativo o positivo.
Se trata en este caso de ciertos efectos que los mecanismos normales del mercado no
están en condiciones de incorporar y que provocan divergencias entre los costos
(beneficios) privados y sociales. La respuesta regulatoria (más tradicional) frente a la
presencia de externalidades ha sido el uso de impuestos y subsidios como mecanismo
tendiente a “internalizar” en el funcionamiento del mercado la presencia de aquellos efectos,
tratando de este modo de cerrar la brecha entre costos (beneficios) privados y sociales.

Finalizada la segunda guerra mundial, aun los economistas de inspiración liberal admitían
que, en el caso de las actividades de servicios públicos, las insuficiencias de los
mecanismos de mercado y de la libre iniciativa privada justificaba una intervención más
directa de la acción del Estado. Las necesidades propias de una rápida reconstrucción en
los países europeos y la promoción del desarrollo en las regiones del Sur hicieron que la
mayor parte de esas actividades quedaran en manos de empresas públicas, con lo que el
Estado pasó a controlar de manera directa la asignación de los recursos en tales ámbitos.

El control sobre la renta de los recursos naturales mineros fue otra de las razones
importantes que impulsaron la intervención directa del Estado en las correspondientes
actividades. En esta tendencia propia de las transformaciones económicas, sociales y
políticas de la época de postguerra, se inscriben claramente las nacionalizaciones de los
recursos hidrocarburíferos y la creación de empresas estatales como instrumentos para su
manejo.

Todos estos hechos hicieron que en muchos casos las funciones empresarias y regulatorias
no tuvieran una clara separación dentro del aparato administrativo del Estado.
Adicionalmente, la racionalidad de la acción estatal en esos ámbitos de actividad estaba
guiada por un conjunto de objetivos y consideraciones mucho más amplio que la mera
búsqueda de la eficiencia microeconómica, tal como usualmente se la concibe dentro de la
teoría neoclásica.

Sin embargo, los preceptos normativos que guiaban, al menos teóricamente, la asignación
de los recursos y la fijación de los precios en aquellas actividades reguladas o manejadas
directamente por el Estado, estaban inspirados en la llamada Teoría Económica del

1
Bienestar, que ocupó la atención de los economistas en las décadas del 20 al 40 (1) y que
recibió algunos aportes específicos, muy importantes para la regulación de las empresas de
servicios públicos, luego de la postguerra.(2)

La Teoría Económica del Bienestar toma como referencia al modelo competitivo de


equilibrio general y a la teoría del Óptimo de Pareto, que proveen la fundamentación a la
superioridad del libre juego de los mecanismos del mercado en la asignación de los
recursos. A partir de ese esquema de referencia, se trata de derivar preceptos normativos
para la intervención del Estado tendiente a remediar los apartamientos que surgen en los
comportamientos concretos a causa de las mencionadas “fallas del mercado”. Con ello se
pretende restablecer las condiciones para una asignación eficiente de los recursos,
incluyendo la búsqueda de soluciones de “segundo mejor”. (3)

Este paradigma teórico de la economía del bienestar, como el fundamento básico para los
preceptos normativos de la teoría económica de la regulación, mantuvo su vigencia plena
durante todo el cuarto de siglo siguiente a la postguerra, caracterizado por una fuerte
dinámica de crecimiento de la economía mundial. El “consenso keynesiano” en el que se
fundaba la concepción del Estado del Bienestar y que suponía una intervención activa del
Estado en el plano macroeconómico, tuvo igualmente su apogeo en ese período, que ha
dado en llamarse “La Edad de Oro del Crecimiento”.

La crisis que comienzan a experimentar las economías industrializadas de occidente


(especialmente los EEUU y el Reino Unido) hacia fines de la década del 60, fue dando paso
a una serie de profundas transformaciones en la organización de los procesos de
producción y en el funcionamiento de los mercados financieros en el plano mundial e
implicó la ruptura de aquel consenso, el desmonte más o menos progresivo del Estado del
Bienestar y la creciente preponderancia de las corrientes doctrinarias que propugnaban por
la liberalización y desregulación de los mercados. Según la visión de estas corrientes de
pensamiento las “Imperfecciones” del mercado resultaban preferibles a las “fallas de la
intervención estatal”.

En las actividades de servicios públicos habían comenzado a agotarse las fuertes


economías de escala que habían caracterizado a las inversiones en el período anterior. En
el caso de las industrias energéticas, los incrementos en los precios del petróleo se
agregaron a aquella tendencia para dar lugar a una fase de aumento de costos y de
precios. (4)
Por otra parte, en los EEUU comenzó a plantearse un serio cuestionamiento a las
modalidades tradicionales de regulación en las actividades de servicios públicos, que

(1)
Es en esta época que se sitúan los importantes trabajos de A.C. Pigou “The Economics of Welfare” (London, Macmillan,
1920), de F..P. Ramsey “A contribution of the theory of taxation” (Economic Journal, vol. 37, marzo 1927) y de H. Hotelling
“ The economics of exhaustible resources “ (Journal of Political Economy, abril 1931) y “The general welfare in relation to
the problems of taxation and of railway and utility rates” (Econometrica, vol 6, julio 1938).
(2)
Entre los aportes más relevantes para la regulación de las empresas de servicios públicos se destacan los trabajos de M.
Boiteux “La tarification des demandes en pointe: application de la théorie de la vente au coût marginal” (Revue Générale de
l¨Electricité, 58, 1949) y “Sur la gestion des monopoles publiques astreints à l´equilibre budgétaire” (Econometrica, vol. 24,
enero 1956).
También pueden mencionarse los importantes trabajos de K.J.Arrow que aportaron una versión más rigurosa a los
teoremas de la teoría económica del bienestar: “An extension of the basic theorems of clasical welfare economics” (in
Proceedings of the Second Berkeley Symposium on Mathematical Statistics and Probability, J.Neyman (de), Unyversity of
California Press, 1951), “Uncertainty and welfare economics of medical care” (American Economic Review, vol 53,
diciembre 1963).
(3)
En esencia, los trabajos citados de M. Boteux y de otros autores que abordaron el tema de la regulación de los precios de
las empresas de servicios públicos en las décadas del 50 al 70, estuvieron destinados a la búsqueda de este tipo de
soluciones, en la línea del aporte fundacional de F.P.Ramsey (1927). A este respecto pueden citarse a modo de ejemplo:
W.J.Baumol, D.F.Bradford “Optimal departures from marginal cost pricing” (American Economic Review, vol.60, junio
1970), M.S.Feldstein “Distributional equity and the optimal Structure of public prices” (American Economic Review, vol.62,
marzo 1972) y R.Rees “Second-Best rules for public entreprise pricing” (Economica, vol.35, agosto 1968).
(4)
A. de Oliveira, G.MacKerron “El enfoque del Banco Mundial sobre la reforma estructural y la reforma la electricidad en el
Reino Unido”, Desarrollo y Energía, Vol. 2, Nº 3, marzo 1993.
2
suponían la existencia de barreras (institucionales) a la entrada y el control de precios de los
monopolios a través de la tasa de ganancia. En un contexto de crisis de crecimiento, se
argumentaba que esas modalidades de regulación tendían a promover el
sobreequipamento (efecto Averch-Johnson) (5) y con ello mayores costos para los
consumidores productivos y residenciales.

Al mismo tiempo, en el plano de la teoría microeconómica de la organización industrial,


comenzaron a surgir un conjunto de nuevos aportes que implicaban importantes cambios de
rumbo dentro de los preceptos normativos para la teoría económica de la regulación. Esos
aportes, que tuvieron lugar entre fines de los 70 y principios de los 80, terminaron
conformando un cuerpo teórico usualmente englobado dentro de la llamada “Teoría de los
Mercados Disputables”. (6)

Dicha teoría pretende constituirse en una generalización del modelo neoclásico de la


competencia perfecta al caso en que existan industrias donde se registran rendimientos
crecientes a escala y, por tanto, presentan estructuras monopólicas u oligópolicas. Si los
mercados de esas industrias fueran perfectamente disputables, entonces (a pesar de la
presencia de monopolios u oligopolios) estarían dadas las condiciones para que el libre
juego de los mecanismos de mercado conduzcan a la optimalidad paretiana en la
asignación de los recursos. La disputabilidad supone que la competencia efectiva en el
mercado es complementada por la competencia potencial: la amenaza del competidor
potencial disciplina el comportamiento de la o las empresas presentes en el mercado.

De este modo, en el caso de las industrias que tengan las características de monopolios u
oligopolios naturales (atendiendo a sus funciones de costo) pero cuyos mercados sean de
naturaleza disputable, la eliminación de todo tipo de intervención regulatoria del Estado
resulta conveniente ya que los mecanismos del mercado habrán de producir una solución
superior.

Estos resultados, que son válidos dentro de condiciones bastante restrictivas, tuvieron un
impacto muy significativo sobre las modalidades de regulación de las actividades de servicio
público que se plasmaron con las reformas. Tales resultados sentaron las bases teórico-
empíricas para los procesos de desregulación de dichas actividades y de los mercados
correspondientes. Cuando se dieran aquellas condiciones, aunque sea de forma
aproximada, ya la presencia de rendimientos crecientes a escala podría ser eliminada de la
lista de las “fallas del mercado”, para las que la tradicional teoría de la economía del
bienestar recomendaba la acción regulatoria del Estado.

Por otra parte, las preocupaciones relativas a los impactos ambientales de las actividades
de producción y consumo fueron adquiriendo una relevancia creciente a partir de los años
70. La casi totalidad de esos impactos presenta, dentro de la concepción teórica
predominante, las características de externalidades (negativas). También en este caso, las
corrientes de liberalización y desregulación han intentado contraponer nuevos enfoques a
las tradicionales normas de la teoría económica del bienestar.

Esos enfoques se basan en la idea de la creación de los “mercados faltantes” que


permitieran incorporar aquellas externalidades a las transacciones normales de mercado.
De acuerdo con esta concepción el origen de las externalidades radica principalmente en la

(5)
H.Averch, L.L.Johnson “Behavior of the firm under regulatory constraint”, American Economic Review, Vol. 52, diciembre
1962.
(6)
Ver W.J. Baumol, J.C.Panzar, R.D.Willig “Contestable markets and theory of industry structure” , Harcourt Brace
Javanovich, San Diego 1982; W.J.Baumol, E.E.Bailey, R.D.Willig, “Weak invisible hand teorems on the sustentability of
prices in a multiproduct natural monopoly”, American Economic Review, vol . 67, junio 1977; W.J.Baumol, R.D.Willig,
“Fixed cost, sunk cost, entry barriers, and sustainbility of monopoly”, The Quarterly Journal of Economics, 95, agosto 1981
y W.J.Baumol “Contestable markets: an uprising in the theory of industry structure”, American Economic Review, vol. 72, Nº
1, l982.
3
ausencia de derechos de propiedad bien definidos (sobre los “activos ambientales”
afectados) y en los costos que suponen las transacciones (de mitigación). (7) Se trata
entonces de promover la creación de instituciones que definan aquellos derechos de
propiedad (Vgr. Permisos de emisión de gases) y atenúen los costos de transacción. Dentro
de tales condiciones, los mecanismos de mercado se encargarían, de manera más eficaz
que el Estado, de realizar la asignación de los recursos. Pero, esta concepción enfrenta
problemas de aplicación mucho más complejos que los de la teoría de los mercados
disputables. Sin embargo, algunas de las soluciones que se derivan de esta línea
doctrinaria han sido puestas en práctica, obviando las dificultades teóricas que suponen
(Vgr. Los mercados de permisos de emisión).

De cualquier modo es claro que desde mediados de la década del 70 se ha originado una
creciente modificación en los preceptos teórico-normativos que habían guiado previamente
a la intervención del Estado en las actividades económicas. Las nuevas concepciones
teóricas (de orientación neoliberal) y los preceptos normativos derivados de ellas han sido
utilizados para convalidar y dar operatividad a las transformaciones estructurales que se
registraron en la economía mundial y en los sistemas nacionales, especialmente a partir de
la década del 80.8

Para los países del Norte (y especialmente para los EEUU y el Reino Unido), esas
transformaciones estructurales en la organización funcional y espacial de los procesos de
producción, en el funcionamiento de los mercados financieros y en el rol asignado al
Estado, han conformado un proceso tendiente a superar la crisis de acumulación desatada
a fines de los años 60. La relocalización de los procesos productivos en el espacio mundial,
la acelerada concentración por absorción o asociación de las grandes firmas
multinacionales, la masiva incorporación de los adelantos tecnológicos, la adopción de
nuevas formas (más flexibles) de organización del trabajo y de contratación y la
internacionalización de los flujos financieros fueron parte de esa transformación que pugnó
hacia una creciente globalización de los mercados.

En esencia, el proceso de globalización de la economía mundial es el resultado de las


estrategias de los grandes conglomerados multinacionales (productivos y financieros)
tendientes a optimizar sus resultados (ampliación de sus porciones de mercados y de sus
masas de ganancia) sobre el espacio económico internacional. En función de ello presionan
en favor de la apertura de las economías nacionales, de ventajas impositivas, de la
desregulación de los mercados (incluyendo los mercados de trabajo), de la privatización de
las empresas públicas y de la explotación de los recursos naturales que ofrezcan buenas
oportunidades de negocio y de una redefinición del rol del Estado hacia una menor
injerencia en los procesos de acumulación y redistribución del producto social
(desarticulación del Estado del Bienestar)

Para los PVD y, en particular, para los países de América Latina, la adecuación a las
nuevas condiciones del contexto mundial constituye una condición ineludible para la
viabilidad de la prosecución del proceso de crecimiento. Es claro que las modalidades en
que se efectúa esa adecuación dependen de las particulares condiciones económicas,
sociales y políticas que registra la historia reciente de cada país. Sin embargo hay algunos
rasgos comunes en la orientación general de los procesos de reforma: el condicionamiento
impuesto por el endeudamiento externo, el fuerte deterioro del aparato del Estado y el
predominio de las concepciones neoliberales en el manejo de la Políticas Publicas.

(7)
La base teórica de esta concepción del problema de las externalidades se encuentra esencialmente en el trabajo de
R.H.Coase, “The problem of social cost”, Journal of Law and Economics, 3, octubre 1960.
8
Chang H-J. “The economics and politics of regulation” Cambridge Journal of Economics” 1997, 21, pags. 703-728, presenta
un análisis semejante al aquí expuesto en lo que se refiere al cambio en los enfoques que guiaron la intervención estatal
en la actividad económica.
4
Es en este contexto que se inscriben las reformas de las actividades de servicios públicos
en general y de las industrias energéticas en particular. En América Latina esas
transformaciones han dado lugar a una creciente preocupación por los problemas de la
regulación de esas actividades en sus diferentes aspectos: económicos, institucionales,
legales y políticos. Resulta especialmente curioso el hecho de que los temas de regulación
resulten de tanta actualidad justamente cuando la orientación predominante en las políticas
públicas muestra una marcada tendencia hacia la “desregulación” de los mercados.

La explicación a esta aparente paradoja resulta relativamente clara cuando se tiene en


cuenta que el proceso de transformación en marcha está plasmando nuevas modalidades
de organización (productiva e institucional) y de coordinación de actividades que hasta hace
poco tiempo eran controladas directamente por el Estado a través de empresas públicas.

La orientación general de los procesos de transformación implica por una parte la creciente
participación de actores privados y, por otra, un rol más preponderante de los mecanismos
de mercado. De este modo, se está produciendo un importante cambio en las modalidades
de coordinación desde formas donde existía un fuerte predominio de las finalidades sociales
y económicas globales y un control directo del Estado en la asignación de los recursos,
hacia formas donde habrá de predominar la racionalidad privada (no necesariamente
coincidente con la social global) y donde la asignación de los recursos habrá de responder a
esa racionalidad en el marco de una mayor preponderancia de los mecanismos de
mercado.

De este modo queda claro que en la anterior modalidad de coordinación, surgida de las
transformaciones económicas y sociales de postguerra y que permitió un importante
desarrollo de los sectores de servicios públicos que acompañó al proceso general de
desarrollo económico, social y político, la planificación estatal de la asignación de los
recursos y el control directo en la fijación de bienes y servicios hacían poco relevantes las
preocupaciones regulatorias ya que, al menos teóricamente, tales acciones estaban guiadas
en función de los objetivos globales de la sociedad. En ese contexto, eran eventualmente
los criterios normativos derivados de los teoremas de la teoría económica del bienestar los
que proporcionaban los criterios para plasmar esas acciones, tal como ya se ha
mencionado.

Las nuevas modalidades de coordinación de las actividades de servicios públicos plantean


dos tipos básicos de problemas que requieren de respuestas en términos de esquemas
regulatorios. En primer lugar, la racionalidad de las decisiones de los nuevos actores
privados no habrá de coincidir necesariamente con las finalidades sociales globales a las
que deben responder necesariamente actividades tan básicas como las de los servicios
públicos (Vgr. Los requerimientos de cobertura, calidad y costo). Por tanto, es necesario
que existan ciertas disposiciones y mecanismos regulatorios que impidan apartamientos
significativos entre aquella racionalidad y esas finalidades sociales básicas.

En segundo lugar, buena parte de las actividades de servicios públicos no tienen


naturalmente las características adecuadas para que actúen los mecanismos propios de los
mercados competitivos. En tales actividades, el “ámbito de acción del mercado” debe ser
construido por medio de la reorganización productiva y a través de mecanismos
institucionales y regulatorios. Es precisamente a este respecto que la mencionada teoría de
los mercados disputables pretende aportar sus soluciones normativas. (9)

En suma resulta explicable que las nuevas modalidades de coordinación de las actividades
de servicios públicos planteen problemas mucho mas complejos de ingeniería regulatoria (e
(9)
Ver por ejemplo, W.J.Baumol “Contestable markets: an uprising in the theory of industry structure”, American Economic
Review, vol 72, Nº1, l982 y E.E.Bailey , “Contestability and design of regulatory and antitrust policy”, American Economic
Review, Papers and Proceedings, vol.71, Nº 2, mayo 1981.
5
institucional), sin que ello sea contradictorio con un mayor rol de los mecanismos de
mercado. La anterior concepción de remediar las “fallas del mercado” por medio de la
intervención directa del Estado en la coordinación de las actividades ha sido reemplazada
por el diseño institucional y regulatorio tendiente a crear los ámbitos para la acción del
mercado donde ello sea posible. Es claro que este proceso parece mejor designado por
“reforma regulatoria” que por “desregulación”. Sin embargo también es claro que esa
reforma regulatoria pretende dar una mayor preponderancia a la acción del mercado y un rol
mucho más limitado a la intervención directa del Estado.

Más allá de la breve descripción de la evolución histórica de las concepciones sobre la


teoría microeconómica de la regulación (dentro de la propia tradición neoclásica) y de los
factores concretos del desarrollo del proceso de acumulación capitalista que incidieron en
aquella evolución, las consideraciones anteriores pretenden poner en evidencia la enorme
importancia que el análisis de los problemas y de los instrumentos teóricos de la regulación
tiene para adecuar el funcionamiento de las actividades de servicios públicos a las
necesidades de un desarrollo económico y social sustentable.

Es claro que los problemas regulatorios constituyen en lo concreto un conjunto complejo de


dimensiones analíticas de carácter tecnológico, económico, socio institucional, legal y
político. El objetivo central de estas notas es el de abarcar de manera casi exclusiva a la
dimensión económica o, más precisamente, microeconómico-sectorial de los temas
regulatorios, atendiendo especialmente a aquellos que se consideran más relevantes para
las industrias energéticas.

De este modo, el Capítulo II está destinado a discutir la naturaleza de las funciones


regulatorias y el rol de la regulación en el funcionamiento de los mercados. En el Capítulo III
se presenta un análisis de las características de las funciones de costo, útiles para discutir
la organización estructural de las industrias, y se examinan los principios de regulación de
los precios en base a las nociones de costo.

El Capítulo IV incluye una exposición de los elementos básicos de la teoría de los


mercados disputables y una evaluación de su utilidad para fundamentar los procesos de
desregulación o de re-regulación. Además se incluye una sección destinada a exponer
algunos ejemplos de la aplicación de esos elementos teóricos a diferentes procesos de las
cadenas energéticas.

En el Capítulo V se retoma la discusión de las modalidades de regulación de los monopolios


naturales y se examinan los desafíos que las conductas anticompetitivas o las articulaciones
empresarias con finalidades monopólicas plantean a los entes reguladores.

6
II. NATURALEZA DE LA REGULACIÓN: LOS ASPECTOS ECONÓMICOS (10)

II.1. Naturaleza de las funciones regulatorias

Las cuestiones regulatorias abarcan un conjunto complejo de dimensiones económicas,


legales y políticas. Dentro de la literatura económica, los desarrollos teóricos sobre
regulación se han ocupado principalmente de establecer un cuerpo de principios normativos
tendientes a guiar la intervención del Estado en ciertas industrias y mercados, con la
finalidad de promover la eficiencia económica y/o de mejorar las condiciones de bienestar.
La dimensión legal se vincula con la constitución de los marcos institucionales y el
establecimiento de disposiciones generales y especificas para el funcionamiento de tales
actividades, así como con la definición de procedimientos administrativos de control y
fiscalización. Los aspectos políticos de la regulación se relacionan esencialmente con la
discusión de los objetivos que deben guiar las acciones de intervención en actividades y
mercados, que terminan plasmándose en principios y disposiciones regulatorias.

Asociados con estos aspectos de las cuestiones regulatorias, existen conjuntos de


funciones cuya naturaleza es claramente diferenciable, al menos en principio.

Por una parte, las funciones vinculadas a la política específica que, orientadas por las
directrices y líneas estratégicas de la misma, tienden a plasmar los marcos legales
fundamentales y la normativa reglamentaria de los mismos (decretos y resoluciones).
Dentro de esos marcos legales y disposiciones reglamentarias se incluye la definición de las
características institucionales y las misiones atribuidas a los Entes de Fiscalización y
Control, quienes tienen a su cargo otro de los conjuntos de funciones vinculados con la
regulación.

La definición de dicho cuerpo normativo involucra necesariamente a los órganos legislativo


y ejecutivo del Estado. Dentro del Poder Ejecutivo las funciones políticas vinculadas a la
regulación de una determinada actividad de servicio público estará normalmente a cargo de
un ministerio o secretaría especializados en ese campo (por ejemplo, si se tratara de
electricidad o de gas natural, ese organismo especializado será el Ministerio o la Secretaría
de Energía).

Normalmente, será también ese órgano político (o su equivalente en el ámbito federal) el


que tenga a su cargo la potestad concedente sobre el uso de los recursos naturales de
dominio social (por ejemplo los recursos energéticos fósiles) o sobre los monopolios
naturales en el ámbito de los servicios públicos (por ejemplo, transporte y distribución de
electricidad y gas natural). Por tanto, tendrá a su cargo la misión de establecer las
características de los contratos de concesión, que también deberán responder a las
orientaciones de la política establecida para la actividad objeto de regulación.

Las funciones de fiscalización y control tienen esencialmente la misión de vigilar el


adecuado cumplimiento de la normativa establecida en el plano político, incluyendo aquellas
contenidas en los contratos de concesión, por parte de todos los actores involucrados
operativamente en las correspondientes actividades y de dirimir los conflictos que entre
ellos puedan surgir.

Tales funciones tienen una naturaleza más asimilable a las del poder judicial, en tanto la
entidad de fiscalización y control tiene a su cargo la misión de interpretar y hacer cumplir la
normativa regulatoria, aplicar sanciones y dirimir conflictos. Sus resoluciones deberán estar
vinculadas esencialmente con esas funciones. Incluso las posibles apelaciones a tales

(10)
El contenido de esta sección está inspirado en algunas de sus partes en el libro de D.F. Spulber, “Regulation and markets”,
MIT Press, Massachusetts, 1989.
7
resoluciones o sanciones pueden ser normalmente recurridas por la vía administrativa o
estrictamente judicial, pudiendo llegar en última instancia a la propia Corte Suprema de la
Nación.

A fin de evitar problemas de confusión del rol político con aquel de fiscalización y control, es
aconsejable que el diseño institucional los diferencie de modo claro. En tal sentido, es de
especial importancia que la entidad de fiscalización y control sea independiente del poder
político. Para ello resulta deseable que el nombramiento de los principales funcionarios de
la entidad de fiscalización y control resulte de criterios ajenos al poder político o a las
influencias de los actores involucrados en las actividades reguladas y tenga al mismo
tiempo autarquía financiera.

En algunas actividades reguladas (por ejemplo, las vinculadas con la cadena productiva
eléctrica), además de los dos conjuntos de funciones regulatorias mencionados
previamente, existen también cierto tipo de funciones de coordinación y administración, a
las que puede darse el carácter de regulaciones operativas. Por supuesto, esas funciones
deben adecuarse necesariamente a las normativas regulatorias establecidas por el órgano
político pertinente. Pero, tales funciones pueden ser desempeñadas por un organismo
especializado.

Tal como se ha expresado, el objetivo de estas notas está centrado en la exposición y


análisis de los aspectos económicos de la regulación y solo se hará referencia a aquellas
otras importantes dimensiones del tema solo en la medida en que ello sea absolutamente
necesario para la exposición que aquí se plantea.

Los trabajos teóricos y empíricos sobre los aspectos económicos de la regulación se han
focalizado tradicionalmente en el control de precios y en las condiciones de entrada en
ramas de actividad como las vinculadas con la electricidad (generación, transmisión
distribución), gas natural (transporte y distribución), el transporte (ferroviario, aéreo),
comunicaciones, finanzas (seguros, bancos).

La atención principal estuvo centrada en los criterios de fijación de precios en presencia de


rendimientos crecientes a escala, presentes en todas esas actividades. Se trataba asimismo
de establecer niveles de precios que aseguraran una cierta tasa de retorno sobre el capital
invertido, manteniendo el incentivo para la minimización de costos. También se buscaba
establecer principios para la discriminación de precios en ciertas industrias (electricidad,
comunicaciones) con el objetivo de reflejar la responsabilidad de los consumidores en los
costos, según que ubicaran su demanda en los períodos de punta o de valle.

Tal como se ha expresado en la introducción a estas notas, la regulación era concebida en


esencia como la sustitución de los mecanismos de mercado (de funcionamiento imperfecto)
por la acción del Estado tendiente a asegurar un mejor desempeño de ciertas industrias,
atendiendo especialmente a las cuestiones previamente mencionadas. (11)

Este tipo de enfoque es lo que actualmente se visualiza como el “viejo estilo” de la


regulación. Aunque las “fallas del mercado” (presencia de rendimientos crecientes a escala,
externalidades, bienes públicos, etc) constituyen sin duda una condición necesaria para la
intervención regulatoria, de acuerdo con las visiones más recientes, la presencia de las
mismas no siempre es condición suficiente para dicha intervención.

(11)
Por ejemplo, A.E.Kahn (“The economics of regulation: principles and institutions”, Wiley, New York, 1970) expresa que los
principales aspectos de la intervención regulatoria del Estado en las actividades de la empresas eléctricas se refieren a “..
control de entrada, fijación de precios, establecimiento de patrones de calidad y condiciones del servicio y la imposición de
la obligación de atender a todas las demandas bajo condiciones razonables..”
8
Por otra parte, según algunos autores, las “fallas de regulación” pueden constituir una
alternativa más costosa que las “imperfecciones” del mercado. (12) Sin embargo, hay que
tener en cuenta que el gobierno puede diseñar su intervención regulatoria para alcanzar un
conjunto más amplio de objetivos, que excede largamente a la simple búsqueda de la
eficiencia microeconómica (concebida usualmente en términos estáticos): redistribución del
ingreso, promoción de ciertas industrias o regiones, incentivar el uso de recursos
nacionales, etc.

Las nuevas concepciones sobre los temas regulatorios introducen dos tipos de
modificaciones principales: por una parte existe un cambio de enfoque con relación al rol y a
las modalidades de la regulación en las actividades que tradicionalmente venían siendo
reguladas (este cambio se vincula especialmente con la literatura sobre mercados
disputables); por otra parte, se han ampliado los límites del campo de estudio de la
regulación, especialmente por lo que se refiere a los temas ligados con la calidad ambiental
(13)
, pero también con respecto a la seguridad en el trabajo y a la calidad en los productos.

II.2. La regulación y las transacciones de mercado

Es claro que la regulación afecta, de manera directa o indirecta, a las transacciones que se
realizan en los mercados de las industrias que son objeto de algún tipo de intervención
regulatoria. A continuación se presentan algunos ejemplos que ponen en evidencia los
impactos de las medidas regulatorias sobre las transacciones del mercado.

a) Controles de precios

Los controles de precios interfieren claramente en la libre negociación de compradores y


vendedores y, por tanto, en el equilibrio que se tendría en el mercado en ausencia de dicha
intervención. El establecimiento de precios mínimos puede crear incentivos para el exceso
de oferta. Por el contrario las políticas de precios máximos reducen la función de
racionamiento que desempeña el mecanismo de precios y puede dar lugar a un exceso de
demanda, a una reducción de la oferta, a la aparición de los “mercados negros”, al deterioro
en la calidad de los productos y a la aparición de colas para el aprovisionamiento. Por
supuesto, el grado de intensidad de estos fenómenos se vincula con el apartamiento de los
niveles establecidos por la regulación respecto de las expectativas de los actores de oferta y
demanda.

Las estructuras tarifarias aplicada a las empresas de servicios públicos implican casi
necesariamente la existencia de subsidios cruzados entre diferentes tipos de consumidores
y/o transferencias entre empresas y clientes. Aquellos subsidios pueden resultar de
intencionalidades explícitas de la regulación o de la imposibilidad de realizar una precisa
discriminación de la responsabilidad de los diferentes tipos de consumidores en los costos
fijos y variables del servicio (la tarificación eléctrica provee un ejemplo claro respecto de
esto último). La literatura de filiación neoclásica plantea que la existencia de subsidios que
provoquen apartamientos significativos respecto de los criterios basados en el principio del
costo marginal habrá de significar pérdidas de eficiencia asignativa.(14)

(12)
Véase por ejemplo R.A.Posner “Economic analysis of law”, Little, Boston, 1977. Por ejemplo, A.E.Kahn (0p.cit.) expresa
en la introducción que “..Society´s choices are always between or among imperfect systems, but that, wherever it seems
likely effective, even very imperfect competition is preferable to regulation”.
(13)
Sobre este tema (regulación y política ambiental) se ha desarrollado una extensa literatura. Véase por ejemplo W.J.
Baumol, W.E.Outes, “The theory of environmental policy: Externalities, public outlays and the quality of life”, Prentice-
Hall, 1975.
(14)
Este tema será retomado y discutido más adelante
9
b) Restricciones a la entrada a las actividades

Las restricciones impuestas al libre ingreso de potenciales oferentes a determinado tipo de


actividades limitan las posibilidades de elección de los consumidores, obligándolos a
contratar su compra con las empresas presentes en el mercado.

c) Obligación de abastecer

La imposición de la obligación de abastecer a una determinada área de mercado restringe


la libertad de contratación de la empresa, especialmente cuando simultáneamente existen
controles sobre los precios de oferta. Sin embargo, tratándose de una actividad de servicio
público, este tipo de intervención en las transacciones de mercado resulta esencial para
garantizar a la población la provisión de servicios básicos. A partir de las reformas
introducidas en los sistemas energéticos en el ámbito de América Latina, este principio de
intervención regulatoria ha sido cambiado en algunos países por “obligación de abastecer
dentro de condiciones razonables”. Esto implica un debilitamiento de la fuerza coercitiva de
ese principio en favor de una mayor libertad de acción de las empresas proveedoras de los
servicios y en detrimento de los intereses de los usuarios.

d) Control de las características de los productos

Las características de los productos, al igual que sus precios, constituyen una parte central
de los contratos de transacción entre oferentes y demandantes. Los límites impuestos sobre
la calidad, cantidad, durabilidad o seguridad de los productos restringen el rango de los
bienes a ser comercializados en el mercado. Sin embargo es claro que este tipo de
intervención en los mercados resulta en muchos casos indispensable para la preservación
de la salud y el bienestar de la población, especialmente cuando los productos presentan
especificaciones técnicas complejas.

Estos pocos ejemplos ilustran sobre la forma de interacción entre la regulación y los
mecanismos del mercado y sugieren los elementos esenciales para la definición de la
naturaleza de la regulación.

Definición: La regulación constituye un conjunto de normas de carácter general y


específico de acciones o procedimientos, emanados de estamentos políticos y
administrativos del Estado, que interfieren directa o indirectamente en las decisiones de los
actores de oferta y demanda, alterando el libre juego de los mecanismos de mercado.

II.3. Las barreras a la entrada

Las barreras a la entrada a una determinada actividad pueden otorgar a las empresas ya
establecidas un fuerte poder de mercado. Las imperfecciones de mercado originadas en la
existencia de barreras a la entrada pueden constituir un motivo para la intervención del
Estado para remover esas barreras o para mitigar las consecuencias de las mismas sobre
la asignación de los recursos.

A fin de examinar las modalidades de la intervención regulatoria es necesario conocer la


naturaleza de dichas barreras a la entrada. G.J. Stigler (15) define las barreras a la entrada
de la siguiente manera:

(15)
G.J. Stigler, “The organization of industry”, Irwin, l968.
10
Definición: Una barrera a la entrada a un mercado es una componente del costo de
producción para un entrante potencial que no debe ser asumida por parte de las firmas ya
establecidas.

Sin embargo, otros autores (16) incluyen un espectro más amplio dentro de la categoría de
barreras a la entrada: economías de escala, diferenciación de productos y ventajas
absolutas de costos. También pueden existir barreras de carácter institucional que no se
basan necesariamente en ventajas de costos. A continuación se examinan brevemente
algunos de estos tipos de barreras con la finalidad de examinar el rol de la intervención
regulatoria en cada caso.

a) Los costos hundidos

Dentro de ese tipo de costos se destacan aquellos que tienen, para el competidor potencial
de las firmas establecidas en el mercado, el carácter de costos irrecuperables. Se trata
generalmente de costos específicos de la actividad, requeridos para que el potencial
entrante pueda establecerse en el mercado y que, por tanto, tienen la naturaleza de costos
hundidos. Los costos hundidos se originan en erogaciones que el competidor potencial no
está en condiciones de recuperar, al menos dentro de un horizonte de corto plazo, ante un
fracaso en su incursión en el mercado considerado.

Ese tipo de costos son visualizados por los entrantes potenciales como costos
incrementales que constituyen una fuente de fuertes riesgos. Para las firmas establecidas
en el mercado, esos costos ya han sido erogados y por tanto no deben ser considerados
dentro de sus decisiones presentes o futuras.

De este modo, la presencia de costos hundidos constituye una barrera a la entrada que,
dentro de ciertas condiciones, puede dar lugar a la existencia de cuasirentas monopólicas.
En consecuencia, la presencia de ese tipo de costos puede requerir una intervención
regulatoria tendiente a evitar el comportamiento abusivo derivado del poder de mercado de
las firmas establecidas.

Por otra parte, los costos hundidos implican generalmente una falta de flexibilidad para
adaptarse a condiciones cambiantes o a evoluciones no previstas del mercado. Una
respuesta del mercado ante la presencia de costos hundidos puede ser el establecimiento
de contratos de largo plazo, que permite distribuir los riesgos emergentes entre las partes.
En este caso, la regulación puede mitigar los riesgos de la negociación por medio de
contratos públicamente administrados.

En suma, la intervención regulatoria en presencia de barreras a la entrada, derivadas de la


existencia de costos hundidos, puede tener como finalidades principales la remoción de los
efectos de tales costos sobre el funcionamiento de los mecanismos de mercado y/o atenuar
las consecuencias de esas barreras cuando los mecanismos competitivos no pueden
operar. Este tema será retomado en el Capítulo III.

b) Las concesiones y otras barreras institucionales

Ciertas barreras a la entrada pueden ser establecidas por el propio poder público a través
de mecanismos institucionales. Las patentes y el otorgamiento de concesiones son claros
ejemplos de este tipo de barreras. El uso de concesiones para cierto tipo de actividades
(electricidad, transporte, comunicaciones, etc.) ha sido tradicionalmente fundamentado por

(16)
Ver por ejemplo J.S. Bain, “Barriers to new competition”, Harvard University Press, 1956.
11
la existencia de monopolios naturales. Adicionalmente, las concesiones pueden justificarse
por la necesidad de garantizar las habilidades requeridas para la prestación de determinado
tipo de servicios.

En principio, parecería un contrasentido recomendar la intervención regulatoria con relación


a la existencia de barreras a la entrada creadas a partir del propio poder público. Sin
embargo, debe tomarse en cuenta que una concesión implica la garantía de ciertos
derechos o privilegios para el concesionario (por ejemplo, la exclusividad para abastecer un
mercado), así como un conjunto de obligaciones que deben ser establecidas
contractualmente. Las cláusulas contractuales pueden tomar la forma de normas
regulatorias referidas a algunos o a todos los aspectos de las actividades desarrolladas por
la firma concesionaria.

En consecuencia, la concesión no constituye necesariamente un sustituto de la regulación


sino que puede proporcionar la base legal para las acciones regulatorias (por ejemplo la
regulación de los precios o tarifas de oferta).

Es claro que las barreras a la entrada instituidas mediante concesiones limitan la


competencia en el mercado, sea ésta efectiva o potencial. Sin embargo, ese tipo de
competencia, que en algunos casos puede resultar inviable o incluso inconveniente, puede
ser reemplazada por una competencia por el mercado. Este último tipo de competencia
puede introducirse mediante un diseño adecuado del proceso licitatorio conducente al
establecimiento de la concesión.

c) Las economías de escala

El modelo de equilibrio general y la teoría del óptimo de Pareto, que constituyen la base de
referencia para los principios normativos de la Economía del Bienestar en el enfoque
tradicional, no admiten la existencia de rendimientos crecientes a escala. Ese tipo de
rendimientos son incompatibles con el modelo de competencia perfecta.

La existencia de rendimientos a escala en las actividades uniproducto y/o de


complementariedades de costos en las industrias multiproductos dan lugar a economías de
costos que hacen más conveniente consolidar la producción en una única empresa en la
medida que configuren las condiciones suficientes para un monopolio natural. Tales
condiciones serán examinadas con algún detalle en el capítulo siguiente; aquí se pretende
explorar tan solo el rol general de la regulación ante la existencia de ese tipo de situaciones.

Tal como se ha expresado en la introducción a estas notas, la existencia de monopolios


naturales ha sido tradicionalmente el fundamento esgrimido (dentro de la Teoría Económica
del Bienestar) para la regulación en actividades como las de electricidad,
telecomunicaciones, transportes, etc. La acción regulatoria estaba dirigida a imponer
restricciones a la entrada, a fin de evitar los perjuicios de una “entrada excesiva” (17), y a
capturar las ganancias derivadas de las economías de escala y a mitigar las rentas
monopólicas, mediante controles de precios.

Existe una extensa literatura dedicada a discutir los principios normativos dirigidos a
establecer los criterios para regular los precios a aplicar a los monopolios naturales. En una
sección posterior de este capítulo se realizará una presentación de los aspectos esenciales
de tales principios normativos.

(17)
Si las características de la función de costo de la industria son tales que la estructura de producción más eficiente es el
monopolio (monopolio natural), la entrada de otros oferentes habrá de implicar necesariamente costos de abastecimiento
más elevados (ver Capítulo III).
12
II.4. Las externalidades

Dentro de la teoría económica neoclásica las externalidades son concebidas como


“productos” que se derivan de las actividades de producción o consumo y que se transfieren
a otros actores económicos sin que medie transacción alguna en el mercado. Esos
“productos”, tales como la polución ambiental, son externos a las transacciones normales
del mercado pero pueden implicar costos (beneficios) o pérdidas (mejoras) de bienestar
para ciertos actores o para la sociedad en su conjunto. De acuerdo con este enfoque, las
externalidades podrían definirse de la siguiente manera: (18)

Definición : Una externalidad constituye un conjunto de “productos” ofertados por un


determinado agente (de producción o consumo) a otros actores económicos en ausencia de
cualquier tipo de transacción de mercado.

Esta definición pretende remarcar el hecho de la no existencia de negociación alguna entre


el oferente y el o los receptores. Esa ausencia de transacciones entre agentes económicos
hace que los mecanismos de mercado sean incapaces de orientar la asignación de tales
“productos”, del mismo modo que lo hacen con las otras mercancías y recursos productivos,
de acuerdo con el modelo teórico neoclásico de equilibrio general.

Consecuentemente, en presencia de externalidades los mecanismos de mercados no


habrán de conducir a una asignación eficiente de los recursos, aun cuando estén dadas
todas las demás condiciones requeridas para alcanzar una situación de óptimo de Pareto.
Las externalidades provocan una divergencia entre los costos (beneficios) privados y los
costos (beneficios) sociales.

Un claro ejemplo de ello podría ser el siguiente: una empresa contamina las aguas de un río
como consecuencia de su actividad productiva; aguas abajo, ese río es utilizado para la
provisión de agua a un centro urbano, requiriéndole a la comunidad (Municipio) un costoso
proceso de potabilización a fin de eliminar los efectos de aquella acción de contaminación.
Tal como puede observarse, no existe entre la empresa contaminadora y la comunidad
afectada ningún tipo de transacción que se vincule con la acción de contaminación; de este
modo, la mencionada empresa no incorpora a sus costos privados de producción la pérdida
de calidad del agua pero, esa pérdida forma necesariamente parte de los costos sociales
(que en última instancia deben pagar los integrantes de la comunidad del centro urbano
bajo la forma de costos de repotabilización) de dicha actividad productiva.

Si se supone que la empresa contaminadora maximiza su beneficio ofertando una cantidad


X0 del producto A en un mercado de competencia perfecta, resulta claro que si por alguna
razón debiera asumir los costos de evitar o reparar la acción de contaminación ofertaría
una menor cantidad que X0 ya que su costo marginal sería mayor.

En efecto, sea

C(X) = a + X2

La función de costos de la empresa en el caso en que su acción de contaminación sea


simplemente una externalidad, y sea P = $ 100 el precio de mercado del bien producido por
la empresa. En tal caso el Costo Marginal de producción sería CMg = 2X, y el nivel de
producción que le reportaría el máximo beneficio X0 = 50

(18)
D.F. Spulber (1989), op.cit.
13
Si se admite además que el valor de la externalidad (negativa) producida por la empresa
fuera de $ 20 por unidad de producción y que se aplica a dicha empresa un impuesto
equivalente a dicho valor, la nueva función de costo total será
C(X) = a + X2 + 20X

con lo que el CMg = 2X + 20 y la cantidad de producción que le reportaría el máximo


beneficio sería X1 = 40 < X0.

Obsérvese que, si la valuación de la externalidad fuera correcta (o equivaliera exactamente


al costo requerido para devolver al agua el grado de pureza previo la contaminación de la
empresa), la recaudación de aquel impuesto alcanzaría exactamente para subsidiar al
municipio afectado por el total del costo de descontaminación.

Tal como puede deducirse del ejemplo, la intervención reguladora bajo la forma de un
impuesto permitió la equiparación de los costos privados y sociales, logrando así una
mejora en la asignación de los recursos. Esa acción reguladora permitió “internalizar” los
efectos de la externalidad producida por la mencionada empresa. A su vez, el monto
recaudado con dicho impuesto permitió compensar a la comunidad afectada por medio de
un subsidio equivalente al costo ocasionado por la contaminación.

Este tipo de enfoque de regulación tendiente a remediar o mitigar las “fallas del mercado”
ocasionadas por las externalidades (impuestos y subsidios) es propio del enfoque
tradicional de la Teoría Económica del Bienestar (19). Dentro de los enfoques más recientes
se pretende evitar esa intervención reguladora mediante un rol más abarcativo de los
mecanismos de mercado: la creación de los mercados faltantes para los “productos“
vinculados con las externalidades (Vgr. Las emisiones de CO2 ). Tal como se ha expresado
en la introducción, de acuerdo con Coase (1960), las razones principales de la ausencia de
transacciones de mercado vinculadas con las externalidades son la falta de derechos de
propiedad bien definidos y la existencia de costos de transacción; si tales dificultades
pudieran ser removidas los “productos” vinculados con las externalidades podrían transarse
en mercados previamente faltantes.

El modelo neoclásico de equilibrio general parte como es sabido (aunque no


suficientemente explicitado en los libros de texto) de un conjunto de datos que no forman
parte del objeto de estudio de la teoría: las preferencias de los consumidores, las
tecnologías disponibles, la dotación de los recursos productivos (factores de producción) y
la distribución de los derechos de propiedad sobre tales recursos (es decir las dotaciones
iniciales en manos de los componentes de la sociedad). La clara definición de esos
derechos de propiedad resulta esencial para la existencia de los mercados de bienes y
recursos; aquellos recursos cuya propiedad no está especificada no pueden ser pasibles de
transacción en un mercado ya que ningún actor se podría convertir en un legítimo vendedor
de los mismos.

De este modo aquellos recursos o elementos del medio ambiente natural que forman parte
del “patrimonio común” de una comunidad (local o universal) no podrán formar parte de
las transacciones convencionales de mercado entre los miembros de esa comunidad sin
que previamente se haya establecido los correspondientes derechos de propiedad, al
margen de todos los problemas que pueda suponer la valuación económica de tales
recursos o elementos. Salvo que se realice una clara apropiación de esos elementos del
patrimonio común entre los miembros de la comunidad, los mismos solo podrían ser
gestionados de manera comunitaria y ello daría lugar de todos modos a problemas de
distribución de costos y beneficios de esa gestión entre los miembros de la comunidad.

(19)
A.C. Pigou (1920), op. cit.
14
Los derechos de propiedad deben ser exhaustivos y excluyentes para que los mercados de
esos derechos puedan funcionar de manera de inducir una asignación eficiente de los
recursos (en el sentido de la teoría microeconómica neoclásica). Esto resulta claro si se
considera la concesión de derechos de explotación sobre un recurso sin que se puedan
establecer los límites precisos del ámbito de explotación para cada uno de los
concesionarios (como sería por ejemplo el caso de la captura en la actividad de pesca). No
habría en tal caso incentivo económico alguno para realizar una explotación racional del
recurso y el resultado más probable sería el despilfarro.

Escapa al alcance de estas notas la discusión acerca de los problemas que plantea el
intento de definir derechos de propiedad en el caso de los recursos de patrimonio común.
Sin embargo es claro que, por una parte, existe una gran cantidad de tales recursos cuya
propiedad no puede ser definida de manera exhaustiva y exclusiva (recursos marinos,
atmósfera, aguas –de ríos, océanos, acuíferos-, frecuencias de radio, etc.). La
administración comunitaria de tales recursos habrá de requerir una importante intervención
pública de nivel local, nacional o internacional y esa intervención habrá de tomar
necesariamente la forma de instrumentos de tipo regulatorio.

Por otra, aun si se admitiera que existe la posibilidad de realizar una distribución exhaustiva
y exclusiva de los derechos de propiedad, con el objetivo de generar los mercados donde se
transen tales derechos, se requeriría de todos modos un enorme esfuerzo de intervención
para realizar dicha tarea y con posterioridad, mecanismos regulatorios que reduzcan los
costos de transacción que podrían impedir el funcionamiento de los mercados.

15
III. FUNCIONES DE COSTO Y REGULACIÓN DE PRECIOS

Tal como se ha expresado en el capítulo anterior, uno de los principales aspectos en los
que tradicionalmente focalizó su atención la literatura sobre regulación económica ha sido la
deducción de principios normativos para la fijación de precios en industrias de servicio
públicos, caracterizados generalmente por la presencia de rendimientos crecientes a escala.

Era precisamente esa característica de las tecnologías prevalecientes en tales industrias,


que da lugar a costos medios decrecientes en el largo plazo y, por tanto, a la existencia de
monopolios naturales, lo que daba fundamento a la necesidad de intervención regulatoria,
especialmente en lo que se refiere al control de los precios de oferta.

Al discutir en el próximo capítulo la Teoría de los Mercados Disputables se verá que, dentro
de las versiones más modernas de la teoría neoclásica de la regulación, la presencia de
rendimientos crecientes a escala ya no se percibe como una condición suficiente para la
intervención regulatoria. Dentro de ciertas condiciones, los monopolios u oligopolios
existentes en las industrias de servicios públicos pueden, de acuerdo con esa visión, ser
disciplinados directamente por los mecanismos del mercado, dando lugar a resultados
superiores a los del control regulatorio.

Por otra parte esos nuevos aportes han mostrado la importancia de las características de
las funciones de costos de las industrias para examinar las formas más eficientes de
organización estructural de las mismas y para discutir la conveniencia o no de ciertos tipos
de intervención regulatoria. Es por ello que la primera sección del presente capítulo se
dedica a una presentación de las características más relevantes las funciones de costo que
habrán de servir tanto para las secciones posteriores de este capítulo (donde se analizaran
los principios de regulación de precios en base a criterios de costo), como para alimentar la
discusión acerca de la disputabilidad de los mercados y la sustentabilidad de los monopolios
naturales, que se presenta en el capítulo siguiente.

