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82/2 (2016)
Religion as a Colonial Concept
in Modern History
(America, Asia)
MORCELLIANA
Stampato con il contributo della Sapienza Università di Roma
Sommario
SilVia alFayé - FranciSco marco Simón, New Victims for old Gods.
.......................... 593
marianna Ferrara,
Practices in Early Modern European Vocabulary . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 607
.................................................................. 662
Saggi / eSSayS
note / noteS
Forum
Sindone, storia e (pseudo)scienza: un dialogo possibile? Intorno al libro
di A. Nicolotti, Sindone. Storia e leggende di una reliquia controversa
(Einaudi, Torino 2015) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1071
emanuela prinziValli, Introduzione . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1071
luigi campanella, Il punto di vista dello scienziato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1075
Sommario 517
aleSSandro Saggioro, Sindonopoiesi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1076
marco Bella, Scienza, pseudoscienza, blog. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1080
andrea nicolotti, Replica dell’Autore, conclusioni e prospettive . . . 1084
recenSioni / reVieWS
a las interpretaciones recientes, V. Huet - F. Prescendi - A.V. Siebert et al., s.v. “Les sacrifices
dans le monde romain”, in Thesaurus Cultus et Rituum Antiquorum (= ThesCRA) i, J. Paul
Getty Museum, Los Angeles 2004, pp. 184-235; J. Scheid, Quand faire, c’est croire, cit.; F.
Prescendi, Décrire et comprendre le sacrifice. Les réflexions des Romains sur leur propre
religion à partir de la littérature antiquaire, Steiner, Stuttgart 2007.
4
Polyb. xii, 4b; Fest. 190L., 246L; Plut. Quaest Rom. 97; Cass. Dio xliii, 24, 4. G. Wissowa,
Religion und Kultus, cit., pp. 144-145; H.H. Scullard, Roman Festivals and Ceremonies of the
Roman Republic, Thames and Hudson, London 1981, pp. 193-194.
5
Plin. HN. xviii, 14; Fest. 358L; Serv. Georg. iv, 424. P. Catalano, Contributi allo studio
del diritto augurale, vol. i, G. Giappichelli, Torino 1960, pp. 346-351.
6
G. Wissowa, Religion und Kultus, cit., p. 413.
7
G. Wissowa, Religion und Kultus, cit., pp. 412-413; G. Dumézil, Jovi tauro verre arie-
te immolari non licet, in «Revue des Études Latines» 39 (1961), pp. 241-250; J. Heurgon,
Compte-rendu du livre de R.E.A. Palmer, The King and the Comitium, en «Revue des Études
Latines» 70 (1970), p. 605; G. Dumézil, La religion romaine archaïque, Payot, Paris 19742, p.
551; cfr. E. Lübbert, Commentationes, cit., pp. 110-112.
8
C. Krause, De Romanorum hostiis quaestiones selectae, s.n., Marpurgi 1894, pp. 9-10;
R.E.A. Palmer, The King and the Comitium. A study of Rome’s oldest public document, F.
Steiner, Wiesbaden 1969, pp. 11-13.
9
C. Krause, “Hostia”, cit., cols. 260-262, denotando tan sólo distinción en edad y rango.
10
G. Capdeville, Taurus et bos mas, en Mélanges offerts à Jacques Heurgon, Ecole fran-
çaise de Rome, Rome 1976, pp. 120-123.
978 José A. DelgADo DelgADo
creo que sea en última instancia un problema imputable fundamental-
mente a los propios límites y deficiencias de las fuentes de conocimiento.
Me parece más una cuestión de carácter metodológico, pues no se ad-
vierten criterios claros en la selección de la documentación. Frente al uso
indiscriminado de fuentes de transmisión manuscrita, a menudo más inte-
resadas en los usos poéticos o literarios que en las prácticas oficiales, con
noticias muchas veces descontextualizadas, o en la amalgama de fuentes
literarias y epigráficas, creo que sería mucho más fructífero trabajar con
una documentación que fuera más homogénea, de carácter oficial, repre-
sentativa por su volumen e inserta en contextos cultuales bien definidos.
En este sentido mi propuesta para tratar de esclarecer los “términos técni-
cos” con los que los romanos se referían a las víctimas sacrificiales des-
cansará principalmente sobre la evidencia contenida en los commentarii
de los fratres arvales, que se contrastará puntualmente con los commen-
tarii de los ludi saeculares de los quindecénviros y los monumentos del
arte oficial de la ciudad. Las particularidades de este corpus singular (v.
cap. 3), aun con sus limitaciones, me parece que consienten extrapolar
las conclusiones obtenidas a la práctica pública romana general en lo que
atañe a esta cuestión. Por otro lado, el examen de los sacrificios en sus
ámbitos cultuales precisos ofrece el contexto más propicio para indagar
en los criterios fundamentales de selección de las victimae, que será el
segundo objetivo de este trabajo.
Antes de presentar la evidencia de los arvales convendrá, sin embar-
go, exponer unas observaciones generales sobre la naturaleza de la pre-
sencia animal en las prácticas de la religión cívica romana.
11
Sobre los contenidos de este capítulo se me permitirá remitir, de forma general, a J.A.
Delgado Delgado, s.v. “Animaux et plantes dans la religion civique de Rome”, en ThesCRA viii
(2012), pp. 449-470, pl. 68-72.
