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MARY WINE
RESUMEN DEL LIBRO:
Capítulo uno
La palabra original es «homesteader», que se refiere a aquellos que reclaman una parcela de tierra como propia, de la
forma en que ocurrió en la colonización del Oeste americano.
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Looking forward Mary Wine
El Anciano Samuel sacó pecho cuando el Anciano Paul se hincó el dedo en el suyo. El
Anciano más joven no podría hacer frente a los años de experiencia que brillaban
intensamente en los ojos negros de Samuel.
—Entonces, ¿qué propones que hagamos?
—Paciencia. Dios proveerá para sus hijos fieles —Los ocho Ancianos restantes
murmuraron todos su asentimiento a las palabras de Samuel y Paul retrocedió como si el
hombre mayor le hubiera puesto claramente en su sitio.
—Los tailarmarianos reclamarán el pago por la tierra tan pronto como pongamos el
pie allí. ¡No tenemos nada con qué pagarles!
—Tu falta de fe es perturbadora, Paul.
Paul sintió un vuelco en el estómago como respuesta. Tenía casi todo lo que siempre
había querido. Ahora que era un Anciano, su posición en la comunidad era alta. Su orgullo
podría costarle todo si no era lo suficientemente sabio como para moderar sus palabras. El
Anciano Samuel no viviría siempre.
—Perdóname, solo estoy pensando en nuestra congregación y su futuro. Los
tailarmarianos nos dejarán en paz solo si reciben el precio por su tierra. Son una raza
violenta que dará un pobre ejemplo a nuestra comunidad si se demoran con nosotros.
Otro ronda de murmullos recorrió la tienda, y restauró el orgullo de Paul. Los
restantes Ancianos estaban de acuerdo con él. Samuel empezó a acariciarse la barba
mientras sus ojos consideraban el dilema.
—Tendremos que entregar algunos de los caballos a los tailarmarianos.
Esta vez el rumor que recorrió la tienda era horrorizado. Necesitaban los caballos en
ese entorno primitivo. No había ninguna otra fuente de energía. Los animales más grandes
valían bastante más que el dinero por el que los habían comprado.
—A menos que acepten ropas. He oído que a veces aceptan ropa.
Eso también era de valor. Cada cosa que tenían se había vuelto de más valor según la
civilización quedaba más y más lejos de ellos. Solo había una única estación delante y
cualquier cosa que produjeran tendría que sostener a la comunidad hasta el año siguiente.
Juego de palabras intraducible. «Look forward» puede significar «Mirar hacia delante», como en este caso, o «Esperar
algo con ansia o ilusión», y que adquirirá sentido según avance el relato.
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Sin los caballos, el terreno no podría prepararse para la siembra. Sin la semilla no
podrían plantar. La ropa les mantendría calientes en el invierno que se acercaba. Cada
cosa que dejaran podría reducir su oportunidad de sobrevivir al invierno.
Pagar por la tierra podría costarles vidas cuando la nieve empezara a caer.
—No me gusta.
—Ni a mí, Lucian —Aaron examinó el grupo de peregrinos con ojos avizores. Habían
juntado los carromatos para escudarles del viento pero no los habían posicionado
correctamente para defenderlos de un ataque. Tal falta de previsión hizo que Aaron
meneara la cabeza.
La ignorancia a menudo se pagaba con la muerte.
Leah clavó los ojos en sus visitantes y no trató de ocultar su respuesta. Nadie más lo
hizo. Los hombres eran enormes. Los caballos en los que estaban sentados eran incluso
mayores. Veinte de los grandes brutos habían cabalgado directamente dentro del
campamento al rayar el día y se quedaron allí montados, inspeccionando a los peregrinos
como a ovejas. Había una profunda arrogancia reflejada en sus rostros mientras sus
oscuros ojos se movían sobre todos y cada uno de los miembros de la Hermandad.
Unas piernas sólidas y musculosas agarraban los costados de esos caballos mientras
los animales piafaban y resollaban en el aire matutino. Los hombres se movían en armonía
casi perfecta con sus monturas. Claramente pasaban una gran cantidad de tiempo
montando a los animales.
Llevaban el pelo largo. El aire de la mañana atrapaba sus oscuros mechones. Unos
pocos lo llevaban atado hacia atrás, apartado de sus rostros ásperos. Leah sintió un
momento de celos. Su propio pelo estaba trenzado y sujeto con horquillas en su cabeza,
con un gorro de lino sobre él. Debía de ser agradable sentir la brisa contra el cuero
cabelludo.
Los guerreros tailarmarianos llevaban todos pantalones que se pegaban a sus piernas
y le dejaban ver los músculos claramente definidos. Muchos también usaban solo chalecos
que dejaban sus brazos desnudos. Leah dejó que sus ojos se deslizaran sobre el más oscuro
que estaba en el centro. Sus brazos la fascinaban. Nunca había visto semejante carne
masculina esculpida excepto en cuadros. Un sonrojo brotó en su rostro cuando consideró
cómo sería hacer correr sus dedos sobre tanta fuerza.
Sus manos eran al menos dos veces el tamaño de las de ella y Leah sintió que el
sonrojo se volvía más ardiente mientras consideraba la forma confiada en que manejaba a
su caballo. La fuerza radiaba de él en olas densas que causaban que el calor viajara a través
de su cuerpo hasta el estómago.