III.1. Las características de las funciones de costo

En el análisis de las funciones de costo se considerarán sucesivamente los casos de


industrias que producen un único producto y de aquellas que producen y ofrecen
simultáneamente un conjunto múltiple de bienes. Este segundo caso no se refiere a
aquellas actividades que presentan necesariamente la característica de producción conjunta
(tal como ocurre con la actividad de refinación de petróleo), sino a las industrias donde las
empresas pueden optar por especializarse en la elaboración de un único producto o por
diversificar su producción abarcando una cierta gama de bienes de la industria (por ejemplo,
en el caso del transporte ferroviario una empresa puede especializarse en servicios de
carga o puede realizar simultáneamente transporte de pasajeros y de cargas).

III.1.1. Funciones de costo en las industrias uniproducto

Sea

(1) C = C(X)

16
La función de costo total de largo plazo (20) típica de una industria uniproducto, siendo la
misma continua y diferenciable; en tal caso, los costos medios y marginales pueden
definirse de manera usual: Cme = C(X)/X y CMg = δC(X)/δX.

a. La elasticidad de la función de costo y los rendimientos a escala

En el caso de las industrias uniproducto el tipo de rendimientos a escala pueden


establecerse atendiendo al valor de la elasticidad de la función de costo total con relación a
la cantidad producida; es decir

dC ( X ) X CMg
(2) Ec( x ), x = =
dX C ( X ) CMe

Entonces si se define el indicador

1 CMe
(3) S= =
Ec( x ), x CMg
resulta claro que: S > 1 indica la presencia de rendimientos crecientes a escala (a una
variación relativa en al cantidad producida le corresponde una variación menos que
proporcional en el costo total : Ec(x),x < 1); S = 1 indica rendimientos constantes a escala y
S < 1 rendimientos decrecientes a escala.

a) Los rendimientos crecientes y las funciones de costo subaditivas

La subaditividad de las funciones de costos es una característica muy importante para


caracterizar la estructura de una industria y que está estrechamente vinculada a los
rendimientos crecientes y al concepto de monopolio natural.

Definición : Una función de costo total C=C(X) es subaditiva en B [ B = (X : X ∈ R+, X ≤ X0)]


(conjunto de niveles de producción) sí y solo sí, para todo X ∈B se verifica que
C(X) < Σi C(Xi), siendo Σi Xi = X

A partir de la definición precedente, se desprende que la existencia de rendimientos


crecientes a escala constituye una condición suficiente para la subaditividad de la función

(20)
Recuérdese que una función de costo total de lago plazo puede expresarse del siguiente modo:
(*) C = f(X, k) + g(k)
donde X indica el nivel de producción y k la escala de producción. Para cada valor constante de k se tendrá una
función de costo total de corto plazo. La función (*) puede ser expresada solamente en función de X a partir de la
evolvente de la familia de curvas representadas por (*) cuando k varía de manera continua. La obtención de dicha
evolvente implica que para cada valor de X se selecciona el valor de k que da lugar al menor nivel de costo total. Es
decir que si se define
F(C, X, k) = C - f(X, k) - g(k) = 0
y se iguala a cero la derivada parcial
(**) Fk(C, X, K) = δF(C, X, K)/δk = 0
la evolvente puede obtenerse eliminando la variable k a partir de (*) y (**) y, despejando C, se obtiene la función de
costo total de largo plazo
(***) C = C(X)
Entonces el costo medio de largo plazo puede definirse a partir de (***) como C(X)/X o tomando la evolvente de las
curvas de costo medio de corto plazo; ambos procedimientos son equivalentes.

17
de costos; sin embargo esa condición no resulta necesaria, tal como se mostrará
seguidamente.

En efecto, si C = C(X) presenta rendimientos crecientes a escala, puede afirmarse que para
todo número real λ tal que 0 < λ < 1 se verifica que λC(X) < C(λ X); sean entonces λi (i
=2,…,n) números reales tales que 0 < λi < 1 para todo i, Σi λi = 1 y Xi = λi X, luego

λi C(X) < C(λi X) = C(Xi) para todo i = 2,…..,n

y, sumando sobre i la expresión anterior se deduce que

ΣI C(XI ) > ΣI λI C(X) = C(X) ΣI λI = C(X)

con lo que queda demostrado que C = C(X) es una función de costos subaditiva.

Para demostrar que la presencia de rendimientos crecientes a escala no constituye una


condición necesaria para que una función de costos sea subaditiva basta con un ejemplo.
Sea entonces la siguiente función de costos totales

F1 + a X si X ≤ X*

(4) C(X) =
F1 + F2 + a X si X > X*

con F1 > F2

Puede mostrarse fácilmente que la función (4) es subaditiva; en efecto, sean λi (i =1,2,…,n)
números reales tales que 0 < λi < 1 para todo i, Σi λi = 1 y Xi = λi X , entonces si X ≤ X*,

C(X) = F1 + a X y C(Xi) = F1 + a Xi para todo i = 2,…..,n

luego, ∑i C(Xi) = n F1 + a X

y, en consecuencia, es C(X) < ∑i C(Xi), con lo que la función (4) es subaditiva para todo
X ≤ X*.

Si por el contrario, es X > X*, habrá k (0 ≤ k ≤ n) de las producciones Xi tales que Xi > X*,
mientras que n-k de las mismas serán tales que Xi ≤ X*; entonces se tendrá que

C(X) = F1 + F2 + a X < n F1 + k F2 + a X = ∑i C(Xi)

con lo cual, C(X) es subaditiva para todo nivel de producción. Por otra parte, como es
sabido, si C(X) exhibiera rendimientos crecientes a escala para todo X, debería ocurrir que
el Cme sea decreciente en todo el campo de variación de X. Sin embargo en el caso de la
función de costo total (4), la curva de Cme tendría una forma semejante al que se
representa en la Gráfica 1.

18
Gráfico 1

Cme

X* X

Es decir que C(X) no presenta rendimientos crecientes a escala para todo nivel de
producción.

En otros casos, las funciones de costo pueden presentar subaditividad solo en ciertos
rangos de producción. Tal es el caso de la siguiente función de costos:

(4’) C(X) = F + a X2 F>0, a>0

Obsérvese que, en tal caso, la función de costo medio (Cme) tiene la forma indicada en el
Gráfico 1’

Gráfico 1’
CMe

2
F /a 2
2F / a X

En esa función de costo, la condición de subaditividad se verifica en el rango de producción


(0, 2 F / a ) y en el intervalo ( F / a , 2 F / a ) existen rendimientos decrecientes.

En suma se tiene que:

Rendimientos Crecientes ⇒ Función de Costos


a Escala ⇐ Subaditiva

19
b) El monopolio natural

Tradicionalmente, la noción de monopolio natural estuvo asociada a la existencia de


rendimientos crecientes a escala de carácter muy marcado. Sin embargo, tal como se ha
mostrado precedentemente, pueden existir casos en que, aun en ausencia de tal tipo de
rendimientos, la producción concentrada en una sola empresa resulta menos costosa que el
fraccionamiento de la misma en varias empresas de menos tamaño. En consecuencia, los
rendimientos crecientes constituyen una condición suficiente pero no necesaria para la
existencia de monopolio natural.

Definición: una industria está caracterizada por la existencia de monopolio natural para todo
nivel de producción X ε B [ B = ( X : X ∈ R+ , X ≤ X0) ] sí y solo sí la función de
costos de esa industria C = C(X) es subaditiva en B.

c) Las economías de secuencia

Normalmente, la producción de los bienes finales constituye la última etapa de una


secuencia de procesos productivos vinculados por relaciones de tipo insumo-producto. Esa
secuencia de procesos productivos es lo que usualmente se denomina “cadena productiva”.
Una cadena productiva constituye un subsistema productivo que define sobre la base de un
producto o un insumo principal (la producción de electricidad es un ejemplo del primer tipo,
mientras que la industria del petróleo es un caso del segundo tipo).

Es claro que desde el punto de vista técnico resulta posible que los procesos productivos
que integran una determinada cadena estén integrados (verticalmente) dentro de las
empresas presentes en ese subsistema o que existan empresas especializadas en los
diferentes procesos. Sin embargo, desde el punto de vista económico una de esas
alternativas puede resultar más conveniente que la otra. En tal sentido, las características
de las funciones de costo pueden aportar elementos para discernir acerca de la alternativa
de estructura más conveniente. Tales características se vinculan en este caso con la
existencia o no de las economías de secuencia.

Considérese entonces que X representa la cantidad producida de un determinado bien B y


que Y simboliza el nivel de producción del insumo principal A para la elaboración de aquel
bien y sean CA=CA(Y) la función de costo total de la producción aislada del insumo, CB =
CB(X;Y) la correspondiente a la producción aislada del producto y CAB = CAB(X) la función de
costo total de producir el producto B de modo integrado con la elaboración del insumo A,
entonces puede definirse la existencia de las economías de secuencia de la siguiente
manera:

Definición: los procesos productivos de A y B presentan economías de secuencia sí y solo


sí se verifica que

CAB (X) < CA (Y) + CB (X;Y)

Para todo nivel de X.

Entonces, por definición, cuando los procesos que integran una cadena productiva
presentan economía de secuencia, la integración vertical de los mismos dentro de las
empresas presentes en la actividad constituye la estructura más eficiente de producción,
atendiendo al mismo tiempo a que las escalas de producción de dichas empresas sean
también las de menor costo.

20
III.1.2. Las funciones de costo en las industrias multiproducto

En la realidad concreta, las industrias multiproducto son mucho más frecuentes que las que
solo elaboran un solo producto final. Esto es particularmente cierto en las actividades de
servicios públicos que han sido tradicionalmente reguladas y/o en manos de empresas
estatales (Electricidad, Transporte, Comunicaciones, etc.). Entonces, atendiendo a lo ya
expuesto con relación a la importancia de las características de las funciones de costo para
el diseño del tipo de intervención regulatoria, se presentan a continuación los principales
elementos que permiten discernir acerca de cuáles son las estructuras más adecuadas en
el caso de este tipo de industrias.

A los fines de presentar los conceptos referidos a las funciones de costo en el caso de las
industrias multiproducto será necesario introducir un conjunto de notaciones. Las funciones
de costo tendrán en estos casos una forma del tipo de la que se indica en la expresión (5).

(5) C = C(X1, X2,……., Xn)

donde Xi ≥ 0 representa el nivel de producción del producto i (i = 1,2,….,n); esa función de


costo puede expresarse también bajo la forma vectorial (que será utilizada en algunos
casos para facilitar la exposición) del siguiente modo

(5´) C = C(X)

donde X = (X1, X2, ….. , Xn); pero, con esta notación es necesario precisar de qué modo se
indica cuando una o más de las Xi son nulas. Sea entonces N = {1,2, …., n} el conjunto de
todos los bienes producidos por la industria y se M ⊂ N un subconjunto de N, tal que solo
los bienes que pertenecen a M presentan un nivel de producción distinto de cero. Entonces,
esa situación se indicará del siguiente modo

(5´´) C = C(XM)

En consecuencia, cuando la función de costo se escribe bajo la forma (5´) se entiende que
todas las Xi > 0.

Como caso extremo, se introduce también el concepto de función de costo total de un


producto aislado que corresponde al caso en que solo una de las Xi es distinta de cero; así
por ejemplo, el costo aislado del producto k se representará bajo la forma indicada en la
expresión (6).

(6) C(K) = C(0,0,…,0, Xk, 0, …. , 0) siendo Xk > 0

a) Costos medios de rayo, costos incrementales medios y costos marginales

La definición de los costos marginales en una industria multiproducto se definen de modo


semejante al caso de las industrias uniproducto:

(7) Ci = Cmgi = ∂ C(X)/ ∂ Xi para cada i =1,2, ….. ,n

Es decir, se trata en este caso del cociente entre el incremento infinitesimal del costo total y
el correspondiente de la producción del producto i, suponiendo constante la producción de
todos los demás.

21
En cambio resulta imposible definir el costo medio de manera semejante al caso de las
industrias uniproducto ya que generalmente no puede expresarse los niveles de producción
de los n bienes por medio de una única magnitud escalar. En consecuencia es necesario
definir otras nociones diferentes pero lo más próximas posible al tradicional concepto de
costo medio. Una de tales nociones es la de Costo Medio de Rayo (CmeR) que implica
suponer que la producción de todos los bienes de la industria se incrementa en la misma
proporción λ a partir de niveles dados; es decir

(8) CmeR = C(λ X0) / λ con X0 = (X10, X20, ….. ,Xn0) y λ ∈ R+

Es claro que el valor del costo medio de rayo es fuertemente dependiente de la composición
de la producción X0 ya que ella define la dirección del rayo sobre el cual se calcula ese
costo. De cualquier modo, esta noción de costo medio resulta útil para la definición de cierto
tipo de economías de escala, tal como se mostrará más adelante.

Otra noción próxima a la tradicional de costo medio es la de Costo Incremental Medio del
producto i (CIMei). A diferencia del CmeR, el costo incremental medio se refiere a cada
producto y no al conjunto de los mismos. El costo incremental medio de un producto se
define por medio de la siguiente expresión:

(9) CIMei = [C(X1, X2,…, Xi,…,Xn) – C(X1, X2,…, Xi -1, 0, Xi+1,…,Xn)] / Xi para cada i =1,2,…,n

Esta noción proporciona el valor del costo (incremental) medio de un producto cuando todos
los demás bienes están siendo ya producidos y se mantiene constante su nivel de
producción. Tal como se mostrará más adelante, esta noción de costo permite definir la
noción de economías de escala específicas de cada producto.

b) Las economías de alcance

En una industria multiproducto, puede ocurrir que el costo total de producir simultáneamente
más de un producto (eventualmente dos conjuntos de productos) es menor que la suma de
los correspondientes costos aislados (suma de los costos de la producción separada de
ambos conjuntos). En ese tipo de situaciones existirán estímulos para una diversificación
horizontal en la producción de la industria. En tales casos se dice que la función de costos
presenta economías de alcance. Sean entonces M ⊂ N y Q ⊂ N, dos subconjuntos de N
tales que M ∩ Q =∅, entonces la existencia de economías de alcance puede definirse de la
siguiente manera:

Definición: La función de costos C = C (X1, X2,……., Xn), Xi ≥ 0, presenta economías de


alcance si para dos subconjuntos no vacíos M y Q de N, tales que M ∩ Q =∅ se
verifica que
C(XM∪Q) < C(XM) + C(XQ).

En muchos casos la presencia de las economías de alcance está relacionada con


instalaciones o servicios que pueden ser aprovechados simultáneamente en la producción
de más de un producto, dando así lugar a economías de costo frente a la alternativa de la
producción aislada de esos mismos bienes (en idénticos niveles). De cualquier modo, este
concepto de economías de costos de producción presenta especial interés para determinar
la estructura más adecuada para organizar la producción de la industria considerada.

En tal sentido es importante recordar que la concentración de la prestación de diferentes


tipos de servicios públicos (distribución de electricidad, gas natural, teléfonos, servicios de
TV por cable, comunicaciones por medios electrónicos, etc.) es una tendencia predominante
22
en la realidad concreta a nivel mundial de los últimos años. No cabe duda que la presencia
de economías de alcance desempeña un rol muy significativo dentro de ese proceso.

Pero, al mismo tiempo, ese tipo de hechos plantea importantes desafíos a la regulación de
precios en las actividades donde ese tipo de intervención resulta pertinente. La existencia
de economías de alcance, especialmente cuando las mismas están relacionadas con las
componentes fijas de la función de costos, plantea serias dificultades de asignación cuando
los costos son utilizados como criterio para la determinación de los niveles relativos de los
precios de los bienes y/o servicios que se producen de manera simultánea por una misma
empresa regulada. Este tema será retomado en otra sección de este mismo capítulo.

A partir de la definición de economías de alcance es posible definir un indicador cuyo valor


permite evaluar su grado de intensidad:

(10) Sa = [∑k C(k) – C(X)] / C(X)

Donde C(k) = C(0,0,…,0, Xk, 0, …. , 0), (Xk > 0 ), es el costo de producir aisladamente el
producto k. A partir de (10) se deduce que sí (y solo sí) Sa > 0 la función de costos C (X)
presenta economías de alcance. Por otra parte el valor de Sa debe ser menor que uno ya
que en caso contrario se tendrían costos incrementales negativos.(21)

c) Rendimientos a escala en las industrias multiproducto

En el caso de las industrias multiproducto pueden definirse diferentes nociones de


rendimientos a escala: i) Rendimientos a Escala de Rayo, ii) Rendimientos a Escala
Específicos de Producto y iii) Rendimientos a Escala Globales. A continuación se presentan
las definiciones y se discutirá el significado de cada una de esas nociones.

• Rendimientos a escala de rayo

El caso de las industrias uniproducto se definió un indicador de rendimientos a escala de la


siguiente manera: S = 1/ EC(X) , X = Cme/CMg (Ver expresión (3)). Para definir un indicador
para los rendimientos a escala de rayo en el caso de las industrias multiproducto se utiliza
un procedimiento semejante. En efecto, sea C(X) = C(λ X0) donde X0 = (X10, X20, ….. ,Xn0)
es un vector de producción con niveles constantes; así definida C(X) representa una función
de costo total de rayo ya que traduce la evolución del costo total para una composición
constante de la producción, es decir sobre un rayo de la hipersuperficie de la función
general de costos totales. De acuerdo con esa definición del costo total de rayo, las
variaciones de los niveles de producción (con composición constante) dependen
únicamente del valor del escalar λ (λ ≥ 0): entonces puede calcularse la elasticidad del
costo total con respecto al valor de λ :

EC(X), λ = [d C(X) / C(X)] [d λ / λ] = [∑I Xi0 Cmgi] [λ / C(X) ]

En consecuencia, recordando la definición del costo medio de rayo (expresión (8)), puede
definirse el indicador

(11) SR = 1 / EC(X), λ = CmeR / [∑i Xi0 Cmgi] = C(X) / [∑i Xi Cmgi]

(21)
Esto puede verse fácilmente en el caso de dos productos. En efecto, si Sa≥1 se tendría que
[C(X1, 0) + C(0, X2 ) - C(X1, X2)] / C(X1, X2) ≥ 1 ⇒ 0 ≥ [C(X1, X2) - C(X1, 0)] + [ C(X1, X2) - C(0, X2 )].
23
Entonces habrá rendimientos a escala de rayo crecientes (decrecientes) sí y solo sí es SR >
1 (SR < 1); tales rendimientos serán constantes en el caso en que SR = 1. Obsérvese que, al
igual que en el caso de las industrias uniproducto, la existencia de rendimientos crecientes
sobre un rayo de la función de costos (SR > 1) implica que los costos medios de rayo
(CmeR) son decrecientes con los niveles de producción (con composición constante) y que
los ingresos que se derivarían de la producción valuada a los costos marginales de
producción crecen menos que los costos totales de producción.

A pesar de constituir una extensión directa de los resultados obtenidos en el caso de las
industrias uniproducto, el concepto de economías de escala sobre un rayo presentan el
serio inconveniente de tener que suponer constante la composición de la producción. En las
industrias multiproducto, los cambios de producción van acompañados normalmente por
variaciones en la composición de la producción.

• Rendimientos a escala específicos de producto

Admitiendo la posibilidad de variaciones en la composición de la producción, es posible


avanzar en la caracterización de una función de costos multiproducto introduciendo las
nociones de rendimientos a escala específicas de cada producto. Se trata de examinar el
comportamiento de la función de costos cuando se incrementa el nivel de producción de
uno de los bienes, manteniendo constante la producción de los restantes.

Se puede verificar fácilmente que los rendimientos a escala específicos de un producto i


están estrechamente vinculados con el comportamiento de la correspondiente función de
costo incremental medio (CIMei). En efecto, en la situación mencionada, las variaciones del
costo total C(X) = C(X10, X20,….,Xi ,….,Xn0) dependen únicamente de las variaciones de Xi
(la producción del bien i-ésimo) y, en consecuencia, los rendimientos a escala habrán de
depender del signo de las variaciones del CIMei cuando cambia el nivel de producción X i :

siendo C(X) = C(X10, X20,….,Xi ,….,Xn0)

entonces, dC(X) = [∂ C(X)/ ∂Xi] dxi ya que dxk0 = 0 para todo k ≠ i (Xk0
constantes)

luego dC(X) / dxi = Cmgi y por tanto EC(X) , X i = [dC(X)/ C(X)]/[ dxi /Xi] = Cmgi [Xi/ C(X)]

pero, si C(X0-i) = C(X10, X20,….,Xi-10, 0, Xi+10 ,….,Xn0) es el costo total de producir todos
los demás bienes en las cantidades dadas y nada del bien i-ésimo, es claro que

EC(X) , X i = Cmgi [Xi/ C(X)] < Cmgi { Xi/[ C(X) – C(X0-i)]} = Cmgi /{[ C(X) – C(X0-i)] /Xi} = Cmgi / CIMei

entonces, puesto que CIMei >Cmgi (CIMei ≤Cmgi) si el CIMei es decreciente (creciente o
constante), resulta que

EC(X) , X i < 1 si CIMei decreciente y EC(X) , X i > 1 si CIMei creciente o


constante

Como consecuencia de todo lo expresado, puede definirse un indicador del tipo usual para
los rendimientos a escala específicos de cada producto por medio de la expresión

(12) Si = CIMei / Cmgi

24
De este modo, los rendimientos a escala específicos del producto i-ésimo serán crecientes,
constantes o decrecientes según que sea respectivamente Si>1, Si=1 o Si<1.

Tanto la noción rendimientos de rayo como aquella de rendimientos específicos de cada


producto aportan indicaciones valiosas sobre el comportamiento de una función de costos.
Por ejemplo si se considera una empresa telefónica que atiende simultáneamente el
mercado de llamadas locales como aquellas de larga distancia, se tendría un caso claro de
una actividad multiproducto (las llamadas locales y las de larga distancia constituyen dos
servicios diferentes); en tal caso, SR estará indicando el tipo de rendimientos que se
tendrían si los dos tipos de servicios se expanden en la misma proporción, mientras que Si (i
=1,2) los rendimientos a escala si solo se incrementara uno de los dos tipos de servicio
mientras que el otro permanece en niveles estables.

Sin embargo, ambos conceptos proveen tan solo una caracterización parcial o local de la
superficie de costos. Una noción de rendimientos más comprehensiva es aquella de
rendimientos a escala globales que, según se verá en la siguiente sección, incluye de algún
modo a todas las nociones de rendimientos a escala definidos previamente.

• Rendimientos a escala globales

Utilizando la expresión (11), admitiendo que las cantidades producidas de los diferentes
bienes pueden cambiar en diferentes proporciones, es posible definir un indicador de los
rendimientos a escala globales en el caso de una industria que produce dos productos. Es
decir,

(13) SG = C(X) / [∑i Xi Cmgi] = C(X1, X2) / [X1 CMg1 + X2 CMg2]

En consecuencia, si SG>1 habrá rendimientos a escala crecientes y si SG≤1, esos


rendimientos serán decrecientes o constantes.

Multiplicando en la expresión (13) numerador y denominador por 2C(X1,X2)-[C(X1,0)+ C(X1,


X2)] se tiene que

SG =C(X1,X2){2 C(X1,X2)-[C(X1,0)+C(0,X2)]}/[X1CMg1 + X2CMg2]{ 2C(X1,X2)-[C(X1,0)+ C(0, X2)]}

haciendo wi = Xi CMgi/[X1 Cmg1+ X2 CMg2] y reordenando términos se obtiene

{[C ( X 1, X 2) − C (0, X 2)] / X 1CMg1}w1 + {[C ( X 1, X 2) − C ( X 1,0)] / X 2CMg 2}w2


SG=
1 − [C ( X 1,0) + C 0, X 2) − C ( X 1, X 2)] / C ( X 1, X 2)

entonces, teniendo en cuenta que, en la relación anterior, las dos expresiones encerradas
entre llaves en el numerador son respectivamente S1= CIMe1/ CMg1 y S2= CIMe2/CMg2 y
que la expresión que aparece restando en el denominador es el indicador Sa de economías
de alcance, se tiene entonces que

(14) SG = [ w1 S1 + w2 S2] / [1 – Sa]

donde, w1 y w2 son ponderadores que representan aproximadamente la proporción de los


costos variables de producción de cada bien respecto de los costos variables totales.

25
Según se desprende de (14), la existencia simultánea de rendimientos crecientes a nivel de
cada producto (S1>1, S2>1) y de economías de alcance (Sa>0) asegura que los
rendimientos globales sean crecientes. Sin embargo, aunque los rendimientos específicos
de producto fuesen constantes o incluso decrecientes (Si≤1, i =1,2), podría haber
rendimientos globales crecientes si las economías de alcance son suficientemente intensas,
es decir Sa>>0.

Normalmente, las economías de alcance se vinculan con la existencia de costos fijos o de


infraestructura comunes a la producción de ambos bienes o servicios de modo tal que la
producción simultánea de los mismos resulta menos costosa que su producción separada.
En el ejemplo de la empresa telefónica es claro que el equipamiento y las instalaciones, así
como los costos fijos de facturación y cobranza pueden ser aprovechados para los dos tipos
de servicios (llamadas locales y de larga distancia).

Lo expresado previamente muestra con claridad la importancia de las economías de


alcance ya que ellas no solo inciden en la conveniencia de promover la diversificación
horizontal sobre la producción de cierto conjunto de bienes o servicios, sino que también
tienen una influencia decisiva sobre los rendimientos a escala globales de una actividad
multiproducto.

• Economías de escala y alcance y la subaditividad de costos

A diferencia de las industrias uniproducto, en el caso multiproducto los rendimientos a


escala globales no constituyen por sí solos una condición suficiente para la subaditividad de
la función de costos y, por tanto, para el monopolio natural. Sin embargo, la existencia
simultánea de rendimientos crecientes específicos de cada producto y de economías de
alcance, para todos los niveles de producción, constituye una condición suficiente para
dicha subaditividad (22), es decir, para el monopolio natural. Recuérdese que SG>1 no
requiere dicha simultaneidad; ello podía ocurrir aun sí Si≤1, cuando las economías de
alcance fuesen suficientemente fuertes. En suma puede afirmarse lo siguiente:

(15)SG>1 no⇒ Subaditividad pero { Si>1 y Sa>0, ∀ i , X>0} ⇒ Subaditividad

III.1.3. Las características de las funciones de costos y la estructura de una


industria

Es claro que todas las nociones de economías de escala, así como las de economías de
secuencia y alcance que pueden caracterizar a la función de costo de una cierta actividad
(uni o multiproducto) permiten definir, a través de su conocimiento empírico, cuál es la
estructura mas eficiente para organizar institucionalmente (en términos de número y tamaño
de las unidades productivas) esa actividad.

Así por ejemplo, si se considera la actividad de abastecimiento eléctrico en un determinado


país, las características tecnológicas de la función de costos de esa actividad y el tamaño
total del mercado a abastecer, resultan de suma importancia para determinar o no la
conveniencia de abandonar el monopolio estatal previamente prevaleciente (estructura muy
frecuente en la mayor parte de los países de América Latina y el Caribe) por una estructura
segmentada verticalmente y con una atomización en la generación o, al menos, la apertura
a la entrada de generadores independientes.

(22)
E.E.Bayley, A.F.Friedlaender “Market structure and multiproduct industries”.
26
Por supuesto, el tamaño absoluto del mercado es un dato complementario indispensable ya
que el mismo determina el rango de niveles de producción a los cuales hay que analizar las
características de la o las funciones de costos.

Según se verá en una sección posterior (Capítulo IV), los avances tecnológicos que se han
ido incorporando a la generación térmica de electricidad (Turbinas de Gas y Ciclos
Combinados) han dado lugar a una importante atenuación de los marcados rendimientos
crecientes a escala que venía mostrando la función de costos de largo plazo de esa
actividad hasta principios o mediados de los años 70. Este hecho tecnológico, junto con una
serie de otros cambios registrados en el contexto económico mundial, facilitó e impulso la
introducción de ciertos cambios institucionales y regulatorios que suelen englobarse bajo la
denominación de reforma.

Mas allá de cualquier consideración relativa a la evaluación de tales reformas, tema que
escapa al alcance de estas notas, lo cierto es que ese cambio en las características de la
función de producción pudo significar, según los casos, un cambio en lo que se refiere a la
estructura más adecuada para organizar la industria eléctrica dentro de las nuevas
condiciones tecnológicas.

Es posible que en mercados eléctricos de gran tamaño, la apertura al ingreso de


generadores independientes pueda ser, dentro de ciertas condiciones, beneficioso en
términos de disminuir el costo de abastecimiento. Si en cambio se trata de mercados de
tamaño reducido (por ejemplo, una demanda de potencia de entre 500 y 3000 MW), las
funciones de costos de largo plazo pueden todavía mostrar rendimientos a escala
significativamente crecientes como para justificar la no conveniencia de una apertura total
del mercado y la posible presencia de economías de secuencia y de alcance, parecieran
recomendar el mantenimiento del monopolio estatal verticalmente integrado.

Otro ejemplo se relaciona con la tendencia, que se observa mundialmente, de aglutinar en


una sola empresa o grupo económico la prestación de diversos tipos de servicios públicos,
especialmente aquellos que se abastecen por redes (electricidad, gas natural, telefonía,
agua potable, cables de TV). Es claro que uno de los factores que impulsan esta tendencia
hacia nuevas formas de organización institucional del abastecimiento de esos servicios es la
fuerte presencia de economías de alcance.

Dentro de la teoría microeconómica se define el concepto de eficiencia productiva, relativo


al ámbito de la empresa, como aquella situación en la que se obtiene un máximo nivel de
producción a partir de un conjunto de recursos dados o el mínimo de costo para cierto nivel
de producción. Es decir que la eficiencia productiva se refiere a la relación recursos-
producto dentro de una empresa.

Por otra parte, dentro de la teoría microeconómica neoclásica se define la eficiencia


asignativa, como aquella asignación de recursos entre actividades productivas que es
compatible con una situación de óptimo de Pareto. Ese concepto de eficiencia, que
corresponde al ámbito de la economía como un todo, constituye la referencia normativa
para la teoría de la regulación y la política económica de esa filiación doctrinaria.

De acuerdo con las consideraciones previas es posible definir una tercera noción de
eficiencia: Eficiencia estructural de una industria.

Definición : La estructura (número, tamaño y grado de integración vertical y horizontal de las


empresas) de una industria se dice eficiente si no existe otra estructura que pueda dar lugar
a un menor costo de abastecimiento de los bienes que la misma produce.

27
Como puede verse, este concepto de eficiencia se refiere claramente al ámbito de las
industrias o cadenas productivas de bienes y o servicios.

III.2. Regulación de precios con criterios de costo

El objetivo principal de esta sección es discutir los criterios de regulación de precios de


servicios públicos en presencia de rendimientos crecientes a escala o, mejor aun, ante la
existencia de subaditividad de la función de costos. Tal como se ha expresado en tales
situaciones la estructura de mercado más eficiente (menores costos de producción) es el
monopolio natural. En tal caso se requiere de intervención regulatoria para impedir que el
productor se apropie de las cuasirentas de monopolio en detrimento del bienestar de la
comunidad.

Sin embargo, antes de entrar de lleno a ese tema se presentarán algunas consideraciones
relativas a la determinación de precios basados en criterios de costo y la noción de precios
subsidiados, que han de ser útiles para la discusión de la disputabilidad de los mercados y
la sustentabilidad del monopolio, temas que se tratan en el próximo capítulo.

III.2.1. Precios libres de subsidios (23)

A fin de simplificar la nomenclatura de exposición se considerará la función de costos para


una actividad o industria que produce dos bienes, es decir, C(X1,X2). En tal caso, es claro
que un vector de precios (P1, P2) tal que P1X1 + P2X2 = C(X1,X2) no asegura que los mismos
estén exentos de la existencia de subsidios. Es claro que aunque esa condición se cumpla
(de modo tal que la empresa productora recupere todos los costos por medio de sus
ingresos), puede ocurrir que uno de los dos bienes sea subsidiado a costa de un mayor
precio para el otro. Es por ello que, para asegurar la ausencia de subsidios se requiere
además de otro tipo de condiciones. Esas condiciones se vinculan con el test de los costos
incrementales. Ese test puede formalizarse a través de la siguiente desigualdad:

(16) Pi Xi ≥ C(X1,X2) – C(k) I≠k I, k =1,2

donde C(k) representa el costo de producción aislada del bien k-ésimo, es decir, C(1)
=C(X1,0) y C(2) = C(0,X2). Entonces, puede enunciarse la siguiente definición

Definición: Un vector de precios (P1, P2) está libre de subsidios sí y solo sí se verifica que
P1X1 + P2X2 = C(X1,X2) y Pi Xi ≥ C(X1,X2) – C(k) , con i ≠ k (i, k =1,2).

Obsérvese que si se reemplaza la segunda condición, por ejemplo para el producto 1, en la


primera se tendría que

C(X1,X2) – C(2) + P2X2 ≤ C(X1,X2) ⇒ P2X2 ≤ C(2) = C(0,X2)

e idénticamente para el producto 1. Esto está indicando que, en general, el precio P2 del
producto 2, requerido para cubrir los costos en el caso en que se lo produzca
conjuntamente con el producto 1 es menor que el que hace falta para cubrir el costo de su
producción aislada, haciendo de este modo que los consumidores resulten beneficiados por
la producción conjunta.

(23)
D.F. Spulber op. cit. Capítulo 3
28
Así, por ejemplo, si una empresa realiza conjuntamente los servicios de distribución de
electricidad y de gas natural y sus ingresos cubren exactamente los costos totales de
abastecimiento conjunto de ambos servicios, la condición impuesta por el test de los costos
incrementales evitaría que los clientes de cada servicio subsidien a los usuarios del otro
servicio. Pero, al mismo tiempo, si la producción conjunta de ambos servicios presenta
economías de alcance (como es probable debido a ciertos costos que son comunes:
medición, facturación, cobranza), los consumidores aprovecharían de la presencia de tales
economías bajo la forma de precios más bajos, comparativamente al caso en que ambos
servicios fuesen abastecidos por separado, con precios que cubrieran los costos de la
producción aislada.

III.2.2. Criterios de distribución de costos comunes

Cuando se desea regular los precios en función de criterios de costo en las industrias
multiproducto, suele presentarse el problema de la asignación de los costos comunes entre
los precios de los diferentes productos. Existen muchos criterios para realizar esa
asignación y se puede demostrar que, dentro de ciertas condiciones, los precios
determinados en base a ellos están libres de subsidios. A fin de mostrarlo, sea una función
de costos del siguiente tipo:

(17) C(X1,X2) = F + V(X1,X2) con F>0 y V(0, 0) = 0

Si los costos variables correspondieran a una tecnología estrictamente separable, es decir,


V(X1,X2) = V(X1,0) + V(0,X2), entonces el problema se reduciría al de asignación de los
costos fijos F entre los dos bienes. En cambio, la función V(X1,X2) exhibe una
complementariedad débil, el proceso de asignación reconoce dos etapas. En la primera se
realiza la distribución de los costos variable de manera de evitar subsidios cruzados; es
decir que, atendiendo a la definición expuesta en la sección anterior, hay que determinar un
vector (∏1, ∏2) tal que ∏1X1+∏2X2 = V(X1,X2) , ∏1X1≤ V(X1,0) y ∏2X2≤ V(0,X2). Es claro que
si V(X1,X2) se caracteriza por una tecnología de producción separable, las dos
desigualdades anteriores se cumplirían como igualdades.

El segundo paso corresponde a la distribución de los costos fijos. Sean entonces f1 y f2 tales
que 0 ≤fi ≤ 1 (i = 1,2) y f1+ f2 =1 y sean los precios (P1, P2) definidos del siguiente modo:

(18) Pi Xi = fi F+ ∏I Xi ∀ i (i = 1,2)

entonces puede comprobarse que para todo par de ponderadores f1, f2 que cumpla con las
condiciones indicadas, se verifica que el vector de precios (P1, P2) esta libre de subsidios,
de acuerdo con la definición dada en la sección precedente. En efecto,

P1 X1 = f1 F+ ∏1 X1 ≥ V(X1,X2) – V(0,X2) y P2 X2 = f2 F+ ∏2 X2 ≥ V(X1,X2) – V(X1, 0)

pero

C(X1,X2) – C(0,X2) = V(X1,X2) – V(0,X2) y C(X1,X2) – C(X1,0) = V(X1,X2) – V(X1, 0)

entonces resulta que

P1 X1 ≥ C(X1,X2) – C(0,X2) y P2 X2 ≥ C(X1,X2) – C(X1,0)

29
lo que confirma que los precios definidos de acuerdo con la expresión (18) están libres de
subsidios ya que además se verifica que

P1 X1 + P2 X2 = f1 F+ ∏1 X1 + f2 F+ ∏2 X2 = (f1 + f2)F + [∏1X1+∏2X2] = F +V(X1,X2) = C(X1,X2)

En la medida en que los ∏i (i = 1,2) estén libres de subsidio, pueden elegirse diferentes
criterios para definir los ponderadores fi ; a continuación se detallan algunos de los más
usuales.

a) Criterio basado en la proporción de la producción de cada bien

En este caso, los fi se definen del siguiente modo:

(19) fip = Xi / [X1+X2] (i = 1,2)

Por supuesto, la aplicación de este criterio solo es viable en la medida en que las
cantidades producidas de los diferentes productos admiten la posibilidad de su expresión en
alguna unidad homogénea.

En tal caso los precios quedarían definidos a partir de

Pi = F / [X1+X2] + ∏i (i = 1,2)

b) Criterio basado en el ingreso relativo

De acuerdo con este criterio las fi de la manera siguiente:

(20) fiY = Pi Xi / [P1 X1 + P2 X2] (i = 1,2)

en cuyo caso, los precios libres de subsidios serían:

Pi = ∏i [F +V(X1,X2)] / V(X1,X2) (i= 1,2)

Este criterio presenta respecto del anterior la ventaja de no requerir una unidad física de
expresión común, que no siempre es posible, y por otra parte tiene el mérito de tomar en
cuenta el valor económico de los bienes en el mercado.

c) Criterio de distribución en base a los costos propios

Este criterio supone fijar

fiV = ∏i Xi / V(X1,X2) (i = 1,2)

es decir, realizar la distribución de los costos fijos en base a la proporción de los costos
variables que, en el supuesto de una baja complementariedad técnica en la parte variable
de los costos, equivale a hacerlo en proporción al porcentaje de costos propios de cada
producto.

Este criterio de distribución de costos fijos implica que

Pi = F ∏I / [∏1X1+∏2X2] + ∏I = ∏I [F +V(X1,X2)] / V(X1,X2) (i = 1,2)

30
Llamativamente, este criterio da para los precios un resultado coincidente con el
correspondiente a la asignación en función de la proporción de ingresos.

III.2.3. La regulación de precios en presencia de monopolio natural

Tal como se ha expresado en la Sección 1 de este capítulo, si una cadena productiva de


determinada actividad o una actividad de la misma se caracteriza por tener una función
subaditiva de costos, la estructura más eficiente de abastecimiento (menores costos de
producción) es el monopolio natural. En tal caso, se requiere de la intervención del Estado
tendiente a proteger los intereses de los consumidores, en particular para regular el precio
de venta del bien o servicio considerado. En esta sección se discutirá de manera
simplificada los criterios para la regulación de precios de una actividad de servicio público
caracterizada por la presencia de un monopolio natural.

A los fines de precisar el marco teórico de referencia dentro del que se aborda el problema,
supóngase que ese monopolio se encuentra inmerso en una situación en la cual todos los
demás mercados de bienes y recursos productivos funcionan de acuerdo con el modelo de
competencia perfecta. Entonces, de acuerdo con la teoría del óptimo paretiano, si la acción
regulatoria estuviese guiada por el objetivo de asignación eficiente de los recursos, la
misma debería hacer que el precio de venta del monopolista se fije a nivel del costo
marginal de producción del bien o servicio correspondiente.

Como es sabido, la igualación del costo marginal de cada bien con el respectivo precio de
mercado o, lo que es lo mismo, la igualación del valor de la productividad marginal de cada
recurso con el precio de mercado del mismo, constituyen las condiciones necesarias para
se verifique una situación de eficiencia asignativa (Óptimo global de Pareto u “Óptimo
Primero”).

La teoría tradicional del monopolio indica que, si el monopolista pudiera diseñar libremente
su conducta, trataría de maximizar su beneficio fijando su nivel de producción en el punto en
que el costo marginal de producción se iguala con el ingreso marginal derivado de la venta
de la misma, tal como lo indica la Gráfica 2. En tal situación (nivel de producción X0) se
verifica que

Cmg0 = Img0 < P0

Es decir que, en tal situación, el precio de mercado del bien no está reflejando su costo
marginal de oportunidad y permitirá al productor la apropiación de cuasirentas de
monopolio.

Dentro del marco teórico de referencia explicitado previamente, el criterio regulatorio


orientado por el objetivo de eficiencia asignativa implicaría fijar el precio de venta del bien o
servicio al nivel del costo marginal de producción, es decir, en el punto P1 de la Gráfica 2.
Tal como se desprende de la gráfica, el precio regulado de este modo implicarán una
disminución de las cuasirentas apropiadas por el monopolista y los consumidores se verán
además beneficiados por un mayor nivel de oferta X1. En consecuencia, y tal como lo
señala la Teoría Económica de Bienestar, la intervención regulatoria sobre la conducta del
monopolio, permitiría restaurar las condiciones necesarias para la asignación eficiente de
los recursos (recuérdese que este mercado era el único que se apartaba del
comportamiento paretiano), lo que redundaría en una mejora del bienestar de la sociedad.

31
Gráfica 2
Costos
Precios CMg
Cme

P0
P1

Img

X0 X1

Sin embargo, desde una perspectiva de largo plazo, la regulación del precio en base al
criterio estricto del costo marginal (P =CMg) puede resultar indeseable desde el punto de
vista del bienestar social o insostenible desde la perspectiva empresaria.

En efecto, si la función de costos de la empresa exhibe rendimientos decrecientes a escala


dentro del rango relevante (donde la disposición a pagar de los consumidores supera los
niveles de costo medio), la determinación del precio a nivel del costo marginal no eliminaría
el beneficio supernormal del monopolista que, de este modo, estaría apropiándose de parte
del excedente del consumidor (Gráfica 3(a)).

Gráfica 3

(a) (b)
Cme Cme
CMg CMg
P P

CMgLP

CmeLP
CmeLP
P0
CMgLP

X0 X X0 X

32
Si por el contrario, la función de costos del monopolista se caracterizara por rendimientos
crecientes a escala (Gráfica 3(b)), la igualación del precio con el costo marginal de largo
plazo resultaría insostenible desde la perspectiva del productor, ya que ese precio no le
permitiría recuperar la totalidad de los costos. En tal caso la tarificación a costo marginal
estaría violando la restricción financiera de la empresa

En términos generales, la presencia de rendimientos crecientes a escala es la situación más


frecuente y relevante de monopolio natural, especialmente en ciertos eslabones de las
cadenas energéticas. Es por ello que los desarrollos posteriores se centrarán en esa
situación. Tal como se ha mostrado, aun cuando las condiciones (necesarias) de asignación
eficiente de los recursos indican que el precio debe ser fijado al nivel del costo marginal, es
necesario apartarse de esa regla regulatoria.

a) Las soluciones de “Segundo Mejor”

En la situación descripta previamente (un monopolio natural, debido a la existencia de


rendimientos crecientes a escala, en un contexto de competencia perfecta en todos los
otros mercados), la cuestión se centra en cómo definir los apartamientos respecto del costo
marginal. Sobre este tema existe una amplia literatura, desarrollada dentro del marco
tradicional de la llamada Teoría Económica de Bienestar (24)
A continuación se establecen con precisión, aunque de manera simplificada, los principales
resultados relativos a los apartamientos óptimos respecto del costo marginal como criterios
para la determinación de los precios del monopolio natural dentro del marco teórico definido.

Supóngase entonces que X representa la cantidad del bien o servicio que produce el
monopolio, admítase además que las elasticidades cruzadas de la demanda de ese bien
son todas nulas y que dicho bien o servicio no admite reventa entre consumidores. Se
supone por otra parte que los consumidores con funciones de utilidad U1,U2, ……..Um, han
optimizado su comportamiento, es decir que han resuelto el problema:

Máx UK = UK(X, ZK2,ZK3,…,ZKn) k = 1,2,….,m


XK, ZK2,ZK3,…,ZKn
Sujeto a PX XK+ P2ZK2+P3ZK3+…..+PnZKn= Yk

Puesto que, para los consumidores los precios (PX,P2,P3….,Pn) y el ingreso (YK ; k =
1,2,….,m ) están dados, una vez resuelto el problema (22), las funciones de utilidad UK en el
óptimo quedan en función de los precios y de los ingresos correspondientes, es decir25

UK = UK(PX,P2,P3….,Pn, Yk)

Por otra parte, como resultado de esa optimización se verifica que

∂ UK / ∂ PX = - XK [∂ UK / ∂ Yk]

A esta última expresión se la conoce como identidad de Roy.(26)

(24)
W:J. Baumol, D.F. Bradford, “Optimal departures fron Margial Cost pricing” The American Economic Review , Vol 60,
Junio 1970. M.Boiteux (1956), op.cit. M.S.Feldstein “Distributional Equity an The Optimal Structure os Public Prices”
The American Economic Review, Vol 62, Nº1, marzo 1972. Y. NG, M. Wisser, “Optimal Pricing with Budget Constrint:
the case of Two-part tariff”, Review of Economic Studies, vol 41, julio 1974. R. Rees “Second Best Rules of Public
Pricing”, Economica NS, Vol 35, agosto 1968. J.Wiseman, The Theory of Public Utility Price: An Empty Box”, Oxford
Economic Papers, febrero 1957. Para un análisis crítico de este tipo de enfoques, véase H.Pistonesi, “Precios y Tarifas
de la Energía: un análisis de las propuestas marginalistas”, IDEE, 1986.
(25)
Esto es así ya que, en el óptimo, tanto X como cada una de las ZKj (j = 2,3,…,n) quedan en función de los precios y el
ingreso; por tanto, reemplazando los valores de estas variables en la correspondiente función de utilidad se obtiene la
expresión UK = UK(PX,P2,P3….,Pn, Yk)

33
Con estos elementos, puede plantearse el problema para la búsqueda del precio a aplicar al
monopolio, que se definirá como un apartamiento óptimo del costo marginal y que será un
óptimo de segundo mejor (ya que al apartarse el precio del costo marginal, el óptimo
primero = Óptimo de Pareto, ya no será posible). Si se simboliza con W = W(U1, U2,…….,
Um) a la función de bienestar social, que expresa la importancia de los diferentes miembros
de la sociedad para el regulador, el problema de la determinación del precio del monopolio
puede plantearse de la siguiente manera:

Máx W = W(U1, U2,……., Um)


PX

Sujeto a X PX - C(X) = M

Donde M, que puede ser negativo o nulo, simboliza los fondos públicos que deberá o no
aportar el Estado según que el ingreso del monopolista (X PX) iguale o sea inferior a su
costo total de producción C(X). Entonces, partiendo de la función de Lagrange

L(PX , λ) = W(U1, U2,……., Um) +λ [X PX - C(X) - M]


donde todas las UK y X dependen de PX. Entonces, las condiciones necesarias de óptimo
serán

∂L/ ∂ PX = ∑k [(∂W/ ∂ UK) (∂ UK/∂ PX]+λ {X + PX (∂X/ ∂ PX) – [∂C(X) /∂X] (∂X/∂ PX)} = 0

∂L/ ∂λ = [X PX - C(X) - M] = 0

Entonces, teniendo en cuenta - la identidad de Roy y sustituyéndola en la primera de las


ecuaciones anteriores, donde además se saca factor común X, se obtiene:

- ∑k [XK(∂W/ ∂ UK) (∂ UK / ∂ Yk)] +λ X {1 + (∂X/∂ PX) (PX/X) – [∂C(X)/∂X](1/PX)(∂X/∂ PX) (PX/X) }

Es decir que, haciendo WK = (∂W/ ∂ UK), φK = (∂ UK / ∂ Yk) y εK = -(∂X/∂ PX) (PX/X),


reordenando términos se obtiene

1 – (1/λ) ∑k (XK / X) WK φK = εK [1 – (CMg/ PX)]

Por último, haciendo

RX = ∑k (XK / X) WK φK

se obtiene la expresión final

(26) (PX – CMg) / PX = (1/εK) [1 – (RX /λ)]

que define el apartamiento óptimo del precio PX respecto del costo marginal.
(26)
Esto puede deducirse fácilmente a partir de la función de Lagrange en el óptimo del problema. En efecto, siendo L=
UK(PX,P2,P3….,Pn, Yk) - η [PX XK+ P2ZK2+P3ZK3+…..+PnZKn- Yk], se deduce que
∂L / ∂ PX= ∂ UK / ∂ PX - η XK = 0 y ∂L /∂ Yk = ∂ UK/∂ Yk + η = 0 ⇒ ∂ UK / ∂ PX = -XK ∂ UK/∂ Yk.

