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El efecto de las hormonas en la piel

La piel es un órgano hormonodependiente, y como tal, su apariencia y textura tiene directa relación con la
cantidad de hormonas que secreta el organismo. Se sabe, por ejemplo, que a los veinte años aumentan la
grasitud del rostro, y que a medida que los estrógenos disminuyen se acelera el proceso de
envejecimiento.

xiste una serie de factores internos y externos que van determinando el deterioro de la piel. Y
en este sentido, los cambios hormonales son decisivos. Se estima que la disminución de
estrógenos incide en el grosor, hidratación y pigmentación de la piel, así como en la cantidad
de grasa que ésta posee. La doctora Ester Santander, dermatóloga de Clínica Orlandi, explica
que los estrógenos favorecen la renovación de las células y estimulan la síntesis de colágeno y
elastina. Y que cualquier caída en su nivel incide directamente en la apariencia y textura de la
epidermis. "Hay otras hormonas además de los estrógenos que también influyen. Cuando falta
hormona tiroidea la piel se vuelve gruesa y, si se secreta en exceso, la epidermis se adelgaza y
fragiliza. Asimismo, cuando hay estrés se liberan hormonas corticoides, que hacen que la piel
pierda luminosidad". La especialista advierte que este no es un tema exclusivo de las mujeres
maduras, ya que existen hábitos como el consumo de alcohol y tabaco que alteran el nivel de
estrógenos independiente de la edad. "Estas sutancias hacen que los estrógenos se
metabolicen más rápido, lo que podría tener los mismos efectos estéticos que la baja propia
de la menopausia. Eso explica que una fumadora de 30 años se pueda ver hasta diez años
mayor, ya que si bien produce un nivel normal de hormonas, éstas son eliminadas tan rápido
que es lo mismo que si produjera menos". Según la doctora el rol de las hormonas en el
aspecto de la piel parte a temprana edad, cuando se inicia la pubertad, y no desaparece nunca.
"De ahí la importancia de tomar conciencia de los cambios que provoca a cada edad, para
reaccionar de la mejor manera". 20 años, aumento de la grasitud Con la pubertad parte
también el proceso de transformación de la piel propia de los niños, que es más delgada y
limpia, a la de una persona adulta que, de por sí, es más gruesa. Además, las hormonas
estimulan el funcionamiento de las glándulas sebáceas y se inician los problemas por el exceso
de grasa en el rostro, con los consiguientes efectos de aparición de impurezas y brillos en el
centro de la cara. Hay ocasiones en que el desbalance hormonal es mayor y se producen
probelmas de acné. Se recomienda: Aumentar la limpieza del rostro, a fin de eliminar el exceso
de grasa. Para ello se necesita de fórmulas desengrasantes que no resequen la piel, es decir,
que limpien sin agredir. No se debe olvidar que en la mayoría de los casos la piel no es
homogénea en todo el rostro, de ahí que se hable de cutis mixtos. En ese caso la
recomendación es utilizar un producto desengrasante en la zona más grasa (frente, nariz y
mentón), y un limpiador más suave en las mejillas, que suelen ser más delicadas y de otra
forma podrían irritarse. 30 años, adelgazamiento de la piel A esta edad empiezan a visualizarse
los primeros signos de envejecimiento cutáneo. Es entonces cuando, por acción hormonal y
por el natural paso del tiempo la piel comienza a perder grosor y turgencia. Además, el ritmo
de la renovación celular empieza a hacerse algo más lento, lo que hace que las células
deterioradas queden en la superficie por más tiempo. En esta etapa también se ven los efectos
de la baja hormonal propia del período de posparto. Mientras durante el embarazo las
mujeres gozan de pieles suaves y lozanas, eso cambia drásticamente después del parto por la
baja de estrógenos, que hace que la piel se vuelva seca, aparezcan manchas, los tejidos
pierdan firmeza e incluso se caiga el pelo. Se recomienda: Priorizar el uso de cosméticos que
ayuden a prevenir el deterioro. Se requiere de una buena hidratación, preocuparse de limpiar
la piel, sobre todo si se utiliza maquillaje, y usar filtros de protección solar. Es hora de empezar
con cremas que contengan antioxidantes como la vitamina C o dosis moderadas de retinol.
También se recomiendan las que potencian la renovación celular. 40 años, mayor sequedad En
la medida en que los estrógenos decaen, todos los tipos de piel se vuelven más secos. Por un
lado, nos vamos haciendo menos eficientes para retener el agua, y por otro, el film
hidrolipídico que recubre la piel se va deteriorando por la falta de lípidos. Si a eso se suman las
agresiones externas, como los rayos UV, el daño se agrava aún más. La piel también pierde
elasticidad, ya que empeora la síntesis de fibras de colágeno y elastina. No importa qué tan
cuidadosa sea una mujer con su piel a esta edad, la piel pierde firmeza. Se recomienda:
Complementar la rutina con cremas con ácido retinoico en mayores concentraciones, las que
se deben usar en la noche o bien en el día junto con filtro solar. Utilizar hidratantes profundos,
ya que muchas de las líneas de expresión son por falta de humedad. Tampoco se debe dejar de
insistir en la limpieza, pero en adelante hay que usar limpiadores más suaves y no
desengrasantes, ya que la piel ya ha perdido suficiente cantidad de lípidos. También se
recomiendan las cremas despigmentantes, y de aquellas que estimulan la formación de
colágeno. 50 años, se pierde firmeza La notoria baja de los estrógenos se traduce en una piel
seca y flácida, no sólo en la cara, sino también en otras partes del cuerpo. El recambio celular
que empezó a perder ritmo a los 30 años, a esta edad demora el doble del tiempo. Se estima
que el déficit hormonal provoca una pérdida del 25 por ciento de los lípidos de superficie, del
25 por ciento del agua y del 30 por ciento de las fibras de sostén. Todo el proceso de
envejecimiento se acelera. La piel está menos firme porque las fibras de elastina y de colágeno
se degradan. Se vuelve más frágil y las arrugas se remarcan. Asimismo, aparecen manchas
como consecuencia del daño solar acumulativo. Se recomienda: Las cremas con
fitoestrógenos, que suplen a nivel tópico la baja hormonal del organismo. También las que
favorecen la síntesis de colágeno y elastina, y contribuyen a redensificar la piel. Tampoco debe
descuidarse la hidratación, ojalá a través de productos que, además de agua, ayuden a
restablecer los lípidos de la capa más externa de la piel. En esta etapa la piel es más
vulnerable, por lo que en general se deben utilizar cosméticos menos agresivos.