Leah bajó sus ojos y ocultó su sonrisa detrás de la mano. Ahora que era una viuda,
esa admiración abierta no era pecaminosa, pero era totalmente seguro que iba a darle más
problemas de los que necesitaba. Su cuerpo esta realmente caliente y enrojecido. Se sentía
lo suficientemente temeraria como para mirarle a los ojos, pero en lugar de eso mantuvo el
rostro bajo.
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Los hombres de su grupo empezaron a hablar y Aarón les miró a regañadientes. Sus
mercancías dejaban mucho que desear. No tenían nada tan valioso como la tierra que
querían.
Peor aún, los peregrinos no parecían haber traído mujeres sin pareja con ellos. Hacían
falta mujeres en los terrenos más agrestes de Tailarmar. Los hombres como el padre de
Aaron ofrecían pequeñas cantidades de tierra para traer familias que podrían
proporcionarles compañeras. Su padre había esperado que Aaron y sus hombres pudieran
encontrar mujeres entre los peregrinos. Ahora parecía como si no fuera a haber siquiera
pago por la tierra. Enviarles de vuelta al espaciopuerto sería una sentencia de muerte. No
eran lo suficientemente fuertes como para hacer de nuevo el viaje de tres meses.
Desmontando del caballo, Aaron permitió que los hombres le mostraran sus ofertas.
—Suficiente —Los hombres retrocedieron todos al mismo tiempo. Aaron controló su
temperamento. Eran tan tontos. Mostrar una debilidad así era una invitación a ser
conquistados—. No podéis sobrevivir sin los caballos. Las ropas serán apenas suficientes
para mantener vivas a vuestras mujeres cuando la nieve empiece a caer. No ofrezcáis
aquello a lo que no podéis renunciar. No hay honor en tomar las cosas que os dejarían a
merced de la muerte.
Su feroz excitación le estaba tornando brutal, pero a Aaron no le importaba. No
quería dejar a una mujer tan excepcional en medio de hombres que no proveerían para
ella. Nunca antes había considerado capturar a una compañera. Esta mañana la idea
sonaba atrayente.
Si se la llevaba estaría caliente y alimentada, y él llenaría su vientre con su semilla
hasta que se hinchase con un niño. En lugar de eso se quedaría aquí, intentando ocultar su
deseo mientras él sentía el toque en su mente. Todos sus compañeros temblaban de miedo
mientras se enfrentaban a sus hombres. Pero ella mostraba la clase de coraje que le
impresionaba.
—Tenemos oro.
Eso atrapó la atención de Aaron. Dirigió sus ojos escépticos al hombre de pelo gris.
Estos hombres habían prometido oro como pago. Parecía que estaban acostumbrados al
engaño.
—Venid, hermanas.
Las mujeres del grupo se adelantaron mientras se sacaban las pequeñas bandas de
oro de sus manos izquierdas. Dejaron sus ofrendas en la mano del hombre más anciano.
Aaron consideró el magro montón de anillos de oro, pero volvió la mirada a la mujer que
no se había adelantado. Ella.
—¿Por qué no tienes oro que ofrecer?
Su voz era tan fuerte como su cuerpo. Leah sintió temblar su cuerpo mientras los
pliegues de su sexo latían. No podía apartar los ojos de él. Sus pensamientos estaban
llenos de él, casi como si estuviera dentro de su mente.
—La hermana Leah es viuda. Su anillo fue enterrado con su esposo. Esa es nuestra
costumbre.
Aaron sintió a su miembro ponerse duro de manera dolorosa. Sonrió mientras
inspeccionaba a la mujer.
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Capítulo dos
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—Haremos buenos hijos juntos, Leah. Hijos fuertes igual que su madre.
Su boca atrapó la de ella y separó sus labios en un movimiento veloz que demandaba
obediencia. Su lengua empujó hacia delante para descubrir sus sabores mientras ella
movía sus labios al unísono con los de él. No había nada más que hacer. Su olor era
avasallador. Su cuerpo saltó hacia delante y Leah usó su propia lengua para encontrar el
sabor de él. Él dio marcha atrás y su respiración era brusca cuando le sonrió a ella.
Los hombres que les rodeaban se rieron con rugidos bajos mientras muchos asentían
con la cabeza con aprobación.
—Mejor terminamos esto dentro.
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—Una mujer quiere algo más que fuerza de hierro en su compañero. Ahora vete
hasta que Leah envíe por ti de nuevo —Myra agitó su mano y sonrió a Leah mientras
Aaron fruncía el ceño.
—Myra...
—¿Qué? ¿Tendrías tu noche de unión sin darle a tu compañera la oportunidad de
bañarse? Rudo. ¿Qué pasa? ¿Dudas que Leah envíe a por ti?
Aaron dudaba. Los humanos no aceptaban tan bien como los tailarmarianos el
emparejamiento. La intensidad de su mutuo deseo era todo la confirmación que él
necesitaba, pero Leah podría rechazarle a causa del miedo. Si se quedaba con ella ahora,
aquietaría sus temores de una vez y para siempre.
—¿Qué sucede si no envío por ti?