34
La interpretación conceptual de la expresión (26) requiere de la clarificación previa del
significado de RX. Dentro de la definición de PX, WK = (∂W/ ∂ UK) puede interpretarse como
la importancia que el regulador atribuye al bienestar del consumidor k; por otra parte, es
claro que φK = (∂ UK / ∂ Yk) representa la utilidad marginal del ingreso para el consumidor k.

Si se admitiera por un momento que el regulador atribuye la misma importancia al bienestar


de los diferentes consumidores, se podría hacer WK = 1 para todo k (k=1,2,….,m) y
entonces se tendría que

(27) RX = ∑k (XK / X) φK
Puesto que (XK / X) expresa la proporción de la cantidad demandada por el consumidor k
respecto de la cantidad demandada total del bien, sí el mismo abasteciera necesidades muy
básicas, la demanda de los más pobres representaría una proporción significativa del total
y los φK correspondientes a esos consumidores serían también muy altos. En cambio si el
bien considerado fuera un bien de lujo, la mayor proporción del mismo sería demandada por
los ricos pero, en ese caso, los φK correspondientes serían muy bajos.

Consecuentemente si el kerosene (Q) fuese demandado principalmente por los


consumidores pobres y la gasolina (G) se utilizara exclusivamente para el transporte
individual de personas, entonces se tendría que
RQ >> RG

Es decir entonces que RX traduce las características distributivas del bien abastecido por el
monopolista.

Por otra parte, λ = Dw* / Dm (donde W* representa el valor óptimo de W) expresa el valor
de escasez o el costo de oportunidad de los fondos públicos (que deberían ser entregados
a la empresa para cubrir el déficit en la situación presentada en la Gráfica 3 (b)).

En consecuencia, el cociente (RX / λ) traduce la contradicción entre las consideraciones


distributivas y el aprecio por los fondos públicos. Además, la presencia del valor absoluto de
la elasticidad precio de la demanda del bien considerado (εK), como divisor en el segundo
miembro de la expresión (26), está indicando que el apartamiento del precio respecto del
costo marginal deberá ser tanto mayor cuanto más inelástica al precio sea la demanda del
mencionado bien.

En el caso particular en que el valor de RX fuese uno, la expresión (26) se reduciría a

(28) (PX – CMg) / PX = h (1 /εK) siendo h = [1 – (1/ λ)] (27)

La relación (28) es conocida dentro de la literatura como regla de Ramsey-Boiteux. A partir


de ella puede interpretarse con claridad la relación entre los apartamientos óptimos del
precio respecto del costo marginal y el valor absoluto de la elasticidad precio de la demanda
del bien. Si, por ejemplo, se considerara el caso de la distribución de electricidad en los
mercados residencial (H) e industrial (I), donde podría admitirse que εH << εI ; suponiendo
(por razones de simplificación) un mismo nivel para el costo marginal de abastecimiento, se
tendría que PH>PI del modo que se muestra en la Gráfica 4.

Obsérvese que h es una función creciente de λ.


(27)

35
Gráfica 4

DI
PH
DH
PI

CMg

XH XI X
Esos precios
estarían determinados de modo que

[PH XH + PI XI] – C(X0) = M siendo XH + XI = X0

La regla de Ramsey-Boiteux ha sido de muy vasta aplicación tanto dentro de la literatura


referida a la determinación de los precios de los servicios públicos, especialmente en la
tarificación eléctrica.

Sin embargo, volviendo a la consideración de las cuestiones distributivas, reflejadas en RX,


debería plantearse la pregunta de cuál es el significado de suponer que

(29) RX = 1

es decir, de utilizar la difundida regla de Ramsey-Boiteux en lugar de la expresión (26)?


Puesto que RX = RX = ∑k (XK / X) WK φK (siendo ∑k (XK / X)), la hipótesis (29) implica que

(30) WK φK = 1 ∀ k = 1,2,……,m

Pero, en tal caso, sería

(31) WK = (1 / φK )

Puesto que el valor de φK es mucho mayor para los consumidores pobres que para los ricos,
la expresión (31) estaría indicando que si se utilizara la regla de Ramsey-Boiteux para
determinar el precio del bien (por ejemplo, electricidad) ello significaría que el regulador
estaría atribuyendo mayor importancia al bienestar de los consumidores ricos en detrimento
de los pobres.

Puede afirmarse entonces que, desde el punto de vista distributivo, la regla Ramsey-Boiteux
tiene carácter regresivo. Para recuperar la consideración de las cuestiones distributivas hay
que volver a la expresión (26), donde RX toma en general valores distintos de la unidad. Así,
por ejemplo, si el regulador atribuyera la misma importancia al bienestar de todos los
consumidores, es decir si WK = 1 para todo k, el valor de RX traduciría únicamente las
características distributivas del bien considerado. Esto es, si se trata o no de un bien que
abastece necesidades básicas.

A fin de ejemplificar lo expresado, considérese un monopolio que abastece electricidad y


que pretende determinar las tarifas para el sector residencial considerando dos grupos de
36
consumidores: de aquellos que utilizan ese energético únicamente para usos considerados
socialmente como básicos (GB) y de los que utilizan la mayor parte de la electricidad en
usos que pueden ser considerados como suntuarios (GS) (28). Sean XB y XS
respectivamente las cantidades demandadas de electricidad de los grupos GB y GS.

Se trata entonces de determinar las tarifas eléctricas para uno y otro grupo de
consumidores, atendiendo al mismo tiempo que la presencia de rendimientos crecientes a
escala hacen que sea necesario que tales precios se aparten del Costo Marginal de
producción de modo tal que se atienda a la restricción financiera.

En tal caso, el problema de determinación de las tarifas del monopolio eléctrico para el
mercado residencial así conformado podría plantearse del siguiente modo:

Máx W = W(U1B, U2B,……., UrB, U1S, U2S, …, UqS)

PXB, PXS

Sujeto a XB PXB + XS PXS - C(X) = M

Siendo XB + XS = X

La solución de este problema arroja dos expresiones semejantes a la relación (26), es decir

(PXB – CMg) / PXB = (1/εKB) [1 – (RXB /λ)]

(34) PXS – CMg / PXS = (1/εXB) [1 – (RXS//λ)]


donde
RXB = ∑k (XKB / XB) WKB φKB

RXBS = ∑k (XKS / XS) WKS φKS

De acuerdo con la caracterización de los grupos de consumidores GB y GS, es evidente que

RXB >> RXS

En consecuencia, para un nivel dado de λ,

(1 – [RXB/λ]) << (1 – [RXS/λ])

de modo tal que, si se considera un nivel aproximadamente constante para el Costo


Marginal en el entorno del nivel de abastecimiento total al mercado residencial, podría
representarse gráficamente la situación que traducen las expresiones (32) y (34) del modo
que se representa en -la Gráfica 5.

(28)
A fin de simplificar el tratamiento matemático se supone que este último grupo utiliza la electricidad exclusivamente en
usos suntuarios.
37
Gráfica 5

PXS

DS
CMg

PXB
DB

XB XS

Es claro que PXB podría situarse tanto por encima como por debajo del CMg; pero no cabe
duda acerca de que el mayor peso de contribución para cubrir la restricción financiera habrá
de recaer sobre los consumidores del Grupo GS. Esto sería así, aún admitiendo que el
bienestar de todos los consumidores tendría el mismo peso para el regulador, es decir,

WBk = WSh = 1

d) Planteo más general de las soluciones de “Segundo Mejor”

Los resultados obtenidos en la sección anterior han sido deducidos dentro de condiciones
extremadamente simplificadas. En particular se consideró que la actividad controlada por el
monopolio ofrece un solo bien y que las elasticidades cruzadas de dicho bien son todas
nulas.

Si se admitiera en cambio que el monopolista ofrece dos tipos de bienes (Vgr. Electricidad y
Gas Natural) que están relacionados en demanda (elasticidades cruzadas no nulas), la
forma de las soluciones obtenidas previamente sería mucho más compleja.

En efecto, si se mantienen los demás supuestos (competencia perfecta en todos los


mercados de bienes y recursos) y se considera la situación en la que el monopolio oferta
dos bienes (en condiciones tales que la función de costos fuera subaditiva) cuyas
cantidades se representan por X1 y X2, entonces, el problema que enfrenta el regulador en
la determinación de los precios de ambos bienes podría plantearse de la siguiente manera:

Máx. W = W (U1 ... Um)


P1, P2

Sujeto a X1 P1 + X2 P2 - C (X1 X2) = M

En tal caso la forma de las soluciones sería la siguiente:

(35) [(P1-CMg1) / P1] = [ε1 (1 – R1 / λ) + δ21 (1 – R2 / λ) ] / [ ε1 ε2 - δ12 δ21 ]

(36) [(P2-CMg2) / P2] = [ε2 (1 – R2 / λ) + δ12 (1 – R1 / λ) ] / [ ε1 ε2 - δ12 δ21 ]

38
donde:

• E1 y E2 son los valores absolutos de las elasticidades precio de los bienes 1 y 2


respectivamente

• δ12 = ε21 P1 X1, siendo ε21 la elasticidad cruzada de la demanda del


P2 X2 bien 2 respecto del precio del bien 1

• δ21 = ε12 P2 X2, siendo ε12 la elasticidad cruzada de la demanda del


P1 X1 bien 1 respecto del precio del bien 2

Del análisis de las expresiones (35) y (36) se desprende que:

i) Si δ12 y δ21 fuesen nulas (es decir que los bienes 1 y 2 no tienen relación en
demanda) tales expresiones tendrían la forma de la relación (26)

ii) Si sólo se relaja el supuesto de elasticidades cruzadas nulas, la utilidad de las


soluciones de “segundo mejor” se reduce considerablemente debido a mayor
complejidad a los fines de la aplicación práctica. Resulta poco probable en la
práctica concreta que el regulador tenga la información suficiente para estimar ε1 , ε2,
ε12 y ε21.

e) El abandono del supuesto de contexto competitivo

Es claro que la validez de la superioridad de las soluciones regulatorias basadas en el


criterio del Costo Marginal está fundada en el supuesto según el cual los monopolios
naturales cuyos precios deben ser regulados se desenvuelven en un contexto en el cual
todos los demás mercados de bienes y recursos funcionan de acuerdo con el modelo de la
competencia perfecta.

Teniendo en cuenta la fuerte y creciente oligopolización de los mercados que se observa en


las economías concretas, aquel supuesto resulta poco funcional a la búsqueda de
soluciones prácticas concretas para orientar la acción de los entes reguladores de las
empresas de servicios públicos.

Sin embargo, con la eliminación de aquel supuesto se desvanece la pretensión de hacer


depender los criterios de determinación de los precios de las actividades reguladas de la
promoción de la asignación eficiente de los recursos.

De tal forma, el uso de los criterios basados en el costo marginal se vuelven mucho más
controversiales. Ya no se podría hablar de asignación eficiente de los recursos, tampoco
podría afirmarse que el uso de ese criterio asegura que el abastecimiento de los bienes
sujetos a regulación se realice en función de condiciones de eficiencia asignativa. Por otra
parte, es claro que en la realidad concreta, la protección de los intereses de los
consumidores está mucho más vinculada con la eficiencia productiva de las empresas
reguladas y con la distribución de las mejoras de productividad entre esas empresas y sus
clientes, que con la eficiencia asignativa, que tiene un carácter mucho más etéreo y una
fuerte dependencia de un modelo teórico altamente restrictivo.

Dentro de la literatura más reciente en materia de regulación se abren dos vías de


superación de ese enfoque tradicional de la Teoría Económica del Bienestar. Por una parte,
la Teoría de los Mercados Disputables que pretende generalizar los resultados basados en
el modelo de competencia perfecta a la situación en que se admite la existencia de
39
rendimientos crecientes a escala, enfatizando la importancia de la competencia potencial
(tema que se desarrollará en el próximo capítulo). Por otra parte, se ha puesto especial
énfasis en la regulación por incentivos, cuya principal preocupación es la eficiencia
productiva y la transferencia de sus mejoras a los clientes de las empresas reguladas.
Dentro de esta misma línea pueden incluirse las propuestas de considerar la competencia
por el mercado cuando la competencia en el mercado no resulta viable, sobre todo debido a
existencia de monopolios naturales (se volverá sobre estos temas en el Capítulo V).

40
Anexo al Capítulo III: Los Costos Económicos en las Industrias Energéticas

1. Introducción

Las transformaciones introducidas en la organización y funcionamiento de las industrias


energéticas han implicado cambios sustanciales en la naturaleza de los procesos de decisión
relativos a la operación y a las inversiones de expansión de los sistemas y, con ello, en el rol
desempeñado por el Estado en la planificación o coordinación de ese tipo de decisiones.

La separación de los roles empresariales y regulatorios en la esfera pública junto con la


creciente presencia de actores privados (o de actores públicos de derecho privado), ha dado
lugar a procesos mucho más descentralizados para las decisiones de inversión. Por otra
parte, la aceptación de modelos regulatorios que enfatizan la posibilidad y conveniencia de
introducir mecanismos competitivos en ciertos eslabones de las cadenas energéticas, han
ampliado el ámbito de esas decisiones descentralizadas al plano de la fijación de los precios
de los energéticos.

En consecuencia, dentro de las nuevas condiciones, la naturaleza y el rol de la planificación


energética, como instrumento privilegiado para la coordinación de la asignación de recursos
dentro de los sistemas energéticos, debe cambiar considerablemente.

Pero, más allá de la naturaleza de esos cambios en las modalidades de la planificación


sectorial, es claro que, dadas las características específicas de las industrias energéticas (29),
resulta imprescindible que el Estado mantenga sus acciones tendientes a orientar y coordinar
la asignación de recursos en el sistema energético, complementado a los mecanismos de
mercado y a las decisiones descentralizadas de los actores empresarios (públicos o privados)
en función de los intereses globales nacionales.

No cabe duda que las mencionadas características hacen que las condiciones de
funcionamiento de los mecanismos de mercado se alejen considerablemente de las
correspondientes al modelo ideal de la competencia perfecta. En consecuencia, resulta muy
poco probable que las señales de precios reflejen de modo adecuado los costos sociales de
oportunidad de los diferentes recursos energéticos, y es por ello que se requiere de una acción
complementaria del Estado, tanto para orientar la asignación de los recursos como para
proteger los legítimos intereses de la población.

En ambos planos, el conocimiento de los costos económicos de producción en los diferentes


eslabones que integran las cadenas energéticas constituye un elemento esencial para definir
instrumentos de política energética compatibles con aquella función de orientación y
coordinación e incluso, con las acciones supletorias que el Estado debe realizar para asegurar
el suministro energético.

2. Costos estimados en base a precios de mercado o a precios de cuenta

Una vez admitida la necesidad de proceder a la estimación de los costos económicos de las
actividades productivas energéticas como instrumento de la planificación integral del sector, se
plantea el interrogante referido a si tales costos deben ser calculados en base a precios de
cuenta o a precios de mercado de todos los recursos insumidos en dichas actividades.

(29) Entre tales características se destacan: la alta intensidad de capital y lenta maduración de las inversiones; el carácter
esencial de la energía para las actividades productivas y la calidad de vida de la población, lo que convierte a la
seguridad del suministro en un elemento estratégico; el uso de recursos naturales de propiedad social; la presencia
predominante de oligopolios y monopolios naturales; los fuertes impactos ambientales del sector. A todos estos aspectos
se agrega en algunos países como Colombia la fuerte influencia del sector energético en el desempeño de la economía
nacional, tanto por su impacto en el nivel de actividad como por el aporte de divisas.
41
La necesidad de recurrir a los precios de cuenta resulta del reconocimiento de que las
condiciones de funcionamiento de los mercados concretos muestran serios apartamientos de
las correspondientes al modelo ideal de la competencia perfecta que, dentro de ciertos
supuestos, conduce a precios de eficiencia económica compatible con el óptimo global en la
asignación de los recursos de que dispone una sociedad.

Es ampliamente conocido que, de acuerdo con el modelo teórico neoclásico, tales precios son
coincidentes con los costos marginales de oportunidad y reflejan la escasez relativa de los
diferentes recursos productivos y, por tanto, de los bienes que con ellos se producen.

Sin embargo, en la práctica resulta imposible “reconstruir” ese conjunto de precios de


eficiencia. Es por ello que en la literatura referida a los métodos (de Costo-Beneficio) para la
evaluación económica de proyectos se proponen diferentes aproximaciones a aquellos precios
de cuenta. Los métodos más recomendados para el cálculo de esos precios de cuenta se
basan en el uso de los precios de frontera, de manera directa para los bienes comercializables
y de modo indirecto para aquellos que no lo son.

Este enfoque parte de suponer, de modo más o menos explícito, que los precios
internacionales constituyen una buena aproximación a los precios de eficiencia o que, en todo
caso se determinan en condiciones más cercanas a las del modelo ideal de la competencia
perfecta que los que resultan de los mercados internos de los países en desarrollo afectados
por múltiples interferencias y distorsiones de toda naturaleza.

Es claro que escapa al alcance de estas notas realizar un análisis pormenorizado de este tipo
de metodologías de determinación de precios de cuenta, que incluso se han planteado como
base la determinación de los precios de las diferentes fuentes de energía en los países de
desarrollo desde una perspectiva sectorial integrada (30).

Lo que interesa discutir aquí son los fundamentos mismos de ese tipo de metodologías. En
primer lugar es importante señalar que un procedimiento riguroso para la determinación de los
precios de cuenta para una economía dada requeriría de la existencia de una función social de
bienestar y de un conjunto de restricciones ligadas con las funciones de producción y la
disponibilidad de los recursos (31). Es evidente que, si fuera posible la definición de esa función
social de bienestar ello requeriría del uso de juicios de valor acerca del bienestar relativo de los
componentes de la sociedad (afectando o no la distribución de la riqueza). También es obvio
que cualquier modificación que se introduzca en esa función o en la definición de las
restricciones, implicaría un cambio en los precios de cuenta o de eficiencia resultantes. Esto
significa que la noción de “asignación eficiente de los recursos” tiene un carácter
esencialmente político (debido a esos juicios de valor) y guarda una fuerte dependencia de las
condiciones internas de producción y de la dotación de recursos a nivel nacional.

Aún cuando la realización de un ejercicio de este tipo resulta prácticamente imposible debido a
la gran complejidad política y técnica, la sola enunciación de las características de su planteo
pone en evidencia el verdadero significado de ese tipo de precios.

En segundo término, es importante remarcar que resulta muy difícil compatibilizar la


metodología de estimación de los precios de cuenta basada en el uso de los precios de
frontera con el fundamento teórico provisto por la teoría neoclásica del equilibrio general o con
el tipo de óptimo planteado precedentemente. Dicha compatibilidad supone poder demostrar
que los precios internacionales constituyen una aproximación aceptable a los “precios de

30
( ) Véase por ejemplo M. Munasinghe, "An Integrated Framework for Energy Pricing in Developing Countries". The Energy
Journal, Vol. 1 Nº 3, 1980. Una exposición más detallada sobre el uso de los precios de frontera para la determinación de
los precios de los energéticos está contenida en H. Pistonesi "Precios y tarifas de la energía. Un análisis de las
propuestas marginalistas", IDEE, 1987.
31
( ) Además todas esas funciones deben tener forma matemáticamente apropiadas de concavidad y convexidad.
42
eficiencia” del modelo ideal de la competencia perfecta. Esto a su vez implica la total
integración y ausencia de fenómenos de poder en los mercados mundiales e, indirectamente,
la total apertura de las economías nacionales.

Sin embargo, esta imagen contrasta notablemente con la presencia predominante de


estructuras oligopólicas u oligopsónicas y de precios que en muchos casos incluyen beneficios
supernormales bajo la forma de rentas o cuasirentas de carácter monopólico. En función de
ello, la posibilidad de reconciliar los precios de cuenta derivados de este tipo de métodos no
parece tener fundamentos serios.

En tercer término, los precios internacionales tienden a reflejar condiciones de producción o de


dotación de recursos y de demanda (patrones de consumo y distribución del ingreso) que
difícilmente habrán de corresponderse con las condiciones imperantes en una economía en
vías de desarrollo y por tanto no resulta claro en qué sentido puede considerarse que los
precios de cuenta definidos en función de esta metodología habrán de constituir señales más
adecuadas para la asignación de los recursos a nivel nacional.

No cabe duda que las crecientes tendencias hacia la globalización de los mercados ha
provocado un progresivo acercamiento de los precios internos de los bienes comercializables a
los precios de frontera. Sin embargo, es claro que este fenómeno de globalización es
impulsado simultáneamente por los grandes grupos económicos transnacionales que, a través
de ese fenómeno, pueden optimizar sus operaciones sobre el espacio mundial, y por el auge
de las políticas neoliberales impulsadas por los gobiernos nacionales.

Sin embargo, ello no significa que estas tendencias habrán de ser beneficiosas para los países
en vías de desarrollo.

También es cierto que, dentro de ese contexto de creciente globalización resulta de particular
importancia la comparación de los costos internos de producción (calculados en base a los
precios de los mercados domésticos) con los precios de frontera a fin de examinar el grado de
competitividad de bienes producidos internamente. Pero, esto significa que los precios de
frontera constituyen variables que deben ser tomadas en cuenta como indicadores de
referencia, pero que los elementos fundamentales para reflejar las condiciones de producción y
las dotaciones relativas de recursos a nivel interno (así como las características de la demanda
social y la distribución del ingreso) viene dada por los precios domésticos. Es claro que estos
últimos están afectados por una serie de “imperfecciones” e interferencias pero, tampoco
podría afirmarse válidamente que los precios internacionales están totalmente libres de dichas
imperfecciones.

En suma, dada la naturaleza del problema resulta totalmente imposible demostrar la


superioridad de cualquier solución para la búsqueda de precios de cuenta que permitan inducir
una asignación “eficiente” de los recursos , especialmente si además se tiene en cuenta que
esa noción encierra necesariamente el uso de juicios de valor.

En función de ello parece más importante, desde la perspectiva de comparaciones de costos


en términos relativos, que en el cálculo de dichos costos se adopten criterios metodológicos
razonablemente uniformes que esta discusión acerca de la utilización de precios del mercado
interno o ese tipo de precios de cuenta, que además suponen otra serie de dificultades en sus
procedimientos concretos de estimación (32).

En consecuencia parece preferible optar por el uso de los precios de mercado, apelando a los
precios de importación únicamente cuando constituyan un costo efectivo, ya sea dentro del

32
( ) La clasificación de los bienes en comercializables o no; la necesidad de recurrir a matrices de tipo insumo-producto para
los bienes no comercializables; de trabajo, etc., las dificultades relativas a la segmentación del mercado.
43
horizonte adoptado para el cálculo de costos o en un plazo mayor si resulta necesario para
considerar el punto temporal de agotamiento de la disponibilidad interna de recursos no
renovables.

Sin embargo, en el caso de los energéticos que sean claramente comercializables resulta
importante determinar los precios de frontera que sean relevantes, tanto por su significación
como costos de oportunidad a nivel macroeconómico-empresario, como para examinar el
grado de competitividad de las correspondientes actividades productivas desde la perspectiva
sectorial global.

3. Costos económicos medios y marginales. Corto y largo plazo

El costo económico total de un bien puede definirse teóricamente como el agregado del valor
de todos los recursos indispensables para su producción evaluados en función de su costo
social de oportunidad.

Las principales dificultades para el cálculo de costos económicos totales que respondan a esta
definición se relacionan con la forma de determinar cuáles son los recursos indispensables
para un determinado nivel de producción (aspecto ligado con la eficiencia productiva) y con la
posibilidad de establecer el costo social de oportunidad de tales recursos (cuestión que se
vincula con el conocimiento de una función social de bienestar, con la tecnología utilizada y
con la dotación del conjunto de recursos requeridos para la producción).

El primer tipo de problemas puede resolverse razonablemente apelando a la consideración de


patrones estándar para el uso de los recursos en función de una técnica determinada de
producción.

En cambio, el segundo tipo de dificultades tiene un carácter mucho más complejo y no resulta
posible darle una solución completamente satisfactoria en la práctica. En primer lugar porque
cuando se abandonan los supuestos teóricos (contradictorios con las condiciones concretas)
que permitan equiparar los costos de oportunidad microeconómicos con los correspondientes
al nivel global, no pueden utilizarse lícitamente los primeros como una adecuada indicación de
los segundos. Por otra parte, ya se han discutido en la sección anterior los problemas
insalvables que supone la reconstrucción de los precios de eficiencia para bienes y recursos.

Pero, más allá de estas dificultades lo que importa discutir aquí es el tipo de costos
económicos (medio o marginal, de corto plazo o de largo plazo) que resulta pertinente en
función de las acciones de orientación y coordinación de la asignación de recursos en el sector
por parte de las autoridades públicas.

De acuerdo con la teoría microeconómica neoclásica es conocido el resultado según el cual la


asignación eficiente de los recursos requiere que en todas las actividades productivas se
igualen los costos marginales con los precios.

Pero esa condición equivale a requerir la existencia de competencia perfecta en todos los
mercados o a un comportamiento igual al de un competidor atomizado en aquellos casos
donde no se verifique la condición de competencia perfecta.

Dadas las características de funcionamiento de los mercados en las economías concretas, que
se apartan de modo muy significativo de aquel modelo ideal resulta muy difícil sostener
válidamente la superioridad del costo marginal como indicador para orientar la asignación de
los recursos. Por otra parte, las soluciones que se derivan de la teoría del “segundo mejor”
que intentan deducir apartamientos óptimos a partir del costo marginal, además de adoptar
formas extremadamente complejas, si se pretende incorporar al menos los elementos más
44
relevantes del comportamiento concreto de los mercados, suponen problemas metodológicos
vinculados con cierta circularidad en el planteo (33).

Desde una perspectiva teóricamente rigurosa, la preponderancia del costo marginal como
indicador de costo económico se deriva de los desarrollos teóricos referidos previamente. Sin
embargo, en ciertas cadenas productivas (especialmente en el caso de la electricidad) es usual
recurrir a modelos de equilibrio parcial, traducidos bajo la forma de modelos de optimización
(usualmente de programación lineal), ya sea para la operación (despacho económico de
cargas) y/o para la expansión del sistema (plan de equipamiento), que proveen precios de
cuenta asociados a las soluciones óptimas. Tales precios de cuenta pueden ser interpretados
como costos marginales de corto (optimización de la operación) o de largo plazo (optimización
de la expansión), cuyos niveles habrán de depender, como es sabido, de la naturaleza de la
función objetivo utilizada, de la forma de establecer las restricciones del problema y de los
parámetros de contorno que se toman como datos (por ejemplo, los precios de los recursos
utilizados en el proceso que se pretende optimizar).

Más allá de la forma de plantear la función objetivo y las restricciones en ese tipo de modelos
es claro que el carácter parcial de los mismos no garantizan que esos precios de cuenta o
costos marginales constituyen necesariamente una solución superior desde el punto de vista
de la asignación “eficiente” de los recursos, ya que las condiciones de contorno contienen
precios que no pueden ser calificados como precios de “eficiencia”.

Por otra parte, es sabido que en presencia de rendimientos crecientes a escala, el criterio del
costo marginal no asegura la viabilidad financiera de las unidades productivas ya que, al
situarse dicho costo debajo del costo medio correspondiente no permite que se puedan
recuperar todos los costos que supone la actividad productiva que tenga ese tipo de
características.

En consecuencia, la consideración de los costos marginales en tales circunstancias requiere la


definición de ajustes que permitan asegurar la viabilidad financiera de las empresas que se
desenvuelven en la industria (34).

Es claro que la consideración de los costos medios como indicadores de costo económico
evita esta última dificultad y tiene la ventaja de reflejar el nivel del costo de abastecimiento
incluyendo la totalidad de los elementos que componen el costo total y no solamente aquellos
que corresponden a las variaciones en el margen. Sin embargo, desde la perspectiva de la
toma de decisiones esto último es más un inconveniente que una ventaja ya que para tales
decisiones importan mucho más los costos que tienen el carácter de evitables que aquellos
que tienen la condición de costos hundidos.

Por otra parte, los costos marginales tienen la ventaja de facilitar la incorporación de las
condiciones estándar (de eficiencia productiva) en su cálculo.

En suma, cuando se abandonan los supuestos propios del modelo teórico neoclásico (que son
claramente contradictorios con la realidad) no resulta posible postular que una noción de costo
(medios o marginales) posee una clara superioridad sobre la otra como indicador de costo
económico dirigido a la finalidad planteada (ayudar en las funciones de orientación y de
coordinación que debe realizar la autoridad pública).

33
( ) Una discusión más detallada de todas estas cuestiones puede encontrarse en H. Pistonesi "Precios y tarifas de la
energía. Un análisis de ls propuestas marginalistas", IDEE, 1987.
34
( ) En el plano teórico este es uno de los problemas más simples de la aplicación de la Teoría del "segundo mejor" que da
lugar, en condiciones muy simplificadas a la conocida regla de la inversa del valor absoluto de la elasticidad (Véase H.
Pistonesi, op. cit.).
45
Pero, incluso dentro de las hipótesis de aquel modelo teórico se dan situaciones (de demanda
y costo) en las que el uso del costo medio como indicador de costo económico (para la
determinación del nivel de precios) puede ser casi indiferente o aún preferible a la solución de
costo marginal (35).

De cualquier modo y tal como se mostrará en la próxima sección, las fórmulas que usualmente
se proponen en la práctica para la estimación de costos constituyen esencialmente una
especie de híbrido entre las nociones de costo medio y costo marginal. En consecuencia, lo
que resulta de particular importancia es el que los procedimientos que se empleen en el
cálculo de los costos económicos respondan a criterios teórico-metodológicos razonablemente
uniformes.

La otra discusión que se plantea con relación a la determinación de tales criterios se relaciona
con el horizonte temporal considerado como relevante, es decir, la elección entre nociones de
costo de corto o de largo plazo.

Desde una perspectiva estrictamente teórica (atendiendo siempre al modelo económico


neoclásico de asignación de los recursos), el indicador relevante para la “eficiencia asignativa”
es siempre el costo marginal de corto plazo (CMCP). En efecto, en una situación de equilibrio
de largo plazo (capacidad instalada plenamente ocupada), el costo marginal de largo plazo
(CMLP) provee una señal adecuada pero, en tal caso, su nivel es coincidente con el CMCP.
En situaciones de desequilibrio (exceso o faltante de capacidad) el CMCP representa de modo
más adecuado que el CMLP el costo de oportunidad de proveer una unidad adicional de
producción. En el caso de sobre capacidad, el CMCP es menor que el CMLP e indica que el
costo de oportunidad de abastecer una cantidad adicional de demanda está representada por
el incremento en los costos variables de producción (los costos fijos de capacidad son costos
inevitables). Cuando existe faltante de capacidad el CMCP es mayor que el CMLP y señala un
nivel de precio de racionamiento.

Este tipo de situaciones se ejemplifican en los gráficos siguientes en los casos de rendimientos
constantes (figura 1.a) y crecientes (figura 1.b) a escala (36)

35
( ) W. Teplitz-Sembitzky "Electricity Pricing: Conventional Views and New Concepts", World Bank, Energy Series Paper Nº
52, págs. 20-23.
36
( ) Estos ejemplos gráficos corresponden a una función de costo total de largo plazo del tipo
C(X) = cX + k(X).X
donde k(X) es una función continua que indica el nivel unitario del costo de capacidad, que, en principio, es variable con
el nivel de capacidad. Si se designa con k ’(X) a la derivada de k(X) con respecto a X, la expresión CMLP sería
CMLP = c + k(X) + k '(X).X
según que k ’(X) sea menor, igual o mayor que cero, se tendrán respectivamente las situaciones de rendimientos
crecientes (Figura 1.b), constantes (Figura 1.a) o decrecientes a escala.
En el corto plazo estando la capacidad está fijada en el nivel X se tendrá que k ( X ). X = k 0 en la función de costo
total, de modo tal que el CMCP será

⎡c si X ≤ X
CMCP = ⎢
⎣ p si X > X
(W. Teplitz-Sembitzky, op. cit. págs. 25 a 28).
46
Figura 1

a) Rendimientos constantes b) Rendimientos crecientes


Costos CPCP CMCP Costos CMCP

P3

D3
D3
P2=c+k CMLP=CPLP
CPLP

C D2 C CMLP

D1 D1 D2

X X X X

Obsérvese que cuando existe sobrecapacidad, el CMCP no permite la cobertura de todos los
costos.

Pero en tal caso, aún cuando el grado de cobertura es mayor, ello tampoco es asegurado por
el CMLP (igual al costo medio de largo plazo (CPLP)); en el caso de rendimientos constantes a
escala) esa cobertura sólo estaría asegurada por el costo medio de corto plazo (CPCP).

Lo mismo ocurriría con el CMCP (= CMLP) aún en el caso en que exista un equilibrio de largo
plazo, si la función de costos presenta rendimientos crecientes a escala (k’(X)<0). En este
caso, el CPLP (= CPCP) sí cumpliría con esa condición.

Cuando se dan situaciones de racionamiento, el uso del CMCP implicaría un excedente sobre
la cobertura del costo.

La defensa del criterio del costo marginal de largo plazo está fundada esencialmente en el
hecho de que permite evitar las marcadas oscilaciones que suele presentar el CMCP,
proporcionando a los consumidores una señal más estable en un horizonte de mediano y largo
plazo, lo que contribuiría a disminuir la incertidumbre en sus decisiones (elección de fuentes, e
inversiones de equipamiento) (37).

Desde la perspectiva de la finalidad planteada en estas notas (proveer indicadores de costo


económico que sirvan a la función de orientación y coordinación de las decisiones de
inversión) este último argumento reviste particular importancia.

Si por otra parte se tiene en cuenta que las dificultades teórico-metodológicas para sostener
válidamente la superioridad del uso del CMCP en el marco de las condiciones concretas de
funcionamiento de los mercados, ese argumento tiene un peso definitivo. En función de ello,
en las secciones siguientes, se abortarán las cuestiones relativas a la especificación de los
costos incrementales promedio de largo plazo que se utilizará como propuesta de tipo general.

4. Los costos de largo plazo y las indivisibilidades del proceso de inversión

En términos generales, las indivisibilidades propias del proceso de expansión de capacidad en


cualquier actividad productiva, supone discontinuidades y cambios de forma en las funciones

37
( ) Esta opinión es sostenida por la escuela francesa sobre el principio del costo marginal para la tarificación en el caso de la
electricidad y por otros autores como M. Munasinghe y G. Schramm (M. Munasinghe, G. Schramm "Energy Economics ,
Demand Management and Conservation Policy", N.Y. 1987).
47
de costo total. Dependiendo de las tecnologías disponibles y de la magnitud de las variaciones
relativas de la demanda, tales indivisibilidades pueden ser más o menos pronunciadas. De
cualquier modo, en las situaciones concretas, esas discontinuidades hacen que las funciones
de costo disten de tener las formas estilizadas que se presentan en los desarrollos teóricos,
fundados generalmente en el análisis de tipo estático y/o en funciones de costo continuas y
diferenciables. En consecuencia, cuando se abandona el análisis de corto plazo y se
introducen las consideraciones temporales, el cálculo de las nociones teóricas de costo sólo
pueden realizarse de manera aproximada y son variados los procedimientos que pueden
proponerse para realizar esa aproximación.

La función de costo total de largo plazo puede formularse en términos estáticos del siguiente
modo:

(1) C = f (X, k) + g (k)

donde x indica el nivel de producción y k el nivel de capacidad. Para cada k fijo se tendrá una
función de costo total de corto plazo. Con k variable, la expresión (1) define una familia de
curvas de costo total y si f y g son funciones continuas, la función de Costo Total de Largo
Plazo (CTLP), expresada dependiendo únicamente del nivel de producción, puede obtenerse
hallando la envolvente a aquella familia de curvas. Es decir:

(2) C = h (X)

siendo h(x) la envolvente de la familia de funciones (1).

En tal caso,

h (X)
(3) CPLP =
X

es el Costo Medio de Largo Plazo y

d h (X)
(3) CMLP =
dX

es el Costo Marginal de Largo Plazo.

Puesto que la variable k está afectada por las indivisibilidades propias del proceso de
inversión, en las situaciones concretas la expresión (1) puede convertirse en funciones como la
siguiente:

⎧c0 X + b0 k 0 si X ≤ k 0

(4) C = ⎨c1 X + b1 k 1 si k 0 < X ≤ k 1
⎪c X + b k si k 1 < X ≤ k 2
⎩ 2 2 2

Si en (4) se supone que la industria presenta rendimientos constantes a escala

48
(c0 = c1 = c2 = c; b0 = b1 = b2 = b) y que el sistema productivo trabaja siempre a capacidad
plena, entonces se tendría la imagen que se presenta en la Figura 2.

Figura 2

Costos
CMCP0 CMCP1 CMCP2
CPCP0

D0 CPCP1 D1 CPCP2 D2

A B C
b+c
CPLP=CMLP

Producción
ko k1 k2

En la Figura 2, el Costo Marginal de Corto Plazo representa el precio de racionamiento en los


puntos A, B y C. Tal como puede verse, en esos puntos CPCPi=CMCPi= CPLP=CMLP (i = 0,
1 ,2), donde los dos últimos términos de la igualdad constituyen las aproximaciones a los
costos medio y marginal de largo plazo.

En efecto, el Costo Medio de Largo Plazo podría definirse del siguiente modo:

C bki
(5) CPLP = =c+ = c+b
X X

ya que X = k0, k1, k2 y el Costo Marginal de Largo Plazo sería:

∆C c ( k 1 - k 0 )+ b ( k 1 - k 0 ) c ( k2 - k1 ) + b ( k2 - k1 )
(6) CMLP = = = = c + b
∆X k1 - k0 k2 - k1
Fuera de esas condiciones muy particulares (rendimientos constantes y permanente equilibrio)
esas cuatro nociones de costo no serán coincidentes en su valor y se plantea tanto el
problema de discernir cuál de ellas constituye el indicador más adecuado para medir el costo
económico de la producción como la dificultad de definir las aproximaciones a los costos de
largo plazo.

Entre los sostenedores del enfoque neoclásico, existen diferentes posiciones acerca de cuál de
las dos nociones de costo marginal (de corto o de largo plazo) constituye un mejor indicador
del precio de oferta. Esta discusión cobra especial importancia dentro de la literatura relativa a
la economía de la industria eléctrica (38).

38
( ) Ver W. Teplitz-Sembitzky "Electricity pricing: conventional views and New Concepts". The World Bank Industry and
Energy Department, Energy Series Paper Nº 52, 1992.
49
En esencia esas diferencias de posición se relacionan con la aptitud comparativa del CMLP
con el CMCP para promover la asignación eficiente de los recursos y con la deseabilidad o no
de reflejar en los precios señales más o menos estables de costo.

Cuando se introducen las consideraciones de tiempo (análisis dinámico), los problemas de


aproximación a las nociones de costo de largo plazo resultan aún más complejas. En efecto,
además de los problemas de discontinuidad ya planteados, resulta necesario definir el
horizonte temporal sobre el que se deben calcular los costos, precisar los incrementos de
costos a considerar con relación a las variaciones en la producción, determinar la forma de
reflejar los costos de capital, etc.

Es por todo esto que no existe dentro de la literatura económica un consenso sobre el
procedimiento más adecuado para aproximar el concepto de CMLP, aún partiendo del acuerdo
de que el costo marginal (de corto o de largo plazo) constituye el mejor indicador de costo
económico.

5. Diferentes métodos para aproximar el CMLP

En términos generales, la aproximación del CMLP se realiza en función de una demanda


futura prevista sobre un horizonte de tiempo relativamente prolongado (10 o 15 años).

Un primer problema que se presenta en la estimación del CMLP se relaciona con la forma de
considerar los incrementos de la demanda. Los incrementos pueden tomarse sobre la base de
un desplazamiento marginal de la demanda prevista, que se toma como punto de referencia o
como variaciones sobre esta última. En la Figura 3 se muestran estas dos maneras de definir
tales incrementos.

50
Figura 3
Capacidad = g(D’)
Capacidad Capacidad = f (D)
Demanda D+ ∆D=D’

D’t1

Dt1
∆D*1 = Dt1 –Dt0

Dt0

t0 t1 Años

En el caso en que los incrementos de demanda (y sus correlativas variaciones en la capacidad


de producción) se calculan sobre la base de un desplazamiento de la demanda de referencia
prevista, el enfoque aparece como más dinámico y más cercano al concepto de marginalidad
puesto que pueden considerarse variaciones hipotéticas relativamente pequeñas.

En la Figura 2, ese tipo de variaciones está representado para el tiempo t, siendo ∆D1 = D’t1 –
Dt1. El otro enfoque (más estático) plantea considerar los incrementos “efectivos” sobre la
curva D, entre dos puntos en el tiempo (por ejemplo ∆D*1 = Dt1 – Dt0).

En el primer caso, el incremento de costo puede ser considerado como resultante del
adelantamiento de las inversiones en capacidad para satisfacer el incremento marginal de
demanda D´t1 – Dt1 .

La aproximación al CMLP en este caso puede obtenerse tomando el promedio actualizado de


una muestra de incrementos en el tiempo (y en el espacio si éste fuera relevante).

Así por ejemplo, si solo se considerara el costo incremental en t = t1 y se designara


respectivamente con C1 y C’1 a los costos correspondientes al abastecimiento de las
demandas D y D’ en t1, entonces la aproximación al CMLP, evaluada en to sería (Figura 3):

(C ′ - C) (1+ i )-( t 1-t 0 ) C′ - C


(7) CML P0 = -( t 1- t O )
=
( X D ′ - X D )(1+ i ) X1- XO

donde X representa el nivel de producción. Si se consideraran diferentes puntos en el tiempo,


la expresión (7) se convertiría en:

∑ S (C ′ - C )S (1+ i ) t S t 0
-( - )
(8) CML P0 =
∑ S ( X D ′ - X D )S (1+ i ) t S t 0
( - )

Sin embargo, este enfoque presenta el inconveniente de que los resultados de la estimación
pueden ser altamente sensibles a la magnitud del incremento que se considere y su ubicación

51
en el tiempo (y en el espacio) y al tipo de modelos utilizados para representar el
funcionamiento del sistema productivo de que se trate.

Es por ello que los métodos de estimación más frecuentemente utilizados en la práctica se
basan en planes (“óptimos”) de expansión de la capacidad sobre un determinado horizonte y
en función de una evolución futura prevista en la demanda.

Sin embargo, es probable que se examine la sensibilidad de los planes de inversión y de los
costos resultantes a diferentes escenarios de previsión de la demanda. A este respecto es
claro que la prospectiva de demanda habrá de enfrentarse con la ineludible incertidumbre que
se plantea en cualquier ejercicio de ese tipo.

De acuerdo con este enfoque basado directamente en los planes de expansión, las
estimaciones del CMLP se realizan promediando las discontinuidades de las funciones de
costo sobre el horizonte de planeamiento. Pero ese promedio puede ser realizado de
diferentes modos, lo que da lugar a distintas formas de aproximar el CMLP (39).

Las fórmulas de aproximación más frecuentemente utilizadas son las siguientes (40):

- Costo incremental de largo plazo (CILP)


- Valor presente de los costos incrementales del sistema (VPCIS)
- Costo incremental promedio de largo plazo (CIPLP)

A continuación se presentan brevemente cada una de estas fórmulas de estimación del CMLP.

a) Costo Incremental de Largo Plazo (CILP)

El CILP se define como la suma del costo marginal de corto plazo y los costos de capacidad
analizados, calculados en base al próximo incremento de capacidad 41.

Es decir

⎡N ⎤
⎢∑ c ∆X (1+ i ) + I n ⎥ (1+ i )
-t -n

(9) ⎣ t=1 ⎦ ib
CILP0 = = c+
⎡ N
-t ⎤ 1- (1+ i )-N
⎢∑ ∆X (1+ i ) ⎥ (1+ i )
-n

⎣ t=1 ⎦

donde:

∆ X: Xt-Xt-1 es el incremento de producción (constante) derivado del incremento de


capacidad
c: es el costo variable unitario de operación y mantenimiento (= costo marginal de corto
plazo)
In: es la inversión de expansión de la capacidad de producción que se encuentra
disponible a partir del año n

39
( ) Véase por ejemplo R. J. Saunders et al "Alternative Concepts of Marginal Cost for Public Utility Pricing: problems of
application in water supply sector", IBRD, Staff Working Paper Nº 259, mayo 1977; W. Teplitz-Sembitzky (1992). Op. cit.
y Y. Albouy "Guidelines for Marginal - Cost Analysis of Power Systems". World Bank Energy Department. Paper Nº 18,
mayo 1984.
40
( ) Ligadas generalmente al análisis de los costos de largo plazo en los sectores de Electricidad, Gas Natural o Agua
Potable.
41
( ) Véase por ejemplo, M. Munasinghe, G. Schramm "Energy Economlcs, Demand Management and Conservation Policy".
Von Nostrand 1983 y M. Munasinghe, Warford J. "Electricity Pricing". John Hopkins, 1987.
52
b: In/ ∆ X
N: es la vida útil de la inversión
i: es la tasa de descuento
n: horizonte del plan de expansión

El resultado de la fórmula (9) coincide con la estimación del CMLP planteada en (6) de modo
que puede afirmarse que la definición del CILP0 supone implícitamente que el sistema se
encuentra en equilibrio y que los rendimientos a escala son constantes (42).

b) Valor Presente de los Costos Incrementales del Sistema (VPCIS)

La diferencia esencial con el CILP es que el VPCIS admite la posibilidad de que el sistema se
encuentre fuera de la situación de equilibrio (la expansión de capacidad se realiza con un
adelanto de m períodos al incremento de la demanda-producción en el período t = 0). Es decir
(43)
:
N

∑ c ∆X (1+ i )
t=1
-t
+ I S (1+ i )m
ib(1+ i )m
(10) VPCIS 0 = N
= c+
1- (1+ i )-N
∑ ∆X (1+ i )
t=1
-t

Puede verse fácilmente que VPCIS0 > ClLP0 salvo que m = 0.

c) Costo Incremental Promedio de Largo Plazo (CIPLP)

A diferencia de las dos fórmulas anteriores en las que el CMLP es estimado considerando
únicamente el próximo incremento de capacidad, el CIPLP toma en cuenta una secuencia
temporal de inversiones dentro de un determinado horizonte de planificación. Es decir que (44):

n n


t=1
( C t - C0 )(1+ i )-t ∑ [(V
t=1
t - V 0 )+ I s ](1+ i )-t
(11) CIPLP0 = n
= n

∑ (X
t=1
t - X 0 )(1+ i ) -t
∑ (X
t=1
t - X 0 ) (1+ i )-t

donde:

Ct: representa las erogaciones totales del año t


Vt: es el costo variable total de operación y mantenimiento.

42
( ) Véase W. Teplitz-Sembitzky (1992) op. cit. pág. 37.
Siempre admitiendo que I S = b ∆X .
43
( )
44
( ) Véase Y. Albouy "Guidelines for Marginal Cost Analysis of Power Systems". World Bank, Energy Department, Paper N°
18, Junio 1984. Si las inversiones correspondientes al plan se hubieran iniciado 5 años antes del tiempo t = 0 la
expresión (11) tomaría la forma:
n n

∑ (V t - V 0 ) (1 + i )-t + ∑ I t (1 + i )
-t

(11) ′ CIPLP0 = t=1


n
t = -S


t=1
( X t - X 0 ) (1 + i )-t
53
It: son las inversiones (y los costos fijos de operación y mantenimiento)
n: horizonte de planificación

Si se admite que la capacidad y la producción permanecen constantes a partir del año n y que
la vida útil promedio de las inversiones es de N años, el ClPLP0 puede ser representado
aproximadamente por la siguiente expresión (45).
n

∑ [(V
t=1
t - V t -1 ) + r N I t ] (1+ i )-t
(12) CIPLPM 0 = n

∑ (X
t=1
t - X t -1 ) (1+ i )-t

(46)

donde:

CIPLPM: Costo incremental promedio de largo plazo modificado (47)


rN: i/[1-(1+i)-N] el factor de recuperación del capital

En el caso en que existan rendimientos constantes a escala (Vt = cXt, It = b(Xt-Xt-1) para todo t),
ClPLPM0 es equivalente al CMLP. Solamente en el caso en que, además de rendimientos
constantes a escala, el sistema se encuentra permanentemente en equilibrio, el CIPLPM0 es
equivalente al CMCP.

En otro caso, el CIPLPM0 es una combinación de costos medios y marginales de largo plazo.

De cualquier modo las fórmulas de aproximación al cálculo de los costos económicos de largo
plazo más utilizadas en la práctica en el caso de las industrias energéticas son el CIPLP0 y el
ClPLPM0.

