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Arqueología de la muerte

24/01/2017

Tema 1. Introducción: La muerte antropológica.

La muerte es uno de los fenómenos humanos más atractivos desde el punto de vista de la
investigación en lo que a nosotros concierne desde su punto de vista social. Oculta uno de los
mayores misterios de nuestra existencia y, por lo tanto, ha sido uno de los ejes principales y
fundamento básico en la definición de muchas de las ideas de la historia de las magias y de las
religiones a lo largo de la humanidad. Quizá por ese motivo es un fenómeno tan complicado de
definir o abordar.

La muerte puede tener una definición sencilla desde el punto de vista biológico, pero que no
llega a importar del todo. Se puede definir la muerte biológicamente como el momento en el que
se detiene toda actividad vital, debido a que el cerebro o alguno de los órganos vitales ha dejado
de funcionar. Estos procesos, evidentemente, son fundamentales para las ciencias médicas, pero
para nuestro propósito no nos atañe, ya que nos interesa lo que atañe a la vida del muerto. La
muerte es un fenómeno económico, sobre todo a la hora de rodearse de un ajuar, con lo que se
pueden conocer muchas cuestiones de las sociedades humanas. Además, hay muchas
implicaciones mentales y espirituales, ya que es un fenómeno que intentamos explicar, por lo
que creamos nuestra propia idea de lo que sucede, aunque la desconocemos.

La segunda definición o consecuencias de la muerte son las interesantes: la muerte como acto o
entidad social. Tras ella se encuentran un sinfín de variados rituales, elementos simbólicos,
incluso elementos administrativos, legislativos y económicos que afectan a los familiares o
allegados del difunto de una manera más o menos directa. Afectan a personas particulares y a
una comunidad. A partir de aquí, la actitud de ambos respecto a la muerte varía dependiendo del
período histórico y de las creencias y valores de esas gentes. Hay preceptos religiosos que
afectan a las sociedades, afectando a su forma de enterramiento, como la preferencia de los
cristianos tiempo atrás por inhumarse en vez de incinerarse. De manera que esas ideas
mediatizan a la comunidad ante este hecho.

Por tanto, este acto social y sus rituales, que atañe curiosamente a la comunidad de los vivos que
son los que ejecutan estos procesos, es la parte que nos interesa, pues es una parte fundamental
de una rama de la historiografía denominada la Historia de las Mentalidades, relacionándose
con la historia de las religiones, con la antropología social en su vertiente funeraria, con la
historia de la legislación, de la demografía y con la arqueología funeraria o de la muerte.

1.1. La muerte desde la Antropología. La muerte como punto de partida o como final del
camino.

La muerte es un tema tan importante que está presente en la historia desde el inicio de nuestras
ciencias, hay dos tipos de aproximación a la muerte: el científico y el popular. La muerte en
definitiva es un ser humano, sobre todo en Occidente, atribuyéndole una imagen humana,
haciendo ver que el ser humano es causante de sus maldades. Pero no en todas las religiones se
piensa así. Se dan así varias visiones de la muerte, con representaciones típicas de un esqueleto
óseo con guadaña y reloj de arena. En México se da un culto a la muerte, el cual no está
reconocido por la iglesia, y que se representa como una virgen, pero que lleva la muerte
consigo.

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Arqueología de la muerte

1.2. El concepto de la muerte en las sociedades tradicionales.

La antropología de la muerte ayudó bastante en los inicios de los estudios con metodología
científica a fijar unos fundamentos iniciales de la manera en la que el ser humano se aproxima a
este fenómeno y en la diversidad de actitudes hacia la muerte. En estos inicios se pueden
destacar los inicios de Burnett Tylor y George Frazer, continuados por otra generación de
autores, como Durkheim, Malinowski o Levi-Strauss. El problema de los estudios iniciales es
que no son capaces de superar la visión occidental, por lo que esa aproximación a los sociedades
primitivas lastra sus estudios, pero realizaron una labor de investigación crucial en el siglo XIX.
En estos estudios destacan sobre todo a sociedades salvajes, destacando el racismo y
discriminación sobre estos pueblos, sin entender muchas veces la simbología o motivo de esas
sociedades. En la segunda generación de autores, se basan en estos estudios, pero con una
metodología científica mejor.

Estos autores y otros muchos identifican en estas sociedades tradicionales diferentes actitudes
ante la muerte, de las cuales las principales son:

a) Trasmutación de los muertos.

Una de las principales ideas sobre qué sucede con las personas y los espíritus tras la muerte,
sostenidas por muchas comunidades del pasado y la actualidad, es la transmutación de los
muertos. Estas sociedades piensan que el difunto o alguna de sus partes fundamentales
(esencia, espíritu o energía) no viajan a ninguna parte; su morada espiritual siempre es y será
algún lugar del planeta. Nosotros y la inmensa mayoría de religiones monoteístas han
desarrollado moradas espirituales extraterrenales, pero muchas otras religiones no y todo lo que
sucede, la vida y la muerte, se da en nuestro planeta. Cuando el cuerpo material muere, el plano
vital o espiritual pasa a un segundo plano o dimensión espiritual. De esta manera, podría darse
una dimensión material (la Tierra) y en el momento de la muerte se pasa a una división
espiritual (dentro del planeta) en la que el mortal, generalmente, no te percibe. Pero hay ciertas
personas que en virtud de su espiritualidad sí que te pueden percibir, como un chamán o un líder
espiritual.

Muchas de las corrientes que abogan por la transmutación, que no es otra cosa que el cambio de
una vida material a una espiritual, también creen o en la reencarnación o en la totemificación, es
decir, que de alguna manera u otra, ese espíritu puede retornar a la vida material o puede
manifestarse bajo múltiples formatos, como animales, por lo que establecen una conexión de ida
y vuelta.

Así, la reencarnación es la creencia de que una parte esencial del ser humano puede vivir en un
cuerpo material, no sólo una vez, sino en sucesivas etapas como ente material. Esa parte
esencial varía mucho, dependiendo del tiempo y de la sociedad que estudiemos. Desde la
reencarnación del alma en cualquier cuerpo humano hasta la del cuerpo en su conjunto, pasando
por la reencarnación de la mente, de la consciencia o incluso solo de la energía.

Este concepto está presente de manera fundamental en el hinduismo y en todas sus variantes; en
el budismo, en las religiones del mundo clásico, como las egipcias, griegas, romanas…; en el
judaísmo y en otros cultos de Próximo Oriente y en muchas religiones animistas de África,
América y de Oceanía; y por supuesto en el cristianismo, aunque aquí, a pesar de que la
reencarnación es credo oficial, esta idea está muy atenuada.

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Arqueología de la muerte

b) Totemificación del muerto.

La palabra tótems fue tomada por los antropólogos del idioma de algunos pueblos nativos, sobre
todo pueblos de etnia que se puede denominar como algonquinos. El tótem es un guardián
personal que tutela a un individuo; lo representan sobre sus símbolos personales, en amuletos o
incluso pintado sobre sus vestidos, bien como retrato o como simple símbolo, siendo más
realista o geométrico. No es un protector que se suela heredar, es individual e intrasferible y se
suele presentar al individuo en forma de acto o visión, sobre todo en algún momento particular
de su vida o rito. Suele ser un animal, pero también puede ser una planta u otro tipo de
elementos y casi siempre tiene vinculación con el espíritu de algún antepasado. Es una manera
de culto naturalista, a veces incluso zoolátrico, pero mezclado con un intenso culto a los
antepasados. Es una especie de reencarnación de un espíritu en algún elemento de la naturaleza,
que es un protector venerado por ese individuo al relacionarle con un antepasado. Es una
manera de hacer ver que sus difuntos pertenecen todavía al mundo en el que viven los vivos; es
una manera de hacer ver que los difuntos pertenecen todavía al mundo de los vivos e incluso
también, para muchos pueblos, fue su explicación para el surgimiento de especies animales, de
fenómenos climáticos o de los símbolos que les gustaba portar.

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Está presente, posteriormente, en las distintas ceremonias de tránsito, de edad, de parentesco,


matrimonio, rango o incluso mortuorias de esos individuos. En muchas de estas comunidades, el
recuerdo de los antepasados hizo que el tótem, que en principio había pertenecido a un
individuo en ese recuerdo legendario, pasase a ser el tótem de un clan o de una comunidad.

Relacionado con el concepto del totemismo es el de las llamadas

c) Muertes expiatorias.

Los tótems, además de elementos protectores en los que algún difunto se ha totemizado o
reencarnado, también pueden cumplir con una función y tener un poder expiatorio, es decir, a
divinidad o símbolo totémico puede ser sacrificado, siendo su muerte parte de un rito, en
muchos casos como ofrenda a la vida del individuo protegido. Por ejemplo, puede haber
sociedades donde su tótem sea el oso y tengan que cazar uno, sobre todo en ritos de paso a la
etapa adulta.

Esto establece una conexión entre sus antepasados y los individuos vivos, además, en estos ritos
ese individuo suele hacerse acreedor de méritos al pasar a pertenecer a la comunidad adulta.

d) Reencarnación.

En cierto sentido, se puede relacionar con la totemificación, pero su discurso conceptual es


mucho más complejo, puesto que es un tema tratado por todas las corrientes de pensamiento
religioso y, por lo tanto, se ha ido haciendo más complejo. Respecto a la totemificación son
partes relativamente complementarias a la explicación de la muerte. Esta concepción de la
muerte da a entender que el espacio vital en el que se desarrolla la vida humana es muy
importante. Es un lugar físico fundamental, el planeta, y las almas no van en principio a ninguna
otra dimensión, se quedan en la Tierra. Hay un espacio de los muertos, evidentemente, pero
muchos espíritus se hacen acreedores de quedarse en la Tierra, reencarnándose.

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Arqueología de la muerte

Según las creencias, la idea es, normalmente, retornar a la vida física, con la idea de estar en su
comunidad repetidamente y eternamente a través de reencarnaciones periódicas. Suelen ser
sociedades poco jerarquizadas las que piensan esto, tendentes a un cierto igualitarismo, donde
no existe una casta o grupo de personas que puedan construir una ideología de promesas
compensatorias en el más allá, para apaciguar a la mayoría de la población, la cual
‘’amenazaría’’ a esa minoría que está en la cúspide.

También se puede hablar de otro fenómeno parejo:

e) La muerte sedente.

No existe, como ya hemos ido viendo, entre muchas sociedades el más allá, ni un cielo ni un
infierno, sólo la Tierra. Para algunas sociedades, tampoco existe el concepto de la muerte
castigadora, representada bajo forma humana. Para ellos, su concepto de la muerte no es como
el nuestro, puesto que el alma es eterna y sólo distingue un momento en el que el alma vive
dentro del cuerpo material, una transición (la muerte), y otro momento de la vida en el que el
alma vive fuera del cuerpo material. Por tanto, la muerte es la transición a una vida fuera del
cuerpo humano. El cuerpo es finito, caduco, pero el alma es imperecedera, inmortal, y los
difuntos no van a ningún lado, sus almas quedan en la Tierra, pero en la dimensión de los
espíritus que no son perceptibles por los vivos o humanos cuya alma está en su parte física.

Este tipo de ideas generaron en el pasado procesos o ritos del tratamiento del cadáver, que
generalmente buscaban la rapidez de la liberación de ese alma y mantener su pureza. Hay otros
ritos como la cremación o la ingesta del cadáver.

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En la muerte sedente se piensa que el cuerpo es finito y la alma imperecedera, los difuntos
tienen el poder de influir en la vida de los vivos, generalmente con consecuencias negativas en
el caso de que no se observe una estricta veneración o recuerdo hacia ellos. De aquí parten
también todas las concepciones del alma del difunto atormentada, si acaso ha sido injustamente
tratado o ha tenido una muerte injusta o si su destina en vida no fue cumplido. Esta concepción
se ha hecho muy popular. Estas ideas filosóficas se han relacionado preferentemente con dos
tipos de ritos: la inhumación, en su vertiente de ocultación, pero también con el consumo del
cadáver, bien por agentes naturales (abandono a la intemperie) o la ingesta, bien se una
antropofagia real o simbólica. Todo ello con el sentido de hacer retornar a la vida al difunto,
aunque sea en una mínima parte.

1) El abandono del cadáver es uno de los rituales más antiguos, pues lo practicaban sociedades
prehistóricas y sociedades históricas, por ejemplo en el continente americano. Supone ralentizar
el proceso de crepitud del cuerpo, puesto que son los agentes atmosféricos los que hacen su
trabajo, poco a poco. Por tanto, la materia, aunque sea inerte, tiene mayor significación y no se
busca una liberación rápida del alma mediante el fuego o mediante la descarnación.

2) Ingesta del cadáver, lo cual no ha de confundirse con el canibalismo alimenticio practicado


por algunas especies del Paleolítico. Puede hacerse de diversas maneras:

➢ Una muy común era que, tras la cremación del difunto, parte de sus cenizas fueran
ingeridas, vertiéndolas sobre líquidos o sazonando con ellas otros alimentos, como
carnes. Este proceso se llama la reintegración en esencia y es practicada por bastantes

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Arqueología de la muerte

pueblos como un acto simbólico, sobre todo en América del Sur, donde muchas
sociedades tradicionales hacen este acto.
➢ Igualmente se puede dar una ingestación simbólica o antropofagia simbólica. Es la idea
de comer el cuerpo y la sangre, pero de manera simbólica. Está presente en el
cristianismo a través del acto litúrgico de comer el cuerpo y beber la sangre de Cristo,
simbolizadas por la hostia y el vino. Pero esta ingestación hizo que se desarrollasen
nuevas ideas rituales para poder explicar bien esta eucaristía, puesto que la doctrina
especifica que el cuerpo de Cristo es sanador, el pan, y su sangre es purificadora, el
vino.
➢ De esta manera se desarrolla la doctrina de la transustanciación, la cual afirma que la
Eucaristía tiene una parte en la que la sustancia de los elementos físicos que observamos
como pan y vino es cambiada a la sustancia verdadera del cuerpo y la sangre de Cristo,
aunque reteniendo los llamados accidentes, que son las propiedades físicas de esos
elementos, es decir, las características del pan y el vino para convertirse en el verdadero
cuerpo y sangre de Cristo, siendo cambiadas, pero la percepción física que de ellas
tenemos y su visibilidad es exactamente igual a la que tenemos del pan y el vino. A
esto, Frazer le llamó la teofagia, algo que no solamente es propio de la religión
cristiana, sino que multitud de pueblos han ingerido alimentos como símbolo de su
divinidad. Fue habitual entre los aztecas, con pan de maíz y entre los indoiranios, con
pan de arroz.

25/01/2017

f) Culto a los difuntos.

La inmensa mayoría de los antropólogos, arqueólogos, historiadores, etc., han dictaminado que
la inhumación es el rito de enterramiento primigenio. Evaluando la más lejana historia de este
rito se entiende que puede tener que ver con el inicio del temor a los difuntos. Autores que han
investigado este tema, como Carriser, entienden que las sociedades humanas, sean de la especie
que sean, cuando empiezan a inhumar a sus difuntos, en parte es porque ya se ha generado un
temor a la muerte o al difunto, antes inexistente en las sociedades existentes.

En un principio se tenía en cuenta al Neandertal, pero se pensaba que enterraba a sus difuntos
por casos prácticos, para no tener predadores cerca de su lugar de asentamiento, pero luego se
pensó como en algo negativo, que pertenece al mundo de lo oscuro. Al generarse ese miedo,
también se genera un culto a los difuntos, ya que si los veneraban éstos los dejarían tranquilos.

Estas son las principales actitudes, sistematizadas por lo antropólogos de la muerte en torno a la
generalidad de las ideas mundiales.

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Muchos autores relacionan este punto con la creación de ideas que relacionan la defunción con
un profundo temor a los difuntos. En este caso priman las ideas de una muerte dolorosa y, por
tanto, frente a este paso a un más allá generalmente tenebroso el ser humano vive su vida
preparándose para que, tras ese momento, su alma disfrute de las mejores condiciones posibles,
aunque generalmente es un alma atormentada. Hay un gran temor a todo lo referente al mundo
funerario; en esas inhumaciones cobra especial importancia el ajuar funerario, el cual es lo que
el difunto ha de llevarse a la otra vida, puesto que lo necesitará de manera simbólica. Además,
son los elementos que denotan su estatus. Por otra parte están las ofrendas, que también se

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Arqueología de la muerte

introducen en las tumbas, aquellos presentes que los vivos le hacen a los difuntos como muestra
de respeto, además de para congraciarse con ellos. Carriser piensa esto, en un estudio del 2003,
donde uno de los principales elementos de las ofrendas es congraciarse con el difunto para que
descanse en paz, tenga todo lo necesario en su otra vida y no tenga motivos para actuar de
ninguna manera en el mundo de los vivos. En este mundo del más allá, los difuntos suelen
mantener todas las cualidades y, a veces, el estatus adquirido en la Tierra. Han de estar bajo
permanente recuerdo y veneración de sus familiares vivos, porque eso ayuda a que las almas
descansen en paz, pues evita que se enfaden y que infinjan daño a los vivos. La mayoría de estas
sociedades mantiene su estatus.