12
Fue este un tema predilecto de investigación de los estudiosos de la segunda mitad
del s. xix y primera décadas del s. xx que trabajaron bajo la ascendencia de las teorías de
antropólogos evolucionistas, como E.B. Tylor (Primitive Culture, Murray, London 1871), H.
Spencer (The Principles of Sociology, Williams and Norgate, London 1876-1896) o L. Morgan
(Ancient Society, Macmillan, New York 1877). En este ambiente intelectual y con modelos
explicativos sustancialmente similares se crearon obras tan influyentes como Wald- und
Feldkult (i-ii) de W. Mannhardt (Berlin 1875-1877), The Golden Bough. A Study in Magic and
Religion, de J.G. Frazer (Macmillian, London 18901, 1911-19153) o la más modesta Le génie
romain dans la religion, la pensée et l’art, de A. Grenier (La Renaissance du livre, Paris 1925).
AnimAles De sAcrificio en el culto público romAno 979
importantes de su religión cívica contemplaban habitualmente animales
y (o) plantas. La presencia de unos (animales) y otras (plantas13) en la
praxis cultual oficial del Estado estaba determinada históricamente por la
tradición religiosa y, en la práctica cotidiana, por la compleja normativa
legal que imponía el ius sacrum14.
Las autoridades de la ciudad del Tíber aprendieran tempranamente
a reconocer aquellos elementos del medio natural con los que habrían
de honrar a sus dioses y que formarían parte íntima de las ceremonias
religiosas oficiales. Ya en un pasado remoto, que se retrotrae al menos
al de las primeras formas de organización social compleja en el solar de
Roma, los romanos seleccionaron y codificaron la nómina de aquellos
animales y plantas que emplearían en sus ceremonias cultuales y determi-
naron igualmente su lugar y valor simbólico en esos contextos. El registro
arqueológico de la Roma arcaica demuestra claramente cómo ya en esa
época lejana se había establecido un canon de animales (y presumible-
mente plantas) para uso religioso15, y resulta de especial interés notar que
tal canon se sigue reconociendo – hasta donde es lícito comparar- en las
fuentes de los últimos siglos de la República y la primera era imperial.
Esta circunstancia no sólo evidencia un gran conservadurismo entre los
romanos en todo lo que atañe a las prácticas de culto, sino que demuestra
que la presencia histórica de los animales y plantas en tal contexto estaba
determinada por la tradición religiosa. Habrá que convenir, por tanto, que
fue en aquel lejano pasado cuando los romanos establecieron los criterios
fundamentales que guiaron la selección de ciertas especies animales y ve-
getales, determinando entonces su conexión simbólica con los dioses del
Estado, con sus ritos y lugares de culto y con determinados sacerdotes.
13
Sobre los elementos vegetales presentes en el culto público romano, y en particular sobre
los pastelillos sacrificiales que se conocen con el nombre de liba, puede verse J.A. Delgado
Delgado, La ritualización del reino vegetal en la Roma antigua: los liba, en R. Olmos - P.
Cabrera - S. Montero (eds.), Paraíso cerrado, jardín abierto. El reino vegetal en el imaginario
religioso del Mediterráneo, Ediciones Polifemo, Madrid 2005, pp. 191-205.
14
Entiendo la trama compleja de usos, normas, prescripciones y leyes de los que estaban
formados tanto la “tradición religiosa” como el ius sacrum como un producto estrictamente
histórico, es decir, ligado a los procesos de evolución y desarrollo de la propia sociedad ro-
mana. Así pues, tanto la tradición religiosa como el ius sacrum, lejos de ser entes estáticos e
inmutables, estuvieron siempre abiertos a la posibilidad de cambio y transformación. De lo
anterior se deduce que la tradición vigente en un momento histórico dado estaría compuesta por
prescripciones rituales muy antiguas y otras, en cambio, muy recientes (sobre todo ello puede
verse J.A. Delgado Delgado, Ex decreto sacerdotum. La responsabilidad de los colegios sacer-
dotales romanos en la renovación de la tradición religiosa, en Id. (ed.), Dioses viejos - dioses
nuevos. Formas de incorporación de nuevos cultos en la ‘Ciudad Antigua’, Fundacion Canaria
Mapfre Guanarteme, Las Palmas de Gran Canaria 2006, pp. 89-94, con fuentes y bibliografía).
15
Entre las huellas arqueológicas que se pueden citar a este propósito son especialmente
significativas las que proporcionan los huesos de cerda, bóvido, oveja y perro que como restos
de sacrificios se descubrieron en los depósitos arcaicos del templo de Vesta (E. Gjerstad, Early
Rome, iv, 2, Gleerup, Lund 1966, pp. 384-385).
980 José A. DelgADo DelgADo
Los criterios últimos de toda esa “operación” se pierden para el historia-
dor precisamente en razón de su antigüedad, y sólo puede ofrecer hipóte-
sis, a menudo provisionales, en función de lo que sea capaz de deducir o
inferir de una documentación tardía, escasa y parcial.
Pero los representantes de la comunidad de romanos no sólo se
preocuparon por seleccionar especímenes animales o vegetales, sino que
condicionaron su presencia en el marco celebrativo de la ciudad a su ade-
cuación al régimen jurídico que imponía el ius sacrum y que organizaba
toda la vida religiosa de Roma. Los “padres de la patria” pretendían con
tal “operación” convertir a los animales y plantas seleccionados en aptos
para el culto divino conforme a la tradición jurídico-religiosa de la ciu-
dad. Este procedimiento era especialmente trascendente porque sanciona-
ba legítimamente su participación en los actos de la religión cívica.