45
( ) Véase Albouy (1984) op. cit. pág. 11 del anexo.
En efecto, si Xt = Xn para todo t > n, Vt = Vn para todo t > n, y si N representa la vida útil promedio de las inversiones que
se reemplazan al cabo de su vida útil, entonces se tendrá que (W. Teplitz Zembitzky (1992) op.cit. pág. 38):

-t ⎡ -t ⎤
∞ n ∞
1 n
(a) ∑
t=0
( X t - X 0 )(1+ i )
-t
= ∑
t=1
( X t - X t -1 )(1+ i ) ⎢∑
⎣ t=0
(1+ i ) ⎥ i ∑ ( X t - X t -1 )(1+ i )

=
t=1
-t

Xt = Xn si t > n
y
∞ n ⎡ ⎤ -t ⎡

-t ⎤
∑ [(V - V 0 ) + I t ](1+ i )-t =
i
(b) t ∑ ⎢( V t - V t -1 )+ -N I t ⎥ (1+ i ) ⎢∑ (1+ i ) ⎥ =
t=0 t=1 ⎣ 1 - (1+ i ) ⎦ ⎣ t=0 ⎦
Vt = Vn si t > n
It se reemplaza cada N años
n
⎡ 1 1 ⎤
∑ ⎢(V t - V t -1 ) + -N I t ⎥
(1+ i )-t
t=1 ⎣ i 1- (1+ i ) ⎦
En consecuencia, del cociente (b)/(a) se obtiene la expresión (12).
46
( ) En este caso la expresión equivalente a (11)' sería:
n n

∑ (V t - V t - 1) (1 + i ) + r N ∑
-t -t
I t (1 + i )
t=i t = -S
(12) CIPLPM 0 = n

∑ (X - X t -1) (1 + i )
-t
t
t=1
47
( ) Véase W. Teplitz-Sembitzky (1992) op. cit. pág. 38 e Y. Albouy (1982) op. cit.
54
6. Los costos de largo plazo en el sector energético

En términos generales, las fórmulas de aproximación al CMLP pueden ser aplicadas a todas
las actividades industriales o de servicios en las diferentes cadenas energéticas. Sin embargo,
en algunas de esas actividades (especialmente la distribución de electricidad, gas natural) la
falta de información detallada sobre las inversiones requeridas para la expansión hace que
deba recurrirse al uso de métodos econométricos para la estimación de costos en base a
información histórica.

Por otra parte, para las actividades minero-energéticas las mencionadas fórmulas de
aproximación al CMLP requieren adecuaciones, o incluso el uso de formulaciones específicas,
debido al carácter agotable de tales recursos (48).

En esencia las actividades a las que hay que aplicar un tratamiento diferente son
correspondientes a la exploración y desarrollo de los yacimientos (petróleo, gas natural y
carbón). Además para todos los recursos minero-energéticos se plantea la necesidad de
evaluar el costo de uso del recurso.

a) Los costos de exploración

En la estimación de estos costos se plantean dos tipos de problemas. En primer lugar la


incertidumbre propia de la actividad minera implica la imposibilidad de determinar a priori con
certeza la magnitud de las reservas recuperables, resultado del esfuerzo económico de
exploración. En consecuencia, el denominador de cualquier fórmula de costos debería
plantearse en términos macroeconómicos (Vgr. El valor esperado de las reservas a ubicar) y
promediado sobre diferentes cuencas.

Sin embargo, este procedimiento implicaría la necesidad de conocer la función de distribución


de probabilidad de las reservas a descubrir para cada conjunto de yacimientos. En la práctica
esto solo sería viable en los casos en que se cuente con información histórica abundante sobre
los hallazgos de reservas en cada región o área. Por otra parte, las distribuciones de
frecuencia de los descubrimientos de reservas van modificándose en el tiempo, a medida que
avanza la exploración de una determinada zona y, por tanto, las distribuciones del pasado
pueden ser inadecuadas para estimar los valores de las probabilidades hacia el futuro.

El uso de los valores históricos de frecuencia relativa puede conducir en muchos casos a la
subestimación de los costos debido a que, salvo casos de sorpresa (que no son tan
infrecuentes), la actividad exploratoria está sometida a rendimientos decrecientes.

Sin embargo, frente a la incertidumbre que plantea la actividad exploratoria, los datos que
provee la experiencia histórica constituyen la base fundamental de cualquier procedimiento
que se proponga para la estimación de los costos de largo plazo.

La información histórica es especialmente requerida para establecer algún vínculo entre la


inversión a realizar en el futuro y el monto de las reservas a descubrir. Un esquema muy
simplificado para representar ese vínculo, de naturaleza muy compleja, podría basarse en
considerar en primer lugar la relación entre la inversión y los principales indicadores de la
actividad exploratoria (sísmica y pozos exploratorios) y luego vincular a estos indicadores con
las reservas a descubrir.

48
( ) Algunos trabajos referidos al análisis económico de este tipo de recursos proponen la utilización directa del CIPLP0 para
la estimación de los costos de desarrollo y explotación, así como para el transporte (véase por ejemplo De Anne Julius,
A. Mashayekhi "The Economics of Natural Gas. Pricing, Planning and Policy", Oxford University Press, 1992).
55
La primera de estas relaciones podría plantearse a través de alguna función de naturaleza
técnica tipo I = h (S, Pe) (I: monto de inversiones, S: indicador de la actividad de sísmica a
realizar, Pe: número de pozos exploratorios) que puede ser determinada en cada caso por
datos de ingeniería, o valores históricos específicos.

En cambio el segundo tipo de relación es de carácter esencialmente aleatorio, cuya


especificación requiere necesariamente de datos de la experiencia histórica. Si se designa con
y = D/Pe a la variable aleatoria constituida por el cociente entre las reservas descubiertas (D) y
el número de pozos exploratorios (Pe), la información histórica puede proveer, para cada área
o región una distribución de frecuencias semejante a la que se representa en la Figura 4.

Figura 4
f(y)

u y
Si se designa con u el valor medio de la variable y, conociendo el número de pozos
exploratorios previstos dentro del plan de inversiones para cada área o región, puede
estimarse el monto de las reservas a descubrir por medio de la relación:

D = u . Pe

Por supuesto, la estimación será tanto más confiable cuanto menor sea la varianza S 2y .

Mediante este procedimiento simplificado y definido un plan de inversiones por área o por
región, Ijt (j indica área o región), podrían estimarse las reservas a descubrir Djjt en
correspondencia con dicho plan.

Una vez determinadas las estimaciones Djjt, la aproximación al cálculo de los costos de largo
plazo de exploración (CIPLPE0) puede realizarse a partir de la siguiente expresión:
n ⎛ S ⎞

t=1
⎜ ∑ I jt ⎟ (1 + i )-t
⎝ j=1 ⎠
CIPLPE 0 = n ⎛ S ⎞

t=1
⎜ ∑ D jt ⎟ (1 + i )-t
⎝ j=i ⎠

La consideración de las áreas o regiones tiene especial importancia debido a que las funciones
f (y) pueden ser marcadamente diferentes según las áreas o regiones y, en consecuencia,
CIPLPE0 puede ser muy sensible a diferentes especificaciones espaciales del plan de
inversiones.

Es por esta razón que el cálculo del costo de exploración realizado exclusivamente con la
información histórica de inversiones y de reservas puede no constituir una buena indicación de

56
los costos de largo plazo, en la medida en que se presenten cambios significativos en el patrón
espacial de las actividades exploratorias.

Sin embargo, ya sea como elemento de referencia o debido a que la falta de información no
permita aplicar el enfoque planteado precedentemente, resulta conveniente definir un
procedimiento para estimar el CIPLPE utilizando exclusivamente la información histórica.

Cuando se trabaja con ese tipo de información es necesario utilizar datos agregados ya que la
aleatoriedad de los descubrimientos puede generar coeficientes anuales muy variables y no
existe una relación biunívoca entre inversiones y descubrimientos.

Dada la información referida a una muestra histórica sobre Itj y Dtj (t = 1,2 … T; j = 1,2, … J)
pueden calcularse los cocientes:

∑I
t=1
tj
C Tj = T
y entonces:
∑D
t=1
tj

J
1
CHPE =
J
∑C
j=1
Tj donde

CHPE representa el Costo Histórico Promedio de Exploración que se puede usar como proxi
del CIPLPE.

Otro problema que se presenta en las actividades de exploración de petróleo y gas natural
tiene que ver con la asignación de los costos en el caso en que ambos combustibles se
presentan en forma conjunta. A este respecto, algunos autores proponen que cuando el gas
natural es encontrado en el proceso de búsqueda de petróleo los costos de exploración
deberían asignarse al petróleo (49). Sin embargo, este procedimiento puede conducir a una
subestimación del costo del gas natural, dando lugar a distorsiones en la asignación de los
recursos. Parece más recomendable utilizar algunos de los criterios propuestos para la
asignación de costos en los casos de producción conjunta (50).

b) Costos de Desarrollo y Explotación

En la formulación general el CIPLP (expresión (11)) incluye en su numerador los incrementos


en los costos totales, sobre un horizonte de largo plazo, compuestos por los incrementos en
los costos variables de producción y por los correspondientes a los incrementos de capacidad.
En el caso de las actividades minero-energéticas, los costos de explotación de largo plazo
pueden asimilarse a las variaciones en los costos variables de aquella formulación general y,
en consecuencia, pueden aproximarse mediante la siguiente expresión:

∑ (V - V 0 ) (1 + i )
-t
t
t=1
(13) CIPLPP0 = n

∑ (X - X 0 ) (1 + i )
-t
t
t=1

49
( ) Véase por ejemplo: De Anne Julius, A. Moshayekhi (1992) op. cit pág. 49.
50
( ) Más adelante se volverá sobre este tema.
57
En cambio, los costos de desarrollo no se derivan tan directamente de la expresión (11),
relacionando la secuencia de las inversiones del período (1, n) con los incrementos de
producción, medidos con respecto a la producción inicial. En el desarrollo de una cuenca
petrolera o gasífera es necesario tomar en cuenta que las capacidades productivas
desarrolladas por el proceso de inversión van declinando en función de las reservas
localizadas y de las modalidades de producción.

Es decir que si se designa con Xt a la capacidad de producción generada por la inversión It,
con Rt a las reservas disponibles en el año t y con Dt a la tasa de declinación en t, entonces:

dh
Dt = h ( X t / R t ) siendo > 0
d ( X / Rt )

De este modo, la producción correspondiente al período S, derivada de la capacidad de


producción creada en t, como consecuencia de la inversión It es (51):

(t) -
X s = X t e Dt
(s - t)
siendo t ≤ s < t + N t

donde Nt es el período durante el cual la capacidad generada en t se encuentra en producción.

Si se considera un período (1, n) dentro del que se realiza la secuencia de inversiones I1, I2, …,
In, los incrementos de capacidad productiva generados y su evolución en el tiempo tendrían las
características que se muestra en la Figura 5, donde

51
( ) Véase, P.G. Bradley "The Economics of Crude Petroleum Production", North-Holland, P.C., 1967.
58
Figura 5
Xt

Xe(n)

Xd(n)

Xe(2)

Xd(2)
Xe(1)

Xd(1)

0 1 2 n n+N Años

Xt : representa la producción total (utilizando a pleno la capacidad) en el período t


(t )
X d : es la declinación de la capacidad instalada en el período t – 1
(t )
X e : es el incremento neto de capacidad entre el período t – 1 y t.

En consecuencia, el incremento total de capacidad realizado durante el transcurso del período


(t-1, t), que se designa con Xt, es:

(15) X t = X (t) (t)


e + Xd = (Xt - X t - 1) + DX t - 1

Entonces, el Costo Incremental Promedio de Desarrollo (CIPD0) sería:

∑I
t=1
t (1 + i )-t
(15' ) CIPD0 =
n ⎛ Nt ⎞
∑ ⎜⎜ ∫ X ds ⎟ (1 + i )-t
-( D t + i ) s
t e ⎟
t=1 ⎝0 ⎠

Si se considera una tasa de declinación D y un período de producción N uniformes (promedio),


la expresión (15’) se convierte en:

∑ I t (1 + i )
-t

(16) CIPD ′0 = t=1

⎛ 1 - e-(D + i ) N ⎞ n

⎝ D+ i



t=1
X t (1 + i )
-t

Siendo N un valor usualmente grande (16) puede aproximarse por la siguiente fórmula:

59
n

∑ I t (1 + i )
-t

(17) CIPD" 0 =
t=1
n
(D + i )

t=1
X t (1 + i )
-t

Obsérvese que la expresión (16) podría escribirse también bajo la siguiente forma (52):

n ⎡ (D + i) ⎤
∑ ⎢ 1 - (1 + D + i ) -N ⎥
It(1 + i )-t
t=1 ⎣ ⎦
CIPD ′0 = n

∑X
t=1
t (1 + i )-t

La expresión entre corchetes constituye una anualidad At correspondiente a la inversión It,


calculada sobre el período de vida útil de la capacidad productiva creada en t con la
mencionada inversión.

Es decir que:

∑ At (1 + i )
-t

CIPD ′′0 =
t=1
n

∑X t =1
t (1 + i )-t

En (17) se considera implícitamente que N es infinito o muy grande de modo que, en ese caso,
At = It (D+i).

Al igual que en el caso de las actividades de exploración, el desarrollo y la explotación suelen


ser procesos de producción conjunta.

Es ampliamente conocido que ante tales procesos no existe ningún criterio universalmente
aceptado para asignar los costos comunes de producción. Entre los criterios más simples,
aunque no necesariamente más adecuados, pueden mencionarse los siguientes: a) asignación
en función del poder calorífico; b) asignación en base al valor económico de los combustibles
producidos conjuntamente (53).

Es claro que el primer procedimiento resulta inadecuado cuando los poderes caloríficos
relativos no guardan relación estrecha con los valores económicos relativos de los productos
conjuntos.

A su vez el segundo criterio tiene el inconveniente de que plantea cierta circularidad ya que la
estimación de los costos constituye la base para la determinación del valor económico de los
productos, especialmente cuando se trata de un horizonte de largo plazo.

52
1- e-(D+i)N 1- (1+ D+ i )-N
( ) Obsérvese que es equivalente, a términos continuos, de .
D+ i D+ i
53
( ) Para una revisión de los criterios de asignación de costos comunes en procesos de producción conjunta véase A.A.
Walters "Production and Cost fuctions: An Econometric Survey", Econométrica 1963, págs. 1 a 66.
60
Por supuesto, pueden plantearse procedimientos de asignación más complejos; sin embargo,
los procedimientos aplicables en la práctica habrán de depender de las disponibilidades de
información.

c) El costo de uso de los recursos minero-energéticos

Teniendo en cuenta la naturaleza no renovable y no reproductible de los recursos mineros en


general, dado un cierto contexto tecnológico, los productos que se obtienen de tales recursos
presentan una escasez esencial en función de la evolución de la demanda social.

Admitiendo que la reproducción económica de los bienes, derivados de aquellos recursos


representa siempre una opción de mayor costo, diferentes secuencias temporales en la
explotación de los mismos habrán de implicar una distinta distribución de costos a nivel
intergeneracional.

En términos generales, la noción de costo de uso de un recurso se define en términos del


esfuerzo económico que deberá afrontarse en el futuro como consecuencia de la utilización
presente del mismo. En el caso de los equipos de capital, el costo de uso está ligado al monto
del ahorro requerido para efectuar su reposición al cabo de la vida útil.

Cuando se trata de recursos mineros, ese esfuerzo económico está determinado por el mayor
costo que deberá afrontarse para satisfacer los requerimientos de la demanda social por medio
de sustitutos de los productos derivados de aquellos recursos en el momento de su
agotamiento (capacidad de producción < demanda).

Utilizando las hipótesis restrictivas y estilizadas propias del modelo de competencia perfecta,
H. Hotelling determinó el costo de uso (valor de agotamiento) de un recurso minero. Una
formulación simple de dicho resultado es la siguiente:

it it
(18) CU t = ( p0 - c0 ) e = CU 0 e

donde:

CUt: es el costo de uso en el período t


p0: es el precio del producto derivado de la explotación del recurso en t=0
c0: es el costo marginal de producción del producto (extracción del recurso) en t=0
i: tasa de descuento de equilibrio

De acuerdo con las hipótesis utilizadas por Hotelling el costo de uso del recurso en el período
0 resulta de los mecanismos del mercado de competencia perfecta y la expresión consignada
en (18) muestra la trayectoria temporal de dicho costo que depende de las preferencias por el
presente expresadas por medio de la tasa de interés de equilibrio.

De ese modo, el resultado (18) fue obtenido suponiendo perfecto conocimiento de las
reservas totales disponibles del recurso, de la evolución futura de la demanda y de otras
variables relevantes (Vgr. La tasa de descuento).

Más allá de las dificultades que supone la aplicación de ese resultado fuera de la condiciones
estilizadas a partir de las que fue deducido, los enfoques propuestos para la estimación
concreta del costo de uso de ese tipo de recurso, están basados en esencia en el principio
dinámico que se desprende de (18). Sin embargo, esos procedimientos toman como dato de
partida el mayor costo futuro que deberá afrontarse en el momento de agotamiento del recurso
61
y obtienen el valor del costo de uso en cualquier momento anterior por medio de la
actualización de aquel sobrecosto (54).

En la Figura 6 se describe gráficamente las características esenciales de este tipo de enfoques


utilizados para la estimación del costo de uso de los recursos minero-energéticos.

Figura 6

(a)
Dt

xt

Demanda (De)

Capacidad Productiva
(xt)

t0 N t

(b)

Pt1 Pst

Ct

Precio del Sustituto


(Pst)(1)

Sobrecosto en N
CUt*
CIP de Producción
Pt (Ct)

P’t

t0 t* N t
(1) Determinado en condiciones de utilización y localización equivalentes.

El tiempo de agotamiento N se define en función de la evolución prevista comparada de la


capacidad productiva (capacidad de recuperación de las reservas comprobadas previstas del
recurso) y de la demanda (Figura 6 (a)).

54
( ) Véase por ejemplo M. Munasinghe "An Integrated Framework for Energy Pricing in Developing Countries", The Energy
Journal, Vol. 1, Nº 3, 1980 y G. Schamm "The Economics of Gas Utilization in a Gas-Rich, Oil-Poor Country: The Case
of Bangladesh", The Energy Journal, Vol. 4, Nº 1, 1983.
62
Tratándose de recursos comercializables como el petróleo crudo, se plantean dos opciones
para la estimación del valor económico (55). Una de ellas supone la determinación del costo
económico del crudo en función de los precios de frontera (trayectoria P’t en la Figura 6 (b)).

En tal caso la estimación de los costos económicos del petróleo requerirían tan solo la
identificación clara de los precios de frontera (y de su evolución prevista hacia el futuro) y la
estimación de los costos de internalización en términos de largo plazo, calculados en función
de los precios de cuenta.

Sin embargo, la utilización de esta opción no permite incorporar en la estimación del costo
económico del recurso la influencia de grado de escasez del mismo a nivel nacional, dejando
al mismo tiempo de reflejar las condiciones económicas de la producción interna del crudo y
provocando consecuencias significativas en la apropiación de la renta del recurso.

La otra opción está indicada por la trayectoria Pt y requiere de la estimación del costo de uso
del recurso así como del resto de los costos referidos a las etapas de producción.

En lo que se refiere al costo del recurso, el mayor costo que los consumidores deberán
afrontar a partir de la fecha de agotamiento (N), puede expresarse, en el tiempo N, como la
diferencia (pSN – cN) (56). En consecuencia, en el año t, el costo de uso CUt del recurso se
obtiene mediante la actualización a esa fecha del mayor costo futuro (a partir del agotamiento)
y puede expresarse del siguiente modo:

t-N
(19) CU t = ( pSN - c N ) (1 + i )

Además de la incertidumbre que supone la previsión del precio pSN y la estimación del costo
incremental de largo plazo de la producción a partir del recurso, se plantea un problema de
circularidad en la determinación de N y de la evolución futura de la demanda (57) y las
dificultades propias de la elección de la tasa de descuento i.

Es claro que la elección de uno u otro procedimiento para establecer el costo económico de los
energéticos agotables-comercializables deberían basarse en la consideración de la magnitud
de las reservas disponibles de los recursos correspondientes.

Es así que, en el caso de una baja relación reservas/producción, la opción de la trayectoria p’t
parece aceptable ya que en horizonte muy próximo el precio de importación se convertirá en
un costo efectivo. Pero, aún en este caso sería conveniente reflejar en los costos de oferta, el
costo económico de la producción interna de acuerdo con la participación de esa producción
en la oferta total.

Si en cambio, la relación reservas/producción tiene valores moderados o altos parece mucho


más conveniente que el costo de oferta de largo plazo refleje los costos económicos de la
producción interna, incluyendo el valor del costo de uso.
Es claro que si N se ubica en un horizonte muy alejado (alto nivel de la relación
reservas/producción) el costo de uso puede ser despreciable y en tal caso el costo económico
del energético correspondiente puede ser aproximado por los costos incrementales promedio
de largo plazo correspondientes a las etapas de exploración y de desarrollo y explotación (58).

55
( ) M. Munasinghe (1980) op.cit.
56
( ) Tratándose del petróleo, PSN representa el precio de frontera del crudo importado, neteado por el costo de transporte
hasta la región donde está localizado el recurso petrolero nacional.
57
( ) Ya que el valor de CUt depende de N y, en la medida en que el costo de uso influye sobre el precio de oferta, CUt se
convierte en un determinante de la demanda que interviene a su vez en la fijación de N. Sin embargo, este problema
puede resolverse por un procedimiento iterativo.
58
( ) Esta podría ser la situación del carbón mineral, correspondiente a la minería de exportación en el caso de Colombia.
63
En el caso de los energéticos agotables-no comercializables el cálculo de los costos internos
resulta ineludible y en la utilización del esquema indicado en la Figura 6 para el cálculo del
costo de uso, pSN indicaría el costo del energético sustituto (generalmente comercializable) del
recurso considerado en el tiempo N de agotamiento.

Si, tal como es frecuente, ese tipo de energéticos agotables (gas natural, carbones minerales
no comercializables) se emplean en diferentes usos en distintos sectores de consumo
(generación eléctrica, industria, hogares), para definir pS se recurre al sustituto principal en
esos usos (generalmente el fuel oil) o, eventualmente, a un promedio ponderado de precios si
hay más de un sustituto relevante.

d) La estimación de los costos de distribución

En el caso de los energéticos distribuidos por redes fijas el cálculo de los costos económicos
plantea dificultades debido generalmente a la falta de información adecuada para el cálculo del
CIPLP.

En efecto, dentro de los planes de desarrollo sectoriales de electricidad y gas natural no suelen
especificarse la parte relativa a la distribución, tanto por lo que se refiere al detalle de la
expansión de la infraestructura física como en lo que respecta a las inversiones
correspondientes.

Como consecuencia de ello, algunos autores proponen recurrir a la estimación econométrica


de los costos en base a la información histórica.

Sin embargo, el uso de este tipo de procedimientos no está exento de problemas: i) en la


información económica histórica la información agregada sobre inversiones no tiene una
correspondencia directa con la información física de expansión de la capacidad; ii) las
condiciones tecnológicas del futuro no habrán de coincidir necesariamente con las del pasado;
iii) alta colinealidad entre las variables explicativas de los costos (Vgr. Incremento de demanda
y número de usuarios).

El costo de distribución se compone de dos partes principales: el costo de inversión y de


operación y mantenimiento de la capacidad de distribución y el costo de comercialización
ligado con la clientela. Es preferible estimar estos dos tipos de costo de manera separada, si
es posible en base a muestras de sección transversal (por mercados o sub mercados-niveles
de tensión-).

Para obviar el problema indicado en i), además de utilizar series de corte transversal parece
recomendable utilizar estimaciones estadísticas sobre datos físicos de expansión.

En el caso de la distribución eléctrica esto podría plantearse simplificadamente de la manera


siguiente (59):

⎛ K j⎞ ⎛ X⎞
bj

⎜ ⎟ = a ⎜ ⎟ donde Kj /S indica la densidad del equipamiento j (km de línea por área


⎝ S⎠ ⎝S⎠
servida o número de subestaciones por área servida) y X/S la densidad de la carga máxima
(Kw por km2 de área servida).

Ese modelo permite estimar el parámetro bj ligado con cada tipo de equipo.

59
( ) Véase Y. Albouy
64
Además, teniendo en cuenta que

d Ki Kj
= bj
dX X

y que

d CI d K j
d X
= ∑ j
rN j π j
d X

donde CI son los costos totales de inversión, rNj es el factor de recuperación de capital utilizado
para calcular la anualidad correspondiente a las inversiones en el equipamiento de tipo j y πj el
precio estándar del equipamiento j. Entonces, el costo incremental de largo plazo del
equipamiento de distribución se obtendría por medio de la expresión:

∆ CI Kj
(20) = ∑ rN j π j b j
∆X j X

Obsérvese que (rNj πj Kj / X) representa el costo medio del equipo de capital valorizado a
nuevo; obsérvese que ( Σj rNj πj Kj / X) constituye un costo medio de capital. En el caso en que
CMgLP (capital) = CmeLP (capital valorizado a nuevo) se tendría que bj = 1, es decir,
rendimientos constantes a escala. Sin embargo, la situación más frecuente en los mercados de
distribución eléctrica (y de gas natural) es la presencia de rendimientos crecientes, es decir, bj
< 1.
Si los costos de operación y mantenimiento pudieran definirse como un porcentaje λj del costo
de inversión rNj bj πj Kj (60), entonces el costo incremental de capacidad podrá expresarse de la
siguiente forma:

∆ CC rN j π j K i
(21) =∑ ( bi + λ j )
∆X i X

Por lo que se refiere a los costos de comercialización, las variables explicativas fundamentales
son el número de clientes, algún indicador de densidad media (consumo por usuario o número
de usuarios por km de línea) y el nivel de prevaleciente de salarios.

La dificultad que plantea la estimación de los costos de comercialización con este enfoque es
que, a diferencia del caso de los costos de capacidad, pueden obtenerse costos que están
alejados de las condiciones estándar de eficiencia productiva.

60
( ) El uso de este enfoque supone que si está calculado en términos estandard utilizando valores medios "normales" para
los salarios de la mano de obra y para los precios de los recursos.
65
Apéndice al ANEXO del Capítulo III: Determinación del costo de agotamiento
de un recurso no renovable

1. El planteo de Hotelling

Hotelling plantea el problema del costo de agotamiento de un recurso natural en el contexto del
modelo de competencia perfecta (con todas sus hipótesis) y desde la perspectiva de un
productor privado que se plantea como objetivo de maximización de sus beneficios netos
actualizados, atendiendo a la restricción del agotamiento físico del recurso.

Es decir,
N
máximo V (x) = ∫ [ p(t) x(t) - c(t)] e
0
-it
dt

(1)
N

sujeto a ∫
0
x(t) dt = R

p(t): precio del bien


x(t): cantidad producida
c(t): costo de extracción
i: tasa de interés de equilibrio
R: volumen total de reservas

La solución del problema (1) es una trayectoria óptima de producción. Matemáticamente se


trata de un problema de control óptimo o de cálculo de variaciones. Definiendo la función de la
producción acumulada:

g(t) = ∫
0
x(S) ds con G(0) = 0 y g(N) = R

y derivando con respecto a t se tiene

g’(t) = x(t)

Entonces el problema (1) puede expresarse como la maximización de la función de Lagrange

(2) L (x, g, λ ) = ∫ [ p(t) x(t) - c(t)] e


0
-it
+ λ (t) [ g ′(t) - x(t)]dt

Si se designa con F al integrando de (2):

F = [ p(t) x(t) - c(t) ] e-it + λ (t) [ g ′(t) - x(t)]

La solución del problema (1) se obtiene por medio de las ecuaciones de Euler-Lagrange:

δF d δF
- = 0
δx dt δx ′

66
δF d δF
- = 0
δg dt δg ′

En este caso son:

δF
(3) -it
e .
δx
[ p(t) x(t) - c(t)] - λ(t) = 0

d
(4) λ (t) = 0
dt

de (4) se deduce que λ (t) = λ constante (puesto que su derivada respecto de t es cero).

Entonces de (3) se deduce que:

(5) e-it [ p(t) - c ′(t)] = λ

Es decir que el productor obtiene el máximo beneficio neto total produciendo de modo tal que
el beneficio marginal actualizado para cada fecha t sea constante.

Esto es intuitivamente claro ya que si en una fecha cualquiera t0 el productor obtuviera un


beneficio marginal actualizado menor que en otra fecha cualquiera t1, reduciría su producción
en t0 y la incrementaría en t1 hasta que ambos beneficios actualizados sean iguales
(recuérdese que dentro del modelo de competencia perfecta se supone que –en este caso
para cada t- los costos marginales de producción son crecientes).

En t = 0, la expresión (5) se convierte en:

λ = p(0) - c′(0)

es decir que λ = u0 47 puede ser interpretado como el beneficio neto del productor en el
momento t = 0, de modo tal que el beneficio marginal en cualquier fecha t,
ut = [ p(t) - c ′(t)] 48, puede expresarse como:

it
ut = u0 e t = 0, 1, …, N

De modo tal que el teorema de Hotelling también puede expresarse diciendo que el beneficio
neto marginal o valor de agotamiento del recurso debe crecer en el tiempo a una tasa igual a la
tasa de interés de equilibrio (igual a la tasa social de descuento):

du(t)
/ u(t) = i
dt

La expresión (5) puede escribirse también del siguiente modo:

(6) p(t) = c ′(t) + u(0) eit

67
Es decir que el costo marginal (61) de un bien producido a partir de un recurso agotable está
compuesto por una parte por el costo marginal de extracción y por otra por el valor de
agotamiento (de escasez) del recurso.

2 . El planteo de Munasinghe

El planteo de Munasinghe difiere del de Hotelling debido a que su propósito es el de encontrar


los precios de eficiencia de la energía en un contexto de mercados imperfectos (parece que
estas características de los mercados solo existen en los PVD).

Para resolver el problema comienza por admitir implícitamente que los precios internacionales
reflejan de manera adecuada las escaseces relativas de los recursos en cada país (enfoque
macroeconómico estático de economía abierta).

En consecuencia, cuando se trata de energéticos que son comercializables internacionalmente


el costo marginal de oportunidad del mismo viene reflejado adecuadamente por el precio de
frontera traducido en moneda local a partir del precio sombra de las divisas.

En cambio, el precio de los energéticos agotables no comercializables representa para ese


enfoque un problema bastante más complejo ya que requiere el cálculo del costo marginal de
oportunidad derivado de la producción interna. Es decir, la determinación del costo de uso del
recurso y del costo marginal de oportunidad de extracción.

Por lo que se refiere al costo de uso, Munasinghe lo define a partir del mayor costo que debe
afrontar la sociedad en el momento de agotamiento del recurso.

Figura A1

P(t)
PS(t) PS(t)
C’(t)

C’(t)
P(t)

0 N t

A partir de esta definición del costo de uso, Munasinghe deduce que la expresión del mismo
para cada t es

(7) u(t) = [ p S (N) - c ′(N)] ei(t - N)


obsérvese que para t = 0 (7) toma la forma

61
( ) Recuérdese que en competencia perfecta los precios de todos los bienes se igualan con los costos marginales de
oportunidad correspondientes.
68
(8) u(0) = [ p S (N) - c ′(N)] e-i N = λ (constante)

Pero como cada t el precio del energético será (62):

p(t) = c′(t) + u(t)

y, teniendo en cuenta (7), se deduce que:

p(t) = c ′(t) +[ pS (N) - c ′(N)] e-i N eit

es decir:

p(t) = c′(t) + λ eit

e-it [ p(t) - c ′(t)] = λ

Es decir que la optimización del “beneficio social marginal” derivado de la explotación del
recurso agotable no comercializable implica que el valor actualizado del mismo sea constante
en el tiempo.

En conclusión, salvo por el punto de partida (la forma de definir el costo en t = 0), el planteo de
Munasinghe es totalmente equivalente al de Hotelling (63). Munasinghe pretende resolver la
falta de un contexto de competencia por el uso de los precios de cuenta para el cálculo de los
costos marginales de oportunidad. Es así que en su presentación, pS(t) y c’(t) están calculados
a precios de cuenta. (Por supuesto la equivalencia entre los precios de cuenta con los precios
de eficiencia de la competencia perfecta puede ser sometido a cuestionamientos serios, cosa
que se deja de lado en estas notas).

3. El planteo de G. Schramm

Cuando Munasinghe aborda el problema del costo de uso hace referencia explícita al gas
natural como energético agotable-no comercializable.

G. Schramm, refiriéndose al costo de agotamiento del gas natural, dentro de un estudio de


caso (Bangladesh) propone una expresión diferente a la de Munasinghe.

Planteando que en el caso del gas natural la producción del gas natural (libre?) puede
programarse en términos de adecuarla de manera óptima a la demanda, teniendo en cuenta
los costos de infraestructura de transporte, elabora un esquema según el cual la producción
alcanzaría cierto máximo en el año N (véase la Figura A2) a fin de mantener su nivel constante
a partir de ese año (por un período equivalente a la relación (reservas remanentes)/producción
deseada).
62
( ) Siempre que el precio se fije en función del costo marginal de oportunidad. Puesto que Munasinghe no postula
mercados de competencia perfecta, la igualdad entre precio y costo marginal se plantea como criterio normativo. Para
restaurar los precios de eficiencia este autor propone calcular los costos marginales de oportunidad, utilizando los
precios de cuenta de la Técnica de Costo-Beneficio. Su enfoque se basa en el análisis de equilibrio parcial y aún
cuando recomienda el uso del teorema de segundo mejor para tomar en cuenta las "distorsiones" de mercado en el
resto del sistema, resulta muy difícil sostener la superioridad de los criterios normativos recomendados para la fijación
de precios.
63
( ) Sin embargo, debe recordarse lo expresado en la nota anterior: el grado de optimalidad global de la solución relativa al
nivel del costo de uso es completamente diferente en ambos casos, debido a las distintas hipótesis que se postulan con
relación al funcionamiento de los mercados de bienes y recursos.
69
Figura A2

demanda

X(N)

(A)

(B)

0 N H N+RN
XN

OS(t)

P(t)
PS(t)
C’(t)

C’(t)
P(2)

P(3)

P(1)

0 N H

Schramm propone determinar el tiempo t = N a partir de la siguiente expresión:

N
RN

0
x(0) est dt +
x(N)
. x(N) = R0

Siendo s la tasa de crecimiento de la producción entre 0 y N.

En la expresión que presenta para el cálculo del costo de uso o agotamiento define
implícitamente el mayor costo que la sociedad debe afrontar en el tiempo N (año de
agotamiento según el plan óptimo) del siguiente modo:

RN
x(N)

[ p (N) - c′(N)] .
s
RN
x(N) ∫ e-it dt
0

70
Es decir, valor medio de un m3 adicional (esto es X(N) + 1 m3), evaluado por el costo de
RN
reemplazo en N, sobre todo el período (N, N + ) y actualizado en N.
x(N)

Puesto que el factor que multiplica al corchete es menor que la unidad, esto implica que
Schramm está definiendo un costo de agotamiento en N menor que el que propone
Munasinghe.

Salvo por esto, el razonamiento de ambos autores es el mismo:

⎧ ⎫
⎪⎪ RN
1 - e-i X(N) ⎪⎪
(9) u0 = ⎨ [ ps (N) - c ′ (N) ] ⎬ e
-i N
= λ
⎪ RN i ⎪
⎪⎩ x(N) ⎪⎭

u(t) = u0eit
y
p(t) = c’(t) + u(t)

luego

e-it [ p(t) - c′(t)] = λ

Sin embargo, el razonamiento (implícito) de Schramm no parece correcto ya que si define el


tiempo de agotamiento en N el mayor costo que debe afrontar la sociedad debería estimarse
marginalmente en ese punto:

⎡ ∆ C(t) ⎤
⎢ ∆ x(t) ⎥ = p s (N) - C ′(N)
⎣ ⎦N

es decir, tal como lo define Munasinghe.

A este respecto poco importa cual es la trayectoria de la producción (menor que la demanda).

Si lo que pretende Schramm, al definir de ese modo el costo de agotamiento en N, es que, en


realidad, la producción podría seguir aumentando más allá de N, si no estuviera sometida a las
restricciones del plan (infraestructura óptima) y que, por tanto, el real agotamiento del recurso
(producción menor que la demanda) podría desplazarse hasta H, la curva de producción a
partir de N sería la trayectoria A y no la B como él sugiere y, por otra parte, el costo de
agotamiento en N sería:

[p S (H) - C ′(H)] e-i(H - N)

Sin embargo, este razonamiento sería incorrecto ya que el sendero de producción A no


resultaría de una solución óptima.

En consecuencia, no resulta claro cuál es el razonamiento que utiliza para proponer la


expresión (9) como valor del costo de agotamiento en N. En función de ello, su utilización para
el cálculo del costo de agotamiento del gas natural no parece recomendable.

71
4 . Consideraciones finales

Es claro que tanto Munasinghe como Schramm utilizan el principio de Hotelling según el cual el
valor actualizado beneficio marginal neto, del uso del recurso, debe ser constante para todo
tiempo t antes del agotamiento. Es claro que en el caso de Hotelling (cuyo desarrollo podría
ser compatible para N infinito) el valor de agotamiento en t = 0 es definido por los mecanismos
propios de los mercados de competencia perfecta y la trayectoria de ese valor resulta de
maximizar el beneficio del productor individual (que dentro de ciertas condiciones equivale al
máximo beneficio global paretiano).

Munasinghe y Schramm, con objetivos diferentes, no pueden suponer como dado el valor de
escasez del recurso en el tiempo t = 0 y en consecuencia, lo definen a partir del mayor costo
que los demandantes deben aportar en el tiempo N de agotamiento.

Para definir ese mayor costo en N se recurre al precio de un energético sustituto (pS) que en
ese punto del tiempo se supone mayor que el costo marginal de producir el energético que se
agota. Es claro que si así no fuera, el uso del sustituto se anticiparía al agotamiento del
recurso con lo que el costo de agotamiento sería nulo.

Más allá de la falta de claridad de la propuesta de Schramm, la aplicación del principio de


Hotelling a las situaciones concretas, tal como estos y otros autores plantean, no puede
reivindicar las bondades de aquel principio en términos de la asignación eficiente de los
recursos (incertidumbre sobre el futuro, dificultades en el cálculo de T debido a la circularidad
que supone, determinación de la tasa de descuento, necesidad de recurrir a los teoremas de
segundo mejor, etc.).

Desde otro punto de vista la formulación que Munasinghe y Schramm realizan a partir del
teorema de Hotelling tiene la ventaja de transparentar dos elementos importantes del análisis:
a) la influencia, sobre el nivel del costo de uso del recurso, de la evolución esperada del precio
del energético sustituto y b) las consecuencias que la dinámica de desarrollo tecnológico sobre
el sendero de explotación del recurso (a través de cambios en el precio del sustituto, en las
condiciones de producción del mismo recurso y, en función de ambos, a través del costo de
uso y el precio del propio recurso).

Por otra parte, teniendo claro que el enfoque propuesto por Munasinghe no tiene, desde el
punto de vista de la asignación de los recursos, la optimalidad que se pretende, es claro que
dicho enfoque provee un procedimiento operativo para estimar el valor de dicho costo.

72
IV. MERCADOS DISPUTABLES Y REGULACIÓN (64)

La teoría de los mercados disputables puede ser concebida como una generalización del
modelo de competencia perfecta.

Como se ha podido ver en las secciones anteriores, la existencia de la competencia


perfecta en todos los mercados de bienes y de factores constituye una condición necesaria
para alcanzar una situación de óptimo global paretiano. Sin embargo los requisitos que
hacen falta para que los mercados sean perfectamente competitivos son muy restrictivos.
En particular se exige que no existan rendimientos crecientes a escala o externalidades.

La teoría de los mercados disputables no ha tratado hasta el momento el problema de las


externalidades pero sí de las situaciones en que las economías de escala están presentes.

En este sentido puede afirmarse que la teoría de los mercados disputables constituye un
intento de proveer un sustituto para la competencia perfecta en un mundo económico donde
predominan las economías de escala. En consecuencia la teoría de los mercados
disputables podría ser una base más robusta para fundar la Economía del Bienestar.

Una cuestión especialmente destacable es que al mismo tiempo constituye una teoría de la
estructura industrial y permite introducir un nuevo concepto de eficiencia económica: la
eficiencia estructural. Tal como se ha expresado, se dice que una estructura industrial es
eficiente si la misma permite minimizar los costos de la producción requerida para abastecer
a la demanda.

En los mercados de competencia perfecta la eficiencia estructural resulta una cuestión trivial
ya que los mecanismos del mercado conducen espontáneamente a una estructura (cantidad
y tamaño de las firmas oferentes) que minimiza los costos de producción. Sin embargo, en
presencia de industrias multiproducto y de economías de escala no hay seguridad alguna
de que los mecanismos de mercado conduzcan a una estructura industrial eficiente de
modo tal que la cuestión adquiere una relevancia crucial.

Los desarrollos realizados sobre los mercados disputables centran su atención sobre las
estructuras de costos, principalmente en las industrias multiproducto, en un intento de
identificar las propiedades de estos costos que tienen influencia sobre la estructura
industrial. (Ver Capítulo IV, Sección 1).

IV.1. La disputabilidad de los mercados

La idea básica de la disputabilidad de los mercados es que un mercado puede ser


vulnerable a las fuerzas competitivas aunque esté caracterizado por una situación
monopólica u oligopólica. Es decir si las empresas que ocupan el mercado son
técnicamente ineficientes, aplican precios excesivos a sus productos o explotan a los
consumidores de alguna otra manera, la entrada exitosa de competidores es posible.

En consecuencia, los mercados disputables deben estar caracterizados por libre y fácil
entrada y salida de modo tal que la competencia potencial puede ser suficiente para

(64)
Para el desarrollo de esta sección se consultaron los siguientes trabajos: E.E. Bailey "Contestability and the design of
regulatory and antitrust policy", Am. Econ. Rev. 71 (2), 1981; W.J. Baumol "Contestable markets: An uprising in the
theory of industry" Am. Econ. Rev., 72 (1), 1982. M. Spence "Contestable markets and theory of industry structure: A
Review article" Journal of Econ. Lit., XXI, Sep. 1983; j.E. Stiglitz "Potential competition may reduce welfare" Am. Econ.
Rev. Paper and Proc., 71 (2) 1981; W.G. Shepherd "Contestability vs. Competition", Am. Econ. Rev., 74, 1984.

73
disciplinar el comportamiento de las firmas oligopólicas o monopólicas presentes en el
mercado.

IV.1.1. Condiciones para la disputabilidad de los mercados

Un mercado se dice perfectamente disputable si en él se verifican las siguientes


propiedades:

1) Los potenciales entrantes tienen acceso al mismo conjunto de técnicas productivas y


demandas de mercado que aquellas que están disponibles para las empresas
presentes en el mercado.

2) No existen restricciones legales para la entrada o salida del mercado y tampoco hay
costos especiales que deben enfrentar el entrante pero que no recaen sobre las
firmas que ocupan el mercado. Es decir que la tecnología utilizada puede implicar
economías de escala pero no requerir necesariamente costos hundidos.

3) Las firmas presentes en el mercado sólo pueden modificar sus precios con cierto
período de demora (reacción no instantánea), pero los consumidores responden
inmediatamente a la diferencias de precios.

Indirectamente estas condiciones presuponen que todo el capital requerido por los entrantes
potenciales se encuentra disponible en forma líquida y que el mismo puede desplazarse
rápidamente de industria a industria. Esto significa que existen mercados bien
desarrollados para “leasing” o reventa de equipos de capital de modo tal que la liquidez del
capital puede recuperarse rápidamente y sin incurrir en pérdidas en su valor.

En tales circunstancias una firma puede ingresar a un mercado monopólico u oligopólico, si


es que espera obtener beneficios fijando precios inferiores a los de las firmas presentes,
sirviendo una parte de la demanda atendida hasta el momento por las mismas. Si las firmas
que ocupaban previamente el mercado reajustan sus precios, reaccionando frente a la
nueva competencia, entonces la firma recién ingresada puede salir rápidamente del
mercado sin la pérdida que podría originar cualquier tipo de costos hundidos.

En esas condiciones, las economías de escala no constituyen barreras a la entrada, en la


medida en que el oligopolio o monopolio a que puedan dar lugar sea no sustentable.

Si la tecnología que caracteriza a la industria implica la presencia de costos hundidos,


entonces esos costos constituirán una barrera a la entrada ya que ellos deben ser
afrontados por el potencial ingresante pero no deben ser erogados nuevamente por la o las
firmas ya presentes en el mercado.

Los costos hundidos son aquellos costos que no pueden ser recuperados o al menos no
rápidamente. Por ejemplo, los costos de inversión de las redes de transmisión o
distribución en un sistema eléctrico, los rieles de un sistema ferroviario son ejemplos de ese
tipo de costos. Se trata de inversiones que no pueden transformarse tan fácil y rápidamente
en capital líquido conservando al mismo tiempo el valor del capital inicialmente invertido.

En tal sentido es importante distinguir entre costos fijos y costos hundidos. Los costos fijos
resultantes de inversiones de capital serán costos hundidos sólo en la medida en que
tengan la característica de no ser fácilmente reconvertibles a capital líquido. Por ejemplo
los equipos ligeros de generación térmica constituyen costos fijos en la industria de la
generación eléctrica pero, en ciertas circunstancias, pueden ser rápidamente realizables y
por tanto no constituir costos hundidos.
74
En los mercados disputables no importa tanto la competencia efectiva sino la competencia
potencial que permite disciplinar el comportamiento de la o las firmas ya presentes en el
mercado.

La perfecta disputabilidad de todos los mercados permite restablecer todas las condiciones
necesarias para alcanzar el óptimo global, aún cuando tales mercados no sean de
competencia perfecta sino poblados de oligopolios y monopolios.

Es decir que una de las condiciones más importantes de la teoría se refiere a la


competencia potencial dada por la libre entrada y salida (sin costo). Se supone que en
estas circunstancias el poder monopólico está ausente aún en presencia de monopolios.

Sin embargo uno de los supuestos más restrictivos de esta teoría es justamente que el
modelo supone la perfecta disputabilidad a través de la entrada libre y total, en el sentido de
que ocupen todo el mercado. El supuesto implícito para que se produzca la total ocupación
del mercado es una no-respuesta por parte de las empresas que ya están en el mercado.
Este argumento simplemente no parece sustentable.

Donde existe entrada y salida sin costo el poder monopólico está ausente aún en presencia
de monopolios.

IV.1.2. Sustentabilidad del Monopolio Natural

En el caso de las industrias multiproducto el monopolio natural puede ser, en algunas


situaciones, potencialmente inestable. Esta inestabilidad puede surgir por diferentes
razones.

Este puede ser el caso en que las economías de escala producto-específicas son más
importantes que las economías de alcance. En tal situación una firma que se especialice en
uno de esos productos puede provocar la inestabilidad del monopolio natural que produce
de manera conjunta ese bien y otros productos que son sustitutos cercanos de aquél.

En cambio, cuando las economías de alcance son importantes, la situación de monopolio


natural resulta más sostenible.

La sostenibilidad de un monopolio natural se verificará cuando el mismo no afronta la


posibilidad de que la competencia potencial se convierta en competencia efectiva y pierda
parte de sus mercados.

Por supuesto, la sustentabilidad del monopolio natural se relaciona de manera directa con
los precios que fija para sus productos.

Baumol, Bailey y Willig (1977) afirman que las condiciones necesarias para que un
monopolio sea sostenible son las siguientes:

a) Que la función de costos sea subaditiva para todo el rango de producción relevante
b) Que minimice el costo de producción en los niveles que abastezcan la demanda de
la industria?
c) Que los beneficios supernormales sean nulos en caso de que no existan barreras en
la entrada
d) Que no practique subsidios cruzados entre productos o grupos de consumidores
e) Que los precios sean mayores o iguales a los costos marginales

75
Tal como se ha visto en una sección del capítulo precedente, la subaditividad de la función
de costos es una condición necesaria (y suficiente) para la existencia de monopolio natural.
Si no hubiera subaditividad de costos entonces

C (Σ Xi) ≥ Σ C (Xi)

y por tanto la situación de monopolio no es sostenible, salvo que existan barreras a la


entrada.

La segunda condición se relaciona con la eficiencia productiva. Si el monopolista no


minimiza sus costos puede producirse el ingreso de competidores que siendo técnicamente
eficientes puedan abastecer la demanda obteniendo beneficios.

Si existen beneficios supernormales y no hay barreras a la entrada puede existir también la


posibilidad de ingreso de competidores que abastezcan la demanda obteniendo beneficios
y, en consecuencia, el monopolio no es sostenible.