—Podrás elegir qué guerrero llamar a tu cama.
Así es que eso era lo que había querido decir con elegir. Leah le miró a los ojos
oscuros y enderezó su espalda. Era él. Solo podría ser él. No podía recordar ni una sola
cara de otro guerrero porque había sido atraída por Aaron. No había razón para discutir
ese asunto con su conciencia. Mentirse a sí misma solo sería un pecado tan grave como el
libertinaje.
—Ve. Enviaré por ti.
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Capítulo tres
Una felicidad completamente diferente capturaba a Leah solo cinco minutos después.
Myra la arrastró a través de la habitación y por una entrada que conducía a una cámara de
baño. Una gran piscina de agua llena de vapor la tentaba con sus profundidades
centelleantes.
Leah no había tomado un baño caliente en meses. Su piel sintió de repente las
semanas de mugre y suciedad que el viaje había dejado sobre ella. Myra empezó a quitarle
de encima prendas y Leah estuvo más que feliz de ayudar.
—¿Qué le has hecho a tu pelo? —Myra estaba intentando estaba intentando quitar el
moño entero de su cabeza y Leah se sintió como si fuera a reírse.
—Hay horquillas.
—Bueno, es un crimen ocultar tu pelo. ¿Por qué los humanos hacen esto?
—No lo sé —Leah se quitó las horquillas y empezó a deshacerse la trenza. Realmente
no sabía por qué la ropa tenía algo que ver con la fe. Pero hoy estaba feliz de quitarse la
ropa y sentir el aire resbalar sobre su piel. Todavía estaba caliente pero ya no
insoportablemente ardiente.
Myra hizo un gesto en dirección al agua y Leah entró en ella con placer. La piscina
era lo suficientemente grande para las dos mujeres pero Myra simplemente se quitó de
una patada sus largos pantalones y balanceó juguetonamente sus pies dentro del agua. La
mujer llevaba puesto un diminuto par de bragas y su casi desnudez no parecía molestarla
en lo más mínimo.
—No hagas eso.
—¿Hacer qué? —Leah miró a Myra con ojos cautelosos. La mujer alzó un dedo y lo
agitó.
—Confía en ti misma y no empieces a preocuparte por esta noche. Aaron es una
buena pareja. Si ofreció por ti, está realmente prendado.
—¿Cómo puedes saber eso? —Leah podría estar dispuesta a admitir que ambos se
atraían físicamente, pero las emociones nunca habían entrado en su pensamiento—.
Acabamos de conocernos hace dos horas.
—Ah... Pero los guerreros son muy rápidos cuando encuentran a sus compañeras. Es
una cosa de hombres, como me dijo mi padre —Myra alcanzó una pequeña barra de jabón
y se frotó los pies—. Además, si él no te complace esta noche, mañana puedes elegir a otro
guerrero.
Leah alzó sus ojos alarmados hacia Myra.
—¿Qué quieres decir?
—Um... Olvidé que los humanos sois diferentes. Hacéis las cosas al revés. ¿Cómo
puedes jurar un compromiso con un hombre antes de haberte acostado con él?
Leah no sabía qué decir. Todavía no estaba segura acerca de qué estaba hablando
Myra.
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—Myra, ¿quieres decir que tenéis relaciones con un hombre antes de casaros?
—No, gansa. Tienes sexo. ¿De qué otra forma puedes saber si es el hombre que
puede llevar a tu cuerpo a la cima del placer?
Bueno, estaba bastante claro. Leah miró a Myra mientras la mujer empezaba a
acariciar ociosamente su barriga. Era exótica y sensual. Se veía simplemente libre. Leah la
envidiaba. La otra mujer no estaba incómoda con su cuerpo. Había una gracia que Leah se
dio cuenta repentinamente que la había ansiado toda su vida. Myra tenía la habilidad de
disfrutar simplemente el ser una mujer, sin disculparse por los sentimientos que venían
con su género.
—Sal ahora, para que tu pelo pueda secarse. No hagas esperar a Aaron, hay un
número limitado de horas en una noche.
Myra lo dijo alegremente mientras sostenía una pieza grande de tela para que Leah
se secara con ella. Había una excitación por la noche entrante reflejada en la cara de la
chica, y no tenía ningún problema en discutir de sexo. Las hermanas de Leah allá en la
Hermandad se habrían desmayado de pura conmoción solo por su desnudez.
Myra la condujo de vuelta al dormitorio principal. Esta vez Leah dejó que sus ojos
descansaran sobre la cama. Era grande y traviesamente invitadora. Había gruesas colchas
extendidas sobre ella, con almohadas en el centro. Myra rió juguetonamente antes de
arrastrar a Leah a la chimenea.
—¿Ves? Aaron ha hecho una buena elección. Sabe lo que piensas.
Allí había una gruesa alfombra de algún tipo y Myra empujó a Leah para que se
sentara en ella. En la habitación flotaron más risitas cuando dos mujeres aparecieron en la
entrada.
—Aquí están Faye y Syria —Las dos mujeres cruzaron la habitación y se sentaron.
Ambas usaban vestidos similares, con pantalones que dejaban sus vientres al descubierto.