Las prescripciones rituales y el derecho de velar por su correcto cum-
plimiento fueron confiados desde los orígenes mismos de la ciudad al
colegio de pontífices, expertos en el procedimiento cultual y en el cono-
cimiento de la tradición religiosa16. Los pontífices organizaban el tiempo
y el lugar en que habrían de celebrarse cada uno de los ritos públicos,
conservaban las fórmulas rituales empleadas en ellos, controlaban los
instrumentos y objetos cultuales utilizados y decidían sobre las víctimas
(hostiae, victimae17) y otras ofrendas vegetales sacrificadas a los dioses18.
En su archivo se conservaba, bajo la forma documental de commentarii,
la nómina de los animales sacrificiales y las normas que regulaban su
presencia en los actos de la religión cívica de Roma, de tal manera que
sería posible localizarlas, evaluarlas, publicarlas o, en su caso, modifi-
carlas cuando las circunstancias lo exigieran19. La pérdida completa de
16
Cic. Leg. ii, 12; id. Dom. 2, 29; Liv. i, 20, 5-6.
17
Todo animal de sacrificio, independientemente de sus características, recibía el nombre
técnico de hostia (Ov. Fast. i, 336; Paul. Fest. 9L., 91 L; Serv. Aen. i, 334; ii, 156) o bien victima
(Ov. Fast. i, 335; Fest. 508L; CFA 26 a, 16; 27, 41; 28 de, 27; 35, ii, a, 3; 40, i, 1-7, 10; 43
adf, 7; 44 a, 7; 45, 5), vocablos que en época histórica eran sinónimos. Una inscripción de los
arvales fechada el 9 de abril del año 38 d. e. (CFA 12c, 1-19) es una prueba definitiva de esa
identificación, sobre la que se había suscitado ciertas dudas y reservas (G. Wissowa, Religion
und Kultus, cit., p. 412, n. 6; C. Krause, “Hostia”, cit., cols. 237-239; J. Scheid, Romulus et ses
frères. Le collège des frères arvales, modèle du culte public dans la Rome des empereurs, Ecole
française de Rome, Rome 1990, p. 576, n. 48; V. Huet - F. Prescendi - A. V. Siebert et al., s.v.
“Sacrifices monde romain”, cit., p. 199).
18
Plin. HN. viii, 206; Fest. 160L., 202-204L., 364L., 474-476L., 494L. E. Lübbert,
Commentationes, cit., pp. 79-132; A. Bouché-Leclercq, Les pontifes de l’ancienne Rome.
Étude historique sur les institutions religieuses de Rome, A. Franck, Paris 1871, pp. 19-190;
G. Wissowa, Religion und Kultus, cit., pp. 513-518; F. Van Haeperen, Le collège pontifical
(3ème. s. a.C. - 4ème s. p.C.). Contribution à l’étude de la religion publique romaine, Institut
historique belge de Rome - Brepols, Bruxelles - Rome 2002, pp. 72-75.
19
J.A. Delgado Delgado, La legislación pontifical sobre los alimentos empleados en
la práctica cultual romana: un modelo de gestión documental, en D. Segarra Crespo (ed.),
Connotaciones sacrales de la alimentación en el mundo clásico, Universidad Complutense de
Madrid, Instituto Universitario de Ciencias de las Religiones, Madrid 2004, pp. 15-32.
AnimAles De sAcrificio en el culto público romAno 981
esta documentación primaria impide conocer todos los detalles, pero la
celebración continua y constante en el tiempo del ritual de sacrificio ha
hecho posible que algunos de los más importantes hayan sobrevivido en
documentación oficial de otros ámbitos o naturaleza, así como en obras
históricas y de erudición.
20
Se sigue aquí la edición de J. Scheid, Commentarii fratrum arvalium qui supersunt. Les
copies épigraphiques des protocoles annuels de la confrérie arvale (21 av. - 304 ap. J. C.),
Ecole française de Rome - Soprintendenza archeologica di Roma, Roma 1998.
21
Sobre la naturaleza de este tipo de documentos y el archivo de los arvales puede verse
M. Beard, Writing and Ritual: A Study of Diversity and Expansion in the Arval Acta, en «Papers
of the British School at Rome» 53 (1985), pp. 114-162 y J. Scheid, Romulus et ses frères,
cit., pp. 41-72; sobre los libros sacerdotales en general, J.A. Delgado Delgado, Legislación
pontifical, cit. pp. 21-32.
22
Una única inscripción, no significativa aquí, es más tardía: comienzos del siglo iv d. C.
(CFA 116).
23
Romulus et ses frères, cit., pp. 285-676.
982 José A. DelgADo DelgADo
3.1. Vota publica
24
Sobre los vota publica: T. Mommsen, Römisches Staatsrecht ii, Hirzel, Leipzig 18833,
pp. 811-812; J. Marquardt, Römische Staatsverwaltung, cit., pp. 266-269; J. Toutain, s.v.
“Votum”, en DS (= Dictionnaire des antiquités grecques et romaines d’après les textex et les
monuments) v, ii (1919), pp. 971-978; G. Wissowa, Religion und Kultus, cit., pp. 381-383; I.
Scott Ryberg, Rites State Religion, cit., pp. 120-140; W. Eisenhut, s.v. “Votum”, en RE suppl.
xiv (1974), cols. 964-973; sobre las circunstancias de los votos de los arvales: J. Scheid,
Romulus et ses frères, cit., pp. 298-316.
