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UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR

FACULTAD DE JURISPRUDENCIA, CIENCIAS POLÍTICAS Y


SOCIALES

CARRERA DE SOCIOLOGÍA

EL CONCEPTO DE DEGENERACIÓN EN LA MEDICINA SOCIAL


ECUATORIANA 1900-1940; LA PRÁCTICA EUGENÉSICA COMO
POSIBLE SALIDA A UNA “SOCIEDAD EN PROCESO
DEGENERATIVO”

Informe de Investigación previo a la obtención del título de Sociólogo

Moreno Bueno Klever Rolando

TUTOR: PhD. Rafael Benigno Polo Bonilla

Quito, junio 2016


DEDICATORIA

A mi mamá Piedad y mis hermanas Vilma y Jenny;


por toda la comprensión, apoyo y toleración
que me han transmitido y me seguirán transmitiendo en la vida.

A Samantha, Anahí, Matheo,


Noemí y Lautaro, mis sobrinas y sobrinos;
por todo el cariño que me han entregado y me desborda.

ii
AGRADECIMIENTOS

Agradezco a mi hermana Vilma y a mis sobrinas Samantha y Anahí por todo su apoyo y
cariño, no únicamente en estos años de “formación universitaria”, sino por todos estos años,
y los que me faltan, de formación como ser humano.

A los docentes de la Escuela de Sociología y Ciencias Políticas, por tratar de enseñarme las
herramientas necesarias que me permitan discernir y enredarme entre las páginas de los libros;
especialmente a mi tutor Rafael Polo, el mismo que invirtió tiempo, dedicación y paciencia en
la construcción de este trabajo de investigación y que gracias a sus aportes y comentarios este
trabajo me generó más preguntas que respuestas.

Para finalizar, agradezco a mis amigos y amigas que me he ido encontrando en el transcurso
de la carrera y con los cuales comparto odios tontamente racionalizados; de ellos he aprendido
cosas que en las aulas no enseñan, de ellos me llevo enseñanzas, manías, adioses,
somnolencias, proyectos, recuerdos.

Moreno Bueno Klever.

iii
DECLARATORIA DE ORIGINALIDAD

Quito, 02 de junio del 2016.

Yo, Moreno Bueno Klever Rolando con cédula de ciudadanía N° 172342231-5, autor de la
investigación, libre y voluntariamente DECLARO, que el trabajo de Grado titulado: El
Concepto de Degeneración en la Medicina Social Ecuatoriana 1900-1940; la Práctica
Eugenésica como posible salida a una “Sociedad en Proceso Degenerativo”, es de mi
plena autoría original y no constituye plagio o copia alguna, constituyéndose en documento
único, como mandan los principios de la investigación científica, de ser comprobado lo
contrario me someto a las disposiciones legales pertinentes.

Es todo cuanto puedo decir en honor a la verdad.

Atentamente:

Klever Rolando Moreno Bueno


C.I: 172342231-5
Telf: 0995871312
E-mail: moreno.bueno@yahoo.es

iv
AUTORIZACIÓN DE LA AUTORÍA INTELECTUAL

Yo, Moreno Bueno Klever Rolando, en calidad de autor del Trabajo de Investigación
realizado sobre: El Concepto de Degeneración en la Medicina Social Ecuatoriana 1900-1940;
la Práctica Eugenésica como posible salida a una “Sociedad en Proceso Degenerativo” por la
presente autorizo a la UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR, hacer uso de todos los
contenidos que me pertenecen o de parte de los que tiene esta obra, con los fines estrictamente
académicos o de investigación.

Los derechos que como autor me corresponden, con excepción de la presente autorización,
seguirán vigentes a mi favor, de conformidad a lo establecido en los artículos 5, 6, 8, 19 y
demás pertinentes de la Ley de Propiedad Intelectual y su Reglamento.

Quito, 02 de junio del 2016.

Klever Rolando Moreno Bueno


C.I: 172342231-5
Telf: 0995871312
E-mail: moreno.bueno@yahoo.es

v
APROBACIÓN DEL TUTOR

vi
APROBACIÓN DEL JURADO O TRIBUNAL

Los miembros del Tribunal de Grado, aprueba el Trabajo de Investigación titulado: “El
Concepto de Degeneración en la Medicina Social Ecuatoriana 1900-1940, la Práctica
Eugenésica como posible salida a una 'Sociedad en Proceso Degenerativo'”, de acuerdo
con las disposiciones reglamentarias emitidas por la carrera de Sociología de la Facultad de
Jurisprudencia, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Central del Ecuador
para título de Pregrado.

Quito, 19 de agosto de 2016

TRIBUNAL DE GRADO:

----------------------------------------
PRESIDENTE

-------------------------------------
VOCAL

vii
ÍNDICE DE CONTENIDO.

DEDICATORIA ....................................................................................................................... ii
AGRADECIMIENTOS .......................................................................................................... iii
DECLARATORIA DE ORIGINALIDAD ........................................................................... iv
AUTORIZACIÓN DE LA AUTORÍA INTELECTUAL ..................................................... v
APROBACIÓN DEL TUTOR ............................................................................................... vi
APROBACIÓN DEL JURADO O TRIBUNAL ................................................................. vii
ÍNDICE DE CONTENIDO. ................................................................................................. viii
RESUMEN ................................................................................................................................ x
ABSTRACT ............................................................................................................................. xi

INTRODUCCIÓN................................................................................................................- 1 -

CAPITULO I: MARCO TEÓRICO

La medicina social: una forma diferente de “visibilizar” la historia. ................................... - 4 -


Norma, normalización y patología: como leer una sociedad enferma. ................................. - 6 -
La Teoría de la degeneración: del individuo a lo social. ......................................................- 10 -

CAPITULO II:
COSTRUCCIÓN DE LA INSTITUCIONALIDAD “CIENTÍFICA”, NUEVAS
FORMAS DE RACIONALIZAR LA REALIDAD. ...................................................... - 14 -

La construcción de un nuevo “horizonte de sentido” y la medicina científica como parte del


mismo. ................................................................................................................................- 15 -
El “objeto de saber” de la medicina científica: la patología y sus preguntas sobre la población y
lo social. ..............................................................................................................................- 23 -

CAPITULO III:
SIGNOS Y SÍNTOMAS DE LA DEGENERACIÓN. ....................................................- 28 -

La higiene y el Higienismo: de la limpieza del cuerpo a la normalización social. ................- 28 -


El sujeto degenerado: la herencia patológica y el ambiente social como causas. .................- 36 -
Etiología de la degeneración: signos y síntomas de una sociedad en proceso degenerativo. .- 51 -
La criminalidad y el alcoholismo: signos sociales de la degeneración. .................................... - 51 -
Síntomas de la degeneración: como identificar y actuar sobre un conjunto social en estado
patológico. ................................................................................................................................. - 61 -

CAPÍTULO IV:
LAS PRÁCTICAS EUGENÉSICAS: IDEOLOGÍA CIENTÍFICA E INTERVENCIÓN
SOBRE UNA SOCIEDAD EN ESTADO MÓRBIDO................................................... - 69 -

viii
La eugenesia: “ciencia” del progreso y/o ideología científica. .............................................- 69 -
La protección a la infancia: su importancia en el cuidado de los futuros ciudadanos. .........- 72 -
Prácticas eugenésicas: como intervenir en un sociedad en estado mórbido. .........................- 76 -
La segregación de los progenitores: esterilización, aborto científico, y el anticoncepcional; porque
y como implementarlos en la sociedad ecuatoriana. ................................................................. - 77 -
“El niño tiene absoluto derecho para escoger a sus antepasados”: el Certificado Médico
Prenupcial. ................................................................................................................................. - 80 -

CONSIDERACIONES FINALES:
La medicina científica, el Higienismo, la norma y la normalización; dimensiones
constitutivas en la creación de la realidad social (A modo de conclusiones). .............. - 88 -

BIBLIOGRAFÍA: ..............................................................................................................- 95 -

ANEXOS ...........................................................................................................................- 101 -

ix
TEMA: “El concepto de degeneración en la Medicina Social Ecuatoriana 1900-1940; la
práctica eugenésica como posible salida a una 'sociedad en proceso degenerativo'”

Autor: Klever Rolando Moreno Bueno.


Tutor: Rafael Benigno Polo Bonilla.

RESUMEN

La teoría de la degeneración fue implementada en la medicina ecuatoriana como un elemento en el


diagnóstico de patologías, no únicamente a nivel individual sino también a nivel social, la cual
utilizando el discurso médico higienista creo una clasificación y división de la población y los
espacios sociales en los cuales eran más latente la predisposición a ciertos estados mórbidos, los
mismos que fueron reconocidos por los estigmas psico-físicos que presentaban los sujetos que
desplegaban sus vidas en estos espacios de la sociedad. El discurso higienista, basándose en la teoría
de la degeneración, creo una forma específica de racionalizar los problemas organizacionales,
biológicos y sociales que la población ecuatoriana padecía en las décadas de los años 20 y 30 del siglo
pasando. Los que serían solucionados si se implementaban de una forma adecuada las prácticas
eugenésicas, cuyos fines fueron la protección de la infancia y, con ello, el futuro productivo de la
patria; orientando con esto a la sociedad en un ideal de progreso material y moral que se esperaba en la
construcción de un modo de producción capitalista.

PALABRAS CLAVES: PATOLOGÍA/ DEGENERACIÓN/ HIGIENISMO/ NORMALIZACIÓN/


RED-INSTITUCIONAL/ EUGENESIA.

x
TITLE: “The concept of degeneration in the Ecuadorian Social Medicine 1900-1940;
eugenics as a way out of a 'society in a degenerative process'”

Author: Klever Rolando Moreno Bueno.


Tutor: Rafael Benigno Polo Bonilla.

ABSTRACT

The theory of degeneration was implemented in the Ecuadorian medicine as an element in the
diagnosis of pathologies, not only at individual level but also at the social level; theory that
using the hygienist medical discourse created a classification and a division of the population
and social spaces in which there were latent predisposition to certain morbid states, which
were recognized by the psycho-physical stigmas presented by individuals who spend their
lives in these spaces of society. The hygienist discourse, based on the theory of degeneration,
created a specific way of rationalizing organizational, biological and social problems
confronted by the Ecuadorian population in the decades of the 20s and 30s of the past century.
Problems that would be solved if eugenics was implemented in an appropriate manner in
order to protect children and thereby the productive future of the country; guiding this society
to a moral and material progress that would be expected by building a capitalist mode of
production.

KEY WORDS: PATHOLOGY/ DEGENERATION/ HYGIENE/ STANDARDIZATION/


ISTITUTIONAL NETWORK/ EUGENICS

xi
INTRODUCCIÓN.

El presente trabajo de investigación tiene como objetivo dilucidar la forma como fue
implementada la teoría de la degeneración en la medicina social ecuatoriana; la cual, siendo
parte del discurso médico-práctico, intervino en procesos de disciplinamiento y regulación
tanto de los cuerpos así como de la población. Para esclarecer como la medicina social influyó
en los procesos de regulación de la población, y como clasificó a esta y a los espacios
sociales, explicaremos el contexto en el cual la medina científica, con su objeto de saber la
patología, se constituyó en el país; creando para esto una red institucional, política y social en
la cual sustento sus prácticas e intervenciones sobre el cuerpo social.
Esta red institucional, en la cual se respaldó el discurso médico-práctico, fue constituida en
las últimas tres décadas del siglo XIX, por la cual se difundieron principios metodológicos,
prácticas y discursos destinados a distinguir lo que era o no científico. En este tejido la
medicina social ecuatoriana, representada por un discurso médico especializado como lo fue
el Higienismo, apuntaló sus prácticas sobre el espacio social y realizó una clasificación,
utilizando para este acometimiento la teoría de la degeneración, teniendo como fin la
implementación de la higiene en todos los ámbitos sociales.
Después de un primer acercamiento de cómo la medicina científica se constituyó en el país
pasamos a describir el 'objeto de saber' de la medicina que es la patología (Canguilhem,
2007), y cuáles fueron sus preguntas sobre la población y el espacio social; creando con estas
preguntas un sustento extra-corpóreo en el cual se buscarían las enfermedades no únicamente
en los cuerpos de los sujetos a diagnosticar, sino también en el medio ambiente que habitan y
en las relaciones sociales que podían ser causantes de estados mórbidos que inducían la
propagación de ciertas enfermedades que se pueden enraizar en el conjunto social. El
propósito de la patología, como objeto de saber, al preguntarse sobre el espacio social y la
población fue el de distinguir las costumbres y hábitos malsanos que los miembros de la
sociedad reproducción en su diario vivir; y una vez identificados se trataría de normarlos para
que desaparezcan del conjunto social, procurando con esto la eliminación de los agentes
patológicos como de los sujetos que portaban enfermedades consideradas por el discurso
médico como contagiosas y peligrosas para toda la población.
En este sentido el Higienismo, como práctica médica destinada a analizar y difundir los
principios de higiene tanto pública como privada, fue implementado como una solución a los
contrariedades que surgieron a raíz de la urbanización de las ciudades y como una necesidad
de normar las relaciones de la población que habitaba en ellas; en síntesis, este 'saber-poder'
nació a partir de las observaciones que se desplegaron sobre el “ambiente mismo, pero no

-1-
como ambiente natural, sino como ambiente que tiene efectos de retorno sobre la población”
(Foucault, 1997:198). En el Ecuador los médicos higienistas destinaron estudios para
determinar cómo los efectos del ambiente geográfico, climático e hidrográfico y las relaciones
sociales de los miembros de la sociedad, afectaban a los pobladores de las ciudades así como
en su organización y mantenimiento ─ornato, planificación urbana: lugares adecuados para la
construcción de plazas, mercados, hospitales y sobre todo normar las relaciones sociales de
sus habitantes─; dando a notar la importancia de la implementación de prácticas destinadas a
la organización, control y planificación de la población y del medio ambiente en el cual está
se desenvolvía.
De estas dimensiones, de la creación e implementación del discurso médico científico en el
país sobre el espacio social y la población, se desprende el problema de esta investigación; el
cual se basa en el discurso médico Higienista y como este discurso implementó la teoría de la
degeneración en la racionalización del espacio social y de los miembros del mismo. Para estos
fines hemos buscado en la literatura médica ecuatoriana como se planteó de una forma
particular la problemática social a partir de los elementos de la teoría de la degeneración y
cuáles fueron las posibles salidas que esta racionalización pretendía implementar en el
Ecuador de los años 20 y 30 del siglo pasado. Estas soluciones debían de estar orientadas bajo
el punto de vista de la higiene, el cual fue utilizado como un elemento de clasificación que
debía expandirse a todo los ámbitos de la sociedad.
Una vez planteada la red institucional, política y social por la cual circularon los elementos
de la medicina científica en el país, y como en el interior de esta red, con su objeto de saber la
patología, se preguntó sobre la población y lo social; pasamos a describir los signos y
síntomas que el discurso médico Higienista presentó como pruebas de que la sociedad
ecuatoriana se encontraba en un estado patológico degenerativo; este discurso valiéndose de
observaciones sobre: la natalidad y mortalidad infantil, alimentación, temperamento,
enfermedades congénitas y expediciones científicas llevadas a cabo por los catedráticos de la
facultad de Medicina de la Universidad Central; recolectó datos empíricos en las ciudades y
campos que sustentaron sus conclusiones y fueron utilizados como un elemento de apoyó para
incidir sobre la población.
Esta racionalización médica del espacio social y la población creó como necesidad la
identificación y clasificación de los sujetos anormales, incurriendo para esto el surgimiento de
un discurso médico especializado como lo es la Psiquiatría, el mismo que valiéndose de las
dimensiones de la teoría de la degeneración: la herencia patológica y el ambiente físico y
social como causas del ser anormal; planteó la exigencia de aislar a estos sujetos como parte
de una profilaxis social.

-2-
Dentro de esta identificación y clasificación de los sujetos en estado patológico
degenerativo, el Higienismo presentó a la criminalidad y al alcoholismo como signos de un
estado morboso, y a los sujetos que padecían estos trastornos los presentó como seres
degenerados; que podían transferir su condición a su descendencia por medio de la herencia.
Al mismo tiempo los síntomas de la degeneración fueron identificados en segmentos
específicos de la población ─las clases obreras y campesinas─ que por causa de sus relaciones
sociales y el medio ambiente en el cual desenvolvían sus vidas, potenciaban la aparición de
los estados degenerativos de la población. Comprobando, por medio del discurso médico
higienista, que la mayor parte de la población ecuatoriana de los años 30 del siglo pasado se
encontraba ya sufriendo los indicios de un estado mórbido enraizado en la sociedad. Los
médicos higienistas, pretendiendo proteger el futuro productivo de la nación representado en
la infancia y mejorar las condiciones físicas, morales y biológicas de la población, recurrieron
a las prácticas eugenésicas como una medida a implementar que concretaría el anhelado
progreso social y material.
Esta manera específica de racionalizar los problemas de la población estuvo relacionada
con toda una corriente ideológica del pensamiento que respaldó a las prácticas eugenésicas
como alternativa, en unión de la higiene y planificación, que solucionaría los problemas
sociales y mejoraría la constitución biológica de los conjuntos sociales que presentaban
estigmas de decadencia.
En el presente trabajo de investigación el marco teórico implementado se relaciona con la
historia de las ciencias, el cual busca develar como un problema fue racionalizado, planteado
y resuelto por el discurso médico cientificista en un espacio y momento especifico de la
construcción de lo verdadero del decir científico; examinando para esto las rupturas y
reestructuraciones que toda disciplina científica presenta en el devenir de su consolidación.
Utilizaremos además las nociones de patología y como estas son implementadas en el espacio
social y el individuo para visibilizar la necesidad de la implantación de normas destinadas a
crear un proceso de regulación y homeostasis social.
Para finalizar, mencionaremos que la medicina social ecuatoriana, representada en el
discurso médico higienista, implementó la teoría de la degeneración para explicar los
problemas de la población ecuatoriana, los cuales podían ser de carácter social, funcional,
estructural, biológicos u organizacionales; buscando con esto una racionalización de dichos
problemas para implementar la terapéutica más adecuada que impida la conformación
patológica o mórbida del conjunto social.

-3-
CAPITULO I: MARCO TEÓRICO.

La medicina social: una forma diferente de “visibilizar” la historia.


El discurso histórico en su forma tradicional de ser escrito ha sido racionalizado como una
serie lineal de acontecimientos, una especie de cúmulo y desarrollo permanente de una
sociedad. En este discurso se ha priorizado en contar la 'originalidad', un acto creacionista, de
'personajes admirables' que han contribuido a la edificación y organización de una ciencia.
Esta forma evolucionista de comprender la historia ha contribuido a la mistificación de
personajes marcada por su 'originalidad individual', una búsqueda desbordada de un 'punto de
la creación' que sustente las prácticas y formas de entendimiento de una disciplina, así como
los intentos de asimilar la obra de una época como una 'unidad' que es superior a una época
anterior y esta será la plataforma para perfeccionamientos futuros (Foucault, 1992).
La historia de la medicina en el Ecuador ha sido expuesta como una serie de continuidades
expresadas en anécdotas de los hombres de ciencia que, gracias a su visión de la disciplina,
han contribuido a levantar tanto el prestigio como la credibilidad de esta práctica científica.
Ejemplos de esta forma de racionalizar la práctica médica en el país, entre otras, son las obras
de Samuel Mora y Martínez: “Historia de la Medicina Ecuatoriana” presentada como
ponencia en el Primer Congreso Médico Ecuatoriano en 1915, Juan José Samaniego:
“Cronología médica Ecuatoriana” escrita en la década de los 50 del siglo pasada, así mismo
el libro titulado “Historia de la Enseñanza Médica en Quito” escrita por Eduardo Estrella y
Antonio Crespo y publicada en el 2009.
Por otro lado, cuando tomamos a la medicina social como objeto de estudio ya no tratamos
a la historia de las ciencias como una sucesión de anécdotas de los precursores de una
disciplina. Tampoco se trata de reconstruir el andamiaje desarrollista que el 'discurso
tradicional' le ha impregnado a la práctica de la medicina en el país. Consideremos ahora
como la medicina social esta racionalizada dentro de las ciencias sociales y la historia de las
ciencias, pero ¿Qué entendemos por historia de las ciencias? Y cuando hablamos de ella ¿A
qué nos referimos?
Si aceptamos que la historia general es una historia política y social. Debemos aceptar
también que la historia de las ciencias no trata propiamente a la política, aunque es política, ni
tampoco trata esencialmente a lo social, aunque es social en sí misma; esto es entendible ya
que la historia de las ciencias es parte de la producción de saberes y esto es asunto de una
práctica social que, en su “relación con sus condiciones de producción depende, de hecho y de
derecho, de la teoría de la práctica política” (Canguilhem, 2005:36). Pero en esta relación con
sus condiciones de producción la historia de las ciencias se desprende como una práctica

-4-
crítica, ya que no trata de insertarse en lo verdadero del decir científico; más bien trata de
racionalizar porque este decir se convirtió en lo verdadero después de una serie de rupturas y
reestructuraciones que son frecuentes en la historia de toda disciplina. Es decir, que la historia
de la ciencia trata de racionalizar la historia de una disciplina científica no como “un volumen
por yuxtaposición, donde lo anterior subsiste junto a lo nuevo, sino como una revisión
perpetua de los contenidos por profundización y tachadura” (Canguilhem, 2005:31).
La historia de las ciencias entendida como una práctica crítica, ya que se encuentra en una
confrontación directa con las percepciones en las cuales se le considera a las ciencias en
procesos desarrollistas continuos y designan a personajes específicos como precursores de
esos desarrollos. La historia de una ciencia nos demuestra que la ciencia es una sucesión de
rupturas e invenciones, en sí:
la historia de las ciencias es un esfuerzo por investigar y dar a entender hasta qué punto
ciertas nociones, actitudes o métodos superados fueron, en su época, una superación, y
ver, por consiguiente, que el pasado superado sigue siendo el pasado de una actividad
para la cual debe mantenerse el calificativo de científica. Comprender lo que fue la
enseñanza del momento es tan importante como exponer las razones de su destrucción
ulterior (Canguilhem, 2009:17).

Lo que se trata es de “mostrar no tanto «por quién» sino «en qué y cómo» esa historia se
realizó” (Canguilhem, 2005:145); y la historia que se hace es “la historia de un objeto: que en
sí mismo es una historia y tiene una historia” (Canguilhem, 2009:18). El objeto de una ciencia
habla de un problema que fue planteado y luego resuelto, y hablar de historias de la ciencia es
retomar el planteamiento de ese problema. Este replanteamiento debe ser una práctica crítica e
instalarse dentro de los enunciados científicos con el fin de anular los discursos
interiorizadores y reproductores que perciben a las ciencias de una forma positivista y lineal.
De esta forma el objeto de estudio de la historia de la ciencia es una construcción a partir
de la lectura de una “biblioteca especializada”, y este objeto no tiene nada en común con el
objeto de la ciencia, ya que el objeto científico es constituido a partir “del momento que
inventa un método para formar, (…), una teoría controlada por la inquietud de descubrir sus
fallas”; ya que la naturaleza no se recorta y reparte por sí misma en objetos y fenómenos
científicos. Y la historia de la ciencia no es el estudio de objetos naturales sino es el estudio de
las metodologías creadas sobre estas experiencias culturales (Canguilhem, 2009:19).
Cuando hablamos de historia de la ciencia entendemos por esto una práctica crítica que se
desarrolla a partir del estudio de las prácticas metodológicas que las ciencias han establecido
en un tiempo y espacio determinado. Es entender como un problema fue planteado y resuelto
por la ciencia, como fue racionalizado en un momento especifico. No para descalificarlo, esta
racionalización, de no científico o como una falsa ciencia; sino más bien para desmarañar las

-5-
preguntas y respuestas que un problema concreto se planteó como lo esencial o preciso en un
tiempo y espacio definido en el interior de un conjunto social.
En segunda instancia debemos de considerar que los objetos de saber, en este caso la
medicina social, “emergen en el interior de los regímenes de pensamiento, en el campo del
orden del saber, (…). Esto es, una configuración especifica de ver, de hacer, de sentir, de
asignar los espacios y las funciones que van a ocupar los individuos, un lenguaje de
producción enunciativa y de formas de identificación social y estatal” (Polo, 2010:17). Es
decir, que al surgir la medicina social al interior de un régimen de pensamiento, ─respaldado
en prácticas, instituciones y en una 'práctica discursiva' que se encargaría de enunciar,
describir y explicar─ no únicamente racionaliza “la realidad fenomenológica, [si no] que
provee de un horizonte de sentido al mundo de las prácticas sociales” (Polo, 2010:18).
Pero este 'horizonte de sentido' está enmarcada en un campo de 'visibilidad' el mismo que
da “las reglas desde las cuales un saber produce sus enunciados, sus temáticas, su legibilidad,
su manera de operar el conocimiento” (Polo, 2010:21). Dicho de otra manera, el campo de
‘visibilidad’ es lo que permite o no racionalizar un objeto dentro de una disciplina, establece
los métodos, y selecciona lo que es o no científico. Demarcando de esta forma lo que puede o
no ser considerado dentro de una problemática; la cual, enmarcada en este campo de
“visibilidad”, dará cuenta de lo que es o no prioritario dentro de las prácticas sociales.
En definitiva, la medicina social enmarcada como objeto de saber creó un ‘horizonte de
sentido’ en un espacio y tiempo determinado, el mismo que direccionó la práctica científica y
permitió la articulación de un discurso especializado que, amparado en una institucionalidad,
dota de sentido a las prácticas sociales de una época. De esta forma, la importancia de la
medicina social en la explicación sociológica de la sociedad se deriva de la posibilidad de
enunciar una nueva manera de concebir la historia. Ya no interesada en buscar “el punto de la
creación, la unidad de la obra, de una época o de un tema, la marca de la originalidad
individual y el tesoro indefinido de las significaciones dispersas” (Foucault, 1992:45). Más
bien su interés radica en develar la articulación del discurso como instrumento político que
fue empleado para la jerarquización, exclusión y división de la población.

Norma, normalización y patología: como leer una sociedad enferma.


Para entender a la medicina social, su objeto de saber y su campo de acción, debemos de
platearnos varias preguntas, entre ellas ¿Cuál es su importancia en la organización de una
sociedad en un tiempo y espacio determinado? Y ¿Por qué la necesidad de volver a pensarla
para comprender a esa sociedad? No olvidemos que uno de los primeros logros de la
sociología, en su afán por racionalizar y estudiar la sociedad, fue la creación de una analogía
que colocaba en paralelismo al cuerpo viviente con la sociedad; considerándola desde ese

-6-
punto de vista como un ente con vida y funciones propias, es decir, como un organismo en el
cual los hechos que la alteraban fueron entendidos como patologías (Durkheim, 1984:69-92).
A partir de este analogía la sociología racionalizó a su objeto de estudio como: ‘patologías
sociales’(Durkheim, 1984), las cuales si no eran tratadas ocasionarían un estado enfermizo en
la sociedad. Siguiendo con este paralelismo entre sociedad y ‘organismo vivo’ el discurso
médico ─antes que el discurso sociológico─ fue el encargado de identificar, tratar y eliminar
o a su efecto disminuir las enfermedades que corroen ‘el funcionamiento normal’ de las
relaciones sociales. Esta forma de entender la sociedad estuvo relacionada con “las ideas de
medicalización social, terapéuticas social y remedios para los males sociales” (Canguilhem,
2004:103); las cuales fueron difundidas por los médicos higienistas ─en el caso ecuatoriano─
al considerar a las poblaciones como organismos predispuestos a la vida, es decir, que tenían
un objetivo y este objetivo estaba entendido en su existencia misma. Pero el medio ambiente
en el cual estas poblaciones se desenvolvían causaban efectos nocivos para estos organismos
predispuestos, así como el aparecimiento de anomalías desarrolladas por las relaciones que se
lleva a cabo en el interior de la misma; estas relaciones podían ser de carácter social,
funcional, estructural, biológicas u organizacionales.
Al momento que el discurso médico se interesó por el estudio de los efectos elementales
del ambiente geográfico, climático, hidrográfico y los problemas vinculados a estos en la
organización de las poblaciones ─ejemplo de esto fue la higiene tanto corporal como de los
espacios sociales que favorecían al surgimiento o eliminación de epidemias─; lo que se trató
fue de racionalizar el ambiente y las trabas en el cual las poblaciones se desenvolvían. En este
punto el discurso médico ya no interesado únicamente en el cuerpo individual sino también en
la población como un problema de su saber, creó una especialización de su discurso como lo
fue la medicina social; la cual buscó establecer ‘biopolíticas’ destinadas a regular los
comportamientos nocivos que se desprendían de la relación del conjunto social con el
ambiente. Estas ‘biopolíticas':
extraerán su saber y definirán el campo de intervención de su poder, precisamente de la
natalidad y la morbilidad, de las diversas discapacidades biológicas, de los efectos del
ambiente, (…) esta nueva tecnología del poder, en cambio, no trabaja exactamente ni con
la sociedad (el cuerpo social definido por los juristas) ni con el individuo-cuerpo. Lo que
aparece es un nuevo cuerpo, un cuerpo múltiple, con una cantidad innumerable, sino
infinita de cabezas. Se trata de la noción de población. La biopolítica trabaja con la
población. Más precisamente: con la población como problema biológico y como
problema de poder (Foucault, 1997:198).

La ‘biopolítica’, al igual que la medicina social, solo toma en consideración los fenómenos
colectivos “que aparecen con sus efectos económicos y políticos, que sólo son pertinentes a
nivel de la masa”, y que estos se deben de “considerar en un cierto límite de tiempo, ya que
son fenómenos de serie”. Foucault nos menciona que los dispositivos del poder biopolíticos

-7-
crearon funciones diferentes de los mecanismos disciplinarios, ya que su objetivo era la
regulación de las poblaciones, “de hecho en los mecanismos instaurados por la biopolítica, se
tratará en primer lugar de previsiones, estimaciones estadísticas, medidas globales, pero se
trata también de modificar (…) los fenómenos generales o complexivamente considerados”.
Estos mecanismos fueron destinados a “optimizar un estado de vida” con el objetivo de
“maximizar las fuerzas y extraerlas” (Foucault, 1997:199).
Esta ‘tecnología reguladora’ se ubicaría sobre la vida y se centraría sobre los cuerpos en
procesos biológicos de conjunto
que recoge efectos masivos propios de una población específica y trata de controlar la
serie de acontecimientos aleatorios que se producen en una masa viviente. Es una
tecnología que busca controlar, y modificar las probabilidades y de compensar sus
efectos. Por medio del equilibrio global, esa tecnología apunta a algo así como una
homeostasis, la seguridad del conjunto en relación con sus peligros internos (Foucault,
1997:201).

De esta forma y teniendo presente que la medicina es un ‘saber-poder’ con una doble
dimensión ya que interviene tanto en los cuerpos como en la población, se creara normas a
aplicarse con la finalidad de la regulación, “tanto al cuerpo que se quiere disciplinar como a la
población que se quiere regularizar” (Foucault, 1997:204). ‘La norma’, como intento de
regulación de una sociedad, tiene que ser entendida en diferentes dimensiones ya que la
sustentación de esta solo se podrá lograr a través de la racionalización de la patología y está a
su vez se sustenta de un conocimiento previo de lo normal (Canguilhem, 2011:28).
El intento de regulación de la sociedad solo es comprendido en el marco de la
implementación de normas, ya que “la norma es aquello que fija lo normal a partir de una
decisión normativa” (Canguilhem, 2011:193); esto es entendible ya que lo normal es el hecho
latente, una práctica, de la norma y esto convertido en proyecto de regulación es la
‘normalización’; pero ¿Qué es lo que suscita la implementación de una normativa? Y ¿Cómo
es entendible la necesidad de una normalización? Estas preguntas solo son explicables a partir
del reconocimiento y la racionalización de lo ‘anormal’ ya que el posible riesgo de esto, no
solo en el individuo sino también en la población, es lo que desencadena un intento
normativo.
Una norma, una regla, es aquello que sirve “para hacer justicia, instruir, enderezar,
'normalizar', significa imponer una exigencia a una existencia, a un dato, cuya variedad y
disparidad se ofrecen, con respecto a la exigencia, más aún como algo indeterminado y hostil
que simplemente como algo extraño” (Canguilhem, 2011:187).
El reconocimiento de lo ‘anormal’, como paso previo a un proceso normalizador, solo
puede ser entendido dentro de una relación con la norma; y ‘la norma’ a su vez es deducida
como un carácter común que adquiere el valor de un tipo ideal. “En pleno rigor, una norma no

-8-
existe, desempeña su papel que consiste en desvalorizar la existencia para permitir su
corrección” (Canguilhem, 2011:51); es decir, que la norma creara lo anormal como
posibilidad de ser entendida; y lo anormal, que es la patología, será considerada como objeto
de saber ya que solo a partir de esto, y poniéndola en relación, se puede entender la norma, la
cual “extrae su sentido, su función y su valor del hecho de la existencia fuera de ella de
aquello que no responde a la exigencia que ella atiende” (Canguilhem, 2011:187).
Para definir lo patológico es necesario tener presente su relación con ‘lo normal’, y para
exponer ‘lo normal’ es ineludible tener en cuenta que es una práctica de carácter común. La
patología, que es la racionalización de la enfermedad, solo puede saber lo que es patología y
esta se la debe buscar “en la experiencia que los hombres tienen de sus relaciones de conjunto
con el medio ambiente” (Canguilhem, 2011:61). Por otro lado, lo normal “sólo es reconocido
como tal en las infracciones. Las funciones sólo se relevan por sus fallas. La vida sólo se
eleva a la conciencia y a la ciencia de sí misma por la inadaptación, el fracaso y el dolor”
(Canguilhem, 2011:160); en otras palabras, lo normal solo puede ser entendido a partir de su
relación con la patología, con lo que se encuentra fuera de la norma.
Esta distinción entre lo normal y lo patológico, que es la constitución de una cierta mirada
médica, descansa sobre la reforma de la medicina como práctica y como esta práctica toma a
su objeto de estudio que es la enfermedad; “la medicina como ciencia apareció bajo
condiciones que la definen, con su posibilidad histórica, el dominio de su experiencia y la
estructura de su racionalidad” (Foucault, 2004:9); es decir, que esta relación, norma y
patología, surge como referente en un momento en el cual existían las condiciones para que
esta experiencia se desarrollara en una racionalidad ya estructurada. La experiencia, entendida
como espacio, se identifica con el dominio de la mirada atenta, convirtiéndose en fuente y
depositaria de una verdad.
El observador médico, a través de la interrogación al cuerpo enfermo y basándose en una
mirada atenta “preparada con todo un armazón lógico (…) que observa se guarda de
intervenir: es muda y sin gestos” (Foucault, 2004:154), busca la verdad “que ya no está
dividida entre el que sabe y el que ignora; está hecha solidariamente para el que descubre y
aquellos ante quien se descubre” (Foucault, 2004:159). Esta verdad: la patología, se presenta
ante el que descubre en dos dimensiones: una como “signo el mismo que anuncia lo que va a
ocurrir, anamnesia lo que ha ocurrido; diagnostica lo que se desarrolla actualmente”, esto
quiere decir que antes que la patología sea considerada como tal ya está latente, anunciando lo
que puede causar; la otra dimensión por la cual se presenta esta verdad ante el observador
médico es “el síntoma [que es] la forma bajo la cual se presenta la enfermedad: de todo lo que

-9-
es visible, él es el más cercano a lo esencial” (Foucault, 2004:131), en otras palabras el
síntoma ya es reconocible como afección.
A través del signo y del síntoma el observador médico interroga a la patología que socava a
un cuerpo enfermo; y esta mirada atenta, puesta en marcha, ya es una práctica desplegada
sobre un objeto de estudio, que se sustenta sobre una teoría estructurada históricamente y que
produce sus propias normas de verdad:
Ninguna práctica puede proporcionar a una teoría datos teóricamente explotables y
válidos, si la teoría misma no ha inventado y definido en primer lugar las condiciones de
validez según las cuales los datos habrán de ser recibidos. Esto significa que una
investigación respaldada en una práctica ya ejercida debe ser ante todo conceptualizable
para poder dirigir esa práctica, en vez de ir tras ella (Canguilhem, 2005:107).

De esta forma los conceptos que estamos empleando, su finalidad, es la de analizar el


concepto de degeneración en la medicina social ecuatoriana, la misma que entendemos como
biopolítica ya que su objeto de estudio y el lugar en el cual implementó su saber-poder fue la
población, en otras palabras, la medicina social es una tecnología que buscaba una regulación
de la sociedad. Esta regulación solamente puede ser percibida a través de la norma, la misma
que se constituyó a partir del reconocimiento de las infracciones, de la desproporción y la
desarmonía de una relación que se desprendió de la racionalización de lo patológico.
Partiendo de la patología como objeto de estudio, el observador médico indagara a partir
de los signos y síntomas ya que estos preveen, identifican y clasifican las enfermedades
latentes en una sociedad; pero esta interrogación se dará en una estructura pre-establecida en
la cual la teoría ya ha inventado y definido las condiciones en los cuales estas prácticas serán
válidas y respaldaran una verdad.

La Teoría de la degeneración: del individuo a lo social.