Myra empezó a pasar un cepillo por el pelo de Myra mientras las dos recién llegadas
tomaron sus manos y empezaron a darle forma a las uñas. A nadie parecía importarle que
Leah estuviera todavía tan desnuda como el día en que había venido al mundo.
—Lucian está tan envidioso de que eligieras a Aaron en vez de a él —Faye dirigió a
Leah una pícara sonrisa antes de que la chica alcanzara una pequeña jarra y empezara a
aplicar una pintura colorida a las uñas de las manos de Leah.
Las tres mujeres continuaron aseándola como si fuera lo más natural del mundo.
Leah simplemente se lo permitió. Pintaron las uñas de sus manos de un color dorado
intenso y luego hicieron lo mismo con las uñas de los de los pies. Myra pasaba el cepillo
por el pelo de ella con caricias interminables hasta que se secó en sedosos mechones que
colgaban por su espalda.
Myra empezó a aplicarle color a los labios de Leah pero nadie le ofreció nada de
ropa. De todas formas, su piel estaba rosada y caliente del fuego. Sus senos todavía
vibraban y Leah encontró a su mente vagando de nuevo hacia el cuerpo de Aaron.
Howard nunca le había permitido tocarlo durante el sexo, se preguntaba si Aaron
demandaría igualmente sumisión.
Leah no quería yacer bajo Aaron sin moverse. Además, siempre había pensado que
las reglas de Howard eran muy egoístas. ¿Por qué a ella no se le había permitido tocar?
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Howard a menudo tocaba sus senos pero ella tenía prohibido deslizar sus dedos sobre el
pecho de él.
Una secreta sonrisa asomó a los labios de Leah mientras recordaba la perfección
esculpida de los brazos de Aaron. La forma en que había movido ese brazo sobre sus
menos asomó en su mente y vio a sus pezones convertirse en duros botones diminutos
solo con el recuerdo.
Sus compañeras echaron unas risitas en respuesta cuando se sentaron para examinar
su trabajo. Pusieron en pie a Leah antes de que cada una la abrazara.
—Bienvenida, hermana.
—Sé feliz.
—¡Y jura que nos contarás todo mañana por la mañana!
Myra guió a Faye y a Syria fuera de la habitación antes de dirigir una sonrisa a Leah
y abandonar la cámara. Leah fue inmediatamente consciente de los ligeros sonidos de la
madera en la chimenea mientras se quemaba. Dio unos pequeños pasos y sintió el frío del
suelo de piedra cuando dejó atrás la alfombra.
Su cuerpo estaba tan vivo con cada una de las sensaciones. Repentinamente sintió
una oleada de su propio poder y entró de nuevo en la cámara de baño. Espejos grandes y
pulidos estaban montados en las paredes. Dando un paso adelante, Leah miró su cuerpo
con curiosidad manifiesta.
Nunca antes se había visto desnuda de cuerpo entero. La curiosidad le hizo girarse
para examinarse. Realmente no parecía muy diferente de Myra. Bueno, excepto por la
barriga embarazada, desde luego.
Pero eso podría cambiar. Leah sintió realmente enrojecer su cara mientras
consideraba cómo podría llegar a la misma condición que Myra. Miró su estómago plano y
recordó la vívida imagen de Aaron empujando dentro de su cuerpo.
El color de su rostro bajó hasta su cuello y de allí a su pecho. Leah vio hincharse a sus
pechos solo con pensar en el hombre. No le conocía pero había una profunda conciencia
de é en su cabeza.
Por supuesto él había dicho que era empático. Lo que le hizo imaginar algunas
posibilidades muy traviesas. Leah echó unas risitas porque pensó que no le habían
considerado «traviesa» desde que tenía cinco años. Pero, bueno, la idea de compartir...
ideas íntimas solo por medio de sus pensamientos era... traviesa.
Era una idea tentadora. Leah se apartó de los espejos y volvió al dormitorio mientras
luchas con su sentido común. Toda su vida había sido correcta. Decente. Sus escasos actos
de intrepidez siempre se habían mantenido firmemente atrapados dentro de su mente.
Ahora había encontrado a un hombre al que no podría ocultar sus pensamientos.
Leah se acercó a la cama y pasó una mano ligeramente sobre las colchas. Todo lo que tenía
que hacer era convocar al hombre.
—Tus pensamientos ya lo han hecho, hermana Leah.
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Capítulo cuatro
Leah casi gritó, pero apretó los labios para contener el sonido. Sus dedos apartaron la
manta de arriba de la cama y la pusieron delante de su cuerpo. Encontrar el coraje
suficiente para estar desnuda delante de las otras mujeres era una cosa. Con Aaron era
mucho más revelador.
A él no le gustó su decisión de cubrirse el cuerpo. Leah sintió su desaprobación como
una pequeña onda que rozaba su mente y tuvo que luchar contra el deseo de reír.
¡Howard nunca había querido verla... desnuda! De hecho, debía de estarse retorciendo en
su tumba ante la simple idea de que Leah estuviera considerando dejar caer su escudo
porque a Aaron no le gustaba.
Su diversión le confundió, y Leah consideró la forma en que apretaba la mandíbula.