Curiosamente, de estas ideas del difunto como alma que puede inflingir daño si no hay una
veneración o si el ritual no se ha desarrollado bien, poco a poco se desarrollaron otras ideas que
atribuyen a los difuntos cualidades sobrehumanas en el sentido en el que tienen otras
capacidades que en vida no tuvieron (mayor fuerza, velocidad, etc.), lo cual no se desarrolló
nunca en otras sociedades tradicionales, como en el totemismo, donde el espíritu se hace carne
al relacionarse dentro de un animal, con lo que adquiere las características físicas de ese animal.
Pero de esta concepción, ese espíritu puede retornar con capacidades sobrehumanas, con lo que
hace que se le tema más.

A partir de esta concepción superpoderosa de los difuntos, presente en todas las sociedades,
preferentemente inhumadoras y en el resto no, se generaron ideas mesiánicas respecto a sus
difuntos: un gran magnate poderoso puede regresar para reconducir a su pueblo, porque su vida
fue tan importante y tan decisiva para el destino de esa sociedad, que sus excepcionales
cualidades se potencian, y en este caso vuelve como una deidad protectora, que guía a su pueblo
y que le ayuda a sobrepasar un gran problema. Se establece un pacto claro entre los difuntos y
los vivos a cambio de ofrendas de recuerdo, de ritos propiciatorios, por lo que los difuntos dejan
en paz a los vivos o les ayudan, haciendo importantes los cultos a los antepasados, que
terminarán derivando en los cultos gentilicios o clánicos, cultos a la rama familiar.

g) Muerte itineral. El concepto de esta muerte está presente en muchas sociedades y filosofías,
donde no se ve la muerte como un castigo o algo negativo, sino simplemente como un proceso,
un trayecto. Es un momento intermedio entre una vida en el mundo físico y el espiritual, es un
nuevo renacer, pero ese punto intermedio es un camino tortuoso, tenebroso y es una prueba
hacia la vida eterna. Implica atravesar lugares escarpados, incómodos e infernales, por eso en
este trayecto es importante llevar todo lo necesario, desde armas a monedas, alimentos, etc. Es
una idea colateral que se puede relacionar con el mundo de los difuntos, no es exclusiva. Hay
muchos paralelismo entre el infierno cristiano y el Hades griego o los elíseos romanos, etc., en
el sentido de que para llegar a esos lugares hay que atravesar esa laguna Estigia tortuosa.

31/01/2017

1.2.2. Definición y concepto de rito

Es el propio proceso que tiene que ver muchas veces con cuestiones prácticas lo que sirve como
fuente principal para extraer diversas ideas del mundo funerario. Siguiendo al autor Torres, hay
una marcada presencia de rituales como mecanismos simbólicos que, según él, son uno de los
principales elementos de cohesión de una sociedad. Estos mecanismos se denominan ritos de
paso y pueden ser individuales o colectivos. Se caracterizan por seguir unas normas
establecidas, en virtud de la religión o la tradición, por su expresividad y por su repetición.

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Arqueología de la muerte

Desde el punto de vista antropológico, el rito constituye así una ceremonia de carácter
repetitivo, siendo uno de sus objetivos orientar una fuerza o símbolo hacia una acción
determinada. El antropólogo belga van Gennep fue uno de los principales impulsores modernos
del concepto del rito de paso para referirse a los rituales comunitarios que marcan la transición
de un estado a otro, como es el caso de la vida a la muerte, el matrimonio, la extremaunción, etc.

Ven Gennep distingue los ritos de paso en ritos mágicos cuando se practican para movilizar las
fuerzas naturales, con lo que otorgan un gran poder a quien lo realiza y religiosos, cuando se
hacen para movilizar o invocar la voluntad de los seres sobrenaturales.

Los ritos, por lo tanto, son complejos sistemas de comportamientos a través de los cuales las
comunidades actualizan sus creencias y valores. Para Moulian, son las regulaciones entre las
relaciones de hombres y lo mistérico o lo sagrado, así el rito revive la cohesión del grupo,
ayudando a la construcción de su identidad. El rito es por tanto normativizado y repetitivo.

Es interesante señalar la importancia que reviste la presencia de los símbolos en los rituales, los
cuales se relacionan con el concepto de mito, enseñanza o leyenda, puesto que todo símbolo
tiene una explicación que, generalmente, tiene que ver con la leyenda, con la tradición, pero
también con la historia. Evidentemente, un símbolo que no tiene un mito detrás no es un
símbolo.

El mito que explica eso cumple tres finalidades: conservar vivas las enseñanzas y su
transmisión; mantener unida a la comunidad y establecer un vínculo para involucrarlos en una
misma cultura y valorar la grandeza y enormidad de lo sagrado frente a la insignificancia e
intrascendencia de lo profano.

Los valores que los autores ven en los ritos son: repetitividad, complejidad, mecanismo de
sociabilidad y religiosidad, intersubjetividad comunicativa o simbólica con gran
significatividad.

La mayoría de los ritos de paso se concentran en la transición de una parte a otra en el llamado
umbral. Durhein decía que la religión se puede definir mediante una mezcla y distinción de lo
sagrado y lo profano, en tanto en cuanto un rito, sea mágico o religioso, puede tener una parte
religiosa y una parte profana. Según él, las religiones son sagradas porque simbolizan al propio
grupo o comunidad, representando sus valores esenciales, lo que explica su reverencia a ellas. Y
por eso, todas las religiones tienen actividades ceremoniales y rituales. Por ello, todas ellas
tienen rituales que cohesionen a su colectivo en lo que él llama los ciclos vitales: nacimiento,
matrimonio y muerte.

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Arqueología de la muerte

07/02/2017

Tema 2. Arqueología de la muerte: métodos y técnicas de análisis.

2.1. La ‘’Arqueología de la Muerte’’ como subdisciplina

2.1.1. Introducción

La arqueología de la muerte como subdisciplina aparece ya claramente diferenciada de la


arqueología en general durante el transcurso de la década de los 60 a los 70 del siglo XX, sobre
todo fue gracias a las innovaciones teóricas de la corriente historiográfica denominada la nueva
arqueología.

2.1.2. Evolución de la ordenación teórica de la Arqueología de la Muerte

2.1.2.1. El registro funerario según la Arqueología tradicional

El registro funerario, según la arqueología tradicional, se ve adecuado por esta nueva corriente
teórica a una arqueología más metodológica. Siempre habrá excepciones, pero hasta el año 60
primaba la excavación de las necrópolis como fuente de materiales y de cultura material,
pasando por alto, por ejemplo, los restos óseos.

2.1.2.2. El registro funerario según la ‘’Nueva Arqueología’’

Así, la Nueva Arqueología comienza a renovar la manera en la que se excavaban las necrópolis
y, además, establece algunos métodos particulares para el registro funerario. El nacimiento de
esta subdisciplina fue clave para superar el enfoque positivista descriptivo de la Arqueología
tradicional, ya no solo se estudian los objetos y se recopilan para los fondos museísticos para
elaborar tipologías y cronologías para establecer culturas arqueológicas, sino que la arqueología
funeraria ayudó a matizar los conceptos cerrados de cultura arqueológica, de etnia, y permitió a
la arqueología en general superar el difusionismo.

Por tanto, según la nueva arqueología hay que valorar muchos más factores para definir lo que
es una cultura arqueológica, entre ellos, un correcto registro de sus cementerios. Establecen que
culturas arqueológicas no es lo mismo que etnias; una etnia es un grupo de parentesco
homogéneo y una cultura arqueológica es un invento de la historiografía, ya que estas culturas
no tenían conciencia de serlo, y se crea por la investigación para diferenciar a unos grupos de
otros.

Ahora se relaciona el ajuar y su riqueza con el rango social y la función del individuo, pero esto
no determina su rango exacto.

La nueva arqueología planteó que hay informaciones procedentes de las necrópolis que
presentan una particularidad, puesto que no son el resultado aleatorio de una acumulación de
residuos no intencional de la vida cotidiana, sino que todo lo que encontramos en un cementerio
responde a una clara intencionalidad. Es un depósito cerrado y rodo está construido a propósito
para que perdure. Ello dota a cada elemento de la necrópolis de una intencionalidad simbólica,
generalmente, y, por lo tanto, su metodología de registro ha de ser diferente. Por lo tanto, como
explica Juan Vincent, el documento funerario tiene una doble naturaleza: es un producto común
de la acción social y también nos sirve para el mismo tipo de suposiciones que el resto de los
productos o informaciones sacadas de otros contextos, pero los datos funerarios, por su

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Arqueología de la muerte

simbolismo, permiten avanzar más en el estudio de las sociedades, en las diferencias


económicas y, sobre todo, en el mundo ritual y simbólico. El mundo funerario nos ayuda a
conocer valores culturales, ya que puede servir para hacer una tipología similar y conocer la
estructura y funciones de la sociedad.

Evidentemente, poco a poco, otras corrientes metodológicas fueron avanzando en la teoría y


matizando algunas ideas de la nueva arqueología o criticándolas. Por ejemplo, arqueólogos
como Saussure opinan que la ideología que conocemos de los pueblos prehistóricos no es más
que una creación actual, puesto que si desaparece el que creó y el que portó un símbolo lo que
nosotros hacemos es una mera interpretación.

Sí que es cierto que la arqueología de la muerte como subdisciplina se ha apoyado en la


paleoantropología y gracias a ellos se ha avanzado mucho en datos demográficos, número de
pobladores, esperanza de vida, dieta y economía, enfermedades, índices de natalidad y
mortalidad, características anatómicas, etc.

2.1.2.2.1. El enfoque procesualista, su práctica y su crítica

La corriente post-procesualista significa otro avance, puesto que introduce otras ideas que
inciden en la disposición espacial de los enterramientos tanto en lo interno (necrópolis) como en
el territorio (geográfico). Así, se ha avanzado mucho en el conocimiento de las sociedades
megalíticas, puesto que a través de la colocación selectiva de sus megalitos en un lugar
determinado del territorio exponen y hacen patente en zonas de amplia visibilidad que son
poseedores de esa tierra y que además es su derecho por tradición. Muchos de estos megalitos
están en vías de comunicación o cerca, pues también ese mismo cementerio es usado como
delimitador territorial o como marcador geográfico, todo ello avalado por los grabados rupestres
en las piedras.

2.1.2.3. Las nuevas ideas post-procesuales: Marxismo y Post-estructuralismo

Las nuevas ideas post-procesuales, sobre todo a partir de las corrientes marxistas y post-
estructuralistas, suponen otro avance significativo para la creación final de la arqueología de la
muerte como subdisciplina. Por ejemplo, la corriente marxista aporta una idea interesante, que
es el concepto de ideología; al introducir el concepto de ideología introducen nuevas variables
como conflicto social, bases e ideología del poder o medios de producción y otros conceptos
como excedente y redistribución. La ideología ayuda a comprender no sólo el valor de lo
material, sino también de lo mental, lo ideológico, a través del símbolo, ayudando a comprender
los símbolos de dignidad, de representación y de poder.

2.1.3. La Arqueología de la Muerte en la actualidad

Desde los años 60 y contando con todos estos aportes, dotando a las necrópolis de una nueva
metodología que se ha ido matizando con todas las aportaciones teóricas e historiográficas
posteriores, se ha configurado una subdisciplina a la que llamamos arqueología de la muerte.

08/02/2017

Texto comentado en clase.

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Arqueología de la muerte

13/02/2017

2.2. Características del registro arqueológico. Los restos óseos humanos. Cuestiones
cronológicas.

- Los restos óseos humanos en las necrópolis. Uno de los mejores estudios, relativos a este
aspecto es el del antropólogo forense D.H. Ubelaker, publicado en 2007. Los antropólogos
forenses anglosajones han sido los principales precursores de la sistematización de las
características básicas de los estudios actuales sobre restos óseos humanos, casi siempre desde
el punto de vista de la antropología forense como apoyo de la criminología o investigación
forense. Ubelaker es uno de los principales sistematizadores de la antropología, estableciendo 2
tipos de enterramientos humanos: enterramientos primarios y secundarios.

Es una clasificación algo restringida para el campo de la arqueología, aunque se ajusta muy bien
al campo de la antropología física o forense.

Los enterramientos primarios son definidos como enterramientos que se han realizado en un
solo paso; básicamente reúne el conjunto de cadáveres inhumados, normalmente en fosa. Por su
parte, los enterramientos secundarios los define como enterramientos realizados en varios
pasos que se sistematizan en colecciones no articuladas de huesos; representan a un proceso
funerario ejecutado en al menos 3 pasos:

1) Esta primera fase es la eliminación de la carne mediante múltiples procesos.


2) La segunda fase es la recogida total o selectiva de esos restos descarnados, fase que
suele desarticular al conjunto óseo.
3) La tercera es el enterramiento propiamente dicho.

Como enterramiento secundarios entran los de cremación e incineración, las descarnaciones


mecánicas o por agentes animales o climatológicos, prácticas rituales de la antropofagia y
algunas exposiciones a la intemperie.

Por su parte, otro autor relevante, Brothwell, publicó en 1987 otro libro similar, donde establece
5 categorías, con una clasificación más amplia que se adapta mejor al mundo arqueológico.

a) Restos fragmentados. Son colecciones no articuladas de huesos, bien sueltos o bien


contenidos en una urna. Habla también de
b) Inhumaciones extendidas. Cadáveres enterrados y extendidos. Es la inhumación más
común.
c) Inhumación flexionada. Cuando el cuerpo esta acostado hacia un lado y las piernas
están flexionadas.
d) Inhumación contorsionada. Con posiciones atípicas, derivadas de la precipitación o
incluso relacionadas con algún ritual específico.
e) Otros tipos secundarios. Serían casos de estudio más excepcionales, como el caso de
grupos africanos, que atan y dan forma al cadáver para que tenga una postura que
recuerde a su ocupación laboral en la vida.

Excavación y registro

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Arqueología de la muerte

Las técnicas de excavación y de organización del trabajo de campo en arqueología funeraria no


difieren del resto de técnicas o preparativos de cualquier otra campaña que tenga que ver con
otro tipo de yacimiento. La diferencia fundamental estriba en los diversos tipos de elementos
que podemos exhumar, puesto que en una metrópolis aparecen restos humanos y, además, la
diferencia también está en el carácter de los elementos que podemos exhumar, en el sentido de
que nos hablan del mundo simbólico y ritual.

(Fases de excavación y registro arqueológico).

Una vez excavado se da un esquema general:

1. Descripción general
- Situación
2. Disposición
- Posición: es la relación de los segmentos del cuerpo entre sí.
- Orientación
- Profundidad
- Mediciones
3. Observaciones secundarias:
- Patologías
- Materiales perecederos: piel, pelo, telas…
- Muestras del terreno
- Hallazgos no culturales: elementos naturales de alteración.

2.3. Presencia e interpretación de los elementos asociados a los restos humanos en las
sepulturas: manufacturas, restos faunísticos y vegetales.

Una de las cuestiones más importantes que debemos evaluar en este tipo de yacimientos es la
presencia e interpretación de elementos asociados a los restos humanos, como manufacturas,
restos faunísticos y vegetales. Los contextos funerarios son una de las mejores fuentes de
estudio de las sociedades. Gran parte de esa importancia se debe a la presencia de ajuares,
ofrendas y de restos de sacrificios u otros rituales en las tumbas. Se suele equiparar el
tratamiento que recibe un difunto con el estatus o posición social que tuvo en vida, aunque estos
datos hay que matizarlos.

El ajuar y las ofrendas adquieren significación como elementos de estatus, de prestigio social,
de riqueza, de visibilidad de la actividad realizada en vida; nos habla del mundo simbólico y de
sus creencias y en el caso de las ofrendas nos expone las muestras de afecto, de respeto o
clientelares de una parte de la sociedad hacia otra. El ajuar, por tanto, es lo que aporta el difunto
como propio: sus vestimentas, armas, cerámicas, etc., pudiendo ser un ajuar utilitario, de
prestigio, simbólico…, y por otro lado están las ofrendas realizadas por familiares o allegados.,
siempre teniendo en cuenta que no se debe abusar del concepto de lo material, puesto que si se
restringe a las tumbas, quizá no sepamos bien cómo era esa sociedad.

Por tanto, en el caso de los ajuares y de las ofrendas, se deben de evaluar diferentes aspectos: su
riqueza numérica y material; su simbolismo, en función de lo que sabemos por las fuentes; es
importante dictaminar la procedencia del material y evaluar los materiales que son autóctonos y
cuales son importados, con lo que se debe hacer hincapié en la procedencia para poder analizar
las relaciones comerciales entre los distintos pueblos. El análisis de los objetos es fundamental
para establecer el poder adquisitivo de esas personas, su situación dentro de la pirámide social y

11
Arqueología de la muerte

las relaciones e influencias culturales que pudieron tener o proyectar hacia otros pueblos,
determinándose así su rango de actuación.

14/02/2017

Queda claro que dos de los elementos principales que encontramos o no en cualquier
enterramiento son los ajuares y las ofrendas, elementos personales que sirven para evaluar el
estatus social, el prestigio y el grupo al que pertenece ese difunto. Las ofrendas también nos
sirven para conocer la vinculación del resto de la sociedad con esa persona y para adentrarnos
en el mundo de los rituales. Por lo tanto, en una necrópolis ya vemos que en inicio son tres los
elementos importantes que podemos encontrar: restos orgánicos (huesos humanos o de
animales) y restos materiales (ajuares y ofrendas).