La cuarta condición indica que la presencia de subsidios cruzados puede implicar que para
ciertos productos o grupos de consumidores el monopolista está fijando precios muy por
encima de los correspondientes costos de producción. En tal caso puede verse enfrentado
con ingresantes que abastezcan esa porción de la demanda obteniendo beneficios.

Por último, la condición e) indica que si el precio es inferior al costo marginal, el monopolio
mejoraría sus beneficios disminuyendo la producción y por tanto no existiría sustentabilidad.

En términos generales puede decirse que un monopolio, que produce un conjunto de m


bienes cuyas cantidades están expresadas por el vector X = (x1, x2, …xm) y las vende según
el vector de precios P = (p1, p2, …, pm) de modo tal que X = Q (P), siendo Q (.) la función
vectorial de demanda, es sustentable como estructura de mercado si

Pe Xe < C (Xe) para todo Pe < P y Xe < Q (Pe)

donde C (.) denota la función de costos de la industria Xe y Pe los vectores de cantidades y


precios de cualquier firma entrante en el mercado.

Esa condición está indicando que no existe la posibilidad de que una firma ingresante
pueda fijar precios inferiores a los del monopolista obteniendo ganancia (normales o
supernormales).

IV.1.3. Disputabilidad y regulación

La implicancia normativa principal de la teoría de los mercados disputables es la no


necesidad o inconveniencia de la regulación en los mercados que sean disputables,
especialmente si la regulación constituye una barrera legal a la libre entrada de nuevas
firmas a la industria considerada.

Por contraposición, es claro que en aquellas industrias caracterizadas por la presencia de


monopolios u oligopolios, cuyos mercados no sean disputables, la regulación resulta
indispensable como instrumento para promover un mayor bienestar.

Es más, los propios autores de las teorías de los mercados disputables afirman que en los
servicios públicos que tienen grandes costos no recuperables o en los que haya problemas

76
de sustentabilidad deben continuar siendo regulados o, más aún, operados por el sector
público.(65)

En consecuencia, desde la perspectiva de la teoría de los mercados disputables, la


necesidad de regulación se fundamenta en la falta de un mercado razonablemente
disputable o en la imposibilidad de sustentar un monopolio natural, en un mercado
disputable en función de estrategias de fijación de tarifas no subsidiadas.

Por ejemplo, un monopolio natural puede no ser sustentable en un mercado disputable si


opera con la obligación de prestar el servicio y tal obligación no se impone a las
incorporaciones potenciales.

IV.2. Consistencia teórica y relevancia empírica de la Teoría de los Mercados


Disputables

Como ya se ha dicho, la Teoría de los Mercados Disputables pretende ser una


generalización o un sustituto del modelo de competencia perfecta tanto desde el punto de
vista descriptivo-explicativo como desde la perspectiva normativa de la Economía del
Bienestar. Desde este último punto de vista se plantea que la perfecta disputabilidad de los
mercados puede conducir a una situación de óptimo social aún en presencia de oligopolios
o monopolios.

En consecuencia, en presencia de perfecta disputabilidad en todos los mercados se podría


alcanzar la eficiencia económica en sus tres aspectos: productiva, asignativa y estructural.
Como se recordará el significado de estos conceptos de eficiencia es el siguiente:

Eficiencia productiva o técnica: se dice que una empresa es productivamente eficiente si un


dado nivel de producto se obtiene con el mínimo costo en términos de recursos.

Eficiencia asignativa: se refiere a la distribución de recursos entre actividades productivas.


En tal sentido puede afirmarse que la asignación de los recursos es eficiente cuando para
cada recurso productivo se verifica que el valor de su productividad marginal es igual en
todos sus usos e igual al precio del mismo. Este concepto de eficiencia sólo puede ser
definido en base a una distribución de la riqueza que se toma como dato exógeno.

Eficiencia estructural: se dice que una industria se caracteriza por una estructura (número y
tamaño de las firmas) eficiente si dicha estructura es la que permite alcanzar el mínimo
costo de oferta del o de los productos considerados.

De la definición de estos tres conceptos de eficiencia queda claro que, desde el punto de
vista normativo, el segundo es el que habrá de implicar necesariamente un juicio de valor
político.

La teoría de los mercados disputables parte del reconocimiento de la escasa capacidad


descriptiva del modelo de competencia perfecta debido a la alta frecuencia de economías
de escala y de estructuras oligopólicas o monopólicas en los mercados concretos.

Pero, del mismo modo que el modelo de la competencia perfecta, la teoría de los mercados
disputables pretende fundamentar la superioridad del libre juego de los mecanismos de
mercado, es decir pretende proporcionar una nueva versión del funcionamiento de la “mano
invisible” de A. Smith.

(65)
E.E. Bailey, W.J. Baumol "Deregulation and the theory of contestable markets", Yale Journal on Regulation, Vol. 1, 1984
77
IV.2.1. Análisis crítico de la Teoría de los Mercados Disputables

Sin embargo, algunos autores han planteado serias dudas sobre la consistencia teórica y la
relevancia empírica de la disputabilidad de los mercados.(66)

Una primera observación de carácter metodológico es que las enseñanzas normativas de la


Teoría de los Mercados Disputables (TMD) están basadas exclusivamente sobre la
maximización estática de los excedentes de los consumidores y productores, tal como es
común en los desarrollos actuales. La innovación, la equidad y otros valores de carácter
social son dejados de lado en el análisis. Sin embargo, la importancia de estos factores
pueden exceder aquellos resultados del análisis estático.

Una segunda observación del mismo carácter es que la disputabilidad debe cumplirse
totalmente a fin de deducir aquellos resultados deseables que se deducen de la TMD. Si se
cumpliera de manera aproximada tales resultados se convierten en meras conjeturas
especulativas.

Pasando ahora a considerar los aspectos teórico-conceptuales de la TMD pueden


plantearse las siguientes observaciones:

a) La perfecta disputabilidad implica la entrada-ultra-libre (EUL) y total. Total en el


sentido de que el o los entrantes potenciales ocupen todo el mercado. En tal caso el
supuesto de no-respuesta (inmediata) por parte de las empresas que ya están en el
mercado no parece razonable o sostenible. Por tanto la de EUL aparece como
contradictoria con la de no reacción.

b) Aún si se ignorara la anterior inconsistencia, la EUL carece de generalidad ya que se


trataría de un caso extremo. En consecuencia no puede presentarse ese caso
extremo como un intento de generalización de la teoría de la competencia.

c) Con relación a los costos y las barreras a la entrada y salida se plantean importantes
dudas:

i) En la TMD los costos fijos no se plantean como una barrera a la entrada.


Esto podría ser cierto sólo si el entrante puede captar la totalidad del
mercado de la firma ya existente. En caso contrario los costos fijos unitarios
del entrante serían mayores que los correspondientes a la firma existente.
En consecuencia la entrada total es supuesta.

Los sostenedores de la TMD sólo toman en cuenta los costos fijos en la


medida en que puedan ser considerados como costos hundidos.

ii) Los costos hundidos guardan una estrecha relación inversa con el período de
tiempo que se considere. En cualquier mercado los costos hundidos son
mucho más grandes en el corto plazo que en períodos largos de tiempo, por
definición. En consecuencia, dentro de la lógica de la TMD, esos costos son
grandes durante el período (necesariamente corto) en que se supone que la
o las empresas presentes en el mercado no reaccionan frente a la entrada de
competidores. Por tanto aquí la TMD presenta otra inconsistencia.

iii) Virtualmente todo tipo de producción requiere recursos específicos que no


pueden ser transferidos o vendidos sin costo. Por tanto la ausencia total de

(66)
Véase especialmente W.G. Shepherd, op. cit.
78
costos hundidos es un supuesto extremo que no puede ser una hipótesis
para una teoría general.

d) La TMD enfatiza la competencia potencial pero no presta casi ninguna atención a la


real competencia existente al interior del mercado considerado.

e) El caso de un monopolio que enfrente una real posibilidad de EUL es muy


probablemente inestable y la situación de monopolio es sólo transitoria y no un
estado de equilibrio de la industria.

f) En suma, la necesidad de adoptar hipótesis tan extremas (entrada total, no reacción


y ausencia total de costos no recuperables) hace que la TMD refleje sólo una
situación extrema y por tanto no puede tener carácter de generalidad.

Por último pueden plantearse algunas consideraciones respecto a la relevancia empírica de


la TMD.

En primer lugar puede decirse que TMD es una teoría que requiere de una base empírica
que la sustente. Hasta el momento las enfáticas y pretenciosas conclusiones de política
que de ella se han querido deducir contrastan con supuestos no plausibles aplicados
únicamente para deducir resultados abstractos sin constataciones empíricas serias.

En segundo término la investigación empírica acumulada durante décadas muestra que las
condiciones internas de la industria son mucho más importantes que la competencia
potencial. El nivel y la variación de la tasa de retorno ha mostrado una marcada correlación
con la porción de mercado que abarca una empresa. No existen evidencias de que la
competencia potencial haya neutralizado el grado de monopolio en los mercados. En
términos generales un alto grado de monopolio va acompañado por fuertes barreras a la
entrada.

En tercer término las extremas condiciones planteadas por la TMD no están respaldadas
por casos concretos. Analizados esas condiciones se observa que:

• No se han podido identificar casos concretos de ultra libre entrada en mercado


donde las empresas presentes tienen porciones importantes del mercado.
• Ocupación total del mercado por el integrante y falta de respuesta inmediata de las
empresas presentes tampoco puede plantearse como un hecho observado en
mercados con alta concentración.
• La deliberada entrada breve (entrada y salida) es rara e improbable.
• La ausencia de costos hundidos es prácticamente un hecho desconocido en
mercados con alta concentración.

Por último, interesa examinar si las importaciones podrían desempeñar el rol de la


competencia potencial. Tal vez este es el tipo de competencia que ofrece mayores chances
para aplicar el enfoque de la TMD. Sin embargo, la competencia potencial de las
importaciones depende más de las condiciones internas al mercado considerado que de los
supuestos requeridos por la TMD.

IV.2.2. Aporte de la TMD para la reforma regulatoria de las actividades de


servicio público

Las críticas a la TMD, expuestas en la sección anterior, afectan especialmente a la


pretensión de dicha teoría de querer constituirse en una generalización del modelo de

79
competencia perfecta. En tal sentido esas críticas son totalmente pertinentes: los supuestos
que requiere la perfecta disputabilidad de los mercados son al menos tan irrealistas como
aquellos que utiliza el modelo de competencia perfecta.

Sin embargo, si se dejan de lado las pretensiones referidas a la búsqueda de soluciones


que conduzcan a una asignación óptima de los recursos y se rescatan los aportes referidos
a la caracterización estructural de las actividades reguladas y a la influencia de la
competencia efectiva o de la disputabilidad (necesariamente imperfectas) como elementos
para disciplinar el comportamiento de los actores empresarios en las cadenas productivas
de servicios públicos, la evaluación seria un tanto diferente.

No cabe duda que el diferente grado de disputabilidad de los mercados y la diversidad en


las características de las funciones de costo resultan de utilidad para el diseño de los
esquemas regulatorios.

Los elementos analíticos mencionados aportan sin duda elementos valiosos a la discusión
de la reestructuración institucional y regulatoria de las actividades de servicios públicos.
Ese aporte se relaciona, en particular, con la delimitación de los ámbitos donde los
mecanismos de mercado pueden contribuir a un funcionamiento satisfactorio de las
mencionadas actividades, con la forma de organizar ese espacio para los mecanismos de
mercado cuando el mismo no resulta de la simple eliminación de barreras a la entrada
(como sería el caso del mercado del petróleo crudo) y con la identificación de aquellas
actividades donde es necesario mantener la intervención regulatoria del Estado.

La próxima sección está destinada a aportar una ejemplificación de la aplicación de los


elementos analíticos de la Teoría de los mercados disputables y de los aspectos vinculados
con las funciones de costo a las principales cadenas productivas energéticas.

IV.3. Disputabilidad de los mercados energéticos. Organización productiva e


institucional y regulación

Las actividades que componen las diferentes cadenas productivas de los sistemas
energéticos pueden distinguirse atendiendo al carácter comercializable de los bienes o
servicios que produce, al grado de presencia de economías de escala, secuencia y alcance
de acuerdo con el tamaño del mercado que atienden y a la intensidad de los costos
hundidos que las caracteriza. Cada uno de estos elementos resultan de importancia
significativa para evaluar el grado de disputabilidad de los respectivos mercados así como
para examinar la eficacia de diferentes formas de organización institucional de las mismas y
para definir algunos principios relevantes para esquemas regulatorios respectivos.

A continuación se realiza un breve análisis de estos aspectos para las principales cadenas
energéticas: Petróleo y derivados, Electricidad y Gas Natural.

IV.3.1. Disputabilidad de los mercados de petróleo y derivados

El petróleo crudo tiene las características típicas de un bien comercializable, especialmente


si se lo concibe como una commoditie (es decir, una materia prima a la que no se le
atribuye valor estratégico). De este modo, el mercado de petróleo crudo al interior de cada
país estaría expuesto a la competencia externa, en ausencia de restricciones, de tipo legal o
arancelario, a la importación.

En función de ello puede afirmarse en principio que ese mercado presenta un alto grado de
disputabilidad (derivado principalmente de la importación) a pesar de los fuertes costos
80
hundidos que implican las actividades del upstream. De este modo, a pesar de la estructura
marcadamente oligopólica de la oferta interna de crudo (especialmente debida al carácter
capital intensivo de las actividades y al reducido tamaño de los mercados de los países de
América Latina), los actores de los eslabones de producción ven limitado su manejo de los
precios del petróleo que venden debido a la “incursión oportunista” de las importaciones.

En función de ello podría plantearse que tratándose de un mercado disputable, el precio del
petróleo crudo no requiere de intervención regulatoria alguna.

Sin embargo, la eventual ausencia de intervención regulatoria en la determinación de los


precios internos del petróleo crudo no significa que no exista la necesidad de instrumentos
de política tendientes a incidir sobre el uso de los recursos hidrocarburíferos nacionales y
sobre las modalidades de apropiación de la renta de tales recursos.

La apertura de las actividades de exploración, desarrollo y producción a la participación de


actores privados supone el otorgamiento de los permisos correspondientes (por medio de
licitaciones) y la definición de las formas de contratación que especifican las condiciones de
esa participación.

En última instancia, la disputabilidad de los mercados de petróleo actúa sobre el nivel de los
precios internos incidiendo, por ese medio, sobre la renta. La existencia y el mantenimiento
de importantes cuantías de rentas (relativas y absolutas) hacen que la disputabilidad actúe
al mismo tiempo sobre el nivel y la distribución de tales rentas. (67)

El mercado de los servicios de transporte por oleoducto desde los yacimientos o puertos de
entrada hasta las refinerías o desde los yacimientos hasta los puertos de embarque, se
caracteriza normalmente por importantes economías de escala y la presencia de costos
hundidos de gran magnitud. Se trata por tanto de un monopolio natural no disputable. En
consecuencia, el precio y la prestación de tales servicios deben estar sujetos a regulación.

En lo que se refiere al mercado de derivados la situación es significativamente diferente. Si


bien al igual que en el caso del petróleo se trata de bienes comercializables, los servicios de
comercialización y distribución, asociados a su venta a los usuarios finales, no lo son. Al
existir cierto grado de integración vertical entre las actividades de refinación y, al menos, de
la comercialización mayorista de los derivados, ello da lugar a importantes barreras a la
entrada de nuevos competidores o a la competencia potencial.

En general, el expendio minorista de los derivados está también ligado con los canales de
comercialización mayorista: las estaciones de servicio se identifican con la marca de las
empresas refinadoras o de las importadoras que realizan la comercialización y distribución
mayorista.

Puesto que la prestación de esos servicios (comercialización y distribución mayorista-


minorista) está caracterizada por la presencia de costos hundidos (instalaciones portuarias,
de almacenamiento y de transporte, campañas publicitarias tendientes a imponer una
marca, bocas de expendio minorista, etc.), el mercado correspondiente no presenta
condiciones de disputabilidad. Al menos, no se presta a incursiones oportunistas por medio
de la importación.

Por otra parte, las economías de escala, junto con las fuertes indivisibilidades de la
inversión en la actividad de refinación frente al tamaño comparativamente reducido de los

(67)
J.M. Chevalier “Contestabilité des marchés et nouvelle dynamique concurrenntielle: une nouvelle problématique
économique de l’energie”, Cahiers de Recherche du Centre Géopolitique de l’Energie et des Matieres Premiéres,
Université Paris IX-Dauphine, 1996.
81
mercados en el ámbito de América Latina hacen que dicha actividad tenga características
fuertemente oligopólicas.

En consecuencia, puede afirmarse que el mercado de los derivados de petróleo en los


países de América Latina presenta características de oligopolios naturales con un grado
muy reducido de disputabilidad.

Es por ello que, la liberalización total de tales mercados puede dar lugar a abusos que
perjudican a los intereses de los consumidores. Consecuentemente, la protección de tales
intereses implica la necesidad de intervención regulatorias dirigida a prevenir y sancionar la
presencia de conductas oligopólicas.

Es sabido que en mercados oligopólicos de estas características los precios son en general
establecidos por las empresas líderes y la competencia se despliega apuntando a mejorar
las porciones de mercado por medio de la diferenciación de productos y la constitución o
refuerzo de las barreras a la entrada mediante campañas publicitarias. Por tanto, la
competencia en el mercado no actúa sobre el nivel de los precios.

IV.3.2. Competencia y disputabilidad en los mercados eléctricos

Tal vez uno de las principales motivaciones de la reformulación de la teoría de los mercados
disputables haya sido poner en evidencia la posibilidad de construir la disputabilidad en
ciertos sectores de la actividad económica que como aquellos que utilizan redes fijas de
transporte y distribución.

A este respecto, es interesante señalar que uno de los pocos trabajos de aplicación
concreta de la teoría de los mercados disputables se refiere a discutir la introducción de
disputabilidad en el mercado de generación eléctrica. (68).

Hasta mediados o fines de la década del 80, la mayor parte de los sistemas eléctricos a
nivel mundial presentaban un fuerte grado de integración vertical y horizontal y una marcada
presencia del Estado en las actividades de producción por medio de empresas públicas.

En tales condiciones, las “transacciones” vinculadas con el manejo de la energía y la


potencia en bloque eran manejadas como transacciones internas dentro de esa estructura
verticalmente integrada, dominada por una coordinación centralizada y jerárquica de las
operaciones y de las decisiones de inversión.

La intención de introducir la disputabilidad en las industrias eléctricas supone


necesariamente una reorganización institucional y un profundo cambio en los principios
regulatorios y en las modalidades de coordinación. Se trata en suma de reemplazar la
organización y la modalidad de coordinación previamente descripta por otra donde los ejes
principales de coordinación repose en los mecanismos de mercado.

A fin de analizar los posibles enfoques para construir los ámbitos de mercado en los
sistemas eléctricos es necesario examinar el grado de disputabilidad posible con relación a
las diferentes actividades que los conforman, así como las características de las funciones
de costo en una de ellas.

(68)
W.J.Baumol, K.S.Lee, “Contestable markets. Trade and Development”, The World Bank Research Observer, Enero
1991.
82
a) La etapa de generación

Tal como se ha expresado en una sección del capítulo anterior, las tecnologías empleadas
en la generación eléctrica han mostrado una fuerte dinámica de innovación en los últimos
veinte años, especialmente en aquellas vinculadas con la generación térmica.

La introducción de esas nuevas tecnologías (Turbina de Gas y Ciclo Combinado) han


modificado de manera significativa el tipo de rendimientos a escala que caracterizaba a la
actividad hasta principios de la década del 70. Hasta ese momento, las economías de
escala, facilitadas por la progresiva integración espacial de los sistemas, eran muy
marcadas. Este hecho, entre otros, fue totalmente compatible con la organización dominada
por la integración vertical y horizontal y por una modalidad de coordinación centralizada.

Es claro que la atenuación de la importancia de tales economías de escala, secuencia y


alcance, derivada de la potencial incorporación de esas nuevas tecnologías, constituye un
hecho facilitarte (aunque no determinante) de los cambios institucionales y regulatorios
impulsados por los profundos cambios en las modalidades de acumulación en el seno de la
economía mundial y por las corrientes doctrinarias que los acompañaron y legitimaron.

Lo cierto es que esos cambios tecnológicos incrementaron considerablemente el grado de


disputabilidad posible en el mercado de generación eléctrica. Ellos ayudaron a eliminar el
carácter de monopolio u oligopolio natural vigente previamente en la actividad, debido a la
mencionada atenuación de las economías de escala, secuencia y alcance.

También aportaron a una disminución de la presencia de costos hundidos ya que ese


equipamiento más ligero de generación permite más fácilmente el uso de modalidades de
leasing o la existencia de mercados de reventa.

Como consecuencia de esos dos hechos, si se eliminaran las barreras a la entrada a los
mercados mayoristas (y eventualmente minoristas) de electricidad, sería posible la
disputabilidad en esos mercados. Claro está que no se trata de una perfecta disputabilidad
sino solo de un mayor grado de acción de la competencia potencial.

Por tanto, habría que examinar a continuación cuales con las principales barreras a la
entrada de generadores potenciales en el mercado mayorista eléctrico.

b) La transmisión y distribución

Al margen de las barreras impuestas por el marco regulatorio vigente que implicaba (o
implica) limitaciones al ingreso de nuevos generadores, los mayores escollos para la
disputabilidad del mercado de generación se derivan del acceso a las redes de transmisión
(y distribución).

Las actividades de transmisión y distribución se caracterizan por la presencia de fuertes


economías de escala y de costos hundidos muy importantes.

Las redes suponen grandes montos de inversión que solo son recuperables a muy largo
plazo (alrededor de 20 ó 25 años).

Además, en la distribución se observa también la existencia significativa de economías de


alcance, tal como se ha ilustrado en las secciones del capítulo anterior.

Se trata por tanto de típicos monopolios naturales no disputables. De este modo, en la


medida en que se mantenga una organización vertical y horizontalmente integrada o existan

83
asimetrías o exclusividad en el acceso a las redes de transporte (y distribución), resulta
imposible la introducción de mecanismos de mercado en los sistemas eléctricos.

c) La construcción de la disputabilidad en los mercados eléctricos

Como consecuencia de lo expresado previamente la construcción de la disputabilidad en los


mercados eléctricos supone necesariamente una reorganización institucional-productiva de
la cadena eléctrica y una profunda reforma en los principios regulatorios y en la modalidad
de coordinación.

Por lo que se refiere a la organización institucional-productiva, es necesario proceder a una


segmentación vertical y horizontal de las diferentes actividades que integran la cadena
eléctrica.

La segmentación vertical resulta necesaria para independizar el manejo de las redes de


transporte de los mercados de generación y distribución.

La partición horizontal es conveniente para multiplicar los actores en los ámbitos de


generación y distribución a fin de multiplicación de actores disminuyendo el grado de
contratación y por tanto en las barreras a la entrada en esas actividades.

En lo que respecta a los principios regulatorios hay dos cuestiones especialmente


importantes para la construcción de condiciones de disputabilidad.

Por una parte, sancionar el principio de incompatibilidad funcional de la actividad de


transmisión con la generación y la comercialización de la electricidad. Esto significa que los
actores que prestan el servicio de transporte no pueden realizar ninguna de ambas
actividades convalidando la segmentación vertical impulsada con la reorganización
institucional que la posibilita.

Por otra parte, establecer el principio de libre acceso de terceros a las redes de transporte y
distribución.

A partir del establecimiento de este principio se eliminará toda asimetría o falta de


transparencia en el uso de las redes.

Por último, en lo relativo a las modalidades de coordinación se trata de promover la


descentralización de las decisiones de producción y de inversión. Con ello, se logra que
exista un ámbito de acción de los mecanismos de mercado en la operación del sistema y en
la asignación de recursos.

Puede verse entonces que, con estos enfoques de reorganización institucional-productiva


de reforma regulatoria, en función de los elementos analíticos de la teoría de los mercados
disputables es posible pasar de una modalidad de coordinación centralizada a otra donde
dicha coordinación reposaría de modo significativo en los mecanismos de mercado.

La imagen que presentaría esa nueva organización y los ámbitos posibles para la acción de
los mecanismos de mercado se representa en la Gráfica 6.

84
Gráfica 6
Transmisión
Generación
MC

GU

MC
.
. GU
. .
MC
. .
GU

Libre acceso Libre acceso


a las redes a las redes

MC: Mercado de usuarios cautivos


GU: Grandes usuarios

En la gráfica, las líneas punteadas están indicando la partición vertical de la cadena, al


mismo tiempo que el principio regulatorio de incompatibilidad de la función de transporte
con las dos actividades restantes.

Los ámbitos de funcionamiento de los mecanismos de mercado son esencialmente de dos


tipos:

• Competencia entre generadores para el abastecimiento mayorista a los distribuidores


• Competencia entre abastecedores (generadores o distribuidores) para proveer de
energía y potencia a los grandes usuarios. Este ámbito de mercado supone en cierta
medida la disociación entre las funciones de distribución propiamente dicha de la de
comercialización.

A partir de la figura resulta claro que la partición horizontal en los ámbitos de generación y
de distribución, facilita tanto la competencia en el mercado (al existir una mayor atomización
en la generación (69) y una partición geográfica en la distribución (70) y la competencia
potencial al disminuir el grado de oligopolio y/u oligopsonio que suele incidir en la
importancia de las barreras a la entrada. Ambos tipos de competencia aportan al grado de
disputabilidad de los mercados.

Por otra parte, las características de monopolio natural en las actividades de transmisión y
de distribución en el segmento de usuarios cautivos (MC) implica la necesidad de que los
mercados de estos servicios sean regulados. Recuérdese que se trata de monopolios
naturales no disputables debido a la marcada presencia de costos hundidos.

En el caso de la distribución, los precios de los servicios correspondientes están asociados


básicamente con el margen que media entre los precios de compra mayorista y las tarifas
fijadas a nivel de los usuarios finales.
(69)
Facilitada por la atenuación de las economías de escala.
(70)
En este caso los monopolios naturales tienen necesariamente un ámbito geográfico. Por otra parte la atenuación de
las economías de escala en la generación térmica facilita la posibilidad de atender mercados localizados con
generación más próxima.
85
En el caso de estos servicios la imposibilidad de la competencia en el mercado podría ser
reemplazada por mecanismos de competencia por el mercado, por medio de procesos
licitatorios en las concesiones o permisos (Franchise Competition).

Supuestamente, dentro de ciertas condiciones, la competencia por el mercado puede


ayudar a asegurar la transferencia de las mejoras en la productividad a los usuarios. Sin
embargo, los mecanismos y las condiciones para construir ese tipo de competencia pueden
ser muy complejos (71).

Aún cuando la construcción de la disputabilidad en los mercados actuando a través de la


competencia de precios debería tener como efecto una mayor eficiencia productiva y,
eventualmente, el traslado de parte de las mejoras de productividad a los usuarios, existen
otras consecuencias que no pueden ser necesariamente calificadas como deseables.

Entre tales consecuencias pueden mencionarse las siguientes:

• En sistemas con una alta proporción de generación hidroeléctrica puede existir una muy
marcada volatilidad en los precios, especialmente si la capacidad de regulación
hidráulica es muy baja.
Esta volatilidad de los precios puede incrementar notablemente la incertidumbre para las
decisiones de inversión (en la generación) y para las elecciones (fuentes y
equipamientos) por parte de los grandes usuarios de electricidad.
• Las posibilidades de competencia potencial o efectiva se ve limitada notablemente en
aquellos sistemas eléctricos correspondientes a países que no disponen de gas natural
a bajo costo. Sólo la disponibilidad de ese combustible facilita la incorporación de las
mencionadas tecnologías y, por tanto de generadores independientes.
• La competencia por los mercados puede, dentro de ciertas circunstancias, promover el
sobrequipamiento en la generación (y eventualmente en la transmisión). O, en todo
caso, provocar ciclos de sobreequipamiento y seguidos de penuria en el abastecimiento,
realimentando los ciclos de precios. Estos fenómenos pueden dar lugar a una
inadecuada asignación de los recursos.
• Cuando este cambio institucional-productivo y regulatorio se promueve en sistemas que
tienen un horizonte muy corto en lo que se refiere a niveles razonables de seguridad en
el abastecimiento, la acción de los mecanismos de mercado pueden no ser suficientes
para garantizar la calidad de los servicios en el corto-mediano plazo.
• La combinación de la acción del mercado y la regulación en el ámbito de la distribución
minorista puede provocar efectos redistributivos importantes. Dada la incidencia de la
composición del mercado y su tamaño en el área de distribución, el intento de los
distribuidores de retener a los grandes usuarios puede implicar el ofrecimiento de
mejores condiciones de precio para éstos en detrimento de mayores tarifas para los
usuarios cautivos. Este es un resultado muy conocido de ese tipo de combinación
(competencia y regulación). (72)
• La racionalidad propia de los mercados competitivos supone, respecto de la modalidad
de coordinación central, un cambio en la misión de los actores que puede implicar el
abandono de ciertos objetivos de promoción social de la población de menores
recursos. Se trata especialmente de la eliminación de subsidios para garantizar el
acceso al abastecimiento de los requerimientos básicos de la población en cantidad y
calidad.
• Por último pueden mencionarse el potencial cambio de racionalidad por lo que se refiere
a los impactos ambientales y a la promoción del uso racional de la energía. En el caso
de los impactos ambientales, que como se ha dicho, constituyen externalidades para los

(71)
Ver D.F. Spulber (1989), op. cit. cap. 9.
(72)
Ver A.E. Kahn (1970-71) op.cit.
86
diferentes procesos la acción de los mecanismos de mercado resultan claramente
insuficientes y en desventaja frente a la modalidad de coordinación centralizada,
requiriendo por tanto un claro marco regulatorio.
Por lo que respecta al uso racional de la energía, la segmentación vertical puede
cambiar considerablemente los incentivos de las empresas para impulsarlos. En efecto,
para una empresa verticalmente integrada las campañas de promoción del uso eficiente
de energía entre sus clientes puede ayudarle a disminuir los requerimientos de inversión
en generación, transmisión y distribución y, por tanto, una mejora en su margen de
rentabilidad.
La segmentación vertical de los procesos de la cadena eléctrica puede implicar la
eliminación de tales incentivos haciendo desaparecer el “negocio del URE’ para las
empresas distribuidoras. Es claro que los mecanismos más indirectos son regulatoria e
institucionalmente mucho más complejos y precarios.

Es claro que además de todas estas consecuencias es necesario señalar que la


construcción de la disputabilidad en los mercados eléctricos significa un sensible incremento
en los costos de transacción. Ese incremento se relaciona tanto con los costos derivados
de obtener la información necesaria para orientar las decisiones de operación y de inversión
y de conocer y desentrañar los intrincados tecnicismos de los marcos regulatorios, como
con los costos derivados de los diferentes entes de coordinación y control (organismos
encargados del despacho y la administración de las transacciones, entes regulatorios, etc.).

Tal como se ha expresado en una de las secciones del capítulo anterior, la presencia de
estos costos de transacción, junto con la aún significativa presencia de economías de
escala, secuencia y alcances hacen que la construcción de la disputabilidad de los
mercados sea inconveniente desde una perspectiva puramente económica y aún inviable.

IV.3.3. Disputabilidad en la cadena productiva del gas natural

Al igual que en el caso eléctrico, la construcción de la disputabilidad del mercado de


abastecimiento mayorista y del segmento minorista de los grandes usuarios del gas natural
supone la segmentación vertical y la partición horizontal de los diferentes procesos que
integran esa cadena productiva, así como el establecimiento de los principios de
incompatibilidad de la función de transporte con relación a las otras funciones (producción y
distribución, y de libre acceso a terceros a las redes). Puesto que en general se trata del
mismo tipo de argumentación la misma puede obviarse a fin de evitar repeticiones.

Sin embargo, existen algunos aspectos distributivos que hacen más difícil, en este caso, la
construcción de espacios de competencia.

En primer lugar, el proceso de producción de gas natural no presenta el mismo grado de


disputabilidad que la generación eléctrica. En este caso, la presencia de costos hundidos
es mucho más acentuada.

En segundo término, dependiendo del tamaño del mercado, el grado de oligopolización en


esa actividad suele ser mucho mayor que la correspondiente a la generación eléctrica.

En tercer lugar, la ubicuidad geográfica de los recursos y de las correspondientes vías de


transporte (gasoductos) suele acentuar notablemente esa estructura oligopólica de la
producción tal como se muestra en la Gráfica 7.

87
Gráfica 7

P11

P12
P13

P21
P22

P23 P24

C2
C1

C3

Ai (i=1, 2): Areas de producción

Pij : Productor j actuante en el área i

Ch (h=1,2,3) : Centros de consumo

: Gasoductos

Tal como puede observarse, la disposición geográfica de las áreas de producción limita
naturalmente la competencia entre los productores. Solo en el caso del centro de consumo
C3 existe la posibilidad de opción entre el conjunto total de productores. En el caso de los
centros urbanos C1 y C2 el conjunto de productores en competencia se reduce
considerablemente.

Por otra parte, en comparación con los sistemas de transmisión eléctrica, el transporte de
gas no suele presentar una muy alta interconexión y difícilmente admite la posibilidad de
reversión de flujos.

Estas consideraciones deberían prevenir acerca de las posibilidades reales de construir la


disputabilidad en los mercados de gas natural.

88
IV.3.4. Barreras a la entrada en las industrias energéticas. Algunas tendencias
recientes

Algunos autores han intentado formalizar por medio de esquemas las tendencias de
reformas de tipo institucional-regulatorio que se observan a partir de los procesos de
reestructuración de las cadenas productivas energéticas.

En términos generales se observa una tendencia hacia la mayor apertura de los mercados y
de las actividades correspondientes, al ingreso de nuevos actores y, el mismo tiempo, de
una mayor participación privada, ya sea a través de la privatización de los activos existentes
y/o de las inversiones de expansión.

Por otra parte, esa tendencia implica también el abandono total o parcial de la modalidad de
coordinación centralizada predominante en las diferentes cadenas productivas en la gran
mayoría de los países, a favor de una modalidad con una más fuerte incidencia de la
coordinación por el mercado.

Por ejemplo, J.M. Chevalier (73) propone el siguiente esquema para mostrar las tendencias
que se observan con relación a las barreras a la entrada en las diferentes actividades
productivas energéticas.

Esquema 1
Barreras a la entrada en las actividades productivas energéticas

Barreras Barreras Barreras Barreras de Barreras


Tecnológicas Costo-Riesgo Economías de Diferenciación Institucionales
Escala
Exploración 0 0
Producción *** *** **
(Hidrocarburos)
Transporte de * *** *** 0 ¬
Gas natural
Transporte de * ** * 0 ¬
Petróleo
Producción de * ¬ ¬ 0
Electricidad
¬
Transporte de ** ** *** 0
Electricidad
¬
Distribución de * ** ** 0
Gas
¬
Distribución de * * * *
Electricidad
¬
Distribución de
Productos * * * * *
Petroleros
Comercialización * * 0 0 ¬
de Energía
Cogeneración * * * 0 ¬
¬

Importancia de las Barreras:


*** Muy elevada
** Elevada
* Débil
0 Nula

(73)
J.M.Chevalier, (1996) op.cit.
89
ANEXO al Capítulo IV: Los modelos de reforma y la competencia en los
mercados eléctricos

La idea central en las modalidades de reforma de los sistemas eléctricos radica en la


intención de construir espacios de competencia donde sea, posible mediante la
reorganización productiva e institucional de los mismos y el establecimiento de principios
regulatorios diseñados a tal efecto.

Atendiendo al carácter de monopolio natural de los servicios de red (transmisión y


distribución), las posibilidades de introducir espacios de competencia se centran en los
procesos de generación y comercialización.

De este modo aparece la necesidad de reorganizar la estructura de la cadena productiva


eléctrica que implique la segmentación vertical (generación, transmisión, distribución) y
horizontal (distribución, comercialización) de los procesos, y el establecimiento de los
principios regulatorios de: incompatibilidad de funciones y de libre acceso de terceros a las
redes de transmisión y distribución. Estos elementos constituyen la parte básica del modelo
de mercado en que se inspira la reforma, aunque el mismo fue aplicado de modo pleno solo
en algunos de los países de AL&C.74

Sin embargo, tal como lo señalan algunos autores75, pretender que la aplicación este
modelo de reforma a los sistemas concretos habrá de provocar una mejora en la eficiencia
estructural en la cadena productiva eléctrica que favorezca a los usuarios implica aceptar
que se verifican un conjunto de presupuestos con relación a las funciones de costo y a la
forma en que se habrán de coordinar las actividades que se han segmentado.

1 – Las economías de escala en la generación y la competencia

La introducción de la competencia en los mercados eléctricos se fundamenta con relación al


eslabón de la generación, partiendo del presupuesto de que la evolución de la tecnología
ha dado lugar a la virtual desaparición de las economías de escala, de alta significación
desde la última postguerra y hasta principios de los años 70.

De ser efectivamente cierto en lo concreto, ese supuesto permitiría afirmar que los
mercados de generación eléctrica pueden presentar condiciones de disputabilidad y/o de
reales posibilidades de competencia.

La eventual ausencia de economías de escala es una condición suficiente para que la


función de costos de ese proceso sea sub-aditiva. Sin embargo, pueden existir otras
barreras a la entrada que pueden limitar las posibilidades de competencia en el mercado.
Una alta concentración plasmada por el propio proceso de reforma, la existencia de poder
de mercado, un fuerte riesgo derivado de una alta participación de la hidroenergía, con
condiciones de alta inestabilidad hidrológica, pueden ser algunas de las barreras más
relevantes.

1.1 – Economías de escala, funciones de costo y tamaño de mercado

Respecto de la relevancia de las economías de escala en el proceso de generación


eléctrica, se han realizado un considerable número de estudios empíricos, la mayor parte de
ellos en Estados Unidos. Se ha preferido considerar los trabajos más recientes sobre el

74
OLADE/CEPAL/GTZ, “Energía y Desarrollo Sustentable en América Latina y el Caribe. Guía para la Formulación de
Políticas Energéticas” Cuadernos de la CEPAL, Santiago de Chile 2003.
75
J.H. Landon, “Theories of vertical integration and their application to the electric utility industry”, The Antitrust Bulletin28, 1983
101–130; P.L. Joskow, “ Introducing Competition into Regulated Network Industries: from Hierarchies to Markets in
Electricity”. MIT Press,Cambridge1996.
90
tema atendiendo a los cambios tecnológicos y al período de mayor incidencia de las
reformas en los sistemas eléctricos.

Algunos autores76 verifican la existencia de economías de escala en la generación térmica


convencional, al menos hasta ciertos niveles de escala de planta que se sitúan por encima
de los 250 MW. En consecuencia, las perdidas derivadas del no aprovechamiento de las
economías de escala pueden ser muy significativas, especialmente para los países donde el
tamaño de sus mercados eléctricos es pequeño.

A este respecto, puede ser ilustrativo mostrar las dimensiones de mercado eléctrico en los
países que optaron por la Modalidad de Mercado en el proceso de reforma de su sistema
eléctrico. Se entiende aquí que la modalidad de mercado es aquella en que se han
descentralizado las decisiones de operación e inversión (predominantemente en manos
privadas), funcionamiento de un mercado mayorista (spot y/o de contratos de suministro),
con o sin segmentación vertical y horizontal obligatoria, acceso a las redes por parte de
terceros.77

En el Cuado 1 se presenta un indicador de tamaño de mercado eléctrico (capacidad


instalada)78 para los países que adoptaron dicha modalidad. Entre tales países, solo en los
casos de Argentina, Bolivia y Guatemala se estableció inicialmente la segmentación vertical
de manera obligatoria. En los otros casos, se planteó que dicha segmentación debía
traducirse al menos en la separación contable de los diferentes procesos para las empresas
preexistentes (Colombia) o se permitió en los hechos la integración vertical entre ciertos
procesos.

Cuadro 1
Tamaño de mercado en los países que adoptaron la Modalidad de
Mercado en su Reforma Eléctrica (Año 1994)79
Capacidad
País Instalada
(MW)
Argentina 17649
Colombia 10080
Chile 4749
Perú 3089
Panamá 922
Guatemala 819
El Salvador 818
Bolivia 690
Fuente: SIEE de OLADE

Según se desprende del Cuadro 1, la capacidad instalada de los últimos cuatro países
resulta entre 2,8 y 3,7 veces el nivel mínimo de escala estimado en los trabajos
previamente referidos. Al margen de las dificultades que puedan presentar dichas
estimaciones, en función de los métodos utilizados y/o la disponibilidad de la información
disponible para aplicarlos, parece claro que las reales posibilidades de introducir
competencia en los mercados de ese tamaño son extremadamente limitadas y, de
conseguirlo, los resultados serían contraproducentes para los consumidores.

76
M.T. Maloney, “Economies and diseconomies: estimating electricity cost functions”, Review of Industrial Organisation 19,
2001,165–180; N.K. Kleit, D. Terrell, “Measuring potential efficiency gains from deregulation of electricity generation: a
Bayesian approach”, The Review of Economics and Statistics 83 (3), 2001, 523–530; L.D.Hiebert, “The determinants of the
cost efficiency of electric generating plants: a stochastic frontier approach”, Southern Economic Journal 68 (4) , 2002, 935–946.
77
OLADE/CEPAL/GTZ, Ibid. Capítulo II parte B.
78
Sería más adecuado tomar la demanda máxima de potencia como indicador de tamaño de mercado. Es claro que en tal
caso se tendrían valores menores a los indicados en el Cuadro 1.
79
Se consideran datos de 1994 debido a que es el punto temporal más cercano a la ejecución de las reformas en los países
de la Región.
91
1.2 – Concentración en el ámbito de la generación y poder de mercado

Pero, tal como se ha expresado, más allá de la real significación de las economías de
escala y de la sub-aditividad de las funciones de costo, las condiciones de disputabilidad
pueden verse seriamente afectadas por el grado de concentración que quede plasmado
durante el proceso de reforma, en términos de la reorganización productiva e institucional
en el ámbito de la generación.

Así por ejemplo, en el caso paradigmático de reforma (el de Gran Bretaña), la organización
institucional-productiva plasmada en el ámbito de la generación en el momento de la
reforma implicó una muy alta concentración: se le asignó acional Power (NP) un 46% del
total de la capacidad de generación, alrededor de un 28% PowerGen (PG), ambas
privatizadas en 1991, quedando un 17% en manos de Nuclear Electric, que continuó siendo
pública hasta 1996. Aunque se considere únicamente a las dos generadoras privatizadas en
1991, entre ambas concentraban inicialmente más de 74% de la capacidad de generación.
Se trata de un oligopolio concentrado donde las posibilidades de constituir barreras a la
entrada y colusión en la oferta de precios son muy altas. De hecho, el poder de mercado en
el Pool hizo que el ente regulador debiera intervenir para disminuir el grado de
concentración, obligando a NP y a PG a revender, en 1996, alrededor del 17% de su
capacidad de generación conjunta.80

Dentro de la Región, el caso prominente en el mismo sentido es el de Chile. En efecto,


incluso después de haber transcurrido alrededor de 20 años de iniciada la reforma, tres
empresas concentran más del 90% de la oferta en el Sistema Interconectado Central:
Endesa 55%, Gener 20% y Colbún 17%.81 Además, tal como se remarcará en el apartado
siguiente, la empresa líder de este oligopolio controlaba, al menos hasta el 2000, el sistema
de transmisión82 y los sitios de potencial aprovechamiento de los recursos hidroeléctricos.
Adicionalmente, esos generadores mayores tenían también el control sobre el Centro de
Despacho de Cargas (CDEC). Es claro que en tales condiciones resulta poco probable que
se organice un mercado competitivo transparente y sin barreras a la entrada. La
permanencia de esa estructura de mercado, incluso con posterioridad al acceso del gas
importado desde Argentina, parece confirmar esa aseveración.

En Perú se aplicó al sector eléctrico un enfoque de reforma semejante al de Chile.


Mediante cambios posteriores al proceso de privatización se fue modificando la composición
accionaria de los consorcios adjudicatarios y por este medio se fue incrementando el grado
de concentración horizontal en el ámbito de la generación y la reintegración vertical de los
procesos, especialmente luego que ENDESA de España tomó el control de ENDESA de
Chile.83 El análisis de esta situación será retomado en la próxima sección.

Entre los mercados muy pequeños consignados en el Cuadro 1 y cuyos países optaron en
sus reformas la modalidad de mercado, es interesante examinar los casos de El Salvador y
Guatemala, donde la existencia de contratos PPA a largo plazo desempeñan un rol muy
relevante.

80
Ver R. Green, “Reform of electricity supply industry in the UK”, The Journal of Energy Literature II, 1 1996, 3-24. En 1990, el
nivel del Índice de Concentración Hirshman-Herfindahl alcanzaba a 3800; el nivel considerado como límite superior por la
legislación antitrust de EEUU, considerado para calificar como mercado de competencia es 1000. Sin embargo y a pesar de
posteriores intervenciones en el mismo sentido, hasta alcanzar un porcentaje de participación conjunta de NP y PG de
alrededor del 25%, los precios del mercado mayorista se mantuvieron altos hasta el año 2000. (D. W. Bunn, M. Martoccia
“Unilateral and collusive market power in the electricity pool of England and Wales”, Energy Economics 27 , 2005, 305– 315)
81
O.E. Moya, “Experience and new challenge in the chilean generation and transmission sector” , Energy Policy, Vol. 30, 2002,
575-582. En este caso, el Índice de Concentración Hirshman-Herfindahl alcanza un nivel de 3541 (ver P. Maldonado G., R.
Palma B., “Seguridad y calidad del abastecimiento eléctrico a más de 10 años de la reforma de la industria eléctrica en
América del Sur”, CEPAL, Serie Recursos Naturales e Infraestructura N° 72, Santiago de Chile, julio 2004.
82
O.E. Moya Ibid, pag. 577.
83
Ver, H. Campodónico, “Privatización y conflictos regulatorios: el caso de los mercados de electricidad y combustibles en el
Perú” CEPAL, Serie Recursos Naturales e Infraestructura N° 8, Santiago de Chile, marzo de 2000.
92
En primer lugar, tal como era de esperar, el mercado de generación está muy concentrado,
en gran parte debido a que las empresas públicas de generación que participan en el mismo
deben incluir en su oferta la reventa de la porción que deben adquirir por los mencionados
contratos PPA y también porque las ofertas directas en el mercado de los generadores
privados está muy concentrada.

De este modo, en el caso de El Salvador, entre la estatal CEL y la generadora privada


Duke, concentraron en el año 2000 el 77% de la oferta de generación. Si se agrega a la otra
empresa pública (GESAL), ese porcentaje se eleva a alrededor del 98%. Esto hace que en
un trabajo en el que se analizan con cierto detalle los contratos tipo PPA, se exprese que
“…el sistema de precios ofertados con la participación única de dos actores (la CEL y Duke)
ha mostrado ser altamente sensible al poder de mercado de los agentes y deja dudas sobre
las señales de eficiencia de los precios del [mercado mayorista]”84

En Guatemala, la mayor parte de los PPA fueron preexistentes a la reforma y la adquisición


de la energía y los servicios correspondientes quedaron a cargo de la pública de generación
(INDE) y de la empresa privatizada de distribución en el área metropolitana (EEGSA). De
esta manera, la porción de la demanda nacional que es cubierta a partir del mercado de
ocasión representa menos del 20% y los PPA de EEGSA representaron en el 2000
alrededor del 73 % de su mercado, compuesto esencialmente por clientes del segmento
regulado.85 Atendiendo a la porción de la demanda que pasa por el mercado (de ocasión o a
término) y a la dimensión total de la oferta, los costos de transacción, derivados de la
construcción del mercado deben resultar muy altos en términos unitarios.

En los otros dos países que optaron por la modalidad de mercado (Argentina y Colombia),
la situación es diferente de las anteriores. En primer lugar, debido a la dimensión
comparativa del mercado eléctrico.