También se había cambiado y bañado. Su pelo oscuro esta atado atrás, retirándolo de la
cara, pero todavía caía alrededor de sus hombros. Era la viva imagen de la fuerza. Leah
examinó de nuevo sus brazos esculpidos mientras se encontraba impaciente por descubrir
cómo sería su pecho.
Sus manos enormes se movieron y los ojos de ella las siguieron. Los lazos en la parte
delantera de su chaleco tardaron exactamente tres segundos en estar desatados antes de
que él echara a un lado la prenda. Leah no pudo ahogar un jadeo. En cambio alzó los ojos
al rostro de él y atrapó su sonrisa. No podía mirar a su pecho desnudo. Realmente...
simplemente no se atrevía. Ser atrevido era una cosa. Arrojarse tontamente en la locura
absoluta era otra.
Leah se sintió repentinamente muy tonta allí parada, con una manta asida bajo su
barbilla. El problema era que no tenía de idea de qué hacer. Podía enrollarla alrededor de
su cuerpo, pero eso parecía bastante cobarde. Recordó la forma en que Aaron había
arqueado la oscura ceja cuando ella se había retirado de él y Leah decidió que no le
gustaba que pensara que no tenía carácter.
Así es que simplemente tiraría la cosa y no se preocuparía más. La gravedad hizo la
acción despiadadamente rápida. En el segundo en que sus dedos soltaron la tela,
descendió silenciosamente sobre el suelo.
El tiempo se detuvo y Leah escuchó su propia respiración. Cada diminuto
movimiento hacía que su piel hormigueara, mientras Aaron se tomaba su tiempo para
inspeccionarla.
Él caminó alrededor de ella en un círculo decreciente que hizo que su corazón
triplicara su velocidad. Le recordaba a un león mientras cazaba.
—Debes de ser el humano más atrevido que me he encontrado, hermana Leah —
Estaba detrás de ella y Leah se giró para enfrentarle mientras sentía el mismo pinchazo de
traición de los miembros de la Hermandad.
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—Aquí no dañamos a nuestras compañeras, Leah —Su voz era áspera y baja
mientras depositaba una hilera de mordiscos diminutos a lo largo de su cuello. Leah se
arqueó para darle más piel para pellizcar. Las sensaciones emergían de los toques
diminutos y viajaban directamente a su sexo, haciéndolo latir al mismo ritmo que su
corazón.
—Solo es que eres muy grande... umm... en todas partes —Su enorme mano aterrizó
en su vientre mientras él se movía en la parte baja del abdomen de ella, de cadera a cadera.
Sus ojos se alzaron hasta los de ella mientras movía su mano para rodear su seno.
—No eres pequeña. Tus caderas son amplias y anchas. No hay razón para que temas,
pero traeré a una comadrona si quieres tener su opinión.
—¿Qué? —¡Leah sintió que sus cejas se juntaban porque nunca había oído una cosa
así en su vida!— ¿Dijiste una comadrona?
Aaron casi se rió porque ella era tan adorable.
—¿Quién más sabría de esos asuntos? Pero Myra te ha visto. Si creyera que no
éramos compatibles, habría venido a mí con su preocupación y habría traído a una
comadrona para inspeccionarte. ¿Por qué se permite que las hembras humanas sean tan
ignorantes acerca de materias comunes?
—El lecho matrimonial se considera extremadamente privado.
—Permitir que una mujer se empareje con un hombre que producirá niños
demasiado grandes para que ella los lleve es cruel. Si fueras demasiado pequeña te habría
presentado a mis hombres en lugar de traerte a mi lecho. Un guerrero tailarmariano no
permitiría voluntariamente que una mujer sufriera —Deslizó su mano sobre el vientre de
ella de nuevo—. Haría a un lado mi propio deseo si fueras una hembra diminuta.
Oírle ponerlo en términos tan simples hizo que Leah se sintiera muy apreciada. La
emoción era extraña pero se introdujo en su cerebro y rehusó irse. Parecía que Aaron
consideraba su salud más importante que su modestia. Pero, aún así, su pene era dos veces
mayor que el de Howard. Honestamente, Leah no había creído que pudieran ser tan
grandes, al menos en los humanos.
Aaron alzó la cabeza de ella y clavó sus ojos en los femeninos.
—Te traje a mi cama para el placer, no para el dolor —Rodeando su seno de nuevo,
hizo girar el pezón entre sus dedos y escuchó su gritito—. El tiempo de hablar ha
terminado.
La misma espiral de miedo serpenteó de nuevo por su piel pero Leah resistió su
tirón. Sus ojos vagaron por el pecho de él y simplemente aceptó su fuerza superior. Era un
hecho que no se podía cambiar, pero él no la estaba dominando. En lugar de eso, él estaba
trayéndole su fuerza como un símbolo de su merecimiento para convertirse en la pareja de
ella.
Su boca capturó un pezón y Leah cayó hacia atrás bajo su asalto. Nunca había soñado
que la boca de un hombre pudiera ser tan ardiente o que su propia piel pudiera sobrevivir
a ese nivel de calor. Su lengua dio golpecitos sobre el pezón de ella, haciéndolo latir y
temblar con la sensación.
Una mano viajó de nuevo hacia el vientre de ella pero no permaneció allí. En lugar
de ello cubrió su sexo con ella y usó un dedo para apartar sus pliegues.