La teoría de la degeneración fue introducida en la Psiquiatría francesa por Benédict. A. Morel
en 1857 con su obra titulada “Traité des dégénérescences physiques, intellectuelles et morales
de I'espece humaine et des causas qui produisent ces variétés maladives”; en la cual define a
la degeneración humana como:
(…) un tipo primitivo de desviación enfermiza. Esa desviación, por simple que la
supongamos en su origen, encierra, no obstante, elementos de transmisibilidad de tal
naturaleza que quien lleva su germen resulta cada vez más incapaz de cumplir su función
en la humanidad, y el progreso intelectual, ya detenido en su persona, está aún amenazado
en la de sus descendientes (citado por Foucault, 2007:262-263).

La ‘degeneración’, catalogada por Morel como una ‘desviación enfermiza’, se la podían


localizar por los ‘estigmas o marcas’ ─delirios epilépticos, convulsiones, tuberculosis,
ceguera, atrofias─ que se presentaban sobre los cuerpos de los ‘alienados’, los cuales podían
ser signos de la locura de sus ascendientes y al mismo tiempo era la prueba somática de la

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anomalía de los sujetos, los que exteriorizaban una predisposición a la locura. Esta teoría tuvo
una favorable aceptación en la psiquiatría francesa de la segunda mitad del siglo XIX, “ya que
la conformación anormal del cuerpo del degenerado se hacía evidente en determinados
caracteres de su morfología exterior (…), y justificando sobre supuestos aparentemente
científicos la marginación social del enfermo mental y su distanciamiento «cualitativo» del
sujeto normal” (Huerta, 1985:361). A más de esto la ‘teoría de la degeneración’, al poner
énfasis en la herencia como una posible causa de la locura, facilitaría una clave para el
diagnóstico del ser alienado.
Al establecer un ‘campo de visibilidad’ la teoría de la degeneración dio una prioridad a la
constitución de anomalías localizables en la transferencia hereditaria, lo cual encadenaría un
sucesivo progreso de la debilidad de la especie humana y estaría vinculada a una “desviación
morbosa del tipo normal de la humanidad” (citado por Huerta, 1985:362).
Es necesario aclarar que la degeneración expuesto por Morel en 1857 estuvo presente antes
del evolucionismo de Darwin, ya que “On the Origin of Species” fue publicado por primera
vez en 1859. Por lo cual la herencia pieza fundamental en este concepto, fue entendida como
una predisposición a la anomalía. La cual bajo la observación semántica de un especialista
hacia posible la revelación de la locura antes de que esta se presente, y no como un
evolucionismo decadente del ser alienado. Esto cambiaria a finales del siglo XIX ya que en
1895 Valentín Magnan, jefe clínico del Asilo psiquiátrico de Sainte Anne de París, y su
discípulo Paul-Maurice Legrain publicaron un libro titulado: “Les dégénérés (Etat mental et
syndromes épisodiques)”. En esta obra los autores realizaron una sistematización de la ‘teoría
de la degeneración’ e introducirán en ésta el evolucionismo darwiniano a plantear la idea de la
lucha por la vida como una condición biológica.
Magnan y Legrain en el capítulo III: “los degenerados de la especie humana. Definición-
causas” páginas 73-85, definen a la degeneración como:
(…) el estado patológico del ser que, comparativamente a sus progenitores más
inmediatos, es constitucionalmente inferior en su resistencia psico-física y no reúne más
que incompletamente las condiciones biológicas de la lucha hereditaria por la vida. Esta
inferioridad que se traduce en estigmas permanentes es esencialmente progresiva, salvo
regeneración intercurrente; pero fuera de esta excepción aboca más o menos rápidamente
en el aniquilamiento de la especie (Citado por Huerta, 1987:54).

En esta definición la degeneración fue racionalizada como un estado patológico y ya no es


vista como un tipo primitivo de desviación enfermiza tal como la definió Morel, llevando a los
‘degenerados’ a una posible medicalización de su estado. Otra diferencia en esta
interpretación de degeneración es la afirmación de Magnan y Legrain en resaltar que esta
inferioridad se traduce en estigmas permanentes y es esencialmente progresiva. Incluyendo
esta noción progresista de la degeneración, así como de una “reunión incompleta de las

- 11 -
condiciones biológicas por la lucha de la vida” los autores de “Les dégénérés” impregnaran a
esta teoría de elementos evolucionistas, los cuales “abocan más o menos rápidamente en el
aniquilamiento de la especie”.
Se debe agregar que Magnan y Legrain no enumeraron las causas “dégénératrices” de la
especie humana ya que consideran a esto una tarea imposible, por las muchas que están
pueden llegar a ser, y las definen como: “toda acción suficientemente enérgica y
suficientemente duradera para retardar y, sobre todo, para detener el movimiento evolutivo de
la especie” (Citado por Huerta, 1987:54). Pero si consideran prudente realizar una división de
las causas “dégénératrices” en vista de los resultados que estas producen, y las dividieron en
dos grandes clases: “las influencias hereditarias” y “las influencias adquiridas”; esta
diferenciación para los autores es algo central ya que no se deben confundir los términos
hereditario y degeneración: se puede ser degenerado sin ser este un estado adquirido de forma
hereditaria sino obtenido en el transcurso de la vida, el mismo que, “las influencias
adquiridas”, actúa lentamente y marca a los individuos de una forma menos brutal. Esto no
significa que las “dégénératrices” que se encuentran por influencias adquiridas sean menos
letales que las recibidas hereditariamente, ya que estas llegan a ocasionar “un estado de
degeneración acentuado, más acentuado incluso que las propias causas agudas, en este sentido
este estado se convierte frecuentemente en constitucional, hecho grave desde el punto de vista
de la descendencia que se encuentra fatalmente atrapada” (Huerta, 1985:367).
Volviendo al tema las influencias hereditarias son explicadas como:
un producto complejo, formado por una acumulación de taras de diverso orden,
adquiridas por los predecesores durante una serie indefinida de generaciones. Estas taras
serían, por ejemplo, la miseria, el alcoholismo, el paludismo, la tuberculosis, la locura,
etc. Combinadas de mil maneras se manifiestan en el ser llamado degenerado que las
sintetiza, bajo forma de estigmas psico-físicos significativos de la tara hereditaria (Citado
por Huerta, 1987:55).

Mientras que al momento de definir a las influencias adquiridas Magnan y Legrain


mencionan que:
estas ocasionan resultados de dos tipos: taras psico-físicas semejantes clínicamente a
aquellas de las que son portadores los degenerados hereditarios, pero que desaparecen con
el sujeto y no van a ser origen de degeneración; en otras circunstancias, son taras que
desvían constitucionalmente, es decir, se convierten en el germen de fenómenos de la
misma naturaleza que se reproducen en los descendientes (Citado por Huerta, 1987:55-
56).

A más de esta explicación acerca de las ‘dégénératrices adquiridas’ Magnan y Legrain señalan
que estas pueden ser de dos tipos, unas individuales: la miseria fisiológica, la alimentación
defectuosa en la primera edad, los malos tratos de cualquier naturaleza, las intoxicaciones
(alcoholismo, morfinismo, etc.); y otras resultados inseparables del estado social en donde
estos individuos se desenvuelven: hambre, miseria, profesiones insalubres y en el orden las

- 12 -
causas morales la educación mal dirigida (Citado por Huerta, 1985:367). Con esto se
establecería un paralelismo entre degeneración biológica y decadencia social. Siendo el estado
social un ente que potenciaría de una forma exagerada la degeneración biológica que ya se
encontraba en la conformación individual de las personas.
En consecuencia, la teoría de la degeneración se convirtió a finales del siglo XIX en la
gran pieza teórica de la medicalización de las anomalías, tanto físicas como sociales, y la
herencia funcionaría “como el cuerpo fantástico de las anomalías ya sean corporales,
psíquicas, funcionales o comportamentales” (Foucault, 2007b:292). Lo cual convirtió al
sujeto degenerado en el portador de un peligro, que al no ser tratadas sus causas
“dégénératrices” tanto hereditarias como adquiridas, ponía en riesgo la existencia y
supervivencia de la población en una sociedad determinada.

- 13 -
CAPITULO II:
COSTRUCCIÓN DE LA INSTITUCIONALIDAD “CIENTÍFICA”, NUEVAS
FORMAS DE RACIONALIZAR LA REALIDAD.

La teoría de la degeneración y su planteamiento en la medicina social ecuatoriana solo puede


percibirse dentro de un ‘horizonte de sentido’ enmarcado en un campo de ‘visibilidad’ pre-
establecido, el mismo que ya se ha procurado “las reglas desde las cuales un saber producirá
sus enunciados, sus temáticas, su legibilidad, su manera de operar el conocimiento” (Polo,
2010:21). Dicho en otras palabras antes de buscar los signos y síntomas de la degeneración,
como estos fueron racionalizados y clasificados dentro de la medicina social en el país,
debemos de entender como la ‘medicina científica’ estableció un determinado campo de
‘visibilidad’, es decir, debemos encargarnos de la “emergencia, de la estructura, dinámica
interna y de las mutaciones” (Polo, 2010:40) que se presentaron en la conformación de esta
disciplina; de este poder-saber que implementó sus prácticas sobre los individuos y la
población.
Partiendo de la hipótesis de Foucault al momento que menciona que: “en toda sociedad la
producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por un cierto
número de procedimientos que tienen por función conjurar los poderes y peligros, dominar el
acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad” (Foucault, 1992:11) y
al tener presente que todo discurso es una práctica social, que obedece reglas y está
respaldado en una institucionalidad que despliega prácticas para racionalizar el mundo,
podemos decir que la constitución de un discurso, considerado como científico, depende de
cómo una
institución del saber fabrica las redes institucionales, sociales y políticas,[determinando
las reglas profesionales del oficio y las reglas del reconocimiento titular] por donde
circula sus producciones; saber que opera como un vehículo de la legitimidad de la
institución, por tanto, los textos que circulan son el producto de un lugar que posee una
triple dimensión: epistemológico, institucional y político (Polo, 2010:42).

En consecuencia la fabricación de “las redes institucionales, sociales y políticas” son lo que


resguardan la ‘cientificidad’ de un discurso; ya que permiten que este circule y tenga una
aceptación social lo suficientemente difundida para considerarlo como ciencia. A
continuación expondremos los elementos que facilitó que el discurso médico-práctico se
consolide en un determinado ‘horizonte de sentido’, el mismo que proporcionó una forma
específica a la medicina, de racionalizar la realidad, dentro de las prácticas sociales.

- 14 -
La construcción de un nuevo ‘horizonte de sentido’ y la medicina científica como parte
del mismo.
En el mes de junio de 1858 Gabriel García Moreno en calidad de rector de la Universidad
Central presentó un informe al ministro secretario de Estado dando a conocer las condiciones
en la cual se encontraba la enseñanza superior en la ciudad de Quito. Una vez expuestas las
mejoras en infraestructura que se implementaron en este centro educativo y de mencionar las
dificultades que se le han presentado en su afán de “conseguir el verdadero progreso y para
que la juventud adquiera una sólida y verdadera ilustración”, Gabriel García Moreno señaló
que “desgraciadamente todo es ineficaz y superfluo a presencia de la ley del 28 de octubre de
1853; porque legalizadas en cierto modo la ociosidad y la pereza y autorizado el odio al
trabajo y al método mejor de aprender bien” (citado por Espinosa, 1930:39).
El rector de la Universidad se refería a la ley de “libertad de estudios”1 la cual desde su
aprobación, siguiendo las palabras del mismo, “ha hecho aniquilar al solido saber
sustituyéndole en apariencias (…) y se han empleado la autoridad pública y toda una Ley para
que la primera de las necesidades morales, la del saber, sea entre nosotros nominal, aparente,
equivoca y llena de errores” (citado por Espinosa, 1930:39). Estas quejas, ocasionadas por la
vigencia de la ley de ‘libertad de estudios’, eran llevadas al poder ejecutivo desde la máxima
autoridad de la academia ecuatoriana de aquel entonces; que veía como nefastas para el
progreso científico de las disciplinas necesarias para el progreso del país, los resultados de
dicho reglamento; lo mismo que ocasionó un “retroceso de la educación”; de esta forma y
después de una serie de quejas por parte de las autoridades de la Universidad y de los
profesores del mismo centro educativo2, se iniciaría una confrontación en contra de la ley
orgánica de “libertad de estudios” con el objetivo de implementar una verdadera ‘enseñanza
científica’ que esté acorde con la educación moderna y con los nociones de progreso del
Estado.
Esta confrontación de la academia ecuatoriana fue retomada en la Asamblea Constituyente
de 1861, después de la guerra en contra del Jefe Civil y Militar de Guayaquil: General
1
.- Esta ley promulgada en el gobierno de José María Urbina permitió a los estudiantes universitarios rendir sus
exámenes y grados cuando quisieran y no estaban obligados a matricularse ni a asistir a clases; “nada era
obligatorio para el estudiante, ni siquiera el certificado de asistencia para un día de clase. Podía estudiar lo que
quisiera, como quisiera y cuando quisiera” (Espinosa, 1930:40).
2
.- Una de las quejas más enérgicas acerca de la ley de ‘libertad de estudios’ fue pronunciada por el doctor
Miguel Egas, profesos de la Facultas de medicina y Vicerrector de la Universidad, en su informe pronunciado en
el Despacho de Instrucción Pública en 1858 al momento que señaló que “los funestos efectos de la libertad de
estudios, basta añadir, por ahora, que ni aun el legislador que hubiese tenido el designio de echar por tierra
nuestra naciente educación literaria, hubiere escogitado un medio más eficaz y tan apropiado como esta ley, para
haber realizado sus deseos en tan poco tiempo; puesto, que, a consecuencia de ella hemos observado desiertas las
aulas, protegido el ocio, malogrados ciertos talentos, relajada la moral de los alumnos y autorizada la vagancia,
ni los catedráticos han podido conducir a la juventud por el sendero del deber, porque la ley al no exigir a los
cursantes la asistencia a las aulas ni el certificado de buena conducta, ha ensanchado el campo de la disipación
donde las ciencias han encontrado su sepulcro” (citado por Espinosa, 1930:38).

- 15 -
Guillermo Franco y ya desaparecida la idea de desintegración del Estado Ecuatoriano, en la
cual el ex–rector de la Universidad Central Gabriel García Moreno y miembro del triunvirato
que gobernó el Estado entre 1859 a 1861 designó en calidad de presidente constitucional del
Ecuador a la “Academia Nacional científica y literaria”3 ─creada por la misma Asamblea
Constituyente─ la elaboración de una nueva ley orgánica de Instrucción Pública la cual
debería sustituir a la ley de “libertad de estudios” que tanto daño había provocado a la
enseñanza superior4.
La nueva ley orgánica de Instrucción Pública, creada por los miembros de la Academia
Nacional científica y literaria, fue presentada y aprobada en 1863 la cual que creó cinco
facultades: Filosofía y Literatura, Jurisprudencia, Medicina y Farmacia, Teología y Ciencias
esta última dividida en dos secciones: Ciencias Físicas Matemáticas y de Ciencias Naturales.
A más de la creación de estas cinco facultades en la misma ley en su Art. 46 enunciaba que
“para graduarse de Doctor en Medicina y Farmacia a más de los exámenes escritos ha de
sostener el graduado uno que verse sobre la práctica de los ramos expresados” (citado por
Espinosa, 1930: 55). Con esta modificación, que incluyó una práctica necesaria en las ramas
de la Medicina y Farmacia, se pretendía dinamizar la enseñanza científica-práctica de las
ciencias relacionadas con el estudio del cuerpo del ser humano así como el estudio de las
enfermedades que se presentaban sobre él; esto no sé concretaría hasta 1873 año en el cual el
Dr. Ettiene Gayraud llegaría al país, contratado por el segundo gobierno de Gabriel García
Moreno, para la reorganización de la enseñanza médica en la ciudad de Quito.
El febrero de 1869 a menos de un mes de que Gabriel García Moreno fue declarado
dictador por segunda ocasión, esto fue el 17 de enero de mismo año, trató de “reformar
definitivamente la educación superior en el país” y reorientarla a los preceptos “científicos-
prácticos que el Estado Ecuatoriano necesitaba para su progreso” para esto decretó lo
siguiente:

3
.- Los primeros miembros de esta institución encargada de velar por la difusión de los avances científicos en el
país, con la publicación anual de una almanaque y de un periódico científico y literario, así como de designar los
textos que deberían ser implementados en la enseñanza tanto en los colegios como Universidades fueron: “ Dr.
Gabriel García Moreno, General Juan José Flores, Dr. Mariano Cueva, Carlos Aguirre, Sr. Rafael Carvajal,
Coronel Daniel Salvador, Dr. Pablo Herrera, Ingeniero Sebastián Wisse, Dr. Manuel Angulo, Dr. Guillermo
Jameson, Dr. Manuel Bustamante, Dr. Joaquín Tobar, Coronel Francisco Javier Salazar y Dr. Miguel Egas”
(Espinosa,1930:50). Es notable como esta Institución encargada de la protección y difusión de las ideas
científicas en el país estaba integrada por figuras políticas, científicas y militares las mismas que estarían
designadas a “fabricar las redes institucionales, sociales y políticas por donde circularías sus producciones”
(Polo, 2010:42); las cuales serían utilizadas como una forma de legitimación delante de la sociedad y una forma
determinada de racionalizar el mundo.
4
.- Ya en 1857 Gabriel García Moreno, José Tomas de Aguirre y Rafael Carvajal habían presentado un informe a
la Legislatura de aquel año, en el cual mencionaron lo que la ley concerniente a la ‘libertad de estudios’ estaba
provocando a la enseñanza superior en el país, y resaltaron que: “lejos de procurar el progreso científico del cual
depende el futuro bienestar del Ecuador,[la “libertad de estudios”] solo serviría para perpetuar y acrecer el
desorden y conducir a la República a su ruina por el camino de la barbarie” (Espinosa, 1930:44)

- 16 -
Considerando5:
1°- Que son defectuosas y absurdas la organización y dirección de la instrucción pública;
2°- Que en consecuencia de este vicioso sistema, la Universidad de esta Capital no
solamente ha hecho deplorar los funestos defectos de una enseñanza imperfecta, si no que
ha llegado a ser un foco de perversión de las más sanas doctrinas:
3°- Que es indispensable organizarla de una manera que corresponda al interesante fin de
su instrucción, ensanchando el círculo estrecho de carreras científicas a que se halla
reducida la enseñanza; y,
4°- Que para esto es necesario remover todos los obstáculos que pudieran oponerse a la
nueva organización.
Decreta:
Art. 1°.-Queda disuelto la Universidad.
Art. 2°.-La Facultad de Medicina solamente podrá continuar su enseñanza en el pie que
se halla en la actualidad, [con los mismos parámetros expuestos en la ley de 1863]
mientras se la de una nueva organización; debiendo confiarse a un solo profesor, que
nombrara el Gobierno, las clases de Anatomía y Cirugía (citado por Espinosa, 1930:60).

Después de la publicación de este decreto y debiendo el gobierno contratar un profesor que


dictase las clases de Anatomía y Cirugía, la tarea recaería sobre el cónsul general del Ecuador
en Francia señor Beltrán Foserquet el mismo que en agosto de 1873 logró que el Dr. Ettiene
Gayraud “acepté, después de largas dudas trasladarse a la capital del Ecuador para
cumplir,(…) una misión tan honrosa como difícil” (Gayraud & Domec, 1953:29); esta misión
que está expuesta claramente en el artículo primero del contrato del Dr. Gayraud con el
gobierno del Ecuador, dice lo siguiente:
M. Gayraud toma con el gobierno de la República del Ecuador el compromiso de
trasladarse a Quito, Capital de dicha República, para hacer los cursos de cirugía, dirigir
los de Anatomía en la Facultad de Medicina, dirigir los hospitales, y ejercer la cirugía
haciendo todas las operaciones quirúrgicas; en una palabra, ayudar al gobierno a
desarrollar y mejorar el ejercicio de la cirugía y de todo lo que se relacione con
tratamiento y curación de enfermedades de toda naturaleza, de acuerdo con el Gobierno,
que deberá seguir los consejos e instrucciones (Gayraud & Domec, 1953:29).

Como se afirma en el contrato del Dr. Gayraud su objetivo para con el gobierno era “ayudar a
desarrollar y mejorar el ejercicio de la cirugía”; lo cual implicaba la enseñanza práctica de
esta disciplina, así como la reorganización del aprendizaje de la medicina en la ciudad de
Quito, para lo cual el gobierno lo nombró Decano de la Facultad de Medicina.
Una de las primeras cosas que el Dr. Gayraud realizó como Decano de medicina “fue
terminar con un estado de cosas perjudiciales a la enseñanza” y ya que “la medicina debía
sufrir una reforma general” el Dr. Gayraud preparó “un nuevo reglamento destinado a poner
la enseñanza médica en relación con las exigencias de la ciencia moderna” (Gayraud &
Domec, 1953:30). Para lograr esta exigencia se construyó un ‘gran anfiteatro’, bajo planos
que el Dr. Gayraud había traído de Europa, en el cual se enseñaría de forma práctica
Anatomía y como profesor de esta cátedra se contrató en 1874 al Dr. Dominique Domec; el

5
.-Solo hemos trascrito en este trabajo los artículos relacionados al tema que nos interesa; para una mayor
profundidad en de este decreto pueden verlo en: Espinosa, Jaime (1930) “La Universidad Central en los
primeros cien años de vida republicana”. Quito. Editorial Universitaria. Páginas: 49-87.

- 17 -
cual fue “autorizado a conseguir en Francia todos los instrumentos y aparatos necesarios al
estudio de anatomía e histología” (Gayraud & Domec, 1953:30).
Una vez adecuado el terreno para la enseñanza de una ‘disciplina moderna’ como lo es la
medicina ─reforma curricular, construcción de espacios adecuados y destinados al
aprendizaje de la anatomía y disección de cuerpos, implementación adecuada de instrumentos
quirúrgicos así como obras de esta ciencia─ el Decano de dicha facultad se consagraría a “la
enseñanza de cirugía” así como junto a sus “clases teóricas estableció lecciones de
clínica”(Gayraud & Domec, 1953:30); convirtiendo a la ‘práctica médica’ en la piedra
angular en la cual se sustentaría el aprendizaje de la medicina.
Virgilio Paredes Borja historiador de las ciencias médicas en el país y traductor en 1953
del libro: “La Capitale de l´Equateur au point de vue Medico-Chirurgical” publicado por los
Dres. Gayraud y Domec en 1886, menciona que antes de la re-institucionalización de la
instrucción médica en la ciudad de Quito llevada a cabo por estos médicos franceses, “la
investigación científica no se practicaba [y] el ambiente médico se caracterizaba por el
dogmatismo racionalista aprendido en los textos de la medicina francesa, por la tendencia a la
discusión y la controversia escolástica de la medicina medieval” (Paredes, 1953:20). Para
eliminar este ambiente de la medicina ecuatoriana el Dr. Gayraud, en calidad de decano de la
facultad de Medicina, obtuvo “que los profesores siempre fuesen nombrados por concurso” e
impuso a los nuevos docentes que realicen “verdaderas lecciones preparadas con cuidado y
no, como pasaba, comentarios sobre un texto aprendido y recitado por los alumnos” (Gayraud
& Domec, 1953:31-32), así mismo antepuso maneras de proveer a las cátedras de medicina de
Agregados, Auxiliares, Preceptores y Ayudantes como un principio de garantizar la
institucionalidad de la enseñanza y asegurar la incorporación al profesorado de alumnos
orientados hacia una medicina práctica. Con estos cambios en la institucionalidad de la
enseñanza médica los Dres. Gayraud y Domec se consideran satisfechos por “haber asegurado
la institución definitiva de los estudios prácticos de anatomía y cirugía y haber iniciado todo
una generación médica en los procedimientos científicos que ignoraba completamente”
(Gayraud & Domec, 1953:33).
Otro rasgo que facilitó la implementación de una medicina cientificista basada en la
práctica y la observación; se relaciona con la creación de toda una red, siendo la reforma a la
enseñanza médica parte de la misma, por la cual circularon las ideas, principios
metodológicos6 y obras científicas “llamadas a influir poderosamente en el progreso y

6
.- Uno de los nuevos principios metodológicos que se impusieron, tanto en las ciencias médicas como naturales,
en aquel entonces se relacionaba con la “experimentación”; muestra de este nuevo principio se lo puede
encontrar en la pericia médico-legal realizada por el Dr. Domec a causa del asesinato del Arzobispo de Quito:
José Ignacio Checa y Barba en 1877, ya que una vez muerto el Arzobispo los médicos que trataron al mismo “en

- 18 -
felicidad de la República”. Para esto la Convención Nacional del Ecuador reunida en Quito, el
27 de agosto de 1869 aprobó la siguiente Ley:
Considerando:
I°.-Que las empresas nacionales sobre construcción de carreteras, caminos de herradura,
mejora material de ciudades y puertos, así como la necesidad premiosa de desarrollar
ciertas industrias llamadas a influir poderosamente en el progreso y felicidad de la
Republica, exigen con urgencia la formación de hombres capaces de desempeñar con
acierto y lucimiento los destinos públicos, que requieren conocimientos fundamentales en
matemáticas, ciencias naturales y otros estudios indispensables para el ejercicio de ciertas
profesiones de importancia.
2°.- Que desde que los grados anexos a las Facultades de Jurisprudencia y Medicina
pueden optarse en muchos de los Colegios de la Nación, la Universidad de Quito ha
dejado de ser un elemento necesario en la instrucción pública,
Decreta:
Art. 1°.-La Universidad establecida en la capital del Estado, se convertirá en Escuela
Politécnica, destinada exclusivamente a formar profesores de tecnología, ingenieros
civiles, arquitectos, maquinistas, ingenieros de minas, y profesores de Ciencias.
(…)
Art. 5°.-El Poder Ejecutivo dará de las rentas nacionales la suma necesaria para hacer
venir del extranjero los profesores necesarios con quienes se hará contrato especial para
las enseñanzas que deben dar (citado por Espinosa, 1930:63-64).

Una vez constituida la Escuela Politécnica y permitiendo que el poder ejecutivo pueda
contratar a profesores extranjeros que impartan las disciplinas necesarias para lograr la
“felicidad de la Republica”, el gobierno de Gabriel García Moreno por medio de sus vínculos
con “La Compañía de Jesús” pudo traer de Europa a profesores relacionados con esta orden
religiosa; los primeros catedráticos para el nuevo centro educativo llegaron en agosto de
18707 y fueron los Padres: Juan Bautista Menten, Teodoro Wolf y Luis Sodiro.

presencia de tales síntomas y de un desenlace tan rápido, los dos colegas [escribe el Dr. Domec] supusieron un
envenenamiento, pero sin especificar su naturaleza” (Gayraud & Domec,1953:244). Por este motivo fueron
llamados por el Juez de Letras los doctores: Dominique Domec profesor de Clínica Quirúrgica, Rafael
Rodríguez Maldonado profesor que fue de Terapéutica, Materia Médica y Clínica Interna, y Antonio Enrique
Arcos Médico del hospital San Juan de Dios, para realizar la autopsia al cadáver del Arzobispo.
Una vez descrito los vestidos y la posición en la cual los tres médicos encontraron el cadáver del Arzobispo, los
médicos iniciaron con el referido procedimiento; encontrando en el estómago del occiso “…(635 grs) de un
líquido de aspecto ligeramente opalino y turbio, el que fue entregado a la comisión correspondiente lo mismo
que la visera, para el análisis químico”; con el líquido extraído del estómago del Arzobispo se realizó una
“Experimentación Fisiológica” que se llevó a cabo de la siguiente forma: “La inyección hipodérmica practicada
en un perro de quince días de edad, y con tres gramos de líquido recogido en el estómago, produjo toda la serie
de síntomas propios de la intoxicación por la estricnina. Una rana en la cual se produjo el experimento anterior,
no ya con el líquido tal como se lo extrajo del estómago, sino después de concentración, murió al cabo de quince
minutos, ofreciendo todos los síntomas inherentes al estricnismo” (Gayraud & Domec, 1953:248-249). Solo una
vez practicado el experimento fisiológico, los tres médicos llegaron a la conclusión que la verdadera naturaleza
del envenenamiento del Arzobispo de Quito fue causada por la estricnina.
7
.-A estos tres primeros religiosos que llegaron al país en 1870 para impartir clases en la recién constituida
Escuela Politécnica se les unieron en 1871 los padres Emilio Müllendorff, José Kolberg, Luis Dressel y el
preparador del Museo Zoológico, Sr. Carlos Houstteter, y para asistente de Química el doctor José María Vivar.
En 1872 iniciaron a impartir cátedras los Padres Armando Wenzel, Cristiano Boetzkes y José Epping y como
mecánico el señor Guillermo Jaeger; en 1873 ingresaría como ayudante de Zoología, el señor Daniel Quijardo
también se incorporaron a la planta docente en el mismo año los señores Jacobo Elbert, y Nicolás Grunewalt
para profesores de Arquitectura e Ingeniería, respectivamente. En 1874 el padre Wolf por su salida de la
“Compañía de Jesús” dejó de impartir clases en este centro, y entraron los padres Alberto Claessem, Luis Heiss y
Eduardo Brugier completando, con la incorporación de estos religiosos, la planta docente del centro académico
(Espinosa,1930:67-77).

- 19 -
En octubre de 1870 el padre Menten en calidad de Decano de la facultad de Ciencias
Matemáticas y Naturales pronunció un discurso por motivo de la inauguración del año escolar
en la Escuela Politécnica, en el cual mencionó que sus intenciones y fines, de él y sus
compañeros, no eran otros que “el primero y superior, que además es propio de nuestro
estado, es la Gloria de Dios; el segundo la misma ciencia como un medio para nuestro
adelantamiento espiritual y material”; y al momento que habló de la importancia de este
nuevo centro de educación superior dijo que “es verdad, hay grandes dificultades que vencer,
pero estas no pueden arredrarnos en la vía del progreso que meditamos. Para que la Republica
llegue a su prosperidad y ventura en el comercio interno y externo con las demás naciones,
hay que luchar con la misma naturaleza (…)” (citado por Espinosa,1930:67-68). Este discurso
pronunciado en la inauguración de La Escuela Politécnica reflejó los ideales de progreso y
anhelo de avance tanto ‘espiritual como material’8 con el cual el Estado ecuatoriano concebía
las ciencias. En ese año 1870, se establecería un curso preparatorio con las asignaturas de
matemáticas superiores, Física experimental, Zoología, Geología y Botánica; todas estas
ciencias fueron enseñadas con el afán de direccionar inquietud y curiosidad científica tanto a
los jóvenes como a catedráticos9 de otras ramas.
En la edificación de esta institucionalidad científica y de la constitución de redes por las
cuales circularía lo que sería considerado ciencia, basadas en una práctica y observación
específica como lo fue el positivismo, la Escuela Politécnica significó formas concretas de
racionalización del mundo, de investigarlo e influir sobre él desde la Geología, Botánica,
Geografía y Químicas10. Otro rasgo relevante en la fabricación de esta tejido científico fue la
construcción en 1873, en las afueras de la ciudad de Quito en la zona de La Alameda, del
Observatorio Astronómico siendo su primer director el jesuita Juan Mentel; el Observatorio
como elemento en esta nueva arquitectura del institucionalismo científico en 1878 inicio una
serie de publicaciones11 sobre meteorología y climatología local (Samaniego,1957:225), con

8
.-Cabe señalar que el Dr. E. Gayraud al final del preámbulo del libro, escrito en compañía con el Dr. D. Domec
y publicado en 1886, menciona que el ilustre presidente [refiriéndose a García Moreno] los había asociado “a la
gran obra de regeneración de su país” (Gayraud & Domec,1953:34). De esta forma fortaleciendo tanto las
ciencias médicas como naturales, y creando una ‘red institucional’ se buscaba una salvación tanto física como
espiritual del Estado ecuatoriano.
9
.-Uno de los catedráticos de medicina que se inscribió en estos cursos preparatorios fue el Dr: “Miguel Egas
[que dictaba clases de Anatomía y Cirugía] y los abogados Carlos Casares. Juan Pablo Sáenz, Antonio Sánchez,
Fidel Sosa, Rafael Villamar, Joaquín Álvarez” (Espinosa,1930:69),
10
.-A más de las cátedras que los profesores de la Escuela Politécnica brindaban en este centro educativo la
administración pública recurría a ellos como “Asesores técnicos”, ejemplos de esto son: “los estudios sobre las
salinas de Santa Elena y el Morro, que se hallaban en mal estado y que después de las observaciones y consejos
realizadas por el P. Wolf hizo que estas empezaran a rendir una mejor utilidad. El P. Menten además de la
fundación del Observatorio, hizo estudios e inspecciones en el camino que se construía entre Alóag y Manabí. El
P. Dressel estudió las fuentes termales e hizo estudios sobre el petróleo ecuatoriano” (Espinosa,1930:82).
11
.- Las publicaciones realizadas por el Observatorio Astronómico desde 1878 fueron un sustento más a una serie
de obras que los profesores de la Escuela Politécnica realizaron desde su llegada al país; ejemplos de estas son
los trabajos realizados por: “El doctor Teodoro Wolf sus principales obras mientras estuvo en la Politécnica

- 20 -
lo cual se difundió los nuevos acontecimientos y principios de las normas positivistas que
dominaban en el discernimiento de la realidad. Con similares propósitos en 1875 se había
creado la “Escuela Privada de Anatomía Práctica con el exclusivo objeto de adelantar más y
más en el estudio de las materias que se enseñan prácticamente en el Anfiteatro del Hospital”
(Samaniego, 1957:212).
Un filamento más en la formación de esta nueva red institucional fue la creación en 1883
de “un periódico oficial de la Universidad, destinado al fomento de la instrucción pública y de
las ciencias en el Ecuador” (Espinosa, 1930:108); este periódico llamado “Anales de la
Universidad de Quito” pasaría hacer la principal revista científica en la cual los profesores de
la Universidad Central del Ecuador y personas relacionadas con la ciencia y literarios
publicasen los avances de estas disciplinas desarrolladas en el país. En el Prospecto escrito
con motivo del primer número de este periódico publicado en marzo de 1883 se escribió que:
Haciale falta en el estadio de las letras y las ciencias el arma de la prensa, y el
pensamiento de fundar los Anales de la Universidad de Quito nació el mismo día fausto y
glorioso de la reinstalación de Corporación tan importante y tan indispensable en un
Estado culto y progresista.
Ese pensamiento generoso, que no ha tardado en realizarse, ejercerá, como lo esperamos,
benéfica influencia no sólo en la Universidad, sino en toda la sociedad ecuatoriana. El
título de la Revista da a conocer bastante lo que deseamos que sea: limpio espejo que
refleje y muestre al mundo el activo desenvolvimiento de las facultades intelectuales y
morales de nuestra juventud universitaria, sus trabajos científicos y literarios, el estado de
las rentas y, en fin, todo cuanto constituya ya la organización y condiciones de la
existencia del Establecimiento y cuanto tenga relación con él (Anales de la Universidad
de Quito, 1883:1).

A través de este espacio oficial respaldado en la institucionalidad de la Universidad, así como


en toda una red de profesores, alumnos y principios metodológicos sustentados en la

fueron: 1.- los estudios geológicos que público “El Nacional” desde el número 22 de 1871. 2.-“Uber die
Bodenbewgung an der Kuste von Manabi” publicado en 1872. 3.-Tabla para determinar los minerales, mediante
sencillos ensayos químicos por la vía húmeda y seca de Fronz von Kobell. Traducción de Teodoro Wolf en
1872. 4.- “El fenómeno físico en la costa de Manabí” 1871, N°. 94 de “El Nacional”. 5,-“Crónica de los
fenómenos volcánicos y temblores en el Ecuador” 1873. 6.-“Relación de un viaje geognóstico por la provincia
del Guayas” 1874. [Y después de abandonar la “compañía de Jesús”] Todo el año de 1875 lo empleó en estudios
y viajes por las provincias del Guayas, Chimborazo y Galápagos. Frutos de ese largo periodo de estudios y
excursiones fueron sus obras: “Viajes Científicos” por Loja, (1879), Azuay (1879), Esmeraldas, (1879), sus
“Apuntes sobre el clima de las Islas Galápagos”, (1879), “Las Memorias sobre las Islas Galápagos” (1887) y
la “Carta de las provincias del Guayas y Los Ríos”. Pero su mejor obra fue la “Geografía y Geología del
Ecuador”. Otra labor importante del doctor Wolf fue “La Carta Geográfica”.
El P. José Kolberg publicó un texto de algebra superior y escribió tratados respecto de caminos y ferrocarriles y
de arquitectura. El P. J. Epping divulgó en sus obras sus conocimientos sobre Geometría Plana y del Espacio, de
Análisis Algebraico y Mecánica Teórica. El P. Emilio Mullendorff dejó un tratado de construcción de máquinas,
escrito en Zincografía.
El P. Cristiano Boetzkes escribió para sus alumnos dos obras: “Tratado de Zoología General” y el “Tratado de
Zoología Especial”. El P. Luis Dressel en 1873 público el Tratado de “Química Pura y Aplicada”. En 1874
publicó las tablas para el análisis cualitativo y en 1876 el estudio sobre algunas aguas minerales del Ecuador.
El P. Sodiro a más de ser Botánico era químico, zoólogo y agrónomo. Aprovechó como ninguno la riqueza
pteridrografica del Ecuador el que recorrió, formando diferentes colecciones. Solo la que llegó a la Universidad
consta de más de ocho mil ejemplares, con cuatro mil doscientas especies diferentes. Escribió muchísimas obras
sobre Botánica” (Espinosa, 1930:78-81).