En segundo término, porque el número de actores en el ámbito de la generación (debido al


diseño de la organización institucional al momento de la reforma y/o por el ingreso de
nuevos actores) es significativamente mayor que en los casos anteriores.86

En tercer lugar, en ambos países, los potenciales inversores en generación térmica podían
tener acceso al uso de gas natural a precios comparativamente bajos.87 Esto permitió el uso
de las nuevas tecnologías más eficientes de generación térmicas.88

En cuarto lugar, el segmento de transmisión fue segmentado de los otros procesos y con
acceso libre y transparente, a pesar de que en Colombia la segmentación vertical no fue
completa.89

84
CEPAL “El mercado eléctrico regional: contratos PPA en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua”, México,
septiembre de 2001.
85
CEPAL, Ibíd., pag. 46
86
En sistema eléctrico colombiano, el número de generadores pasó de 17 en 1995 a 30 en 2001 (E.R. Larsen, I. Dyner, L.
Bedoya, C.J. Franco, “Lesson from deregulation in Colombia: successes, failures and the way ahead”, Energy Policy, vol. 32,
2004, 1767-1780). En Argentina se realizó una importante partición de las empresas generadoras estatales al momento de la
reforma y luego se produjo un significativo ingreso de nuevas empresas de generación entre 1994 y 2000; en efecto, entre
diciembre de 1993 y el mismo mes del 2000 el número de generadores pasó de 22 a 39 (CAMMESA, Informe Anual 2003).
87
En Argentina la participación del gas natural como combustible en la generación eléctrica térmica ha sido cercana al 100% a
partir de 1994.
88
La participación de los equipos de ciclo combinado dentro de la capacidad de generación térmica pasó de menos del 2% en
1996 a alrededor del 49% en 2002; de este modo, el consumo específico medio pasó de 2400Kcal/KWh en 1996 a 1670
Kcal/KWh en 2002(CAMMESA, Informe Anual 2003).
89
En Colombia hay actores integran generación y distribución. Sin embargo, existen restricciones para que las empresas de
distribución puedan comprar la generación del mismo grupo: el 40% debe ser adquirido a otros oferentes. Además en lo que
se refiere a la generación, ningún actor puede tener una participación superior al 25% (E.R. Larsen, I. Dyner, L. Bedoya, C.J.
Franco, op. cit.) .
93
Es decir que, aunque con características diferentes, puede decirse que en estos sistemas
eléctricos pudo organizarse mercados de competencia en el ámbito de la generación. Sin
embargo, aun en estos países han existido algunas restricciones a la competencia.

En Argentina, una importante porción de mercado fue excluido de la competencia entre


1993 y 2000, debido a los contratos que se impusieron a las distribuidoras metropolitanas
(Edenor y Edesur)90 con las empresas de generación de la misma área (Costanera y
Puerto) como mecanismo necesario para facilitar la privatización de estas últimas. Por otra
parte, el erróneo enfoque regulatorio respecto del proceso de expansión de la transmisión
(aspecto que será retomado más adelante), existieron dificultades para evacuar una porción
significativa de la generación hacia el centro de carga del sistema, hecho que también limitó
la competencia en el mercado.91

Por otra parte y a pesar la desintegración vertical practicada al diseñar la reforma y la


incompatibilidad de funciones establecida en el marco regulatorio, algunos grupos
económicos tienen participación en consorcios adjudicatarios en diferentes procesos del
sistema eléctrico y, simultáneamente, en los correspondientes a las otras cadenas
productivas energéticas (Petróleo y Gas Natural). De este modo existe cierto grado de
reintegración que abarca al sistema energético en su conjunto y otorga a tales grupos
económicos ciertas ventajas relativas, frente a organismos de control especializados (ENRE
y ENARGAS).92

En el caso de Colombia, uno de los principales problemas de la introducción de la


modalidad de mercado en el sistema eléctrico se vincula a cómo el regulador enfrenta el
potencial riesgo de poder de mercado. Aunque el grado de concentración resulta
comparativamente reducido, cuando se lo mide utilizando el Índice de Hirshman-Herfindahl
en función de la capacidad instalada93, en épocas de abundante hidraulicidad su valor
medido en términos de la porción de mercado puede alcanzar valores cercanos a 2170 y en
períodos muy secos (fenómeno del Niño) podrían ser aun superiores.94

En suma, las limitaciones a la competencia en aquellos países de la Región que han optado
por introducir la modalidad de mercado en sus reformas eléctricas responden a diferentes
causas. En algunos de ellos (notablemente el caso de Chile) debido al diseño de la
organización institucional productiva al momento de la reforma. En otros, por ignorar la
influencia del reducido tamaño del mercado, donde a la ausencia de real competencia se
agrega la pérdida de economías de escala, secuencia y alcance y los costos de transacción
emergentes. También hay factores que se vinculan al diseño regulatorio que han constituido
barreras a la competencia en el mercado (la expansión de la transmisión eléctrica en
Argentina); en sentido similar pueden actuar los desafíos regulatorios ante la potencial
variabilidad del poder de mercado y la incertidumbre regulatoria relacionada con los criterios
utilizados para el pago de la potencia y/o con la operación de los embalses (Colombia).95

2 – Las economías de integración vertical y alcance y las funciones de coordinación

Además de la cuestiones vinculadas la relevancia de las economías de escala y el grado de


concentración en el ámbito de la generación, la introducción de la modalidad de mercado
presupone que las economías de secuencia o de integración vertical son irrelevantes o que,

90
32% del total del total de la energía distribuida en el año 2000.
91
H. Pistonesi, “El Sistema eléctrico argentino: desempeño a partir de la reforma”, CEPAL, Serie Infraestructura y Recursos
Naturales, Santiago de Chile, julio del 2000.
92
Hay actores que son productores de petróleo y gas natural y participan en consorcios (diferentes) que realizan transporte de
gas natural, distribución de gas natural, generación eléctrica, transmisión de electricidad, distribución eléctrica
93
Su valor es 1382
94
E.R. Larsen, I. Dyner, L. Bedoya, C.J. Franco, op. Cit, pag. 1772.
95
Ibíd., pags. 1772-73.
94
aunque no lo sean, las mismas se ven más que compensadas por los beneficios derivados
de la introducción de la competencia en los espacios de mercado que se han construido.

Por otra parte, la desintegración vertical de la cadena eléctrica, imponiendo estrictamente la


incompatibilidad de funciones, plantea el problema de la coordinación de la operación del
sistema. Este problema puede ser resuelto mediante la creación de un organismo
independiente que tenga a su cargo las funciones de coordinar los procesos y,
eventualmente, de la administración del mercado mayorista. Pero, además de esto, será
necesario establecer un amplio conjunto de disposiciones regulatorias que normen el
funcionamiento del mercado e impongan la transparencia en la información relativa a las
unidades productivas que se desenvuelven en los diferentes procesos, a fin de que el
organismo de coordinación pueda realizar su cometido de manera objetiva y neutral.

Todos esos elementos dan lugar a costos de transacción que pueden resultar altamente
significativos dependiendo del tamaño del mercado.

En consecuencia, si la pérdida de las economías de integración vertical, junto con los costos
de transacción resultan mayores que las economías de costos que pueden derivarse de la
introducción de la competencia en el mercado, el resultado es una pérdida neta de
eficiencia estructural que se traduce en mayores costos para los consumidores.

Es interesante señalar que las economías de integración vertical y horizontal pueden ser
visualizadas desde el punto de vista teórico como economías de alcance considerando a los
procesos de la cadena eléctrica como una “industria multiproducto”. En consecuencia, uno
de los enfoques para examinar la evidencia o no de las economías de integración vertical
puede realizarse examinando la separabilidad de la función de costos uniproducto,
utilizando una muestra de empresas verticalmente integradas. La otra alternativa consiste
en emplear una función de costo multiproducto y evaluar las complementariedades
existentes entre los diferentes procesos.

En el primer enfoque, el rechazo de la separabilidad de la función de costo de


abastecimiento equivale a afirmar la existencia de economías de integración vertical.96 Sin
embargo, este enfoque no permite cuantificar las economías de costo derivadas de la
integración vertical de los procesos ya que se remite a examinar la significación de los
términos de productos cruzados dentro de la estimación de la función de costos.

En el segundo, la presencia de economías de alcance entre procesos implica la relevancia


de las economías de integración vertical u horizontal según los procesos de que se trate.97
Las economías de integración horizontal pueden ser relevantes para examinar las
complementariedades entre tipos de generación o entre distribución y comercialización en
los mercados minoristas.

Aunque las investigaciones empíricas que se han realizado a este respecto muestran
resultados dispares, en la mayor parte de trabajos que encuentran evidencia de la
relevancia de las economías de integración vertical y/o alcance.

Así por ejemplo, en el trabajo de Kaserman y Mayo98 referido a la industria eléctrica en


USA, se estima en 22,5% las economías de costo derivadas de la integración generación-

96
Ver por ejemplo H.G.Thompson, “Cost Efficiency in Power Procurement and Delivery Service in the Electric Utility Industry”,
Land Economics 73 (3), 1997, 287–296
97
Ver D.I. Keserman, J.W. Mayo, “The measurement of vertical economies and the efficient structure of the electric utility
business”, Journal of Industrial Economics 34 (5), 1991, 483-503; J.E. Kwoka, Vertical economies in electric power: evidence
on integration and its alternatives. International Journal of Industrial Organisation 20 (5), 2002, 653–671; S. Jara-Díaz, F.J.
Ramos-Real, E. Martínez-Budría, “Economies of integration in the Spanish electricity industry using a multistage cost function”,
Energy Economics 26 (2004) 995– 1013.
98
D.I. Keserman, J.W. Mayo, op.cit.
95
distribución; a su vez en el trabajo de Kwoka99 también referido a USA, estima esas
economías en 26%.

Por su parte, Jara-Díaz, Ramos-Real y Martínez-Budría en un trabajo referido al sistema


eléctrico español expresan que “los resultados obtenidos expresan que los costos de
transacción y la coordinación del sistema de red están lejos de ser despreciables y deberían
ser tomados en cuenta en el análisis de la desintegración vertical. Nosotros hemos
detectado ventajas de costo [en la integración horizontal de] varias formas de generación y
entre la generación y distribución”.100

La desintegración vertical de los sistemas eléctricos, y particularmente la desvinculación de


la generación de la distribución, incrementa el nivel de riesgo e incertidumbre para los
actores de generación, en especial en aquellos casos donde la componente hidroeléctrica
es muy significativa. En consecuencia, es muy probable que el mayor riesgo se traduzca en
costos adicionales para el sistema y/o la incertidumbre incrementar la probabilidad de
desabastecimiento.

En suma, la constatación de la existencia de economías de integración vertical y horizontal


no constituye un argumento definitivo en contra de la creación de espacios de mercado en
el proceso de reforma, siempre que se las tenga en cuenta al impulsar ese proceso y se
pueda plasmar en él una real competencia en tales espacios. Pero, en la sección anterior se
han aportado elementos que ponen en duda la existencia y sustentabilidad de real
competencia en los sistemas eléctricos de la región que han optado por la modalidad de
mercado.

Por otra parte, hay que tomar en cuenta los intentos de los actores de los sistemas que se
han desintegrado en buscar la reintegración de los procesos a nivel de la cadena productiva
eléctrica y/o del sistema energético en su conjunto, hechos que constituyen todo un desafío
para las incipientes agencia antimonopolio en los países de AL & C.

El ejemplo mas relevante a este respecto es el del Sistema Interconectado Central en el


caso de Chile, donde el control de sistema de transmisión por parte de la mayor empresa de
generación hasta el año 2000 ha constituido una barrera para los potenciales entrantes en
el mercado de generación, especialmente aquellos de menor tamaño.101

Un caso explicito de presiones por la reintegración lo aporta la experiencia de Perú donde,


si bien inicialmente se estableció la desintegración vertical y el principio regulatorio de
incompatibilidad de funciones (Unbundling)102, con posterioridad, mediante un Decreto
Supremo (27/95), se autorizó la integración vertical. Este cambio de enfoque regulatorio
produjo que ENDESA de Chile compre la generadora peruana EDERGEL y de ese modo,
ENERSIS pasó a controlar una empresa de generación y otra de distribución.103

3 – Las características tecnológicas de los sistemas y la introducción de competencia


en generación

Los primeros procesos de reforma que se impulsaron en América Latina fueron inspirados
en el “modelo ingles” y/o siguiendo las recomendaciones de la banca multilateral que lo
tomó como enfoque de referencia. Sin embargo, las características tecnológicas de los
sistemas eléctricos de la Región difieren muy significativamente del caso inglés.

99
J.E. Kwoka, op.cit.
100
Jara-Díaz, F.J. Ramos-Real, E. Martínez-Budría, op. cit., pag. 1009.
101
O.E. Moya, op. cit., pag. 579
102
Ley 25844/92, Art. 122.
103
H. Campodónico, op. cit. Pág. 26
96
En efecto, mientras el sistema eléctrico de UK es esencialmente térmico (tecnologías
térmicas convencionales y nuclear), en América Latina la participación de la generación
hidroeléctrica es fuertemente predominante (ver Grafico 1).

Gráfico 1
ALyC: Participación de la generación Hidráulica
(año 1998)

100
90
80
70
60
% 50
40
30
20
10
0
C RICA

ECUA

CUBA
ARG
GUAT
CHILE
URU
BRA

PERU

A Ly C

HOND

NICA
R.DOM
EL SAL
PAR

PAN

VEN

JAM
COL

BOL

MEX
Fuente: Elaboración propia a partir de la información del SIEE de OLADE.

Esta diferencia, conocida y ampliamente debatida en época de las reformas, tiene una
importancia fundamental al pretender introducir competencia en el mercado de generación.

En efecto, ante una participación de ese tipo de generación que supera el 60% en un
número muy significativo de países, la disputabilidad del mercado de generación puede
verse seriamente comprometida ya que la incertidumbre que deben enfrentar los
competidores potenciales es muy significativa.

A este respecto, es interesante reseñar el caso de la privatización de las centrales térmicas


del Área metropolitana en la Argentina. Al momento de la privatización, se habría de
producir el ingreso de dos centrales hidroeléctricas de tamaño muy significativo para el
sistema argentino: Piedra del Águila (central de embalse de 1400 MW de potencia nominal)
y Yacyretá (central Binacional Argentina-Paraguay, de pasada y con una potencia nominal
de 3100 MW de acuerdo con la cota de proyecto). Con el ingreso de estas centrales se
estimaba que la capacidad instalada permitiría asegurar el abastecimiento hasta fines de la
década del 90.

De este modo, la privatización de las centrales térmicas de la ex-SEGBA (Servicios


Eléctricos del Gran Buenos Aires), esencialmente TV de cierta antigüedad requirió que se
garantizara a las empresas Costanera y Puerto, que se hicieron cargo de esas centrales, la
adquisición de toda su producción mediante contratos a término de 8 años de duración
(hasta el año 2000). Esos contratos fueron asignados a las empresas de distribución del
Gran Buenos Aires (EDENOR Y EDESUR) al momento de su privatización, repercutiendo
en última instancia sobre los clientes de esa área.104

Otro caso muy relevante es el de Colombia, donde las cambiantes condiciones de oferta
hidráulica provoca una marcada volatilidad en los precios de bolsa (ver Gráfico 2). El alto
grado de incertidumbre que esta situación plantea a los potenciales inversores en

104
Ver G. Diaz de Hasson, “Análisis de la Privatizaciones Eléctricas”, Desarrollo y Energía, Vol. 3 N° 5, San Carlos de
Bariloche, marzo de 1994, 51-94.
97
generación térmica, elemento indispensable para tener una composición mas diversificada
de tecnologías de generación, puede ser una importante barrera a la entrada, con los
consecuentes problemas para el funcionamiento del mercado.

Gráfico 2

Colombia: Evolución del precio de bolsa y de las


condiciones de oferta hidráulica

Fuente: Interconexión Eléctrica S.A. E.S.P. “Informe del Mercado de Energía Mayorista”, diciembre
de 2001.

A fin de morigerar en parte este problema, en 1999 se introdujeron modificaciones


regulatorias en lo que se refiere a la remuneración de la potencia térmica a fin de dar un
incentivo a la inversión en ese tipo de tecnologías, especialmente las que utilizan gas
natural. De cualquier modo, no resulta claro si esta medida ese incentivo resulta
suficiente105 y, por otra parte, aun subsiste el problema vinculado con las modalidades de
establecer los contratos de provisión de gas natural por parte de los potenciales inversores
en generación térmica.

La crisis de abastecimiento de 1998 en Chile se vincula claramente con el mal


funcionamiento del mercado en sistemas de alta participación hidroeléctrica, cuando el
diseño regulatorio del mismo es inadecuado. Un año seco junto con la demora en la
construcción o puesta en operación de centrales térmicas y la falta de transparencia y la
ausencia de una adecuada coordinación en el manejo de las reservas de embalse fueron
algunos de los principales factores de esa crisis de abastecimiento.106

Aunque de características diferentes, la muy alta participación de la generación


hidroeléctrica también tuvo que ver con crisis en el sistema eléctrico de Brasil en el año
2001. El enfoque estatal respecto al equipamiento eléctrico había sido tradicionalmente
tomar como referencia la situación de año seco de modo tal de garantizar el abastecimiento

105
E.R. Larsen, I. Dyner, L. Bedoya, C.J. Franco, op. cit
106
P. R. Balbontín, “La crisis eléctrica en Chile: antecedentes para una evaluación de la institucionalidad regulatoria”, CEPAL,
Serie Recursos Naturales e Infraestructura N° 5 Santiago de Chile, diciembre de 1999.
98
aun en esos casos. El intento de introducir competencia en el mercado de generación, junto
con el abandono de la coordinación del sistema por parte de Electrobras, la virtual
prohibición de inversión por parte de las empresas públicas y el insuficiente interés de los
inversores privados en proyectos de generación térmica, en presencia de un año seco
condujeron a la crisis de abastecimiento. El nuevo gobierno decidió dar marcha atrás en el
rumbo de las reformas emprendidas.

Cuando se discute la conveniencia de competencia en sistemas eléctricos con alta


participación de generación hidroeléctrica se suele hacer referencia al caso exitoso de
Noruega (100% de generación hidroeléctrica). Sin embargo, hay que tomar en cuenta la
existencia del NordPool que evita que Noruega deba instalar capacidad térmica de
respaldo ya que la misma es provista por Finlandia, Dinamarca y Suecia, cuando fuera
requerida. Por otra parte, este mercado no está libre de imperfecciones actuales y
potenciales107

4 – Impactos de la competencia sobre los precios y la inversión

Puesto que los intentos de introducción de la competencia en los mercados eléctricos


constituye un medio para la mejora en la eficiencia productiva y en los procesos de
inversión, que a su vez deberían traducirse en menores precios de abastecimiento a los
usuarios finales. Si esta finalidad no se logra, la creación de los espacios de mercado solo
habrá conseguido que los nuevos actores productivos, en su mayor parte empresas
transnacionales en América Latina, obtengan ganancias por encima de los retornos
normales para este tipo de actividad, sin contribuir necesariamente a la sustentabilidad del
abastecimiento.

Tal como lo expresa Newbery108, la liberalización de los mercados eléctricos requiere de


una adecuada regulación a fin de que las mejoras en el funcionamiento de la industria se
trasladen a los consumidores. Para ello se requiere, entre otras cosas, evitar que los
actores del sistema ejerzan poder de mercado, que la asimetría en la información impida el
adecuado control del los beneficios en los monopolios naturales, que los precios del
mercado spot registren una volatilidad muy marcada, que la incertidumbre o la carencia de
adecuada coordinación del sistema provoquen insuficiencia de inversión para asegurar el
abastecimiento a largo plazo.

A este respecto es relevante examinar, a partir de la experiencia de algunos países que


han intentado introducir competencia en sus mercados eléctricos, el desempeño en ciertos
aspectos clave. Este análisis se referirá fundamentalmente a los países que han logrado
alcanzar un mayor grado de competencia en sus mercados eléctricos (Argentina y
Colombia).

4.1 – La evolución de los precios

a) Argentina

Con relación a la evolución de los precios en el caso del sistema eléctrico argentino solo se
considerará como relevante a estos efectos el período que se extiende desde mediados de
1992 hasta la crisis y devaluación en 2002. A partir de ese momento consideraciones de
carácter macroeconómico alteraron significativamente la vigencia de los marcos regulatorios
y de los contratos de concesión y, por tanto el funcionamiento de los mercados de manera
acorde con ellos.
107
Ver por ejemplo K. Skitte, “Market imperfection on the power markets in northern Europe: a survey paper”, Energy Policy 27
(1999).
108
D.M Newbery, “Problems of liberalizing the electricity industry. European Economic Review 46, 2002, 919–927.
99
Hasta fines del 2001 el Mercado Eléctrico Mayorista (MEM) contaba con un número muy
significativo de actores de oferta y demanda: 39 generadores, 11 Autogeneradores, 3
Cogeneradores, 58 Distribuidores, 364 Grandes Usuarios Mayores y 1828 Grandes
Usuarios Menores.109

Además, el despacho térmico por orden de mérito basado en el costo variable horario,
conjuntamente con un modelo de valorización económica del agua, como esquema para
que la Compañía Administradora del Mercado Eléctrico Mayorista (CAMMESA) determinara
el precio en el mercado Spot110, evitaba las posibilidades de colusión entre actores. De este
modo, la competencia entre los actores de generación térmica, terminaba descansando en
los contratos de provisión de gas natural. Además, el funcionamiento del mercado se ha
caracterizado por un alto grado de transparencia, situación muy contrastante con la del
mercado mayorista de gas natural.

En el Gráfico 3 se presenta la evolución del precio spot en el MEM. Tal como puede
observarse, la tendencia (T), que abarca todo el período considerado, es claramente
decreciente e implica una reducción de más del 50%.

De hecho, este ha sido uno de los principales elementos para argumentar el éxito de la
reforma en la construcción de la competencia en el mercado eléctrico mayorista. Sin
embargo, ese comportamiento del precio mayorista responde a una diversidad de factores
de los que dicha competencia es tan solo uno de ellos y cuya incidencia ha sido realmente
relevante a partir de 1995.

La entrada de la central hidroeléctrica de Piedra del Águila (1400 MW)111 hacia fines de
1992, la rápida disminución de la indisponibilidad térmica y la mejora de las condiciones de
hidraulicidad, provocaron el rápido descenso del nivel de precios. En efecto, la participación
de la generación hidráulica se incrementó significativamente entre 1992 y 1994, pasando de
34,6% a 42,6%. Para apreciar el efecto de la entrada de Piedra del Águila y del progresivo
ingreso de las turbinas de Yacyretá112, basta indicar que ya en 1995, ambas centrales
representaban, en conjunto, un 16,5% de la generación total del MEM.

109
CAMMESA, Informe Anual 2003
110
La remuneración de la Potencia Puesta a Disposición fue fijada por medio de disposiciones regulatorias
111
Central planificada y construida enteramente bajo el sistema estatal.
112
Central binacional Argentina-Paraguay, en proceso de construcción antes de la reforma.
100
Gráfico 3

Argentina: Evolución del Precio Monómico en el


Mercado Spot

80

70

60
U$S/MWh

50

40

30

20

10
Dic-92

Dic-93

Dic-94

Dic-95

Dic-96

Dic-97

Dic-98

Dic-99

Dic-00

Dic-01
Ago-92

Ago-93

Ago-94

Ago-95

Ago-96

Ago-97

Ago-98

Ago-99

Ago-00

Ago-01
Abr-92

Abr-93

Abr-94

Abr-95

Abr-96

Abr-97

Abr-98

Abr-99

Abr-00

Abr-01

Abr-02
PM T T1

Fuente. Elaboración propia en base a la información de CAMMESA, Informe Anual 2003

En consecuencia, si bien es cierto que la incorporación de centrales térmicas con menores


consumos específicos pudo incidir en alguna medida en poner topes al costo marginal del
sistema, la caída del precio spot se debió fundamentalmente a la entrada de las
mencionadas centrales y al aumento en los aportes en las diferentes cuencas. Por su parte,
la disminución de la indisponibilidad del parque térmico incidió solo marginalmente ya que la
reducción mayor se produjo entre 1994 y 1995.

De este modo, la intensificación de la competencia en la generación y de la incidencia de la


misma sobre el nivel del precio spot se produce a partir de 1995 (ver tendencia T1 del
Gráfico 3), sobre todo porque el aporte de Yacyretá (central de pasada) más que se triplicó
entre 1995 y 1998, alcanzó en este último año una participación del 16% sobre la
generación total y cerca del 40% de la porción hidráulica.113 El fuerte incremento de la
participación de la tecnología de Ciclo Combinado a partir de 1998, incrementó aun más la
competencia en el segmento térmico.

En consecuencia, puede estimarse que la real incidencia de la competencia ha implicado


una disminución en el precio mayorista en alrededor de un 25%, aun así es de una alta
significación.

Pero, el impacto sobre los consumidores fue claramente diferencial. La energía adquirida
por los grandes usuarios114 a través del by pass comercial a las empresas distribuidoras
113
Aunque debe aclararse que esta última se vio menguada por la disminución del aporte de los embalses del Comahue y, en
menor medida, de Salto Grande. “El efecto de la corriente del Niño, iniciado en la segunda mitad de 1997, por el que se
registraron altos aportes en las cuencas de los embalses del Comahue y de Salto Grande, se mantuvo hasta mediados de
1998. A partir de allí se verificó un fuerte viraje hacia un extremo de mínima generación hidráulica, particularmente en la
cuenca del Comahue, alcanzándose nuevos mínimos históricos en todos los ríos. Hacia fin de año, la C. H de Salto Grande,
que había presentado una disponibilidad extraordinaria, pasó rápidamente también a una condición de mínima generación.
Como resultado de esta situación, los precios spot de la energía fueron aumentando al compás de la disminución de la
participación de la generación hidráulica en el total. A pesar de ello el valor monómico anual resultó inferior al registrado en el
año anterior.” (CAMMESA, Informe Anual 1998)
114
Incluyendo las tres categorías de grandes usuarios y los autogeneradores
101
representa alrededor del 29% del total consumido en las diferentes áreas de concesión o
jurisdicciones correspondientes en el año 2000. El precio medio pagado por los grandes
usuarios mayores es muy semejante al nivel de precio spot del MEM. Esto muestra sin lugar
a dudas que, tal como era previsible, a partir de la reforma el conjunto de los grandes
usuarios se ha visto fuertemente beneficiado por el menor costo de la energía que compran.

En cambio, en términos generales y al menos hasta 1999, las tarifas minoristas del
segmento de mercado regulado no habían reflejado cabalmente la tendencia declinante que
había registrado el precio spot en el mercado mayorista (ver Gráfico 4).

Gráfico 4

Argentina: Evolución de la tarifa media residencial en el


Gran Buenos Aires
(consumo de 200 KWh/mes)
100
95
90
U$S/MWh

85
80
75
70
65
60
Ene-91

Ene-92

Ene-93

Ene-94

Ene-95

Ene-96

Ene-97

Ene-98
May-91
Sep-91

May-92
Sep-92

May-93
Sep-93

May-94
Sep-94

May-95
Sep-95

May-96
Sep-96

May-97
Sep-97

May-98
Sep-98

Segba Edenor-Edesur

Fuente: Elaboración propia en base a información del Instituto Argentino de la Energía Gral. Mosconi.

En principio este hecho parece deberse a los procedimientos adoptados en los procesos de
privatización de los servicios en las diferentes jurisdicciones (federal y provinciales)115,
especialmente en lo que se refiere al nivel medio de los costos tomado en cuenta como
punto de partida para la determinación del llamado “valor agregado de distribución”.

Por otra parte y sin un fundamento teórico claro, la reforma introdujo una estructura tarifaria
que penaliza comparativamente a los estratos más pobres de la población, al mismo tiempo
que incentiva el despilfarro de la energía eléctrica, al incentivar el consumo de los clientes
con mayor capacidad de pago (ver Gráfico 5).

115
En el ámbito de la jurisdicción federal hay que tomar en cuenta los contratos a término con las generadoras Puerto y
Costanera, impuestos a las distribuidoras Edenor Y Edesur, al momento de la privatización.
102
Gráfico 5
Arge ntina : Estructura ta rifa ria (ta rifa me dia ) pa ra
consumos re side ncia le s e n e l me rca do de l Gra n
Bue nos Aire s (a ño 1999)

0.190
0.170
0.150
U$S/KWh

0.130
0.110
0.090
0.070
0.050
0.030
20 30 60 80 90 100 110 120 160 200 400 800

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Asociación de Distribuidores de


Energía Eléctrica de la Republica Argentina (ADEERA)

b) Colombia

Tal como se muestra en el Gráfico 2, el precio de la Bolsa en el mercado eléctrico mayorista


de Colombia es fuertemente volátil atendiendo a las condiciones de oferta de los embalses.
Para evaluar este comportamiento hay que tener en cuenta que en 1995 la participación de
la capacidad de generación hidroeléctrica representaba el 76% del total.

En el Gráfico 6 se observa que, en el período previo a la reforma, el precio mayorista


presenta una tendencia creciente que refleja el costo marginal de largo plazo, resultante de
una planificación realizada por organizaciones públicas del sector. Esa dirección de la
tendencia resulta en gran medida del intento de lograr una composición más balanceada en
la capacidad de generación.

La señalada volatilidad en los precios fue particularmente fuerte en los años


inmediatamente siguientes a la reforma. Sin embargo, el primer pico que se observa en el
Gráfico 6 (fines de 1995) fue el resultado de una combinación de la disminución de los
aportes hidráulicos (ver Gráfico2) y de las restricciones impuestas por el regulador a la
erogación de agua de los embalses, ante la expectativa de que aquella situación se
prolongara.

103
Gráfico 6

Colombia: evolución de los precios mayoristas previos


y posteriores a la reforma

Fuente: tomado del trabajo de E.R. Larsen, I. Dyner, L. Bedoya, C.J. Franco, op. Cit

En cambio, el pico de 1998 fue causado por el fenómeno del Niño que produjo una severa
sequía, que fue seguida por un período de abundancia de aportes hidráulicos. Este último
factor, junto con la recesión económica del año 1999 y la progresiva sustitución de la
electricidad por gas natural en los usos calóricos residenciales116, condujo a una
significativa reducción del precio spot a los niveles más bajos desde la liberalización del
mercado eléctrico, incluso a valores inferiores a los equivalentes al costo de capital de una
turbina de gas de ciclo abierto.117

Frente a esta situación y atendiendo a la fuerte incertidumbre hidráulica, el regulador


introdujo modificaciones en los criterios de remuneración de la potencia, intentando
incentivar la inversión en generación térmica.

Al margen de las marcadas oscilaciones en el precio de Bolsa, resulta interesante observar


la marcada estabilidad de la evolución del precio medio de los contratos, si se la compara
con la correspondiente de aquel precio. Tomando en cuenta el nivel del precio del mercado
mayorista previo a la reforma, la evolución del precio medio de los contratos muestra una
tendencia levemente decreciente.

Las disposiciones regulatorias plantearon que las distribuidoras debían contratar al menos
cierta porción de su demanda para atender el segmento regulado de sus correspondientes

116
La participación del gas natural en los consumos residenciales de fuentes comerciales se casi triplicó en el período 1994-
2001, alcanzando el 27% de tales consumos; Al mismo tiempo la participación correlativa de la electricidad se redujo de 50,6%
a 40,2% (SIIE, OLADE).
117
E.R. Larsen, I. Dyner, L. Bedoya, C.J. Franco, op. cit, pag. 1771
104
mercados: partiendo de 100% y disminuyendo progresivamente. Este procedimiento
contribuyó a estabilizar los precios que debieron afrontar los usuarios finales.

Gráfico 7

Colombia: Tarifas eléctricas medias

0.120

0.100

0.080
U$S/KWh

Re s id
0.060 CSyP
Ind
0.040

0.020

0.000
1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002

Fuente: Elaboración propia en base a información del SIEE de OLADE.

Las tarifas del mercado minorista muestran un comportamiento estable hasta 1997, de
manera compatible con la evolución del precio medio de los contratos. A partir de allí, se
produjo un cambio de estructura que significó un incremento relativo de la tarifa media
residencial (Resid) y una disminución de las correspondientes a los consumos del sector
comercial, servicios y público (CSyP) y especialmente a los de la industria (Ind).

Atendiendo a la composición sectorial de los consumos eléctricos, este comportamiento de


las tarifas minoristas hace presumir un ingreso medio a partir de ellas casi constante,
excepto para los años 1998/99. Pero, es pertinente aclarar que las leyes de Servicio
Públicos Domiciliarios y del Marco Regulatorio Eléctrico establecen un subsidio para los
hogares más pobres (Categorías sociales 1,2 y 3), que alcanza a consumos de hasta 200
KWh/mes, habida cuenta del uso de la electricidad en cocción.

4.2 – Las decisiones descentralizadas de inversión

Con posterioridad a la ejecución de los procesos de reforma, la Argentina registró un


dinamismo de la inversión en generación mucho más marcado que el del sistema eléctrico
colombiano; además esos procesos respondieron a motivaciones diferentes y confrontando
distintas tasas de crecimiento de la demanda118. Sin embargo, en la Argentina no ocurrió
lo mismo con las inversiones en el sistema de transmisión a pesar de las
restricciones que fueron manifestándose.
a) Argentina

118
En este aspecto es destacable el caso de Chile donde la capacidad de generación se incrementó en más de 137% entre
1993 y 2003. Este hecho respondió al fuerte crecimiento económico y al consecuente incremento de la demanda total de
generación (6,5 anual acumulativo). A pesar de ese dinamismo de la inversión, se produjo la mencionada situación de
desabastecimiento de 1998, consecuencia de los factores ya mencionados. Otro hecho destacable en este caso es que, en el
Sistema Interconectado Central la casi totalidad de las inversiones en generación fueron realizadas por actores ya presentes
en el mercado.
105
Respecto de las inversiones de expansión de la capacidad de generación es importante
aclarar que, a pesar de la precaria situación de abastecimiento que presentaba el sistema
en 1992119, estaba previsto que con el ingreso de las centrales que se encontraban en
construcción, sobre la base de inversión pública,120 el abastecimiento se encontraría
garantizado casi hasta fines de la década.

Sin embargo, además de la inmediata entrada de Piedra del Águila (1400MW) y el


progresivo ingreso de las turbinas de Yacyretá (1710 MW hasta fines de 1998), los nuevos
actores privados instalaron, entre 1992 y 1999, centrales térmicas por un total de alrededor
de 3000 MW. De este modo, hacia fines de la década, la capacidad instalada se ubicaba un
53% por encima de la demanda máxima.

Aunque en todos los casos implicó la incorporación de tecnologías térmicamente más


eficientes (TG de nueva generación y/o Ciclos Combinados), ese proceso de inversión
atravesó por varias fases. La primera de ellas tuvo que ver con algunos de los actores, cuya
actividad principal esta vinculada con la producción de petróleo y gas natural, que
incursionaron en la generación eléctrica aprovechando la ventaja competitiva que les
otorgaba la disponibilidad del gas a bajo costo.121

Este tipo de situaciones fue especialmente relevante en las regiones eléctricas del
Comahue (Suroeste) y del NOA (Noroeste), donde la provisión de gas a un costo
comparativamente bajo era abundante y existen electroductos que las vincula al mercado
eléctrico principal.122 Como se desprende del Gráfico 8, las inversiones de generación en
esta primera fase se concretaron mediante la incorporación de turbinas de gas a ciclo
abierto (TG).

Gráfico 8

Argentina: Evolución de la capacidad instalada


en generación (*)

25000

20000 HI
N
15000
CC
(MW)

DI
10000
TG
5000 TV

0
1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

(*)Al 31 de diciembre de cada año.


Fuente: elaboración propia en base a información de CAMMESA, Informe Anual 2003.

119
En ese año la alta indisponibilidad del parque térmico fue acompañada por un bajo aporte hidráulico al punto que precio
monómico del sistema (basado ya en el costo marginal) llegó a niveles superiores 75 U$S/MWh.
120
La central de embalse Piedra del Águila, la central binacional de Yacyretá y la central nuclear de Atucha II. La construcción
de esta última fue paralizada, a pesar del grado de avance que presentaba al momento de la transformación.
121
En algunos casos el costo de oportunidad del gas era cero debido a que la alternativa era el venteo (Agua del Cajón – 370
MW-, Filo Morado- 67,5 MW-).
122
La disponibilidad de transporte eléctrico constituyó una fuerte limitación para canalizar totalmente el efectivo aporte de esta
competencia potencial, tal como se ha expresado previamente.
106
Otra fase de inversión se vinculó con centrales localizadas en el centro de carga del sistema
(Gran Buenos Aires) y tuvo que ver especialmente con la mejora de las antiguas centrales
de Costanera y Puerto, vendidas con contratos de compra de la producción transferidos a
los consorcios que adquirieron la distribución en dicho conglomerado urbano. Los titulares
de esas centrales debían prepararse para estar en condiciones de competir cuando
venciera el plazo de tales contratos (8 años). En estos casos, se trató fundamentalmente de
ciclos combinados (CC), en parte completando el ciclo de las centrales preexistentes. Sin
embargo, también se realizaron algunas inversiones en centro de carga, debido a las
limitaciones de transmisión que se presentaron en las zonas previamente mencionadas
(Comahue y NOA)123.

Las claves de este alto dinamismo de expansión en capacidad de generación térmica


radicaron esencialmente en el mucho más moderado grado de incertidumbre que debieron
enfrentar los inversores, comparativamente a otras experiencias que tuvieron lugar en la
región (Vgr. Colombia, Brasil). La apreciación cambiaria (derivada del Plan de
Convertibilidad), disponibilidad de gas natural a bajo costo, la menor participación de la
componente hidráulica, la mayor estabilidad de los aportes y su capacidad de regulación
relativa, los contratos de compra a los adquirentes de las centrales térmicas de la Capital
Federal y las expectativas sobre las potencialidades del mercado del Sur de Brasil, fueron
los principales factores que contribuyeron a atenuar el grado de incertidumbre.

De cualquier forma, esa dinámica de inversión implicó un permanente grado de sobre


equipamiento del sistema que, junto con la disminución de los consumos específicos de las
nuevas tecnologías, tuvieron una influencia decisiva en la leve tendencia decreciente que
presenta el precio del Mercado Eléctrico Mayorista (MEM) a partir de 1995 (tendencia T1 del
Gráfico 3).

Esa situación, además de ser exhibida como un rasgo destacable del éxito de la reforma,
pareció confirmar la visión del gobierno al impulsarla: la presencia del Estado como inversor
y su intervención para orientar y controlar las decisiones de los actores privados era
innecesaria e inconveniente. Los hechos posteriores habrían de plantear un serio
cuestionamiento para esa visión que se suponía aplicable al sistema energético en su
conjunto.

El alto dinamismo de inversión en generación contrasta marcadamente con las dificultades


que se enfrentaron para la expansión del sistema de transmisión. Tanto los recursos
hidroeléctricos, como las reservas de gas natural se encuentra muy alejados del centro de
carga del sistema eléctrico; en consecuencia la red de transmisión es extensa. La región del
Comahue (Sudoeste del país) concentra la mayor parte de las grandes centrales de
embalse, al mismo tiempo que es la principal zona productora de gas y petróleo. Las
restantes zonas de producción de gas natural se ubican en el Noroeste y el extremo Sur.
Por último, las grandes centrales Hidráulicas Binacionales de pasada se ubican en el
Noreste.

Por supuesto, y tal como se ha expresado, la disponibilidad de la red de transporte es


también crucial para una efectiva competencia en el mercado de generación. Pero, la
regulación que estableció en el proceso de reforma prevé un mecanismo sumamente
complejo para la concreción de las ampliaciones de la red de transmisión en alta tensión.

La iniciativa para tales ampliaciones no puede partir de TRANSENER, concesionario de las


redes de alta tensión preexistentes. Debe surgir de actores (normalmente generadores)
interesados y, una vez diseñado el proyecto y superada la auditoria técnica124, se requiere
123
En el caso más notable se trató de un actor que tenía una fuerte participación accionaria en una de las transportadoras de
gas natural y dicha inversión en generación le permitía incrementar el grado de utilización de dicha infraestructura.
124
A cargo de TRNSENER
107
la aprobación por parte de todos los “beneficiarios” eléctricos (calificación que no siempre
se corresponde con los beneficios económicos) en audiencia pública llevada a cabo por el
Ente Nacional de Regulación Eléctrica (ENRE). Una vez completados exitosamente estos
pasos, los interesados llaman a licitación la construcción de la obra, que puede ser
realizada bajo diferentes modalidades. Si más de un 30% de los “beneficiarios” se opone al
proyecto, la línea no se construye. Este complicado mecanismo, pretende prevenir contra
un sobre equipamiento en el transporte que luego deberán sufragar los consumidores en su
mayor parte.

Sin embargo, en la práctica ese mecanismo ha demostrado ser muy poco operativo, dando
lugar a problemas que, en última instancia ha implicado una ineficiente asignación de los
recursos que puede resultar mucho más onerosa que el eventual sobre equipamiento
resultante de mecanismos más centralizados.
Un claro ejemplo de ello ha sido la construcción de la cuarta línea de alta tensión desde la
región del Comahue hacia el GBA. En la programación estatal, anterior a la reforma, estaba
previsto el ingreso de dicha línea cuando se completara la construcción de la central de
Piedra del Águila en 1992. Sin embargo, al momento de la reforma esa central comenzó a
funcionar sin que se alcanzara a construir esa cuarta línea de 500 KV y el proyecto pudo
concretarse recién hacia fines de la década. Pero, a pesar de las restricciones para evacuar
la potencia del Comahue los inversores privados (principalmente petroleros) instalaron
nuevas centrales térmicas, aprovechando las ventajas competitivas que otorgaba la oferta
de gas a bajo costo.
Los generadores de esa región se vieron afectados económicamente debido a dicha
restricción, no solo porque la misma les impidió evacuar parte de su potencial producción,
sino también porque implicaba la sanción de precios resultante de un despacho local,
mucho más bajos que los del nodo de mercado.
En conclusión, puede afirmarse que la experiencia recogida en los años transcurridos desde
la reforma muestra que los mecanismos regulatorios propuestos para decidir la ejecución de
las ampliaciones de la red de transmisión y distribuir los costos emergentes, presenta serios
problemas que ha implicado una asignación ineficiente de los recursos. El ente regulador
nacional (ENRE) en su informe anual 1996 realizó severas críticas al procedimiento previsto
e identificó con claridad los aspectos que obstaculizan la dinámica del proceso de decisión.

b) Colombia

Con posterioridad a la reforma la expansión de la capacidad de generación se tradujo en la


incorporación de alrededor de 2500 MW de equipamiento a gas, a pesar del exiguo
crecimiento de la demanda (menos del 1% anual entre 1995 y 2002). No cabe duda que
este tipo de inversiones contribuye a dar al sistema una mayor seguridad de suministro y a
disminuir la volatilidad de los precios de la Bolsa.

Sin embargo, esas finalidades de carácter global no forman parte de la racionalidad de los
actores privados. La escasez del recurso hidráulico, derivado del fenómeno del Niño, pudo
inducir a pensar que la generación sobre base térmica podría ser un negocio altamente
rentable.

Pero, con el posterior período de relativa abundancia de agua, ni siquiera con el cambio de
los criterios regulatorios para el pago de la potencia a las plantas termoeléctricas (tratando
de incentivar ese tipo de inversiones), introducidos en 1999, pueden dar lugar a una
expectativa razonable de alcanzar al menos un rentabilidad aceptable para ese tipo de
actores.

108
“En una situación en la que las plantas termoeléctricas no han sido utilizadas durante dos
años o mas (como ha ocurrido), resulta difícil convencer a los inversores que esta es una
tecnología viable en el mercado colombiano”125

En consecuencia, a pesar de las mejoras que la reforma pudo haber producido en otros
aspectos (disminución de pérdidas, mayor eficiencia de gestión, mayor cobrabilidad de los
servicios), la potencial volatilidad del precio de Bolsa no ayuda a generar señales
conducentes para la sustentabilidad del sistema.

125
E.R. Larsen, I. Dyner, L. Bedoya, C.J. Franco, op. cit, pag.1776
109
V. MODALIDADES DE REGULACIÓN DE LOS MONOPOLIOS NATURALES. LAS
ARTICULACIONES EMPRESARIAS

En el Capítulo III se discutió el enfoque tradicional de la regulación óptima de los precios de


los monopolios naturales y en el Capítulo IV se mostró que a pesar de las posibilidades que
ofrece la potencial disputabilidad de ciertos mercados energéticos, la permanencia de
actividades caracterizadas por aquella estructura de mercado es aún muy significativa en
los mercados energéticos. También se señala la tendencia a una mayor participación
privada en las actividades energéticas.

En consecuencia, la necesidad de definir concretamente instrumentos regulatorios para


monopolios naturales, que están cada vez más en manos de actores privados, ha
incentivado la discusión acerca de cuáles son las modalidades regulatorias más adecuadas.

En este capítulo se retoma la discusión de esas modalidades regulatorias y se analizan


ciertas tendencias de reintegración de las actividades energéticas, que ahora transvasan el
ámbito de una cadena energética individual.

V.1. Modalidades de regulación por incentivos

Las críticas más importantes a la modalidad tradicional de regulación de los monopolios de


servicios públicos (que tuvo especial vigencia en la experiencia de los Estados Unidos)
basada en el control de la tasa de ganancia se vincularon con el hecho de que esa
modalidad no incentivaba la eficiencia productiva y, especialmente, por el sesgo hacia la
sobreinversión. Esto último, conocido con el nombre de “Efecto Averch-Johnson”.

La insatisfacción hacia esta modalidad tradicional ha promovido el desarrollo de otras


propuestas que tratan especialmente de incorporar incentivos hacia mejorar las condiciones
de eficiencia productiva y trasladar a los usuarios una parte de dichas mejoras.

Estas modalidades de regulación pueden englobarse en la categoría de formas de


regulación con incentivos.

Tal como lo señala V. Teplitz-Sembitzky (126) “…la participación del sector privado en
procedimientos regulatorios competitivos o en la forma de acuerdos BOOT poco contribuye
a los problemas de incentivo inherentes a un monopolio natural. En particular no libera la
necesidad de fiscalizar o, según el caso, de guiar o quizás prescribir el comportamiento ex
post de las instituciones del sector energético”.

Está claro por una parte que los esfuerzos dirigidos a controlar el desempeño empresario en
la gestión de sus costos resulta una tarea sumamente compleja para el regulador,
especialmente debido a que, en términos de la información necesaria, el regulador se
encuentra a merced del propio ente regulado. Por otra parte, las condiciones que pudieron
parecer adecuadas en el momento de proceder al proceso licitatorio constituyen una imagen
necesariamente estática, especialmente respecto de la dinámica de incorporación de las
innovaciones tecnológicas.

Entre las formas de regulación de los precios o de los márgenes (en el caso de la
distribución) de los servicios provistos por un monopolio natural se destacan las que se
exponen a continuación.

(126)
“Regulación, Desregulación, o Reforma Regulatoria ¿Qué se necesita en el sector energético de los LDC”, versión
española del trabajo publicado por el Departamento de Industrias y Energía del Banco Mundial, julio 1990.
110
V.1.1. Regulación de precios por la fórmula RPI-X

Esta modalidad de regulación de precios parte del reconocimiento que el productor, en un


mercado caracterizado por un monopolio natural, más específicamente un distribuidor
(electricidad, gas natural, teléfonos, agua corriente), puede tener control sólo sobre una
porción de sus costos. Es decir, que si se designa con C(Q) la función de costo total del
monopolista, este enfoque supone una partición de dicha función en dos componentes:

C (Q) = N(Q) + M(Q)

donde N(Q) representa la parte no controlable de los costos de producción del servicio y
M(Q) simboliza a aquellas componentes de tales costos que son manejables o controlables
por la empresa.

Por ejemplo, en una empresa de distribución eléctrica, el precio de abastecimiento


mayorista presenta pocas posibilidades para su control por parte de la empresa
distribuidora. En consecuencia, ese rubro del costo estará fundamentalmente incluido
dentro de N(Q).

En cambio, la gestión de las pérdidas de distribución, las mejoras en la productividad del


trabajo e incluso el grado de adaptación de la red a su mercado de distribución, constituirán
partidas del costo que se integrarían dentro de M(Q).

En tales condiciones, la gestión tendiente a mejorar el grado de eficiencia productiva incidirá


fundamentalmente sobre la componente M(Q).

Sin embargo, esta separación de costos, que en la práctica nunca resulta demasiado clara
y, tal como se ha dicho, difícilmente transparente para el regulador, es más una
argumentación teórica tendiente a fundamentar la aplicación de la fórmula regulatoria que
un instrumento de utilización práctico concreto.

Puesto que la actualización periódica de las tarifas debido a la presencia de procesos


inflacionarios (que se suponen moderados) se realiza mediante algún tipo de fórmula
indexatoria. Esas fórmulas indexatorias tienden a proteger a las empresas debido al
incremento en los precios de sus insumos, especialmente de aquellos de estos precios que
no son controlables.

En consecuencia, si se designa con PRI el índice de precios con el que se realiza aquella
indexación, la idea básica de esta modalidad de regulación de precios con incentivos es que
en lugar de aplicar directamente esa fórmula de ajuste nominal de las tarifas, se realice una
sustracción porcentual sobre la misma de una magnitud X. Es decir que si la tarifa nominal
en el período inicial es simbolizada con P0, el nivel de la misma en el período siguiente (P1)
será entonces: (127)

(1) P1 = P0 (1+ PRI0,1 – X)

Ese porcentaje X que se detrae de índice de ajuste (PRI) pretende reflejar la mejora prevista
de productividad a ser trasladada a los usuarios. De esta forma, la evolución de la
rentabilidad de la empresa está vinculada en cierta medida con las mejoras de eficiencia
productiva que se logren efectivamente, en comparación con el grado de mejoras
esperadas por el regulador.