25
Sobre el culto de Júpiter capitolino y la ideología romana imperial, J. R. Fears, The Cult
of Jupiter and Roman Imperial Ideology, en «Aufstieg und Niedergang der Römischen Welt
(= ANRW)» ii, 17.1 (1981), pp. 3-141; sobre la asociación con Salus publica, G. Wissowa,
Religion und Kultus, cit., pp. 131-133.
26
Aún sin testimonios formales, cabe suponer que éstas últimas divinidades asociadas eran
honradas también en el Capitolio, y no ante sus propios santuarios (J. Scheid, Romulus et ses
frères, cit., pp. 173-182 y 323-325).
27
Como documento representativo sirva el siguiente, fechado el 30 de enero del año
69, siendo Otón emperador (CFA 40, i, 47-54): (Ante diem tertium) k(alendas) Febr(uarias),
mag(istro) Imp(eratore) M. Othone Caesare Aug(usto), promag(istro) / L. Salvio Othone
Titiano, colleg(i) fratrum [a]rval(ium) nomine im/molavit in [Cap]itolio ob vota nuncupata pro
salute Imp(eratoris) M. / Othonis Caesari[s A]ug(usti) in annum proximum in (diem tertium)
non(as) Ianuar(ias) / Iovi b(ovem) m(arem), Iunoni vacc(am), Minervae vacc(am), Saluti
p(ublicae) p(opuli) R(omani) vacc(am), divo / Aug(usto) b(ovem) m(arem), divae Aug(ustae)
vacc(am), divo Claudio b(ovem) m(arem). In collegi(o) adfuerunt L. Salvius Otho Titianus, L.
Maecius Postumius, P. Valerius M[a]/rinus, M. Raecius Taurus, [[L. Vitellius]].
AnimAles De sAcrificio en el culto público romAno 983
3.2. Sacrificios circunstanciales
28
G. Wissowa, Religion und Kultus, cit., pp. 327-338; J.R. Fears, The theology of Victory
at Rome. Approaches and problems, en «ANRW» ii, 17.2 (1981), pp. 736-826; Id., The Cult of
Virtues and Roman Imperial Ideology, en «ANRW» ii, 17.2 (1981), pp. 827-948.
29
Como documento representativo sirva el siguiente, fechado el 6 de octubre del año
213, siendo Caracalla emperador (CFA 99, a, 22-29): Isdem co(n)s(ulibus) / pr(idie) non(as)
Oct(obres) in Capitolio ante cellam Iunonis reg(inae) ob salute<m> victoriamque Germanicam
Germanicam Imp(eratoris) Caes(aris) M. Aurelii Anto/nini pii felic(is) Aug(usti) ... et Iuliae
Aug(ustae) / piae felic(is) m(atris) Imp(eratoris)... fratres arvales convenerunt et immolaverunt
/ per L. Armenium Peregrinum promag(istrum) vice Flavi Alpini mag(istri) collegii fratrum /
arvalium I(ovi) o(ptimo) m(aximo) b(ovem) m(arem) a(uratum), Iunoni / reg(inae) b(ovem)
f(eminam) a(uratam), Minervae b(ovem) f(eminam) a(uratam), Saluti / publ(icae) b(ovem)
f(eminam) a(uratam), Marti Ultori taurum a(uratum), Iovi victori b(ovem) m(arem) a(uratum),
et Victoriae b(ovem) f(eminam) a(uratam), Laribus / militaribus taurum album, Fortunae
reduci b(ovem) f(eminam) a(uratam), Genio Imp(eratoris) Antonini Aug(usti) n(ostri) taurum
album, Iunoni Iuliae / piae, matris Antonini Aug(usti) n(ostri), senat(us), castror(um) et
patr(iae) b(ovem) f(eminam) a(uratam). Adfuerunt Cn. Catilius Severus, T. Statilius Silianus.
984 José A. DelgADo DelgADo
durante su curso se sacrificaba solamente ture et vino30. El segundo se ce-
lebraba en el lucus de la diosa y era el único en que se ofrecían sacrificios
cruentos, que son los que interesan aquí.
La jornada ritual se abría con dos sacrificios sucesivos y vincualdos
ritualmente entre sí, celebrados ante lucum: el primero consistía en dos
porcae o porciliae piaculares y el segundo una vacca honoraria alba31.
Se trata de víctimas expiatorias con motivo de la intervención de los ar-
vales en el bosque sagrado32. En ocasiones esos trabajos exigían una cere-
monia lustral con unas suovetaurilia maiora para Marte33.
En un momento posterior, pero ahora ya en el interior de lucus, los
sacerdotes inmolaban una agna opima e inspeccionaban sus entrañas ad
litationem, es decir, para constatar la conformidad de la diosa34.
30
El sacrificio preliminar de incienso y vino – ture et vino –, que se conoce como praefatio,
era una forma de homenajear a los dioses e invitarlos al banquete que seguía (G. Wissowa,
Religion und Kultus, cit., p. 412; J. Scheid, Romulus et ses frères, cit., pp. 331-333; id., Quand
faire, c’est croire, cit. pp. 48-50; cfr. V. Huet - F. Prescendi - A.V. Siebert, s.v. “Sacrifices
monde romain”, cit., pp. 203-218). En un gran panel de mármol que perteneció a un arco de
triunfo erigido en honor de Marco Aurelio, fechado en 176-177 d. C., se desarrolla el motivo
de la invocación a la divinidad por medio del incienso (I. Scott Ryberg, Rites State Religion,
cit., pp. 157-158, pl. lvi, fig. 86). En el primer plano de la escena aparece el emperador, capite
velato, tomando el incienso de la acerra que le ofrece un camillus y vertiéndolo sobre el foculus
que tiene ante sí. El templo de triple cellae que se perfila como fondo de la composición y la
figura del flamen Dialis tras el emperador aseguran que se trata de un sacrificio en honor de
Júpiter capitolino.