- 21 -
observación y la práctica; la Revista ‘Anales’ surgió con un principio clasificatorio y de
discernimiento de lo que es o no científico. Ejemplo de este principio clasificatorio es un
artículo escrito por el doctor Manuel María Casares: Profesor de Patología General y
Nosografía, en junio de 1888 correspondiente al séptimo número de la revista12, en el cual por
motivo de una publicación en la “Gaceta Municipal de Guayaquil la número 227” el Dr.
Casares pidió aclaraciones acerca de “ciertos casos perniciosos y enfermedades de nervios”
ya que consideró que es “indispensable desentrañar el secreto de las dos proposiciones
etiológicas enunciadas [debido a que], para la resolución de un problema nosológico es
necesario precisar debidamente las ideas y palabras, de otro modo es imposible obtener
conclusiones provechosas” (Casares, 1888:381-382). El profesor de Patología General lo que
estuvo reclamando es una cierta rigurosidad al momento de describir y clasificar las
enfermedades ya que “cuando se abandona el método científico, no se consigue otra cosa que
enredarse y perderse en el laberinto de las hipótesis y de los errores” (Casares, 1888:382).
De igual manera el catedrático hacia un llamando, “por interés de la ciencia”, a exponer
con “más claridad los conceptos” e insiste en puntualizar que “no se concibe una idea
científica si no la engendran motivos más o menos racionales y conformes con los principios
de la ciencia” (Casares, 1888:383). Con esto lo que se estaba imponiendo era una forma
específica en la creación científica, en la cual se defendió un método, una rigurosidad en las
palabras que se emplean en la construcción de discursos y lo que se puede o no racionalizar
como “ideas científicas”; todos estos elementos debían estar acorde con los principios de la
ciencia los mismos que instauraron una nueva forma de concebir la realidad.
En definitiva, esta nueva institucionalidad, sustentada en la restructuración del aprendizaje
de la medicina y ciencias naturales con la fabricación y constitución de redes por las cuales se
difundieron los discursos y principios de lo que era o no científico, suministró un nuevo
campo de visibilidad a la producción intelectual. En este nuevo campo de visibilidad el objeto
de saber de la medicina: la patología, surgiría no únicamente para explicar la realidad
fenomenológica de la sociedad, sino que dotó de todo un nuevo horizonte de sentido al mundo
y a las prácticas sociales.

12
.-La Revista “Anales de la Universidad de Quito” después de agosto de 1883 dejó de publicarse por motivos
de no contar, la Universidad, con una imprenta propia. Ya que “La Imprenta Nacional” en la cual se imprimió
los primeros seis números de la revista “tuvo que emplearse en otros trabajos importantes que exigían
preferencia”; este problema se solucionó en 1887 cuando la Universidad Central pudo obtener los fondos
suficientes para adquirir una imprenta, la misma que fue comprada en la ciudad de Nueva York; con esta nueva
adquisición, llegada en 1888, la Universidad volvió a publicar esta revista con el nombre de “Anales de la
Universidad Central del Ecuador” reapareciendo en junio de 1888 (Enriquez, 1888:329-330).

- 22 -
El ‘objeto de saber’ de la medicina científica: la patología y sus preguntas sobre la
población y lo social.
A raíz de la reforma a la enseñanza de la medicina en la ciudad de Quito basada en una
práctica médica, y sustentada en un punto de vista médico-quirúrgico así como en una red
institucional que respaldó los dispositivos implementados sobre el cuerpo y la población. El
‘objeto de saber’ de la medicina científica: la patología, se constituyó en la norma que perfiló
la mirada médica, otorgándole “los referentes necesarios para construir y ver de determinada
manera la realidad e influir en ella” (Osorio, 2014:71).
La patología como ‘objeto del saber’ de la medicina se convirtió en el fundamento
sistemático de los fenómenos morbosos, de su análisis y clasificación, que atañen a los
mecanismos de la enfermedad “cuyo origen tiene que ser buscado en la experiencia que los
hombres tienen de sus relaciones de conjunto con el medio ambiente” (Canguilhem, 2011:61);
y que en mayor o menos intensidad afectan el funcionamiento normal del individuo o una
población.
De esta manera, el nuevo punto de vista de la medicina previó al diagnóstico de patologías
en casos individuales, tenía que reseñar las condiciones geográficas, climáticas y los
diferentes hábitos ─de alimentación, de vestimenta y comportamiento social─ en los cuales
los habitantes de una sociedad se desenvolvían; ya que estos podían ocasionar predisposición
a enfermedades y taras que ponían en peligro la existencia de una comunidad. De esta forma,
al preguntarse la patología sobre estas condiciones ─geográficas, climáticas y por las
costumbres y hábitos─ estaría desplegando su mirada sobre asuntos relacionados a la
población y lo social.
En el libro “La capital del Ecuador desde el punto de vista Médico-Quirúrgico” ─1886─
los Dres. Gayraud y Domec inician su análisis de la población quiteña con una aproximación
de los habitantes que residían en esta ciudad, entre “40 a 50.000 habitantes”, pasan después a
describir las condiciones topográficas ─geográficas y climáticas─ en la cual esta población
reside: “la meseta de Quito se encuentra cerca de 3.000 metros sobre el nivel del mar” pero en
comparación con el clima de Europa ─“los fuertes calores de nuestros veranos [escriben los
médicos franceses] y los rigurosos fríos de nuestros inviernos”─ “en Quito reina, se puede
decir sin exageración, perpetua primavera” oscilando el termómetro entre “+13° y +16°”; y
aunque las lluvias son muy abundantes existe una distinción entre invierno y verano “el
invierno, o estación de lluvias, dura desde el mes de octubre hasta el mes de junio” y la
estación seca, en la cual “no es muy raro ver las tempestades disiparse con la misma rapidez
que aparecieron, comprende el intervalo entre los meses de junio y octubre” (Gayraud &
Domec, 1953:36-37). Lo significativo de explicar estas condiciones geográficas y climáticas,

- 23 -
así como otras13,era con el fin de “dar una idea exacta de las condiciones que llamamos
intrínsecas, en las que viven los quiteños” (Gayraud & Domec, 1953:42) así como las
condiciones en las que crecen. Todo esto estuvo direccionado a la creación de los elementos
suficientes que serían utilizados en el momento de diagnosticar y clasificar las patologías en
una población.
Antes de referirse a las condiciones ‘intrínsecas’ de la población, los médicos franceses
describieron las condiciones en las cuales se encontraban las calles14, plazas y casas 15
de la
ciudad de Quito; y expusieron como estas construcciones ponían en riesgo la salud de las
personas que transitan y habitan en ellas.
Al momento que los Dres. Gayraud y Domec describen los hábitos de vestimenta de los
quiteños realizan una diferenciación entre “la clase acomodada, los hombres de pueblo y los
indios” los que por su posición económica y social se diferencia en sus vestidos; mientras que
los hombres de la clase acomodada “se conforma a los usos europeos”, “los hombres del
pueblo los que habitan la ciudad visten semejante [escriben los doctores] a nuestros obreros y
campesinos, no tienen de especial más que una pieza de tejido más o menos fina, designada
bajo el nombre de 'poncho' (…) este cubre las espaldas y gran parte del tronco, sirve, durante
el día como capa y la noche de cobija” mientras que “los indios le llevan constantemente y
forma toda su vestimenta con un pantalón o ciertas veces un calzón de tela que ordinariamente
deja descubiertas las piernas” (Gayraud & Domec, 1953:44). A su vez la vestimenta de las
mujeres, tanto “las señoras como las mujeres de pueblo”, varia en pequeños rasgos; mientras
que “las señoras llevan un vestido de cola y un chal el mismo que les cubre la cabeza y una
parte de la cara”, las mujeres de pueblo llevan el chal bajo el nombre de “reboso, solamente

13
.-A más de la descripción de espacio geográfico que ocupan los habitantes de Quito, así como del clima de la
ciudad, los Dres. Gayraud y Domec realizaron observaciones acerca de: 1.- “la producción del suelo
ecuatoriano”, 2.- de las “substancias alimenticias que suministra el Ecuador (…) la patata son abundantes y de
muy buena calidad (el maíz, el trigo, el centeno la cebada, el café la caña de azúcar, el cacao y las frutas
indígenas)”, 3.-de los pastos que “ejercen una influencia marcada en la producción de carne y leche”, 4.- la
calidad del agua la cual es “sana y abundante” 5.- y de los minerales que “a cada paso se encuentra fuentes de
una rica mineralización, cuyos beneficios terapéuticos son desconocidos” (Gayraud & Domec,1953:38-41).
14
.-Las calles son: “rectas, tiradas a cordel, recíprocamente perpendiculares, de manera de encuadrar espacios
cuadrados ("cuadras") de al rededor 90 mts de largo. Han sido totalmente transformadas (y han desaparecido) las
calles que formaban dos planos inclinados, en las que se estancaban unas aguas infectas y toda clase de
inmundicias que sólo las lluvias torrenciales podían limpiar” (Gayraud & Domec,1953:42).
15
.-Por otro lado las casas en su exterior “se las embadurna cada año con cal, que les da una centellante blancura”
en su interior “llama la atención, entrando en estas casas, el abandono casi completo en que se encuentra la
planta baja. Cuando no es del todo inhabitable, no es ocupada sino en parte, sea por almacenes, sea por familias
pobres o por domésticos; la humedad penetra fácilmente durante las fuertes lluvias, y estos especies de
departamentos no merecen sino la reputación de alojamientos insalubres”, así como los “departamentos son muy
amplios, casi todos mal cerrados, las puertas y las ventanas presentan numerosas hendijas” (Gayraud &
Domec,1953:43-43). Los Dres. Gayraud y Domec realizando estas observaciones advierten que desde el punto
de vista médico-quirúrgico las condiciones de las casa facilitan que ciertas patologías se desarrollen en su
interior poniendo en riego las vidas de las personas que las habitan.

- 24 -
que ellas no se cubren toda la cabeza y la cara, sus vestidos exteriores son hechos en el país,
con una gruesa lana llamada bayeta” (Gayraud & Domec, 1953:44).
De la misma forma la alimentación, que también esta mediada por la topografía y el clima
así como por las técnicas implementadas en la producción de alimentos, fue analizada por los
médicos franceses en dos dimensiones; la primera refiriéndose a la variedad de productos que
existen en la dieta y la segunda las limitaciones que tiene un número considerable de la
población al momento de procurarse estos productos. Mientras que, según estos médicos, “las
patatas son una bendición”, “la carne es abundante” así como “los lacticinios y los huevos son
largamente empleados” (Gayraud & Domec, 1953:45) y consumidos en parte de la población;
“la alimentación de los indios es casi exclusivamente vegetal, el maíz cocido o tostado, la
harina de cebada cernida, las patatas, la caña de azúcar y las frutas; tales son sus cotidianos
alimentos” (Gayraud & Domec, 1953:46). Esta diferenciación en la alimentación demarcaría
el estado fisiológico de los habitantes de la capital del Ecuador.
Considerando que la construcción de calles, casa, la vestimenta así como la alimentación
son condiciones impuestas a una población específica tanto por el clima así como por la
topografía; el nuevo punto de vista de la medicina científica ve conveniente analizar estos
factores, ya que estas imposiciones implican un sitio de apoyo en el cual la “concepción de
patología” deben establecer un “conocimiento previo del estado normal respectivo”
(Canguilhem, 2011:28). Dicho en otras palabras, un estado normal siempre va a estar
mediado por la posibilidad de que un estado patológico, que se desprende de las
particularidades que los habitantes han creado en su adaptación a un medio ambiente
determinado, se puede convertir en parte constitutiva de una población16.

16
.-El Dr. Miguel Egas, profesor de Medicina Legal e Higiene Pública de la Universidad Central del Ecuador, en
1883 en una artículo titulado: ‘Observaciones médicas’ relacionó “las enfermedades más ordinarias que se
presentan en la República y las causas de que, al parecer proceden” (Egas,1883:84) con los diferentes climas del
país y como una forma característica de los habitantes de estas localidades que estaban predispuestos, tanto por
su alimentación como por sus condiciones de vida, a desarrollar ciertas enfermedades.
De esta manera, el Dr. Egas escribe “en ciertos pueblos de la provincia de Cuenca, dominan de tal modo las
enfermedades vermiculares y cutáneas, que sería de suma importancia el descubrimiento de las causas que las
engendran. Para no proceder vagamente en esta clase de investigaciones, convendría fijar la atención, respecto de
las primeras, en el uso diario que suele hacerse de los alimentos harinosos y feculentos, y respecto de las
segundas, en las circunstancias peculiares que contribuyen a turbar la función secretoria de la piel. Los
moradores de dichos pueblos que, por negocios de comercio, emprenden marchas fatigosas por caminos
cruzados de ríos, cuyas aguas son demasiado frías si se las compara con la temperatura media de la atmosfera, se
ven obligados a atravesar estas aguas, estando con el cuerpo cubierto de sudor; y prosiguen su marcha, repitiendo
el mismo acto de imprudencia en cuantos ríos encuentran en el tránsito. De aquí proviene que la transpiración
cutánea cesa repentinamente y varias veces, dando origen, con semejante desorden, a una multitud de
enfermedades eruptivas. Quizá pudiera también explicarse, por la misma causa, el hecho notable de que, en esta
provincia, sean tan frecuentes los casos de elefancia; y, para que tal teoría no pareciese en extremo aventurada,
convendría llamar en su apoyo las observaciones que, de tiempo atrás, atestiguan que en otros lugares, como
Ambato e Ibarra, en que la temperatura: de sus aguas tampoco está en relación con la del ambiente, se ven de
continuo algunos individuos atacados de lepra leonina” (Egas, 1883:83).

- 25 -
Por otro lado, las costumbres, hábitos y “clase de vida” de los quiteños fueron señalados
por los Dres. Gayraud y Domec “exclusivamente bajo el punto de vista de la influencia que
estas pueden ejercer sobre su salud o sobre sus enfermedades” (Gayraud & Domec, 1953:47).
La observación y análisis de los hábitos y costumbres de los quiteños estuvieron
direccionados a la posibilidad de que estos, al no ser controlados a tiempo, causarían
enfermedades que se desarrollarían en la población convirtiéndose, esas posibles
enfermedades, en un estado patológico inherente a la sociedad.
Entre las costumbres o posibles estados patológicos de los habitantes de Quito; escriben
los médicos franceses, estaba el hecho de que estos: “son muy ociosos y que la ociosidad les
ha hecho contraer muchos hábitos dañosos para la salud, entre los que señalaremos de una
manera especial los hábitos alcohólicos, que son un tanto más funestos cuanto que las bebidas
usuales son falsificadas o de una calidad muy dudosa” (Gayraud & Domec, 1953:50). Al
colocar en relieve las costumbres “ociosas” de los habitantes de la ciudad, y al considerar que
estas pueden ser más graves para la salud por la falta de normativas a la regulación de las
bebidas alcohólicas, consideran los médicos franceses y siguiendo la norma médica, la
necesidad de corregir los hábitos que “traen lamentables excesos” por lo que “la civilización y
la medicina le deben su reprobación” (Gayraud & Domec, 1953:51).
Otro de los hábitos que los Dres. Gayraud y Domec consideran que puede ocasionar
enfermedades a la población, y siendo esta costumbre de una “extrema frecuencia”, es la
predisposición de los quiteños a “casarse entre consanguíneos”; lo cual es deducible debido a
que “las relaciones amistosas no se extienden sino raramente fuera de la familia” así como por
la falta “de lugares públicos en donde hay ocasión de verse” (Gayraud & Domec, 1953:52).
Esta costumbre estuvo relacionada con el aumento de ciertas enfermedades hereditarias que
estos matrimonios, entre consanguíneos, han llevado a incrementar en la sociedad; al respecto
de esto, y al no obtener datos suficientes en Quito para realizar una comparación entre
matrimonios consanguíneos y no consanguíneos ya que estos últimos “son de una tal rareza”
en la ciudad:
Deberíase establecer la comparación entre la población de Quito y una equivalente
cantidad de población tomada en otro parte del globo, para ver de que lado se encuentran
más casos de aborto, deformidad, idiotismo, enfermedades hereditarios; en una palabra,
más hechos que con, justicia o razón, hayan sido puestos en la cuenta de matrimonios
consanguíneos, pero, algunas conclusiones, estarán desprovistas de valor, puesto que
habría faltado hacer abstracción de otros influencias que no pueden ser los mismos en los
dos lados. Que hay en Quito relativamente más deformidades, sobre todo de pié bots, más
casos de idiotismo, más mortalidad que en otros países, es muy posible, estamos llevados
o creerlo; (…), para explicar el hecho, tener derechos de poner adelante la influencia
exclusiva de los matrimonios consanguíneos (Gayraud & Domec, 1953:52).

- 26 -
Esta costumbre en los habitantes de la ciudad de Quito ocasionó que las taras hereditarias se
exterioricen en forma de estigmas corporales que, si bien los médicos franceses no hablan
directamente de la ‘teoría de la degeneración’ si resaltan uno de sus principales elementes,
estuvieron relacionados con enfermedades congénitas las mismas que desde el punto de vista
médico-quirúrgico fueron esclarecidas al buscar sus causas patológicas en los tejidos sociales
y hábitos de la población.
A través de la observación de las costumbres, hábitos y “estilo de vida” de los quiteños
como posibles causas de enfermedades, se constituyó otra forma de racionalización de la vida
social y subjetiva las cuales se reorientarían al principio de la medicina científica que es la
salud. Esta nueva norma solo pudo ser tomada como referencia al momento que fue
“instituida o escogida como expresión de una preferencia y como instrumento de una voluntad
de substitución de un estado de cosas que decepciona por un estado de cosas que satisface”
(Canguilhem, 2011:188); en este sentido las ciencias médicas tuvieron que exponer estos
“estados de cosas” y el porqué de su preferencia por la norma médica, una vez expuesto lo
patológico, en el reordenamiento de una población. Es decir, que la medicina se transformó en
un gran ente clasificador que distinguiría: lo bueno y lo mala, lo correcto e incorrecto, lo
normal o lo patológico, basándose en “una voluntad de substitución” de que es o no idóneo
para el funcionamiento y progreso de lo social desde el punto de vista médico.
Por consiguiente, las preguntas que la patología desplegó, como ‘objeto de saber’ de la
medicina, sobre la población y lo social estuvieron destinadas a crear un sustento supra-
corpóreo en el cual no únicamente se buscaría la enfermedad en signos y síntomas
determinados en un individuo; sino que se los enmarcarían en una serie de condiciones
determinadas sobre los habitantes de una sociedad que debido a su adaptabilidad al medio
ambiente y al modo de existencia que estas se han proporcionado ─costumbres, hábitos─,
crearían predisposiciones de estados patológicos enraizados en las mismas prácticas sociales.

- 27 -
CAPITULO III:
SIGNOS Y SÍNTOMAS DE LA DEGENERACIÓN.

Los signos y los síntomas de la degeneración de la sociedad ecuatoriana fueron descritos


dentro de una red institucional que erigió sus cimientos y un tejido epistemológico, político y
social en las últimas tres décadas del siglo XIX; por donde circularon ideas, producciones
científicas y principios metodológicos orientados a intervenir sobre la sociedad. En el interior
de esta red la Medicina portadora de un poder-saber analizó a través de la observación y
experimentación tanto a los individuos como a la población.
En el Ecuador la relevancia que se les dio a los signos y síntomas patológicos en el espacio
social y en la población se enmarcaron en el interior de un discurso especializado de las
ciencias médicas como lo fue el Higienismo; este discurso especializado se desplegó en dos
dimensiones: la primera en la limpieza del cuerpo, sus hábitos, como un medio de mantener la
salud individual y la segunda en la limpieza del espacio social como “un algo” necesario para
proteger a la población de posibles enfermedades. Las observaciones del Higienismo
estuvieron destinadas a controlar y corregir los comportamientos de una sociedad
determinada; y para lograr estos fines se implementaron normas las cuales fueron destinas
“tanto al cuerpo que se quiere disciplinar como a la población que se quiere regular”
(Foucault, 1997:204). Estas normas, orientadas a conservar la limpieza como principio de
salud en el individuo y el espacio social, al no ser un fundamento natural ya que tienen un
papel de “exigencia y coerción” en los ámbitos en que son empleadas conservan “un elemento
a partir del cual puede fundar y legitimar cierto ejercicio del poder” (Foucault,2007b:57); que
en este caso son las prácticas médicas.
En esta racionalización del discurso médico el análisis de los signos y de los síntomas,
denotaremos como este saber-poder analizó las patologías sociales, las clasificó e identificó a
los sujetos que las portaban; catalogándolos como seres enfermizos que si no eran tratados a
tiempo colocaría en riesgo la conformación de la población. Esta denotación, de signos y
síntomas de las patologías sociales en la población ecuatoriana, estaba direccionada a la
necesidad de crear normas que controlen y corrijan las costumbres y hábitos que influían en la
predisposición a un estado mórbido degenerativo o a su vez podía agravar un estado
enfermizo del conjunto social.

La higiene y el Higienismo: de la limpieza del cuerpo a la normalización social.


El Higienismo, en el país, se afirmó como discurso especializado de las ciencias médicas en
las primeras décadas del siglo XX; esto no significa que antes de esta especialización no
existieron análisis que estuvieron relacionados a la higiene individual o la higiene del espacio

- 28 -
social, más bien los análisis previos que trataron a la higiene denotaron la falta de un grupo de
médicos especializados en un punto de vista higiénico que colocase la relevancia necesaria en
estos temas de suma importancia para la implementación de un proyecto de normalización
social. Antes de exponer el discurso médico Higienista y como este perseguía, a través del
establecimiento de normas sociales y jurídicas, la regulación de ciertas relaciones sociales que
tenían que ver con la prevención de patologías en una población; señalaremos como la nueva
red científica, institucionalizada en las tres últimas décadas del siglo XIX, analizó la higiene y
su importancia en la sociedad.
La reforma educativa realizada por el Dr. Gayraud en 1873, en calidad de decano de la
facultad de Medicina, ya colocaba a la enseñanza de la higiene como uno de los puntos de
vista que la medicina-práctica debía de colocar en “relación con las exigencias de la ciencia
moderna” (Gayraud & Domec, 1953:31). Muestra de esta relación fueron las observaciones
realizadas por los Dres. Gayraud y Domec y siendo fieles a su propósito de seguir “a los
quiteños desde su nacimiento hasta su muerte” (Gayraud & Domec, 1953:47) los médicos
franceses expusieron algunas de las prácticas relacionadas con la higiene, tanto individuales
como colectivas, de los habitantes de la ciudad de Quito. Una de estas prácticas, observadas
por los médicos, fueron “los artificios usados para reparar los inrreparables ultrajes de los
años”(Gayraud & Domec, 1953:53), siendo
la piel blanca y cabellos rubios extremadamente buscados, y que no figure que esto es
simplemente una cuestión estética; la dignidad genealógica entra también en el juego. Las
personas morenas, que constituyen la mayoría, son supuestas siempre de tener más o
menos de sangre india en sus venas, y este supuesto, que sea o no justificado, les
preocupa y les aflige y por esto buscan por medios diversos disimular su tinte oscuro
(Gayraud & Domec, 1953:54).

Este hábito, observado como higiénico por los doctores franceses, pone de relieve las
consideraciones raciales que los habitantes de Quito tenían integradas en su imaginario social;
a esto hay que agregar que la medicina práctica-cientificista les otorgaría nuevos elementos,
tales como la higiene y las mediciones anatómicas ─contorno craneal, talla, peso, medidas
faciales─, de clasificación que fueron utilizados como pruebas de distinción y apartamiento
del interior del conjunto social.
Al momento que hablaron “de la higiene del pueblo” esta solo ofreció “un espectáculo
triste y afligido”; para demostrar este espectáculo se dividió en dos segmentos, desde el punto
de vista médico, a la población que pertenecía al pueblo: la primera “los mestizos o
individuos que provienen de dos razas diferentes, sea de la raza negra y de la blanca 'zambos',
sea de la raza india y de la blanca 'cholos'” y la segunda “los autóctonos, que tienen el nombre
de indios” (Gayraud & Domec, 1953:56). La higiene del primer segmento del pueblo:

- 29 -
la que suministra la mayor parte de domésticos, es también en ese rango que se recluta la
armada, muchas veces hasta de oficiales. Los cholos y los zambos domésticos viven en
condiciones higiénicas bastante satisfactorias (…), mientras que no es lo mismo para los
otros, que viven mezclados en reductos oscuros, bajos y húmedos, se nutren mal y
carecen de vestidos (Gayraud & Domec, 1953:56).

Mientras que las condiciones higiénicas de “los indios”, estos “no tienen de humano sino la
atribución física, […]; viven y duermen a la intemperie o en miserables chozas siempre de un
abrigo muy incompleto. Son holgazanes, embrutecidos y no trabajan sino cuando se les
forza”. Lo que tienen de similitud estos dos segmentos del pueblo es que “los unos como los
otros son igualmente perezosos; […], y la ociosidad les lleva rectamente a los más grandes
prejuicios” (Gayraud & Domec, 1953:57-58).
Ya desde el inicio de la construcción del discurso relacionado con la higiene, se puede
notar como se emplearon permanentemente categorías raciales, morales y sociales para
significar espacios y segmentos de la población y la sociedad; lo cual llevó a la creación de
aprensiones que, con ayuda de un discurso médico cientificista, moldearon nuevos
imaginarios sociales; los cuales fueron utilizados como un medio de clasificación entre: bueno
o malo, correcto e incorrecto, normal o patológico; sustentando estas clasificaciones en
principios cientificistas que eran respaldados en una red institucional.
Después de esta primeros análisis, desde el punto de vista médico-quirúrgico, relacionado
con la higiene y las costumbres higiénicas de los habitantes de Quito y los miembros del
pueblo de esta ciudad (Gayraud & Domec, 1953:42-57); en 1888 el Dr. Lino Cárdenas
publicó un artículo titulado “Observaciones de higiene local” en el cual realizó una analogía
entre salud, higiene y civilización. En este artículo el Dr. Cárdenas escribió que siendo “la
salud el don más precioso que posee el hombre, y por consiguiente la sociedad” y siendo la
higiene el arte de conservar la salud:
esta divinidad [refiriéndose a la higiene], que poniéndonos á la vista las monstruosas
consecuencias de los vicios, nos enseña la moralidad; manifestándonos los males que
suceden á la ignorancia, predica la instrucción; evitando ó destruyendo las causas de las
enfermedades, aumenta y mejora la población. Población, saber y moralidad dan por
resultante civilización (Cárdenas, 1888:685-686).

Estas tres dimensiones de la higiene “población, saber y moralidad” estuvieron relacionadas


con un proyecto político denominado “progresista”, que respaldado por los gobiernos de
Caamaño, Flores Jijón y Cordero; se sustentó en “la técnica como elemento indispensable
para el progreso material” (Paredes, 1963:304), con formas específicas de observar e
intervenir sobre lo social.
En este intervenir sobre lo social se debían de implementar las normas necesarias para que
esta “divinidad”, apoyada en el principio de que “los gobiernos están en la estricta obligación
de poner todas las medidas para conservarla [la higiene], cuando existe; mejorarla y

- 30 -
precaverla, si se halla amenazada de algún peligro” (Cárdenas, 1888:685); pueda ser útil para
los fines que el nuevo punto de vista de la medicina, y la búsqueda de civilización, le exigía
sobre la población. Es decir, normalizar los comportamientos y las costumbres que ponían en
riesgo la salud de la sociedad.
Para denotar lo que la falta de higiene ocasionaría a los individuos como a la población el
Dr. Cárdenas expondría los males que estaría acompañados con el desaseo, tanto a nivel
corporal como a nivel social; en el individuo la falta de condiciones y hábitos higiénicos
ocasionaría:
inflamaciones supurativas de los ojos, nariz, y oídos, la escrófula con sus terribles
consecuencias, las diarreas, disenterías, &., tienen por causa muchas veces, el desaseo; y
lo peor es, que tales afecciones no son el patrimonio exclusivo de sus poseedores, pues
entonces sería su justo castigo; pero su pernicioso influjo se va más lejos, y muchas
ocasiones, es la única herencia que los padres legan á sus hijos (Cárdenas, 1888:687).

Lo que estuvo en juego fue impedir una nueva generación de personas con costumbres
mórbidas, que ya presentaban estigmas y que estuvieron propiciando todo un estado
patológico en lo social, ya que “los crímenes y los vicios son más frecuentes en la parte de la
sociedad que más descuida la salud; sin la Higiene privada se enferma y muere el hombre; sin
la Higiene pública se enferma y muere la sociedad” (Cárdenas, 1888:686). Con estas
comparaciones entre individuo y sociedad dándoles una conexión permanente entre bien y
mal, salud y enfermedad; la implementación de un discurso especializado, así como las
instituciones que sustenten sus prácticas, no podían esperar.
Hay que mencionar además que para remediar estos estados mórbidos se creó como necesario
la exigencia de la implementación de tres puntos: “el primero y principal debe ser la difusión
de los conocimientos higiénicos en todas las clases sociales; después el estricto cumplimiento
de las leyes de Policía; […] y por fin; la formación de un consejo médico que estudie y
promulgue leyes higiénicas adecuadas” (Cárdenas, 1888:689). Con la implementación de
estos puntos se trató de normar tanto al cuerpo como a la población.
En las observaciones y experimentos17 realizados por el Dr. Cárdenas esté ya deducía que
“la influencia del desaseo en la disminución y desmejoramiento de la población no puede ser
más evidente; el de las personas daña la constitución de los individuos, disminuye la duración
media de la vida y da lugar á una generación raquítica y propensa á las enfermedades”
(Cárdenas, 1888:690). Esta posible generación raquítica y propensa a las enfermedades, que
se concebiría si no se atiende a la higiene tanto de las personas como de la población, serían
los signos de una sociedad en procesos degenerativo; de la misma forma fue considerado
17
.- Los experimentos que realizó el Dr. Cárdenas, para sustentar sus observaciones, se relacionaron con las
consecuencias que la falta de higiene ocasionaba sobre la piel “la prueba de esto nos dan los experimentos
hechos en animales cuya piel se ha cubierto de un barniz impermeable, pues estos no pueden existir por algún
tiempo sin enfermarse y morir” (Cárdenas, 1888:687).

- 31 -
como signo dégénératrices las diferentes epidemias que se propagaron por el país18 en la
década de los años 80 del siglo XIX.
Dando como resultado, a consideración de estas epidemias, que el ministro de Instrucción
Pública siguiendo órdenes del presidente Antonio Flores Jijón, en sesión del 20 de noviembre
de 1888 expuso “la urgente necesidad que había de que la Facultad de Medicina indique las
medidas de Higiene pública necesarias para impedir que el sarampión invada las provincias
del interior” (Rodriguez, 1888:713); para esto el Decano de aquel entonces Dr. Rodriguez
Maldonado Rafael encargaría una comisión integrada por los Dres: Ezequiel Muñoz, Rafael
Arjona Silva y José Darío Echeverría para que realicen un informe de “las medidas de
Higiene pública” que se debían implantar.
Este informe fue presentado y aprobado por unanimidad por los catedráticos de la facultad
de medicina, el 22 de noviembre de 1888; en el cual iniciaron exponiendo sus objetivos que
fueron “indicar lo más pronto posible las medidas higiénicas que sean necesarias para evitar el
contagio de sarampión, así como el de dar un plan curativo sencillo que esté al alcance del
pueblo” (Rodriguez, 1888:714). Las medidas a tomar frente a la propagación de la epidemia
de sarampión estaban relacionadas con las reglas de “Profilaxia Higiénica” sustentas en tres
puntos: “Precauciones generales. —Destrucción de los focos de infección y contagio. —
Lazaretos, Cuarentenas y Cordones Sanitarios” (Rodriguez,1888: 715). Estas reglas no
impidieron que en los primeros meses de 1889 Quito, y algunas parroquias rurales de su
contorno, sea arremetido por la epidemia de sarampión; suscitando en los primeros 28 días de
la epidemia la muerte de “780 niños y 17 adultos” (Paredes, 1963: 339); la misma que se
extendió hacia las provincias de Imbabura, Tungurahua y Chimborazo. Para luchar en contra
de esta epidemia se formó una comitiva integrada por médicos que después de cuatro meses
de trabajo pudo controlar la enfermedad.
Un año después, en Quito se propagó una nueva epidemia de coqueluche, gripe y
sarampión dejando como resultado la muerte de 80 niños y 25 adultos, ocasionadas del 25 al
30 de abril; y agravando esta situación en Sangolquí se descubrieron brotes de viruela
(Paredes, 1963:339). Por motivo de esto, el municipio de Quito pidió a la Facultad de
Medicina la publicación de un folleto, el mismo que fue escrito por los Dres. José Echeverría
y Rafael Arjona Silva, en el cual se especifiquen nociones básicas de higiene destinas a
combatir dichas epidemias; el folleto fue titulado como: “Indicaciones Higiénicas Generales

18
.- Las epidemias que en la década de los años 80 del siglo XIX afectaron al país, fueron “En 1884 se había
presentado un brote de fiebre amarilla en Guayaquil. Ese mismo año algunas parroquias rurales sufren epidemia
de gripe, y en 1885 se presentó un masivo contagio de disentería. Por otra parte, dos años después (1887) Loja
tiene una epidemia indeterminada que cobra la vida de algunas personas, al mismo momento que en Junio en
Quito se había masificado el contagio de fiebre tifoidea, a más de estas epidemias en 1890 el país tuvo que hacer
frente a nuevos brotes de viruela, sarampión y gripe” (citado por Osorio, 2014:81).

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para las Epidemias de Dengue, Gripe y Conqueluche y Tratamiento Curativo para las Gentes
Menesterosas Afectadas de Dichas Enfermedades” (Paredes, 1963:339), este folleto estuvo
destinado a la difusión masiva de los principios higiénicos, en el cual “señalaba normas de
higiene personal, así como para las viviendas, con ciertos atisbos explicativos sobre la causa
posible de las infecciones contagiosas” (Osorio, 2014:81). Estas epidemias sucesivas
propiciaron la creación de “la Sanidad Pública” en 1891 la misma que estuvo integrada por
una junta de médicos, militares y policías civiles. Con la implementación de estas medidas el
discurso Higienista estaría respaldado por una institucionalidad que, bajo el punto de vista de
la higiene, analizó y promulgó las leyes adecuadas que estén en relación con este saber
médico; el mismo que intervino en la creación de un proyecto de normalización destinado a
corregir aspectos relacionados con las costumbres consideradas perniciosas para el conjunto
de la población. Ya que la falta de higiene personal y de la vivienda estaban relacionadas,
según este saber médico, con la propagación de las epidemias; las cuales encontraban, en el
cuerpo y vivienda desaseados, los lugares propicios para desarrollarse.
El soporte del discurso Higienista estuvo basado en el análisis y el establecimiento de
normas destinadas a intervenir y corregir, en la población, lo que no estaba en relación con el
nuevo punto de vista de la medicina científica; a través de la implementación de normas se
buscó constituir principios de regulación como mecanismos preventivos a posibles patologías
que ponían en riesgo al conjunto social, convirtiendo a la enfermedad en un “fenómeno
relativo a la población” (Foucault, 1997:197) que asechaba permanentemente tanto el cuerpo
individual como a la vida de los hombres y las relaciones sociales.
El análisis y establecimiento de normas relacionadas con la higiene se demuestra
claramente en la reseña escrita por el Dr. Manuel Jijón Bello titulada “Ligera reseña
higiénica de la ciudad de Quito” y publicada entre 1902 a 1903 por la revista Anales de la
Universidad Central del Ecuador; en esta reseña lo que se buscaba, después de un análisis de
las condiciones de la población de Quito, fue establecer ciertas medidas que bajo el punto de
vista higiénico eran adecuadas para la limpieza y mantenimiento de la salud en la ciudad.
Ejemplo de ésta necesidad fue el análisis y las medidas a tomar relacionadas con las casas
particulares de la ciudad; ya que:
Las casas particulares de Quito en número de 1,516 a juzgar por el plano levantado por el
Sr. Gualberto Pérez en 1888, y que en el día han aumentado su número de manera
considerable; […]. Casi en su totalidad disponen de patio y traspatio y muchas aun de
huertos y jardines; pero a pesar de esto muy pocas son las que cuentan con medios de
aseo de los que exige la Higiene; habiendo una circunstancia que perjudica en alto grado
a las casas de Quito, bajo este punto de vista, y es, el que cada casa carece de agua, y
luego de excusado; tienen solo un caño destinado para las aguas-lluvias, que en muy
pocas desemboca a la calle, o a una acequia, y en las más, va a la casa vecina, de esta a la
otra, y así sucesivamente, hasta el extremo de haber casas que reciben las aguas-lluvias de
toda una manzana; si esta cerbidumbre(sic) impuesta de una casa a otra se limitase a solo

- 33 -
el paso de aguas-lluvias, nada habría que decir, pero sucede que estos caños son aun
colectores de materias orgánicas putrescibles, de varios desechos de las casas, que van
circulando de una a otra con menoscabo del vecino, cuya casa muchas veces la infestan,
dando así lugar a litigios y desavenencias odiosas (Jijón Bello, 1902:336-337).