(127)
Puede tratarse del año siguiente o puede ocurrir que X=0 durante cierto número de años y ser mayor que cero al cabo
de ese período. Es decir que la aplicación de X > 0 cada cierto lapso de año (4 ó 5 normalmente).
111
Esta modalidad de regulación de los precios del monopolio natural parece tener la ventaja
de desengancharse del control detallado sobre los costos de la empresa o de su tasa de
ganancia.

Sin embargo, esto es más aparente que real, ya que la determinación de los precios en el
año base supone necesariamente la determinación de una determinada tasa de ganancia y,
para ello, un conocimiento de la estructura de costos. Por otra parte, no queda claro cuál es
el método para la elección del nivel de X. Es claro que su determinación habrá de
desembocar necesariamente en negociaciones entre regulador y empresa regulada.

Es decir, que en suma, todo esto supone recaer en algunas de las principales limitaciones
que se criticaba a la modalidad de regulación por tasa de ganancia.

V.1.2. El uso de los costos estándar como patrón de referencia

Este enfoque parte también del reconocimiento de que resulta inviable para el regulador
realizar un control de la gestión concreta de costos por parte de las empresas reguladas.

Se trata en cambio, de regular el precio de los servicios de la empresa (margen de


distribución) utilizando como referencia costos estándar que se estiman en base a una
“empresa promedio” de la actividad o sobre la base de cada empresa distribuidora en
particular.

Es claro que la segunda opción es practicable únicamente cuando el número de empresas


reguladas es pequeño y la primera cuando ese número es amplio y la diversidad en las
características de los mercados relativamente reducida.

El incentivo que impulsaría en este caso a la empresa a mejorar su eficiencia productiva es


el incremento de rentabilidad que obtiene si su desempeño productivo supera los
estándares que suponen los costos de la empresa utilizada como referencia. Las empresas
que tengan un peor desempeño se verían perjudicadas al obtener una rentabilidad menor.

Tal como se ha sugerido previamente, este enfoque se enfrenta con las dificultades de
comparabilidad cuando se deben regular monopolios naturales (de distribución) con
características de mercado que presentan una gran diversidad. Esa diversidad se vincula
con la densidad del mercado, su composición por tipo de usuarios, las características
topográficas y ambientales, que dificultan notablemente la comparabilidad de esas
empresas con aquella, real o teórica que se haya elegido como patrón de referencia.

De cualquier modo, si los mercados a regular son suficientemente numerosos, existen


algunos métodos simplificados que permitirían, por una parte, limitar la información
necesaria y, por otra, dar mayor flexibilidad al estándar colocándolo en función de las
características diferenciales de los mercados regulados.

Uno de estos instrumentos es la estimación de una función de costos para el conjunto de


los mercados de distribución tomando como variables explicativas la magnitud del mercado,
su composición, el grado de densidad, el nivel de pérdidas técnicas de distribución y
algunos de los precios de los principales insumos. Una vez estimada dicha función podría
ser ajustada en términos de eficiencia productiva en algunas de esas variables explicativas
(pérdidas, precio de los insumos, etc.).

Es decir que si se designa Ck el costo total de la empresa k, se plantea utilizar un modelo


econométrico basado en el siguiente tipo de relación funcional

112
⎡ ⎛X ⎞ ⎛X⎞ ⎛ T ⎞ ⎤
C k = f ⎢ X k , ⎜ I ⎟ , ⎜ ⎟ , Pk1 ⎜ ⎟ , W⎥
⎣ ⎝ X ⎠k ⎝ L ⎠k ⎝ USU ⎠ k ⎦

Donde

Xk : Cantidad de energía vendida (KWh o m3 ) por la empresa (distribuidora k)

⎛ XI ⎞
⎜ ⎟ : Participación del mercado industrial en el total del mercado de la empresa k (128)
⎝ X ⎠k

⎛X⎞
⎜ ⎟ : Energía entregada por Km de red para la empresa k
⎝ L ⎠k

Pk: Porcentaje de pérdidas de distribución en las redes de la empresa k (129)

⎛ T ⎞
⎜ ⎟ : Número de trabajadores empleados por la empresa k por usuario atendido
⎝ USU ⎠ k

La estimación de un modelo econométrico basado en la expresión anterior permitiría


obtener el “desempeño medio” de la gestión de costos para empresas que tienen
características semejantes, atendiendo al nivel de las variables del segundo miembro.

Por otra parte a los fines de obtener ese nivel medio, en términos de niveles acotados de
ciertas variables, pueden establecerse estándares técnico-económicos en función de
valores ‘admisibles”. Por ejemplo, en el caso de la relación indicada podría pensarse en
plantear que
Pk < PMáx.

⎛ T ⎞ ⎛ T ⎞
⎜ ⎟ ≤⎜ ⎟
⎝ USU ⎠ k ⎝ USU ⎠ Máx.

Wk < WMáx.

Donde los valores indicados por el subíndice Máx. indican los estándares admisibles.

De modo tal que, si para algún k esos valores superan a los estándares máximos, se
tomarían esos estándares para calcular la estimación del costo ajustado por
consideraciones de eficiencia productiva.

Una vez hecho este ajuste, se compararían los valores estimados de la función, es decir,
Ĉ k con el valor observado Ck y entonces si Ck > Ĉ k habría razones para sospechar que en
esa empresa existen ineficiencias productivas y el regulador debería basar su juicio para la
determinación del margen del servicio en Ĉk y no en Ck .

(128) ⎛ X ⎞
Eventualmente, esta variable puede ser sustituida por ⎜ ⎟ , es decir, consumo medio por usuario
⎝ USU ⎠ k
(129)
Esta variable tiene especial interés en el caso eléctrico.
113
En cambio aquellas empresas en que Ck < Ĉ k se beneficiaran por estar por encima del
“desempeño medio” estimado.

Es claro que el valor de este método depende de la confiabilidad de la información sobre Ck


(y sobre sus variables explicativas) y de que no todas las empresas tengan sus costos
sesgados hacia arriba

El enfoque basado en el cálculo de costos estándar en función de la realidad concreta de la


empresa regulada presenta también sus ventajas e inconvenientes. La ventaja obvia es
que de este modo se eliminan los problemas de comparabilidad. Los principales
inconvenientes se vinculan con el mayor costo de producción de la información requerida
(se trata de definir con claridad los procesos técnicos de producción, los insumos mínimos
requeridos en cada proceso y contar con los precios “normales” de los insumos utilizados) y
con las posibles divergencias de opinión entre el ente regulador y la empresa regulada
sobre los procedimientos metodológicos y sobre el nivel asignado a ciertas variables
(precios normales de los insumos, cantidad de recursos requeridos para ciertos procesos,
etc.). En ciertos casos en que se ha aplicado este enfoque (130) las divergencias entre el
ente regulador y la empresa regulada han sido muy marcados.

V.1.3. El uso de topes máximos

Este esquema de regulación de los precios del monopolio natural supone el establecimiento
de topes máximos para el ingreso medio de la empresa regulada o para las tarifas medias
aplicables a cada categoría de clientes, dejando a la empresa cierta flexibilidad en la
determinación de su estructura de precios.

Dicho enfoque parte de suponer que la mayor gestión del mercado y de los costos de la
empresa requiere de ese margen de libertad.

La ventaja de este enfoque es la de desenganchar la regulación de la información relativa a


las diferentes empresas reguladas. Sin embargo, frente a la diversidad de condiciones de
mercado, este tipo de enfoque puede ser poco equitativo tanto en el ámbito de las
empresas (distribuidoras) como con respecto a los usuarios.

V.2. Las revisiones tarifarias y la estimación de los Costos Propios de


Distribución: El caso de la industria eléctrica

V.2.1. Consideraciones preliminares

V.2.1.1. Los procesos productivos en el ámbito de los mercados de distribución de


electricidad

La actividad de distribución de electricidad se compone en esencia de dos tipos de procesos


productivos: el servicio de distribución propiamente dicho, vinculado con la gestión de la red
(operación, mantenimiento y expansión) y el servicio de comercialización de la energía, que
tiene que ver con las operaciones de compra de la energía y su reventa a los clientes. Las
actividades de administración, vinculadas con la estructura general de la unidad empresaria
constituyen servicios comunes a ambos procesos.

Si el marco regulatorio eléctrico vigente establece el principio de libre acceso de terceros a


las redes de distribución de modo tal que ciertos clientes (grandes usuarios), ubicados
(130)
Caso de las distribuidoras de electricidad en Chile.
114
dentro del área de concesión del distribuidor, puedan elegir libremente el abastecimiento de
su demanda, pagando el peaje correspondiente por el uso de las redes de distribución.

Esto implica indirectamente la separación entre los servicios de distribución propiamente


dichos de aquellos que se vinculan con la comercialización y, por tanto, la necesidad de
estimación separada de los costos asignables a cada proceso, incluyendo la parte
correspondiente de los costos indirectos de administración.

Por otra parte, al interior del proceso de distribución propiamente dicho, los servicios
prestados a los clientes suponen un uso diferencial de las instalaciones, de acuerdo con las
características de su vinculación al sistema de la red (AT, MT, BT urbana, BT rural).

V.2.1.2. Tipo de rendimientos y eficiencia productiva en la expansión de los mercados


de distribución

El enfoque metodológico a utilizar para la estimación de los costos económicos en el ámbito


de la distribución debe tomar en cuenta el tipo de rendimientos de largo plazo que
presentan las funciones de costo correspondientes a cada proceso (servicio de redes,
comercialización, administración). Para ello es necesario considerar las características
previsibles de la expansión de los correspondientes mercados.

Generalmente el crecimiento del mercado que suponga una mayor densidad de la demanda
dentro del área urbana dará lugar a la existencia de rendimientos crecientes a escala,
mientras que la expansión hacia las zonas suburbana y rural suele caracterizarse por
rendimientos decrecientes.

Estas consideraciones sobre el tipo de rendimientos a escala son especialmente


importantes por lo que se refiere a la expansión de las instalaciones vinculadas con el
proceso de distribución propiamente dicho (servicios de red). En ese plano, los rendimientos
afectan tanto a los requerimientos de inversión como a los recursos relacionados con la
operación de las redes y a su mantenimiento.

La elección de los conceptos de costo utilizados para estimar el Costo Propio de


Distribución (CPD) (incorrectamente llamado Valor Agregado de Distribución (VAD)) tendrá
impactos claramente diferenciales sobre los actores involucrados (Empresa Concesionaria,
Clientes), según sea el tipo de rendimientos predominantes en el mercado de distribución
considerado. En el siguiente gráfico se muestran las características de las funciones de
costo y los criterios utilizados para la estimación del CPD para la componente de los
servicios de red), atendiendo al tipo de rendimientos.

Los criterios más utilizados en la práctica para estimar los costos económicos de largo plazo
de los servicios de red (componente del CPD) son el Costo Incremental Promedio de Largo
Plazo (CIPLP) y el Valor a Nuevo de Reposición (VNR). El criterio del VNR equivale a
considerar un punto sobre la curva de CMeLP y suponer a la ordenada correspondiente
constante para todo el horizonte considerado (período tarifario). En cambio, el criterio del
CIPLP consiste en tomar un valor promedio de los incrementos discretos de costo
expresados en términos unitarios.

En la parte (a) del gráfico se representa la situación donde predominan los rendimientos
crecientes a escala y se consideran dos niveles de demanda (punto t y t+n).131 Tal como
puede apreciarse, en este caso, el uso del criterio del VNR (ordenada A en t) implicaría
otorgar a la empresa concesionaria un excedente unitario creciente a lo largo del horizonte

131
Las curvas del CMeLP y del CMgLP se representan considerando la perfecta divisibilidad de las inversiones.
115
considerado. Obsérvese por el contrario que la utilización del criterio del CIPLP, en
presencia de rendimientos crecientes (ordenada correspondiente al punto B), implica para la
concesionaria déficits financieros unitarios equivalentes a las diferencias entre las
ordenadas de la curvas del CMeLP en el intervalo (t , t+n) y las correspondientes a
segmento BC; es decir que el uso de este último criterio haría necesario un ajuste
atendiendo a la necesidad de lograr la viabilidad financiera de la empresa concesionaria.

(a) (b)
Costos
Costos

CMgLP
A
CMeLP
D E
CMeLP
B C
CMgLP
F

MW t t+n MW
t t+n

Análogamente, en el caso de rendimientos decrecientes a escala (parte (b) del gráfico), el


uso del criterio del VNR daría lugar a déficit financieros crecientes para la empresa,
mientras que el empleo del CIPLP conduciría a excedentes supernormales para la misma.

Si los rendimientos a escala fuesen aproximadamente constantes, los dos criterios


conducirían a resultados cercanos o equivalentes.

En consecuencia, en situaciones concretas, es importante realizar la estimación de los


costos de largo plazo en base a ambos criterios a fin de comparar sus resultados y, en
función de dicha comparación, tomar una decisión desde la perspectiva del Ente de
Regulación, ya sea optando por un criterio u otro (con los ajuste que pudieran
corresponder), o alguna combinación de ambos. Por ejemplo, los segmentos de color rojo
constituirían una aproximación constante al CMeLP, dentro del intervalo de demanda
considerado.

Por lo que se refiere a los costos de comercialización y de administración puede esperarse


que, en términos generales, estén caracterizados por rendimientos crecientes a escala, al
menos dentro de ciertos rangos de amplitud de mercado. Por supuesto, los niveles unitarios
(por MW o por cliente) de este tipo de costos están también fuertemente influidos por la
estructura del mercado en términos del tipo de clientes y el grado de su dispersión espacial.
En consecuencia, la consideración de los niveles típicos o estándar por comparación debe
tomar especialmente en cuenta parámetros tales como amplitud absoluta del mercado,
demanda o consumo medio por cliente, grado de densidad de la demanda (en función del
área de concesión), además de la estructura del mercado por tipo de clientes.
La necesidad de basar el cálculo de los costos en condiciones de eficiencia productiva
supone, en el caso del proceso de distribución propiamente dicho, definir con claridad el
concepto de “red adaptada” y valores estándar para las componentes de sistema de red y
116
para las operaciones de operación y mantenimiento. Para los procesos vinculados a los
servicios de comercialización y administración, las consideraciones de eficiencia productiva
requiere de precisiones acerca del tipo de los estándares de referencia a utilizar.

El concepto de red adaptada plantea serias dificultades para su definición aceptable y


operativa. Esto se debe, por una parte, a las características de naturaleza evolutiva del
sistema que conforman las redes de distribución cuyas decisiones de expansión sucesiva
debieron y deben enfrentar necesariamente condiciones de incertidumbre en cuanto a la
evolución del mercado y de su estructura espacial.

Por otra parte, los problemas para definir aceptablemente el concepto de red adaptada
resultan de la necesidad de tomar simultáneamente en consideración aspectos de carácter
físico y económico. En el plano económico, la indivisibilidad de las inversiones y las
economías de escala que suele caracterizar al equipamiento, hacen necesario tomar en
cuenta horizontes de tiempo que pueden exceder el período considerado para el análisis o
la estimación de los costos. En lo que se refiere a los aspectos físicos resulta ineludible la
referencia a las condiciones de calidad de servicio y a otras cuestiones técnicas vinculadas
a la topología de las redes de distribución.

De cualquier modo, formulando escenarios para hacer la prospectiva de la demanda y


optimizando el correspondiente plan de equipamiento sobre un horizonte significativamente
más amplio que el período de cinco años fijado para la revisión tarifaria, es posible
encontrar una aproximación aceptable para estimar los costos que integran el CPD, a través
del criterio del CIPLP, en condiciones de eficiencia productiva.

Las dificultades que se presentan para discernir el grado de adaptación que presenta el
equipamiento ya existente al momento de la revisión tarifaria son mucho mayores. Esto
significa que, al menos en lo que se refiere a los costos del proceso vinculado a los
servicios de red, resulta más complejo determinar las condiciones de eficiencia productiva.
Esto afecta al uso e interpretación de los resultados de la aplicación del criterio del VNR.
Este hecho debe ser tomado en cuenta al tomar la decisión acerca la elección de las
estimaciones del VAD que se utilizaran para la regulación tarifaria.

V.2.2. Lineamientos metodológicos para el cálculo del CPD

Tomando en cuenta las consideraciones conceptuales planteadas previamente, se


presentan a continuación el enfoque y los principales lineamientos metodológicos
propuestos para el cálculo del CPD, atendiendo a los requerimientos indicativos planteados
dentro de los términos de referencia y de acuerdo con la legislación pertinente.

V.2.2.1. Cálculo de los costos de inversión vinculados con la capacidad de las redes
de distribución

Tal como se ha expresado, la estimación de los costos de capital o inversión


correspondiente al sistema de redes puede efectuarse alternativamente en función de los
criterios del CIPLP y del VNR. Teniendo en cuenta las consecuencias apuntadas en los que
respecta a utilización de uno u otro criterio para el cálculo de esta componente del CPD y
atendiendo a las dificultades para discernir con claridad el tipo de rendimientos presentes,
se propone calcular estos costos en base a ambos criterios, para poder decidir luego la
opción a utilizar para la determinación de los costos a incorporar en el CPD reconocido
dentro del ingreso tarifario. Tanto el CIPLP como el VNR serán calculados para los tres
niveles de tensión (AT, MT, BT).

117
a - Cálculo del VNR

El cálculo del VNR implica la necesidad de contar con un inventario de las instalaciones por
tipo de equipamiento por nivel de tensión y, de ser posible, por área espacial de demanda
(urbana, rural), al momento de la iniciación de las tareas de estimación de costos
planteadas en esta propuesta. Sea entonces Kijh la cantidad total del equipamiento de tipo i
(líneas, equipos de transformación) expresada en las unidades propias, correspondiente al
nivel de tensión j (AT, MT, BT) en el área h (urbana, rural).

Utilizando valores unitarios estándar para los equipamientos de cada tipo (de acuerdo con el
valor a nuevo indicado en catálogos), sea Πij se procederá a valorizar a nuevo el total de las
instalaciones existentes, por tipo de equipamiento, nivel de tensión y, de ser posible, por
área (VTKijh):

(1) VTKijh = Kijh * Πij

Atendiendo al valor teórico de vida útil propio de cada tipo de equipamiento (Ni) y utilizando
una tasa de descuento razonable, de acuerdo con la legislación vigente (r), se procederá a
calcular las anualidades correspondientes a cada tipo de equipamiento (AKijh):

(2) AKijh = VTKijh* fNi

donde fNi es el correspondiente factor de recuperación de capital.

De este modo se podrán obtener los agregados de las anualidades de capital


correspondientes a cada nivel de tensión y, de ser posible, por área (ATKjh):

(3) ATKjh =∑i AKijh

Para realizar el cálculo también se requerirá de la información referida a la potencia


entregada a clientes o a la salida de la etapa siguiente de transformación, por nivel de
tensión y área, sea MWjh. En base a dicha información se procederá a calcular el VNR
(unitario) para cada nivel de tensión y área (VNRjh):

(4) VNR ATh = ATK ATh / MW ATh

(5) VNR MTh = ATK MTh / MW MTh + VNR ATh * (1-PMT)-1

(6) VNR BTh = (ATK BTh / MW BTh) * + VNR MTh * (1-PBT)-1+


+ VNR ATh *(1-PMT)-1 * (1-PBT)-1

Las expresiones (5) y (6) traducen la cascada de costos para los niveles de MT y BT,
agregando a los costos anualizados propios del equipamiento correspondiente a cada
nivel, tomando en cuenta las pérdidas respectivas, los costos incurridos en la etapa(s)
anterior(es) multiplicados por los factores de pérdidas. Puesto que se pretende que el
cálculo de los VNRjh se aproximen a las condiciones de eficiencia productiva, en este caso
habría que considerar niveles estándar para los porcentajes de perdidas en cada nivel de
tensión132. Esos niveles estándar pueden ser determinados en base a valores de referencia
correspondientes a otros mercados de características semejantes.

132
Los coeficientes de pérdidas están medidos en el sentido de los flujos.
118
b – Cálculo del CIPLP

De acuerdo con la prospectiva de demanda (realizada de acuerdo con los lineamentos


metodológicos planteados) y en función del programa óptimo de inversiones (basado en el
procedimiento descripto previamente), se determinarán la infraestructura incluida en el plan
de expansión óptimo, fechada en función del año para el que está prevista la inversión y
desagregada por tipo de equipamiento, nivel de tensión y área (urbana, rural).

De este modo, si se designa con ∆VTKijht a la inversión correspondiente al equipamiento


adicional de tipo i, a ser instalado en el nivel de tensión j para el área h en el año t,
valorizada en términos estándar133, y con ∆MWjht al incremento de demanda correlativo a
esa nueva capacidad (a nivel de cliente o a la salida de la etapa siguiente de
transformación), por nivel de tensión y área, previsto para el año t, los Costos Incrementales
de Largo Plazo correspondientes a la parte de capital, por nivel de tensión y área
(CIPLPKjh) serán calculados por medio de las siguientes expresiones:

(7) CIPLPKATh = [ ∑t (∑i∆VTKiATht * fNi) * (1+r)-t] / [ ∑t ∆MWATht * (1+r)-t]


(8) CIPLPKMTh = [ ∑t (∑i∆VTKiMTht * fNi) * (1+r)-t] / [ ∑t ∆MWMTht * (1+r)-t] + +CIPLPKAth *(1-
PMT)-1

(9) CIPLPKBTh = [ ∑t (∑i∆VTKiBTht * fNi) * (1+r)-t] / [ ∑t ∆MWBTht * (1+r)-t] + +CIPLPKMTh * (1-


PBT)-1 + CIPLPKATh * (1-PBT)-1*(1-PMT)-1

Donde los todos símbolos tienen el sentido ya definido y las expresiones

[ ∑t (∑i∆VTKijht * fNi) * (1+r)-t] / [ ∑t ∆MWjht * (1+r)-t] j = AT, MT, BT

corresponden al costo incremental promedio de inversión apropiada a cada nivel de tensión.


El cálculo de los CIPLPKih correspondientes a cada nivel de tensión y área se realizará
utilizando un esquema semejante de cascada de costos que el indicado para el cálculo de
los correspondientes VNR, de acuerdo con las expresiones (7) a (9).

V.2.2.2. Estimación de los costos de operación y mantenimiento

Para la estimación de los costos de operación y mantenimiento (OyM) suele utilizarse dos
tipos de enfoque. Uno de ellos, frecuentemente empleado en la práctica consiste en estimar
los OYMij, vinculado con el tipo equipamiento i para el nivel de tensión j, sobre base anual,
como un porcentaje ( αij ) de la inversión correspondiente a ese tipo de equipamiento en
cada nivel de tensión. Existen valores estándar de los αij para realizar dichas estimaciones.
Esos porcentajes, aplicados al monto de la inversión, constituyen una anualidad que incluye
la remuneración normal del capital de trabajo que implican las erogaciones vinculadas a la
operación y mantenimiento.

Otro enfoque, que se propone analizar, consiste en tomar valores unitarios de referencia
correspondientes a los parámetros del modelo de referencia eficiente (tomando el cuidado
de incluir en los mismos la remuneración normal del capital), de acuerdo a los
procedimientos indicados en una sección anterior de estas notas.

De acuerdo con el primero de los enfoques planteados, el cálculo del valor unitario del
OyMj, sobre base anual y correspondiente a cada nivel de tensión, (sea OyMuj) se
obtendrá de acuerdo con las siguientes expresiones:
133
Precios de catálogo.
119
i) Criterio VNR

(10) OyMuAT = (∑i VTKiAT * αiAT ) / MW AT

(11) OyMuMT =[ (∑i VTKiMT * αiMT ) / MW MT + OyMuAT ] * (1-PMT)-1

(12) OyMuBT = [ (∑i VTKiBT * αiBT ) / MW BT + OyMuMT ] * (1-PBT)-1 + OyMuAT * (1-


PMT)-1 * (1-PBT)-1

ii) Criterio CIPLP

(13) OyMuAT = [ ∑t (∑i∆VTKiATt *αiAT) * (1+r)-t] / [ ∑t ∆MWATt * (1+r)-t]

(14) OyMuMT = { [ ∑t (∑i∆VTKiMTt *αiMT) * (1+r)-t] / [ ∑t ∆MWMTt * (1+r)-t] + OyMuAT } * (1-


PMT)-1

(15) OyMuBT = { [ ∑t (∑i∆VTKiBTt *αiMT) * (1+r)-t] / [ ∑t ∆MWBTt * (1+r)-t] + + OyMuMT } *


(1-PBT)-1 + OyMuAT * (1-PMT)-1 * (1-PBT)-1

En el caso del segundo enfoque planteado para el cálculo de los OyM, el costo unitario
resultará en cada caso tomando directamente los valores de referencia considerados.

V.2.2.3. Cálculo de los costos de capacidad y su apropiación

Sobre la base de los costos de capital y de OyM pueden calcularse los costos de capacidad
vinculados al proceso de distribución propiamente dicho (servicios de red).

Así por ejemplo, en el caso de la MT, tales costos de capacidad resultarán de las
expresiones siguientes:

i) Criterio VNR

(16) VNRCMTh= [ ATK MTh + (∑i VTKiMT * αiMT ) ] / MW Mth + (VNR ATh +
OyMuAT)*(1-PMT)

donde VNRCMTh expresa simboliza el costo de capacidad para media tensión para el área h,
basado en el criterio del VNR.

ii) Criterio CIPLP

(17)CIPLPCMTh= { [ ∑t [ ∑i∆VTKiMTt *( fNi + αiMT) ]*(1+r)-t] / [ ∑t ∆MWMTt*(1+r)-t]+ (CIPLPKATh


+OyMuAT) } * (1-PMT)

donde CIPLPCMTh representa el costo de capacidad anualizado para la media tensión en el


área h, calculado en base al criterio del costo incremental promedio de largo plazo.

120
Puesto que los costos de capacidad están vinculados con la potencia, la asignación de esos
costos a cada categoría o grupos de usuarios se realizará en función de la demanda de
potencia de los mismos.

En las categorías que prevén medición de la demanda de potencia, la asignación resulta en


forma directa con la misma. Para las categorías tarifarias que no supongan medición de
potencia (esencialmente Uso Residencial y Uso General) se utilizará la información derivada
de la prospectiva de demanda en lo que se refiere a la caracterización de las curvas de
carga de dichas categorías.

Sobre la base de dicha información se determinará la demanda máxima de potencia típica


por usuario, correspondiente a cada categoría tarifaria y, con este último dato, se realizará
la correspondiente apropiación de los costos de capacidad.

V.2.2.4. Estimación de los costos de comercialización

Los costos de comercialización incurridos por la empresa distribuidora se incluyen por una
parte los costos vinculados con la compra y por otra, los relacionados con la venta y la
atención a los clientes. Estos últimos (venta y atención a clientes), que representan una
porción superior al 95% del costo total de comercialización, corresponden esencialmente a
la medición, facturación, cobranza y atención de los reclamos de los clientes.

De este modo, la componente del costo de comercialización está estrechamente vinculada


con el número de clientes.134 Es por ello que en el análisis y determinación de los
parámetros de referencia relevantes, se incluyó el cociente entre el costo total de
comercialización CTCM y el número de clientes (USU).

Puesto que normalmente el indicador S = (CTCM / USU) es calculado de modo tal que la
variable CTCM no es estrictamente un costo económico ya que no incluye la remuneración
del capital de trabajo que implican las correspondientes erogaciones y cargos, al cargo
unitario anual que resulte por este concepto habrá que ajustarlo para incluir dicha
remuneración.

A partir del cociente S podría calcularse el costo unitario de comercialización, en términos


de energía (MWh), a partir de la siguiente identidad:

(18) CUCM = CTCM / MWh = (CTCM / USU) * [ 1 / (MWh / USU) ]

donde CUCM representa el costo unitario de comercialización (sin tomar aun en cuenta la
remuneración del capital).

A partir de esa identidad se desprende con claridad que el costo unitario de


comercialización, expresado en términos de energía, es función del número de clientes y del
consumo medio por usuario.

En consecuencia, para calcular la componente del CPD correspondiente al costo de


comercialización se propone el siguiente procedimiento:

a) Determinación del indicador S pertinente

134
Aunque los costos de compra no presentan una vinculación igualmente estrecha con el número de clientes, su escasa
significación dentro del total hace que la inclusión de dichas partidas no altera la naturaleza de dicha relación.
121
En principio, la búsqueda de condiciones de eficiencia recomendaría utilizar como indicador
pertinente (Sp), para el cálculo de los costos de comercialización, el que resulta de la
expresión (19).

(19) Sp = mín {Se, Sr}

Donde Se es el valor del mencionado indicador correspondiente a la empresa distribuidora y


Sr el respectivo del modelo de referencia eficiente.

Sin embargo, en el caso en que Sr fuera menor que Se, podrían existir razones ligadas a las
características específicas del mercado específico que justifique cierto ajuste hacia arriba
del valor de Sr, tomado como referencia. En tal caso, se explicitarán los factores que
determinan la necesidad de tales ajustes, así como los procedimientos utilizados para
estimarlos.

En cualquier caso, se designará a continuación con Spa al coeficiente CTCM/USU


pertinente ajustado, admitiendo la posibilidad de que el ajuste sea nulo.

b) Determinación del valor medio del costo económico unitario de comercialización

Tomando en cuenta que a partir de la prospectiva de demanda puede obtenerse la


información referida a la evolución prevista de la demanda media por cliente referida al
conjunto del mercado, es posible obtener un valor promedio para dicho indicador,
considerando el intervalo de tiempo correspondiente al próximo período tarifario. Entonces
si se simboliza con DMU a ese promedio, el valor medio para el costo unitario de
comercialización se determinará utilizando la siguiente expresión:

(19) CUCM = Spa / DMU

En consecuencia, el costo económico unitario de comercialización (CEUCM), con base


anual, se obtendrá de acuerdo con:

(20) CEUCM = CUCM * (1+ r)

donde r es la tasa normal de remuneración del capital.

c) Determinación del costo unitario de comercialización correspondiente a cada nivel de


tensión y/o categoría tarifaria

Tal como se ha expresado, el valor del costo económico unitario de comercialización


calculado de acuerdo con (20) constituye un nivel medio para el conjunto del mercado,
compatible con el VAD unitario total.

Sin embargo, ese costo unitario de comercialización puede ser diferente según el nivel de
tensión y/o categoría tarifaria. De hecho, la comercialización de los usuarios que se vinculan
en alta o en media tensión requiere de medición de potencia y de una facturación más
compleja. Incluso en baja tensión existen categorías tarifarias que suponen también
medición de potencia.

En términos estrictos, en tales casos se deberá tener un Spa superior al promedio. Pero, la
demanda media por cliente también será muy superior al promedio del conjunto del
mercado. En consecuencia, el apartamiento de CUCN correspondiente será el resultado
del apartamiento de ambos factores.
En el caso en que se pueda disponer de información de referencia para definir valores
específicos del indicador Spa, se procederá a calcular CUCN propios de cada nivel de
122
tensión y/o categorías tarifarias. En caso contrario se utilizará el promedio indicado en (19)
de modo uniforme.

V.2.2.5. Costos indirectos de administración y estructura general

La infraestructura de capital físico y las erogaciones vinculadas a los servicios de


administración y estructura general de la empresa de distribución dan lugar a costos
indirectos asignables a todos los procesos productivos (servicios de red y comercialización,
a diferentes niveles de tensión y área).

Para estimar un cargo anual unitario a estos servicios indirectos se propone la utilización del
parámetro o indicados de referencia, calculado de acuerdo con los procedimientos
especificados en un sección anterior de estas notas, consultando al mismo tiempo la
información histórica pertinente del mercado de distribución considerado.

a) Cálculo del costo económico unitario para los servicio de administración y estructura
general

Designando con CTEG a los costos totales de administración y estructura general (con base
anual y sin la inclusión de la remuneración del capital), el indicador relevante puede
definirse del siguiente modo:

(21) EG = CTEG / MWh

Sean entonces EGr y Ege los valores del indicador (21) correspondientes respectivamente
al modelo de referencia eficiente y a la información histórica de la empresa distribuidora.
Los pasos para el cálculo del indicador pertinente serán entonces semejante a lo indicados
en la sección anterior punto b).

En consecuencia, llamando con EGpa al indicador pertinente ajustado, el costo económico


unitario de administración y estructura general (CEUEG) se obtendrá del siguiente modo:

(21) CEUEG = EGpa *(1+r)

siendo r la tasa normal de remuneración del capital.

b) Apropiación de los costos económicos de administración y estructura general

Para la apropiación del costo económico unitario de administración y estructura general a


los diferentes niveles de tensión (j) y área (h), se propone utilizar la proporción de costos
directos (de servicios de red y comercialización). Es decir que, designando con βjh al
porcentaje de participación del nivel de tensión j (j = AT, MT, BT) en área h (h = urbana,
rural) respecto del total de los costos de red (de capital, operación y mantenimiento) y de
comercialización, entonces a la apropiación se realizará de acuerdo con la siguiente
expresión:

(23) CEUEGjh = βjh * CEUEG j= AT, MT, BT h = urbana, rural

123
V.2.2.6. Cálculo del valor unitario del CPD

De acuerdo con los procedimientos de cálculo propuestos para cada una de las
componentes de los CPD se tendrían dos estimaciones del valor unitario del mismo:

i) Criterio del VNR

(24) CPDUVNR(jh) = VNRCjh + (CEUCMj + CEUEGjh) * Fjh

donde Fjh = (Energía(jh) / fcjh *8760) y fcjh es el factor de carga correspondiente al nivel
de tensión j en el área h

ii) Criterio del CIPLP

(25) CPDUCIPLP (jh) = CIPLPCjh + (CEUCMj + CEUEGjh) * Fjh

V.2.3. Costos Propios de Distribución y Cuadro Tarifario

Las expresiones alternativas (24) y (25), u otra que se considere eventualmente en función
de posibles variantes adicionales para el cálculo del costo de capacidad, constituirá la base
para definir el nivel del valor agregado de distribución medio (definido en términos de
potencia) correspondiente a cada nivel de tensión y área, calculado en condiciones de
eficiencia productiva y acorde a la calidad de servicio estipulada. (contenido en el ingreso
tarifario -price cap-).135

La determinación del CPD pertinente para definir el ingreso tarifario (price cap), del cual es
componente, supone un análisis de las mencionadas alternativas que habrá de conducir a
una elección debidamente fundada entre las alternativas mencionadas en el párrafo
anterior.

La apropiación de los CPD, correspondientes a cada nivel de tensión y área, a las


categorías tarifarias o grupos de usuarios, se realizará tomando en cuenta las clases y
modalidades de demanda.

Como principios metodológicos generales para realizar dicha apropiación puede


mencionarse lo siguiente:

9 Ya se ha descripto en una sección anterior el procedimiento para la apropiación de los


costos de capacidad (vinculados al servicio de la red).
9 Los costos de comercialización se apropiarán recuperando su expresión unitaria en
términos de usuario en función de las expresiones (19) y (20).
9 Los costos de administración y estructura general se traducirá en un cargo uniforme
para cada categoría tarifaria, atendiendo al consumo medio de energía de cada
categoría tarifaria o grupo de usuarios y el uso de la expresión (23).

135
Que podría requerir algún ajuste debido a los análisis de los flujos de fondos vinculados con la gestión global de la
explotación.
124
V.3. Las articulaciones empresarias

Se ha expresado que la construcción de la disputabilidad de los mercados en las cadenas


energéticas donde se utilizan redes en el transporte y la distribución (electricidad, gas
natural) se requiere de un profundo cambio en la organización institucional-productiva, en
los principios regulatorios y en las modalidades de coordinación. Se ha enfatizado que en
tal sentido la separación de funciones y la simetría y transparencia en el libre acceso a las
redes de transporte y distribución constituyen elementos esenciales para promover la
competencia efectiva en el mercado y la competencia potencial.

Sin embargo, quedó pendiente, especialmente por ausencia de evidencia empírica, el


análisis de las pérdidas en términos de las economías de costos que supone la
segmentación vertical y la partición horizontal de los procesos.

La significatividad de esas pérdidas está de algún modo insumida por las tendencias a
introducir cierta reintegración de los mencionados procesos de cierta cadena productiva
(electricidad, gas natural o petróleo), sobre varias cadenas productivas (hidrocarburos →
electricidad) e incluso, hacia otras actividades de servicios públicos (teléfonos, aguas
corrientes, etc.)

Este tipo de estrategias empresarias están dirigidas evidentemente a mejorar las posiciones
de mercado en el “negocio energético”, con la finalidad de incrementar las posibilidades de
captación de las rentas de los recursos naturales o de las cuasi-rentas de monopolio.

No cabe duda que tales estrategias constituyen desafíos para el diseño institucional y de los
instrumentos para la intervención regulatoria.

Por supuesto, los problemas que enfrenta la regulación y sus instituciones con motivo de
ciertas estrategias empresarias son tanto más complejas cuanto más profundo haya sido el
cambio de la modalidad de coordinación de las cadenas productivas energéticas; por
ejemplo, pasando de un sistema de coordinación centralizada por el estado con monopolios
públicos integrados (vertical y horizontalmente) a otro de coordinación por el mercado y la
privatización casi total de los activos de las empresas públicas.

También incide en la complejidad de ese desafío regulatorio, la forma en que se haya


realizado el proceso de privatización. En general no tiene los mismos efectos la venta
atomizada de acciones en el mercado de capitales que la venta de tales activos a
consorcios o a otro tipo de entes empresarios por medio de una licitación.

Es claro que esta segunda modalidad permite que los mencionados actores empresarios
privados (no se descarta que también pueda tratarse de actores públicos o mixtos) ubicarse
estratégicamente en las diferentes actividades que se privatizan.

Pero este fenómeno no se limita a las instalaciones existentes sino que abarca también a
las decisiones que implican la expansión de los sistemas.

Se ha hablado de la importancia de la desintegración vertical y la partición horizontal de los


sistemas para la construcción de la disputabilidad de los mercados. Supóngase que se
haya pretendido impulsar un cambio en esa dirección y que el marco regulatorio haya
establecido con claridad la incompatibilidad de las actividades de transporte con aquellas
ligadas con la producción (o generación) y con la distribución, así como el principio de libre
acceso a las redes. ¿Cómo se trataría en ese contexto el hecho de que un mismo grupo
empresario participe de los consorcios (de diferente composición empresaria) que resulten
adjudicatarios de los diferentes procesos productivos?

125
¿Se puede hablar en este caso de una violación al principio de separación estricta de
funciones? ¿Cuál debería ser la participación del mencionado grupo económico en los
mencionados consorcios para que se produzca la violación a aquellos principios?

También se puede formular un interrogante complementario: ¿Cuál es el porcentaje mínimo


necesario para tener control empresario sobre un consorcio de este tipo?

Se trata sin duda de interrogantes de difícil respuesta. Sin embargo, es claro que ese tipo
de situaciones arriesgan con crear barreras a la entrada de nuevos competidores, con lo
que haría disminuir la disputabilidad que se ha intentado crear con el cambio de modalidad.
Resultado semejante produciría una articulación empresaria que vincule ciertos procesos de
la cadena eléctrica con la gasífera. En tal caso, los actores que logren ese tipo de
articulación (por ejemplo producción de gas-generación eléctrica o producción-transporte de
gas-generación eléctrica) tendrán sin duda ventajas sobre otros generadores
independientes de electricidad.

Sin bien este tipo de articulaciones pueden, en algunos casos, dar lugar a una competencia
que haga disminuir los precios, una vez consolidada la posición en el mercado (con una
concentración creciente) no sería extraño que signifique en realidad una mayor apropiación
de la renta del gas natural y/o de cuasi-rentas derivadas de un mayor poder monopólico en
el sector eléctrico.

Por el momento, los entes reguladores no están preparados para enfrentar estos desafíos.

126
ANEXO I A LA SECCIÓN V.2: ALTERNATIVAS AL USO DEL CRITERIO DEL
VNR

1 - El VNR puntual como valor unitario de los costos propios de distribución

De acuerdo con lo ya expresado, el VNR unitario representa un punto sobre la curva de


costo medio de largo plazo. En presencia de rendimientos crecientes a escala, tal como
ocurre con el mercado de distribución, esa curva tiene la forma indicada en el Gráfico 1.

Si se designa respectivamente con t0 y tn al inicio de los años de principio y fin del período
tarifario, el uso del VNR unitario como estimación de los costos propios de distribución para
fines de determinación de las tarifas, en presencia de rendimientos crecientes a escala,
implicaría conceder a la empresa distribuidor un beneficio supernormal (por encima de la
tasa de ganancia admitida por el regulador) equivalente a la zona rayada en azul en el
Gráfico 1.

En consecuencia, el uso de ese criterio no resulta equitativo en el sentido de que implica


cargar costos excesivos a los usuarios cautivos, que pagan la tarifa plena y a los grandes
usuarios que opten por el by pass comercial por lo que se refiere al peaje.

Gráfico 1
Los costos medios de largo plazo (CMeLP) y el VNR unitario

CMeLP

VNR

VNR Promedio

t0 tn t

En caso de utilizar el VNR para fines tarifarios, un criterio más equitativo sería el de utilizar
un promedio (debidamente actualizado) de los VNR correspondientes a todos los años del
período tarifario.

Los VNR para los años sucesivo se obtienen calculando los stocks de equipamiento a
principio de cada uno de los años del período tarifario en base a los planes físicos de
expansión y utilizando los mismos precios empleados para la valorización a nuevo de los
127
activos existentes y las inversiones de expansión. En el Gráfico 2 se presenta una
estimación de los VNR unitarios para media y baja tensión correspondientes al caso
concreto del mercado de distribución eléctrica de la Provincia de Catamarca (Argentina).

Gráfico 2
VNR unitario promedio en base a la valorización de activos y los planes de expansión

125
120
115
110
105
100
95
90
85
80
75
2000 2001 2002 2003 2004

Me Tensión Ba Tensión V Me MT V Me BT

Los puntos sobre las líneas decrecientes de esos gráficos (salvo por lo que se refiere al año
2001 en el Gráfico 2) indican los valores de los VNR correspondientes a cada año,
calculados de acuerdo con la expresión usual, sobre la base de los stocks de infraestructura
de redes al inicio de cada año valorizados a precios constantes. La forma de las líneas que
unen los puntos correspondientes a los VNR de cada año permiten verificar la existencia de
rendimientos crecientes a escala.

Las líneas constantes indican los valores promedio de los VNR debidamente actualizados,
de acuerdo con la siguiente expresión:

_
VNR = [ Σt VNR jt (1 + r) –t ] / [1+ [1- (1+r) -4 ] / r ] t = 0,1,2,3,4

Puesto que las líneas constantes muestran diferencias positivas y negativas respecto de las
líneas descendentes, se trata de que el promedio actualizado se derive de modo tal que el
valor presente neto de esas diferencias sea nulo.

2 - El VNR y el criterio del PRI – X

Aunque resulte mucho más equitativo utilizar un promedio (actualizado) de los VNR
correspondientes a cada año del período tarifario que emplear directamente el VNR puntual
de comienzo de ese período, dicho procedimiento presenta el inconveniente de implicar un
posible desajuste financiero para la empresa durante los primeros años de tal período.

Puesto que el ajuste que se realiza al comienzo de cada nuevo período tarifario pretende
transferir a los usuarios una parte de las mejoras en la eficiencia productiva logradas por la
empresa Distribuidora y que ese propósito suele trasladarse a los principios regulatorios por
128
medio de la adopción de fórmulas del tipo PRI – X136, un enfoque que mantiene las
bondades del VNR promedio, pero que evita el inconveniente mencionado previamente,
consistiría en combinar los valores de los VNR de los años comprendidos en el período
tarifario con el sentido de la X en la fórmula de ajuste PRI – X.

Esa combinación consistiría en considerar un X aplicable a cada uno de los años del
período tarifario, a partir del segundo (es decir Xt, t = 2,3,4,5), siendo:

Xt = α[VNRt - VNRt-1] / VNRt-1

donde α es un número entro 0 y 1

Gráfico 3

- CMeLP
VNR anuales

Años
1 2 3 4 5

El VNR calculado al inicio del primer año del período tarifario serviría de base para el
cálculo de las tarifas iniciales y, por tanto, para el primer ajuste respecto de las tarifas
vigentes durante el período anterior.

Este enfoque supone que los VNRt van traduciendo los costos propios de distribución, en
términos unitarios, en condiciones de eficiencia productiva (Ver Gráfico 3, donde se supone
la existencia de rendimientos crecientes a escala). El agregado del multiplicador α en la
expresión anterior pretende incluir un incentivo para que la empresa se muestre interesada
en realizar mejoras en su eficiencia productiva, para una calidad dada del servicio.

136
Donde PRI traduce los ajustes tarifarios debido a la inflación costos y X un porcentaje de la ganancia de productividad.
129
Es importante aclarar que este enfoque no implica necesariamente la realización de
estudios adicionales para determinar los ajustes anuales. Los Xt pueden determinarse para
todo el período tarifario en el momento previsto para realizar el ajuste. Eventualmente
pueden existir negociaciones entre el Ente Regulador y la Distribuidora cuando la evolución
real de ciertas variables significativas se aparte significativamente de la prospectiva utilizada
(demanda, etc.).

Es importante aclarar que el procedimiento propuesto parece alcanzar tan solo a las
mejoras (disminución) de costos debidas al impacto de las economías de escala, dejando a
un lado las que resultan de las mejoras de la gestión empresaria. Sin embargo, esto no es
así; hay que recordar que el cálculo del VNR correspondiente al primer año del período
tarifario supone un ajuste inicial en el que se incluye el recalculo de todos los costos propios
de distribución (Costos unitarios de capital, de O&M, de comercialización y de
administración). Por tanto en ese primer ajuste deberían tomarse en cuenta los incrementos
de productividad derivados de las mejoras (reales o pautadas) en la gestión empresaria.

130
ANEXO II A LA SECCIÓN V.2: LA TASA DE DESCUENTO EMPLEADA EN EL
ÁMBITO DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS REGULADOS Y LAS METODOLOGÍAS
PARA DETERMINAR EL COSTO DE CAPITAL137

1 - Consideraciones generales

La tasa de descuento constituye un parámetro fundamental en la estimación de los costos


económicos, tal como se ha mostrado en el Anexo al Capítulo III.

Antes de analizar los desarrollos que tratan de construir un valor de mercado para ese
parámetro, resulta relevante identificar las funciones que cumple. Así por ejemplo, Y. Abouy
expresa que “Descartando los efectos de la incertidumbre, las comparaciones a través del
tiempo que deben hacerse para integrar esta dimensión están basadas en la posibilidad de
efectuar operaciones de préstamo de ahorros sobre stocks de bienes físicos y monetarios.
Al nivel de la colectividad, una modificación del flujo de ingresos no proviene tanto de
manipulaciones monetarias, sino más bien, de acumulación de bienes durables asimilados
al capital y que permiten incrementar posteriormente los ingresos. Así, la inversión es a
nivel colectivo un consumo postergado” 138

Descartar la incertidumbre no es una cuestión menor, sobre todo considerando la


experiencia reciente de muchos de los países en desarrollo. Este primer supuesto
simplificador debería alertar sobre las dificultades que entraña definir un parámetro clave de
largo plazo en un contexto de cambios imprevisibles.

Por otra parte, la reducción de la noción de incertidumbre esencial a condiciones de


certidumbre o de riesgo es propio del modelo teórico neoclásico de competencia perfecta,
donde los actores atomizados (ausencia de poder) se caracterizan por una racionalidad de
optimización. En tales condiciones y en ausencia de externalidades y/o de bienes públicos,
la tasa de descuento de mercado es coincidente con la tasa social de descuento.

Dentro del enfoque teórico keynesiano, la incertidumbre que deben enfrentar los procesos
de inversión es una característica esencial del sistema y la determinación de la tasa social
de descuento es resorte de la política macroeconómica dentro de las condiciones de
contorno que debe enfrentar el país.

Aquí puede identificarse el rol principal del mencionado parámetro a nivel sectorial: expresar
la preferencia de toda la sociedad (ya que la tasa no se emplea en una decisión privada de
inversión sino en un contrato a largo plazo para abastecer a los usuarios de servicios
públicos) por postergar el consumo actual y destinar ese ahorro a incrementar el consumo
futuro.

Por un lado una economía en desarrollo se caracteriza por la necesidad de emprender un


gran número de proyectos de infraestructura. Por tanto, una tasa de descuento
relativamente elevada implica dejar de lado aquellos proyectos cuya rentabilidad se sitúe en
idéntico o inferior nivel que ella. Pero por otro lado, dentro de la racionalidad privada, los
proyectos de inversión localizados en los países en desarrollo poséen mayores riesgos,
hecho con el que se pretende justificar la exigencia de un mayor retorno. El equilibrio entre
estos dos aspectos debería arrojar una tasa de descuento aceptable.