Aparte de los elementos de ajuar u ofrenda, hay que remarcar la importancia de otros elementos,
como los restos faunísticos, vegetales o minerales que acompañan a los difuntos. Estos
elementos, que pueden ser huesos, conchas, ocre, etc., son importantes de cara al conocimiento
de los rituales. Por ejemplo, los restos de animales pueden interpretarse como pertenecientes a
rituales de banquetes ceremoniales llamados rituales de comensalidad o pueden hablar de que
ese animal en cuestión tuvo un importante significado simbólico para esas gentes. Además,
gracias a estos restos, podemos conocer cuestiones importantes sobre la economía de esa
sociedad.

Como sabemos, hay enterramientos que pueden ser individuales, dobles, triples o colectivos,
pero casi todos llevan aparejados un ritual. Generalmente ha variado dependiendo de la época y
la sociedad, pero en muchos de ellos se han detectado pautas comunes, como el uso del ocre, el
cual ha sido el protagonista durante miles de años como elemento mineral. El ocre se usa desde
el paleolítico medio hasta el calcolítico para ser espolvoreado en los cuerpos, su color rojizo da
una pista de su simbolismo, aunque también tiene un sentido práctico, ya que es un elemento
mineral que conserva y que hace que la descomposición sea más controlada.

Otro tipo de rituales son menos placenteros, puesto que también encontramos rituales que tienen
que ver con una muerte violenta, como decapitaciones, trepanaciones, muestres triples, etc.
Solamente están carentes de ritual aquellos enterramientos que tienen que ver con la
precipitación o con los enterramientos debido a represalias o asesinatos, que suelen ser de
sentido práctico. Se dan casos de tumbas sin cuerpo debido a que el guerrero moría en otro lugar
y no podía ser traído, por lo que el ritual se lo hacían igualmente.

Para conocer mejor a estas sociedades a través de sus metrópolis se han de analizar también
factores paleoantropológicos para conocer aspectos demográficos o para conocer cómo era su
dieta, qué enfermedades sufrían, etc. Esto se hace a partir del resto óseo y gracias a técnicas de
química analítica.

2.4. La relación hábitat-sepultura.

Por último, cabe destacar la importancia que tiene también la relación del hábitat con las
sepulturas o del poblado con la necrópolis. Toda información social o económica, extraída de
una necrópolis, ha de calibrarse y contrastarse con la información que obtenemos del poblado.
Las similitudes, las presencias comunes o las ausencias no pueden aportar datos valiosos, por
ejemplo, puede que una necrópolis no ofrezca datos de diferencias sociales porque quizá sus
ajuares sean idénticos o igualitarios, pero esa pretendida sociedad igualitaria ha de ratificarse

12
Arqueología de la muerte

con las informaciones del poblado. Estas relaciones son necesarias para el mundo de la
necrópolis.

Es indudable que el estudio de una sociedad no puede realizarse a partir de su necrópolis, por
muchos datos que de. Esta fue una de las principales críticas y avances metodológicos que se
produjeron cuando se fueron matizando los postulados teóricos de la nueva arqueología, puesto
que esta corriente tenía la tendencia de extrapolar de una manera muy rígida el conocimiento
que se obtenía de una sociedad a través de su necrópolis, estableciéndose pocas comparaciones
con el lugar de hábitat de los constructores de ese cementerio y dando mucho peso al valor de lo
material, obviando otras cuestiones simbológicas.

15/02/2017

2.5. Sepulturas y estructura social.

Ubelaker distingue entre enterramientos primarios y secundarios.

Dentro de los primarios, el enterramiento principal es la inhumación, la cual ha tendido a ser


simple y larga hasta que cambió. La inhumación nos ofrece unos aspectos cronológicos nunca
antes vistos.

Aunque no podamos descifrar ese código simbólico funerario, sabemos que depositar al difunto
de una manera en particular tiene para una cultura determinada un significado, por ejemplo los
restos del Neandertal se depositan en posición flexionada y los del Sapiens en posición estirada
y bocarriba. Pero otras culturas, en función de sus tradiciones y creencias, han optado por
diversos formatos de disposición del resto. También destacan los enterramientos de los
musulmanes, que se enterraban mirando a un punto cardinal, además del tamaño de las fosas.

En los secundarios destaca la clasificación de Brothell, donde se suelen dar hoyos de


cremación, con urnas, pero hay otro tipo de ritos que, dependiendo de lo que se haga con el
cadáver, puede dar lugar al enterramiento de ese resto óseo o no; exposiciones a la intemperie,
donde dejan al cuerpo en descomposición sobre una superficie elevada del suelo; colección no
articulada de huesos; inhumación extendida; inhumación flexionada; inhumación
contorsionada. También se dan otros tipos, como el osario, enterramientos colectivos
colocados de forma ordenada; necrópolis de cremación, con varios campos de túmulos para los
enterramientos, donde se puede dar la superposición de unos túmulos sobre otros; huesos
contenido en tinajas, pero sin cremar, desarticulados por un mecanismo particular.

13
Arqueología de la muerte

Tema 3. Orígenes y evolución de los rituales y los enterramientos desde la Prehistoria a la


Protohistoria.

3.1. Introducción. La muerte antes de la Historia: origen y evolución de los ritos y


costumbres funerarias.

El nacimiento del rito funerario del enterramiento humano, incluso el nacimiento de las
primeras formas de religión, son acontecimientos que van íntimamente ligados. El rito, sobre
todo el funerario, es una forma de creencia, una forma de consciencia de que, tras el paso del
momento temporal de la vida en la tierra, hay un más allá. Gracias al surgimiento de los ritos
funerarios tenemos constancia de la manifestación de una de las formas más intensas de
pensamiento simbólico. La idea del más allá surge como explicación al fenómeno biológico de
la muerte y para ello el ser humano tenía que ser capaz de desarrollar este tipo de simbolismos.
Cabe preguntarse ¿qué es antes, la idea del más allá y sus manifestaciones simbólicas y rituales
o las religiones? Ambos fenómenos se desarrollan de forma paralela y estrechamente
relacionados.

El nacimiento de la conducta simbólico-religiosa, que es la base del pensamiento de la


creación de ritos funerarios, es uno de los temas que más se han estudiado y discutido en las
últimas décadas, sobre todo, la atención se ha centrado en qué especie de homínido fue la
primera que cumplía con las características cerebrales y anatómicas básicas para poder generar
estos simbolismos y a su vez para poder tener algún tipo de lenguaje articulado que le
permitiese desarrollarlos, establecerlos bajo unas pautas y transmitirlos.

Se ha discutido sobre qué especie homínida ha sido capaz de desarrollar el pensamiento


simbólico y ya desde los inicios de estas investigaciones siempre se han fijado en el hombre de
Neandertal.

3.2. Los antecedentes: los Neandertales y el nacimiento del pensamiento simbólico

Por tanto, es preceptivo comenzar esta historia hablando de este homínido. Los estudios sobre
cuándo y cómo un homo genera esa capacidad simbólica se vieron lastrados por los prejuicios
del homo actual respecto a otras especies anteriores. Podríamos hablar incluso de una especie de
sapienscentrismo, puesto que nuestra propia negación de la capacidad de otros nos ha lastrado
en el conocimiento inicial de estos aspectos.

Se ha discutido prácticamente todo lo relativo al Neandertal. En el siglo XIX se empezó a


debatir su propia existencia, ya que el inicio de las investigaciones optó por negar la existencia
de otra especie humana que pudiese haber cohabitado con la nuestra. La aceptación de otra
especie humana tenía unas inevitables connotaciones heréticas y por ello se le buscaban
explicaciones variopintas al fenómeno de la aparición de los primeros restos de Neandertal.
También se discutió su humanidad, si eran homos humanos o simios bípedos, su distribución
geográfica, sus capacidades mentales…; el debate pasó después a las causas de su extinción, en
si hubo hibridación entre especies, si tenían formas de arte y pensamientos simbólicos o sólo las
imitaban. Esto era básico para discernir si cuando se les encontraba enterrados era la
manifestación de un rito y creencias o era una imitación o estrategia de ocultamiento.

Parece ser que poco a poco se van despejando las dudas acerca de sus capacidades simbólicas y
humanas. Este proceso se ha estudiado de una manera seria desde el punto de vista evolutivo,
siguiendo unas premisas básicas de los estudios sobre arqueología funeraria y arqueología de la

14
Arqueología de la muerte

mente. Son varias las fuentes fundamentales las que nos han ayudado a comprender el
surgimiento del pensamiento simbólico, de los mitos y las religiones.

En general, todas las obras (Bibliografía) inciden y buscan el origen del pensamiento simbólico,
estimando que sería una de las claves fundamentales del segundo desarrollo evolutivo humano.
En la evolución humana, para discernir el inicio del pensamiento simbólico, el primer punto de
atención fue el estudio del cerebro. Se ha estudiado mucho cómo ha ido aumentando en
complejidad y tamaño a lo largo de las especies como una estrategia evolutiva para hacer frente
a los problemas que el medio ambiente opone.

Todos los estudios coinciden que el incremento de las proteínas cárnicas en la dieta de los
homínidos favoreció la expansión cerebral. Lo fundamental en el homo no son los gramos que
pese su cerebro, sino su relación cráneo-masa encefálica, que hace ya unos 500.000 años ya
tenía unos porcentajes similares a los actuales. Parte de este proceso de expansión se da en la
llamada neurocorteza, que es una capa de apenas unos milímetros de espesor, que es uno de los
elementos de mayor complejidad dentro del reino animal, siendo fundamental para el desarrollo
de todos los procesos neuroquímicos que generan pensamientos simbólicos y abstracciones,
como por ejemplo los mecanismos necesarios para la generación de un lenguaje, las emociones
y la conciencia o consciencia de tener un pensamiento simbólico.

Muchos de estos preceptos fueron hechos por Macdonald-Dunbar, consignando que solo a partir
de cierto tamaño y complejidad de la neurocorteza se pueden desarrollar pensamientos
simbólicos. Para él, a la hora de buscar el origen de estas conductas, sólo hay que fijarse en el
primer homínido que tenga ya ese espesor necesario en su neurocorteza.

La mayoría de estas investigaciones e investigadores, además de estudiar la evolución del


cerebro, estudian sus manifestaciones, como por ejemplo el lenguaje, relacionando íntimamente
el surgimiento del lenguaje articulado con la transmisión de ideas de carácter simbólico, dando
lugar a las primeras creencias y luego religiones. Por tanto, el primer paso de este fenómeno fue
el estudio del cerebro y del lenguaje, posteriormente.

27/02/2017

Todos los investigadores inciden en que un mayor conocimiento de las características genéticas
y anatómicas de estos neandertales, huesos hioides, gen FOX P2, etc., han posibilitado la
certeza respecto a que enterraban a sus muertos con carácter simbólico, teniendo un tipo de
creencias y que todo ello se generó de forma autónoma, ya que hay evidencias muy anteriores a
la época en la que se encontraron con el H. Sapiens, ya en Europa.

Sabemos, por tanto, que desde hace unos 150.000 años empiezan a aparecer yacimientos en
Europa y P. Oriente, con muestras de enterramientos rituales. Fueron investigaciones bastante
complicadas, puesto que muchos de los restos sobre los que se hacían estas afirmaciones
procedían de excavaciones antiguas, pero en los últimos años se han ido localizando nuevos
enterramientos que ya se han podido estudiar con una metodología más actual. Es el caso del
yacimiento del Sidrón, la revaluación de los restos de Kaprina o el descubrimiento de Zafarraya
(Murcia), donde se han encontrado enterramientos, presentando algunos de los huesos marcas
de corte, lo que ha posibilitado que se llegue al debate de si el ritual de enterramiento neandertal
incluía la descarnación mecánica o la antropofagia.

15
Arqueología de la muerte

El siguiente paso de la investigación es cómo era su comportamiento simbólico y en qué otros


elementos se puede apreciar, como en los adornos personales. La inmensa mayoría de
interpretaciones sobre esto exponía que la ornamentación mediante pinturas en el cuerpo o
mediante elementos muebles o móviles era exclusiva del H. Sapiens y que en el caso de
encontrarse en algún enterramiento neandertal este tipo de elementos había sido por imitación,
pero la cronología y el encontrar este tipo de adornos en épocas anteriores a las posibles
influencias culturales del Sapiens sobre el neandertal se volvió a hacer evidente que estos
adornos fueron desarrollados ideológicamente por ellos.

Se han encontrado elementos recurrentes en sus enterramientos, como marfil, hueso, dientes
de diversas especies hechos como colgantes y conchas fluviales o marinas y restos de ocre. Pero
además se han encontrado evidencias de lugares sagrados, como en la cueva de Bruniquel,
(Francia), donde Onac ha expuesto que el neandertal no sólo usaba la entrada de la cueva para
vivir, sino que se adentraba en su interior para llevar a cabo rituales, pues hay huellas fósiles, y
documentó dos grandes construcciones circulares, confeccionadas con piedra de estalagmita a
unos 300 m al interior, las cuales tenían evidencias de haber sido alteradas por el fuego hace
unos 175.000 años. Al lado de esas estructuras había otras estructuras más pequeñas que, junto
con las circulares, podrían haber configurado un recinto con significado simbólico.

Todo esto refuerza la idea de que debieron de tener un pensamiento ritual y simbólico, siendo
cada vez más los elementos que así lo avalan, como en la cueva de los aviones (España), en la
ruta de Renne (Francia) y en Fumane (Italia). Otros investigadores llevan más allá las
evidencias de elementos que prueben el intenso simbolismo neandertal, argumentando que
también se pintarían el cuerpo debido a la gran cantidad e importancia dada al ocre y que
además podrían portar como ornamentos plumas y garras de rapaces, completándolos con
conchas marinas, huesos o dientes. Autores como Fiore encuentran pruebas de ello, encontrando
Rodducic en Fioe garras de rapaces que, atadas en cordones, podrían configurar colgantes o
pulseras, puesto que las garras estaban alteradas para tal fin.

Las investigaciones también se centran en el uso de pigmentos, que según las evidencias
deberían ser rojizos o amarillentos por el color que da el ocre o negros, por el color que da el
carbón o la madera quemada. Hay evidencias de uso del ocre rojo por parte de los neandertales
de hace 200.000-250.000 años en la ciudad de Maastricht (Holanda), pero además de estas
evidencias no sería hasta hace unos 60.000 años cuando se generaliza su uso. En la cueva de los
aviones se encontraron conchas pintadas de ocre, que seguramente se usaron como colgantes
algunas de ellas, siendo otras conchas usadas para mezclar los pigmentos.

El último gran elemento investigado son los instrumentos musicales, sobre todo en la zona de
Europa del este se han encontrado huesos largos, como tibias de animales, con perforaciones
equidistantes, cuya morfología ha hecho pensar a los investigadores que se trata de flautas e
incluso otras más pequeñas, con perforaciones dobles, que hace pensar que sean silbatos. Sin
embargo, este tema es el más oscuro, puesto que la inmensa mayoría de los investigadores
piensan que esos agujeros han sido producidos de manera natural por la actividad de los
carnívoros sobre estos huesos. Estos instrumentos eran atribuidos hace unos 40.000-45.000 años
y muchos investigadores, como el italiano D’errico o Nowel, comprueban que no son como tal.
No sería hasta hace unos 35.000 años cuando empiezan a aparecer verdaderas flautas de hueso y
marfil, que ya se generalizan en el Paleolítico Superior.

16
Arqueología de la muerte

En conclusión, el comportamiento simbólico y su capacidad para crear y transmitir símbolos


está ligado al lenguaje, ya que este lenguaje articulado altamente simbólico es capaz de
relacionar el pasado, el presente y el futuro con elementos hipotéticos o imaginarios. La
estructura física y genética que evidencia el neandertal ya está constatada, como lo demuestran
sus huesos hioides y su gen POX P2, por lo que tendrían un lenguaje articulado y podrían
transmitir sus rituales y creencias. A todo ello se le añade los ornamentos y los pigmentos que
portaban, lo que hace que para muchos investigadores las representaciones actuales del
neandertal no sean muy diferentes de cualquier cazador-recolector en la Prehistoria o en la
época histórica. Ya no es raro verlos con representaciones, plumas, adornos, etc., además se ha
investigado sobre sus emociones y sentimientos, que se expresarían en el momento de enterrar a
sus difuntos. Por lo tanto, estas capacidades, que hasta hace poco se pensaba que surgieron en
Europa hace unos 40.000-45.000 años con la llegada del Sapiens, hay que retrotraerlas hasta
hace 150.000-160.000 años, aunque también hay que destacar que es en el Paleolítico Inferior
cuando se produce la verdadera explosión numérica de manifestaciones artísticas, religiosas y
funerarias en Europa, sobre todo por la llegada del Sapiens.

Lamentablemente, no conocemos el significado de muchos de sus símbolos, pero intuimos que


las especies animales fundamentales en su economía también lo serían en sus creencias. Se han
encontrado evidencias de posibles cultos zoolátricos o totémicos referidos a los animales, en los
cuales se habían hiper-especializado respecto a su caza.

En definitiva, estos cazadores-recolectores pudieron haber desarrollado este tipo de cultos de


corte naturalista y que concuerda bien por el gusto por portar o enterrarse con los elementos más
definitorios de estos animales: colmillos, garras, cornamentas u osamentas y sus cráneos.