Después de señalar las condiciones en que se encontraban las casas de la cuidad así como las
calles19 y cual eran las desventajas que desde el punto de vista de la higiene provocaban, o
podían provocar, a los habitantes de la ciudad; las medidas a tomar fueron el establecimiento
de una serie de normas, ordenanzas municipales20, que estuvieron destinadas a intervenir y
corregir las costumbres nocivas de la población quiteña. Para esto la policía, en su
reglamento21, contaba con una serie de atribuciones destinadas a mantener el ornato y la
eliminación de focos infecciosos que ponía en riesgo la salud de la población; así como la
obligación de cobrar las multas a las personas que no cumpliesen con dichas ordenanzas.
El aseo público fue otro de los temas tratados, bajo el punto de vista de la higiene, en la
reseña escrita por el Dr. Jijón Bello; y este debía de ser entendido como “la extracción de todo
desecho, de calles y casas fuera de la ciudad, y en condiciones tales que no perjudiquen a sus
moradores” (Jijón Bello, 1902:364); para su análisis el médico dividió el tema en dos partes:
el primero estaba destinado a exponer la limpieza de las calles, plazas y recolección de la
basura22, como se realizaba esté; y el segundo relacionado al aseo particular, la falta de

19
.- al momento que el Dr. Jijón Bello analiza las condiciones del pavimento de las calles de la ciudad resalta que
estas fueron creadas con: “piedras pequeñas, de múltiples formas, sin figura geométrica dada, sacadas de los ríos,
o de las canteras, se deja ya ver, que tal pavimento no llena ninguno de los fines que exige la comodidad y
menos la higiene. Bajo el punto de vista higiénico, es sabido que, el principal defecto de tal revestimiento es, el
no incomunicar el subsuelo, impidiendo la penetración en él, de todas las sustancias orgánicas y detritus del
exterior; materias que bajo el influjo del aire, la humedad y la luz, dan origen al llamado aire telúrico, que vicia
el natural de la población; y luego a gérmenes específicos, que bajo la influencia de los mismos agentes nacen v
se desarrollan en el seno de la tierra que le sirve de medio de cultivo (…)”. Para evitar, desde el punto de vista
higiénico, estos lugares propicios para el cultivo de gérmenes que amenazaba la salud de los capitalinos las
recomendaciones a seguir, y la más adecuada, es recubrir las calles con: “adoquín de piedra tallada, de forma
cónica, de 20 centímetros de espesor, 20 de largo y 15 de ancho, cuyo vértice descanse en un lecho de mezcla y
arena, y su base plana mire a la superficie. Llenado este requisito, se obtendrán los fines que con ello se propone
la Higiene, el transito será cómodo y su aseo fácil” (Jijón Bello, 1902:334).
20
.- Ya desde 1890 la ciudad de Quito contaba con una normativa específica para la construcción de edificios, así
como el manejo de materiales relacionados con esta actividad y el cuidado de las fachadas de las casas que se
encontraban en la cuidad, ejemplo de esto es el Art N° 19 de dicha normativa en la cual “Los edificios no podrán
pintarse con colores demasiado hirientes a la vista y extraños al buen gusto”, (citado por Jijón Bello, 1902:362),
así como una serie de multas y atributos que la policía debía velar por su cumplimiento.
21
.-Para realizar un análisis más profundo acerca del reglamento de Policía correspondiente a los temas de ornato
y eliminación de focos infecciosos en la ciudad de Quito revisar: Jijón Bello, Manuel (1902) Ligera reseña
higiénica de la ciudad de Quito. En Anales de la Universidad Central del Ecuador. Tomo XVI, N° 118. Pág:361-
378. Así como otros temas y ordenanzas relacionadas con la población de la misma ciudad.
22
.- Esta práctica se realizaba “por el sistema de barrido, que lo efectúa una pequeña cuadrilla de 30 a 50 peones,
suministrados para tal fin por las autoridades de un pueblo limítrofe a Quito (llamado Zambiza) y que está bajo
su jurisdicción. Estos provistos de carretillas, recojen(sic) en ellas todos los desechos sólidos de las calles, los
trasportan a carretas, y los arrojan sea en las quebradas adyacentes á Quito; sea en calles llamadas extramuros
donde los almacenan formando muladares, ó focos de infección que son la peor amenaza para la salud de los
habitantes; ya que bajo la influencia del calor y la humedad se convierten en gases mefíticos que vician el aire, y
volviendo a penetrar en las casas, en la forma más adecuada para ser daninos(sic), hacen nugatorio el aseo
público;[…]. Las inmundicias giran en un perpetuo círculo, de la casa a la calle, y de la calle a la casa” (Jijón
Bello, 1902:364).

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excusados en las casas23, así como la no disponibilidad de alcantarillado y agua suficientes en
la ciudad de Quito. Lo cual, por cuestiones higiénicas, se debían remediar ya que estas
carencias convertirían a la ciudad en un centro virulento que inclinaba a la población a un
estado enfermizo.
A más de referir el estado de casas, calles, plazas y el aseo público de la ciudad de Quito,
en esta reseña se realizaron observaciones geográficas, climáticas, meteorológicas; de la
misma manera se hizo una racionalización, bajo el punto de vista higiénico, del alumbrado
público, acequias, agua potable, población, lugares de abasto, casa de rastro; y de las
diferentes instituciones destinadas al cuidado de personas consideradas vulnerables, ya que
“las sociedades humanas no son, sino vastas enfermerías, y el arte de gobernar, no es más, que
el arte de conservar a los hombres” (Jijón Bello, 1902:112); se expuso el funcionamiento en la
ciudad de la Beneficencia pública, dirección y objeto del hospital San Juan de Dios, hospital
de San Lázaro ─leprosario─, Hospicio, Manicomio, Orfanotropía ─orfanato─, asilo de
pobres, casa de expósitos ─bebés abandonados─, casa de huérfanas de la providencia, casa de
maternidad, alimentación pública; exteriorizando las normas y reglamentos que regulan la
existencia de estos lugares su función social y obligaciones. Destacando su beneficio, desde el
punto de vista de la medicina, para la población.
Este análisis, intervención y corrección, desde un discurso especializado de la medicina
sobre la sociedad, a través de la implementación de normas higiénicas, estaba direccionado
hacia un interés acordado que desde diferentes puntos de vista –médico, político, económico–
eran necesarios implementar, asegurando con esto una salubridad de las condiciones de
existencia de las poblaciones24. Con estos procesos de normalización puestos en marcha, la
norma puesta en práctica, la re-significación de los espacios sociales y corporales tomaron
dimensiones tanto organizacionales como distributivas del espacio; con un objetivo específico
que fue la eliminación de lo patológico, considerado esto como la falta de higiene, y si no era
posible se debe de identificar y aislarlo lo suficiente, a lo considerado patológico-anormal,
para que no afecte a la sociedad. Para este fin era necesaria una “vulgarización de la Higiene”,

23
.- Para normar esta falta, la ciudad dispuso que las casas que no disponían de excusados “por falta de agua y
alcantarillado, su medio de aseo, es, el de receptáculos móviles que a horas señaladas de la noche (de 9 a 10) las
exoneran en los mismos sitio en que lo hacen los encargados del aseo público y aquellos que quisieran disponer
de excusados deben obedecer á lo dispuesto en el Art. 140 del Reglamento General de Policía” (Jijón Bello,
1902:364-365).
24
.- ejemplo de la implementación de normas higiénicas sobre la población y que estaban acorde desde los
puntos de vista de la medicina, la política y la economía fue la decisión tomada por el gobierno en abril de 1909;
en la cual el Consejo de Ministros resolvió la destrucción de Huigra para evitar la propagación de la epidemia de
la peste en el interior del país, la misma que había iniciado en Guayaquil en los últimos meses del año de 1908.
En esta resolución se decretó incendiar todas las casas de Huigra así como organizar el alejamiento y alojamiento
de sus pobladores, ya que bajo el punto de vista médico higienista estas eran las medidas más adecuadas para
evitar que la peste infecte a las poblaciones del interior del país (Paredes, 1963:448); (Samaniego, 1957:364).

- 35 -
en el sentido de propagar sus principios hacia las clases menesterosas, ya que de esta
vulgarización “depende el bienestar social” (Andrade Coello, 1915:2).
El interés acorde entre los puntos de vista médico, político y económico en la
identificación y aislamiento de las personas que se encontraban en un estado patológico
respondían a una necesidad social, ya que:
El individuo enfermo perjudica a su familia y a la sociedad. Las naciones decrecen y
vienen a menos por la degeneración de los individuos que las componen. Sin salud no hay
carácter, ni actividad, ni trabajo, ni alegría de vivir; todas éstas son perdidas sociales. El
Estado minora sus rentas si la energía individual ha decaído y además gasta en atender a
los morbosos desvalidos que por su ignorancia de la Higiene son rémora para el progreso
colectivo (Andrade Coello, 1915:2-3).

Este devenir, por la “ignorancia de la higiene”, es lo que un discurso especializado como lo


fue el Higienismo trato de impedir con la normalización de las costumbres y hábitos de los
habitantes; para esto los espacios en los cuales la Higiene Pública debía de intervenir,
respaldada en una institucionalidad y un cuerpo de médicos expertos en este punto de vista de
la medicina, comprendía: “la legislación sanitaria, las leyes de seguros y mejoramiento físico
y moral del obrero, el saneamiento de las poblaciones; el estudio de los climas y sus agentes
modificadores; la urbanización moderna; los establecimientos de beneficencia, la policía
higiénica, urbana y rural”; así como las visitas a lugares de afluencia masiva de la población
para percatar, y corregir si era necesario, que estos se encuentren en relación con las normas
de la higiene; estos lugares eran: “los abastos, mercados y mataderos; el examen de los
alimentos; las visitas a teatros, cementerios, fábricas talleras, escuelas, colegios; las casas de
corrección; la higiene profesional e industrial” (Andrade Coello, 1915:14). Todas estas
medidas se tomaron siguiendo las exigencias modernas que el nuevo discurso especializado
de la medicina, el Higienismo, debía de colocar en correspondencia con las necesidades
médicas, políticas y económicas que el progreso social requería para la población.

El sujeto degenerado: la herencia patológica y el ambiente social como causas.


La teoría de la degeneración expuesta por Magnan y Legrain a finales del siglo XIX ─la cual
fue considerada como un estado patológico caracterizado por “que reunía incompletamente
las condiciones biológicas por la lucha por la vida”; y era notable ya que se traducía en
“estigmas permanentes y esencialmente progresivo” (Huerta, 1987:57)─ no enumeraba las
causas dégénératrices de la especie humana, ya que lo consideraban una tarea imposible por
las muchas que pueden llegar hacer; pero si las dividieron en dos grandes clases que podían
detener el movimiento evolutivo de la especie. Estos dos grandes grupos eran: las influencias
hereditarias y las influencias adquiridas las mismas que colocaban en un estado patológico
tanto a los individuos como a las poblaciones que las incitaban.

- 36 -
Para estudiar estas influencias en los individuos como en la sociedad fue necesario que la
medicina cientificista en el país, con su objeto de saber la patología, se encuentre enmarcada
en un proyecto normalizador de la población que el liberalismo, tanto el sus aspiración
político y económico, debía de colocar en relación con las normas higiénicas; procurando de
esta forma un devenir del progreso. Para esto ya desde las últimas décadas del siglo XIX el
discurso médico sufrió una serie de rupturas y especializaciones que la realidad del país
requería para intervenir, desde un punto de vista específico, sobre la sociedad.
En este contexto de especialización del discurso médico, el sujeto degenerado fue
entendido como el individuo predispuesto tanto por las influencias hereditarias y adquiridas a
un estado patológico; es decir, fue racionalizado, por el discurso médico, como un ser al cual
se lo debía de identificar ─basándose en su objeto de saber: la patología─ para analizarlo e
intervenir sobre él y si era necesario se lo debía de aislar del conjunto social, ya que colocaba
en una posición de riesgo al mismo; procurando con esto un estado normal y sano de la
sociedad.
Para identificar a estos sujetos degenerados los nuevos médicos, producto de la enseñanza
de la medicina-práctica, tuvieron que plantearlos en su relación con las patologías que de ellos
se desprendían así como en las condiciones sociales en las cuales se encontraban. Lo que
esbozaremos a continuación es como la medicina cientificista en el país articuló las
dimensiones hereditarias y ambientales dentro de los signos que colocaban a un individuo o
una población en un estado patológico.
La reforma a la enseñanza médica en el país, basada en la práctica, se estableció en las
últimas tres décadas del siglo XIX; lo cual género una serie de controversias25 y disputas en
establecer cuál era la forma correcta de ejercer este poder-saber; ya que como lo menciona el
Dr. Manuel María Casares, catedrático de Patología General y Nosografía de la Facultad de
Medicina, en un artículo publicado en 1891 refiriéndose a esta disciplina resaltó que
“actualmente nos hallamos en un periodo de transición entre la vieja y la nueva Medicina.
Vemos con claridad que el edificio de las verdades tradicionales se tambalea, hemos
acumulado para reconstruirle un gran número de materiales nuevos, pero no llegamos aun a la
época que pueda intentar esta reedificación” (Casares, 1891:3). Entre los nuevos materiales
difundidos en aquel periodo de transición que los profesores de la Facultad de Medicina de la

25
.- los Dres. Gayraud y Domec encargados de modernizar, a través de la práctica, la enseñanza de la medicina
en el la ciudad de Quito no estuvieron exentos de críticas por parte de los médicos capitalinos de aquel entonces;
Paredes Borja historiador de las ciencias médicas en el país escribió que: “entre los colegas quiteños se los
respetaba, no sin demostrar repetidas veces recelos y temores propios del ejercicio médico, también se los
criticaba, y hasta muy duramente, por sus innovaciones y nuevos métodos, que se los tachaba de extravagantes,
molestos, y que a nada conducían. Se murmuraba por el alto porcentaje de fallecimientos de los operados”
(Paredes, 1953:13).

- 37 -
Universidad Central ─respaldados en una institucionalidad y una red política y social que
apuntalaba el punto de vista de la nueva medicina─ debían transmitir se encontraba la
“Patología general” entendida esta como la ciencia que trata de las leyes de la enfermedad y
estas son “las relaciones de causalidad necesarias que regulan la evolución de los fenómenos
morbosos” (Casares, 1891:2). Dentro de estas leyes de la enfermedad se encontraba la
herencia como una de las causas intrínsecas más poderosas que predispone al hombre a un
estado patológico y que cuya destrucción o modificación es muy difícil.
La herencia en fisiología y en patología, dice el Dr. Casares, es “la transmisión de las
cualidades físicas y morales de los padres a los hijos” los mismos que heredan sus bienes
como sus males y “esta funesta herencia [refiriéndose a los males] se transmite con mucha
más seguridad que las otras” (Casares, 1891:16-17). Estas dimensiones del estudio de la
herencia patológica colocaban en una posición de vulnerabilidad a los descendientes que, ya
sea física o moralmente, se esperaba que adopten lo peor de esta transferencia. Es decir, “el
niño hereda un vicio general o parcial de la evolución, una predisposición que puede
manifestarse con mayor o menor fuerza según las circunstancias o quedar latente” (Casares,
1891:19).
Con estos términos el Dr. Casares señaló que, aunque es irreversible la transmisión de
males por parte de los padres a los hijos, estos males pueden o no manifestarse dependiendo
de las circunstancias; y creó una relación de estas circunstancias con los hábitos de higiene
que los progenitores practican, y siempre realizando una comparación desde la negatividad
mencionó que:
Los excesos de todo género, las afecciones morales prolongadas, las intoxicaciones
crónicas, en una palabra, todas las infracciones repetidas á los preceptos de la higiene,
acarrean al deterioro y la ruina del organismo entero: he aquí lo que el Sr. Morel llama
degeneraciones del tipo fisiológico, capaces de perpetuarse en las familias por medio de
la herencia (Casares, 1891:24).

A más de citar a Morel, el precursor de la teoría de la degeneración, el catedrático


universitario plantea la perpetuidad de esta degeneración adquirida a través de la herencia;
debido a que las infracciones que un individuo a cometido en contra de la higiene y puesto
que se heredan “tanto las facultades intelectuales así como los vicios y las virtudes” (Casares,
1891:21) es menester de los médicos y autoridades políticas crear un ambiente adecuado para
que estos ‘males heredados’ no se presenten, y aunque ya se encuentran latentes en los
individuos, estos pueden ser aplacados a través de la modificación del ambiente y los espacios
sociales, poniéndolos en relación con la higiene previniendo con esto que las taras
constitucionales se presenten como tales en una población; para demostrar esta opción el Dr.
Casares escribió:

- 38 -
La constitución se transmita por herencia; y como la Biología nos enseña que todo ser
viviente depende del medio y de las circunstancias en que vive, es fácil comprender que
la constitución es el producto de todos estos factores. Un individuo nacido de padres
favorecidos de una constitución robusta y floreciente, un hombre sano, con órganos y
funciones perfectas, perderá tan felices y raras disposiciones si se entrega a los placeres, a
excesos alcohólicos o venéreos, en una palabra, a todas las causas que destruyen y
aniquilan la organización más vigorosa.
Por el contrario, supongamos un sujeto débil y cuyos padres tengan la misma endeble
constitución; si este sugeto(sic) observa con esmerado escrúpulo los preceptos de la
higiene, viviendo en el aire puro de un clima sano, alimentándose bien, sin cometer
excesos de ningún género, la constitución se transformara entonces de débil y enfermiza,
en sana, fuerte y vigorosa (Casares, 1891:27).

Con esta posibilidad el profesor de Patología General convirtió a la higiene tanto física como
moral en una solución a emplear para que los males heredados, aunque ya se encuentren en la
constitución de los individuos, no se conviertan en una causa que atenúe un estado
patológico; con esto el medio ambiente y los espacios sociales en el cual las poblaciones se
desenvuelven pueden ocasionar o disminuir los males heredables.
El medio ambiente social ─entendido este como un espacio creado por las poblaciones en
los cuales se despliegan las actividades de las mismas, la organización de estas así como las
relaciones intrínsecas a ella─ fue lo que el discurso médico-práctico, por medio de una serie
de normas, trató de adecuar y colocarla en relación con la higiene; respaldándose para esto en
el nuevo punto de vista de la medicina científica, en su tejido institucional y relaciones tanto
sociales como políticas. El fin este normar el ambiente social fue visto como una necesidad
tanto por la medicina como por un proyecto político y económico en el cual las poblaciones
debían de insertarse, procurando con esto el desarrollo social.
Entre las dégénératrices adquiridas Magnan y Legrain ya señalaban al estado social como
algo inseparables de las mismas; creando con esto un paralelismo entre degeneración
biológica y decadencia social. Esta decadencia social era el resultado del ambiente en el cual
los individuos se relacionan; y teniendo diferentes factores que propiciaban a esta decadencia
podían ser incluso más letales que las adquiridas hereditariamente. Una de estas
dégénératrices era la educación mal dirigida, la misma que desde los primeros ensayos de
medicina en el país ya la denotaban como una incitación a los males sociales. Los Dres.
Gayraud y Domec en su libro publicado en 1886 hablaban de ella como causante de los “más
graves inconvenientes bajo todos los puntos de vista”, ya que uno de estos médicos “fue
penosamente impresionado, durante sus últimos meses de su permanencia en el Ecuador,
como múltiples grupos de niños vagabundeaban todo el día en las calles” y siendo los

- 39 -
“quiteños poco partidarios del trabajo intelectual” (Gayraud & Domec, 1953:48-49) los
médicos franceses ya señalaban esto como una causa de degeneración social26.
La educación como problema del saber médico y pedagógico fue racionalizado como un
factor del medio ambiente social que podía incidir en la desaparición de enfermedades; ya que
a través de esta se podía divulgar a las futuras generaciones las causas de las patologías así
como los medios más óptimas para apartarlas de la constitución del individuo; a más de esto
los centros educativos fueron empleados como entes de publicidad de los principios
higiénicos, siendo los espacios predilectos en los cuales se iniciarían procesos de
normalización social. Este problema médico fue parcialmente cubierto en la primera
administración de Eloy Alfaro ─1895-1901─ puesto que bajo estas necesidades se fundó las
“Escuelas Normales de Quito y Guayaquil (Instituto Nacional Mejía, Colegio de Manabí,
Colegio Juan Montalvo, etc.)” (Paredes, 1963:384). Pero con la fundación de estas escuelas
normales no eran suficiente, se las debía de poder en relación con el punto de vista de la
higiene; para tal propósito ya en 1897 el médico municipal de la ciudad de Quito Dr. Jijón
Bello realizo un estudio de las condiciones higiénicas de las escuelas de la ciudad, e informó
al municipio “haciéndole saber que todas las escuelas funcionan sin ninguna comodidad y en
pésimas condiciones higiénicas. Eran escuelas sin agua ni servicios higiénicos” (Paredes,
1963:441); a más de informar estas calamidades en las cuales las escuelas de la ciudad,
refiriéndose a su infraestructura, se encontraban, el médico municipal ya proponía el estudio
de la cultura física de los escolares, resaltando la necesidad de que los alumnos de los centros
educativos debían de practicar la gimnasia como un medio de fortalecimiento del organismo
frente a las enfermedades que se conformaban en el espacio social (Paredes, 1963:441). El Dr.
Jijón Bello en este informe señaló, refiriéndose a la niñez, las dos dimensiones del discurso
médico higienista, refiriéndose primero a la necesidad de adecuar los espacios físicos en los
cuales funcionaban las escuelas y segundo el menester de disciplinar el cuerpo de los
escolares a través de la práctica de la gimnasia; con el fin de colocar a estos en relación con el
punto de vista de la higiene.
La difusión de la higiene también fue importante en el proceso educativo, para esto en la
segunda administración de Eloy Alfaro el Consejo Superior de Instrucción Pública “en 1908
abrió un concurso para un manual que sirva para escuelas y colegios, enseñando elementos de
Higiene Privada” (Paredes, 1963:446). De esta manera el gobierno difundió, en el interior de

26
.- Canguilhem habla de la reforma pedagógica y la reforma hospitalaria, sobre la cual descansa la reforma de la
medicina como práctica, como una “exigencia de racionalización que aparece igualmente en política, así como
aparece en la economía (…) desembocando por último en lo que se ha llamado después «normalización»”
(Canguilhem, 2011:185). Esta necesidad de normar tanto la pedagógica y la práctica médica resaltan como la
infancia y su educación surgen como un objeto del saber médico en el cual esta disciplina debía de intervenir
protegiendo tanto el desarrollo físico como intelectual de la infancia de los futuros miembros de la sociedad.

- 40 -
la educación pública, los principios básicos de la higiene; pretendiendo con esto que tanto los
niños como los jóvenes tengan los elementos suficientes para discernir entre lo saludable y lo
patológico, siendo éste último generado por la falta de higiene tanto física como moral. En el
interior de este discurso lo saludable, que debían de estar acorde con una forma moderna de
comprender lo normal, fue un elemento indispensable que el liberalismo requería difundir
como parte del proyecto social que estaba implementando.
A su vez en 1905 la revista Anales de la Universidad Central publicó la tesis de grado del
Dr. Isidro Ayora27, uno de los alumnos que fueron becados por el gobierno liberal para
realizaron estudios especializados en Europa28, titulada “Leyes Biológicas y sus aplicaciones
en patología y terapéutica”; en la cual a más de exponer lo que él consideraba como el
fundamento de la medicina práctica: “descubrir el determinismo de los fenómenos morbosos,
formular sus leyes, y poner en acción una terapéutica perfectamente científica”, se propuso
analizar “las leyes que rigen la evolución de las reacciones anormales de los organismos
frente a las causas morbosas” (Ayora, 1905:298).
Estas leyes29 que rigen todo el conjunto de la enfermedad: su etiología, los procesos
morbosos, los síntomas y el pronóstico de las mismas; están relacionadas tanto con la
constitución de los organismos así como por el medio social en el cual estos organismos se
desenvuelven; y ya que ningún medio social se asemeja a otro el Dr. Ayora menciona que “los
conceptos de salud y enfermedad son pues subjetivos, se relacionan tan solo con un orden de
cosas establecido por la inteligencia humana” (Ayora, 1905:303). En este punto para
establecer un concepto de salud, y al ser este subjetivo, Isidro Ayora denota la necesidad de
“concebir un tipo específico ideal” tanto morfológico como dinámico que “asegure a todos
27
.- El doctor Isidro Ayora fue becado por el gobierno de Eloy Alfaro en Alemania de donde “vino trayendo la
nueva Obstetricia y Ginecología, se hizo cargo de la maternidad e implanto la escuela alemana de sus
especialidades, que las estableció en 1910, como profesor de Obstetricia y Ginecología de la Facultad. (…)
influyo poderosamente en los alumnos de la época. Fue decano de la Facultad y Rector de la Universidad Central
en 1925” (Paredes,1963:402-403).
28
.-Virgilio Paredes Borja historiador de las ciencias médica en el Ecuador menciona que “en los veinte años de
liberalismo se logró el más señalado avance de conocimientos de nuestra historia médica, gracias a los becados”
que los gobiernos liberales de Eloy Alfaro y Leónidas Plaza Gutiérrez enviaron a Europa para que perfeccionen
sus conocimientos; ya que a su regreso estos becados “influyeron en el adelanto de la enseñanza médica, del
ejercicio profesional y medicina asistencial, los becados (…) regresaron a explicar en las Facultades de
Medicina, atendieron los servicios hospitalarios e instalaron sus consultas profesionales, trayendo nuevas ideas,
nuevas técnicas y nuevos principios, que lograron modernizar la enseñanza, la asistencia hospitalaria y hacer
progresar el ejercicio de la medicina” (Paredes, 1963:402).
29
.- El doctor Ayora analiza las leyes biológicas y su relación con la patología y la terapéutica en dos
dimensiones, la primera dimensión de estas leyes se relacionan con sus “principios universales”: ley de
composición del organismo, ley de la unidad y ley de construcción de los organismos; mientras que la segunda
dimensión de este análisis se relaciona con las leyes biológicas que se encuentran intrínsecas en los organismos:
ley de la génesis por reproducción, ley de la descendencia, ley de la herencia, ley de la evolución continua
progresiva y regresiva, ley de la dependencia del medio, y ley de la adaptación (Ayora,1905:299-302). Con el
análisis de estas dos dimenciones de las leyes biológicas se buscó exponer como las mismas se encontraban
insertas en el desenvolvimiento de las patologías de los individuos y de la población y cual era su importancia al
momento de diagnosticar e implementar un tratamiento adecuado para eliminar las patologías en un medio
determinado.

- 41 -
sus elementos, componentes y las condiciones precisas que ellos requieren para su perfecta
evolución” (Ayora, 1905:303); de esta forma la integración de un concepto de salud,
basándose en las leyes biológicas, se relacionara necesariamente con un concepto de patología
que demuestre que tan alejado se encuentra un organismo del tipo específico ideal que anhela
una perfecta evolución.
Este anhelo de perfecta evolución convirtió a la práctica de la higiene, tanto física como
moral, y a su discurso especializado el Higienismo en un elemento de perfeccionamiento que
la subjetividad del proyecto político liberal buscaría como un principio de clasificación entre:
lo bueno y lo malo, lo correcto e incorrecto, lo normal y lo patológico; para emprender una
serie de modificaciones, basándose en esta clasificación, sobre el espacio social30 con el fin de
eliminar o aislar lo considerado enfermizo o que pueda colocar a la población en este estado.
Con esta racionalización, de las leyes de los procesos vitales y de las estructuras de los seres
vivos, la sociedad fue asemejada a un organismo viviente predispuesto a la vida que según
estas leyes su fin último sería el de permitir el desenvolvimiento de la vida.
Por otro lado, la relación del clima y del ambiente social con el organismo31 así como el
desarrollo de ciertas patologías emparentadas con estas, fueron observadas en la tesis de grado
del Dr. Ángel R. Sáenz32, la cual fue publicada en 190533 por la revista Anales de la
Universidad Central; en esta tesis el Dr. Sáenz denotó que:

30
.-las modificaciones más notables en el espacio social, para colocar a éste en relación con el punto de vista del
Higienismo, que los gobiernos liberales realizaron tanto en Guayaquil como en Quito fue la construcción del
alcantarillado en estas ciudades: “en 1906, Alfaro declara obra nacional la canalización de Guayaquil”, y “debido
a su condición de puerto con sus enfermedades endémicas: paludismo, anquilostomiasis, disenterías; con
epidemias como la fiebre amarilla, con creciente incidencia de tuberculosis, […], a mediados de 1906, Alfaro
sitúo en Paris 4.000 francos para la compra de lo necesario para instalar un INSTITUTO BACTERIOLOGICO
en Guayaquil” (Paredes,1963:438). Por otro lado en “marzo de 1908 se reunió en Quito la Junta Suprema de
Sanidad y designó Inspector General de Higiene y Sanidad al Doctor Francisco Andrade Marín, […] el mismo
que designó el cerramiento de las quebradas que cortan la ciudad, en las después llamadas Plaza Marín y la
quebrada de Jerusalén, en la actual avenida 24 de Mayo, obras de gran significado para la salud de la ciudad […]
hubo que cerrarlas, rellenarlas y utilizarlas de alcantarrillas” (Paredes, 1963:446).
31
.-ya en 1883 el Dr. Miguel Egas en su artículo titulado: “Observaciones médicas” relacionó ciertas
enfermedades con los diferentes climas en distintas provincias del país; con esto lo que buscaba era establecer
una predisposición de los habitantes de ciertas poblaciones con el medio tanto social como natural que
favorecían a la existencia y desarrollo de ciertas patologías. Supra p. 24 (Nota al pie N° 15).
32
.-El Dr. Ángel R. Sáenz fue “becado por Alfaro en Alemania en 1907, estudió Oftalmología y
Otorrinolaringología vino a Quito, trabajó en el Hospital San Juan de Dios y fue el primer profesor de la
Facultad de Quito en sus especialidades, […] fue también Decano de la Facultad” (Paredes, 1963:404-405).
33
.- tanto las tesis de grado de los Dres: Ayora y Sáenz, fueron publicadas por la Revista Anales de la
Universidad Central ya que por una modificación de la ley de Instrucción Pública en septiembre de 1904 a más
de la presentación de exámenes de grado de los estudiantes, a estos se les puso como requisito para la obtención
de su título de Doctor en Medicina y Cirugía la presentación de un trabajo escrito que se encuentre relacionado
con algún tema relevante de su formación académica. Como dato curioso señalaremos que los dos futuros
médicos fueron unos de los primeros estudiantes que presentaron estos trabajos escritos, exponiéndolos el mismo
día, el 19 de enero de 1905; de la misma forma estos dos médicos fueron becados por el gobierno liberal; y a su
regresos en compañía del Dr. Ricardo Villavicencio Ponce, médico también becado por el mismo gobierno,
fundaron en 1911 la Clínica Quirúrgica, la tercera unidad médica privada en la ciudad de Quito (Paredes,
1963:402).

- 42 -
el organismo está íntimamente ligado al medio en que vive; y como variadas las
condiciones de éste, varia en parte el funcionamiento de los órganos, tenemos que, hasta
cierto punto, […]; á cada variación notable corresponde una equivalente modificación en
el funcionamiento vital. La importante conclusión que se desprende de aquí es la
siguiente: si la fisiología varía un tanto según las condiciones de cada localidad, las
enfermedades, cuya fisiología deriva de la normal, variaran también proporcionalmente,
por lo menos en su frecuencia y en la forma bajo la cual se presentan; […]. De este
género de consideraciones se desprende la necesidad de hacer observaciones médicas
especiales para cada localidad. A nadie como a los que empezamos se nos hace más
notable esta necesidad; y es sencilla la razón: aprendemos cuales son las formas más
frecuentes de las enfermedades, en textos extrangeros(sic), y en la práctica nos
encontramos con formas diversas, locales, dependientes de la raza, del clima, de los
alimentos, etc. (Sáenz, 1905:52).

Esta relación intrínseca entre el organismo, el medio natural y social, y las patologías están
articuladas por dos factores: el clima en primer lugar, pero además por “la calidad de
alimentos, de las aguas etc.; teniendo también su influjo las costumbres y en general las
condiciones higiénicas en que viven” (Sáenz, 1905:53); para el Dr. Sáenz estudiar estas
relaciones es de suma importancia ya que estas al ser “elementos esenciales de la vida” son
capaces de modificar a los organismos, sea esta modificación resultado del medio o la suma
de todos los factores que en este se puedan presentar; tales como la temperatura, los gérmenes
patógenos, la humedad, la alimentación.
Con estas observaciones el Dr. Sáenz convirtió a estos elementos en agentes
dégénératrices tanto del individuo como de la población ya que “algunas de las
modificaciones que produce el medio trasmitidas por la herencia van acentuándose y
adquiriendo un carácter de permanencia que llega a distinguir las diversas razas” (Sáenz,
1905:55). Estas modificaciones producidas por el medio, es la razón por la cual la herencia
debe de ser estudiada en cada localidad ya que si no son tratadas a tiempo se pueden convertir
en permanentes; colocando a la población en un estado con tendencias a ciertas patologías
que se incrustan y transmiten a través de la herencia.
Estas formas de racionalización de los factores hereditarios y ambientales en la
constitución de las poblaciones tuvieron una influencia en el establecimiento de nuevas
subjetividades en los sujetos que las integraban; provocando con esto un cambio en las
prácticas sociales y convirtiendo a la higiene en un principio clasificatorio. Ya que al
momento que los médicos incidieron, apoyados en un discurso científico apuntalado en una
institucionalidad, que todos los males pueden ser adquiridos en el espacio social y transferidos
a futuras generaciones34, los sujetos que se encontraban doblemente sujetados tanto por sus

34
.-El Dr. Ángel R. Sáenz en su tesis ya enumeraba algunas de las características constitucionales que los
progenitores podían transmitir hereditariamente a sus descendientes, y menciona que: “muchos de los caracteres
de razas se trasmiten; de los individuales algunos, los innatos, son hereditarios. Entre estos últimos hay
anatómicos: (lunares, color de la piel, del pelo, fisonomía); fisiológicos: (tendencia a la obesidad, timbre de voz.
calvicie; psicológicos: (gustos, forma de carácter, aptitudes artísticas); teratológicos (sindactilia, polidactilia

- 43 -
costumbres ─su ignorancia de los preceptos higiénicos─ así como por ‘la herencia morbosa’
que ya se encuentra en su complexión debían de ser identificados por su carácter nocivo a la
sociedad, ya que eran considerados como enfermos contagiosos, como una “amenaza social y
manifiesto peligro para todos los que les rodean. Desprendiéndose de ellos un sinnúmero de
tristezas y desventuras sociales que se derivan de la falta de hábitos higiénicos” (Andrade
Coello, 1915:3) tanto físicos como morales.
Estos individuos doblemente sujetados estuvieron propiciando un estado patológico
generalizado en la sociedad, ya que:
en efecto las diátesis se comunican. Las intoxicaciones se trasmiten con un poder fatal. La
tuberculosis tiene su influencia en los descendientes; la sífilis, que imprime un carácter
morboso especial, está fuera de duda que es hereditaria. Las enfermedades nerviosas
tienen también el triste privilegio de trasmitirse, de modo que en una misma familia se
ven enfermedades varias de este carácter, que alternando con individuos de inteligencia
poderosamente desarrollada hacen ver el lazo de unión que existe entre el genio y las
neurosis; igual alternabilidad con los casos de crímenes demuestra también otra relación:
la de las neurosis con la criminalidad (Sáenz, 1905:56).

Acorde con estas enfermedades, consideradas dégénératrices dentro de la teoría de la


degeneración ya que tienen el poder suficiente “para retardar y, sobre todo, para detener el
movimiento evolutivo de la especie” (citado por Huerta, 1987:54); tanto las intoxicaciones, la
tuberculosis, la sífilis y las enfermedades nerviosas serian racionalizadas como signos de la
degeneración que estarían anunciando un futuro estado patológico. Las mismas que pueden
ser influencias adquiridas ya que se encuentran ligadas con el ambiente social en los cuales
los individuos se desenvuelven. El riesgo de estas patologías trasferibles a través de la
herencia, según el Dr. Sáenz, es que:
Si esta herencia se perfecciona por ser los factores convergentes, como sucede
generalmente entre individuos de una misma familia, y aun quizás de una misma clase
social, entonces los descendientes presentan la suma de los defectos de sus progenitores,
van decayendo hasta que al fin esta selección de familias o social es corregida por la
naturaleza que vuelve estériles esas razas degeneradas (Sáenz, 1905:56-67).

Con estas palabras el Dr. Sáenz enuncia, aunque no lo nombra directamente, una de las
afecciones que la teoría de la degeneración expuesta por Magnan y Legrain consideran como
el último paso de este estado patológico; dado que: “la degeneración del individuo procede a
su aniquilamiento en la especie; la esterilidad es, en efecto, el sello último de la degeneración;
está inmediatamente precedida y acompañada del abastardamiento del tipo” (citado por
Huerta, 1985:364). Y al ser este estado patológico un abastardamiento del tipo, la
degeneración de la especie ya no es considerada como un estado regresivo, tal como lo

etc.,) (…). Pero no solo estos que son innatos, sino también algunos de los caracteres adquiridos son
hereditarios” (Sáenz, 1905:55). De esta forma coloca a la herencia como el punto específico en el cual se pueden
localizar patologías individuales que a más de ser heredades pueden ser adquiridas en el medio en el cual los
individuos se desenvuelven.