31
El documento más antiguo en que se atestigua la vacca honoraria se data el 19 de mayo
del año 87, siendo emperador Domiciano (CFA 55, ii, 15-21): C. Bellico Natale Tebaniano, C.
Ducenio Proculo co(n)s(ulibus) (ante diem quartum decimum) k(alendas) Iun(ias) / in luco
deae Diae, magisterio C. Iuli Silani, curam agente C. / Nonio Basso Salvio Liberale, fratres
arvales deae Diae sacri/ficium fecerunt. C. Salvius Liberalis, qui vice magistri / fungebatur
C. Iuli Silani, ante lucum in aram porcas piacu/lares duas luco coinquendi et operis faciendi
immolavit; / deinde vaccam deae Diae honorariam immolavit. Nótese que siempre considero
como documentos más antiguos aquéllos en los que el nombre de la víctima de sacrificio se lee
directamente en la inscripción, es decir, sin restitución alguna por parte del editor.
32
Se consideraba que el lucus era “propiedad” de dea Dia y que cualquier intervención
en él, aún siendo necesaria o imprescindible, atentaba contra ese derecho y obligaba a la
celebración de un piaculum para restablecer la concordia con la divinidad (cfr. ILLRP 505,
506). Las intervenciones más frecuentes de los arvales (J. Scheid, Romulus et ses frères,
cit., pp. 554-558) tenían que ver bien con el cuidado de los árboles (tala y poda), bien con la
inscripción de sus commentarii. En este último caso se entiende que el instrumental de hierro
empleado para ese fin contaminaba la sacralidad del bosque de la divinidad.
33
CFA 94 [año 183], i, 23 (texto en n. 37); 94, ii, 8; 100a [año 218], 1; 105b [año 224], 7.
18; 107 [año 237?], ii, 3; 108 [Alex. Sev.], 11; 114 [año 240], i, 8.
34
Dos documentos testimonian esta práctica, uno del año 218 (CFA 100 a, 24) y otro, que
se cita a continuación, del 29 de mayo del año 240, bajo Gordiano iii (CFA 114, ii, 14-17): Et
in tetrastulo capita velaverunt et lucum / ascender(unt) et promag(ister) et flam(en) struibus et
fert(is) feceri(unt) et / immol(averunt) agnam op(imam) albam, ad litatione(m) exta inspexerunt
et / reddiderunt. La adivinación sacrificial romana se preocupaba sólo por constatar el estado
regular o anormal de los órganos internos (exta) del animal. Su buen o mal estado era signo de
la conformidad (litatio) o no de la divinidad con la ofrenda sacrificada (A. Bouché-Leclercq,
s.v. “Litatio”, en DS iii,2 (1904), pp. 1266-1268; G. Wissowa, s.v. “Litatio”, RE xiii, 1 (1926),
AnimAles De sAcrificio en el culto público romAno 985
Finalmente, el acto central del día, oficiado ad aedem deae Diae. La
comparación de los casos registrados en los commentarii permite recons-
truir la estructura básica de la ceremonia, que se mantiene estable (aunque
con ciertas variantes) a lo largo del tiempo35. Los arvales sacrificaban allí
a una serie de divinidades, rigurosamente ordenadas según un principio
teológico que era sin duda muy arcaico36: dea Dia, Ianus pater, Iuppi-
ter, Mars, Iuno deae Diae, sive deus sive dea, Virgines divae, Famuli
divi, Lares, Mater Larum, Fons, Flora, Vesta, Vesta mater, Adolenda -
Conmolenda - Deferunda. A cada una de las divinidades se ofrecían dos
víctimas específicas; el listado de víctimas y dioses puede resumirse así:
aries: Jano (pater); Marte (pater).
bos femina: dea Dia.
verbex (berbex): Famuli divi; Fons; Júpiter; Lares; sive deus sive dea.
ovis: Adolenda - Conmolenda - Deferunda; Flora; Iuno deae Diae; Mater
Larum; sive deus sive dea; Vesta (mater); Virgines divae.
Los bóvidos ofrecidos a los dioses en sacrificio por los arvales reci-
ben en sus actas los nombres específicos de bos mas y taurus; los óvidos
col. 740-742). Los strues et ferta del texto son dos tipos concretos y solidarios de pastelillos
vegetales (liba) ligados especiíficamente en el culto romano a ceremonias expiatorias o de
lustración (J.A. Delgado Delgado, Ritualización reino vegetal, cit., pp. 196-203).
35
CFA 94 [año 183], i, 21-24; 94, ii, 1-14 ; 100 a [año 218], 1-5; 105 b [año 224], 8-14;
107 [año 237?], ii, 1-9; 114 [año 240], i, 12-17.
36
Cfr. J.A. Delgado Delgado, La instauración de la República y la reorganización de los
sacerdocios romanos, en J. Martínez-Pinna (ed.), Initia rerum. Sobre el concepto de origen en
el mundo antiguo, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Málaga, Málaga 2006, pp.