28/02/2017

3.3 Las sepulturas del Paleolítico Medio y Paleolítico Superior.

3.3.1. Enterramientos Neandertales

Desde hace unos 150.000 aprox. tenemos muestras sobre los primeros enterramientos humanos,
hechos por los neandertales. Debido a su capacidad de comunicación, cognitiva y cultural, los
neandertales, mediante estos enterramientos, muestran el respeto y el recuerdo hacia sus
difuntos, además, expresan su idea del más allá. Entre estas tumbas encontramos restos de
ancianos, adultos y niños, conociéndose algo más de 500 restos de neandertales, a partir de los
cuales se han podido identificar al menos unas 120 tumbas.

3.3.1.1. Tipos de enterramientos

Se distinguen dos tipos:

1) Fosas simples: este tipo de enterramientos son fosas generalmente de forma ovalada
que están en el interior de las cuevas.
2) Individuos enterrados en fosas ovaladas, pero cubiertos de bloques de piedra, en
ambiente de cueva.

En casi todos los casos se ha detectado que suelen aparecer en posiciones laterales y flexionadas
y en algunos casos con la cabeza apoyada sobre el brazo. Un aspecto curioso es que muchos de
estos enterramientos aparecen con claras muestras de ofrendas o de ajuar, respondiendo a un rito
determinado y es muy común encontrar bifaces u otros útiles como puntas y raederas, cráneos

17
Arqueología de la muerte

de animales (oso, cabra montés), restos animales (cornamentas, colmillos o garras) y en muchos
casos ocre, además de hallazgos recientes como conchas de varios animales.

Básicamente, hay 4 grandes zonas en las que podríamos dividir los hallazgos de enterramientos
neandertales:

1. Próximo Oriente. Algunos de estos restos se han revisado y se ha determinado que en


algunos casos pudieron haber estado mezclados con restos de H. Sapiens, no por
convivencia, sino porque con el paso del tiempo el Sapiens también usó la cueva como
lugar de enterramiento. Los yacimientos más relevantes son: Wadi Amud, Skhul, Qazfeh y
Dederiyeh.
2. Asia central y Anatolia (Turquía). Destacan los yacimientos de Teshik Tash y
Shanidar.
3. Europa occidental. Destaca sobre todo Francia, aunque en Suiza se han encontrado
elementos interesantes como muchísimos restos de oso y de hogueras en los enterramientos.
También hay otros restos en Bélgica, Portugal, España, Italia…
4. Europa del este. Los más importantes son los registrados en Kaprina (Croacia) y
Mornova (Eslovenia).

01/03/2017

3.3.2. Enterramientos H.A.M.

Hace unos 250.000 años, mientras en Europa se definía la especie Neandertal, en África, los
homínidos de ese continente ya mostraban cambios evolutivos en lo referente a su pelvis, a su
cráneo y a su cerebro. Hace unos 170.000 años ya encontramos en África lo que los
investigadores denominan “hombre anatómicamente moderno” o AMH en inglés. Hace unos
150.000-100.000 años, esta especie ya se había extendido por África desde su zona Sur hasta
su zona Norte, pasando por lugares como Etiopía, Kenia, Sudán, etc. En torno a unos 100.000
años, ya hay evidencias de hombres anatómicamente modernos en Próximo Oriente viviendo
en zonas próximas a las zonas ocupadas por los Neandertales, sobre todo por la zona de
Palestina, Israel, Siria, etc. Mucho después, en torno a hace 60.000 años, ya tenemos muestras
de que este hombre se va adentrando en la gélida Europa, hasta entonces un área prioritaria del
Neandertal. La historia de la investigación nos enseña que en torno a 1868 los investigadores ya
empiezan a encontrar restos catalogados pertenecientes a los primeros Sapiens europeos,
como el famoso yacimiento francés de Cro-magnon, yacimiento que, durante mucho tiempo,
dio nombre a estos primeros Sapiens europeos. Hace unos 150.000 años ya están distribuidos
por toda Europa, del Este, central y occidental, incluyendo algunos yacimientos tan
emblemáticos como la Cueva del Castillo o el Abrigo Romaní en Cataluña.

Estos Homo sapiens europeos tienen una alta capacidad simbólica y de pensamiento abstracto,
tenían sistemas de lenguaje complejos y símbolos que les permiten comunicarse. Sus ideas y su
simbología se hacen visibles y se materializan en variados fenómenos culturales (estatuillas en
múltiples soportes, pinturas murales, en sus propios adornos personales, etc.). Además, elaboran
diversos tipos de herramientas para poder oponer una respuesta a partir de sus artefactos a los
problemas del medio dentro de su economía de subsistencia. Estos cazadores-recolectores
participaron de lo que denominamos como los modos tecnológicos o la manera de fabricar
herramientas, utilizando tanto el llamado Modo 3 como el Chatelperroniense, desarrollando
igualmente nuevas tradiciones en la fabricación de estos útiles, lo que se conoce como el Modo

18
Arqueología de la muerte

4, que se inaugura con el método de fabricación Auriñaciense, dentro de tipos de industria de


corte laminar.
En general, el tipo de enterramiento utilizado son las fosas de inhumación, con los cuerpos
extendidos y dispuestos normalmente de manera individual, doble, triple, pasando
posteriormente a los enterramientos colectivos. Por lo tanto, el primer rito fue la inhumación en
fosa. En este caso, las fosas suelen ser rectangulares, no ovaladas. Predominan las fosas
individuales o simples, pero en el caso de este homo se han encontrado más evidencias de fosas
dobles, triples y colectivas. Estos enterramientos primarios Sapiens se diferencian de los
Neandertales no sólo por la forma de la fosa, sino también porque suelen incluir un mayor
número de adornos y de ofrendas, por ejemplo, los enterramientos Sapiens 9, 10, 11 y 12 de
Qafzeh o Skhul, donde se encontraron enterramientos Sapiens cuyos cuerpos fueron
espolvoreados con ocre rojo y amarillo y había una gran cantidad de conchas. Otro
enterramiento paradigmático era el de Arene Candide, el de “El pequeño Príncipe”, cuyo ajuar
incluía un asta de alce trabajada, colgantes de marfil de mamut, un gorro con cuentas minerales
insertadas y varios elementos líticos. También está el enterramiento de La Madeleine, Sunghir
y Kostienki. Menos abundantes pero existentes son los enterramientos dobles, como Sunghir
2 o Abri Patud (Francia). Como ejemplos de enterramientos triples, tenemos Dolni Vestonice
(Chequia), donde había tres adolescentes enterrados con ofrendas, otros ajuares y muestras de
ocre. Murieron al mismo tiempo, estando dos de ellos muy juntos, y disponiendo la mano del
tercero de tal forma que se entendiese que había una relación de parentesco. Uno de ellos está
boca abajo. También hay enterramientos colectivos, como el de Predmosti (Chequia) o la
Cueva de Cro-magnon.

06/03/2017

En el caso de las ofrendas de los Sapiens hay que destacar que los elementos encontrados son
más abundantes y variados que en los neandertales, pero en muchos casos el tipo de elemento se
repite, abundando las conchas de moluscos y otros elementos animales, como astas o dientes
de ciervo, de gamo u otros huesos y colmillos, como jabalí. También aparecen elementos líticos
o minerales, como el ocre, y aparecen novedades como un mayor número de elementos
minerales, como cuentas de diversos tipos de piedra y otros elementos como las perlas. Hay que
hacer hincapié en que se sigue usando de forma general el ocre, generalmente el rojo para
espolvorear al cadáver.

Autores que investigaron este asunto, como Steven Mithen (1998) expone que los rituales son
la materialización física mediante símbolos de las ideas religiosas y de la idea que se tiene del
más allá, por lo tanto es fundamental evaluar todos los elementos incluidos en el ritual, pues
todo responde a un símbolo. Para él, el ocre rojo es un símbolo universal, puesto que el rojo
representa la sangre, la cual representa la vida y la muerte para los humanos. Pero además
expone que para conocer la religión de estas personas, aparte del ritual funerario, otra fuente
fundamental es el arte, expresado de manera móvil (concepción de estatuillas de mujeres) y el
arte parietal (pinturas rupestres). Es sintomático que dentro del ritual de muchos
enterramientos Sapiens encontramos huesos de reno, de ciervo, de mamut…, animales que son
representados también en las pinturas rupestres, lo que para algunos autores es una prueba de
cultos de carácter totémico. Este autor dice que, para investigar la relación entre el símbolo y la
idea del más allá que tuviesen estas personas, la fuente principal es su arte.

Por tanto, vemos que los enterramientos Sapiens del Paleolítico, en sentido arqueológico, son
sencillos de definir, pues son enterramientos primarios, inhumaciones en fosa rectangular en el

19
Arqueología de la muerte

que el cadáver se deposita extendido y con elementos de ajuar, de ofrenda o simbólicos, no muy
excesivos, pero que van aumentando. También se han detectado otros ritos minoritarios, algo
lógico debido al arco temporal que manejamos. En el caso del cadáver de Arene Candide se
detecta el uso de dos tipos de ocre, algo poco común, rojo para espolvorear el cuerpo en general
y amarillo para significar la zona herida y su causa de muerte.

Otros rituales más particulares son en Lago Mungo (Australia), en el enterramiento LM1, según
sus descubridores (Bowler) podría ser la evidencia de uno de los primeros rituales de
cremación del planeta. Está datado entre hace 25.000-20.000 años; el cadáver de este Sapiens,
uno de los más antiguos encontrados en Australia, apareció quemado, machacados sus huesos
tras ser quemado y luego quemados por segunda vez. En esta zona se encontraron otros
enterramientos, la mayoría siguiendo las características generales de los rituales Sapiens, pero
en el caso de otro de ellos, el de Lago Mungo 3, se presenta una nueva particularidad que lo
diferencia de los otros enterramientos de Europa y P. Oriente: está al aire libre. Este estaba
espolvoreado con ocre, por lo que se hizo un ritual, no fue un simple abandono, y es más
antiguo que el de Lago Mungo 1, datado en el 40.000 a.C.

Otro tipo de enterramientos o de tratamientos excepcionales de los restos es la utilización


funcional y posterior de los huesos, para ser usados como recipientes. Hay evidencias de esta
práctica sólo en los enterramientos Sapiens y, aunque al principio eran extraños, poco a poco se
han ido localizando más ejemplares: en la cueva de Le Placard (Francia), con 9 ejemplares,
modificados para servir como recipientes; cuevas peninsulares de Isturitz, Txispiri, Urtiaga,
Carihuela (Granada) y de Gough (Inglaterra). Estos huesos tienen signos de haber sido
alterados y descarnados al poco tiempo de fallecer el individuo; fueron vaciados y mediante
técnicas de percusión, corte y retoque fueron preparados como recipientes. Todos pertenecen a
la época magdaleniense y, en el caso de la cueva de Gough, se encontraron 37 fragmentos
pertenecientes a 3 cráneos taza.

Los autores de este descubrimiento (Gough) creen que estos cráneos taza serían fabricados
como parte de un ritual que incluiría el consumo de la médula ósea. Se hallaron cráneos de
otros animales, presentando todos ellos la consumición de la médula ósea. Para los autores es un
ritual y no una acción alimenticia, pero otras posturas hablan de canibalismo en sentido estricto.

07/03/2017

Textos.

08/03/2017

La nueva sociedad mesolítica y el intenso aprovechamiento de recursos nos depara un nuevo


tipo de yacimiento que ya se puede documentar en la historia humana: las necrópolis y
cementerios humanos, entendidas como la zona en que un grupo determinado entierra a sus
difuntos, dotándolo de un profundo sentido simbólico, ritual y territorial, siendo la propiedad
del mismo el principal elemento que hace que se compruebe que ese grupo social tiene los
derechos de vivir y explotar ese territorio determinado. Toda zona de enterramiento es
importante y simbólica para ese grupo, pero a partir del Mesolítico se incrementa todo lo
relacionado con la afirmación de la posesión de un territorio ante otros grupos. El
surgimiento de la necrópolis se debe al semi-sedentarismo, al crecimiento demográfico y al
afianzamiento de la territorialidad, es decir, el territorio se restringe a un lugar concreto.
Además, la necrópolis es importante para los estudios históricos, ya que en ella se ven las

20
Arqueología de la muerte

diferencias sociales, de rango o de estatus, siempre teniendo en cuenta que estos datos hay que
saber dimensionarlos y relativizarlos con otras informaciones.

Para el estudio de cementerios mesolíticos hay dos grandes zonas:

- P. Oriente: se encuentran las primeras evidencias de acumulaciones reiterativas de difuntos en


la cultura natufiense, estudiándose sobre todo 3 lugares: Hanahal-El Wad, Eynan-Ainhallaha
e Hilazon Tachtit. En 1928, en pleno mandato británico, durante una exploración en Hanahal,
donde los británicos buscaban canteras de piedra, se encontró una estatuilla de hueso que
formaba parte de la empuñadura de una hoz. Excavaciones posteriores revelaron decenas de
enterramientos atribuidos al natufiense antiguo. Estos enterramientos se caracterizan por ser
enterramientos primarios, inhumaciones en fosa, pero su diversidad es amplia, pues se han
encontrado en cueva, al aire libre, dentro de cabañas o al lado, etc., generalmente enterrados
extendidos, pero se encontraron algunos flexionados. En el caso de los enterramientos
flexionados suele haber más de uno, en los individuales están estirados. Con el desarrollo de
esta cultura los ajuares y ofrendas son más numerosos, destacando huesos de gacela, conchas
marinas y objetos en piedra, como morteros, machacadores, etc.

Respecto a su mundo ritual, hay cuestiones interesantes, con tratamientos del cadáver, como
se ve en los cuerpos decapitados, lo que para algunos autores sería un sacrificio ritual. Estos
enterramientos entrarían en los enterramientos secundarios, puesto que se decapitan en un lado y
se entierran en los poblados. Para Rubiato esto se debe a un rito de afirmación de la posesión de
un lugar o a ritos fundacionales. Este y otros autores piensan que esta cultura ya contaba con
santuarios o zonas específicas para realizar rituales. En diversos poblados de esta cultura, como
Jericó, Eynan, Rosh Zin o monte Carmelo se han encontrado este tipo de edificios; son lugares
de arquitectura particular, con piedra trabajada y sin calar y acumulaciones de huesos de gacela,
lo que parece que su representación era importante, pues se encuentran cabezas talladas que las
representan, estatuillas u otros elementos. Para Rubiato, estas hoces con mango de gacela son
rituales.

Es evidente que ya desde el Mesolítico natufiense se estaban generando los primeros pasos
hacia los cultos y religiones post-paleolíticas. Todo ser humano en una época de cambio a una
nueva realidad genera sus propias supersticiones y los nuevos modos de vida pueden dar lugar a
nuevos tupos de ritos. El enterramiento de Hilazón Tachtit es un buen ejemplo de la generación
de una nueva identidad ritual. Tiene 12.000 años, se encontró una necrópolis con un
enterramiento central en cueva, donde había un cadáver de una mujer de 45 años, que se cree
que pudo ser una líder espiritual. Su enterramiento incluyó un rito de banquete ceremonial. La
mujer estaba inhumada en fosa, flexionada y desplazada de la fosa; estaba adosada al lateral de
la fosa, a su alrededor se hallaron unos 50-70 caparazones de tortuga, una cadera de leopardo,
alas de águila, huesos de uro, de suido, de marta, un pie humano y un rabo de bóvido. Se da la
circunstancia de que la mujer tenía de nacimiento una pierna atrofiada. El enterramiento se fijó
con una losa enyesada. Lo más interesante es que a partir de ese enterramiento llegaron a
acumularse en los alrededores de esa cueva 27 enterramientos de hombres, mujeres y niños en 3
fosas halladas en las cercanías. Monro y Grosman creen que a partir del enterramiento la
necrópolis adquiriría importancia en la posteridad, celebrándose banquetes y detectándose el
desplazamiento de algún cadáver a esa necrópolis.

13/03/2017

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Arqueología de la muerte

- Europa Continental: una zona interesante es la del Báltico y el ámbito ruso; son cementerios
construidos por sociedades mesolíticas, que ya van apuntando hacia el sedentarismo, gracias a
una economía de producción todavía incipiente, muy relacionada con la depredación, pero que
va mostrando sus primeros precedentes. Los cementerios son al aire libre, no usan cuevas, el
rito de enterramiento es la inhumación simple, con enterramientos primarios que ya van
constituyendo extensiones considerables. Un caso paradigmático es el yacimiento de
Oleneostrosvski mogilnik, donde se han excavado unas 200 tumbas, aunque se cree que puede
haber unas 400-500. Lo más interesante es que el ritual se hace cada vez más complejo, muchas
de estas fosas ya están delimitadas por grandes piedras, que van configurando las primeras
evidencias de las cistas (cajas con piedras forradas a los lados). Dentro de ellas se suelen
introducir astas de ciervo, ocre, y poco a poco vemos un incremento en el uso del fuego como
parte de los rituales, siendo común encontrar evidencias de ellos alrededor de estas tumbas,
como reflejo de banquetes rituales. También aparecen conchas, un mayor nº de útiles líticos,
equipando a los difuntos, además de con elementos estéticos, con útiles de uso diario, lo que
para muchos autores refleja una nueva teoría de más allá, en el que es necesario contar con la
cultura material que refleje el estatus, ocupación, etc.