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—¿Qué estás haciendo? —Leah se alzó de una sacudida sobre la cama por la
conmoción pero él la presionó hacia abajo inmediatamente mientras en su rostro se
dibujaba un ceño.
—Leah, ¿tuviste un compañero o no? —Aaron no pudo evitar la frustración en su
voz. La mujer soñaba vívidamente con que él la poseyera pero parecía tener menos
conocimiento que su hermana virgen. Deliberadamente acarició sus pliegues con el dedo y
observó cómo su cara registraba la sorpresa. La acarició de nuevo y rodeó gentilmente su
centro mientras ella caía de nuevo de en su abrazo.
—Nunca he... sentido esto... antes —Leah sintió cómo sus ojos se cerraban mientras
una sensación pura se centraba bajo el dedo de él. Sus caderas empezaron a presionar
hacia arriba como si buscara algo, pero no sabía exactamente qué era.
Ese dedo no paraba. En vez de eso se colocó sobre su sexo hasta que Leah sintió que
su cuerpo se convertía en un solo dolor tenso que explotaba, enviando una ola de placer
que corría a través de ella.
Aaron esperó a que se recobrara mientras miraba su rostro. El dulce olor de su
liberación causó que su órgano latiera con hambre renovada. Su sexo estaba húmedo y
preparado para él, pero había más en complacer a una compañera que solo su respuesta
física. No la montaría hasta que ella no exigiera que lo hiciera.
—Tu compañero era un hombre egoísta, Leah.
Sus ojos azules se abrieron de golpe para examinar su cara.
—Cualquier hombre que simplemente monta a su mujer es menos que un animal.
Incluso un garañón se toma su tiempo para seducir a su yegua. Ahora ven y tócame.
Exactamente en la forma en que has estado pensando hacerlo.
Era otra orden pero era la cosa más liberadora que Leah hubiera oído nunca. De
repente sintió como si se desataran las cadenas que la habían amarrado y simplemente
fuera libre para ser ella misma. Estaba impaciente por empezar.
Extender la mano sobre el pecho de él fue asombroso. Leah sintió el latido de vida
que radiaba a través de sus gruesos músculos. Encontró sus pezones y los sintió
endurecerse bajo sus dedos. Sus ojos oscuros la vigilaban fijamente, y eso la hizo más
atrevida. Inclinándose hacia delante, cubrió un pezón con su boca y lo chupó suavemente.
Su profunda inspiración la encendió y dejó un rastro de besos diminutos a lo largo de su
pecho hasta que encontró el pezón opuesto. Su enorme mano la alzó sobre el cuerpo de él,
mientras rodaba sobre su espalda, concediéndole la libertad de explorar el cuerpo de él a
su satisfacción.
Sus piernas estaban enredadas y Leah sintió el latido de su duro pene. El órgano
estaba presionado entre sus muslos y ella se apartó ligeramente mientras su mano lo
buscaba. Él había tocado su sexo. Tal vez ella debería devolverle el favor.
Cerrando su mano alrededor de su arma, Leah se deleitó al oír su respiración
agitada. Aaron había enterrado los dedos en la ropa de cama de debajo de él mientras sus
caderas pujaban hacia arriba en su agarre. Ella acarició con delicadeza su longitud y
consideró los ásperos sonidos que provocaba en el pecho de Aaron. Su propio sexo se
estaba calentando progresivamente mientras ella tocaba su pene.
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De repente la imagen que ella tenía de él empujando su pene dentro de ella absorbió
sus pensamientos. El órgano en su mano saltó y latió con la visión mientras Leah sentía
que su respiración se convertía en pequeños jadeos.
Aaron se alzó de la cama y cogió su cabeza en la mano mientras su boca capturaba la
de ella. No había ningún límite entre ellos y Aaron empujó su lengua dentro de su boca
con el mismo ritmo de su visión. Su cuerpo cubrió el femenino mientras separaba sus
muslos para que acunaran sus caderas.
Su carne se abrió cuando la punta de su acanalada longitud sondeó tentativamente
su entrada, haciéndola jadear.
—Shhh —Sus labios se movieron delicadamente sobre su cuello mientras sus caderas
empujaban hacia delante de nuevo. Esta vez Leah sintió una punzada de dolor cuando su
pasaje se dilató por su longitud. Su cuerpo dolía pero ella elevó sus caderas para encontrar
su siguiente puje. Las caderas de él se flexionaron cuando introdujo su vara hasta la
empuñadura y ella gimió mientras su carne gritaba.
En un instante su cuerpo se convirtió en un infierno exigente. Leah encontró los ojos
oscuros de su compañero, su cara reflejaba posesión fiera. Dejó caer un duro beso en su
boca mientras sus caderas empezaban a empujar con un ritmo estable que la hizo gemir
con placer absoluto.
Su cuerpo se tensó otra vez mientras la sensación parecía apresarla entre garras que
comenzaron a apretarla hasta que todo saltó hecho añicos en medio de una dicha pura.
Aaron gruñó con ella pero salió de su cuerpo antes de jadear con la liberación. Se
desplomó sobre ella y sostuvo con sus brazos el peso suficiente para no aplastarla.