197-201.
37
Como documento representativo sirva el siguiente, fechado el 8 de febrero del año 183,
siendo Commodo emperador (CFA 94, i, 20-24; ii, 1-14; léase con J. Scheid, Quand faire,
c’est croire, cit., pp. 58-83): L. Tutilio Pontiano Gentiano co(n)sule) (ante diem sextum) id(us)
Februar(ias) / in luco deae Diae Q.Licinius Nepos mag(ister) operis inchuandi causa, quod
in fastigio aedis deae Diae ficus innata esset, eruendam et aedem refici/endam, immolavit
suovetaurilibus maioribus; item ad aedem deae / Diae boves feminas (duas), Iano patri arietes
(duos), Iovi berbeces (duos) altilaneos, / Marti arietes altilaneos (duos), Iunoni deae Diae oves
(duas), sive deo sive deae oves (duas), / Virginibus divis oves (duas), Famulis divis verbeces
(duos), Laribus verbeces duos, / Matri Larum oves duas, sive deo sive deae, in cuius tutela hic
lucus locusve / est, oves (duas), Fonti verbeces (duos), Florae oves (duas), Vestae oves (duas),
Vestae matri oves (duas); ite[m] / Adolendae Conmolandae (sic) Deferundae oves (duas), item
ante Caesareum Divis n(umero) (sedecim) verbec(es) / immolavit n(umero) (sedecim).
986 José A. DelgADo DelgADo
los de verbex y aries. Bos mas es un término reservado invariable y úni-
camente a Júpiter y los divi; taurus al Genius (– populi Romani; – impera-
toris), Hércules, los Lares militares, Marte y Neptuno. Vervex (o berbex)
se emplea sólo con los Famuli divi, Fons, Júpiter, los Lares los divi y en
la fórmula sive deus sive dea; aries con Jano y Marte.
La relación muestra un claro paralelismo entre las expresiones bos
mas y vervex, por un lado, y taurus y aries, por otro, muy evidente en
aquellos dioses que reciben dos tipos de víctimas: Júpiter y los divi bien
un bos mas bien un vervex; Marte bien un taurus bien un aries. Es indis-
cutible así que en los commentarii bos mas es a taurus lo que vervex a
aries y que, en consecuencia, alguna diferencia separa bos mas de taurus
y vervex de aries. Si se tiene en cuenta que Marte siempre requiere ma-
chos intactos, independientemente de su especie, hay que deducir, por
oposición, que Júpiter y los divi reclaman machos castrados. En apoyo
de esta afirmación se puede aducir, al margen de la documentación epi-
gráfica de los arvales, la evidencia de las representaciones de escenas
de suovetaurilia del arte oficial romano. Tanto en el llamado altar de
Domitius Ahenobarbus, como en el friso monumental del Louvre, en
distintas escenas de la columna de Trajano, en la base de columna del
foro romano de época de Diocleciano38 o en los “Plutei” o “Anaglypha
Traiani”39, queda patente la condición de machos intactos de las víctimas
de sacrificio representadas, con sus órganos sexuales completos – testí-
culos y pene. Un ejemplo iconográfico de bos mas dedicado a Júpiter,
aries a Jano (y vacca a Pax) podría encontrarse en el pequeño friso de
la cara externa del lado norte del altar del ara Pacis Augustae, si mi
identificación de las víctimas de sacrificio es correcta40. Tras un estudio
detallado del monumento, me parece poder confirmar que de los tres ani-
males que allí figuran, el que encabeza el cortejo es indudablemente un
óvido, cubierto de vellón y de buen porte, con vestigio de lo que podría
ser un pequeño cuerno curvo sobre el lado derecho de su cabeza; sería
probablemente un aries. Lo siguen dos bóvidos, el primero más corpu-
lento y con porte algo mayor, en el que no se aprecia atributo sexual
alguno; probablemente buey y vaca respectivamente.
Aún se puede recordar que la tradición anticuaria romana conserva
una prescripción que reconoce al trío taurus, aries y verres como machos
38
I. Scott Ryberg, Rites State Religion, cit., pp. 27-28, pl. viii, figs. 17 a-c; pp. 106-109,
pl. xxxv, figs. 54 a-b; pp. 109-113, pl. xxxvi-viii, figs. 55-57; pp. 117-118, pl. xli, fig. 61a.
39
Un par de relieves de mármol de época de Adriano recuperados en una zona del forum
comprendida entre el comitium y la columna de Focas (E. Nash, Pictorial Dictionary of Ancient
Rome, Thames and Hudson, London 1968, pp. 176-177 [vol. ii], figs. 903-904).
40
J.A. Delgado Delgado, Religión y culto en el ara Pacis Augustae, en «Archivo Español
de Arqueología» 89 (2016), pp. 71-94, con el sentido de la escena (en pp. 88-90) y una hipótesis
general sobre el proceso de institución del altar, tanto en sus aspectos propiamente rituales
como en su plasmación monumental.
AnimAles De sAcrificio en el culto público romAno 987
completos41, y otra que señala expresamente una interdicción para sacri-
ficar a Júpiter estos mismos animales42. Bos mas y vervex denotan, pues,
machos castrados del genus bovillum y ovillum respectivamente; taurus y
aries machos plenos de esos mismos genera.