En la zona del Báltico y Rusia hay muchos más cementerios, como Zvejnieki, Abora, Popovo,
etc. En la fachada Atlántica y Escandinavia encontramos otro gran conjunto de cementerios
mesolíticos; en la zona de Francia destacan Hoëdic, Teviec y Vergne, interesantes por la
constatación en ellos de los fuegos rituales que se realizaban directamente sobre las tumbas,
consumiéndose alimentos, siendo recurrentes el jabalí y el ciervo, encontrándose gran cantidad
de huesos alrededor de las tumbas. Al realizar la hoguera sobre la tumba, se empieza a generar
la costumbre de cubrirlas con una losa, por lo que algunos autores piensan que es el precedente
ideológico del megalitismo, que se generará cuando en ciertas zonas europeas el enterramiento
colectivo sustituya al individual.

También son interesantes los cementerios escandinavos, como el de Vedbaek, con restos bien
conservados. Sigue la tónica del enterramiento simple en fosa, con el cadáver extendido, con
algunas variantes en Zvejnieki (Letonia), cuyos cadáveres tienen la cabeza a un lado.

La Península Ibérica es otro punto interesante, donde se pueden distinguir dos tradiciones de
enterramientos similares, pero con diferencias: por un lado encontramos un mundo mesolitico y
por otro lado un mundo más epipaleolítico, correspondiéndose el 1º con zonas costeras y
periféricas y el 2º con las zonas más interiores. Ello hace que se aprecien diferencias incluso en
sus rituales funerarios. En las zonas periféricas azilienses o asturienses entierran a sus difuntos
mediante el rito de la inhumación, ubicando estas fosas en los abrigos o en las cuevas en las que
viven, es el caso de la cueva de los Azules, de Nerja, de los Canes, etc. Los grupos del interior
construyen campamentos en zonas menos escarpadas y sus difuntos están enterrados al aire
libre.

Son interesantes los cementerios de concheros, donde entierran a sus muertos de forma extensa
del grupo, con tierras configuradas como concheros. A pesar de ello, todos los enterramientos
mesolíticos de la península comparten las mismas características simbólicas y rituales, siendo
similares a otros europeos, comprobándose esa tendencia a usar más la piedra para forrar el
enterramiento o cubrirlo, un mayor número de útiles, conchas, astas y huesos, etc. Hay
excepciones, encontrándose enterramientos que salen de estas normas generales, por ejemplo,
en la cueva de los Canes (Asturias) se localizaron 4 cadáveres en una posición muy flexionada,
casi contorsionada, pautas que cada vez se van repitiendo más, conforme se acerca el final del

22
Arqueología de la muerte

Mesolítico y llegamos al Neolítico. Esto se ha comprobado también en Hondarribia (7.500-


7.200 a.C.) o en el Collado de Oliva (Valencia), donde se halló un cementerio con 15
inhumados en fosa, de entre el 7.500-6.500 a.C., entroncando ya con la neolitización; en este
caso los cadáveres estaban sobre su lado derecho, muy flexionados, pensándose incluso que
podían haber sido atados post-mórtem, lo que para los investigadores supone una evidencia de
que esta nueva postura es importante para su ritual y sus creencias. Poco a poco, vemos cómo
esta costumbre va siendo numéricamente mayor, a pesar de que en otras zonas, como la zona de
Portugal, la disposición del cadáver es extendida.

Todos estos enterramientos, sobre todo los de época final, van apuntando ciertos cambios, que
posteriormente vamos a observar en el Neolítico. En los momentos de transición, dentro de que
el ritual siempre será la inhumación, vemos que se van diversificando los modos de enterrar. La
propia diversificación de los modos de enterrar se debe a la propia diversificación cultural de
Europa y el conjunto de zonas de Eurasia del momento.

En varios lugares observamos que las pautas generales de los enterramientos del período
mesolítico avanzado se cumplen durante el Neolítico antiguo. Los fuegos rituales son
características comunes a ambos períodos, la mejor muestra de continuidad es que algunos
enterramientos mesolíticos se reutilizan en el siguiente período, apartando los restos antiguos y
construyendo nuevas fosas. De no ser por una correcta metodología arqueológica, muchos de
estos enterramientos con cistas o huesos de diversos períodos podrían ser confundidos con
enterramientos colectivos, siendo por lo demás en el caso de los ajuares pocos los cambios.

3.4. El Neolítico. La multiplicación de las sepulturas individuales.

3.4. 1. La transición. El Neolítico Antiguo.

El ser humano ahonda y desarrolla los procesos económicos y sociales que ya se venían
apuntando desde el Mesolítico, con un creciente e intenso aprovechamiento del medio, lo que se
llamó en el Mesolítico la revolución de amplio espectro, en el Neolítico podemos hablar de
una alta especialización, primero en todas las formas de recolección y posteriormente en la
producción de sus propios alimentos. Fue un cambio forzado para intentar paliar las crisis de
subsistencia, debido a una creciente población.

El ser humano tiene que oponer una respuesta para subsistir en el nuevo mundo de Holoceno, ya
pleno, que le toca vivir. El trabajo de los mesolíticos y de los primeros productores, medido en
horas-rendimiento es mucho más arduo que el de los últimos cazadores especializados. Las
nuevas condiciones ambientales, de manera lenta pero inexorable, obsequiaron a nuestros
antepasados con un ingrato amanecer, el amanecer de los agricultores y ganaderos dentro de una
economía de profunda subsistencia. Tuvieron que adaptarse a unos nuevos trabajos, muy
dificultosos y su proceso de adaptación y aprendizaje, que duró siglos, estuvo a punto de
terminar con la especie, debido a las perennes crisis de subsistencia. Pero esta nueva manera de
vivir también posibilitó graduales cambios ideológicos y simbólicos, puesto que la nueva
relación con los ciclos de crecimiento natural tiene consecuencias, pues lo ideológico y
simbólico se centra en las fuerzas de la naturaleza, en la fertilidad, en el agua, en el sol y,
además, el trabajo de producción es sustancialmente diferente al de recolección y al de caza.

14/03/2017

23
Arqueología de la muerte

Todos los cambios económicos y sociales en los que se ve inmerso el ser humano a partir del
cambio del Pleistoceno al Holoceno y sus posteriores desarrollos tienen un efecto fundamental
en el mundo simbólico, ritual y el de las creencias. Sin embargo, los ritos funerarios en sí
cambian poco, puesto que sigue prevaleciendo la inhumación, generalmente individual y en
fosa. Los ritos funerarios de inicios del Neolítico son similares a los Mesolíticos, pero lo que sí
apreciamos es una tendencia creciente a incluir más elementos simbólicos, ajuares y ofrendas en
los rituales, que se van complejizando.

Esta nueva forma de vida y de relacionarse con el medio se hace patente no sólo en el mundo
funerario, sino en otras muchas manifestaciones simbólicas y artísticas. Las pinturas rupestres
siguen existiendo, pero ahora ya esquematizadas, cuyo protagonista principal es el ser humano.
Aparecen animales, pero de manera secundaria y supeditados al ser humano y a las acciones y
rituales que estos paneles describen. Ahora, los símbolos van sobre las fuerzas naturales,
centrándose las creencias en la fertilidad, en el agua y en el sol como fuerzas vitales. Como
ejemplo de esta nueva mentalidad podemos citar las nuevas decoraciones que se realizan sobre
las cerámicas, como es el caso de la cerámica cardial, que expone una temática original y
novedosa. Poco a poco irán proliferando diversas comunidades o culturas arqueológicas que,
dentro de unos patrones generales, se van diferenciando cada vez más de sus semejantes.
Aunque hay varias zonas en las que el fenómeno del Neolítico surge de manera independiente,
para nosotros es particularmente interesante el Neolítico de P. Oriente, el del llamado Creciente
Fértil y sus zonas de contacto. Los indicios más antiguos de economía productora se detectan ya
en torno al 9.500-9.000 a.C., en las culturas derivadas del período natufiense.

En primer lugar, asistimos a un período neolítico pre-cerámico A, autoras como Kenyon


identificó los primeros niveles neolíticos en Jericó y, curiosamente, certificó que durante siglos
el primer Neolítico era un estadio cultural que carecía de la invención de la cerámica. Dentro del
Creciente Fértil hay otras zonas particularmente activas, como la zona de Damasco y su oasis, el
curso medio del Éufrates y el valle del río Jordán, donde se halla Jericó. Es un Neolítico en el
que se desarrolló la domesticación de las plantas, alterando la flora silvestre para hacerla crecer
en sus campos de cultivo. En otras zonas cercanas, como en los rebordes montañosos del
Kurdistán o en las montañas de Irak, parece predominar la domesticación de animales, sobre
todo cabras silvestres (ovicápridos), aunque la domesticación de flora y fauna van paralelas.

Para muchos autores estos yacimientos del Kurdistán, Turquía y montañas de Irak serían algo
posteriores a los inicios del Pre-cerámico A y lo llaman Neolítico Pre-cerámico B (8.700-7.500-
6.800 a.C.), entendiendo que es una extensión cultural del 1º. En esta época se produce una
profunda expansión tanto demográfica como de grupos de personas como ideas y técnicas de
economía productora. A partir de esta época ya entramos en el Neolítico cerámico.

A partir del VII m.a.C. hay múltiples desarrollos, como los textiles (lino, lana), más animales
domesticados (buey) y su economía de producción es más intensa y organizada, constatándose
incluso contactos comerciales entre aldeas. Relacionado con estos cambios están también las
evoluciones en el mundo religioso; hay dos fenómenos fundamentales que se están produciendo
en estos siglos: el surgimiento de las primeras ciudades y templos.

Todos estos cambios tienen una especial relevancia en P. Oriente, sobre todo vislumbrados a
partir de la generación de las primeras grandes ciudades, no solo Jericó o Eridu, sino otros
lugares como Hacilar, Boytepe, Cayonu, Çatal Hüyük, etc., fueron aldeas que fueron creciendo
y empezaron a despuntar, tomando poco a poco las características incipientes de una ciudad,

24
Arqueología de la muerte

aunque no podemos hablar de urbanismo sí podemos hablar del concepto de ciudad, ya que no
es una aldea muy grande, sino una entidad poblacional mínimamente planificada y con unas
características básicas, por lo menos en cuanto a accesos, ubicaciones de diversos tipos de
edificios y por contar con elementos políticos, socioeconómicos e ideológicos, además de
lugares que tienen una zona de influencia a su alrededor.

Con el crecimiento de estas aldeas se hace necesaria una ‘’organización urbana’’, la cual es un
reflejo de la organización social, que es la principal motivación de configuración de las primeras
ciudades. Hay un primer paso hacia todo esto: las primeras aldeas organizadas, las cuales están
planificadas con una clara intención de funcionalidad agropecuaria, con ideas de su creación
muy alejadas de las originarias aldeas neolíticas dispersas. En las zonas fértiles del Tigris y el
Éufrates encontramos las primeras ciudades. En torno al 4.500 a.C., e la zona de Uruk, ya se
habían producido cambios definitivos en la organización y jerarquía social, plasmada en las
ciudades. Se estima que el germen definitivo que desencadenó la aparición de las primeras
ciudades fue la aparición de templos estables, bien como arquitectura humana o bien como
lugares recurrentes de peregrinación, oración y rituales.

15/03/2017

Con el paso del tiempo, esas aldeas primitivas neolíticas se fueron complejizando y algunos
lugares fueron adquiriendo importancia política, estratégica y religiosa, por ser sitios a los que
acudían personas en busca de servicios rituales y pujanza económica. El santuario y el comercio
son indisolubles durante milenios y todo lo que se genera alrededor de la proyección de una
sociedad sobre su territorio, junto con la creación de estos nuevos centros religiosos, da como
consecuencia el surgimiento de las primeras ciudades del planeta. En Uruk, en el IV m.a.C., este
fenómeno ya ha tenido lugar, además de en la zona de la cultura Hassuna, de Samarra o la de
Ubaid.

Las ciudades iban creciendo, algunas como Uruk o Eridu se extendían por más de 50 Ha y
muchos de sus templos se iban complejizando y asumiendo más funciones. A la par se iban
desarrollando las estructuras administrativas y políticas, cada vez más complejas, que poco a
poco fueron necesitando sistemas de registro y de contabilidad. Por su parte, la división del
trabajo se va haciendo más compleja y empiezan a surgir una mayor variedad de ocupaciones.
Los datos arqueológicos exponen que ciudades como Warka, en el IV m.a.C., ya podía tener
más de 50.000 habitantes, extendiéndose por 200 Ha, siendo su zona de templos inmensa,
extendiéndose por 25-30 Ha.

Las culturas de P. Oriente tienen su evolución y un dinamismo religioso y comercial importante,


sin embargo el ritmo de cambio de los antiguos mesolíticos de Europa central y occidental es
menor, seguramente debido a factores demográficos. Pero ello no quiere decir que no puedan
mostrarnos aspectos clave de la historia de la humanidad. En esta parte europea el Neolítico
antiguo comienza como una época de clara continuidad respecto a las características
mesolíticas. La diferencia es que la recolección tiene que ir dejando paso a la producción de
alimentos, pero en lo que atañe al ritual, en los primeros momentos del Neolítico no hay
cambios sustanciales. Vemos que el tipo de materiales que se introducen en las tumbas, como
ajuares u ofrendas, cambia debido a las innovaciones tecnológicas, pero la ideología del rito en
sí y el tipo de enterramiento son idénticos. En el Neolítico antiguo predominan las
inhumaciones en fosa, hay evidencias de fuegos rituales ya detectados en las grandes necrópolis
mesolíticas y, a pesar de que ya introducen cerámicas, textiles o derivados, la concepción del

25
Arqueología de la muerte

más allá no se ha alterado. La tumba de Villamayor de Calatrava es un reflejo de la continuidad


de enterramientos anteriores, con una inhumación individual en fosa, en la que el cadáver se
encontraba flexionado y desplazado hacia una de las paredes de la fosa. Esa fosa fue
premeditadamente construida en forma de pera, con una boca más estrecha que el fondo del
hoyo. Una de las cuestiones más interesantes es que este difunto tenía un pequeño ajuar,
compuesto por útiles líticos (puntas de flecha y diversos instrumentos), pero los autores del
estudio creen que la fosa fue rellenada con tierra procedente de otro lugar, concretamente de la
zona del poblado, que creen que estaba cerca. Esta teoría se sustenta en que ese relleno de tierra
contenía pequeños fragmentos cerámicos muy rodados de diversos estilos (cerámicas incisas, de
cámara dura, lisas…) que parecían provenir de una zona habitada y de sus niveles anteriores,
además, el sustrato térreo era diferente al de la fosa.

20/03/2017

3.5. El Calcolítico. Megalitos funerarios o el auge de las sepulturas colectivas del linaje.

En el Neolítico todavía podemos rastrear algunas características comunes en muchos


enterramientos a lo largo de Europa, pero con el asentamiento de la economía productora y con
la fijación de los grupos humanos a territorios mucho más restringidos, la diversidad en las
formas de enterramiento crece, de tal manera que ya no podemos ser tan uniformes en el
estudio de estas pautas funerarias y hay que centrar la atención en los fenómenos particulares,
como el megalitismo.

A lo largo del Neolítico medio se van produciendo una serie de transformaciones que, llegarán
hacia el final de esta etapa y en el Neolítico final, a sintetizarse en un nuevo fenómeno
funerario: el Megalitismo.

La economía de producción potencia una mayor vinculación con un territorio determinado. El


paisaje de producción, el lugar del que se extraen los recursos, se ha restringido respecto a
épocas anteriores. La ardua adecuación de los campos para el cultivo favorece la
sedentarización, pero también favorece la interacción del ser humano con un territorio mucho
más específico en lo geográfico, en lo social y en lo simbólico. El sentimiento de pertenencia
a un territorio determinado es mayor, lo que se llama territorialidad, la cual no es exclusiva de
los grupos productores. Los grupos cazadores-recolectores del Paleolítico o las bandas del
Mesolítico también tienen sus formas de territorialidad, aunque diferentes, puesto que en el
Neolítico hay una mayor concienciación de que pertenecen a un lugar y que ese lugar, al ser su
fuente de alimentación, ha de ser controlado. Todo esto favorece el desarrollo de arquitecturas
domésticas más permanentes y la creación de arquitecturas funerarias que pretenden ser
fijas e incluso eternas.

La territorialidad no es exclusiva de los productores, tampoco la construcción de poblados


permanentes, pero la idea de la necrópolis permanente del clan o del linaje se ve potenciada y
favorecida por esa mayor territorialidad, por ello surge el fenómeno funerario del
Megalitismo. El megalito se define como una estructura artificial realizada con grandes piedras,
destinada a albergar uno o varios recintos de enterramiento, siempre inhumaciones. Se les
define como colectivos y lo son, pero colectivo en el sentido de lugar de enterramiento
sucesivo.

El megalito, además de un interesante lugar funerario, es una de las principales fuentes, sino la
principal, de estudio para el conocimiento de las sociedades neolíticas. En primer lugar, del

26
Arqueología de la muerte

enterramiento individual al enterramiento colectivo, de la individualidad de la persona a la


importancia del clan o del linaje. El megalito también nos enseña que ya estaban perfectamente
articuladas y coordinadas estas sociedades, existiendo unas jefaturas, puesto que el esfuerzo de
construcción de este monumento ha de implicar necesariamente a una comunidad entera.
Pero son más las ideas que podemos extraer de ellos, sobre todo respecto a la territorialidad y al
control y defensa del territorio propio. El megalito es un marcador de propiedad, la mejor
manera de hacer valer tus derechos ancestrales sobre ese territorio explotado es situar en un
lugar visible el lugar en el que descansan los restos de tus antepasados, primeros propietarios y
organizadores de ese paisaje de producción. El megalito, así, funciona como marcador
territorial, ubicándose en zonas dotadas de una amplia visibilidad, en lugares de paso
obligado, vías naturales, etc. Algunos autores exponen que la difusión del megalitismo va
siguiendo estas vías naturales, que suelen ir cercanas a los grandes valles fluviales y que son los
mismos caminos de una incipiente ‘’trashumancia’’.