- 44 -
racionalizó Morel, sino más bien es racionalizado como una anomalía reversible que
empleando la terapéutica adecuada puede detenerse. Esta posibilidad también fue expuesta
por el Dr. Ayora al escribir que: “esta evolución anormal [refiriéndose a las leyes biológicas y
su relación con las patologías] no es bastante para borrar el camino trazado al organismo por
la ley de la descendencia, así que tan pronto como la causa morbífica desaparece o se agota o
anula su acción, el organismo tiende nuevamente a tomar el camino de la evolución normal”
(Ayora, 1905:304).
Esta forma específica de racionalizar la sociedad a través del discurso médico cientificista,
fue sustentado en un tejido institucional, un proyecto político liberal y por la creación de una
subjetivad social. Que utilizó a la higiene como un principio organizador, destinado a
intervenir y corregir, dentro del espacio social, a los elementos nocivos que considerándolos
como mórbidos colocaban en un estado enfermizo a la población. Dentro de estos elementos
nocivos se encontraba el sujeto degenerado, que al estar sujetado tanto por el medio social en
el cual se desenvolvía y por la herencia patológico, que lo colocaba en una propensión a
ciertas enfermedades, debía ser identificado, analizado y aislado, si no era posible su
corrección, del conjunto social; ya que con estas medidas se evitaría un infectar de la
población en general.
Con la creación de estas necesidades el discurso médico cientificista requirió el despliegue
de un discurso especializado que colocase al sujeto degenerado como su ‘objeto de saber’;
puesto que considerándolo como una anomalía, ya que no era un estado generalizado de la
población, la medicina práctica tenía que intervenir sobre él y develar la etiología que se
desprendía de su constitución patológica. Este discurso especializado fue la Psiquiatría el
mismo que en el país sentaría sus prácticas, desde una forma moderna de analizar, clasificar y
tratar las anomalías del pensamiento, en las dos primeras décadas del siglo pasado.
La Psiquiatría en el país como un discurso especializado de la práctica médica que tomó al
sujeto degenerado, tanto somático como psíquico, a modo de su objeto de saber 35; se
estableció en las dos primeras décadas del siglo XX en las cuales se analizó, clasificó e
intervino, sobre el cuerpo de los sujetos degenerados, con el propósito de racionalizar la

35
.- antes de esta especialización del discurso médico psiquiátrico el Dr. Casares en 1891 en sus Conferencias
sobre Patología General, ya señalaba algunos de las afecciones que los sujetos degenerados mentalmente podían
heredar a su hijos, entre estas se encontraban “la epilepsia, el histerismo, la eclampsia infantil, la enajenación
mental”; a más de esto para ilustrar esta relación entre herencia y patologías mentales el Dr. Casares coloca un
ejemplo mencionando que “Morel cuidaba a cuatro hermanos que pertenecían a una misma familia: uno de ellos
era maniático, y los accesos de furor le acometían periódicamente; el segundo tenia locura melancólica, el
tercero era muy irascible, con tendencias al suicidio; y el cuarto estaba dotado de grandes posposiciones
artísticas. El padre de estos individuos nunca pudo dedicarse a los trabajos intelectuales; su hermano médico de
gran reputación, era excéntrico por extremo y loco había muerto el abuelo de los enfermos asistidos por Morel”
(Casares, 1891:24-25). Con este ejemplo el Dr. Casares trato de demostrar la relación que existía entre
enfermedad mental y herencia.

- 45 -
etiología de su estado patológico. Esta consolidación de la Psiquiatría como un discurso
especializado inicia con el doctor Carlos Alberto Arteta el mismo que ya en 1907 fue profesor
sustituto, en la facultad de Medicina de la Universidad Central del Ecuador, de Terapéutica y
Materia Médica (Espinosa, 1930:155), y un año después fue nombrado Director Médico del
Manicomio San Lázaro, institución en la cual se desempeñaba como médico desde 1904
(Osorio, 2014:120). Esta nueva especialización del discurso médico-práctica, sustentado tanto
en la observación como en la experimentación, se fundaba “en los presupuestos físicos y
biológicos, otorgándole a la sociedad y los individuos la posibilidad de conocer su origen y
fundamentos con una base antimetafísica proveniente de los progresos de la experimentación
científica” (Osorio, 2014:122).
La Psiquiatría siendo a la vez “una ciencia clínica y psicológica, puesto que estudia dos
clases de fenómenos: somáticos y psíquicos” tomó a los sujetos degenerados, su objeto de
saber, como una unidad; en la cual se relacionaba tanto la corporalidad de los individuos con
su estado psíquico en los cuales “las dos series aparecen correlativas y unificadas «Morel »”
(Arteta, 1915:2-3). Convirtiéndose de esta forma, la Psiquiatría, en el discurso médico
destinado a entregar la razón de la anormalidad o estado patológico que se presentaba en el
cuerpo del sujeto degenerado.
Estas alteraciones tanto somáticas como psíquicas tuvieron que ser explicadas en el marco
de las ciencias modernas; y tomando estas dos dimensiones se las debía de colocar en relación
con el nuevo proyecto político liberal que, teniendo como fundamento el laicismo y ya no la
secularización del cuerpo y del espacio social, implementaron la higiene tanto física como
moral como el nuevo “referente organizativo de la realidad de los individuos y la sociedad”
(Osorio, 2014:122); sustentando sus principios ideológicos en una práctica científica que
estaba apoyada sobre una malla institucional, política y social que respaldaba sus prácticas
sobre el cuerpo del sujeto degenerado y sobre el espacio social como medidas de prevención
de un estado enfermizo de la sociedad. No se trataba únicamente de proteger el cuerpo, tanto
individual como social, de las patologías que podían incrustarse sobre él; también se buscó
proteger “el patrimonio de las ideas” que podían
presentar deficiencias congénitas o sufrir disminuciones en el curso de la vida, hasta
llegar a la ausencia más o menos completa y definitiva de las facultades mentales, como
sucede en el demente, que es un degenerado por involución, a diferencia de los
degenerados congénitos que lo son por evolución (Arteta, 1915:21).

Estas alteraciones patológicas que toman formas profundamente diversas36 tienen factores
tanto congénitos, así como factores adquiridos; y los sujetos que sufren estas alteraciones

36
.- El Doctor Arteta en su ponencia presentada en el Primer Congreso Médico Ecuatoriano dividió su exposición
en “tres secciones: la primera que establece las relaciones entre la psicología y la psiquiatría; la segunda que

- 46 -
podían ser clasificados por las causas que han propiciado su estado, siendo estos: degenerados
por evolución o degenerados por involución. En este punto la teoría de la degeneración
expuesta por Morel (1857) y ampliada por Magnan y Legrain (1895) se encuentra
directamente ligada con la implementación del discurso psiquiátrico en el país;
desprendiéndose de este principio ─la degeneración de los sujetos que sufren patologías
mentales─ el fundamento de la relación de esta práctica científica con su objeto de estudio
─el sujeto degenerado─ el mismo que, según el Dr. Arteta, consiste en que:
el psiquiatría penetra en él [refiriéndose al sujeto degenerado], por decirlo así, y, en virtud
de los métodos objetivos, para comprender de ese modo los estados patológicos de su
psiquismo. Para esto se examinan los antecedentes individuales y hereditarios del
enagenado(sic), el aspecto físico, los caracteres fisiológicos y psíquicos del mismo, a fin
de conocer el estado de su ideación (Arteta, 1915:20).

En el examinar tanto los antecedentes individuales como hereditarios se buscaba las razones
por las cuales las patologías mentales se presentaban, pero estas patologías estaban
acompañadas por estigmas físicos sobre el cuerpo de los sujetos degenerados lo cual se
consideraba como otro indicio que respaldaba sus aseveraciones. Muestra de esto es una
ponencia presentada por el médico Wenceslao Pareja, profesor sustituto de Clínica Interna de
la facultad de medicina de Guayaquil y director de los Lazaretos de dicha ciudad, en el Primer
Congreso Médico Ecuatoriano (1915) titulada: “Un idiota porencefálico”, en la cual el Dr.
Pareja inicia su exposición resaltando que: “en los países de gran población no es raro
encontrar casos de degeneración mental en los diversos grados, desde los simples
desequilibrados ó degenerados superiores de Magnan, hasta los idiotas absolutos [pero]. Entre
nosotros son ejemplares excepcionales y por consiguiente, dignos de estudio” (Pareja,
1916:208); después de esta explicación de la razón por la cual es ‘digno de estudiar’ a los
degenerados en el país, el médico pasa a exponer los “estigmas físicos perfectamente claros
de degeneración”37 así como “los trastornos funcionales”38 (Pareja, 1916:208) de un

estudia la psicología de la función de pensar; y la ultima la patología del pensamiento” (Arteta, 1915:1); en esta
última sección el profesor de Psiquiatría de la Universidad Central y Director-Médico del Manicomio realiza una
clasificación de varias patologías mentales y como diferenciarlas entre sí, entre ellas expuso: Las afasias
psíquicas, las alexias, la apsiquia, el ganserismo, la agnosia o asimbolía, las dislogías, palingnosía etc., son otras
tantas formas de la psicopatía del pensamiento; también realizó una diferenciación entre: Obsesiones y Fobias,
Ideas Fijas, y Delirios (Arteta,1915:22-28).
37
.- el Dr. Pareja para sustentar sus observaciones sobre el cuerpo del “muchacho” realiza una descripción
detallada de los Estigmas físicos del sujeto en cuestión; “Cráneo: trococefalía, bipertricosis frontal. Ojos:
oblicuidad de abertura palpebral y estrabismo convergente. Orejas: oreja de Stahl N° 3: aunque no completa,
pues la helix. el antihelix y el antitrago no están fusionados. Nariz: gruesa y asimétrica. Boca: labios gruesos y
algo de extrofia. Paladar: bóveda ojival. Dientes: implantación irregular y macrodentismo. Mandíbula:
prognatismo inferior y apófisis lemuriana de Albreteh. Órganos genitales: impubertad. -Es digno de notarse el
desarrollo normal de los genitales externos. Miembros: hemiparesia con hemiatrofía derecha, algo de
contractura: la mano está en semiflexión y aducción. El pie, por el contrario, es ligeramente valgo y talo.
Presenta, además, manifiestas deformaciones de los dedos de los pies” (Pareja,1916:208). Con esta descripción,
y adjuntando una fotografía (anexo 1), el catedrático de la Universidad de Guayaquil identifica al paciente como
un sujeto degenerado

- 47 -
muchacho que, según las observaciones del médico, y debido a la falta de desarrollo de la
sustancia cerebral es un ejemplo de un sujeto degenerado.
El discurso psiquiátrico, en el momento de su ebullición y consolidación como discurso
especializado de la medicina-práctica en el país, implementó la teoría de la degeneración
como un ente demostrativo y probatorio de que la etiología de las patologías mentales se
originaban tanto en la herencia como en el medio social en el cual los sujetos degenerados se
desenvolvían. Ejemplo de esto es el libro escrito por Julio Endara en 1922 :“La Naturaleza
del Hombre ante los modernos problemas de la evolución y los datos de la Antropología”39
en el cual a más de presentar las teorías de la evolución biológica ─Lamarck y Darwin─ y
como estas tienen un paralelismo con las sociedades humanas ya que “estan obligadas a pasar
por los periodos de organización, perfeccionamiento e involución” (Endara, 1922:114) tal y
como los organismos biológicos; en este ensayo presentó una lógica que relacionó de una
forma directa la degeneración con los estímulos que provoca el medio ; ya que “los procesos
degenerativos, las deformaciones congénitas de origen oscuro pueden explicarse mediante la
influencia de los factores externos cuya influencia ha sido tal vez muy prolongada” (Endara,
1922:68). Con estas palabras el Dr. Endara procuraba una relación entre medio y herencia
patológica, las misma que colocaban a la especie humana en un “riesgo de involucionar,
degenerarse en estados patológicos por no ser normales” (citado por Osorio, 2014:139).
Esta “involución de la sociedad y del individual, se encuentra en el acervo hereditario de la
especie” (Endara, 1922:114) esto no quiere decir que existe un fatalismo alojado en la misma
sociedad; dado que este acontecimiento: la involución es una etapa de las sociedades no es su
fin último y, según la racionalización del Dr. Endara, se lo podría retrasar interviniendo en el
medio social procurando una “depuración, adaptación, y el perfeccionamiento, en el tipo
normal” (Endara, 1922:85). Para esto “los normales debían ser quienes conduzcan la sociedad
y tejan sus hilos, quienes propongan un orden y lo sostengan. […] El poder entonces, según
Endara, debía corresponderles en buena parte a aquellos normales, médicos y psiquiatras,
encargados de normalizar a esa población identificada con el desvío” (Osorio, 2014:140). Este
entender el espacio social como causa de la involución, individual como social, fue

38
.- Dentro de las Alteraciones funcionales, como resultado de un proceso degenerativo, el Dr. Pareja anota que
el individuo: “Presenta ataques epileptiformes frecuentes: pero que no son seguidos de estado comatoso, ni de
despeño urinario. Las convulsiones se inician por el lado derecho, luego se generalizan y, al caer, el enfermo rota
sobre ese mismo lado. La marcha es saltante por la contractura y el acortamiento de la pierna derecha. Tiene una
miopía notable. No me ha sido posible medirle la agudeza Visual. Presenta una profunda disminución de las
facultades intelectuales. Cuando se le interroga dice que ha tenido un ataque. No recuerda sino el último, siendo
así que los ataques son frecuentes, uno ó dos diarios” (Pareja, 1916:208).
39
.- Este trabajo realizado por Julio Endara “obtuvo el Primer Premio en el concurso de Filosofía organizado por
la Federación de Universidades del Ecuador, con ocasión del Centenario de la Batalla de Pichincha” (Endara,
1922: 114). Es importante resaltar esto ya que, al ser una obra premiada, a nivel de universidades en el país, las
ideas expuestas en este trabajo tenían un respaldo institucional, así como social ya que lo consideraban
científicamente correcto y las ideas expuestas en este ensayo eran socialmente aceptadas como verdaderas.

- 48 -
enmarcado dentro del discurso psiquiátrico como una forma de explicar un estado patologías
generalizado que el discurso médico cientificista tenía como menester detenerlo procurando
con esto el bienestar de la población40.
Otro rasgo de la consolidación de la Psiquiatría como un discurso especializado que
implementó su saber-poder sobre el sujeto degenerado fue la herencia patológica, la misma
que podía incidir en el surgimiento de patologías mentales o a su vez ser prueba fehaciente del
proceso degenerativo41 de una población; ya que tanto la locura, la tuberculosis, el
alcoholismo o la criminalidad podían ser transmitidas y combinadas de mil maneras,
presentándose sobre el cuerpo del ser degenerado como estigmas psico-físicos.
Ejemplo de esta forma de racionalizar la herencia patológica dentro del insipiente discurso
psiquiátrico de las primeras décadas del siglo pasado, es un artículo escrito por el Dr. Arteta
titulado “Un caso de hermafrodismo” y publicado en 1923, en el cual se analizó a un sujeto
en sus dimensiones: Anamnésicas, físicas, fisiológicas y psíquicas para determinar la etiología
de su estado patología. El sujeto a ser diagnosticado se encontraba en la cárcel, debido a que
“sus hábitos y maneras de vivir atrajo las sospechas de la policía” (Arteta, 1923:71) que,
después de practicarle un examen médico-legal fue condenado como criminal y recluido en la
penitenciaria. El sujeto que desde “muy muchacho ya daba manifestaciones histeriformes y
tendencias prematuras a la obesidad”, mencionó que “alguno de sus parientes adolecen de
degeneraciones análogas a las que él sufre; un hermano suyo es homo-sexual, ignoro [escribe
el Dr. Arteta] si es por degeneración física o por perversión moral” (Arteta, 1923:71); después
de analizar las características físicas del sujeto ─estatura, peso, perímetro craneal, perímetro
torácico, longitud: del tronco, brazos, piernas, manos; así como una observación y descripción
detallada del rostro: frente, cejas, ojos, nariz, boca, labios; y del aparato uro genital─ el
médico observó que en la fisiología del sujeto se presenta “un aumento del perímetro toráxico,
que es propio de los psicópatas congénitos expansivos” y siguindo a sus observaciones el Dr.
Arteta anota que el sujeto analizado no es un ser alienado sino un “uranista invertido” un
“seudo homo-sexual” perteneciente al tipo de los “degenerados androginios” (Arteta,
1923:72). El director-médico del manicomio relacionó como estigmas psico-físicos del sujeto
degenerado tanto su constitución física, antecedentes familiares y tendencias fisiológica para
llegar a la conclusión que el estado patológico del sujeto observado se debía a “un

40
.- recordemos que ya para 1927 el médico Julio Endara se encontraba al frente de las cátedras de Psiquiatría e
Higiene en la Facultad de Medicina de la Universidad Central (Endara, 1927:241), esta dos dimensiones de la
protección de la sociedad, tanto en el espacio social como en el espacio cognitivo, fueron entendidas como una
forma de prevención de la sociedad de lo considerado patológico que la pueda asechar.
41
.- para demostrar la herencia patológica el Dr. Julio Endara realizó una serie de diagramas destinados a
demostrar cómo tanto las influencias adquiridas como las influencias hereditarias provocan que las
generaciones futuras sean menos resistentes, presentando taras inherentes a su constitución somática (Anexo 2).

- 49 -
detenimiento en la evolución ontogenética, probablemente antes del nacimiento” (Arteta,
1923:73).
Con este diagnóstico, El Dr. Arteta expone como observación que:
A este individuo, que fue encarcelado y castigado como un criminal común, sería del caso
encerrarlo en una sección especial de psicópatas judiciales del Manicomio, que debería
existir, no para sujetarle a tratamiento terapéutico alguno, pues su transformación es
imposible, sino más bien con el objeto de establecer una profilaxia social. (…). Y en el
caso presente, se deduce con claridad del estudio psicofísico que vengo haciendo, que
N.N. (…) no es un criminal sino un degenerado irresponsable de aquellos actos por los
que ha sido penado (Arteta, 1923:74-75).

Con esto el discurso psiquiátrico a más de ser el encargado del análisis de las anomalías
psico-físicas de los sujetos alienados se convirtió en un ente de clasificación entre estos y los
degenerados que, por seguridad de la población, al no ser posibles su transformación era
necesario aislarlos como parte de una profilaxia social; estas medidas que la sociedad debía
tomar se respaldaban en un andamiaje teórico-práctico que el discurso médico cientificista
había desplegado su tejido desde las tres últimas décadas del siglo XIX, tratando de evitar con
estas medidas a tomar el establecimiento de un estado patológico en la sociedad.
La herencia patológica y el ambiente social como causas del sujeto degenerado dentro de
las dimensiones de la teoría de la degeneración en el país se presentaron desde los inicios de
la constitución del discurso médico-práctico cientificista, desde aquella transición de la vieja
medicina a la nueva medicina que el Dr. Casares en 1891 señalaba como algo necesario; ya se
implementaba, en la enseñanza de las leyes de la patología general, a la herencia patológica
como un elemento a tener presente al momento del diagnóstico de los pacientes. Los mismos
que utilizando a la higiene como herramienta de mejoramiento podían modificar su
constitución tanto física como moral y mejorar de esta forma sus condiciones de existencia.
Estas dimensiones: la herencia patológica y el medio social, también estuvieron presentes
en las relaciones que los jóvenes médicos de las primeras décadas del siglo XX racionalizaron
como parte de las leyes biológicas y la relación de estas leyes con las patologías y las
terapéuticas que se debían de implementar a ciertas enfermedades propias de una comunidad.
Por último, tanto el ambiente social y la herencia patológica fueron consideradas como parte
de la racionalización etiológica que el discurso psiquiátrico implementó para diagnosticar y
clasificarlas las enfermedades mentales; las cuales ocasionaban sobre el cuerpo de los sujetos,
que las adolecían, estigmas psico-físicos que eran otra prueba del estado enfermizo en el cual
se encontraban estos seres degenerados.
En definitiva, tanto el discurso médico cientificista basado en la práctica así como los
discursos médicos especializados: el Higienista y el naciente discurso psiquiátrico, que se
conformó en el Ecuador en las dos primeras décadas del siglo XX, emplearon las dimensiones

- 50 -
de la teoría de la degeneración para racionalizar los estados patológicos que la población y los
individuos estaban propensos a contraer; ya sean estos intrínsecos a los sujetos, en el caso a la
herencia patológica, o a su vez se encontrasen inclinados a adquirir influencias enfermizas en
el espacio físico y social en el cual desenvolvían sus relaciones. Estos elementos fueron
utilizados por la medicina social ecuatoriana para diagnosticar, analizar, intervenir, corregir,
clasificar y aislar, en el caso que la terapéutica fuese imposible de trasformar un estado de
tendencias de algún sujeto como lo mencionó el Dr. Arteta -1923-, a los sujetos considerados
por el discurso médico cientificista como patológicos o predispuestos a adquirir estados
enfermizos que colocasen en riego al conjunto social; y la necesidad de: diagnosticar, analizar,
intervenir, corregir, clasificar y aislar a más de estar respaldada por todo una red institucional,
política y social, estuvo sustentada en un proyecto político liberal que utilizó a la higiene,
tanto física, social y moral, como un principio del laicismo que apuntalaba una nueva
organización de la sociedad y de los individuos; mediada, esta nueva organización, a través de
normas higiénicas imprescindibles en la prácticas sociales y subjetivas de la sociedad.

Etiología de la degeneración: signos y síntomas de una sociedad en proceso


degenerativo.
La etiología médica, entendida esta como la rama de la Medicina que estudia los orígenes y
causas de las enfermedades, llevada a cabo por la medicina social que estuvo representada en
el país en el discurso higienista; en el transcurso de las primeras cuatro décadas del siglo XX
realizó diversos estudios destinados a corroborar que la población ecuatoriana se encontraba
en un proceso degenerativo; siendo estos estudios utilizados para develar las causas de la
degeneración así como para implementar una terapéutica adecuada que permita detener y
corregir la condición enfermizas de la sociedad.
Estos estudios fueron utilizados para identificar a los sujetos causantes de la morbilidad
social, los cuales debían de ser normados, esperando con esto un correcto funcionamiento de
la sociedad. A continuación presentaremos las principales causas así como a los segmentos de
la población que fueron identificados, por medio de la etiología, como portadores de
patologías sociales; los mismos que fueron clasificados dentro de la medicina cientificista
como portadores de un estado enfermizo degenerativo.

La criminalidad y el alcoholismo: signos sociales de la degeneración.


Tanto el discurso médico así como el discurso jurídico en el país, racionalizaron a la
criminalidad y al alcoholismo como patologías sociales que podían ser adquiridas en el
espacio social en el cual los individuos se desenvolvían; estos nuevos estados eran
transmisibles a las futuras generaciones por medio de la herencia colocándolas en una

- 51 -
predisposición a adquirir enfermedades. En la teoría de la degeneración expuesta por Magnan
y Legrain -1895- estas patologías sociales, entre otras, fueron concebidas como influencias
adquiridas las mismas que podían ser incluso más letales que las influencias hereditarias;
debido a que estas podían llevar a “un estado de degeneración acentuado” (citado por Huerta,
1985:367) convirtiéndose en taras que desvían constitucionalmente a los individuos y estos a
su vez transmiten estas taras, por medio de la herencia, a su descendencia.
La criminalidad de una sociedad, la misma que fue exhibida como prueba de la decadencia
social, fue racionalizada por el discurso médico y jurídico en el país como una necesidad de
resolver el “fenómeno social” de la delincuencia; ya que esta se encontraba “estrechamente
vinculada a la existencia y progreso de las colectividades” (Sánchez, 1913:344). Este
fenómeno social que perturba al conjunto de la población fue asimilado como una
enfermedad, un dolor que si no era corregido a tiempo ocasionaría la muerte de la
colectividad; Manuel María Sánchez en un artículo, publicado en la revista Anales de la
Universidad Central, titulado: “La delincuencia en el Ecuador”. Realizó una analogía entre
la higiene y la delincuencia, mencionando que: “higienizamos nuestras ciudades, y no nos
esforzamos, entre tanto, por emprender la obra de higiene moral, más salvadora y necesaria,
desde que los gérmenes del crimen son más peligrosos y temibles” (Sánchez, 1913:345). Con
esta analogía Sánchez coloca al criminal, el cual realiza el crimen, como un sujeto al cual se
lo debiese de higienizar, debido a que en su formación han concurrido tanto “el elemento
orgánico, el elemento físico, el elemento social […], y puede asegurarse que hay cierta
regularidad en las manifestaciones criminosas” (Sánchez, 1913:348); este cúmulo de
elementos que inciden en la constitución del criminal lo han convertido en una anormalidad
que debía ser extirpada de la sociedad.
Esta comprensión del delincuente también es compartida por el Dr. Merchan, el cual
denotó que:
el delito debe ser castigado, por el hecho mismo delictuoso, y por el perjuicio y daño
ocasionados a la sociedad de que forma parte el delincuente, siendo en ocasiones
necesario la supresión de este, ni más ni menos que en el caso de una epidemia se hace
necesario suprimir el agente patógeno productor de la infección. Esta supresión o
eliminación corresponde al Estado, quien debe velar por el progreso de la sociedad,
arbitrando y estableciendo medios de legítima defensa contra los agentes que tienden a
obstaculizar su desarrollo y perfección (Merchan, 1917:297).

El Dr. Merchan -1915- partidario de reinstituir la pena de muerte en el Ecuador ya que “la
pena capital es pues, un acto natural de selección que tiende a perfeccionar la humanidad,
suprimiendo de raíz lo que puede ocasionar un obstáculo en el camino de su felicidad”
(Merchan, 1917:300), el sustento para esta aseveración fue el punto de vista médico-legal. El
mismo que consideró que la eliminación de la pena capital por el gobierno liberal en 1895 “ha

- 52 -
sido gravemente perjudicial para el país debido a que la delincuencia aumentado” (Merchan,
1917:196); y la eliminación de dicha pena ha dejado al Estado sin la medida necesaria para
erradicar a los sujetos patógenos de la sociedad. Para respaldar esta ponencia presentada en el
Primer Congreso Médico Ecuatoriano el médico relacionó tanto los factores étnicos como la
herencia delincuencial como causantes de esta patología social:
Los factores étnicos tienen más importancia de lo que se cree en la manifestación del
delito. Sucede en los pueblos lo que en los individuos: la herencia influye poderosamente
en el desarrollo del carácter físico y moral. Y así como los individuos que nacen de
padres enfermos no poseen el vigor, ni la intelectualidad, ni las dotes morales, que es la
regla en aquellos que proceden de padres sanos, del mismo modo, en los pueblos cuyos
progenitores fueron aventureros o delincuentes vulgares, no se puede observar en ellos
sino manifestaciones delictuosas que recuerdan siempre el origen de donde provienen
(Merchan, 1917:299).

Este decaimiento ─representado en las aventuras y actos delincuenciales vulgares─ de los


progenitores transmitido hacia su descendencia origina poblaciones propensas a cometer actos
delincuenciales; esta patología social que ya se encuentra latente en los principios
constitucionales físicos y morales de los sujetos es lo que el Dr. Merchan la catalogaba como
nefasta. La misma que debía ser erradicada de los sujetos que la ejercen a través de la pena de
muerta, la cual era una herramienta que el Estado ─como representante de la sociedad─ debía
emplear para resguardarse de tan temible enfermedad. Pero estos elementos no eran los únicos
que concurrían a la existencia del delincuente en el Ecuador, Sánchez menciona que entre
estos elementos se encuentran también: “las guerras civiles, la miseria, el parasitismo y la
vagancia, la niñez abandonada v la educación viciosa y deficiente, el alcoholismo, el abuso
del indulto, la organización judicial y el régimen penitenciario” (Sánchez, 1913:350); todos
estos elementos convergen en el espacio social generando sujetos criminales, una anomalía
forjada por las influencias adquiridas que lleva a la sociedad a un estado degenerativo.
Todos estos elementos, considerados como dégénératrices ya que poseen una “acción
suficientemente enérgica y suficientemente duradera para retardar y, sobre todo, para detener
el movimiento evolutivo de la especie” (Citado por Huerta, 1987:54), estuvieron vinculados
tanto en el discurso médico como en el discurso jurídico; por la exigencia de suprimirlos del
conjunto social, debido a que eran causantes de estados enfermizos tanto físicos como
morales42; pero lo más ominoso se vinculaba con el hecho que estos elementos generadores de

42.-
entre los males morales, que los elementos generadores de la delincuencia imprimen en la sociedad, Sánchez
resalta el parasitismo y la vagancia; manifestándose, el parasitismo, “no solo en la evolución biológica sino
también en la sociológica (…). El parasito adquiere vicios: el juego, la embriaguez, la vida de disolución le
atraen; el noble anhelo del trabajo se le convierte en hastió” (Sánchez, 1912:354-355). Por otro lado “la
vagancia, entre nosotros [escribe Sánchez], tiene, en gran parte, su origen en el parasitismo. No desconozco,
empero, las otras causas que la engendran. Depende de factores orgánicos, de factores antropológicos como la
neurastenia y la psicastenia; pero depende en muchísimos casos -los más numerosos- de nuestra pésima
educación y de nuestras perniciosas costumbres políticas. (Sánchez, 1912:356). De esta forma relaciona tanto los

- 53 -
criminalidad se podían transferir a generaciones futuras43 mediante la herencia, ocasionando
con esto la degeneración paulatina de la sociedad.
Sánchez también consideró que los niños abandonados “los pocos que sobreviven son
conducidos a la casa de expósitos y llevan en la sangre el germen mal sano y morboso de
padres histéricos o histeroepilépticos, cuando no criminales de la peor especie” (Sánchez,
1912:358); ya que al no conocer sus antecedentes hereditarios Sánchez supone que estos niños
son propensos a la delincuencia. Algo semejante ocurre con las posturas del Dr. Menchan,
pero este médico va mucho más lejos al momento que denota que:
tenemos, pues, los ecuatorianos, como factor de primera importancia en la manifestación
de nuestra criminalidad, la herencia; que exige la supresión del delincuente tarde o
temprano, tanto más, cuanto que en ciertos casos, en los cuales la eliminación de un
individuo semejante no se realiza por la intervención de la ley, es la misma sociedad que
se encarga de ello, aconteciendo entonces lo que a diario se observa en un miembro
gangrenado: cuando el cirujano no le ha extirpado por completo, es el organismo quien
verifica la eliminación (Merchan, 1917:299).

El Dr. Merchan habla de homeostasis social la cual realizaría una autorregulación de los
sujetos nocivos para ella; y “para la completa extinción de una epidemia [refiriéndose a la
delincuencia] que se ha desarrollado en extremo, no solo es necesaria la aplicación de
remedios adecuados: lo es aún más la profilaxis, o sean los medios más á propósito para
limitar su propagación y procurar que desaparezcan por completo los agentes que la
originaron” (Merchan, 1917:302). Para tal eliminación de los sujetos criminales, los mismos
que pueden propagar sus agentes patógenos e infectar a su ascendencia, la pena capital seria el
medio a emplear por el Estado, como representante de la sociedad, para erradicar
definitivamente a este agente de propagación y degeneración social.
Simultáneamente el alcoholismo fue tratado como una causa de la criminalidad, dentro del
discurso jurídico, pero siempre relacionado como causa de degeneración tanto individual
como social; al respecto Sánchez escribió que:
el alcohol es un veneno individual y social. No es posible, pues, que nos crucemos de
brazos ante tan monstruosa intoxicación y que dejemos subsistir, poderosa, esta causa de
degeneración intelectual y moral. ¿Qué nos reserva el porvenir, si toma el alcoholismo
tales proporciones? Tendremos generaciones infelices de paralíticos, de idiotas, de locos
y de criminales (Sánchez, 1912:362)

elementos: morales, sociales, antropológicos, biológicos y políticos en la generación de estos individuos, que por
su constitución estarían predispuestos a la delincuencia.
43
.- ya en 1891 el Dr. Casares en sus “Conferencias sobre Patología General” resaltaba esta transmisión
hereditaria de la criminalidad hacia las futuras generaciones, para ilustrar este punto que formaba parte del
análisis de las patologías el catedrático se vale de un ejemplo; mencionando que “la predisposición al robo, al
asesinato, al suicidio está confirmada por muchísimos casos que registran los anales de la criminalidad. Hace
setenta años vivía en Hudson (Estados Unidos) una mujer perversa, y que estuvo en riesgo de ser ahorcada; tuvo
muchos hijos, y ahora existen ochenta descendientes directos, todos son vagos locos ó criminales” (Casares,
1891:22).

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Esta noción del alcoholismo la cual lo considera como un elemento nocivo para el individuo y
la sociedad y transmisible a través de la herencia hacia las generaciones futuras44; estuvo
presente tanto en el discurso jurídico, que lo toma como uno de los elementos del sujeto
criminal, como en el discurso médico cientificista. Y fue considerado también como el
causante de las taras psico-físicas que esta herencia patológica impregnaba sobre el cuerpo de
la descendencia de los sujetos alcohólicos.
La teoría de la degeneración desde su formulación en 1857 por Morel “considera la
intoxicación alcohólica como uno de los principales factores dégénérateurs de la especie
humana” (Huerta, 1987:60); esta relación entre el alcoholismo y la degeneración estuvo
presente también en la obra de Valentín Magnan45 y de Paul Maurice Legrain; siendo este
último el que realizó importantes conexiones entre el alcoholismo y la teoría de la
degeneración. Entre sus obras en las cuales esta relación toma una importancia relevante se
encuentran “Hérédité et alcoholisme (1889), con prólogo de su maestro Magnan y, sobre
todo, Dégénérescence social et alcolisme (1891) por el que recibió numerosos galardones y
con el que los estudios de la enfermedad alcohólica en sus relaciones con la degeneración
llegan a su punto culminante” (Huerta, 1987:67).
A más de esto en 1895 Magnan y Legrain colocan al alcoholismo como una de las causas
dégénératrices más nocivas para la especie humana catalogándola como el principal “poison
social capaz de ocasionar la decadencia psico-orgánica de los individuos y de sus estirpes”
(citado por Huerta, 1987:67). Esta correlación entre alcoholismo y degeneración como
causante de taras hereditarias fue presentado por el discurso médico como un signo de un
estado patológico; ya que el alcoholismo fue utilizado como una arista más en el diagnóstico
de los individuos lo cual predisponía a los sujetos a otras enfermedades ─es generador de
taras psico-físicas representadas en estigmas como la criminalidad, el idiotismo, la locura─
señalando que el alcohólico en su interior presentaba un estado enfermizo latente.

44
.-Sánchez al no encontrar datos estadísticos en el país que comprueben la relación entre el alcoholismo y las
enfermedades congénitas tomó como ejemplos observaciones de dos médicos franceses, en las cuales las
observaciones de estos demuestran lo aseverado por Sánchez, el primero de estos médicos Lancreaux expone
que: “de 304 niños nacidos de padre o madre alcohólicos, murieron 132, padecieron convulsiones 48, eran
epilépticos 60 y aparentaban cierta salud únicamente 64”; y el segundo de estos médicos citados por Sánchez fue
Legrain el que denota lo siguiente: “la descendencia de 215 familias de alcohólicos ha dado en tres generaciones
un 50% de alcohólicos, repartiéndose el resto entre degenerados, convulsionarios, locos y criminales” (Sánchez,
1913:362). Legrain fue discípulo de Valentín Magnan y contribuyó de una forma activa en la consolidación de la
teoría de degeneración realizada en 1895.
45
.- “Valentín Magna y sus colaboradores del Asilo Psiquiátrico de Sainte Anne de Paris fueron los que
realizaron las más brillantes aportaciones de la psiquiatría positivista francesa al estudio y tratamiento del
alcoholismo. Sus primeras publicaciones datan de 1864 (…) su interés por el tema lo llevará a realizar
experimentos con animales y a examinar y tratar un gran número de pacientes. Sus dos obras definitivas, en este
sentido son Etude expérimental el clinique sur l´alcoolisme. Alcool et absinthe. Epilepsie absinthique (1871) y
De l´alcoolisme, des diverses formes du délire alcoolique et de leur traitement (1874) y están desprovistas de los
elementos especulativos y del talante moralizador de que hacían gala los médicos que le antecedieron” (Huerta,
1987:65-66).

- 55 -
Desde el establecimiento de la medicina-práctica en el país, en las tres últimas décadas del
siglo XIX, por los médicos franceses Gayraud y Domec; estos ya señalaron que entre las
costumbres, dañosos para la salud, de los habitantes de Quito se encontraban “los hábitos
alcohólicos” (Gayraud & Domec, 1953:50); que bajo el punto de vista médico-quirúrgico y
junto con la ociosidad debía de ser eliminada del conjunto social. La relación del alcoholismo
como una patología social la exteriorizó el Dr. Casares, ─1891─ resaltando que: “existe
empero una terrible degeneración, gangrena de la sociedad moderna, el alcoholismo, cuya
transmisión hereditaria parece indudable. No es solamente una enfermedad del individuo sino
también una enfermedad de familia, que proyecta su acción destructora hasta sobre la raza”
(Casares, 1891: 24); considerándola ya como patología social, el alcoholismo estaba presente
en el desmedro de la raza la misma que se encontraba asechada por esta enfermedad.
Las afecciones fisiológicas causadas por el alcoholismo, tanto agudo como grave, fueron
observadas y descritas por el Dr. Jenaro Ribadeneira entre 1894-1895 en un artículo titulado
“Pequeño estudio o apuntes sobre el alcohol”46 en el cual observa los efectos producidos por
el alcohol sobre el cuerpo de los sujetos que adolecen esta patología. El alcoholismo,
menciona el Dr. Ribadeneira, es:
(…) una larguísima serie de afecciones morbosas que el alcohol produce en el hombre,
que abusa de las bebidas espirituosas: puede el alcoholismo ser agudo o crónico, (…) en
el primer caso las modificaciones son pasajeras y desaparecen con la causa que les ha
dado origen, sin dejar alteraciones notables. En el alcoholismo crónico estas
modificaciones son persistentes, durables, profundas, de tanta gravedad, que conducen
necesariamente a la degeneración de la especie. Con relación a su frecuencia y
universalidad, se lo debe considerar como uno de los más comunes y mayores males que
afectan a la humanidad, al par que hay que confesar que es de los peores. La intoxicación
alcohólica es la más frecuente de las intoxicaciones: puede asegurarse que produce más
del treinta por ciento de la mortalidad general (Ribadeneira, 1894:239).