La necesidad de distinguir cuidadosamente entre machos castrados e
intactos a la hora de ofrecerlos a sus respectivos dioses justificaba sufi-
cientemente la ceremonia de la probatio hostiarum que citan las fuentes
literarias43. Se trata de un procedimiento contemplado en el ius sacrum
pontifical previsto precisamente para determinar las condiciones en las
que se presentaban las víctimas de sacrificio. Una muestra escultórica
de esta operación ritual, importante por su carácter único, lo ofrece un
pequeño conjunto en mármol de fines del s. i d. C. conservado en el Vati-
cano. En él se representa un hombre, probablemente un servidor de culto,
que palpa con su mano derecha el vientre de un toro a fin de verificar sus
atributos sexuales44.
Los bóvidos ofrecidos a las diosas, por su parte, reciben los nombres
de vacca (baccha) y bos femina en los commentarii arvales. Vacca es
víctima de sacrificio de Aeternitas, Concordia, dea Dia, Felicitas, Honos,
Juno, Minerva, Providentia, Salus, Securitas, Pax, Penates, Victoria y las
divae; bos femina lo es de dea Dia, Juno, Minerva, Fortuna, Providentia,
Salus y Victoria. La relación muestra claramente que las divinidades con
mayor presencia en los sacrificios de los arvales, dea dia, Juno, Minerva,
Salus, Providentia y Victoria, reciben en ofrenda tanto vaccae como bo-
ves feminae, lo que en apariencia contradice las constantes observadas en
la nomenclatura de las víctimas asignadas a los dioses.
Se ha de considerar, sin embargo, que en ninguna inscripción apare-
cen ambos términos a la vez, de tal manera que a estas diosas se les asig-
nan vaccae en unos textos y boves feminae en otros. Si estas inscripciones
se organizan temporalmente, se descubre que hay un principio de orden
cronológico en el uso de una expresión u otra para designar las víctimas.
Así vacca domina en exclusiva todo el registro epigráfico hasta la época
de Domiciano, momento en que se atestigua por primera vez bos femi-
na (concretamente en las actas del año 86 [CFA 54, 16. 17. 19. 22]). A
partir de este momento bos femina sustituye a vacca en las inscripciones
41
Fest. 373L: Solitaurilia hostiarum trium diversi generis immolationem significant,
tauri, arietis, verris; quod omnes eae solidi integrique sint corporis.
42
Ateius Capito en Macr. Sat. iii, 10, 3 y 7: Iovi tauro verre ariete immolari non licet. Si
quis forte Iovi tauro fecerit, piaculum dato.
43
Cic. Leg. agr. 2, 93; Plin. HN. viii, 183.
44
H.R. Goette, Kuh und Stier als Opfertier. Zur probatio victimae, en «Bulletino della
Commissione Archeologica Comunale di Roma» 91 (1986), pp. 61-68; E. Colantoni, s.v. “Male
/ Female in the Roman World”, en ThesCRA viii (2012), p. 277, pl. 25, fig. 5.
988 José A. DelgADo DelgADo
(con dos únicas excepciones45), si bien permanece en la expresión vacca
honoraria que se ofrece a dea Dia (y que se documenta por primera vez
precisamente en el reinado de Domiciano, en el año 87 [CFA 55, ii, 21,
citado en n. 31]).
Las constataciones precedentes conducen, a su vez, a otras cuestio-
nes. Sorprende la preferencia original de los arvales por la expresión vac-
ca en lugar de bos femina, pues bos mas está en uso entre ellos ya en sus
textos más antiguos. Bos femina, además, parece el empleo dominante
al menos desde época de Augusto, como apuntan los comentarios de los
quindecénviros de los ludi Saeculares del 17 a.e.46 o Tito Livio47. Tampo-
co son evidentes las razones por las que se abandona la denominación de
vacca y se institucionaliza la de bos femina, aparentemente en la época
de Domiciano. No es menos problemática la datación tardía del primer
testimonio de vacca honoraria, pues sugeriría que tal ofrenda se instauró
como novedad en el culto de dea Dia bajo aquel emperador, añadiéndose
al sacrificio de las porcae, del que hay referencias desde época neronia-
na (CFA 28 [años 59/60], ii, cef, 16). En este último caso, sin embargo,
se atisba una explicación. En la inscripción previa se indica que tras las
[porcas piacula]res se sacrificó una vacca a la diosa. Lo que parece haber
ocurrido es que a partir del reinado de Domiciano se consideró necesa-
rio destacar el sentido “honorario” del sacrificio de la vaca, seguramente
siempre presente en el culto arval aunque hasta ese momento sin reflejo
expreso en los commentarii.
45
En el año 118 (CFA 68, ii, 27.28.50), bajo Adriano, y en el año 186 (CFA 95b, ii, 5),
bajo Cómmodo.
46
I.B. Pighi, De ludis saecularibus populi Romani Quiritium, Verlag P. Schippers,
Amsterdam 19652, p. 114, l. 91ss.
47
xxv, 12, 14; xxvii, 37 11; xliii, 13, 3.
AnimAles De sAcrificio en el culto público romAno 989
aries); las diosas, femenino (vacca, bos femina, agna, ovis)48. Cuando se
invocaba según la fórmula sive deus sive dea la víctima podía ser tanto
macho (CFA 105b, 9) como hembra (CFA 94, ii, 2-3 [texto en n. 37])49.
Los dioses ligados al dominio celeste o al cielo diurno, como Juno, Mi-
nerva, dea Dia, requerían víctimas blancas (albae [CFA 54, 16-19]); los
ligados al mundo de la noche, como Summanus50, reclamaban víctimas
negras (atrae [CFA 105b, 11]).