Además, el megalito es una de las principales fuentes de expresión de sus símbolos, pues
estas piedras suelen estar grabadas con escenas y elementos geométricos que expresan sus
ideas religiosas y sus mitos y leyendas. Se convierten así en una fuente de conocimiento y de
perpetuación de las enseñanzas, con lo que se produce la consiguiente creación de identidad
propia y cohesión del grupo a partir de unas tradiciones comunes.

Además, el megalito también nos muestra evidencias de la importancia que ciertos territorios
productivos ya han adquirido y también de que esta economía de producción ya ha sido
adoptada con cierto éxito. Por tanto, para el estudio de las culturas neolíticas en los ámbitos
atlánticos y sus zonas de interior cercanas, el megalito es una de las principales fuentes de
información para el conocimiento de estas sociedades.

21/03/2017

2º práctica.

22/03/2017

El período Calcolítico es un claro desarrollo y continuidad de todas las características


socioeconómicas vistas anteriormente. Muchos de los procesos anteriores ahora se generalizan y
se evidencian con claridad. Los principales cambios tienen que ver con un mejor
aprovechamiento de los recursos agropecuarios y con el surgimiento del modo de vida
campesino. Pero, aunque las innovaciones tecnológicas son importantes, como la metalurgia,
avances en los transportes, construcción…, también es notorio que la mentalidad, ideología y
sus pautas rituales, al menos en los primeros siglos de este período, no cambian
sustancialmente.

27/03/2017

El período calcolítico muestra una evidente continuidad con el Neolítico final, sobre todo en la
zona de Europa atlántica. En otros territorios europeos la diversidad es mayor, encontrando
tradiciones que entroncan con el mesolítico, que, filtradas por el Neolítico, nos hace seguir
contando con las grandes necrópolis, plagadas de fosas de inhumación. Además, la Europa de
las estepas y del este van teniendo cada vez más influencias de los pueblos que, procedentes de
la zona de los Urales y del norte del Caúcaso, van imponiendo sus costumbres tumulares.
Dentro de esta diversidad europea, la evolución de enterramientos colectivos del linaje nos

27
Arqueología de la muerte

presentan un panorama bastante diverso respecto a la tipología de los enterramientos, pero muy
homogéneo en cuanto a sus características básicas, su ideología y sus ritos. Hay un momento
clave en el Calcolítico, en torno al III milenio a.C., que es la aparición del fenómeno
campaniforme, el cual es un movimiento común a muchas zonas europeas que antiguamente
fue visto como la primera gran cultura común de Europa, sabiendo hoy que no lo es. Esta
definición se basaba en que muchos lugares del continente se encontraban dentro de los ajuares
funerarios un conjunto de elementos que se repetían: las llamadas cerámicas campaniformes,
los brazales de arquero, las puntas de flecha, bien líticas (pedúnculo y aletas) o metal, diademas,
puntas de lanza y flecha de cobre (tipo palmela), entre otros elementos.

Al encontrarse muchos de estos útiles en un gran número de enterramientos a lo largo de gran


parte de Europa se hablaba de una cultura o creencias comunes, pero hoy sabemos que este
fenómeno campaniforme tiene más que ver con el gusto de estas personas por enterrarse
con estos elementos de prestigio que por ser una cultura común. Más que una cultura es una
moda pasajera, la cual pasará cuando surjan unos individuos que se diferencien de la sociedad,
comprando elementos de lujo.

La tipología de los enterramientos es muy amplia, pero podríamos hablar de algunos tipos
fundamentales:

- Necrópolis megalíticas, como la de la cueva de la Menga (Antequera) o la del


Acebuchal (Sevilla). Estas necrópolis son monumentos complejos, generalmente del
tipo hipogeo o dolmen de galería cubierta, que presentan una construcción adintelada,
con soportes centrales. Son usados durante muchas generaciones y pueden tener una
cámara de enterramiento o varias.
- Cuevas funerarias, consisten en el aprovechamiento de una cueva para la construcción
de un megalito, como por ejemplo la cueva del Romeral (Antequera).
- Megalitos en sí: los llamados tholos tholoi, definidos como megalitos funerarios con
una falsa cúpula, realizada por aproximación de hileras y siempre con un pasillo de
entrada o corredor.
- Posteriormente, a finales el Calcolítico, se generalizan los enterramientos
campaniformes, que a veces ya es individual, otras colectivo, pero que siempre está
caracterizado por la presencia del equipo campaniforme. Para muchos autores, la
introducción de los elementos campaniformes no supone la necesaria individualización
de los enterramientos, no altera así el patrón ritual del enterramiento colectivo, sino que
es solo la introducción de nuevos elementos de ajuar. Pero estos elementos de ajuar ya
se van constituyendo en elementos materiales diferenciadores o los llamados bienes de
prestigio, que van apuntando la emergencia de unas élites que, en la Edad del Bronce,
irán optando por el enterramiento individual, abandonando las necrópolis colectivas del
clan o del linaje. Algunos enterramientos son Ciempozuelos (Madrid), San Pedro de
Estoril (Portugal) o Acebuchal (Sevilla).

Un último aspecto importante es la religión y elementos rituales calcolíticos, donde tienen una
importancia singular los llamados ídolos placa y otros ídolos, generalmente en piedra, que
suelen aparecer recurrentemente en estancias rituales y en enterramientos. Se encuentran placas
grabadas, generalmente sobre pizarra, que representan a ídolos oculados que parecen tener una
función de protección o como amuleto. Estas placas con decoración incisa suelen estar oculadas,
con los ojos muy marcados, a veces incluso indican el sexo del elemento de la placa y
generalmente están decoradas a base de geometrismos abstractos. Son muy comunes en la zona

28
Arqueología de la muerte

del Alentejo portugués, dentro de los enterramientos megalíticos. También se encuentran


idolillos, pequeñas estatuillas, fabricadas sobre huesos largos o falanges, con decoración pintada
y generalmente con los ojos marcados. Algunos autores expresan que tenían un carácter
meramente funerario, introduciéndose en las tumbas como representación, quizás, del difunto,
siendo, para algunos investigadores, una especie de trasunto de la personalidad anímica del
difunto. Estos idolillos son más típicos del SE-SO de la Península.

Hay otro tipo de representaciones, bien como figurillas bien en el arte esquemático o incluso
en las cerámicas, pero la idea viene a ser siempre la misma: ídolos, amuletos de grandes ojos,
que acompañan al difunto.

28/03/2017

A inicios de la Edad del Bronce, muchas de las novedades del Calcolítico campaniforme,
sobre todo, se van haciendo más evidentes, dependiendo de cada territorio, siguiendo su propio
ritmo de cambio. En la Edad del Bronce se van generalizando muchos de los procesos
anteriores, como un desarrollo incipiente en todos los sectores productivos. Se establecen
nuevos métodos de cultivo, nuevas técnicas ganaderas y de aprovechamiento de los recursos,
pero una cuestión fundamental es la innovación tecnológica, sobre todo lo referente a la
metalurgia.

Los elementos de cobre fueron aleados con arsénico para crear el llamado cobre arsenical, más
duradero y maleable que los elementos simplemente de cobre. Esto supuso, en la zona de los
Balcanes, con culturas como Vinça, Karanovo o de Cucuteni, que el inicio de las aleaciones
diera lugar al descubrimiento de la unión del cobre y el estaño, dando lugar al bronce. El cobre
y el arsénico, aún localizados en ciertas partes de Europa, tienen afloramientos algo más
numerosos, sin embargo, el estaño de calidad suficiente para ser aleado se encuentra en zonas
muy particulares, sobre todo en la actual Inglaterra, ciertas partes de los Balcanes o en el norte
de Italia.

Todo este proceso innovador se ve retroalimentado con la paulatina emergencia de unas élites
sociales y de una sociedad más jerarquizada. Se produce un incremento demográfico en toda
Europa, sobre todo a consecuencia del éxito de las estrategias productivas, además del
control del excedente por parte de las personas situadas en la cúspide social, dando lugar a la
emergencia de un grupo reducido, pero importante, que organiza toda la vida socioeconómica
de estas comunidades.

El Calcolítico atestiguó un comercio de rango medio, pero en la Edad de Bronce, debido a la


necesidad de materias primas, se articulan unas rutas de comercio a larga distancia y
permanentes, las cuales son contraladas por estas jerarquías, que siempre basarán su poder
en el control de la tierra, pero que se diferencian del resto de la sociedad y se enriquecen
también gracias al control de los recursos mineros, de otros recursos minerales como la sal y del
control de los puntos de paso.

Todos estos procesos son desiguales en la intensidad y en el tiempo en las diversas zonas
europeas, pero en general, se dan en casi todas. Uno de los principales reflejos arqueológicos de
estos acontecimientos es la nueva articulación del territorio, los patrones de asentamiento,
que muestran esa jerarquización territorial que es un reflejo de la estratigrafía social.
Comienzan a emerger los grandes poblados fortificados, ubicados en zonas bien defendidas y
sobre todo donde puedan tener un control estratégico de su territorio y de su paisaje de

29
Arqueología de la muerte

producción. Luego establecen otros puntos secundarios bien para el aprovechamiento


productivo o para el control estratégico. Se produce un crecimiento demográfico que se ve en
la mayor extensión de los poblados y un aglutinamiento de la población. Es una época
conflictiva y las personas han de procurarse protección.

Con todas estas premisas e innovaciones vamos llegando a la emergencia del enterramiento
individual en detrimento del colectivo.

En el Bronce Antiguo, en ciertas zonas europeas, en vista de todos estos precedentes, ya se van
vislumbrando cambios fundamentales en el mundo funerario y ritual. En el Bronce Antiguo
de la P. Ibérica se van abandonando los enterramientos megalíticos, que van siendo sucedidos
por los individuales.

Merece un comentario aparte la cultura del Argar por el formato de enterramiento elegido,
pues entierran a sus difuntos en el interior de sus poblados, generalmente en el ambiente
doméstico, suponiendo un cambio fundamental en la historia de la arqueología funeraria.
La necrópolis se fusiona con la de los vivos, dándole un simbolismo social que nos hace pensar
que pasamos de la importancia del clan a la preeminencia del grupo nuclear familiar. Se pasa
del enterramiento colectivo de toda la comunidad de parentesco al ámbito familiar.

A pesar de seguir en una época fundamentalmente mediatizada por el rito de la inhumación, el


que se cambie de ambiente y se elija el poblado y la individualidad nos indica un profundo
cambio en el mundo de las creencias. En otra zona, Europa central, el bronce ya estaba
introducido mucho antes y generalizado y comienzan a destacar 2 grandes grupos culturales: la
cultura de Unetice y la de Otomani. Solían inhumarse bajo túmulo, pero la diversidad el
enterramiento va creciendo, encontrando fosas sin túmulo, cistas de piedra o en tinajas. En la
Europa atlántica destaca la cultura de Wessex, Inglaterra, que también se inhuman bajo
túmulos, pero ya a partir del 1.600 a.C. comienzan a incinerarse, creciendo en riqueza y número
los ajuares.

Esta costumbre tumular del Bronce antiguo también se expande por otros territorios
antiguamente megalíticos, como Bretaña y Normandía. Allí se puede hablar de la cultura de los
túmulos armoricanos, con sepulturas de inhumación individuales y aisladas entre sí, con
ajuares sencillos en la mayoría de los casos.

29/03/2017

Muestra de esta diversidad es el caso del mundo funerario durante el Bronce antiguo en el
Mediterráneo. En el Mediterráneo Oriental, tanto en la Grecia insular como continental
encontramos tumbas de planta rectilínea, tumbas de planta circular, cistas o tholoi. Son todos
enterramientos de inhumación, pero con una gran variedad tipológica. En otras zonas de
Grecia, como las islas Cícladas, predominan otras tipologías de enterramiento más
específicas, como las cistas de forma trapezoidal, siempre de inhumación e individuales. En
ciertas zonas de la Grecia continental, sin embargo, se practican inhumaciones colectivas en
tumbas de cámara, inhumaciones que suelen estar protagonizadas por los personajes más
poderosos.

En definitiva, observamos cómo en el Bronce Antiguo, dentro de un mismo ambiente cultural,


hay una gran diversidad tipológica de tumbas.

30
Arqueología de la muerte

En el Bronce Medio todas las características y todos los cambios en el mundo funerario,
que ya veíamos en el Bronce Antiguo, se desarrollan y potencian. En la zona del Egeo y
Grecia no hay grandes cambios. Pero en el Bronce Medio Argárico, el Argar B, aunque los
enterramientos siguen haciéndose en las casas, se impone la costumbre de depositarlos dentro de
un pithoi (tinaja). En Europa central y nórdica hablamos de la cultura de los túmulos, que es
una evolución de Unetice o de Otomani, caracterizada por los enterramientos individuales y los
raramente dobles bajo túmulos, que en este Bronce Medio van construyéndose con más piedra.
Sin embargo, se da una novedad: el rito suele ser la inhumación, pero ya se empiezan a detectar
cremaciones. Las diferencias sociales se marcan en el tamaño del túmulo y en la diversidad de
ajuares. Esta costumbre funeraria, que vino de la Europa del este, se va filtrando por el Rin, el
Danubio, hacia el norte por el Vístula, por los Cárpatos, por los Alpes y por el mar Báltico,
ocupando originalmente el área de los anteriores grupos de Unetice u Otomani y extendiéndose
estos túmulos y su birritualismo todavía más.

En el Bronce Final, en toda la zona centroeuropea, entre 1.300-800-700 a.C. se produjo un


gran cambio en el comportamiento funerario. Otras zonas europeas presentan una evolución
más lineal en cuanto a sus ritos y cultos, pero en Centroeuropa, lo que era esa gran zona de los
túmulos, nos indica un gran cambio, como es el paso a la preponderancia de la cremación de
los cadáveres, los cuales se depositan formando amplísimas extensiones y necrópolis,
conocidas como campos de urnas. Normalmente, este tipo de enterramiento es bastante
sencillo, un hoyo que alberga esa urna, con señalización exterior o no. Lo interesante de estos
campos es que en muy pocas décadas esta costumbre se extendió hacia amplísimas zonas
europeas, afectando a toda Centroeuropa y desde allí al norte, a gran parte de la península
itálica, a parte de la P. Ibérica, etc. Fue un fenómeno rápido de difícil explicación.

En campos de urnas, a pesar de la homogeneidad, podemos distinguir diversos tipos de


enterramiento: hoyos simplemente excavados en la tierra, en los que se deposita la urna con
la cremación del difunto, sin ningún tipo de estructura que señale su existencia. Otro tipo es el
enterramiento en un hoyo, sin ningún tipo de urna, simplemente los huesos, que serían
envueltos en un paño, depositados en la tierra. Otras variedades atañen a lo que rodea a la
urna, pues hay urnas rodeadas y cubiertas por círculos de piedra o urnas depositadas en una
cista. También están los túmulos planos, una manera de señalizar la tumba al exterior,
excavando un cuadrado-rectángulo, con una cubrición de tierra que queda visible.

A pesar de que en gran parte de Europa se ha impuesto la cremación, sigue habiendo zonas de
inhumación muy amplias, como toda la meseta norte de la P. Ibérica, en la cual la cultura de
Cogotas ha recogido la tradición típica de la Edad del Bronce peninsular de los enterramientos
de inhumación, dentro del mismo poblado, efectuados en fosas, con uno o varios cadáveres,
con buenos ajuares que casi siempre son homogéneos en su riqueza y con rituales muy
estandarizados, que incluyen sacrificios animales como ofrendas.

04/04/2017

A modo de comparación, la Edad del Bronce supone una cuna de diversidad para el mundo
ritual. Esa eclosión de diversos tipos de enterramientos no tiene por qué sustentarse en
diferentes religiones, pero el tipo de enterramiento mediatiza el ritual. Aunque la idea
simbólica sea parecida, estudiando algunas de las llamadas culturas arqueológicas de la Edad
del Bronce en la península nos hacemos una idea del cambio del panorama respecto a otras
épocas, con formatos de enterramiento mucho más homogéneos.

31
Arqueología de la muerte

Como se ve en la cultura del Argar, hay diversos tipos de enterramientos, como las tumbas
de cámara, las cistas, la excavación de una covacha en paredes rocosas, tumbas a base de lajas,
de mampostería, los pithoi e incluso túmulos, muchos de estos tipos relacionados con el
ambiente doméstico. Al inicio de las investigaciones sobre esta cultura, debido a similitudes de
algunos de estos enterramientos respecto a otros de Anatolia, Bulgaria o Grecia, se hablaba de
influencias de estos pueblos orientales hacia la Península, pero muy pronto, desde el primer
tercio del s. XX, se observó que esta diversidad procedía de desarrollos internos y autóctonos.