Las hormonas están intrínsecamente relacionadas a todos los procesos que mantienen la salud
de la piel, como el contenido de colágeno, la elasticidad, y los niveles de lípidos en la piel.

De hecho, la piel sirve como el lugar en que algunas hormonas se se activan y metabolizan.
Precisamente, la razón principal por la que la piel se torna más fina, arrugada y reseca, es por
las deficiencias tanto de estrógeno y progesterona en las mujeres, y de testosterona en los
hombres. Mientras que el exceso de estas hormonas también afecta negativamente a la piel.

El estrógeno, por ejemplo, juega un rol sumamente importante para mantener las capas
protectoras de la piel, que retienen la humedad, inhiben la degradación del colágeno, y
mantienen el grosor adecuado de la piel.

Otros efectos

Los bajos niveles de esta hormona pueden causar arrugas, resequedad y que la piel se vuelva
más finita.
Del mismo modo, altos niveles de estrógeno pueden ser problemáticos cuando causan
descoloración o manchas oscuras. Usualmente está asociadao a la actividad hormonal
femenina, la cual se exacerba con la exposición al sol.

Algo que se ve en hasta en un 70% de las mujeres embarazadas y hasta en 1/3 de las mujeres
que usan anticonceptivos o reemplazos hormonales.

Los andrógenos, como la testosterona baja también tiene su efecto en la piel, tanto en las
mujeres como en los hombres, específicamente en cuestión de grosor.

El reemplazo de testosterona en los hombres puede tener un proceso anabólico, aumentando


la síntesis de proteínas en el tejido. Pero el exceso de ésta puede crear pérdida de cabello o
hirsutismo, piel grasosa y acné.

Disfunción de la tiroides

Esta hormona también puede tener unos efectos en la piel. Entre ellos, picor,
resequedad, hinchazón y mixedema (alteración de los tejidos que se caracteriza por
presentar acumulación de líquido, causada por una producción insuficiente de hormonas
tiroideas por la glándula tiroides), entre otros.