Los vota publica y los sacrificios circunstanciales se oficiaban sólo
con animales del genus bovillum, los piacula vinculados al culto de dea
Dia requerían suidos (porcae) y una vaca honoraria51, mientras que las
ceremonias de lustración presididas por Marte se celebraban con suo-
vetaurilia maiora, es decir, con animales adultos de los tres géneros de
pecora (suido, óvido, bóvido)52.
En los sacrificios celebrados en el interior de lucus, dea Dia era in-
vocada siempre en primer lugar y recibía dos víctimas bovinas adultas,
mientras que el resto de los dioses recibía sólo víctimas ovinas. Dea Dia,
como diosa titular del bosque, era la receptora principal del sacrificio,
mientras que el resto de las divinidades eran invitadas que acudían al
ritual en calidad de simples asistentes o ayudantes53. La misma situación
48
El género, en tanto que identidad sexual, tenía naturalmente tanto valor en el orden
social romano como en su sistema religioso (cfr. E. Colantoni, s.v. “Male / Female”, cit.).
49
Esta constatación de los commentarii es una de las pruebas más claras del sentido de la
expresión, que ha de entenderse como una fórmula de precaución ante la posibilidad de errar al
identificar el género de la divinidad en su invocación ritual, y no por tanto como indicio de la
despreocupación de los romanos ante el género de sus dioses a efectos cultuales (G. Dumézil,
Religion romaine, cit., pp. 59-62; J. Alvar, Matériaux pour l’étude de la formule sive deus, sive
dea, en «Numen» 32 [1985], pp. 236-273).
50
Dios de los rayos nocturnos, bajo el dominio funcional de Júpiter (G. Wissowa, Religion
und Kultus, cit., p. 135).
51
Si honorarius es todo aquello que se ofrece honoris causa, vacca honoraria puede
entenderse como fórmula que pone el acento en el sentido de homenaje a la diosa que remite su
sacrificio (cfr. G. Wissowa, Religion und Kultus, cit., p. 414; J. Scheid, Romulus et ses frères,
cit., p. 559).
52
Las lustraciones y ciertas expiaciones, actos rituales de singular importancia a los
ojos de los romanos, exigían suovetaurilia o solitaurilia (Fest. 204L, 372L, 373L), que se
consideraban ofrendas de gran valor simbólico (J.A. Delgado Delgado, Animaux et plantes,
cit., p. 461). Se explica de esta manera que sea uno de los temas preferidos del arte oficial
de la ciudad. La escena representada en el friso monumental del Louvre es uno de los más
preciosos testimonios de esta práctica ceremonial (I. Scott Ryberg, Rites State Religion,
cit., pp. 106-109, pl. xxxv, figs. 54 a-b). Las tres víctimas, ejemplares espléndidos de cada
especie, son conducidas al altar que se encuentra a la derecha de la composición según el orden
ritual preciso (cfr. G. Wissowa, Religion und Kultus, cit., pp. 142, 415), esto es, con el cerdo
encabezando la procesión. Compárese con el llamado “Altar de Domitius Ahenobarbus”, que
representa también una escena de lustratio, en el que los animales figuran en orden inverso; tal
vez los criterios de composición artística hayan primado aquí sobre la fidelidad a la jerarquía
ritual, como sugiere I. Scott Ryberg (Rites State Religion, cit., pp. 27-28, pl. viii, figs. 17 a-c).
53
Cada uno de los grandes dioses romanos poseía una única función, como demostró
G. Dumézil (Religion romaine, cit., passim), si bien podía ejercerla en distintos “campos de
990 José A. DelgADo DelgADo
debía reproducirse ante el Caesareum, cuyo propietario principal o al me-
nos el de más dignitas era aparentemente el Genio del emperador reinante
(y por ello encabezaba el sacrificio y se le otorgaba una víctima mayor);
el resto de los emperadores divinizados, invocados conjuntamente, reci-
bían únicamente una víctima menor54.
ABSTRACT
acción” o solicitar la colaboración o ayuda de otras divinidades para cumplir con su cometido;
esto último explica las asociaciones de dioses – permanentes o temporales – que se reconocen
en las fuentes.
54
J. Scheid, Quand faire, c’est croire, cit., pp. 58-83.
AnimAles De sAcrificio en el culto público romAno 991
agnus), suidos (porcus, sus) y, más raramente, cápridos (capra, pecus
caprinum). El problema se presenta a la hora de distinguir a los ani-
males de una misma especie, pues los términos latinos con los que son
designados en las fuentes dejan lugar para la duda, lo que ha generado
un cierto debate en la literatura especializada que aún permanece abier-
to. La disparidad de opiniones me parece más una cuestión de carácter
metodológico que imputable a los propios límites y deficiencias de las
fuentes de conocimiento, pues no se advierten criterios claros en la selec-
ción de la documentación. Así, frente al uso indiscriminado de fuentes de
transmisión manuscrita o en la amalgama de fuentes literarias y epigrá-
ficas, mi propuesta para tratar de esclarecer los “términos técnicos” con
los que los romanos se referían a las víctimas sacrificiales descansará
principalmente sobre la evidencia contenida en los commentarii de los
fratres arvales. Por otro lado, el examen de los sacrificios en sus ámbitos
cultuales precisos ofrece el contexto más propicio para indagar en los
criterios fundamentales de selección de las victimae, que es el segundo
objetivo de este trabajo.
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