Sin embargo, en el Bronce del Suroeste, en torno a Huelva o el sur de Portugal, el paisaje
funerario cambia, puesto que predominan las cistas o las necrópolis de fosas, como se ve en
la necrópolis del Becerro; los ajuares son mucho más pobres; y se han encontrado una gran
cantidad de cenotafios (enterramientos vacíos). Algunos autores ven diferencias religiosas,
detectándose gran presencia de restos de cráneos, colocados de forma especial,
interpretándose como un mayor gusto simbólico por esta parte anatómica, que para ellos tuvo
que tener una importancia simbólica destacada. En el Bronce Valenciano predominan las
cistas, encontrándose apenas covachas, fosas o pithoi, al igual que sucede en el Bronce
Manchego, en la que se encuentran fosas construidas a partir de lajas, fondos de cabaña y
algunos enterramientos en cerámicas.

Fuera de la P. Ibérica también podemos observar la gran diversidad de tipos de enterramiento,


puesto que esa diversidad casi siempre responde a la configuración de la nueva sociedad de la
Edad del Bronce, en la que hay tantos estratos sociales como variedades de enterramiento,
teniendo en cuenta también la elección personal del individuo en cuanto a la configuración
de su lugar de descanso. Respecto a los tipos de enterramientos extrapeninsulares, en cada
región europea podríamos observar una gran variedad, por ello nos fijamos en un ámbito más
restringido, como es el Mediterráneo Oriental y parte de Macedonia. Aquí destacan grandes
complejos culturales, como los de Anatolia, los de P. Oriente, Bulgaria y Macedonia, el ámbito
griego peninsular (Micenas) o el ámbito insular del Egeo, como las culturas Cícladas, Creta,
Lesbos, Rodas…, territorios más o menos cercanos, donde la situación funeraria es muy grande.

En todo este ámbito destacan las cistas, aunque los formatos varían siempre, en cuanto a la
disposición del cadáver. Las fosas simples son el segundo tipo y también se encuentran pithoi.
En ciertos momentos observamos que algunas de estas culturas empiezan a construir túmulos,
pero individuales, en los cuales hay una urna, pithoi o cista. También construyen los llamados
lárnakes, un sarcófago de cerámica, que empieza a proliferar en el Peloponeso, pero que se va
usando en otros lugares.

En este punto queda claro que también tuvo que haber grandes diferencias, aunque en general
muchos autores, poniendo a la P. Ibérica como ejemplo, llaman la atención respecto a la
ausencia casi total de objetos religiosos y cultuales en el interior de las tumbas a diferencia
del Calcolítco, en el cual aparecía ocre, símbolos religiosos grabados en las piedras de los
megalitos, etc., contrastando con la ausencia de estos símbolos en la Edad del Bronce,
ausencia que no podemos generalizar, pues el mundo minoico da la sensación de ser muy ritual
y religioso y se encuentra en la Edad del Bronce. Estos símbolos se han trasladado a los
santuarios, descendiendo en las tumbas.

Sin embargo, en el caso de la P. Ibérica, autores como Víctor Hurtado comentan que la
desaparición de los ídolos religiosos en las tumbas tuvo menor incidencia en la Europa
Atlántica, lugar preferente del anterior Calcolítico megalítico, y que en la Edad del Bronce es

32
Arqueología de la muerte

en estas zonas en las que se pueden encontrar objetos religiosos, seguramente por evolución
de esas religiones megalíticas. En todo este conjunto entran las llamadas estelas-ídolo o las
placas grabadas, que en último caso se vinculan con las estelas que luego aparecerán en el
Bronce Final.

Por lo tanto, observamos que la Edad del Bronce supone un punto de inflexión en el mundo
funerario europeo, han cambiado los tipos de enterramiento, los ajuares y la cantidad de
objetos religiosos que se introducen en las tumbas, haciendo pensar la inmensa vinculación del
acontecimiento que hemos definido como la emergencia de unos nuevos tipos sociales con los
grandes cambios funerarios y rituales observados. Algunos autores explican que hacia el Bronce
Final ese proceso de individualización de los enterramientos, de sus variaciones tipológicas
y sus grandes diferencias entre formatos, tamaños, materiales o ajuares se debe a la
emergencia del llamado culto al héroe, siendo un planteamiento arriesgado, pero sugerente. Las
grandes aristocracias del final de la Edad del Bronce, ya consolidadas, empezaron a desarrollar
nuevos patrones ideológicos que incidían en la veneración del personaje individual, del gran
padre o fundador de la comunidad, del gran protector o proveedor de los medios de producción,
etc.

05/04/2017

En el Bronce Final se generalizan las cremaciones, con hoyos y agujeros en el suelo. Estas
necrópolis se convierten en grandes extensiones que en la historiografía se han denominado
campos de urnas o urnenfelder. La idea de la cremación no es novedosa, ya se encuentra
desde el Calcolítico, pero sí su generalización y la rápida extensión de esta costumbre. Las
antiguas teorías exponían que una llegada masiva de pueblos de la Europa del Este había
impuesto este nuevo rito, pero hoy en día estimamos que sería un cambio interno de las
costumbres y ritos de las poblaciones centroeuropeas durante el Bronce Medio, pudiéndose
incluso dar una ruptura en sus anteriores creencias. Por tanto, el concepto campos de urnas
engloba dos realidades: campos de urnas como cultura centroeuropea del Bronce Final y
campos de urnas como tipología de necrópolis configurada a partir del rito de cremación.

El área nuclear de la cultura de los campos de urnas se encuentra en Hungría, Austria y


Alemania, pero en un corto espacio de tiempo otras poblaciones circundantes adquieren las
mismas características, tanto en el mundo ritual como cultural en general, extendiéndose este
fenómeno rápidamente por toda Alemania, Rep. Checa, Polonia, Bélgica y Holanda, zonas de
Francia y Jutlandia. Estos caracteres culturales centroeuropeos traspasan la barrera temporal
del Bronce Final y son el enlace y origen de muchas de las culturas de los inicios de la Edad
del Hierro.

Los campos de urnas como tipo de necrópolis tienen aún una mayor extensión territorial que
la cultura definida con el mismo nombre, puesto que esta costumbre se extenderá por casi toda
Europa Occidental, incluyendo a Italia, parte de España y amplias partes de Francia y las islas
británicas. Muchos autores inciden en que este cambio, que comienza con un birritualismo y
termina con la preponderancia de la cremación, tuvo que ser necesariamente potenciado por
algún tipo de cambio social y también un profundo cambio en la religiosidad de estos
pueblos. Lo que es más complicado de explicar es su rápida extensión hacia otras realidades
culturales, siendo la hipótesis más probable que, aunque diferentes, estas diversas sociedades
estuvieran todas evolucionando hacia la llegada y emergencia final de las sociedades de tipo
aristocracia-guerra y caudillaje como grupos dirigentes.

33
Arqueología de la muerte

De hecho, en los primeros momentos de campos de urnas, allá por el Bronce Final, las
diferencias de riqueza entre los ajuares, a pesar de que existen, no son tan evidentes como a
inicios de la Edad del Hierro. En definitiva, esta nueva costumbre ritual es una parte
fundamental del mundo funerario, que nos ayudará a comprender el desarrollo de muchas de las
culturas europeas de la 2º parte de la Edad del Hierro.

18/04/2017

Resumen rápido sobre la cultura de Hallsttat y los celtíberos.

19/04/2017

La imagen del pueblo egipcio seguramente sea errónea, la cual nos habla de una cultura
permanentemente atormentada por la idea de la muerte, por ello construyen esos grandísimos
monumentos funerarios y por ello buscan incesantemente la conservación y momificación del
cuerpo, pero esta idea es más una creación historiográfica, que parte incluso de la propia
época protohistórica, a través de los escritos de Heródoto, continuándose esta idea hasta llegar al
siglo XX. La historiografía moderna se ha centrado prioritariamente en el estudio de su mundo
funerario, debido a su riqueza y por ello parece que todo en Egipto estaba supeditado al
momento de la muerte.

Esta idea de la obsesión por la muerte, algunos autores, incluso recientes, la vinculan a su
medio geográfico, oponiendo la idea de una ribera muy fértil en contraposición a unos
alrededores totalmente desérticos y carentes de vida, aunque en la antigüedad su medio
geográfico, sobre todo en el Predinástico, tal separación entre fertilidad y desierto no se cumple.
Había regiones esteparias, con vegetación cerca del Nilo.

Otro elemento que potencia esta idea de la vida supeditada a la muerte son sus textos, al haberse
excavado sus necrópolis preferentemente, la mayoría de ellos son funerarios, lo que ha alterado
la idea que se tiene sobre este pueblo. En sus cámaras funerarias suelen consignar las
instrucciones o admoniciones; las instrucciones son consejos que el difunto da a sus familiares,
emanados de su experiencia y sabiduría adquirida en la vida y que quiere legar por escrito a
todo el que visite su tumba. Unas de las más famosas son las del príncipe Hordyedef. A pesar
de todo ello, se desprende que para ellos lo importante era la vida, pero también realizar
correctamente todos los ritos funerarios para poder alcanzar el objetivo de la vida eterna.

Otra idealización muy recurrente es que sólo los egipcios ricos se enterraban, porque sólo
ellos podían construir sus grandes mausoleos, incluso algunos autores clásicos planteaban que
los más humildes eran echados directamente a las aguas del Nilo. Hoy en día también sabemos
que hay necrópolis normales que dan cabida a todos los difuntos, no obstante, en algún
documento egipcio, como la estela de Sehotepibre, fechada en la Dinastía XII y atribuida al
tesorero de Abbydos, hay una referencia que explica que al malhechor que por sus acciones no
se merece entrar en el mundo de los muertos sí se le tira al río como castigo, privándolo de los
pasos rituales necesarios para viajar al más allá. Los privilegiados expresan su distinción y
diferenciación construyendo grandes tumbas de cámara, que en muchos casos albergan a
gobernadores o altos funcionarios de una provincia; tumbas de cámara más simples, destinadas
familiares de estos grandes gobernadores o a otros funcionarios menores; y alrededor de ellas,
tumbas de pozo para el personal de servicio, habiendo una categoría inferior, como son las fosas
simples. Todos estos elementos se distribuyen en el espacio funerario, reproduciendo la
jerarquización social en vida que se refleja en la jerarquización de estos espacios funerarios.

34
Arqueología de la muerte

Todos estos sucesos presentan una evolución en el tiempo y son cambiantes a lo largo de la
amplia vigencia de esta cultura, pero el aspecto social trasladado al mundo funerario es una
constante. Tampoco podemos asumir que el egipcio vive permanentemente para la muerte,
exponiendo la razón de sus ricos ajuares, puesto que muchas otras culturas, más o menos de la
misma época, tenían la misma costumbre, como en tumbas de Ur o en tumbas de la dinastía
Qing de China, con su ejército de terracota, observamos que es una costumbre común en este
tipo de pueblos, cuyas élites tanto han prosperado. Hay muchos tipos de emplazamientos para
las necrópolis, erigiéndose en zonas de acantilado para muchas de ellas.

En general es complicado acercarse al ritual funerario egipcio, aglutinando todos sus pasos en
unas características comunes que se cumplan en todas sus épocas, pero la mayoría de las
informaciones apuntan a que sus diferentes pasos rituales hasta el enterramiento son
numerosísimos y complejos, dándose en ciertas épocas todos ellos:

El primer paso es la salida del difunto de su casa; viaje en barca hacia el pabellón de la
momificación, en las zonas que sea posible la navegación; ritos de ofrenda en un altar;
procesión hacia un lugar denominado Sais; procesión hasta otro lugar ritual, Buto; recepción del
cortejo fúnebre en Buto por los muu; procesión del sarcófago hacia las ciudades heliopolitanas;
deploración y purificación, apertura de la boca y fumigaciones sobre el difunto; ceremonia de
tirar del sarcófago hacia el norte y el sur; procesión del tekenu y consagración con incienso;
procesión de los canopos y presentación de los tallos de papiro; rito de ofrenda; traslado del
ajuar funerario; introducción del sarcófago en la tumba; procesión de estatuas (viaje a
Abbydos); y ritos de protección.

Hay muchas representaciones a través de las cuales podemos ver todos estos actos, pero desde el
Reino Antiguo hay una constante reiterada, que es la escenificación del ritual funerario o
tratamiento del cadáver, conocido como embalsamamiento. Incluso los egipcios redactaron
un auténtico manual del momificador. La momificación es un proceso complejo que requiere
de una gran destreza y que no termina con todas estas procesiones, los sacerdotes encargados
del embalsamamiento siguen aplicando tratamientos al cuerpo muchos días después. Es
evidente que estas personas tenían una altísima consideración social, debido a la importancia de
su papel y a lo complejo de su formación.

25/04/2017

Hay que recordar que uno de los pasos principales es el embalsamamiento, siempre realizado
por sacerdotes especialistas. En su concepción religiosa, el embalsamamiento supone que de una
manera simbólica se transforma el cuerpo del difunto en el cuerpo inmortal del dios Osiris, por
eso el sacerdote actúa con una máscara en forma de chacal, el embalsamador de Osiris.
Alrededor de este sacerdote, Anubis superior, hay unos sacerdotes lectores que recitan la
liturgia; el día del entierro se realiza una ofrenda en el altar, previamente, la momia había sido
extraída de su transporte funerario y colocada de pie en el sarcófago. Se produce entonces la
apertura de la boca, ritual constatado desde el Reino Antiguo. Se pretende devolver al difunto
una cierta movilidad de sus órganos básicos para que así pueda comer y beber. Esta momia, que
ha recibido simbólicamente sus capacidades vitales, preside la recepción de los tekenu, que son
los vasos cánopos, que contenían las vísceras. A veces, el tekenu aparece representado como
una especie de inicial pellejo o bolsa de cuero, cuyo contenido se trata para obtener cierta
momificación.

35
Arqueología de la muerte

Según algunos autores, como Hornung, los vasos contienen todo aquello que no es momificable,
pero sólo los elementos dignos de ser guardados. Posteriormente, se realiza el sacrificio de un
ternero y en el exterior de la tumba se siguen realizando algunos ritos.

Otra parte importante es el ajuar funerario; gracias a la tumba de Tutankamón se conocen


algunos aspectos esenciales de su simbología. El ajuar incluye muebles procedentes de la casa
del difunto, juguetes y joyas, objetos cotidianos de la infancia y adolescencia del difunto y otros
objetos funcionales, en este caso nuevos. Lo importante es que están colocados de forma
precisa, dentro de las diferentes cámaras de esta tumba, en la que diversos investigadores han
dado a las salas el nombre, dependiendo de la función simbólica de estos objetos. Hay una
antecámara, que según su descubridor, es la sala de la realeza eterna, en la que se depositan
todos los objetos referentes al poder, como tronos, carros, cetros, etc. Luego hay un anexo,
llamado la sala del renacimiento, donde se depositan los objetos usados por el monarca en su
infancia y adolescencia, es como una renovación y retorno a su vida. Posteriormente está la
cámara funeraria, la cámara de los destinos funerarios, con todo lo que tiene que ver con el
enterramiento. Y por última está la sala de la restitución del cuerpo, en la cual se almacena lo
necesario para la otra vida, como los vasos cánopos, símbolos de renovación vital como fetos, la
nébrida, etc.

La nutrición diaria de estos difuntos estaba asegurada por las donaciones piadosas, habiendo
incluso campos cultivados solamente para abastecer estas tumbas. Evidentemente, ya
imaginaban que con el paso del tiempo, bien por el olvido, bien por cambios políticos o
simbólicos, quizá estas donaciones remitiesen y por ello las tumbas se empezaron a adornar
con imágenes de siembras, siega, molienda o de elaboración de artesanías para dotar
simbólicamente de estos elementos a esos difuntos.

Respecto a la simbología e ideología ritual los egipcios son perfectamente conscientes de que a
pesar de todos estos rituales y de la importancia de la preservación del cuerpo, el difunto no
adquiere la vida que ha perdido, pero según sus creencias, la preservación, embalsamamiento
y momificación de ese cuerpo inerte es fundamental para que el ba y el ka encuentren un
destino físico y así el individuo puede morar en su residencia de la eternidad, puesto que la
conexión entre esos dos mundos es el ba y el ka, sus esencias. Los egipcios no tenían una única
idea relativa a cómo era su más allá, sino que tienen gran cantidad de ellas, que van haciéndose
más predominantes, dependiendo del período. Franfor decía que los egipcios tienen una
multiplicidad de acercamientos ideológicos hacia su idea del más allá.

En las épocas más antiguas parece prevalecer la idea de que los difuntos suben al cielo y o bien
se convierten en estrellas o bien son elementos que las acompañan en su desplazamiento por el
cielo nocturno. En épocas posteriores sigue esta creencia, pero se solapa con otras que hablan de
mitos solares.

Otra corriente habla de la luna y de otros elementos celestes, asimilándolo al ojo de Horus,
siendo importante, junto con la luna, otros grupos de estrellas, como las que llamaban las
estrellas imperecederas, situadas muy arriba y al norte de su concepción de la bóveda celeste,
que nunca se ponían y por ello estaban exentas de la muerte, siendo diferentes a las estrellas más
cercanas al horizonte, según su visión, que sí que desaparecían y que no tenían que ver con la
eternidad. Es muy común que todos los pasillos de entrada a las pirámides del Reino Antiguo
estuviesen orientados y se representasen en ellos estas estrellas imperecederas.