También puede haber erupción en la piel, eczema, escleroderma, pérdida de cabello,


especialmente en las cejas, los cuales en su mayoría son causados por la enfermedad
autoinmune de tiroide.

Función adrenal. El cortisol es un indicador de la función adrenal y la exposición a estresores,


que crean un descontrol del eje hipotálamo-pituitaria y adrenal, causan que el cortisol se
mantenga bajo en condiciones de estrés. El estrés, también se ha comprobado que, causa
acné y rash y puede exacerbar desórdenes inmunes, como la psoriasis.

Cuando la piel refleja un


trastorno hormonal
El aspecto de la piel depende de su limpieza y cuidado pero
también de factores hormonales que pueden derivar en
trastornos severos. Prevención y tratamiento.

Los cuidados externos y hábitos sanos son muy importantes para el buen
aspecto de la piel. Sin embargo, en muchas ocasiones un problema
dérmico puede esconder un trastorno de índole hormonal, ya sea benigno
y “normal” o bien producto de una enfermedad que debe ser detectada y
tratada. La apariencia de la piel es un reflejo fiel del cuidado que le
damos, pero también de la salud de nuestro organismo.

Hormonas hay muchas y casi todas inciden de una forma u otra en la


salud de la piel, principalmente en su nivel de grasitud, sensibilidad,
grosor y coloración, entre otras características.
Tres edades
Cuando se habla de alteraciones hormonales benignas o normales, se
hace referencia a los cambios que la mujer experimenta en tres etapas de
la vida: la pubertad, el embarazo y la menopausia.
En la adolescencia, el exceso de testosterona se asocia con la grasitud y
aparición de acné, impurezas y puntos negros.
Durante el embarazo, la activación de estrógenos hace que la piel se
vuelva más sensible y favorece la hiperpigmentación (manchas) en la
cara, senos, axilas y línea media del abdomen. A su vez, los lunares y
pecas pueden intensificarse.
Por último, durante la menopausia, la supresión de la menstruación y la
caída del nivel de estrógenos producen resequedad y pérdida de firmeza
y elasticidad.
Señales de alarma
En cambio, ciertos trastornos hormonales pueden presentarse tanto en
mujeres como en hombres y ser producto de una enfermedad más severa
que requerirá de un tratamiento adecuado. En este sentido, observar su
impacto sobre la piel puede ser de ayuda para diagnosticar el cuadro:

Las alteraciones de las glándulas suprarrenales (situadas por encima de


los riñones) que llevan a una mayor producción de las hormonas
llamadas “cortisol” se manifiestan con un afinamiento de la piel,
moretones fáciles, estrías rojo vinosas y aumento de vello.

La diabetes, enfermedad caracterizada por un incremento del nivel de


azúcar en la sangre, impacta en la piel favoreciendo las infecciones y
dificultado la cicatrización. Por la alteración de los nervios sensitivos se
produce una pérdida de sensibilidad, en particular en los pies. En estos
pacientes, la irrigación sanguínea se encuentra disminuida, por lo que es
recomendable que se revisen los pies diariamente ya que una pequeña
lesión puede complicarse rápidamente.

La tiroides (ubicada en el cuello y productora de hormonas que influyen


en casi todas las células, tejidos y órganos) también habla por la piel y
un 5% de la población mundial presenta algún tipo de trastorno. En el
hipotiroidismo (menor producción de hormonas tiroideas) la piel se ve
más seca, gruesa y áspera. En el hipertiroidismo (mayor secreción de
hormonas), húmeda o directamente sudorosa.

Pequeños desequilibrios entre las hormonas masculinas y femeninas en


la mujer (denominado “hirsutismo”) también pueden dar síntomas
dérmicos. Estos signos muchas veces están asociados al alargamiento o
acortamiento del ciclo menstrual y la piel puede volverse grasa o con
acné. Por su parte, el vello se estimula en las áreas hormonodependientes
como barbilla, cara, alrededor del pezón, línea media abdominal y
escape a muslos.
Consejos

Ante la detección de un cambio severo en la dermis, se recomienda la


consulta con un equipo integral para poder dar una solución y optimizar
los tratamientos con nuevas tecnologías que hoy en día alivian en gran
medida estos síntomas indeseables.
Una vez que el endocrinólogo controla el problema hormonal, el
dermatólogo podrá indicar tratamientos cosméticos adicionales para
mejorar el estado del cutis y enseñar al paciente distintas estrategias para
cuidarlo, mejorar su apariencia y prevenir futuras afecciones.