En este análisis el Dr. Ribadeneira ya asegura que el alcoholismo crónico es causante de


procesos degenerativos de la especie y estaba relacionado con la “imbecilidad y la demencia”
(Ribadeneira, 1894:587); también realizó una conexión entre esta patología social y el
delirium tremens: sus síntomas, su pronóstico y tratamiento (Ribadeneira, 1895:540-553).
Esta relación entre demencia, imbecilidad y delirium tremens con el alcoholismo es lo que el
46
.- En este artículo el Dr. Ribadeneira no trata únicamente las afecciones del alcoholismo sobre el ser humano,
también expone los usos del alcohol a nivel farmacéutico y como medio de asepsia, así mismo explica sus
propiedades generales, su uso farmacológico, su acción fisiológica y toxica, sus usos tanto internos como
externos, la influencia de las bebidas espirituosas en dosis moderadas o dosis inmoderadas. Y ya centrado en el
alcoholismo como causa patológica en el ser humano, lo trató en dos dimensiones, la primera relacionado con el
alcoholismo agudo: la anatomía patológica del alcohólico agudo su marcha, duración y terminación; y la
segunda dimensión relacionada con el alcoholismo crónico: su nosografía y las afecciones causadas sobre el
aparato de la respiración, aparato de la circulación: corazón y pericardio, aparato de la inervación, aparato
geneti-urinario, aparato tegumentario externo; y como el alcoholismo crónico es causante de la imbecilidad y
demencia el modo de evolución y marcha de estas desviaciones mentales su terapéutica y tratamiento. También
realiza una exposición de la medicina legal del alcoholismo y señala al delirium tremens como consecuencia del
mismo, señalando los síntomas y formas del delirium tremens, pronóstico y el tratamiento a tomar de esta
dolencia mental.

- 56 -
médico Ribadeneira considera como un estado degenerativo de la especie colocando a los
individuos en una predisposición a adquirir patologías metales.
De igual manera el discurso médico higienista trato al alcoholismo como una forma de
degeneración física y moral del individuo, el mismo que engendraría estados patológicos en
su descendencia; la prueba de este estado enfermizo la daban los hijos de alcohólicos los
mismos que presentaban estigmas psico-físicos en sus cuerpos. El Dr. Andrade Coello, en el
libro titulado: Vulgata higiénica se expresa del alcoholismo de la siguiente forma:
Causan muchas enfermedades las bebidas alcohólicas: primero exaltan las funciones,
después las deprimen y por último las alteran. Sobrevienen vómitos etc., y el estado triste
de la embriaguez. Producen idiotismo, locura, alcoholismo crónico, temblores, delirio
furioso, delirium tremens. Los daños más terribles causan las bebidas destiladas,
desinfectadas, refinadas, aguardientes, resacados, pulques y licores. Con el alcohol
degenera la raza y se arruina la familia. La prostitución física y moral es hija del alcohol.
Los descendientes de alcohólicos tienden al crimen y la idiotez (Andrade Coello,
1915:57).

Este libro destinado a la divulgación de los principios higiénicos 47 entre niños y jóvenes de
escuelas municipales y colegios de segunda enseñanza, advertía a las futuras generaciones los
males del alcohol que se presentaban sobre los cuerpos de los sujetos que abusaban de estas
bebidas; a más de eso basándose en principios científicos y moralistas el Dr. Andrade Coello
resalta, con la premisa de intervenir y proteger, que el gran peligro del alcoholismo en la
sociedad es la degeneración de la raza y el menoscabo de la familia la cual es el núcleo de la
sociedad.
Otro rasgo de la racionalización del discurso higienista relacionado al problema del
alcoholismo la denotaron los Dres. Isidro Ayora y Ricardo Villavicencio en un ensayo
publicado en 1922 por motivo de la 1° Exposición de Higiene en el Ecuador, evento creado
dentro del marco de las conmemoraciones del centenario de la Batalla de Pichincha; en el cual
colocan a la higiene como un factor de medida de progreso de la sociedad denotando que: “el
grado de civilización de un país se mide actualmente según la perfección de su higiene. Si
practicamos la higiene y si trabajamos en su favor, no sólo nos procuraremos una vida
agradable y feliz, sino que habremos mirado por el porvenir de la Patria” (Ayora &
Villavicencio, 1922:34). Es decir, que la higiene de una población, tanto física como moral,
era una señal de progreso y civilización de una república. Y siendo el alcoholismo un agente
de desmedro de las sociedades, ya que causaba degeneraciones físicas y morales, el sujeto

47
.- La importancia del libro titulado: “Vulgata Higiénica” en la enseñanza primaria y secundaria de la sociedad
ecuatoriana se dio a denotar cuando el Dr. Carlos Alberto Arteta, en calidad de delegado del cuerpo Médico de
Quito al VI Congreso Médico Latino-Americano, vio conveniente llevar una copia de este libro para exponerlo
en la Sección Científica de dicho congreso; ya que este tratado “de Higiene Privada y Pública escrita en estilo
castizo y en forma adecuada para la enseñanza en escuelas y colegios” (Arteta, 1923b:590).

- 57 -
alcohólico fue racionalizado como un ser en proceso degenerativo proclive a contraer otras
patologías:
El alcohólico cura difícilmente y con menos frecuencia que los otros hombres de sus
enfermedades; los alcohólicos sucumben en inmenso número a la tuberculosis, porque el
uso del alcohol debilita la resistencia general del organismo. En fin, un gran número de
accidentes, delitos y crímenes reconocen por causa primera el alcoholismo, los
alcohólicos constituyen una carga para la sociedad llenando los hospitales y prisiones. En
los pueblos en los que se usa mucho alcohol, la natalidad disminuye y los pobres niños
vienen al mundo con grandes taras físicas y morales; raquíticos, degenerados e idiotas
(Ayora & Villavicencio, 1922:20-21).

Esta racionalización del sujeto alcohólico como una carga para la sociedad y como agente de
propagación de patologías, siendo los más afectados su hijos, fue lo que el discurso médico
higienista creo como sentido común en la población; la cual para procurar su progreso tenía
que aborrecer y aislar a estos sujetos portadores de enfermedades. Para evitar la propagación,
así como alertar a la sociedad de las enfermedades que esta patología social transmitía, se
llevaron a cabo conferencia destinadas a difundir las consecuencias que este estado
patológico ocasionaba sobre la población; ejemplo de estas conferencias fueron las realizadas
por Luis Robalino Dávila entre agosto y octubre de 1922 en la Escuela Nocturna de Obreros,
en la cual señalaba frente a su auditorio las consecuencias más notorias que pueden llegar a
presentarse en el país a causa del consumo excesivo del alcohol:
Vemos entonces con horror, si somos conscientes,[…] y patriotas de verdad, la
mortalidad prematura, la extinción misma de razas enteras de seres humanos, debido al
alcohol, […], veremos la extensión de la morbilidad especialmente de las enfermedades
infecto-contagiosas, las venéreas, la tuberculosis; veremos los destrozos de la herencia
alcohólica en niños locos, nerviosos, incapaces, que nacen y mueren con la brevedad de
las amapolas; veremos la poca resistencia para el trabajo, muscular o intelectual, en
peones o estudiantes, en artesanos (…); palparemos, no sólo la falta de resistencia mas
también la poca eficiencia de trabajos hechos a la diabla, sin atención, incompletos,
errados; constataremos en trabajadores de todo género, falta de memoria, falta de
atención, falta de voluntad, oíremos por todas partes el lamento desconsolado: «No hay
en quien confiar» «No hay gente preparada!» « No hay hombres!». Si tal es el resultado
fisiológico del alcoholismo reinante en el Ecuador, el moral no es menos funesto:
criminalidad, ociosidad, disolución de la familia, humillación del ánimo y dependencia
del alcoholismo (Robalino, 1925:85).

Estas aseveraciones expuestas ante la Escuela Nocturna de Obreros, estuvieron destinadas a


modificar las costumbres de las “clases populares” en el país y colocarlas en relación con los
nuevos preceptos científicos de la higiene; no únicamente procurando una limpieza del cuerpo
sino también un profilaxis social y biológica destinada a proteger a la población de la
degeneración. A las conclusiones que llega esta conferencia es que
el alcoholismo en el Ecuador es el mal que resume todos los males, la enfermedad social
que, con caracteres de una gravedad quizá desconocida en otras partes y en todo caso
agravada por las condiciones étnicas y culturales de nuestro pueblo, urge combatir por
todos los medios, […], hasta extirparla de raíz de nuestro organismo (Robalino, 1925:86).

- 58 -
Esta conferencia presentada por Luis Robalino en la Escuela Nocturna de Obreros y destinada
a difundir los males que el alcoholismo causa tanto al individuo como a la sociedad; estuvo
acorde con las ideas expuestas por el Dr. Pablo Arturo Suárez, catedrático de Higiene de la
facultad de Medicina de la ciudad de Quito desde 191948, en una sesión extraordinaria de la
Junta de Propaganda Antialcohólica llevada a cabo el 1 de mayo de 1923. En esta conferencia,
difundida por la revista Anales de la Universidad Central, el Dr. Suárez identificó al segmento
de la población que se encontraría ya en un proceso degenerativo49 el cual era causado por el
alcoholismo. Denotando que: “huraño, desconfiado nuestro obrero, especialmente el indio, ha
buscado en el alcohol energía para sus músculos y distracción para su espíritu; desorientados
o fracasados, inhábiles para el trabajo o perezosos otros, han buscado en el alcohol la energía
moral o el pasatiempo” (Suarez, 1923:2).
El Dr. Suárez en esta conferencia delimitó un ‘objeto de saber’ dentro de un segmento de
la población que se encuentra afectada ya por el alcoholismo: “el obrero y especialmente el
indio”. Con esta especificación el catedrático universitario incluyó dentro del paradigma del
discurso higienista un elemento de profilaxis biológica de los miembros de la sociedad, ya
que el propósito de distinguir y clasificar a los sujetos dentro del discurso médico, igual que
en las patologías, estaba destinado a la eliminación de las condiciones mórbidas que
enfermaban al organismo que en este caso era la sociedad. La misma que ya se encontraba,
según las deducciones del Dr. Suárez, sintiendo los síntomas de un estado degenerativo
arraigado en el conjunto social. Siendo el alcoholismo uno de los elementos del diagnóstico
de este estado.
Volviendo al tema que nos ocupa, el alcoholismo es presentado por el Dr. Suárez como
“fruto de la debilidad, de la inercia, del cansancio físico y del abatimiento moral o de las
tendencias hereditarias” (Suárez, 1923:9); que tanto los obreros, y dentro de este segmento
social los indios, presentan como elementos de su constitución física y moral. Siendo el
alcoholismo no solo funesto para el alcohólico sino también para su descendencia, puesto que
teniendo presente que “la célula primera no sólo lleva en sí la suma de caracteres ancestrales
que marcan la especie y la familia, arrastra también consigo los vicios, los defectos y los
hábitos, ya en forma de caracteres ya de lesiones” (Suárez, 1923:5). Estos caracteres o

48
.- el Dr. Pablo Arturo Suárez a más de ser catedrático universitario desde 1919, intervino de una forma activa
en la vida política y social del país; desempeño diversos cargos públicos tales como: Director de Sanidad desde
1926 a 1929 año en el cual fue elegido Diputado de la asamblea nacional constituyente; en 1931 fue designado
como decano de la facultad de Medicina de la Universidad Central del Ecuador y un año más tarde sería
nombrado Rector de este centro educativo; también formó parte en 1937 de la Comisión organizadora del
Instituto Nacional de Previsión Social y de la Caja de Seguro, y fundó un año después el Centro de Estudios
sobre la tuberculosis.
49
.- ya en 1913 Manuel María Sánchez planteó que los “indios” ya estaban viciados por el alcohol y eso se podía
notar en sus fiestas; para detener este vicio Sánchez cree que es necesario “la abolición de las fiestas de los
indios, en quienes ha arraigado hondamente el vicio” (Sánchez, 1913:363).

- 59 -
lesiones se presentaban sobre la descendencia de los alcohólicos en forma de estigmas psico-
físicos siendo:
El raquitismo, las deformaciones y anomalías de los órganos, la epilepsia el histerismo,
los desequilibrios nerviosos la tendencia irresistible a los vicios, la demencia, la sordo-
mudez y el idiotismo, en su mayor parte resultados del alcoholismo de los padres.[…].
Así el bebedor; dando al mundo hijos débiles de espíritu y de fuerza, anormales o
desequilibrados, contribuye a la degeneración de la raza; sacrificando la felicidad del
hogar y la mentalidad de sus hijos, contribuye a la destrucción de la célula social que es la
familia (Suarez, 1923:6).

Esta descendencia que se encuentra en un paralelismo con la degeneración de la raza, es lo


que Pablo Arturo Suárez advierte como un síntoma de la decadencia de la especie, ya que al
aglutinar “los vicios, defectos y hábitos” de sus progenitores, los hijos de alcohólicos, no
reunirían las condiciones biológicamente necesarias en la lucha por la vida; colocando al
conjunto social en un decaimiento de sus miembros.
Otro elemento que demostraba el estado mórbido de estos segmentos de la población se
reflejaba en el hecho de la compra de bebidas alcohólicas; ya que esto afecta a la economía de
familias de los sujetos alcohólicos, y realizando una aproximación se calculaba que: “la venta
de todas estas bebidas […] representan para el pueblo consumidor la suma aproximada de 7
millones de sucres. Capital que en gran parte emigra del País! Que priva de comodidad a las
familias, de salud y patrimonio a los hijos, de aseo y alimentación suficiente al obrero;
millones invertidos en debilitar la raza!” (Suárez, 1923:7). Al momento que habla de la
chicha, la cual es consumida “por la gente del pueblo y especialmente entre los indios”
(Suárez, 1923:8) , resalta el alto grado tóxico que contiene esta bebida y le atribuye el
“embotamiento intelectual, la habitual pereza y la enfermedad que pigmenta la piel, notables
en la raza indígena”50 (Suárez, 1932:8); convirtiendo a estos elementos en estigmas físicos y
morales de degeneración causados por el alcoholismo de la gente del pueblo.
Tanto la criminalidad como el alcoholismo fueron considerados como factores
dégénératrices de la especie humana por el discurso médico y jurídico; los cuales resaltaron
que estas patologías sociales contenían una acción suficientemente fuerte como para detener
la evolución de la sociedad y al mismo tiempo impregnaban sobre los sujetos ciertas
características psico-físicas ─raquitismo, deformaciones, epilepsia, la demencia, la sordo-
mudez, entre otras─ que denotaban su estado enfermizo; así mismo estas taras sociales eran
transmisibles, por medio de la herencia, a su descendencia.

50
.- Pablo Arturo Suárez al referirse a “la enfermedad que pigmenta la piel en la raza indígena” se está refiriendo
a llamada “Enfermedad Azul” la cual consistía en “manchas acrómicas e hipercrómicas que alternan en el mismo
enfermo [sobre el cuerpo de los indígenas del valle de los Chillos] sin simetría alguna y que afecta en orden
sucesivo de aparición, las rodillas las piernas, el pecho la cara, los brazos, antebrazos y las manos, las manchas
hipercrómicas tienen un color obscuro azulado, circunstancia por la cual se ha denominado a esta afección
«enfermedad azul»”(Suárez, 1926:1).(Anexo 3).

- 60 -
Estas dégénératrices adquiridas en el espacio social al ser transferibles a las futuras
generaciones ocasionaría un serie de anomalías y retrasos a la sociedad, por lo cual el discurso
médico Higienista desplegó una serie de prácticas para determinar la etiología de esta
degeneración y a través de este establecimiento de las causas del estado patológico
implementaría la terapéutica correcta que el Estado, como representante de toda la sociedad,
debía efectuar para detener a una constitución enfermiza de los miembros de la sociedad.

Síntomas de la degeneración: como identificar y actuar sobre un conjunto social en


estado patológico.
Los síntomas de un estado patológico son racionalizados como “la forma bajo la cual se
presenta la enfermedad: de todo lo que es visible, el síntoma es el más cercano a lo esencial”
(Foucault, 2004:131). Esta cercanía a la esencialidad de una afección es lo que le convierte a
la descripción de los síntomas en una parte constitutiva en el reconocimiento de una
enfermedad, paso necesario al momento de diagnosticar e implementar medidas terapéuticas
sobre un estado enfermizo o predispuesto a la adquisición de otras patologías. En este sentido,
la medicina social ecuatoriana de los años 20 y 30 del siglo pasado, representada en el
discurso médico Higienista bajo la figura de Pablo Arturo Suárez, realizó una serie de
descripciones de la sintomatología de un estado enfermizo que, según las conclusiones de este
médico, ya se encontraba enraizado en dos segmentos de la población ecuatoriana: “la clase
obrera y la campesina”; a las cuales se las debía de racionalizar en sus dimensiones
cotidianas, ya que de estas relaciones se desprendían las causas que provocaban sus
afecciones, para poder intervenir sobre los estados mórbidos que estos segmentos de la
población presentaban.
En esta identificación de los elementos constitutivos del estado enfermizo en la cual se
encontraban las clases obreras y campesinas del país, el Dr. Suárez expuso que tanto “el indio,
el campesino, el humilde obrero de nuestras ciudades, es explotado […] por fuerza de su
situación física-moral que le vuelve incapaz para desenvolverse por si solo” (Suárez, 1934:3);
es decir, que los impedimentos para que estos segmentos de la población se desenvuelvan
libremente, ya se encontraban en su formación constitutiva y el medio ambiente en el cual
desempeñaban sus actividades solo agravaba aún más esta constitución orgánica deficiente;
colocándolos, a su objeto de saber las clases obreras y campesinas, en una posición propensa
a una serie de enfermedades las cuales hundirían más a estas clases en un abismo de
degradación; agravando de una forma permanente su situación, la misma que ya se
caracterizaba por su “estado de postración físico-moral” (Suárez, 1934:4).
Esta forma de concebir a la mayor parte de la población ecuatoriana en los años 30 del
siglo pasado, por parte del discurso médico higienista, estuvo relacionado con la necesidad de

- 61 -
colocar a estos segmentos de la población a un nivel de disciplinamiento que el proyecto
político liberal requería para implementar una serie de dispositivos de regulación, destinados a
maximizar el rendimiento de las fuerzas productivas; el mismo Pablo Arturo Suárez mencionó
que:
Nuestro obrero se alimenta, se aloja y se viste sin que ninguna razón guie el esfuerzo
económico que realiza; y nadie ha averiguado si este mismo esfuerzo, con sólo un cambio
de orientación, podría proporcionarle un medio familiar más sano y razonable. Víctima de
prejuicios y bajo la presión obstruccionista de la rutina ha creado para sí y su
descendencia un ambiente físico malsano y opresor; asi la nacionalidad en sus mismas
fuentes productivas sufre los desgastes y degeneraciones que comprometen sus energías
(Suárez, 1931:67).

Este colocar en paralelismo las fuerzas productivas con las nociones de higiene
─alimentación, alojamiento y vestimenta─ fueron desplegadas con el objetivo de obtener una
mayor productividad de los obreros y campesinos; siendo esto parte de lo que el discurso
político liberal concebía como una forma de encauzar a la sociedad en un progreso tanto
social como económico que se esperaba en una construcción capitalista.
En cuanto al método empleado para la recolección de datos y observaciones que el Dr.
Suárez implementó en sus estudios médico-prácticos, realizados en compañía de sus alumnos
de Higiene del último año de la carrera de Medicina51, podemos acotar que estos fueron
implementados desde 1930 y utilizados para demostrar las taras enraizadas en la población así
como para respaldar el análisis de las condiciones de vida en la cual “las clases bajas”
desenvolvían sus relaciones sociales. Estas recolecciones de datos estaban comprendidas en
varias dimensiones, entre las cuales se encontraban:
a) Datos de orden civil general, [número de habitantes de una población, número de
familias que la integran, miembros que integran las familias, datos de natalidad y
mortalidad infantil, y de la natimortalidad considerados por estos estudios como síntoma
de raza decadente];
b) Datos de orden educativo: años de asistencia escolar, instrucción, costumbres,
capacidad mental, etc. ;
c) Datos de orden biológico: estado de salud, número de enfermos, enfermedades
degenerativas, infecciosas o parasitarias, enfermedades incurables; datos demográficos,
etc.;
d) Datos de orden tísico individual: alimentación, vivienda, vestido;
e) Datos de orden económico: ingresos por salarios, por rentas de comercio; terrenos
propios o en partido; por animales, por industria; egresos por gastos de subsistencia, por
fiestas, alcohol, negocios etc; (Suárez, 1936:6-7).

Con la recolección de estos datos, realizados en varias expediciones científicas, el catedrático


universitario respaldó las conclusiones y aseveraciones de que tanto las clases obreras y
campesinas en el país se encontraban ya en procesos degenerativos; los mismos que se
presentaban, bajo el punto de vista médico-higienista, como inherentes y constitutivas a estos
conjuntos sociales.
51
.- Anexo 4.

- 62 -
En relación al análisis de las clases obreras y campesinas el Dr. Suárez realizó una
división, basándose en el nivel de ingresos, de estas clases para racionalizar su ambiente
social y las condiciones en las cuales se encontraban estos segmentos de la población; esta
división era importante ya que según su poder adquisitivo estas segmentos sociales podían
empeorar o mejorar sus condiciones de existencia, las cuales fueron consideradas como
causantes de sus estados patológicos. Esta división la realizó de la siguiente forma: 1)Clase
Obrera Urbana A, 2)Clase Obrera Urbana B, 3)Clase Obrera Industrial, 4)Clase Campesina
A, 5)Clase Campesina B, 6)Clase Campesina Manufacturera. Estos seis segmentos de la
población fueron analizados tanto en su alojamiento, alimentación, vestido, nivel cultural,
temperamento, estado de salud, y presupuesto familiar; para, a través de la racionalización del
espacio social en el cual se desenvolvían, demostrar que sus condiciones de vida así como sus
relaciones sociales dentro de estos segmentos de la sociedad los colocaban tanto “al indio,
proletariado o como se quiera […] a un nivel muy bajo, degradante, ofensivo para la categoría
de hombre” (Suárez, 1934:3).
En los estudios que el Dr. Suárez realizó, él menciona que no toma en cuenta las razones
étnicas de los segmentos de la población que utiliza como objetos de estudio, pero dentro de
estas clasificaciones los integrantes de estos segmentos son identificados como “indios,
meztizos o mulatos” los mismos que tienen en común “un deficit moral y material, si se ha
acomodado a un ambiente físico, deficiente, miserable, incompatible con el valor humano, por
fuerza se hallará dentro de las más bajas categorías, como un factor anulado, negativo o
deficiente dentro del concierto social” (Suárez, 1934:5).
Se debe agregar que bajo el punto de vista higienista de los años 20 y 30 del siglo pasado
tanto el ambiente físico y social en el cual estos segmentos de la población se hallaban fueron
identificados como síntomas de la degeneración, tanto física como moral, que la sociedad
ecuatoriana ya estaba experimentando; estos ambientes fueron enlazados tanto con la
alimentación y vivienda en la cual estas clases sociales desplegaban su vida cotidiana. De
manera puntual el médico Suárez escribió que: “Dentro de un círculo de hierro se encuentra
encadenado la mala alimentación y vivienda con la depresión orgánica la más absurda, con la
esclavitud, la degeneración física y moral y el escaso rendimiento. Cada uno de estos
eslabones se influencian mutuamente” (Suárez, 1934:37). Y la influencia de estos agentes
dégénératrices ya habían generado estigmas psico-físicos en la población; especialmente entre
las clases campesinas en las cuales era notable “el enorme porcentaje de mendigos, individuos
negligentes e incapaces que marcan la situación físico-mental de esta clase social” y en la cual
“predominan con un porcentaje subido del 25% al 80% las enfermedades degenerativas y

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consuntivas: bocio, cretinismo, anemias, tuberculosis, enfermedades de la nutrición” (Suárez,
1934:39-40).52
La conexión del discurso médico higienista de los años 20 y 30 del siglo XX con la teoría
de la degeneración expuesta por Magnan y Legrain se encuentra en la racionalización que se
les dio a las condiciones deplorables de higiene en la cual se hallaban las clases bajas del país
en estas décadas; puesto que de estas condiciones se desencadenaban el medio social
─alimentación, vestimenta, alojamiento, nivel cultural, presupuesto familiar─ y las patologías
─bocio, cretinismo, anemias, tuberculosis, enfermedades de la nutrición, entre otras─ que
estas clases habían adquirido y heredado a su descendencia, deteniendo de esta forma la
evolución de la especie. Con respecto a esto el Dr. Suárez escribió:
el medio mezquino y malsano en que se han sucedido, durante muchos años, generación
tras generación, y que ha producido su natural efecto, el de conducir a las clases sociales
que venimos contemplando, a un plano de inferioridad tal, que implica no sólo un
estancamiento evolutivo, sino un retroceso (Suárez, 1934:44).

Este retroceso del cual habla Pablo Arturo Suárez era aún más peligroso ya que
“constituyendo estas clases sociales, reunidas, un 32% en las ciudades, y un 75% en los
campos, esto es un 60% de la población total, es evidente [escribe el Dr. Suárez] que está
influyendo sobre el progreso general del país”53 (Suárez, 1934:44). Este estado enfermizo en
el cual se encontraba la mayor parte de la población ecuatoriana, según el discurso médico
higienista, era una de las causas por la cual el progreso en el país estaba estancado; debido a
las afecciones psico-físicas que los miembros de estos segmentos de la población, las clases
obreras y campesinas, presentaban en su constitución y vida cotidiana.
Las pruebas del deficit físico-orgánico, en la cuales estos segmentos de la población se
encontraba, se demostraban por las estadísticas médicas; las cuales denotaban que “el valor de
una raza se aprecia por el movimiento demográfico y por los datos somáticos y psíquicos”
(Suárez,1934:44). Estas estadísticas médicas fueron empleadas por el discurso higienista para
realizar comparaciones entre natalidad y mortalidad infantil, demostrando con esto que de
109.136 nacidos en el país en los tres años anteriores a 1934 el 56% correspondía a hijos
legítimos y el 34% a hijos ilegítimos, y de los cuales el 2%, 2000 niños, habían nacido
muertos; estos datos, siendo factores predominantes en las clases bajas, expresaban “la falta
de control sexual y un instinto animal predominante; y el último dato, degeneración orgánica
de los progenitores” (Suárez, 1934:45). Algo semejante ocurría con el análisis de la
52
.- Como prueba fehaciente de este alto porcentaje de individuos con enfermedades degenerativas, y siendo su
descendencia la más afectada, el Dr. Suárez colocó en la mayoría de sus trabajos una serie de fotografías con las
cuales pretendía demostrar sus afirmaciones. (Anexo 5).
53
.- Los cálculos realizados por las estadísticas médicas, entre las décadas de los años 20 y 30 del siglo pasado,
calculaban que en el Ecuador existían “2´500.000 personas” (Suárez, 1934:45); de estas, según el Dr. Pablo
Arturo Suárez, 1´500.000 personas que representan el 60% de población de aquel entonces se encontraban en un
procesos degenerativo de la especie lo cual impedía el progreso del país.

- 64 -
mortalidad infantil, siendo la mortalidad general en los tres años anteriores de 1934 de 48.000
personas, el Dr. Suárez expuso que murieron en este lapso de tiempo 31.703 infantes entre 0 a
20 años; de los cuales 23.100, es decir, 48.8% de la mortalidad general, correspondían a
infantes que se encontraban en la primera y segunda infancia entre 0 a 4 años de edad (Suárez,
1934:46). Estas tendencias demostraba, que las nuevas generaciones no reunían las
condiciones necesarias en la lucha por la vida, siendo esto una de las premisas más
significativas en la comprobación de que estos conjuntos sociales se encontraban en un estado
degeneratriz de la especie humana.
De igual manera, la mortalidad entre los niños de 10 a 20 años, es decir, hasta cuando
termina el crecimiento, representaba el 12,2% de la mortalidad general; que según las
comparaciones del Dr. Suárez era “sumamente intensa, más que en ningún otro país Europeo
o americano” (1934: 46), de esto saca la conclusión que un
País que deja consumirse la juventud de 10 a 20 años con cifra tan abrumadora, es país
que dispone de una raza debilitada, raza que ya no puede infundir el vigor de crecimiento
a su descendencia en el momento más culminante de la vida. Y estas vidas que caen en
flor, pertenecen, justamente, a esa clase social a que venimos refiriéndonos [las clases
obreras y campesinas] (Suárez, 1934:47).

Esta morbilidad elevada entre los segmentos de las clases obreras y campesinas eran una
prueba más del estado patológico en el cual se encontraba estos conjuntos sociales de la
población, lo cual, según el catedrático universitario:
implica degeneración de los progenitores y produce incapacidad absoluta del enfermo: el
20% de los pobladores de las clases bajas se hallan afectados de enfermedades incurables
y que significan una degeneración del individuo, una decadencia física y moral de la
especie, tales como: lesiones psico-orgánicas: imbecilidad, cretinismo, disencefalias, etc;
lesiones nerviosas generales: parálisis diversas, alteraciones sensoriales, epilepsia, etc;
lesiones del esqueleto: deformaciones, anomalías congénitas,: bocio, mixedema,
infantilismo, etc. [y agrega que] Hay agrupaciones campesinas donde el grupo de
degenerados es tan grande como el de los sanos (Suárez, 1934,:47-48).

Estas enfermedades ─la imbecilidad, el cretinismo, las disencefalias, las parálisis diversas, las
alteraciones sensoriales, la epilepsia; las lesiones del esqueleto: deformaciones, anomalías
congénitas: bocio, mixedema, infantilismo─ constitutivas fueron consideradas por el Dr.
Suárez como una “obra corrosiva de la raza” que revelaban “la acción lenta y destructora de
estos males degenerativos a través de varias generaciones” (Suárez, 1934:49). Mencionando
como ejemplo explicativo que la aparición del bocio, una de las patologías que más afectaba a
los habitantes de las provincias de la Sierra centro54: Pichincha, León [Cotopaxi],

54
.- En las diferentes lecciones prácticas de higiene que el Dr. Suárez realizó mediante expediciones a diferentes
provincias de la región Sierra, así como otros catedráticos de la facultad de medicina de la Universidad Central,
entre sus anotaciones destacó que: “con mis alumnos hemos constatado en la provincia de Pichincha en varias
aldeas y caserío, del 15 al 35% de cretinismo, bociosos y paralíticos. En la provincia de Tungurahua, en
colectividades campesinas de Píllaro y Mocha, he podido apreciar personalmente, un promedio de 15% de
enfermos degenerados. Los alumnos del profesor de Clínica, Dr. Enrique Paredes, en comisión científica en las

- 65 -
Tungurahua, Chimborazo; no coincidía únicamente con las aguas pobres en minerales y ricas
en hierro y en sulfatos o carentes de yodo, más bien esta patología “siempre se encontraba
entre los progenitores de una familia en donde hay individuos retardados, degenerados físicos
y mentalmente, alguno o algunos que han padecido de alteraciones de análoga naturaleza”
(Suárez, 1934:49).
Otro de los aspectos mórbidos de estos segmentos de la población se relacionaban no
únicamente con la alimentación deficiente, sino también con enfermedades sociales que se
desprendían de estos habitantes; las mismas que por su inmensa trascendencia social
amenazaban a la degeneración de la especie, tales como:
la sífilis, toxicomanías y el paludismo; enfermedades que debilitan la raza por que
generan vidas lesionadas; enfermedades que empobrecen por que implican gastos que
desequilibran el presupuesto familiar, o porque anulan el rendimiento humano, o porque
dejan inmensas áreas de terreno abandonadas e improductivas. Estas presentan, según los
Boletines Estadísticos, una proporción del 13% sobre la mortalidad general [6.240
personas]. Y téngase en cuenta que esta proporción afecta solo a la clase baja (…). Este
13% indica la honda raigambre de los males sociales que, por su parte, contribuyen
poderosamente a la decadencia de una raza (Suárez, 1934: 54-55).

Al mismo tiempo los índices mentales y somáticas de los segmentos obreros y campesinos
que el Dr. Suárez utilizó como objeto de estudio, revelaban que las condiciones externas en
las cuales estas poblaciones se desenvolvían “desarmonizaban los espíritus, provocando a la
larga, a través de las generaciones, una disfunción glandular orgánica, familiar o aún racial,
causante a su vez, (…) de una mayoría de temperamentos que traspasan el umbral de lo
normal y campean dentro de las lindes patológicas” (Suárez,1934:58); ocasionando con esto
un aumento de las taras mentales que se reflejaban en la constitución física de los individuos
pertenecientes a estos segmentos sociales.
Entrecruzando estos elementos: índice vital, índice físico y mental, el Dr. Suárez llega a la
conclusión que
estas clases bajas de nuestro pueblo [refiriéndose a los obreros y campesinos] constituyen
pues en la Sierra, una raza en plena decadencia, en franco retroceso, una raza enferma.
Como dije al principio: nuestro proletariado se halla en hipoevolución. Su valor biológico
como grupo humano de acción, se halla, hoy por hoy, a la luz de la Higiene y la Biología,
anulado (Suarez, 1934:55).

poblaciones […] pertenecientes a las provincias de Pichincha e Imbabura, constataron un promedio de 70% entre
bociosos y retardados. Escuelas de algunos de los citados lugares presentan alumnos, todos bociosos en un
100%.
En la provincia de Chimborazo el Dr. Carlos Alvear M., entusiasta colaborador, ha anotado un 20% de enfermos
de bocio y cretinismo, en las poblaciones de la cordillera oriental […]; y un 12% en las siguientes de la cordillera
occidental: San Isidro, San Juan, Pangor, Sibambe, etc., y un 6% en varias otras de la meseta interandina”
(Suárez, 1934:48-49). Estos datos recolectados en diversas expediciones científicas fueron utilizados como
sustento de que tanto el bocio y el cretinismo eran enfermedades dégénératrices que ya se encontraban presenten
en diversas poblaciones de la región Sierra, del mismo modo a través de diagramas comprobaban que esta
enfermedad estaba relacionada a factores hereditarios. (Anexo 6)

- 66 -
Una vez identificados los segmentos de la población que se encontraban en un estado
degenerativo, y después de analizar las razones por las cuales tanto los obreros como los
campesinos se encontraban ya padeciendo las condiciones que habían detenido la
evolución y colocaba en riesgo a la especie humana; el Dr. Suárez resalta la necesidad de
intervenir sobre estas clases a través del Estado, y el papel que debían tomar las clases
dirigentes para impedir esta degradación social:
Antes de colocar a estas clases en posiciones doctrinarias y ejecutivas que requieren salud
mental y corporal, es necesario situarlas en posiciones de reconstrucción, de curación
verdadera. [para esto] Nuestro país debe constituirse, por el momento, más que en un
laboratorio de experimentación social, en un gran asilo o casa de salud. La labor de las
clases dirigentes debe ser, ante todo, tutelar, previsiva y justa, eminentemente
proteccionista siempre; radical en muchas reformas tendientes a este fin. (…) en menester
de forjar un nuevo tipo de hombre proletario ecuatoriano, para que se abra el camino,
espontáneamente, de su incorporación a la masa ciudadana (Suárez, 1934:59).

Los elementos a implementar para detener el estado patológico en el cual se encontraba la


mayor parte de la población ecuatoriana de aquel entonces, el 60% de un total de 2´500.000
personas según Pablo Arturo Suárez, se relacionaban con medidas de carácter progresistas
─divulgación de medidas higiénicas relacionadas a la alimentación, vestimenta y alojamiento
de las clases obreras y campesinas; aumento del salario mínimo, creación de casas cunas en
las cuales las madres trabajadoras puedan dejar a sus hijos; implementación de planes de
protección y educación destinadas a campesinos y obreros; así como la creación de
organizaciones sociales y deportivas destinadas al perfeccionamiento moral y físico─ que
encausen a la población a una nueva normalidad; a una condición de ciudadanos productivos
que el proyecto político liberal necesitaba en la construcción de un modelo de producción
capitalista.
En la creación de esta nueva normalidad el papel de la Universidad consistía en convertirse
en un ente de “reconstrucción nacional” ya que tenía que “constituirse en el laboratorio, más
completo social y científico, donde se ensayen todos los sistemas, todas las técnicas que
pueda implantar un Estado para la solución de sus problemas políticos” (Suárez, 1934:92). Y
creando nuevas medidas destinadas a detener los procesos degenerativos de la población, la
academia ecuatoriana racionalizaría las formas más adecuadas de intervenir sobre el espacio
social, procurando con esto la protección de la constitución psico-física de los integrantes del
conjunto social.
Como resultado de la comprobación, en el discurso médico higienista, de que el 60% de la
población ecuatoriana representada en las clases obreras y campesinas se encontraba en un
estado degenerativo; el siguiente paso a implementar consistía en una serie de medidas
destinadas a detener este proceso patológico social así como proteger a los futuros
ciudadanos; los mismos que representaban el futuro progreso de la sociedad. Para esto la

- 67 -
eugenesia fue llamada a implementar una serie de medidas que debían de detener e impedir la
malsana conformación constitutiva que la población ecuatoriana ya presentaba entre los
miembros que la integraban.