Él no le había permitido tener su semilla y eso le confundía. El único propósito de la
relación sexual en el matrimonio eran los niños.
Su mano empezó a acariciar el rostro de ella mientras sus ojos la examinaban.
—¿Por qué te preocupas? —Su voz era dura y severa pero sus ojos eran afilados
como una hoja.
—Esto no me dará un niño.
Aaron giró sobre su espalda y la atrajo con él. Sus manos acariciaban su cuerpo con
largos y poderosos toques que calentaban su piel.
—Debes darme permiso para eso.
Moviéndose contra el cuerpo de él, Leah intentó poner una pequeña distancia con el
hombre. Realmente necesitaba entenderle, pero no se podía concentrar con su cuerpo tan
cerca.
—Quédate quieta, Leah —Sus cálidas manos continuaron acariciando su espalda e
incluso la curva de su trasero mientras se negaba a dejarla apartarse. Leah simplemente se
rindió. Le gustaba tumbarse sobre su piel desnuda. Olía tan poderoso.
Definitivamente era una criatura pecaminosa, pero cuando llegara a las puertas del
cielo, Leah ciertamente iba a tener una confesión que mereciera la pena escuchar.
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Capítulo cinco
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—Pero te gusta, ¿no Leah? —Su lengua golpeó sobre su sexo mientras ella gemía de
desesperación—. Solo dime que pare.
Sus caderas se alzaron en busca de los labios de él y apretó los dientes cuando él
simplemente sonrió y dio otro golpecito a su sexo.
—Eres un arrogante.
—Sí, pero sé cómo complacer a mi compañera —Su boca tomó su sexo de nuevo y
esta vez aplicó más presión a la tarea. Leah sintió endurecerse a su cuerpo pero él liberó su
sexo y pasó la lengua con rápidos lametones hasta que la tensión retrocedió. Entonces él
volvió a introducir su carne dentro de su boca y la llevó de nuevo al límite de las
sensaciones.
Aaron la mantuvo en ese ciclo durante un tiempo interminable. Leah clavó las uñas
en la ropa de la cama mientras se retorcía bajo su boca. No podía decir dónde empezaba
una sensación y terminaba otra. Su cuerpo se convirtió en un único latido de sensaciones
que consumía cualquier pensamiento consciente.
Su boca revoloteó sobre ella mientras sus ojos acogían su rendición. Aaron sonrió con
arrogancia lobuna. Ser capaz de darle tal placer a una compañera era un triunfo, y él
disfrutaba las emociones que estaban derramándose desde la mente de ella a la de él. Era
una mezcla perfecta de sus géneros, que probaba que era correcta su decisión de
reclamarla en su cama.
Sus ojos se abrieron de golpe y se clavaron en los de él mientras él enfocaba su
mirada fija en ella. Aaron frotó su vientre mientras ella le miraba.
—Quiero poner mi semilla dentro de ti, Leah.
¡Todo estaba quedándose sin control y a Leah no le importaba! Aaron flotaba dentro
de su cabeza y ella se sentía totalmente apreciada. Las lágrimas le escocieron en los ojos
porque Leah no podía recordar haberse sentido antes tan querida. Aaron quería un niño
pero también la quería a ella. Lo que el hombre quería era una familia.
Él tocó su cuerpo como un maestro, pero se sentó con una cara severa que esperaba
por el permiso de ella. Quería que le quisiera de la misma forma en que él la quería a ella.
—Ven a mí, Aaron —Su voz era profunda y ronca, Leah casi no la reconocía. De
repente decidió que no necesitaba entender nada. Estaba borracha con su propio poder.
Aaron cubría su cuerpo y ella le observó sonreír con triunfo.
Sus caderas empujaron hacia delante con un propósito firme. El cuerpo de ella
inmediatamente se estiró para acomodarle de nuevo. Leah no necesitó recordar su visión
de él montándola, la realidad era mucho más intoxicante. Alzó sus caderas para
acompañar sus empujes y le estrechó entre sus muslos.
Él le dio su semilla una fracción de segundo después de que su cuerpo empezara a
estremecerse con el placer. Hubo olas interminables de sensación que les llevaron a ambos
en su estela. Incluso cuando refluyó, Aaron la atrajo contra su cuerpo y la aseguró a su
costado.
Mirar hacia el futuro nunca le había sido tan útil.
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Looking forward Mary Wine
—Alguien está todavía durmiendo —Tres voces estallaron en risitas cuando Leah
abrió de golpe los ojos. Las cubiertas cálidas de la cama fueron retiradas mientras Myra
aparecía al lado de su cabeza.
—¡Vamos, perezosa! Estas dos casi me están matando con su excitación. ¡Arriba!
¡Arriba! ¿Realmente quieres que el ego de Aaron crezca tanto? —Myra sacó a Leah de la
cama y la condujo de nuevo hacia el cuarto de baño—. ¡Déjale pensar que pasarás todo el
día durmiendo y no habrá quien viva con el hombre!
Faye y Syria estallaron en otra ronda de risitas y Leah se les unió, aunque su cara se
estaba poniendo roja. La mañana siguiente a su matrimonio con Howard nadie la miraba a
los ojos, como si fuera una gran vergüenza. Leah decidió que prefería con mucho el punto
de vista tailarmariano en materia de relaciones matrimoniales.