36
Arqueología de la muerte

Otra idea del más allá era el famoso viaje en la barca solar, una gran embarcación que recoge
las almas de los difuntos, que peregrinarán constantemente junto al dios Re en su
desplazamiento solar cíclico por el cielo. Esta idea sólo atañe a los faraones, a los reyes, y a
miembros de su familia real, siempre y cuando tuviesen el privilegio de haber construido su
mastaba al lado de la gran pirámide real, dando la sensación de que es el rey el que concede el
privilegio de ser acompañado en la barca solar. Poco a poco esta idea parece extenderse a las
élites, mientras que posteriormente, en los llamados libros del mundo inferior se escribe que
podrán acceder a esa barca todos los que sean capaces de comprender el significado de ese viaje
solar.

Aún existe otra idea, hablándose de unas tierras celestes, en las cuales los difuntos pueden vivir
plácidamente en la permanente bonanza de estos campos, dedicando su tranquila vida cotidiana
a realizar distintos trabajos, como siembras, siegas, etc., imágenes recogidas de diferentes
fuentes. En principio parece que los trabajos son similares a los de la vida cotidiana, pero no es
así, el más allá egipcio nunca es una copia de la vida terrenal, sino que es una vida fabulosa, en
el sentido de que estos trabajos no cuesta realizarlos, las cosechas son rápidas y grandiosas y
ellos son perfectamente conscientes de que la vida en el más allá no es vivir como en la tierra,
pero eternamente, sino que es una existencia mucho mejor, más plácida y gratificante. Hablan
de una 2º vida, pero alejada de las penurias de la vida terrenal. Todas las fuentes no establecen
una preferencia entre la elección de las diversas formas del más allá, ya que dependen de la
ideología del difunto, pero siempre tienen en común la realización de un viaje, que está marcado
por la pervivencia de sus almas y por ello es necesario mantener un vínculo con algo físico en la
tierra. Pero nunca aspiraron a una existencia corporal eterna, sino que su anhelo era espiritual.

Otra característica común es que todas las ideas del más allá se integran en los ciclos de la vida,
bien el ciclo diario del movimiento del sol, el nocturno de las estrellas, o en el ciclo anual de las
estaciones, siendo común presentar todo como un viaje inicial. De esta manera, su más allá
también está sometido a la magnitud del tiempo, puesto que en muchas fuentes el curso del
tiempo se representa mediante una serpiente con alas que devora y regurgita las horas en forma
de estrellas.

Otros aspectos interesantes de este mundo funerario son la estricta observación de todas estas
pautas e ideas para poder asegurar la vida en el más allá. Hay multitud de advertencias y de
textos que hablan del fracaso de algunos a la hora de conseguir esta inmortalidad, incluso en
algunos textos se alude a posibles peligros en el más allá que trunquen la inmortalidad, por ello
es importante hacerlo todo correctamente. Aparecen algunas representaciones, en las cuales
ciertas personas no han actuado correctamente y por lo tanto los dioses dudan de si es
conveniente que entren en el más allá. Se les representa como condenados, con la cabeza abajo,
y poco a poco empezó, a partir del Reino Nuevo, a proliferar la idea del juicio de los difuntos,
donde pesan su corazón para ver si sus acciones les hacen merecedores. Se relatan los delitos,
recitados siempre ante Osiris, que preside el tribunal, estando presentes 42 jueces. Dependiendo
del resultado de la balanza el difunto puede vivir en el más allá.

Por ello, comenzaron a proliferar cada vez más las llamadas instrucciones, que transmiten un
sentido de la justicia y de la rectitud moral, siendo calificadas por algunos autores actuales como
retractaciones para salvar su culpabilidad.

Lamentablemente, en textos del valle de los reyes, aparecen individuos declarados culpables. En
lengua egipcia no hay un término para designarlos, limitándose a llamarlos muertos,

37
Arqueología de la muerte

diferenciándolos de lo que ellos llaman aju, los bienaventurados. No suelen ser muy concisos a
la hora de mencionar sus faltas, pero sí hay testimonios de los castigos. Algunas divinidades,
tras el juicio, cazan a las momias de estos difuntos y las despojan de sus vendajes; otros
aparecen quemados, colgados cabeza abajo, en fosas con carbones al rojo, en estanques de
fuego, dentro de vientos ardientes o en calderos de agua hirviendo, estando todos estos aspectos
en el llamado lago de fuego o lugar de la aniquilación, espacios tan terribles que casi nunca se
representa lo que sucede en ellos. Por suerte, para muchos condenados, la aniquilación total casi
nunca se produce.

26/04/2017

En el mundo mediterráneo hay multitud de ejemplos de comportamientos rituales y funerarios


interesantes, por ello cualquier ejemplo que estudiásemos, como Grecia, el mundo etrusco o la
P. Ibérica, nos puede ayudar a comprender la gran diversidad y regionalización que las
costumbres de enterramiento han adquirido. Desde los primeros tiempos prehistóricos hasta
ahora, el mundo funerario, los ritos y creencias han ido desarrollándose hasta llegar a una
diversificación que depende de cada territorio, sin embargo siempre hay unas constantes
comunes que atañen a muchas regiones, que podemos rastrear. Hay características comunes en
la génesis, desarrollo y caracteres propios en todo el Mediterráneo, siendo una de ellas la
práctica de la cremación en muchos lugares de este ámbito.

Para el caso del mundo ibérico sabemos que las principales influencias funerarias proceden de
los pueblos del mediterráneo oriental, sobre todo fenicios y griegos. El mundo funerario ibérico
es una mezcla y un excelente resumen de las pautas rituales del Mediterráneo. En el Bronce
Final, la cultura de Tartessos, perfectamente preparada para entrar en los canales comerciales
‘’internacionales’’ comienza a recibir nuevas ideas procedentes del mundo semítico-próximo-
oriental. Es un reino organizado con unos dirigentes que pueden satisfacer la demanda
comercial de esos orientales y que al mismo tiempo están deseosos de contar con mayores
riquezas y con elementos exóticos y suntuosos que les distingan de sus semejantes.

En definitiva, el mundo funerario ibérico se configura a partir de las influencias orientales. Hay
muchos tipos de estructuras funerarias ibéricas. En el ibérico antiguo predominan las
cremaciones simples, enterrando la urna en un hoyo sencillo, pero las élites comienzan a
construirse grandes monumentos, también se encuentran los pilares estela, un túmulo
escalonado, con un pilar coronado por una estatua de un animal apotropaico. Hay otra categoría,
que son los monumentos turriformes, un pilar estela a lo bestia. Solo hay un ejemplo de este
monumento, el cual se atribuye al ibérico antiguo. También aparecen las cámaras sepulcrales,
muy similares a las fenicias. Y los túmulos escalonados, un tipo de construcción con 3
escalones, colocándose en la parte alta una escultura o nada.

En definitiva este mundo funerario ibérico vive de sus propias influencias y de las orientales,
siempre crematorias, salvo las infantiles, siendo para ellos el mundo de los muertos una parte
angular de su ordenamiento social y de su idea de la vida. Las aristocracias guerreras del ibérico
pleno construían sus túmulos para albergar sus restos y para albergar los elementos definitorios
de su condición social. Las pautas rituales podrían ser similares a las ya vistas. Tras la
exposición del cadáver y su adecuación se produciría el traslado y procesión ceremonial hasta el
lugar de la cremación. Cremado el difunto, se recoge una muestra de sus restos y se introduce en
una urna. En el agujero excavado para la urna se depositan ajuares y ofrendas, habiéndose
producido durante las horas que dura la cremación diversos actos rituales que incluirían comer,

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Arqueología de la muerte

beber, el sacrificio de animales, etc. No hay un patrón claro de construcción del enterramiento
en el sentido de que las mismas necrópolis y épocas algunos optan por el túmulo escalonado de
sillares, por el túmulo de piedras más o menos trabajadas, construir el túmulo escalonado con
adobe, situar en la cúspide del mismo algún elemento o no, etc., quedando claro que la
diversidad es acusada, pero siempre respetando las mismas pautas y pasos rituales.

02/05/2017

Mentalidad itálica ante la muerte

En estas sociedades protohistóricas italianas el tránsito hacia el más allá podía ser diseñado
por cada individuo, según sus creencias y posibilidades. Tanto los ceremoniales más
complejos como los enterramientos más sencillos guardan estas mismas características
ideológicas. Si algo hace común a todos los ritos funerarios itálicos es lo ardua y
complejamente legislados que estuvieron, incluso desde las épocas más antiguas. En el caso de
Etruria, continúa el fenicio con el rito de incineración, heredado de su precedente, la cultura
villanoviana. El influjo griego dio un carácter diverso a los ritos etruscos y cobran más fuerza
las ideas de la existencia de un mundo del más allá infernal y subterráneo. Ellos temían a la
figura de Vanth, que es asimilable a la figura de la Moira griega, que es la que marca el destino.
En un mundo lleno de demonios justicieros, como Kharu (reflejo de Caronte), los etruscos
elaboraron un complejo ritual que ya consignaban por escrito los llamados libri acherontiti.

Los principales formatos funerarios eran las tumbas de pozo y de fosa, las áreas funerarias se
fueron complejizando y la incineración empezó a perder terreno respecto a la inhumación.
Comienzan a ser populares las tumbas de cámara bajo túmulo, que imitan la residencia de los
vivos y que constituyeron amplias necrópolis, como Rose, Caere, etc.

Respecto a Roma, durante los primeros siglos del I milenio a.C., las manifestaciones funerarias
no son tan diferentes a las etruscas, también tienen la costumbre de incinerar, pero en vez de
guardar los restos en urnas bitroncocónicas, como los etruscos fabrican las llamadas urnas tipo
cabaña, un pequeño recipiente que imita a una casa cuyo techo se abre, depositándose dentro las
cenizas. Mucho después, Lucrecio (94-55 a.C.) dice que en Roma se emplean 3 ritos de
enterramiento: incineración, inhumación y embalsamamiento, influencias de las poblaciones
romanas extra-itálicas. Cicerón y Plinio dicen que el rito romano más primitivo era la
inhumación, pero que pronto, desde la época monárquica, se empezó a practicar la incineración,
probablemente por influencia etrusca, para volver a cambiar a la inhumación, posteriormente.

La diversidad de ritos en muchos casos se explica por la propia tradición de cada gran familia.
Las prácticas del tratamiento del cadáver estaban escritas y se seguían estrictamente; el cadáver,
una vez frio, era lavado y perfumado, envuelto en una toga, colocándose a veces una corona en
la cabeza. También se le añadía una moneda en la boca, a veces, para pagar su viaje al más allá.
Estos preparativos los hacía la familia o personas especializadas, luego llegaba el momento de
la exposición o duelo. Durante esta jornada se entonaban los cantos fúnebres, llamados neniae,
que se convertían en una letanía, acompañados a veces de música.

La 2º gran fase era la llamada pompa o traslado del difunto, la procesión ceremonial,
tradicionalmente celebrada de noche, excepto para los niños, la cual era acompañada por los
familiares de otros oferentes del rito y por los tibicines (músicos que tocaban el arpa o la
trompa). En los funerales de personas de alto rango el cortejo se detenía en un espacio público
para leer el panegírico y el elogio al difunto, siendo célebres en Roma los de los Escipiones a su

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Arqueología de la muerte

paso por la vía Ática. En estos grandes funerales, un allegado familiar o amigo transportaba una
máscara de cera (imago), que reproducía la cara del difunto. Tanto si era inhumación como
cremación, la purificación con agua y fuego era importante, incluyéndose banquetes
ceremoniales antes del enterramiento final.

En definitiva, el mundo romano y sus cultos y pautas fúnebres está perfectamente articulado y
estipulado dentro de su diversidad de la misma manera que lo estuvo la forma de configurar sus
necrópolis, cuya legislación era clara en cuanto a su configuración.

08/05/2017

El mundo funerario y las necrópolis romanas es un aspecto prioritario para entender a esta
cultura. Roma siempre fue un pueblo con una extensa y profunda vida legislativa. En Roma
todo estaba normativizado y la muerte también. Seguramente fue la cultura que más se preocupó
y avanzó en las cuestiones organizativas y normativas de los aspectos legales de sus ritos, de la
posición y ubicación de sus necrópolis, de las cuestiones hereditarias, impositivas, etc.

La legislación romana establecía que los espacios funerarios se ubicasen fuera de las ciudades,
pero, respetando sus propias tradiciones, estaba permitido que todas estas tumbas se dispusiesen
a lo largo de las calzadas. Preferían las salidas de las poblaciones, en vez de lugares tranquilos y
solitarios, para construir sus monumentos funerarios. Todos los transeúntes que entraban y
salían podían ver las lápidas y las inscripciones. Esta costumbre ya ha sido observada en otros
pueblos mediterráneos; la calidad y monumentalidad de sus tumbas son aspectos utilizados para
hacer ver al foráneo el estatus y el poder de las familias que viven en esa ciudad.

Los romanos creían que el contacto diario con las lápidas era una muestra de interés por las
almas de los difuntos, porque en la ideología romana había un profundo temor a sus ancestros,
por lo que tenían que recordarlos permanentemente para que no hubiera represalias. Fueron
famosas muchas inscripciones que nos permiten entender este pensamiento, dándose tumbas
que tienen como inscripción veo y contemplo a todo el que va y viene de la ciudad o Lolio ha
sido colocado al borde del camino para que todos los transeúntes puedan decirle hola Lolio.
Estos son unos de los principales ejemplos con los que transmitían su recuerdo de forma
permanente.

Para el romano, su actividad no cesa con la muerte, ellos piensan que en el otro mundo han de
seguir realizando sus trabajos y ocupaciones, por lo que necesitan sus herramientas. Si el muerto
era inhumado sus objetos personales se enterraban con él y si era cremado se quemaban con él.
Eran muy frecuentes las ofrendas de comida y bebida, pues, aunque de manera simbólica, se
creía que los difuntos también disfrutaban de estos placeres terrenales, pero para el romano la
posibilidad de que el difunto no disfrutase de una estancia muy placentera en el más allá era
también una realidad, había múltiples mecanismos por los cuales un difunto podía caer en
desgracia y vivir atormentado, casi todos ellos teniendo que ver, no con la ejemplaridad de su
vida, sino con la correcta observación y ejecución de los ritos funerarios.

Es evidente que gran parte de las ideas romanas sobre el más allá coinciden con las griegas,
apreciándose incluso en la generalización de un ritual funerario u otro. No obstante, Roma fue la
mayor parte de su existencia un pueblo preferentemente cremador, a partir del siglo I-II de
nuestra era, aunque ya hay muchas muestras anteriores, se empieza a generar la inhumación. Lo
que está claro es que siempre usaron ambos ritos y la única diferencia es su mayor o menor

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Arqueología de la muerte

preponderancia, aparte de que romanos procedentes de diversos ámbitos practicaron y trajeron


consigo sus propios formatos de tratamiento del cadáver.

Hay muchos tipos de estructuras funerarias romanas, algunas colosales y monumentales, en


forma de templo, torre o casa, pero la inmensa mayoría son enterramientos modestos en fosas
individuales, comunes o en columbarios, para las cenizas. Dentro de estas categorías los
formatos son muy diversos.

Uno de los aspectos más atractivos del mundo funerario romano son las decoraciones y las
arquitecturas consignadas en estas tumbas, sobre todo las que atañen a los mausoleos. Su
simbolismo ha marcado incluso la historia de la estatuaria y nos ayuda a comprender la
importancia del fenómeno de la muerte. El entierro de un romano es diverso según su condición
económica y social y era un acto público en el que la comitiva fúnebre era un medio para
escenificar la riqueza y el poder de esa familia. En la legislación romana se estipulan múltiples
características y gran cantidad de oficios relacionados con el mundo funerario. Había bailarines,
incluso mimos, plañideras profesionales, músicos, cuya gran parte de actividad laboral de
dedicaba al mundo fúnebre y sus ceremonias, escultores y constructores especializados, etc.

Dentro de esta ardua organización del mundo funerario romano, cerca de sus lugares de
enterramiento también se construyeron los edificios y elementos necesarios para dar un buen
servicio funerario. Era común que en los cementerios de las grandes ciudades hubiese un horno
crematorio comunitario para facilitar estas tareas, aparte de otras edificaciones necesarias para
la custodia de los féretros, su arreglo, etc.

El mundo funerario romano es tan complejo como esta cultura, conocido a partir de diversas
fuentes de información, sobre todo los materiales (arqueología, estudio de sus estatuas
funerarias, etc.) y también conocido a partir de los textos escritos, legislativos o literarios y de la
epigrafía. El estudio de la epigrafía romana es una de las principales fuentes para conocer de
manera más exacta su ideología funeraria, ya que era importantísimo consignar el origen del
difunto a través de su origen familiar, siendo también importantes las advocaciones a los dioses,
sobre todo familiares. Es raro que figure el día de la muerte, pero por el contrario suelen
especificar la edad del finado, incluso con el detalle de sus meses y días, y siempre acompañado
de todos los datos familiares que puedan especificar, junto a expresiones afectuosas con el
difunto.

Una de las principales innovaciones del mundo funerario romano fue, debido a su profunda
reglamentación e importancia para ello, la creación de sociedades comerciales, dedicadas a
recoger una pequeña cantidad mensual de dinero de las personas más humildes para poder
asegurarles un ritual y un lugar de descanso. Todo ello nos da idea de la importancia del mundo
funerario romano, de la importancia que le daban a sus difuntos y a su vida en el más allá.
Todos estos aspectos son claros y se ven mucho más concretados a través del estudio de sus
múltiples tipos de enterramiento, los cuales nos hablan de su profunda estratificación social y
del poder del estatus y la diversa riqueza de estas personas.

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