Algunas recomendaciones generales complementarias para ayudar a


mejorar el aspecto del cutis son: limpiar diariamente el rostro para
remover los excesos de grasa y residuos acumulados durante el día,
utilizar bloqueador solar –en especial en cara, cuello, manos y brazos-,
mantener un buen nivel de hidratación a través de cremas o lociones
livianas y el consumo diario de agua, evitar el tabaco y el alcohol, no
automedicarse ni utilizar remedios caseros y cremas que no hayan sido
indicadas por un médico idóneo.
La salud y la apariencia de la piel están determinadas en buena parte por las
hormonas que secreta el organismo.
¿Qué papel realizan las hormonas en la piel?
Son decisivas y los cambios que producen en ciertas etapas de la vida de cada
mujer son determinantes. Mientras que, por ejemplo, la disminución de
estrógenos influye en el grosor de la piel, también la hidratación, la
pigmentación y la grasa que posee este órgano se ven afectados por esta
merma.

¿Qué hacen los estrógenos?


Coadyuvan en la renovación de las células y estimulan la síntesis de colágeno
y elastina, los principales componentes de una piel lozana. Por eso, la
estructura de las capas de la piel, especialmente de la epidermis, se ve
afectada por la disminución de los estrógenos.

¿Cómo actúa la hormona tiroidea?


Lo hace en dos sentidos: si se da una falta de ésta, la piel se torna gruesa y,
por el contrario, si ocurre una secreción excesiva de hormona tiroidea, la
epidermis se adelgaza, se vuelve frágil. Asimismo, cuando la persona está
sometida a estrés libera hormonas corticoides que hacen que la piel pierda
luminosidad.

Mencione la influencia de las hormonas


a los 20 años…
Como se sabe, éstas estimulan el funcionamiento de las glándulas sebáceas
que traen exceso de grasa al cutis, aparecen impurezas y brillos en éste y, en
ocasiones, el desbalance hormonal es mayor y se produce el acné. Por eso,
hay que limpiar bien el rostro con fórmulas desengrasantes que no resequen la
piel, es decir, que la limpien sin agredirla.

A los 30 años…
La acción de las hormonas y el paso del tiempo hacen que la piel empiece a
perder grosor y turgencia. De manera simultánea, la renovación celular
empieza a hacerse más lenta, lo que hace que las células deterioradas queden
en la superficie por más tiempo. Coincide por lo general esta etapa con los
efectos de la baja hormonal propia del periodo de posparto.

¿Cómo influyen durante el embarazo?


Mientras que durante esta etapa las mujeres gozan de pieles suaves y lozanas,
esta apariencia cambia drásticamente después del parto debido a la baja de
estrógenos, que hace que la piel se vuelva seca, que aparezcan manchas, que
los tejidos pierdan firmeza.

A los 40 años…
A medida que los estrógenos disminuyen la piel se reseca. Por un lado, es
menos eficiente para retener el agua, y por otro, la película hidrolipídica que la
recubre se va deteriorando por la falta de lípidos. Igualmente, las agresiones
externas de los rayos UV agravan aun más este daño, la síntesis de fibras de
colágeno y elastina se deteriora y la piel pierde elasticidad y firmeza.

A los 50 años…
En esta década la producción de hormonas de los ovarios (estrógenos y
progesterona) empieza a disminuir hasta dejar de funcionar, debido a la
menopausia. Con la sensible baja de los estrógenos la piel se adelgaza, pierde
elasticidad, se vuelve seca y flácida y, por supuesto, las arrugas se agudizan.
También pierde luminosidad debido a la disminución de la renovación celular y
aparecen manchas como consecuencia del daño solar acumulativo.
¿Cómo defenderse de estos daños?
Hidratando la piel a diario con productos que ayuden, además, a restablecer los
lípidos de la capa externa. Las cremas que contienen fitoestrógenos suplen en
la epidermis la baja hormonal del organismo, mientras que las que favorecen la
síntesis de colágeno y elastina contribuyen a redensificarla. Lo demás son los
láser de diversa naturaleza que se aplican con destreza a reconstituir la piel y a
preservarla de su deterioro.

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