- 68 -
CAPÍTULO IV:
LAS PRÁCTICAS EUGENÉSICAS: IDEOLOGÍA CIENTÍFICA E INTERVENCIÓN
SOBRE UNA SOCIEDAD EN ESTADO MÓRBIDO.

La eugenesia: “ciencia” del progreso y/o ideología científica.


A partir de las nuevas problematizaciones del Higienismo ─el estado degenerativo de la
mayor parte de la población ecuatoriana, el alcoholismo y la criminalidad consideradas como
patologías sociales─ este discurso médico-práctico, sustentándose en observaciones y
expediciones científicas, creó la necesidad de implementar en el país una “profilaxis
biológica” lo suficientemente amplia que permita detener el proceso mórbido físico y moral,
que las clases obreras y campesinas ya presentaban en la constitución de sus organismos. Para
estos fines, así como para implementar un modelo de mejoramiento racial, la medicina social
ecuatoriana recurrió a la eugenesia como una herramienta que pueda impedir el estado
patológico degenerativo que estos segmentos sociales estaban padeciendo.
La eugenesia en este contexto, desarrollado como principios cientificistas por Sir Francis
Galton en la segunda mitad del siglo XIX, fue entendido por el discurso médico higienista del
país como la doctrina de la selección humana; destinada a “el aumento de las cantidades
humanas biológicamente superiores; y a la disminución de las cantidades humanas inferiores.
La Eugenesia […] estudia los problemas de los hechos de la herencia, busca el mejoramiento
de la raza mediante la selección de los generadores, tiene por fin crear hombres llenos de
salud” (Garcés, 1937:14).
Esta forma de racionalización que buscaba en la eugenesia una forma de mejoramiento
racial estuvo presente en varios países de la región y el mundo, creándose para esto
instituciones que respaldaban estas ideas cientificistas, como lo fueron: el Eugenics
Laboratory de Londres, la Sociedad Eugénica Mexicana y la Asociación Argentina de
Biotipología, Eugenesia y Medicina Social. A más de estas instituciones creadas con fines
eugenésicos, en América se llevaron a cabo dos “Conferencia Panamericanas de Eugenesia y
Homicultura”: el primero realizado en La Habana en 1927 en donde participaron 16 países y
la segunda conferencia se llevó a cabo en Buenos Aires en 1934 en la cual participarían 21
países55 del continente. De igual manera en Europa se llevó a cabo el primer congreso de la
“Fedération Internationale Latine des Societés d´Eugénique” realizada en Paris en 1937 en la

55
.- Los países que participaron en esta primera “Conferencia Panamericanas de Eugenesia y Homicultura”
fueron: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, República Dominicana, El Salvador, Estados
Unidos, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela. A estos se unirían en la segunda
conferencia: Brasil, Haití, Nicaragua, Ecuador y Paraguay (Actas de las “Conferencia Panamericanas de
Eugenesia y Homicultura” (Citadas por Alvaréz, 1988:70).

- 69 -
cual participaron siete países europeos y cuatro Latinoamericanos (Álvarez,1988: 33)56. Hay
que señalar además que Valentin Magnan, uno de precursores de la teoría de la degeneración,
“formó parte del movimiento eugenésico siendo uno de los vicepresidentes del I congreso
Internacional de Eugenesia celebrado en Londres 1912; punto de partida, puede decirse, del
movimiento eugenésico internacional” (Alvaréz, 1988:54).
Las ideas de “mejoramiento racial” así como la posibilidad de impedir un proceso
degenerativo de la población fueron englobadas por el discurso de la eugenesia, que a través
de la creación y conformación de instituciones, conferencias y congresos en Europa como en
América, difundieron estas ideas y prácticas cientificistas destinadas a estos fines; logrando
con esto la creación de una forma particular de racionalizar los problemas de la población,
que tuvo una relativa importancia en la primera mitad del siglo XX. En este contexto la
medicina social ecuatoriana, representada por el discurso médico higienista, también fue
participe de la difusión de la eugenesia llegando a participar en la segunda “Conferencia
Panamericanas de Eugenesia y Homicultura” cuyo delegado fue el Dr. Juan José Samaniego.
Acorde con las ideas de mejoramiento racial y de impedir un estado patológico
degenerativo de la población, en América Latina la eugenesia fue implementada como un
instrumento que podría lograr la anhelada reforma social; que en conjunto con “la higiene y la
planificación lograrían la transformación biológica de la población” (Sapriza, 2006:889). Para
lograr esta trasformación los Estados debían de implementar una serie de políticas públicas
destinadas a la protección de los niños, entendidos estos como futuros ciudadanos y el
“patrimonio productivo de la Nación” (Sapriza, 2006:897). Estas políticas públicas,
implementadas en diferentes países de la región, fueron: “el Certificado médico pre-nupcial,
El control científico de la concepción, La legislación del aborto eugenésico y la esterilización
de los tarados” (Mac-Lean y Esternós, 1951:367); estas políticas públicas se implementaron
en: Mexico, Perú, Argentina, Uruguay; y de una forma parcial, como “El control científico de
la concepción y La legislación del aborto eugenésico” se implementó en Cuba; y en países
como: Brasil, Chile y Ecuador se pedía el certificado médico pre-nupcial como una prueba de
que los futuros padres no transmitirían ninguna enfermedad degenerativa a los “ciudadanos
que engendrarían”.
A pesar de que la eugenesia, en la región y en Europa, se presentó como una posibilidad de
impedir un proceso degenerativo de la población; desarrollando para esto una serie de
prácticas sustentadas en un discurso médico cientificista. La eugenesia fue únicamente una
ideología científica, que en su ambición de querer convertirse en un discurso especializado

56
.- Los países europeos que participaron en este congreso fueron: Bélgica, España (Societat Catalana
d´Eugenica), Francia, Italia, Portugal, Rumania y Suiza. Y los países de América Latina que participaron fueron:
Argentina, Brasil, México y Perú (Alvaréz,1988:55).

- 70 -
tomó “a imitación de algún modelo de ciencia ya constituido” tanto sus prácticas como su
objeto de estudio, que en el caso ecuatoriano fue el discurso médico-práctico higienista, es
decir, “la existencia de ideología científica implica la existencia paralela y previa del discurso
científico” (Canguilhem, 2005:51).
La ideología se presenta dentro de las ciencias “como la expresión de lo que son las cosas
mismas, cuando en realidad se trata de medios de protección y defensa de una situación, es
decir, de un sistema de relaciones de los hombres entre sí y de los hombres con las cosas”
(Canguilhem, 2005:46); estas relaciones tienen en común el desconocimiento de su posición
con lo real, desplazando de esta forma el punto de aplicación de sus estudios. En el caso de la
eugenesia este discurso protegió y defendió la idea de homogenización de la población como
un elemento central en la construcción de lo que debería ser la nación, la cual a estar integrada
por elementos nocivos ─individuos constituidos por estados patológicos─ no cumpliría su
propósito de englobar a todos los miembros de una sociedad; a más de esto toda ideología
científica, incluida la eugenesia, es entendida como “un monstruo lógico” ya que por su
desconocimiento de su posición con lo real sufre “un apartamiento en el doble sentido de
distancia y de desfase, distancia de la realidad, desfase con respecto al centro de investigación
a partir del cual ella se cree proceder” (Canguilhem, 2005:47). Y siendo las prácticas
eugenésicas una forma de clasificación entre lo considerado normal, adecuado y lo
considerado patológico, enfermizo, el desfase del discurso eugenésico con su centro de
investigación que fue la protección de la infancia, entendida esta como el patrimonio
productivo de la nación, se inscribió dentro las leyes biológicas hereditarias; las cuales se
pretendían anular mediante la selección de los progenitores, impidiendo con esto la
transmisión de taras hereditarias a los futuros ciudadanos.
Este acto ilusorio fue difundido como verdadero en el decir científico pero desde la
historia de las prácticas médicas, la eugenesia debe ser entendida como “un error, una
equivocación, pero también una fabulación tranquilizadora, una complacencia inconsciente
con un juicio orientado por cierto interés” (Canguilhem, 2005:47-48); y en un momento
determinado fue utilizada como método de clasificación de los individuos dentro de un
conjunto social.
Estos intereses tanto políticos, económicos y médicos se los debe de distinguir entre su
contenido y su función ya que de estos se desprendieron prácticas que fueron destinadas a
intervenir sobre el espacio social; y siendo la eugenesia una ideología científica evolucionista,
ya que buscaba el mejoramiento biológico de los miembros de una sociedad, esta funcionó
“como autojustificación de los intereses de un tipo determinado de sociedad” (Canguilhem,
2005:55); la cual debía de estar en concordancia con los nuevos principios de progreso, tanto

- 71 -
social, económico como biológico, que se desplegaron en la construcción de un proyecto
político liberal de Estado nacional.
El discurso eugenésico concebido, en la primera mitad del siglo XX, como ciencia del
progreso biológico, pero también como una forma de detener un estado patológico
degenerativo de los miembros de una sociedad, desarrollo un entramado destinado a la
protección de la infancia y al mejoramiento racial de esta. A este discurso cientificista lo
hemos calificado como ideología científica ya que sus observaciones y deducciones, que
fueron utilizadas como una forma particular de racionalizar los problemas de la sociedad,
estuvieron enmarcadas dentro de un “medio de protección y defensa de una situación”
(Canguilhem, 2005:46); en la cual desconociendo “las exigencias metodológicas y de las
posibilidades operatorias de la ciencia en el sector de experiencia” (Canguilhem, 2005:51);
proclamó una serie de principios no comprobables en los cuales el decir científico fue la única
prueba fehaciente de su valorización.
En el Ecuador el discurso eugenésico no se convirtió en un discurso especializado, pero si
estuvo relacionado con el discurso médico higienista, el cual basándose en sus observaciones
creó como menester la importancia de implementar prácticas destinadas al mejoramiento
racial y a la protección de la infancia. Estas prácticas debían ser realizadas ya que el discurso
médico higienista en la década de los años 30 del siglo pasado, había llego a la conclusión de
que en el Ecuador “tenemos problemas graves de nacionalidad y de raza que resolver; pueblos
cargados de defectos atávicos, producto de razas agotadas, víctima en su generación de
influencias ligadas a las costumbres constituye hoy una colectividad de tipo patológico”
(Suárez & Endara, 1937:2). Y esta constitución colectiva fue racionalizada como un peligro a
la raza y a la nacionalidad, lo cual atentaba en contra de la organización social de Estado;
promulgando de esta forma, el discurso médico higienista, un mejoramiento biológico de los
miembros de la sociedad, lo cual convirtió a las prácticas eugenésicas en una posible salida a
una sociedad en estado degenerativo.

La protección a la infancia: su importancia en el cuidado de los futuros ciudadanos.


La protección de la infancia, como problema del saber médico, fue relacionada desde un
inicio con la mortalidad y natalidad infantil y estas dos dimensiones con la necesidad del
crecimiento demográfico de los Estados; comprendido este último como un elemento
indispensable en el progreso material de la sociedad.
En el Ecuador desde el establecimiento de la medicina práctica como una forma objetiva
de conocer e intervenir sobre realidad social, la mortalidad y natalidad infantil ya eran
resaltadas como problemas a resolver; en las observaciones realizadas en la ciudad de Quito
por parte de los médicos franceses Gayraud y Domec y publicadas en 1886 estos ya

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denotaban que “los nacimientos son relativamente numerosos, y parece que la cifra de la
población debería elevarse en notable proporciones. Pero el aumento no es sensible, y esto se
explica por la excesiva mortalidad infantil” (Gayraud & Domec, 1953:48). Este problema, la
mortalidad infantil, que ponía en peligro el futuro progreso material del Estado; debía de ser
racionalizado y solucionado en la medida que esto protegía el capital productivo de la
sociedad. En este campo de la racionalización médica la protección de la infancia, fue en
donde se construyeron varias definiciones de género, raza y nación (Clark, 2001:184) e
implementadas como un ente clasificatorio de lo que debía ser la nacionalidad ecuatoriana.
En 1915 el Dr. Samuel Mora y Martínez, en una ponencia que leyó en el primer Congreso
Médico ecuatoriano, manifestaba la relación que tiene el cuidado de la infancia, desde antes
de la concepción de los niños, con el progreso social; mencionando que antes de colocar a los
infantes en un ambiente higiénicamente correcto se debía de normar las relaciones de los
padres, esperando con esto la edificación de sociedad y de patria, mencionando que:
Nada podrán hacer la Eugénica y la Puericultura sino legitiman primero las cópulas
caninas, fruto del más crudo libertinaje; sin hogar cristiano no hay amor conyugal, ni
paternal, ni filial; sin esta clase de amor, no medrará ningún niño, ni habrá familia, y sin
familia legitima no hay sociedad, y sin sociedad no habrá tampoco Patria, ni ésta podrá
esperar nada bueno de estos Hijos del Estado (Mora, 1916:367).

Esta relación de mejoramiento de los niños, en hogares adecuados, con la conformación de


sociedad y esto a su vez con la existencia de patria es lo que el Dr. Mora señala como
necesario en un ideario de progreso; el mismo que solo podría existir con “familias legítimas”
como célula social. A más de esto en la década de los años 20 del siglo pasado el incremento
de la población fue reconocido como una prioridad nacional, ya que de este dependía el
progreso económico, convirtiendo a la población en “una de las fuentes principales de riqueza
nacional: 'el capital humano es el único que conduce al enriquecimiento de los pueblos y su
perfecto estado de florecimiento” ( citado por Clark, 2001:185).
Para esta tarea, procurar la protección de la infancia, era necesario la divulgación de los
cuidados adecuados que las madres debían de tener para sus hijos; y para que la protección a
la infancia cumpla una obra eficaz; el Dr. Carlos Sánchez, profesor de Clínica Infantil y
Puericultura de la Universidad Central, mencionó que se debe de iniciar esta tarea inculcando
“o mejor dicho procurar desarrollar el sentimiento de afectividad de las clases menesterosas”
(Sánchez, 1923:63); y esto se lograría únicamente a través de:
Enseñar a las futuras madres cómo debe conservarse la vida del niño y hacer de este
modo que la nuestra, sea una nación más populosa y grande, es la obra más patriótica
talvez que el Estado puede, por medio de la fundación [en las escuelas de niñas] de las
cátedras de Puericultura y de Higiene, realizar en provecho de la protección a la infancia
y del engrandecimiento del país (Sánchez, 1923:64).

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El desconocimiento de la Puericultura así como de la higiene en el cuidado de los niños era lo
que propiciaba el incremento de la mortalidad infantil; para demostrar esto el Dr. Sánchez
escribió que la mortalidad infantil en un alto porcentaje se la
reconoce por causa de la gran ignorancia de la población indígena en cuanto se relaciona
a los cuidados que deben prodigarse al niño […] siendo las estadísticas de mortalidad
infantil que he podido conocer en Quito, demuestran que sobre una mortalidad general de
24.6% cerca del 58% de defunciones en toda la República, corresponden a niños menores
de 10 años y, sobre todo a niños varones. Las estadísticas demuestran así mismo que el
22.28% de niños nacidos en el transcurso de un año, mueren antes de haber cumplido esta
edad, representando así el 35,50% del número total de defunciones (Sánchez, 1926:189).

Este alto porcentaje de mortalidad infantil, 58% del total de mortalidad general a nivel
nacional y un “38% de los nacidos, que significaba una pérdida de 1.100 niños anualmente
sólo en Quito”; era entendido como una de las causas “del estancamiento de nuestras
poblaciones tanto en su crecimiento vegetativo como en su capacidad productiva” (Suárez,
1926b:14). Y para evitar esta inmovilización de la población fue necesaria la creación de una
serie de instituciones destinadas al cuidado de los niños que en el transcurso de la década de
los años 20 del siglo pasado se fueron constituyendo como centros especializados en el
cuidado de los infantes, los mismos que se procuraron una organización interna, así como los
medios para fomentar y difundir los principios de Puericultura.
Solamente en Quito entre las instituciones creadas para estos fines se encontraban: La
Maternidad: dirigida por el Dr. Isidro Ayora, Presidente del Consejo Municipal de Quito y
Presidente también de la Cruz Roja Ecuatoriana; el Dispensario de Niños: creado por decreto
ejecutivo en 1917 en el cual a más de atender a los niños una de las salas estaba destinada a
los cursos de los estudiantes de medicina Infantil; el Comité Ecuatoriano de Socorros a los
Niños: en el cual el Dr. Sánchez se desempeñaba como secretario y el Dr. Isidro Ayora como
presidente de dicho comité; la Clínica interno infantil: la cual funcionaba como dependencia
del Hospital Civil de Quito y de la cual era encargado el Dr. Bastidas, profesor de Pediatría en
la Universidad; el Orfelinato de San Vicente de Paul: el mismo que proporcionaba a los niños
instrucción primaria y la enseñanza de trabajos como carpintería, zapatería y agricultura, a
más de esto funcionaba como centro hospitalario y tenía la capacidad de hospitalizar a 200
niños, y un departamento de dicho orfelinato estaba dirigido por las Hermanas de la Caridad
las cuales tenían a su cargo el cuidado de los niños abandonados; la Junta de Beneficencia:
esta institución destinaba un porcentaje de sus ingresos al paga de nodrizas a las cuales se les
confiaba el cuidado y alimentación de niños expósitos; la Sociedad de Señoras de la Gota de
Leche: la cual era considerada como la segunda institución más importante, después de la
Junta de Beneficencia, en el cuidado de los niños, destinada a: 1) facilitar la lactancia
materna, 2) distribuir leche esterilizada a los niños que tenían necesidad y 3) organizar la

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propaganda de la higiene de la primera infancia; y la Sociedad Protectora de la Infancia: la
cual trabajaba en la divulgación de los principios de Puericultura mediante publicaciones en la
prensa o por la distribución de pequeños folletos en los dispensarios, así como en la
organización de concursos de Puericultura entregando premios para los niños que se
encontraban en las mejores condiciones de higiene (Sánchez, 1926:190-196).
Todas estas instituciones fueron destinadas a la disminución de la mortalidad infantil y al
cuidado de los niños, los mismos que fueron considerados como el “factor indispensable a la
perduración de la especie, que reproduce, en fotografía viviente, las cualidades y defectos de
sus antepasados” (Arteta, 1923c:85); y al ser el capital productivo de la nación, se los debía de
cuidar y fortalecer ya que “el progreso depende del aumento de la población y del
mantenimiento de razas vigorosas y fuertes, (…) y se debe buscar los medios más apropiados
para combatir esa mortalidad [infantil] y asegurar, así, sus futuras condiciones de vitalidad y
conservación” (Sánchez, 1928:16).
Para esta conservación de las futuras generaciones la enseñanza y divulgación de la
Puericultura, la Higiene y más tarde de la eugenesia; se presentaron como los medios más
eficaces para combatir la mortalidad infantil; convirtiendo a estas prácticas médicas, tanto la
Puericultura y la eugenesia, según el Dr. Sánchez, “en la base de todos los conocimientos no
sólo para salvar la vida de los niños que nacen sino para crear generaciones fuertes y
vigorosas. Y las leyes del Eugenesismo, aplicadas ya al reino vegetal y al reino animal, han
traído como consecuencia, la selección de las especies y, por consiguiente, su mejoramiento”
(Sánchez, 1928:17). De esta forma el Dr. Sánchez consideró que:
la enseñanza de la Puericultura en las escuelas, debe, pues, comenzarse necesariamente
por esta base fundamental, el Eugenismo. Ya que la selección natural trae como
consecuencia la selección social y las naciones todas han menester para su vida y para su
mejor organización, de los más aptos, de los más fuertes y de los más vigorosos. Con
nociones bien sencillas y claras y buscando siempre el establecer comparaciones con lo
que sucede en el reino vegetal y en el reino animal, se puede muy bien vulgarizar las
importantísimas leyes del Eugenismo aplicadas ya a la especie humana (Sánchez,
1928:17).

Con la aplicación y enseñanza de la Puericultura y la eugenesia. lo que se buscaba fue detener


el proceso degenerativo que el discurso médico higienista había comprobado en sus
observaciones y expediciones científicas. A más de esto la enseñanza de la Puericultura estaba
destinada a las mujeres, las cuales debían de aprender, desde temprana edad, cuales son los
problemas que causan la falta de higiene sobre los niños que traerían al mundo:
muchos niños nacidos en perfectas condiciones de salud y bienestar, sucumben, sin
embargo, en los primeros días de su vida por falta de cuidados y atenciones maternales.
Instruir a la mujer desde la escuela, de estos cuidados y atenciones tan necesarios para
conservar lozana y vigorosa la vida de la pequeña planta humana, es asegurar para el
porvenir el aumento de población y, por consiguiente, la vitalidad futura de la Patria
(Sánchez, 1928:17-18).

- 75 -
Con esto lo que se pretendió normar fue un deber ser de las mujeres, las mismas que debían
de reflejarse en su condición de madres; proporcionando los cuidados adecuados para las
pequeñas “plantas humanas” que representaban el porvenir de la patria. Esta construcción
social de la maternidad, en las décadas 20 y 30 del siglo XX, estuvo relacionada con la
higiene doméstica y particularmente con el acto dar de lactar a sus hijos; ya que a partir de
esto se las catalogó de buenas o malas madres; siendo considerado el no dar de lactar un acto
criminal: “La madre que no alimenta a su progenie con la leche de sus senos comete un hurto
tanto más criminal cuanto que se opone a una ley de la Naturaleza” (citado por Clark,
2001:187). Y dentro de este acto criminal las nodrizas fueron consideradas como “mujeres
mercenarias” (Sánchez, 1923:62), ya que “el mismo hecho de que ellas estuvieran dispuestas
a dar de lactar a un extraño en lugar de dar su leche a sus propios hijos, de por sí demostraba
que les faltaba el instinto maternal y que, quizás, carecían de moral” (Clark, 2001:188).
En definitiva, la protección de la infancia, entendida esta como una forma de asegurar el
porvenir de la Patria, estuvo entrelazada con los discursos médicos de la Puericultura, y el
Higienismo y una ideología científica como lo fue la eugenesia; los mismos que construyeron
una forma específica de racionalizar el papel del Estado, la sociedad y de las mujeres para el
cuidado de los niños. Significando esto una forma determinada de intervenir sobre el espacio
social el cual estaba direccionado a procurar el aumento de la población y con esto el
mejoramiento y el progreso de la Patria sustentadas en las ideas de raza y nacionalidad.

Prácticas eugenésicas: como intervenir en un sociedad en estado mórbido.


En el Ecuador a pesar de que el discurso eugenésico no se convirtió en un discurso
especializado con un ‘objeto de saber’ determinado, si estuvo relacionado con el discurso
médico higienista; el mismo que valiéndose de la teoría de la degeneración llegó a la
conclusión de que la mayor parte de la población ecuatoriana ─representada en las clases
obreras y campesinas─ ya se encontraban en un proceso patológico degenerativo, sobre el
cual se debía de intervenir procurando con esto detener los estados enfermizos que la
población estaba sufriendo.
En esta trama las prácticas eugenésicas fueron racionalizadas como un instrumento
destinado a detener los procesos degenerativos de la población, así como al mejoramiento
racial de la misma; estas prácticas implementadas a través de políticas públicas, buscando con
esto que lleguen a la mayor parte de la población fueron: el certificado médico prenupcial, el
control científico de la concepción, la legislación del aborto eugenésico y la esterilización de
los tarados. En el Ecuador estas políticas públicas estuvieron implementadas parcialmente ─el
certificado médico prenupcial fue aprobado en el país en 1938─ pero todas las dimensiones
del discurso eugenésico fueron planteadas por el Higienismo como una forma de protección a

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la infancia; y protegiendo a la infancia se lograría un progreso, tanto material como moral, de
la patria.
A pesar de que la Puericultura fue implementada en el país desde los años 20 del siglo
pasado y que en esta misma década se crearon numerosas instituciones destinas a la
protección de la infancia; en 1937 el Dr. Pablo Arturo Suárez, en un trabajo publicado por el
Instituto Nacional de Previsión Social y la Dirección de Higiene Municipal de Quito, advirtió
que
Las cifras de mortalidad infantil son alarmantes. Durante el primer año de vida
desaparece el cincuenta por ciento de los nacidos y sigue fatal el desmoronamiento de las
vidas del porvenir en la proporción fatídica que marca el cuadro de 13,1 por ciento y de
11,7 por ciento en los períodos de uno a dos años y dos a siete años; de modo que en el
lapso de siete años ha desaparecido el 75 por ciento de los niños nacidos. Al cabo de siete
años, apenas el 25 por ciento de vidas ahorradas, una cuarta parte del capital humano
salvado de la vorágine destructora de una nacionalidad (Citado por Andrade Marín,
1937:18-19).

Estos altos promedios de mortalidad infantil daban cuenta de “la debilidad de una raza que se
proclama por su inutilidad creadora: hijos que mueren a la primera infección, hijos débiles y
retrasados, hijos anormales y deformados, hijos nacidos muertos, hijos prematuros y abortos
espontáneos” (Citado por Andrade Marín, 1937:19); y esta debilidad fue relacionada con el
futuro productivo de la sociedad. Para evitar esto y asegurar la vitalidad de la patria, las
prácticas eugenésicas fueron racionalizadas como un instrumento que ayudaría a fortalecer “el
aumento de las cantidades humanas biológicamente superiores; y a la disminución de las
cantidades humanas inferiores” (Garcés, 1937:14); persiguiendo estos fines el discurso
médico higienista racionalizó las formas más apropiadas, así como a los sujetos que se debían
intervenir, para implementar las prácticas eugenésicas en la sociedad ecuatoriana.
Para una mejor explicación de los beneficios de las prácticas eugenésicas el discurso
médico higienista ecuatoriano dividió en dos temas centrales los aspectos de estas prácticas: la
segregación de los progenitores y el certificado médico pre-nupcial; siendo este último el
medio inicial por el cual se garantizaría la protección a la infancia. Estos temas fueron
tratados dentro de la dimensiones de la teoría de la degeneración; ya que el principio de
implementar prácticas eugenésicas en el país fue detener el estado patológico degenerativo de
la población.

La segregación de los progenitores: esterilización, aborto científico, y el


anticoncepcional; porque y como implementarlos en la sociedad ecuatoriana.
La segregación de los progenitores fue entendida como el medio por el cual se escogería, a un
nivel de toda la población, a los “generadores” lo que implicaba una selección de quienes eran
aptos o no para procrear; Segregar implicó, a más de escoger, “impedir una paternidad o

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maternidad peligrosas. Buscando los mejores medios para conseguir hijos sanos, aptos, bien
conformados para la lucha por la vida” (Garcés, 1937:20). En este sentido, tanto la
esterilización, el aborto científico y los métodos anticoncepcionales, eran el medio por lo cual
se impediría que personas no aptas para la paternidad o maternidad traigan al mundo hijos que
no cumpliesen con las condiciones necesarias en la lucha por la vida.
En este marco el Dr. Enrique Garcés mencionó que la esterilización debía de estar destinada:
a los varones causantes de embarazos inútiles, peligrosos, que no rinden vidas, sino
agotamiento de esfuerzo maternal (…). La esterilización de anormales, es necesaria. Yo
estoy seguro [escribe el Dr. Garcés] que las prácticas anticoncepcionales higiénicas, no
podrán ser aplicadas en un inmenso sector del pueblo. Y si no se impide la generación de
esos padres 'que no deben tener hijos', el saldo de niños enfermos, la cifra de alta
mortalidad infantil, ha de seguir cubriéndonos de vergüenza al extremo increíble de que
hemos de necesitar para ser un pueblo, importar gente extrangera(sic) 'para nuestra
patria'!.. (Garcés, 1937: 24-25).

Esta necesidad de esterilizar a los anormales creó el menester de que en un primer momento
se los debía de identificar; creando con esto una racionalización dentro del discurso higienista
del sujeto anormal; el mismo que fue entendido como el individuo que “se separaba lo
suficiente del tipo medio como para implicar una anomalía de su constitución mental. Esto al
referirnos a los anormales mentales, porque habrá también otra anormalidad: la física, aunque
en el fondo sean lo mismo” (Garcés, 1937b:76).
Esta unión entre anomalías físicas y mentales fueron consideradas como estigmas psico-
físicos los mismos que eran causados, en su gran mayoría, por padres alcohólicos puesto que
las estadísticas demostraban que “diez familias de alcohólicos engendran el 17% de niños
psíquicamente normales. Y diez familias sobrias, engendran el 83% de niños psíquicamente
normales. Otra serie de causas también existen, pero todas sumadas no alcanzan a la
proporción intensa del alcoholismo” (Garcés, 1937b:76); lo cual era una prueba más del
estado patológico degenerativo enraizado en la población ecuatoriana. Otro resultado que
demostraba la existencia de anormalidad en el Ecuador fue presentada por el Dr. Julio Endara
el cual mencionaba que “en las consultas se presentan numerosos casos de Epilepsia «5 a 7
diarios» lo que nos demuestra la decadencia orgánica del pueblo porque esta enfermedad es
un índice de degeneración” (citado por Garcés, 1937b:87).57
Al mismo tiempo el aborto científico fue considerado como un instrumento de “selección”,
el cual debía ser empleado únicamente en
los embarazos que van a constituir un peligro para la madre y se tienen datos ciertos de
que el niño sera un tarado […] o si la embarazada no puede ser madre debido a
enfermedades, mal-conformaciones, taras mentales […] esta mujer no estaba en el
derecho de concebir y ha faltado a tiempo a la esterilización o el anticoncepcional
higiénico (Garcés, 1937:26).
57
.- A más de esto, el Dr. Garcés creó cuadros sinópticos destinados a identificar y clasificar a los sujetos
anormales; Anexo 7.

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Y aunque el médico Enrique Garcés mencionó que no estaba de acuerdo con el uso del aborto
científico si creía que “ante el hecho consumado, ante la negligencia, ante la imbecilidad de
los generadores yo bien creo que no cabe otro remedio que el aborto científico” (Garcés,
1937:28).
Y al momento de hablar de los métodos anticoncepcionales el Dr. Garcés menciona que ya
eran muy conocidos por los jóvenes de la época, 1937, pero desgraciadamente no se realizaba
una enseñanza ni una educación correcta de la forma de emplearlos; y advierte que si no se
emplean adecuadamente estos métodos se podía dar una “cuenta del gravísimo daño que se
causa a la raza por el uso irracional de los mismos o por la falta de conocimiento de que
existen” (Garcés, 1937:28). Lo importante de estos métodos anticoncepcionales, como
práctica eugenésica, se relacionaban al hecho de que a partir de la implementación de estos las
mujeres no tendrían embarazos inútiles los mismos que causaban un agotamiento maternal.
Para comprobar este agotamiento el Dr. Garcés resaltó que
el promedio de las mujeres que han parido diez hijos es muy alto entre nosotros. De los
diez, viven tres o cuatro o cinco. Es decir que esa madre habiendo dado a luz diez hijos,
tiene como resultado efectivo cinco. El esfuerzo de esa heroica madre del pueblo […] ha
sido inútil, grotesco. Se ha causado un agotamiento maternal enviando cadáveres de niños
al cementerio (Garcés, 1937:28).

El fin, la implementación de estos métodos estaban destinados a que los esfuerzos maternos
tengan éxito y con esto el incremento de la población, lo cual aseguraría el futuro productivo
de la sociedad, este confirmado. Agregando además que el control científico de la población
llevado a cabo por la implementación de los métodos anticoncepcionales era para evitar esos
“saldos” de energía malgastada con los niños enfermos y débiles; y para finalizar escribió
que:
El anhelo radica en producir menos pero con mejores probabilidades de vida, antes que
producir mucho para el cementerio o la infelicidad.(…). El control ha de prestarnos ayuda
para establecer en el pueblo 'cantidades biológicamente superiores' y 'cantidades
psíquicamente cultivadas' (Garcés, 1937:37).

Por todo esto la segregación de los progenitores ─esterilización, aborto científico, y los
métodos anticoncepcionales─ era visto por las prácticas eugenésicas como algo indispensable
en la protección y mejoramiento de la raza, ya que a través de estos se evitaría el nacimiento
de niños con estigmas psico-físicos y se destinaria los esfuerzo maternales de las mujeres, que
si eran aptas para concebir, a la crianza de los niños que cumplan con las condiciones
necesarias para la lucha por la vida.

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“El niño tiene absoluto derecho para escoger a sus antepasados”58: el Certificado
Médico Prenupcial.
Dentro del discurso médico higienista el certificado prenupcial fue racionalizado como un
medio necesario para proteger a la infancia de las enfermedades hereditarias que los padres
podrían transmitir a su descendencia; también fue entendido como deber del Estado exigir
este certificado que demostraba fehacientemente que los futuros padres procrearían hijos
sanos destinados a incrementar la vitalidad y el futuro productivo de la patria. Ya en 1915
entre las conclusiones de los médicos que asistieron al Primer Congreso Médico Ecuatoriano
se planteó la necesidad de elevar al
Congreso Nacional, el proyecto de ley sobre el establecimiento de una Liga que combata
las enfermedades llamadas sociales: tuberculosis, alcoholismo y sífilis [así como la de]
Solicitar del próximo Congreso Nacional, las siguientes reformas de nuestras leyes: […]
8°.-Que se agregue entre los motivos de separación conyugal, «el de enfermedad
contagiosa, grave y de duración indefinida, de uno de los cónyuges” (Primer Congreso
Médico Ecuatoriano, 1916:183-187).

Con esto lo que se buscó fue la creación de instituciones destinadas a la lucha en contra de las
enfermedades sociales, las cuales ponían en peligro la conformación constitutiva de los
miembros de la sociedad; así como la separación matrimonial de los progenitores, los mismos
que al encontrarse en un estado enfermizo podían transmitir sus patologías a su descendencia,
procurando con esto el nacimiento de niños sanos. Para encaminar estas medidas ya en 1922
los médicos Ayora y Villavicencio, en su afán de difundir las nociones de higiene entre las
clases populares y los beneficios que estas nociones traerían si son empleadas adecuadamente
al progreso de la sociedad, resaltaban la necesidad de implementar un mecanismo que proteja
a las futuras madres; y escribieron que “los padres de familia deberían exigir del novio un
certificado médico de sanidad antes de entregar a su hija en matrimonio” (Ayora &
Villavicencio, 1922:32); acorde con esto lo que se buscó era la protección de las futuras
madres así como de los niños que nacerían de dichos matrimonios; lo cual aunque no estaba
normado por un política pública adecuada ya se lo debía de implementar en el imaginario
social como un medio de custodia del conjunto social, evitando con esto la herencia
patológica.
Con estos antecedentes ─las conclusiones de un órgano colegiado de especialistas que
crearon la necesidad de intervenir sobre el conjunto social para de esta forma evitar la
propagación de enfermedades sociales y congénitas; y el ímpetu de los catedráticos de la
facultad de Medicina de Quito al tratar de crear nociones básicas de higiene social en las
cuales se encontraban el cuidado de las futuras madres y de sus hijos; segregando, por sentido
común, a los hombres que no presenten un certificado de sanidad que demuestre que son

58
.- Nombre de uno de los capítulos del libro de Enrique Garcés “Por, para, del niño” 1937.

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sanos─ en 1922 se presentó al Congreso Nacional una proyecto de ley en el cual se propuso
que:
Art. 1°.-En lugar de los números 5 y 6 del Art. 3° de la Ley de Matrimonio Civil, que
establece los impedimentos para contraer matrimonio, póngase el siguiente: 5°.- Los que
no presentaren a la autoridad que actué en la ceremonia, un certificado médico por el cual
conste que los contrayentes no padecen enfermedades crónicas, contagiosas o
transmisibles en periodo activo; tales son: sífilis, tuberculosis, lepra, gonorrea, epilepsia
esencial, paranoya, alteración mental incurable. El funcionario que celebre el matrimonio
sin que conste este requisito esencial y el médico que otorgo certificado falso, serán
castigados como reos del delito de falso testimonio, (…).
Art. 2°.-Será causal de divorcio perpetuo, y de disolución del vínculo matrimonial el
padecer alguno de los cónyuges una enfermedad grave, incurable y contagiosa (Suárez,
1926b:9-10).