—Debemos darnos prisa. Los guerreros están todos esperando su oportunidad de
impresionarte.
Faye volcó un cántaro de agua sobre la cabeza de Leah. Apartándose el agua de la
cara, Leah dirigió unos ojos confusos a Myra.
—¿Por qué están esperándome?
Faye dejó caer jabón en el pelo de Leah y empezó a lavárselo. Le llevaría un poco de
tiempo acostumbrarse a ser bañada por alguien.
Myra sonrió con regocijo mientras sostenía un vestido similar al suyo. Era azul
pálido con trazas doradas.
—Tienes hasta la puesta de sol para elegir otro guerrero para tu cama o aceptar a
Aaron como tu compañero.
—¿Solo un día? —En cierta forma, Leah había pensado que tendría un tiempo un
poco más largo para tomar una decisión tan permanente.
—No se debe dar tiempo a los guerreros a que peleen por una mujer. Causaría
problemas en la comunidad. Es mejor de esta forma. Además, si Aaron no ha captado tu
pasión, deberías elegir a otro.
Las dos chicas la sacaron del agua mientras Leah consideraba las palabras de Myra.
Había tantas diferencias aquí, su cabeza estaba dando vueltas mientras intentaba aclararse.
—¿Cuánto tiempo tienes para escoger a un compañero en tu mundo? —Faye hizo la
pregunta mientras usaba una toalla para secar el pelo de Leah.
—Bueno, mi difunto esposo habló con mi padre. Howard se sentó unas cuantas veces
con nosotros en la comida del domingo.
Faye la miró con pena.
—¿Te prometiste de por vida con un hombre que nunca te había tocado?
—Bueno, sí —Las tres chicas murmuraron con compasión mientras guiaban a Leah
dentro de las extrañas ropas. Untaron sus labios con color y trazaron sus ojos con un color
más oscuro.
Leah también había estado rodeada de compasión el día de su boda, pero había sido
muy diferente. Estas mujeres le ayudaban a mostrar su sensualidad en lugar de
suprimirla. Volviéndose hacia el espejo, Leah se maravilló ante su transformación. Estaba
exótica y sensual. El pelo le caía por la espalda mientras el vestido se movía con ella para
obsequiar con atisbos juguetones de su vientre.
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Looking forward Mary Wine
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Era su elección. Leah ni siquiera podía mirar a los otros guerreros porque su cuerpo
solo notaba a uno. Dejó que sus ojos se deslizaran de nuevo sobre los brazos de él, y sonrió
cuando vio su fuerza.
Alzando la mano, se la tendió a su guerrero.
Leah se encontró envuelta en sus brazos un segundo más tarde. Sus pies dejaron el
suelo y el resto de los guerreros animaron a Aaron mientras él se marchaba atrevidamente
con ella en sus brazos. Los anchos pasillos de la casa pasaron como un borrón cuando
Aaron caminó decididamente hacia su dormitorio.
Una vez más la dejó caer encima de la cama y se quedó mirándola. Esta vez Leah se
puso de rodillas y empezó a desabrocharse lentamente la parte superior de su vestido. La
dejó colgar sobre sus senos mientras veía a sus ojos negros fijar la atención en su pecho.
Una oleada de poder la hizo girar los hombros hasta que la prenda cayó libre. Leah
quería a este hombre, y al traerla al mundo de él, le había concedido la habilidad para
tomarle. Era tan completamente liberador.
—¿Todavía piensas que perdiste? —Esa sonrisa lobuna cubrió el rostro de Aaron
ante la pregunta de Leah, sus manos trabajaron rápidamente para desabrochar sus
pantalones. Leah miraba su miembro erecto pujar hacia ella.
Extendiendo el brazo hacia delante, curvó sus dedos alrededor de su miembro. El
órgano latió en su agarre mientras Aaron contuvo rígidamente la respiración. Inclinándose
hacia delante, dejo que sus labios capturaran su punta mientras usaba la lengua para dar
golpecitos sobre la carne.
—No, gané. Con toda seguridad he ganado —Cualquier otra cosa que pudiera haber
dicho murió mientras ella le tomaba en su boca. Aaron asió su cabeza y gimió. Era
realmente una consorte adecuada. Deslizando sus manos entre su pelo, echó la cabeza
hacia atrás antes de que derramara su semilla.
Empujándola sobre su cama, Aaron le bajó los pantalones antes de que dejara a sus
dedos vagar sobre su vientre y hacia la pequeña protuberancia en lo alto de su sexo. Ella se
estremeció contra él y él dejó caer su boca sobre la de ella como una exigencia.
La sensación la hizo girar fuera de control y Leah se regocijó en ella. Aaron unió sus
cuerpos mientras llenaba la cabeza de ella. Se convirtió en más que la búsqueda de un hijo.
En lugar de eso, ahí florecía la fundación de una familia que crecería de sus almas unidas.
Más allá de los confines de la sociedad siempre acechaba la mano extensa del sino. El
destino unía almas con una fuerza que no podía negarse.
Y Leah lo esperaba con ilusión.
FIN
Aquí «Looking forward» ya ha adquirido el sentido de «esperar con ilusión».
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