137
Tomado del trabajo H. Pistonesi, G. Bravo, R. Kozulj, “Empresas de Servicios Públicos. Análisis Metodológico de la
Valorización del Capital y de la Determinación de la Tasa de Descuento”, Fundación Bariloche, S. C. de Bariloche, mayo 2004.
138
Albouy, Yves, Análisis de Costos Marginales y Diseño de Tarifas de Electricidad y Agua, Pág. 203, Banco Interamericano
de Desarrollo, 1983.
131
El nivel de esta tasa va a ser un determinante de la inversión futura por parte de las
empresas titulares de concesión servicios públicos, lo cual va a impactar en la expansión y
la calidad de los servicios abastecidos. Por otro lado, dadas las características de los
productos y servicios energéticos (elementos esenciales de la calidad de vida de la
población y de insumo universal para las restantes actividades productivas) hacen que las
decisiones de precio y abastecimiento (en cantidad y calidad) impacten fuertemente en toda
la actividad económica del País.

2 - Los métodos usualmente empleados para la determinación de la tasa de


descuento aplicable

De acuerdo con lo previamente expresado, los enfoques de teoría económica no ofrecen un


fundamento objetivo válido para la determinación de la tasa de descuento.

Por una parte, las condiciones concretas de los sistemas económicos están muy alejadas o
son contradictorias con los supuestos que sustentan al modelo teórico neoclásico. Con lo
que los precios de mercado no dan señales adecuadas para la asignación “eficiente” de los
recursos.

Por otra parte, en el enfoque keynesiano resulta claro que la determinación de la tasa de
descuento resulta necesariamente de juicios de valor político, atendiendo a condiciones de
contexto que les da real viabilidad, dentro de situaciones de poder compartido.

De este modo, la pretensión de plantear soluciones superiores para la determinación de la


tasa de descuento pertinente para el cálculo de los costos económicos en las condiciones
concretas es cuanto menos una aspiración vana o, eventualmente, dar categoría de
objetividad a un conjunto de proposiciones claramente ideológicas.

Los métodos de cálculo que se han propuesto usualmente constituyen “recetas” de la


literatura referida a la administración financiera, sin una vinculación valedera con la teoría
económica.

Dentro de las propuestas más utilizadas pueden mencionarse dos metodologías


complementarias para determinar la tasa de rentabilidad:

a) El CAPM - Capital Asset Pricing Model -, que define la tasa de rentabilidad igual a la tasa
libre de riesgo para el país o región donde se realiza la actividad, más el producto del riesgo
sistemático de las actividades de la industria de servicio público considerada y del premio
por riesgo del mercado, definido como diferencia entre el retorno de una cartera de
inversiones diversificada y la tasa libre de riesgo, obteniendo de este modo el costo del
capital propio.

b) El WACC – Weighted Average Cost of Capital – complementa al anterior, adicionando el


costo marginal de endeudamiento al costo del capital propio, calculado antes por CAPM,
ponderando ambos componentes en función del llamado apalancamiento (cociente entre
deuda y capital) empresario óptimo. Este segundo método tendría la bondad de incluir el
caso de financiamiento con endeudamiento.

¿Cuál es el contexto teórico de la propuesta de este método? Conceptualmente, ante la


ausencia de certeza respecto a los flujos futuros de fondos, se han ideado ciertos métodos
simples que intentan formular previsiones sobre el riesgo y la incertidumbre inherentes a
muchas operaciones empresariales. Ninguno de los métodos tiene un fundamento serio y
tal vez su principal ventaja sea su fácil aplicación. Si fuese posible efectuar una estimación
de la probable distribución de lo flujos de fondos - cash –flows- en cualquier período, sería
132
factible atribuir probabilidades a todos los posibles valores de los cash-flows. La distribución
de probabilidades es entonces conocida y normalmente se habla de una situación de riesgo,
al mejor estilo de enfoque teórico neoclásico.139

Dentro del mencionado contexto, la elevación del tipo de descuento mediante la adición de
una prima de riesgo, se sustenta en que los proyectos que llevan implícito el riesgo
deberían tener una TIR más elevada para ser tan aceptables como sus pares de poco
riesgo, los cuales sólo precisan rendir más que el coste de capital de la empresa.

El premio añadido al tipo de descuento refleja una valoración subjetiva del riesgo. Los
problemas con la estimación son los siguientes:140 la valoración del riesgo, siendo subjetiva,
se mide arbitrariamente y al añadir una sobre tasa al tipo de descuento la prima del riesgo
se incrementará con el tiempo.

Esta forma de proceder da por supuesto que el riesgo aumentará a medida que el tiempo
transcurre exactamente al mismo ritmo a que decrecen los factores de descuento. Por
ejemplo, elevando el tipo de descuento del 10 al 20% se rebaja el valor actual de los cash-
flows en el año 1 alrededor de 1/9, por lo que en el año 50 ha reducido el cash – flow a
1/85.

Si se consideran los diferentes cash-flows (CFi) como posibles estados futuros y se supone
conocida la función de distribución de probabilidades F(CFi) asociada a ellos, el
razonamiento podría realizarse en términos de esperanza matemática en condiciones de
riesgo. Sin embargo, tal pretensión es vana ya que, postular el conocimiento de F(CFi) es
un supuesto inadmisible, sino que además tampoco es aceptable suponer el conocimiento
de todos los estados futuros posibles.

Una vez formuladas las principales limitaciones de estos esquemas de cálculo, se desarrolla
en primer lugar el CAPM y luego se lo complementa con el WACC.

2.1 - Los parámetros para la determinación del CAPM

a) Tasa de rentabilidad del capital propio

r CAPM = [ r f + ß d( r m - r f ) ]
donde

r CAPM tasa de rentabilidad del capital propio


rf tasa de retorno de un activo libre de riesgo
ßd riesgo sistemático de la industria de servicio público considerada
rm retorno de una cartera diversificada, siendo por tanto ( r m - r f ) el premio de
mercado por riesgo

b) El valor de la tasa libre de riesgo

Dicho valor suele componerse con los rendimientos básicos de largo plazo alineados con el
mercado de bonos de los EE UU, a los que se les suele adicionar la tasa de riesgo país en
naciones que presentan algún grado de fragilidad macroeconómica, siendo dicha tasa un
referente del grado de la misma.

139
Hawkins, C.J. y Pearce, D.W. Evaluación de las Inversiones, ed Vicens – Vives, Barcelona, 1974, página 79.
140
Hawkins, C.J. y Pearce, D.W. Evaluación de las Inversiones, ed Vicens – Vives, Barcelona, 1974, página 80.
133
Para determinar la primera componente de la tasa de retorno de un activo libre de riesgo, se
emplea por lo general un bono del tesoro de USA (Federal Reserve Bonds) a 10/ 30 o más
años, considerando tal tasa como la relevante a largo plazo. A la cifra así obtenida se le
adiciona un plus por riesgo país, basado usualmente en la sobre-tasa que debe pagar el
gobierno del mismo para colocar nueva deuda141. Según este procedimiento, el riesgo país
de Argentina resultaba (en el año 2004) de 5072 puntos básicos142, o sea una sobre tasa
del 51%. La suma de ambas componentes es la tasa libre de riesgo que incluye el riesgo
atribuible a la Argentina (si el bono norteamericano paga un 5-7%, la tasa libre de riesgo
argentina se eleva a 56-58%).

Podría argumentarse que los valores de los bonos del tesoro estadounidense están
fuertemente afectados por la expansión verificada por los EE.UU. en la década del noventa
o por la política monetaria reciente de ese país con lo que no reflejaría el “largo plazo”(por lo
que el 5 - 7% debería ajustarse); pero en la actualidad la usual incorporación del parámetro
“riesgo país” en una tasa de descuento, la elevaría a una magnitud tal, que perdería todo
sentido.

c) El riesgo sistemático de la industria

El componente riesgo sistemático de la industria - valor ßd – suele establecerse en base al


valor respectivo vigente para empresas semejantes en los Estados Unidos. En este sentido
se identifica una sólida crítica: no es posible estimar el riesgo sistemático de las industrias
del gas y eléctrica de este modo, ya que son muy pocas las empresas de este tipo en los
países en desarrollo que cotizan sus acciones en los mercados locales de capital, que
además están muy poco desarrollados.

En la práctica no sólo se toma el parámetro de aquel país, sino que se lo incrementa


argumentando que la metodología de fijación de tarifas por Price Cap (criterio incorporado
en la regulación de las empresas de servicios públicos a partir de las reformas) entraña un
riesgo relativo mayor. En realidad esta razón es fuertemente cuestionable, debido a que la
metodología en sí no puede entrañar un riesgo superior al de los métodos alternativos (ej:
fijación por TIR); el verdadero nudo de la cuestión no está en adopción de aquel criterio
regulatorio sino en la misma base de cálculo utilizada para establecer el Price Cap o la TIR,
es decir en la fijación de los parámetros que determinan dichos niveles tarifarios y la
rentabilidad sobre el capital. En última instancia se identifica la escasa relevancia operativa
del valor beta escogido143

d) El valor de referencia de la tasa de rendimiento de una cartera diversificada

Descartando el oscuro término de “riesgo país”, la incorporación de altas tasas de


descuento ha reposado en el cuarto componente del cálculo del CAPM: el premio por riesgo
que surge de tomar un valor de referencia para la tasa de rentabilidad de la Cartera
Diversificada.

Para que este término no contenga duplicaciones conceptuales (como la tasa riesgo país),
debería considerarse un referente local para el rendimiento de una cartera diversificada, sin

141
Este aspecto es singularmente llamativo, durante la década del noventa las empresas titulares de servicios públicos
concesionados, se constituyeron con capitales y participaciones de poderosos actores del mercado energético mundial, por lo
tanto enfrentaron un costo de colocación de deuda muy inferior al del Gobierno Argentino, que como institución pública estuvo
siempre peor calificada que las empresas del sector. Además su calificación crediticia ha sido muy superior a la del Gobierno
Nacional.
142
Según el marcador de Mercados Emergentes de Bonos (EMBI+) de J. P. Morgan-Chase, al 23/07/2004
143
A título de ejemplo se menciona valores ejemplo del ßd de 0.3 y 0.58, establecidos respectivamente por el EPRE San Juan,
mediante resolución N° 126 del 2 de mayo del 2003 y por el ENRE en el proceso de revisión de Transener año 1998
134
que la misma contenga componentes especulativos que multiplican el riesgo; por ejemplo
podrían utilizarse las tasas que pagan las compañías de seguros de vida, suponiendo que
por el destino y uso de esos fondos, las decisiones de inversión o cartera debería ser
altamente conservadora, asumiendo muy poco riesgo.

Es de hacer notar que la utilización de elevadas tasas de descuento sobre capital propio, es
propio de industrias de mayor riesgo intrínseco que las actividades de transporte o de
distribución de electricidad o de gas, como por ejemplo, el up stream de la industria
petrolera.

Otra advertencia formulada con respecto al empleo de este método, indica extremar la
prudencia ya que “...se basa en información histórica producida en el extranjero y afectado
por situaciones que no necesariamente se repetirán en el futuro” además de tratarse “de un
método con un grado importante de subjetividad y donde pequeñas variaciones en la
información puede producir grandes diferencias en el cálculo”.144 Inclusive un manual del
Instituto para el Desarrollo Económico del Banco Mundial señala la dificultad de aplicar el
CAPM cuando:
• el valor de las acciones puede estar afectado por los resultados de las actividades
no reguladas;
• los balances incluyen los resultados de un grupo económico más grande;
• el capital es cerrado y no cotiza en bolsa.

2.2 - El cálculo de la Tasa de rentabilidad

Sobre la base del cálculo de la tasa de rendimiento del capital propio y el costo marginal de
endeudamiento, se calcula a través de la fórmula del WACC, el promedio ponderado del
costo de las distintas fuentes.

r = D r d( 1 - t ) + E (r CAPM)
D+E D+E

donde

r tasa de rentabilidad
D/ (D + E) porción de deuda (Debt D = valor de la deuda)
E/ (D + E) porción de Capital Propio “valuado por el Mercado” (Equity E = Valor de los
activos)
rd tasa marginal de endeudamiento
t tasa de impuesto a las ganancias

La fórmula del WACC para definir la tasa de descuento se descompone en dos términos, el
primero refleja la porción de deuda y está multiplicada por la tasa de interés que paga la
empresa concesionaria por conseguir fondos en el mercado, excluyendo impuestos.145 El
segundo término refleja la porción del capital propio multiplicado por su costo tal como se
describió previamente. No existe consenso respecto a si lo que debe emplearse es la
relación entre Capital Propio y Deuda considerada óptima o la relación real.

Una opción alternativa consistiría en considerar un valor medio entre la relación E – D inicial
(Vgr.: 30% de Capital Propio y 70% de Deuda) y aquella a la que la empresa concesionaria

144
Mantiñán, Rodolfo E. Determinación del Costo de Capital en las Revisiones Tarifaria del Sector Energía, Revista Argentina
del Régimen de la Administración Pública, febrero de 2000.
145
Las empresas pueden endeudarse con el sistema financiero argentino o con el exterior, esto es una decisión privada,
exclusiva de la empresa. Pero la realidad ha mostrado que las firmas obtuvieron tasas de interés y condiciones de pago
mucho más convenientes en el exterior que en la Argentina.
135
aspira llegar al finalizar el período considerado (por ejemplo 60% de Capital Propio y 40%
de Deuda).

3 - Consideraciones teórico-metodológicas para la determinación de una Tasa Social


de Descuento

Estas breves consideraciones enfatizan la función principal de la tasa de descuento: reflejar


la preferencia de toda la sociedad por postergar el consumo actual y destinar ese ahorro a
incrementar el consumo futuro.

Como se verá a continuación, arribar a una tasa de descuento es un desafío que no sólo
enfrenta dificultades técnicas sino que debe reconocer desde el punto de partida la
necesidad de formular claros juicios de valor político que arrojarán beneficiados y
perjudicados. Es por ello que parte del éxito de la construcción del indicador consiste en
explicitar con claridad que juicios de valor se están adoptando y por qué.

Por otra parte no necesariamente existe coincidencia entre los riesgos contemplados por un
análisis privado de rentabilidad y los que la sociedad debe considerar. Más aún, en caso
que se presente coincidencia, entre la tasa de interés y la tasa de descuento social, aceptar
ésta última como precio de cuenta implica aceptar el valor que el mercado asigna al ahorro
y al consumo.

Muchos autores creen que la preferencia social respecto al tiempo concede más peso al
futuro (bienestar de las generaciones futuras) que el que le da la preferencia temporal
privada (dinero hoy) y que es aquélla la significativa para determinar la asignación a
inversión o consumo de los recursos presentes de la sociedad.

De no aceptar una tasa “pura” de preferencia temporal146, ni el criterio de la incertidumbre


de la generación presente147, la construcción de una tasa social de descuento debería
sustentarse en el rechazo de las preferencias intertemporales reveladas por la generación
presente y apegarse al principio de la utilidad marginal decreciente del consumo. Como la
generación futura será más rica que la actual (el consumo per cápita crece) una unidad
adicional de consumo futuro es menos valiosa que la misma unidad afectada al consumo
presente.148 Este mismo argumento puede aplicarse entre miembros de una misma
generación: una unidad adicional para un pobre hoy será más valiosa que dicha unidad
consumida por un rico.

Esto permitiría deducir e interpretar una fórmula para la tasa de descuento basada en el
principio de la “utilidad marginal decreciente del consumo” y en un juicio de valor que se
hace explícito a través de la postulación de una función “bienestar económico total”.

146
Siguiendo a Sen (Sen, A. On optimizing the rate of saving, Economic Journal, Vol. 71, N° 283, 1961) existe una posición
simétrica, según la cual si bien el consumo futuro se considera menos valioso que el actual; también el consumo actual se
verá menos importante en el futuro. Si bien es cierto que la decisión debe tomarse hoy, no hay razones por las cuales deba
usarse el descuento actual de mañana en vez del descuento futuro de hoy.
147
Se ha cuestionado también la aceptación de la tasa de interés de un mercado perfecto sobre la base de negar la capacidad
y la posibilidad, aún de los individuos de la generación actual, de efectuar comparaciones intertemporales que afectan a los
miembros de las generaciones futuras, Aún en el caso de perfecta certidumbre sobre precios e ingresos futuros, no habrá
certidumbre sobre la fecha de la muerte y dicha incertidumbre de la generación actual - que se expresaría a través de tasas
más altas de descuento – no es un argumento defendible para descontar los beneficios de las generaciones futuras. (Londero,
E. Beneficios y Beneficiarios BID, Washington, 1987.)
148
No es el objetivo de estas notas profundizar en consideraciones de la distribución del ingreso; pero si el crecimiento del
consumo va acompañado de distribución regresiva de la riqueza, podría interpretarse que la generación actual es claramente
“más pobre” que la generación pasada. Por lo general la teoría neoliberal relaja estas consideraciones y esgrime el neutro
argumento del progreso tecnológico, que permitiría considerar más ricas a las generaciones futuras.
136
De acuerdo con Londero149, la tasa social de descuento podría deducirse a partir de esa
función total de bienestar, resultando

1 + d = (1 – e ς ) (1 + n)

donde

d es la tasa social de descuento


n es la tasa de crecimiento de la población (supuesta constante)
ς = ∆c/c la tasa esperada de crecimiento del consumo per capita
e = c/w ∆w/∆c es la elasticidad de la “utilidad marginal del consumo per cápita”.

Si las tasas de crecimiento esperadas del consumo per cápita y de la población pueden
considerarse como datos del problema, éste queda reducido a la determinación del
parámetro e, para el que algunos autores han propuesto procedimientos de estimación a
partir de datos sobre precios y cantidades consumidas.150 La ventaja que se aduce para
este enfoque es su congruencia, al menos en parte, con el principio de aceptar las
preferencias individuales. Se acepta entonces el principio de la “utilidad marginal
decreciente del consumo” como motivo para descontar consumo futuro y se supone que la
tasa a la que decrece no cambia entre las generaciones afectadas.

Es interesante resaltar que para otros autores el parámetro e debe considerarse como un
juicio de valor expresado por la autoridad política o definido mediante la negociación entre
los actores relevantes. Cualquiera sea la posición adoptada acerca del parámetro e, aún
debe discutirse la tasa de crecimiento del consumo per cápita como dato. Si de acuerdo con
la regla operativa del análisis de eficiencia, la inversión debe expandirse hasta que la
rentabilidad de la inversión marginal sea igual a la tasa de descuento, la tasa futura de
crecimiento del consumo per cápita será función de la tasa de descuento por la vía de la
inversión. Para evitar este problema de referencia circular, Marglin151 ha propuesto que se
comience por determinar el nivel deseado y posible de crecimiento del consumo per cápita,
luego se derivaría la inversión requerida para alcanzar tal tasa. Dado que para quien toma
las decisiones dicha tasa de inversión es la óptima, la tasa de retorno de los proyectos
marginales es la tasa de descuento, pues de lo contrario se reduciría aún más el consumo
presente en beneficio de la inversión (consumo futuro). De aquí se deduce que cuando en el
análisis de eficiencia se emplea la tasa de retorno de los proyectos marginales como tasa
de descuento, se supone que la tasa de inversión es óptima en un sentido normativo, o sea,
no es distinta porque la autoridad política la considera óptima.

149
(Londero, E. Beneficios y Beneficiarios BID, Washington, 1987, páginas 124-128
150
Helmers, F. Project Planning and Income Distribution, Martinus Nijhoff, Boston, 1979)
151
Marglin, S. The Social Rate of Discount and the Optimal Rate of Investment, Quarterly Journal of Economics, Bol. 77, N° 1,
1963.
137
ANEXO III A LA SECCIÓN V.2: APLICACIÓN DEL PRINCIPIO DEL COSTO
MARGINAL A LA TARIFICACIÓN ELÉCTRICA

1 – Principios marginalistas de tarificación eléctrica

Para la determinación de las tarifas a nivel de los usuarios finales de energía eléctrica
deben considerarse necesariamente los costos de largo plazo de los cuatro procesos
requeridos para el abastecimiento: Generación, Transmisión, Distribución y
Comercialización. Mientras que en el primer caso se trata de un proceso industrial, los dos
siguientes son servicios con alta intensidad en infraestructura y el tercero es también un
servicio, pero de menor intensidad de capital (aunque en el CIIU se incluye a todos estos
procesos dentro de la categoría “Electricidad, Gas y Agua”). Puesto que los costos de largo
plazo de esos procesos suelen estimarse de manera separada.152

Por otra parte, solo en el primer proceso tienen una importante participación los costos
variables en las funciones de costo de corto plazo. En la transmisión y la distribución esos
costos variables de corto plazo están constituidos esencialmente por las pérdidas físicas en
las redes; el resto son esencialmente costos fijos.153

En la Sección 6 del Anexo al Capítulo III se discutieron las metodologías para el cálculo de
los costos económicos de las industrias energéticas y, en particular, del Costo Incremental
Promedio de Largo Plazo. Partiendo de la estimación de dicho concepto de costo se
establecerán aquí algunos principios, de carácter esencialmente conceptual, destinados a
establecer los procedimientos para el cálculo de las tarifas, utilizando el enfoque
marginalista.

Las propuestas usualmente contenidas en los manuales de economía de los sistemas


eléctricos consisten en diferenciar la demanda diaria por períodos horarios (Vgr. períodos
de punta y valle; punta, valle diurno y resto) y eventualmente, por períodos estacionales a lo
largo del año154. La diferenciación estacional de la tarifa puede ligarse tanto a las
variaciones estacionales de la demanda y/o en las condiciones hidroeléctricas (estación
seca y húmeda).

Para establecer los principios tarifarios se considerará inicialmente un sistema de


generación eléctrica totalmente térmico y se harán algunos supuestos simplificadores sobre
las características de la curva de carga, de la capacidad instalada y las modalidades de
despacho.155

En el Gráfico 1a se esquematiza la curva de carga del sistema que incluye únicamente dos
bloques horarios: H horas el bloque de punta y T-H horas el bloque de valle. Desde el punto
de vista del equipamiento se admite que el parque generador se compone únicamente de
centrales Turbo Vapor (TV), que se despachan durante las T horas del año, y centrales
Turbo Gas (TG), que aportan la generación adicional necesaria en las H horas de punta.

152
Desde las reformas implementadas en la estructura y funcionamiento en los sistemas eléctricos durante la década de los
90, en muchos países la regulación ha impuesto la segmentación de esos procesos e incluso, la incompatibilidad de funciones,
con la consecuencia de que tales procesos deban ser realizados por unidades empresarias jurídicamente diferentes y,
eventualmente, sin la presencia de relaciones de dominación (ver el Anexo al Capítulo IV)
153
Ver la Sección 2 del Capítulo V
154
Véase por caso M. Munasinghe (1990), Cap. 3; M. Munasinghe, J. J. Warford (1982) y R. Turvey, D. Anderson, (1977).
155
J. J. Wenders, “Peak Load Pricing in Electric Utility Industry”, Bel"l Journal of Economics, 7, 1976.
138
Gráfico 1a

MW

H T hs

En el Gráfico 1b se representan las curvas de costos totales unitarios, expresados en


unidades de potencia ($/KW). Tal como puede observarse, el equipamiento TV tiene un
costo de capacidad (b: costo unitario de inversión + fijo de operación y mantenimiento)
mayor al correspondiente de los equipos TG (a). En cambio, los costos variables de
operación (pendientes de las curvas de costos totales unitarios) resultan mayores para el
equipamiento TG (tg α = c > tg β = d).

Gráfico 1b

$/KW
a + c*z b + d*z

tg β = d

β
b

α
tg α = c
a

H hs = z

139
De este modo, los costos totales unitarios de las TG (a + c*z) son inferiores a los
correspondientes al equipamiento TV (b + d*z) hasta el punto H. Puede establecerse
fácilmente que este punto de indiferencia de costo total unitario puede expresarse del
siguiente modo:

(1) H = (b – a)/(c – d)

Por otra parte, teniendo en cuenta los supuestos adoptados con relación al despacho de
cargas, el costo total C resulta de la siguiente expresión:

(2) C = (b+d*T)*X + (a+c*H)*(Y-X)

A fin de calcular los costos marginales de largo plazo se consideran tres tipo de incrementos
discretos de demanda; con la finalidad de facilitar dicho cálculo de supone que en los tres
casos la demanda se incrementa en 1 KW.

a) Caso de un cliente que incrementa su demanda únicamente en horas de punta

En tal caso, el nuevo costo total será:

C1 = (b+d*T)*X + (a+c*H)*[(Y+1)-X]

Entonces, el incremento del costo total será

∆C1 = C1 – C = a + c*H

El costo marginal de largo plazo (costo incremental) será ∆C1/∆D1, siendo ∆D1 el
incremento de demanda (en este caso 1 KW). Luego, el costo incremental será:

∆C1/∆D1 = a + c*H

donde a es el costo incremental de capacidad (por unidad de potencia) y c es el costo


incremental por unidad de energía. En consecuencia, de este resultado se deduce el
siguiente principio tarifario: el precio de abastecimiento de la demanda en horas de punta
debería ser igual al CMLP de punta tanto de capacidad como de energía.

Es decir que la tarifa en el caso considerado será:

Cargo por Potencia: a $/KW


Cargo por Energía: c $/KWh (durante las H horas)

De este modo, en un sistema predominantemente térmico, el CMLP de capacidad de punta


podría estimarse como el CMLP de capacidad de base menos el ahorro neto del costo de
combustibles que supone el uso de este equipamiento respecto del equipamiento de punta
(Vgr. Turbinas de Gas). En efecto, a partir de (1) se deduce fácilmente que:

a = b – (c – d)*H

b) Caso de un cliente que incrementa su demanda únicamente en horas fuera de punta

En este caso el nuevo costo total será

C2 = (b+d*T)*(X + 1) + (a+c*H)*[Y-(X + 1)]


140
Entonces, el incremento del costo total será

∆C2 =C2 – C = (b+d*T) - (a+c*H)

Es decir que

∆C2= (b –a) – (c – d)*H + d*(T – H)

Pero, tendiendo en cuenta (1), resulta que

∆C2 = d*(T – H)

Entonces, teniendo en cuenta que ∆D2 = 1 KW en horas fuera de punta, el costo marginal
de largo plazo será

∆C2/∆D2 = d*(T – H)

De este resultado se deduce el siguiente principio tarifario: A la demanda que se sitúa fuera
de las horas de punta, se le debería cargar sólo el CMLP de la energía de valle. En
consecuencia, en este caso la tarifa será:

Cargo por Potencia: 0 $/KW


Cargo por Energía: d $/KWh (durante las T - H horas)

c) Caso de un cliente que incrementa su demanda tanto en horas de punta como en horas
fuera de punta

El nuevo costo total en este caso, que es una combinación de los dos anteriores, será

C3 = (b+d*T)*(X + 1) + (a+c*H)*[(Y + 1) - (X + 1)] = (b+d*T)*(X + 1) + (a+c*H)*(Y – X)

Luego

∆C3 = (b+d*T) = b + d*H + d*(T – H)

Pero, tomando en cuenta la relación (1), resulta (b + d*H = a + c*H); luego se obtiene que

∆C3 = a + c*H + d*(T – H)

Entonces en este caso resultará el siguiente principio tarifario: A la demanda que abarca
tanto las horas de punta como aquellas situadas fuera de las horas de punta, se le debería
cargar el CMLP de capacidad de punta, la energía de punta y la energía de valle, durante
los correspondientes períodos. En consecuencia, en este caso la tarifa tendrá tres
componentes:

Cargo por Potencia: a $/KW


Cargos por Energía:
c $/KWh (durante las H horas)
d $/KWh (durante las T - H horas)

Si se abandona el supuesto de un sistema de generación totalmente térmico se pueden


complementar los anteriores principios tarifarios con los siguientes:
141
• En un sistema predominantemente hidroeléctrico el CMLP de capacidad de punta
podría ser igual al costo del kW de capacidad hidráulica menos el costo de la
fracción apropiada de capacidad térmica utilizada para generar la misma energía. En
los casos intermedios, ese CMLP debe ser calculado en base a algún tipo de
promedio ponderado.

• Uno de los métodos para determinar el costo marginal de la energía de origen


hidráulico, en un sistema hidrotérmico se basa en el costo equivalente de la
generación térmica que esa generación hidráulica desplaza.

Las reglas anteriores se derivan de esquemas conceptuales simplificados. Idealmente, el


cálculo del CMLP requeriría de la información derivada de los planes óptimos de expansión
del sistema y de su operación, relacionados con la evolución prevista de la demanda (curva
de carga). En la práctica, las restricciones de información, pueden hacer aconsejable el uso
de métodos más aproximados y simplificados

Por otra parte esos principios generales del enfoque tarifario marginalista se han enunciado
sin hacer diferenciación alguna entre los procesos que componen el abastecimiento
eléctrico. Sin embargo corresponde aquí realizar algunas consideraciones a ese respecto.

En primer lugar, dado que los costos de largo plazo, propios de los eslabones de
transmisión y distribución, se componen esencialmente de costos de capacidad, en su
traducción en términos de cargos tarifarios ellos se atribuirán esencialmente a la
potencia.156

En segundo lugar, al igual que en el ámbito de la generación donde las variaciones


estacionales de la demanda pueden implicar cambios más o menos significativos en los
costos, en los mercados de distribución el diferente comportamiento estacional de la
demanda de los diferentes tipos de usuarios pueden dar lugar a distinta responsabilidad de
estos respecto de los costos de capacidad de la distribuidora.

En consecuencia, el diseño tarifario en cada mercado de distribución requiere


necesariamente de un análisis relativamente detallado de las curvas de carga de los
diferentes tipos de usuarios a lo largo del año.

Un ejemplo extremo a este respecto lo constituyen los centros urbanos cuya principal
actividad está vinculada con el turismo que presenta fuerte variablilidad estacional. En tales
casos, tanto las actividades de hoteles y restaurantes como las de comercio y servicios
tendrán una marcada variablilidad; otro tanto habrá de ocurrir con los consumos
residenciales.

En cambio, las actividades destinadas a abastecer a la población residente, así como los
consumos eléctricos de dicha población mostrarán comportamientos con cambios
estacionales comparativamente más pequeños. Si en estos casos no se tuviera alguna
medición de las demandas de potencia se tendrá una fuerte distorsión en el cálculo de los
cargos tarifarios, perjudicando seriamente a hogares de población residente y a las
actividades de abastecimiento de bienes y servicios destinados principalmente a esos
hogares

156
Como se verá más adelante, las pérdidas se incorporan luego en la cascada de costos
142
Por último corresponde discutir las repercusiones, esencialmente respecto de los consumos
residenciales, de la adopción de criterios marginalistas estrictos en comparación con
enfoque que enfatizan la adopción de criterios basados en valores medios.

Dentro del enfoque marginalista, la traducción de los costos en tarifas suele plantearse de
acuerdo con un esquema del tipo que se presenta en el Gráfico 2. En el mismo se
representa la curva del Costo Total Unitario (expresado en términos de potencia) en función
de las horas de utilización:

(3) CTU = f (h)

De acuerdo con el gráfico, se trata de una función creciente en h, pero sus incrementos son
decrecientes con h: df(h)/dh >0 y d2f(h)/dh2 <0

La curva de la función CTU puede ser aproximada por medio de rectas tangentes
correspondientes a cada nivel de utilización h:

(4) T(h) = b (h) + c(h) * h

siendo, db(h)/dh > 0 y dc(h)/dh < 0

Así, en un entorno de h1 la función T(h) toma la forma

T1(h) = b1 + c1 * h donde b1 = b(h1) y c1 =c(h1)

En tal caso, b1 constituye el cargo por unidad de potencia y c1 es el cargo unitario de


energía.

Gráfico 2
$/KW

T1

T2

CTU = f(h)

b2

b1

α β
h (horas)
h1 he h2
143
Puesto que ci, correspondiente a una determinada modalidad de uso i, puede determinarse
en base a la siguiente expresión:

ci = (EiP*CMEEP + EiFP* CMEFP)/ Ei (i=1,2)

donde Ei representa la cantidad de energía demandada en la modalidad de uso i, CME el


costo marginal de energía, EP y FP indican respectivamente los períodos tarifarios de punta y
fuera de punta.

En cambio, el cálculo de los bi resulta más complejo. En el caso de dos utilizaciones típicas
(por ejemplo de los consumos residenciales), el valor de he (he = (b2 - b1)/( c1 – c2)),
compatible con la cobertura de costo total unitario de la potencia, permite determinar uno de
los cargos de potencia en función del restante.

Es importante remarcar aquí que las tarifas monómicas para cada modalidad de uso i
resultan en este enfoque de la expresión:

(5) tmi = (bi + ci * hi) / hi

De este modo, la real responsabilidad en los costos de potencia para esa modalidad de uso,
calculada en términos de energía, estará expresada de acuerdo al cociente:

(6) bi / hi ($/KWh)

Y la tarifas monómicas medias

(7) tmi = bi / hi + ci ($/KWh)

En el Gráfico 2 las relaciones (6) son las tangentes trigonométricas de los ángulos α y β, y
resultan descendentes con el nivel de h.

2 – Alternativa al planteo marginalista: el enfoque de responsabilidad media

Si en lugar del enfoque marginalista se adoptara el criterio de responsabilidad media para


definir los cargos tarifarios en los usos residenciales de electricidad, los resultados pueden
ser significativamente distintos.

En efecto, de no existir usos calóricos de la electricidad, el consumo de electricidad en el


sector residencial tendrá usualmente una fuerte correlación positiva con el nivel de ingreso
de las familias. En tal caso, la distribución de los consumos eléctricos residenciales
presentará usualmente una asimetría muy semejante a la correspondiente a la distribución
del ingreso entre las familias, tal como se muestra con las curvas de Lorenz representadas
en el Gráfico 3.

En ausencia de usos calóricos de la electricidad (especialmente cocción), la experiencia


indica que el 40% de los usuarios de menor nivel de consumo de energía eléctrica apenas
dan cuenta de entre 10 y un 14% del total de la energía; en cambio, en el otro extremo, el
10% de las familias más ricas suelen concentrar más del 30% de dicho total.

144
Gráfico 3
% Acum. de
energía
(ingreso)

Electricidad

Ingreso

% Acum. de
usuarios
(familias)

Pero, mientras que las familias más pobres suelen situar buena parte de su demanda en las
horas de punta del sistema, las familias de los estratos socioeconómicos medios y altos
pueden desplazar un parte significativa de la misma a los bloques horarios fuera de punta.

De este modo, el enfoque tarifario marginalista estricto tiende a asignar una mayor
responsabilidad relativa en los costos de capacidad a las familias más pobres al utilizar
como indicador aquel concepto de probabilidad sobre la ubicación horaria de las demandas
marginales.

Si en cambio, se razonara en términos de valores medios, es altamente probable que se


tenga el siguiente tipo de relación:

(8) (DPP Pobres)/ DPPRT << (DPP Resto)/ DPPRT

donde DPP es demanda de potencia en horas de punta y DPPRT es demanda de potencia


residencial total en horas de punta.

La relación (8) puede admitirse como válida tanto con respecto a la generación, como para
los procesos de transmisión y distribución. Por otra parte, en estos procesos, la variación
estacional de la demanda de los diferentes estratos de hogares más ricos hace que la falta

145
de medición de la demanda de potencia implique con frecuencia un subsidio encubierto a
favor de los mismos.

En esencia, la diferencia fundamental con relación al enfoque anterior se relaciona con la


determinación de la responsabilidad relativa de los diferentes estratos de usuarios
residenciales en los costos de capacidad, expresada en términos de energía.

Gráfico 4
Curvas de carga diarias del sector Residencial
KW

Total Residencial

Pobres
horas
horas de punta

3 - Ejemplo de aplicación del enfoque marginalista

A – Datos

A.1 - Características del sistema eléctrico

Cuadro 1

Punta Fuera de Punta


Demanda de Energía (GWh) 3.600 10.800
Generación Hidráulica 300 1.500
Balance 3.300 9.300
Generación térmica
a) Turbovapor 2.400 9.300
b) Turbogas 900

146
A.2 - Costos variables de la generación térmica

Cuadro 2

Equipamiento costo (C$)


Turbovapor 5
Turbogas 8

A.3 - Pérdidas de transmisión y distribución

Cuadro 3

Pérdidas (%) (*)


Punta Fuera de Punta
Transmisión 6 4
Distribución 12 8

(*) Calculadas como porcentaje de la energía entregada a la red correspondiente.

A.4 - Expansión de la capacidad de generación

En el sistema considerado, que es predominantemente térmico, la potencia marginal


adicional requerida en los períodos de punta es provista por turbinas de gas. Si la capacidad
del sistema es justo la suficiente para abastecer la demanda máxima de punta, cualquier
incremento pequeño será provisto por medio de capacidad adicional de turbinas de gas.

Cuadro 4

a) Dato de inversión: $ 350 por kW


b) Vida útil del equipamiento: 15 años
c) Tasa de descuento: 12%.
d) costo fijo de operación y mantenimiento expresado como porcentaje del costo de inversión: 1,5%.
e) Porcentaje de reserva: 20%.

A.5 - Expansión de la capacidad de transmisión y distribución

Cuadro 5

Transmisión Distribución
a) Valor presente del costo de inversión 123,6 220,6
b) Valor presente de los incrementos de carga (GW) 0,432 0,540
c) Vida útil de las instalaciones (años) 25 25
d) Tasa de actualización (%) 12 12

B- Cálculo de las componentes del CMLP

B.1- Cálculo del costo marginal de energía

Para el cálculo del costo marginal de energía, en el caso considerado, deben tomarse en
cuenta los datos de los Cuadros 2 y 3.Para las horas de punta el costo marginal a nivel de
generación viene dado por el costo variable (medio o marginal) de las turbinas de gas (8$
en este caso).

147
El correspondiente de las horas de valle es el costo variable (medio o marginal) del
equipamiento turbo vapor (5$ c).

Para obtener el costo marginal de energía en media tensión deben considerarse las
pérdidas de transmisión y en baja tensión las pérdidas de transmisión y distribución.

Cuadro 6
Costo marginal de energía (C de $)

A nivel de: Punta Fuera de Punta


Generación 8 5
Media Tensión (MT) 8,5 5,2
Baja Tensión (BT) 9,5 5,6

Los valores del costo marginal de energía en MT y BT se obtienen realizando los cálculos
que se indican a continuación:

CMLPEP(MT) = CMLPEP(G) (1+PTP) = 8 (1,06) = 8,5


CMLPEFP(MT) = CMLPEFP(G) (1 + PTFP) = 5 (1,04) = 5,2
CMLPEP(BT) = CMLPEP(G) (1+PTP)(1+PBP) = 8 (1,06) (1,12) = 9,5
CMLPEFP(BT) = CMLPEFP(G) (1+PTGP)(1+PDFP) = (1,04)(1,08) = 5,6

B.2 - Cálculo del costo marginal de capacidad de generación

Para calcular el costo marginal de capacidad de generación se utilizan los datos del Cuadro
Nº 4. En primer lugar se debe analizar el costo de inversión. Para ello se utiliza la fórmula
financiera del Factor de Recuperación del Capital (FRC) que se define del siguiente modo:

(1 + i ) N * i
FRC =
(1 + i ) N − 1

donde N es el período de vida útil del equipamiento y i la tasa de actualización. Teniendo en


cuenta los datos del Cuadro Nº 4 el valor de este factor es:

(1 + 0,12)15 x0,12
FRC = = 0,147
(1 + 0,12)15 − 1

Es decir que el costo de inversión analizado (CIA)

CIA = CI X FRC = 350 $/Kw x 0,147 = 51,45 $/Kw

Por otra parte el Costo Fijo de Operación y Mantenimiento (CFOM)

CFOM = CI x 0,015 = 350 $/Kw X 0,015 = 5,25 $/Kw


En consecuencia, el costo marginal de largo plazo de capacidad de generación (CMLPcg) es

CMLPcg = (CIA + CFOM) (1 + MR) = (51,45 $/Kw + 5,25 $/KW)(1+0,20) = 68,0


$/Kw/año

donde MR es el margen de reserva.

B.3 - Cálculo del costo marginal de capacidad de transmisión y distribución

148
El primer paso para el cálculo de los costos marginales de capacidad de transmisión y
distribución es obtener los valores del costo medio incremental correspondiente a cada
caso. Por definición el costo medio incremental (CMI) es:

CMI = (Costo de inversión actualizado) / (Incrementos de potencia actualizados)

Entonces, de acuerdo con los datos del Cuadro Nº 5 se tiene que:

123,6 x10 6 $
CMI CT = = 286,7$ / Kw
0,432Gw

220,6 x10 6 $
CMI CD = = 408,5$ / Kw
0,540Gw

En este caso el factor de recuperación del capital es:

(1 + 0,12) 25 x 0,12
FRC = = 0,1275
(1 + 0,12) 25 − 1

Es decir que el costo de inversión analizado es en cada caso:

CMIACT = CMICT x FRC = 286,7 $/kW x 0,1275 = 36,5 $/kW/año


CMIACD = CMICD x FRC= 408,5 $/kW X 0,1275 = 52,1 $/kW/año

B.4 - Costos marginales de capacidad a diferentes niveles

Para tener el valor de los costos marginales de capacidad a los diferentes niveles (de
tensión) deben tenerse en cuenta las pérdidas. Puesto que se trata de costos de capacidad,
deben considerarse las pérdidas de punta del Cuadro 3.

Así por ejemplo:

CMLPcg(MT) = CMLPcg (G)(1+PTP)= 68,0 $/KW/año(1+0,06) = 72,3


$/KW/año

CMLPCT(BT) = CMIACT(1+PTP)(1+PDP)= 36,5 $/KW/año(1+0,06)(1+0,12) = 43,5 $/KW/año

CMLPCD(BT) = CMIACD(1+PDP) = 52,1 $/KW/año(1+0,12) = 58,3


$/KW/año

Los valores resultantes se consignan en el Cuadro 7.

Cuadro 7
Costos marginales de Capacidad ($/kW/año)

A nivel de Generación Transmisión Distribución


Generación 68 - -
Media Tensión 72,3 38,7 -
Baja Tensión 81,0 43,5 58,3

149
C- Cálculo de Tarifas

C.1 - Usuario residencial que toma en baja tensión

a) Datos

i) Factor de carga = 0,2055(esto equivale a 1800 hs/año de utilización)


ii) 1000 hs. de demanda en punta
iii) Factor de Coincidencia: 1 tanto a nivel de generación-transmisión como a nivel de la
distribución

b) Costo de energía (en $/kW/año)

Este costo puede calcularse del siguiente modo:

CE = (dem. en hs de punta)* (costo marginal de energía en hs. de punta) + (dem. en hs f/ de


punta)* (costo marginal de energía en hs. f/de punta)

Es decir:

CE = (1000 x 0,095) + (800 x 0,056) = 139,8 $/kW/año)

c) Costo de capacidad

Para el cálculo de los costos de capacidad atribuibles a este usuario puede multiplicarse los
factores de contribución a la carga máxima por los costos de capacidad correspondientes a
su nivel de baja tensión (Cuadro Nº 7). Es decir que en baja tensión se tendría:

CC = (CMLPCG (BT) + CMLPCT (BT)) X FCGT + CMLPCD (BT) X FCD

donde CC costo de capacidad, (BT) baja tensión, FC factor de coincidencia y en los


subíndices C: Capacidad, G: Generación, T: Transmisión y D: Distribución.

En consecuencia.

CC = ( 81 $/kW/año +43,5 $/kW,/año) x 1 + (58,3 $/kW/año)x 1 = 182,8 $/kW/año

d) Cálculo de la tarifa monómica


Si la tarifa es monómina, su valor se obtiene del siguiente modo:

t = (CE + CC) / (No total de horas de utilización en el año)

En el caso considerado

t = (139,8 $/kW/año+182,8 $/kW/año)/(1800 hs/año) = 0,179 $/kWh

C.2 - Usuario que toma en media tensión alta utilización

a) Datos

i) Utilización permanente
ii) Factor de coincidencia100%

b) Costos de energía
150
Punta: 0,085 $/kWh
Fuera de Punta: 0,052 $/kWh

c) Costo de capacidad

CC = (CMLPCG (MT) + CMLPCT (MT)) X FC


= (72,3 $/kW/año +38,7 $/kW/año) x 1,00
= 111 $/kW/año

d) Tarifa

En estos casos la tarifa suele estar integrada por un cargo de potencia y por cargos de
energía con diferenciación horaria. En este caso particular:

Cargo por Potencia: 111 $/kW/año.


Cargo por Energía:
Tarifa de punta: 0,085 $/kWh
Tarifa fuera de punta: 0,052 $/kWh

C.3 - Usuario que toma en media tensión y baja coincidencia

a) Datos

i) La casi totalidad de la demanda se ubica fuera de las horas de punta.


ii) Factor de coincidencia: 25%.

b) Costos de energía

Puesto que la mayor parte de la demanda se ubica fuera de las horas de punta, el costo de
energía atribuible a este tipo de usuario es el que corresponde al período de horas fuera de
la punta, es decir:

Cargo por Energía:


Tarifa de punta: 0,085 $/kwh
Tarifa fuera de punta:.0,052 $/kwh

c) Costo de capacidad

Al igual que en el caso anterior:

CC = (CMLPCG CMT) + CMLPCT (MT) x FC

Es decir:

CC = (72,.3 $/KW/año + 38,7 $/KW/año) x 0,25 = 27,7 $/KW/año

d) Tarifa
De acuerdo con lo que se establece en b) y c) la tarifa será:

Cargo por Potencia: 27,7 $/kW/año

Cargo por Energía:

Tarifa de punta: 0,085 $/kwh


151
Tarifa fuera de punta: 0,052 $/kwh

C.4 - Usuarios con una situación intermedia de coincidencia

a) Datos

i) El factor de carga varía de valores muy pequeños hasta alcanzar valores de


alrededor del 70%.

ii) El factor de coincidencia varía entre 50 y 100%.

iii) Demanda en punta: 1500 hs.

b) Costo de Capacidad

En este caso el mínimo costo de capacidad atribuible a los usuarios es el que corresponde
a un factor de coincidencia de 50%. Esto es, teniendo en cuenta los resultados obtenidos en
los puntos 3) y 4) anteriores, se deduce que:

CC = 111 $/KW/año x 0,50 = 55,5 S/KW/año

c) Costos de energía

Puesto que el anterior costo sólo cubre parte del costo total de capacidad que puede
atribuirse a este tipo de usuarios, la parte restante puede cargarse sobre el costo de energía
en las horas de punta.

Es decir:

111$ / Kw / añox0,50 55,5 / Kw / año


= = 0,037$ / Kwh
1500hs / año 1500hs / año

En consecuencia:

Costo de Energía en Punta: 0,085 $/KWh + 0,037 $/KWh = 0,122 $/KWh


Costo de Energía fuera de Punta: 0,052 $/KWh.

d) Tarifa

Cargo de Potencia : 55,5 $/KW/año


Cargos de Energía
Punta : 0,122 $/Kwh
Fuera de Punta : 0,052 $/KWh

152
D- Ajustes sobre las Tarifas basadas en el CMLP estricto

Las tarifas calculadas en la sección C, están basadas en el uso estricto de criterio del costo
marginal. Estas tarifas tienen que ser ajustadas a fin de tomar en cuenta los objetivos de:
Financiamiento, Equidad Social, Eficiencia Productiva de las Empresas, Uso Racional de la
Energía, etc.

En el caso del objetivo de Financiamiento, suponiendo que con las tarifas anteriores no se
cubrieran los costos de Abastecimiento, las tarifas anteriores podrían ajustarse apartándose
hacia arriba respecto del costo marginal en proporción inversa a la elasticidad precio de la
demanda en cada tipo o grupo de usuarios.

La consideración de los objetivos Equidad Social, Financiamiento y Conservación de la


Energía pueden conducir a una tarifa residencial creciente con el nivel de consumo.

De este modo, sí puede considerarse que el usuario tipificado en la sección 3.1 puede ser
considerado como representativo de los usuarios residenciales de consumo medio. La
consideración simultánea de los objetivos de Equidad, Financiamiento y de Conservación
podría tenerse una tarifa residencial del tipo de la siguiente:

Tarifa Residencial
1 - Cargo fijo con derecho al consumo de 75 KWh/mes 8,0 $/mes
2 - Siguientes 75 KWh 0,206 $/kWh
3 - Siguientes 150 KWh 0,240 $/kWh
4 - Excedente de 300 KWh 0,271 $/KWh

De acuerdo con este cuadro tarifario, la curva de la tarifa media tendría la forma que
muestra el Gráfico 1.

Gráfico 1

Tarifa media
$

0,300

0,220 tma

0,179

tmme
0,140

0,060

50 100 200 300 400 500 600 700 Kwh

tmme : Tarifa media marginal estricta.


tma: Tarifa media ajustada a los objetivos de Equidad, Financiamiento, Conservación de Energía.

153

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