En este proyecto de ley se propuso establecer un certificado médico prenupcial, como prueba
de que los futuros cónyuges no padezcan de enfermedades consideradas como sociales ─la
sífilis, la tuberculosis─ o a su vez enfermedades crónicas ─lepra, epilepsia, alteraciones
mentales─ que podían ocasionar el surgimiento de estados patológicos en sus parejas; a más
de esto si se contraía estas enfermedades en el transcurso del matrimonio debían ser
consideradas como causantes de divorcio. El Congreso Nacional de aquel año pidió a la
facultad de Medicina de la Universidad Central del Ecuador realizar un informe en el cual se
analizaría si era o no conveniente la aplicación de dichas modificaciones a la Ley de
matrimonio civil; y a su vez el decano de la facultad de Medicina pidió al Dr. Pablo Arturo
Suárez realizar diferentes observaciones, desde el punto de vista higienista, a dicha proyecto.
Siendo las observaciones del Dr. Suárez las siguientes:
Ideológicamente considerando el proyecto, no cabe duda que constituye un medio de
defensa contra la decadencia de una raza. Es incuestionable, por otra parte, que se debe
reconocer como una necesidad patriótica de un Estado, la de proteger las capacidades y
fortalezas de una raza mediante disposiciones legales y administrativas apropiadas (..) y si
hay una ley capaz de disminuir un diez por ciento de vidas entregadas por ignorancia a la
decadencia segura y fatal, esa ley hay que adoptarla no como un recurso lógico, de
eficiencia máxima, sino como única tabla de salvación, en los actuales momentos, ante el
naufragio inevitable de una proporción de nuestra raza! (Suárez, 1926b:10-13).

Mencionando estas observaciones, así como después de una análisis de la sífilis, tuberculosis,
lepra, enajenación mental incurable, paranoia y toxicomanías en nuestro medio social, el
catedrático de Higiene de la Universidad Central llegó a la conclusión de que:
Debe existir una ley que proteja la descendencia, de ciertos males trasmisibles: por que
esta ley, bien o mal aplicada, siempre contribuirá a disminuir un mal fatal en cierto medio
social de nuestro país. Tal vez convendría el concepto de una ley tal que corresponda más
o menos con este sentido: 'Un médico, sea municipal, sea particular, certificará
previamente a la ceremonia oficial del matrimonio, que ninguno de los contrayentes
padece de mal o enfermedad alguna capaz de ser contagiada al respectivo cónyuge o de
influir en la degeneración de la descendencia' (Suárez, 1926b:13).

Con esta complementariedad, a más de proteger a los cónyuges, esta ley debía ser aprobada
para evitar la degeneración de la descendencia; ya que el deber del Estado, según el Dr.

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Suárez, era el de desterrar “los males que agotan la salud y las fuerzas físicas y morales o
destruyan la vida” (Suárez,1926b:3); y con la puesta en vigencia del certificado médico
prenupcial se evitaría que estos males se presenten en los niños en su formación constitutiva y
sean parte inherente a su existencia. Esta práctica eugenésica detendría la degeneración de la
población y mejoraría las condiciones biológicas de la raza en el país.
Después de estos primeros acercamientos, en los años 20 del siglo pasada, a lo que se
refiere al certificado médico prenupcial; esta práctica eugenésica, en el discurso médico
higienista, fue relacionada como un medio que aplicado correctamente intervendría de una
forma favorable en la lucha por la protección a la infancia y evitaría, con su implementación,
el alto índice de mortalidad infantil que ocasionaban las patologías hereditarias; al respecto, el
médico Carlos Andrade Marín escribió que la eugenesia como nueva ciencia había sido
creada para luchar en contra de las patologías prenatales; dado que:
La primera preocupación eugénica, es evitar las uniones de seres enfermos o
degenerados, que perpetúan en sus descendientes la miseria de sus cuerpos, que puede
convertirse en la miseria de una raza. Sin llegar a la esterilización legal de los
degenerados, se ha extendido mucho la prohibición de los matrimonios entre personas
que no presenten un certificado de salud, el certificado prenupcial (Andrade Marín,
1937:24).

A este principio, la de evitar la unión de seres enfermos y degenerados, el Dr. Garcés


refiriéndose al certificado médico prenupcial, agregó que con la implementación de esta
práctica destinada a los aspirantes a contraer matrimonio se garantizaba que estos podrán
“generar hijos sanos, que no tengan estigmas, taras, vicios, etc., que puedan ser fatales para
los retoños” (Garcés,1937:16). Produciendo “magníficos resultados en la obtención de hijos
mejor dotados de salud física y mental; o por lo menos evitaríamos ese creciente número de
niños nacidos dentro del matrimonio con graves secuelas que ponen en peligro su vida o que
aminoran su capacidad hígida y psíquica” (Garcés, 1937:18).
Para denotar la necesidad de implementar el certificado médico prenupcial como una
manera de mejoramiento racial en la sociedad ecuatoriana, tanto el Dr. Garcés como el Dr.
Andrade Marín expusieron ejemplos que resaltaba la urgencia de efectuar esta práctica
eugenésica en la sociedad; puesto que ya era visible:
El cuadro doloroso que presenta el Ecuador en niños con retraso mental, con taras físicas,
es enorme. Y no queremos ver claramente hacia lo rural en donde se va estableciendo una
debilidad congénita en el espíritu y en el cuerpo del campesino y el indio que exponen la
realidad desnuda de una mala alimentación, mala vivienda, malos vestidos, ninguna
cultura, retraso mental «oligofrenia racial» y existencia de enfermedades consustanciales
al abandono en que viven. […] inaptos ─en una palabra─ para generar hijos óptimos
(Garcés, 1937:18).

El certificado médico prenupcial en este sentido fue utilizado como un medio más de
identificación y segregación de los progenitores; los cuales al no estar aptos para concebir

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hijos saludables debían de ser excluidos por otros medios. Al mismo tiempo el Dr. Andrade
Marín escribió que:
Un importantísimo capítulo de las causas patológicas de la mortalidad infantil es el que
estudia las prenatales, o sean aquellas enfermedades hereditarias, que atacando al niño
antes de su nacimiento, son causas de muerte y degeneración de la raza. A la cabeza de
ellas está la sífilis de los padres, responsable de la mayor parte de abortos y partos
prematuros, así como de infinidad de trastornos en los niños que logran vivir, tales como
la debilidad congénita, afecciones mentales, de diversa índole y afecciones orgánicas de
todos los aparatos de la economía. Luego vienen la tuberculosis, las intoxicaciones de los
padres, en especial el alcoholismo, que tiene como tremenda repercusión en los hijos,
esos tristes casos de epilepsia heredada, de locuras o de parálisis (Andrade Marín,
1937:22).

Con estos ejemplos los dos médicos higienistas denotaron cual era la importancia del
certificado médico prenupcial, si se lo utilizaba como un instrumento identificador de las
personas que se encontraban en un estado enfermizo degenerativo, así como los males que
causaban si la sociedad permitía que estos sujetos hereden sus estigmas. Y presintiendo las
controversias que la implementación de esta práctica pueda generar, el Dr. Garcés incita que
ésta medida inicie con los “varones si se quiere un sistema suave que vaya haciéndose
'costumbre' hasta que triunfe la razón y la cultura” (Garcés, 1937:17). Estas medidas
medicamente correctas, desde el punto de vista de la higiene, no podían mermar por
“lloriqueos de gentes de ambos sexos que en su defensa recurrían a ‘que es atroz eso de que
los médicos le conozcan el cuerpo' y no se dan cuanta que por sus hijos tarados, infelices y
podridos, se dejan conocer hasta más allá de la piel” (Garcés, 1937:17). La eugenesia en este
punto, para llevar a cabo
ese escogimiento de la semilla humana, [debía] atentar contra sólidas instituciones
sociales y religiosas, basadas en la tradición y conveniencias. Mientras no las
modifiquemos valientemente [escribe el Dr. Andrade], no podremos conjurar el mal en
sus principios y la Eugenesia debe seguir limitada, como ahora, a agotar los medios
indirectos que pueden detener la degeneración racial (Andrade Marín, 1937:24).

Con esas palabras el Dr. Carlos Andrade Marín, basándose en lo medicamente correcto, hizó
un llamado a la población en general a hondar esfuerzos para que las prácticas eugenésicas se
instalen en el Ecuador; no únicamente en su legislación sino en el sentido común de la
población, la misma que tenía que modificar sus costumbres al momento de seleccionar a sus
futuros cónyuges por el bien de la sociedad.
Después de analizar estas pautas a posibles controversias que se podían generar por la
implementación del certificado médico prenupcial; el médico Garcés señalo a los sujetos a
quienes la ley no les debería permitir el matrimonio “los sifilíticos, los alcohólicos
consuetudinarios, los psicópatas, los oligofrénicos en sus escalas de imbecilidad e idiotez, los
que padezcan enfermedad trasmisible al hijo o al otro cónyuge” (Garcés, 1937:19). Con esta
identificación y aislamiento de los sujetos a los cuales la ley debía prohibir el matrimonio la

- 83 -
sociedad detendría el proceso de degeneración, conclusión a la cual había llegado el discurso
médico higienista en sus observaciones, enraizada ya en la mayor parte de la población.
Sin embargo aunque el certificado médico prenupcial fue analizado como un medio de
exclusión, por parte del Estado, del matrimonio a las personas que no podrían engendrar hijos
sanos para la vitalidad de la patria; el problema de los hijos ilegítimos aún seguía latente
entre nosotros [escribió Enrique Garcés] las estadísticas nos indican que la ilegitimidad
alcanza porcentajes tan altos como el 35 y 40 por ciento. Es decir que por cada cien niños
nacidos dentro del matrimonio, hay cuarenta habidos fuera de él. Siendo este problema [la
‘ilegitimidad’ de los hijos] la peor de las enfermedades sociales, la más grave de las
causas para la mortalidad infantil, el más ignominioso sistema de vejamen a la raza
(Garcés, 1937:18).

Pablo Arturo Suárez ya en 1934 insistía que en el Ecuador al año nacían un promedio de
35.000 niños “ilegítimos” lo cual representaba un 34% del total de nacimientos en el país;
esto daba cuenta de la “falta de control sexual y un instinto animal predominante” (Suárez,
1934:45). Con estos ‘hijos ilegítimos’ el certificado médico prenupcial no podía hacer nada al
respecto; para lo cual el discurso médico higienista debía de abordarlo desde otro ángulo, y
únicamente podía denuncia los males que este estigma social causaba tanto a los niños como a
la raza: “la ilegitimidad es la más grotesca de las enfermedades que pueda padecer un niño, ya
que este ‘estigma’ le produce todas las clasificaciones patológicas que le lleva o al sepulcro, o
a ser un individuo sin la correspondiente preparación ‘salud y psiquis’ para avasallar a la
vida” (Garcés, 1937:34). Con esto se destacaba que las prácticas eugenésicas no serían lo
suficientemente efectivas si las costumbres y hábitos de la mayor parte de la población no
eran normadas; los mismos que debían de colocarse paralelamente con los preceptos que el
discurso médico higienista consideraba científicamente adecuados; y estos eran orientados a
la protección de la infancia ya que únicamente procurando el incremento de la población se
aseguraría el progreso productivo de la sociedad.
Con estas premisas el 31 de diciembre de 1937 el General Alberto Enríquez Gallo, en
calidad de Jefe Supremo de la República,
“Considerando:
Que es deber del Estado dictar las medidas necesarias para asegurar la buena
organización física y psíquica de las futuras generaciones, y
En uso de las supremas facultades de que se halla investido;
Decreta:
Art. 1°─ Establécese la presentación del certificado de salud, previo a la celebración del
matrimonio.
Art. 2°─ Dicho certificado será expedido por cualquier médico, debiendo exponerse en él
que el o la contrayente no adolece de ninguna enfermedad a las que se refiere el artículo
siguiente;
Art. 3°─ Las enfermedades que imposibilitan la realización del matrimonio son: la sífilis,
la tuberculosis, la blenorragia, la lepra, y en general aquellas que, además de crónicas, son
contagiosas y trasmisibles al fruto de la concepción.
(…)

- 84 -
Art. 5°─ el funcionario del Registro Civil que procediera a la celebración de un
matrimonio, o el sacerdote de cualquiera religión que lo verificare sin exigir la
presentación del respectivo certificado, será sancionado con la multa de quinientos a mil
sucres y con prisión correccional de uno a tres años.
Art. 6°─Al médico que expidiere un certificado falso se le aplicará las mismas penas.
(…)” (Registro Oficial, enero 4 de 1938)59.

Con la puesta en vigencia de esta ley, incluidas las penas que tanto los médicos o funcionarios
del Estado debían pagar, se pretendió colocar a las futuras generaciones en condiciones
biológicamente más adecuadas en la lucha por la vida; reprimiendo con esto un estado
patológico degenerativo que el discurso médico higienista, en sus observaciones y trabajos,
había comprobado que se encontraba arraigado en la constitución física y mental de la mayor
parte de la población, representada por las clases obreras y campesinas.
El discurso médico higienista, basándose en la protección de la infancia, logró establecer
prácticas eugenésicas en el país; la mismas que fueron necesarias, desde el punto de vista
higiénico, “no por las razones científicas ya expuestas, que más bien nos llevarían a la
oposición al proyecto, sino por la triste fatalidad del medio en que vive una buena parte de
nuestra población” (Suárez, 1926b:13).
Con estas palabra el Dr. Suárez consideró en 1926 que el certificado médico prenupcial,
era un menester que solucionaróa las deficiencias del medio en el cual se desenvolvía la
población; pero al no ser considerado en aquel entonces el informe elaborado por el
catedrático universitario, el mismo médico doce años después, en 1934, ya señalaba que el
60% de la población total del Ecuador, 1´500.000 habitantes, ya se encontraban padeciendo
un estado patológico degenerativo; el mismo que representaba el “32% en las ciudades y un
75% en los campos” (Suárez, 1934:44). Lo cual, por las altas porcentajes de estos individuos,
ya eran considerados como una seria amenaza que ponía en riesgo “la solidez y la capacidad
moral de una mayoría ecuatoriana, y que provoca una descendencia cada vez más inferior en
todos los aspectos. […] y reuniendo el 20% que indica el porcentaje de individuos tarados de
la clase social baja, de un porcentaje que constituye la basura humana, y que habla alto de un
proletariado inutilizable” (Suárez, 1934:55). A partir de estas conclusiones la puesta en
práctica del certificado médico prenupcial, así como otras prácticas destinadas a la protección
de la infancia, se convirtió en un emergencia; la cual fue suplida en 1938 con la puesta en
vigencia de esta herramienta.
Varios meses después de la puesta en vigencia de este medio de “mejoramiento racial”, el
poder ejecutivo representado por el General Enríquez Gallo trató de crear una red médico
institucional que respalde y promueva esta y otras prácticas eugenésicas; la nueva ley fue
publicada en el Registro Oficial el 30 de agosto de 1938 y decía:

59
.- Ley en la cual se promulgó el Certificado Médico Pre-nupcial, Anexo 8.

- 85 -
“Considerando:
Que la ley que exige la presentación del certificado médico prenupcial, expedido el 4 de
enero del año en curso, requiere para su mejor aplicación nuevas disposiciones de orden
eugenésico que la completen:
Decreta:
Art.1°─ Hasta que se expida la ley complementaria de que habla el considerado
anteriormente, suspéndese la vigencia de la Ley dictada el 4 de enero del año en curso:
Art.2°─ Créanse Departamentos Eugenésicos adscritos a las Instituciones Sanitarias de la
República;
Art.3°─ Por lo pronto funcionaran dichos Departamentos en las capitales de provincia;
con el personal y elementos necesarios;
Art.4°─ Estos Departamentos se encargaran de poner en práctica las medidas
eugenésicas inmediatas que el país necesita para su mejoramiento racial;
Art.5°─ La Dirección General de Sanidad se encargará de la reglamentación de los
Departamentos Eugenésicos; (…)” (Registro Oficial, 29 y 30 de agosto de 1938)60.

Esta ley que trató de promulgar la creación de Departamentos Eugenésicos en todo el país no
logró ser ejecutada; ya que en el mismo mes de su publicación la Asamblea Nacional, la cual
había sido integrada por el mismo Jefe Supremo para la promulgación de una nueva
Constitución, en un informe relacionado con esta ley puntualizó que: “la falta de
Departamentos Eugenésicos y medios que ha menester para la aplicación de la disposición en
referencia comprueban la deficiencia de su finalidad” y suprimían esta ley, excepto el Art. 1
ya que fue considerado impracticable “mientras no contemple el Presupuesto respectivo los
fondos necesarios para la creación de los organismos constantes en dichos artículos” (Registro
Oficial, 29 y 30 de agosto de 1938). Esta derogatoria del Certificado médico prenupcial, no
impidió que el discurso médico higienista dejase de insistir en la aplicación de prácticas
eugenésicas sobre la población; ya que estas eran el medio más apropiado, desde el punto de
vista de la higiene, para impedir el proceso degenerativo de la sociedad ecuatoriana.
En definitivo, las prácticas eugenésicas en el país fueron respaldadas por el discurso
médico higienista, el cual después de llegar a la conclusión de que la mayor parte de la
sociedad ecuatoriana ya se encontraba en un estado patológico degenerativo ─conclusión
obtenida después de las observaciones y misiones científicas, realizadas en las ciudades y en
diferentes provincias de la Sierra centro, de los catedráticos de la facultad de Medicina de la
Universidad Central─ promulgó la creación de políticas públicas destinadas a constituir un
proceso de mejoramiento racial en el conjunto social ecuatoriano y buscando detener los
procesos mórbidos que ya se encontraban enraizados en la población. La eugenesia como
ideología científica, en el país, fue promulgada por el discurso médico cientificista; el mismo
que la consideró como una herramienta destinada a solucionar los problemas biológicos y
sociales de la población, pero una vez que cambiaron sus posibilidades históricas esta

60
.- Decreto en la cual se modificaba la ley del 4 de enero de 1938, referido al Certificado Médico Pre-nupcial;
Anexo 9.

- 86 -
ideología científica desapareció (Canguilhem, 2005:56). como problemática de la
racionalización de la medicina social ecuatoriana.

- 87 -
CONSIDERACIONES FINALES:
La medicina científica, el Higienismo, la norma y la normalización; dimensiones
constitutivas en la creación de la realidad social (A modo de conclusiones).

La institucionalidad y consolidación de la medicina científica en el país tuvo un gran papel en


el proceso de la construcción del mundo social laico, dejando a un lado la interpretación
secular de la realidad, y permitiendo que a partir de esta se crearan procesos de regulación
destinados a intervenir sobre la población; las cuales procuraron una racionalización somática
de los procesos orgánicos, y ya no basados en principios escolásticos, de los sujetos que
conformaban la sociedad.
La medicina científica basada en la práctica fue institucionalizada en el país como parte de
una reforma que buscaba el establecimiento de un ideal de progreso; que apoyándose en la
técnica y la práctica de varias disciplinas, entre ellas la medicina, inició su construcción en las
tres últimas décadas del siglo XIX; con lo cual se fundó una forma específica de intervenir
sobre la población y el espacio social. Esta intervención fue respaldada por toda una red
institucional, política y social por la cual circularon principios metodológicos, prácticas y
producciones intelectuales destinadas a distinguir lo que era científico o no; suministrando un
nuevo campo de visibilidad que explicaba las prácticas sociales.
Dentro de este nuevo campo de visibilidad la patología, como ‘objeto de saber’ de la
medicina, fue utilizada para racionalizar a la población y los espacios sociales; creando con
ella una forma de clasificación entre: lo bueno y lo mala, lo correcto e incorrecto, lo normal o
patológico; tanto de los sujetos así como del mundo social; los cuales debían ser normados,
sus costumbres como sus hábitos, procurando con esto la eliminación o aislamiento de lo
considerado mórbido que se encontraba ya en el interior de la sociedad.
Para realizar esta normalización de los sujetos y del espacio social el discurso médico
científica, con su objeto de saber la patología, creó un “horizonte de sentido” en un espacio y
tiempo determinado, el cual direccionando la práctica científica y permitiendo la articulación
de discursos médicos especializados, que amparándose en una institucionalidad, dotó de
sentido a las prácticas sociales de una época. De esta forma la importancia de la
racionalización de la medicina científica, y de los discursos médicos especializados que de
esta se desprendieron, tienen una consideración nodal en la explicación sociológica de la
sociedad; ya que de esta racionalización médica se derivó todo un mecanismo de
jerarquización, exclusión y división de la población; que sustentándose en normas creó y
reguló una realidad social.

- 88 -
En esta nueva creación y normalización de una realidad social la implementación de
normas, destinadas a eliminar lo estimado como mórbido por el discurso médico-práctico,
concibió procesos sociales en los cuales el discernir médico no buscó la patología únicamente
sobre el cuerpo de las personas a diagnosticar, sino también en su medio ambiente y en la
constitución hereditaria de los sujetos enfermizos. Englobando a los dispositivos de
normalización ─ la salud, la higiene, la educación─ como un algo necesario, lo cual si eran
implementados correctamente encausaría a la sociedad en un progreso material y moral de la
misma.
Con estas premisas, y buscando un progreso de la sociedad, el discurso médico científico
en el país fue el resultado de la fabricación de un tejido institucional que entrecruzando redes
políticas, sociales y epistemológicas sentó los cimientos para una racionalización particular de
los problemas de la población; los cuales, según este discurso médico, eran causados por la
falta de costumbres y hábitos higiénicos.
Esta falta de costumbre y hábitos higiénicos en los individuos como en los espacios
sociales fue lo que propició la creación de normas destinadas a regular el comportamiento de
la población, para apartar los estados enfermizos de la misma; utilizando como pilote para
esto un discurso médico especializado como lo fue el Higienismo. Este discernimiento
especializado del saber médico giró alrededor de la higiene, como principio fundamental para
mantener y cuidar la salud del cuerpo y de la organización social. Con la higiene, como
elemento clasificatorio entre la salud la enfermedad y lo mórbido, se creó un paralelismo entre
cuerpo y conformación social los cuales, según el discurso médico higienista, eran
organismos predispuestos hacia la vida y la constitución armónica de sus funciones.
Este paralelismo, y la sociedad identificada con un principio que la predisponía hacia la
vida, permitió que las normas que se implementarían en el conjunto social fuesen utilizadas
como entes destinadas a aislar y eliminar lo considerado patológico en la sociedad, lo cual
podía ser lugares, hábitos, conductas, costumbres o sujetos; a los cuales se los debía de
identificar, analizar, intervenir y corregir, esperando con esto mantener una regulación y una
homeostasis de la sociedad.
Para identificar a los agentes patológicos de la sociedad, el discurso médico higienista
implementó la teoría de la degeneración como un objeto esclarecedor que demostraba los
daños que pueden causar los agentes patológicos a la sociedad. Creando con esto una
subjetivad social que utilizando a la higiene como un principio organizador destinado a
intervenir y corregir, dentro del espacio social, a los elementos nocivos que colocaban en un
estado enfermizo a la población. Dentro de estos elementos nocivos se encontraba el sujeto
degenerado, que al estar sujetado tanto por el medio social en el cual se desenvolvía y por la

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herencia patológica, que lo colocaba en una propensión a ciertas enfermedades debía ser
identificado, analizado, aislado, y si no era posible su corrección, era necesario eliminarlo del
conjunto social ya que con esto se evitaría un infectar de la población en general.
Dentro de esta identificación y racionalización de los sujetos que se encontraban en un
estado patológico degenerado, el discurso médico cientificista propició el surgimiento de un
discurso especializado destinado a analizar, clasificar e intervenir sobre estos sujetos. Este
discurso fue la Psiquiatría, el cual racionalizó e implementó sus prácticas sobre los sujetos
considerados alienados, anormales y degenerados, a los cuales el discurso médico necesitaba
identificar y aislar del conjunto social como medida profiláctica. El discurso psiquiátrico en el
momento de su ebullición y consolidación como discurso especializado de la medicina-
práctica, lo cual se concretó en el país en las dos primeras décadas del siglo XX, implementó
la teoría de la degeneración como un ente demostrativo y probatorio de que la etiología de las
patologías mentales se originaban tanto en la herencia como en el medio social en el cual los
sujetos degenerados se desenvolvían.
En este ambiente de especialización del discurso médico cientificista, destinado a
reconocer y entender las causas etiológicas que predisponían a los individuos a ciertas
patologías, el Higienista y el naciente discurso psiquiátrico emplearon las dimensiones de la
teoría de la degeneración para racionalizar los estados mórbidos que la población presentaba
en el interior de sus relaciones sociales. Ya sean estos estados intrínsecos a los sujetos, como
en el caso de la herencia patológica, o a su vez se encontrasen inclinados a adquirir
influencias enfermizas en el espacio físico y social en el cual desenvolvían sus relaciones.
Esta necesidad de analizar, diagnosticar, intervenir, corregir, clasificar y aislar a los sujetos
que se encontraban en un estado enfermizo; estuvo respaldada por todo una red institucional,
política y social, que se sustentó en el proyecto político liberal, el cual utilizó a la higiene,
tanto física, social y moral, como un principio del laicismo que apuntalaba una nueva
organización de la sociedad y de los individuos. Mediada, esta nueva organización, a través de
normas higiénicas imprescindibles en la prácticas sociales y subjetivas de la sociedad.
Otro punto a resaltar de este momento de especialización del discurso médico higienista y
psiquiátrico es la forma en la cual racionalizaron las patologías sociales, las cuales afectaban a
la mayoría de los miembros de la población y contenían una acción suficientemente fuerte
como para detener la evolución de la sociedad. Estas patologías sociales, identificadas como
tales por el Higienismo e igualmente por la Psiquiatría, fueron la criminalidad y el
alcoholismo; las mismas que eran reconocibles ya que impregnaban sobre los sujetos ciertas
estigmas psico-físicas ─raquitismo, deformaciones, epilepsia, la demencia, la sordo-mudez
entre otras─ que denotaban un estado enfermizo; de la misma forma estas taras sociales eran

- 90 -
transmisibles por medio de la herencia a las futuras generaciones. Estas dégénératrices
adquiridas en el espacio social, al ser heredadas, ocasionarían una serie de anomalías y
retrasos a la sociedad.
Estas enfermedades sociales, según el discurso médico higienista de los años 20 y 30 del
siglo pasado, eran más visibles en las clases obreras y campesinas lo cual colocaba a estos
segmentos de la población ecuatoriana en un estado degenerativo.
A más de la criminalidad y el alcoholismo, el discurso médico higienista identificó otras
enfermedades, al interior de estos segmentos de la población, que fueron considerados como
síntomas de una sociedad en estado degenerativo. Estas enfermedades fueron la imbecilidad,
el cretinismo, las disencefalias, las parálisis diversas, las alteraciones sensoriales, la epilepsia,
las lesiones del esqueleto, deformaciones, anomalías congénitas: bocio, mixedema,
infantilismo; que junto a la mortalidad infantil, la herencia sifilítica, la tuberculosis y la mala
alimentación representaban un proceso patológico enraizado en el interior del conjunto social.
Y los sujetos que adolecían de estas enfermedades significaban, para el discurso médico
higienista, una rémora para el progreso social que ponía en duda la prosperidad material y
moral de toda la sociedad.
Para evitar este panorama caótico en la sociedad ecuatoriana, el discurso médico higienista
recurrió a prácticas eugenésicas como una herramienta que detendría un estado patológico
degenerativo; el mismo que se presentó como una ciencia del progreso biológico, que
valiéndose de un discurso a favor de la protección a la infancia y al mejoramiento racial de la
misma proclamó una serie de principios no comprobables en los cuales el decir científico fue
la única prueba fehaciente de su valorización.
En el Ecuador el discurso eugenésico no se convirtió en un discurso especializado pero si
estuvo relacionado con el discurso médico higienista, el cual después de una serie de
observaciones y expediciones científicas, realizadas por los catedráticos de la facultad de
Medicina de la Universidad Central; llegaron a la conclusión de la necesidad de implementar
las practicas eugenésicas ─el certificado médico pre-nupcial, el control científico de la
concepción, la legislación del aborto eugenésico y la esterilización de los tarados─ que
normen las conductas malsanas de la población, las cuales colocaban en peligro a la raza y a
la nacionalidad, atentando en contra de la organización social de Estado. El discurso
higienista ecuatoriano al promulgar un mejoramiento biológico de los miembros de la
sociedad, convirtió a las prácticas eugenésicas en una posible salida a los problemas sociales
que según este discurso su mayor inconveniente era una sociedad en estado degenerativo.
El discurso médico higienista fue influenciado por el discurso eugenésico, al cual lo hemos
considerado en esta investigación como una ideología científica, el mismo que valiéndose de

- 91 -
la protección a la infancia como un problema médico consideró a los niños como el futuro
productivo de la nación; los cuales estaban en peligro por el ambiente social en el cual crecían
y por la herencia patológica que los predisponía a ciertas enfermedades que les causaban taras
en la lucha por la vida. Para solucionar este problema del saber médico relacionado con la
mortalidad y natalidad infantil, el discurso médico cientificista consideró que los altos
porcentajes de mortalidad infantil se debía a la falta de conocimiento de los principios básicos
de higiene para los recién nacidos. Para solucionar esta falencia el discurso higienista pugnaba
en la década de los años 20 del siglo pasado, como un deber del Estado, educar a las futuras
madres en el cuidado de la vida de los niños que traerían al mundo como un acto de
patriotismo; para esto se debía de enseñar Puericultura e Higiene en las escuelas de niñas
pretendiendo con esto crear una nación más populosa y grande. Relacionando de esta forma
protección a la infancia con crecimiento poblacional lo cual llevaría a un progreso social; en
esta problematización médica se crearon y discutieron categorías de raza, nacionalidad y
género instaurando una subjetividad de prototipos ideales de lo que debía ser las futuras
madres, y ciudadano ecuatoriano.
En esta creación de subjetividades, el discurso higienista consideró que el inicio de la
enseñanza de la Puericultura en las escuelas de niñas debía dar comienzo con las leyes
eugenésicas como una forma de selección natural, que se convertiría en una selección social
que las mujeres debían interiorizar para garantizar la creación de generaciones fuertes y
vigorosas. A más de esto se creó un deber ser de las mujeres que se representaba en su
condición de madre, las mismas que a través del cuidado de sus hijos, la higiene doméstica y
el acto de dar de lactar eran consideradas como “buenas” o “malas” madres. En síntesis, la
protección de la infancia, fue entendida por el discurso médico cientificista como una forma
de asegurar el porvenir de la Patria, el cual entrelazando los discursos médicos de la
Puericultura, y el Higienismo y una ideología científica como lo fue la eugenesia construyó
una forma específica de racionalizar el papel del Estado, la sociedad y de las mujeres para el
cuidado de los niños. Significando esto una forma de intervenir sobre el espacio social el cual
estaba direccionado a procurar el aumento de la población y con esto el mejoramiento y el
progreso de la Patria sustentadas en las ideas de raza y nacionalidad.
Para lograr la protección a la infancia y procurar la constitución armónica de los futuros
ciudadanos sin enfermedades atávicas que ponga en riego el progreso material y moral de la
Patria; el discurso higienista recurrió a la racionalización y puesta en práctica, de una forma
parcial, del discurso eugenésico. Dividiendo para esto a las prácticas eugenésicas en dos
grupos, el primero se relacionaba con la segregación de los progenitores los cuales no debían
de procrear ya que al hacerlo traerían al mundo hijos enfermos en desmedro del conjunto

- 92 -
social, para evitar esto la esterilización a los anormales, el control científico de la población
mediante los métodos anticoncepcionales y el aborto científico eran las prácticas que la
eugenesia recomendaba tanto para evitar la propagación de enfermedades hereditarias como
para corregir falencias en la identificación y aislamiento de los sujetos que no eran actos para
la maternidad o paternidad.
En el país la segregación de los progenitores fue identificado como un método que evitaría
el nacimiento de niños con taras hereditarias y detendría de esta forma el estado patológico
degenerativo de la población y era algo indispensable para el mejoramiento racial y
protección del progreso del Estado, ya que evitando que niños con estigmas psico-físicos
nacieran el Estado no tendría que invertir sus rentas en el cuidado de estos y los esfuerzos
maternales de las mujeres, que si eran aptas para concebir, serían destinados a la crianza de
los niños que cumplan con las condiciones necesarias para la lucha por la vida.
El segundo segmento en la racionalización de las prácticas eugenésicas en el país, por parte
del discurso higienista, fue el certificado médico prenupcial; el cual fue muy discutido en los
años 20 y 30 del siglo pasado como método que se debía institucionalizar en las prácticas
sociales para evitar la propagación y contagio de las enfermedades social y el cual constituía
una defensa en contra de la decadencia de una raza; siendo los doctores Pablo Arturo Suárez,
Carlos Andrade Marín y Enrique Garcés, dentro del discurso higienista, los que incitaban con
mayor energía su puesta en vigencia como política pública por parte del Estado. E inclusive
colocaron al certificado médico prenupcial como una herramienta que solucionaría la primera
preocupación de las leyes eugenésicas la cual era evitar las uniones de los sujetos enfermos y
degenerados.
En este segmento también se identificaron a los sujetos a los cuales el Estado no debería
permitirles el matrimonio ya que ocasionarían el nacimiento de niños que no completan con
los elementos suficientes para la lucha por la vida; estos sujetos fueron identificados como:
sifilíticos, alcohólicos consuetudinarios, psicópatas, oligofrénicos en sus escalas de
imbecilidad e idiotez, y los que presentaban enfermedades que se podían transmitir a sus hijos
por medio de la herencia o contagiar a sus cónyuges. Procurando con esto un aislamiento del
conjunto social a los sujetos considerados en estado patológico y causaban un debilitamiento
racial y organizacional de la población.
En el Ecuador el certificado médico prenupcial fue aprobado y puesto en vigencia en 1938
en la dictadura del general Enriquez Gallo, el cual pretendió que el Estado con esta ley
aseguraría una buena organización física y psíquica de las futuras generaciones; lo cual
demuestra como una ideología científica estuvo presente en un tiempo y espacio determinado
de la construcción del saber médico; procurándose para su respaldo e implementación de la

- 93 -
red institucional, política y social que la medicina científica, basada en la práctica y la
observación, había tejido en el interior de la sociedad ecuatoriana desde las tres últimas
décadas del siglo XIX.
Para finalizar, mencionaremos que la racionalización de la nueva realidad social creada a
partir de la implementación de una serie de prácticas científicas sustentadas en una red
institucional, política y social, fue utilizada para intervenir sobre el conjunto social y sus
espacios; la cual utilizó a la medicina científica como un ente de análisis, ordenamiento y
clasificación destinados a apartar a lo considerado patológico del interior de la población.
Siendo las dimensiones en la cual se sustentó esta nueva forma de racionalizar el mundo
social, a más de la medicina científica, el discurso médico higienista a través del cual se
implementaron normas y procesos de normalización que debían de estar en relación con la
higiene y el nuevo proyecto político liberal de progreso de la sociedad. Y al interior de esta
racionalización profiláctica de los problemas sociales el discurso eugenésico, entendido como
ideología científica, fue empleado como una herramienta que en compañía de la Higiene y la
organización social cumpliría con un anhelado ideal de progreso material y moral de la
sociedad.

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Suárez, Pablo Arturo. (1931). Trabajo práctico de Higiene en el curso escolar de 1930-1931,
bajo la dirección del Dr. Pablo Arturo Suárez, Profesor de la materia. En Anales de la
Universidad Central del Ecuador; Tomo XLVII, N° 277 (págs. 66-117). Quito.
Imprenta de la Universidad Central.

Suárez, Pablo Arturo. (1934). Contribución al estudio de las realidades entre las clases
obreras y campesinas. Quito. Imp. de la Universidad Central.

- 99 -
Suárez, Pablo Arturo. (1936). Informe acerca de la visita de los estudiantes de Higiene de la
Universidad Central a la población de Saquisili. Quito. Imp. de la Universidad
Central.

Suárez, Pablo Arturo. (1943). Lecciones de Higiene. Quito. Imp. de la Universidad Central.

Suárez, Pablo Arturo, & Endara, Julio. (1937). Informe. En Enrique. Garcés, Por, para y del
niño (págs. 1-2). Quito: Talleres Gráficos de educación.

- 100 -
ANEXOS

Anexo 161

Fuente: Libro Actas y trabajos del primer Congreso Medico Ecuatoriano. Pág.: 209.

61
.- en la desarrollo de la Psiquiatría en el Ecuador. así como también en el Higienismo de los años 20 y 30 del
siglo pasado representado por el Dr. Pablo Arturo Suarez, la fotografía tuvo un gran impacto en las publicaciones
médicas; ya que la fotografía, nos dice Huerta, se “convirtió en una pieza de convicción con valor probatorio
(diagnóstico y pedagógico) y con valor de previsión (pronóstico y científico) que permitía anticipar 'el saber al
ver'. Llegando así a la objetividad máxima, al ideal de la observación clínica, en ausencia de lenguaje (hablado),
era capaz de mostrar una realidad que llegaba a los clínicos a través de un 'mensaje sin código' y le permitió
asimilar a las imágenes a un grito desesperado de 'voilá la verité' «aquí está la verdad»” (Huerta, 2012:88-89).

- 101 -
Anexo 2

Fuente: Libro: Contribución al estudio de la realidad entre las clases obreras y campesinas. 1934: Pág.: 51

Anexo 3

Fuente: Artículo académico: Contribución al estudio de la Enfermedad Azul de los indios de Chillos, 1926

- 102 -
Anexo 4.

Fuente: Libro: Contribución al estudio de la realidad entre las clases obreras y campesinas.1934

Anexo 5

Fuente: Libro: Contribución al estudio de la realidad entre las clases obreras y campesinas.1934

103
Anexo 6

Fuente: Libro: Contribución al estudio de la realidad entre las clases obreras y campesinas.1934

104
Anexo 7

Fuente: Libro: “Por, Para, del Niño” Tomo II. Pág.: 80

105
Anexo 8

Fuente: Registro Oficial, Quito 4 de enero de 1938.

106
Anexo 9

Fuente: Registro Oficial, Quito 29 y 30 de agosto de 1938.


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